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ENEMIGOS DEL CORAZÓN Cita Bíblica: 1 Juan 1:5-10 El primer enemigo del corazón es la culpabilidad. La culpabilidad es el resultado de haber hecho algo que percibimos como malo. El mensaje de un corazón lleno de culpabilidad es: “tengo una deuda”. Considera al hombre que abandona a su familia para irse con otra mujer. Sin darse cuenta en el momento, le ha robado algo a cada miembro de su familia. Le ha robado a su esposa su futuro, quizás su seguridad financiera y su reputación como esposa. Desde la perspectiva de sus hijos, este hombre les ha robado sus Navidades, tradiciones, seguridad emocional y financiera, cenas con la familia y la lista sigue y sigue. Ahora, el hombre que hizo todo esto no piensa en términos de lo que ha robado. Inicialmente piensa en términos de lo que ha ganado. Pero en la primera ocasión en que su hija pequeña le pregunta “¿Por qué ya no amas a Mamá?”, se conmueve su corazón. Ahora siente culpabilidad. Papá tiene una deuda. Nada, aparte de pagar la deuda, aliviará el corazón de su carga de culpabilidad. Muchos tratan de pagar sus deudas trabajando, sirviendo, dando y aun orando. Pero no se puede aliviar la culpabilidad con obras buenas, servicio a la comunidad, generosidad, ni sentado en la banca de una iglesia. Es una deuda. Y debe ser pagada o cancelada para que un corazón culpable pueda experimentar alivio. ¿Cómo logras que se cancele tu culpabilidad? La respuesta está en uno de los versículos más conocidos: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9 NVI). La confesión tiene el poder para romper el ciclo del pecado. Y al igual que una receta médica, tiene efecto cuando se aplica correctamente. La aplicación correcta sucede cuando confesamos nuestros pecados, no solamente a Dios, pero también a las personas contra quienes hemos pecado. CONFIESA

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ENEMIGOS DEL CORAZÓN

Cita Bíblica: 1 Juan 1:5-10

El primer enemigo del corazón es la culpabilidad. La culpabilidad es el resultado de haber hecho algo que percibimos como malo. El mensaje de un corazón lleno de culpabilidad es: “tengo una deuda”. 

Considera al hombre que abandona a su familia para irse con otra mujer. Sin darse cuenta en el momento, le ha robado algo a cada miembro de su familia. Le ha robado a su esposa su futuro, quizás su seguridad financiera y su reputación como esposa. Desde la perspectiva de sus hijos, este hombre les ha robado sus Navidades, tradiciones, seguridad emocional y financiera, cenas con la familia y la lista sigue y sigue. 

Ahora, el hombre que hizo todo esto no piensa en términos de lo que ha robado. Inicialmente piensa en términos de lo que ha ganado. Pero en la primera ocasión en que su hija pequeña le pregunta “¿Por qué ya no amas a Mamá?”, se conmueve su corazón. Ahora siente culpabilidad. Papá tiene una deuda.

Nada, aparte de pagar la deuda, aliviará el corazón de su carga de culpabilidad. Muchos tratan de pagar sus deudas trabajando, sirviendo, dando y aun orando. Pero no se puede aliviar la culpabilidad con obras buenas, servicio a la comunidad, generosidad, ni sentado en la banca de una iglesia. Es una deuda. Y debe ser pagada o cancelada para que un corazón culpable pueda experimentar alivio. 

¿Cómo logras que se cancele tu culpabilidad? La respuesta está en uno de los versículos más conocidos: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9 NVI).

La confesión tiene el poder para romper el ciclo del pecado. Y al igual que una receta médica, tiene efecto cuando se aplica correctamente. La aplicación correcta sucede cuando confesamos nuestros pecados, no solamente a Dios, pero también a las personas contra quienes hemos pecado.

CONFIESA

Las personas culpables suelen repetir sus ofensas. Mientras cargas con un secreto, mientras tratas de aliviar tu conciencia diciéndole a Dios lo mucho que lo lamentas, te estás preparando para repetir el pasado. Sin embargo, si comienzas a confesar tus pecados a las personas contra quienes has pecado, hay mayor probabilidad que no regresarás a cometer nuevamente esos mismos pecados. 

Confiesa a Dios y a los demás y así matarás este enemigo de tu corazón. 

PREGUNTA PARA REFLEXIONAR Y DISCUTIR CON EL GRUPO.

¿Por qué motivos te sientes culpable? Confiesa tus pecados a Dios y a quien hayas lastimado. Hazlo hoy.

ENEMIGOS DEL CORAZÓN

Cita Bíblica: 1 Juan 1:5-10

El primer enemigo del corazón es la culpabilidad. La culpabilidad es el resultado de haber hecho algo que percibimos como malo. El mensaje de un corazón lleno de culpabilidad es: “tengo una deuda”. 

Considera al hombre que abandona a su familia para irse con otra mujer. Sin darse cuenta en el momento, le ha robado algo a cada miembro de su familia. Le ha robado a su esposa su futuro, quizás su seguridad financiera y su reputación como esposa. Desde la perspectiva de sus hijos, este hombre les ha robado sus Navidades, tradiciones, seguridad emocional y financiera, cenas con la familia y la lista sigue y sigue. 

Ahora, el hombre que hizo todo esto no piensa en términos de lo que ha robado. Inicialmente piensa en términos de lo que ha ganado. Pero en la primera ocasión en que su hija pequeña le pregunta “¿Por qué ya no amas a Mamá?”, se conmueve su corazón. Ahora siente culpabilidad. Papá tiene una deuda.

Nada, aparte de pagar la deuda, aliviará el corazón de su carga de culpabilidad. Muchos tratan de pagar sus deudas trabajando, sirviendo, dando y aun orando. Pero no se puede aliviar la culpabilidad con obras buenas, servicio a la comunidad, generosidad, ni sentado en la banca de una iglesia. Es una deuda. Y debe ser pagada o cancelada para que un corazón culpable pueda experimentar alivio. 

¿Cómo logras que se cancele tu culpabilidad? La respuesta está en uno de los versículos más conocidos: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9 NVI).

La confesión tiene el poder para romper el ciclo del pecado. Y al igual que una receta médica, tiene efecto cuando se aplica correctamente. La aplicación correcta sucede cuando confesamos nuestros pecados, no solamente a Dios, pero también a las personas contra quienes hemos pecado.

Las personas culpables suelen repetir sus ofensas. Mientras cargas con un secreto, mientras tratas de aliviar tu conciencia diciéndole a Dios lo mucho que lo lamentas, te estás preparando para repetir el pasado. Sin embargo, si comienzas a confesar tus pecados a las personas contra quienes has pecado, hay mayor probabilidad que no regresarás a cometer nuevamente esos mismos pecados. 

Confiesa a Dios y a los demás y así matarás este enemigo de tu corazón. 

PREGUNTA PARA REFLEXIONAR Y DISCUTIR CON EL GRUPO.

¿Por qué motivos te sientes culpable? Confiesa tus pecados a Dios y a quien hayas lastimado. Hazlo hoy.

www.masvida.org

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