cuento argumentativo

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CUENTO EL MILAGRO DE LAS MÁGICAS PRILUS. REALIZADO POR: Laura Galindo, María Jimena Rojas. Marzo 8 de 2010 L Ó G I C A Y R E T Ó R I C A UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Laura Galindo, [email protected] Jímena Rojas, [email protected]

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Cuento infantil, pero con argumentos de diferente tipo, realizado para una clase de argumentación.

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Page 1: Cuento argumentativo

CUENTOE L M I L A G R O D E L A S M Á G I C A S P R I L U S .

REALIZADO POR:

Laura Galindo,

María Jimena Rojas.

Marzo 8 de 2010

L Ó G I C A Y R E T Ó R I C AUNIVERSIDAD DE LOS ANDES

• L a u r a G a l i n d o , l n . g a l i n d o 2 8 @ u n i a n d e s . e d u . c o • J í m e n a R o j a s , m j . r o j a s 11 3 5 @ u n i a n d e s . e d u . c o

Page 2: Cuento argumentativo

CUENTO

El milagro de las mágicas Prilus1

Hace ya mucho tiempo, en una gran isla llamada Irlanda, la misma que fue habitada por las tribus celtas, existió un reino regido por la familia real de York, que estaba conformada por el Rey Federich III, su es-

posa la reina Isabella y su hijo el príncipe Richard. Él era un joven, esbelto, alto y fuerte, también era muy orgulloso, prepotente, mal humorado, irrespetuoso y perezoso, pero a pesar de su carácter, el no quería ser rey.

Un día su padre el gran rey Federich III, tuvo una pesadilla. Le vino a la memoria lo que había acontecido en el reinado anterior al de él, en el cual a su tío-abuelo, que era perezoso, irrespetuoso, orgulloso y prepo-

tente, le habían quitado su derecho a ser rey por no cumplir con las obligaciones que le correspondían. El Rey al identificar que su hijo, el príncipe Richard, era de la misma manera perezoso, irrespetuoso, orgullo-so y prepotente, y no cumplía con las obligaciones que le correspondían, tuvo el horrible presentimiento de que a su hijo le iban a quitar la oportunidad de reinar.2 En ese instante el Rey se paró de la silla en la que había dormido y con el propósito de ayudar a su hijo y encauzarlo en la responsabilidad, mandó a lla-

mar a Malthus, el tutor de su hijo y le dictaminó expresamente a que le comunicará la siguiente orden:

“Príncipe Richard: Deberá en la mañana del día siguiente visitar los terrenos baldíos que me pertenecen, cerca del lago Kilarneys, para que le ordene al Márquez Timothy a que cuide de estos terrenos de la inva-sión de los cambro-normandos ; y a su vez vaya a la remota aldea cercana al lago, llamada Mukross. Esto con el firme propósito de traer al castillo un canasto de la fruta “Prilus”; pues su producción solo yace en

aquel remoto lugar”. Atentamente su majestad, el Rey Federich III.

Inmediatamente el tutor Malthus, corrió hacía la habitación del príncipe a comunicarle dicha orden, di-ciéndole: “Su majestad, el Rey Federich III, dice que usted deberá en la mañana del día siguiente visitar los terrenos baldíos que le pertenecen a él, ubicados cerca del lago Kilarneys, para que le ordene al mar-qués Timothy que cuide de estos terrenos de la invasión de los cambro-normandos; y a su vez vaya a la

remota aldea cercana al lago, llamada Mukross. Esto con el propósito de traer al castillo un canasto de la fruta “Prilus”, pues su producción solo yace en aquel remoto lugar.” Por lo tanto, debemos cumplir la or-den del rey. Así que mañana partiremos3.

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1 GALINDO Laura N., email: [email protected] y ROJAS Maria J. email: [email protected] Estudiantes de Derecho, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia. 2010.

2 Argumento por analogía

3 Argumento de autoridad

Page 3: Cuento argumentativo

Realizada así la orden, el joven y esbelto príncipe Richard no tuvo más remedio que cumplirla. Emprendió su travesía aquella mañana de primavera, con una caravana compuesta de tres carrozas, 27 caballos y una

guardia real de 40 hombres a su servicio. Pasadas dos semanas y después de atravesar muchas villas y al-deas, el príncipe arribo a su destino ya que había tomado el camino correcto y habían recorrido todo el camino que los llevaba al lago Kilarneys.4 Este arribó muy malhumorado, por cierto. Cumplió con su la-bor de alertar al marqués Federich de los cuidados que debía tener estando al frente de los terrenos de la corona en estos condados. Y así se dirigió luego a recoger la fruta tan preciada que le había encargado su

padre.

En ese mismo instante, una bella joven llamada Parthenope, que cultivaba Prilus (la fruta más prolifera de la región), fue indagada desdeñosamente por el príncipe Richard. Ella no tenía conocimiento de quien era él, no sabía que él era el príncipe, al contrario, ella creía que él era un siervo de una villa cercana, pues era muy parecido físicamente. Ella lo trató como un intruso, lo acusó de ladrón por haber tomado varias fru-

tas sin permiso. El reclamó que esos terrenos le pertenecían, por lo tanto tenía el derecho legítimo de to-mar lo que quisiera y le señaló que el no era ningún siervo, que eso era ridículo y absurdo puesto que él era el príncipe del reino. Ella no le creyó e inmediatamente se enfureció, y en respuesta, le lanzó furibunda una Prilus que cayó derramada estrepitosamente sobre las ropas del príncipe. Este, quedó pasmado y llamó a gritos a varios integrantes de su guardia, que lo limpiaron y retuvieron a Parthenope. Ella asombrada por

la guardia real, finalmente no tuvo otro remedio que creer que él era el príncipe5. La guardia real le anun-ció que había insultado al príncipe único heredero del reino de Irlanda, y que esto le traería graves conse-cuencias.

Terminado el altercado, el príncipe recogió las frutas y pidió a su guardia que se reuniera para devolverse lo más pronto posible al castillo. Además, pidió que junto con las frutas, llevaran a la joven Parthenope,

para darle su merecido castigo en el castillo.

A pesar de la resistencia puesta por ella y su humilde familia, fue llevada en la tercera carroza, pues tenía muy claro que si iba, entonces tendría la oportunidad de defenderse ante la corte real, finalmente fue, por lo tanto iba a tener esta oportunidad de argumentar en su defensa. 6 Para su sorpresa fue tratada con respe-to y tuvo un viaje cómodo.

El camino para llegar de nuevo al castillo fue difícil pues había llovido varias noches sin cesar, si no hu-biese llovido posiblemente hubieran tardado menos, pero no tardaron menos por lo tanto, nunca escampó.7

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4 Argumento causa-efecto

5 Reductio ad absurdum

6 Modus Ponens

7 Modus Tollens

Page 4: Cuento argumentativo

Después del largo viaje de vuelta al castillo real, la caravana llegó finalmente, y fue recibido con una gran euforia por parte de los reyes, que extrañaban mucho a su hijo, pues tardó más de lo esperado.

Al descender todas las personas de las carrozas, los reyes se sorprendieron al ver a aquella jovencita tan hermosa y de inmediato preguntaron quien era ella. Ninguno parecía responder, hasta que el príncipe Ri-chard rompió el silencio y les contó la historia a sus padres, lo dijo en un tono desafiante, ávido de un fuer-te castigo ejemplar para aquella pobre jovencita.

El príncipe afirmó que: “si ella se hubiese comportado de manera adecuada y respetuosa frente a su ma-

jestad el príncipe, entonces no habría lanzado una prilus en las ropas del príncipe. Si no hubiese lanzado una prilus en las ropas de su majestad el príncipe, entonces no hubiese tenido la penosa necesidad de venir hasta el castillo a ser juzgada como culpable por irrespeto a la autoridad, por lo tanto si ella se hubiese comportado de manera adecuada y respetuosa frente a su majestad el príncipe, entonces no hubiese tenido la penosa necesidad de venir hasta el castillo a ser juzgada como culpable por irrespeto a la autoridad.” 8

Al oír aquella fuerte declaración de su hijo, el Rey Federich III y su esposa Isabella se miraron confundi-dos, tenían en sus manos la posibilidad de dejarla libre y no ponerle ningún cargo o enjuiciarla y ponerla a disposición de la corte real, decidieron no enjuiciarla ni ponerla a disposición de la corte, por lo tanto la dejaron libre y no le impusieron ningún cargo9, pues toda esta situación les parecía ridícula. Al cabo de unos cuantos segundos, esbozaron una sonrisa que termino en una eterna carcajada, no pudieron evitar

burlarse de la inocencia de Parthenope, y de la absurda acusación de su hijo. Aún así el príncipe insistió y se opuso a la disposición de sus padres, y como acto seguido les dijo:

“Padre, cuando aquellos forasteros vinieron al castillo y se robaron unas copas de oro, tú los enviaste al calabozo por mucho tiempo. Además, cuando una mujer campesina mato las gallinas del patio del castillo real, tú la enviaste al exilio. Y también, cuando un guerrero no quiso dar lucha al ejército enemigo por te-

mor a morir, tú lo enviaste a la guillotina. Por lo tanto todas las faltas que atenten contra la integridad de la corona, deberán ser castigadas” 10. En este momento tú no estás castigando la falta que hicieron contra mí, y no estás cumpliendo con lo debido.

A lo que su padre le respondió que ninguno de esos casos había sido tan sencillo como él lo estaba plan-teando y que no tenían relación alguna con la situación de ese momento, por lo que su argumento no era

válido. Por lo tanto no hicieron nada en contra de la simpática Parthenope, en cambio, le ofrecieron que-darse en el castillo por unos días, en muestra de cortesía y para paliar un poco aquel irrisorio problema.

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8 Silogismo Hipotético

9 Silogismo Disyuntivo

10 Argumento mediante ejemplos.

Page 5: Cuento argumentativo

Así pues, la joven aceptó la invitación y se hospedó en el castillo. La primera noche la cena fue acogedora, pero un poco incomoda para la joven, puesto que el príncipe la miraba con rabia y rencor. De postre fue-

ron servidas prilus con miel, un platillo exquisito.

Los siguientes días, en todas las comidas estaba presente esta fruta, que satisfacía de sobremanera al Rey y al resto de personas y les brindaba paz, tranquilidad y amor. Es por esto que día a día el trato del príncipe fue cambiando con la joven.

Acontecía que en días próximos se realizaría un festival de mascaras en el reino en conmemoración al

cumpleaños del príncipe. Todos los preparativos estaban listos y todos estaban ansiosos de que llegara el gran día. Los reyes le hicieron una invitación formal a Parthenope, le brindaron un hermoso vestido y una bellísima mascara. Ella aceptó la invitación.

Llegado el gran día, el príncipe por su emoción no se percató de la presencia de Parthenope. A media no-che, en pleno baile principal, el príncipe vio a lo lejos una silueta impactante que lo atrajo, él se acercó y

la invitó a bailar. Ella aceptó y bailaron toda la noche que quedaba, pero sin siquiera verse las caras ocul-tas tras las mascaras.

Al final de la noche, el príncipe le quitó la máscara a la joven y descubrió que era Parthenope, quien ante-riormente no le agradaba. Después del asombro por la revelación de quien era, estos dos salieron a tomar un jugo de Prilus, que tuvo un efecto peculiar en los dos. Acabada la fiesta, ellos no se querían separar; de

camino a sus habitaciones el príncipe arrancó una flor del hermoso jardín del castillo y se la regaló a Par-thenope, quien quedo encantada por aquel regalo. Terminado el recorrido, el príncipe dejó a la joven en la puerta de su habitación y se dirigió luego con un poco de tristeza a la suya. Toda la noche la joven Par-thenope no estaba segura si estaba enamorada o no, si estaba enamorada entonces le confesaría lo que sen-tía al príncipe Richard en cuanto amaneciera y si no estaba enamorada entonces mejor se iría a la mañana

siguiente del castillo. Por lo tanto, la joven Parthenope le confesaría su amor al príncipe o se iría del castillo.11 Entre tanto el príncipe tenía en su cabeza el mismo dilema que no dejaba descansar a la bella Parthenope. Después de bacilar tanto, los dos se dieron cuenta de que en verdad estaban enamorados uno del otro y corrieron a confesarse todo su amor mutuamente.

A partir de ese día, el amor de los dos jóvenes fue eterno, ella le enseñó sobre la responsabilidad y la hu-

mildad, mientras que el la llevó a conocer lugares exóticos e increíbles. Su amor fue tal, que a pesar que no volvieron a comer prilus, duro para el resto de sus días.

FIN

4

11 Dilema