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recopilacion cuentos juan manuel mahecha

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recopilacion de cuentos infantiles por juan andres

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recopilacion cuentos

juan manuel mahecha

la bella y la bestia

blancanieves

los tres cerditos

la sirenita

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LA BELLA Y LA BESTIA

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Tres hijas tenia el mercader de este

cuento. Felices y contentas, las tres lo acompa-ñaron en los buenos tiempos cuando sus negocios pros-

peraban.Mas, cuando su fortuna cambió, sus hijas mayores lo trataban mal, la única que estaba siempre igual era Bella la menor.El mercader decidió salir de viaje para intentar mejorar su situación. --Junto con despedirse, sus hijas mayores le hicieron entrega de dos listas con las cosas que querían que les trajese del viaje.Bella sólo pidió que le trajese una rosa que, como se sabe, no pesa ni ocupa lugar.Pero al mercader le fue tan mal que, derrotado y triste volvía para su casa, cuando lo sorprendió una tormenta.Los caminos se borraron y no podía ver el sendero.Luego de cabalgar varias horas, creyó ver una luz y se encamino

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hacia allí, llegando al fin a una gran mansiónCosa curiosa no tuvo necesidad de golpear la puerta porque la misma se abrió para su paso.Al no ver a nadie se fue por los corredores, "Se esta muy bien aquí, pero tengo mucho hambre"

y en ese momento se abrió una puerta y había una larga mesa con los mejores manjares que pudiera imaginar.Allí comenzó a comer hasta quedar satisfecho y luego sintió un enorme cansancio, algo lo empujo hasta el segundo piso donde encontró un baño caliente y buenas ropas para ponerse y una cama muy blanda donde dormir.A la mañana siguiente en vano busco por todos lados alguna persona para agradecerletodo lo que pudo hacer para sentirse muy bien,

pero no encontró a nadie.Estaba por irse cuando pasó junto a un rosal y corto una flor para Bella.No había terminado de cortarla cuando sintió un espantoso ruido como un terre-moto, y una horrible criatura apareció ante él, tenia un aspecto de monstruo .

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Desagradecido---le dijo la bes-tia---¿como te atreves a robar donde tan bien se te ha atendido? ¡No mereces vivir!Disculpe....Señor---tartamudeo el mercader, no pensaba es-tar haciendo nada malo, sólo deseaba llevarle una rosa a la menor de mis hijas.En ese caso--concluyó la Bes-tia---, me traerás a tu hija, quien pagará por ti.Y si no vuelves antes de diez días te iré a buscar yo. El mercader aceptó para ir y des-pedirse de sus hijas ya que no tenia intención de llevar a Bella, sino que pensaba volver el al castillo.Cuando bella se enteró de todo lo pasado a su padre decidió ir ella a entregarse a la bestia. Partió entonces a su destino. El monstruo no tenia intenciones al parecer de matarla ya que una vez allí y sin dejarse ver le fue ofreciendo toda clases de comidas y lujos, y un espejo mágico en el cual se podía ver todos lo que pasaba en la casa.

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Una noche mientras Bella cenaba, sintió un fuerte estruendo, y la Bestia se mostró ante Bella por primeravez. Esta casi de desmaya, pero tratando de sobreponerse, pesó: "Es horrible pero cocina bien"Pasado algún tiempo Bella se dio cuenta que, a pesar de lo feo que era la Bestia le agradaba. Sin embargo cuando la Bestia pidió su mano, ella, a pesar de temer que se enojara ledijo que no.Días después a través de su espejo mágico vio que su padre estaba muy enfermo, y le pidióa la bestia si podía ausentarse por siete días solamente, usando un anillo que este le dio, enun segundo estuvo junto a su familia.Tan feliz se encontraba la joven en su hogar, que no se dio cuenta que el tiempo pasabamuy rápidamente, y una noche ya cuando el tiempo se había acabado, vio en sueños a laBestia agonizante.Sólo entonces Bella comprendió cuanto lo amaba, y colocándose el anillo fue transpor-tadade inmediato al castillo

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Al llegar encontró efectivamente a la Bestia casi muerta, pero logró reanimarlalo suficiente como para que sus peludas orejas la escucharan decir: "SI...quiero casarmecontigo." Dicho lo cual la Bestia se evaporó, apareciendo en su lugar un príncipe al queun hada malvada había encantado y cuyo sortilegio quedaría roto, tan pronto como unamujer aceptase ser su esposa a pesar de su fealdad.Ambos se trasladaron al palacio del Rey, que era el padre del Príncipe, donde fue celebrada la boda, y, durante el banquete, las dos hermanas de Bella comentaban envidiosas:---Tendrán muchas cosas buenas para contarle a sus hijos, pero nunca podrán decir quefue amor a primera vista.Y colorin colorado Bella y el Príncipe vivieron felices por siempre...y este cuento se ha acabado. FIN

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Hace muchos años, en un reino lejano, una reina dio a luz una hermosa niña. Para la fiesta del bautizo, los reyes invitaron a todas las hadas del reino pero, desgraciadamente, se olvidaron de invitar a la más malvada.

Aunque no haya sido invitada, la hada maligna se presentó al castillo y, al pasar delante de la cuna de la pequeña, le puso un maleficio dicien-do: “ Al cumplir los dieciséis años te pincharás con un huso y morirás”. Al oír eso, un hada buena que estaba cerca, pronunció un encantamien-to a fin de mitigar la terrible con-dena: “Al pincharse en vez de morir, la muchacha permanerá dormida durante cien años y solo el beso de un buen príncipe la despertará.”

Pasaron los años y la princesita se con-virtió en una muchacha muy hermo-sa. El rey había ordenado que fuesen destruidos todos los husos del castil-lo con el fin de evitar que la princesa

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pudiera pincharse. Pero eso de nada adelantó. Al cumplir los dieciséis años, la princesa acudió a un lugar descono-cido del castillo y allí se encontró con una vieja sorda que estaba hilando. La princesa le pidió que le dejara pro-blar. Y ocurrió lo que el hada mala había previsto: la princesa se pinchó con el huso y cayó fulminada al suelo.

Después de variadas tentativas nadie consiguió vencer el malefício y la princ-esa fue tendida en una cama llena de flores. Pero el hada buena no se daba por vencida. Tuvo una brillante idea. Si la princesa iba a dormir durante cien años, todos del reino dormirian con ella. Así, cuando la princesa despertar-se tendría todos a su alrededor. Y así lo hizo. La varita dorada del hada se alzó y trazó en el aire una espiral mágica. Al instante todos los habitantes del cas-tillo se durmieron. En el castillo todo había enmudecido. Nada se movía, ni el fuego ni el aire. Todos dormidos.

Alrededor del castillo, empezó a cre-

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cer un extraño y frondoso bosque que fue ocultando totalmente el castillo en el transcurso del tiempo. Pero al término del siglo, un príncipe, que estaba de caza por allí, llegó hasta sus alrededores. El animal herido, para salvarse de su perseguidor, no halló mejor escondite que la espesura de los zarzales que rodeaban el castillo.

El príncipe descendió de su caballo y, con su espada, intentó abrirse camino. Avanzaba lentamente porque la maraña era muy densa. Descorazonado, estaba a punto de retroceder cuando, al apartar una rama, vio... Siguió avanzando hasta llegar al castillo. El puente levadizo esta-ba bajado. Llevando al caballo sujeto por las riendas, entró, y cuando vio a todos los habitantes tendidos en las escaleras, en los pasillos, en el patio, pensó con horror que estaban muertos, Luego se tranquilizó al comprobar que solo esta-ban dormidos. “¡Despertad! ¡Despertad!”, chilló una y otra vez, pero fue en vano.

Cada vez más extrañado, se adentró en

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el castillo hasta llegar a la habitación donde dormía la princesa. Durante mucho rato contempló aquel rostro sereno, lleno de paz y belleza; sin-tió nacer en su corazón el amor que siempre había esperado en vano. Emocionado, se acercó a ella, tomó la mano de la muchacha y delicada-mente la besó... Con aquel beso, de pronto la muchacha se desesperezó y abrió los ojos, despertando del lar-guísimo sueño. Al ver frente a sí al príncipe, murmuró: ¡Por fin habéis llegado! En mis sueños acariciaba este momento tanto tiempo espe-rado.” El encantamiento se había roto.

La princesa se levantó y tendió su mano al príncipe. En aquel momento todo el castillo despertó. Todos se le-vantaron, mirándose sorprendidos y diciéndose qué era lo que había sucedido. Al darse cuenta, corrieron locos de alegría junto a la prince-sa, más hermosa y feliz que nunca. Al cabo de unos días, el castillo, hasta entonces inmerso en el silencio,

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se llenó de música y de alegres risas con motivo de la boda. Charles Perrault F I N

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Sirenita soñaba con salir a la superficie para ver el cielo y conocer el mundo de los hombres, como lo relataban sus hermanas. Pero su padre le decía que solo cuando cumpliera los 15 años tendría su permiso para hacerlo.

Pasados los años, finalmente llegaron el cumpleaños y el regalo

En el fondo de los océanos había un precioso palacio en el cual vivía el Rey del Mar junto a sus cinco hijas, bellísimas sirenas. La más joven, la Sirenita, además de ser la más hermosa, poseía una voz maravillosa. Cuando cantaba, todos los habitantes del fondo del mar acudían para escucharla. Además de cantar,

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tan deseados. Sirenita por fin pudo salir a respirar el aire y ver el cielo, después de oír los consejos de su padre: Recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo. Somos hijos del mar. Sé prudente y no te acerques a los hombres.

Y al emergerse del agua Sirenita se quedó de boca abierta. Todo era nuevo para ella. Y todo era hermoso, ¡fascinante! Sirenita era feliz. Pasados unos minutos, Sire-nita pudo observar, con asom-bro, que un barco se acercaba y paraba. Se puso a escuchar voces. Y pensó en lo cuanto le

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gustaría hablar con ellos. Pero miró a su larga cola y com-prendió que eso era imposible. Continuó mirando al barco. A bordo había una gran fiesta de aniversario. El capitán del barco cumplía veinte años de edad. Sirenita se quedó atónita al ver el joven. Era alto, moreno, de porte real, y sonreía feliz. La sirenita sintió una extraña sensación de alegría y sufrim-iento a la vez. Algo que jamás había sentido en su corazón.

La fiesta seguía hasta que repentinamente un viento fuerte agitó las olas, sacudiendo y posteriormente volcando el barco. Sirenita vio como el joven capitán caía al mar. Nadó lo que pudo para socorrerlo, hasta que le tuvo en sus brazos. El joven estaba inconsciente, pero Sirenita nadó lo que pudo

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para llevarlo hasta tierra. Depositó el cuerpo del joven sobre la arena de la playa y estuvo frotando sus manos intentando despertarlo. Pero un murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a refugiarse en el mar.Desde el mar, vio como el joven recobraba el conocimiento y

agradecía, equivocadamente, a una joven dama por haberle salvado la vida. Sirenita volvió a la mansión paterna y les contó toda su experiencia. Después pasó días llorando en su habi-tación. Se había enamorado del joven capitán pero sentía que jamás podría estar con él.

Días después, Sirenita acudió desesperada a la casa de la Hechicera de los Abismos. Quería deshacerse de su cola de pez a cualquier precio. Y hicieron un trato: Sirenita tendría dos

piernas a cambio de regalar su hermosa voz a la hechicera que le advirtió: Si el hombre

que amas se casa con otra, tu cu-erpo desaparecerá en el agua como la espuma de una ola.

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dama, y acompañaba al príncipe en sus paseos. Era invitada a los bailes de la corte pero como no podía hablar, no podía explicar al príncipe lo que había suce-dido en la noche que le salvó.

El príncipe no paraba de pen-sar en la dama que pensaba haber salvado su vida y Sirenita se daba cuenta de eso. Pero el destino le reservaba otra sor-presa. Un día, avistaron un gran

barco que se acer-caba al puerto. El barco traía a la desconocida que el príncipe lleva-ba en el corazón. Corrió entonces a su encuentro. Sirenita sintió un

agudo dolor en su corazón. Y sintió que perdería a su prínc-ipe para siempre. El príncipe enamorado, pidió a la descono-cida dama en matrimonio y al cabo de unos días se celebró la boda. Al día siguiente fueron invitados a hacer un gran viaje por mar, acompañados tam-bién por la sirenita. Al caer la noche, Sirenita, recordando el acuerdo que había hecho con la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparec-er en el mar, hasta que escuchó la llamada de sus hermanas.- ¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos no-sotras, tus hermanas! ¿Ves este

Asintiendo a las condiciones de la hechicera, Sirenita bebió la pócima mágica e inmediata-mente perdió el conocimiento. Cuando despertó se encon-traba tendida en la arena de la playa, y a su lado estaba el jo-ven capitán que intentaba ayu-darla a levantarse. Y le dijo: te llevaré al castillo y te curaré. Durante los días siguientes, Si-renita pasó a vestirse como una

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Wendy, Michael y John eran tres hermanos que vivían en las afueras de Londres. Wendy, la mayor, había con-tagiado a sus hermanitos su admiración por Peter Pan. To-das las noches les contaba a sus hermanos las aventu-ras de Peter. Una noche, cuando ya casi dormían, vieron una lucecita moverse por la habitación. Era Cam-panilla, el hada que acom-paña siempre a Peter Pan, y el mismísimo Peter. Éste les propuso viajar con él y con Campanilla al País de Nun-ca Jamás, donde vivían los Niños Perdidos... "Campa-nilla os ayudará. Basta con

que os eche un poco de polvo mágico para que podáis volar."

Cuando ya se encontra-ban cerca del País de Nunca Jamás, Peter les señaló: "Es el barco del Capitán Garfio.

Tened mucho

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cuidado con él. Hace tiem-po un cocodrilo le devoró la mano y se tragó hasta el reloj. ¡Qué nervioso se pone ahora Garfio cuando oye un tic-tac!."

Campanilla se sintió celosa de las atenciones que su amigo tenía para con Wendy, así que, adelantándose, les dijo a los

Niños Perdidos que debían disparar una flecha a un gran pájaro que se acercaba con Peter Pan. La pobre Wendy cayó al suelo, pero, por fortu-na, la flecha no había penetra-do en su cuerpo y ensegui-da se recuperó del golpe.

Wendy cuidaba de todos

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aquellos niños sin madre y, también, claro está de sus hermanitos y del propio Pe-ter Pan. Procuraban no tro-

pezarse con los terribles pira-tas, pero éstos, que ya habían

tenido noticias de su llega-da al País de Nunca Jamás, organizaron una embosca-

da y se llevaron prisioneros a Wendy, a Michael y a John.

Para que Peter no pudiera rescatarles, el Capitán Garfio de-cidió envenenarle, contando para ello con la ayuda de Campanilla, quien deseaba vengarse

del cariño que Pe-

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ter sentía hacia Wendy. Garfio aprovechó el momento en que Peter se había dormido para verter en su vaso unas gotas de un poderosísimo veneno.Cuando Peter Pan se des-pertó y se disponía a beber el agua, Campanilla, ar-

repentida de lo que había

hecho, se lanzó

contra el vaso, aunque no pudo

evitar que la salpicar-an unas cuantas go-

tas del veneno, una c a n t i -

dad suficiente para matar a un ser tan diminuto como ella. Una sola cosa podía salvarla: que todos los niños creyeran en las hadas y en el poder de la fantasía. Y así es como, gracias a los niños, Campanilla se salvó.

Mientras tanto, nuestros ami-guitos seguían en poder de los piratas. Ya estaban a punto de ser lanzados por la borda con los brazos atados a la es-palda. Parecía que nada podía salvarles, cuando de repente, oyeron una voz: “¡Eh, Capi-tán Garfio, eres un cobarde! ¡A ver si te atreves conmigo!”.

Era Peter Pan que, alertado por Campanilla,

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cuentos para niños

elaborado por juan andres mahecha