descartes segunda meditación
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Análisis y crítica de la segunda meditación de DescartesTRANSCRIPT
INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS RELIGIOSAS
REGINA APOSTOLORUM
Sobre la segunda meditación de las
Meditaciones Metafísicas de Descartes.
Trabajo escrito de filosofía del hombre
Juan Edwin Trejo Aguilar
Mérida, Yucatán, 18 de abril de 2008
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INTRODUCCIÓN
René Descartes, (La Haye, Francia, 1596 - Estocolmo, Suecia, 1650)
Filósofo y matemático francés, tiene importancia para el curso de
filosofía del hombre, ya que su pensamiento sigue siendo significativo
para muchos pensadores hoy en día. Su influencia es de especial interés
para conocer el origen de algunas teorías acerca de la naturaleza del
hombre, particularmente del papel que juega la corporeidad en la
naturaleza humana. El análisis de la segunda meditación de su libro
“Meditaciones metafísicas” pone de manifiesto un concepto de hombre
que ha mantenido su influencia en muchos pensadores y está detrás de
muchas teorías que dan prioridad a las ideas. Es precisamente en esta
segunda meditación donde aclararemos las limitaciones de dicha noción.
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I.- Resumen de la segunda meditación
Descartes pretende en ésta segunda meditación partir de cero, como si
volviera a nacer pero con la lucidez de una persona cultivada. Simula no
reconocer nada como cierto con el propósito de alcanzar la verdad. En
esta búsqueda, se ayuda de la ficción de un genio maligno que lo induce
a desconfiar de todo conocimiento, especialmente del conocimiento
sensible. De este modo llega a una primera conclusión: de que aunque
pueda dudar de todo, ya que ni siquiera es fiable la experiencia de la
enmienda, no puede sustraerse a la noción de la existencia. En efecto,
aunque pueda poner en duda completamente todo, incluso la misma
existencia, la noción “no existo” expresada con los pensamientos y con
las palabras es, paradójicamente, una prueba de la existencia “de modo
que, tras haber sopesado todo en forma exhaustivamente, es preciso
establecer por último que esta proposición, Yo soy, yo existo se hace
necesariamente verdadera cada vez que mis labios la profieren o la
concibe mi mente” 1 .
Si bien, Descartes encuentra irrefutable la condición de existir, le parece
más problemática la cuestión que sigue al descubrimiento de la veracidad
de la existencia: el ser hombre. De antemano rechaza la definición de
hombre racional, porque tendría que solventar el significado de animal y
de racional, cuestión muy ardua que le llevaría a “desperdiciarlo en tales
sutilezas” 2 . En cambio opta por el conocimiento espontáneo y natural
cuando se detiene a pensar: “qué soy yo”. Analizando las funciones de su
cuerpo, creía encontrar su distinción claramente al definirlo de la
siguiente manera: “por cuerpo entiendo todo aquello susceptible de ser
determinado por una figura, circunscrito por un lugar, ocupando el
1 DESCARTES René, Meditaciones Metafísicas, ed. Panamericana. 2004. P. 142 Ibíd..,p.15
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espacio en forma tal que excluya de éste a cualquier otro cuerpo...” 3 no
obstante no le concedía al cuerpo la facultad de moverse por sí mismo o
el hecho de pensar. Pero tampoco creía encontrar el origen del
movimiento del cuerpo y la facultad de pensar a un hálito o a un
espíritu. Consideraba a éstos muy insuficientes como evidencia
probatoria. El cuerpo, es entonces, una especie de carcasa donde alberga
lo que para Descartes es infalible: los pensamientos. En efecto, ante la
pregunta que se plantea “que soy yo” se responde: Soy una cosa que
piensa.
Incluso las sensaciones imaginarias como las que suceden en el sueño, se
reducen a pensamientos, ya que la capacidad de imaginar, según
descartes, forman parte de éstos. De hecho, la capacidad de imaginar es
una prueba, no de la veracidad de la imaginación, sino de la capacidad de
pensar a través de la imaginación. De modo que los objetos que se
conocen por los sentidos, como son mudables, son transitorios y
efímeros, únicamente por el poder de unificación de la imaginación es
posible que permanezcan e incluso se identifiquen. Y como la
imaginación puede no ser fiable, únicamente queda la capacidad de
imaginar donde subyace necesariamente el ejercicio de pensar. Es así
cómo, para Descartes, el cuerpo y las sensaciones, no son en modo
alguno, fiables para alcanzar la verdad, son, en el mejor de los casos,
una mera extensión de los pensamientos.
II.- El concepto de hombre
En una primera instancia Descartes se percata de que es evidente de que
es un hombre, pero enseguida se pregunta qué es eso de ser hombre? Y
rechaza de antemano la definición de animal racional, porque considera
que al analizar dicha definición se vería en la dificultad de extraviarse
3 Ibíd..,p.15
4
en una multitud de preguntas derivadas de dicha definición y como su
propósito es en primer lugar dudar de todo, tendría que dar por hecho
muchas cosas que lo desviarían de su intención de alcanzar la verdad
partiendo de cero. Es así, que constata que ser hombre es tener en primer
lugar un cuerpo. Pero ¿qué entiende Descartes por cuerpo?
“por cuerpo entiendo todo aquello susceptible de ser determinado por una
figura, circunscrito por un lugar, ocupando el espacio en forma tal que
excluya de éste a cualquier otro cuerpo; es perceptible mediante el tacto,
la vista, el oído, el gusto o el olfato, y se mueve de diversas maneras, si
bien no lo hace por sí mismo, sino por algún otro que lo impulsa; ya que
juzgaba que no pertenece en absoluto a la naturaleza del cuerpo el poseer
la fuerza para moverse a sí mismo, o el pensar; para ser precisos, me
sorprendía y admiraba que algunos cuerpos poseyesen dichas
facultades” 4 .
Vemos entonces que el cuerpo es una máquina que no es capaz de
moverse por sí misma, y que esa fuerza motriz que mueve al cuerpo es
equiparada al acto de pensar. De modo que la corporeidad queda reducida
a una mera extensión de los pensamientos. Y esto trae graves
consecuencias cuando la influencia de este pensamiento queda en manos
de autores cuyas teorías antropológicas están basadas en la primacía de
la razón, negando la dignidad corporal de la persona y equiparándola al
resto del reino animal. El correlato puede entreverse con facilidad: un
idealismo malentendido, puede desencadenar graves problemas en la
convivencia social, tales como rechazar el concepto de persona como una
necesaria combinación, aunque diferenciada, de cuerpo y alma: si el
núcleo esencial de ser hombre radica en su capacidad de pensar, todos
aquellos que por circunstancias económicas o culturales no han podido
desarrollar su intelecto tendrían que ser necesariamente humanos
disminuidos o de segunda clase. Si el cuerpo es únicamente una
extensión de los pensamientos despojado de su dignidad corporal,
entonces puedo desentenderme de las necesidades corporales de mis
semejantes si mi adhesión a alguna ideología me lo permite. Pienso en un
sinfín de discriminaciones injustificadas desde la perspectiva de la
4 Ibíd.,p. 15
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persona humana, tales como la discriminación racial y la discriminación
económico-social. Por otra parte, ¿dónde quedarían todos aquellos seres
humanos afectados por alguna patología que les impida el
funcionamiento correcto de su relación mente-cuerpo? Para descartes
seguramente no tendrían otro destino que la de cualquier animal, ya que
sin el buen funcionamiento de la razón no tendría ningún sentido su
existencia.
III.- El valor del conocimiento sensitivo
Según Descartes, los sentidos son un vehículo a través del cual
obtenemos una imagen de la realidad. No obstante en el sueño podemos
experimentar sensaciones de diverso tipo y sabemos que no son
sensaciones reales, son solamente imágenes o recuerdos de las
sensaciones vividas. De modo que no son fiables como soporte para
alcanzar la verdad. No obstante, la capacidad de imaginar es para
descartes parte de los pensamientos, por lo tanto, la capacidad en sí de
imaginar sensaciones es equiparada al pensar mismo. “yo soy ese mismo
que siente, esto es, que percibe mediante los sentidos los objetos
corpóreos: resulta evidente que en este instante veo luz, escucho sonidos,
siento calor. Tales cosas son falsas ya que duermo. Mas es cierto que me
parece ver, escuchar, sentir calor. Tal cosa no puede ser falsa; es esto lo
que se llama propiamente sentir; y si se le considera con exactitud, esto
no es otra cosa que pensar” 5 . Es así como sustrae de la corporeidad física
las sensaciones y las racionaliza. Es así como va delimitando
tajantemente por un lado los pensamientos y por otro el mundo engañoso
de las sensaciones, la consecuencia es el rechazo del mundo material
como fuente fiable de la verdad.
Para ilustrar la desconfianza que tiene por los sentidos, Descartes pone el
ejemplo concreto de una cera que al acercarla al fuego se transforma en
otra forma con diferentes colores, olores y diferentes sensaciones al
5 Íbid., p.18
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tacto. Considera que es la misma cera, no obstante es la mente o mejor,
los pensamientos los que, ante el acto de entender, los hace reales y no
como cabría esperar, la utilización del sentido común ante la clara
información de los sentidos es la que hace coincidir por medio de la
semejanza la explicación de un mismo objeto en dos estados diferentes.
Para Descartes el acto de entender es una prueba definitiva de verdad, ya
que cabe el error atribuido a los sentidos sin que por eso pierda ningún
ápice de la experiencia del hecho mismo de pensar y de entender. Es así
como los sentidos se descalifican y se convierten en un mero transmisor
de información.
IV.- A modo de conclusión
El problema de una concepción del hombre, tal como la presenta
Descartes, es que, con tal de no extraviarse en la indagación de la verdad
por medio de los pensamientos que tanto defiende como prueba de
verdad, simplifica el valor de los sentidos y al convertir “mi yo
pensante” como sede de la existencia descalifica la realidad objetiva. Por
otra parte, no considera las realidades morales que son las que provocan
sentimientos de pudor, vergüenza, indignación. Sentimientos que no se
pueden explicar por un mera constatación por el hecho de pensarlos, sino
que provienen ciertamente del mundo de los sentidos y que son una
reacción ante actitudes concretas de otras personas o de sus relaciones y
que se escapan a la explicación reduccionista de sensación o
imaginación.
Desde una perspectiva creyente, descalificar los sentidos es descalificar
el mundo objetivo y natural que Dios creó. Es también descalificar todo
el mundo simbólico y hermenéutico de la realidad objetiva que
bíblicamente se apoya en la concepción del hombre como Imago Dei,
como imagen de Dios. Desemboca en una antropología intelectualista que
está muy lejos de la experiencia que podemos constatar hoy en día (y
también de la experiencia que se vivió en la época de descartes): la
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hambruna y las enfermedades, no son datos que se puedan observar
como el cabo de una vela derritiéndose, son realidades sensoriales que se
solucionan sensorialmente. El ser humano no descalifica los sentidos,
más bien los dignifica. En efecto la humanidad entendida como un
espíritu encarnado convierte el cuerpo humano con todas sus sensaciones
como vehículo de relación con otros seres humanos y por el hecho de
poseer un espíritu dignifica dicho cuerpo.
Me parece, finalmente, que Descartes, aunque le da un papel secundario
al cuerpo, ya que no puede prescindir totalmente de él, se olvida de
meditar sobre los otros cuerpos. Su análisis se reduce a la existencia de
un yo pensante y se olvida del yo relacional. Y aunque en el resto de las
Meditaciones Metafísicas admite la existencia de Dios creador, está muy
lejos del Dios de los evangelios. Baste mencionar las palabras de Jesús
en un contexto escatológico, para darnos cuenta de la importancia que
tendrá el cuerpo de los otros –y el mío como otro-, al punto de
identificarse con ellos:
“Cuando venga el Hijo del hombre con todo su esplendor y todos los
ángeles con él, entonces se sentará en su trono esplendoroso y se
reunirán ante él todas las naciones y los separará unos de otros, como el
pastor separa las ovejas de las cabras, y pondrá las ovejas a la derecha y
las cabras a la izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha:
“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo; pues tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber, era extranjero y me acogisteis, desnudo y
me vestisteis, enfermé y me visitasteis, estaba en la cárcel y fuisteis a
verme. Entonces los justos le respondieron así: “Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento y te alimentamos o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo
te vimos extranjero y te acogimos o desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo te
vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el Rey les responderá
así: “Os digo de verdad: todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos
más pequeños, me lo hicisteis a mí” (Mt 25, 31-40) 6 .
6 Cantera –M. Iglesias ( t raductores) , Sagrada Bibl ia , BAC, España 2000
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ÍNDICE
Introducción…………………………………………………………... 2
I.- Resumen de la segunda meditación.…………………………… 3
2.-El concepto de Hombre.…………………………………………. 4
9
3.- El valor del conocimiento sensitivo…………………………...6
4.-A modo de conclusión……………………………………………. 7
Índice…………………………………………………………………….10
Bibliografía……………………………………………………………..11
BIBLIOGRAFÍA
-Cantera –M. Iglesias (traductores), Sagrada Biblia , BAC, España 2000.
10
-Descartes René, Meditaciones Metafísicas . Ed. Panamericana, Colombia
1998.
11