crónicas torrichanas 20 santa olalla y carriches buscando el nudo en el junco

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Santa Olalla y Carriches: Santa Olalla y Carriches: Santa Olalla y Carriches: Buscando el nudo Buscando el nudo Buscando el nudo en el “junco” en el “junco” en el “junco” Jesús Sánchez de Haro Jesús Sánchez de Haro Jesús Sánchez de Haro Nº 20 Una recopilación de mis mejores artículos publicados Una recopilación de mis mejores artículos publicados Crónicas Torrichanas Crónicas Torrichanas

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Santa Olalla y Carriches buscando el nudo en el "junco"

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Page 1: Crónicas Torrichanas 20 Santa Olalla y Carriches buscando el nudo en el junco

Santa Olalla y Carriches:Santa Olalla y Carriches:Santa Olalla y Carriches: Buscando el nudoBuscando el nudoBuscando el nudo

en el “junco”en el “junco”en el “junco”

Jesús Sánchez de HaroJesús Sánchez de HaroJesús Sánchez de Haro

Nº 20

Una recopilación de mis mejores artículos publicadosUna recopilación de mis mejores artículos publicados

Crónicas Torrichanas Crónicas Torrichanas

Page 2: Crónicas Torrichanas 20 Santa Olalla y Carriches buscando el nudo en el junco

Se permite su reproducción parcial sin fines de lucro, toda vez se cite la fuente y se informe al autor.

© Jesús Sánchez de Haro 2014

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No es casualidad, ni mucho menos, que haya utilizado esta frase del escritor romano Marco Terencio Varrón para titular el artículo de este año: las relaciones entre Santa Olalla y los pueblos de su Tierra, especialmente con Carriches, siempre fueron muy tensas, con r e p e t i d o s , c o n t i n u a d o s y prolongados abusos por parte de sus autoridades, ya fuera por límites jurisdiccionales, comunidad de pastos, o por unos simples juncos, como más adelante veremos.

Conocemos muy bien las "notables y crecidas molestias y vejaciones” que la citada Villa de Santa Olalla y sus justicias provocaban entre los carrichanos del siglo XVIII. No hay más que revisar el texto del Privilegio de Villa para comprobar el cabreo de nuestros antepasados, que “por leves cosas y sin fundamentos algunos nos fomentan causas criminales, arrastrándonos presos a la cárcel Real de Santa Olalla”. Todo el proceso culminó en 1749

Vista de Carriches desde La Vega. 2013

Santa Olalla y Carriches: Buscando el nudo en el “junco”

En esta nueva ocasión, los vecinos de Carriches vuelven a sufrir en sus propias carnes los atropellos y malos modos de las Justicias de la Villa de Santa Olalla. Artículo publicado en el Programa de Fiestas de Carriches, El Pregonero, en agosto de 2014.

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con la independencia administrativa de Carriches de la Villa de Santa Olalla, cabecera del Señorío del Conde de Orgaz. Pero las disputas no acabaron; más bien se intensificaron: primero por los límites jurisdiccionales entre ambas Villas y luego por el monte de encinas carrichano, cuya propiedad se adjudicaron los santolalleros como bienes de propios. Algunos años después, en 1765, ocurre otro de los actos de soberbia de la justicia santolallera contra los intereses carrichanos, integrados en la mancomunidad de pastos entre varios pueblos de la comarca.

El 19 de septiembre de ese año, Ana Pavón y Antonio García mandaron a sus respectivos criados con sus carros hasta el Cercado, para que en el arroyo del Raso segaran algo de junco que utilizarían para cargar los hornos de pan… Cuando estaban rozando las juncaceas a la orilla del arroyo se presentaron el regidor Gregorio Gómez junto a otros ministros de la Justicia de Santa Olalla para detener las labores. Y no se conformaron sólo con eso; los carrichanos fueron retenidos y conducidos a la Cárcel Real, además de confiscar los carros y las mulas que tenían.

Vista del arroyo del Raso. 2014 © Ferreque 3

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Enterados de la noticia en Carriches, los propios Ana Pavón y Antonio García se presentaron en Santa Olalla para hablar con el Alcalde ordinario por el estado noble, don Joseph de Sousa y Cáceres, y solicitar clemencia para que fueran soltados de su cautiverio . Le expl icaron y recordaron que la Villa de Carriches “ha tenido siempre mancomunidad con la Villa de Santa Olalla, p a r t i c i p a n d o m u t u a y recíprocamente de todos los pastos y aprovechamientos comunes de unos y otro pueblo”, como los demás del estado del Sr. Conde de Orgaz. Y en esta situación, “los vecinos de Carriches como los de La Mata, Domingo Pérez y demás comuneros han sacado junco del término de Santa Olalla para q u e m a r , b a r d a r y o t r o s menesteres” sin que la Justicia, guardas y ministros de la citada villa hayan podido embarazar la saca del junco. Hubo poco que hacer…tal cual llegaron, tuvieron que marcharse sin poder haber liberado sus criados y el patrimonio embargado. Los siguientes días, tanto las justicias de Carriches como su propio alcalde, Alejandro Cano, pasaron por la casa del malayo santolallero, sin que entrara en razones para soltar a los pobres criados, ni las mulas… Sin otro remedio, el Concejo de Carriches reunido en las Casas Consistoriales el 24 de septiembre, decide recurrir ante el Supremo Consejo de Castilla haciendo

relación de las malas intenciones de las justicias de Santa Olalla, y solicitando “una buena multa, apercibiéndoles para que en adelante se abstengan de cometer semejantes excesos”. Dos días después, llegará la Real Provisión del Supremo Consejo de Castilla mandando a la Justicia de la Villa de Santa Olalla que soltara a los retenidos en la Cárcel Real, y devolviera los bienes embargados, si bien para ello deberían pagar la f i a n z a d e “ j u z g a d o y sentenciado” (para asegurarse de las responsabilidades de los acusados después del juicio). El día 29 de septiembre, Alfonso Maroto (cuñado de Ana Pavón) y Pedro García Luján (hermano de Antonio García Luján) otorgan escritura de fianza en Santa Olalla,

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Reunión del Supremo Consejo de Castilla

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ante el escribano Blas Antonio Muñoz del Barrio, como fiadores de los demandados para cumplimentar la condición impuesta por el Supremo Consejo. A las pocas horas, las justicias santolalleras soltaron a los carrichanos de su injusto cautiverio y fueron devueltos los bienes secuestrados a sus legítimos propietarios. Desconocemos, por el momento, cómo acabó la disputa entre

Carriches y Santa Olalla, si los re ten idos fueron j uzgados posteriormente, o si fue devuelta la fianza a los garantes de la misma. Una vez más, la Historia nos acerca al pasado y nos presenta este incidente entre vecinos como aquella fábula de Esopo que moraleja sobre el esfuerzo y el triunfo; para conquistar este último, hay que sufrir muchos sacrificios. Lo mejor de todo, avanzar sin dañar ni ser dañado. Se suele llegar más lejos.

Vista de Santa Olalla. 2013 © Ferreque

Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches

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