dardo scavino, acerca de la palabra historia
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8/16/2019 Dardo Scavino, Acerca de La Palabra Historia
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Palabras: “Historia”, por Dardo Scavino
En el escudo que forjó para Aquiles, Hefesto representó dos ciudades, y en una de ellas a dos
hombres que se disputan acerca de una indemnización. Uno pretendía haberla pagado, y el otro
negaba haberla recibido. Ambos recurren entonces a un tercero para zanjar el diferendo: un
istôr. Este vocablo suele traducirse, en este pasaje, por juez. El tribunal que se constituye a
continuación, no obstante, está compuesto por ancianos (gérontes), y no por el mencionado
istôr. El sustantivo istôr, en efecto, proviene del verbo eidô, ver, y significaba en griego testigo:
el que sabe porque vio. De hecho, basta con restituir la digamma perdida de la antigua lengua
griega para reencontrar una raíz más reconocible: *wistôr o *vistor. Pero como explica
Benveniste, el istôr, por su carácter de testigo, puede servir de árbitro entre los litigantes y sería
una traducción preferible en aquel pasaje de la Ilíada (el vocablo latino arbiter, de hecho,
también significaba testigo y adquirió a continuación el sentido que le damos actualmente a
“árbitro”).
Es cierto que el sustantivo istórion – testimonio, declaración o alegato – va a pasar a significar
a más tarde investigación o indagación, y que esta función podía cumplirla, eventualmente, un
juez. Pero al juez que dicta la sentencia y condena al acusado, los griegos no lo llamaban istôr
sino dikástês. No cabe duda, aun así, de que la pesquisa judicial se convirtió en el modelo de
cualquier averiguación, y por eso durante siglos el vocablo historia se empleó como un
sinónimo estudio o investigación en general, como cuando Plinio el Viejo escribió esa Naturalis
historia en la que aborda cuestiones relativas a la geografía, la botánica, la medicina o la
mineralogía, basándose en testimonios de otros autores.
Desde sus orígenes, por consiguiente, la investigación histórica tiene dificultades para
diferenciarse del testimonio y del proceso judicial. Si el historiador no estuvo ahí, ¿cómo
pretende saber más que los testigos acerca de ciertos hechos? Y si se consagra a investigar esos
hechos, ¿no es para decidir acerca de la inocencia o la culpabilidad de las personas
involucradas? El hecho de que la escatología cristiana rematara la historia con un juicio en el
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que se distinguirían definitivamente los salvados y los condenados, contribuyó a acentuar
seguramente esa dimensión judicial de la historia.
Las investigaciones historiográficas se ven escoltadas así por dos narraciones afines: el
testimonio de las víctimas y el proceso histórico contra los culpables. Y aunque muchos
historiadores, y en especial los marxistas, hayan tratado de establecer una diferencia clara entre
los factores históricos y los autores jurídicos, la tentación del arbitraje no cesa de acechar sus
obras. Una pregunta se impone entonces: el hecho de saber si Moreno fue un traidor o no, Roca
un asesino o no, Perón un revolucionario o no, ¿nos permite explicar los acontecimientos o los
procesos históricos que protagonizaron?
La propia narración literaria, en todo caso, tuvo que alejarse de la historia entendida como
una reconstrucción unificada y coherente de los hechos para dejar de oponer a los héroes y los
anti-héroes, los inocentes y los culpables, las fuerzas del bien y del mal. Y fue alejándose de
estas historias que dejó de cumplir la función social del mito: esos relatos que, proponiendo
modelos positivos o negativos de comportamiento, transmiten los valores de una comunidad.
Tal vez aquella perseverancia de la dimensión judicial de la historia provenga de la función
mítica de los relatos que apuntan a reproducir ciertos lazos sociales. Puede que un historiador
sea perfectamente riguroso a la hora de establecer la inocencia o la culpabilidad de un personaje
histórico, pero si orienta sus investigaciones en esa dirección, se debe a que pretende reproducir,
a través de su narración, ciertos valores políticos o morales. Lo que nos sugiere hasta qué punto,
e independientemente del estatuto ficticio o no de los hechos evocados, la historia nunca logra
alejarse demasiado del mito.
Dardo Scavino,
Bordaux, EdM, Diciembre 2011