desafíos estratégicos celac

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Desafíos estratégicos del regionalismo contemporáneo: CELAC e Iberoamérica Adrián Bonilla Soria Isabel Álvarez Echandi Editores

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Desafiós estratégicos relacionados con el MERCOSUR

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  • ltimos ttulos publicados:

    De Madrid a Santiago: Retos y Oportunidades. Balances y perspectivas de las relaciones entre la Unin Europeay Amrica Latina y el Caribe. Adrin Bonilla; Mara Salvadora Ortiz (Compiladores)

    El papel poltico, econmico, socialy cultural de la comunidadiberoamericana en un nuevo contexto mundial.Aportes de un debate en curso. Adrin Bonilla; Mara Salvadora Ortiz (Compiladores)

    Gobernabilidad ConvivenciaPoltica y Seguridad; Juany Guzmn, Stella Senz (Editoras)

    Seguridad y Convivencia Democrtica. Mltiples dimensiones de la relacin; Juany Guzmn, Stella Senz (Editoras)

    La Confianza: Requisito de la Convivencia Poltica; Francisco Rojas, Juany Guzmn (Coordinadores)

    Tomo IVoces latinoamericanas sobreGobernabilidad DemocrticaMxico, Centroamrica y El Caribe2011-2012; Juany Guzmn, Stella Senz (Editoras)

    Tomo IIVoces latinoamericanas sobreGobernabilidad DemocrticaPases Andinos - Cono Sur2011-2012; Juany Guzmn, Stella Senz (Editoras)

    Desafos estratgicos delregionalismo contemporneo:

    CELAC e Iberoamrica

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    Adrin Bonilla SoriaIsabel lvarez Echandi

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    La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo internacional constituido por 18 Estados Miembros que actualmente desarrolla actividades acadmi-cas en 13 pases de Amrica Latina y el Caribe. La FLACSO ha realizado un importante aporte al desarrollo de las Ciencias Sociales en Amrica Latina y el Caribe y ha formado alrededor de 10.000 especialis-tas, profesores y acadmicos a lo largo de su historia. Fue, desde sus inicios, concebida como un espacio regional autnomo para la produccin de nuevo conoci-miento; como un punto de encuentro, dilogo y cooperacinentre la academia y el mundo delas polticas pblicas y como un espacio privilegiado para la contribucin a la integracin y al desarrollo latinoamericano y caribeo.

    El presente libro forma parte de los trabajos realizados en el marco del Proyecto para la Promocin y Seguimiento de las Cumbres que desarroll la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) con la Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID). Esta publicacin recoge los trabajos presentados en el Seminario Internacional Desafos contemporneos estratgicos de las Diplomacias de Cumbres llevado a cabo en La Habana, Cuba los das 6 y 7 de junio de 2013. Este libro forma parte de los resultados del Proyecto La obra est articulada en dos partes, la primera, analiza las relaciones entre la CELAC y los distintos sistemas de integracin regionales y la poltica exterior latinoamericana frente a las cumbres CELAC. La segunda parte recobra la importancia de tres temas estratgicos para la regin y para el actual contexto internacional: la asociacin pblico-privada como un camino para el desarrollo, la seguridad regional y las fronteras en Amrica Latina.

  • Desafos estratgicos delregionalismo contemporneo:CELAC e Iberoamrica

    Adrin BonillaIsabel lvarez(Editores)

  • 2Las opiniones que se presentan en este trabajo, as como los anlisis e interpretacio-nes que en l contienen, son responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de FLACSO ni de las instituciones a las cuales se encuentran vinculados.

    337.1D441d Desafos estratgicos del regionalismo contemporneo CELAC e Iberoamrica / Adrin Bonilla Soria, edit. ; Isabel lvarez Echandi, edit. 1. ed. San Jos, C.R. : FLACSO, 2013. 381 p. ; 21 x 15 cm.

    ISBN 978-9977-68-268-6

    1.Regionalismo Iberoamrica. 2. Regionalismo CELAC. 3 .Integracin econmica. 4. Cooperacin internacional.I. Bonilla Soria, Adrin, edit. II. lvarez Echandi, Isabel, Edit. III.Ttulo

    Colaboradora de edicin: Mara Fernanda Morales, Asistente de investigacin, FLACSO Secretara General.

    Impreso en San Jos, Costa Ricapor Perspectiva Digital S.A.Enero 2014

    FLACSO Secretara GeneralAdrin Bonilla Soria, Secretario General FLACSO

    Editores:Adrin Bonilla SoriaIsabel Alvarez Echandi

    Desafos estratgicos delregionalismo contemporneo:CELAC e Iberoamrica

    Adrin BonillaIsabel lvarez(Editores)

  • 3NDICE

    DESAFOS ESTRATGICOS DEL REGIONALISMO CONTEMPORNEO: CELAC E IBEROAMERICA

    PresentacinAdrin Bonilla .................................................................................................5 IntroduccinLa Diplomacia de Cumbres frente al contexto internacionaldel nuevo multilateralismo poltico latinoamericano y del CaribeAdrin Bonilla e Isabel lvarez .....................................................................7

    PARTE I. LA CELAC Y EL ESCENARIO POLITICO LATINOAMERICANO Y CARIBEO

    I. LAS RELACIONES ENTRE LA CELAC Y LOS DISTINTOS SISTEMAS DE INTEGRACIN REGIONALES

    La CELAC y el multilateralismo regionalRoberto Yepe ...................................................................................................15

    Enfoques y crceles conceptuales en el entendimiento de los Nuevos Regionalismos LatinoamericanosErnesto Vivares, Paul Torres Lombardo y Kristina Cvetich ........................21

    Los nuevos regionalismos y la CELAC: Los retos pendientesAndrs Serbin .................................................................................................47

    La Comunidad de Estados de Amrica latina y el Caribe en la integracin latinoamericana y su relacin con la Unin Europea Jorge Valdez ...................................................................................................79

    La CELAC y los pases caribeos Antonio Romero ..............................................................................................99

    II. LA POLTICA EXTERIOR DE AMRICA LATINA Y LAS CUMBRES CELAC

    Poltica exterior de Amrica Latina y las Cumbres CELACFrancisco Carrin ........................................................................................113

    Poltica exterior latinoamericana y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeos Elsa Llenderrozas .........................................................................................129

  • 4La Poltica Exterior de Amrica Latina y las Cumbres CELAC:Los verdaderos retos de la integracin Fander Falcon .............................................................................................151

    La Unin Europea y CELAC:Balance, perspectivas y opciones de la relacin birregional Jos A. Sanahuja .........................................................................................165

    PARTE II. LA AGENDA LATINOAMERICANAY CARIBEA FRENTE A LOS TEMAS ESTRATGICOS

    I. LA ASOCIACIN PBLICO-PRIVADA: UNA CAMINO NECESARIO PARA EL DESARROLLO

    Asociaciones pblico-privadas para la innovacin Mnica Casalet .............................................................................................197

    La economa y las relaciones gobierno y actores privados en Amrica Latina J. Mario Herrera ..........................................................................................215

    II. FRONTERAS Y SEGURIDAD REGIONAL EN AMRICA LATINA Y EL CARIBE

    Polticas y fuerzas de seguridad alternativas ante losretos de la seguridad regional Sonia Alda ....................................................................................................243

    Seguridad en Centroamrica: Urgencias, retos y respuesta institucional Roberto Cajina ..............................................................................................283

    Segurana Internacional: Da Ordem Internacional aosDesafios para a Amrica do Sul e para a CELACMarco Cepik ..................................................................................................307

    Nuevo contexto para las fronteras? Socorro Ramrez ...........................................................................................325

    RELACIN DE AUTORES ......................................................................348

    ANEXOS ......................................................................................................355Declaracin de Santiago- I Cumbre CELAC-UE ........................................357Plan de Accin UE-CELAC 2013-2015 ......................................................369

  • 5PRESENTACIN

    Adrin Bonilla1

    El presente libro forma parte de los trabajos realizados en el marco del Proyecto para la Promocin y Seguimiento de las Cumbres que desarroll la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLAC-SO) con la Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID). La finalidad de este Proyecto fue el de contribuir al desarrollo y xito de las Cumbres, en especial de las Cumbres Ibe-roamericanas, a travs de la promocin de actividades referidas al rol de las Cumbres en Amrica Latina y el Caribe. Para cumplir con este objetivo, la FLACSO, desde el ao 2011, emprendi la tarea de dise-ar, programar, organizar y desarrollar seminarios y talleres donde participaron acadmicos de distintos centros y universidades de la regin y de Espaa, as como actores polticos y sociales y tomadores de decisin.

    Esta publicacin titulada Desafos estratgicos del regionalismo con-temporneo: CELAC e Iberoamrica recoge los trabajos presentados en el Seminario Internacional Desafos contemporneos estratgicos de las Diplomacias de Cumbres llevado a cabo en La Habana, Cuba los das 6 y 7 de junio de 2013. La obra est articulada en tres partes. La primera, analiza los principales desafos que enfrenta la actual Diplomacia de Cumbres frente al nuevo regionalismo latinoamerica-no, particularmente, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeos, CELAC. Adems, en esta seccin se exploran cuales son las relaciones de la CELAC con los distintos sistemas de integracin regionales y se analiza la poltica exterior de Amrica Latina frente a la Cumbres CELAC. La segunda seccin de este libro, recobra la importancia de dos temas estratgicos para la regin y para el actual contexto internacional: la asociacin pblico-privada y la seguridad regional y fronteras. Finalmente, se incluyeron como anexos la De-claracin de Santiago de la I Cumbre CELAC-UE, llevada a cabo en Chile en enero del presente ao y el de Plan de Accin UE-CELAC 2013-2015 y.

    1 Secretario General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO y profesor titular FLACSO Ecuador.

  • 6La Secretara General de FLACSO, agradece el apoyo brindado por la AECID, en especial agradecer el apoyo brindado por Rafael Ga-rranzo y a su equipo de trabajo. En especial, destacar y agradecer el apoyo brindado por FLACSO Cuba y su director Reynaldo Jimnez; as como a los(as) autores(as) que con sus trabajos contribuyeron a realizar esta valiosa publicacin.

  • 7INTRODUCCIN

    LA DIPLOMACIA DE CUMBRES FRENTE ALCONTEXTO INTERNACIONAL DEL NUEVO

    MULTILATERALISMO POLTICOLATINOAMERICANO Y DEL CARIBE

    Adrin Bonilla2 e Isabel lvarez3

    La poltica exterior de las Cumbres, que se ha convertido principal forma de multilateralismo del siglo XXI en Amrica latina y el Ca-ribe, ha cobrado gran relevancia en Amrica Latina en las ltimas dcadas. Sus orgenes se vinculan con las mltiples cumbres, grupos y coaliciones intergubernamentales desarrolladas en la dcada de los aos Ochenta del siglo XX y con la celebracin de cumbres relacio-nadas con procesos de integracin subregionales como las del rea de Libre Comercio de las Amricas (ALCA), el Foro de Cooperacin Econmica Asia-Pacfico (APEC), el Mercado Comn del Sur (Mer-cosur), la Unin de Naciones Suramericanas (UNASUR), el Sistema de Integracin Centroamericana (SICA). Las Cumbres comprenden, hipotticamente, espacios valiosos para el dilogo poltico y la toma de decisiones por parte de los lderes polticos, posibilitando as la materializacin de acuerdos estratgicos a nivel regional, en un perio-do corto de tiempo. Sin embargo la proliferacin de mecanismos y la superposicin de sus agendas, sumadas a la multitud de encuentros, las han erosionado como instrumento poltico en casi todas las instan-cias de reunin.

    El entorno actual de difcil convalecencia que sobreviene a la crisis econmica y financiera, especialmente fuerte en los pases del norte industrializado, ha sido determinante en la capacidad que las dife-rentes cumbres han desarrollado en la regin y fuera de ella para plantear polticas comunes, pues cada actor se ha refugiado en sus propios intereses o valores. Aun as, temas como el impacto de dicha crisis en las agendas sociales de los gobiernos; as como los desafos que enfrentan los pases en reas como la seguridad; o la forma de

    2 Secretario General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO y profesor titular FLACSO Ecuador.

    3 Coordinadora Regional de Cooperacin Internacional y Gestin de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO.

  • 8Adrin Bonilla Soria - Isabel lvarez Echandi

    intensificar el comercio, han dominado estos espacios de intercambio poltico en el que Amrica Latina y el Caribe han tratado de definir con mayor precisin su identidad y reconfigurar su posicin en el es-cenario internacional; donde es evidente la modificacin del escenario del siglo pasado que se caracteriza ahora por una relacin distinta del conjunto de la regin con los Estados Unidos, hegemon incontestable del siglo XX.

    Los acelerados cambios en el mundo han originado la proliferacin de instancias de carcter regional, las cuales se han concebido en aque-llas dimensiones que van ms all del comercio, en el accionar con-junto como una herramienta para influir en la poltica internacional o para enfrentar los retos que provienen de las tendencias en el entorno poltico y econmico prevaleciente, alejndose del enfoque tradicional desde finales de la dcada de 1940, que se caracterizaba por polticas reactivas y de adaptacin antes que por intentar influir. En el caso la-tinoamericano, hay varios esfuerzos regionalistas contemporneos y, actualmente, coexisten una serie de iniciativas, tanto de carcter po-ltico como econmico: UNASUR, MERCOSUR, Alianza del Pacfico, ALBA, CELAC, por mencionar algunas. Cada una de estas entidades se ha estructurado segn criterios geogrficos o de afinidad ideolgica; no obstante, el caso de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), es especialmente importante porque engloba al conjunto de la regin, y se mira a s misma como un mecanismo de dilogo poltico que integra a 33 estados.

    La CELAC puede ser un instrumento de construccin identitario que tiene efectos polticos ms all de sus capacidades ejecutivas reales. De la misma manera que el mecanismo Iberoamericano imagina y construye polticamente un espacio estratgico de dimensiones globa-les, la CELAC, es un dispositivo retrico colectivo que genera imge-nes e identidades, a partir de las cuales se ordenan varios procesos de toma de decisin en Amrica Latina y el Caribe.

    El origen de la CELAC se puede ubicar con el Grupo de Ro y su an-tecedente inmediato, el Grupo de Contadora, iniciativa que surgi en plena Guerra Fra para lograr una solucin negociada a las guerras civiles de Centroamrica, sin hacer partcipes del proceso a la URSS ni a Estados Unidos. Este antecedente permite visibilizar su papel como instrumento poltico latinoamericano y del Caribe sin presencia de

  • 9Introduccin

    actores externos a la regin. Comprende as, un espacio deliberativo guiado por la poltica exterior de los pases latinoamericanos, caracte-rizados por emitir polticas exteriores sin pretensiones hegemnicas, enraizadas en una tradicin discursiva que supone lgicas de no in-tervencin, solucin pacfica de las controversias, democratizacin del orden internacional e imgenes muy fuertes de anti hegemonismo.

    Una particularidad importante de la institucionalidad de un meca-nismo como la CELAC- inclusive de un bloque como la UNASUR- es que se trata de legitimar su accionar en la medida que se impide el dominio de los pases ms grandes (las economas de mayor peso), lo anterior, porque las decisiones no se toman por mayora, dificultando, tambin, la hegemona de bloques especficos y fomentando el consen-so en la toma de decisiones.

    La CELAC es una herramienta poltica que pudiera, eventualmente, tener la capacidad de desarrollar polticas para la prevencin de con-flictos, por ejemplo, o de resolucin de diferencias, en la que los pases miembros puedan discutir tpicos estratgicos antes de que se lleven a otros foros como la OEA, a la cual no pretende sustituir, ya que es el nexo formal, a nivel institucional, entre Amrica Latina y los Estados Unidos. No obstante, su gnesis poltica y su papel como formador de identidad latinoamericana, revelan un potencial prometedor en as-pectos como la solucin pacfica de controversias, ejemplo de ello lo fue la crisis poltica boliviana; as como la crisis internacional, luego del bombardeo colombiano a territorio ecuatoriano para desmontar un campamento guerrillero, lo que produjo tensiones entre Colom-bia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, siendo los instrumentos lati-noamericanos quienes procesaron, previamente, estas crisis y cuando se lleg a la OEA (instancia habitual de discusin) los temas estaban resueltos y negociados.

    As mismo, la CELAC se configura como un interlocutor de peso y con una visin ms definida sobre sus objetivos ante socios estratgicos como la Unin Europea; lo cual es fundamental en un entorno de coo-peracin en constante cambio y donde un acercamiento, a partir de una posicin coherente, es importante no slo para impulsar el inter-cambio comercial; sino para compartir experiencias con el propsito de alcanzar mejores estndares de vida para las y los ciudadanos(as) de los estados miembro. Prueba de ello lo fue la I Cumbre entre CE-

  • 10

    Adrin Bonilla Soria - Isabel lvarez Echandi

    LAC y la UE, misma que se llev a cabo en enero del presente ao en Chile y donde se vislumbraron nuevas alternativas de cooperacin birregional orientadas a la promocin del desarrollo sostenible; as tambin, se aprob el Plan de Accin UE-CELAC 2013-2015, esta-bleciendo acciones en campos como educacin, desarrollo sostenible, integracin regional, migracin, educacin, gnero, inversin, etc.

    Con estos antecedentes surgen una serie de interrogantes en torno al futuro de la CELAC: Llegar a ser ms que un mecanismo poltico y se transformar en una institucin ms formal? Lograr definir una posicin slida y coherente frente a otros esquemas de integracin dis-tintos a la UE? Cmo definir su posicin ante una UE en crisis? Po-dr definir una identidad latinoamericana y caribea que brinde un mayor sentido de pertenencia a la regin por parte de la ciudadana?

  • PARTE I. LA CELAC Y EL ESCENARIO POLITICO

    LATINOAMERICANO Y CARIBEO

  • I. LAS RELACIONES ENTRE LA CELAC Y LOSDISTINTOS SISTEMAS DE INTEGRACIN REGIONALES

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    LA CELAC Y EL MULTILATERALISMO REGIONAL

    Roberto M. Yepe Papastamatin4

    La creacin de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Cari-beos (CELAC) plante la interrogante sobre cul seran sus impli-caciones para el resto de los procesos multilaterales de concertacin poltica, cooperacin e integracin que coexisten en nuestro continen-te. Dentro de ella, el tema ms controversial -y que en su momento motiv abundantes titulares prensa- tiene que ver con el futuro del Sistema Interamericano, en particular de la OEA.

    Es una cuestin latente que en algn momento deber tener una solu-cin. Pienso que incluso en el deseable escenario de una Amrica La-tina y el Caribe mucho ms unida que en la actualidad, posiblemente sea conveniente y necesario desarrollar mecanismos institucionales multilaterales con los Estados Unidos, como va para amortiguar y contener sus tendencias hacia el unilateralismo y el irrespeto del De-recho Internacional, y para discutir en pie de igualdad temas de in-ters para ambas partes. Pero estas instituciones no deberan tener la misma esencia y principios operacionales del actual Sistema Inte-ramericano, y probablemente tampoco convendra que mantuvieran su sede en Washington, como ocurre hoy con la OEA y su Comisin Interamericana de Derechos Humanos. El Sistema Interamericano, tal cual se concibe y funciona en la actualidad, es incompatible con el proceso unitario latinoamericano y caribeo.

    En un segundo orden, aunque no por ello se trata de un tema menos complejo, est la cuestin de la relacin de la CELAC con el conjun-to de organismos y foros multilaterales propiamente latinoamerica-nos y caribeos preexistentes, de los que una buena parte ha estado padeciendo largas crisis existenciales o no muestran los resultados concretos esperados. En este sentido, parece inevitable y necesario que nuestra regin se aboque a un proceso de racionalizacin y rede-finicin de aquellos mecanismos multilaterales que han perdido rele-

    4 Profesor de Multilateralismo y Tcnicas de Negociacin en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Ral Roa Garca.

  • 16

    Roberto M. Yepe Papastamatin

    vancia. Debe tenerse en cuenta que muchos de los gobiernos latinoa-mericanos y caribeos enfrentan serias limitaciones en cuando a su capacidad institucional para atender adecuadamente a los mltiples foros y organismos multilaterales existentes a nivel regional, y los funcionarios de sus cancilleras y otros rganos gubernamentales sue-len simultanear dicha atencin.

    Dentro de este conjunto de organismos habra que diferenciar a aque-llos mecanismos subregionales (SICA, CARICOM, MERCOSUR, en-tre otros) que, con todos sus problemas, mantienen una razn de ser, y aquellos como el SELA, la ALADI y la OLADE, entre muchos otros, que tal vez deberan redefinirse como rganos tcnicos de la CELAC, como parte de un proceso de construccin y desarrollo institucional que resulta ineludible si realmente se desea avanzar en el logro de los objetivos estratgicos que se ha planteado esta organizacin.

    La UNASUR es un caso particularmente exitoso y representa una referencia del tipo de desarrollo institucional que se requiere en el marco geogrfico ms extenso de la CELAC, aunque inevitablemente ello transcurra mediante un proceso ms lento.

    Por su parte, los pases del ALBA-TCP constituyen un factor impulsor de un desarrollo ms profundo de la CELAC, dentro del marco de los principios de la flexibilidad, el gradualismo, el respeto a la diversidad y el pluralismo poltico e ideolgico que la sustentan.

    Con el ALBA, PETROCARIBE, la UNASUR y la CELAC puede ha-blarse del surgimiento y desarrollo de un nuevo multilateralismo en Amrica Latina y el Caribe, sobre todo a partir de tres rasgos de gran trascendencia que tienen en comn estos procesos: 1) el rescate del principio del pluralismo poltico y econmico, 2) el desarrollo de un sentido de la solidaridad regional no visto desde las luchas por la in-dependencia y 3) la puesta en evidencia de la contradiccin entre el proyecto asociativo bolivariano y la concepcin panamericanista, que representa el principal factor de complejidad en el actual entramado institucional multilateral de nuestra regin.

    El gran peligro que acecha a la CELAC es la repeticin de las frus-traciones que han acompaado histricamente a los diversos meca-nismos regionales que la han precedido, en los que ha prevalecido la escasez de resultados prcticos para el desarrollo de nuestros pueblos; los excesos de reuniones, declaraciones, planes de accin y programas

  • 17

    La CELAC y el Multilateralismo Regional

    de trabajo mayormente incumplidos, la burocratizacin ineficiente y el anquilosamiento institucional.

    El pasado mes de mayo se produjo en la Embajada de Brasil en Bue-nos Aires un interesante encuentro del ex presidente Lula con intelec-tuales, polticos y dirigentes sociales. All Lula dijo, segn el reporte de Martn Granovsky en el diario Pgina 12, que sin pensamiento estratgico vamos a perder lo que construimos. Tambin en este en-cuentro, al igual que ha hecho en ocasiones anteriores, Lula se refiri a la importancia de redefinir una doctrina o teora de la integracin ajustada a los tiempos actuales y a las condiciones y necesidades de Amrica Latina y el Caribe.

    Creo que la clave del xito de la CELAC radica en la identificacin de unos pocos objetivos y proyectos estratgicos factibles en el marco geo-grfico tan extenso y diverso de su membreca, y que a la vez puedan ser de gran impacto para el desarrollo sostenible de nuestros pueblos.

    Recientemente el Presidente ecuatoriano Rafael Correa propuso im-pulsar la integracin y la complementariedad mediante compras p-blicas de conjunto en la regin, lo que permitira reducir costos y desa-rrollar industrias regionales, poniendo como ejemplo las importantes erogaciones que hacen nuestros pases para adquirir medicamentos o insumos agropecuarios.

    Este ltimo ejemplo me hizo recordar la desaparecida MULTI-FERT, compaa multinacional constituida en el marco del SELA para enfrentar conjuntamente y en mejores condiciones negociado-ras la adquisicin de fertilizantes, cuestin de creciente sensibilidad estratgica y cuya tendencia hacia la caresta y la escasez impacta negativamente a todos los pases latinoamericanos y caribeos. Esta iniciativa no pudo sobrevivir la ola neoliberal de los aos 90 y hasta hoy nos hacen creer que se trata de proyectos inviables e innecesarios. Obviamente, cualquier decisin para retomar acciones mancomuna-das de esa naturaleza chocara de frente contra grandes intereses es-tablecidos y actores muy poderosos que siempre buscarn perpetuar la fragmentacin y la subordinacin de Amrica Latina y el Caribe, pero quizs precisamente se trata del tipo de propuestas que deben ser pensadas, discutidas e impulsadas por la CELAC, so pena de caer en la irrelevancia.

  • 18

    Roberto M. Yepe Papastamatin

    A propsito del Presidente Correa, considero que se trata de uno de los estadistas ms preclaros en trminos de ese pensamiento estrat-gico que reclamaba Lula. Espero que nuestra regin pueda seguir be-neficindose de su liderazgo, incluso despus que concluya su recin renovado mandato presidencial. Correa podra ser, por ejemplo, un excelente primer Secretario General de la CELAC, de cuya constitu-cin fue uno de sus ms destacados impulsores.

    En la Declaracin de Caracas (2011) la CELAC fue definida como el mecanismo representativo de concertacin poltica, cooperacin e in-tegracin de los Estados latinoamericanos y caribeos, y como un es-pacio comn que garantice la unidad e integracin de nuestra regin. Igualmente se estableci como misin llevar a la realidad el compro-miso poltico de defensa de la unidad y la integracin, la cooperacin, la complementariedad y la solidaridad.

    El desarrollo de la CELAC enfrenta la tensin o el dilema subyacente de cmo lograr que la unidad entre sus miembros prevalezca sobre los diversos intereses polticos y las contradicciones ideolgicas. En ese sentido, la sola constitucin de este foro fue justamente considerada como un hito histrico en el desarrollo institucional y el fortalecimien-to de la identidad de nuestra regin, un verdadero milagro poltico solo posible a partir de la concurrencia de una coyuntura poltica par-ticularmente favorable y de lderes extraordinarios, de quienes me limito a recordar aqu a Hugo Chvez, ya en ese momento enfermo, coronando brillantemente dicho proceso constitutivo en la Cumbre de Caracas del ao 2011.

    Este dilema subyacente ha podido ser resuelto, hasta el momento, sobre la base de los principios del consenso, la flexibilidad y la par-ticipacin voluntaria en las iniciativas, aunque habr que evitar que estos principios se conviertan en una receta para el inmovilismo y en un impedimento para el planteamiento de objetivos osados y muy necesarios.

    La CELAC ha logrado avanzar ya con bastante visibilidad en su ob-jetivo de actuar como el ente representativo de Amrica Latina y el Caribe en el dilogo con terceros actores tan significativos como Chi-na, India, Rusia y la Unin Europa, as como en organismos, foros y procesos multilaterales globales. Es una vertiente del trabajo de la CELAC en la que hay que perseverar, incluso aunque los Estados

  • 19

    La CELAC y el Multilateralismo Regional

    Unidos no acepte reconocerle esa representatividad, entre otras razo-nes, por la presencia de Cuba, aunque no lograr con eso evitar que la organizacin se manifieste de manera justa y ejemplar, como lo hizo en su reciente rechazo a la inclusin de Cuba en el listado sobre los supuestos Estados patrocinadores del terrorismo elaborado por los Estados Unidos.

    Por otra parte, el proceso de la CELAC necesita trascender, cada vez ms las oficinas de las Cancilleras y de otros rganos gubernamen-tales para involucrar al conjunto de nuestras sociedades, estimulan-do decididamente la participacin (e incluso la creacin) de actores y movimientos sociales que pueden determinar que el proceso unitario formal se exprese crecientemente en un proceso unitario real.

    Como conclusin, considero que es fundamental que la CELAC prio-rice el logro de determinados resultados prcticos de impacto con la mayor economa de esfuerzos y recursos. Todo esto se puede decir muy fcilmente en un ejercicio acadmico, pero se trata, sin dudas, de un esfuerzo extremadamente complejo, que requiere de mucha ingenie-ra poltica, y en cuyo transcurso son previsibles sucesivos ciclos de avances y retrocesos, como ha ocurrido a la largo de la historia de las relaciones interamericanas. Lo importante ser que prevalezca la tendencia unitaria hacia la constitucin de una Amrica Latina y el Caribe ms unida, justa, poderosa y orgullosa de s misma.

  • 20

  • 21

    ENFOQUES Y CRCELES CONCEPTUALES EN EL ENTENDIMIENTO DE LOS NUEVOS

    REGIONALISMOS LATINOAMERICANOS5

    Ernesto Vivares,6 Paul Torres Lombardo7 y Kristina Cvetich8

    Existen diferentes lecturas acerca del nuevo fenmeno regional en Amrica Latina, aunque muchos de estas focalizadas en una perspec-tiva desde arriba y basada en la experiencia Europea y su impronta liberal institucionalista. El principio central que define y organiza esta visin es la suposicin implcita de que la cesin de soberana o poder nacional en organismos suprarregionales es la condicin sine qua non para la existencia de un proyecto regionalista. Conforme a ello, la historia del regionalismo comienza con la creacin de la Unin Europea en la dcada de 1960, y desde all la errnea idea de medir los presentes proyectos regionales latinoamericanos en el contexto de la globalizacin (Dabne, 2012).

    Bajo este concepto, regionalismo hace referencia a integracin estatal formal, dinamizada por relaciones gubernamentales y cuyo fin central no es otro que incrementar el intercambio comercial y financiero como elementos centrales del desarrollo. En otras palabras, regionalismo es lo que los gobiernos hacen desde arriba, segn su signo poltico, tipo de liderazgo y orientacin del desarrollo, con el objeto de cons-truir regiones formales y as dar respuesta a la globalizacin. A la luz de ello, algunos investigadores sostienen que las nuevas dinmicas regionales latinoamericanas deben entenderse como la confrontacin de dos tipos de regionalismos: la Alianza del el Pacfico versus los proteccionistas (Malamud, 2013). Uno positivo que sigue las tenden-cias mundiales hacia el libre comercio va tratados de apertura, y otro negativo o falso, basado en anacrnicas y autoritarias tendencias neo desarrollistas y neo populistas orientadas al proteccionismo econmi-co (Malamud, 2013; The Economist, 18/05/2013).

    5 Concepto inicialmente expuesto por el profesor Luis Maira en el Foro Regional El liderazgo de Brasil en la gobernanza regional: desafos, perspectivas u oportunidades, 30 de Mayo del 2013, FLACSO Ecuador.

    6 Profesor investigador de FLACSO Ecuador. 7 Master en Relaciones Internacionales con mencin en Negociacin y Cooperacin

    Internacional, FLACSO, Ecuador. 8 Master en Relaciones Internacionales con mencin en seguridad y derechos humanos,

    FLACSO, Ecuador.

  • 22

    Ernesto Vivares Paul Torres Lombardo Kristina Cvetich

    Pero las ideas, conceptos y perspectivas que muchas veces seguimos o utilizamos en la investigacin no siempre explican la realidad que debemos entender para gobernarla. Y en tiempos de crisis y cambio en el actual orden mundial, quizs la rutina metodolgica de medir las realidades a partir de conceptos predefinidos en otros tiempos y luga-res puede no constituir la mejor alternativa para entender el cambio, el regionalismo latinoamericano; o bien, el desarrollo.

    El objeto de este trabajo es contribuir a la comprensin crtica y espe-cificidad del o los nuevos regionalismos latinoamericanos a partir de la discusin de los distintos aparatos conceptuales detrs de su com-prensin acadmica. En particular, el anlisis se centra en la polmi-ca de si est frente a dos tipos de proyectos regionalistas, orientados al mercado o al desarrollo; o si estamos frente a un proceso de reconfi-guracin de lo latinoamericano a partir de un eje sudamericano.

    El trabajo est dividido en tres secciones: la primera est orientada al anlisis de la relacin analtico-conceptual entre economa poltica internacional del desarrollo y las distintas perspectivas sobre regio-nalismo, regin y regionalizacin. La segunda, se focaliza en escaza-mente discutida reconfiguracin regional de lo latinoamericano, en lo sudamericano como eje regional y sus desafos analticos en cuanto al concepto de desarrollo. La tercera seccin apunta a remarcar algunos elementos de las orientaciones del orden mundial y el comportamien-to de los regionalismos en Amrica del Sur. Finalmente, el trabajo cierra con algunas conclusiones bsicas.

    Las ideas de una poca pueden ser crceles de hierro en otra

    En tiempos de cambio y crisis las ideas, conceptos y perspectivas que muchas veces seguimos o utilizamos en la investigacin no siempre explican la realidad que debemos entender para gobernarla en fun-cin de valores ms altos a los que aspiramos. Y en tiempos de crisis y transformacin, como los actuales en el orden mundial, quizs la ru-tina metodolgica de medir las realidades, a partir de conceptos pre-definidos para dar respuestas a problemas de otras pocas, quizs no sea el mejor camino para entender el cambio, el desarrollo o el regio-nalismo en Amrica Latina. Para acadmicos como Peter Katzenstein (2010) as como Fredrik Sderbaum y Timothy Shaw (2004) este es el desafo intelectual de hoy. En otras palabras, estar abierto a la cons-truccin crticas ad hoc en la investigacin, que sean constructivas,

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    pragmticas y multidisciplinarias, focalizadas en entender la agencia y la estructura del desarrollo en contexto y, por sobre todo, eclcticas en trminos de los enfoques y metodologas que las definen como va para desprenderse del uso poltico de ciertos conceptos.

    En 1905, Max Weber adverta en la tica Protestante y el Espritu Capitalista, como las ideas, ciertas categoras y conceptos iban giran-do en ciertos tiempos para ser usadas polticamente, siendo vaciadas del contenido que les dieron sus fundadores al buscar entender y go-bernar los problemas de su poca y lugar (1974). A estas ideas histri-cas con un fuerte sentido poltico en su orientacin de desarrollo We-ber las denomin jaulas de hierro de larga duracin, es decir, ideas derivadas de formas racionalizantes sobre cmo la realidad funciona. Esta conceptualizacin aplica bastante bien a cmo se entiende, defi-ne y que se focaliza, generalmente, por los y las investigadores(as) al estudiar el regionalismo latinoamericano. Existen diferentes lecturas acerca del nuevo fenmeno regional en Amrica Latina, aunque mu-chos de estas focalizadas en una perspectiva desde arriba y basadas en la experiencia Europea y su impronta liberal institucionalista. En otras palabras, en estas lecturas, generalmente, es fcil encontrar la jaula de hierro europea de la nocin de regionalismo.

    El principio central que define y organiza la jaula de hierro euro-pesta de lo regional es la suposicin implcita de que la cesin de soberana o poder nacional en organismos suprarregionales es la con-dicin sine qua non para la existencia de un proyecto regionalista e integracin. Conforme a esta lnea de pensamiento, la historia del re-gionalismo comienza con la creacin de la Unin Europea en la dcada de 1960 y desde all errnea idea de medir los presentes proyectos regionales latinoamericana bajo globalizacin (Dabne, 2012). Algo poco considerado al momento del anlisis acadmico es que este pa-radigma descansa en dos antecedentes poco considerados. Decir esto no es negar todo las lecciones que pueden extraerse de la importante experiencia europea, sino simplemente no utilizarlo como una medi-da de los alcances y la orientacin de otras experiencias de regionali-zacin y proyectos regionales.

    El regionalismo europeo fue creado con el apoyo central de los Esta-dos Unidos, para dar freno a siglos de guerras internas lideradas por el inters nacional en Europa. He all su origen y foco orientado a la

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    necesidad de desmantelar la estructura de las capacidades materia-les nacionales para la guerra y su relacin con el inters nacional, a travs de la cesin de poderes en acuerdos e instituciones supranacio-nales a nivel regional. La jaula de hierro conceptual europesta est conformada por tres elementos centrales. El primero, es el paradigma Haasiano que equipara regionalismo con integracin, y a esta ltima, con la idea de que ello implica cesin de soberana (Haas, 1971: 6). El segundo barrote es la relacin subordinada de lo poltico a lo econmi-co. En este caso, sostienen los seguidores de esta idea, integracin eco-nmica se deriva de la expansin del mercado, un concepto formulado por Bela Balassa en 1961, el ao de la construccin del muro de Berln y ocaso de la Guerra Fra. Segn esto, la integracin sigue etapas do-minadas por metas comerciales y financieras que se observan univer-salmente y que toda regin debe seguir, independientemente del con-texto. Esto es: zona de libre comercio, uniones aduaneras, mercados comunes y unin econmica con la creacin de agencias supranaciona-les al estilo europeo (Balassa, 1961; Malamud, 2013: 2). Finalmente, se encuentra el tercer barrote del concepto la idea de convergencia y homogeneidad en y de una regin. Conforme a ello, los pases, voluntariamente, ceden soberana y tienden a converger, en un rea dada, en un proyecto regional comn. Los regionalismos as estaran dirigidos por proyectos comunes sin diferencias estructurales en una misma regin, divergencias de poder nacional; o polos nacionales den-tro de una misma regin. En este caso: Portugal, Alemania, Grecia, Francia o Polonia estaran todos en las iguales condiciones de poder poltico dentro del regionalismo europeo.

    El componente que explica esta forma acadmica racionalizante adoptada es su pretensin de universalizacin o aplicabilidad a otros lugares y contextos econmicos y polticos como destacan varios in-vestigadores; sin considerar las variadas experiencias y orientaciones (Fioramonti, 2012; Riggirozzi y Tussie, 2010; Jrgensen et. al., 2006). De todo lo anterior es que se deriva la idea de que la historia del re-gionalismo comienza con la creacin de la Unin Europea en los aos 1960 (Dabne, 2012), y all el errneo mtodo de medir y catalogar los presentes proyectos regionales latinoamericanos en el contexto de la globalizacin en el marco de este jaula de hierro conceptual. La ex-periencia europea an tiene mucho por ensaar en lo acadmico, pero no puede constituir un elemento universalizador, lo anterior cnstituye una intencionalidad poltica.

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    En tal sentido, es que el primer paso para entender el o los nuevos regionalismos latinoamericanos demanda una revisin crtica de la economa poltica internacional del desarrollo (EPI), que sustenta a las distintas visiones en disputa sobre el regionalismo, a partir de un conjunto de suposiciones especficas que permitan dar cuenta de su di-nmica de desarrollo tomadas de otras investigaciones. La primera de ellas, es siguiendo a Cox (1981), la nocin de que toda teora es para algo y para alguien, marcando as un implcito sentido poltico y de desarrollo en la base de las nociones de regionalismo, regionalizacin, regin y desarrollo que adoptamos. El segundo supuesto es que, en un mundo en crisis y en constante cambio, las regiones se han tornado un espacio intermedio que penetra, une y convierte en escenario de desarrollo la relacin entre las unidades de un viejo sistema westfa-liano, que lucha por su reposicionamiento y una suerte de nuevo or-den mundial fragmentado y difcil de dilucidar en su orientacin (Sil y Katzenstein, 2010; Hettne, 2005).

    Finalmente, est el concepto de que el desafo intelectual pasa por entender cmo estas realidades han venido a ser as y no de otra for-ma, tanto en trminos de bienestar como de conflicto; realidades que son producto de caminos y proyectos especficos de desarrollo (Payne, 2005). Lgicamente, se deriva de esto que, si el concepto de regionalis-mo basado en el paradigma europeo presenta importantes limitantes para entender el regionalismo en otros lugares, es necesario ver su relacin con la dinmica de desarrollo en contexto, algo que demanda clarificar la relacin entre EPI del desarrollo o como la realidad es producida con las diversas conceptualizaciones de regionalismo.

    EPI del desarrollo y regionalismo

    Es importante, para este anlisis, entender los diferentes roles que las perspectivas dominantes de la EPI juegan en la comprensin de globalizacin, regionalismo y desarrollo, a fin de captar sus limitacio-nes, complementariedad y desvos. En tal sentido, desde hace algunos aos, existe una substancial polmica introducida por el profesor Ben-jamn Cohen, acerca de cmo clasificar y caracterizar las distintas perspectivas que dominan la EPI en el mundo acadmico (2008). As, tomando la distincin Coxiana entre teora orientadas a la resolucin de problemas y teoras orientadas a entender el cambio social, con-flicto y desarrollo, Cohen analiza la produccin dominante en lengua inglesa de EPI y plantea la existencia de dos escuelas mayores en EPI

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    y sus dicotomas. Esto es la EPI Americana (Norteamericana) y la Britnica, solo para focalizar sus mayores focos de produccin, siendo estas a su vez las expresiones de las dos mayores comunidades epist-micas internacionales en este campo (Cox, 2011). Lo cierto es que esta distincin podemos encontrar importantes investigadores formados y establecidos en Norteamrica cuya contribuciones se enrolan ms en la segunda escuela (ej. Gilpin and Katzenstein) y viceversa, en todo caso la intencin de Cohen es marcar la orientacin poltica de desa-rrollo y metodolgica de cada una, un elemento que permite identifi-car las reas propias de produccin.

    El entendimiento de estos dos grandes cuerpos de pensamiento y sus comunidades epistmicas constituye para nosotros una puerta cen-tral por donde comenzar a reflexionar y entender el desarrollo bajo un orden global y en un tiempo histrico especifico que avance en el largo camino de recuperar, nuestra produccin acadmica regional la-tinoamericana. El objetivo as es ver como estas dominantes interpre-taciones sobre regionalismo y desarrollo estn ancladas en distintas perspectivas EPI. Un objetivo acadmico analtico pragmtico donde no se observa un relacin lineal entre estas tres dimensiones, econo-ma poltica, regionalismo y desarrollo, sino una distincin que permi-te identificar qu reas terico conceptuales y metodolgicas pueden abrir el campo de nuestra investigacin acadmico regional.

    La primer gran escuela de EPI del desarrollo es la Norteamericana (EPI NA) (Cohen, 2011; Cox, 2009) representada y basada en las contribuciones de (Krasner, 2000; Keohane, 2002; Nye, 2004; Frie-den and Lake, 2000). Llamativamente todos acadmicos de alto nivel que hicieron armas en la diplomacia Norteamericana. Sus partidarios conciben a esta como la amalgama de dos disciplinas cientficas, las ciencias polticas emprico positivistas y la economa entendida como ciencia independiente de las ciencias sociales.

    Aqu el realismo norteamericano, el liberalismo y el neoliberalismo tradicional son sus mayores fuentes para entender una globalizacin concebida como una era dominada por el comercio y las finanzas in-ternacionales. La preocupacin central de la EPI NA es la compatibi-lidad entre el manejo de lo poltico y lo econmico del mundo existente de desarrollo basado en la expansin histrica de la economa de mer-cado, pero por sobre todo, como lo econmico inciden en los sistemas

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    polticos de base democrtica liberal. Esta escuela se focaliza en la agencia del desarrollo y la conducta poltica, principalmente de es-tados, instituciones y gobiernos asumiendo que estos siempre estn orientados a la maximizacin de los beneficios econmicos, concebidos a la par como meta central del desarrollo. Regionalismo aqu es en-tonces acerca de lo que los estados y gobiernos hacen, las institucio-nes regionales que crean, concebidas como estructuras, as como los acuerdos de comercio y finanzas adems de incluir ltimamente el tema de la seguridad.

    La preocupacin central de la EPINA es la estabilidad y seguridad de los sistemas polticos que responden a la dinmica de mercado uni-versal as como a la racionalidad institucional detrs de todo proyecto regional. Su punto de partida es la idea de que el orden mundial es un sistema y como tal, siempre tiende al equilibro gobernado por una misma racionalidad, tal como en las ciencias fsicas, buscando siem-pre balance. Todo sistema busca erradicar el conflicto y la inestabili-dad por la intervencin poltica en favor de la dinmica universal del mercado captada por un tipo de ciencias especficas, las econmicas. El sistema internacional, as, es la suma de sus partes ms que un todo en s de carcter histrico socio geogrfico. Su meta, en general, es prescribir soluciones para el correcto funcionamiento del sistema mundial, del cual el regionalismo es slo una tendencia orientada a la convergencia y construccin de racionalidades polticas, instituciona-les nicas y homogneas a nivel regional.

    Generalmente, los investigadores partidarios de esta escuela son adeptos a la metodologa emprico positivista dada su precisin y capa-cidad para responder preguntas directas y claramente delimitadas en materia de investigacin. Sin embargo, sus debilidades son tres: por un lado, su confianza en que el liberalismo institucional racionalista puede explicar las dimensiones del conflicto y el poder en el desarro-llo. La segunda, el limitado rango de factores y elementos que puede abarcar en sus investigaciones. La tercera, quizs la ms importante, es su asuncin de que lo econmico y su funcionamiento -concebidos como leyes econmicas universales- es una suerte de condicin ceteris paribus no cuestionable en la investigacin.

    La segunda mayor escuela y comunidad epistmica es la Britnica, o tambin denominada pluralista debido a las mltiples perspecti-

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    vas de las cuales se nutre (Cox, 2009; Cohen, 2011). Algunos de sus adeptos incluyen a Katzenstein (2009), Susan Strange (1986, 1988), Robert Gilpin (2001) y sobre todo Robert Cox (1981, 2009), muchos de ellos formados en lo que conocemos como la tradicin neo realista, cri-tica, gramsciana e histrica. La escuela pluralista se caracteriza por no responder a un cuerpo organizado de teoras y conceptos, y mucho menos seguir una metodologa nica y ortodoxa, sino por el contrario por su apertura a distintas perspectivas y mtodos. Aqu la EPI del desarrollo es entendida como un espacio de reflexin crtica orientada a los complejos procesos y estructuras sociales en contextos histricos y geogrficos determinados (Cox, 2002: 76). Su preocupacin central es como la realidad ha venido a ser de esta forma que encontramos y no de otra manera, as a como gobernar su cambio. Su mayor debi-lidad descansa en lo metodolgico dado su carcter eminentemente conceptual, su mayor fortaleza en la apertura para comprender cam-bio, conflicto y desarrollo.

    Sus premisas centrales son que para entender una parte es necesario hacerlo en relacin al todo, que ms que un sistema mundial que de-fine el desarrollo, somos parte de un orden mundial cuyas estructuras cambian en cada poca, que el anlisis de la agencia y la estructura deben complementarse, y que el regionalismo es otra dimensin del cambio, conflicto y desarrollo (Payne, 2005). Las preguntas lgicas que se derivan de esta identificacin y dicotomas entre ambas escue-las dominantes anglosajonas en EPI podramos decir entonces que son: Cmo se relacionan estas concepciones de EPI con las distintas y hasta contrapuesta visiones de que se entiende por regionalismo? Qu peso tienen estas concepciones en la visin e investigacin de la dinmica regional Latinoamrica?

    Primero debemos decir que, con pocas excepciones tales como las con-tribuciones de Tussie y Truco (2009), Bonilla y Long (2010), la pro-duccin dominante en materia de regionalismo Latinoamericana ha estado dominada por visiones ancladas en las orientaciones de la EPI norteamericana, focalizada en el estudio de la conducta de los actores estatales, econmicos e institucionalidad regional (Lake, 2009; Mans-field and Milner, 1997; North, 1990; Keohane, 1984; Krasner, 1976; Nye, 1965). All puede observarse que regionalismo es prcticamente sinnimo de integracin formal gubernamental, entendida la accin gubernamental como la accin del desarrollo y donde el significado

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    de estructura es equivalente a instituciones, homogeneidad regional y convergencia nacional (Malamud, 2013; Malamud, 2013). Mientras que poco a la produccin dirigida a la comprensin de sus configura-cin histrico geogrficas, estructurales y a travs de fronteras aun tomada como campo de investigacin bajo una perspectiva que permi-ta entender la dinmica entre regionalizacin, regionalismo, globali-zacin y desarrollo.

    Quizs las mayores contribuciones en materia de este foco de investi-gacin acadmica realizadas para abrir este juego hayan sido externas a la regin (Hettne, 2005; Payne, 2004; Timothy Shaw and Fredrik Sderbaum, 2004; Lombaerde, 2012). Esto no desmerece las impor-tantes contribuciones realizadas por el regionalismo europeo, aunque si es una forma de marcar la ausencia de una agenda comn a nivel regional que camine ms all del paradigma liberal institucionalista europeo o del entendimiento del regionalismo como un fenmeno de construccin definido por el desarrollo de mercado. Puede decirse que la ausencia central en las contribuciones acadmicas latinoamerica-nas en torno al tema radica en un solo punto, su vnculo analtico con que se entiende por desarrollo. En tal sentido, es importante ver que la comprensin de este en sus dimensiones contextuales es una gua que necesariamente debe recobrarse en el largo camino de la recupe-racin de la produccin acadmica Latinoamericana.

    Sin entrar en un anlisis detallado de las contribuciones y debates es-pecficos si podemos decir que las fortalezas de este conjunto de apor-tes externos a la regin y desde la regin se concentran en un conjunto de reas centrales con importantes beneficios para toda investigacin. En tal sentido, quizs las obras ms amplia y clara respecto a la vin-culacin entre regionalismo, desarrollo, conflicto, bienestar y globali-zacin es el trabajo realizado por Timothy Shaw y Fredrik Sderbaum (2004). Este y otros trabajos desarrollados desde entonces, especial-mente, focalizado en investigaciones comparativas son centrales para encontrar las diferencias entre nuestros regionalismos y los paradig-mas dominantes (Europa, Norteamrica, Asia). Otro punto central de contribucin en la EPI del regionalismo que es el entendimiento del regionalismo como construccin histrica social dando pie as la com-prensin acadmica de las multivariadas formas de regionalismos, proyectos regionales y la vinculacin en una misma regin entre los mismos. Y con lo de arriba menciona la ampliacin del campo de los

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    investigadores hacia un vasto rango de apertura en la conceptualiza-cin y uso de metodologas que esto permite, con lo cual arribamos a una conclusin: hay vida acadmica fuera del paradigma europeo de regionalismo, norteamericano y asitico.

    Quizs el aparato conceptual ms abarcador y, a su vez, abierto que se encuentra hoy en da a nivel acadmico es el desarrollado por Fre-drik Sderbaum respecto del alcance de los conceptos de regin, regio-nalismo y regionalizacin y las consecuentes lneas de investigacin derivadas de este (2012). En tal sentido entendemos por regin a algo ms que la limitada idea de organizaciones y esquemas de integra-cin regional vistos desde arriba. Toda regin esta histricamente en continua reconfiguracin, un buen ejemplo de ello es el caso Latinoa-mericano. Toda regin es social e histricamente construida y polti-camente contestada. Regionalismo es el amplio proceso cognitivo y so-cial en la base de la integracin regional, lo abarca. Esta usualmente asociado a programas formales, pero que hoy est indisolublemente ligado a la globalizacin y a la crisis y cambio en el orden mundial de desarrollo. Regionalismo as son proyectos polticos configurados des-de adentro de la regin pero tambin por la globalizacin y la crisis y cambio del orden mundial. Regionalismo as incluye ambos lo endge-no (nacin-regin) y lo exgeno (regin-orden mundial), las ideas pero tambin agencia y estructuras. En tal sentido la integracin regional es solo una porcin de su agencia, cuyo estudio debe incluir tambin los actores privados as como otras fuerzas sociales, lo informal y el mundo encubierto.

    De esta forma regionalismo depende de los proceso econmico poltico en su base o regionalizacin, pudiendo construir estructuras socio his-trico geogrficas que van ms all de las fronteras del estado-nacin. Siendo la naturaleza de lo poltico el poder, y como tal su base social, el regionalismo lgicamente puede ser formal o informal, publico pero tambin privado. Regionalismo no puede entenderse como sinnimo de homogeneidad, ni la misma Unin Europea lo es, de otra forma no estara envuelta en el duro proceso que esta. Regionalismo, entonces, puede ser visto como particulares configuraciones de fuerzas sociales o poltico econmicas, redes y distintas formas de gobernanza subre-gional vinculadas a configuraciones econmicas formales e informales que van ms all de las fronteras y el control de estados. El petrleo, los alimentos, el crimen organizado y el record mundial de economa

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    informal son claros ejemplos estructurales regionalizados en este sen-tido en Latinoamrica.

    Regionalismo est definido as por las fuerzas materiales y sociales, capacidades, procesos, ideas e instituciones las cuales no determinan la regionalizacin sino que la configuran compleja y heterogneamen-te. Una regin en tal sentido, puede tener ms de un proyecto regional y de hecho en toda regin coexisten distintos proyectos regionalistas que pugnan por su orientacin. Estos vistos desde arriba, solamente denotan superposicin, pero vistos desde abajo reflejan distintas con-figuraciones estructurales de fuerzas sociales que cruzan fronteras vinculndose a un orden mundial. La Unin Europea no es la excep-cin, pero la reduccin de su interpretacin liberal institucionalista elimina esta importante componente de investigacin.

    Finalmente, se encuentra lo que se denomina regionalizacin, que constituye el proceso substantivo de formacin de una regin y como se consolida. Se refiere a la concentracin de infraestructuras, bienes, servicios e inversiones en polos o a lo largo de fronteras y subregiones. El mapa energtico, de materias primas y alimentos en la regin es un caso central por su peso en el desarrollo de cada pas y sus orien-taciones en Amrica Latina. La regionalizacin puede ser configurada por proyectos regionales, pero tambin puede consolidarse sin estos, mientras que los proyectos regionales no siempre tienen impacto en la regionalizacin (Boas et al, 2005; Phillips, 2004).

    De lo latinoamericano a lo sudamericano

    Los proyectos de regionalizacin en Amrica Latina no nacieron a par-tir de la finalizacin de la Segunda Guerra Mundial, sino que mucho antes y desde el regionalismo hemisfrico y las distintas respuestas subregionales a este. El error en la orientacin conceptual y meto-dolgica es entender el regionalismo latinoamericano en trminos de dos grandes olas, cerrado y abierto, lo cual distorsiona la comprensin analtica y critica de la economa poltica regional del desarrollo lati-noamericano.

    En realidad, deberamos hablar de cuatro grandes olas o grandes ci-clos regionales. El primero que comienza a finales del 1 800 con el ya poderoso ascenso y liderazgo de Estados Unidos en la regin en materia geopoltica, econmica y poltica, y cuya expresin central fue

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    la Unin Panamericana bajo la Secretaria de Estado de los Estados Unidos. La segunda gran ola est expresada en el surgimiento del desarrollismo de corte militar oligrquico, con Brasil a la cabeza en la regin, como respuesta al regionalismo populista. El tercero es el co-nocido regionalismo abierto. Y el cuarto su adolescente hijo rebelde, el Nuevo Regionalismo Sudamericano. Esto trae algunas lecciones im-portantes para cualquier investigacin y pocas veces las utilizamos.

    La primera es el hecho de que los proyectos regionalistas en latinoa-mrica han estado y continan dterminados por un ingrediente geopo-ltico que no est presente en ninguna otra regin del mundo, esto es la localizacin del hegemn mundial en Amrica del Norte. En segun-do trmino, es por el hecho histrico de que sus proyectos regionales han tenido, bsicamente, dos tipos de orientaciones, buscando anclaje y beneficios en la esfera de influencia de Estados Unidos o tratando de producir autonoma y cooperacin regional en materia de desarrollo y geopoltica. El ltimo elemento, es que los proyectos regionalistas latinoamericanos autnomos se han desarrollado slo en las etapas histricas en que Estados Unidos ha estado orientado y absorbido por temas internacionales fuera de la regin (Vivares, 2013).

    En este sentido, existe una relacin significativa entre las estructuras de desarrollo existentes, los rdenes polticos nacionales en la regin, estrategias de desarrollo adoptadas y el rol del hegemn en el orden internacional en cada perido histrico. La economa poltica del desa-rrollo del regionalismo en latinoamrica est definida por las estruc-turas histricas de su desarrollo y la dinmica de sus rdenes polticos y configuracin de fuerzas sociales en relacin a un orden histrico internacional (Vivares, 2013).

    El concepto de latinoamrica como tal, segn Carlos Espinosa (2013), fue acuado en Francia durante la era Napolenica buscando proyec-tar la influencia francesa, a travs del Atlntico, dado que permita la inclusin de las regiones portuguesas en Amrica. A finales del siglo XIX y principios del XX, el concepto es fusionado en los Estados Unidos promoviendo una visin hemisfrica y occidental. Latinoamrica era y fue desde entonces una subregin de Amrica, pero de base catlica, espaola y portuguesa. El proyecto estadounidense de regionalizacin hemisfrica al estilo occidental se convirti en el Panamericanismo desde los aos de 1930 y 1980. La Unin de Repblicas Americanas

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    o Unin Panamaericana fue un foro hemisfrico de integracin con el fin de garantizar la hegemona estadounidense y europea sobre la ex-portacin de recursos naturales y alimentos, y desincentivando cual-quier tipo de integracin dentro de latinoamrica (Espinosa, 2013).

    Con la trasformacin de la Unin Panamericana a finales de la Se-gunda Guerra Mundial en el conocido Sistema Inter Americano, el regionalismo Latinoamericano de carcter hemisfrico entra en un nuevo proceso marcado por la Guerra Fra, el Desarrollismo de corte autoritario cvico militar y las respuestas populistas por alternativas al regionalismo hemisfrico liderado por los Estados Unidos (Espino-sa, 2013; Vivares, 2013). Finalmente, es esta convergencia entre el desarrollismo Latinoamericano con la Alianza para el Progreso, com-binando nacionalismo con regionalismo, lo que definitivamente mar-ca el despegue de Latinoamrica en trminos de regin generando mercados de inversin y comercio para corporaciones transnacionales estadounidenses y europeas (Thorp, 1985). ALCLA, Asociacin de Li-bre Comercio Latinoamericana, creada en 1961 con la participacin de Mxico, fue el correlato de la industrializacin de base regional en Latinoamrica. Pero en los setenta y ochenta la regin nuevamente vuelve a reconfigurarse pero esta vez orientndose hacia lo que algu-nos hoy llaman dos tipos de configuraciones latinoamericanas (Maira, 2013).

    Slo como un indicador de muestra, para mediados de los ochenta, el promedio del comercio de Mxico con Amrica del Norte ya supe-raba los 25,000 millones de dlares, mientras que Latinoamrica en conjunto no superaba el 5% como muestra el cuadro siguiente. Hoy el comercio de Mxico con el NAFTA alcanza los 400,000 millones de dlares y su intercambio con Latinoamrica no supera el 4% del total. La desvinculacin econmico poltica de Mxico de Latinoamrica y su integracin en la configuracin de Amrica del Norte tiene lugar entre mediados de los ochenta y noventa redefiniendo as el sentido de lo Latinoamericano. Se observa entonces que para comienzos del 2000 el regionalismo Latinoamericano haba comenzado otra etapa de reconfiguracin marcado por los cambios estructurales neoliberal de los noventa y su regionalismo abierto, tal como fueron los casos de MERCOSUR y CAN.

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    Grfico 1.Mxico: Comercio con distintos sistemas de integracin de Amrica Latina y el Caribe, 2013 (en millones de dlares)

    Fuente: Bases de datos CEPAL 2013.

    En 1994 el gobierno estadounidense, con el apoyo de Canad y Mxi-co, lanza el Emprendimiento para las Amricas, un proyecto creado para crear un rea hemisfrica de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en el espritu del desarrollo liderado por mercados desregulados. Con Mxico como parte del NAFTA y neoliberalismo como credo del desarrollo, poca duda exista acerca de que los pases sudamericanos aceptaran el proyecto. Sin embargo, en el encuentro de las Amricas en el 2004, organizado para inaugurar el acuerdo, un grupo de gobiernos, encabezados por Brasil, Venezuela, Argentina y Ecuador, inesperadamente se negaron al acuerdo de libre comercio. Desde entonces, el debate hoy sobre del nuevo regionalismo latino-americano ha marcado nuevos rumbos en la discusin sobre el desa-rrollo y entre ste, el regionalismo y el orden mundial. Una discusin que se extiende sobre la base de los alcances del nuevo regionalismo latinoamericano y cuyas tendencias no llenan los moldes conceptua-les ni normativos de los regionalismos europeo, norteamericano o del Asia Pacfico.

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    El debate sobre el nuevo regionalismo latinoamericano, o sus regiona-lismos y sus distintos procesos de integracin demanda aceptar las tres mayores orientaciones de su naturaleza y orientacin. En tal sen-tido, se puede afirmar, brevemente, que el debate gira alrededor de si estamos en presencia de dos latinoamricas, desde Panam hacia arriba y hacia abajo, o dos tipos de regionalismos; uno de corte neoli-beral conservador y el otro neo desarrollista y populista. El primero est marcado por la configuracin regional en respuesta a un cam-biante orden mundial y poder hemisfrico; el segundo, est definido por su orientacin ideolgica. Conforme a ello los debates acadmicos generados pueden agruparse en tres grandes lneas de discusin, in-dependientemente de sus matices y orientaciones.

    La primer perspectiva liderada por los exponentes ligados a la visin del denominado Sistema Interamericano y sus instituciones (Organi-zacin de Estados Americanos OEA, el Banco Inter Americano de Desarrollo BID, y la Comisin Econmica para American Latina y el Caribe CEPAL). La caracterstica central de este primer grupo est en su concepcin poltico econmico basada en las ciencias polticas tradicionales y con eje en Norteamrica, y para quienes, lo poltico debe ajustarse a las reglas, experiencias exitosas de mercado y sabi-dura universal de lo econmico. Este grupo rene a todas aquellas posturas que asocian regionalismo con cooperacin interestatal apun-tando a la integracin hemisfrica del sur va liberalizacin comercial, coordinacin macroeconmica, financiera y de seguridad. (Mesquita, Moreira and Mendoza, 2007; Kuwayama, Duran y Silva, 2005; Machi-nea, 2003; Devlin and Castro, 2002; Devlin and Estevadeordal, 2001). Aqu las tendencias del nuevo regionalismo Latinoamericano estaran definidas por la divisin entre un regionalismo basado en el libre co-mercio y finanzas vinculado a Washington y por otro que no encuentra su camino.

    El segundo grupo de produccin y exponentes rene a aquellos quie-nes priorizan una visin ms relacionada con los aspectos de estado, la geopoltica e institucionalidad del desarrollo regional, centrndo-se en el estudio de gobernanza sudamericana y la confluencia de sus mayores proyectos regionales (Malamud, 2013; Truco y Tussie, 2010; Riggirozzi, 2012; Botto, 2010). Aqu regionalismo es lo que los inte-reses estatales e instituciones impulsan a las naciones a producir en material comercial y externa como resultados de incentivos del siste-

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    ma internacional y los mercados globales (Tussie y Trucco, 2010). El modelo central, en gran parte de sus exponentes es el regionalismo Europeo y la vara de medir el regionalismo Latino la medida en que este cumple con la sesin de poder soberano nacional en poderes su-pranacionales (Malamud, 2013). Aqu regionalismo es lo que los es-tados y actores hacen con los grandes bloques regionales, definiendo desde arriba e institucionalmente configuraciones y tendencias hacia abajo asumiendo una subordinada e inseparable relacin del Sur con el poder hemisfrico (Mistry, 2003; Mansfield and Milner, 1997; Faw-cett and Hurrel, 1995).

    Capturar la naturaleza econmica poltica del nuevo regionalismo la-tinoamericano o regionalismos en su relacin con las orientaciones de desarrollo en pugna y lgicas de poder presenta un doble desafo analtico. Por un lado, est la importancia de revelar los principales procesos y tendencias que lo definen (Long y Bonilla, 2011; Phillips, 2005; Payne, 2005). Por otro lado est la necesidad de un acercamien-to terico conceptual que d cuenta de sus caractersticas centrales del mismo, tales como su heterogeneidad y pluralidad, fuera de las interpretaciones dominantes fuera de la EPI norteamericana y bri-tnica. Un aspecto central que demanda capturar la lgica de poder detrs de los distintos proyectos polticos en la regin para entender las opciones estratgicas en materia de desarrollo regional de la CE-LAC. Este ltimo grupo est ms vinculado a la visin de que estamos frente a dos regionalismos Latinoamericanos con base en el proceso Sudamericano y carcter pluralista con una importante apertura en su juego de insercin internacional hacia el Asia Pacifico.

    CELAC en tanto espacio de concertacin poltica y consulta de escala regional Latinoamericana es un paraguas que alberga distintos pro-yectos marcado por dos opciones generales, dos Latinoamricas o dos modelos distintos de integracin. La ventaja central de la primera orientacin radica en la creciente fortaleza de modelo integracionista y de desarrollo de bases neo desarrollistas y populista orientada a la consolidacin poltica, reduccin de inequidades y solucin de conflic-tos. Su otra ventaja es su capacidad poltica para operar y contener una pluralidad de corrientes de desarrollo definidas por la recupe-racin del estado (Bonilla y Long, 2010). En tal sentido su fortaleza descansa en la recuperacin de sus estados, lo poltico y la soberana nacional. Su desventajas descansan en el poder econmico y financie-

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    ro internacional y la sospecha de lo Norteamrica y Europa sobre su heterodoxia y proteccionismo selectivo a nivel econmico del ncleo de sus miembros.

    En la segunda opcin, sin embargo, algo distinto se observa. Por un lado vemos que su ventaja est en la fortaleza de la posicin geopol-tica comercial de sus miembros bajo la Alianza para el Pacifico (Ma-lamud, 2013; The Economist, 18/05/2013). Ms que por su tamao comercial y financiero, el potencial de este proyecto descansa en su orientacin y posicin al Pacifico Sur as como su alineamiento con el desarrollo de nuevos mercados. Su desventaja, en cambio, radica en su capacidad de fractura del proceso de construccin poltica, defensa democrtica y reduccin de la inequidad de los ltimos aos en la regin al presentarse en muchos casos como una alternativa ideol-gica ms que de complementariedad de los modelos existentes en la regin. Fuera de ello, puede esperarse que las prximas tendencias de cambio poltico a nivel domstico en sus pases integrantes redefinan la orientacin de este proyecto ms hacia la complementariedad que la puja con los regionalismos existentes.

    Orden mundial y desarrollo, la orientacin sudamericana

    La comprensin de la crisis internacional, la naturaleza del cambio del orden mundial existente y su orientacin futura son temas estra-tgicos que enmarcan y definen opciones que adoptamos en materia de estrategia, alianzas, integracin, paz, seguridad y polticas de de-sarrollo a nivel nacional, regional e internacional. Lo mismo sucede a gran escala con las orientaciones de los distintos proyectos regionales, estos se orientan y reorientan en respuesta a las dinmica del cam-biantes orden mundial.

    En tiempos de estabilidad internacional es fcil caracterizar el mundo y sus orientaciones, pero en pocas de crisis y cambios, los lmites se vuelven borrosos y las orientaciones futuras del orden mundial un desafo al pensamiento. El orden mundial actual de desarrollo lleva la impronta de todo lo acontecido desde el final de la Guerra Fra y en particular por la guerra contra el terror a nivel internacional ini-ciado posterior a los atentados del 11 de septiembre del 2001 (Hettne, 2005), las recurrentes crisis financieras internacionales del neolibera-lismo y el ascenso de un sur cada vez ms global (PNUD, 2013).

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    En general, existe acuerdo entre importantes investigadores acerca de que los factores estructurales determinantes de la presente crisis y cambio en el orden mundial de desarrollo se relacionan con siete procesos internacionales:

    1. La prdida de poder hegemnico de los Estados Unidos; 2. La crisis del modelo neoliberal institucionalista de la Unin Eu-

    ropea; 3. El resurgimiento histrico del Asia Pacfico Sur; 4. El ascenso de los denominados BRICS; 5. La creciente importancia de las regiones e interdependencia Sur

    Sur; 6. El incremento de las intervenciones unilaterales militares deno-

    minadas intervenciones humanitarias; 7. El agotamiento de las instituciones de Bretton Woods.

    Como resultado de ello existen tres tipos de interpretaciones bastante difundidas a nivel acadmico y diplomtico que disputan el diagns-tico acerca de a dnde va el orden internacional en crisis y cambio. Para unos se est frente al ascenso de un mundo multipolar, un G20 ms regiones, cuyo desafo pasa por la redefinicin del multilatera-lismo (Beck, 1996; Cox, 1997). Otros aducen que avanzamos hacia una creciente interdependencia y complementariedad entre dos he-gemonas, Estados Unidos y China, de lo cual se espera alinearse en un resurgimiento de los estados y el mundo Westphaliano (Kissinger, 2012; Xuetong, 2008; Hass, 2008). Y finalmente, quienes consideran que avanzamos hacia un mundo con un nuevo y potencial conflicto in-ternacional basado en la Chimerica o el eje Estados Unidos-China, del cual surgir el nuevo hegemn internacional por conflicto y la he-gemona que alineara al resto (Ferguson, 2009).

    Sin desconocer la autoridad de estas interpretaciones, tambin es cierto que el abanico del posible orden de desarrollo puede ser ms amplio. Analizar con mayor detenimiento estas alternativas puede iluminar ms las orientaciones de la poltica de integracin, la viabili-dad de los distintos proyectos regionales y la relacin entre el regiona-lismo atinoamericano y el orden mundial. En este sentido es central contar con un modelo de anlisis que vaya ms all del foco realista en las relaciones entre estados. Una alternativa para abordar esto es hacerlo desde una perspectiva multinivel del desarrollo para entender

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    qu dinmicas pueden darse entre las estructuras poltico econmicas del desarrollo nacional y regional en relacin con el impacto de la crisis y cambio del orden mundial actual. Para entender ello es nece-sario caracterizar, desde el punto de vista de los poderes en pugna, los mayores proyectos que hoy confrontan la restructuracin del orden mundial.

    Existe consenso entre investigadores de la economa poltica interna-cional acerca de que la crisis y el cambio en el actual orden mundial est cruzado por dos tipos de proyectos que buscan reestructurar el orden mundial de desarrollo (Hettne, 2005). El primero, tal como lo analiza Boron (2012), se deriva del declive de Estados Unidos y el agotamiento del poder en el Atlntico Norte en trminos de reaccin unilateral en materia de seguridad para reasegurar su hegemona mundial, dominado por la idea realista de la seguridad preventiva en defensa (Boron, 2012). El segundo est marcado por la creciente importancia de las regiones en el orden mundial, pero que es liderado por la diplomacia de las principales potencias europeas occidentales. Este busca expandir su modelo basado en la idea de que regionalismo es equivalente a la sesin de poder de los estados nacionales en enti-dades supranacionales.

    Lo cierto es que ambos proyectos van ms all de la vieja idea de balance de poder, apuntando a reestructurar el orden mundial de de-sarrollo de acuerdo con sus valores e intereses geopolticos estratgi-cos, lo que demanda una interpretacin ms ajustada. En relacin a lo anterior, el primer proyecto descansa en la nocin de poder duro de un estado nacin, el otro en el inter regionalismo e instituciones liberales, y ambos proyectos descansan sobre los mismos principios de la globalizacin neoliberal, aunque apuntando a su reestructuracin con distintas orientaciones. Segn algunos investigadores las posibles resultantes derivadas del encuentro o no de estas configuraciones se pueden enmarcar bsicamente en tres mayores tipos ideales de rde-nes histricos de desarrollo (Hettne, 2005; Payne, 2008; Cox, 1997; Fawcett and Hurrel, 1995).

    En un primer trmino se podra presenciar el surgimiento de varias formas de gobernanza internacional que pueden variar entre:

    1. Nuevo multilateralismo: poder de la sociedad civil y nuevos esta-dos (Cosmopolitanismo liberal, multilateralista y plural);

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    2. Nuevo multilateralismo de base transatlntica y Pacfico sur;3. Formas variadas de gobernanza mundial;4. Continuidad de la autoridad estatal;5. Gobernado por la ONU, reformulada, ms fuerte;6. Dominando por un ncleo de poderes estatales dominantes viejos

    y nuevos (G-20). Multipolarismo.

    En segundo trmino existe la posibilidad de que emerja un orden post Westphaliano de base estatal.

    1. Mezcla de estados soberanos poderosos que integren en viejos y nuevos regionalismos siguiendo la estructura de la Unin Euro-pea;

    2. Medievalismo red de grandes ciudades capitales mundiales;3. Multilateralismo de base regionalista.

    Finalmente, est la posibilidad de que emerja una suerte de estruc-tura articulada de regiones, donde una de sus alternativas internas podra ser una estructura plurilateralista (estructura multilateral de regionalismos). O una estructura de hegemonas y multilateralismos regionales.

    Conclusin

    Este trabajo ha buscado contribuir a la comprensin crtica y espe-cificidad del o los nuevos regionalismos latinoamericanos a partir de la discusin de los distintos enfoques y aparatos conceptuales detrs de su interpretacin. En particular, el anlisis se focaliza en los ele-mentos subyacentes a la polmica de si estamos frente a dos tipos de proyectos regionalistas, orientados al mercado o al desarrollo; o si estamos frente a un proceso de reconfiguracin de lo latinoamericano a partir de un eje sudamericano.

    Desde un punto de vista pesimista se puede decir que los cambios internacionales se orientan hacia la emergencia de un mundo pos-Westphaliano basado en el restablecimiento de los estados poderosos, anclados al proyecto de tipo neoconservador y neoliberal institucio-nalista basado en el unilateralismo estadounidense y el de las poten-cias europeas. Por otro lado, se presenta un escenario internacional

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    Desafos jurdicos e institucionales para la seguridad alimentaria

    orientado hacia un mundo multilateralista de base regionalista en tensin con naciones desarrolladas. Cualquiera que sea el desenlace final, lo cierto es que en un mundo en crisis y transicin las regiones y los estados parecen estar compitiendo como principio organizador de un nuevo orden (Bas et al, 2004; Hettne, 2005). Sumado a ello, en el caso de los regionalismos latinoamericanos esta tendencia presenta un elemento adicional. Esto es la fuerte complementariedad entre los proyectos regionalistas y el fortalecimiento del poder estatal en reas claves como la economa, energa, seguridad, comercio y finanzas, ba-sados en el fortalecimiento del mercado interno y la generacin de cadenas de valor. En tal sentido, la regin ms que dividirse entre dos proyectos regionalistas de distinta orientacin ideolgica, lentamen-te se consolida en dos latinoamericas, una heterognea, pluralista y complementaria con un eje en el sur; la otra inserta en la economa poltica norteamericana.

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    LOS NUEVOS REGIONALISMOS Y LA CELAC:LOS RETOS PENDIENTES

    Andrs Serbin9

    Introduccin

    En la reciente dcada, la cartografa geopoltica de Amrica Latina ha sufrido significativas mutaciones. Por un lado, en el marco del progre-sivo desvanecimiento del proyecto del rea de Libre Comercio de las Amricas (ALCA), el desinters por la regin por parte de EEUU que se inicia despus de S-11 se articul con una creciente focalizacin de la agenda de la poltica exterior estadounidense en otras regiones del mundo. Por otra parte, la eleccin de un amplio espectro de gobiernos progresistas y de centro-izquierda en una gran parte de los pases de la regin, no ha logrado impulsar la construccin de una arquitectura institucional de la integracin regional ni ha creado las condiciones para involucrar activamente a la ciudadana en este proceso, si bien ha dado lugar a la emergencia de