cultura escrita

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Módulo 1 - Unidad 4: Cultura Escrita 1 MÓDULO 1 “Iniciemos la enseñanza de la lectura y escritura” OBJETIVOS DE LA UNIDAD 4 Mediante el estudio de los contenidos y la realización de las actividades de esta unidad, se desarrollarán las siguientes capacidades y desempeños: Capacidades Desempeños Diseña estrategias para mejorar la disponibilidad, la participación y el acceso de los y las estudiantes a la cultura escrita. Explica la importancia de la cultura escrita como eje integrador de los procesos de aprendizaje de la lengua escrita. Pone en práctica estrategias para generar un ambiente alfabetizador en el aula, la escuela, la familia y la comunidad. PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD 4 La cultura escrita no siempre ha sido lo que es hoy. Las diferentes culturas humanas han desarrollado la escritura de distintas maneras y en distintos momentos de su historia, algunas incluso no la desarrollaron jamás y hasta la actualidad carecen de un sistema de escritura. De igual manera, las culturas que desarrollaron un sistema de escritura no siempre la han puesto al acceso de todos sus integrantes, ni estos han tenido el mismo nivel de participación en su producción, circulación y utilización. En otros casos, el acceso y tipos de uso de los textos escritos han ido variando a lo largo de la historia.

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Módulo 1 - Unidad 4: Cultura Escrita

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MÓDULO 1 “Iniciemos la enseñanza de la lectura y escritura”

OBJETIVOS DE LA UNIDAD 4

Mediante el estudio de los contenidos y la realización de las actividades de esta unidad,

se desarrollarán las siguientes capacidades y desempeños:

Capacidades Desempeños

Diseña estrategias para mejorar la

disponibilidad, la participación y el

acceso de los y las estudiantes a la

cultura escrita.

Explica la importancia de la cultura escrita como eje integrador de los procesos de aprendizaje de la lengua escrita.

Pone en práctica estrategias para generar un

ambiente alfabetizador en el aula, la escuela, la

familia y la comunidad.

PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD 4

La cultura escrita no siempre ha sido lo que es hoy. Las diferentes culturas humanas

han desarrollado la escritura de distintas maneras y en distintos momentos de su

historia, algunas incluso no la desarrollaron jamás y hasta la actualidad carecen de un

sistema de escritura. De igual manera, las culturas que desarrollaron un sistema de

escritura no siempre la han puesto al acceso de todos sus integrantes, ni estos han

tenido el mismo nivel de participación en su producción, circulación y utilización. En

otros casos, el acceso y tipos de uso de los textos escritos han ido variando a lo largo

de la historia.

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La escritura trajo muchas ventajas. Permitió consignar las ideas y pensamientos

humanos para trascender el tiempo y el espacio, a diferencia de la oralidad, que

requería la presencia física de los interlocutores en un aquí y ahora. A pesar de lo

denominado “oralidad secundaria” (fruto de la moderna tecnología de las

comunicaciones, como la radio, las grabadoras y reproductoras de sonido, la televisión,

el teléfono, la Internet y las computadoras) permite la comunicación oral a distancia,

sólo la escritura puede trascender, de manera real, el tiempo para la comunicación. Es

decir, los interlocutores no necesitan estar en contacto al mismo tiempo, pueden

pertenecer a épocas diferentes, e incluso, el lector puede conocer las ideas originales

de un escritor siglos después de muerto.

La escritura sin embargo, tiene una limitación: el lector, además de tener disponible el

material escrito y las oportunidades de utilizarlo, debe conocer y poder interpretar el

sistema de signos gráficos en el que está registrado el texto escrito; de lo contrario, no

podrá acceder a su contenido. Acceder al conocimiento del sistema de signos gráficos y

su interpretación requiere de la mediación de otros que ya lo conocen. Es este hecho el

que sienta las bases para la existencia e importancia de la cultura escrita, como una

forma especial y específica de relación entre los usuarios de la lengua escrita y los

textos en sí.

En el desarrollo de esta cuarta unidad, se trabajarán los siguientes temas:

Módulo 1

Unidad 4: Cultura Escrita

1. ¿Qué es la cultura escrita?

2. Componentes de la cultura escrita

2.1. La disponibilidad física

2.2. La apropiación de la cultura escrita

2.3. La participación y el contexto

3. Estrategias para propiciar el acceso a la cultura escrita

1. ¿QUÉ ES LA CULTURA ESCRITA?

Cuando hablamos de cultura escrita no nos referimos únicamente al hecho de saber

leer y escribir, sino a las prácticas lectoras y escritoras, así como a las funciones que

se asignan a la lectura y escritura en la vida cotidiana y las relaciones que se

establecen entre los individuos, y entre éstos y los textos.

Participar de la cultura escrita guarda relación con la intervención directa en

actividades sociales, dentro de la escuela y en la vida cotidiana, en las que la lectura y

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la escritura son utilizadas con fines comunicativos. Esta participación no requiere

necesariamente de saber leer y escribir (entendido en este momento como decodificar

y codificar signos escritos). Por ejemplo, el niño o niña a quien sus padres leen

cuentos, aunque no sabe leer todavía, ya participa de esa cultura: sigue la lectura, lee

imágenes, reconoce el escrito como algo que comunica ideas. E incluso “lee sin leer”,

contando una y otra vez, a veces de memoria, la historia escuchada, siguiendo el

texto.

Sin embargo, el ideal de participación en la cultura escrita sí requiere estar

alfabetizado. Es la base fundamental que garantiza la posibilidad de participar en ella.

Estar alfabetizado no significa el simple acto mecánico y rudimentario de la lectura y

escritura que se enseña aún en nuestra realidad. Actualmente, los conceptos de

“alfabetizado”, “analfabeto”, “analfabeto puro” y “analfabeto funcional” están en

discusión, pues las definiciones tradicionales de estos términos y las clasificaciones a

las que estábamos acostumbrados “simplifican realidades que son mucho más

complejas que no se trata de polos opuestos sino de un continuo, en el que existen

diversos niveles de dominio del lenguaje escrito”1.

Por un lado, se considera que no hay un “estar

alfabetizado”, concebido como un estado definitivo y

que puede fijarse en un momento en el tiempo, pues

el proceso de perfeccionamiento de las habilidades

lectoras y escritoras es permanente y está en continua

evolución, incluso entre quienes han alcanzado un alto

grado de dominio de tales habilidades. Los individuos calificados como alfabetizados

pueden ir “desde lectores incipientes y personas que apenas dibujan su firma, pueden

copiar un texto pero no escribirlo propiamente, hasta lectores y escritores con un

altísimo nivel de sofisticación en el manejo del lenguaje y en varios idiomas”2. Las

estadísticas revelan que muchos individuos alfabetizados (en el sentido de que saben

leer y escribir, o mejor, codificar y decodificar los signos gráficos), no pueden realizar

actos de lectura como interpretar un itinerario de movilidades o la señalización de las

calles en una ciudad, ni actos de escritura más allá de la copia o el dictado simple; es

decir, no llegan a participar en la “cultura escrita” como práctica social.

Por otro lado, la definición más común de “alfabetizado”, acuñada por la UNESCO, que

lo define como estar en capacidad de leer y escribir un enunciado simple de la vida 1 Rosa María Torres (2007) “No basta con enseñar a leer y escribir; hay que acercar la lectura y la escritura a la gente". (Entrevista) Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), 8 de septiembre de 2007. En: http://www.fronesis.org 2 Rosa María Torres (2007).

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cotidiana, “requiere repensarse, porque cambió mucho lo que entendemos por ‘leer’ y

‘escribir’, la noción de ‘enunciado simple’ y la propia vida cotidiana de la gente”3.

Es decir, saber leer o escribir (entendido exclusivamente como decodificar los signos

gráficos o transcribir sonidos en signos gráficos) no los integra a una sociedad letrada

ya que “ser alfabetizado refiere a aquella persona que utiliza la lengua escrita para

participar en el mundo social”4. Al respecto, Torres 5 dice lo siguiente:

“En todo caso, diríamos que una persona está ‘alfabetizada’ cuando maneja con

autonomía el lenguaje escrito, lee comprendiendo lo que lee y es capaz de

transmitir con claridad sus propias ideas por escrito, de modo que otras

personas puedan comprender lo que escribe”.

Ser alfabetizado implica, entonces, el manejo intencional y significativo del lenguaje

escrito (géneros textuales, discursos, significados, palabras, letras) para participar,

interactuar y apropiarse de la cultura escrita. Este es un proceso que no termina en la

escuela primaria sino que puede prolongarse a lo largo de la vida.

Manejar los géneros textuales y los discursos significa conocer el papel que juega cada

uno de ellos en la comunicación dentro de la sociedad. Por ejemplo, el papel que juega

una noticia no es el mismo que juega una receta de cocina, las instrucciones de un

juego o un informe de investigación, aunque todos cumplen una función informativa.

Manejar significados implica no solamente conocer los conceptos o acepciones de las

palabras y expresiones, sino entender cuándo una expresión tiene un sentido

connotativo o cultural. Por ejemplo, la expresión “matar dos pájaros de un tiro” quiere

decir algo muy diferente a su significado denotativo. Culturalmente, todos los que

pertenecemos a la cultura hispana comprendemos lo que esta expresión significa:

“lograr más de un resultado con una sola acción”. Es decir que, en el manejo de

significados, están implicadas competencias pragmáticas (usos, del contexto cultural,

sabiduría popular, etc.) y semánticas. Los anteriores son sólo dos ejemplos de las

dimensiones del manejo del lenguaje. No pretende ser exhaustivo en la explicación,

sólo ilustrar lo que este manejo implica.

3 Torres, Rosa María (2007) Analfabetismo y alfabetización en el Ecuador: opciones para la política y la práctica. Ecuador, Instituto Fronesis. Estudio de caso encargado por UNESCO para su inclusión en el Informe 2006 de Seguimiento Global de la Educación para Todos. En: www.portal.unesco.org 4 Kalman, Judith (2003) “El acceso a la cultura escrita: la participación social y la apropiación de conocimientos en eventos cotidianos de lectura y escritura.” En: Revista Mexicana de Investigación Educativa, Consejo Mexicano de Investigación Educativa A.C., México, enero-abril 2003, Vol. VIII, número 17, pág. 39. 5 Torres, Rosa María (2007).

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Un elemento importante para la participación en la cultura escrita es la presencia de

dicha cultura en el ambiente del ser que está inmerso en la sociedad. No es posible la

participación en la cultura escrita en una sociedad que no le da importancia a la misma

y en donde no existe un medio letrado o en un medio donde no existan productos

escritos. No es lo mismo vivir en un medio donde las labores fundamentales y la vida

cotidiana no requieren de la escritura (por ejemplo, en sectores rurales donde la

población se dedica a la agricultura con tecnología mínima que no necesitan recurrir a

un escrito para entender los procesos técnicos o el funcionamiento de maquinaria),

que en un ambiente urbano, donde la escritura está presente en la calle, la tienda, el

centro comunitario, etc. A decir de Emilia Ferreiro, en estos últimos, “… basta con que

el chico salga a la calle para que vea escrituras y se formule hipótesis interpretativas,

porque si las escrituras están por todas partes, alguna importancia deben tener”6.

De igual manera, la escritura no tendrá el mismo significado para una persona cuya

lengua materna tiene un sistema de escritura, que para aquella cuya lengua no tiene

escritura. “En este mundo hay chicos que crecen sabiendo que su lengua se escribe

antes de poder leerla o escribirla; y otros que crecen ignorándolo, o en la suposición

de que no cualquier lengua se escribe (a lo mejor la que se escribe es la ajena)”7.

Para estar inmerso en la cultura escrita es necesario, entonces:

- Un entorno donde el escrito esté presente;

- experiencias en que se genere interacción significativa con los textos;

- promoción de experiencias de escritura compartida; y,

- descubrimiento y toma de conciencia de las funciones sociales de la lengua

escrita.

6 Ferreiro, Emilia (2006) Cultura escrita y educación. México, Fondo de Cultura Económica, pág. 107. 7 Ídem.

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Podemos ver que hay diferentes grados de presencia e importancia de los productos

escritos en los distintos grupos sociales, y las consecuencias que tiene este factor en la

formación lectora y escritora de los individuos.

Por ejemplo, en una sociedad donde la cultura oral es el centro de los intercambios

entre los miembros de la comunidad, un texto

escrito, cualquiera que este sea (un afiche,

por ejemplo), simplemente puede cumplir el

papel de referente espacial (“unas cuadras

más pasando el aviso de INRENA” o “del aviso

de INRENA, doblas hacia la derecha”). Pero en

una universidad o escuela, o en una ciudad,

pueblo o caserío, el texto escrito puede

cumplir otras funciones, por ejemplo, informar sobre terrenos que están en venta,

sobre reuniones que se llevarán a cabo para los miembros de la comunidad

interesados en conocer la reforma tributaria, o de la reunión de padres de familia de la

escuela. En un medio académico, pueden ser las fuentes de estudio de una asignatura

específica, o la necesidad de informar acerca de avances de la ciencia sobre un tema

de estudio, sólo para nombrar algunas de las funciones posibles.

Queda claro que la presencia de una cultura escrita obedece a ciertas necesidades

específicas y éstas obligan a mayor o menor uso efectivo de ella por parte de los

integrantes de una comunidad determinada. Sin embargo, hoy en día, las comunidades

SUJETO EXPERIENCIAS DE ESCRITURA COMPARTIDA

INTERACCIÓN SIGNIFICATIVA

CON TEXTOS

CONCIENTIZACIÓN DE FUNCIONES SOCIALES DE

LA LENGUA ESCRITA

PRESENCIA DE ESCRITOS

INMERSIÓN EN LA CULTURA ESCRITA

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que exhiben menos acceso y uso de la cultura escrita, cada día están más segregadas

de las posibilidades de acceso a la cultura universal, que es un derecho y un

patrimonio de todos los seres humanos.

Ya se ha expuesto anteriormente que la ciencia y los nuevos avances en el

conocimiento se están plasmando por escrito para conservarlos y trasmitirlos a todos

los seres humanos, de esta y futuras épocas. Las personas que no vayan construyendo

estas habilidades y capacidades para participar de la cultura escrita, por fuerza

carecerán de la posibilidad de acceder a este patrimonio que por derecho les

pertenece.

Al respecto, Ferreiro8 dice que el contacto inicial con la escritura es “absolutamente

natural en el caso de los hijos de padres letrados […] (y) es un aprendizaje real básico

respecto a la posibilidad de asimilar otras informaciones posteriores”.

Por su parte, Chauveau9 asevera que los “niños frágiles” en lectura y escritura, es decir

los que están en riesgo de convertirse en “no lectores” y “no escritores”, son aquellos

que comprenden mal dos cosas: el funcionamiento del código escrito, es decir sus

reglas de funcionamiento, y las funciones y finalidades de la escritura, es decir, el por

qué leer y escribir. Según sus investigaciones, estos pertenecen en su mayoría (80%)

a sectores socioculturales desfavorecidos, y sus dificultades están relacionadas

generalmente a una falta de práctica y de experiencia con el mundo escrito. Esto

genera fuertes disparidades con los niños y niñas que sí han tenido acceso al mundo

de la escritura, ya que a los “niños frágiles” les cuesta más adquirir la nueva cultura,

es decir apropiarse de los nuevos comportamientos, nuevos centros de interés y

nuevas formas de pensar que caracterizan la práctica de la lectura y la escritura.

2. COMPONENTES DE LA CULTURA ESCRITA

En la cultura escrita se contemplan cuatro componentes, tres de los cuales

corresponden a los escritos y el cuarto, a los actores y sus interacciones.

1. Los objetos de la cultura escrita, que son los diversos tipos de libros,

periódicos, revistas, enciclopedias, afiches, cartas, computadores…

8 Ferreiro, Emilia (2006), pág. 215. 9 Chauveau, Gérard (2007) “Elementos para una pedagogía exitosa en lectura-escritura” En: Memorias del III Congreso Internacional de Lectura y Escritura. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, p. 23.

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2. Los escritos en sí, que incluyen todos los diversos tipos de textos:

informativos, instructivos, científicos, literarios (narrativos, poéticos y

dramáticos) y otros.

3. Los lugares, es decir, todos los espacios destinados a la lectura, donde se

puede leer o se encuentran los escritos: bibliotecas, museos, rincón de lectura,

librerías, quioscos...

4. Los letrados, que son las personas que leen y escriben habitualmente y que se

encuentran ya insertos en el mundo de la escritura: los lectores y escritores, y

sus relaciones con los textos.

Según Chauveau 10 , “el niño que aprende a leer y escribir, aprende a entrar y viajar

en la cultura escrita, a multiplicar sus contactos con los diferentes sectores del mundo

escrito: los objetos, los escritos, los lugares, los letrados”.

Los tres primeros elementos que conforman la cultura escrita pertenecen al campo de

la “disponibilidad”. La disponibilidad sólo se refiere a la presencia física de objetos

que pueden ser leídos (o escritos) y la infraestructura para su distribución y

circulación. En otras palabras, son las condiciones materiales que se necesitan para

que exista una cultura escrita.

El cuarto elemento lo trataremos, de acuerdo al planteamiento de la misma autora,

como “acceso” o “accesibilidad”, es decir como “las oportunidades que tienen los

individuos tanto para participar en eventos de lengua escrita (situaciones en las que el

sujeto se posiciona frente a otros lectores y escritores) como para aprender a leer y

escribir (Kalman, 2001b)”11. Este aspecto se refiere a las condiciones sociales de la

cultura escrita.

10 Chauveau, Gérard (2007) “Elementos para una pedagogía exitosa en lectura-escritura” En: Memorias del III Congreso Internacional de Lectura y Escritura. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, pág. 19. 11 Kalman, Judith (2003), págs. 39-40.

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Kalman indica que la sola disponibilidad no promueve ni garantiza la participación en la

cultura escrita. Es la circulación del material escrito y el uso del mismo por parte de los

lectores lo que la promueve. Los niños y las niñas, por tanto, deben relacionarse y

apropiarse de estos cuatro elementos para poder descubrir, insertarse y participar

plenamente en la cultura escrita.

Para que exista acceso a la cultura escrita, deben cumplirse algunos requisitos. El

primero de ellos es la disponibilidad, tanto de los objetos materiales como de los

lugares donde se vive la cultura escrita. El segundo es la apropiación, que se refiere

al uso social e individual de la lectura y la escritura. Se aprende a leer y a escribir en

interacción social, pero en este acto están implicados procesos intelectuales

individuales e internos (de la mente). El tercer requisito es la participación en

eventos de lectura y escritura que tengan sentido para el individuo, porque lo

relacionan con otros seres humanos y suceden en un contexto determinado.

2.1. La disponibilidad física

Como se dijo antes, la disponibilidad se refiere a la presencia de los diversos

elementos físicos de la cultura escrita (objetos, escritos y lugares). La disponibilidad es

muy variable en nuestros países. Hay lugares, especialmente del entorno urbano,

donde la cultura escrita está presente en todos lados y, en principio, al alcance de

cualquier persona, mientras que hay otros entornos, particularmente rurales, donde

COMPONENTES DE LA CULTURA ESCRITA

OBJETOS

LUGARES ESCRITOS

LETRADOS

DISPONIBILIDAD

ACCESO Apropiación - Participación

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encontrar un texto escrito o un espacio donde se pueda ejercer la lectura y la escritura

es prácticamente imposible.

Como parte de las iniciativas, se han creado bibliotecas escolares que tienen todo tipo

de textos que llaman la atención y atraen a los escolares y los profesores, y en algunas

escuelas se han creado bibliotecas de aula, manejadas por los estudiantes mismos.

Asimismo, se ha buscado hacer las bibliotecas públicas más accesibles a la comunidad

en general, de manera que se eliminen ciertas barreras que creaban aprehensión entre

los integrantes de una comunidad no acostumbrada a dichos espacios.

Otras iniciativas para incrementar el acceso a la

cultura escrita incluyen, por ejemplo, las

“campañas del libro” o “campañas por la lectura”,

que buscan proporcionar libros de calidad a precios

rebajados en relación a los valores comerciales

usuales y distribuirlos masivamente, especialmente

en los sectores de menores posibilidades

económicas. Algunas de estas campañas cuentan con auspicios de instituciones

públicas y privadas, lo que hace posible los precios bajos y la distribución masiva.

Todas estas acciones han estado encaminadas a aumentar la disponibilidad para, a su

vez, ampliar el acceso a la cultura escrita. Sin embargo, dichas acciones, por sí solas,

no garantizan el acceso a la cultura escrita, aunque son una condición básica e

indispensable para que esto sea una realidad. Es necesario que, además de los

objetos, escritos y lugares, se produzcan las interacciones que dan sentido y finalidad

a estos. Es decir, que haya la apropiación y participación activa de los actores (lectores

y escritores) en los hechos comunicativos que justifican la existencia de la lectura y la

escritura.

2.2. La apropiación de la cultura escrita

La apropiación no sólo se centra en el aprendizaje de la lectura y la escritura como

desciframiento del código grafo-fónico, que sirve de base para la actividad autónoma

de usar la lectura y la escritura en la vida cotidiana. Se refiere principalmente al

aprendizaje y apropiación de los diversos usos de la escritura y la lectura, sobre todo

los usos “extra-escolares”, es decir de la cotidianidad. “Es el resultado de múltiples

usos y formas de abordar los textos e incluye su ubicación en las exigencias sociales e

institucionales originales que dieron lugar a su realización”12.

12 Kalman, Judith (2003), págs. 37 – 66.

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En este proceso, el individuo aprende estrategias tanto

para comprender lo que lee como para producir sus

propios textos, estrategias que luego se internalizan y

hacen propias. “Para comprender la apropiación hay

que ‘concentrarse en las condiciones y procesos

concretos’ ya que la apropiación es el resultado de

múltiples usos y formas de abordar los textos e incluye

su ubicación en las exigencias sociales e institucionales originales que dieron lugar a su

realización”13. Apropiarse de la lectura y escritura, quiere decir, entonces, otorgarles

significado propio y personal.

Sólo en este momento puede el individuo hacer uso autónomo de esas habilidades y

prácticas, para convertirse en usuario de la cultura escrita, apropiándose de esta. Esta

apropiación implica, entre otras cosas, convertirse en un “ser lingüístico”, es decir,

desarrollar procesos de reflexión sobre la lengua hablada y escrita, las relaciones entre

ellas y su funcionamiento14.

Es en este momento cuando el cuarto componente de la cultura escrita, los letrados,

entra en acción. Es a través de la interacción con otros que el ser humano se apropia

de la práctica de la lectura y de la escritura y aprende su sentido, usos y finalidades. El

ver a los “letrados” haciendo uso de la lectura y escritura e interactuar con ellos en

actos comunicativos, hace que el lenguaje escrito cobre relevancia. De lo contrario,

seguirá siendo algo que “se debe aprender”, pero no algo que tenga significado

personal. Por supuesto, esta intermediación social incluye la oralidad, como manera

eficiente de guiar este proceso de apropiación.

Apropiarse de la cultura escrita es un proceso de ida y vuelta: mientras más se

aprende, más se produce (es decir, más se comprende la lectura y más se escribe) y

mientras más se produce (en lectura o escritura), más se aprende. Solamente

compartiendo experiencias se crea el diálogo necesario entre la cultura existente y el

individuo.

El individuo aprende durante toda su vida y el proceso de apropiación de la cultura

escrita también dura toda la vida. Una persona que usa la escritura para comunicarse

o la lectura con diferentes fines, mientras más escribe, más comprende cómo debe

escribirse, es decir, la reflexión permanente que hace sobre la naturaleza y

funcionamiento de la lengua para escribir le aporta más elementos para escribir mejor

cada día. La persona que lee, reflexiona permanentemente sobre cómo funciona la

13 Kalman, Judith (2003), pág. 46. 14 Chauveau, Gérard (2007), p.24.

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lengua, sobre nuevas palabras que nunca había conocido, sobre formas diferentes de

decir o expresar algo que lee en los textos. Esta reflexión, apropiación de nuevo

vocabulario, formas de expresar ideas, lo va habilitando cada vez más para

comprender lo que lee y para ser mejor lector y escritor. En resumen, la práctica de la

lectura y la escritura habilita a cada individuo de maneras diferentes y

progresivamente para ser mejor lectora y escritor. Lo habilita en la apropiación de la

cultura escrita.

2.3. La participación y el contexto

Según Kalman15, “la participación se refiere al proceso de intervenir en actividades

sociales de lectura y escritura, así como las relaciones que se establecen entre los

diferentes actores”. los eventos de la lectura y escritura que surgen en la vida

cotidiana se disponen con fines comunicativos y, por ello, son importantes contextos

para la apropiación de los diversos usos de la cultura escrita. Es precisamente a través

de la participación en este tipo de eventos donde el individuo aprende los usos no

escolares de la lectura y escritura.

La participación necesariamente debe tener fines comunicativos y está marcada por la

existencia de algún tipo de interacción social. No existe participación en la cultura

escrita si no se tiene la intención de comunicarse. La participación solo tiene sentido si

se hace para construir significados sobre la comunicación escrita. Esta construcción

puede ser individual, colectiva o en colaboración con otros. Particularmente en estas

dos últimas, “varios participantes aportan conocimientos y saberes, usan herramientas

culturales materiales y mentales y colaboran, de una manera u otra, para lograr un fin

comunicativo donde la lengua escrita tiene un papel central”16.

Esto quiere decir que la adquisición de esta nueva cultura, la cultura escrita, no ocurre

en el vacío. Toda participación adquiere sentido solamente si tiene el propósito de

resolver situaciones de comunicación donde se involucra el texto escrito.

Existen diferentes formas de participación en la cultura escrita que dependen, por un

lado, de las posibilidades de aportar del individuo o de las necesidades que este tenga

de los aportes de los demás, es decir de la posición del lector / escritor frente a otros

lectores / escritores; de los fines o los efectos que cada uno persiga con su

participación, y de las ideas y significados que guían su participación (concepciones

que tiene el participante sobre el texto, la lectura, las finalidades, entre otras).

15 Kalman, Judith (2003), pág. 43. 16 Varios autores citados en: Kalman, Judith (2003), pág. 43.

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Aquí también, la interrelación con los “letrados” y con los otros aprendices es de gran

importancia. Leer entre todos un cuento, comentarlo e intercambiar opiniones sobre

él; redactar juntos un texto surgido de sus propios intereses y conocimientos; oír a un

escritor narrar cómo se inició en la literatura; administrar en conjunto con los y las

docentes la biblioteca escolar o del aula; seleccionar entre todos los libros que quieren

adquirir para la escuela; crear un periódico escolar.

En estos eventos el niño o la niña que está ingresando a

la cultura escrita podrá identificar quiénes leen / escriben

y por qué, qué tipo de textos leen / escriben y cómo lo

hacen, con qué finalidad y cuándo lo hacen. En otras

palabras, “cuáles son las motivaciones, propósitos,

circunstancias y modos de actuar de los lectores y

escritores, y qué prácticas y conocimientos los definen como tales”17. Este hecho

refuerza la apropiación de la lectura y la escritura como prácticas sociales, y no solo

como destrezas procedimentales específicas de la comprensión lectora y de la

producción de textos.

Así entendido este proceso, la lectura y la escritura constituyen prácticas sociales que

rebasan la mera manipulación mecánica de unidades aisladas del texto (fonemas,

grafemas, palabras sueltas, oraciones sueltas, reglas gramaticales, listas de

vocabulario).

De allí que un proceso de aula centrado únicamente en la codificación y decodificación,

con énfasis en la lectura oral y en la caligrafía, y limitada únicamente a actividades

repetitivas de copia, dictado o memorización de reglas ortográficas, por fuera de actos

comunicativos reales o verosímiles, no permite que se logre una apropiación del

lenguaje escrito, y menos aún de la cultura escrita. Con esto no queremos decir que

los estudiantes no deben aprender el código alfabético ni los aspectos técnicos y

operativos del saber leer y saber escribir, sino que debe existir un equilibrio entre

todos los objetivos de aprendizaje de la lengua escrita: la mecánica de las palabras (el

código), la comprensión de lo que se lee, la producción de escritos, y la cultura

escrita18.

17 Resnick, L. (1990) en: Kalman, Judith (2003), pág. 43. 18 Chauveau, Gérard (2007), pág. 16-20.

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3. ESTRATEGIAS PARA PROPICIAR EL ACCESO A LA CULTURA ESCRITA

El gran problema que enfrentamos la mayoría de docentes y padres o madres de

familia es que los niños y las niñas no son usuarios plenos de la cultura escrita.

Constantemente nuestra gran interrogante es: ¿Cómo hacemos para que los niños y

las niñas se vuelvan lectores y escritores asiduos y ávidos? Es decir, cómo hacer para

que les guste leer y que tengan ganas de escribir como práctica habitual y no solo

como tarea escolar, muchas veces realizada a disgusto y sólo por obligación.

La respuesta a esta pregunta es aparentemente

muy sencilla: “hay que hacerles vivir la cultura

escrita”. En otras palabras, convertirles en usuarios

plenos de la cultura de lo escrito. Pero esta

respuesta encierra una gran complejidad. En

palabras de Delia Lerner19, “participar en la cultura

escrita supone apropiarse de una tradición de lectura y escritura, supone asumir una

herencia cultural que involucra el ejercicio de diversas operaciones con los textos y la

puesta en acción de conocimientos sobre las relaciones entre los textos; entre ellos y

sus autores; entre los autores mismos; entre los autores, los textos y su contexto…”.

Una labor complicada de por sí, y más todavía si consideramos que “vivir la cultura

escrita” requiere de unas condiciones físicas y sociales que no están disponibles para

todas las personas, como vimos en la sección anterior.

Por otro lado, existe una creencia generalizada de que la tarea de formar lectores y

escritores es únicamente de las escuelas. Por su parte, las escuelas asumen

principalmente la tarea de apropiación del código escrito, y esperan más aporte de la

sociedad, sobre todo de la familia, para llevar adelante los otros aspectos de la

apropiación de la cultura escrita. Sin embargo, la familia -especialmente en los

sectores urbanos marginales y rurales- habitualmente carece de los medios y recursos,

e incluso de los conocimientos, para apoyar a la escuela en la formación de niños y

niñas lectores y escritores; además, usualmente estas familias no han integrado la

cultura escrita a su vida cotidiana. El resto de la sociedad realiza algunas acciones

importantes en este campo pero, como ya se analizó, también tiene limitaciones de

cobertura y alcance.

Surgen, entonces, varias preguntas: ¿Cómo salir de este círculo sin fin? ¿En quién

recae la principal responsabilidad (familia, escuela, sociedad)? ¿Quién debe dar el

19 Lerner, Delia (2001) Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México, Fondo de Cultura Económica, pág. 25.

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primer paso? ¿Quién puede resolver todas las necesidades y carencias para tener un

ambiente social que promueva la lectura y escritura?

La sociedad en su conjunto ha realizado importantes aportes al fomento de la cultura

escrita, que se concretan en aquellas acciones dirigidas a que un número cada vez

mayor de sus integrantes se acerquen a los textos, disfruten de ellos, y saquen

provecho personal y social de su uso. Esto incluye el establecimiento de bibliotecas, la

realización de “maratones del cuento”, ferias-exposiciones de libros, festivales y

encuentros de narradores y cuenta-cuentos, celebraciones nacionales e internacionales

del “Día del libro”, celebración de las efemérides de libros o autores célebres, las

“campañas del libro”, las iniciativas para llevar la literatura a niños, jóvenes y adultos

en condiciones especiales (hospitalizados, en centros de detención, en hogares

temporales, etc.), así como la realización de talleres de creación literaria para niños,

jóvenes y adultos.

No obstante, la escuela sigue siendo un lugar privilegiado para el fomento de la cultura

escrita, especialmente en aquellas zonas donde las iniciativas arriba mencionadas son

inexistentes o esporádicas, y donde la cultura escrita en general no está presente (es

decir, donde no hay disponibilidad de textos y lugares donde ejercer dicha cultura, ni

se evidencia un uso social importante de la lectura y la escritura). Como docentes,

podemos estudiar cómo la escuela puede construir, desde el espacio del que dispone,

este acceso a la cultura escrita.

En primer lugar, debemos recordar algunas premisas respecto al aprendizaje de la

lectura y la escritura que guían nuestra propuesta y que influyen en nuestro

tratamiento de la cultura escrita en la escuela. Entre ellas están:

• El aprendizaje del uso de la lectura y la escritura comienza antes del ingreso de

los niños y las niñas a la educación formal, principalmente mediante el contacto

directo de estos con los lectores y escritores y con los textos.

• La responsabilidad de enseñar a leer y escribir y de introducir a los estudiantes

a las funciones y usos sociales de la lectura y la escritura, no es únicamente de

los docentes de primer grado sino de los docentes de todos los grados y de

todas las áreas.

• El aprendizaje de los usos y funciones de la lectura y escritura debe darse en un

contexto real y rebasa los usos escolares “tradicionales”.

• El aprendizaje de la lectura y la escritura no concluye en la primaria, ni se limita

al espacio escolar, sino que continúa a lo largo de la vida, en espacios

educativos formales e informales y en la cotidianidad.

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Debemos también reconocer que los docentes y la institución escolar enfrentan

algunas dificultades para llevar a la práctica los cambios que se requieren, una de las

cuales, y tal vez la principal, es la incompatibilidad que usualmente existe entre los

propósitos de la escuela con respecto a la enseñanza y aprendizaje de la lectura y

escritura, y los usos y funciones de estas en el mundo fuera de la escuela. A esto se

suma la necesidad de cumplir con el programa anual del área de lenguaje.

La motivación a la lectura y la escritura debe ir más allá de incorporar actividades

lúdicas al proceso didáctico. Al hacerlo, solamente estamos reforzando, de manera

velada, la idea de que leer y escribir es aburrido y, por tanto, necesitamos “hacerlas

divertidas” con juegos y animaciones. Esta función de motivación se cumple de mejor

manera cuando planteamos una situación comunicativa que dé sentido de propósito

a la lectura y escritura, y que muestre una función y un uso reales de la comunicación

escrita. Es decir que los estudiantes encuentren el por qué y para qué de leer y

escribir.

En otras épocas, la escuela trabajó el acceso a la cultura escrita con actividades que

nada tenían que ver con la comunicación real. Enseñaba a leer y escribir como

aprender el uso de signos gráficos, pero luego usaba esta destreza para exigir a los

estudiantes comprensión de textos. La producción de textos propios era mínima. Más

bien el docente dictaba, pedía planas y copiado de textos escritos por otros. En

ninguno de los dos casos se evidenciaba una función comunicativa ni el uso social de la

lectura y la escritura. Por eso, la enseñanza de la lengua estaba totalmente dislocada

de la función comunicativa del lenguaje.

En contraste, hoy varias tendencias de los últimos años contemplan la comunicación y

la construcción de significados como el eje de la enseñanza de la lengua, pensando

que puede ser más “atractivo” para los estudiantes aprender a comunicarse, que

aprender todo lo que antes se enseñaba. Sin embargo, dejar de aprender las reglas de

la escritura o de la construcción de palabras, oraciones y textos, ha llevado a que

tampoco haya actos comunicativos reales y de calidad, ya que lo que se comunica no

responde a las necesidades de la sociedad. Y esto, necesariamente, deriva en una

participación de baja calidad que tampoco es significativa, ni social ni individualmente.

La escuela, ante estas dos tendencias, debe centrarse hoy en privilegiar el acceso a la

cultura escrita de todos y cada uno de los estudiantes, conservando el sentido

comunicativo y social que tiene participar en ella, pero a la vez, buscando que la

apropiación del código escrito se realice con calidad.

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Es necesario, por tanto, “reconceptualizar el objeto de enseñanza y construirlo

tomando en cuenta como referencia fundamental las prácticas sociales de lectura y

escritura”20. Esto implica hacer de la escuela una comunidad de lectores y

escritores “donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y

escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el

propio pensamiento, donde interpretar y producir textos sean derechos que es legítimo

ejercer y responsabilidades que es necesario asumir”21.

Cuando hablamos de “comunidad de escritores”, no nos referimos únicamente a los

estudiantes, sino a todos los miembros de la comunidad educativa. Es decir que en

este cometido deben participar y comprometerse a llevarlo adelante docentes,

directivos, padres y madres de familia y, en la medida de lo posible, la colectividad en

torno a la escuela. Cada uno de estos actores comunitarios puede aportar importantes

elementos para crear disponibilidad y acceso a la cultura escrita. Para lograrlo, la

escuela puede cumplir un rol fundamental como eje promotor e integrador de las

acciones dirigidas a fomentar la cultura escrita, dentro de la escuela y en la

comunidad. Este rol integra dos dimensiones: la dimensión didáctica y curricular

dentro de la escuela, y la dimensión promocional-formativa de lectores y escritores

dentro y fuera de la escuela.

3.1. Condiciones didácticas generales

Para lograr “poner en escena… una versión escolar de la lectura y escritura más

próxima a la versión social”22, la escuela debe generar unas condiciones didácticas que

la hagan posible, como las que señalamos a continuación.

1. En términos didácticos, la primera condición que debe cumplir la escuela para

generar participación en la cultura escrita es partir de una situación

comunicativa que dé sentido a la lectura y la escritura. Es decir, crear un

contexto en el cual la comunicación sea necesaria y además se deba usar el

texto escrito para resolver esa necesidad. La situación comunicativa puede ser

real o creada por el o la docente, y el docente puede conducir a los estudiantes

a concluir que la única salida viable y eficiente para resolverla es el uso del

texto escrito.

Si existe una “necesidad” que puede ser resuelta buscando la información que

permita comprender mejor la situación o solucionar el problema, o buscando

argumentos para defender o rebatir una idea, o encontrando un personaje (real

20 Lerner, Delia (2001) pág. 26. 21 Lerner, Delia (2001) pág. 26. 22 Lerner, Delia (2001) pág. 32.

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o imaginario) con quien identificarse o del cual diferenciarse, entonces la lectura

de un texto aparece a los ojos del estudiante como una solución y su

participación en la actividad de lectura tendrá sentido para él o ella.

Igualmente, si se presenta una “necesidad” de comunicar algo (dar a conocer

una idea, convencer a otros sobre una propuesta, motivar a la acción en torno a

una situación específica, pedir o reclamar algo, compartir un texto o un hecho

memorable, etc.) y se identifica a la escritura como la vía para resolver esa

necesidad, la participación en dicha producción aparecerá necesaria a los ojos y

la mente del estudiante.

Por ejemplo, si nuestro interés es conocer la vida de las ranas, y si solo leyendo

se adquiere la información deseada, tendrá sentido enfrentarse a un texto que

hable sobre ese tema. O si nos han dicho que una novela o cuento es muy

interesante o bello, y el comentario hace surgir en nosotros el interés por leerlo,

entonces tendrá sentido hacerlo. De la misma manera, si necesitamos hacer

una solicitud a una entidad o persona para conseguir balones para la escuela, y

sabemos que solamente atienden las solicitudes por escrito, entonces tiene

sentido escribirla.

2. La segunda condición que es necesario cumplir en el aula es que la clase de la

o el docente debe estar organizada de tal manera que tanto la construcción

de significados a partir de una lectura, como la producción de textos, realizados

en ambos casos colectiva o individualmente, sean posibles. Es decir, que el

manejo de la organización, el trabajo individual y de grupos, la disciplina, entre

otros, sean los adecuados para el tipo de actividades de participación en la

cultura escrita que deban realizar los estudiantes.

El docente debe organizar el trabajo en clase de manera que, por ejemplo, si se

va a escribir un texto personal, cada niño tenga las condiciones para hacerlo;

que reciba una asesoría por parte del docente que le permita avanzar en su

trabajo de manera precisa y eficiente; que haya silencio para poder pensar y

escribir, y que tenga todas las herramientas (lingüísticas y textuales) que

necesita para hacerlo.

3. La tercera condición es que los productos sean valorados en su diversidad

y originalidad, como resultado de la participación de diferentes individuos, y

de intercambios inteligentes entre seres pertenecientes a una cultura y

competentes en el uso de su lengua materna. En consecuencia, no deben ser

medidos con parámetros según un criterio único (el del docente). En la práctica,

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esto quiere decir que se debe permitir la diversidad y originalidad y no esperar

únicamente respuestas hechas a la medida de una sola persona.

4. La cuarta condición es que los productos cumplan su cometido

comunicativo. En el caso de los textos producidos por los o las estudiantes,

deben llegar a los destinatarios o contribuir al enriquecimiento colectivo y

personal (intelectual, estético, informativo o de otra naturaleza) de quienes han

participado en su producción y en su lectura. Los textos producidos por los

estudiantes deben recibir respuesta de los destinatarios o, en todo caso, ellos

deben percibir de alguna manera el efecto que estos han producido en otros

(por ejemplo, si es un artículo para el periódico mural de la escuela). Asimismo,

las lecturas y sus respectivas interpretaciones deben servir para “algo” dentro

de la escuela y el aula, y los estudiantes deben percibir su beneficio de alguna

manera (por ejemplo, como insumo de un trabajo o de una exposición, para

responder a una curiosidad que tienen, o por la satisfacción estética que les

produce, entre otros).

3.2. Participación en la cultura escrita

La participación en la cultura escrita trabajada desde la escuela, puede darse de dos

maneras:

o En situaciones formales, como las que hemos descrito, que tienen como

finalidad que el estudiante aprenda a participar de esa cultura escrita con

calidad. Es necesario trabajar en situaciones formales, porque la escuela, hoy,

tiene la responsabilidad de crear esa cultura en los estudiantes. Con mayor

razón cuando las familias - que en algunos casos no se han apropiado ni

participan de la cultura escrita - envían a sus hijos a la escuela para que esta,

que sí tiene las herramientas para hacerlo, les proporcione todos los medios y

condiciones para que sus hijos efectivamente tengan acceso y participación. En

estas situaciones formales deben trabajarse todos los elementos que el

estudiante necesita conocer formalmente sobre el uso de la escritura de su

lengua materna: reglas de ortografía, sintaxis, significados de las palabras,

vocabulario, entre otras. Esto asegurará que la comunicación escrita tenga la

calidad necesaria para ser eficiente y clara.

o En situaciones informales, igualmente importantes, porque serán las

oportunidades que el estudiante tiene para aplicar lo aprendido en actos

autónomos de participación de la cultura escrita. Es necesario trabajar la

participación en la cultura escrita en situaciones informales, porque es la

oportunidad de ir pasando de una participación guiada a la participación

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autónoma de los estudiantes en ella. Por ejemplo, el o la docente puede

propiciar una correspondencia espontánea e individual entre los estudiantes,

con niños y niñas de otros países u otras escuelas; puede colocar un buzón de

mensajes en el aula; puede propiciar oportunidades de comentar lecturas que

espontáneamente hacen los estudiantes, o responder a intereses que no son los

temas de clase, etc.

Trataremos el tema de ambiente alfabetizador en el módulo 2.