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INSTITUTO UNIVERSITARIO INTERNACIONAL DE TOLUCA
DOCTORADO EN EDUCACIÓN
HISTORIA DE VIDA DOCENTE
Materia: Tecnologías de la Información y la Comunicación
Docente:Dr. Octavio Islas Carmona
Alumna:Danhia Ivonne Tornell González
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HISTORIA DE VIDA DOCENTE
Soy Danhia Ivonne Tornell González, mis padres son Federico Tornell Castillo y
Guadalupe González Aguilar. Desde la edad de dos meses fui ingresada a una guardería
porque mis padres no eran de Toluca, ellos son originarios de Tamaulipas y, no tenían
parientes con quién encargarnos y, desde ese momento se inició la supervivencia, porque
aprendí a defenderme de compañeritos que mordían, arañaban, pateaban y quitaban dulces,
y así de pequeñita y menudita físicamente defendía a mi hermana mayor y mis papás se
enteraban, porque al final del día no me daban mi “galleta maría o de animalitos” por el
buen comportamiento.
En el jardín de niños seguíamos con el servicio de guardería y comedor y fui seleccionada
por la profesora Ivonne Abraham Frangie, para decir las palabras en nombre de mis
compañeritos al término de la formación escolar; pero exactamente una semana antes de
graduarme del jardín de niños, se me ocurrió subirme al techo del corredor principal de mi
escuelita, acompañada lógicamente de más Carlitos y Mafaldas y nos descubrieron. No
conté nada en mi casa, pero el día de la ceremonia mis papás se infartaron porque otra
niñita dio la despedida en mi escuela de parvulitos.
Mis primeros años y mis fantasías de Santa Claus y Reyes Magos priorizaron las máquinas
registradoras de supermercados, robot 2XL, cuadernitos de “Rosita Fresita” y “Hello
Kitty” para hacer mis garabatos y dibujos sobre lo que imaginaba eran los grandes
negocios.
Inicio la primaria y continuamos con el servicio de comedor, recuerdo con horror a la
maestra de primer año Carmelita… que estaba amargada y descargaba su mal genio y
frustración en todos los que éramos sus alumnos; recuerdo con náuseas y estremecimientos
cuando nos tomaba lectura de rapidez y nos aventaba de la plataforma del maestro por
pronunciar mal, repetir o tartamudear las palabras.
Confieso que le tenía pavor y no solamente era personal la percepción, todo el salón le
temía, hasta que las mamás descubrieron el origen de nuestras diarreas frecuentes, dolores
de cabeza y pretextar temperatura u otro padecimiento para que nos reportasen enfermos.
La Directora de la escuela ofreció disculpas y habló con la docente que según los rumores
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estaba en problemas de divorcio y los ratoncitos éramos nosotros. En esos tiempos
Derechos Humanos no intervenía en “pequeños probemas” y la defensoría de la SEP aún
no era creada. Entonces la padecimos por 365 días interminables.
No sé si fue la maestra de primer año quien signó definitivamente mi carácter, pero tengo
grabado que ya no me dejaba de nadie, defendía a mi hermana de otros alumnos de quinto o
sexto, de quien fuera y los pateaba, los mordía, pero no me volví a dejar maltratar por
nadie, mi madre decía “no provoques, pero si te pegan, regresa el golpe lo más fuerte que
puedas y así dejaran de molestarte.” Hago hincapié que no hice bullying, pero de alguna
forma me tenía que darme a respetar. Las agresiones siempre han existido en las escuelas,
pero antes los mentores supervisaban el recreo, nos atendían, nos cuidaban, mediaban
conflictos desde sus inicios.
Remoto con agrado los subsiguientes grados de la escuela primaria; con alegría y diferencia
del calvario del primer año y mi transición al entrar a la Secundaria Benito Juárez, la
número tres, ahí conocí al que hoy es mi esposo, duramos como quince años de novios
hasta que finalmente nos dimos el sí “por aniño de compromiso”. Si tenía 29 años cuando
me casé y estaba esperando al único hijo que tengo Omar Fabrizio Luna Tornell, que es un
amor, inteligente, capaz, dibujante sagaz, espectador de teatro voraz y lector empedernido
por obra y gracia de la abuela materna.
¡Qué digo de mis años de prepa! Todo era risa, descubrimientos nuevos de conocimiento,
físicas, de vida, de soledad; cuando todos dicen que los jóvenes no tienen problemas y
nosotros no sabemos como gritar ¡sí, los tengo; mírenme por favor! Al mismo tiempo
quieres libre albedrío y ser tu propio padre, para discernir adecuadamente sobre todo,
cuando en las grandes nevadas te vas de pinta al volcán y todos tus compañeros van a
dejarte a casa y llegan mojados y con lodo y le juran a la mamá en cuestión “fuimos a
tomar un café, no la vaya a regañar” ¡Ay que años tan locos! Cuando decíamos
orgullosamente: “vale más pedir perdón que pedir permiso”
En esos años cuidas que no se incline la balanza, que la ley del embudo no te haga sufrir;
vacaciones, vestir como visten mis compañeritas. Y es precisamente en unas vacaciones a
la gran ciudad de Chalco cuando le pido de favor a mi madre que vaya a la prepa a saber el
resultado de álgebra.
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El simpático y buen profesor como no fui a la revisión me reprobó, porque tampoco asistí
a un evento que valía un décimo. Única materia en mi vida que no aprobé; con las
exigencias de una madre dura e inflexible que solamente comentó: “y eso que no tienes que
trabajar para pagar tus estudios.” Ella desde muy pequeña trabajó y fue becada toda su
formación escolar.
Tomé la experiencia con enjundia y pasé el examen extraordinario con diez y de ahí en
adelante exenté todos los exámenes de los semestres siguientes. Comencé a dar asesorías
gratuitas en mi domicilio ¿de qué creen? Claro todo estaba relacionado con álgebra, mate y
física. Mi madre nos consentía a más de 15 compañeros, nos regañaba, nos auxiliaba,
revisaba la ortografía, nos hacía tortillas de harina y frijoles refritos para que todos
cenáramos.
Compraba en la tienda semillas (cacahuates, nueces, almendras, girasol y pepitas), nos
ponía también ricas botanitas de queso, pasas, dulces de anís y no permitía que nadie
fumara. Hacía que mis compañeros avisaran a sus casas que iban a llegar tarde, o que los
fueran a recoger a nuestra casa; improvisaba pizarrones, ella casi no dormía por cuidar que
termináramos; todos ellos la recuerdan porque cuando las asesorías eran matutinas nos
preparaba unas gorditas de masa con manteca de cerdo, y frijoles negros, que las rellenas
de papa, aguacate, chorizo, queso o jamón mmm, te chupas los dedos y de ahí precisamente
nacieron tantas cosas que nos solidarizó como grupo…serenatas organizadas para el diez de
mayo; que algunas compañeras les costaba castigo andar con la gran pandilla o relaciones
de los que hoy son grandes políticos, porque eran unos renegados para el estudio y con mis
asesorías sacaban diez.
Hubo una cosa muy graciosa dos de los asesorados, que no eran de la preparatoria donde
yo estudié; cuando los evaluaron en su última oportunidad de examen especial obtuvieron
diez, entones no les creyeron y les aplicaron otro examen y volvieron a obtener diez y les
tuvieron que respetar la evaluación, después decidieron terminar su bachillerato en el
sistema de preparatoria abierta. Creo sinceramente que aquí la vocación docente ya estaba
coqueteando conmigo, pero le di la vuelta y llegué a ella aproximadamente diez años
después.
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Mi profesión seleccionada por convicción y vocación es licenciatura en Administración y,
reafirmo la licenciatura porque cuando ingresé a la Facultad de Contaduría, iba por la
licenciatura de contaduría. El plan de estudios en su momento hizo que rectificara
oportunamente, porque el tronco común que tenía en ese entonces permitía conocer lo más
importante de cada una de las licenciaturas que se impartían en la facultad mencionada.
Como mi mamá no me dejaba trabajar durante mis estudios, postule para obtener becas de
programas del gobierno estatal y con el dinero que recibía compraba mercancía y las vendía
comencé vendiendo dulces, pero después aprovechaba las vacaciones intersemestrales y me
iba a visitar a mis parientes a Matamoros, Tamaulipas y compraba ropa americana y la
revendía entre mis amigos y conocidos.
Trabajé inmediatamente después de concluir mis estudios en una tienda departamental que
hace “moda para la vida real” y recuerdo que pasaba horas embelesada, y no me daba
cuenta de la explotación ejercida por el consorcio hasta que mi madre, terminantemente me
pidió que renunciara pues salía después de las once de la noche y estaba abandonando mis
proyectos y el avance respectivo de la tesis.
Terminé la carrera con muchas esperanzas y redes de araña en mi cabeza, pues a la edad de
22 años es difícil asimilar que eres el mejor promedio de toda la generación y además
culminé la licenciatura con Mención honorífica. Y así de pronto entre las ambiciones de
una jovencita y las exigencias de una madre hiperactiva y progresista comencé a buscar una
beca en el extranjero, en esos tiempo, los planes de estudio eran fijos y salir del país era
más complicado pues había pocos o nulos apoyos, ahora hasta con ocho de promedio, te
becan un semestre completo en el extranjero.
Todo estaba listo para que me fuera a España, a realizar una maestría, en la Universidad
Carlos III de Madrid, pero sucedió algo inesperado, mi título tardó más de lo debido,
porque la facultad de Contaduría y Administración reformo los planes y programas y en
consecuencia el nombre de la licenciatura fue modificado, antiguamente fue Licenciatura
en Administración de Empresas (LAE) y yo fui la primera generación de licenciatura en
Administración de (LA), y aunque parezca increíble la universidad no registró en tiempo y
forma esas reformas ante la SEP y no me pudieron expedir mi titulo y cédula profesional lo
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que ocasionó que perdiera la beca y no me quedo más remedio que quedarme en pueblo
quieto.
Comenzaban a estar de moda las plazas comerciales y éstas alteran el esquema tradicional
de Toluca; ya no era necesario ir al Distrito Federal, las grandes tiendas llegaron a
establecerse para brindar sus servicios a la comunidad, con estos complejos industriales
venía una famosa empresa de ropa española que se establecería en esta ciudad y
necesitaban empleados de todo tipo. Atendieron mi solicitud un matrimonio encantador que
tenía bastante antigüedad en la empresa, quedaron fascinados con mis exámenes y mi
presencia física, porque recordemos que para las ventas importa mucho la apariencia
delgada, la estatura y ahora si lo fashion1.
Llenaba todos los requisitos, pero el único impedimento que visualizaba era que el curso
de entrenamiento se realizaría en la ciudad de México y por los horarios era necesario
radicar en esa ciudad. Cuando lo comenté en casa, me preguntaron ¿sabes leer? Entonces
llegarás a Roma y pasé seis meses viviendo sola en la gran capital, descubriendo día a día
caminos diferentes, jugando a la Caperucita roja en Manhattan, novela buenísima
(Martín,1999). Y me comí al lobo feroz que aquí es un adorable empresario de tartas de
manzana.
Después del curso intensivo llegué a Toluca convertida en gerente general de una de las
tiendas departamentales de la empresa española, pero al mes de estar cubriendo ese cargo
despiden a los que me habían contratado y me sentí desprotegida porque las políticas en la
empresa habían cambiado, a pesar de las circunstancias adversas le echo toda la energía
posible al puesto, confieso que me fascinaba tratar con los compradores, era muy
satisfactorio que las mayoría de las clientas querían comprar lo que yo portaba, me
buscaban para que las atendiera personalmente y las aconsejara sobre qué le iba bien con su
figura y otras menudencias banales, me llevaban obsequios en navidad y querían que
estuviera presente en sus eventos sociales. Yo les vendí la idea a los empleados de
convertirnos en asesoras de moda y las capacitaba constantemente en cuestiones de servicio
al cliente, estrategias de venta, psicología, mercadotecnia etc. Mi mamá me reprendía
porque en los inventarios y aperturas de otras tiendas se cubrían horarios extensos y
1 Fashion moda estereotipada
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llegaba hasta el otro día sin haber dormido y me decía que el tiempo me pasaría la factura y
me cobraría en la salud los desordenes alimenticios y de descanso.
Al término de cinco años me despiden porque un niño joven zalamero, sin preparación era
amigovio de todas las empleadas de la tienda, pero no se comprometía con nadie y las
empleadas en grupo, en una de las ausencias para que actualizara mis conocimientos como
gerente deciden hablar a la matriz y proponer al amigovio como gerente. Y ese mal sabor
de boca te queda de la empresa privada, que te explota al máximo, pero al día siguiente te
desecha como lo hace el tubo de pasta dental.
Vuelvo a iniciar el peregrinar de buscar trabajo e inicio a los dos meses en las Plazas
Outlet, pero ahora en el equipo corporativo. El trabajo sencillamente era encantador, pero si
antes tenía que programar escaparates, mermas, modelitos y tener a mi cargo personal,
ahora tenemos necesariamente la imperiosa necesidad de llamar la atención para que nos
conozcan y nos visiten. Entre otras de las actividades lo más difícil es que en estos tipos de
trabajo colocan al frente extranjeros que no conocen el contexto y exigen, pero no aceptan
sugerencias.
Siento la satisfacción de que en esta ocasión propuse muchos proyectos creativos que
permitieron que la gente comenzará a llegar, en un inicio la mayoría de nuestros clientes
eran de la ciudad de México; conocimos a muchos actores y actrices; la gente de Toluca se
resistía a visitar estas tiendas de saldos, pero al final logramos que se convirtieran en
clientes asiduos. Duré dos años en este trabajo y la verdad me gustaba, me divertí mucho
trabajando de shopper2. Pero lo que no era tan fascinante era la paga y el trato del jefe
inmediato superior, lo que me orilló a mirar otros horizontes.
Con nuevos propósitos, empiezo la búsqueda de trabajo, pero ahora sí, antes de salir de
estas plazas, me instalo en el corporativo de otra tienda departamental “que se hizo parte de
mi vida”. Algo que me atraía de esta tienda es que impulsaba a sus trabajadores para que
siguieran su preparación y llegasen a tener una profesión, esta empresa le invertía mucho a
la capacitación de su capital humano.
2 Shopper: cliente disfrazado que evalúa servicio, precio y calidad de las tiendas departamentales.
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Una de mis funciones como especialista de recursos humanos era coordinar la Universidad
Virtual de la empresa, a través de la cual ofrecía a sus empleados la oportunidad de cursar
estudios a nivel técnico, licenciatura y posgrado, otra vez, por segunda ocasión me
encuentro en la docencia en la modalidad de instructora de cursos de capacitación. Impartí
cursos de inducción, atención al cliente, comunicación asertiva, desarrollo humanos entre
otros, me satisfacía ver que era bien aceptada y tenía seguidores que respetaban mi función
como docente.
A los dos años de trabajar en esta empresa contraje matrimonio, la empresa me apoyó y me
otorgó vacaciones para mi luna de miel. Llegué feliz, pero no todo es miel sobre hojuelas; a
los cuatro meses nació mi bebé y como era de esperarse mi mamá puso el grito en el cielo,
no por el bebé, sino porque había ventas nocturnas y la última en retirarme de la tienda era
yo porque aunque mi trabajo era de oficina y no en el área de ventas, me correspondía
verificar que los empleados cenaran y se fueran a su casa en radio-taxi. Esto ocasionaba que
entregara y recibiera a mi hijo dormido, francamente le dedicaba poco tiempo, él me
llamaba por mi nombre y se refería a su abuela materna como su madre, creo que eso me
hizo reflexionar tomé una de las decisiones más acertadas en mi vida convertirme en madre
de tiempo completo.
Me tocó la fortuna de ser hija de una gran mujer, una excelente profesora normalista y
maestra universitaria. Crecí acompañado a mi madre a sus centros de trabajo donde pude
constatar y observar con atención especial que sus clases eran una amalgama de amor,
pasión y entrega. Sin embargo nunca me pasó por la mente dedicarme a la docencia.
Pacientemente mi madre ejercía un canto de sirena y me persuadía para que trabajara en la
docencia predicando que: “los hijos crecen rápido y cuando quieras acompañarlo, él ya no
te necesitará, más vale ganar un chorrito, pero que dure. Igual, te vas a llevar trabajo a casa,
pero estarás junto a él, serás su madre, su compañía. Podrás vigilarlo, verlo crecer. Hacer el
trabajo de planeación y evaluación, cuando él esté dormido. Lo mejor de todo es que
puedes escoger un turno.”
En esta transición de verme nuevamente sin trabajo conocí a través del movimiento familiar
cristiano (ECIM) a un amigo muy noble y caritativo que me puso en contacto con la
docencia, pero ya como un trabajo, para ganarme la vida.
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Recuerdo cuando me hicieron esta oferta de impartir clases en nivel medio superior la
primera recomendación que me dio mi madre fue prepárate en didáctica y pedagogía,
porque lo que no se vale en cuestión de educación es improvisar, engañar a la gente y
hacerle creer lo que no eres. Ser profesionista es muy digno pero está divorciado de la
enseñanza. No basta con pararse en un grupo y hacer como que enseñas y el alumno hace
como que aprende, citado en El periquillo Sarniento, (Fernández,1976)
Ser docente es algo muy complejo y requiere muchos kilos de responsabilidad, más que
vocación ¿de que sirve una vocación ante la irresponsabilidad? Entrega, sacrificio, ética,
moral, profesionalismo, implica un enorme compromiso y una gran responsabilidad. El
trabajo con seres humanos, es en serio, no en serie, tu desempeño como docente impacta y
trasciende para bien o para mal en la vida de tus alumnos, además no basta con preparar a
tus alumnos para que pasen un semestre en una asignatura, es prepararlos para toda la vida;
es intentar darles herramientas, para que su aprendizaje sea significativo de ahí su nombre
“preparatoria” los preparas para tener un oficio, porque algunos ya no siguen estudiando, o
para ser posteriormente un profesional.
Así inicié con una plaza de asesor académico cubriendo medio tiempo en el subsistema de
preparatoria abierta perteneciente a SEIEM. En sí el medio tiempo en este sistema no era de
18 horas como en la universidad pública, sino de 21 ¿y de mis alumnos que puedo
decirles? que sus edades fluctúan entre los 14 y 70 años, ¿grupos? como tal, no existen, el
lunes son unos, el martes otros y así sucesivamente. Alumnos con diferentes capacidades
como sordo-mudos, paralíticos, operados de tumores cerebrales, donde el estudio es parte
de la terapia para que el cerebro recobre su plasticidad. A todos ellos mi reconocimiento y
gratitud por haber compartido un poco de su vida conmigo.
En el subsistema de preparatoria abierta (SPA); curiosamente sus siglas son tan opuestas a
la comodidad que connota de un lugar de esparcimiento, tranquilidad y relajamiento;
porque si estás 21 horas en permanencia laboral, las materias impartidas son muy
disímbolas; Metodología del aprendizaje, Matemáticas, Física, Química, Ingles, Bioética,
Lógica, Apreciación Estética: Pintura, Textos Políticos y Sociales, Metodología de la
lectura por mencionar éstas entre otras. Era agobiante el trabajo, pero muy satisfactorio, en
poco tiempo me hice muy popular, alumnos que tenían tiempo intentando pasar materias en
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más de tres ocasiones, los convencía de asistir de forma disciplinada a las asesorías y
pasaban sus materias.
En este espacio de preparatoria abierta me hacen la oferta, por parte de la SEP para cursar gratuitamente, la Especialidad en Competencias Docentes como parte del Programa de Formación Docente que requiere todo académico que trabaje en preparatoria de acuerdo a la Reforma Integral de la Educación Media Superior.
Me formé por dos años en la Especialidad en Competencias Docentes en la Universidad
Pedagógica Nacional en la modalidad virtual. Sinceramente representó un gran reto,
estudiar a distancia te obliga a desarrollar una serie de competencias, habilidades y
destrezas, te demanda ser autodisciplinado y volverte autodidacta. Fue una gran inversión
de tiempo, dinero y esfuerzo, muy estresante, pero nunca me sentí sola tuve asesores en
línea casi las veinticuatro horas, tutores responsables que me acompañaron hasta que
terminé el trabajo para obtener la certificación. Orgullosamente fui de las primeras
profesoras certificadas.
Ahora si me explicaba la insistencia de mi madre para que planeara las clases, organizara
las actividades, pero sobre todo, que tuviera infraestructura sólida continuara todo el
proceso en mi configuración docente; porqué no es suficiente parecerlo, sino serlo.
Cuando ya me sabía las respuestas, me cambiaron las preguntas frase que ha sido atribuida
a Mafalda, al término de la certificación se nos manda llamar para informarnos que se nos
respeta la plaza adquirida como asesor académico; pero ahora el desempeño es en
funciones administrativas, perderemos el contacto con todo tipo de alumno y además por el
mismo sueldo trabajaremos 45 horas.
Nuevamente como las golondrinas inicio el vuelo en busca de un nuevo nido, sé que inicio
de cero, pero no estoy dispuesta a que se me explote como trabajadora. Llegué a una
preparatoria del estado, tuve la oportunidad de ser fundadora y me recibió cálidamente una
directora con varios años de servicio, que me cobijó, impulsó y apoyó por casi dos años (en
esta institución adquirí basificación por horas y trabajé también horas administrativas por
más de un año que nunca se pagaron y, tampoco se basificaron, cuando removieron a la
directora del puesto, para llevársela a otra institución, me invitaba a irme con ella, pero
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también me hizo ver que estábamos en un ambiente difícil donde fácilmente lo que se ha
logrado hoy, mañana se pierde por arribismo, descalificación o recomendación.
El ambiente escolar es muy difícil, mis alumnos tenían muchas situaciones en contra, lo
más triste es ver cómo la delincuencia de la zona impide que varios de ellos culminen sus
sueños, una de mis alumnas de quince años de edad, próxima a egresar del bachillerato
murió accidentalmente en fuego cruzado entre ladrones y policías, cuando ella salía de un
gimnasio.
Sinceramente confieso que de no haberme certificado, difícilmente entendería muchas de
las situaciones que se me presentaban aquí, como el estar en clase y presenciar que uno de
mis alumnos ofrece a otro un carrujo de marihuana para que se levante el ánimo y se borre
la depresión. Quedé perpleja y en ese instante los transmisores neuronales, no respondían:
¿denuncio? ¿me quedo callada? ¿hago como que no vi? Finalmente denuncié, los alumnos
quedaron expulsados y los policías judiciales ofrecieron custodiarme por unos días, con la
intención de evitar cualquier tipo de venganzas, por supuesto no acepté, desconfío más de
los policías que de mis alumnos.
La certificación obtenida se convirtió en el gran pasaporte que me abrió las puertas en el
sistema del estado, y en la universidad pública por descuido personal y, con base en que los
permisos en los centros de trabajo siempre están muy restringidos, no regresé a las oficinas
de la preparatoria abierta, para recoger el documento que me acreditaba como certificada
en competencias docentes, cuando lo hice, el documento ya había sido regresado a las
oficinas de la SEP. Y obvio decirles que el rescate del documento se postergó hasta el año
2014; y tuvieron que volverlo a elaborar porque se había mandado al archivo muerto. La
experiencia obtenida espero no volver a repetirla, estos cursos se llevan parte de tu vida y
te separan mucho del entorno familiar.
La preparatoria del estado, no solamente tiene matrícula del contexto en la colonia donde se
inserta, sino que nos llegan alumnos rechazados de otras escuelas, marginados, medicados
con tratamientos especiales para neurosis, depresión, bipolaridad y otras disfunciones que
presentan, aparte de la prepotencia abierta por ser hijos de profesores frustrados que con sus
demostraciones de poder muestran a través de las actitudes de sus hijos carencias difíciles
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de llenar, porque ellos solamente requieren amor y límites (“dureza sin rudeza”, “duros con
el problema, suave con la persona”)
Desde la óptica de una soñadora sigo creyendo que si abres la puerta de una escuela
cerrarás la de una prisión; al menos creo que en eso contribuí, en lugar de salir huyendo de
la preparatoria de una colonia con serios problemas de delincuencia, pues desde un inicio
supe que esa escuela se fundaba con la intención de reducir los índices de asesinatos,
drogadicción y narcomenudeo. Las experiencias fueron muy intensas, reconozco
sinceramente que no son jóvenes malos, son adolescentes mal encausados, estigmatizados
y que están hambrientos de amor y de atención y que en lugar de excluirlos había que
integrarlos y hacerlos sentir importantes.
En esta escuela impartí por más de 3 años la asignatura de pensamiento critico y siempre
buscaba la manera de hacérselas divertidas, gratificantes y significativas, en ocasiones me
apartaba del contenido del programa por considerarlo irrelevante e intrascendente.
Recuerdo con mucha emoción que en una ocasión se acercó un alumno de esos latosos e
inteligentes y me reclamó diciendo que no le gustaba mi asignatura, pero cuando le
pregunté las razones me contestó que se debía a que lo hacia pensar, fue cuando sonreí y le
dije en voz baja tal vez hoy me odies, pero mañana me amarás, y se cumplió la profecía al
finalizar el semestre se acercó de nuevo y me cuestionó ¿nos va a volver a dar clases el
próximo semestre? porque voy a echar de menos sus clases y a usted ni se diga la voy a
extrañar porque me hizo sentir único y valioso.
Comencé con una propuesta de solución implementé sesiones para escuela de padres, no
importaba que yo no fuese psicóloga, pero podíamos hacer un trabajo conjunto padres y
profesores para moldear el ambiente y rescatar seres humanos a través del amor y la
tolerancia.
Cuando llegué a este espacio solamente éramos dos profesoras las que estábamos
certificadas y se me asignaban tareas fuera de mi carga horaria para impartir cursos
remediales, a los docentes que no han cursado el PROFORDEMS, para enseñarles también
la función importante de la planeación y evaluación basada en competencias. Me encontré
con gente inflexible que se cierra a la posibilidad de hacer trabajo multidisciplinario y
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transversal, que en mi humilde opinión no hacen su quehacer docente con vocación, lo
hacen por obligación, por no tener otra opción en la vida.
Hace seis años ingresé a trabajar en un plantel de la universidad pública, y a la fecha es
solamente donde imparto clases; ahí, donde cursé mis estudios de bachillerato y puedo
decirles que resultó una experiencia maravillosa, fue muy gratificante regresar como
docente a mi Alma Mater, por que siento que de esta forma estoy retribuyendo un poco lo
mucho que de ella recibí; aunque a decir verdad resulta raro tratar como colegas a los que
fueron mis maestros.
En la universidad pública, mi malestar docente radica en que solamente trabajo el semestre
non, es decir el que inicia en septiembre y termina en enero, las materias que imparto son
de mi especialidad, pero con la categoría de optativas; en este tipo de materias en los
planes flexibles de la universidad no se adquiere nunca la definitividad y, en este sentido
solamente he creado antigüedad; antigüedad tan frágil porque en estos centro generalmente
no se respetan los derechos creados.
Hace cuatro años a iniciativa de varias compañeras de preparatoria pública inicié, culminé y
obtuve el título de maestra en Docencia y Administración de la Educación Superior. Pienso
que ser docente del nivel medio superior es todo un reto y una aventura, representa un
desgaste neuronal así como energético, es muy demandante ya que la actualización es
constante, pero paradójicamente, la convivencia con los jóvenes me llena de vitalidad,
además la docencia es una labor muy noble que te permite administrar tu tiempo y en lo
personal me ha dado grandes satisfacciones, sobre todo cuando observo la metamorfosis
que sufren mis alumnos.
Mi madre tal vez no lo sepa, pero desde niña me fascinaba escuchar sus relatos de sus
experiencias en la sierra de Durango, teniendo todas las condiciones adversas (llegar por
avioneta, comer frijoles y más frijoles, convivir con toda la fauna peligrosa como alacranes,
víboras, convivir con militares, etc.), que dejaba de lado para ofrecer un servicio en aquella
alejada comunidad. No se diga las anécdotas que vivió como maestra unitaria en las
cercanías del rancho de los Capetillo, las gestiones que realizaba para obtener escasos
recursos con el afán de ofrecer mejores condiciones para su comunidad escolar.
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Ser docente tiene que ver con mi contexto familiar, porque no sólo provengo de una
familia encabezada por una docente que va más allá de su trabajo, y se ocupa genuinamente
por sus alumnos, por transformar sus conciencias y trascender en su vida. He sido testigo
también de cómo invierte tiempo dinero y esfuerzo para contribuir a que uno de sus
alumnos no deserte de la escuela, o se titule o resuelva problemas de índole personal.
Constato con agrado, cómo sus alumnos la respetan y admiran, ha ganado una autoridad de
conocimiento y es fuente inagotable de experiencias que ha acumulado en su vida. Se
desempeñó en diferentes niveles educativos: jardín de niños, educación primaria, educación
secundaria, nivel medio superior y superior.
Dedicarme a la docencia me ha permitido estar cerca de mi madre, como compañera de
vida y de trabajo, pasamos horas dialogando, a veces discutiendo acaloradamente sobre
situaciones que queremos resolver, no siempre coincidimos de nuestras utopías en relación
al sistema educativo en México, compartimos material de interés, discutimos la mejor
manera de evaluar, de diseñar material didáctico e instrumentos de evaluación; no nos gusta
el actuar deshonesto de muchos colegas, nos indignamos por cualquier situación que vaya
en contra de la dignidad humana, o tenga que ver con injusticias, pero somos respetuosas
de su proceder.
Considero que no ha sido nada fácil desempeñarme como docente, de repente me surgen
dudas y me cuestiono si estaré haciendo lo correcto. Cuando he tenido dudas sobre
cuestiones pedagógicas he recurrido al sabio consejo de mi madre. Ella insistió
incansablemente en que estudiará una maestría en educación para estar mejor preparada,
una vez concluida me siguió insistiendo para que me inscribiera al doctorado. Ella se ha
vuelto, mi par académico, mi cómplice, y representa un pilar fundamental para mí y para mi
hijo, una abuela fuera de serie.
La reflexión de lo expuesto sobre la historia de mi vida docente, permite observar y
reconocer con objetividad vivencial que tengo la gran ventaja de una formación inicial en
administración y que vinculada a la docencia hacen un binomio perfecto que me permite ser
objetiva, selectiva y creativa, reconozco que siempre estuvieron ahí las dos disciplinas y
ahora las combino; tal vez no quería reconocerlo porque sentía que había fracasado con la
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profesión y me refugiaba en un salón de clases. Sé por experiencia aprendida que puedo
llevar a mis alumnos hasta los cuernos de la luna.
Afirmo con entereza y valentía que la práctica docente iniciada hace quince años por
atender más tiempo a mi hijo, me ha permitido descubrir con alegría que he crecido
enormemente como docente; que jamás me quedo con dudas, no llevo al salón lo que me
sobra, sino comparto con ellos lo que tengo e invito a mis alumnos para ser autosuficientes
y seguros de sí mismos; que cada intersemestre me inscribo en cursos de actualización y
asisto con actitud humilde para aprender- aprender porque me convenzo en el día a día que
no hurté la vocación de ser docente, tampoco aparento ser lo que no soy, la heredé por
aprendizaje de mi madre.
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RECURSOS ELECTRÓNICOS
Diccionario de la Real Academia de la lengua Española (DRAE). (2001).Real Academia Española, Espasa Calpe, Madrid, [consultado en línea, 10 de octubre de 2014].