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“Casi siempre se me representaba el Señor así resucitado y en la Hostia lo mismo” (Vida, Santa Teresa de Jesús, cap. 29, nº 4) Sedientos de esperanza Mons. CIRIACO BENAVENTE OBISPO DE ALBACETE E stamos en el tiempo pascual. La Pascua es como un grito de que hay lugar para la esperan- za, esperanza para los vivos y para los muertos. Nuestra vida, la de todo hombre o mujer, está marcada estructuralmen- te por una espera. Es verdad que esa espera que habita en el corazón de lo humano flaquea muchas veces y casi se apaga en otras, decepcionada por las falsas promesas que le vendieron a precio de saldo. He vuelto a repasar, a este respec- to, las memorias de Stefan Zweig, ese escritor excelso que llegó a sentirse como “arrojado al vacío”, “despojado de todas las raíces”, testigo privilegia- do de una época en que, a la vez que la ciencia y la técnica alcanzaban cotas casi divinas, la humanidad caía a ni- veles diabólicos. Vale la pena recurrir a sus palabras: “Por mi vida han galo- pado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución, el hambre, el terror, las epidemias: he visto nacer y expandirse ante mis ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Ita- lia, el nacionalsocialismo en Alema- nia, el bolchevismo en Rusia... Me he visto obligado a ser testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos y que es- grimía su dogma deliberado y progra- mático de antihumanidad. Después de siglos, nos estaban reservadas de nue- vo guerras, campos de concentración, torturas, saqueos indiscriminados y bombardeos de ciudades indefensas; bestialidades que las últimas cincuenta generaciones no habían conocido y que ojalá no conozcan las futuras”. En esos niveles de violencia embarcaron a la humanidad las utopías del siglo XX, que tanto prometían. ¿Qué es lo que realmente quere- mos?, se preguntaba el Papa Benedic- to en su preciosa carta apostólica “Spe salvi” (Salvados en esperanza). En el fondo todo hombre es un buscador de la felicidad, de la vida bienaventurada. Deseamos una vida tan verdadera que nos garantice que la muerte no tendrá la última palabra, a lo más la penúl- tima; una vida que nos asegure que nada importante de lo que amamos se perderá definitivamente. Soñamos con una esperanza cuyo contenido siempre va más allá de cuanto pode- mos alcanzar y construir con nuestras propias fuerzas. El Papa Benedicto se atreve a res- ponder que sólo Dios es el fundamen- to de la esperanza. Pero no cualquier Dios, sino el Dios que tiene rostro hu- mano y que nos ha amado hasta el ex- tremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto. Podemos esperar las realidades futuras a par- tir de un presente ya dado en Cristo muerto y resucitado. Lo que la esperanza cristiana pro- mete, pues, ha empezado ya, no en una idea sobre la vida y el mundo, sino en Cristo, cuyo encuentro, cuan- do es verdadero, es capaz de cambiar la vida de quienes lo acogen con ver- dad y libertad. Ha empezado, y puede verificarse, no en una utopía volunta- rista, sino que se ofrece a la confianza del hombre a partir de un presente verificable, cuyo rasgo fundamental es el amor: allí donde se vive una real experiencia de comunión cristiana. Lo anterior no quiere decir que allí donde haya una verdadera comuni- dad cristiana se haya alcanzado ya la meta y las promesas de la esperanza. El Papa recurre a una preciosa cita de san Bernardo de Claraval para ex- plicar que el monasterio (la comunión de vida de los monjes que se proyecta en el trabajo) no puede identificarse con el Paraíso (la realización plena de la esperanza cristiana). Es, más bien, «lugar de labranza práctica y espiri- tual, que debe preparar el nuevo Paraí- so». Eso intentamos ser. La sustitución de la esperanza cris- tiana por la fe en el progreso, bien sea concebido como triunfo imparable de la ciencia, bien como construcción política o ideológica, no parece pro- ducir los frutos esperados. Ahí está la experiencia histórica. Con esto, ni se pretende descalificar el progreso, ni la ciencia, ni la acción política. Sólo se pretende afirmar lo que decía un emi- nente comentarista de la “Spe salvi”: “Cuando (a la ciencia, a la política...) les domina esa pretensión desmesura- da, se pierde su nobleza constitutiva y con frecuencia se transforman en ins- trumento de violencia y dominación de aquellos mismos a los que pretendían servir”. “Nuestro mundo, sigue diciendo el comentarista, está sediento de es- peranza, lo está cada hombre y mujer, cansados de las frustraciones y de los fracasos de su historia personal y colec- tiva. El noble empeño de construir un mundo mejor se transforma en fatiga insuperable, en escepticismo salvaje o en fanatismo violento, si no está abra- zado por la certeza del futuro que nace de un Amor que ya está presente. Sólo esa esperanza que nace del encuentro con el Dios que se ha encarnado, que ha padecido y que ha resucitado de la muerte, nos da el valor de apostar nue- vamente por el bien, a pesar de todos nuestros fracasos y cansancios. Nos da también valor e inteligencia para cons- truir, conscientes de la imperfección de todas las obras humanas, y nos permite caminar juntos a pesar de las semillas de división que amenazan siempre la unidad”. El tiempo pascual es oportuno para redescubrir las raíces de nuestra esperanza. Hoja Dominical 12 Abril 2015 II Domingo de Pascua Día de la Divina Misericordia facebook.com/diocesisdealbacete twitter.com/DiocesisAlbact Diócesis de Albacete SUPLEMENTO DEL BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DE ALBACETE Dep. Legal AB-164-2014 www.diocesisalbacete.org | [email protected]

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“Casi siempre se me representaba el Señor así resucitado y en la Hostia lo mismo” (Vida, Santa Teresa de Jesús, cap. 29, nº 4)

Sedientos de esperanzaMons.

CIRIACOBENAVENTE

OBISPO DE ALBACETE

Estamos en el tiempo pascual. La Pascua es como un grito de que hay lugar para la esperan-

za, esperanza para los vivos y para los muertos.

Nuestra vida, la de todo hombre o mujer, está marcada estructuralmen-te por una espera. Es verdad que esa espera que habita en el corazón de lo humano flaquea muchas veces y casi se apaga en otras, decepcionada por las falsas promesas que le vendieron a precio de saldo.

He vuelto a repasar, a este respec-to, las memorias de Stefan Zweig, ese escritor excelso que llegó a sentirse como “arrojado al vacío”, “despojado de todas las raíces”, testigo privilegia-do de una época en que, a la vez que la ciencia y la técnica alcanzaban cotas casi divinas, la humanidad caía a ni-veles diabólicos. Vale la pena recurrir a sus palabras: “Por mi vida han galo-pado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución, el hambre, el terror, las epidemias: he visto nacer y expandirse ante mis ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Ita-lia, el nacionalsocialismo en Alema-nia, el bolchevismo en Rusia... Me he visto obligado a ser testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos y que es-grimía su dogma deliberado y progra-mático de antihumanidad. Después de siglos, nos estaban reservadas de nue-vo guerras, campos de concentración, torturas, saqueos indiscriminados y bombardeos de ciudades indefensas; bestialidades que las últimas cincuenta generaciones no habían conocido y que ojalá no conozcan las futuras”. En esos niveles de violencia embarcaron a la humanidad las utopías del siglo XX, que tanto prometían.

¿Qué es lo que realmente quere-mos?, se preguntaba el Papa Benedic-

to en su preciosa carta apostólica “Spe salvi” (Salvados en esperanza). En el fondo todo hombre es un buscador de la felicidad, de la vida bienaventurada. Deseamos una vida tan verdadera que nos garantice que la muerte no tendrá la última palabra, a lo más la penúl-tima; una vida que nos asegure que nada importante de lo que amamos se perderá definitivamente. Soñamos con una esperanza cuyo contenido siempre va más allá de cuanto pode-mos alcanzar y construir con nuestras propias fuerzas.

El Papa Benedicto se atreve a res-ponder que sólo Dios es el fundamen-to de la esperanza. Pero no cualquier Dios, sino el Dios que tiene rostro hu-mano y que nos ha amado hasta el ex-tremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto. Podemos esperar las realidades futuras a par-tir de un presente ya dado en Cristo muerto y resucitado.

Lo que la esperanza cristiana pro-mete, pues, ha empezado ya, no en una idea sobre la vida y el mundo, sino en Cristo, cuyo encuentro, cuan-do es verdadero, es capaz de cambiar la vida de quienes lo acogen con ver-dad y libertad. Ha empezado, y puede verificarse, no en una utopía volunta-rista, sino que se ofrece a la confianza del hombre a partir de un presente verificable, cuyo rasgo fundamental es el amor: allí donde se vive una real experiencia de comunión cristiana.

Lo anterior no quiere decir que allí donde haya una verdadera comuni-dad cristiana se haya alcanzado ya la meta y las promesas de la esperanza.

El Papa recurre a una preciosa cita de san Bernardo de Claraval para ex-plicar que el monasterio (la comunión de vida de los monjes que se proyecta en el trabajo) no puede identificarse con el Paraíso (la realización plena de la esperanza cristiana). Es, más bien, «lugar de labranza práctica y espiri-

tual, que debe preparar el nuevo Paraí-so». Eso intentamos ser.

La sustitución de la esperanza cris-tiana por la fe en el progreso, bien sea concebido como triunfo imparable de la ciencia, bien como construcción política o ideológica, no parece pro-ducir los frutos esperados. Ahí está la experiencia histórica. Con esto, ni se pretende descalificar el progreso, ni la ciencia, ni la acción política. Sólo se pretende afirmar lo que decía un emi-nente comentarista de la “Spe salvi”: “Cuando (a la ciencia, a la política...) les domina esa pretensión desmesura-da, se pierde su nobleza constitutiva y con frecuencia se transforman en ins-trumento de violencia y dominación de aquellos mismos a los que pretendían servir”.

“Nuestro mundo, sigue diciendo el comentarista, está sediento de es-peranza, lo está cada hombre y mujer, cansados de las frustraciones y de los fracasos de su historia personal y colec-tiva. El noble empeño de construir un mundo mejor se transforma en fatiga insuperable, en escepticismo salvaje o en fanatismo violento, si no está abra-zado por la certeza del futuro que nace de un Amor que ya está presente. Sólo esa esperanza que nace del encuentro con el Dios que se ha encarnado, que ha padecido y que ha resucitado de la muerte, nos da el valor de apostar nue-vamente por el bien, a pesar de todos nuestros fracasos y cansancios. Nos da también valor e inteligencia para cons-truir, conscientes de la imperfección de todas las obras humanas, y nos permite caminar juntos a pesar de las semillas de división que amenazan siempre la unidad”.

El tiempo pascual es oportuno para redescubrir las raíces de nuestra esperanza.

HojaDominical

12 Abril 2015II Domingo de Pascua

Día de la Divina Misericordiafacebook.com/diocesisdealbacetetwitter.com/DiocesisAlbact

Diócesis de Albacete

SUPLEMENTO DEL BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DE ALBACETEDep. Legal AB-164-2014

www.diocesisalbacete.org | [email protected]

Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad (Darderas)

VIDA CONSAGRADA EN LA IGLESIA HOY

Somos una con-gregación religiosa fundada por Fran-

cisco Darder en Barcelona y aprobada el 2 de enero de 1731, como “causa pía Fran-cisco Darder” por la congrega-ción seglar de la Natividad de Nuestra Señora. Transformada en congregación religiosa por Madre Isabel Ventosa en el año 1896.

Carisma: La caridad hecha servicio resume nuestra mi-sión. Desde la fe y la caridad, que nos anima a servir a Cristo en el enfermo y necesitado sin distinciones de clases, razas ni culturas. Queremos que las personas a quienes servimos encuentren la vida y esperanza que Jesús trae para ellas. Nues-tro hacer cotidiano se concre-ta en “pasar haciendo el bien” como Jesús entregando la vida para que otros tengan vida y llevando la paz. La encarna-ción del carisma en la sociedad actual nos hace dar respuestas nuevas que expresen la soli-citud real hacia quien está en mayor necesidad.

Ubicación en la diócesis: A la llegada de la congregación a Albacete en el año 1921 las Hermanas se instalaron en la calle San Agustín, casa prepa-rada por las personas que so-licitaron que la congregación viniese a Albacete para asistir a los enfermos en sus domici-lios. Posteriormente se trasla-daron a la clínica Ntra. Sra. del Rosario. En la actualidad nos encontramos en la calle Anto-nio Machado 17, 5º.

San Juan Pablo II, en pleno Jubileo del Año 2000 propone para toda la Iglesia la celebración de la Fiesta de

la Divina Misericordia: “es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se de-signará con el nombre de “domingo de la Misericordia divina” (30 de abril del 2000).

Lo hacía durante la canonización de Santa Faustina Kowalska. Con ello, lo que pretendía era situar la vida de la Iglesia, en la primera santa canonizada del Tercer Milenio, ante la perspectiva de la Misericordia y que ya anticipó al inicio de su pontificado con sus dos primeras encíclicas, la Redemptor Ho-minis y sobre todo en la Dives in Mise-ricordia.

La Misericordia está en el centro de la Sagrada Escritura y por tan-to también en la vida y misión de la Iglesia. Sin embargo y sin añadir nada nuevo a la Reve-lación, el Señor, en su infinita providencia, elige a personas que, tocadas por una gracia e inspiración divina, nos re-cuerden aspectos centrales de la misma.

Eso ocurrió con Santa Faus-tina Kowalska, religiosa po-laca que a inicios del siglo XX recibe un mensaje de Jesucristo (y que ha re-flejado en su Diario) para que el hombre que está tentado de tanto orgullo, va-nidad, ira... causa

Fco. José Sevilla de tanta guerra, injusticia, dolor, sufri-miento, pobredumbre... en el mundo, recupere su confianza en Él. La con-fianza es clave en este mensaje, con-fianza a que “cuanto más grande es su miseria tanto mayor derecho tiene a mi Misericordia”. Y, como dice San Juan Pablo II en su libro Memoria e iden-tidad: “El límite impuesto al mal en el mundo es la misericordia Divina”.

Desde esta perspectiva hemos de enmarcar también el pontificado del Papa Francisco en el que vemos como el Espíritu Santo, a través de él, nos indica que el camino de la Iglesia es la Misericordia y desde ahí interpre-tar sus palabras y gestos que, al igual que Cristo, abraza, besa y no condena ni aparta a la “mujer adúltera” (y ahí hemos de vernos todos y cada uno de nosotros) sino que le recuerda que su felicidad está en abrirse a la gracia de Cristo, sentirse hija y merecedora de su

confianza y perdón y haciéndose, como exigencia de esa gracia, solidaria y cercana con el sufri-miento de su prójimo. Por tanto, la Iglesia, debe ser cauce mater-

no para facilitar ese encuentro y decirle al hombre de hoy

que pese a su historia de pecado, el Señor no deja de quererle y ofrecerle su

misericordia.Hoy mismo se hace pú-

blico, oficialmente, la procla-mación del Año Santo de la Misericordia. El Papa Fran-cisco esto lo vive desde su profunda oración de comu-nión con Cristo pero también recogiendo la herencia de Juan Pablo II y del mensaje de Santa Faustina.

El Señor no deja de ofrecer su misericordia

EL TEMA DE LA SEMANA

LA PA LA B R A1ª: Hch. 4,32-35 | Salmo: 117

2ª: 1 Jn. 5,1-6 | Evangelio: Jn. 20,19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por mie-do a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha en-viado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas».Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «He-mos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llego Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

HABLANDO CON...

Dios y la fe tienen mucho que ver con cosas que te pasan todos los días

José María Rodríguez Olaizola

PREGUNTA: José María has ve-nido a Albacete invitado por el Se-cretariado Diocesano de Juventud, en la búsqueda de los jóvenes por encontrar su lugar en el mundo, ¿Hay espiritualidad?

RESPUESTA. Creo que sí, porque, en el fondo, todos, creyentes e incluso aquellos que hacia lo creyente no sien-ten una vinculación clara, ni por edu-cación, formación, etc., tenemos pre-guntas, intuiciones, la búsqueda muy profunda de respuestas para las cues-tiones como el sufrimiento, el sentido real de la vida, la felicidad, el amor, y eso es una búsqueda espiritual.

P. ¿Cómo podemos llevar a Dios a estos jóvenes? ¿Cómo anunciarles el Evangelio?

R. Cualquiera de nosotros que in-tente anunciar el Evangelio en el con-texto actual a los jóvenes, el primer reto que tiene es traducir: Tenemos que ser capaces de traducir las cosas que muchas veces nosotros damos por sentado, al lenguaje de las expe-riencias, de las vivencias, a lo cotidia-no, porque, si no, parece que estamos hablando de algo que es muy lejano a las vidas de muchas personas y eso yo

P. Los tiempos litúrgicos los lle-vas a ejemplos de la vida cotidiana con la familia, o en el trabajo, y no simplemente con una experiencia de Jesús en el desierto.

R. Sí, por ejemplo la Cuaresma sería cómo lidia uno los conflictos, o la tentación, que no sólo es una ex-periencia que tiene que ver con una concepción moral de la vida, sino que hay tantas tentaciones cotidianas que forman parte de nuestra lucha diaria de tantas cosas... y los jóvenes tienen muchas. Y si tú les dices: mira, las ba-tallas terribles, los complejos, la pre-

sión que uno tiene a veces por cuestiones como la imagen... toda esa lucha es algo contra lo que uno tiene que ser ca-paz de plantarse y decir ¡bas-ta! Esto es religioso, aunque a

veces la gen-te no lo

entien-da.

Tenemos que ser capaces de traducir las cosas que muchas veces nosotros damos por sentado

José María Rodríguez Olaizola, jesuita, teólogo y sociólogo, experto en la pastoral con jóvenes y en evangelización a través de internet en proyectos como rezandovoy o pastoralsj, nos explica cómo acercar al hombre de hoy a Dios.

creo que es el gran problema en mu-chos casos.

P. Muchos tienen la sensación que desde la Iglesia estamos hablan-do de cosas que serán muy intere-santes, pero que no tienen nada que ver con su vida.

R. Y el gran reto es decir: mira, no. Dios y la vivencia de la fe y la comunidad tienen mucho que ver con cosas que te pasan todos los días. Enton-ces, esa traducción la tenemos que hacer nosotros, no pode-mos exigir al que escucha que inmediatamente entienda cosas que a lo mejor están muy lejanas de su ex-periencia cotidiana.

P. Tu libro “Los forjadores de his-torias” indica que cada persona tie-ne una historia distinta.

R. Ahí el gran esfuerzo ha sido ayu-dar a tender puentes para vincular los tiempos litúrgicos con la experiencia cotidiana de las personas, porque si estamos hablando de Adviento, Cua-resma, Pascua... para muchos parece algo muy intraeclesial, de liturgia do-minical... desvinculado a veces de la

Cuatro áreas de trabajo en la pastoral juvenilJosé María Rodríguez Olaizola afirma que “hemos de ser capaces de abordar

estas cuatro áreas en el trabajo con los jóvenes”:• Dar la oportunidad de tener la experiencia de Dios: La cuestión de

Dios, para mucha gente, es algo desconocido y muy cargado de prejui-cios que hemos de quitar diciendo: mira, lo de Dios, es algo universal, no es para unos pocos convencidos: todos nos acercamos a la fe desde nuestras muchas preguntas, sobre la trascendencia, la búsqueda de sentido… con alguna pequeña certidumbre y muchas dudas.

• Hablar de la realidad plural de la Iglesia: Hay gente que identifica lo eclesial con determinadas maneras de entender las cosas, sensi-bilidades o ideologías. Son estereotipos que hay que romper, dicien-do que la experiencia eclesial es infinitamente plural, amplia; tiene cabida gente en situaciones muy diferentes y todo eso es Iglesia.

• Hacer ver que el “otro” me importa: En una sociedad egocentrada donde los mensajes que los jóvenes reciben tienen que ver muchas veces con “yo, yo, yo, yo…”, hemos de ser capaces de abrir la mirada hacia afuera y decir: mira, el otro importa, e importa no por lo que te aporta a ti, importa por su dignidad, por sí, por su situación y enton-ces, aprender a relacionarnos desde ahí.

• Insistir sobre la importancia de la fe en el crecimiento personal: Integrar la fe en la propia vida es encontrar un camino para la verdadera libertad y a esto, todo el mundo aspira.

vida del día a día de las personas. En-tonces, ser capaces de decir, mira, si es que esto está hablando de la espera, de la impaciencia, de la fragilidad hu-mana, de las dificultades que tenemos en el camino, de la alegría verdadera.

Más del 80% de los alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria cursan la asignatura de Religión

CONSEJO DE ACCIÓN CATÓLICA

CharlaEl miércoles 15 de abril, a las

19:30 h. en el Salón de Actos del Obispado, Antonio Carrascosa del Consejo Diocesano de Acción Católica de Albacete impartirá una conferencia titulada “Cris-tianos por una democracia más participativa”.

AÑO TERESIANO

Lectio DivinaDentro del V Centenario del

nacimiento de Santa Teresa de Jesús tenemos Lectio Divina en la parroquia de San Pablo el miérco-les, día 15, a las 18:30 h. dirigida por la Familia Madre Asunción de las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús.

CRISTO JOVEN

Encuentro Convocatoria

El sábado 18 de abril tendremos el Encuentro Convocatoria Cristo Joven para chavales de 6º de pri-maria y 1º E.S.O organizado por la Delegación de Juventud. El ho-rario es de 10:30 a 17 h. y tendrá lugar en el Seminario. Después de comer será la celebración de la entrega de la Biblia como signo de este primer paso en el itinerario Cristo Joven propuesto para los jóvenes.

JÓVENES

Encuentro de corosLa delegación diocesana de

Jóvenes ha organizado para día el 18, sábado el encuentro de coros. Será en el Teatro de La Paz a las 18 h. Este año las canciones tendrán como temática el año Teresiano y la Vida Consagrada. Lo recaudado se destinará a dife-rentes asociaciones que trabajan a favor de la infancia.

PARROQUIA DE FÁTIMA

Consagración del Altar

Tras ocho meses de restaura-ción, rehabilitación y mejora del templo de Ntra. Sra. de Fátima de Albacete, el próximo 19 de abril, domingo, a las 19 h. se realizará la Consagración del Altar. Estamos todos invitados a participar de esta celebración en este templo que abre nuevamente sus puertas. A continuación se inaugurará la tómbola parroquial para afrontar el gasto de las obras del templo.

Breves

El 80,67% de los alumnos de Infantil,

Primaria y Secun-daria están cur-sando la asigna-tura de Religión católica en los colegios e insti-tutos de Albacete capital y provin-cia, como lo refle-ja esta estadística general del curso escolar 2014/15, del Secretariado de Enseñanza de la Diócesis de Albacete:

En la etapa de Infantil, de un total de 11.890 alumnos matriculados en los centros públicos y concertados, han pedido religión 10.132, lo que supone el 85%. En la etapa de Pri-maria, de un total de 25.626 matri-culados, han pedido religión 22.567 alumnos, lo que supone el 88%. Y en la ESO, de un total de 16.278 matri-culados, han pedido religión 10.699 alumnos, lo que supone el 66% del total.

El delegado diocesano de Ense-ñanza, Ramón Sánchez Calero, co-menta sobre la matrícula en la en-señanza religiosa durante este curso, que “llama la atención que, curso tras curso, tras «el referéndum» a que se somete, cada año, la clase de religión, se mantenga el dato de que el 77% de los alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria (sus familias o ellos mismos), pidan la clase de re-ligión en nuestra diócesis. Esto solo en los centros de titularidad pública, que en los de titularidad concertada es casi el 100%”.

“He de felicitar al profesorado de Religión, que con su trabajo y es-fuerzo, en medio de grandes dificul-tades e incomprensiones, está dando lugar a que el derecho a la formación e información religiosa, según la li-bertad de los padres o tutores, se lleve a cabo en nuestra diócesis con

dignidad”. Esto permite —explica el delegado de Enseñanza—, que “la asignatura de religión contribuya, con otras, en la formación de la di-mensión humana del alumno que nace ante el asombro de lo real y dé lugar a preguntas de sentido.”

Que el niño o joven adquiera un conocimiento sobre “búsqueda de información, manejo e interpreta-ción de las fuentes bíblicas...” Que el alumno adquiera “un sentido crítico por la exposición y argumentación respetuosa de las creencias propias y ajenas”.

“Estos son los tres objetivos que marca el nuevo currículo de Reli-gión, y que fueron publicados en el BOE de febrero, levantando una polvareda incomprensible desde el desconocimiento y el pensamiento único”, concluye Ramón Sánchez.

Los obispos de la Comisión Epis-copal de Enseñanza y Catequesis, lamentan que la regulación de la en-señanza de la Religión y Moral Cató-lica que la LOMCE ha impuesto para el Bachillerato, no garantice la oferta obligatoria de la asignatura por parte de los centros ni, consecuentemen-te, que los padres y, en su caso, los alumnos, puedan optar por ella. En esta etapa educativa no se garantiza de manera suficiente y adecuada el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y mo-ral que ellos deseen.

Conviene re-cordar que la en-señanza religio-sa escolar forma parte del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convic-ciones religiosas.

MATRICULADOS PIDEN %INFANTIL 11.890 10.132 85%PRIMARIA 25.626 22.567 88%E.S.O. 16.278 10.699 66%TOTAL 53.794 43.398 81%