contextualizando a chávez

35
D. R. © 2007. Unive rsidad N acional Autónoma de M éxico-Insti tuto de Investigaciones Sociales .  Re vi st a Me xi ca na de Sociol og ía  69, núm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639. México, D. F. ISSN: 0188-2503  /07/06904-02. Contextualizando a Chávez: el nacionalismo  vene zolano contemporáneo desde una perspectiva histórica 1  JONATHAN E  ASTWOOD *  P alabras clave : Hugo Chávez, nacionalismo, historia de Venezuela, política venezolana.  Keywords: Hugo Chávez, nationali sm, V enezuela-h istory, V enezuela- politics. L O QUE QUIZÁS MÁS SORPRENDE del éxito político de Hugo Chávez Frías y su revolución bolivariana en Venezuela son las estrategias retóricas empleadas por él para establecer su legitimidad política en relación con la nación venezolana. Chávez ha logrado con gran Resumen: Este artículo busca contex- tualizar las exitosas estrategias retóricas del  pres idente venezolan o Hugo Chávez F rías.  El a utor propone, en contra de la noción  de que Chávez constituye una ruptura con el pasado venezolano, que al menos en el  aspecto de la legitimación política, Chávez  se explica mejor en relación con el nacio-  nalismo cívico y c olectivista que ha d omi-  nado el discurso de la política venezolana  desde el sigl o  XIX .  Abstract : This article seeks to contex- tualize the successful rhetorical strategies of Venezuelan President Hugo Chávez Frías.  It argues, against the no tion that Chávez constitutes a distinct break with the Venezuelan past, that in at least this aspect of political legitimation Chávez is best  understood in relation to the sort of collec- tivistic and civic nationalism that has  dominated Venezuelan political discourse  since the 19 th  century. 1  El autor quisiera agradecer a los editores y dictaminadores anónimos de la  Revista Mexicana de Sociología  por sus agudas reflexiones críticas y sus recomendacio- nes con respecto a una versión anterior de este artículo. Gracias también a María Emilia Nava y Mariana Torres por sus útiles comentarios y a Rocío Saucedo por su excelente traducción. Las últimas revisiones se realizaron gracias a una beca Full bright. *  Doctor en Hist oria y Sociología por la Universidad de Boston, profesor a sis- tente de Sociología en la Washington and Lee University. Temas de especialización: sociología histórica y cultural con énfasis en el nacionalismo y temas relacionados. Dirección: Department of Sociology and Anthropology, Washington and Lee University, Newcomb Hall, Lexington, VA 24450. Tel. 540-458-8777. Correo- electrónico: [email protected].

Upload: ibrahim-gordils-lusinchi

Post on 10-Oct-2015

17 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • D. R. 2007. Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Sociales. Revista Mexicana de Sociologa 69,nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639. Mxico, D. F. ISSN: 0188-2503/07/06904-02.

    Contextualizando a Chvez: el nacionalismovenezolano contemporneo desdeuna perspectiva histrica1

    JONATHAN EASTWOOD*

    Palabras clave: Hugo Chvez, nacionalismo, historia de Venezuela, poltica venezolana.Keywords: Hugo Chvez, nationalism, Venezuela-history, Venezuela-politics.

    L O QUE QUIZS MS SORPRENDE del xito poltico de Hugo ChvezFras y su revolucin bolivariana en Venezuela son las estrategiasretricas empleadas por l para establecer su legitimidad polticaen relacin con la nacin venezolana. Chvez ha logrado con gran

    Resumen: Este artculo busca contex-tualizar las exitosas estrategias retricas delpresidente venezolano Hugo Chvez Fras.El autor propone, en contra de la nocinde que Chvez constituye una ruptura conel pasado venezolano, que al menos en elaspecto de la legitimacin poltica, Chvezse explica mejor en relacin con el nacio-nalismo cvico y colectivista que ha domi-nado el discurso de la poltica venezolanadesde el siglo XIX.

    Abstract: This article seeks to contex-tualize the successful rhetorical strategies ofVenezuelan President Hugo Chvez Fras.It argues, against the notion that Chvezconstitutes a distinct break with theVenezuelan past, that in at least this aspectof political legitimation Chvez is bestunderstood in relation to the sort of collec-tivistic and civic nationalism that hasdominated Venezuelan political discoursesince the 19th century.

    1 El autor quisiera agradecer a los editores y dictaminadores annimos de laRevista Mexicana de Sociologa por sus agudas reflexiones crticas y sus recomendacio-nes con respecto a una versin anterior de este artculo. Gracias tambin a Mara EmiliaNava y Mariana Torres por sus tiles comentarios y a Roco Saucedo por su excelentetraduccin. Las ltimas revisiones se realizaron gracias a una beca Fullbright.

    * Doctor en Historia y Sociologa por la Universidad de Boston, profesor asis-tente de Sociologa en la Washington and Lee University. Temas de especializacin:sociologa histrica y cultural con nfasis en el nacionalismo y temas relacionados.Direccin: Department of Sociology and Anthropology, Washington and LeeUniversity, Newcomb Hall, Lexington, VA 24450. Tel. 540-458-8777. Correo-electrnico: [email protected].

  • JONATHAN EASTWOOD606

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    efectividad presentarse a s mismo no como una especie de caudillolatinoamericano estereotpico (tal como comnmente se afirma), sinocomo la voz soberana de la nacin.2 Esta capacidad, desde luego, no ca-rece de precedentes en la regin (ni en ningn otro lugar), pero Chvezha mantenido un inters particular por convencer a grandes sectoresde la poblacin de que l habla para y por ellos: de que, en cierto sentido(limitado y metafrico), l mismo es la nacin, tal como se afirma en lasdramticas proclamas hechas en aos recientes en carteleras venezolanas:Chvez es el pueblo.3

    Al pretender explorar el fenmeno de Chvez, hay varios factoressignificativos que, desde luego, debemos tomar en cuenta. stos inclu-yen: a) una extendida y creciente pobreza en un sector significativo dela poblacin4 desde los aos ochenta hasta fechas bastante recientes

    2 Kirk Hawkins tambin ha notado este aspecto en el estilo de liderazgo de Chvezy lo considera en funcin de su populismo, el cual Hawkins define como un modocarismtico de establecer nexos, combinado con un discurso democrtico que enfatizala personificacin de la voluntad popular (Hawkins, 2003:1140). Lo que el autor nodiscute en su, sin embargo, bastante til anlisis, es la manera en que este populismoest arraigado en los patrones del discurso nacionalista. Efectivamente, estudiar elpopulismo con base en un anlisis comparativo de los patrones del discurso nacional,y analizar especialmente la relacin entre nacionalismo colectivista (discutido msadelante) y el populismo, podra arrojar consideraciones importantes. Julia Buxton(2005: 336) menciona brevemente la relacin entre el populismo y el nacionalismo enlos gobiernos de Accin Democrtica (AD) y de Chvez. En un artculo pionero,Fernando Coronil y Julie Skurski se centran en el papel que desempea el discursopopulista en lo que ellos llaman el ideal de unidad bolivariano entre el lder y lasmasas. Vase Coronil y Skurski (1991: 291).

    3 Vase Eastwood (2006: 154). Esto va ms all de simplemente sealar el supuestopersonalismo de la cultura poltica venezolana. El objetivo es precisamente comprenderlos orgenes culturales de dicho personalismo.

    4 Vase Canache (2004: 33-49). Vase tambin Nam (1993: 42-44) y KennethRoberts (2003: 58-62). El aumento de la pobreza alcanz su nivel mximo despus dela devaluacin monetaria del viernes negro en 1983 y especialmente tras el episodiode violencia callejera conocido como el Caracazo, despus de que Carlos AndrsPrez pusiera en marcha un programa de austeridad en 1989. Sobre el Caracazovase Coronil y Skurski (1991) y Nikolas Kozloff (2006: 44-46). Algunos han propues-to que el Caracazo debera verse no slo como una respuesta a las medidas deausteridad impuestas por Prez, sino como el comienzo de un patrn ms extensode protesta. Vase Margarita Lpez Maya (1999). Para un estudio sobre el alto ndice deprotesta en los aos siguientes vase Margarita Lpez Maya, David Smilde y KelaStephany (2002). Chvez mismo ha comparado el Caracazo con la cada del Muro deBerln. Vase Chvez (2003).

  • 607CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    (cuando el desempleo y la pobreza disminuyeron);5 b) el largo colapsoeconmico en Venezuela, el cual sobrevino despus de que varias gene-raciones mantuvieran grandes expectativas con respecto a un creci-miento futuro y una movilidad social, aspiraciones que no se habancumplido en la gran mayora de los casos;6 c) la confianza depositadacontinuamente en las manos de lderes nacionalistas, que con demasiadafrecuencia ha sido correspondida con corrupcin o, en todo caso, conla imposibilidad de cumplir lo prometido;7 d) los problemas gene-rales derivados del viejo sistema de partidos, descrito por politlogoscomo Javier Corrales, Michael Coppedge y otros, el cual generun cinismo extendido y profundo acerca del proceso poltico liberal-democrtico que se produjo a partir del Pacto de Punto Fijo8 y la in-capacidad mostrada por anteriores gobernantes ante la necesidad deponer en marcha una poltica econmica consistente y sostenida; e) eldescontento de subgrupos provenientes de las lites polticas que duran-te largo tiempo haban sido marginadas por COPEI y AD9 (de dichos

    5 Vase, por ejemplo, Desempleo baja a 8% en mayo, El Universal, 12 dejunio, 2007. En lnea: , consultado el 2 de juliode 2007. Vase tambin Raquel Barreiro C., La pobreza se redujo hasta 32% duranteel ao pasado, El Universal, 29 de enero de 2007. En lnea: , consultado el 2 de julio de 2007.

    6 Vase, por ejemplo, los datos sobre el salario real de 1950 a 2000 y la dis-tribucin del ingreso entre las familias, de 1981 a 1999, proporcionados porAsdrbal Baptista (2003).

    7 Sobre el tema de la corrupcin vase Kelly (2003). Para una discusin impor-tante de Venezuela como petro-state, la corrupcin y los problemas polticosvenezolanos de las ltimas dcadas del siglo XX, vase Terry Lynn Karl (1997: 161-185).

    8 Como se comenta ms adelante, el Pacto de Punto Fijo, en aquel momentocelebrado y ahora con frecuencia criticado, fue un acuerdo entre los partidos pol-ticos dominantes a finales del siglo XX: Accin Democrtica (AD), el Comit deOrganizacin Poltica Electoral Independiente (COPEI) y tambin inicialmentela Unin Republicana Democrtica (URD), cuyo objetivo era compartir el poderequitativamente.

    9 COPEI y AD dominaron la vida poltica en Venezuela desde la cada del dicta-dor Prez Jimnez hasta los noventa. COPEI, dirigido por Rafael Caldera, fue (yhasta cierto punto contina siendo) un partido demcrata cristiano, mientras queAD devino un partido socialdemcrata moderado. Durante la dcada de los noventa,ambos, pero especialmente AD, eran considerados irremediablemente corruptos yeran repudiados por Chvez y gran parte de la poblacin. El colapso del antiguo ordenha sido ampliamente discutido. Vanse, por ejemplo, Coppedge (1994), Corrales (2002),Nam (1993), los excelentes ensayos reunidos en McCoy y Myers (2004) y tambinlos de Ellner y Hellinger (2003) y Ellner y Tinker Salas, (2007).

  • JONATHAN EASTWOOD608

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    subgrupos surgieron figuras que desempean o en algunos casosdesempearon un papel importante en la administracin de Chvez,como Jos Vicente Rangel o Luis Miquilena10), y f) tan importante comocualquier otro factor es, desde mi punto de vista, el poderoso carismapersonal de Chvez.11

    Sin embargo, me gustara aadir que hay algo ms, un rasgo pro-fundamente arraigado en las actuales reafirmaciones del nacionalis-mo venezolano, algo que ha estado presente en la mayora de lasreiteraciones de ese tipo de nacionalismo desde fechas tempranas (dehecho, no sorprende que quiz dicho rasgo sea ms visible en Bolvarmismo que en Chvez), y que por lo anterior es altamente (aunque noexclusivamente) susceptible al autoritarismo poltico, aun durante losperiodos de democracia liberal. Este rasgo es un atributo del carctercvico y, ms importante an, colectivista del nacionalismo venezolano,12cuya consecuencia es una larga tradicin de identificar la concepcin ma-terializada de la voluntad nacional con un representante, el cual asumela forma del individuo que por s solo habr de solucionar los proble-mas del pas.13 Esta tradicin comenz quizs con Bolvar, quien an

    10 Vase Myers (2004: 22). Vase tambin Ewell (1984: 98-99). Este factor es confrecuencia subestimado y, en mi opinin, generalmente no recibe la atencin quemerece. Vase, por ejemplo, Jos Vicente Rangel (2003).

    11 Vase la discusin de Kirk Hawkins sobre el modo carismtico de vinculacinentre Chvez y los chavistas, en Hawkins (2003). Para un anlisis fascinante delas cualidades carismticas de Chvez y de lo que Jos Pedro Zuquete llama la pol-tica misionaria en su discurso, vase Zuquete (de prxima aparicin).

    12 La nocin de nacionalismo cvico y colectivista empleada aqu, y la cual serdetallada ms adelante, fue tomada de la tipologa tripartita de nacionalismo hechapor Liah Greenfeld. El nacionalismo cvico, en contraposicin con el tnico, fija loslmites de la pertenencia a la nacin con base en parmetros similares a los lmitesde la ciudadana, la cual debe ser al menos parcialmente abierta en lo que respecta a laetnicidad de ciudadanos potenciales. El nacionalismo colectivista, en contraposicincon el individualista, es aquel que tiende a representar a la nacin como poseedorade una voluntad colectiva objetivada. Por tanto, los nacionalismos colectivistas mues-tran una tendencia a admitir (aunque, desde luego, no a preestablecer) la aplicacinde polticas autoritarias. Vase Greenfeld (1992) y Greenfeld e Eastwood (2007).

    13 Desde la perspectiva de Coronil y Skurski, la imagen de Bolvar como ldertutelar de un pueblo inmaduro ha servido como plataforma para la construccinde un proyecto de desarrollo nacionalista. Vase Coronil y Skurski (1991: 297). Estosautores, sin duda, tienen la razn, pero yo aadira que es el contexto an ms am-plio del nacionalismo colectivista y cvico el responsable de que dicha plataformasea necesaria e incluso posible.

  • 609CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    constituye el principal modelo (en este sentido, Chvez es virtualmentetransparente, pues se identifica de forma clara con dicho personaje).14No estoy, debera subrayarse, proponiendo el viejo argumento delcaudillo. Empero, debe admitirse que, incluso dentro del marco delnacionalismo y el sistema de legitimidad legal-racional que ste implica,las prcticas patrimoniales de autoridad15 persisten a nivel local en almenos algunas partes de Venezuela, de modo que las actuales reitera-ciones de tono nacionalista que busco describir aqu podran efecti-vamente ajustarse a las formas tradicionales de autoridad. Lo anteriormuy posiblemente fue cierto en el siglo XIX cuando, por ejemplo, la basesobre la cual se apoyaba la autoridad de Jos Antonio Pez variabaconsiderablemente de un grupo a otro.16 Pez era tanto un caudillo comoel intrprete y el procurador de la voluntad y los intereses nacionales.

    14 No obstante, mi anlisis difiere de aqullos que, provechosamente, se centranen lo que es con frecuencia denominado el culto a Bolvar. Vase el estudio clsico deCarrera Damas (1969) y el ms reciente trabajo de Conway (2003). Vase tambinCoronil y Skurski (1991) acerca del ideal bolivariano.

    15 Weber defini la forma patrimonial de dominio como aqulla en que el poderpoltico en su totalidad y los derechos econmicos correspondientes han sido apro-piados como beneficios econmicos para uso privado (Weber, 1978: vol. 1, 236).Los nexos del sistema de autoridad patrimonial se basan en la lealtad y fidelidadentre los amos y sus dependientes. Sin embargo, las estructuras de autoridad pa-trimonial en cada caso dan un margen para que los sujetos reclamen reciprocidad(Weber, 1978: vol. 2, 1010). Dentro de la historia de Venezuela, los gobiernos deJos Antonio Pez e incluso el de Juan Vicente Gmez, entre otros, son ejemplosde regmenes parcialmente basados en un dominio patrimonial.

    16 Pez fue el lder a cuyo alrededor se aglutin el sentimiento separatista enVenezuela de cara a la Gran Colombia. Fue un llanero que desempe un papel im-portante en las guerras de independencia. John Lynch, por ejemplo, lo considerajunto con Santa Anna y Rojas como el caudillo por excelencia, vase Lynch (1992).El gran novelista Carlos Fuentes, en su reciente obra La silla del guila, explcitamenteidentifica a Chvez con Santa Anna y al parecer propone una versin de esta mismaidea. An est por verse si el oscuro futuro imaginado por Fuentes con respecto algobierno de Chvez se har realidad (Fuentes, 2003: 224).

  • JONATHAN EASTWOOD610

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    TIPOS DE NACIONALISMO

    Los tericos del nacionalismo han buscado por varias generacionesconstruir tipologas tiles sobre este tema.17 Quiz la primera de dichastipologas fue la distincin hecha a lo largo de la historia entre losnacionalismos orientales y los occidentales, la cual fungi comoortodoxia durante gran parte del siglo XX.18 Dentro del marco de estatipologa, se pensaba que los nacionalismos occidentales, tales como elde Inglaterra y Francia, podan derivar en polticas liberales e inclu-yentes. Mientras que, por otra parte, se supona que los nacionalismosorientales (originalmente los casos de Rusia, Europa central y Europadel Este) estaban basados en nociones esencialmente raciales comofundamento biolgico de la nacin, y eran conducentes al autoritarismoy a una poltica excluyente.19

    Ms recientemente, esta distincin ha sido reemplazada por otrosesquemas tipolgicos. Entre ellos an se incluye una usual distincinentre nacionalismo poltico y nacionalismo cultural, la cual paramuchos autores, aunque no para todos, corresponde y le asigna unanueva terminologa a la vieja tipologa de oriental y occidental.20 LiahGreenfeld ha ofrecido un esquema tipolgico ms matizado,21 que empleados ejes y le permite al analista apreciar diferencias entre variedades denacionalismo que, de acuerdo con el antiguo modelo, parecan idnticos.Uno de los ejes, el que mide cmo la pertenencia a la nacin se construyey se expresa dentro del discurso nacional, va de lo cvico a lo tnico.Los nacionalismos cvicos son aquellos que definen la pertenencia a lanacin como una funcin de la ciudadana, independientemente, enteora, del antecedente tnico de los miembros que aspiran a formar partede la comunidad nacional. Sobra decir que aqu estamos hablando de laadscripcin nacional tal como es expresada en un discurso ideal e idea-lizante. Debemos reconocer que a menudo estas visiones idealizadas delos lmites sociales enmascaran resultados divergentes, discriminacin y

    17 Para una discusin ms amplia, vase Greenfeld e Eastwood (2007). Parauna revisin ms detallada y extraordinariamente sistemtica de tipologas y teorasen general, vase Anthony Smith (1971).

    18 Vanse, por ejemplo, Gellner (1983), Kohn (1944) y Plamenatz (1973).19 Para una crtica acerca de estas ideas, vase Marx (2003).20 Sobre nacionalismo cultural vase el agudo trabajo de John Hutchinson (1987).21 Vase Greenfeld (1992) y Greenfeld (2001).

  • 611CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    un permanente trato a los miembros de grupos subalternos como ciu-dadanos de segunda categora. Aquellos nacionalismos concentrados enel extremo tnico de esta tipologa, sin embargo, conceptualizan en tr-minos formales la adscripcin nacional en relacin con el estatus tnicoo la supuesta condicin biolgica de los miembros potenciales. Este eje,desde luego, comparte ciertos rasgos con antiguas tipologas poltico-culturales y no es, en s mismo, controvertido.22

    El segundo eje mide la forma en que se conceptualiza a la nacindentro del discurso nacional. De acuerdo con esta tipologa, el naciona-lismo puede ser cvico y colectivista, cvico e individualista o tnico ycolectivista.23 Los nacionalismos individualistas son aquellos que vi-sualizan a la nacin (no importando de qu manera est realmenteconstituida) en trminos asociativos y voluntaristas. Los nacionalismoscolectivistas ven a la nacin como una especie de gran agente que existeindependientemente de los individuos; por tanto, ofrecen un terrenopoltico-cultural frtil para la bsqueda de polticas autoritarias. Si lanacin es una masa indivisible cuya voluntad no puede ser conocida pormedio de una encuesta o votacin (puesto que la nacin posee su propiavoluntad o, de acuerdo con la formulacin altamente influyente de Jean-Jacques Rousseau, la voluntad general, que nunca se equivoca, a vecesdifiere de la voluntad de los individuos e incluso de la mayora, los cualess son propensos a equivocarse),24 los lderes autoritarios potenciales, par-ticularmente aquellos provistos de carisma, se pueden posicionar a smismos como los representantes de dicha voluntad.25 ste fue preci-

    22 Para una exposicin completa de la tipologa de Greenfeld, vase Greenfeld(1992: 11-12) y Greenfeld (2001). Para una perspectiva un tanto similar vase, porejemplo, Brubaker (1992).

    23 Greenfeld (1992: 11-12).24 Rousseau (1987: 155-156). Sobre Rousseau y el nacionalismo colectivista y

    cvico francs, vase Greenfeld (1992: 172-177) .25 De nuevo, vase Greenfeld (1992: 11), y Greenfeld e Eastwood (2007). Vale la

    pena sealar que esto no es slo cierto acerca de los as llamados lderes populistas.Hawkins, por ejemplo, parece ver este rasgo del liderazgo de Chvez como un meroaspecto de su populismo, aunque s advierte que todas las sociedades democrticastienen diferencias socioeconmicas y alguna nocin sobre el pueblo [] por tanto,poseen un potencial discursivo para el incentivo populista. El autor, sin embargo, leatribuye la alta incidencia de polticas populistas en la regin, ms que al nacionalis-mo colectivista, al cual no menciona, a la persistencia de diferencias objetivassignificativas en relacin con el estatus y la riqueza, circunstancia que probablementesea un importante factor coadyuvante (Hawkins, 2003: 1139-1140).

  • JONATHAN EASTWOOD612

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    samente el modo de legitimacin favorito de Napolen, pero tambin hasido la tcnica legitimante preferida y el estilo de autopresentacinempleado por los lderes autoritarios pertenecientes a nacionalismoscolectivistas de derecha e izquierda en aos posteriores.26

    EL NACIONALISMO VENEZOLANO

    Como bien se sabe, el nacionalismo venezolano27 fue exclusivo de, a losumo, un pequeo grupo de individuos hasta por lo menos 1808. Slose convirti realmente en una ideologa poltica competitiva y signi-ficativa, cuando obtuvo partidarios declarados en Caracas en 1810, fechatemprana en relacin con gran parte de Latinoamrica.28 Sus principalesfuentes intelectuales fueron francesas, o bien, los nacionalistas libera-les de Espaa, quienes asumieron el mando en la pennsula durante laresistencia contra Napolen (aunque, desde luego, algunos primerosnacionalistas en Venezuela, tales como Francisco de Miranda,29 AndrsBello,30 Bolvar, entre otros, haban tenido contacto con nacionalistasingleses).

    26 Sobre nacionalismo y poltica autoritaria vase tambin Chirot (1996) y Greenfeld(2006).

    27 Se ha producido una buena cantidad de excelentes estudios acerca delnacionalismo venezolano, pero slo una pequea parte puede listarse aqu. Los lectoresinteresados en conocer distintas perspectivas tericas e histricas pueden comenzar conLynch (1986), Carrera Damas (1969), Pino Iturrieta (1971, 1993), Coronil (1997),Coronil y Skurski (1991), y Skurski (1994).

    28 Esto y lo que sigue deriva de mi anlisis hecho en Eastwood (2006).29 Miranda fue famoso por participar en la Revolucin francesa y fue bastante

    conocido en los crculos intelectuales y polticos de Europa y Amrica. En 1806 intentuna fallida invasin liberadora, pero ms tarde triunfara (temporalmente) comodirigente del Estado en la primera repblica venezolana (conocida histricamentecomo la patria boba). Para una excelente biografa reciente, vase Racine (2003).

    30 Bello, una de las figuras ms importantes en la vida intelectual latinoamericanadel siglo XIX, fue desde el comienzo cercano a Bolvar, Miranda y a otras figurasrevolucionarias, aunque sus propios objetivos revolucionarios siempre fueron untanto moderados. Bello alcanzara su mayor productividad e influencia durante losmuchos aos que permaneci en Chile, donde fungi como senador y participde forma notable en el diseo del influyente sistema legal chileno. Para dos excelentesdiscusiones sobre Bello y su importancia, vanse Cussen (1992) y Jaksic (2001).

  • 613CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    Lo que todo esto significa es que los principales modelos de nacio-nalismo, a partir de los cuales los primeros nacionalistas venezolanosdesarrollaron su propia identidad, fueron modelos cvicos y colectivis-tas, pues el nacionalismo francs es con frecuencia considerado como elprototipo de dicha clase de nacionalismo.31 Ms an, los autores de laConstitucin espaola de 1812 claramente absorbieron este rasgo de losnacionalistas franceses, a pesar de haber luchado obstinadamente encontra de Francia.32 Esto predispuso a que los primeros nacionalistaslatinoamericanos prefirieran los modelos cvicos y colectivistas. Sinembargo, la composicin sociolgica de los grupos que optaron por elnacionalismo tambin jug un papel importante en esta eleccin: alprincipio fue en gran medida la lite criolla en Venezuela la que vio enel nacionalismo un vehculo poltico-cultural apropiado para expresarsus inconformidades y para solucionar las inconsistencias relacionadascon su estatus, las cuales surgieron a partir de que las Reformas Bor-bnicas afectaran sus antiguas prerrogativas a nivel local.33 Lo quedichas lites buscaban realmente, pese a los valores igualitarios del idealnacional del mundo, era apuntalar su problemtica situacin concernien-te al estatus y posicionarse a s mismos como una lite perdurable. Porconsiguiente, no sorprende en lo absoluto que la imagen de nacin cons-truida por ellos fuera la de un agente colectivo poseedor de una volun-tad que slo ellos podan interpretar y dirigir.34 Las relaciones polticasque a nivel local haban sido, por tradicin, patrimoniales; los relati-vamente bajos niveles de alfabetizacin y, ms importante an, la ausenciade hbitos democrticos, como hubiera sealado Tocqueville, entreel grueso de la poblacin, slo contribuyeron a que las lites lograran supropsito.35 Mi argumento es, secundando a Greenfeld, que una vez

    31 Greenfeld (1992: 89-188).32 Vase Eastwood (2006: 56-58).33 Al precisar que muchos nacionalismos latinoamericanos son de ascendencia

    francesa, no es mi intencin sugerir que los nacionalismos latinoamericanoscontemporneos an retienen elementos de la identidad francesa, la cual subyaceal comienzo de la cadena causal. Efectivamente, muchos de los nacionalismoslatinoamericanos contemporneos comparten con el nacionalismo francs su carc-ter colectivista y cvico, y si la mayora de los nacionalismos latinoamericanos tienenestas caractersticas, nosotros debemos someter a revisin la idea anteriormente asumidapor algunos acadmicos de que dichos nacionalismos eran comparativamente inusuales.

    34 Vase la discusin en Eastwood (2006: 130-133, 154-155).35 Para un fascinante y reciente intento por confrontar este juicio tocquevilliano

    acerca de los hbitos polticos latinoamericanos del siglo XIX, vase Forment (2003).

  • JONATHAN EASTWOOD614

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    cristalizadas, ciertas formas de legitimacin poltica tienden a perduraraunque no estn grabadas en piedra, lo cual permite determinadasposibilidades de autopresentacin poltica.36

    Para rastrear el patrn de este estilo predominante de auto-presentacin en la poltica venezolana, podramos partir de Pez y loscaudillos del siglo XIX, pasando por la administracin del ilustreamericano Antonio Guzmn Blanco37 (en cuyo periodo dicho rasgofuera quiz ms notable), hasta llegar a los comienzos del siglo XXI.38 Sepodra caer en la tentacin de interpretar este estilo de autopresentacinslo como una estrategia empleada por los dictadores para reforzar sugobierno aparentemente ilegtimo. Lo anterior puede verse claramenteen la nocin de cesarismo democrtico propuesta por el positivista vene-zolano Laureano Vallenilla Lanz, quien pretendi justificar el mandatode Gmez en dichos trminos y declar que el

    verdadero carcter de la democracia venezolana ha sido, desde el triunfo dela independencia, el del predominio individual, el cual tiene su origen y baseen la voluntad colectiva, en los deseos de la gran mayora popular expresadatcita o explcitamente [...] Cesarismo democrtico: igualdad bajo undirigente; poder individual que proviene desde el pueblo y se levanta porsobre una gran igualdad colectiva [...]39

    Sin embargo, como pretendo demostrar, lo anterior tambin caracterizla retrica de las figuras democrticas ms veneradas de Venezuela,notablemente Rmulo Betancourt y, quiz ms visiblemente an, HugoChvez.

    36 Eastwood (2006: 153).37 Guzmn Blanco fue de alguna manera un ejemplo del esquema del autoritaris-

    mo desarrollista que predomin a finales del siglo XIX en varias partes de Latinoamrica.l, sin embargo, no pudo alcanzar los niveles de hegemona que acompaan a lamodernizacin slidamente establecida, aunque de alguna forma busc lo que, porejemplo, logr Porfirio Daz en el contexto mexicano. Le correspondera a Gmez, en elsiglo XX, contribuir de forma importante en la realizacin de estas tareas (Lombardi,1982: 191-198, 205-212).

    38 Luis Ricardo Dvila seala que el gobierno de Guzmn Blanco fue un pasoimportante en la historia del nacionalismo venezolano. Vale la pena mencionar que, talcomo indica Dvila, ste fue tambin un periodo de considerable influencia culturalfrancesa. Vase Dvila (1993: esp. 50).

    39 Citado en Alexander (1982: 16). Sobre Lanz, Gmez y el nacionalismo vene-zolano, vase Skurski (1994: 618).

  • 615CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    CHVEZ Y BETANCOURT?

    A primera vista, parecera extrao comparar cualquier aspecto de Chvezcon Betancourt. Aun as, hay entre ellos varias similitudes (de ideologay de poltica) sobre las cuales poco se ha reflexionado y que no nos ataendirectamente en un artculo como ste, el cual aborda estilos comparadosde autopresentacin40 y legitimacin poltica con base en las corrientesdominantes del discurso nacionalista.41 Esta aparente rareza es an mayorsi consideramos que Betancourt fue uno de los principales creadores,quizs el arquitecto central, de una serie de proyectos polticos y so-ciales en las dcadas que precedieron al ascenso de Chvez. Es as queBetancourt estuvo asociado con el orden marcadamente corruptoque Chvez conden enrgicamente al llegar al poder.

    Ambos, desde luego, tuvieron su comienzo en la izquierda, y noimporta cunto haya luchado despus en contra de izquierdistas violen-tos respaldados por Castro en Venezuela,42 no debe olvidarse que durantesu primer exilio, Betancourt fue una figura importante en el PartidoComunista de Costa Rica. Como seala Dvila, la retrica nacionalista deBetancourt, al menos durante los primeros aos, fue estridentementeantiimperialista.43 Ms an, Kenneth Roberts observa que, debido a sucompromiso con la reforma de la tierra, los derechos laborales y lasorganizaciones comunitarias, Accin Democrtica recibi al comienzoapoyo incondicional por parte de obreros y campesinos, y una continuahostilidad por parte de las lites tradicionales.44 Sin embargo, Be-tancourt no era un idelogo y sus repetidos pronunciamientos encontra de la demagogia, as como su actitud esencialmente pragm-tica, lo condujeron de un modo ms general en la direccin de lademocracia social desde fechas tempranas.45 Ciertas iniciativas polti-

    40 El concepto de presentacin de s mismo fue tomado del trabajo de ErvingGoffman, aunque aqu lo aplicamos a las estrategias, tanto conscientes como incons-cientes, de los lderes polticos en sus pronunciamientos como representantes de caraa la nacin. Vase Goffman (1959).

    41 Para un interesante y til anlisis del discurso nacionalista de Betancourt,vase Dvila (1993).

    42 Lombardi (1982: 234-235) y Ewell (1984: 132-133).43 Dvila (1993: 52-53, 55, 57).44 Roberts (2003: 56).45 Sin embargo, Betancourt y sus aliados, especialmente en los primeros aos,

    mantuvieron una postura ambivalente con respecto al capitalismo desenfrenado. En

  • JONATHAN EASTWOOD616

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    cas de Betancourt, tales como los programas pertenecientes a la reformade la tierra que fueron llevados a cabo durante el trienio, y una versinmucho menos radical de dichos programas puesta en marcha durantesu segunda presidencia,46 presagiaron algunos de los elementos centra-les de, al menos, el primer programa de Chvez. En cada caso, las basespara la reforma agraria fueron esencialmente nacionalistas, y se sealque el latifundismo (considerado entonces una lacra social) se oponaal inters nacional y evitaba que los venezolanos alcanzaran la auto-suficiencia a nivel individual. Tambin se dijo que las grandes propie-dades inoperantes de tierra eran responsables de los pobres resultadosde la produccin agrcola nacional.47 Ahora bien, esto tambin fue paraBetancourt, en cierto sentido, una iniciativa bolivariana, o al menosrecurri a Bolvar para legitimar su deseo de llevar a cabo una redis-tribucin de la tierra y argument que ste haba tenido el mismopropsito.48

    Ambos tenan mucho ms en comn. Ambos queran reconstruir lapoltica venezolana, salvar la poltica nacional de sus muchos enemi-gos: la corrupcin, los intereses parciales, etctera. Vale la pena notar queaqu nuevamente encontramos algo que varios comentaristas hanconsiderado en mayor o menor grado exclusivo de Chvez: un des-precio por partidos polticos anteriores y un deseo por comenzar desdecero, creando nuevos partidos e instituciones. Como seala Robert J.Alexander, Betancourt incluso estuvo de acuerdo, de alguna manera, conla destruccin de viejos partidos polticos realizada por Gmez. Enpalabras de Alexander, durante el proceso de organizar una nueva clase

    1948, Betancourt escribi sobre el proyecto de desarrollo nacional, denunciando quelos enemigos de esta obra, enemigos de Venezuela y de su redencin, sern por igualel capitalista egosta, sin sensibilidad social, que substraiga su dinero a la produccinpara esterilizarlo en negocios de usura, con el obrero indisciplinado o irresponsable(Betancourt, 1948: 7).

    46 Vase Alexander (1982: 502-505). De la misma manera, tambin es un rasgo encomn el nfasis al menos ostensible que ambos le dieron a la constitucionalidad, apesar del hecho de que cada uno particip en anteriores intentos de golpe de Estadoen contra de regmenes que consideraron no democrticos.

    47 Betancourt (1940: 235).48 Rmulo Betancourt (1940: 234-235). Vase tambin Betancourt, Contacto con

    los campesinos, en Betancourt (1962: tomo 1, 73-78). Dvila tambin seala lasalusiones bolivarianas de Betancourt, vase Dvila (1993: 53). Vase el anlisis deSkurski sobre el ideal bolivariano en Doa Brbara y su importancia para Gallegosy Betancourt en Skurski (1994: 621-632).

  • 617CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    de partido, Betancourt insisti en que ste no tuviera nada en comncon las organizaciones fraudulentas e inconsistentes que solan llamar-se a s mismas partidos en el pasado.49 Como bien se sabe, el sistemacreado por los fundadores de los partidos que esencialmente dominaranla poltica venezolana, Betancourt, Caldera y Jvito Villalba (del partidoUnin Republicana Democrtica, el cual no habra de compartir el mismoxito electoral), fue consolidado por medio del pacto de Punto Fijo (lla-mado as en alusin a la casa de Caldera, lugar donde fue firmado).50 Elsistema resultante, severamente criticado por Chvez y sus seguidores,permiti que estos dos partidos compartieran el poder y ha sido denomi-nado, con frecuencia de un modo peyorativo, como puntofijismo. steimplic acordar una agenda comn bsica para el desarrollo del pas(incluyendo, por ejemplo, el proyecto largamente mantenido porBetancourt de venezolanizar el petrleo,51 el cual fue llevado a cabo almenos parcialmente por Carlos Andrs Prez, quien fuera alguna vez suprotegido). Tambin implic la participacin en polticas liberal-democrticas y ha sido asociado con un esfuerzo concertado pormarginar y despojar de su poder a los partidos radicales de derecha eizquierda.52 Esta fue la base del sistema que los comentaristas muy amenudo han sealado como el excepcionalismo venezolano.53

    Los partidos que fueron creados AD y COPEI seran ampliamentedescritos al principio de los aos noventa de un modo bastante similaral que haba empleado Betancourt para referirse a los partidos del pa-sado antidemocrtico: de hecho, cualquiera pensara que el mismoBetancourt habra descrito la AD del comienzo de los aos noventa enlos mismos trminos. En algunos casos, sus miembros ms antiguos los

    49 Alexander (1982: 11). Ms all de esto, la retrica en contra de la corrupcinempleada por Betancourt en ocasiones rivaliza con la de Chvez en lo que respecta asu seriedad. Por ejemplo, al recordar los comienzos del trienio, tiempo despus Be-tancourt afirm que tenamos que hacer un Nuremberg contra la corrupcin(Betancourt, 1984: 240). Tanto el trienio como el establecimiento de la democracialiberal tras la cada de Prez Jimnez fueron frecuentemente descritos por Betancourtcomo una revolucin.

    50 Caldera (1999: 191).51 Betancourt (1940: 7).52 Caldera (1999: 191-203, 243-251). Sobre la marginacin del Partido Comunista,

    vase Coronil (1997: 216-219).53 Para un resumen y una crtica de lo que se ha escrito sobre el excepcionalismo

    venezolano, vase Ellner y Tinker Salas (2007). Vase tambin Coronil (1997: 219-222y pssim).

  • JONATHAN EASTWOOD618

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    abandonaron: cuando Caldera fue electo presidente en 1993 no habasido candidato de COPEI, sino que haba dejado el partido que l mismohaba construido por una nueva coalicin de pequeos partidos yya haba prcticamente respaldado las ideas de Chvez con respecto alviejo orden.54 Para 1998, cuando Chvez gan las elecciones, contar conel respaldo de AD o de COPEI era esencialmente una gran desventaja.55Chvez tambin quera comenzar desde cero. Por tal motivo, al tomarel poder dijo: Juro, sobre esta constitucin moribunda [...].56 Chvezhabra de tener su propia Constitucin poco despus de esta declara-cin y sus esfuerzos por controlar las diferentes reas del gobierno desdeentonces han sido bastante bien documentados.57

    Tanto en la forma de autopresentacin de Chvez como deBetancourt, es posible ver una confirmacin ms del carcter cvico delnacionalismo venezolano. Particularmente los observadores extranjeros(europeos y en especial norteamericanos), distantes de la poltica vene-zolana contempornea, han comentado mucho acerca de la herenciagentica multitnica de Chvez: se ha sugerido con frecuencia que partedel xito de su gobierno se debe a que aparentemente es, como la mayo-ra de los venezolanos, de ascendencia africana y/o indgena. As, lapolarizacin que caracteriza a la sociedad venezolana contempornea esa menudo descrita por tales comentaristas en trminos raciales: Chvezrepresenta el triunfo de una mayora cuya piel es ms oscura por sobreuna clase dirigente blanca, explotadora y racista.58 La anterior es una

    54 Vase Hellinger (2003: 32-34).55 Hawkins (2003: 1142).56 Juan Jess Aznarez, Chvez convoca un referendum constituyente como

    primer paso de su revolucin Bolivariana. El nuevo presidente de Venezuela jurasu cargo sobre una constitucin moribunda, El Pas, edicin de Barcelona, 3 defebrero de 1999, p. 3. En lnea: LexisNexis Academic, 27 de junio de 2007.

    57 Jennifer McCoy, la principal investigadora del estado de las prcticas demo-crticas en Venezuela para el Carter Center, ha sealado que, a pesar de la retricade descentralizacin empleada por Chvez, la Quinta Repblica concentr an msel poder en el Ejecutivo nacional, y las instituciones independientes (las cortes,la legislatura, el contralor general, la autoridad electoral) que podan garantizar latransparencia pblica fueron debilitadas en los primeros aos de la administracinchavista. Vase McCoy (2004: 287-288). An resta por ver cmo esto ser afectadopor los esfuerzos para expandir la participacin democrtica local.

    58 Para un anlisis interesante sobre cuestiones raciales en el discurso poltico dela Venezuela contempornea, vase Jess Mara Herrera Salas (2007: 99-118). Vasetambin la discusin en Mrquez (2003: 29-46).

  • 619CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    descripcin de la circunstancia actual que los seguidores de Chvezno se han esforzado mucho por disipar.59 El origen tnico de Chvez sevuelve aqu un signo de su capacidad representativa. Sin embargo,algo al menos ligeramente similar fue cierto en relacin con la formade autopresentacin empleada por Betancourt. De acuerdo con RobertJ. Alexander, el bigrafo y confidente de Betancourt, ste se senta par-ticularmente orgulloso de ser mulato, aunque es cierto que ms au laitque caf, como el mismo Alexander seala empleando esta expresincomn en Venezuela.60

    Igualmente, es fcil discernir el carcter colectivista de la nacin deBetancourt; por ejemplo, el manifiesto del Movimiento de OrganizacinVenezolana (ORVE), al cual Martz llama el ancestro directo de lo que hoyconocemos como Accin Democrtica,61 seala que queremos orga-nizar un pas en el que cada hombre contribuya a la sociedad y dondeel Estado unifique y concilie las discordias colectivas [...] Queremos hacerde la poltica que anteriormente le ataa slo a pequeos crculosoligrquicos un espritu nacional [...] que permanentemente revelela creatividad del alma venezolana.62

    LA NACIN DE CHVEZ

    No sorprende en lo absoluto que, de acuerdo con el periodista RichardGott, el bigrafo ms entusiasta de Chvez, entre las citas favoritas de stese encuentra una atribuida al alcalde de un pequeo pueblo de Boliviaen 1825, en la cual expresa su admiracin por Bolvar:

    Sois pues, el hombre de un designio providencial; nada de lo hecho atrs separece a lo que habis hecho; y para que alguno pueda imitaros ser preciso

    59 No es mi intencin menospreciar la historia de la discriminacin tnica y racialen Venezuela; tampoco negar el significado de lo racial que persiste en la sociedadvenezolana. Sin embargo, los comentaristas norteamericanos tienden a ver reflejadaslas relaciones y concepciones raciales de su propio entorno en el caso venezolano.Sobre la cuestin racial en el contexto histrico venezolano, vase Wright (1993).

    60 Alexander (1982: 20).61 Martz (1966: 30).62 Citado en Martz (1966: 30).

  • JONATHAN EASTWOOD620

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    que haya un mundo por libertar. Habis fundado tres repblicas, que en elinmenso desarrollo a que son llamadas, elevarn vuestra estatua adondeninguna ha llegado, con los siglos crecer vuestra gloria como crece lasombra cuando el sol declina.63

    Esto se vincula con varias nociones presentes a lo largo del discursopblico de Chvez. La idea de ser un hombre del destino, de obede-cer a fuerzas colectivas e histricas de mayor magnitud, es un rasgorecurrente en su retrica. As, en una entrevista con Agustn BlancoMuoz, Chvez parece negar su propia autonoma y declara: meconsidero un luchador social, un revolucionario. Cuando uno es co-locado por los hechos en el ojo del huracn, se le hace difcil ver lascosas y analizarse uno mismo [...] Creo que en este pas est plan-teado un proceso de cambios profundos, y estoy convencido de que esova a ocurrir. Me ubico en ese movimiento [...]64

    Al ampliar este razonamiento, Chvez ofrece lo que a primera vistaparece ser una concepcin esencialmente marxista del papel del in-dividuo en la historia y seala que los hombres podemos ubicarnos,en un momento determinado, en puestos protagnicos que aceleran,retardan, le dan un pequeo toque personal y un toque distintivo alproceso. Pero creo que la historia es producto del ser colectivo de lospueblos. Y me siento entregado absolutamente a ese ser colectivo.65

    Sin embargo, el penltimo enunciado no expresa una idea marxistaortodoxa. Chvez aqu no parece concebirse a s mismo como movidopor las grandes fuerzas estructurales del capitalismo, sino como partedel despertar colectivo de la nacin, un instrumento del desarrollonacional y un agente en el cumplimiento del destino nacional, ms quecomo parte de la vanguardia de un proceso revolucionario basado enlas clases sociales.

    En sus discursos aparece una comparacin tripartita frecuente enla que se vincula a s mismo con Bolvar y Cristo.66 En algunos casos

    63 Citado en Gott (2005: 100). La versin en espaol puede encontrarse en .

    64 Agustn Blanco Muoz (1998: 27).65 En Blanco Muoz (1998: 28). Vase tambin la discusin de Hawkins sobre ste

    y algunos pasajes relacionados. Hawkins ve aqu un ejemplo del discurso populistaclsico (Hawkins, 2003: 1153-1154).

    66 Para un anlisis ms general sobre la relacin del movimiento bolivariano conideas religiosas, vase Smilde y Pagan (de prxima aparicin). Sobre el uso de la figura

  • 621CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    se trata nicamente de la continua evocacin de citas bblicas (porejemplo, El que tenga ojos que vea, y el que tenga odos que oiga).67En ocasiones, la analoga entre Bolvar o Cristo consigo mismo es ex-plcita, tal como sucedi en el discurso de inauguracin del Congreso el2 de febrero de 1999, cuando declar que: yo soy uno de los que creeque si por la verdad muri Cristo, y si por la verdad tiene que moriruno ms, pues aqu estoy a la orden.68 Ms an, pocos minutos despusagreg que no tema a la muerte, pues creo que la muerte no existe.69En julio de 1999, Chvez hizo pronunciamientos similares:

    Oh Jess! poeta en la Cruz, cuando dijo: Padre, en tus manos encomiendomi espritu, se elev a lo infinito sobre el dolor y ante el odio que le punzabael costado y le echaba vinagre y sal.

    Oh Bolvar! tambin poeta, muriendo igual que Jess: Perdnales Seorque no saben lo que hacen, igual Bolvar: Mis enemigos me han conducidoa las puertas del sepulcro, Yo los perdono.70

    Momentos despus agregara: para m la muerte no existe. As que nome importa hablar de ella o sentirla que pasa cerca, porque de verdadno existe.71 Al final de este mismo discurso, Chvez describe la revo-lucin bolivariana como el acto de nacer por segunda vez (Estamosnaciendo de nuevo).72 En otro contexto, cita en tono aprobatorio lodicho por Miguel ngel Asturias con respecto a que los hombres comoBolvar no mueren [] sino que cierran los ojos y se quedan velando.73Esto, de hecho, evoca la afirmacin hecha por Benedict Anderson en elsentido de que en la modernidad, la nacin remplaza, de alguna manera,aquella vida despus de la muerte antes buscada como un recinto deinmortalidad por el que uno debe luchar.74 Por qu, de acuerdo con estediscurso, el cual emplea pero a la vez se aparta de la nocin cristiana de

    de Cristo y de las imgenes cristianas en el discurso de Chvez, vase Zuquete (deprxima aparicin).

    67 Chvez (2000b: 19).68 Chvez (2000a: 15).69 Chvez (2000a: 21).70 Chvez (2000b: 18).71 Chvez (2000b: 19).72 Chvez (2000b: 23).73 Chvez (2000b: 9).74 Anderson (1991: 10).

  • JONATHAN EASTWOOD622

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    la resurreccin, dice Chvez que no le teme a la muerte? Precisamenteporque un revolucionario tan ntimamente identificado con la nacinmisma, seguir viviendo como parte de ella aun cuando cese de existircomo individuo.

    La retrica nacional abunda en el discurso de Chvez y es bastanteexplcito al describir la nacin tal como l la visualiza. Como muchos delos grandes nacionalistas del siglo XIX, y a diferencia de la mayora de lasfiguras polticas en aquellas naciones que han asumido plenamente elhecho de que son naciones, Chvez expresamente posee su propiadefinicin de nacin:

    la Nacin puede desaparecer, el pueblo es la misma Nacin, la Nacin es elmismo pueblo, slo que en mi criterio, dentro de navegar por las ideas paraque un pueblo se considere un nacin, le faltara un elemento ms, no slo elpasado comn, no slo el presente con una voluntad comn, sino un pro-yecto hacia el futuro. Cuando un pueblo consigue un rumbo, cuando unpueblo consigue una direccin histrica, slo entonces, en mi criterio, pode-mos hablar de Nacin. Hoy, adems del pasado, adems del presente, creoque podemos decir que en Venezuela hay una Nacin en marcha con unproyecto al que ustedes [la Asamblea Nacional Constituyente] estn obliga-dos, representantes del pueblo, constituyentes soberanos, a intuir, a buscar, arecoger y a plasmar, bsica y fundamentalmente, en el texto constitucional.75

    La idea que subyace aqu es que Chvez y la revolucin bolivarianacrearon (o recrearon) la nacin, la cual se consideraba como desapare-cida. Incluso llega a sugerir que la poblacin venezolana no haba nisiquiera alcanzado el estatus de pueblo durante el periodo en que ADy COPEI ejercieron su dominio: en Venezuela el pueblo se evapor untiempo como el agua se evapora, pero llovi y ha vuelto a hacerse pre-sente el pueblo. De acuerdo con Chvez, para que se constituya comopueblo, una comunidad debe tanto poseer un pasado gloriosocomo mantener una voluntad comn que lo una76 de cara al futuro.

    Estas nociones alcanzaron una forma concreta cuando Chvezescribiera a la Asamblea Constituyente de 1999 sus recomendacionescon respecto al texto constitucional que deban redactar y aprobar. Elprimer captulo de dichas recomendaciones estaba conformado por lossiguientes cuatro artculos:

    75 Chvez (1999-2000: LV).76 Chvez (1999-2000: LV).

  • 623CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    Artculo. El pueblo de Venezuela es un conglomerado humano que poseeglorias comunes en el pasado y una voluntad presente de convivenciapacfica.

    Artculo. La Nacin venezolana es el pueblo mismo, en permanente accincreadora y compartiendo un proyecto comn de desarrollo hacia el futuro.

    Artculo. Todos los integrantes de la Nacin estn obligados ticamentea practicar la solidaridad como norma de vida, contribuyendo a construir elproyecto comn y su desarrollo permanente y progresivo.

    Artculo. Sobre los ya sealados elementos esenciales de la Nacin, seconstituyen la Repblica y el Estado Venezolano.77

    Estas formulaciones no fueron especficamente adoptadas como la parteintroductoria de la Constitucin. sta, sin embargo, tambin evidenciaampliamente la preeminencia de un nacionalismo cvico y colectivista.78

    De cualquier manera, para Chvez, el criterio decisivo de lo nacionales tener un camino en comn, el cual ha sido preparado por l mismoy sus colaboradores. No obstante, como se mencion anteriormente,Chvez recurre a la frmula bolivariana que cualquier estudiante de loscomienzos de la historia nacional en Latinoamrica conoce al insistircasi siempre en haber sido llamado a servir y obedecer fuerzas superio-res a l. Chvez est claramente consciente de la manera en que espresentado y, como hemos visto, l se presenta a s mismo tambin de esemodo, aunque despus niegue su importancia a nivel personal:

    Lo que est ocurriendo en Venezuela hoy no es un hombre providencial queha llegado; no, no hay hombres providenciales. El nico hombre provi-dencial: Jess, el de Nazareth. No hay individualidades todopoderosas quepuedan torcer el rumbo de la historia: absolutamente falso ese concepto. Nohay caudillos benemritos y plenipotenciarios que puedan sealar y conduciry hacer el camino de los pueblos, mentira. [] Es la revolucin que ocupatodos los espacios, algo as como lo que dice un gran escritor: La rebelinde las masas de Ortega y Gasset es la muchedumbre que lo invade todo,es un galopar indmito que llega a todas partes y nadie puede detenerlo.Esa es la revolucin venezolana de este tiempo, conducida, impulsada,sentida y amada por un pueblo, y es que no podemos entender esos dosconceptos por separados.79

    77 Chvez (1999: 5).78 Vase Constitucin de la Repblica, con la Exposicin de Motivos (2000).79 Chvez (1999-2000: xxx).

  • JONATHAN EASTWOOD624

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    La lnea que separa a Chvez del pueblo es siempre difuminada: Voycon el pueblo y el destino del pueblo ser mi destino.80 Uno de los dichosbolivarianos que l gusta de repetir es el siguiente: Dichoso el ciudadanoque bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberananacional para que ejerza su voluntad absoluta.81 Y finalmente:

    yo estoy aqu, con esta banda tricolor en el pecho, y con esta majestad pre-sidencial, no por m mismo, no, yo soy producto de unas circunstancias: yoapenas soy, dira Bolvar, una dbil paja arrastrada por el huracn revolu-cionario. As lo deca Bolvar en Angostura. Yo estoy empujado por unhuracn, hermoso huracn, huracn que construir una Venezuela nueva,y ese huracn no es otro que el pueblo de Venezuela.82

    Ciertas evidencias sugieren que Chvez ha ideado estratgicamente esteestilo de autopresentacin. En una entrevista con Marta Harnecker, porejemplo, habl de sus propias reflexiones en torno al liderazgo, la tcnicade cmo conducir grupos humanos, y seal que uno aprende cmolevantarles la autoestima, la moral a la gente. Yo recuerdo hasta la matrizdel liderazgo, porque adems fui instructor durante muchos aos.83 Nosorprende que incluso la teora del liderazgo de Chvez posea races boli-varianas: Bolvar deca que saltaba por encima del caballo compitiendocon los soldados. La teora y la praxis del liderazgo dicen que t tienesque estar con tu gente, no al frente de ella, alejado de ella.84

    Considero que el nfasis dado a la autoestima colectiva es un rasgoclave del xito poltico de Chvez. Asimismo, es difcil negar que unnmero importante de venezolanos se sienten, gracias a l, miembrosvaliosos de una comunidad nacional, de la cual se haban sentido ex-cluidos en aos anteriores (aunque, hasta donde yo s, no existen datossistemticamente recolectados al respecto). En general, a travs de lahistoria, segn la psicloga social Maritza Montero, los venezolanos hantendido a compararse negativamente frente a otras naciones, por lomenos en ciertos aspectos.85 Ms an, la distribucin marcadamente de-

    80 Chvez (2000a: 65).81 Vase, por ejemplo, Chvez (2000a: 8).82 Chvez (2000a: 46-47).83 Chvez (2002: 10).84 Blanco Muoz (1998: 54).85 Montero (1984: 161-163).

  • 625CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    sigual de la riqueza y los privilegios, as como los estilos de vida radical-mente distintos que resultan de lo anterior, produjeron que muchosvenezolanos albergaran un fuerte sentimiento de ser ciudadanos desegunda categora, miembros de una clase esencialmente servil y nu-merosa que careca de una representacin real en el gobierno y que,de varias maneras, habitaba en una realidad social distinta a la dela clase media (la cual alguna vez fue prspera y ms extensa).86 Chvezha modificado esto y muchos venezolanos no slo se sienten miembrosimportantes de la comunidad nacional, sino tambin participantes enun proceso histrico de gran relevancia.

    OTRAS COMPARACIONES

    Generalmente, los discursos de Betancourt no eran como los de Chvez.Aunque l mismo no careca de carisma, Betancourt le dedicaba seg-mentos ms considerables de sus discursos a los detalles de la polticapblica: cules eran los pasos indicados que Venezuela deba dar en ladireccin del desarrollo econmico? Cul deba ser la poltica indus-trial del Estado? Igualmente, los mensajes de Betancourt tendan a sermoderados, mientras que Chvez, como Castro, con frecuencia se ex-tiende por horas.87 Obviamente, existen muchos contrastes ms. Porejemplo, como seala Dvila, el ideal nacional de Betancourt era elpoliclasismo.88 Si bien a menudo procuraba los intereses de grupossubalternos, por lo general trataba de generar un discurso no pola-rizante.89 En cambio, Chvez y muchos de sus seguidores parecen ms

    86 Si Coronil y Skurski tienen razn al afirmar que durante la segunda mitad delsiglo XX, la lite gobernante haba representado al pueblo como una masa br-bara incapaz de reconocer la fuerza de la razn, esto ha cambiado claramentecon Chvez. Coronil y Skurski (1991: 327).

    87 Tanto Castro como Chvez son notorios por la extensin de sus mensajespblicos, los cuales pueden durar hasta cuatro o cinco horas. Chvez, por medio desu programa Al Presidente, emplea un tono familiar e informal, toma llamadas,lee fragmentos de la Constitucin y otros textos e incluso canta.

    88 Dvila (1993: 59). Vase tambin Martz (1966: 30).89 Vase, por ejemplo, en la pgina 222 de Betancourt, Pasin de servicio a

    Venezuela, en Betancourt (1962: tomo I, 219-223).

  • JONATHAN EASTWOOD626

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    inclinados hacia la polarizacin de clases y se refieren despectivamentea sus oponentes con palabras como esculidos y oligarcas.90

    Tambin existe entre ellos un marcado contraste en cuanto a su in-tencin de ser identificados con su propio movimiento (o en cuanto a lasmaneras en que dicha identificacin debe producirse). Betancourt,aunque fue presidente vitalicio de Accin Democrtica,91 hizo todo loque estuvo a su alcance para asegurarse de que las prcticas demo-crticas, liberales e institucionalizadas (a pesar de ser limitadas) seconsolidaran y no fueran identificadas con su persona.92 Voluntariamentese exili durante la administracin de Leoni,93 de manera que su solapresencia en el pas no fuera un obstculo para el establecimiento de lalegitimidad legal-racional,94 y no personal, del sistema que l habaayudado a crear. Es difcil imaginarlo desafiando continuamente a losdirigentes electos de otros regmenes democrticos debidamente ins-titucionalizados y proponindoles apuestas sobre quin permanecerams tiempo en el poder.95 Tambin es difcil imaginar a Betancourtdeclarando que si el pueblo dice que s, se cambiara la Constituciny el pueblo es soberano y a lo mejor yo no me voy en el 2013 sino que

    90 Vase la discusin en Mrquez (2003). Vase tambin a Ellner y Hellinger(2003: 224).

    91 Alexander (1982: 640).92 Es interesante que, de acuerdo con Dvila, hay una tendencia en el nacionalis-

    mo de Betancourt por identificar la nacin con el partido ms que con los lderesindividuales. Vase Dvila (1993: 59).

    93 Alexander (1982: 586-587).94 El concepto de legitimidad legal-racional fue desarrollado por Max Weber.95 Vase Jon Jeter, From Chavez, Divisive Rhetoric: Embattled Venezuelans

    Bluntness is Fuel for Recall Effort, The Washington Post, 11 de marzo de 2004, A23.En lnea: LexisNexis Academic, 27 de junio de 2007. Chvez, en contraste, hamanifestado con frecuencia su intencin de permanecer en el cargo hasta 2031.Vase, por ejemplo, en Simn Romero, Election Deals Chvez a Stronger Hand,International Herald Tribune, 6 de diciembre de 2006, p. 3. En lnea: LexisNexisAcademic, 27 de junio de 2007. Tambin ha expresado su deseo de modificar laConstitucin y admitir la reeleccin indefinida del presidente, lo cual, entre otrosfactores, ha provocado que incluso algunos de sus ms cercanos seguidores, comoel ex vicepresidente Jos Vicente Rangel, afirmen que Chvez se coloca a s mismopor encima de las instituciones. Vase Rangel considera inquietante que Chvezest por encima de instituciones, Agence France Presse-Spanish, 11 de febrero de2007. En lnea: LexisNexis Academia, 27 de junio de 2007.

  • 627CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    vendran seis aos ms, 2019; y seis aos ms, 2025 y despus, seis ms,2031.96

    Sin embargo, como es comn en prcticamente todas las sociedadesnacionales, Betancourt no pudo evitar acentuar, incluso exagerar, susorgenes relativamente humildes:

    Del pueblo vengo, en cuna pobre nac, me forj a puetazos con la vida ycodo a codo con los trabajadores. No llegu a la Presidencia de la Repblicarecibiendo donaciones de nadie. En Miraflores atiendo, como Presidente detodos los Venezolanos, a capitalistas y a asalariados, a hombres de empresay a obreros, a profesionales y a estudiantes. Pero grupos minoritarios y prensaa su servicio, no torcern jams el rumbo democrtico y popular de estegobierno.97

    Betancourt expres este mismo sentimiento con frecuencia: por ejemplo,al hablar de la reforma agraria en 1962, seal que:

    A trabajar estas tierras, a pagar oportunamente los prstamos recibidos delBanco Agrcola y Pecuario, a tener fe y confianza en que la aurora nuevadespunta para el sufrido pueblo venezolano, porque en los puestos delGobierno, colocados all por el mismo pueblo, estn hombres con sensibili-dad social, hombres que no olvidan, como no lo olvido yo, que del pueblovengo y del pueblo he recibido en todo momento la donacin generosade su fe.98

    Plenamente consciente de sus palabras, Betancourt asever que l hablabael lenguaje de la nacin, el sencillo lenguaje de quien conversa con elpueblo, en el lenguaje del pueblo. Ms adelante agreg: Ser una vezms consecuente con el nuevo estilo de gobernar implantado porla Revolucin de Octubre en el pas.99 Su relativa (y posiblemente untanto afectada) modestia con respecto a su propio papel es, de nuevo,comparable con la de Chvez:

    Modestamente creo que contribu a cambiar el rumbo de la polticavenezolana, as mis enemigos sonren irnicamente o arrugan el rostro

    96 Chvez citado en Elvia Gmez, Referendo decidira si Chvez se queda hasta2031, El Universal, 20 de febrero de 2006. En lnea: ,visto el 5 de julio de 2007.

    97 Betancourt (1960: 19).98 Betancourt, La reforma agraria en marcha, en Betancourt (1962: tomo II, 233).99 Betancourt (1947: 3).

  • JONATHAN EASTWOOD628

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    cuando alguien me llama el padre de la democracia. O cuando ArturoUslar Pietri afirma que s soy el pap de este sistema, poniendo nfasis enlos vicios, lacras y verrugas de nuestra democracia.100

    A continuacin cito la forma en que Betancourt describi ms tarde losobjetivos de la revolucin, para lo cual emple una retrica que, en msde una manera, no habra estado fuera de lugar en la Quinta Repblica:

    cambiar el rumbo de Venezuela, erigiendo las bases de un Estado moderno,que sera prolijo enumerar los actos de gobierno, ya a travs de la nuevaConstitucin, leyes y decretos de signo progresista; ya por medio de la re-forma petrolera, que logr una mayor participacin nacional y abri la sendade la explotacin directa por el Estado al consagrar la frmula de no msconcesiones; y ya por la conversin del pas semi-colonial y minero a otro deeconoma diversificada y propia, a travs del fomento agropecuario y deldesarrollo industrial. Adems, la defensa y el aumento del capital humano, laeducacin del pueblo soberano, la valorizacin de la identidad cultural ylos profundos cambios en la administracin, en la hacienda pblica, en lapoltica monetaria y bancaria.101

    Ms all de las reiteraciones del nacionalismo venezolano a travs de lahistoria como un medio para establecer legitimidad poltica, los nacio-nalismos de Betancourt y Chvez difieren de modo importante. Quiz lafractura ms obvia est relacionada con sus distintas actitudes hacia losEstados Unidos: Betancourt comenz como marcadamente antiestadou-nidense y se volvi ms moderado despus (aunque nunca fue, inclusoen la dcada de los aos sesenta, sumisamente devoto de los EstadosUnidos, como algunos crticos han sugerido). La retrica nacionalista deChvez, en cambio, es vehementemente antiestadounidense. Esto nodebe ser subestimado y puede ser visto en sus frecuentes y exaltadasaseveraciones de que Estados Unidos es el imperio ms sanguinariode la historia,102 de que George Bush es el diablo103 o de que Israel se

    100 Betancourt (1984: 229).101 Betancourt (1984: 249-250). Vase, por ejemplo, p. 39 de Amrica toda existe

    en Nacin!, en Betancourt (1962: tomo I, 37-39).102 Vase A Cautious Welcome for the Gringo; Latin America and the United

    States, The Economist, U.S. Edition, 17 de marzo de 2007. En lnea: LexisNexisAcademic, 27 de junio de 2007.

    103 Vase Warren Hoge, A Speech that Kruschev or Arafat or Che would Admire,The New York Times, 24 de septiembre de 2006, sec. 4, col. 1, p. 14. En lnea: LexisNexisAcademic, 27 de junio de 2007.

  • 629CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    conduce en Lbano como Hitler.104 El nacionalismo de Chvez estfuertemente cargado de ressentiment,105 es decir, le preocupa profun-damente que la nacin venezolana no sea debidamente respetada.En efecto, la relativa negligencia (y una peridica falta de respeto) departe de Estados Unidos hacia Venezuela claramente contribuye,desde mi punto de vista, a la animosidad que Chvez manifiesta contrael pas norteamericano. No sera razonable afirmar que dicha animosidadse basa, a diferencia de lo que sucede quizs con Mxico y Cuba, enuna serie de supuestos errores histricos de gran magnitud cometidospor el coloso del norte (al menos no en la misma escala, excepto tal vezpor la participacin de los Estados Unidos en la decisin de conferirleuna porcin del territorio de la Guayana venezolana a la Gran Bretaadurante una disputa limtrofe interpuesta por el gobierno venezolanoen 1899;106 el apoyo dado por el rgimen de Eisenhower a la dictadurade Prez Jimnez;107 las enormes ganancias hechas por compaasestadounidenses a expensas del petrleo venezolano y, ms reciente-mente, los esfuerzos de Estados Unidos por promover los programasde austeridad como aquel que condujo al Caracazo en 1989).108 No songeneralmente los hechos, sino las palabras del gobierno estadouniden-se lo que provoca a Chvez. De esta manera, una declaracin hecha porCondoleezza Rice (o cualquier otro funcionario de gobierno, pero Riceha sido particularmente sealada por sus especiales crticas presidencialesy ha sido llamada analfabeta o insultada personalmente de otrasmaneras), que exprese preocupacin por el estado de la democraciavenezolana, es considerada una afrenta a la soberana de Venezuela.109

    De acuerdo con Chvez, la primera gran ofensa cometida por Esta-dos Unidos contra Venezuela fue haberse tardado tanto tiempo enreconocer la independencia del pueblo venezolano con respecto a Espaa.En un discurso de 2004, Chvez cit en tono aprobatorio a Bolvar: Los

    104 Simn Romero, Venezuela, Tired of U.S. Influence, Strengthens its Relationshipsin the Middle East, The New York Times, 21 de agosto de 2006, sec. A., column 1, p. 7.En lnea: LexisNexis Academia, 27 de junio de 2007.

    105 Sobre el ressentiment, vase Scheler (1972). Sobre el papel del resentimientodentro del nacionalismo, vase Greenfeld (1992: 15-17).

    106 Lombardi (1982: 29).107 Romero (2004: 132).108 Vase Lander (2003: 16-32).109 Chvez eleva el tono contra asesora de Bush, El Universal, 10 de enero de

    2004. En lnea: . Consultado el 5 de julio de 2007.

  • JONATHAN EASTWOOD630

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    Estados Unidos de Norteamrica parecen destinados por la Providenciapara plagar la Amrica de miserias a nombre de la libertad.110 Msadelante el propio Chvez agreg:

    Aqu estamos hoy, enfrentando la misma amenaza, la misma agresin, lamisma historia, la misma realidad histrica en el tiempo y en el espacio hanpermanecido: 1820, ya han pasado casi 200 aos de aquella alerta que hacael gran lder, el gran visionario que fue Simn Bolvar. Doscientos aosdespus aqu estamos nosotros, concentrados, en esta Caracas Bolivarianapara seguirle diciendo: NO al intervencionismo norteamericano en nuestratierra.111

    La causa ostensible de esta proclama y de las muchas otras que hanvenido despus, fue el golpe de Estado acontecido en abril de 2002.112Sin embargo, es difcil creer que Chvez sea plenamente sincero en suscontinuas advertencias sobre una invasin estadounidense, las cualesfueron reiteradas no hace mucho y han servido como la clara justificacinpara un abastecimiento de armas.113

    Es difcil negar que Estados Unidos tiene un fuerte inters en man-tener un suministro permanente de petrleo y rechaza la retrica y laspolticas chavistas. No obstante, Chvez y sus estrategas nacionales einternacionales seguramente saben que una invasin no es de ningnmodo inminente debido a: a) el grado en que las tropas estadouniden-ses se hallan comprometidas en otros pases; b) la percepcin por partede la actual administracin estadounidense de que existen amenazasms graves para los intereses de su nacin en otras regiones del planeta,especialmente Irn y Corea del Norte, y c) las encuestas recientes, cuyascifras muestran altos niveles de desaprobacin entre los estadouni-denses en relacin con el nivel del actual despliegue militar en elextranjero.114 Por el contrario, me parece que la interpretacin ms obvia

    110 Chvez (2004: 14).111 Chvez (2004: 14-15).112 Para una discusin fascinante sobre el golpe de Estado y sus implicaciones en

    lo que respecta a nuestro intento por comprender el nacionalismo, vase Coronil (2005).113 Ex presidente chileno manifiesta preocupacin por compra de armas por parte

    del gobierno de Venezuela, El Universal, 26 de junio de 2007. En lnea: . Consultado el 5 de julio de 2007.

    114 Dalia Sussman, Poll Shows View of Iraq War is Most Negative Since Start, TheNew York Times, sec. A., col. 5, p. 16, En lnea: Lexis-Nexis Academic. Consultadoel 5 de julio de 2007.

  • 631CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    es que Chvez est consciente de que tener una constante amenazaexterna le ha resultado muy efectiva a Castro115 y quiere reproducirla frmula. El presente artculo no pretende formular polticas, perome parece que estas reflexiones sugieren una clara lnea de accin paraque el gobierno de los Estados Unidos no contribuya a que Chvez sigaestableciendo su legitimidad con base en la aparente defensa del pueblobolivariano (trmino cada vez ms empleado por l para referirse a lanacin) y del mundo ante el riesgo de una agresin imperialista. Elgobierno estadounidense debiera prestarle tan poca atencin a Chvezcomo sea posible, resistir el impulso de expresar su preocupacin acercadel rgimen chavista e incluso, quizs, encontrar la manera de elogiarinocuamente a Venezuela. Los arrebatos sin sentido como los infamescomentarios hechos por el predicador televisivo Pat Robertson debieranser enrgicamente desalentados, no slo por su naturaleza repulsiva, sinoporque slo ayudan a reafirmar la imagen que Chvez est construyendocon respecto a los Estados Unidos.116

    Lo anterior podra sugerir que la combinacin de nacionalismo yressentiment en Chvez es simplemente una estrategia calculada, pero yono quisiera exagerar dicha idea. Quien ha intentado escuchar con menteabierta sus largos discursos, no podr evitar pensar que Chvez es sinceroen casi todo lo que dice. A diferencia de sus crticos ms severos, yo creoque Chvez de verdad quiere mejorar la calidad de vida de la poblacinpobre en Venezuela.117 Asimismo, creo que realmente alberga unaprofunda animosidad hacia Estados Unidos: no se trata slo de unaapariencia. De hecho, en otros bloques ms extremistas dentro del grupode Chvez, es posible encontrar una variedad de actitudes hacia EstadosUnidos y sus aliados y diferentes grados de ressentiment. Algunos comoTarek William Saab, llamado por Chvez el poeta de la revolucin (ycuyo libro ngel cado ngel fuera bautizado por el mismo Chvez enuna ceremonia pblica),118 alcanzan verdaderos extremos al respecto, tal

    115 Vase Prez-Stable (1999: 10).116 En una grotesca declaracin realizada en el verano de 2005, Robertson

    pblicamente alent el asesinato de Chvez. Laurie Goodstein, Broadcaster OffersApology for Calling for Assasination, The New York Times, 25 de agosto de 2005, sec. A,col. 1, National Desk, p. 15. En lnea: LexisNexis Academia, 27 de junio de 2007.

    117 Y, como se menciona anteriormente, parece que ha tenido cierto xito alrespecto, ayudado por los altos precios del petrleo y una serie de innovadores pro-gramas sociales. Vase, por ejemplo, Organizacin Panamericana de Salud (2006).

    118 Chvez (2000b: 18, 23).

  • JONATHAN EASTWOOD632

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    como lo expresa en el poema titulado Al Fatah.119 Cualquiera sospe-chara que la mayora de los polticos del grupo chavista, as como susseguidores, no estaran de acuerdo con dicha postura.

    El propsito de este artculo no fue sugerir que no hay diferenciasfundamentales entre los regmenes de Betancourt y Chvez (obviamente).Tampoco pretend dar a entender que no hay diferencias entre los tiposde sociedad poltica que cada uno buscaba establecer (en realidad, pensarque este artculo propone que el rgimen de Chvez posiblemente tendrconsecuencias similares a las que tuvo el rgimen de Betancourt seramalinterpretarlo gravemente). Sin embargo, puesto que la literaturaacadmica le ha prestado poca atencin a estos puntos en comn,120 yparticularmente a la relacin con el nacionalismo cvico y colectivistaque ambos comparten, decid enfatizar aqu dichos aspectos. TantoChvez como Betancourt, junto con la mayora de sus compatriotasincluso tan tempranamente como el siglo XIX, entienden la nacin entrminos cvicos y colectivistas. Esto permite su autocaracterizacin comointrpretes bien posicionados de la voluntad nacional, y contribuye aexplicar no slo las pasiones que incitan, sino la autoridad que ejercen.

    Traduccin de Roco Saucedo

    BIBLIOGRAFA121

    ALEXANDER, R. Rmulo Betancourt and the Transformation of Venezuela.New Brunswick: Transaction Books, 1982.

    ANDERSON, B. Imagined Communities. Nueva York: Verso, 1991.

    BAPTISTA, A. Las crisis econmicas del siglo XX venezolano. EnEn esta Venezuela: realidades y nuevos caminos, coordinado por PatriciaMrquez y Ramn Piango. Caracas: Ediciones IESA, 2003.

    BETANCOURT, R. Problemas venezolanos. Santiago: Editorial Futuros, 1940.

    119 Saab (1994: 116).120 Para una excepcin vase Buxton (2005: 345).121 Los artculos de peridico estn citados en las notas al pie de pgina.

  • 633CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    _______. Mensaje con motivo del Da del Obrero, dirigido a la nacin en nombrede la junta revolucionaria del gobierno, por su presidente, ciudadano RmuloBetancourt. Caracas: Imprenta Nacional, 1947.

    _______. Mensaje especial dirigido a la nacin con motivo del ao nuevo, ennombre de la junta revolucionaria de gobierno por su presidente. Caracas:Imprenta Nacional, 1948.

    _______. La Casa de Fedepetrol, Inauguracin 16 de diciembre, 1960. Caracas:Imprenta Nacional, 1960.

    _______. Tres aos de gobierno democrtico, 1959-1962, tomo I-II. Caracas:Imprenta Nacional, 1962.

    _______. Betancourt cuenta su vida. Valencia: Vadell Hermanos, Editores,1984.

    BLANCO MUOZ, Agustn, coord. Venezuela del 04F-92 al 06D-98: habla elcomandante Hugo Chvez Fras. Caracas: Fundacin Ctedra PoTamayo, Centro de Estudios de Historia Actual, Universidad Centralde Venezuela, 1998.

    BRUBAKER, R. Citizenship and Nationhood in France and Germany. Cambridge:Harvard University Press, 1992.

    BUXTON, J. Venezuelas Contemporary Political Crisis in HistoricalContext. Bulletin of Latin American Research 3, vol. 24 (2005):328-347.

    CALDERA, R. Las causahabientes de Carabobo a Puntofijo. Caracas: EditorialPanapo de Venezuela, 1999.

    CANACHE, D. Urban Poor and Political Order. En The Unraveling ofRepresentative Democracy in Venezuela, coordinado por David Meyersy Jennifer McCoy. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2004.

    CARRERA DAMAS, G. El culto a Bolvar. Caracas: Instituto de Antropologae Historia, UCV, 1969.

    CHVEZ FRAS, H. Ideas fundamentales para la Constitucin Bolivariana dela V Repblica, Parte I. Caracas: Ministerio de la Secretara de laPresidencia de la Repblica, 1999.

  • JONATHAN EASTWOOD634

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    _______. Discurso del Presidente de la Repblica Hugo Chvez Fras ala Asamblea Nacional Constituyente. En Poder constituyente, coor-dinado por Ricardo Combillas. Caracas: Altolitho, C.A., 1999-2000.

    _______. Seis discursos del presidente constitucional de Venezuela Hugo ChvezFras. Caracas: Ediciones del Presidente de la Repblica, 2000a.

    _______. Discursos del Seor Presidente de la Repblica, Hugo Rafael ChvezFras, en la Universidad Rmulo Gallegos y en la presentacin del librodel Poeta Tarek William Saab. Caracas: Ministerio de la Secretara dela Presidencia de la Repblica, 2000b.

    _______. Un hombre, un pueblo: entrevista de Marta Harnecker. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 2002.

    _______. Discurso en el encuentro de solidaridad en la revolucinBolivariana efectuado en el marco del foro social mundial. EnEl golpe fascista contra Venezuela, Hugo Chvez. La Habana: EdicionesPlaza, 2003.

    _______. Venezuela se respeta! Acto de concentracin contra la intervencin,Caracas, 29 de Febrero de 2004. Caracas: Repblica Bolivariana deVenezuela, Ministerio de Energa y Minas, 2004.

    CHIROT, D. Modern Tyrants. Princeton: Princeton University Press, 1996.

    Constitucin de la Repblica, con la Exposicin de Motivos. Caracas:Italgrafica, S.A., 2000.

    CONWAY, C. The Cult of Bolivar in Latin American Literature. Gainesville:University Press of Florida, 2003.

    COPPEDGE, M. Strong Parties and Lame Ducks: Presidential Partyarchy andFactionalism in Venezuela. Stanford: Stanford University Press, 1994.

    CORONIL, F. The Magical State: Nature, Money and Modernity in Venezuela.Chicago: University of Chicago Press, 1997.

    ______. Estado y nacin durante el golpe contra Hugo Chvez. Anuariode Estudios Americanos 62, I (enero-junio de 2005): 87-112.

    CORONIL, F., y J. Skurski. Dismembering and Remembering the Nation:The Semantics of Political Violence in Venezuela. Comparative Studiesin History and Society 2, 33 (1991): 288-337.

  • 635CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    CORRALES, J. Presidents Without Parties: The Politics of Economic Reform inArgentina and Venezuela in the 1990s. University Park: Penn StateUniversity Press, 2002.

    CUSSEN, A. Bello and Bolvar: Poetry and Politics in the Spanish AmericanRevolution. Nueva York: Cambridge University Press, 1992.

    DVILA, L. Rmulo Betancourt and the Development of VenezuelanNationalism (1930-1945). Bulletin of Latin American Research 1,vol. 12 (1993): 49-63.

    EASTWOOD, J. The Rise of Nationalism in Venezuela. Gainesville: UniversityPress of Florida, 2006.

    ELLNER, S., y D. Hellinger, coords. Venezuelan Politics in the Chvez Era.Boulder: Lynne Rienner, 2003.

    ELLNER, S., y M. Tinker Salas. The Venezuelan Exceptionalism Thesis:Separating Myth from Reality. En Venezuela: Hugo Chvez and theDecline of an Exceptional Democracy, coordinado por S. Ellner y M.Tinker Salas. Lanham: Rowman and Littlefield, 2007.

    _______, coords. Venezuela: Hugo Chvez and the Decline of an ExceptionalDemocracy. Lanham: Rowman and Littlefield, 2007.

    EWELL, J. Venezuela: A Century of Change. Stanford: Stanford UniversityPress, 1984.

    FORMENT, C. Democracy in Latin America, 1760-1900. Chicago: Universityof Chicago Press, 2003.

    FUENTES, C. La silla del guila. Mxico: Alfaguara, 2003.

    GELLNER, E. Nations and Nationalism. Ithaca: Cornell University Press,1983.

    GOFFMAN, E. The Presentation of the Self in Everyday Life. Garden City, NY:Doubleday, 1959.

    GOTT, R. Hugo Chvez and the Bolivarian Revolution. Nueva York: Verso,2005.

    GREENFELD, L. Nationalism: Five Roads to Modernity. Cambridge: HarvardUniversity Press, 1992.

  • JONATHAN EASTWOOD636

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    ________. Etymology, Definitions, Types. En Encyclopedia of Nationalism,vol. 1, coordinado por Alexander Motyl, 251-265. Nueva York:Academic Press, 2001.

    _______.The Political Significance of Culture. En Nationalism and theMind, 135-144. Oxford: Oneworld, 2006.

    GREENFELD, L., y J. Eastwood. National Identity. En Oxford Handbookof Comparative Politics, coordinado por Carles Boix y SusanStokes. Nueva York: Oxford University Press, 2007.

    HAWKINS, K. Populism in Venezuela: The Rise of Chavismo. Third WorldQuarterly 6, vol. 24 (2003): 1137-1160.

    _______. Dependent Civil Society: The Crculos Bolivarianos inVenezuela. Latin American Research Review 1, vol. 41 (febrero, 2006):102-132.

    HELLINGER, D. Political Overview. En Venezuelan Politics in the Chvez Era,coordinado por Steve Ellner y Daniel Hellinger. Boulder: LynneRienner, 2003.

    HERRERA SALAS, J. M. Ethnicity and Revolution: The Political Economyof Racism in Venezuela. En Venezuela: Hugo Chvez and the Decline ofan Exceptional Democracy, coordinado por Steve Ellner y MiguelTinker Salas, 99-118. Lanham: Rowman and Littlefield, 2007.

    HUTCHINSON, J. The Dynamics of Cultural Nationalism: The Gaelic Revivaland the Creation of the Irish Nation-State. Boston: Allyn and Unwin, 1987.

    JAKSIC, I. Andrs Bello: Scholarship and Nation-Building in 19th Century LatinAmerica. Nueva York: Cambridge University Press, 2001.

    KARL, T. L. The Paradox of Plenty: Oil Booms and Petro-States. Berkeley:University of California Press, 1997.

    KELLY, J. Agarrando aunque sea fallo: el oportunismo como motor yfreno a la poltica. En En esta Venezuela: realidades y nuevos caminos,coordinado por Patricia Mrquez y Ramn Piango. Caracas:Ediciones IESA, 2003.

    KOHN, H. The Idea of Nationalism. Nueva York: MacMillan, 1944.

    KOZLOFF, N. Hugo Chvez: Oil, Politics, and the Challenge to the U.S. NuevaYork: Palgrave Macmillan, 2006.

  • 637CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    LANDER, E. Venezuelan Social Conflict in a Global Context. EnVenezuelan Politics in the Chvez Era, coordinado por Steve Ellnery Daniel Hellinger, 16-32. Boulder: Lynne Rienner, 2003.

    LOMBARDI, J. Venezuela: The Search for Order, the Dream of Progress. NuevaYork: Oxford University Press, 1982.

    LPEZ MAYA, M. La protesta popular venezolana entre 1989 y 1993 (enel umbral del neoliberalismo). En Lucha popular, democracia,neoliberalismo: protesta popular en Amrica Latina en los aos de ajuste,coordinado por M. Lpez-Maya, 211-235. Caracas: Editorial NuevaSociedad, 1999.

    LPEZ MAYA, M.; D. Smilde; y K. Stephany. Protesta y cultura en Venezuela:los marcos de accin colectiva en 1999. Caracas: FACES-UCV, CENDES,FONACIT, 2002.

    LYNCH, J. The Spanish American Revolutions, 1808-1826, 2a.. ed. NuevaYork: W. W. Norton, 1986.

    _______. Caudillos in Spanish America, 1800-1850. Oxford: ClarendonPress, 1992.

    MRQUEZ, P. Vacas flacas y odios gordos: la polarizacin en Venezuela.En En Esta Venezuela: realidades y nuevos caminos, coordinado porPatricia Mrquez y Ramn Piango. Caracas: Ediciones IESA, 2003.

    MRQUEZ, P., y R. Piango, coords. En Esta Venezuela: realidades y nuevoscaminos. Caracas: Ediciones IESA, 2003.

    MARTZ, J. Accin Democrtica: Evolution of a Modern Political Party inVenezuela. Princeton: Princeton University Press, 1966.

    MARX, A. Faith in Nation: Exclusionary Origins of Nationalism. Nueva York:Oxford University Press, 2003.

    MCCOY, J. L. From Representative to Participatory Democracy? EnThe Unraveling of Representative Democracy in Venezuela, coordinadopor J. L. McCoy y D. Myers. Baltimore: Johns Hopkins UniversityPress, 2004.

    MCCOY, J. L., y D. Myers, coords. The Unraveling of RepresentativeDemocracy in Venezuela. Baltimore: Johns Hopkins University Press,2004.

  • JONATHAN EASTWOOD638

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    MYERS, D. The Normalization of Punto Fijo Democracy. En TheUnraveling of Representative Democracy in Venezuela, coordinado porJ. L. McCoy y D. Myers. Baltimore: Johns Hopkins UniversityPress, 2004.

    MONTERO, M. Ideologa, alienacin e identidad nacional: una aproximacinpsicosocial al ser venezolano. Caracas: Universidad Central deVenezuela, 1984.

    NAM, M. Paper Tigers and Minotaurs: The Politics of Venezuelas EconomicReforms. Washington, D.C.: Carnegie Endowment for InternationalPeace, 1993.

    ORGANIZACIN PANAMERICANA DE SALUD. Barrio adentro: derecho a la salude inclusin social en Venezuela. Caracas: OPS/OMS para Venezuela, 2006.

    PREZ-STABLE, M. The Cuban Revolution: Origins, Course, and Legacy, 2a. ed.Nueva York: Oxford University Press, 1999.

    PINO ITURRIETA, E. La mentalidad venezolana en la emancipacin, 1810-1812.Caracas: Instituto de Estudios Hispanoamericanos, UniversidadCentral de Venezuela, 1971.

    _______. Las ideas de los primeros venezolanos. Caracas: Monte vilaEditores, 1993.

    PLAMENATZ, J. Two Types of Nationalism. En Nationalism: The Nation andthe Evolution of an Idea, coordinado por E. Kamenka, 22-37. Londres:Edward Arnold, 1973.

    RACINE, K. Francisco de Miranda: A Transatlantic Life in the Age of Revolution.Wilmington: Scholarly Resources, Inc., 2003.

    RANGEL, J. V. Los represores de ayer: los fascistas de hoy. Caracas: Vice-presidencia de la Repblica Bolivariana de Venezuela, 2003.

    ROBERTS, K. Social Polarization and the Populist Resurgence. EnVenezuelan Politics in the Chvez Era, coordinado por Steve Ellner yDaniel Hellinger, 55-72. Boulder: Lynne Rienner, 2003.

    ROMERO, C. The United States and Venezuela: From a SpecialRelationship to Wary Neighbors. En The Unraveling of RepresentativeDemocracy in Venezuela, coordinado por J. L. McCoy y D. Meyers.Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2004.

  • 639CONTEXTUALIZANDO A CHVEZ

    Revista Mexicana de Sociologa 69, nm. 4 (octubre-diciembre, 2007): 605-639.

    ROUSSEAU, J-J. Basic Political Writings. Indianapolis: Hackett, 1987.

    SAAB, T. ngel cado ngel. Caracas: Ediciones Centauro/ Los HeraldosNegros, 1994.

    SCHELER, M. Ressentiment. Nueva York: Schocken Books, 1972.

    SKURSKI, J. The Ambiguities of Authenticity in Latin America: DoaBrbara and the Construction of National Identity. Poetics Today 4,vol. 15 (1994): 605-642.

    SMILDE, D., y C. Pagan. Christianity and Politics in Venezuelas BolivarianDemocracy: Catholics, Evangelicals, and Political Polarization. EnParticipation and Public Sphere in Venezuelas Bolivarian Democracy,coordinado por D. Smilde y D. Hellinger. De prxima aparicin.

    SMITH, A. D. Theories of Nationalism. Nueva York: Harper and Row, 1971.

    TERRY, Lynn Karl. The Paradox of Plenty: Oil Booms and Petro-States.Berkeley: University of California Press, 1997.

    WEBER, M. Economy and Society, vol. 1-2, coordinado por Guenther Rothy Claus Wittich. Berkeley: University of California Press, 1978.

    WRIGHT, W. Caf con Leche: Race, Class, and National Image in Venezuela.Austin: University of Texas Press, 1993.

    ZUQUETE, J. P. The Missionary Politics of Hugo Chvez. Latin AmericanPolitics and Society, de prxima aparicin.

    Recibido: 5 de julio de 2006Aceptado: 30 de junio de 2007