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ADRIANA LECOUVREUR RUBEN DARIO

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  • ADRIANA LECOUVREUR

    RUBEN DARIO

    ROBERTO FABIAN LOPEZEDITADO POR "EDICIONES LA CUEVA"

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    No queremos hablar de la obra antes de referirnos nuevamente aesta mujer: Sarah, para la cual se han hecho dramas como vestidos.

    Hay bello cuerpo: luego viene el traje que se ajusta a la delicadezade un talle, a la redondez de un seno, al escultural declive de un escor-zo.

    Hay talento maravilloso: pues, he aqu que los poetas tendrn elconocimiento especial de ajustar a un espritu una obra, a una mujernerviosa un papel que se acomode a su temperamento neurtico, a unaactriz de imaginacin, un desempeo que sea propio a su idiosincrasia.

    Esta Sarah Bernhardt, este moderno Proteo con faldas, ha tenidotanta dicha como talento. Sardou le escribe piezas especiales: no pie-zas, papeles, como ella dice. Y esos papeles son telones donde la mujernerviosa hace ver, con la linterna mgica de su genio, los cuadros vivosde las obras en que resplandece y subyuga.

    * * *

    Sarah tiene la maravillosa intuicin de la sibila.Ya hemos dicho de ella lo que nos ha hecho discurrir en sus pri-

    meras representaciones; y, sin embargo, cada vez que nuevamentetenemos ocasin de admirarla, encontramos sbitos fulgores que nohabamos advertido en el astro.

    Su figura se nos presenta cada vez ms excepcional; su voz ad-quiere cada noche de representacin nuevos acentos que expresan consingular propiedad las agitaciones de su espritu.

    Cuando Sarah aparece en escena, nos imaginamos algo sobrenatu-ral. Un temperamento como el de ella, tiene mil resortes de que apro-vecharse para hacer estallar la concurrencia de un teatro en aplausos ysbitas explosiones de entusiasmo.

    Es menester decir algo sobre los autores de Adriana Lecouvreur.Un da en los salones de Madame de Rauzan, se entabl el si-

    guiente dilogo entre Legouv y Scribe.

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    - Y bien, Ernesto, es preciso que la obra para la Rachel quedeconcluida.

    - Opino que s, mas es preciso que la obra que intentamos llevar acabo, sea a propsito para que la Rachel aparezca tal como es, y triun-fadora, en una pieza en prosa.

    - Pienso lo mismo.Y la obra fue hecha.La obra se escribi, y la clebre actriz apareci en la escena ha-

    ciendo la Adriana ms brillante que se puede imaginar.Pero cuando la Rachel reinaba, no caba en imaginacin alguna la

    figura ni el talento de Sarah Bernhardt.Sarah, segn crticos sagaces e inflexibles, agobia con su peso ese

    gran rbol de fama que dej la Rachel fresco y floreciente como unlaurel reverdecido.

    Y es la verdad. Nosotros no hemos visto a la actriz esa, para quienfue escrita Adriana; pero estarnos seguros, y abonados por criteriosbien fundados, de que Sarah en las tablas de cualquier teatro del mun-do, interpreta, ilumina, mejora, la creacin de Scribe y Legouv.

    Sarah, debemos manifestarlo, lleva ms en su colorido y en sufondo, del ingenio especial, del estilo suave y retocado del amigo deEugenio Sue, que de Scribe, quien imper en el teatro francs como unsublime tramoyista, pintor de lindos cuadros y enlazador de extraasperipecias.

    Por lo que toca al desempeo de la obra en la noche del martes,hemos de decir que los papeles secundarios quedan nfimos ante laejecucin de los principales, o, por mejor decir, ante la ejecucin deSarah.

    Esos caballeros del siglo XVIII que tan bien saban manejar unaespada y los recursos del amor y el libertinaje, se conocen en el TeatroSantiago como buenas personas de claque y frac parisienses, pero nocomo exactos galantuomos de los tiempos de la Lecouvreur.

    Buenos en Fedora, reprochables en Adriana. Nos llama tambinla atencin ese decorado impropio, esa atroz confusin de columnasacartonadas, de muebles de estilo inverosmil; eso que el ms indocto

    ROBERTO FABIAN LOPEZ

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    lamenta viendo la insuficiencia del escenario del Santiago, que ahorase honra teniendo en sus tablas a toda una Sarah Bernhardt.

    Y de sta, qu decir ms?Es preciso admirarla, verla con sus ojos hmedos, con aquella

    humedad de que hablan los buclicos; es preciso admirarla, plsticaviva, figura agitada, luz y electricidad en cuerpo de mujer. Y luego quese haya admirado tal esplendidez, tal magnificencia; luego que se ha-yan contemplado esos miembros elsticos, y esas pupilas caprichosasde hechicera loca; luego que se haya visto gemir, llorar, rugir, debili-tarse, caer, a esa comediante nica, sola... que se la juzgue, que se lacritique.