derecho a vivir y ser amado aportes de la academia pontificia para la vida

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Torlone, Gaetano Aportes de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) al desarrollo de la bioética Vida y Ética. Año 12 Nº 2, Diciembre 2011 Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución. La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea. Cómo citar el documento: Torlone, Gaetano. “Aportes de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) al desarrollo de la bioética”[en línea]. Vida y Ética. 12.2 (2011). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/aportes-pontificia-academia-para-vida.pdf [Fecha de consulta:..........] (Se recomienda indicar fecha de consulta al final de la cita. Ej: [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2010]).

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Aportes de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) al desarrollo de la bioética Gaetano Torlone El autor, detalla en el presente artículo, los aportes realizados por la Academia al desarrollo de esta nueva disciplina que es la Bioética. Su objetivo ha sido siempre salvaguardar la naturaleza y la dignidad del ser humano ante la amenaza de un mal entendido “progreso científico y cultural” que muchas veces atenta contra éstas. La Pontificia Academia para la Vida se nutre del Magisterio de la Iglesia y apuesta constantemente al diálogo fecundo entre fe y razón.

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Torlone, Gaetano

Aportes de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) al desarrollo de la bioética

Vida y Ética. Año 12 Nº 2, Diciembre 2011

Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución.La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.

Cómo citar el documento:

Torlone, Gaetano. “Aportes de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) al desarrollo de la bioética”[en línea]. Vida y Ética. 12.2 (2011). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/aportes-pontificia-academia-para-vida.pdf [Fecha de consulta:..........]

(Se recomienda indicar fecha de consulta al final de la cita. Ej: [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2010]).

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Dr. Gaetano Torlone

. Oficial de Estudio de la Pontificia Academiapara la Vida (PAV - Ciudad del Vaticano)

INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 11 Nº 1 JUNIO 2010

ARTÍCULOS

45INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 11 Nº 2 DICIEMBRE 2010INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 12 Nº 2 DICIEMBRE 2011

APORTES DE LAPONTIFICIA ACADEMIA PARALA VIDA (PAV) AL DESARROLLODE LA BIOÉTICA

Pa la bras cla ve· Vida humana· Estudios· Contribución· Diálogo

Key words· Human life· Studies· Contribution· Dialogue

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VIDA Y ÉTICA

Año 12 / No 2 / Diciembre de 2011

PRESUPUESTOS HISTÓRICOS Y CULTURALES PARA EL NACIMIENTO DELA PONTIFICIA ACADEMIA PARA LA VIDA (PAV)

La Pontificia Academia para la Vidafue instituida el 11 de febrero de 1994mediante una carta apostólica bajo laforma de Motu Proprio “Vitae mysterium”por el beato Juan Pablo II.

Esa iniciativa tenía por razón de ser yfinalidad, según la intención del fundador,estudiar en forma crítica, pero tambiéncreativa, el desarrollo de las ciencias bio-

médicas, para contribuir a encaminar elprogreso médico siguiendo líneas de inter-vención que respetaran el significado pro-fundo del ser humano de acuerdo con laenseñanza del Magisterio pero, también,para brindar un respaldo a los dicasteriosde la Santa Sede en términos de su enfo-que de las nuevas fronteras de la Medicina.

El trabajo de la Academia debería ser,prioritariamente, estudiar bajo una pers-pectiva interdisciplinaria (teológica, filo-sófica y científica) el desarrollo de lasbiociencias y de las biotecnologías. Enparticular, abordaría los nuevos descubri-

RESUMEN

El autor, Oficial de Estudio de la Pon-tificia Academia para la Vida (PAV),detalla en el presente artículo, losaportes realizados por la Academiaal desarrollo de esta nueva disciplinaque es la Bioética. Su objetivo hasido siempre salvaguardar la natura-leza y la dignidad del ser humanoante la amenaza de un mal enten-dido “progreso científico y cultural”que muchas veces atenta contraéstas. La Pontificia Academia para laVida se nutre del Magisterio de laIglesia y apuesta constantemente aldiálogo fecundo entre fe y razón.

ABSTRACT

The author, Officer of Study of thePontifical Academy for Life (PAV,Spanish acronym) details in thisarticle the contribution made to thedevelopment of this new disciplineknown as Bioethics by saidAcademy. To preserve human natureand dignity against the threatsposed by certain scientific andcultural progress, which in manyoccasions attempts against them,has always been its objective. PAVdevelops its task in the ChurchMagistracy´s light tending to apermanent and nurturing dialoguebetween faith and reason.

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[1] POTTER, V. R., “Bioethics: the science of survival”, Perspectives in Biology and Medicine, New York, 1970.

mientos que abrirían cuestiones e inte-rrogantes inéditos acerca del significadode lo humano y de las medidas de pre-caución que se deben ejecutar, o al menosdiscutir, acerca de la aplicación de estosdescubrimientos, el estudio y la valora-ción del dominio creciente de la tecnolo-gía médica en el ámbito de la salud, losapremiantes descubrimientos en el campode la genética y de la biología moleculary los cambios en el manejo terapéutico delos pacientes graves.

Desde el principio, Juan Pablo II tuvoclaro que las ciencias biomédicas estabanabriendo el camino a un futuro mejorpara la humanidad, pero también que esecamino debía recorrerse al mismo tiempocon entusiasmo y con precaución parasalvaguardar la naturaleza y la dignidadde todo ser humano.

El nacimiento y la obra de la PontificiaAcademia para la Vida deben colocarse,por lo tanto, en estrecha relación con elcontexto científico y cultural en el cualnació y se desarrolló la exigencia mismade la Bioética internacional.

Aún antes de la invención del término“bioética”, que se le debe a Potter, [1] yde su definición sistemática, tanto en tér-minos metodológicos como en términosacadémicos, los estudiosos católicos ya

estaban empeñados principalmente en laconsideración de las implicancias que es-taban generando los grandes cambios enla Medicina. A fines del siglo XIX nace, porejemplo, la “medicina pastoral” que seconvirtió de inmediato en materia de es-tudio en los seminarios donde se forma-ban los sacerdotes católicos.

La primera mitad del siglo pasado vioaparecer ensayos autorizados y manualessobre las relaciones entre medicina ymoral. Autores como Albert Niedermeyerse cuestionaban sobre estos temas conmedio siglo de anticipación respecto delnacimiento de la Bioética y, de algúnmodo, preparaban el terreno para las in-tervenciones del Magisterio de la Iglesia.

En los Discursos y Radiomensajes de PíoXII (1939-1958) dirigidos a los médicos, yase dejaban traslucir entusiasmos pero tam-bién temores -fundados en los recientesacontecimientos de la Alemania nazi y delos Estados Unidos de América- de que elprogreso tecnológico pudiera volverse con-tra la dignidad y la vida humana. Este Ma-gisterio fue retomado luego por losdocumentos de la Congregación para laDoctrina de la Fe como la Declaraciónsobre el aborto inducido (1974), la Decla-ración sobre la eutanasia (1980) hasta laDonum vitae (1987) y el Magisterio deJuan Pablo II.

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[2] AAS, 85 (1993), 1133-1228.[3] AAS, 87 (1995), 401-522.[4] AAS, 91 (1999), 5-88.[5] Los organismos de la Iglesia Católica comprometidos directamente en los frentes de la Bioética desde el punto de vistapastoral y que vieron la luz por primera vez son el Pontificio Consejo para la Familia y el Pontificio Consejo para la Pas-toral de los Operadores Sanitarios. El primero fue instituido por Juan Pablo II en 1981, sustituyendo al Comité para la Fa-milia que había sido creado por Paulo VI en 1973. La Pontificia Comisión para la Pastoral de los Operadores Sanitarios fueinstituida, por su parte, también por Juan Pablo II, convirtiéndose tres años más tarde en el Pontificio Consejo de la Pas-toral para los Operadores Sanitarios.

En efecto, los enormes progresos liga-dos a la evolución de la Medicina y de latecnología aplicada, habrían tenido re-percusiones inimaginables también sobrela idea misma del hombre y sobre sumodo de representarse en el universo,ámbito que inevitablemente habría invo-lucrado la idea de Dios. De ahí la partici-pación también de la Teología y de laFilosofía en los debates de Bioética.

También a nivel académico, la presen-cia católica en las arenas públicas inter-nacionales -en las cuales se debatían losprimeros problemas de Bioética- era me-dianamente importante: los primeroscentros de Bioética surgidos en los Esta-dos Unidos estaban vinculados con elmundo católico, así como, incluso hoy,muchas estructuras sanitarias.

La misma encíclica Humanae vitae dePaulo VI (1968), nacida en respuesta a lasamenazas de la llamada “bomba demo-gráfica”, y que tantas reacciones y polé-micas ha suscitado en el seno mismo delmundo católico y en los foros teológicosinternacionales, tenía como tema centralla relación entre procreación y amor con-

yugal, aun cuando el aspecto principal alque se reducía era la contracepción, ar-gumento que en los descubrimientos mé-dicos de los decenios sucesivos habríarepresentado el trasfondo antropológicode los cambios de la época.

Pero las verdaderas novedades en elámbito de la Bioética irrumpieron en elmundo católico con el pontificado de JuanPablo II quien, con las tres encíclicas Veri-tatis splendor, [2] Evangelium vitae [3] yFides et ratio, [4] sistematizó el pensa-miento y las indicaciones de la Iglesia sobreel recto obrar moral, sobre temas que con-ciernen a la vida humana y a los problemasde la Bioética y sobre la posibilidad y elatractivo de un diálogo entre ciencia y fe.

Con Juan Pablo II, la Iglesia toma con-ciencia del hecho de que en los debatessobre cuestiones de Bioética la interven-ción magisterial ya no podía estar limi-tada a la sola dimensión pastoral, [5] sinduda fundamental, sino que era necesarioun diálogo más estrecho, precisamentecon el mundo científico, con los médicosinvestigadores y con los laboratorios deinvestigación.

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[6] Benedicto XVI, en el discurso a los participantes en la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida del 26de febrero de 2011, dice: “La investigación médico-científica es un valor y, por tanto, un compromiso, no sólo para los in-vestigadores, sino para toda la comunidad civil. De aquí, el deber de promover investigaciones éticamente válidas porparte de las instituciones y el valor de la solidaridad de los individuos en la participación en investigaciones encamina-das a promover el bien común” [en línea], disponible en: <www.http://www.vatican.va/holy_father/ benedict_xvi/speeches/2011/february/ documents/hf_ben-xvi_spe_20110226_accademia-vita_sp.html> [consulta: 10.10.2011].

La ciencia fue reconocida como inter-locutor imprescindible de la Iglesia encuanto representante de dos valores fun-damentales: el conocimiento y el biencomún. [6]

Para promover este diálogo se creó laPontificia Academia para la Vida. Ésta, a di-ferencia del Pontificio Consejo para la Fa-milia y del Pontificio Consejo para laPastoral de los Operadores Sanitarios, quetambién se ocupan de las problemáticas dela Bioética pero desde una perspectivaprincipalmente pastoral, tiene la tarea y laprerrogativa específica de interactuar conel mundo científico, de estudiar de cerca,con la colaboración de personas compe-tentes y preparadas, las nuevas tecnologíasmédicas y sus aplicaciones al hombre parapoder medir su alcance y sus repercusionesen la vida humana y también para tratarde encauzar la investigación dentro de ca-minos éticamente defendibles.

Aunque no exista un nexo directoentre la creación de la PAV y la publica-ción de la encíclica Evangelium vitae, quetrata de manera completa los argumen-tos más candentes de la Bioética, es fácilsuponer, por lo menos, una comunión decausas. Juan Pablo II estaba seriamente

preocupado por la situación cultural co-rriente, en la cual reconocía, por unaparte, numerosas señales de una tenden-cia sistemática en la sociedad a atacar lavida humana, sobre todo en sus manifes-taciones más débiles e indefensas quecoincidían con los estadios iniciales y fi-nales de la vida; y, por otra parte, percibíala separación de la realidad eclesial delprogreso médico en el sentido de unafalta de participación y de comprensiónpor parte del mundo católico de los nue-vos descubrimientos biomédicos. Por úl-timo, pero no de menor importancia, sehabían desarrollado, en aquellos años,posturas por parte de reconocidos teólo-gos que admitían excepciones al principiode la inviolabilidad de la vida humana endeterminadas circunstancias.

En este contexto de fermentación cul-tural asumió una importancia decisiva elencuentro entre Juan Pablo II y el profe-sor Jérôme Lejeune.

El profesor Lejeune era un genetistafrancés, descubridor de la Trisomía 21, queprecisamente en esos años experimentabacon los nuevos descubrimientos en el ám-bito genético y cómo éstos podían ser uti-lizados con fines éticamente discutibles.

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El profesor Lejeune, en el curso de su ac-tividad de estudio y de investigación,había visto en la posibilidad de diagnosti-car el síndrome de Down a los bebés pornacer, un arma poderosa para lograr unaterapia adecuada. El uso que prevaleció,por el contrario, años más tarde, a partirde los nuevos conocimientos genéticos,fue individualizar los fetos enfermos parasuprimirlos en el vientre materno antes desu nacimiento.

En los primeros años de la década del’90, el profesor Lejeune, ya miembro de laPontificia Academia de las Ciencias y fer-viente defensor del derecho incondicionala la vida, propuso al Santo Padre la insti-tución de una Academia Pontificia de los“servidores de la vida” que se ocupase es-pecíficamente de las ciencias de la vida.

El Santo Padre, ya sensible al pro-blema, acogió favorablemente la pro-puesta que desembocó, ni más ni menos,en la creación de la PAV y nombró preci-samente al profesor Lejeune como su pri-mer Presidente.

Por desgracia, en abril de 1994 el pro-fesor Lejeune falleció prematuramente acausa de una grave enfermedad que leimpidió hacer fructificar, al servicio de laIglesia, sus clarividentes intuiciones y susensibilidad fuera de lo común.

Al profesor Lejeune lo sucedieron en laconducción de la Academia, en primer

lugar, el profesor Juan de Dios Vial Correa(1994-2004), entonces rector de la Pon-tificia Universidad Católica de Chile, asis-tido por el vicepresidente S. E. Mons. ElioSgreccia. Luego asumió la conducciónMons. Sgreccia (2004-2008). En 2008 fuedesignado S. E. Mons. Rino Fisichella, quedejó el cargo en 2010, momento en el cualfue nombrado presidente S. E. Mons. Ig-nacio Carrasco de Paula, primer cancillerde la Academia, que dejó el puesto decanciller al reverendo Renzo Pegoraro,nombrado recientemente.

LA EVOLUCIÓN DE LA PAV

Vale la pena mencionar brevementecómo, si consideramos los presidentes quese sucedieron y la actividad desarrolladapor la Academia en estos primeros dieci-siete años, se ha dado una evolución fi-siológica pero significativa del modo enel cual la PAV ha interpretado su misión.

La primera etapa de la PAV estuvo ca-racterizada, sin duda, por la figura de S. E. Mons. Elio Sgreccia, conocido y apre-ciado por todos nosotros. Mons. Sgreccia,en efecto -aunque nombrado formal-mente presidente de la Academia reciénen enero de 2005- le ha dado en realidaduna primera impronta y una fisonomía es-pecífica ya desde el año de su creación. Elpapel que la Academia se atribuyó enaquellos primeros años fue sobre todo dedenuncia y de crítica con respecto a cierto

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[7] Piénsese por ejemplo, en la revolución sexual en el ámbito cultural, flanqueada por la revolución de la contracepciónprimero y de la fecundación artificial después, en el ámbito científico.

progreso científico y cultural, consideradosobre todo en sus formas más peligrosaspara la vida humana. En este sentido, laPAV del primer decenio fue intérprete fielde las necesidades culturales y pastoralesde la época. Necesidades que se traducíanen una actitud principalmente de cautela,natural en un período en el cual la PAVhacía su ingreso en el mundo científico ycultural a menudo interpretado comoajeno a las posiciones de la Iglesia Cató-lica. [7]

En los últimos años, por el contrario,se ha comenzado a perfilar un cambio deperspectiva, tanto en la metodología detrabajo de la PAV como en el modo de en-tender su propio papel, ambos aspectosestrechamente ligados entre sí. En efecto,la renovada metodología de trabajo querelaciona con las asambleas generales alos grupos técnicos de trabajo, paralelos,dinámicos y comprometidos en temas es-pecíficos, revela una mayor propensión aun enfoque discursivo y de confrontacióncon el mundo científico. Esta evoluciónrefleja, probablemente también, la pos-tura diversa del pontificado de BenedictoXVI respecto de la de Juan Pablo. Este úl-timo, en efecto, había concentrado susesfuerzos en el intento de desarrollar ladoctrina interna de la Iglesia. Su cateque-sis sobre el amor conyugal ofrece un am-plio testimonio de ello.

Benedicto XVI, por el contrario, hahecho de la ampliación de la racionalidad,de los espacios de diálogo entre discipli-nas diferentes, e incluso ajenas a la Igle-sia, uno de los puntos cardinales de supontificado.

En todo caso, los signos de esta evolu-ción deben entenderse de manera cierta-mente positiva en cuanto demuestrancómo la PAV es un organismo vivo y encontinuo devenir, sometido a un desarrollohomogéneo que se prolongará en eltiempo, llevando seguramente a nuevosacercamientos hoy no previsibles para no-sotros, que carecemos de carisma profético.

LA ESTRUCTURA ORGANIZATIVA

La estructura organizativa de la PAVprevé un despacho central, núcleo de laactividad administrativa y gerencial, y unared de expertos, los miembros académi-cos, provenientes de diversas áreas geo-gráficas y con diversas competenciasespecializadas.

La conducción de la Academia fueconfiada a la Presidencia, compuesta porel presidente y el canciller y asistida por elconsejo directivo que está integrado porcinco miembros de nombramiento ponti-ficio escogidos entre los académicos.

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La PAV cuenta actualmente con 138miembros subdivididos en ordinarios, co-rrespondientes y eméritos.

Los miembros ordinarios son de nom-bramiento pontificio y permanecen en elcargo hasta cumplir los ochenta años deedad, momento en el cual se vuelveneméritos. Los correspondientes, por suparte, son nombrados por el consejo di-rectivo, bajo la propuesta de otros miem-bros y permanecen en el cargo cinco añoscon posibilidad de ser reconfirmados porun segundo quinquenio.

Todos los miembros son personalida-des de reconocida competencia en áreasespecíficas relacionadas con la Bioética,en su mayor parte médicos, pero tambiénteólogos, sociólogos, filósofos y personasa título variado comprometidas en la de-fensa de la vida humana.

En los últimos años, por diversas vici-situdes, el despacho central ha tenido queatender una importante carencia de per-sonal que, en parte, se ha resuelto recien-temente con el nombramiento del nuevocanciller y del coordinador de secretaría.Por lo tanto, actualmente, se compone deuna sección técnico-administrativa y unacientífica. La primera, además de la figuradel presidente y del canciller, prevé unaoficina de secretaría del presidente, unade secretaría de la Academia, una deeventos y congresos, una de gestión ad-ministrativa y una oficina de promoción

y desarrollo. La sección científica, por suparte, se encuentra aún hoy por debajodel número del personal previsto.

Uno de los esfuerzos más consistentesque el despacho central ha implementadoen este último año, a pesar de la carenciade personal, ha sido la realización de unnuevo sitio de internet (www.academi-avita.org) que, aunque todavía no funcionaa pleno, ofrece una ventana al mundo y laposibilidad de conocer la PAV a través dedocumentos, actividades, fotografías y ac-tualizaciones. Está en cuatro lenguas: ita-liano, inglés, francés y español.

LA ACTIVIDAD DE LA PAV Y SUCONTRIBUCIÓN A LA BIOÉTICA

La contribución de la PAV al desarro-llo del debate bioético puede subdividirseen dos vetas principales: la que se refierea la actividad de consulta para la SantaSede y la dirigida a la profundización detemáticas médicas específicas.

El primer aspecto es, por razones ob-vias, menos visible en cuanto representauna actividad de apoyo para otros orga-nismos del Vaticano y la contribución de laPAV confluye en un conjunto de esfuerzosmancomunados que toman forma autó-noma en los documentos del Magisterio.

Como órgano de la Santa Sede, la PAVes llamada también a proveer asistencia, a

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través de los Nuncios Apostólicos, a lasConferencias Episcopales en el mundo enel ámbito del Bioderecho poniendo a dis-posición su propia competencia, de maneradirecta o indirecta, para evaluar propues-tas de leyes locales que tienen por objetointervenciones médicas sobre la vida hu-mana. De este modo, se ponen a disposi-ción de las Conferencias Episcopalesinstrumentos útiles y necesarios para eva-luar las propuestas legislativas en discusión.

En esto resulta extremadamente útil lacapilaridad de las redes de miembros que,por estar presentes en muchas áreas geo-gráficas, permiten tener una visión globalactualizada y real del estado de las leyessobre la vida humana en muchísimasáreas del planeta.

La actividad de estudio y de profundi-zación se desarrolla, por su parte, en tornoa las asambleas generales y a los gruposde estudio, metodologías diferentes peroestrechamente ligadas entre sí. Las prime-ras se llevan a cabo con frecuencia anualy contemplan dos instancias principales:una discusión interna, dedicada al análi-sis de la vida académica y a las problemá-ticas de la gestión, y una jornada detrabajo abierta al público bajo la formade taller, en el cual se exponen los resul-tados de los grupos de estudio constitui-dos para encargarse de temas específicos.

Hasta hace algunos años, las asam-bleas generales estaban pensadas también

como oportunidades para congresos in-ternacionales abiertos al público sobre te-máticas específicas. El resultado de estoes una colección de volúmenes que reco-gen las actas de varios congresos celebra-dos desde 1995 hasta 2009, publicacionesque tienen el mérito de haber contribuidoa brindar bases científicas y a definir, conmayor precisión, las posiciones católicassobre determinados argumentos.

Los grupos de estudio, por su parte,son comisiones de expertos escogidos anivel internacional y están generalmentecompuestos tanto por miembros de laAcademia como por personas externas.Los grupos se reúnen para estudiar temá-ticas específicas de particular urgencia ydefinidas o por el consejo directivo o porlos órganos superiores. Los resultados a losque llegan los grupos generalmente sepresentan a los miembros durante lasasambleas generales y son discutidos ensesión plenaria. Posteriormente, se ela-bora una síntesis que es publicada comola opinión oficial de la PAV.

Actualmente, los grupos activos sontres y conciernen al trauma post-aborto,a la conservación y utilización de las cé-lulas madre del cordón umbilical y al tra-tamiento de la infertilidad.

Los tres grupos fueron constituidos apartir de exigencias científicas, es decir,del requerimiento acerca de la real con-sistencia científica del problema.

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[8] Cell Prolif, (febrero, 2008), 41, suppl. 1.

En el caso del trauma post-aborto, elplanteo se refería a la existencia real deun síndrome, de una patología mentalcientíficamente comprobada y ligada porun vínculo de causalidad con la prácticadel aborto. Uno de los primeros resulta-dos del trabajo del grupo fue demostrarque no existía un síndrome auténtico,identificable con criterios científicos, aunexistiendo muchos datos en la literaturaque permiten presuponer un vínculo entreel fenómeno del aborto y la aparición dedeterminadas alteraciones mentales.

La cuestión de los bancos de cordonesumbilicales ha sido también escogida porlas dudas que plantea a nivel científico,por ejemplo, referidas a la utilidad de estetipo de células y la oportunidad de la cre-ación de bancos públicos o privados parala recolección y el depósito de este mate-rial. También, se ha tenido la intención dedar cuenta de las diversas respuestas jurí-dicas dadas por varios países europeos alas iniciativas para la creación de bancosprivados.

El grupo que se constituyó más re-cientemente, que aborda las terapias deinfertilidad, quiere dar una respuesta di-ferente al recurso de la fecundación arti-ficial. Más que centrarse en los límitescientíficos y éticos de las técnicas de pro-creación artificial -tema ya tratado en

otras ocasiones- se ha querido afrontar eltema desde un ángulo proactivo, tratandode comprender cuáles son las respuestasmédicas existentes para el problema de lainfertilidad a fin de implementarlas, ypara prevenir el tener que recurrir a lastécnicas artificiales.

Dignos de mención son también loscongresos científicos que la PAV organiza,en general, cada dos años en colaboracióncon la Fundación Jérôme Lejeune de Parísy con la Federación Internacional de lasAsociaciones de Médicos Católicos(FIAMC). Relevante entre éstos ha sido, sinduda, el primer Congreso sobre la Investi-gación Responsable en Células Madre, queha llevado a Roma al profesor Yamanakaen una de sus primeras presentacionespúblicas acerca de los resultados de las in-vestigaciones sobre la reprogramación ce-lular, técnica que permite obtener célulasmadre pluripotentes a partir de célulasadultas ya diferenciadas. Los resultados deesa convención fueron publicados en larevista científica Cell Proliferation. [8]

Otro evento notable fue el Congreso“A Gift for Life” sobre la donación de ór-ganos, organizado en colaboración con elCentro Italiano de Trasplantes y la parti-cipación de la “Transplantation Society”estadounidense, en 2008. La iniciativa fuesolicitada por un miembro de la Acade-

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[9] Transplantation, (15 octubre, 2009), vol. 88, issue 7S.[10] PONTIFICIA ACADEMIA PRO VITA, Dichiarazione sulla produzione e sull’uso scientifico e terapeutico delle cellulestaminali embrionali umane, Ciudad del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2000.[11] VIAL CORREA, J. y Sgreccia E. (eds.), Identità e statuto dell’embrione umano, Ciudad del Vaticano, Libreria Editrice Va-ticana, 1998.[12] VIAL CORREA, J. y SGRECCIA, E. (eds.), La dignità della procreazione umana e le tecnologie riproduttive: aspetti an-tropologici ed etici, Ciudad del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2005.[13] SGRECCIA, E. y LAFFITTE, J. (eds.), L’embrione umano nella fase del reimpianto. Aspetti scientifici e considerazioni bioe-tiche, Ciudad del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2007.[14] LAFFITTE, J. y CARRASCO DE PAULA, I. (eds.), Le nuove frontiere della genetica e il rischio dell’eugenetica, Ciudad delVaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2010.[15] Las actas del Congreso fueron publicadas en el vol. 19, n. 4 de 2004 de la revista científica NeuroRehabilitation.

mia en respuesta al creciente fenómenodel tráfico internacional de órganos. Tam-bién en esta ocasión las actas de la reu-nión fueron publicadas en una revistacientífica internacional. [9]

A través de estas actividades pareceimportante la contribución de la PAV enalgunos sectores cruciales de la investiga-ción médica.

Es el caso, como ya fue señalado, de lamedicina regenerativa que, presentada ensus inicios como recurso basado principal-mente en las células madre de origen em-brionario, a causa de las fuertesoposiciones de naturaleza ética, más tardeencontró un canal de salida con el descu-brimiento de la reprogramación celular ycon la concentración de la investigación enlas potencialidades de las células madre noembrionarias, las cuales, en el estado ac-tual, son las únicas utilizadas ampliamenteen la investigación clínica. Sobre este ar-gumento la PAV se expresó claramente yaen el año 2000. [10]

Sobre el tema de la humanidad, y por lotanto de la necesidad de tutelar al embriónhumano, la PAV ha invertido mucho ana-lizando a fondo, desde varios ángulos, eltema de la investigación sobre el embrión:de la identidad del embrión [11] a las téc-nicas de reproducción artificial, [12] del es-tatuto del embrión preimplantatorio [13]a las relaciones entre los diagnósticospreimplantatorios y la eugenética. [14]

Pero también otros temas encaradospor la PAV han contribuido a animar eldebate científico, sobre todo por la pos-tura oficial del Magisterio en estas oca-siones. Es el caso de la asistencia a losenfermos en estado vegetativo. En oca-sión del Congreso “Life-sustaining Treat-ments in Vegetative State: ScientificAdvances and Ethical Dilemmas” [15] seha afirmado la obligación ética de la hi-dratación y la nutrición artificial para lospacientes que caen en este estado, consi-derados no como “vegetales” sino comopacientes vivos particularmente vulnera-bles y justamente por ello necesitados de

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[16] PARLAMENTO ITALIANO, Ley Normas en materia de procreación médicamente asistida, 19.02.2004, n. 40.[17] JUAN PABLO II, Encíclica Evangelium vitae, AAS 87 (1995), 401-522, n. 73.[18] Art. 1: “...se consiente el recurso a la procreación médicamente asistida, en las condiciones y según las modalidadesprevistas por la presente ley, que asegura los derechos de todos los sujetos involucrados, incluso el concebido”.[19] SGRECCIA, E. y LAFFITTE, J. (eds.), La coscienza cristiana a sostegno del diritto alla vita, Ciudad del Vaticano, Libre-ria Editrice Vaticana, 2008.

mayor protección. Esta posición, confir-mada por el Santo Padre en ocasión de laaudiencia de cierre del congreso, ha sus-citado cierto ruido.

En lo que respecta a la influencia sobreel Bioderecho, hablábamos antes del vín-culo existente entre la PAV y las Confe-rencias Episcopales regionales que, a suvez, ofrecen principios de reflexión a laclase política local llamada a expresarseen las sedes parlamentarias para promul-gar leyes concernientes a la vida humana.Desde este punto de vista, la influencia dela PAV es ciertamente indirecta, pero nopor eso menos incisiva. En Italia, porejemplo, ha sido posible hacer aprobar en2004 una ley sobre fecundación artificial[16] basada en la reducción del daño -según la acepción expuesta en Evange-lium vitae- [17] y que ha reconocido,como hecho de suma importancia, los de-rechos del nacituro. [18]

Se le dio un ulterior impulso a la pos-tura asumida sobre la objeción de con-ciencia a través del congreso “Laconciencia cristiana en apoyo del derechoa la vida” [19] en el cual se ha reafirmado

que una conciencia recta y bien formadano puede someterse a una ley que consi-dera injusta en cuanto lesiva del derechoa la vida. De ahí la necesidad de recono-cer la autonomía de la conciencia res-pecto de la ley y en consecuencia preverla posibilidad de la objeción de concien-cia, no sólo para el personal sanitario sinotambién para los empleados en el ámbitojurídico, administrativo y parlamentario.

CONCLUSIONES

Tomemos conciencia de que las res-puestas a los interrogantes de la Bioética,a los planteos que nos suscita una cienciaen continuo devenir, no son respuestasfáciles y no pueden darse de manera su-perficial. Es necesaria una tarea de dis-cernimiento, clarificación, estudio ydiscusión. Es esto lo que trata de hacer laPAV y es tal vez, en el fondo, justamentela necesidad que invocaba Potter: cons-truir un puente para un futuro que tengacomo centro al hombre.

En este contexto, creo que la mejorcontribución que está brindando la PAV,

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[20] JUAN PABLO II, Carta al Reverendo George V. Coyne, Director de la Observatorio astronómico vaticano, del01.06.1988, [en línea]. Disponible en italiano: <www.http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1988/documents/hf_jp-ii_let_19880601_padre-coyne_it.html> [consulta: 10.10.2011].

de manera cada vez más precisa, es la deintentar un diálogo entre sectores delsaber a fin de redirigir los conocimientosparciales y sectoriales a un marco máscompleto de lo humano, con la intenciónde recomponer, por así decir, el rompeca-bezas de las ciencias biomédicas y de lasciencias humanas (Teología, Filosofía).

Recuerdo, al respecto, la carta de JuanPablo II al P. George Coyne, director de laSpecola Vaticana, en 1988, palabras muyacertadas para concluir esta intervención. Apropósito de la relación entre las cienciasexactas y la Iglesia el Santo Padre escribía:

“Hemos entablado el diálogo entreellas [las ciencias] a niveles más profundosque antes, y con mayor apertura hacia lospuntos de vista de una y otra; hemos co-menzado a buscar juntos una compren-sión más completa de las disciplinas deuna y otra -con sus competencias y limi-taciones-, y en especial de las áreas queambas tienen en común. Al hacer esto,hemos puesto al descubierto cuestionesimportantes que nos atañen a ambas par-tes, y que son vitales para la gran comu-nidad humana a la que ambas partes

servimos. Es crucial que esta búsqueda encomún, basada en apertura e intercambiocrítico, no sólo continúe sino que crezca yahonde en calidad y en alcance […] Al es-timular la apertura entre la Iglesia y la co-munidad científica, no nos proponemosuna unidad disciplinar entre Teología yCiencia como la que existe dentro de uncampo científico dado, o dentro de lamisma Teología. Mientras continúe el diá-logo y la búsqueda en común, se avanzaráhacia un entendimiento mutuo y un des-cubrimiento gradual de intereses comu-nes, que sentarán las bases para ulterioresinvestigaciones y discusiones. Qué formaadoptará esto exactamente, quedará parael futuro. Lo importante es, como yahemos recalcado, que el diálogo continúey crezca en profundidad y alcance. En esteproceso debemos superar toda tendenciaregresiva a un reduccionismo unilateral,al miedo y al aislamiento autoimpuesto.Lo absolutamente importante es que cadadisciplina continúe enriqueciendo, forta-leciendo y desafiando la otra, para quesea más plenamente lo que le toca ser, ypara que contribuya a que veamos quié-nes somos y en qué estamos convirtién-donos.” [20]

Aportes de la Pontificia Academia para la Vida (PAV) al desarrollo de la Bioética / ARTÍCULOS