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DEFENSIVE ARCHITECTURE OF THE MEDITERRANEAN XV TO XVIII CENTURIES

Vol. V

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PROCEEDINGS of the International Conference on Modern Age Fortifications of the Mediterranean Coast

FORTMED 2017

DEFENSIVE ARCHITECTURE OF THE MEDITERRANEAN XV TO XVIII CENTURIES

Vol. V

Editor

Víctor Echarri Iribarren

Universidad de Alicante. Spain

EDITORIAL

PUBLICACIONS UNIVERSITAT D’ALACANT

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FORTMED 2017

Colección Congresos UA

Los contenidos de esta publicación han sido evaluados por el Comité Científico que en ella se

relaciona y según el procedimiento de la ``revisión por pares´´.

© editor

Víctor Echarri Iribarren

© de los textos: los autores

© 2017, de la presente edición: Editorial Publicacions Universitat d’Alacant.

www.publicaciones.ua.es/

Imprime:

ISBN: 978-84-16724-75-8 (Vol. V)

Depósito legal: A 493-2017

FORTMED – Modern Age Fortifications of the Mediterranean Coast, Alicante, October 26th, 27th, 28th

2017

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Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII centuries / Vol V / Echarri Iribarren (Ed.)

© 2017 Editorial Publicacions Universitat d’Alacant

Las fortificaciones perdidas del Darién: los proyectos del ingeniero

militar Antonio de Arévalo (1761-1785) Jorge Galindo Díaza, Laura María Henao Montoyab aProfesor Universidad Nacional de Colombia, Manizales, Colombia, [email protected], bEstudiante Mestrado

Profissional em Conservaçao de Monumentos e Núcleos Históricos MP-CECRE/UFBA, Salvador de Bahía, Brasil,

[email protected]

Abstract

The province of Darién (which straddled what is today the border between Panama and Colombia) had a

key strategic location and vast natural wealth. Despite this, it was neglected by the Spanish crown from

the very start of the conquest, to such an extent that by the end of the XVII century it was home to

British settlements dedicated to military and commercial activities. In 1671 an expedition was sent to

the region under the command of the military engineer Antonio de Arévalo, who at that time held the

post of director of the fortifications of Cartagena, Colombia. His keen grasp of strategy, combined with

his knowledge of the geographical and physical conditions of the New World, led him to plan a complex

network of inland and coastal fortifications. However, all that now remains of these fortifications are his

designs, since the ones that were build were eventually abandoned by their inhabitants, and devoured by

the vegetation and humidity of the dense tropical rainforest.

Keywords: Darién, Antonio de Arévalo, Caimán river, Mandinga river.

1. Introducción

Antonio de Arévalo y Porras nació en la

población de Martín de las Dehesas (Segovia) el

16 de enero de 1717, según las investigaciones

realizadas por Zapatero (1965, 1981). Terminada

su adolescencia ingresó como cadete a la plaza

de Orán en el arma de infantería y antes de ser

ascendido al rango de Yngeniero Extraordinario,

a la edad de 24 años, obtuvo el título de Patente

de Delineador Yngeniero por parte de la Junta de

Fortificación de Madrid.

En 1741 fue destinado a Cádiz, bajo las órdenes

de Ignacio de Sala y ese mismo año pasó a

Cartagena de Indias donde el ingeniero Juan

Bautista MacEvan era director de las obras de

fortificación. En 1749 el rey Fernando VI

ascendió a Arévalo al grado de Yngeniero en

Segundo y al morir MacEvan quedó bajo el

mando del brigadier Lorenzo de Solís. La mayor

parte de su labor profesional la adelantó al frente

de las fortificaciones de la ciudad americana,

destacándose por sus trabajos en la construcción

del castillo de San Felipe de Barajas (1762-

1769), las baterías de Bocachica (1762-1779), la

escollera de La Marina (1762-1771), las obras de

El Espigón (1779-1800), la escollera de

Bocagrande (1762-1778) y el llamado Edificio

de las Bóvedas (1789-1798), entre otros

(Samudio, 2005).

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Durante su paso por América, Antonio de

Arévalo logró compaginar sus labores de

ingeniero director de obras en la plaza fuerte de

Cartagena de Indias con expediciones de

carácter geográfico y militar a lo largo de la

costa norte de lo que hoy es Panamá, Colombia

y una parte de Venezuela. Fue así como tuvo a

su cargo importantes misiones orientadas a

pacificar las poblaciones indígenas tanto de la

región del Darién (1761 y 1785) como de la

Guajira (1773-1777), en la cuales hizo uso de

sus conocimientos cartográficos y demostró su

particular visión en torno a la manera de ocupar

el territorio a través de recintos fortificados

(Zapatero, 1965).

Como premio a su labor pacificadora en estas

regiones, Arévalo recibió los títulos de

Brigadier, primero y poco después de Yngeniero

Director, concedidos por Carlos III en 1773. En

1782 fue Gobernador interino de Cartagena y al

cabo de pocos meses de ascender a Teniente

General, falleció en esa misma ciudad el 9 de

abril de 1800.

2. Las expediciones al Darién

La región geográfica del Darién abarca los

territorios de lo que hoy es Panamá y el norte de

los actuales departamentos colombianos de

Chocó y Antioquia. Se trata de un área selvática

que empezó a ser ocupada por los españoles en

los primeros años del siglo XVI a través de la

fundación de algunos poblados, todos de corta

existencia a causa de los ataques de los

indígenas y de las dificultades en el suministro

de víveres.

Ya en el siglo XVII la región del Darién fue

poco explorada y la presencia española fue

mínima, a tal punto que en noviembre de 1698

un grupo de escoceses liderado por William

Paterson fundó la población de Nueva

Edimburgo en la playa de la bahía de

Anacuchana (llamada luego bahía de Calidonia),

sobre la costa norte de Panamá. El sitio se

fortificó inicialmente con dos baterías dotadas de

60 cañones y defendidas por 600 hombres, todo

con el fin de constituir un puerto comercial y

servir de punta de lanza en busca de un camino

interoceánico hacia el océano Pacífico. Sin

embargo, tropas españolas provenientes de

Cartagena de Indias, lograron expulsar a los

colonos extranjeros a finales de 1700 y demoler

las construcciones allí levantadas.

Los indios del Darién también constituyeron un

problema para la corona española: en 1727 el

presidente de la Audiencia de Panamá, Manuel

Alderete, adelantó un plan de pacificación que

no tuvo éxito y en 1729 mediante Real Orden

del 28 de julio se ordenó el poblamiento de la

Fig. 1 - Mapa del istmo del Darién … A. de Arévalo, 1761.

Fuente: Cartoteca del Servicio Histórico Militar, Madrid. Sig. COL-09-01.

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región con familias provenientes de Canarias

que tampoco prosperó. En 1731 una nueva Real

Orden encargó al gobernador de Panamá la

conquista de la región, apoyado

económicamente por el virrey del Perú, pero de

acuerdo al virrey Caballero y Góngora: A pesar

de órdenes tan estrechas y de tantos auxilios, no

hay memoria de haberse hecho cosa alguna

(Colmenares, 1989/I: 462). Será en 1760 cuando

la órdenes reales del 1 y 6 de febrero de ese año

dispusieron el que se hiciera un reconocimiento

de las costas y la construcción de un pequeño

fuerte, labor que quedará en manos del ingeniero

militar Antonio de Arévalo en 1761.

Una segunda expedición, llevada a cabo en

1785, llevará a Arévalo solo al Golfo de Urabá,

atendiendo el mandato del virrey Caballero y

Góngora y estaba destinada a culminar las

iniciativas adoptadas en la expedición de 1761.

Por último, la expedición de 1788, a la que

Arévalo no pudo acompañar por problemas de

salud propios de su edad, tenía como objetivo

trazar un camino interoceánico, el cual quedó a

cargo del ingeniero Francisco Fersén. La

empresa no tendrá éxito debido a la dureza del

terreno, a las enfermedades del personal y a la

beligerancia de los indios.

3. Máquinas para la guerra: el fuerte de San

Carlos en la desembocadura del río Caimán

Los detalles de la primera expedición al Darién

han sido documentados por Zapatero (1965),

quien la sitúa cronológicamente entre el 10 de

enero y el 26 de febrero de ese año. Además, en

Cuervo (1892/II; 241-264) se puede leer la

transcripción del informe que el propio Arévalo

redactara sobre ella, a pocos días de haber sido

concluida.

Dos semanas después de zarpar de Cartagena de

Indias, la embarcación que conducía la

expedición tocó el istmo de Panamá en el punto

de la bahía de Calidonia, en el mismo sitio

donde en 1698 Paterson había fundado Nueva

Edimburgo. Desde allí Arévalo levantó un mapa

de la totalidad de la bahía, demarcando con las

letras A y B los sitios en donde encontró

vestigios de las baterías escocesas. Igualmente

señaló las poblaciones de Aglatomate (E)

habitada por indígenas y la playa de Aglaseniqua

(G), próxima a la población del mismo nombre

(H).

Fig. 2 - Plano particular de la Bahía de

Calidonia … A. de Arévalo, 1761.

Fuente: AGI, Panamá, 162.

En la memoria escrita por Arévalo y transcrita

en Cuervo (1892) se señala la existencia de

materias primas para la construcción de edificios

en toda el área del golfo del Darién: igualmente

se halla abundancia de maderas de varias

especies propias para construcción y reparo de

embarcaciones y para fábricas y edificios … (p.

252), y en la bahía de Calidonia específicamente

dice que se hallan […] igualmente maderas y

materiales buenos para edificios … (p. 254). Sin

embargo desestimó la construcción de un fuerte

en este sitio dado el enorme gasto de las obras y

las dificultades en el suministro de víveres para

los soldados además de la presencia de pequeñas

ensenadas en el borde de la costa que bien

podían ser usadas por los enemigos.

Por tal motivo, Arévalo se veía obligado a

encontrar otro sitio a fin de establecer una

fortaleza, dirigiendo su interés a la zona próxima

a la desembocadura del río Caimán, sobre la

banda oriental del golfo de Urabá y considerada

por él como una zona más segura. Así nació el

proyecto de fundar la ciudad y fuerte de San

Carlos, al que Arévalo dedicará varios meses de

trabajo, privilegiándolo entonces sobre el de la

bahía de Calidonia.

El proyecto para este fuerte se resolvía mediante

una planta semi regular de tres baluartes (del

Rey, de la Reina y de San Fernando) y dos semi

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baluartes (del Príncipe y de San Felipe),

rodeados por un foso. Una puerta principal

dotada de un puente levadizo, permitía el acceso

a la plaza de armas en donde se levantaban dos

edificios exentos y dos adosados a las cortinas.

En los espacios funcionarían los cuerpos de

guardia para oficiales y soldados, un almacén de

pólvora, una capilla, un almacén de víveres y un

hospital así como las habitaciones para el

capellán y el cirujano, albergando un total de

casi 60 hombres.

Desde el punto de vista militar, el fuerte era

capaz de albergar doce cañones, los ocho de á

ocho, y los cuatro de á cuatro libras de bala, y

doce podreros, con muralla sencilla atronerada

por todas partes, para que la tropa haga fuego

cubierto con la fusilería, y se consiga así la

franca ventilación tan necesaria en estos países

para la sanidad de la guarnición (Cuervo, 1892:

271).

Fig. 3 - Plano del fuerte de San Carlos, … A. de

Arévalo, 1761.

Fuente: Cartoteca del Servicio Histórico Militar,

Madrid. Sig. COL-14-08.

Todas las construcciones eran de un solo piso,

rematadas con cubiertas a una o dos aguas bajo

estructura de madera con tejas de barro. En

cuanto a sus ocupantes, en carta al virrey Messía

de la Cerda de 1762, Arévalo proponía que para

fundar la población del río Caimán se debía

establecer una Compañía de Fusileros de

Montaña, Cathalanes que con sus Familias

contribuyan a su Defenza, Poblazion y Cultivos

de los Campos (citado por Zapatero, 1965: 54).

A pesar de la fuerza de los argumentos de

Arévalo justificando la importancia de la

construcción del fuerte sobre el río Caimán, este

no se construyó de manera inmediata a causa de

la ausencia de capitales para iniciar las obras.

Gracias a Colmenares (1989: 287) se conoce la

instrucción que en 1776 el virrey Manuel

Guirior dejó a su sucesor al respecto, en donde

se reafirmaba la importancia del fuerte de San

Carlos en tanto permitiría también la navegación

por el río Atrato:

[…] no solo debe establecerse la navegación del

río Atrato y darse para ello cuenta a S.M., sino

que sin dilación convenía facilitar los medios

conducentes, reducidos a fabricar una ligera

fortificación en el río Caimán, que sirva por una

parte de freno a los indios bárbaros, y por otra,

de abrigo a nuestras embarcaciones, si fuesen

insultadas por las extranjeras; para lo cual se

han librado anteriormente diferentes órdenes

reales, aun en el concepto de estar cerrada la

navegación del Atrato, por estimarse necesaria

aquella casa fuerte para la reducción de los

indios, y la falta de caudales obligó a dilatar su

ejecución.

Y acto seguido, con los mismos fines, Guirior

justificaba la construcción de un fuerte en el sitio

llamado Loma de las Pulgas cuyos fuegos crucen

al río y puedan impedir el paso de las

embarcaciones que siempre deben atracar allí a

presentar sus guías y pasaportes (Cuervo, 1892:

287). En efecto, en 1780 el capitán de ingenieros

Juan Jiménez Donoso, a órdenes de Antonio de

Arévalo, había recorrido el río Atrato y como

resultado de ello levantó un detallado plano de

su curso señalando la importancia estratégica de

la Loma de las Pulgas, a 12 leguas (50 km

aproximadamente) de la desembocadura del río

sobre la bahía de La Candelaria.

Un año más tarde, Arévalo firmaba un plano con

el diseño de un fuerte provisional situado en la

parte alta del montículo, bautizado San Carlos

del Chocó, cuya construcción demandaba obras

de nivelación y relleno a fin de levantar

parapetos, explanada, plaza de armas y edificios

interiores, rodeados por una muralla de tierra de

17 pies de altura (4,9 m aproximadamente).

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Fig. 4 - Plano particular de un trecho del río del

Chocó …, A. de Arévalo, 1781.

Fuente: Cartoteca del Servicio Histórico Militar,

Madrid. Sig. COL-14-03.

Se tiene conocimiento, gracias a la relación de

1803 presentada por el virrey Mendinueta a su

sucesor Amar y Borbón que los trabajos de

construcción del fuerte de San Carlos se

iniciaron en torno a 1785 pero no se terminaron

en vista de los esfuerzos que demandarían las

obras de los otros fuertes proyectados por

Arévalo en ese año. Además, ni había Ingeniero

qué destinar al reconocimiento del terreno,

proyecto y cálculo del costo, sin cuyos datos

nada podía proponerse a la Corte, ni era

presumible que en los apuros que amenazaban,

hubiese caudal para emprender obras nuevas

(Colmenares, 1989/III: 166).

4. Instrumentos para la ocupación del

territorio: los fuertes de San Fernando de La

Carolina del Darién, San Gabriel y La

Concepción

Ni la expedición comandada por Arévalo en

1761 ni su proyecto para construir una

fortificación en el río Caimán tuvieron

resultados inmediatos. La guerra entre los reinos

de Gran Bretaña y España (como parte de la

guerra de los Siete Años), declarada en enero de

1762, cambió los planes de las autoridades

peninsulares de tal manera que la región del

Darién perdió su interés estratégico hasta cuando

en 1783, Carlos III ordenó al virrey Caballero y

Góngora su ocupación y dispuso la reducción de

los indígenas que la poblaban.

En 1784 se decidió dar cumplimiento a la orden

mediante la construcción de nuevas fundaciones

y se nombró nuevamente a Antonio de Arévalo

como Comandante General de la Expedición,

quien hizo su primera salida en enero de 1785

ocupando los sitios de Caimán, Mandinga y

Concepción. En junio de ese año tuvo lugar la

expedición para ocupar Calidonia.

Lo importante en esta expedición era que ya no

se pretendía trazar de un plan de reconocimiento

geográfico y militar sino que se buscaba

consolidar un proyecto de ocupación territorial y

poblamiento (Rodríguez, 2014). Es por ello que

muy a pesar de los inconvenientes de construir

un fuerte en Carolina del Darién señalados por

Arévalo como resultado de su expedición de

1761, él mismo proyectó ahora el fuerte de San

Fernando de la Carolina del Darién, en la bahía

de Calidonia, a orillas del río Aglatomate y a una

distancia considerable de los vestigios escoceses.

Fig. 5 - Plano particular, perfil y elevación del

fuerte provisional de San Fernando de la

Carolina del Darién … A. de Arévalo, 1785.

Fuente: Cartoteca del Servicio Histórico Militar,

Madrid. Sig. COL-14-14.

En efecto, el 8 de agosto de 1785 el denominado

Ejército de Operaciones de la Carolina del

Darién desembarcó en el sitio estudiado por

Arévalo años atrás y formó un campamento. En

el Plano particular del terreno ocupado con el

fuerte de San Fernando, fechado un mes más

tarde y firmado por Antonio de Arévalo, se

puede ver ya el diseño e implantación de una

estructura bastionada de planta cuadrada, sobre

un descampado a orillas del mar y con un muelle

que se prolonga hacia este desde el borde de

playa.

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En cuanto a las características arquitectónicas y

urbanísticas del proyecto, el Plano particular,

perfil y elevación del fuerte provisional de San

Fernando, fechado el 20 de octubre de 1785, las

permite ver con detalle: el fuerte, en efecto, se

organizaba a partir de una planta cuadrada de 85

varas de lado (unos 70,5 m aproximadamente)

con sendos baluartes en sus esquinas: el de San

Carlos para la defensa del puerto y la boca del

río, el de San Antonio para la defensa del frente

de tierra occidental y los de San Luis y San

Gabriel para la defensa de la retaguardia.

En el plano, el entorno se muestra desmontado

de árboles y malezas y se había demolido un

peñasco de poca altura situado en la

desembocadura del río. Una puerta principal

sobre la cortina que miraba de frente al mar

conformaba el acceso principal a un recinto con

plaza de armas en donde se destacaban varias

edificaciones: una iglesia (sobre el eje principal

de simetría en sentido norte – sur que remataba

en el muelle), los alojamientos para soldados,

almacenes de víveres, hospital, alojamiento para

el cirujano y botica, almacén de pólvora, herrería

y armería. La capacidad estimada de la fortaleza

era de 350 hombres, alojados en 7 edificios para

la tropa (todos de una sola planta, con techos de

alta pendiente) y 2 para oficiales, comandantes y

sus ayudantes.

Una interesante descripción del fuerte de La

Carolina del Darién, dos años después de su

construcción se encuentra en el diario de la

expedición a la costa de Tiburón que en 1787

hiciera el capitán de fragata Luis Arguedas y

cuya transcripción se encuentra en Cuervo

(1892: 379-436), quien no duda en señalar las

malas condiciones del emplazamiento y las

dificultades para su población, estimada en 800

habitantes:

Fundado este establecimiento sobre una playa

de arena jaspeada entre los dos rios Aglatomate

y Aglacenique, el primero que baña los

cimientos del fuerte y el segundo distante una

milla, ambos muy pantanosos hacen á mi ver el

suelo de este plan muy mal sano, tanto por las

cienagas de que abunadn estos rios que por el

retroceso del sol que levantando mucho vapor

de las continuas aguas y natural humedad del

suelo vuelven a recaer sobre las casas por falta

de ventilación … (Cuervo, 1892: 385).

El fuerte estaba cerrado con una doble fila de

estacas de madera y las pocas viviendas en pie

habían sido construidas de cañas con cubiertas

con palmas, eran bajas y pequeñas, mal hechas y

sin ventilación apropiada. La moral de los

soldados tampoco era la mejor de tal manera que

la inactividad se traducía en desgreño y falta de

higiene.

Fig. 6 - Plano particular de una parte del río

Caymán … A. de Arévalo, 1785.

Fuente: Cartoteca del Servicio Histórico Militar,

Madrid. Sig. COL-12-06.

En cuanto al proyecto de 1761 para la obra de

defensa sobre el río Caimán, se hizo necesario

que esperar hasta 1785 para retomar la traza y

construcción del fuerte de San Carlos así como

la población aledaña llamada San Eliseo. El

nuevo diseño, también de Arévalo, alteraba el

emplazamiento adoptado años atrás en tanto se

acerca más a la desembocadura del río sobre un

área libre de malezas y disponía ahora de una

fortaleza de planta cuadrada con mayor

capacidad de alojamiento.

La construcción del perímetro estaría formada

por estacas (hincadas y clavadas), con sendos

baluartes en sus esquinas (La Concepción, San

Josep, San Antonio y San Gabriel) cuyos

flancos, dotados de baterías de cañones,

quedaban forrados con tablas. A la puerta

principal se llegaba desde una rampa que partía

de la orilla del río; una puerta posterior servía de

escape a la población. La nueva planta tenía 180

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varas de lado (150 m aproximadamente) y

contemplaba la construcción de 18 edificios al

interior del recinto organizados en torno a la

plaza de armas: iglesia y sacristía, cuerpo de

guardia, alojamientos y cuarteles para las tropas,

hospital y botica, almacenes de víveres y pólvora

e incluso se discriminaba una habitación para

los indios del Chocó destinados al trabajo y

otras para los pobladores actualmente

empleados en el trabajo, así como sus familias,

mientras se levantaba la población.

Se reafirmaba así, mediante el diseño, un cambio

en la finalidad de esta fortificación: más que el

ataque y la defensa frente a un enemigo

ocasional, lo que se privilegiaba ahora era su

capacidad de albergar a personal militar, a

colonos agricultores y a sus familias, tal como se

explica en el texto que acompaña la planimetría.

Fig. 7 - Plano particular del fuerte provisional

de San Gabriel …, A. de Arévalo, 1785.

Fuente: Cartoteca del Servicio Histórico Militar,

Madrid. Sig. COL-05-04.

Como parte del mismo proyecto de ocupación y

poblamiento del Darién, Arévalo proyectó

también en 1785 los fuertes de San Gabriel y

San Rafael de Mandinga. El primero estaba

situado en la desembocadura del río de La

Concepción, al norte de la bahía de Calidonia: se

trataba de una estructura provisional de estacas,

asentada en un terreno llano y arenoso, a casi 3

m por encima del nivel del mar. El segundo

estaba situado al sur de la punta de San Blas, en

la costa norte del istmo de Panamá, y era su fin

principal el defender a la nueva población de

San Elías.

El fuerte de San Gabriel, pese a su carácter

provisional, tenía una traza cuadrada

abaluartada, de 80 varas de lado (66,4 m

aproximadamente), sin foso pero que

aprovechaba la proximidad del río como

estrategia de defensa. En su interior se

contabilizaban varios edificios que podían

albergar poco más de 50 hombres, a más de una

capilla y sacristía, un hospital y los cuarteles en

donde se alojarían hasta 320 soldados. También

se incluían varios almacenes y habitaciones para

empleados.

Fig. 8 - Plano particular del fuerte provisional

de San Rafael de Mandinga …, A. de Arévalo,

1785.

Fuente: AGI, Panamá, 209.

El fuerte de San Rafael de Mandinga era de

estacas, de planta pentagonal con tres baluartes

orientados hacia el mar en cuyos vértices se

levantaban pequeños reductos para aumentar así

la capacidad de fuego. Como en el fuerte de San

Gabriel, se aprovechaba su proximidad al río

Mandinga que hacía las veces de foso

perimetral. Al interior de la plaza fuerte se

levantaban varias edificaciones: una capilla, un

almacén de pólvora, alojamientos y cuarteles

para la tropa, un hospital, herrería, armería y

almacenes de víveres y pertrechos

Muy a pesar del enorme esfuerzo que supuso el

diseño y la construcción de los fuertes de San

Fernando, San Gabriel y San Rafael, todos ellos

fueron abandonados entre 1791 y 1792 por

orden del virrey Francisco Gil y Lemos, crítico

del proyecto colonizador del Darién a causa no

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solo de las erogaciones que había representado

para el fisco (Castillero, 2008), sino también por

las dificultades en el avituallamiento de los

fuertes y el malestar manifiesto de sus

pobladores.

El mismo Antonio de Arévalo lideró los

procesos de desocupación de los tres fuertes

demoliendo las iglesias y las estructuras

militares para evitar su ocupación por parte de

los indios o tropas extranjeras (dejó en pie las

casas de los colonos en espera de reubicación) y

solo el fuerte de San Carlos sobre el río Caimán

se mantuvo en pie durante unos años más, hasta

1794, en virtud de sus bondades estratégicas ya

que que permitía alguna forma de control sobre

la boca del río Atrato.

5. Conclusiones

Acostumbrados a reconocer en Arévalo un

ingeniero militar altamente cualificado en

aspectos relativos a las técnicas constructivas

empleadas en los proyectos que tuvo a su cargo

en Cartagena de Indias, su labor en el diseño de

las fortificaciones del Darién permite ampliar la

visión de su labor profesional. Por un lado, se

reconoce a través de esta investigación su

conocimiento y habilidad geográfica, dejando

como evidencia la altísima calidad de sus mapas;

por otra parte, se aprecia en él una clara visión

geoestratégica, común a la ingeniería militar del

siglo XVIII, que le permite –a través de

estructuras fortificadas-, consolidar un proyecto

de poblamiento y ocupación territorial

redefiniendo las fronteras de la Corona española

en un área de singular valor político y comercial.

El manejo de diversas escalas de percepción,

permite el registro de los accidentes costeros, la

desembocaduras de los ríos, las elevaciones en

tierra firme e incluso las profundidades del mar

en los puntos próximos a las costas. Pero es

precisamente a partir de la evaluación de esa

información cartográfica que Arévalo obtiene

los medios argumentativos para diseñar un

modelo de ocupación que privilegia los aspectos

estrictamente militares, representados en trazas

que responden a los planteamientos dictados por

la poliorcética.

En cualquier caso, las fortificaciones

abaluartadas entrarán en decadencia en las

postrimerías del siglo XVIII y de manera

especial en Hispanoamérica donde se

convertirán en estructuras inútiles ante las

nuevas formas de la guerra y las vicisitudes de

los procesos de independencia de las colonias.

Referencias

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