conjuro de las 12 palabras redobladas

Upload: natalia-figueroa

Post on 02-Mar-2016

439 views

Category:

Documents


14 download

DESCRIPTION

.

TRANSCRIPT

  • Cultura y sociedad del conjuro de las doce palabras redobladas en Chile

    Manuel DANNEMANN Universidad de Chile

    Objetivo El objetivo central de este trabajo consiste en demostrar el significado y el uso

    que hoy tiene en Chile el conjuro u oracin de las doce palabras redobladas, que, si bien recibe indistintamente ambas denominaciones, por su forma, su finalidad, su interlocucin y su ritualidad, es propiamente un conjuro y no una oracin, segn las nociones que de uno y otra me han proporcionado sus cultores, durante mi trabajo de campo sobre este tema en todas las reas culturales del pas (Danne-mann). y lo que propondr al respecto de la descripcin, aproximacicn analtica y esbozo explicativo de dicho conjuro, proviene mi tarea etnogrfica desde el ao 1960 hasta ahora, la cual ha sido prdiga en informaciones, interpretaciones y ejemplificaciones, de quienes recurren a las doce palabras redobladas para contra-rrestar el mal que los atemoriza. Antecedentes histricos

    Considero que ser muy til para adentrarse en la naturaleza de este conjuro conocer su pasado y su proceso evolutivo. Los eruditos que han investigado su procedencia, que, probablemente, en su ms antigua forma conocida encierra tam-bin su origen, entre los cuales se destaca Espinosa, relacionan el comienzo de ella, en el siglo V a.C., con un relato pelvi, segn el cual el mago Akht llega a una ciudad persa famosa por la sabidura y destreza de sus adivinos, conminando a uno de ellos, Gsht-i-Fryn, a solucionar una serie de treinta y tres enigmas, con ame-naza de muerte si no la acierta por completo, lo que ste logra hacer, desafiando entonces, a su vez, a Akaht, con tres adivinanzas, quien, al no descubrir su conte-nido es matado por Gsht-i-Fryn.

    171

  • El enigma decimotercero, dividido en diez preguntas, de la sealada serie planteada por Akht, sera el antecedente inicial de las que hoy se llaman las doce palabras retornadas, o retorneadas, o redobladas, en Espaa e Hispanoamrica, en circunstancias de que el ltimo de estos tres nombres es el nico empleado actualmente en Chile.

    En este enigma se encuentra una ennumeracin ascendente de uno a diez ele-mentos de profundo sentido religioso, con una intensa connotaccin simblica ritualizada, los que van surgiendo a travs de un dilogo en el que se contestan las interrogaciones de un ser poderoso y maligno. Estas peculiaridades las poseen las versiones vigentes de las doce palabras redobladas en Europa, en los Estados Uni-dos de Amrica y en los pases latinoamericanos, pero, como ms adelante demos-trar, con el invariable agregado de otros dos elementos, esto es, con un total de doce, a veces tambin con uno dcimotercero, y con una inamovible formulacin repetitiva-acumulativa de cada uno de sus componentes, de la cual carece el texto pelvi; adems, como es obvio, con una temtica religiosa cristiana, que en algunas versiones se extiende a todas las palabras y en otras, a la inmensa mayora de stas.

    Segn Aurelio Macedonio Espinosa, fue Reinhold Khler "el primero que sugiri el verdadero origen ndico de nuestro cuento, aunque no lo prob definiti-vamente ... " (Epinosa, pp.393-394), como l mismo denomina a un relato sobre las doce palabras retomeadas que hall el ao 1920 en Cuenca, Espaa. (Espinosa, pp. 390-392). Y las diez respuestas del adivino persa, correlativas a las apremian-tes preguntas de Akht, traducidas y transcritas por Khler, son las que siguen:

    La primera: el sol. La segunda: el inspirar y el espirar. La tercera: los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas obras. La cuarta: el agua, la tierra, los rboles y los animales. La quinta: los cinco reyes persas. La sexta: las seis fiestas de los Gahanbars. La sptima: los siete arcngeles. La octava: las ocho buenas famas o leyendas. La novena: las nueve aberturas del cuerpo La dcima: los diez dedos de las manos. De tales respuestas, slo dos, la primera y la cuarta, conciernen a factores del

    ambiente fsico; todas las restantes ataen a condiciones humanas: la segunda, a una orgnica; la novena y la dcima, a caractersticas somticas, y la tercera, la quinta, la sexta, la sptima y la octava, esto es, la mitad de todas, a determinacio-nes ideacionales normativas de manifiesta concepcin valrica.

    De este viejo texto, que pertenecera a la doctrina de Zoroastro, como cree Espinosa (p. 402), habran nacido versiones de la religin budista, de la mahome-

    172

  • tana, de la juda y, despus, de la cristiana, stas en un principio, de vertientes grie-gas y latinas, alcanzando gran aceptacin y dispersin en el medioevo europeo y porolongando su existencia hasta ahora, con evidentes cambios doctrinarios en sus componentes semnticos, como lo ha probado el mismo Espinosa mediante su pro-lijo estudio de ochenta y tres versiones "europeas o cristianas", el cual le permiti llegar a una "versin paneuropea" de las doce palabras redobladas, "en forma de oracin, cantinela, juego, ejercicio religioso y doctrinal, o sencillamente de un conjuro", a travs de una comparacin de versiones -todas publicadas- latinas, ita-lianas, espaolas, entre las cuales incluye latinoamericanas de Chile, de Puerto Rico y de Mxico; del "grupo cataln", portuguesas, francesas, alemanas y flamen-cas, inglesas, tanto de Inglaterra como de Estados Unidos de Norteamrica; ruma-nas y una rusa. (Espinosa, pp.400-411).

    Piensa Espinosa que la similitud de las versiones europo-cristianas es tan mar-cada que no cabra dudar de su origen comn, el que se encontrara, como ya se indicar, en el relato pelvi del dilogo de Akth con Gsth-i-Fryfm, en circunstan-cias de que una cuarta parte de las ochenta y tres versiones examinadas por l, pre-sentan en su comienzo a un hechicero o demonio que condena a muerte a quien sea incapaz de decirle las palabras mgicas. (p. 402).

    Aade que el texto mahometano o islmico de la versin kirgisa, publicado por Radloff (p. 396), tambin contiene el episodio de la prueba a la que somete un ser de especiales atributos a su amenazada vctima, y que este texto debi disemi-narse por Europa debido a los influjos de la cultura rabe en esta parte del mundo (p.404).

    As tambin, en este largo trnsito de oriente a occidente, algunas versiones hispano-cristianizadas del otrora corpus de enunciados doctrinarios zorostricos, penetraron hasta el extremo sur de Amrica, las primeras, podra suponerse, desde los inicios de la poca de la conquista espaola, prolongando hasta el presente su fecunda y asombrosa persistencia, como lo prueba en Chile la versin de las doce palabras redobladas obtenida por m en este pas el 6 de octubre de 1990, prove-niente de la ciudad de Parral, VII Regin, la cual fuera manuscrita por la persona que me la proporcionara primero verbalmente. (Vase anexo n 1). Testimonio

    Transcribir textualmente un relato sobre el uso del conjuro de las doce pala-bras redobladas, escuchado por m el 25 de junio de 1986 en la localidad de Cun-cumn, IV Regin de Chile, a un campesino nacido y avecinado ininterrumpida-mente en ese lugar, de 39 aos, casado, con enseanza primaria completa, de exce-lente salud corporal y mental, cuyo convencimiento sobre la verdad de los hechos por l vividos resulta irrefutable.

    "Esa noche me senta muy cansado, haba recorrido casi todo el cerro buscan-do el novillo que me faltaba. Haca fro. Llegu a la casa, desensill. Dej a la yegua en la pesebrera (caballeriza). Ni com con el cansancio que traa. Todos los dems ya estaban acostados, durmiendo".

    173

  • "Me fui al dormitorio y ni supe cuando me qued dormido como una piedra". "De repente sent como que haba alguien en la pieza. Puse atencin, pero no

    se oa nada. Yo estaba de espaldas en la cama con los ojos bien abiertos "Cuando me empiezan a hacer fuerza en los hombros, a cargarme, sin que me

    pudiera enderezar. No vea a nadie ni atinaba a gritar. Estaba como estacado. El corazn me golpeaba el pecho como un martillo y me vino un fro como que me iba yendo para la otra vida".

    "Entonces no s cmo me di cuenta de que el peso que tena encima era el diablo, que me estaba cargando para llevarme. No hallaba qu hacer. El miedo me tena perdido".

    "En la desesperacin que estaba no s cmo se me vinieron a la memoria las doce palabras redobladas. Pens que era lo nico que poda salvarme. Pero no hallaba cmo principiarlas, algo me faltaba para decirlas".

    "Entonces fue cuando o clarito que me preguntaban dime la una". "No s cmo tuve valor, y le contesto: Digo la una que es la una, la Virgen

    pari en Beln y siempre ha quedado pura". "Y me va preguntando las otras y yo se las deca sin turbarme. Hasta que lle-

    gamos a las doce, a los doce apstoles, y encima le echo la que se acordaba mi padre, la de las trece que son trece, que reviente ese" 1.

    "Ah se me fue el peso de encima. No me atrev a levantarme ni a llamar a nadie. Me vino un sueo grande y ya cuando estaba aclarando (amaneciendo) vine a recordar (despertar)."

    Cules fueron todas las palabras redobladas con que ese campesino rompi esa vez el podero satnico?

    Las mismas que componen la versin que obtuviera este ao, ya aludida. (Anexo n 1).

    Al compararlas con las pertenecientes a las otras veintisiete versiones que he encontrado en la tradicin oral, en lugares de todas las regiones de Chile, a lo largo de mi trabajo de campo, puedo aseverar que ellas corresponden al texto ms comn, ms difundido, ms representativo, del conjuro en referencia, al que deno-minara el fundamental o quizs, el prototipo, y que paso a reproducir a continua-cin.

    Dgameuna. Digo la una que es una, la Virgen pari en Beln y siempre ha quedado pura. Dgame las dos. Digo las dos que son dos, las dos tablas de Moiss. Digo la una que es la una,

    la Virgen pari en Beln y siempre ha quedado pura. Dgame las tres.

    1 He aqu el prescindible dcimo tercer elemento, ya citado.

    174

  • Digo las tres que son tres, las tres Maras2. Digo las dos que son dos, las dos tablas de Moiss. Digo la una que es una, la Virgen pari en Beln y siempre ha quedado pura.

    y as prosigue la serie a travs del dilogo que utiliza las mismas formas del verbo decir y el mismo procedimiento repetitivo-acumulativo ya sealado.

    Los cuatro evangelistas. Las cinco llagas. Las seis candelas3. Los siete gozos o las siete cabritillas4. Los ocho coros. Los nueve meses5. Los diez mandamientos. Las once mil vrgenes. Los doce apstoles. Trtase de una estructura precisa, rgida que sirve de sustentacin al desarrollo

    de una secuencia de unidades semnticas protosimblicas, cada una de ellas llama-das palabras, cuya enumeracin reforzativa -Dgame una. Digo la una que es una-precede, ya con potencia mgica cabalstica, la fuerza irresistible y decisiva de los componentes que ordenan y generan la tensin progresiva de la formulacin del conjuro.

    Los cultores de las doce palabras redobladas pertenecientes a los microsiste-mas sociales que he investigado, afirman que la funcin de ellas es protectora. As es, en efecto, y etnogrficamente se evidencia que esta funcin est constituida por cuatro clases de poder: el divino de la Virgen pura, el mgico de las dos tablas de Moiss, de las tres Marias, de las seis candelas, de los siete gozos o de las siete cabritillas, de los ocho coros o de las once mil vrgenes; el de la sabidura de los cuatro evangelistas, de los diez mandamientos y de los doce apstoles, y el milagro-so de las cinco llagas sanadas y de los nueve meses que Cristo estuvo en el vientre de su Madre no engendrado por varn.

    Esta funcin protectora se halla expresada en signos la mayor parte de los cuales obedece a un incuestionable ideario religioso, y como me lo han asegurado siempre los cultores de las doce palabras redobladas, ella posee el don de la infa-bilidad, que requiere de una ritualizacin para alejar, para conjurar, un misterio maligno, aunque no destruya su raz y su incansable bsqueda de tentacin y de aniquilamiento.

    No obstante el gran predominio temtico-religioso de los elementos del conju-ro, tras un largo proceso de uso de tradicin oral, cada vez ms libre de tutelas ins-

    2 O las tres estrellas de ese nombre de la constelacin de Orin, o las tres Marias del Nuevo Tes-tamento catlico. 3 Las que velan el cuerpo de Jess o en el templo de Jerusaln. 4 Las siete estrellas principales de las Plyades. 5 De la gestacin de Cristo en el vientre materno de la Virgen Mara.

    175

  • titucionales, ellos han alcanzado una autonoma de sentido que va ms a all de su preceptiva cristiana con que se propagaron desde la Edad Media europea.

    As, quienes hoy dicen estas palabras en momentos de apremiante afliccin, no lo hacen cindose a los conceptos que todas ellas contienen, ya que ignoran, normalmente, el origen y el significado de las dos tablas de Moiss, de las tres Maras, de los cuatro evangelistas, de las cinco llagas, de las seis candelas, de los siete gozos o cabritillas, de los ocho coros, de los nueve meses y de las once mil vrgenes. Principalmente, por razones de la expansin del culto mariano en Chile entendern el significado de la primera palabra concerniente a la pureza de la Vir-gen Mara en relacin con el nacimiento de Jess en Beln, y, secundariamente, recordarn, debido a sus instruccin catlica, la importancia de los diez manda-mientos y de los doce apstoles, aunque, por lo comn, no puedan enunciarlos todos, mucho menos los apstoles.

    Esta situacin particular profundiza el poder del conjuro, al ponerlo en una alta medida de desconocimiento de las nociones de sus componentes elegidos por eclesisticos, y al causar, sin embargo, una irrenunciable confiabilidad en l, for-mado por atributos divinos, mgicos, sabios y milagrosos. He aqu un claro ejem-plo de percepcin y de aceptacin de una fuerza oculta en factores cuyos significa-dos de contenidos estn ausentes, pero que se re-leen de una manera mental, con absoluta certidumbre en su probada eficacia.

    Explcita o implcitamente me he ocupado de los trminos misterio, rito y conjuro. Ahora plantear los conceptos operacionales de base emprica que de ellos se infieren mediante la observacin y experimentacin del trabajo de campo. Misterio es un nivel de desconocimiento que produce un grado de inseguridad, o de perturbacin, o de temor. Rito es un comportamiento aprobado colectivamente, que se conserva como un estereotipo, puesto en prctica por una o ms personas, con o sin uso de objetos instrumentales, al cual y a dichos objetos, si los hay, se le o les confiere atributos mgicos permanentes, de profunda connotacin simblica, para honrar, o pedir o agradecer favores, a divinidades u otros seres o fuerzas sobrenaturales.

    El acto ritual envuelve y condiciona todos los elementos que concurren en l: oficiantes, destinatarios, materiales, formulacin, causa, efecto, espacio, tiempo. Conjuro es un medio verbal de defensa contra acciones misteriosas, presunta o comprobadamente dainas, de diversa procedencia, que se expresa a travs de fr-mulas ritualizadas. Todo rito, toda conducta ritualizada, tiene para sus actores, emisores y receptores6, una dosis de indescifrable secreto mgico, que mientras ms grande sea hace ms eficaz el ritual.

    El conjuro de las doce palabras redobladas, en sus abundantes pero poco diferentes versiones, estudiadas en Chile por Ramn Laval y Julio Vicua Cifuen-tes a comienzos de este siglo, hasta la indagacin ms reciente sobre l hecha por

    6 Los receptores no slo son humanos sino que tambin representantes de la fauna y de la flora; principalmente animales mamferos y plantas ornamentales, respectivamente.

    176

  • Yukihisa Mihara, puede explicarse como un recurso de invocacin a una potencia protectora, que integra el sistema de creencias de una sociedad, necesario para conseguir una ayuda salvadora. Pero ello no ha impedido la elaboracin de versio-nes pardicas, como la que trae el primero de los investigadores nombrados en su Contribucin al folklore de Carahue, o de otras que pretenden un subido grado de jocosidad apoyadas sobre un texto legtimo del conjuro, entre las cuales destaca la que aparece en el curiossimo libro de Jos Mara Muoz titulado Don Zacaras Encina.

    Las doce palabras redobladas no se ensean en los establecimientos de edu-cacin formal, no se divulgan a travs de los peridicos, no se escuchan ni en los templos ni en los foros polticos, no se incluyen en los programas de radio y de televison; sin embargo, estn presentes, vivas, en el sistema tnico-social chileno.

    Este hecho podra evasiva y comodamente reducirse a la categora de miste-rio, pero creo que l responde a la perduracin de una creencia en la peligrosidad demonaca, en grupos que sustentan una concepcin del antagonismo del bien con el mal, manifestado el primero por el poder divino y sus creaturas dilectas, y el segundo, por las formas y condiciones del ngel cado, con el estmulo de una tra-dicin de primitiva raigambre cristiana.

    As, este conjuro de severa ritualizacin, defensor de la fragilidad humana atrapada por el misterio de los ataques de Satans, y que debe guardarse forzosa-mente en la memoria, es para los antroplogos un hilo conductor, que les permite deambular por una sociedad moderna descubriendo relaciones estructurales que produce su uso entre miembros de diferentes microsistemas y entre estos microsis-temas, en la geografa humana de un pas, mediante la interpretacin de su prcti-ca, de su calidad valrica, de sus consecuencias.

    Las doce palabras redobladas repetidas en Chile en los instantes ms inespe-rados, en los lugares ms diversos, por muy distintas personas, en una terrible sole-dad existencial y en una angustiosa compaa del miedo, en una paradjica situa-cin individual y de proyeccin comunitaria a la vez, nos entregan un rico y hondo testimonio de cultura y sociedad en trance y contrapunto de rito y misterio.

    l77

  • ANEXOl

    La una que es una la Virgen que pari en Beln y siempre qued pura. Las dos que son dos las dos tablas de Moiss. Las tres que son tres las tres Marias. Los cuatro que son cuatro los cuatro evangelistas. Las cinco que son cinco las cinco llagas. Las seis que son seis las seis candelas. Los siete que son siete los siete gozos. Los ocho que son ocho los ocho coros. Los nueve que son nueve los nueve meses Los diez que son diez los diez mandamientos Los doce que son doce los doce apstoles. Los trece que son trece que reviente ese.

    BIBLIOGRAFIA

    Dannemann, M.: Cultura chilena. Ediccin de la Vicerrectora de Extensin y Comunicaciones de la Universidad de Chile. Santiago, 1977. pp. 173-20l.

    Espinosa, A.M.:Origen oriental y desarrollo histrico del cuento de las doce pala-bras retorneadas. Revista de Filologa Espaola. Tomo XVII, cuaderno 4.

    Madrid, 1930. pp. 390-413. Kihler, Reinhold: Vase Espinosa, A.M.; op. cit. pp 393-394. Laval, R.: Oraciones populares, ensalmos y conjuros chilenos comparados con los

    que se dicen en Espaa. Imprenta Cervantes. Santiago, 1910. Laval, R.:Contribucin al folklore de Carahue (Chile). Librera general de Victo-

    riano Surez. Madrid, 1916. Mihara, Yukihisa: Cuentos populares del centro y sur de Chile (4). The Review of

    Inquiry and Research. n 52, july, 1990. Osaka. pp. 221-268. Muoz, lM.:Don Zacaras Encina. Ed. Nascimiento. Santiago, 1932. Radloff,W.:Vase Espinosa,A.M., op. cit. pp. 396. Vicua Cifuentes, j.: Mitos y supersticiones. 3a ed. Ed. Nascimiento. Santiago,

    1947.

    178