delitos sin víctima. orden social y ambivalencia moral

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CRITICA DE LIBROS EMILIO LAMO DE ESPINOSA Delitos sin víctima. Orden social y ambivalencia moral (Madrid, Alianza, 1989) La relación entre orden social y orden moral ha sido uno de los ob- jetos tradicionales de la sociología. De hecho, algunos autores contem- poráneos definen ésta como la ética de la modernidad, y tratan de descu- brir el hálito moral que presidió su fundación y su período clásico. Más difícil resulta la tarea de rescatar la dimensión ética de la sociología con- temporánea, escindida entre un empi- rismo ramplón que sigue las exigen- cias del mercado —de consumidores y relectores— y una multiplicidad teórica en donde «todo vale» con tal de ocupar la atención mediática unas cuantas semanas. El nuevo libro de Emilio Lamo de Espinosa escapa de ambas tentacio- nes y analiza con rigor algunos de los temas que han ocupado a la opi- nión pública de las sociedades desa- rrolladas durante las tres últimas dé- cadas. Algunos de estos debates, como el de la pornografía o el abor- to, son ya historia; otros, como la legalización de las drogas, aún en- cienden pasiones y avivan intereses. Pues es de drogas, prostitución, por- nografía, aborto y homosexualidad de lo que se habla en este libro, con un tratamiento prioritario de los dos primeros. Todos ellos son «delitos sin víctima», término acuñado por Edwin Schur y que se refiere a las «conductas que implican siempre una transacción o intercambio voluntario entre adultos de bienes y servicios con una fuerte demanda y legalmente pros- critos». También llamados «delitos contra la moral pública», son compor- tamientos que la sociedad juzga repro- bables y de cuyo análisis participan tres disciplinas: la filosofía del dere- Reis 47/89 pp. 321-343

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Delitos sin víctima. Orden social y ambivalencia moral

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CRITICA DE LIBROS

EMILIO LAMO DE ESPINOSA

Delitos sin víctima. Orden social y ambivalencia moral(Madrid, Alianza, 1989)

La relación entre orden social yorden moral ha sido uno de los ob-jetos tradicionales de la sociología.De hecho, algunos autores contem-poráneos definen ésta como la éticade la modernidad, y tratan de descu-brir el hálito moral que presidió sufundación y su período clásico. Másdifícil resulta la tarea de rescatar ladimensión ética de la sociología con-temporánea, escindida entre un empi-rismo ramplón que sigue las exigen-cias del mercado —de consumidoresy relectores— y una multiplicidadteórica en donde «todo vale» con talde ocupar la atención mediática unascuantas semanas.

El nuevo libro de Emilio Lamo deEspinosa escapa de ambas tentacio-nes y analiza con rigor algunos delos temas que han ocupado a la opi-nión pública de las sociedades desa-

rrolladas durante las tres últimas dé-cadas. Algunos de estos debates,como el de la pornografía o el abor-to, son ya historia; otros, como lalegalización de las drogas, aún en-cienden pasiones y avivan intereses.Pues es de drogas, prostitución, por-nografía, aborto y homosexualidadde lo que se habla en este libro, conun tratamiento prioritario de los dosprimeros. Todos ellos son «delitossin víctima», término acuñado porEdwin Schur y que se refiere a las«conductas que implican siempre unatransacción o intercambio voluntarioentre adultos de bienes y servicios conuna fuerte demanda y legalmente pros-critos». También llamados «delitoscontra la moral pública», son compor-tamientos que la sociedad juzga repro-bables y de cuyo análisis participantres disciplinas: la filosofía del dere-

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cho, la filosofía moral y la sociologíade la desviación.

En relación a los dos primeros, elautor se nutre de la tradición de pen-samiento liberal, mientras que conec-ta la última con el aparato conceptualdel interaccionismo simbólico.

Dos son las cuestiones que se plan-tea Lamo de Espinosa. En primer lu-gar, la legitimidad por parte del Es-tado —vía derecho penal— para im-poner una moral pública; en segundolugar, la eficacia de dicha interven-ción en la producción del cambio so-cial. El tema de la legitimidad perte-nece al terreno del «deber ser», estoes, a la filosofía moral y jurídica; elde la eficacia se inscribe en la esferadel «ser», de la facticidad que estudiala sociología. El autor trata de con-testar a ambas preguntas desde lastres disciplinas arriba mencionadas.Es una empresa teórica valiente y ori-ginal.

En torno a la legitimidad del Esta-do para imponer la moral, Lamo deEspinosa analiza la noción de privaci-dad a partir de Sobre la libertad, deJohn Stuart Mili. Quizá en este pun-to TOtt^Tidm ofeytt&x. ^l mtQt ^u usode un concepto —a mi juicio clavepara su argumentación— que no estáexento de ambivalencias. Mili constru-ye su argumento para limitar la omni-potencia de la sociedad sobre el in-dividuo (lo que su contemporáneoTocqueville llama «tiranía de la ma-yoría»). Mili no menciona un términotan moderno como el de privacidad,pero alude una y otra vez a un espaciode soberanía individual que debe per-manecer ajeno a toda interferencia ex-terna, provenga ésta de la sociedad o

del Estado. Es la privacidad el espa-cio de una libertad definida negativa-mente —libertad de o respecto a—que apunta a una zona donde el in-dividuo es dueño y señor. Si la liber-tad positiva —libertad para— aludea la capacidad de acción del individuoy, tal como recuerda Berlin, puededar lugar a situaciones totalitarias, lanegativa no es menos problemática.En efecto, la libertad negativa tieneun límite: acaba donde empieza la delotro. Con todo, es la insistencia en lanaturaleza moral —y no social, comoafirma Lamo— de la privacidad lo queconfiere la fuerza del argumentomilleano. En realidad, la noción deprivacidad no es sino la culminaciónteórica de la sacralización del indivi-duo, que los liberales consideran nú-cleo del conocimiento, de la moral yde la política. La privacidad milleanaes, en mi opinión, una categoría másmoral que sociológica.

Otra cosa es la libertad social ocivil, que constituye el objeto de So-bre la libertad, y que es la seguridadde que existe una frontera entre lasociedad y el individuo, entre la esferapública y la privada. El respeto a esalibertad civil (que Lamo llama priva-cidad social) frenaría «el despotismode la costumbre» y aseguraría el de-recho de las minorías (de aquellos quecometen los delitos sin víctima). La li-bertad social se relaciona, en Mili, conuna concepción dialógica de la verdad,consecuencia de la confrontación deargumentos, esto es, de la discusiónpública de problemas sociales y mo-rales. También conecta con la deman-da de tolerancia y la «variedad de si-tuaciones», es decir, con la posibilidad

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de nuevas formas de vida y experi-mentación. Tal como la libertad ne-gativa, la tolerancia es problemáticasi se radicaliza, al engendrar un rela-tivismo moral que roza con la indi-ferencia. Pero no es éste asunto quetrate Lamo de Espinosa y es tarea,más bien, de filósofos morales.

El centro de atención de Lamo noes advertir sobre las consecuenciasmorales de la radicalización de lasnociones liberales, sino señalar la apli-cación práctica de las mismas. Másconcretamente, la defensa —a vecesmilitante— de las condiciones de po-sibilidad, legales y sociales, de nue-vas formas de vida. Para nuestroautor, la llamada privacidad social esel ámbito metafórico de conductas ra-dicales (los delitos sin víctima), el es-pacio de una transgresión invisible delorden social. Insiste en la distribucióndesigualitaria de la privacidad hastadecir que «la lectura libertal de Milipuede convertirse en una lectura re-volucionaria» (p. 36). Sin duda, estaafirmación no tuvo en cuenta el adve-nimiento del fin de la historia, pocodado a obsequiarnos con revolucionesy sentenciado precisamente por vocesliberales. A mi entender, la autén-tica radicalidad de Mili se encuentraen la fundamentación de la filosofíapolítica en principios morales (la liber-tad a la cabeza). Es esta necesidad demoralizar una sociedad atenazada porla homogeneización que imponen lasclases medias lo que aún nos permitedescubrir nociones —como la de pri-vacidad— que iluminen los fenóme-nos de la modernidad —como los deli-tos sin víctima—.

Mili defiende la tolerancia de «los

actos y costumbres que no son socia-les sino individuales (...) a esta clasepertenece el acto de beber licores fer-mentados» {Sobre la libertad, p. 17).Sea la ingerencia de licores, el consu-mo de drogas, el ejercicio de la pros-titución o la práctica de la homose-xualidad, el caso es que los llamados«delitos contra nosotros mismos noson socialmente obligaciones». Ni si-quiera para defender nuestro propiodecoro, ya que «a nadie puede obli-garse a que dé cuenta del propio res-peto o desarrollo» {op. cit., p. 158).De este modo, los delitos sin víctimason conductas de agentes responsa-bles que no admiten paternalismo so-cial alguno, cuanto menos la inter-vención del Estado. Sólo el daño aterceros constituye el límite moral aestas transacciones de bienes y servi-cios. Lamo de Espinosa cierra el ca-pítulo con un extenso análisis de lacompleja noción de daño, conceptoque suele abanderar los argumentoscontra la tolerancia de las conductas.

Así, a la pregunta arriba planteadasobre la legitimidad estatal en la con-formación de la moral pública, Lamoresponde negativamente, haciéndoseeco de las posturas liberales más clá-sicas. La otra cuestión planteadaabandona los terrenos de la filosofíaético-jurídica para adentrarse en unaproblemática estrictamente sociológi-ca. Se trata ahora de analizar la efi-cacia de los poderes públicos para laconstrucción social de la moral. Ellose relaciona tanto con el tema del de-recho como motor del cambio socialcomo con la clásica paradoja de losefectos no queridos de la acción.

En relación al cambio social, Lamo

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de Espinosa aventura una hipótesis deno poco interés: el derecho es útilpara alterar comportamientos de natu-raleza instrumental (por ejemplo elaborto, el tráfico de estupefacientes),pero no conductas expresivas (talescomo la homesexualidad o el consu-mo de drogas). Dicha hipótesis des-cansa en los presupuestos de la socio-logía de la desviación americana(Goffman, Garfinkel, Becker) queparte de cuestionar la noción mismade delito: «para la sociología esa uni-dad es totalmente ficticia, pues esautorreférente: el delito es lo que esasí definido» (p. 82). Por si fuerapoco, la desviación se aprende; porello, el tratamiento represivo de lasconductas delictivas contribuye aladiestramiento en el oficio. La pri-sión redefine la personalidad del de-lincuente y le identifica con el es-tigma.

El derecho penal no sirve para mu-dar sociedades. Y, lo que es peor, aveces contribuye a orientar el cambioen la dirección errónea. Es entoncescuando funciona como una «profecíaque se autocumple», tema especial-mente caro a nuestro autor, que gustade explicar —y de manera brillante—los procesos sociales por medio de pa-radojas. Así ocurre en el capítulo«Las drogas y su mundo», en dondese explica «La creación del problemaen España» desde la postguerra hastahoy. Es durante los años setenta cuan-do emerge una cultura alternativa, alhilo de los acontecimientos del 68.Según Lamo, es el poáer franquistaquien, por medio de una identifica-d o s ptttttftoka, covAxmdt cukwta ju-venil con disidencia política. El régi-

men identifica, así, a los socialmentediferentes (homosexuales y drogadic-tos) con los disidentes políticos (co-munistas y masones). Por otra parte,la amplificación del fenómeno del con-sumo de drogas blandas por parte delos «empresarios de la moral pública»contribuye a alterar la valoración delas drogas: de ser «un vicio», se trans-forman en el emblema de la culturajuvenil. La anunciación de la profecíase ha consumado.

Además de las paradojas, a Lamode Espinosa parece gustarle la ambi-valencia y la estudia en sus dos ver-tientes, la psicológica y la sociológica.La primera la analiza a través del con-cepto de vicio, para lo cual recurre ala teoría freudiana y su tratamientodel tabú. Si algunos de los delitos sinvíctima son popularmente considera-dos vicios, el tabú máximo es el cri-men (delito con víctima, sin duda)que, como el vicio, produce la má-xima atracción. Por dos razones. Pri-mero, porque la transgresión al man-damiento por excelencia —«no ma-tarás»— sitúa al criminal en un ám-bito primigenio —la irresponsabili-dad infantil—. Segundo, porque laculpa genera placer, lo cual suponeuna conclusión teórica esencial paraentender la atracción de toda desvia-ción y, en consecuencia, la limitaciónintrínseca de la norma social. Es unalástima que el autor no profundicemás en esta línea teórica (tambiénapuntada al final de su libro anterior,La teoría de la cosificación), porquese aáviene en Bi xrn )¿)h\e psicoanztii-tico que no acaba de desarrollar.

WLis p^tece. kvte.tesatle el otro tit^ode ambivalencia que sombrea los deli-

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tos sin víctima, la sociológica. ParaMerton, la ambivalencia sociológicase produce en caso de conflicto entredos normas de un mismo código.Lamo se sirve de esta noción paraexplicar la prostitución a través deldesequilibrio social (tanto demográfi-co como laboral) y de la confluenciaentre normas culturales contradic-torias.

El libro se cierra con una discusióncrítica de la teoría conservadora delorden social, de Durkheim a Parsons.Según Lamo, es en la profunda in-fluencia del modelo parsoniano don-de debe buscarse la causa del estanca-miento de la sociología del derecho.Hijo de la tradición positivista, elestructural - funcionalismo acepta lanorma como un dato en vez de tra-tarla como un problema. Esta com-placencia con la materia del orden so-cial —para los conservadores, la nor-ma— ha oscurecido perspectivas máslúcidas, como el liberalismo radical

de Mandeville —del que Lamo se re-conoce enfáticamente deudor— en suconsideración de la inmoralidad comoparte intrínseca de la vida social. Vicioy virtud son mundos moralmenteopuestos, pero son socialmente com-plementarios. La virtud engendra alvicio, pues en algún espejo tiene quemirarse. El vicio, por su parte, recreasus virtudes particulares.

La sociedad moderna —concluyeLamo de Espinosa— descansa en unapluralidad de morales. En el cruce delos círculos que conforman estos ethosparticulares se encuentran los delitossin víctima. En este mundo dispar(Lamo parece aceptar la hipótesis deMaffesoli sobre la retribalización cul-tural contemporánea) las situacionessociales se negocian y los significadosse problematizan. Sólo quedan los in-dividuos, que pactan sectorial y tem-poralmente sus conductas. Es el mer-cado universal.

Helena BÉJAR

PETER L. BERGER

La revolución capitalista(Barcelona, Ediciones Península, 1989)

Cuando el pensamiento marxista yneomarxista se encuentra en una si-tuación débil y de escasa lucidez,cuando la funcionalización del marxis-mo ha desembocado en posiciones di-fícilmente sostenibles, cuando los quepueden decir algo permanecen en obli-gado silencio y cuando el diagnósticoy las predicciones de Max Weber sehan hecho realidad. Es en estas cir-cunstancias, que son las actuales,

cuando se produce la emergencia yabundancia de un tipo de discursoscuyo rasgo común es la justificación,a ultranza, del capitalismo sin apenasreparo alguno.

Uno de esos ejemplares que victo-rean y alaban los logros del capitalis-mo en la línea apuntada, últimamen-te, por el llamado pensamiento neo-conservador, es La revolución capita-lista, del célebre P. L. Berger.

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Se trata de poner de manifiesto nosólo las ventajas de este sistema, sinotambién su irresistibilidad y predomi-nio sobre la competencia u oposición.Para ello se alude a los aspectos diná-micos y positivos del capitalismo y,por supuesto, se eluden las conse-cuencias negativas relativas al campode lo humano y de lo ecológico. Tam-poco se analizan rigurosamente algu-nos de los supuestos o fundamentosque permiten tal dinamismo, y el ol-vido es completo en cuanto a las ca-pacidades destructivas y aniquiladorasque le son propias.

Con este objeto se presentan y uti-lizan de forma sutil una serie de pro-posiciones, en concreto 50, acompaña-das de sus respectivas evidencias em-píricas.

No existe duda alguna de que eltítulo del presente libro es represen-tativo de una realidad, porque es cier-to (es un resultado) que las «trans-formaciones» llevadas a cabo por elcapitalismo son un hecho, que no pasainadvertido, dada su constante presen-cia en la realidad actual.

Así, por ejemplo, en nuestras bre-ves biografías podemos observar la se-rie de cambios operados a todos losniveles y cómo, asimismo, todo aque-llo que no ha respondido a las deman-das de la utilidad-instrumental fun-cional se limita a lo que difícilmentesobrevive en este mundo desarrolladoa causa, entre otras, de que se ha cons-tituido en una remora para que losindividuos —aunque no todos— pue-dan alcanzar lo que en su conjuntopodemos denominar bienestar. Es, porello, que la lógica existencial actualresponde en su generalidad a las ne-

cesidades del sistema económico capi-talista, donde todo, salvo algunas es-feras cada vez más asediadas, gira entorno al capital, el mercado, las mer-cancías y el consumo con el acompa-ñamiento firme de la política, enten-dida como dominación, y la legitima-ción que le reporta la utilización pro-ducstiva e ideológica de la ciencia yla tecnología.

El resultado de dicha lógica no pue-de ser otro más que una progresivareducción del individuo que es asu-mida por éste como un logro o libe-ración.

Y esto es posible por la labor efec-tuada por una constante y persistentesocialización llevada a cabo con me-dios, mecanismos, técnicas y agentescada vez más sugerentes, persuasivosy eficaces que cumplen de forma idó-nea su función integradora; hasta talpunto que se consigue que las actitu-des domesticadas y los comportamien-tos mecánicos sean la tónica generalde la vida en sociedad.

A pesar de que no se habla de ellos,es evidente que los transgresores y losdisidentes son retirados, por decirlode algún modo, de forma contunden-te de la real-racional realidad domi-nante y dominadora, por doquier pro-ductora y reproductora de subordina-ción, cuya máxima es solicitar de losindividuos que sirvan estoicamente alas insaciables necesidades de la eco-nomía de mercado.

Es decir, de un lado beneficios, efi-cacia y «bienestar» y, de otro, explo-tación, manipulación e instrumentali-zación. El hombre, o mejor la ideateológica ilustrada de hombre es sus-tituida por la realidad cosa hombre;

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en fin, la eventual objetividad mer-cancía hombre.

Al parecer, resulta que, entre lasdiversas acepciones que se han dadosobre la contemporaneidad, la máshenchida sociológicamente es aquellaque insiste en la conversión-reconver-sión de los medios en fines y de losfines en medios. Esta es una de lasrazones que permiten progresivamen-te un tratamiento cada vez más cien-tífico de la realidad social. Es decir,la Sociología, a medida que se des-prende de lo que «debería ser», setransmuta en una disciplina más «cien-tífica» y, por ende, menos humanistaen la acepción tradicional del término.

En suma, frente a la suntuosa, ce-remonial y redundante presentaciónde los logros del sistema económicocapitalista, se encuentran en este librosilenciados u ocultos sus costos socia-les en términos humanitarios.

Dada la frecuencia de su olvido esmuy importante advertir weberiana-mente que la «revolución capitalista»,al igual que otros tipos de revolucio-nes que se han producido, es revolu-ción en el sentido de que algo o mu-cho cambia, pero esta transformacióntiene por objeto o sirve para mante-ner más vigorosa, más racionalizada,la esencia de lo anterior a la ruptura.Lo cual no es otra cosa más que ladominación en el sentido amplio yabarcador del vocablo.

La contemporaneidad o postmoder-nidad es demostrativa de que el capi-talismo ha revolucionado y está revo-lucionando todos los aspectos de lavida social, comenzando por la propiaidea de hombre: en las sociedadesregidas por el sistema económico ca-

pitalista todo tiende a moverse alre-dedor de lo que es más útil, eficaz yfuncional para el capital.

Una vez hecha esta incursión o co-mentario general sobre lo que dice yno dice P. L. Berger en su obra Larevolución capitalista, subrayo a con-tinuación y de forma concreta lo queme ha parecido más destacable.

En principio, decir que al iniciar lalectura de este libro llama la atenciónel hecho de que a la presentación delo que se pretende desarrollar acom-paña una especie de declaración deprincipios y profesionalidad que rea-liza el autor, se supone, con el fin deacreditar o garantizar la imparcialidadde sus aseveraciones (se suele decirque algunas introducciones son reve-ladoras de algo más que de los con-tenidos a que anteceden, y pienso queésta es, paradigmáticamente, una deellas).

Dada la índole de la misma y surelación con el resto del texto, me de-tendré para exponer alguna de lascuestiones más relevantes donde nofaltan ciertas dosis de ambigüedad:«cada una de estas proposiciones setiene que entender como una hipóte-sis dentro de una investigación em-pírica en marcha» (p. 13), «el libroconstituye un argumento prima faciea favor de estas proposiciones, aunquepor supuesto se. desprende que, enprincipio, cada proposición puede re-sultar falsa» (p. 13), «además, algu-nas de las proposiciones no me gustannada, por lo que me alegraría muchosi viniera alguien y me ahorrase eltrabajo de demostrar que son falsas.De todos modos, debe quedar claro,fuera de toda duda, que lo que se pre-

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senta aquí es hipotético, no definitivoy no dogmático» (pp. 13-14), «soydemasiado buen sociólogo para noprever que me van a echar en caraque una parcialidad procapitalista hainspirado desde el principio la argu-mentación y determinado sus conse-cuencias» (p. 15), «tal vez una de lasironías de mi carrera profesional seaque me haya desplazado a la "dere-cha"» (p. 15), «he procurado todo loque he podido ser imparcial en estelibro con los modelos capitalista y so-cialista de desarrollo, argumentandoque hay que evaluar los dos en tér-minos de un número de criterios mo-rales que propongo» (p. 17), «moral-mente, el capitalismo es el embitemás seguro» (18), «la experiencia ex-tremoasiática hace difícil permanecerimparcial con los modelos capitalistasy socialistas de desarrollo» (p. 18),«no es un libro de filosofía o ética»(p. 14), «la teoría que deseo bosque-jar en este libro queda totalmente en-cuadrada dentro del campo de las ac-tuales ciencias sociales empíricas. Estaafirmación indica lo que el libro noes» (p. 14).

Ahora bien, ante la eventualidadde estas declaraciones, quizá la másrealista es la que hace cuando afirmaque «estoy más en deuda con MaxWeber que con cualquier otro autorde ciencias sociales, y esta deuda sehará patente en muchas páginas deeste libro» (p. 12), y digo realistaporque, en efecto, son muchas las pá-ginas donde las contribuciones de We-ber figuran y, al mismo tiempo, algu-nas de ellas son funcionalizadas demanera notable.

Remitiéndose al autor alemán,

P. L. Berger dice con acierto que «elmayor respeto que podemos ofrecer aun autor, por lo menos en la ciencia,es superarle» (p. 12). Sin embargo,después de la minuciosa lectura deeste volumen, puedo decir que al me-nos en este caso el difícil propósito(que no digo imposible) no ha lo-grado su objetivo. Es más, no sóloresulta ser una pretensión, sino queincluso supone, desde mi punto devista, un alejamiento de Max Weber(la funcionalización de la cual habla-mos anteriormente) en determinadospuntos cruciales —aquí no se dice queP. L. Berger no sea un relevante ydestacado conocedor de la obra deWeber—. Salvo que la mía sea unamuy particular lectura del discursoweberiano, repito que en La revolu-ción capitalista P. L. Berger emite undeterminado tipo de juicios —¿es ésala superación?— que, dicho sea depaso, nada tienen que ver con la cien-cia: se hace factible el sesgamiento y,por lo tanto, se produce de formainexorable el alejamiento de los crite-rios científicos de Max Weber.

En otro orden de cosas, es muy loa-ble —dejando al margen las supuestasintenciones— y meritoso el proyectode P. L. Berger: «Lo que aquí man-tengo es lo siguiente: la teoría del ca-pitalismo que hay que establecer tieneque ocuparse de las siguientes relacio-nes —capitalismo y estratificación, ca-pitalismo y formas de gobierno, capi-talismo y varios sistemas de valor—sea del modo que he intentado aquí ode alguna manera completamente dis-tinta. Una teoría amplia de la culturaeconómica del capitalismo solamentepodrá aparecer cuando la investiga-

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ción sistemática de estas relacionesavance, con diferentes sociólogos, am-pliando o destruyendo la obra de suspredecesores» (p. 13), dilucidando einsistiendo en que: «Una teoría "eco-nómico-cultural" del capitalismo (o decualquier otro fenómeno económico)explorará la matriz o contexto social,político y cultural dentro del que ope-ran esos procesos económicos particu-lares. Este término no supone ningunacausalidad unidireccional. Es decir, nosupone que la cultura determine laeconomía o que, al revés, los factoreseconómicos determinen siempre la cul-tura. Las relaciones causales específi-cas quedan abiertas, caso por caso, ala investigación empírica» (p. 12).

Pero, y sin ánimo alguno de restar-le importancia a los logros que existenen este libro, debo decir que éstas fue-ron no sólo unas de las grandes pre-ocupaciones de Max Weber, sino quese han constituido, por decirlo de al-gún modo, en el meollo a desarrollara partir de sus fructuosas aportacio-nes. No es ninguna novedad decir quedicho plan, «una teoría "económico-cultural" del capitalismo», se encuen-tra esbozada y muy desarrollada endiferentes obras de Weber y, lo quees más importante, sin las mediacio-nes y matizaciones ideológicas que sevierten en este discurso de P. L. Ber-ger.

El libro, que aborda un tema llenode dificultades, está organizado en10 capítulos, cuyos títulos son: «Elcapitalismo como fenómeno» (p. 21),«Vida material: el cuerno de la abun-dancia» (p. 43), «Clases: la escaleradel éxito» (p. 63), «El capitalismo ylas libertades políticas» (p. 91), «El

capitalismo y la liberación personal»(p. 113), «Capitalismo y desarrollo»(p. 141), «El capitalismo del OrienteAsiático: un segundo caso» (p. 171),«Socialismo industrial: un caso decontrol» (p. 209), «El capitalismo y ladinámica del mito» (p. 235) y, porúltimo, «Configuración y aplicacio-nes de una teoría del capitalismo»(p. 253).

El contenido de cada uno de loscitados capítulos hace referencia, enpalabras del autor, a las siguientescuestiones: en el primero «se hacela necesaria labor de definir y deli-mitar el capitalismo como fenómeno»(p. 15), en el segundo se «trata delimpacto del capitalismo sobre la vidamaterial de la gente y de la distribu-ción de los beneficios materiales»(p. 15), en el tercero «se discuten lasclases» (p. 15), el cuarto se ocupa de«la relación entre el capitalismo y lademocracia» (p. 15), el quinto se re-fiere a la relación «que existe entreel capitalismo y lo que corrientemente(y con toda exactitud) se denomina"cultura burguesa"» (p. 15), el sexto«trata de la expansión del capitalis-mo en el Tercer Mundo y de sus efec-tos sobre el desarrollo» (p. 16), el sép-timo tiene por objeto «las sociedadescapitalistas prósperas de ExtremoOriente que, según creo, no se pue-den considerar ya como simples pro-longaciones del capitalismo occiden-tal, sino que se tienen que analizarcomo un "segundo caso" teóricamen-te de la mayor importancia. La com-paración del capitalismo occidentalcon el extremo-oriental permite pro-bar empíricamente un número de hi-pótesis relativas a la cultura econó-

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mica» (p. 16). «El socialismo indus-trial —concretamente la Unión Sovié-tica y sus aliados europeos más avan-zados— constituye un "caso de con-trol" igualmente importante» (p. 17)y es el tema del octavo capítulo, elnoveno «trata de la cuestión de cómoel capitalismo se legitima en el pen-samiento de la gente (la cuestión porexcelencia de sociología del conoci-miento en el presente contexto). Y, fi-nalmente, en el capítulo 10 se intentabosquejar la hechura de la teoría taly como se ha hecho patente, relacio-nando las proposiciones dispersas portodo el texto anterior, y discutiendocómo se puede evaluar moralmenteel capitalismo a la luz de un núme-ro de valores comúnmente aceptados»(p. 17).

Haciendo uso de un esquema sim-ple y mecánico, pero sumamentepráctico, se puede dividir el contenidode este libro en tres apartados —cadauno de ellos responde a la denomina-ción que se le ha atribuido y recogede forma breve algo de lo más desta-cable, respectivamente— que aluden alos siguientes aspectos: el primero seocupa de lo utilizable, el segundo con-tiene lo criticable y el tercero se atienea ciertas recomendaciones que, de al-guna manera, debemos tener en cuen-ta, dada su importancia y, también,a veces su ambigüedad.

1) Es utilizable la observación,evidente y de sentido común, que hacehincapié en que: «El capitalismo hacambiado radicalmente todas las fa-cetas materiales, sociales, políticas yculturales de las sociedades a las queha llegado, y continúa haciéndolo.

La comprensión de este impacto revo-lucionario del capitalismo sobre la so-ciedad moderna es una tarea intelec-tual formidable e importante» (p. 7).Por otra parte, debemos tener encuenta que: «Las instituciones econó-micas no existen en el vacío, sino enun contexto (o, si se prefiere, en unamatriz) de estructuras sociales y polí-ticas, normas culturales y, por supues-to, estructuras de conciencia (valores,ideas, sistemas de creencias). Una cul-tura económica (sea capitalista o so-cialista o de la sociedad clásica hindúeo de cualquier otra civilización histó-rica) contiene por tanto un número deelementos unidos para formar una to-talidad empírica» (p. 32). Convieneno olvidar que: «El socialismo, comoel capitalismo, es un modo completa-mente racional de ver el mundo; di-cho de forma diferente, tanto el socia-lismo como el capitalismo son fenó-menos totalmente modernos» (p. 27),y tampoco que: «Concretamente, laopción básica consiste en si a los pro-cesos económicos los van a gobernarmecanismos de mercado o mecanis-mos de asignación política» (p. 27).

2) Son discutibles las siguientesafirmaciones: «El efecto general delos sindicatos sobre la desigualdad esdudoso» (p. 60), «Si queremos mejo-rar la condición material de la gente,especialmente de los pobres, haremosbien en optar por el capitalismo»(p. 62), «todos los Estados totalita-rios que existen en la actualidad seencuentran comprendidos en la esfe-ra socialista» (p. 105), «Queda claro,sin embargo, que la anterior hipótesisda por supuesto que la aparición enel futuro de un socialismo democrá-

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tico es muy poco probable» (p. 102),«Sean cuales sean los pecados que ha-yan podido cometer, aquí y allá, lasmultinacionales son los vehículos másimportantes para transferir a los paí-ses del Tercer Mundo capital y tecno-logía, para instruir al personal indí-gena en las ocupaciones económicasmodernas y, por último, y no lo me-nos importante, para ingresar en lastesorerías tercermundistas unos im-puestos seguros» (p. 155), «El desa-rrollo de las sociedades capitalistas delOriente Asiático es la demostraciónempírica más importante de la false-dad de la teoría de la dependencia»(p. 156), «como disposición institu-cional, el capitalismo ha estado singu-larmente falto de mitos plausibles»(p. 236), «los intelectuales tienen lapropensión a favorecer el socialismoporque creen que las sociedades so-cialistas les conceden poderes y privi-legios que el capitalismo les niega»(p. 240).

3) Este apartado, complementodel primero, incluye diversos aspec-tos: «Es esencial de la mente humanadesarmar lo que la experiencia presen-ta como un todo» (p. 21), «el socia-lismo empírico ha significado la buro-cratización general de la economía»(p. 100), «En resumen, la liberacióny la alienación son la cara y la cruzde la misma moneda capitalista»(p. 140), «El capitalismo es una delas fuerzas más dinámicas de la histo-ria humana; ha transformado una so-ciedad tras otra, y ha quedado esta-blecido hoy como un sistema interna-cional que determina el destino eco-nómico de la mayor parte de la hu-manidad, así como su destino social,

político y cultural, por lo menos indi-rectamente» (p. 141), «capacidad in-comparable que tiene el mercado paraestimular y racionalizar la actividadeconómica» (p. 161), «La evidenciadel Oriente Asiático prueba la false-dad de la idea de que un alto gradode intervención estatal en la economíaes incompatible con el éxito en el de-sarrollo capitalista» (p. 193), «En con-tra de las creencias que han consegui-do una amplia aceptación en los úl-timos años, no corresponde al soció-logo, como sociólogo, hacer juiciosmorales» (p. 260), «El presente libro,un ejercicio de teorías sociológicas, haproducido una serie de hipótesis.La sociología no puede hacer más. Porsu misma naturaleza es provisional,siempre necesitada de revisión, proba-bilística incluso en sus descubrimien-tos mejor fundamentados» (pp. 267-268), «La ciencia, por su misma na-turaleza, es inmensamente paciente einconclusa» (p. 268), «A fin de cuen-tas, toda la evidencia empírica que lasociología puede poner a disposicióndel que va a actuar no hace más queindicar cuáles son las apuestas que pa-recen más seguras» (p. 268) y «El so-ciólogo moderno probabilista hasta elfin» (p. 269).

Antes de finalizar, es convenientepresentar unas limitadas conclusiones,producto de la completa y detalladalectura que he realizado. Al mismotiempo, se recomienda al posible lec-tor que coteje dichas observacionescon las ya referidas, al principio delanálisis, del autor, pues se me alcanzaque son demostrativas de que unacosa es autodefinirse y otra muy dis-tinta —sociológica— que a uno lo de-

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finan, objetivamente, a partir de loescrito por uno mismo.

Dichas terminaciones se refieren, deforma esquemática, a los siguientespuntos:

— No cabe duda alguna que, eneste libro, existen aciertos no-tables; pero tales logros, en miopinión, se consiguen bajo elamparo y la protección teóricaque suponen las aportacionesweberianas.

— Contrapone en exceso esos «fe-nómenos totalmente modernos»y no intuye en su animadver-sión tanto las posibilidadescomo las contradicciones que enmayor o menor medida puedenofrecer ambos en los aspectosque comprenden.

— Asume siempre lo que es fun-cional para el sistema econó-mico capitalista y desecha su-perficialmente todas aquellaspropuestas, realistas e idealis-tas, tales como la «teoría de ladependencia», las críticas de losintelectuales y la «teología dela liberación» que abundan enlas causas del subdesarrollo yen las consecuencias de la de-pendencia.

— Utiliza, interesada y convenien-temente, todos aquellos datosempíricos que satisfacen de for-ma idónea sus argumentos, y seolvida —¿conscientemente?—de las refutaciones contrarias asus propuestas.

— Apenas se tienen en cuenta lascondiciones y circunstancias, devariada índole, que permiten al

capitalismo ser un sistema ope-rativo y altamente productivo.

— Al parecer, una de sus preten-siones consiste en restar impor-tancia a todo aquello que cri-tica, desligitima o simplementeno está de acuerdo con la lógicadel sistema en cuestión.

— En la actual situación en que seencuentra la sociología, no creoque sea oportuno y acertado ce-rrarse a las posibilidades queofrecen las alternativas conside-radas idealistas hoy, pero...

— Es patente que la funcionaliza-ción del sociólogo (en el sen-tido de hacer de él un funcio-nario de lo establecido), de supensamiento y de su imagina-ción no puede producir másque el estancamiento de la so-ciología.

— ¿No existen mitos, ilusiones yesperanzas generados y reprodu-cidos por y en el sistema eco-nómico capitalista a través desus instituciones complementa-rias y accesorias?

— Dado que se pueden posibilitarotros modelos alternativos, ¿noresulta ocioso continuar insis-tiendo en la defensa de uno uotro sistema? ¿Acaso no se pue-de construir una opción a lo queya se ha demostrado que no estotalmente óptimo para todos?Teóricamente hablando, dichaopción es factible si la elabora-mos a partir de (puesto quetanto el capitalismo como el so-cialismo tienen sus pros y suscontras) la conjunción y armo-nización de todo lo provechoso

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y beneficioso de cada uno deellos, y desechando lo destruc-tivo y pernicioso para la especieque indiscutiblemente tienenlos dos. Se trata de hacer realy compatible la igualdad y lalibertad: apostar por el hombrey la especie y disentir de todoaquello que se construye en sucontra.

A pesar de la específica y concretatendencia que se transparenta, y de laslagunas debidas a la no consideraciónde las aportaciones logradas por otrasconcepciones sociológicas, se trata, sinembargo, de un discurso recomenda-ble por varias razones, entre las cua-les destaco las siguientes:

1) Como era de esperar, dada latalla intelectual de su autor,este libro contiene ciertas con-tribuciones.

2) Demuestra, por medio de suejemplaridad, que existen dis-tintos puntos de vista y formasde hacer sociología.

3) Testimonia las posibilidadescientíficas de la sociología yal mismo tiempo, también, suseventualidades ideológicas.

4) No obstante, en mi opinión,la contribución más importantees aquella que, derivada de suseñalado tono a favor del capi-talismo, la convierte en un im-portante revulsivo no sólo delpensamiento, sino también detodos aquellos sociólogos dis-tanciados de las posiciones deP. L. Berger.

5) Raya la broma lo que escribesobre: los intelectuales, la «teo-ría de la dependencia», la teo-logía de la liberación, las mul-tinacionales y cuando dice queque «he procurado todo lo quehe podido ser imparcial en estelibro con los modelos capitalis-ta y socialista de desarrollo,argumentando que hay queevaluar los dos en términos deun número de criterios moralesque propongo» (p. 17).

6) Y, para finalizar, decir que eldiscurso aquí presentado seaproxima a una apología delcapitalismo, y que es paradó-jico que a P. L. Berger no lehaya ocurrido lo mismo que aWeber en su proceso de evolu-ción intelectual.

M. J. RODRÍGUEZ CAAMAÑO

JOSÉ JUAN TOHARIA

La mitad de la explosión.La población española en perspectiva comparada

(Madrid, Fundación Banco Exterior, 1989)

El libro de José Juan Toharia re-sulta muy adecuado para el destinoque le ha conferido el autor: los alum-

nos que se inician, a nivel universita-rio, en el conocimiento de los proble-mas de población. Muy pedagógico y

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de lectura amena, constituye un tex-to recomendable para los estudiantesuniversitarios que no conocen el voca-bulario y la terminología específica detrabajos de investigación más comple-jos. Es una introducción a la proble-mática social de los temas de pobla-ción, interesante y completa.

El texto se centra en la sociedadespañola, sin dejar de enmarcarla enel contexto mundial y en el europeo.Desarrolla cuatro temas fundamenta-les. Particularmente, el primer capí-tulo, dedicado a la situación mundialy española. Supone el autor que la po-blación del planeta se enmarca enuna situación inevitable, pero rever-sible de su evolución. El segundo estácentrado en el estudio de la morta-lidad, para lo cual describe y carac-teriza sus tendencias en el presentesiglo, comparándola con situacionesextremas de otros países. El tercercapítulo, de fecundidad, va más alláde las propuestas habituales, ya queincorpora datos de opinión al respec-to. Las características de la poblaciónespañola, que constituyen el tema delcuarto y último capítulo, se refierentanto a los cambios en la distribuciónespacial como a la composición de lapoblación, de acuerdo con las variablesdemográficas y sociales más usuales.

El libro presenta una considerablecantidad de datos actualizados, de se-ries históricas y de gráficos. Pero di-ría que su mayor virtud es el análisisde los indicadores y su interpretación,netamente sociológica, frente a otrostextos que no superan el mero análisisdemográfico. El tema de la primeraparte, que da título al libro, nos sitúaa mitad de camino del número total

de habitantes del planeta. Con un re-curso original al «reloj demográfico»nos permite ubicarnos en la evoluciónde la población mundial. Según cálcu-los de las Naciones Unidas nos diri-gimos al estancamiento de la pobla-ción, pero para la llegada de esemomento falta aún. Ese tiempo, rela-tivamente corto, si pensamos en lahistoria de la humanidad —sólo unacenturia—, representa, en términoscuantitativos, duplicar la población ac-tual. El autor se aleja del fatalismo delos neomalthusianos. Considera posi-ble el equilibrio, de acuerdo con lasproyecciones de las Naciones Unidas,y no sucumbe ante el cambio de pesorelativo de cada uno de los conti-nentes.

La situación en España se centraen los cambios operados en los últi-mos años. Acuerdo con su posición deque el descenso de la fecundidad delas mujeres ha constituido el cambiomás significativo de este período.El autor analiza las consecuencias deesta alteración fundamental, no res-pecto de otras variables demográficas,sino para el conjunto de la sociedad.

De la segunda parte, dedicada a lamortalidad, destacaría la manera enque el autor nos sitúa frente a la muer-te. Las sociedades con altos nivelesde mortalidad son equiparadas a situa-ciones ya pretéritas en los países deelevada esperanza de vida. La presen-cia de la muerte y la conciencia socialde rechazo o marginalidad que ellaimplica es analizada por el autor, rela-cionándola con las edades de mayorfrecuencia del suceso. Tratar un temade población no significa abandonarsea los números, sino situar la expe-

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rienda cotidiana frente a los hechosfundamentales de la biografía del indi-viduo, en el contexto social en quediscurren.

La tercera parte, aun cuando se ti-tula «Fecundidad», abarca también laconstitución de la familia, a través delos estudios de nupcialidad y de lasconcepciones y opiniones que los/asespañoles tienen del matrimonio.El desarrollo del tema se inicia conun análisis del crecimiento de la po-blación española, estableciendo la pe-riodicidad de su evolución hasta des-cribir la posible situación de creci-miento cero, que no sería inmediata.Del crecimiento se pasa a la reproduc-ción, introduciendo el significado delreemplazo de generaciones.

El análisis de la nupcialidad estáinserto en el cambio social que afectaa España desde el inicio del procesodemocratizador. Las hipótesis expli-cativas intentan abarcar toda la rique-za del fenómeno, desde el abandonodel modelo de matrimonio religioso,como única forma de constituir unafamilia, hasta las variaciones en losdistintos grupos de edad. Los cambiosen las edades medias al matrimoniono resultan suficientes para describirla variedad de situaciones y de com-portamientos que las distintas gene-raciones tienen frente al casamiento.El autor considera que existe una rup-tura generacional en las actitudes delos españoles/as frente a la separaciónclave de reproducción y matrimonio,que estimo se ha operado con la re-volución sexual y la eficacia de losanticonceptivos.

La estimación del tamaño de la fa-milia ideal nos deja con la expectativa

que el descenso de la fecundidad delos últimos años sea un hecho trans-versal y no atribuible a las generacio-nes. Si bien es cierto que existe unacorrelación positiva entre la edad yel número de hijos; tanto el númeroideal como el número deseado resultasuperior a dos, en todos los casos.

La última parte, dedicada a las ca-racterísticas de la población española,comienza como las anteriores situán-donos en el proceso de cambio socialque se ha verificado, en este caso, de-bido a la redistribución de la pobla-ción en el territorio. Es de destacarque nuevas pautas pueden surgir, enla medida en que los intercambios en-tre centro y periferia parecen habersedetenido.

El análisis de la composición porsexo (género) y edad es la clásica enestos estudios, lo mismo que la deestado civil. En cambio, la composi-ción por categoría socioprofesional de-fine «cinco Españas». El autor esta-blece una tipología de cinco categoríasque corresponden a grupos sociales,algunos más homogéneos que otros,caracterizados por las respuestas dadasy las opiniones que tienen sobre símismos.

Este libro cumple con el objetivoque se ha propuesto el autor. Biendocumentado, con datos recientes yuna exposición sencilla, es adecuadocomo texto introductorio de los estu-diantes universitarios. Un hecho adestacar es lo particular que resultasu exposición al describir situacionesaparentemente contradictorias o indi-cadores que parecen apuntar a situa-ciones contrarias, para luego demos-trar la congruencia de su interpreta-

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ción. Esta forma de exposición per-mite a los alumnos entender las limi-taciones de cada uno de los indica-dores y la precisión con que debenser explicados, a la vez que la rique-

za del proceso de cambio social, me-dido a través de los hechos de pobla-ción.

Graciela SARRIBLE

J. A. PRADES

Persistance et métamorphose du sacre.Actualiser Durkheim et repenser la modernité

(París, PUF, 1987)

José A. Prades, profesor de Socio-logía en la Universidad de Québec,en Montreal, es uno de los sociólogosespañoles con mayor proyección inter-nacional, aunque, desgraciadamente,su obra —escrita en francés— es pococonocida en España y lamentablemen-te no ha sido traducida todavía.Entre sus diversas publicaciones des-tacaría La sociologie de la religióncbez Max Weber y esta que aquí nosocupa, que puede ser consideradacomo el mejor estudio publicado has-ta la fecha sobre la sociología de lareligión de Durkheim, junto al deW. Pickering, Durkheim's Sociólogyof Religión: The mes and Theories.Dado que el análisis de la religión escentral en la sociología de Durkheim,esta obra atraerá vivamente a todosaquellos que estén interesados en elconocimiento de este clásico y, sobretodo, en la prolongación y aplicaciónde sus planteamientos para el análisisde nuestra sociedad. De hecho la in-tención de J. A. Prades no es sólo re-construir la lógica y la articulaciónde todos los escritos durkheimianossobre la religión, sino fundamentar eneste clásico de la sociología un estudio

sobre el papel de lo sagrado —queno es identificable con lo religioso-divino— en este tiempo nuestro a ca-ballo entre la modernidad y la post-modernidad. Nos parece que éste esun medio muy adecuado para mostrarque el carácter de clásico otorgado aDurkheim se basa en la virtualidadde su obra para seguir analizando loscambios de la sociedad actual.

Esta obra del profesor Prades sedivide en tres partes y siete capítulos.En la primera de ellas, después deuna introducción sobre las relacionesentre lo sagrado, la humanidad y lamodernidad, se aborda el tema de ladefinición durkheimiana de la reli-gión y el debate suscitado en tornoa la misma (capítulos 1, 2 y 3). Con-tra Freud y Marx, Durkheim defiendeel carácter real —no ilusorio— de lareligión y afirma que lo sagrado es elfundamento de lo social. A través deun fino, detallado y riguroso análisistextual, J. A. Prades va reconstruyen-do el proceso de elaboración de la de-finición durkheimiana de religión, lacual se distancia de las posiciones quela fundamentan en lo sobrenatural oen la divinidad. Por el contrario, para

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Durkheim la religión es un sistemade creencias y ritos relativos a las co-sas sagradas. La ruptura operada poreste autor con la concepción judeo-cristiana de religión tiene grandes re-percusiones, según Prades, pues nospermite investigar la religión —lo sa-grado— de individuos y sociedadesque se defienen como agnósticos oateos respecto a religiones basadas endivinidades o entes sobrenaturales.En esta línea es muy interesante otraobra de Prades dedicada al estudio delas figuras contemporáneas de lo sa-grado en Canadá. En el libro que aho-ra comentamos lo más interesante esla investigación que se abre sobre elobjeto y el sujeto de creencias y ritosen individuos y en sociedades que setienen a sí mismas por secularizadas;a ello responde la parte del título dela obra referido a la metamorfosis delo sagrado.

Los capítulos IV y V forman la se-gunda parte de este libro, que con-sidero que es la más interesante einnovadora. Después de realizar unaexposición sobre las críticas de Par-sons y Stanner a las tesis de Durkheimsobre lo sagrado y la religión, el autorestablece una tipología de gran alcan-ce para estudiar la diversidad y hete-rogeneidad de manifestaciones religio-sas. Distingue entre «nomorreligión»(forma de lo sagrado-divino), «cuasi-religión» (forma de lo sagrado pró-xima o parecida a lo nomorreligioso)y «pararreligión» (forma de lo sagradoparalela u opuesta a lo nomorreligio-so). En nuestro mundo los fenómenoscuasirreligiosos (nacionalismos, ciertasideologías políticas) y pararreligiosos(exoterismos, cultos populares, feti-

chismos, supersticiones) son los másinteresantes y los que ponen en entre-dicho el carácter exclusivamente pro-fano de nuestro tiempo. Es esta inca-pacidad para vivir sólo con realidadesprofanas y esa necesidad de sacralizarlo más destacable de esta parte dellibro. Apoyándose en Bellah y otros(Habits of the Heart. Individualismand Committment in American Life),nuestro autor propone la hipótesis deconsiderar el individualismo como elámbito de lo sagrado en las socieda-des de capitalismo avanzado.

La tercera parte (capítulos VI yVII) está fundamentalmente dedicadaa debatir el societismo durkheimianoy a subrayar el carácter heurístico dela sociología de la religión como dis-ciplina centrada en el análisis de ladescripción y explicación de la per-sistencia y la metamorfosis de lo sa-grado en nuestra sociedad, pues segúnPrades el hombre moderno y post-moderno sigue estando habitado porcreencias, mitos, ritos y símbolos quetienen un carácter sagrado distinto altradicional. Las formas de lo sagradoen las sociedades complejas es unode los centros básicos de investiga-ción sociológica que propone Prades.En nuestro país, Salvador Giner harealizado brillantes aportaciones a estatemática, y lo mismo puede decirsede Francesco Ferrarotti en Italia. ¿Có-mo no coincidir con Prades en la rele-vancia del concepto durkheimiano de«principio totémico» para analizar,por ejemplo, las diversas nuevas for-mas de sacralización del poder ennuestro tiempo?

El libro se cierra con dos valiososapéndices. El primero de ellos está

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dedicado al influjo del origen judíode Durkheim en toda su obra, y elsegundo al tema de la religión de lahumanidad. Este último tema nos pa-rece que sigue siendo de gran rele-vancia para el estudio de la postmo-dernidad como era del vacío.

Junto a los logros y aciertos ya se-ñalados, la obra presenta también al-gunas insuficiencias. La mayoría de

éstas tienen que ver con el exceso deexpectativas que abre su subtítulo,pues me parece que en la presenteobra hay más materiales para actua-lizar a Durkheim que una acabadaactualización del mismo. Quizá seaesta tarea la que pueda pedírsele acontinuación al autor.

Rafael DÍAZ-SALAZAR

J. J. CASTILLO (Comp.)La automación y el futuro del trabajo. Tecnología, organización

y condiciones de trabajo(Madrid, Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, 1988)

La selección de textos aquí comen-tada presenta de una manera sintéticaun marco de referencia y un conjuntode ideas guía sobre las consecuenciasdé los procesos de automatización enlo que hasta ahora era el trabajo hu-mano y su entorno. La propia elec-ción del título plantea con claridad lacomplejidad de las relaciones entrela tecnología y el trabajo humano.La selección de textos realizada porel profesor Castillo tiene por objetocontribuir a la incipiente cultura in-dustrial española.

Lo primero que destaca en los tex-tos seleccionados es la unanimidad ala hora de valorar la relatividad deldesarrollo de los modelos tecnológi-cos. En general, los autores elegidosapuestan por otorgar sentido no a latecnología, sino a la opción organiza-tiva en la que se integra. Si los tra-bajos de Butera («La automatizaciónindustrial y el futuro del trabajo obre-

ro») y Baldissera («Máquinas antro-pomórficas y mentes artificiales») serefieren a ámbitos teóricos que pue-den ser entendidos como sesgados, lostrabajos de F. Eyraud («Desarrollo delas calificaciones y aprendizaje por laempresa de las nuevas tecnologías»)sobre el proceso de implantación delas máquinas MHCN en Francia nopueden ser más explícitos.

Frente al poder demiúrgico atribui-do en otro tiempo a la tecnología,los autores seleccionados apuntan unnuevo modelo de relaciones entre lamáquina y el hombre. Desastrescomo el accidente nuclear de la Islade. las Tres Millas proporcionan lospuntos de inflexión para el desarrollode un nuevo modelo mental que aban-done esquemas como el de la CajaNegra y sitúe en el cetro de todoslos sistemas tecnológicos la flexibili-dad del trabajo humano. Si hasta aho-ra la tendencia era aproximar el hom-

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bre a la máquina, ahora se invierte elsentido. La dirección apunta a unamayor comprensión sobre los carac-teres del pensamiento humano, sobresus límites. La nueva situación aca-rrearía asimismo un cambio en loscriterios de elaboración del diseño,tanto del equipo lógico y de los len-guajes como del equipo físico.

La conceptualizadón corresponde alartículo de Butera, quien ofreciendoun repaso sistemático de las diferen-tes concepciones establece las caracte-rísticas básicas de la automatizaciónciñéndose con rigurosidad a los pro-cesos de producción. La dificultadteórica de definir un concepto tanamplio conduce a Ingrao y Piacentini(«Automatización flexible y robóti-ca») a limitar la conceptualización alplano del proceso de fabricación.

El meollo de los trabajos se centra,sin duda, en torno a la propia esenciade la naturaleza del trabajo. Nadiediscute que la implantación de lasinnovaciones tecnológicas está provo-cando disminuciones apreciables en losvolúmenes de mano de obra. No e.stan nítida la valoración del trabajorestante. Para Butera, las posibilida-des están abiertas: o se fomenta lafigura profesional del trabajador deprocesos que ejerce un control real,o se desarrolla la figura del trabajadorauxiliar, subordinado y limitado a lastareas repetitivas y menos creativas.

Kern y Schuman («Trabajo y carác-ter social») cuestionan los modelos depolarización y optan decididamentepor una reprofesionalización de lamano de obra. Su investigación, cen-trada en cuatro sectores industriales(química, automoción, mecánica y ali-

mentación) y circunscrita a la realidadalemana, se elabora desde el teoremade la doble relación con el trabajoen el que pugnan la perspectiva delasalariado, reforzada por la cohersióndel sistema de trabajo, y la perspec-tiva del sujeto que percibe su trabajocomo productor. Según esta teoría, eltrabajador tiene la posibilidad de ha-llar en el trabajo su identidad. Con lanueva dirección de los procesos pro-ductivos se producirá una revaloriza-ción de las cualificaciones y un desa-rrollo armonioso de los dos términosde la relación. Sin embargo, estos cam-bios afectan sólo a los sectores cen-trales de la producción, y marginal-mente a la periferia, como su últimoestudio, también editado por el Mi-nisterio de Trabajo, se encarga deconfirmar.

Esa tendencia a la reprofesionali-zación es compartida por Invernizzi(«Organización y calidad del trabajode oficina») en lo que se refiere alas oficinas. Cillario («El engaño dela flexibilidad») también acepta esteproceso. Desde una posición crítica,la reprofesionalización de las cualifi-caciones es una exigencia de la nuevavalorización del capital, que requierepara avanzar de la acumulación deconocimiento y saber, al igual que dela acumulación de dinero.

Ciborra («Intercambio, poder ycoordinación»), discute la tesis deGallino, según la cual el desarrollode la informática ha de conducir ha-cia el desarrollo de estructuras em-presariales democráticas, enfrentandola teoría transaccionista de William-son con la tesis insurreccionista deMargin. Frente a Williamson, que ve

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en la jerarquía la única vía eficazpara establecer las relaciones de tra-bajadores y patronos, Marglin ve enella la justificación de las relacionesde poder, aun reconociendo el papelesencial que juega el empresario, si-milar al del director de orquesta delque. habla Marx. La conclusión deldebate se decanta por considerar muydifícil el desarrollo democrático a par-tir del impulso tecnológico; todo lomás, el mayor acceso a la informa-ción, por parte de los agentes socia-les, se traduciría en un mejor funcio-namiento del mercado.

El artículo de Linhart («Crisis ytrabajo») plantea la pugna entre latendencia que hace del trabajo el cen-tro de la vida (el trabajo organiza lavida de la gente) y la creación de lascondiciones para que éste deje de serel centro de la vida y se establezcauna sociedad del ocio. La creación deesas condiciones entra en contradic-ción con la ideología de consumo, hoyfuertemente arraigada, que lejos dereducir el tiempo libre de los ocu-pados, los obliga a incrementar eltiempo dedicado al trabajo, so penade fracasar.

El cambio de rumbo de los pro-cesos productivos supone una nuevaforma de relación con los instrumen-tos de trabajo, el desarrollo de nue-vas patologías laborales y la apari-ción de efectos negativos, al menospara algunas de las categorías labora-les implicadas. El artículo de Bagna-ra y Visciola («Automatización y es-trés») nos introduce en el mundo dela ergonomía mental, con la introduc-

ción de las nociones de carga deltrabajo mental y organizativo. Las re-laciones entre la máquina y el hom-bre, con atribuciones rígidas y repe-titivas de te'tareas provoca, apartede las nuevas enfermedades de tipofísico relacíoriádas con la pantalla,una intensificación del estrés y de losproblemas mentales. Manacorda («Lasnuevas tecnologías electrónicas y eltrabajo de las mujeres en Europa»)explica que las posibilidades de fle-xibilidad que la automatización intro-duce puede servir de excusa para re-ducir cualitativa y cuantitativamenteel papel de la mujer en el trabajo, yanaliza el papel del tele trabajo, elnuevo trabajo a domicilio que puedellegar a alargar las jornadas de todala familia, el trabajo a tiempo parcialy las circunstancias en las que se pro-duce.

Si ha quedado claro que la tecnolo-gía es ante todo cuestión de opcionesorganizativas, la determinación dequién va a realizar el diseño se con-vierte en una cuestión crucial. Estoes lo que se plantean Maggiolini («Lanegociación sobre las nuevas tecnolo-gías en Europa») y Mumford («El di-seño participativo de sistemas»), elprimero desde la óptica sindical, y elsegundo, insistiendo en el hecho deque el diseño no es una competenciaexclusiva de los expertos técnicos.

En definitiva, por muy importantesque hayan sido los logros de la auto-matización, hoy por hoy están supe-ditados al avance sobre los conoci-mientos humanos.

Santiago MARTÍN FERNÁNDEZ

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MlCHAEL BURAWOY

£1 Consentimento en la Producción(Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1989)

(Edición original americana, 1979)

Con la consolidación del Capitalis-mo Monopolista, la historia ha obli-gado al marxismo a ir más allá deMarx. Burawoy, catedrático de Socio-logía de la Universidad de Berkeley,en 1979, ofrece una explicación de latransformación y continuidad del ca-pitalismo como forma concreta de ob-tención y enmascaramiento de plusva-lía. Critica dos de las líneas del mar-xismo del siglo xx, la teoría del Es-tado y la psicológica, de no advertirla importancia que reviste la trans-formación del proceso productivo yla capacidad de la fábrica en atenuarlas luchas de clase y generar adhesiónal sistema productivo capitalista.

El mérito de la Sociología Indus-trial consistió en recuperar el caráctersubjetivo del trabajo frente a la con-cepción marxista siglo xx del traba-jador-mercancía. Cualquier actividadgenera un margen de iniciativa sus-ceptible de producir cierto tipo de sa-tisfacción, que generalmente presentaforma de juego. Los sociólogos indus-triales tienden, no obstante, a reali-zar generalizaciones ahistóricas de lasperspectivas del conflicto, bien desdela armonía subyacente, bien vía con-trol social. No existen teorías genera-les, sino conceptos generales o teoríasconcretas. Ello lleva a Burawoy a con-siderar necesaria la elaboración inicialde un esquema marxista que integreaportaciones de la Sociología Indus-trial y de la Teoría de la Organiza-ción en un contexto histórico con-

creto: el proceso productivo capita-lista.

Ante el consenso de los investiga-dores sobre la forma de enfocar elproblema del proceso productivo porel lado de una reducida intensidad deltrabajo, Burawoy se plantea por quélos trabajadores trabajan tanto. Su ob-jetivo concreto será exponer cómo seorganiza el conflicto y el consenti-miento en el taller. Es imposible en-tender las actividades productivas almargen de los aspectos políticos eideológicos de la organización de laempresa.

Decide, entonces contratarse duran-te diez meses como maquinista en unagran empresa (Allied Corporation),al azar la misma que treinta añosantes permitió a Donald Roy realizarsus investigaciones sobre las causasque llevan a los trabajadores a norendir más. Esta casualidad le per-mite realizar un análisis de las trans-formaciones y evolución del capitalis-mo durante el período 1945-1975,usando como referencia los cambiosproducidos en dicha empresa.

A partir de las condiciones de vidaen el trabajo descritas por Roy, llevaa cabo una comparación exhaustivaentre las dos realidades organizativasdel proceso productivo, analizando laevolución desde ej capitalismo com-petitivo (estructura despótica y coac-tiva del trabajo) al capitalismo mo-nopolista (estructura hegexnónica del

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trabajo centrada en el consenti-miento).

El capitalismo monopolista habríalogrado generar el consentimiento enlos trabajadores, a la vez que encubriry asegurar la plusvalía, mediante unanueva organización del proceso pro-ductivo capitalista, que conlleva unaumento del individualismo y la auto-nomía en el trabajo, y una mayor com-petencia entre los trabajadores, de for-ma que el conflicto entre direccióny trabajo se diluye y se traslada aformas de competencia lateral, gene-rando a su vez consentimiento. Este,a diferencia de la explicación ofrecidapor los psicólogos marxtstas, se ge-nera y reproduce en la fábrica y nodepende de la legitimidad inculcadaen la mente de las personas por algu-nas instituciones sociales.

La organización de la actividad enel taller como un juego, la potencia-ción del mercado interno de trabajoy la organización política interna (ne-gociación colectiva) constituyen lastres claves estratégicas del nuevo mo-delo.

Las actividades en el taller se des-criben como parte de un juego en elque los trabajadores intentan alcanzarniveles máximos de producción. Taljuego sirve de marco de evaluación delas actividades productivas y de lasrelaciones sociales derivadas de la or-ganización del trabajo. El juego creauna forma de sentirse absorbido yatraído por el trabajo (satisfacciónpsicológico), a la vez que es el únicomedio de establecer relaciones socia-les en el taller.

Para Burawoy, tal juego se encuen-tra plenamente integrado en el pro-

ceso de producción de las relacionescapitalistas. De hecho, cuando existen,esos juegos no suelen ser independien-tes ni desarrollarse, en oposición a ladirección, sino que ésta suele inter-venir y participar directamente enellos. Incluso, si es necesario, la di-rección intervendrá de forma coactivaen la regulación del juego; una vezcreado, éste reproducirá su propia di-námica. Las reglas se toman comodadas. La violación individual de lasmismas provoca una sanción colecti-va, lo que refuerza los efectos encu-bridores y aseguradores del exceden-te de trabajo y de la generación deconsentimiento.

El juego se convierte así en unaforma de persuasión de los trabajado-res de cara a la colaboración en laobtención de beneficios frente a lacoacción característica del capitalismocompetitivo.

De esta manera el concepto del jue-go establece un vínculo entre la racio-nalidad individual y la racionalidadcapitalista.

La potenciación del mercado inter-no de trabajo se basa en el tiempo depermanencia de los trabajadores enuna misma empresa, lo que generauna mayor vinculación y refuerza lapercepción de interés común con lamisma; la dirección no se concibe yacomo una clase opuesta, potencián-dose a su vez la competencia entrelos trabajadores por determinadospuestos de trabajo.

La clave de la nueva organizaciónpolítica interna arranca del reconoci-miento por parte de la dirección dela necesidad de un sindicato legitima-do con el que negociar, aun aceptan-

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Page 23: Delitos sin víctima. Orden social y ambivalencia moral

CRITICA DE LIBROS

do la limitación que ello supone entérminos de poder. La relación despó-tica dueño-siervo existente en el capi-talismo competitivo desaparece en fa-vor de la negociación colectiva entrela dirección y los trabajadores. Estapodría ser considerada como un juegocon sus reglas dadas, ya que crea porvía institucional un interés común en-tre los representantes del capital y deltrabajo en favor de la supervivenciay crecimiento de la empresa.

La empresa intenta protegerse delas vicisitudes de los procesos políti-cos e ideológicos externos ejerciendoun control indirecto e informal sobreel Estado, o bien estableciendo su pro-pia organización política interna, as-pecto olvidado por la Sociología In-dustrial.

Factores externos al taller puedendejarse sentir a través de las luchasde clase o de la competencia capita-

lista. Ambas se limitan mutuamente.La empresa sólo ofrecerá concesionessi con ello no se pone en peligro supropia supervivencia.

El cambio tiene su origen en luchaseconómicas (determinación del preciodel esfuerzo) y luchas políticas (fija-ción de las relaciones existentes en elámbito de la producción realizadas porla dirección). Estas últimas suelen darlugar a un proceso cíclico de imposi-ción-flexibilización. Tal dinámica e.s lamanifestación concreta de la naturale-za peculiar del proceso de produccióncapitalista de encubrimiento y garan-tía de la plusvalía. Sólo cuando lalucha se traslada al plano ideológico,el proceso de producción capitalistapuede verse directamente amenazado,pues son las luchas ideológicas las queestablecen una distinción clara entrelo existente, lo natural y lo inevitable.

M.a Soledad CARRETERO NIEMBRO

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