curso de liturgia ii - tema x

12
Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line 111 CAPÍTULO III III. La Pascua. «La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó «del Señor», conmemora su Resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa Pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua.» (Constitución Sacrosanctum Concilium, N. 102) «El domingo es, para el cristiano, la verdadera medida del tiempo, lo que marca el ritmo de su vida. No se apoya en una convención arbitraria, sino que lleva en sí la síntesis única de su memoria histórica, del recuerdo de la creación y de la teología de la esperanza. Es la fiesta de la resurrección para los cristianos, fiesta que se hace presente todas las semanas, pero que no por eso hace superfluo el recuerdo específico de la Pascua de Jesús. Del Nuevo Testamento se desprende claramente que Jesús se encaminó con total conciencia a su «hora». «La Pascua es la «hora» de Jesús. Precisamente el hecho de estar ligada a esta fecha pone de manifiesto el significado histórico-universal de la muerte de Jesús.» (J. Ratzinger, El Espíritu de la liturgia) «El día del Señor como ha sido llamado el domingo desde los tiempos apostólicosha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano. En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en él de la primera creación y el inicio de la « nueva creación»). Es el día de la evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez la prefiguración, en la esperanza activa, del «último día», cuando Cristo vendrá en su gloria y «hará un mundo nuevo.» (Juan Pablo II, Carta Encíclica Dies Domini, 31/05/1998, N. 1) Como se ha podido constatar, el domingo no constituye un ciclo litúrgico particular, sino una simple serie sucesiva. Cada domingo, al celebrar globalmente el misterio de la cruz y de la victoria de Jesús, puede decirse con toda certeza que es el día de la Pascua semanal y la primera y fundamental celebración de la Pascua. El año litúrgico no es otra cosa que la celebración de estos treinta y tres o treinta y cuatro domingos, más el tiempo de la Pascua anual con su prolongación (cincuentena pascual) y preparación (Cuaresma), también encuadradas en el marco de los domingos. «Celebramos el domingo por la venerable resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, no sólo en Pascua, sino cada semana»: así escribía, a principios del siglo V, el Papa Inocencio I, testimoniando una práctica ya consolidada que se había ido desarrollando desde los primeros años después de la resurrección del

Upload: elcoyote-de-mexicali

Post on 29-Jan-2016

29 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

BIEN

TRANSCRIPT

Page 1: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

111

CAPÍTULO III III. La Pascua.

«La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó «del Señor», conmemora su Resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa Pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua.» (Constitución Sacrosanctum Concilium, N. 102)

«El domingo es, para el cristiano, la verdadera medida del tiempo, lo que

marca el ritmo de su vida. No se apoya en una convención arbitraria, sino que lleva en sí la síntesis única de su memoria histórica, del recuerdo de la creación y de la teología de la esperanza. Es la fiesta de la resurrección para los cristianos, fiesta que se hace presente todas las semanas, pero que no por eso hace superfluo el recuerdo específico de la Pascua de Jesús. Del Nuevo Testamento se desprende claramente que Jesús se encaminó con total conciencia a su «hora».

«La Pascua es la «hora» de Jesús. Precisamente el hecho de estar ligada a

esta fecha pone de manifiesto el significado histórico-universal de la muerte de Jesús.» (J. Ratzinger, El Espíritu de la liturgia)

«El día del Señor —como ha sido llamado

el domingo desde los tiempos apostólicos— ha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano. En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra

la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en él de la primera creación y el inicio de la « nueva creación»). Es el día de la evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez la prefiguración, en la esperanza activa, del «último día», cuando Cristo vendrá en su gloria y «hará un mundo nuevo.» (Juan Pablo II, Carta Encíclica Dies Domini, 31/05/1998, N. 1)

Como se ha podido constatar, el domingo no constituye un ciclo litúrgico

particular, sino una simple serie sucesiva. Cada domingo, al celebrar globalmente el misterio de la cruz y de la victoria de Jesús, puede decirse con toda certeza que es el día de la Pascua semanal y la primera y fundamental celebración de la Pascua. El año litúrgico no es otra cosa que la celebración de estos treinta y tres o treinta y cuatro domingos, más el tiempo de la Pascua anual con su prolongación (cincuentena pascual) y preparación (Cuaresma), también encuadradas en el marco de los domingos.

«Celebramos el domingo por la venerable resurrección de Nuestro Señor

Jesucristo, no sólo en Pascua, sino cada semana»: así escribía, a principios del siglo V, el Papa Inocencio I, testimoniando una práctica ya consolidada que se había ido desarrollando desde los primeros años después de la resurrección del

Page 2: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

112

Señor. San Basilio habla del «santo domingo, honrado por la resurrección del Señor, primicia de todos los demás días». San Agustín llama al domingo « sacramento de la Pascua».

Esta profunda relación del domingo con la resurrección del Señor es puesta

de relieve con fuerza por todas las Iglesias, tanto en Occidente como en Oriente. En la tradición de las Iglesias orientales, en particular, cada domingo es la anastásimos heméra, el día de la resurrección, y precisamente por ello es el centro de todo el culto.

A la luz de esta tradición ininterrumpida y

universal, se ve claramente que, aunque el día del Señor tiene sus raíces —como se ha dicho— en la obra misma de la creación y, más directamente, en el misterio del «descanso» bíblico de Dios, sin embargo, se debe hacer referencia específica a la resurrección de Cristo para comprender plenamente su significado. Es lo que sucede con el domingo cristiano, que cada semana propone a la consideración y a la vida de los fieles el acontecimiento pascual, del que brota la salvación del mundo.» (Juan Pablo II, Carta Encíclica Dies Domini, 31/05/1998, N. 19)

El Catecismo de la Iglesia nos manifiesta:

«La santa Madre Iglesia considera que es su deber celebrar la obra de salvación de su divino Esposo con un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año. Cada semana, en el día que llamó 'del Señor', conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua. Además, en el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo... Al conmemorar así los misterios de la redención, abre la riqueza de las virtudes y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la gracia de la salvación" (SC 102).» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1163)

«El pueblo de Dios, desde la ley mosaica, tuvo fiestas fijas a partir de la

Pascua, para conmemorar las acciones maravillosas del Dios Salvador, para darle gracias por ellas, perpetuar su recuerdo y enseñar a las nuevas generaciones a conformar con ellas su conducta. En el tiempo de la Iglesia, situado entre la Pascua de Cristo, ya realizada una vez por todas, y su consumación en el Reino de Dios, la liturgia celebrada en días fijos está toda ella impregnada por la novedad del Misterio de Cristo.» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1164)

«Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay una palabra que jalona

su oración: ¡Hoy!, como eco de la oración que le enseñó su Señor (Mt 6,11) y de la llamada del Espíritu Santo (Hb 3,7-4,11; Sal 95,7). Este "hoy" del Dios vivo al que el hombre está llamado a entrar, es la "Hora" de la Pascua de Jesús que es eje de toda la historia humana y la guía:

La vida se ha extendido sobre todos los seres y todos están llenos de una

amplia luz: el Oriente de los orientes invade el universo, y el que existía "antes

Page 3: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

113

del lucero de la mañana" y antes de todos los astros, inmortal e inmenso, el gran Cristo brilla sobre todos los seres más que el sol. Por eso, para nosotros que creemos en él, se instaura un día de luz, largo, eterno, que no se extingue: la Pascua mística (S. Hipólito, pasc. 1-2).» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1165)

«Pentecostés no es sólo el acontecimiento originario, sino el misterio que

anima permanentemente a la Iglesia. Si este acontecimiento tiene su tiempo litúrgico fuerte en la celebración anual con la que se concluye el «gran domingo», éste, precisamente por su íntima conexión con el misterio pascual, permanece también inscrito en el sentido profundo de cada domingo. La «Pascua de la semana» se convierte así como en el «Pentecostés de la semana», donde los cristianos reviven la experiencia gozosa del encuentro de los Apóstoles con el Resucitado, dejándose vivificar por el soplo de su Espíritu.» (Juan Pablo II, Carta Encíclica Dies Domini, 31/05/1998, N. 28)

La fiesta principal de la Iglesia La pascua es la fiesta principal y más antigua de los cristianos. Es el corazón

del año litúrgico. León I la llama la fiesta mayor (festum festorum), y dice que la Navidad se celebra como preparación para la Pascua (Sermón XVII en Exodum).

La pascua conmemora la Resurrección del Cordero Inmolado: Jesucristo.

Manifiesta la victoria ganada en la Cruz por Jesús sobre el demonio. Los hombres estábamos bajo la esclavitud de Satanás pero en Cristo tenemos vida nueva.

Leemos en el Catecismo de la Iglesia:

«A partir del "Triduo Pascual", como de su

fuente de luz, el tiempo nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con su resplandor. De esta fuente, por todas partes, el año entero queda transfigurado por la Liturgia. Es realmente "año de gracia del Señor" (cf Lc 4,19). La Economía de la salvación actúa en el marco del tiempo, pero

desde su cumplimiento en la Pascua de Jesús y la efusión del Espíritu Santo, el fin de la historia es anticipado, como pregustado, y el Reino de Dios irrumpe en el tiempo de la humanidad.» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1168)

«Por ello, la Pascua no es simplemente una

fiesta entre otras: es la "Fiesta de las fiestas", "Solemnidad de las solemnidades", como la Eucaristía es el Sacramento de los sacramentos (el gran sacramento). S. Atanasio la llama "el gran domingo" (Ep. fest. 329), así como la Semana santa es llamada

en Oriente "la gran semana". El Misterio de la Resurrección, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía, hasta que todo le esté sometido.» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1169)

Page 4: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

114

«En el Concilio de Nicea (año 325) todas las Iglesias se

pusieron de acuerdo para que la Pascua cristiana fuese celebrada el domingo que sigue al plenilunio (14 del mes de Nisán) después del equinoccio de primavera.Por causa de los diversos métodos utilizados para calcular el 14 del mes de Nisán, en las Iglesias de Occidente y de Oriente no siempre coincide la fecha de la Pascua. Por eso, dichas Iglesias buscan hoy un acuerdo, para llegar de nuevo a celebrar en una fecha común el día de la Resurrección del Señor.» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1170)

«El año litúrgico es el desarrollo de los diversos

aspectos del único misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el ciclo de las fiestas en torno al Misterio de la Encarnación (Anunciación, Navidad, Epifanía) que conmemoran el comienzo de nuestra salvación y nos comunican las primicias del misterio de Pascua.» (Catecismo de la Iglesia Católica, N. 1171)

La fiesta de la Pascua vincula el Antiguo y el Nuevo Testamento. Hay una continuidad histórica y religiosa entre la Pascua judía y la cristiana

ya que Cristo murió el primer día de la fiesta judía de la Pascua, que celebra la liberación por mano de Dios del pueblo judío de la esclavitud de Egipto.

Tiene además un profundo simbolismo ya que la muerte de Jesucristo

cumple la Antigua Ley, sobre todo en lo referente al cordero pascual que los judíos comen la noche víspera del 14 de Nisan. Cristo, es inmolado el mismo día de la pascua judía, en que se inmolaban los corderos en el templo. Jesús es el Cordero Pascual que nos libera del pecado. Por eso nuestra pascua, como la judía recuerda el paso de Israel por el Mar Rojo, el cordero pascual, la columna de fuego que guiaba a Israel, etc. Pero ahora con un significado más completo.

La Pascua judía El pueblo de nuestros antepasados en la fe, celebra su liberación. La fiesta pascual de los cristianos tiene

sus raíces en la pascua de los judíos. Cuanto mejor conozcamos la celebración judía, tanto mejor comprenderemos el papel de la tipología pascual del Antiguo Testamento para interpretar el misterio de la muerte y la resurrección de Jesús y tanto mejor comprenderemos lo que celebramos en la fiesta más importante de nuestra Iglesia.

Page 5: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

115

En Ex 12,1-28 se nos narra la razón por la cual los judíos celebraban la fiesta pascual. La narración está compuesta de diferentes relatos, que proceden de tiempos diversos. Podemos recordar lo siguiente:

Lo que era la fiesta de la Pascua antes del Éxodo Desde tiempos inmemoriales, los pastores nómadas celebraban, con

ocasión del comienzo del año, o mejor aún, con ocasión de la época de transición entre el invierno y la primavera, una fiesta especial.

Era la época del año en la cual nacían las crías de las ovejas. Era la época

en la cual ellos tenían que comenzar de nuevo la peregrinación que los conduciría al país cultivado, en cuyas inmediaciones podrían pasar el tiempo del verano.

En la noche del primer día de luna llena de la primavera se reunían los

pastores en el desierto, sacrificaban un cordero, realizaban un rito mágico para espantar los espíritus que podían perjudicar a los ganados o para ganarse la protección de los buenos espíritus, y celebraban una cena. En esta cena comían las carnes del cordero, con los vegetales que podían encontrar en el desierto. Cuando la celebración tenía efectivamente un sentido religioso, agradecían a los dioses la protección sobre los ganados y la que ellos mismos experimentaban en la peregrinación que los llevaba más allá del desierto.

En algún momento, cuando ya el pueblo era

sedentario, la fiesta de la Pascua, que era una fiesta pastoril, coincidió con la fiesta de primavera de los agricultores, que consistía más que todo en comer los panes sin levadura, amasados con los primeros frutos de la cosecha de cereales.

La fiesta propiamente dicha de la Pascua de los israelitas Las fiestas principales judías eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos,

cuya celebración se basaba en acontecimientos anualmente esperados por agricultores y ganaderos, relacionados desde siempre con Dios y, más tarde, con algunos hechos salvíficos históricos. De estas tres fiestas, la de la Pascua era la más antigua e importante de Israel. Recordemos que la palabra griega «pascha» (en castellano pascua) es traducción del arameo «phasha» y del hebreo «pésaj», que significan «paso» o «tránsito». Así se emplea en el evangelio de San Juan (13,1): «Habiendo llegado la hora de pasar de este mundo al Padre...». Naturalmente, el «paso» pascual significado no es cambio de lugar, sino transformación de existencia. Es existir de un modo nuevo

La fiesta de primavera que ya existía antes del surgimiento de Israel como

pueblo, se relacionó estrechamente con la experiencia de fe de la liberación de los hebreos, esclavos en el Egipto. (Ex 12,12-13.21-23). Y ya no se celebró en función de los ganados (ni de las cosechas, en el caso de la fiesta de los campesinos), sino como conmemoración de la liberación del éxodo. La fiesta

Page 6: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

116

comenzaba con la cena pascual y se extendía por siete días, de acuerdo con la tradición de los ácimos. (Ex 12,14-20)

Esta fiesta de la Pascua israelita tiene toda una historia, que nos obliga a

considerar varios momentos: Primero que todo, el de lo que podríamos

designar como la celebración doméstica, cuando se realizaba un rito con la sangre (se marcaban el dintel y los postes de las casas), además de la cena propiamente dicha.

Luego la celebración centralizada en Jerusalén, que incluía un sacrificio

cultual con la sangre (recogida por los sacerdotes en vasijas que se pasaban de mano en mano hasta el altar), la parte que correspondía a Dios en el banquete de la comunión; y una cena, que obedecía a un ritual bien establecido, en el que jugaban un papel fundamental las carnes del cordero, el pan ázimo, las hierbas amargas y las cuatro copas de vino. Todos estos elementos de la cena encarnaban

simbólicamente el memorial del éxodo para ser compartido fraternalmente. La cena tenía una hermosa estructura pedagógica, que permitía que los niños aprendieran experimentalmente a ser judíos, a convertirse en miembros del pueblo elegido.

En la época de Jesús, la cena pascual tenía además una importancia

escatológica muy grande. Las esperanzas mesiánicas eran cultivadas de una manera especial en esta cena, lo que hace bien comprensible el hecho de que, ya en los mismos relatos por lo menos de los sinópticos, se dé tanta trascendencia a la referencia a esta fiesta.

La celebración pascual de los judíos de hoy ¿Cómo nos narraría hoy un judío su celebración pascual? Hay que tener en

cuenta que, desde la destrucción del templo en el año 70 d. C. por los romanos, los judíos renunciaron a comer en la cena pascual un cordero inmolado. Y también, que la cena pascual se celebra una vez que se ha asistido a la liturgia sinagogal.

Todo comienza en la tarde del Seder, –

significa orden– los judíos llaman a la cena pascual cena del Seder, porque en ella todo está rigurosamente ordenado, pues se trata de la tarde más solemne del año.

Page 7: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

117

Con anticipación ha sido retirado todo pan fermentado y ha sido guardada la vajilla ordinaria. Para la fiesta hay una vajilla especial. Se prepara pues la fuente del Seder (el plato), se ponen las copas en las que se servirá el vino como signo de la alegría, se acercan las sillas cómodas que reemplazan los triclinios en los cuales se recostaban los comensales en las cenas antiguas.

La introducción consiste en el servicio de la primera

copa de vino, que se bebe mientras se pronuncia una oración de alabanza. El padre de familia moja entonces la verdura en un agua salada, pronuncia una bendición y da algo a cada uno. Luego reparte un pan ázimo, del que separa la mitad para después de la cena.

Ahora tiene lugar la cena propiamente dicha. El padre de familia dirige una

invitación a "los que tienen hambre y a los pobres". Se sirve entonces la segunda copa. El menor de los asistentes pregunta sobre la razón por la cual se celebra en esta forma la fiesta. Todos responden:

Un día fuimos esclavos del Faraón en el Egipto; entonces nos condujo el

Eterno, nuestro Dios, fuera de allí.

Se narra entonces la historia de la liberación. Con ocasión de la narración del recuerdo de las diez plagas, cada uno mete un dedo en la copa de vino, toma diez veces una gotita y la derrama. No se debe beber completamente la copa de la alegría, pues entonces hubo mucho sufrimiento entre las gentes en el Egipto. A la narración de la historia de la liberación responden todos con el Hallel -el conjunto de salmos de alabanza que tienen que ver con la liberación del Egipto-. Se bebe entonces la segunda copa. El padre de familia toma el pan, pronuncia la acción de gracias, lo parte y da de él un trocito a cada uno. De la misma manera toma de las hierbas amargas, las sumerge en la salsa, pronuncia una bendición, y da a cada cual de comer.

En ese momento son traídas las viandas propiamente dichas de la cena.

Antiguamente se comían ahora las carnes del cordero. El postre es simplemente el trozo de pan ázimo reservado para este momento.

Después de comer se sirve la tercera copa. El padre de familia comienza la

oración de la mesa con las palabras: "Alabemos a quien nos da el alimento", y reza la oración de la mesa. Se bebe entonces la tercera copa.

Se sirve finalmente la cuarta copa. Se abre la puerta para que pueda entrar

el mensajero del Mesías, el profeta Elías. En medio de la mesa se pone una copa llena de vino para él. Se canta la segunda parte del Hallel y se bebe la cuarta copa.

Page 8: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

118

Con una oración de conclusión se termina la celebración. Podría decirse que celebrar la fiesta de la Pascua ha sido siempre para el

pueblo judío asumir la memoria de su historia, entendida como historia de liberación. Un hermoso poema, el Targum de Ex. 12,42, nos da una cierta idea de la manera como se evoca, en el sentido del éxodo, toda la historia en el memorial de los judíos.

El poema de Las Cuatro Noches (Targum de /Ex/12/42)

«Al final de los cuatrocientos años, aquel mismo día, salieron todos los

ejércitos de YHWH liberados, del país de Egipto. Es una noche de vigilia, preparada para la liberación en nombre de YHWH, en el momento en que hizo salir a los hijos de Israel, liberados del país de Egipto.

«Pues bien, hay cuatro noches inscritas en el

libro de las Memorias. La primera noche fue cuando YHWH se manifestó en el mundo para crearlo. El mundo estaba informe y vacío y las tinieblas se extendían sobre la superficie del abismo, y la palabra de YHWH era luz y brillaba. Y la llamó primera noche.

«La segunda noche, cuando YHWH se le apareció a Abrahám anciano de

100 años y a su esposa Sara, de noventa años, a fin de cumplir lo que dice la Escritura: "Es que Abrahán, a los cien años de edad, va a engendrar y su esposa Sara, de noventa años, va a dar a luz un hijo?" Pues bien, Isaac tenía 37 años cuando fue ofrecido en el altar. Los cielos se inclinaron y bajaron e Isaac vio sus perfecciones. Y la llamó la segunda noche.

«La tercera noche fue cuando YHWH se apareció a los egipcios en medio de

la noche; su mano mataba a los primogénitos de Israel, para que se cumpliera lo que dice la Escritura: "Israel es mi primogénito". Y la llamó la tercera noche.

«La cuarta noche será cuando el mundo llegue a su fin para ser disuelto. Los

yugos de hierro se romperán y las generaciones perversas serán aniquiladas. Moisés subirá de en medio del desierto y el rey Mesías vendrá desde lo alto. Uno avanzará a la cabeza del rebaño y su palabra caminará entre los dos y ellos marcharán juntos.

«Es la noche de la pascua para el nombre de YHWH, noche reservada y

fijada para la liberación de todo Israel a lo largo de sus generaciones.» El ritual de la Pascua judía fue seguido por Cristo y los apóstoles. El Nuevo

Testamento es muy claro (Mt 26, 20.23.29-30; Mc 14, 12.17-18.20.26; Lc 22, 15.20;

Jn 13, 26). Todo está en la línea del cumplimiento. El estudio del ritual judío ilumina sobre la Pascua eucarística; existe continuidad en cuanto se refiere al Calendario. Juan y Pablo hablan del cordero pascual.

Page 9: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

119

La Pascua de Cristo El evangelio de Juan alude a tres pascuas de Cristo: la que coincide con la

expulsión de los mercaderes (Jn 2,12-22), la que pone de relieve el tema del pan (Jn 6) y la de la acogida triunfal de Jesús, coincidiendo con el día en que se escogían los corderos pascuales (Jn 12ss), para manifestar que Jesús es el verdadero «cordero de Dios que quita el pecado del mundo». La palabra «pascua», en el NT, equivale a la fiesta de la Pascua o de los Ázimos, a la cena pascual y al cordero pascual. La pasión de Jesús se desarrolla en un contexto pascual, ya que en ese tiempo tuvo lugar la última cena de Jesús, su prendimiento, su interrogatorio y su condena. Según los sinópticos, Jesús fue condenado en la noche de Pascua y crucificado al día siguiente. La última cena de Jesús fue pascual (Mc 14,12-26 par). En cambio, según San Juan, todos estos acontecimientos tuvieron lugar veinticuatro horas antes (Jn 18,28; 19,14), ya que Jesús murió cuando se degollaban los corderos de Pascua, en la tarde del 14 de Nisán. Los sinópticos ponen de relieve que la última cena es la Pascua nueva. Juan acentúa que Jesús es el nuevo cordero.

Hoy se interpreta que la última cena de Jesús fue banquete, con los gestos del ritual judío de la comida, es decir, «bendición» del pan y «acción de gracias» por el vino después de haber cenado. Los relatos de la eucaristía omiten la descripción del ritual judío y ponen el énfasis en esos dos gestos. Fue también cena de despedida de Jesús antes de la entrega. Todas las comidas de Jesús eran «buena noticia» que hacían presente ya, aunque no

en su plenitud, el banquete escatológico del reino de Dios. Jesús comió con los pobres, reconcilió en la mesa a pecadores y cenó diariamente con sus discípulos. La última cena tuvo un relieve especial. Los cuatro relatos de la institución son adaptaciones litúrgicas de las palabras y acciones de Jesús en la última cena. En realidad no cuentan lo que Jesús hizo, sino cómo celebraban los primeros cristianos y qué sentido tiene la eucaristía. Los cuatro relatos coinciden en señalar lo que Jesús hizo y difieren en precisar lo que dijo. Jesús se compara a sí mismo con el pan (cuerpo) y el vino (sangre). Según la antropología semita, el hombre es «carne»; la sangre era para los hebreos «sustancia de la vida». El término «cuerpo», en contraste con «espíritu», se emplea para referirse a toda la persona. Está en conexión con el pan; la sangre apunta a la muerte violenta.

Los dos gestos judíos de Jesús en la última

cena pascual manifiestan el relieve eucarístico de la Pascua cristiana. Hay una bendición sobre el pan y la copa; se ofrece el pan partido y la copa de vino, y se acompaña esta entrega con palabras significativas y eficaces. Uno de estos gestos, el de la fracción del pan, dará nombre a la eucaristía, denominada por Pablo «Cena del Señor».

Page 10: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

120

La Pascua cristiana «Todo el sentido expresado en la Pascua

judía se hace presente en la Pascua cristiana. No se trata de recordar un acontecimiento pasado e irrepetible, sino hacer que lo que ocurrió «una vez» se convierta en el acontecimiento para «siempre»: el Resucitado vive y da vida, vive y crea comunión, vive y da paso al futuro, vive y señala el camino.» (J.

Ratzinger, El Espíritu de la liturgia)

Es posible que desde los primeros orígenes cristianos hubiese una celebración específica pascual cada año. Recordemos que el domingo, día del Señor, fue fiesta pascual semanal. Pero no es fácil precisar cuándo se hizo el tránsito de la pascua semanal a la pascua anual. Algunos aseguran que antes del año 50 se celebraba una vigilia pascual en las Iglesias de Roma, Corinto, Asia Menor y Jerusalén; incluso hay quienes piensan que la Segunda Carta de Pedro es una homilía pascual pronunciada en Roma y dirigida a los cristianos de entonces como una especie de primera encíclica. Son meras hipótesis.

La primera pascua anual se celebró

en Jerusalén hacia el año 135. En Roma se inició esta celebración solemne unos treinta años después.

Lo cierto es que desde finales del

siglo Il la Pascua anual es la fiesta más importante de la Iglesia. De hecho, hubo en ese siglo, con respecto a la Pascua, dos corrientes que originaron una tensa controversia.

La corriente oriental defendía que la Pascua debía celebrarse el Viernes

Santo, al atardecer, con una eucaristía. La corriente occidental pensaba que había de festejarse en las primeras horas del domingo siguiente a ese viernes. A finales del mencionado siglo, por decisión del papa Víctor (189-199), se impuso la tradición romana, y empezó a celebrarse la Pascua el Domingo de Resurrección.

La fecha de la Pascua Muchos se preguntan ¿por qué la pascua cambia de

fecha cada año? La razón es la conexión entre la pascua judía y la cristiana y la diferencia entre el calendario judío y el nuestro.

Los judíos comen el cordero pascual la víspera del 15 de Nisan (el primer mes del calendario judío). Jesús celebró la pascua (la última cena) según la costumbre

Page 11: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

121

judía, o sea, el 14 de Nisan, murió en la cruz el 15 de Nisan y resucitó el domingo siguiente, que ese año fue el 17 de Nisan. Pero es muy difícil pasar una fiesta antigua del calendario judío (lunar) al nuestro (solar). El calendario judío es lunar (tiene 354 días y se basa en las fases de la luna) mientras que el nuestro es solar. Cada cuatro años los judíos intercalan un mes a su calendario, no según un método definido sino arbitrariamente por orden del Sanedrín.

Esto dio lugar a numerosas controversias sobre la fecha para la celebración

de la pascua. Los judíos cristianos continuaron usando el calendario judío para la pascua: El viernes santo lo celebraban el 15 de Nisan y la pascua de resurrección el 17 de Nisan (fuese o no domingo).

En el resto del imperio, sin embargo, se tomó en consideración que Jesús

históricamente resucitó el domingo y todos los domingos se celebra a la fiesta de la Resurrección. Por eso se optó por celebrar La Pascua el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. La Iglesia Romana se basa en la autoridad de San Pedro y San Pablo. Pero no todos los cristianos celebraban el mismo día la pascua. Por otra parte, ya desde el siglo III se consideraba que, según el calendario romano, Jesús murió el 25 de Marzo y resucitó el 27 (Computus Pseudocyprianus, ed. Lersch,

Chronologie, II, 61). Algunos obispos celebraban esas fechas fijas. El Primer Concilio de Nicea (325) decretó que la práctica romana debe observarse en toda la Iglesia. Los ortodoxos celebran la pascua otra fecha porque siguen el calendario Juliano (ortodoxo ruso). La fecha de la fiesta de Pascua católica fluctúa entre el 22 de Marzo y el 25 Abril. En referencia a ella se calculan las otras fiestas movibles del calendario litúrgico.

El concilio de Nicea del año 325 determinó

que ese domingo fuera el siguiente a la luna llena del equinocio de primavera (entre el 22 de marzo y el 25 de abril).

Desde entonces, la celebración de la Pascua

anual en toda la Iglesia fue ruptura del ayuno previo mediante la comida fraternal y eucarística; memorial de la pasión, es decir, de la muerte y resurrección del Señor o del triunfo de Cristo sobre la muerte y su retorno al Padre; vigilia nocturna con la comunidad despierta, a la espera del

Page 12: Curso de Liturgia II - Tema X

Celebrando la Vida Curso de Liturgia - II Parte - 2015 On Line

122

retorno del Señor. La celebración culminaba, pues, con la eucaristía de la madrugada del domingo, a la que pronto precedió el bautismo de los catecúmenos adultos.

La razón de la importancia cristiana de la

Pascua es obvia: la fe cristiana es fe en la muerte y resurrección del Señor, o Pascua de Cristo; por consiguiente, el misterio pascual es el centro del cristianismo, de la Iglesia, de la acción pastoral y de la vida espiritual cristiana. Por estas razones decimos que el bautismo es sacramento de la fe o de la Pascua, y la eucaristía memorial pascual.

El Vaticano II ha revalorizado el sentido pascual del cristianismo:

«Esta obra de la redención humana y la perfecta glorificación de Dios la realizó Cristo principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección y gloriosa ascensión» (SC, N. 5).