de la economia mundial

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VICENTE ECHEVERRIA Delegado General en Europa de la Superintendencia del Salitre y Yodo eL YODO ELEMENTO INDISPENSABLE DE LA ECONOMIA MUNDIAL y FUENTE IMPORTANTISIMA DE LA RIQUEZA CHILENA SANTIAGO DE CHILE IMPRENTA W. GNADT Av. Portugal, 8

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Page 1: DE LA ECONOMIA MUNDIAL

VICENTE ECHEVERRIA

Delegado General en Europa de la

Superintendencia del Salitre y Yodo

eL YODO

ELEMENTO INDISPENSABLE DE LA

ECONOMIA MUNDIAL y

FUENTE IMPORTANTISIMA DE LA

RIQUEZA CHILENA

SANTIAGO DE CHILE IMPRENTA W. GNADT

Av. Portugal, 8

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Sumario

I

Mirada retrospectiva.-Díversas iniciativas en el anti ..

guo Comité Salitrero de Londres.-Contestación a la~ obje ..

ciones hechas a la importancia del Yodo en la propaganda del

Salitre.-Desconocimiento de las consecuencias de la falta de

Yodo en ciertos abonos.-Experimentos sugeridos en la Es ..

tación Experimental del Instituto Biológito de Santiago.

I I

Ojeada de conjunto a los diversos usos del Ybdo . .__Jrn ..

portancia trascendental del descubrimiento de su relación con

la glándula tiroides.--El Yodo como el mayor factor de sa­

lud después de la luz del Sol.-Su distribución ·en los reinos

animal, mineral y vegetal.-Pérdida y restitución del Yodo

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en los suelos. -Importancia del Yodo en los abonos.-Da­

tos comparativos de los diversos abonos según su contenido

de Y odo.-Las pampas salitreras de Chile, gran fuente de

Yodo del mundo.

I I I

El Yodo como negocio.-Diversos países productores de

Yodo. -El consumo mundial del Yodo.-Limítaciones de

su e~pleo en medicina . -Expectativas de sus usos industria­

les. -Lo que se ha llamado la "Paradoja del Yodo" . -Mo­

dalidades de la industria Chilena. -Grandes espectativas que

ofrecen al Yodo sus usos agrícolas y pec:uarios . --Observacio­

nes y Críticas .

CONCLUSIONES

I El Yodo y el Salitre .

11 Defensa del Yodo .

III El Yodo y la Raza .

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El Yodo

ELEMENTO INDISPENSABLE DE LA EC~

MUNDIAL Y FUENTE IMPOR T ANT~A.

DE LA RIQUEZA CHILENA

SEÑORAS Y SEÑORES:

Extremadamente agradecido al favor que me habéis dis­pensado con vuestra presencia, creo que nada mejor puedo hacer para corresponderlo en forma práctica que relevaros cuan­to ántes del temor de estar amenazados por una conferencia formal, llena de datos y cifras tanto más pesados cuanto más precisos.

Lo que vais a oir, más que una conterencia será una sim­ple disertación, porque mi deseo es daros sobre el tema que voy a tratar todo lo que sobre él hay dentro de mí mismo, no como un substracto de conocimientos científicos, que no tengo, sino como algo verdaderamente sentido y en cierto mo­do vivido.

No extrañaréis, por lo tanto, que adopte corno méto-

(1) Trabajo leído en la Academia de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Chile el 5 de Diciembre de 1932.

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do de exposición el cronológico y que, pidiéndoos disculpa por lo que en ello hay de personal, os rueg~e que me acompañéis, a través de la serie de experiencias que me han llevado hasta sacar las conclusiones que al final os someteré, para que po­dáis así juzgar por vosotros mismos si son ellas tan lógicas y justificadas como yo creo.

I

Mis primeros conocimientos prácticos sobre Salitre y Yodo los adquirí en el terreno mismo, cuando poco después de recibir el título de abogado y de desempeñar por dos años la clase de Economía Política en esta misma Universidad, tu­ve la· oportunidad, no sólo de recorrer buen número de ofici­nas salitreras, sino también de ejecutar además algunos trabajos prácticos que por escasez de dinero necesité llevar a cabo perso­nalmente. Todavía tengo fresco el recuerdo de largos y pe­sados kilómetros arrastrando la cadena de mensura, a los cua­les debo la inapreciable ventaja de haberme puesto en con­tacto directo con la Pampa, sus expectativas, sus dificulta­des y sus hombres, estos últimos de todas categoría~. así los encargados de la dirección superior del negocio, como los mo­destos trabajadores de la pala y la barreta . .

Poco pude imaginarme entonces que el conocimiento, así adquirido, de la industria salitrera por el lado de la produc­ción, iba a ser completado, antes de mucho, con el conocimien­to directo adquirido también en el terreno del lado comer­cial de la industria, de sus mercados de venta y de la mezcla de expectativas favorables y desfavorables que también ellos ofrecen.

Como Cónsul en _ Londres primero, y como tal repre­sentante del Gobierno en el Comité Salitrero después, tuve

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ocasión de apreciar con exactitud bastante aproximada el rum­bo de los vientos que soplaban a nuestra principal industria de exportación, las tempestades que ya se veían venir, y las 'probabilidades de alcanzar puerto que ofreciera a Chile ga­rantías de seguridad para el porvenir.

Afortunadamente para vuestra paciencia de oyentes, no es necesario justificar aquí esa aseveración ni aducir pruebas de cómo ella deja a cubierto, por lo menos, mí responsabili­dad de funcionario público. En un pequeño libro ( 1) que qui­zás algunos de vosotros habréis leído, he publicado por or­den de fechas los informes y documentos enviados desde 1908, hasta 1 9 2 7. De ellos consta mi actuación de entonces, en tér­minos que no me corresponde juzgar por mí mismo, pero acerca de los cuales se me permitirá decir, con satisfacción bien ex­plicable, que fueron calificados de profético-$ por un viejo salitrero a quien el libro fué prestado por un amigo común .

Los que lo lean encontrarán ahí en informe enviado ya al Gobierno en 1909, expresada con verdadera ansiedad, la extrema urgencia de reorganizar la industria salitrera, par­tiendo de la base de que el problema fundamental que resul· taba de sus relaciones con los abonos competidores era la re­ducción del precio de costo en SU$ cuatro índices principales: costo de producción, valor del impuesto fiscal, costo de trans· porte y expensas de venta.

Recuerdo haber dicho y repetido entonces que discutir, como solía hacerse, si los enemigos del Salitre. son de esta o aquella clase, era tan ocioso y peligroso como lo fué para los conejos de la fábula discutir si s:us perseguí.dores eran galgos o podencos.

( 1) ''Desde mi Puesto'', Santiago, Imprenta Cervantes, 1927.

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Poco más adelante, después de un viaje en la Alta y Ba­ja Normandía, no pude menos de dar a conocer al Gobier­no el resultado de las observaciones recogidas acerca de la fu­nesta influencia en la venta del Salitre a los agricultores, de la contínua incertidumbre de su llegada y de su precio.

Pudo desde entonces decirse que esos f actories, según tuve ocasión de expresarlo en comunicación de la época, eran de tal modo adversos que impedían, y en cierta manera anu­laban, los efectos de una propaganda que por otros conceptos era inteligente y metódicamente conducida.

Sin embargo, la desorientación de la opinión pública en Chile al respecto era tan grande, que justamente se insistía en atribuir a dicha propaganda, que en cierto modo era lo úni­co bueno que había, el continuado avance de los competi­dores. No se quería ver que era pedirle milagros, exigirle una reforma de los métodos de venta, que sólo habría podido exis­tir sobre la base de la concentración de la industria salitrera de modo que presentara un frente único .

Me correspondió por aquella época, 1913, hacer uno de Ios muchos viajes periódicos que he realizado. a Chile-via­jes que tan útiles · son para mantener el contacto con el país de sus funcionarios en el extranjero---y profundamente con­vencido de la urgencia de imprimir a la indu~tria salitrera un rumbo que no la dejara entregada al interés individual de los distintos productores, dí en la Biblioteca Nacional, una con­ferencia, que fué honrada con la presencia de gran número de miembros del Congre~o. a quienes estaba principalmente des­tinada. Las ideas expuestas encontraron acogida tan favora­ble que ahí mismo se me pidió que redactara, como efectiva­mente lo hice después, un proyecto de ley que, según puede verse en el pequeño libro antes mencionado, en realidad equi-

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vale en todo y por todo a la creación de la Superintendencia de Salitre, es decir, de un organismo ad1ninistrativo que repre­sentara los intereses de la industria; organismo que desgra­ciadamente sólo vino a establecerse muchos años después.

Entre tanto el mundo civilizado caído en las manos de Agamcnon, sufría después de cuatro años de la más terri­ble guerra de la historia, transformaciones importantes, que no pud;eron n1enos de afectar profundamente la industria del izoe, teniendo en cuenta que la experiencia de la lucha mun­cial había revelado la importancia de su producción dentro de las fronteras de cada país para los fines supremos de la defensa nacional.

Malas como eran las expectativas que ese estado de co­sas presentaba para la industria salitrera ~hilena, la circuns­tancia misma, sin embargo, de disponer de un gran stock de salitre acumulado, le ofreció todavía una oportunidad úni­ca de hacer frente a sus competidores en el propio terreno de ellos, mediante una gran combinación de los esfuerzos de las ues entidades comprometidas: el Gobierno, los productores y los entonces tenedores del salitre disponible, conforme tuve ocasión de expresarlo, en resguardo de mi propia responsabili­dad en ese asunto, en una carta pública, dirigida ~ mis colega:> del Comité Salitrero de Londres, y reproducida por la prensa de Santiago en Noviembre de 1921.

Desgraciadamente los intereses individuales, entregados a su propio juego, lejos de bajar los precios y aprovechar el considerable stock existente en combatir la entonces nacien­te industria del ázoe artificial, restringieron su venta para ob­tener los más altos precios posibles y evitar así hasta cierto punto las pérdidas consiguientes a Ía baja que el Salitre su­frió después de la guerra .

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De ese modo se perdi9 lo que, sin exageración, pueqe ca­lificarse de momento psicológico para haber hecho la unifi­cación de la industria y ponerla en condiciones de aceptar, en el propio terreno de sus competidores, la batalla campal que en ese momento le preparaban.

Los acontecimientos desarrollados en los años inme­diatamente posteriores al momento a que se ha hecho refe­rencia, presenciaron el crecimiento en progresión geométrica de la industria del ázoe artificial, y sucedió en esta guerra co­mercial lo que parece ser una de las características de las guerras modernas, o sea que pasada la oportunidad de la gran batalla a campo abierto, no queda otra alternativa que la gue­rra de trincheras .

Se hizo cada vez más evidente que producido el Salitre chileno a miles de millas de distancia de los grandes centros de consumo y habiendo éstos a su vez pasado a ser produc­tores de abonos azoados, iba a ser necesario luchar con las ba­-rreras aduaneras creadas para defenderlos.

Desde ese momento el Salitre dejaba prácticamente de estar en situación de competir con los abonos similares por el sólo mérito de su ley de ázoe. Tenía, como si dijéramos, que replegarse dentro de su propio campo y en cierto modo atrin­cherarse en la gran superioridad que la ciencia y la experien­cia le acuerdan de consono como abono natural, mezcla pre­parada por la naturaleza con componentes inorgánicos diver­sos, pero uno de ellos de valor inestimable y único: el Yodo

Este punto de vista, que es lo que con gran exactitud puede llamarse la segunda línea de defensa y en cierto modo la verdadera defensa del Salitre, es de una trascendencia que por desgracia, a mi entender, no fué oportunamente recono-

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cicla del modo preciso y práctico que su grande importancia req uicre, según puede deducirse de la discusión provocada en la sesión del Comité Salitrero de Londres de 9 de Febrero de 192 7, cu ya acta se inserta en la página 9 7 del libro antes

referido

En efecto, con motivo de un Memorándum presentado en esa época por la dirección de la Industria, tuve oportuni­dad de insistir, como lo había hecho en ocasiones anteriores, sobre la urgencia de seguir una línea definida de investiga­ción científica con respecto a la superioridad del Nitrato de Soda chileno, por la influencia del Yodo y otros de los cons~ titutivos que lo componen, en el desarrollo de la salud de los seres humanos y de los animales, debido a la calidad de los alimentos producidos y fertilizados con dicho Nitrato. Los estudios que ocasionalmente ~e habían hecho al respecto, no podían reemplazar la urgente necesidad de una investiga­ción científica organizada bajo la dirección de la industria chilena.

Sin mirar en menos, dije, .. el trabajo científico y los ·' gastos hechos para reducir el precio del Nitrato de Soda ·' chileno a fin de ponerlo en situación de enfrentar a sus " . competidores, en vista de la dificultad, por no decir im­,' po'.:ibilidad de obtener que el Salitre de Chile pueda ba­, · jar ha·~ta el límite mínimo al cual los salitres artificiales " pueden producirse, es de suprema importancia para el pro­" dueto chileno probar que su composición, tal como es pre­•' parada por la naturaleza, le da sobre sus competidores .un " mayor valor que por sí solo constituye un tít:ulo a un pre­" cío más elevado"

Esta observación fué corroborada llamando, al mismo tiempo, la atención del Comité a la información recibida ert ese entonces acerca de los esfuerzos hechos por los productores de

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Salitres Artificiales en Alemania, para obtener Yodo chileno, a fin de mezclarlo con dichos Salitres y darles algunos de los e:ementos de vida y salud que la experiencia de los últimos años de exclusión del Salitre chileno de los mercados alemanes había probado ser necesario.

Esta iniciativa dió orígen a una cont~tación de parte de la Dirección de la Industria que reconocía la importancia de demostrar que eí Salitre chiieno es más remunerativo al agiicultor que los fertilizantes nitrogenados rivales, a pesar del hecho de que en proporción a su contenido de nitrógeno estos son mucho más baratos que aquél. Pero refiriéndose ense­guida al hecho de que se pueda creer que, además de estos bien conocidos puntos a favor del Salitre chileno (la mayor par­te de los cuales desgraciadamente no se aplican cuando se le compara con el Nitrato de Cal), se crea también que nuestro fertilizante tenga otros atributos que se derivan del Caliche Natural, como ser la potasa y el yodo que suelen contener, se declaró que en términos generales "no " es buena política basar la propaganda en ingredientes '' que están presentes en proporción variable·- y que en " algunos casos están totalmente autentes. Se garantiza " que el Salitl'e chlleno contiene 95 % de Nitrato de " Soda y nuestra propaganda debe basarse sobre el valor " para la agricultura del Nitrato de Soda y no sobre el va­., lor de otros ingredientes que pueden o no estar presentes " en proporciones no verificadas y en un grado prácticamente " inverificable"

Se añadió que una serie completamente diferente de pro­blemas se abriría si el Gobierno de Chile o la Industria Sa­litrera decidiera11 gastar grandes sumas de dinero--algunos centenares de miles de libras. por año----en investigaciones de la "ciencia del suelo". como la llaman los americanos. y que se­ría un gran día para Chile si tomara una parte importante en

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ese trabajo de importancia mundial, de esos que hacen época y qt~e el Salitre chileno ciertamente derivaría gran beneficio de esas investigaciones, sra quien fuere quien las condujera; pero que sería sin embargo un absurdo comprometerse en ~en1ejante trabajo, a no ser que Chile estuviera preparado pa­ra gastar al menos .i 100,000, por año por un pe­ríodo no menor de 20 años, siendo aún inútil esa escala si se repartiera en una gran variedad de investigaciones, por lo cual sería necesario, dentro de ese presupuesto, limitarse a investigaciones de un alcance severamente reducido.

Por mi parte contesté esas objeciones partiendo del prin­cipio de que "no hay peor enemigo de lo bueno que lo me­jor" y haciendo presente que, sin necesidad de incurrir por entonces en los grandes gast~ a que se había hecho referen­cia, trabajos de investigación_ de la mayor importancia po­drían hacerse desde luego aprovechando los recursos relati­vamente modestos de que se disponía.

Al efecto, dí a conocer la organización entonces reden .. temente creada en Chile, con la cooperación de la Caja de Crédito Hipotecario y conocida con el nombre de Instituto Biológico y Estación Experimental de la Sociedad Nacional de Agricultura, considerando que sería de resultados perfec­tamente posibles y prácticos el obtener que dicho Instituto y Estación, con la cooperación del Gobierno y de los Pro­ductores de Salitre, estableciera una sección de las investiga­ciones a que se ha hecho referencia, aumentando los elemen­tos científicos de que ahí ~e disponía ya, con la enorme ven­taja de que los experimentos así conducidos serían perfecta­mente privados y sólo se darían a conocer a la opinión cien­tífica mundial como y cuando conviniera según los resulta­dos que se obtuvieran .

Esta proposición fué aprobada en principio por el Co­mité Salitrero y transmitida a Chile p~ra su consideración

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II

Poco después de esa fecha ( 1927), el Gobierno de en­tonces me relevó de las funciones que tenía como su represen­tante en el Comtté Salitrero de Londres, y aun algo más ade­lante me relevó también de las funciones mismas del Con­sulado.

Pero como, por fortuna, en la economía de la Providen­cia no hay mal que por bien no venga, esas circunstancias, al parecer adversas, lejos de impedirme la continuación de las iniciativas comenzadas me dieron una rara ocasión de prose­guirlas con mayor interés.

Al llegar a esta parte del · relato de mis experiencias so­bre Salitre y Yodo, me veo nuevamente en el caso de pediros perdón por la necesidad de introduciros en un terreno per­sonal; pero ya dije al principio que ésta, más que una con­ferencia, es _una mera disertación de algo en cierto modo sen­tido y vivido por mí mismo.

Sucedió que por esa época los acontecimientos a que se ha hecho referencia me dieron ocasión de renovar una vieja amistad. Londres ha sido con razón comparado en cierto mo­do al Océano. A menos que se busquen intencionadamente dos determinados amigos en Londres, como dos determinados buques en el Océano, sólo se encuentran por rara casuali­dad.

Así fué como en el país donde, según es clásico, las amis­tades son pocas, pero buenas. las circunstancias referida~ me permitieron recuperar uno de mis mejores amigos de allá .

Sirva esta explic3.ción como disculpa para introducirlo

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rn un relato al cual por lo demás es completamente ajeno. Teniendo él de edad aproximadamente 20 años más que yo, y habiéndolo visto en tiempos anteriores en un estado de gran decaimiento general, no pude menos que quedar sor­prendido al observar su extraordinaria agilidad física y la ca­pacidad de trabajo de su vigor mental. No tardé en notar que él los atribuía al uso interno, metódico y continuado del Yodo, es decir lo que generalmente se conoce como tal, esto es, la tintura de Yodo, solución al 1 O % en alcohol.

Preguntado por mí acerca de los efectos precisos que atribuía a ese medicamento, después de rechazar como ina­propiado el uso de dicho calificativo tratándose de un pro­ducto tan simple como el Yodo, me contestó en una forma si se quiere poco científica, pero llena de convicción, que el Yo­do había sido para su organismo algo como el botón de la electricidad que al poner en contacto los alambres respecti­vos ilumina una pieza obscura.

Confieso que hasta ese momento mis conocimientos sobre el uso del Yodo eran bastante incompletos. La inicia­tiva que anteriormente había tomado en el Comité Salitre­ro resultaba más bien producto de un instinto patriótico que de una convicción razonada.

Por lo que había leído u oído, sabía del valor del Yodo para la curación de los pulmones, de la garganta, de 1~ bron­quios, de los intestinos, de los huesos, de las articulaciones, de los dientes, de los oídos, de la piel, etc.; como así también para el tratamiento, entre otras, de dolencias crónicas como la arterio-esclerosis, la tuberculosis, el bocio o coto, el asma, la angina, el reumatismo, la diabetes, la gota, la influencza, etc.

Como es natural, más conocidas me eran las cualidades

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del Yodo como desinfectante de las aguas, del aire, de los ali-­mrntos, · de los utensilios en general, pero· muy particular­mente de los instrumentos, algodones, vendajes y aún los hi­los usados en las_ intervenciones quirúrgicas; incluyendo el uso del Yodo en el tratamiento de las manos de los que to­man parte en· esas. intervenciones, sobre cuyo solo asunto se ha escrito un estudio completo de por sí .

Y, por cierto, no ignoraba, como nadie ignora, el va­lor inapreciable del Yodo en la desinfección de las heridas . Todos saben que el poder del Yodo corno bactericida es enor­me. Los pequeños frascos de tintura de yodo distribuídos a los soldados en la gran guerra salvaron millares de vidas . A pesar de las excepcionales malas condiciones de las trinche­ras y la multiplicidad de los medios de destrucción, gracias al Yodo aplicado a todas las heridas, de~de las más pequeñas hasta las más grandes, el número de las curaciones fué mayor de lo que nunca antes en la historia de las guerras.

Pero esos conocimientos generales acerca de los impor­tantes usos del Yodo, que en cierto modo forman parte del acervo común de toda persona educada, no impedían que me faltara aun por adquirir al respecto algo que en cierto modo es más importante que todo eso junto, cual es el conocimien­to del valor inestimable del uso del Yodo en el mejor fun­cionamiento del organismo en general, aun de aquellos que se reputan sanos.

Es aquí donde debo declararme deudor muy reconocido de quién, habiendo empezado, como he dicho, por iniciarme en ese conocimiento, me inició también de hecho en el uso con­tinuado y 1netódico del Yodo y, con él, en el goce sin nece­sidad de ningún medicamento, de µna salud tan completa ruanto puede desearse dentro del marco flexible de las cir-

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cunsc1noas y del marco inflexible del tiempo, es decir, de la

edad.

Se comprende que. despertado de ese modo mi interés ocr.-;onal en el Yodo, sintiera a la vez reavivarse mi deseo de .ampliar en cuanto me fuera posible los conocimientos gene­r.1lcs indispensables para l!egar hasta el origen de mi propia c·:pcriencia, recordando el aforismo de escuela; la causa de b causa es la causa de lo causado.

Y así fué como vine a saber que, a pesar de que desde la más remota ·antigüedad los griegos apreciaban ya el benefi­cio de las yerbas marinas por su contenido de cierta sustancia que llamaron "Y odes"-palabra griega que significa violeta-, color de los vapores producto de su extrema volatilización aun a la temperatura ordinaria; y a pesar de que ei descubrimien­to científico propiamente tal del Yodo como metaloide que cae bajo la descripción de cuerpo sólido y simple, de textu­ra luminosa, de color acerado obscuro, de brillo casi me­tálico, fué hecha ya por Courtois en el año 1811 ; y a pe­sar todavía de las innumerables hipótesis, experimentos y des­cubrimientos sucesivos, entre los cuales merecen especial men­ción los de Chatin, que desde entonces se hicieron acerca de los usos y beneficios del Yodo-apesar de todo eso, digo, fué sólo en 18 9 5, cuando Baumann descubrió el yodo en la glán­dula tiroides.

Este ha sido, seguramente, el trabajo más importante hecho desde el descubrimiento mismo del Yodo. Baumann vió desde luego la amplitud del campo que se abría a la in­vestigación y sr puso inmediatamente a determinar si la ti­roides enferma contenía tanto Yodo como la sana, encontrando que el porcentaje de Yodo en la pdmera era considerable­mente más reducido que en la segunda. La atención de los in­vestigadores, que hasta entonces había vagado en varias di-

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reccíones, se enfocó de lleno en la cuestión de la deficiencia de Yodo. Revivió la actividad entre los químicos, algo así como había sucedido después del descubrimiento del Yodo. Usando el método de Baumann para la estimación del Yodo, la escuela francesa repitió el trabajo hecho por Chatin, e in­vestigadores americanos empezaron a acum.ular una vasta do­cumentación analítica. Se evitaron en este trabajo moderno los rrrores de la sobre-dosis y de la administración de Yodo al azar que tantos desastres había producido en los resulta­dos de los trabajos anteriores .

Al llegar a este punto, es necesario convenir en que no sería fácil darse cuenta de toda la trascendencia del descubri­miento de Baumann, sin recordar que la pequeña glándula si­tuada a uno y otro lado de la traquea y conocida con e1 nombre de tiroides ha sido estimada en el último tiempo como la glándula de importancia. más general en la econo­mía del cuerpo .

Shofer dijo en l 9 24: La secreción de la tiroide es el más poderoso estimulante del metabolismo del cuerpo que se conoce. Se ha dicho: la edad de un hombre depende dd estado de su glándula tiroides. Se estima q11e toda la sangre del cuerpo pasa por la tiroides dieciseis veces en el día .

El eminente cirujano e investigador Sir Víctor Horsley afirma que la causa de la decrepitud es la degeneración de la glándula tiroides. No cabe duda de que pasada la plenitud de la vida la actividad de dicha glándula dis·minuye. Sabiendo que el cáncer aparece generalmente pasada esa época, no debe ex­trañarse, por lo tanto, la curiosa relación que se ha obser­vado entre la incidencia de esa enfermedad en el estómago y otros órganos y el funcionamiento defectuoso de la tiroides.

¿Cuáles son las funciones de esa glándula tan impor-

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tan te? ¿ Por qué se ha dicho que los signos de su funciona­miento defectuoso constituyen para el organismo la "señal de peligro'' por excelencia?

No podrían contestarse mejor esas preguntas que reprodu­ricndo la tabla formada por el Dr. Barwise acerca de la ne­cesidad de un buen funcionamiento de la tiroides en la for­ma siguiente:

a) Es necesario para un metabolismo efectivo, para bs 'funciones respiratorias y el crecimiento físico;

b) Es necesario para el desarrollo mental, habiéndo­se establecido sin lugar a duda. la relación directa del creti .. nismo y el funcionamiento defectuoso de la tiroides;

c) Es necesario en el período prenatal. La deficien-cta de la secreción tiroideana en las madres durante ese pe­ríodo es la causa de niños raquíticos e idiotas:

d) Es necesario en la pubertad para restablecer en el organismo el equilibrio afectado por la crisis consiguiente a ese período de la vida;

e) Es necesario para la secreción, higiénica de la piel. La deficiencia tiroidea produce sequedad en la piel y pér­dida del pelo;

f) Es necesario para la digestión y la debida asimi­lación de las grasas. La tiroides está íntimamente relacionada con la utilización del oxígeno por los tejidos. Proporciona la corriente que hace arder el fuego metabólico. Si el com­bustible es excesivo la corriente debe ser aumentada para que se queme activamente. De aquí que un funcionamiento de-

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fectuoso de la tiroides produce, especialmente sí no se dísmí­nuye la alimentación, la obesidad, debido a la oxidación im­perf{'cta de las grasa·s .

g) Es necesario para el metabolismo del calcio, espe-cialmente donde el agua es calcarea. La hinchazón del pescue­zo generalmente conocida con el nombre de coto se atribu­ye con frecuencia a las aguas, pero ahora se sabe que só1o se debe a ellas d~ un modo indirecto, en cuanto las aguas pro­ducen por su impureza y dureza una condición intestinal que gravita en exceso sobre el poder normal de la tiroides.

h) Es finalmente necesario para robustecer la resis­tencia del cuerpo contra las infrcciones y para combatir los micro-organismos y sus toxinas.

Con razón se ha dicho, pues, que la complicada ma­quinaria del metabolismo del cuerpo está bajo el control de

~

la glándula tiroides, comparándose su rol con el rol del mag-neto en un automóvil moderno .

. , Esto por l.o que hace a la importancia de la glándula

tiroides. Para apreciar ahora la importancia que a su vez tie­ne el Y,odo en su funcionamiento, basta saber que la tiroide~ es un almacén de Yodo y que sin éste no puede funcionar, por­que la tiroides sólo llena su objeto mediente su principio ac­tivo que es la tiroxina y para la producción de tiroxina en cantidades adecuadas al organismo es esencial una adecuada cantidad de Yodo .

Por eso la función de la glándula tiroides en el hombre y los animales ha sido descrita diciendo -que consiste en reco­lectar, guardar y usar el Yodo que el organismo necesita .

Usando de una bien pensada parábola idea·da por el Dr. Goodfellow de Chesterfíeld, podríamos decir: La glándula

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tiroides es el Banco dd Yodo. En condiciones normales, el depósito original de Yodo hecho por la naturaleza en la cuenta de ese Banco debe ser suficiente para el ser respecti­vo; pero ha de recordarse que se trata de una cuenta que es al mismo tiempo de giro y depósito. Los apuros pueden ocasio­nJrse de tres modos: por defecto del depósito original, por ex­ceso de giros o por disminución de los depósitos posteriores. Así sucedería, respectivamente:

1. Q En d caso de un ser nacido de una madre que no tuviera una glándula tiroides sµficientemente provista de Yodo;

2. Q En el caso de álguien que tuviera que girar extra~ ordinariamente sobre su depósito para combatir una infec­ción microbiana;

3. Q En el caso de otro que no repusiera sus giros ordi­narios por causa de un3 alimentación defectuosa. La hincha­zón de la glándula tiroides o coto vendría a ser el signo de la bancarrota a corto plazo, Se presenta por lo regular cuando el depósito de Yodo ha bajado de ~ de lo normal . Se com­prende por lo tanto que una deficiencia considerable de Y o­do en la glándula tiroides puede ocurrir mucho antes, y tal­véz sin que nunca se exteriorice en ese signo, que debe consi­derarse como una señal de peligro inminente.

Con estos antecedentes, se comprende que no haya ne­cesidad de mayores argumentos para justificar el que ~e haya dicho que no hay ninguna forma de la in:vestigación cien­tífica moderna respecto de los secretos de la salud, que haya dado resultados más nuevos ni sorprendentes que los que se han hecho respecto del Yodo en 10$ últimos años . De sus cualidades como agente externo se ha pasado _al estudio de sus efectos internos en el organismo.

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No puede menos de impresionar a un laico en medici­na, como dice un autor, el ver que los profesionales de todo el globo civilizado, al hablar de sus experiencias en Yodo­terapia con frecuencia aluden en publicaciones médicas a sus resultados llamándolos "milagrosos", "sorprendentes", "casi increíbles", términos poco comunes entre los miembros de una profesión que generalmente adopta lo que podría llamarse una actitud '' ni[ admirari''.

Y a nadie pone en duda que el Yodo es esencial para la salud. Más aún, puede decirse que con excepción de la luz del sol, el Yodo es -reconocido como el mayor factor de salud de que se tiene conocimiento.

Sin Yodo no puede haber crec1m1ento del cuerpo y en cuanto, sin un mínimum de crecimiento del cuerpo, tampoco hay desarrollo del espíritu, puede tambien decirse que sin Yodo no puede haber crecimiento del espíritu .

No hay, por otra parte, ningún sexo, ni ninguna edad que estén inmunes del riesgo de falta de Yodo y de. su de­ficiente asimilación. Esa inmunidad sólo podría ocurrir ~u­poniendo una constitución física original. y totalmente sana, una alimentación rigurosamente balanceada, agua potable ab­solutamente pura, hábitos estrictamente higiénicos y com­pleta exención de molestias y emociones de toda clase .

Lo normal es que, dada la gran variedad de deberes que el Yodo debe llenar, al desempeñarlos sufra pérdidas de más o menos consideración .

Desde lueg·o, se sabe que, aunque en cantidades muy pe­queñas, el cuerpo está contínuamente secretando Yodo, espe­cialmente por medio de los riñones y de la piel. La fiebre y el ejercicio físico incrementan la secreción por medio de la piel, sin disminuir la secreción por medio de 1~ riñones, de

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suerte que aumentan la pérdida total. El ayuno y el sueño disminuyen la secreción, porque, según parece, la función meta­bólica del Yodo se efectúa catalépticamente, esto es, el Y o­do verifica ciertos cambios químicos por su mera presencia, y con muy pequeña o ninguna pérdida de material.

Sea como fuere, es un hecho que la tiroides no puede funcionar adecuadamente sin una renovación constante de su aprovisionamiento de Yodo. Y esto nos coloca en presencia de la importantísima cuestión de las causas que producen la deficiencia de Yodo en el organismo y que pueden provenir:

a) De que el cuerpo no lo recibe en cantidad sufi­ciente;

b) De que lo que recibe no alcanza a llegar a su destino.

Con respecto a_ esta última situación las medidas para evitarla han sido clasificadas en preventivas y curativas.

Las primeras se aplican no sólo a los individuos. sino también a las familias, las escuelas y otras colectividades y aun a la comunidad en general. Tales son, por ejemplo, los casos de aplicación en Francia, Suiza, Estados U nidos y otros países, del Yodo al agua potable, como así el uso de la sal yo: dada adoptado en Nueva Zelandia, Suiza, Austria, y ta1n­bién la práctica de fabricar dulce~ y chocolates yodados bas­tante común en Suiza, Inglaterra y Norte América, con gran­des ventajas para la salud de los niños.

Estos métodos han dado origen a algunas objeciones, en vista del peligro de que así se puede dar Y oda a quien no lo necesita y se ha hecho ver que, en todo caso, en las adminis­traciones de Yodo colectiva,~ debe más bien errarse por defec-

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to que por exceso, aun cuando hay evidencia de que las ti­roides sanas también se benefician con un aumento de Yodo.

Con respecto a las aplicaciones curativas del Yodo, se­gún se dijo anteriormente, es tan larga e imponente la lista de dolencias que ~e curan con el Yodo que, al considerar sus resultados, la única base qu~ p:uede declararse como suficien­te para e.xplicarlos, excíuyendo los casos de acción antisép­tica, es que el Yodo es un factor esencial en la resistencia del cuerpo contra la enfermedad, que la deficiencia de Yodo dis­minuye ese poder, que su administración lo restablece a lo normal y aún lo levanta temporalmente sobre lo normal.

El Yodo tiene una acción importantísima sobre el sis­tema linfático, que es la verdadera defensa que tiene el orga­nismo contra los microbios. Produce una mayor actividad de los gánglios que sqn como barreras y filttos que el organis-­mo opone al paso de los microbios. No debe, pues, extrañar­se, que los triunfos curativos del Yodo se multipliquen así indefinidamente.

Mirado como una droga pura y simple el Yodo es d Agente curativo más valioso de la Farmacopea.

Pero, como se comprende, al tratar del Yodo no es mi ánimo insistir en sus grandes condiciones preventivas y cura­tivas de las enfermedades. Por importantes que sean las me­didas destinadas a remediar la deficiencia de Yodo producida por_ el hecho de que el Yodo existente en el organismo no al­cance a llegar a su destino, más importante es sin duda aten­der a la causa primordial de su deficiencia, esto es a que el cuer­po no lo recibe en cantidad suficiente.

Con lo cual se hace necesario considerar brevemente las

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fuentes naturales de aprov1s1onamiento de Yodo y el modo cón10 de ellas lo derivan los organismos que lo necesitan .

El Yodo está distribuído en la naturaleza con mucha amplitud. Se encuentra repartido en pequeñas cantidades a traves del reino animal, del vegetal y del mineral.

Con respecto al reino animal. bastará con lo que se ha di­cho de la existencia de Yodo en la glándula tiroides del hom-­bre; teniendo presente que por análogo modo la glándula ti­roides de todos los seres vivientes también continene Yodo, aunque por cierto rn cantidades muy variables según las di­versas especies y circunstancias .

En proporción a su tamaño, es notable la cantidad de Yodo que hay en los moluscos y en general en todos los ha­bitantes del mar.

Es de advertir que al decir que el Yodo se encuentra en ::os animales debe observarse que también se encuentra en la leche, los huevos y productos que de ellos provienen .

En el reino vegetal se encuentra el Yodo en todas las plantas; pero, de igual modo, en proporciones m:uy diversas según las esp~.:ies, el estado del crecimiento y los lugares en que se cultivan. Hablando ·en términos generales, puede de~ círse que las plantas marítimas, por ejemplo, el cochayuyo y el luche, son más ricos en Yodo que las plantas· que crecen como los berros, etc., en agua dulce, y que éstas a su vez. son más ricas que la$ plantas que crecen en suelo firme.

En el reino mineral el Yodo se ha encontrado en todas la, formaciones geol~gicas, habiéndose establecido que la for­mación jurásica es la que contiene más y la cretácea la que contiene menos. Entre los minerales, los más ricos en Yodo

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son por lo general los cupríferos. En cuanto a los suelos, se ha comprobado que todos los suelos arables contienen Yodo, habiéndose llamado la atención al hecho de que el contenido de Yodo en los suelos es más alto que d de las rocas, de las cuales se derivan, lo cual se atribuye ~ la acumulación del Y o­do en las planta~, al Yodo proveniente del aire y a la ab­sorción del Yodo del agua .

El Yodo del aire varía grandemente según las locali­dades, la intensidad del viento y la cantidad de lluvia.

El Yodo de las aguas dulces o frescas varía también considerablemente según los distritos en que están situados los ríos o lagos respectivos; pero se ha observado que el con­tenido de Yodo de los ríos es mayor después que antes de atra­versar una ciudad, lo cual se atribuye a 1a influencia de las alcantarillas de aseo .

En cuanto a las aguas del mar, se ha visto que es ma­yor la cantidad de Yodo cerca de las playas, debido proba­blemente a la liberación del Yodo de las planta~ marinas. La cuestión del Yodo en las aguas tiene importancia especial por las sales que se forman de sus evaporaciones y porque en al­gunos distritos, las aguas de ciertos pozos o depósitos sub­ferráneos son particularmente ricas en Yodo.

Pero, ya sea en el reino mineral, vegetal o animal-salvo una sola excepción--el Yodo que en ellos está distribuído en los distintos tejidos, órganos, hojas, tallos, rocas, suelos, aguas, sales, etc., se encuentra sólo en cantidades tan pe­-:¡ueñas que para avaluadas se hace en millonésimos de gramo, cuya unidad se expresa con un signo especial semejante a la Y, y para el cual se ha sugerido el nom~re de micrograrno.

La sola excepción a que se ha hecho referencia la consJ

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tituye el único depósito verdaderamente grande de Yodo que la n¡}turaleza ha ofrecido a los hon1bres y que es el que se contiene en la Pampa Salitrera de Chile; pero sobre esto vol­veré más adelante.

Por el momento, mi propósito es sólo presentar en con­junto todas las fuentes de aprovisionamiento de Yodo en la forma que lo proporciona ]a naturaleza .

Según se vé, el Yodo natural puede ser así orgánico co­n10 inorgánico y en ambas formas lo captan los organismos que lo requieren para su existencia; pero-salvo los casos de excepción en que el Yodo se usa como preventivo o curati­vo de una deficiencia anormal, de los cuales se habló ante­riormente-, tratándose del hombre, es un hecho que el pro­ceso normal de aprovisionamiento de Yodo se verifica emi­nentemente por medio de la alimentación .

De aquí la enorme y fundamental importancia de que los alimentos contengan Y oda, ya que de otro modo, no pu­diendo proporcionar lo que no tienen, privarían al hombre, conforme a lo que ya se ha dicho, de la base misma de la sa·-1 ud y aún de la existencia .

Por un lado puede así verse la importancia de que 1os animales destinados al consumo humano, y por ende los pro­ductos que de ellos provienen, como ser la leche y los hue­vos, no sufran insuficiencia de Yodo, o, de que en el evento de que asi sucediere, esa insuficiencia sea remediada, corito en el ca­so de los seres humanos, de un modo preventivo o curativo, mediante una adecuada administración extraordinaria de Yodo.

Este asunto, bajo el titulo "el Yodo en los animales.,, h:i merecido por sí sólo muchos estudios y comprobaciones, de

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los. cuales sería imposible ocuparse aquí sin dar a esta con­ferencia proporciones desmedidas.

Por otro lado, el hecho de que la alimentación humana . tenga en realidad su fuente primordial en los productos del reino vegetal-puesto que . aún 1~ alimentación que proviene de los animales descan3a en los vegetales de los cuales ellos, en último término, dependen para su subsistencia-, da una írnportancia enorme a la necesidad de que las plantas que sir­ven de alimento al hombre y a los animales, contengan tan­to Yodo cuanto sea compatible con su contextura natural . A este respecto, sin necesidad de ahondar mayormente en la S<'rie de los conocimientos e investigaciones que se conocen con el nombre de "ciencia del suelo", puede partirse de la base in­discutible e indiscutida de que, a pesar del gran poder de ab­sorción del suelo, el Yodo contenido en él tiende contínua­mente a disminuir por un proceso de filtración que se tradu­ce en empobrecimiento progresivo.

Por otro lado, se sabe positivamente que los suelos tien­den a empobrecerse además por la remoción del Yodo que se va con las cosechas; por la pérdida de Yodo que se produce cuando son abonados con guano de establo, fenómeno que Stoklasa atribuye a la liberación del Yodo en forma soluble por la acción bacteriológica; o cuando son abonados con fer­tilizantes artificiales, en cuyo caso von Fallenberg considera que la pérdida de Yodo se debe a la acción cataléptica inor-gánica.

Lo importante es qu~ todos están de acuerdo en recono­cer que el gran medio de devolver al suelo el Yodo perdido, por una u otra causa, consiste en emplear abonos que conten­gan Yodo y que, como es natural, la acción que a ese respec­to debe esperarse de . los abonos respectivos está en razón directa del Yodo que contienen.

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Con lo cual se puede decir que volvemos al punto de partida, esto es, la relación del Salitre con el Yodo. A este respecto la situación del Salitre no tiene rival .

La circunstancia de que el único gran depósito de Yodo descubierto en el mundo esté en Chile y, como quien dice en las entrañas mismas del Salitre, da a este abono una impor­tancia, para formarse idea de la cual basta tener presente: que el Yodo que, por su escasez en la naturaleza, se computa se­gún se ha dicho, en microgramos, esto es millonésimos de gra­mo; que en muchos abonos está totalmente ausente; que en otros apenas si figura en cantidades infinitesimales; que co­mo algo extraordinario llega en el Guano de las Islas a 26,000 microgramos por kilógramo-en el Nitrato de Soda re­finado de Chile sube de 60.000 y en el Nitrato de Soda crudo, de la misma procedencia, llega a la cifra de 200,000 microgra­mos, esto es 1

/ 5 de gramo por kilógramo .

Para dar a esas cifras toda su significación, es necesario todavía tener presente que la importante fracción de gramo de Y oda que contiene el Salitre como abono, no es sino par­te relativamente muy pequeña de la que pudiera tener si se recuerda que la materia prima, esto es, el Caliche del cual pro­viene, tiene como término medio por kilógramo un contenido de 0.6 gramos, que ofrece un margen enorme para ampliar la ley de Y oda del Salitre, regulándolo a las necesidades de los distintos mercados de abonos, ya sea que se aumente el Yo­do contenido en el Salitre y que forma parte integrante de él como hoy día ~e vende, ya que se produzca por separado para que pueda ser añadido a voluntad de los consumidores.

Sería el caso de preguntarse ¿ cuál es el abono que podría competir con el Salitre chileno en ese terreno? ¿ Cuándo pro­ducto alguno de consumo mundial, al ser amenazado por la competencia de precios de sus rivales, dispuso nunca de una

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trinchera mejor fortificada para hacerles frente con tanta se~ guridad de no ser desplazado? ¿Cómo podría pensarse que los encargados de la dirección de la Industria y, sobre todo los que en ella representan el interés nacional de Chile, dejaran de dar la importancia trascendental· que tiene a esta segunda y quizás última línea de defensa de los intereses que les están confiados?

III

Pero, al llegar a esta parte de mi disertación, es sin duda mejor que reanude y termine el relato de mis propias experien­cias, para dejaros así en situación, como dije al principio, de juzgar por vosotros mismos del valor de las conclusiones a que ellas me han conducido.

Se recordará que por los años 1928-30 el Gobierno de la época creyó del caso poner fin a la representación oficial que el que habla tenía en el Salitre, primero, y aún a las fun­ciones que desempeñaba como Consul, despues. Pero a fines de 1930, desempeñando don Julio Philippi la cartera de Ha­cienda, hubo necesidad de proveer la Delegación General de la Superintendencia del Salitre en Europa y se me designó para dicho puesto, que es el que actualmente tengo.

Coincidió ese nombramiento con la época de la creación de la Compañía de Salitres de Chile, y no estará de más ad­vertir que, a pesar de no haber tenido nada que hacer con su formación, ni tomado parte alguna en su organización, com­prendiendo el enorme alcance que podría tener para el desarro­llo de la industria salitrera, sentía no ob~tante verdadero en­tusiasmo por cooperar al desarrollo de sus futuras activida­des dentro del radio que quedaría al alcance de mis fun­ciones.

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Al despedirme del Ministro, le hice presente, sin embar­go, que no siendo la primera vez que representaba al Gobier­no en estos asuntos, no podía menos que recordarle que en el régimen salitrero antiguo esas representaciones habían te­nido un valor práctico sin duda inferior al que el país tenía d.?recho a esperar de ellas, debido en gran parte a la falta de una conex1on eficiente entre sus informaciones y los rumbo'.; de la política salitrera del Gobierno.

Así se vio que, rn épocas anteriores, op1n1ones tan :1utorizadas como la del Delegado Salitrero, don Alejandro Bertrand, fueron prácticamente ignoradas. La opinión públi­ca de Chile, sin quererlo, y hasta sin saberlo, tomó la línea de menor resistencia y aceptó de hecho la teoría de que, siendo paralelos el interés de los industriales salitreros y 1~ intereses salitreros de Chile mismo, el Gobierno no tenía para qué intervenir en la dirección del negocio, olvidando que, no por el hecho de que ese paralelismo exista, deja de ser cierto que el interés nacional chileno va mucho más lejos que el inte­rés industrial propiamente dicho y que, por lo tanto, necesi­ta en cierto modo una tuición especial y propia .

El Ministro se limitó a contestarme que él confiaba en qi:e los temores que mis recuerdos implicaban no se realizarían dentro del nuevo régimen de la Industria, y así fué como, po­co después, esto es. en Diciembre de 1930, partí a hacerme cargo de mi nuevo puesto y a asumir en él el rol de observador e informante que le corresponde según la ley que lo creó.

Como se comprende, no es mi ánimo, ni podría serlo, dar a conocer en esta confetencia las informaciones y datos que, como empleado público, debo sólo a· la Superintendencia del Salitre de la cual dependo. Pero, corno se comprende tam­bién, no podría, sin cometer un verdadero delito de lesa pa-

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tria, dejar de expresar como chileno el resultado de mis obser­vaciones en cuanto ellas afectan los grandes intereses del país.

Por otra parte, es obvio que en este caso debo limitar el alcance de esas observaciones al tema mismo de esta conferen­cta, esto es, al Yodo corno base de la defensa del Salitre.

Pero aquí no podría seguir adelante sin hacer un breve compendio de la situación del Yodo, no ya como elemento precioso de la naturaleza, sino como negocio, asunto acer­ca del cual suele existir una notable confusión de ideas entre los que no han tenido oportunidad de conocerlo de cerca.

Ante todo, es necesario decir que el Yodo no es, como algunos parecen creerlo, un monopolio de Chile; no lo ha sido nunca, pero mucho menos lo es hoy día.

El Yodo, desde tiempos muy remotos, se ha producido en Francia, Irlanda, Escocia y Japón; posteriormente se pro­dujo en Noruega y Java; más tarde lo produjeron en Cali­fornia e Italia; finalmente han empezado también a produ­cirlo en Rusia. Esto no puede extrañarnos si se recuerda, con­forme se dijo anteriormente, que el Yodo es un elemento am­pliamente distribuído en toda la naturaleza y aunque, salvo el caso de Chile, por lo general sólo existe en muy pequeñas cantidades, hay sin embargo ciertas plantas marinas y las aguas de ciertos depósitos y corrientes subterráneas donde se presenta en concentraciones suficientes para justificar su ex­tracción industrial . Análoga cosa ha comenzado a hacerse también últimamente con el Yodo contenido en los pozos de petróleo.

En seguida debe tenerse presente que, deb!do a que la aplicación principal que hasta ahora se ha: hecho del Yodo ha .sido en us_os medicinales, 5e puede decir que su empleo ha estado en cierto modo controlado por las indicaciones de 11

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ciencia médica y su venta limitada en gran parte a la ql!e Ji~­ccn los comerciantes de drogas y los boticarios del mundo en­tero. Así ha llegado a suceder que, en parte por razones mé­dicas,-pero sin duda más que nada por razones de negocip,_:..... el Yodo se expende en forma de preparados diversos, en los cua­les gran parte del valor que el público paga, más que al Yo­do, se debe a los gastos de presentación y envase, ~ las ex­pensas de la venta, pero sobre todo al provecho del comer­c12n te que es simplemente enorme.

En el mejor de los casos, como por ejemplo sucede con el Y aduro de Potasa, se calcula que en :un kilo el contenido de Yodo es aproximadamente de 760 gramos y que su precio de venta al por mayor representa un aumento de cerca de 1 OOo/0 sobre el valor del Yodo puro. Este aumento incluye el costo de btros ingredientes, la elaboración y el provecho.

En cuanto a los usos industriales del Yodo, puede de­cirse sin exageración que están todavía en mantillas, limita­dos como prácticamente se encuentran al empleo del Yodo en la fabricación de anilinas y de productos fotográficos, ya que no podrían indicarse como usos normales del Yodo los que de él se hacen para la fabricación de ciertos gases as­fixiantes y lacrimales empleados en la guerra .

Es indudable que con respecto al uso industrial del Y o­do, hay un campo enorme por explorar. Aquí mism<? en Chi­le tenemos de ello un ejemplo muy indicativo en los experi­mentos hechos para la Yoduración del Cobre, que no obstan­te !as dificultades con que he tropezado, ofrecen sin duda grandes expectativas no sólo para la industria del Yodo sino también para solucionar los grandes problemas del benefi­c10 mismo del cobre .

Otro ejemplo es el del nuevo Acumulador Eléctrico a base

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de Y oda, en d cual viene experimentando desde hace tres Ji'"ios, su inventor, el ciudadano chileno. actualmente en Fran­cta, Hermano Ciro Francisco de las Escuelas Cristianas, que a juzgar por los resultados hasta ahora obtenidos, causará una verdadera revolución en los aparatos de su género por su pc­~o y sobre todo por su poder, condiciones que lo harían ina­preciable para muchos usos y especialmente para los automó­viles No estará demás recordar aquí que los primeros experimen­tos fueron hrchos en el laboratorio de la Universidad Cató­lica, subvencionados por la Superintendencia del Salitre

Pero como se ha dicho, todo eso, más que un resultado ~fectivo, ofrece sólo una expectativa halagüeña, dejando en pié que el uso actual del Yodo que verdaderamente cuenta, se debe principalmente a sus extraordinarias cualidades de especí­fico medicinal, cuyas características de gran actividad y enor­me poder hacen que sólo sea empleado en cantidades muy pe­quenas.

Así se explica que el consumo total de Y.ado en el mun­do en épocas normales sólo haya sido de 1,000 toneladas por año. Durante la guerra tuvo el Yodo :un consumo extraor­dinario, llegando a la cifra más alta a que nunca ha alcan­zado, que fué. la de 1,250 toneladas en el año 1917. En el penúltimo y en el último año el consumo ha bajado a 79 8 y 635 toneladas respectivamente.

Dentro de las actuales condiciones del mercado, se ve, pues, que los ejes sobre los cuale gira el negocio del Yodo sun, pcr un lado, un consLHnü ilimitado en sus pO'iibilidacks y lrn­to en su desarrollo, y, por otro, una producción rápida en su presente desarrollo pero realmente, limitada, si se descuenta a Chile, en sus posibili~ades verdaderas.

Esto es le que en un artículo recienti:>r.¡ent.e apareri.io en

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el p1::rio:.1kc J1nericJ110 "The Chemical and M~ta tlu rgi.:Jl E ;1 ~í11.·1~ring'', se Jfama la Paradoja del Yodo, ',P l.1líti,·.1 1J jJ:..1-

sición del w~gocio del Yodo de complicada y s.? die~ q uc. en ta¡: ~o que ; m; precios del Yodo chileno :? nnntc11g..1n a ~u presente nivel, será posible fabricarlo de los pozos de petró­;co y de las plantas marinas; pero se añade que Chile podría producir Yodo a precios aún más bajos que los actuales, sin que el articulista entienda cómo Chile prefiere proveer el 70 ~11 del consumo mundial a precios altos en vez de proveer el 1 00 <;le, a precios bajos .

Desgraciadamente, la situac1on no es tan sencilla n1 de

tan facil solución para el Y oda chileno como el articulista parece creerlo. Si bien es cierto, por un lado, que sus precios podrían ser incomparablemente más bajos, ya que conforme se dijo Chile deja de aprovechar más del 90 % del Y oda que podría obtener como sub-producto del Salitre, y, por otro, que el Y oda chileno ha ido perdiendo progresivamente la cuota que tiene en el consumo mundial hasta quedar redu­cida en el año último a un 40o/o; sin embargo, debe al mis­mo tiempo tenerse en cuenta que, por una parte, dadas las es­peciales condiciones de los usos del Yodo, una mera baja en el precio no aumentaría proporciona!mente el consumo y se­ría por lo tanto inútil pasado cierto límite, y, por otra, que ninguna baja en el Yodo chileno lograría prácticamente· aca­bar con la competencia de otros productos de Yodo, al me­nos hasta el extremo que sería necesario para que. no pudie~ ran proveer el consumo limitado que actualmente existe, por­que en tal caso dichos productores contarían sin duda, como ya en efecto cuentan en algunos países, con la protección dr ~ns respectivos gobiernos.

Se trata, por lo tanto, de ·un problema delicado cuyo manejo requiere tacto y prudencia.

La Asociación de Productores de Yodo así lo ha com-

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prendido y de aquí la formación de la Co1nbinacíón Interna-· cional de Yodo y los acuerdos celebrados con grupos impor­tantes de fabricantes de preparados de Ylodo, situaciones que existían desde antes de la Compañía de Salitres de Chile y que han continuado después de su formación .

Pero aquí es justo decir que, desde que esta Compañía ha tomado a su cargo la dirección del negocio salitrero la situa­ción del Yodo ha sido atendido de un modo práctico y efi­ciente.

Desde luego el precio del Y!odo chileno por onza, que fué en 1917 de 7 . 5 5 peniques oro, y que durante los años siguientes a la guerra hasta 1931 permaneció a 12 peniques oro por. onza, durante el presente año ha sufrido dos nuevas reducciones sucesivas: una primera a 9 peniques y otra ·re­ciente a 6 peniques oro por onza.

Desde otro punto de vista, la acc1on de la Compañía también ~e ha hecho sentir a este respecto de un modo favo­rable, adoptando por primera vez la política franca de reco­mendar al Salitre por su contenido de Yodo, haciendo de es­to un punto importante de su propaganda de venta y emitien­dó así fo1letos y avisos que no habrían sido por cierto acep­tados dentro del criterio que reinaba en la época anterior, a que hice referencia.

En cuanto a la obra de experimentación científica· rela­cionada con el estudio y ampliación de los :usos del Yodo, la Compañía ha continuado la eficiente labor comenzada an­tes de su formación mediante el e1npleo de técnicos compe­tentes y de subvenciones dadas a diversos centros de inves­tigación en varias partes del mundo, especialmente en In­glaterra, Alemania, Hungría y Nueva Zelandia.

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Sin embargo, así como no habría sido justo silenciar esos puntos, favorables digamos así, que la Compañía de Sa­litre de Chile puede anotarse con resptcto al Yodo, ta1npo­co sería ni justo ni patriótico que por mi parte no añadiera también las observaciones que, eso no obstante, pueden a mí juicio h::1cerse sobre el particular.

Para mayor concisión y claridad formularé esas obser­vaciones en tres partes, a saber:

1. ~ Respecto de la baja del precio del Yodo, aun cuan­do, según se ha dicho, no podría criticarse que ella se haga por ahora de un modo paulatino y prudente, en vista de la ur­gente necesidad de llegar aún a precios mucho más bajos que los actuales, sí es que se quiere impedir una mayor compe­tencia futura y provocar el gran consumo del Yodo para el cual los adelantos de la ciencia reclaman precios aun más ba­jos, se debe, a mi entender, proceder cuanto antes a re­mover el obstáculo principal que se opone a esa política, cual es el temor del alza de los derechos de aduana y el estable­cimiento de los permisos de importación. A este fin la polí­tica actual de carteles internacionales no sólo no es buena, si­no que resulta contraproducente, porque contribuye a dar al negocio el caracter de trust que ~ sin. duda el que más inci­ta a los gobiernos a la creación de las trabas a que se ha hecho referencia. La única garantía que parece al respecto verda­deramente eficaz y sin peligros, son los pactos directos con cada país a fin de darles desde luego la seguridad de que po­drán disponer de todo el Yodo que requieran ~us probables necesidades presentes y futuras, de suerte que puedan así con­fiadamente reducir su respectiva producción de Yodo a un mínimum, que en todo caso dejaría ancho margen a la colo­cación del Yodo chileno. Con este fin podría en dichos pac­tos establecerse una escala de precios tanto má$ bajos cuan­to mayor fuera el consumo.

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2.EJ. En cuanto a la política seguida por la Compa-111a con respecto a la ventaja que el Yodo en el Salitre ofre­ce a la propaganda de este último, a mi entender, ella requie­re una organización científica semejante a la que existió en el antiguo régimen salitrero y que, como es bien sabido, du­rante el régimen actual ha sido reemplazada por la organiza­ción de lo que se ha llamado Servicio .Agrícola, compuesto de elementos no sólo sin la experiencia y los conocimientoG necesarios para llevar a cabo la tarea antes indicada, sino, lo que es aun más grave, que, deliberadamente, han dejado a un lado ese punto de vista para reemplazarlo por un sistema que puede calificarse del propósito de vender a toda costa, sin em­pezar por crear el deseo de comprar, único resorte que en rea­iidad es bastante fuerte para que los consumidores obliguen a sus respectivos gobiernos a bajar los derechos de interna­ción y conceder las licencias de importación establecidas pa­ra proteger los abonos de producción nacional.

3. ~ Por lo que hace al trabajo de investigación cientí­fica relacionado con el Yodo, sin perjuicio de lo que se haga por los Institutos y Centros destinados a ese objeto en otros países, es a mi parecer de indudable conveniencia y de extre­ma urgencia que la industria chilena lleve a cabo por su parte un trabajo de experimentación propio, que debería tener su _base en Chile mismo, teniendo en cuenta que aquí el Yodo que se necesitara, prácticamente, nada costaría, que el ~inero que se empleara quedaría en el país y que se obtendría la gran ventaja ·de que, haciendo los experimentos dentro de nuestra propia casa, no habría el grave temor de que en el caso de que resultaran temporalmente contraproducentes ell~ vinieran a redundar en perjuicio del propósito mismo que se persigue .

Como se recordará, en la iniciativa que me correspondió tomar sobre este mismo asunto el añó 1927, insinué la con­veniencia de utilizar con este objeto la planta de técnicos y

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de campos de experien(ias del Instituto Biológico y Estación Experimental de la Sociedad Nacional de Agricultura. A mi juicio esta sugestión es tan práctica y conveniente hoy con10 el día, en que se hizo, con la sola diferencia que se han perdido cinco años para su realización.

Tales son, en resumen, las principales observaciones que he formulado a la obra realizada por la Compañía de Sali­tres de Chile con respecto al punto de vista desde el cual se ha mirado al problema salitrero en esta conferencia, esto es las relaciones del Salitre y el Yodo.

¿ Qué acogida práctica recibirán? ¿Hasta qué punto esas u otras sugestiones análogas entrarán de hecho en la política de la Compañía?

He aquí interrogaciones a las cuales, hablando con fran­queza, no me atrevería a dar una contestación propiamente optimista.

Temo que la experiencia de lo ocurrido durante la an­tigua organización de- la industria tienda a repetirse en la or­ganización nueva, esto ~s. que abrumados por el peso de la con­ducción actual del negocio y en medio de las múltiples difi­cultades diarias, apenas si quede a sus directores el tiempo que es indispensable para apreciar estos puntos de vista de conjun-· to que son como si dijéramos ventanas sobre el porvenir.

De aquí la enorme importancia de que aquellos sobre quienes pe$a la responsabilidad de mirar el negocio no sólo para un año, o diez, sino de :un modo permanente, es decir, los representantes que el Gobierno tiene en la Industria, tengan en su direccción efectiva el lugar que les corresponde y en­cuentren de parte del Gobierno la cooperación necesaria para que sus indicaciones, cuando son razonables, no se pierdan

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en el tumulto de las preocupaciones inmediatas, que pueden ser más premiosas, pero que en realidad no son más impor­tantes.

Esta es, a mi juicio, la más grave de las críticas que se pueden hacer al funcionamiento actual de la Co1npañía de Salitres de Chile.

Sin pretender, por cierto, dar una opinión acerca de lo que debe hacerse para reajustar las cifras que sirvieron de ba­se a su constitución original, mirando al futuro, lo impor­tante es que con la debida consideración a los intereses parti­culares que en ella están englobados, los intereses de Chile mis­mo tengan en ia Compañía la supremacía directiva que por dei:echo les corresponde.

Podrían hacerse a la Compañía de Salitres de Chile, to­das las modificaciones que se estimaren convenientes, po­dría cambiársele si se quiere el nombre de Cosach, que ha sido el emblema de tanta controversia: pero volver al régimen an­tiguo sería, como dije en el Memorándum escrito hace tres meses, retrotraer el reloj del tiempo y· hacer que la Industria Salitrera no vuelva a tener jamás la posibilidad de reconstituir­se para llegar a ser coma en épocas anteriores la ancha base del crédito que a Chile se dispensó.

Es de suprema importancia que la opinión pública de Chile se oriente en el sentido de que la verdadera aspiración nacional, con respecto a la Industria Salitrera, consiste en orga­nizarla de un modo tan eficiente que pase a ser como antes el gran fondo de reserva de la riqueza chilena.

Y para ello es indispensable que el gran factor de rique­za que significa el Yodo contenido en el Salitre, pase a ocu­par el lugar prominente que la ciencia y la experiencia le asig­nan de consuno .

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CONCLUSIONES

TESIS GENERAL

1 El hecho de que esté científicamente comprobado que el Yodo es un elemento indispensable en la economía mundial, y el hecho de que Chile posea el único gran depó­sito que hasta aquí se ha descubierto de Yodo acumulado por la naturaleza, hace que el Yodo constituya para Chile una gran riqueza actual y potencial, que debe ser aprovechada en toda su amplitud y ddendida con previsión y energía. Sin perjuicio de los experimentos que se hagan en países extran­jeros, esperar de parte de Chile que ~sos experimntos ~e veri­fiquen e incorporen a las prácticas de otros pueblos y nacio­nes sería cometer un grave error, ya que Chile como gran de­positario del Yodo natural tiene el gran interés, la gran po­sibilidad y el gran deber de hacerlo valer en toda su integri­dad para beneficio de sí mismo y de la humanidad en ge­neral.

EL Y.ODO Y EL SALITRE

2 . El hecho de que el Salitr~ Chileno contenga Y o-do, y de que este contenido pueda graduarse según las necesi­dades que el consumidor tenga de él, dan al abono nacional una situación única entre sus competidores nitrogenados.

3. El aprovechamiento de las posibilidades práctica-mente indefinidas que esa situación ofrece,· es absolutamente indispensable para que el Salitre chileno--producido a mu-·

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chos 1niles de millas de distancia de los centros de consumo y gravado con los impuestos de internación que los diversos Gobiernos han establecido para proteger los varios abonos de producción nacional-pueda competir en el mercado mun­dial.

4. Para aprovechar esa situación se necesita una orga­nizac1on completa de propaganda, basada en la experiencia científica, que mantenga y fomente el deseo de comprar ei' Sa­litre chileno por razón de las características especiales que lo distinguen.

5 . Este deseo de comprar el Salitre chileno es lo único que puede hacer que los consumidores de los diversos países obliguen a sus Gobiernos a conceder a nue~tro abono las fa­cilidades de internación y de venta que sean necesarias .

6. Sin este deseo especial de comprar el Salitre chile­no, resultan, más que inútiles, perjudiciales las organizacio­nes de venta que ~e propongan forzar el artículo por encima de la voluntad de los Gobiernos, en competencia con abonos similares de producción nacional en los países de consumo .

7 El desiderátum comercial del Salitre chileno es por lo tanto individualizarse -como tal, ofreciéndose a los consumi­dores mundiales como un artículo en que sólo Chile puede proporcionarles un abono nitrogenado preparado por la na­turaleza.

8. De lo c:ual se deduce que, ~in perJmc10 de la con­veniencia que exista en ciertas circunstancias excepcionales pa­ra que el salitr'e- chileno entre en pactos con sus competidores, debe en todo momento tenerse presente que las características tica~ del Salitre chikno y el hecho de que sus expectativas de venta se basen casi exclusivamente en el deseo especial de com-

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prarlo de parte de los consumidores, están indicando clara­mente que, por lo regular, el abono nacional debe abstenerse de entrar en pactos que lo equiparen a sus competidores co­mo fórmula química, privándolo justamente así de la razón única que tiene para imponerse en el consumo mundial.

9 . La organización de propaganda basada en la expe­riencia científica es una organización que debe apoyarse en 1a tradición de lo hecho anteriormente, proceder con conti­nuidad en el esfuerzo y disponer de un personal propio y ade­cuado.

1 O . La mera organización de ventas puede crearse o suprimirse, aumentarse o disminuirse, contiarse a unos o a otros como las circunstancias lo indiquen. Más aún, habrá muchos casos en que el interés mismo de las ventas aconseje no valerse de organismos propios, sino más bien de elemen­tos locales que tengan la ventaja de no aparecer como extran­Jeros a los ojos del consumidor nacional.

11. En cambio, lo que siempre debe tener un carácter propio, y en cierto modo exclusivo, es el organismo de pro­paganda basado en la E:xperiencia científica, siendo de espe­cial importancia que, sin perjuicio de emplear los mejores elementos de que se pueda disponer en cada país, la direc­ción esté en todo momento a cargo de elementos estrechamen­te vinculados a Chile y en los cuales haya completa con­fianza de que inspirarán y mantendrán esa clase de trabajo generalmente ingrato en el presente y, sin embargo, de impor­tancia fundamental para el porvenir

12 . A este respecto debe recordarse_ que, justamente, esa falta de orientación nacional fué el más grave defecto de que adoleció la antigua organización salitrera y que es del ma~

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yor interés que ese defecto no se haga sentir en la organ1za­e1on pre~ente.

13 Antes se dijo, y aún ahora se repite, que el interés nacional chileno y el interés particular salitrero son dos lí­neas paralelas; pero se olvida que ese paralelismo es compa­tible con el hecho de que unas de esas líneas es de extensión limitada, como sucede en el caso del interés particular, en tan­to que la otra, la del interés nacional chileno, es de du­ración prácticamente indefinida.

DEFENSA DEL YODO

14 El hecho de que Chile tenga el más grande de-pósito de Yodo del mundo, no quita que existan otras fuen­tes de producción actual y potencial, cuyo crecimiento puede hacer disminuir el valor de la riqueza chilena en el mercado mundial.

15 . Es inútil discutir cuáles son esas fuentes de futu­ra competencia; pudiendo en este caso aplicarse lo que. oportu­namente se dijo, y desgraciadamente n:unca se creyó, respecto del Salitre, esto es, que por lo menos es tan inútil y fatal co-1no la discusión de los conejos de la fábula acerca de si sus perseguidores eran galgos o podencos .

16 . Lo único importante es partir de la base cierta de que el peligro en que está el Yodo como el del Salitre es inminente, pero conjurable, y proceder en consecuencia.

17. Desde luego es de todo punto evidente, que, mien­tras el Yodo sea un sub-producto del Salitre, la ventaja está del lado chileno por el bajísimo costo de producción . Pero una ventaja sólo es efectiva cuando se aprovecha, y en este caso el más elemental sentido común, confirmado

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por lo ocurrido en el caso del Salitre, está indicando que di­cha· ventaja debe ante todo aprovecharse en impedir el creci-

miento de los competidores.

18 . Desgraciadamente hasta el momento actual, bien que los usos del Yodo son cada día más extensos, la cantidad que en ellos se emplea es comparativamente pequeña y la for­ma de su empleo de tal manera especializada que puede de­cirse sólo es posible mediante la cooperación de los fabrican­tes y comerciantes de artículos químicos y farmacéuticos .

19. La combinación de esas circunstancias ha condu-cido de hecho a la adopción de una política artificial de pre­cios, basada en una inteligencia con los productores y comer­ciantes antes indicados.

20. No sería justo criticar esa política sin tomar en cuenta las circunstancias en que se adoptó y las ventajas que de ella se han derivado; pero esto por cierto no quita que se­ría del todo inaceptable hacer descansar en ella una confian­za, más que engañosa, absurda.

21 Es urgente salir cuanto antes de una situación tan inconveniente y Jlena de peligros; pero procediendo, por cier­to, con Ia prudencia y el espíritu de previsión que la delica­deza del asunto requiere.

22. Es indudable que algo puede hacerse desde luego, como efectivamente se ha hecho en el último tiempo, y puede hacerse aún más, en el sentido de bajar el precio, si no para aumentar el consumo, a lo menos para mantener a raya la competencia.

23. Es importante a este respecto tener presente la in-dudable conveniencia de aumentar en cuanto sea posible -la

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entrega de Yodo chileno al consumo, en contraposición a lo que generalmente se ha hecho hasta aquí, que ha sido entregarlo a los fabricantes y comerciantes, quienes lo revenden con un provecho que está, por lo regular, fuera de toda proporción con el costo de las manipulaciones de que lo hacen objeto y que, generalmente, son sólo gastos de presentación para hacer ré­clame a determinadas marcas y preparaciones, que en reali­dad sólo valen por el Yodo original que contienen.

24. Sería, sin embargo, imprudente ignor.ar el peli-gro de entrar en competencia con los productores y comer­ciantes antes referidos, no sólo por la import~ncia de la or­ganización de ventas y de anuncios de que disponen, sino sobre todo por los impuestos de internación y de consumo que esos mismos productores y comerciantes podrían obtener, co­mo en ciertos casos los han obtenido de sus respectivos gobier­nos ·•

25 . El desarrollo normal de las cosas y la experien-cia de lo ocurrido en el caso del Salitre, están indicando la con­veniencia de tratar el caso de cada país separadamente, enten­diéndose con elementos verdaderamente representativos del respectivo interés nacional, y, sobre la base de ese acuer­do, ir a una política franca de precios bajos, que concilia per­fectamente el interés que la humanidad tiene en el Y oda y el interés de Chile de vender cuanto sea posible.

26. Esto, por cierto, concentrando al mismo tiempo toda la atención posible en aumentar los usos del Y oda en grande escala, mediante el desarrollo de su aprovechamiento agrícola, pecuario e industrial, partiendo de la base de que el interés chileno en el Y oda es tan grande y único que nada, ni nadie, puede reemplazar la iniciativa que a ese respecto de­be tomarse por Chile con todo el esfuerzo y previsión de que el país es capaz.

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2 7. A este respecto, debe dedicarse atención preferente al uso experimental en Chile mismo del Yodo en los diver­sos suelos, y a sus aplicaciones a los varios cultivos, empezan­do por experiencias estrictamente científicas bajo la direc­ción de los mejores cerebros de que el país pueda disponer y con el concurso si fuera necesario de bien escogidas eminen­cias extranjeras, y ampliando más tarde esos experimentos, conforme a los resultados que se obtengan, a las explotacio­nes agrícolas en grande escala.

28. Análoga cosa debe hacerse también en Chile acer-ca de los usos del Yodo en la industria pecuaria y en general en el mejoramiento de las diversas razas de animales, proce­diendo, con10 en el caso anterior, sobre la base de experimentos científicos que se pongan oportunamente a disposición de los divrrsos criaderos del país.

29. Del mismo modo debe procederse con las experi-mentaciones acerca de los usos industriales del Yodo, espe­cial mente aquellas que por su origen de invención o por el aprovechamiento de materias primas nacionales tengan rela­ción especial con el país y puedan significar un provecho pa­ra Chile y su desarrollo industrial .

EL YODO Y LA RAZA

3 O . Dada la fundamental importancia que el Yodo tiene en la salud del hombre, parece obvio que Chile, como único país del mundo que dispone de un enorme depósito de yodo natural, aproveche hasta el máximum las posibilida­des que ello le ofrece para la formación de una población nu­merosa, fuerte y sana .

31. Con el concurso de la ciencia médica del país, y

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bajo su ilustrada dirección, pueden al efecto realizarse en Chi­le experiencias que son prácticamente imposibles para el res­to del mundo por el elevado precio del Yodo .

3 2. Estas experiencias pueden, /consiguientemente, u desde lo más pequeño hasta lo más grande y abarcar así el enorme radio de los diversos usos del Yodo, pudiendo, en com­binación con las experiencias hechas en otros países, ser la base de una acción práctica que podría hacer de este país uno de los más sanos e higiénicos de la tierra.

3 3. Desde luego. debería prestarse especial atención al uso del Y oda en la purificación de las aguas potables y de las aguas de regadío en la vecindad de las ciudades que, co­mo se sabe, son en Chile uno de los principale~ focos de en­fermedades infecciosas .

3 4 . Igual cosa puede decirse del uso del Y oda en la prevención, mediante desinfecciones adecuadas, de las numero­sas epidemias que contínuamente amenazan la salubridad pú­blica.

35. No ~e comprende cómo en Chile puede aún ser tan común, como todavía lo es, la enfermedad del bocio o, coto, sabiéndose que el exceso de cal en el agua es lo que gene­ralmente lo produce, y las condiciones de alejamiento del mar de ciertas regiones cordilleanas,. pueden ser tan eficazmente obviados con el Yodo.

3 6. Recordar que-aun cuando no se haya exteriori­zado por aquella manifestación la deficiencia de Y'odo en la glándula tiroides-la ámplia existencia de Yodo 'de que el país dispone le da el medio ideal de prevenir o curar en sus habitantes el sin número de enfermedades crónicas y acciden~ tales que la ciencia médica ha demostrado que provieneT' . --

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esa deficiencia, a.un cuando se presente en forma insidiosa y

oculta.

3 7 Atención 1nuy especial debería prestarse a la oportunidad única de que a este respecto dispone Chile de combJtir el cretinismo, el raquitisn10 y los defectos de na­cinlÍento de los niños, 1nediante el uso discreto, pero amplio y barato, que puede hacerse del Yodo en el período prena­r;:tl. durante la infancia y al llegar a la pubertad.

3 8. Pero, sobre todo, es de grande in1portancia emplear la abundancia de Yodo de que Chile puede disponer, en mejo­rar las condiciones de la alimentación de sus habitantes me­diante el cn1p!eo del Yodo en los animales, por ellos y por sus derivJdos destinados al consumo público, no sólo con el fin de aumentar la cantidad de leche, huevos y carne, etc., que así se puede obtener, sino especialmente para darles toda la fuerza alimenticia que la naturaleza originariamente les asignó.

39 Por análogo modo, pero en grado aún más emi-nente, es de grande impcrtancia en Chile el uso del Yodo en mejorar d rendimiento y condiciones nutritivas de los vege­ta les destinados a la alimentación humana y animal. partien­do de la base de que el mejor uso que Chi!e puede hacer de su gran tesoro de Yodo mineral c>s convertirlo en Yodo or­gánico, por ser ésta la mejor forma en que el organismo animal puede absorberlo y aprovecharlo.

CONCLUSION FINAL

40. Se equivocaría grande.mente el que creyera ver en las conclusiones anteriormente expresadas el de~conocimiento de los servicios prestados al Yodo por' Ja Asociación de Pro­ductores de Yodo, actualmente existente. Esa falsa interpre-

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tación presupondría la ignorancia de ciertos antecedentes que forman la base de la política de la Asociación y que son bien conocidos y respetados por el autor de esta conferencia, a sa­ber:

a) Que la política de precios bajos en el Yodo no pue-de establecerse de un modo violento y prematuro, porque ello significaría una pérdida sin objeto y un sacrificio inútil del interés de los Industriales y del Fisco.

b) Que sería inconveniente en grado sumo despertar un espíritu de antagonismo agresivo de parte de los comer­ciantes de productos químicos y farmacéuticos, siendo que, por el contrario, lo que debe buscarse es su cooperación en com­binación con los respectivos Gobiernos.

c) Que no es por cierto culpa de la Asociación de Y o-do si el contenido presente y potencial de Y oda en el Sali­tre no ha sido mejor aprovechado como base de la propagan­da del Salitre mismo, ya que ese rumbo de acción práctica es el resultado de un progreso científico de fecha reciente.

d) Que, por el ontrario, lo que hasta ahora se ha he-cho en ese sentido ha sido inspirado por la Asociación de Yo­do; como también que el mismo progreso científico a que se ha hecho referencia ha sido, en parte muy considerable, ini­ciado, subvencionado y ayudado por dicha Asociación me­diante los estudios y experimentos que, por iniciativa de ella, se han hecho y se están haciendo en diversas partes del mun­do para comprobar la influencia del Yodo en el hombre, los animales y las plantas.

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