comunicación en red y mutaciones de la esfera pública

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Zer, 20, 2006, p. 231-249 231 Comunicación en red y mutaciones de la esfera pública (Network communication and mutations of the public sphere) Guillermo López García 1 Recibido el 1 de septiembre de 2005, aprobado el 23 de enero de 2006. Resumen Las especiales características del soporte digital determinan poderosa- mente la aparición de un sistema comunicativo, unos medios de comunica- ción y un público claramente diferenciados de los tradicionales. El plura- lismo aumenta cuantitativa y cualitativamente, en especial merced al desa- rrollo de distintas herramientas interactivas y sistemas de publicación que conforman un público activo, que puede actuar como receptor y emisor de información, contrapuesto claramente, por tanto, al tradicional espectador, lector u oyente de los medios de comunicación de masas. En este artículo se aborda el análisis del marco mediático que se está configurando a raíz de la aparición y desarrollo de los distintos sistemas de comunicación digital en las últimas décadas, caracterizado por un nuevo modelo de comunicación e, incluso, una nueva composición de la esfera pública. Palabras clave: Esfera pública. Sociedad red. Comunicación digital. Comunicación de crisis. Nuevas tecnologías. Abstract The special characteristics of the digital medium act as a powerful de- terminant on the appearance of a communicative system, giving rise to a communications media and public that are clearly differentiated from the traditional ones. There is a qualitative and quantitative increase in pluralism, thanks especially to the development of different interactive tools and sys- tems of publication that give shape to an active public, one which can act as 1 Profesor de la Universidad de Valencia.

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Las especiales características del soporte digital determinan poderosamente la aparición de un sistema comunicativo, unos medios de comunicación y un público claramente diferenciados de los tradicionales. El pluralismo aumenta cuantitativa y cualitativamente, en especial merced al desarrollo de distintas herramientas interactivas y sistemas de publicación que conforman un público activo, que puede actuar como receptor y emisor de información, contrapuesto claramente, por tanto, al tradicional espectador, lector u oyente de los medios de comunicación de masas. En este artículo se aborda el análisis del marco mediático que se está configurando a raíz de la aparición y desarrollo de los distintos sistemas de comunicación digital en las últimas décadas, caracterizado por un nuevo modelo de comunicación e, incluso, una nueva composición de la esfera pública.

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  • Zer, 20, 2006, p. 231-249 231

    Comunicacin en red y mutaciones de la esfera pblica

    (Network communication and mutations of the public sphere)

    Guillermo Lpez Garca1

    Recibido el 1 de septiembre de 2005, aprobado el 23 de enero de 2006.

    Resumen

    Las especiales caractersticas del soporte digital determinan poderosa-mente la aparicin de un sistema comunicativo, unos medios de comunica-cin y un pblico claramente diferenciados de los tradicionales. El plura-lismo aumenta cuantitativa y cualitativamente, en especial merced al desa-rrollo de distintas herramientas interactivas y sistemas de publicacin que conforman un pblico activo, que puede actuar como receptor y emisor de informacin, contrapuesto claramente, por tanto, al tradicional espectador, lector u oyente de los medios de comunicacin de masas. En este artculo se aborda el anlisis del marco meditico que se est configurando a raz de la aparicin y desarrollo de los distintos sistemas de comunicacin digital en las ltimas dcadas, caracterizado por un nuevo modelo de comunicacin e, incluso, una nueva composicin de la esfera pblica.

    Palabras clave: Esfera pblica. Sociedad red. Comunicacin digital. Comunicacin de crisis. Nuevas tecnologas.

    Abstract

    The special characteristics of the digital medium act as a powerful de-terminant on the appearance of a communicative system, giving rise to a communications media and public that are clearly differentiated from the traditional ones. There is a qualitative and quantitative increase in pluralism, thanks especially to the development of different interactive tools and sys-tems of publication that give shape to an active public, one which can act as

    1 Profesor de la Universidad de Valencia.

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    receiver and emitter of information, thus clearly counterposed to the tradi-tional spectator, reader or listener of the mass media. This article analyses the media framework that is taking shape following the appearance and de-velopment of the different digital communication systems in recent decades, characterised by a new model of communication and even a new composi-tion of the public sphere.

    Key words. Public sphere. Network society. Digital communication. Com-munication of crisis. New technologies.

    Laburpena

    Euskarri digitalaren ezaugarri bereziek gogorki determinatzen dute ko-munikazio-sistema, komunikabide batzuk eta tradizionaletatik ederki berezitutako publiko baten sorrera. Aniztasuna kuantitatiboki eta kualitati-boki areagotzen da batik bat lanabes interaktibo eta argitalpen-sistema-batzuei esker, publiko aktibo bat sortzen baitute, informazioa jaso eta igortzen duena, eta, argi eta garbi masa-komunikabideen ikusle, entzule edo irakurle trazionala baino ezberdinagoa. Artikulu honetan lauki mediatikoaren analisia egiten da, azken hamarkadetan komunikazio-sistema digitalean sortzen ari baita, komunikazio-eredu berria eta esfera publikoaren egituratze berria ere.

    Hitz gakoak: Esfera publikoa. Gizarte sarea. Komunikazio digitala. Krisi-komunikazioa. Tecnologa berriak.

  • Comunicacin en red y mutacin de la esfera pblica

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    0. Introduccin

    Este texto es producto de un proceso de reflexin depurado a lo largo del anlisis de diversos casos prcticos, centrados en la observacin del efecto de las NTIC en la conformacin de la opinin pblica. Busca ofrecer una primera explicacin, de carcter exploratorio, de cmo cambia la esfera p-blica en su conjunto a raz del paso del modelo tradicional de comunicacin de masas, fuertemente jerarquizado y normalmente unidireccional, hacia un modelo de comunicacin en red, a un tiempo multidireccional y horizontal. Finalmente, ejemplificaremos dichos cambios mediante la descripcin so-mera del comportamiento de la opinin pblica en dos acontecimientos de especial relieve ocurridos recientemente (en concreto las movilizaciones contrarias a la invasin de Irak en 2003 y lo sucedido a raz de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004).

    No se trata, obviamente, de resumir la comunicacin de masas en la at-vica manipulacin de unos medios todopoderosos sobre una masa informe. Ni tampoco de caer en la fascinacin del determinismo tecnolgico en un sentido emancipatorio. Intentamos en todo momento circunscribirnos a un anlisis de las caractersticas especficas de cada modelo de comunicacin (jerarquizada, concentrada y unidireccional en el caso de la comunicacin de masas; horizontal, dispersa y multidireccional en el de la comunicacin en red).

    Siguiendo a Gerbner (McQuail y Windahl, 1997: 51-54), consideramos los sistemas de comunicacin humana eminentemente abiertos y en conse-cuencia susceptibles de escapar a cualquier forma de control. Sin embargo, lo cierto es que el discurrir del complejo proceso de formacin de la opinin pblica se halla inevitablemente condicionado por la situacin de partida del que ste parte, y en particular por las caractersticas del ecosistema medi-tico con el que interacta. Nos limitamos a constatar en el texto que sigue que dicha situacin ha cambiado, contina cambiando y que, con todas las reservas pertinentes, los cambios conforman un espacio pblico, creemos, mucho ms rico y plural.

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    1.La esfera pblica en la sociedad de masas

    La aparicin de los medios de comunicacin se explica ante todo por la necesidad de articular algn mecanismo de mediacin entre el pblico y sus representantes, en el marco del desarrollo de lo que se ha venido en llamar modelo clsico de la opinin pblica, desarrollado al amparo de las revo-luciones burguesas de fines del siglo XVIII principios del XIX. Este mo-delo se caracteriza por la interaccin en el espacio pblico de individuos libres e independientes, capaces de participar activamente en los asuntos pblicos y de ejercer una vigilancia efectiva de los eventuales abusos de los representantes del poder. En este contexto, los medios de comunicacin se entienden fundamentalmente como transmisores de informacin en un sen-tido bidireccional: es decir, ejerciendo efectivamente la vigilancia del poder por parte del pblico y dando publicidad de las decisiones y discusiones desarrolladas por los representantes polticos.

    Pero el desarrollo, a lo largo del siglo XIX, de la llamada sociedad de masas, no slo implic la extensin de los derechos polticos a una parte cada vez mayor de la ciudadana. Junto con este efecto, indudablemente positivo, tambin ha comportado la modificacin de la esfera pblica, tal y como se configur en las primeras democracias burguesas, en un sentido que favorece a representantes de los poderes poltico, econmico y meditico en detrimento del pblico de masas2.

    Paradjicamente, la extensin de los derechos polticos al conjunto de la ciudadana acabara conllevando la concentracin del poder en manos de los supuestos representantes de la opinin pblica (partidos polticos y medios de comunicacin de masas), mientras que el pblico en s adquirira un papel cada vez ms marginal en el proceso de toma de decisiones. En un contexto 2 El complejo objeto de estudio de la opinin pblica ha sido histricamente abordado desde mbitos de investigacin y perspectivas tericas muy diversas, habida cuenta del carcter eminentemente polismico y marcadamente interdisciplinar del concepto. Una completa revisin del desarrollo y crisis del modelo clsico de la opinin pblica puede encontrarse en Jrgen HABERMAS (1994); James BRYCE (1995), aunque fundamentalmente circunscrito al mbito estadounidense, resulta un autor contemporneo particularmente interesante. Entre otros estudios de conjunto, que analizan tambin pormenorizadamente las teoras contemporneas desarrolladas a lo largo del siglo XX, podramos citar las obras de Alejandro MUOZ ALONSO et alii (1992); Jos Luis DADER (1992); Vctor SAMPEDRO (2000); y Cndido MONZN (1996).

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    de democracia de masas la representacin formal efectuada a travs del voto permite una amplia discrecionalidad a los representantes polticos en el pro-ceso de toma de decisiones. No en vano, se trata de un voto de carcter es-pordico, y donde la fuerza representativa del individuo se diluye por una mera cuestin cuantitativa. Como consecuencia lgica, la importancia de los medios de comunicacin en tanto mediadores aumenta exponencialmente.

    Sin embargo, dichos medios de comunicacin, configurados como em-presas mediticas, se dirigen a audiencias masivas. Y lo hacen, adems, planteando un flujo de transmisin de informaciones acabado, en el cual la posibilidad de respuesta del pblico se resume en su capacidad para selec-cionar un medio de comunicacin u otro. Lo cual, a su vez, supone una ca-pacidad de seleccin muy limitada. No slo porque el abanico de medios de comunicacin disponibles resulta relativamente escaso, sino porque dichos medios de comunicacin tienden a elaborar un men informativo muy simi-lar (teora de la agenda setting), salvadas las evidentes distancias de tipo ideolgico entre unos y otros. Como conclusin, este estado de las cosas contribuye poderosamente a conformar en el pblico una visin homognea de la realidad.

    Si a ello unimos: a) las obvias concomitancias existentes entre los gran-des medios de comunicacin y el poder econmico, a travs de la financia-cin publicitaria y mediante la propia estructura de propiedad de dichos me-dios; b) la estrategia de apoyo mutuo planteada en ocasiones entre medios de comunicacin y una determinada faccin del poder poltico; y c) el proceso de concentracin vertical y horizontal a travs de la creacin de grupos mul-timedia con intereses en los ms diversos sectores de la industria de los con-tenidos (Timoteo, 2005: 47-94), el escenario resultante se caracteriza por una relevancia cada vez menor del pblico de masas en el proceso de discusin pblica (Bowman y Willis, 2003: 11).

    El flujo de la informacin transcurre en una sola direccin y la totalidad de las representaciones de la opinin pblica se plantean con una significa-tiva asimetra favorable a las elites poltico-econmicas que les dan forma.

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    Es el modelo de la, as denominada por Vctor Sampedro, opinin pblica agregada3, que podra plasmarse mediante el siguiente grfico:

    Grfico 1: La esfera pblica en la sociedad de masas4

    Se observa un poderoso flujo discursivo de tipo unidireccional dirigido desde el ncleo de la esfera pblica central (siguiendo de nuevo la termi-nologa de Vctor Sampedro), es decir, desde lo que podramos denominar esfera del poder, hasta los bordes de dicha esfera pblica central, es decir, el pblico de la sociedad de masas. La capacidad del pblico para incidir en el proceso de toma de decisiones, y por lo tanto en la configuracin de la opinin pblica, es muy marginal y est poderosamente predeterminada por los mensajes emanados desde el poder.

    La existencia de algunas esferas pblicas perifricas, representadas por segmentos crticos del pblico de masas o por facciones polticas ubica-das fuera del proceso de toma de decisiones, no logra, habitualmente, modi-ficar la accin del poder. Ello se debe, entre otros muchos factores, a su ca-

    3 Vctor Sampedro (2000: 20) distingue entre dos formas de opinin pblica desarrolladas de distinta manera: La opinin pblica agregada es un resultado: la suma de juicios individuales a travs del voto y los sondeos. La opinin pblica discursiva es el proceso de un agente colectivo (el pueblo) que conversa en ambientes formales o informales procesando experiencias propias, conocimientos e informaciones, de forma que la opinin pblica agregada es un resultado donde el pblico que importa es la mayora que suma voluntades ya determinadas. La opinin pblica discursiva es un proceso, donde el pblico es un colectivo de voluntades individuales que deliberan entre s, condicionndose mutuamente. En consecuencia, la opinin pblica discursiva siempre es ms amplia que la agregada, que prima las mayoras, los nmeros sobre los argumentos.

    4 Adaptado de Sampedro (2000: 42).

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    rcter minoritario, su posicin marginal y sus enormes dificultades para ad-quirir una mnima visibilidad sin aparecer, adems, de manera desfavorable o tergiversada- ante el pblico de masas, dado que son de nuevo los medios de comunicacin los principales encargados de otorgarles visibilidad.

    2. La esfera pblica en la sociedad red

    El cambio de paradigma puede considerarse consecuencia del desarrollo de las distintas aplicaciones de la tecnologa digital, y muy particularmente Internet. Recordemos que dicha Red se caracteriza por ofrecer un sistema de transmisin eminentemente descentralizado y abierto, un orden en el caos difcilmente controlable por instancia alguna, sea pblica o privada. Esta arquitectura abierta, su dimensin transnacional, el carcter multidireccional de la comunicacin, as como otros factores ms directamente asociados con aplicaciones concretas, como son el desarrollo del cdigo HTML y la WWW a principios de los aos noventa, explicarn la aparicin de un nuevo modelo de comunicacin y una nueva audiencia congruentes con el nuevo medio en el que se integran.

    Las mutaciones de los medios de comunicacin digitales en esta ltima dcada han ido en paralelo, por un lado, de la aplicacin paulatinamente ms intensa de las caractersticas de la comunicacin digital. Esto es: su carcter multimedia, la ordenacin hipertextual de la informacin y la interactividad desde diversos puntos de vista5. Y, por otro, de los cambios en la caracteriza-cin de la audiencia a la que estos medios se dirigen.

    Internet tiende a mimetizar paulatinamente la representacin del gran pblico, es decir, la composicin de la audiencia de los grandes medios tradicionales (si bien con una presencia mayor, sobre todo en los aos ini-ciales, de las generaciones ms jvenes y de mayor poder adquisitivo). Pero dicha audiencia se halla volcada ahora en un contexto en el que su interrela-

    5 El anlisis de las especiales caractersticas de la comunicacin en red se halla ya en un estado de consolidacin suficiente como para permitirnos individualizar las mencionadas tres caractersticas como principales. Como estudios de referencia fundamentales podemos citar a Daz Noci (2001); Orihuela (2002); y Garca de Torres y Pou (2003). Puede consultarse tambin el anlisis efectuado por Salaverra (2005) desde el punto de vista periodstico, as como la reflexin que desarrollamos en otro lugar (Lpez Garca, 2005: 37-62).

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    cin con el medio de comunicacin tiende a una horizontalidad mucho ma-yor. En concreto, dispone de:

    a) una oferta meditica mucho ms abundante, adquirida, adems, a un coste muy reducido;

    b) la posibilidad de interactuar con el medio de comunicacin, e incluso de constituirse en emisor desarrollando uno propio (a travs de pginas per-sonales, weblogs o comunidades virtuales);

    c) el desarrollo de espacios de intercambio, complementarios a los gran-des medios o independientes de stos, merced al uso de distintas herramien-tas interactivas (tales como canales de chat, foros de debate, el uso del correo electrnico, o el intercambio de archivos a travs de las redes P2P).

    La aparicin y el rpido desarrollo, fundamentalmente en la ltima d-cada, de dichas tecnologas digitales ha supuesto el comienzo de un inci-piente cambio de paradigma que afecta tanto al ecosistema meditico como a la propia configuracin de la esfera pblica. Desde el punto de vista del re-ceptor, han aumentado sustancialmente las facilidades de acceso a la infor-macin, as como las fuentes informativas disponibles. Y desde el punto de vista del emisor, la creacin y desarrollo de medios de comunicacin social ya no tiene por qu implicar, necesariamente, una inversin econmica con-siderable, y sobre todo no tiene por qu configurarse siguiendo los criterios periodsticos y empresariales propios de los grandes medios tradicionales.

    Todo esto permite atisbar un escenario singularmente diferenciado del anterior, en el que es el pblico, como hemos comentado, el que experimenta una evolucin ms significativa. Ya no depende de un abanico limitado de grandes medios de comunicacin para configurar su visin de la realidad. Y, sobre todo, el pblico puede adoptar un papel activo en la seleccin de in-formaciones y opiniones, en la publicacin de informaciones y opiniones propias y en la interaccin social, tecnolgicamente mediada, a travs de diversos medios de comunicacin interpersonal desarrollados en la Red y en otros soportes digitales.

    Estos factores nos permiten vislumbrar un nuevo ecosistema meditico la descripcin del cual excede con mucho los objetivos y posibilidades del

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    presente trabajo6. Pero que en lo que aqu nos interesa supone, en esencia, el paso de un modelo de comunicacin vertical, jerarquizada, normalmente unidireccional, a otro horizontal, donde la comunicacin se da en muy diver-sos sentidos y es por tanto multidireccional. Aunque los periodistas (o ms bien las empresas mediticas) continan manteniendo una clara posicin de centralidad, el pblico ya no estara abocado a limitarse, como ocurra con los medios tradicionales, a recibir pasivamente informacin. Ahora tambin puede interactuar con la misma, modificarla o interpretarla individualmente o en colaboracin con otros usuarios de las redes de comunicacin, generar informaciones u opiniones propias e incluso constituirse en fuente para los propios medios de comunicacin social7.

    El ecosistema meditico, en consecuencia, se complicara considerable-mente. El modelo tradicional de comunicacin ha de convivir con un pblico activo, policonsumidor de medios y que crea incesantemente nuevos espa-cios de generacin de informaciones y opiniones la mayor parte de las veces ajenos al flujo de la comunicacin de masas8.

    6 Nos remitimos, en particular, a las monografas de Shayne Bowman y Chris Willis (2003) y Dan Gillmor (2004). El trabajo de Howard Rheingold (2004) recopila gran cantidad de casos prcticos de singular inters en lo que concierne a la configuracin de un nuevo pblico activo organizado en redes sociales. El libro de G. Bettetini, S. Garassini, B. Gasparini y N. Vittadini (2001) ofrece una visin de conjunto del impacto de las tecnologas digitales que sobrepasa el mbito propio de Internet; tambin reviste gran inters la evolucin histrica reflejada por Armand Mattelart (2002). Desde un punto de vista que podramos considerar antropolgico revisten inters los estudios de Derrick de Kerckhove (1999) y, ms recientemente, de David Casacuberta (2003). 7 No cabe dudar sobre la conveniencia de la evolucin de una comunicacin vertical a una horizontal. La primera, sean cuales fueren las intenciones de quien la emplea, posee un ineliminable rasgo autoritario, que proviene del obligado silencio de los telespectadores, de su escuchar pasivo. La otra, brinda la posibilidad de ser interlocutores activos, y esto, si bien no basta para atribuirle una patente democrtica indiscutible, modifica por cierto la calidad de la comunicacin (RODOT, 2000: 45-46). 8 No en vano es precisamente la audiencia, como ponamos de manifiesto anteriormente y como tambin destaca Dan Gillmor (2004: 238), la que ha experimentado las mayores variaciones respecto a los medios precedentes y ha obligado a los periodistas y a las empresas mediticas a adaptarse a la nueva situacin: La audiencia [...] debe estar compuesta por usuarios activos, y no meros consumidores de informacin. La Red debera ser aliada del pensamiento y el matiz, no un canal para provocar reacciones primarias. Una ciudadana

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    En consonancia con lo anterior, tambin la esfera pblica en su conjunto est experimentando importantes modificaciones. stas parten del cambio fundamental del ecosistema meditico, dado que, como nos indica Rodot, el sistema de las comunicaciones posee una capacidad autnoma de legiti-macin poltica y de creacin de una esfera pblica en condiciones de reac-cionar con extrema rapidez y eficacia sobre el sistema en su conjunto (2000: 31). Pero tiene tambin en cuenta otros factores, como son la crisis de los mecanismos tradicionales de representacin poltica o la propia estructu-racin de la sociedad en redes diversas. Como resultado, el flujo jerarqui-zado de la informacin propio de la sociedad de masas, aunque no desapa-rezca e incluso se mantenga en condiciones similares a las que veamos en el modelo anterior, ya no puede ignorar la incidencia de los nuevos medios de comunicacin digital. Y, sobre todo, del nuevo pblico, a un tiempo emisor y receptor de todo tipo de informaciones e insertado adems en un entorno social caracterizado por el desarrollo de diversas redes, netamente diferen-ciadas de las esferas pblicas perifricas, opuestas a la centralidad ocupada por el poder, que veamos anteriormente. El modelo, mucho ms complejo que el anterior y en todo caso sujeto a perpetua revisin (por tratarse tambin de un modelo, insistimos de nuevo, an incipiente), podra representarse de la siguiente manera:

    Grfico 2: La esfera pblica en la sociedad red9

    informada no puede conformarse con ms de lo mismo. Debe exigir ms, y ser parte de la conversacin. Perderemos una gran batalla si esto no ocurre. 9 Elaboracin propia a partir del trabajo de Vctor Sampedro y Guillermo Lpez Garca (2005: 119-158).

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    Las esferas pblicas perifricas quedan subsumidas en una esfera p-blica central ampliada, dentro de la cual el proceso de formacin de la opi-nin pblica se caracteriza, ante todo, por su heterogeneidad y por su carc-ter eminentemente plural. Como ya hemos indicado, la esfera del poder con-tina elaborando un flujo de transmisin de informaciones similar al del modelo anterior. Sin embargo, los cambios en la configuracin del pblico, en el sistema de medios de comunicacin social, y en la propia estructura-cin de la sociedad, determinan que ese flujo de transmisin de informacio-nes, y tambin de discusin pblica, ya no pueda darse de modo unidireccio-nal. Las esferas pblicas perifricas no slo se han multiplicado en nmero, sino que han ganado en centralidad y en capacidad para elaborar sus propios mensajes y hacerlos pblicos, interactuando continuamente entre ellas e in-cluso con el poder, que pierde opacidad.

    La transmisin de informaciones, y el proceso de conformacin de la opinin pblica subsiguiente, no es slo, por tanto, de carcter plural, sino que adems es resultado de un flujo discursivo. Se pasara de una opinin pblica fundamentalmente agregada a otra donde la opinin pblica dis-cursiva, siguiendo de nuevo a Sampedro, tendra cada vez mayor importan-cia. Es un proceso multidireccional (porque son mltiples los emisores de informacin y son mltiples tambin los participantes efectivos en el proceso de discusin que tiene lugar en el espacio pblico) y, adems, acelerado por la accin de las tecnologas digitales.

    3. Aparicin de la sociedad red en situaciones de crisis: dos ca-sos prcticos

    Naturalmente, la incidencia prctica del modelo que aqu proponemos en lo que concierne al proceso de formacin de opiniones que da lugar a la opi-nin pblica es an difcil de evaluar, sobre todo en situaciones de normali-dad en las que el espacio pblico se caracteriza por el predominio de los grupos mediticos tradicionales. Sin embargo, consideramos que ya ha po-dido verse en accin el efecto de una esfera pblica estructurada y entrela-zada mediante redes en diversos acontecimientos recientes caracterizados por el elevado inters del pblico por adquirir informacin. En el mbito espaol, los dos principales procesos en los que podemos atisbar la plasma-cin de una opinin pblica que comienza a configurarse con cierta autono-

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    ma respecto del paradigma tradicional que resebamos anteriormente son10:

    A) El movimiento antiguerra de Irak desarrollado en los primeros meses del ao 2003. Las diversas representaciones de la opinin pblica, es decir, partidos polticos, medios de comunicacin, sondeos de opinin y manifesta-ciones sociales, evolucionaron coordinadamente en su oposicin a las deci-siones que adopt en esta materia el partido poltico entonces en el gobierno. Y, adems, lo hicieron merced a un modelo discursivo significativamente diferenciado del tradicional. La iniciativa correspondera fundamentalmente a las redes sociales que se encargaron de convocar, difundir y protagonizar unas manifestaciones masivas y estructuradas, adems, fuera del escenario de los medios de comunicacin de masas y partidos polticos.

    Cabe recordar que la manifestacin principal, que tuvo lugar en diversas ciudades espaolas de forma coordinada con multitud de actos similares a nivel mundial, slo recab el apoyo explcito del principal partido de la opo-sicin, as como la publicidad canalizada a travs de los principales medios de comunicacin, en los das inmediatamente anteriores a su celebracin. Hasta entonces, la difusin de la convocatoria se desarroll mediante muy

    10 En el plano internacional conviene remitirse al tambin mencionado trabajo de Howard Rheingold (2004), por la variedad y actualidad de los ejemplos que aporta. De entre estos ejemplos, no nos resistimos a hacer referencia al caso del portal coreano OhMyNews! y las elecciones presidenciales de 2003 en Corea del Sur, que es tambin un ejemplo evidente para ilustrar los cambios en la configuracin de la esfera pblica que hemos indicado. OhMyNews! es un portal colaborativo, desarrollado por unos 30.000 ciudadanos que aportan continuamente informaciones y opiniones, las cuales sern en todo caso editadas mnimamente por una plantilla de periodistas del medio, con lo que son los propios ciudadanos, con una eventual mediacin periodstica, los encargados de actuar como periodistas y hacer de fuente para el resto del pblico. El caso que relata Rheingold (2004: 14) nos remite nuevamente a la interaccin acelerada entre las distintas representaciones de la opinin pblica, estructuradas a travs de redes sociales tecnolgicamente mediadas a la que hemos hecho referencia, que llega tambin en este caso a la accin poltica directa con usos efectos electorales significativos: Cuando OhMyNews inform de que el candidato predilecto de la comunidad de lectores de dicho medio iba perdiendo, segn los sondeos realizados a la salida de los colegios electorales, cientos de miles de lectores enviaron unos 700.000 correos electrnicos e incontables SMS para movilizar el voto, y de ese modo lograron cambiar el resultado electoral. El presidente electo, Roh, prescindi de los medios tradicionales y concedi su primera entrevista a OhMyNews.

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    diversos sistemas de comunicacin interpersonal tales como el correo elec-trnico, los carteles publicitarios alusivos a dicha manifestacin, o la propia conversacin en mbitos no formalizados- utilizados por pequeas asocia-ciones de muy diversas caractersticas y por los propios ciudadanos.

    No se trat, por tanto, de un movimiento generado por la opinin pblica agregada. Es decir, no vimos un movimiento canalizado a travs de los grandes partidos polticos y medios de comunicacin, posteriormente vali-dado mediante sondeos de opinin, encargados por unos u otros, que ven-dran a representar a la ciudadana. Por el contrario, fue la opinin pblica discursiva la que cre el caldo de cultivo adecuado para que se desarrollase un estado de opinin claramente mayoritario, al que slo en segunda instan-cia se unieron los representantes tradicionales.

    Los partidos polticos y medios de comunicacin contrarios a la posicin del Gobierno del PP elaboraron su discurso crtico con contundencia, apo-yndose en unos sondeos que manifestaban un apoyo a sus posiciones supe-rior al 90% en la poblacin espaola. Pero no lo hicieron antes de que los ciudadanos mostraran con claridad el alcance de su oposicin a la participa-cin espaola en el conflicto mediante el recurso a la ms activa de las re-presentaciones de la opinin pblica: la manifestacin de protesta. Unas manifestaciones caracterizadas tanto por su alcance masivo como por su composicin plural (especialmente en los momentos iniciales, anteriores al estallido de la guerra). Y caracterizadas, sobre todo, por una convocatoria descentralizada, de alcance internacional, que haba llegado con gran celeri-dad a un pblico previamente informado. En este sentido, aunque es evidente que el pblico haba adquirido informacin a travs de los grandes medios, tambin funcion el recurso a la comunicacin interpersonal, directa o tec-nolgicamente mediada. No slo para informarse, sino para debatir y formar opiniones, y muy especialmente para extender las diversas convocatorias de protesta.

    B) El proceso acelerado de formacin de la opinin pblica que se des-arroll a partir de los atentados terroristas que tuvieron lugar en Madrid el 11 de marzo de 2004 y concluy tres das despus, el 14 de marzo, en la vota-cin de las elecciones generales. En este caso, nuevamente todas las repre-sentaciones de la opinin pblica tuvieron un papel significativo, nueva-mente fueron las manifestaciones sociales las que adquirieron un papel pro-

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    tagonista y nuevamente, por ltimo, tuvieron un papel crucial los diversos medios digitales de comunicacin.

    El 11M gener una situacin de consenso tcito emanado desde la es-trategia de comunicacin del Gobierno a toda la sociedad a travs de los grandes medios de comunicacin social. Dichos medios acogieron sin reser-vas la hiptesis gubernamental y generaron un estado de las cosas en virtud del cual resultaba harto difcil expresar reservas respecto de dicha hiptesis mediante los canales tradicionales, esto es, partidos polticos y medios de comunicacin (Sampedro, Alcalde y Sdaba, 2005: 235-236). La subsi-guiente crisis de representacin provoc una reaccin descoordinada, des-centralizada y multidireccional a travs de diversos sistemas ajenos tanto al flujo de la comunicacin de masas como a los mecanismos de representacin tradicionales (Sampedro, Alcalde y Sdaba, 2005: 247). Dicha reaccin:

    - Provoc la ruptura del discurso del Gobierno, inicialmente volcado hacia la autora de ETA como nica hiptesis posible, mediante un cambio paulatino de discurso en sucesivas declaraciones pblicas.

    - Al mismo tiempo, extendi las dudas y posteriormente las protestas frente a la gestin gubernamental de la crisis primero entre un sector sustan-cial de la ciudadana y despus en los medios tradicionales. stos, por se-gunda vez en slo cuatro das, fueron a rebufo de una instancia externa. En este caso las protestas ciudadanas, la informacin emanada desde los medios y gobiernos internacionales y las novedades en la investigacin ofrecidas por el Gobierno a lo largo del da 13 de marzo. Mecanismos que, adems, se retroalimentaron inopinadamente unos a otros.

    - Finalmente, cre las condiciones para que el 14 de marzo, da de las elecciones generales, buena parte de la ciudadana votara partiendo de unas premisas, en lo que concierne a los atentados, muy distintas a aqullas que habran pesado ms de tener xito la estrategia de comunicacin del Go-bierno. Con ello, tuvo un papel de incidencia indeterminada, pero sin duda significativa, en el vuelco electoral (mensurable, en todo caso, en el impor-tante aumento de participacin respecto de las elecciones generales de 2000).

    Y este flujo de comunicacin emanado desde la periferia de la esfera p-blica adquiri gran relevancia, adems, en un perodo de tiempo extremada-mente corto (el que media entre los atentados del 11-M y el proceso electoral del 14-M), en el cual se acabaron superando las barreras de visibilidad

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    impuestas por el modelo tradicional de comunicacin. La difusin de la crtica a la gestin gubernamental se benefici de dos caractersticas com-plementarias del modelo de sociedad red que hemos intentado plasmar ante-riormente: la omnipresencia de las NTIC como mecanismo de comunicacin caracterizado a un tiempo por su velocidad y por la multidireccionalidad del flujo de la comunicacin (Sampedro, Alcalde y Sdaba, 2005: 258), por un lado; y una estructuracin de la sociedad fundamentada en redes sociales no exclusivas (Romero, 2004) y por tanto ligada tambin mediante un flujo multidireccional, por otro.

    4. Conclusiones

    En el primer caso prctico analizado (las manifestaciones contrarias a la invasin de Irak) la opinin pblica discursiva es la que se desarrolla pri-mero y la que consigue incorporar posteriormente a los mecanismos tradi-cionales de representacin de la opinin pblica agregada. El 11M, en cam-bio, encontramos directamente una situacin de enfrentamiento entre los dos tipos de representacin de la opinin pblica. La opinin pblica discursiva result invisible en la mayora de medios de comunicacin y se encontr con la pasividad de la oposicin poltica y la manifiesta hostilidad del Gobierno del PP. En ese contexto, apel nuevamente a los mecanismos de comunica-cin interpersonal, con el objetivo de modificar y subvertir el estado de opi-nin que buscaba implantar el Gobierno en la ciudadana. Y aunque no po-demos saber, como hemos indicado anteriormente, el alcance de sus efectos electorales, s parece indudable que la estrategia de comunicacin del Go-bierno fracas estrepitosamente. Fue totalmente desmentida (primero por una parte de la ciudadana y posteriormente por los hechos) y recibi un voto de castigo en las elecciones.

    Estos y otros ejemplos, generalmente asociados a situaciones de crisis en las que se produce una sobreimplicacin (poltica, meditica y emocional) del pblico, son sntoma de los profundos cambios provocados por la dimen-sin social de las nuevas tecnologas digitales, inextricablemente unida a la evolucin de los mecanismos comunicativos que aqullas posibilitan. Aun-que los medios y los partidos polticos tradicionales no hayan cambiado ape-nas sus mecanismos de comunicacin con el pblico, es decir, jerarquizados y por lo comn unidireccionales, resulta cada vez ms difcil ignorar la

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    existencia, al alcance de ese mismo pblico, de un modelo de comunicacin en red mucho ms plural. Unos medios digitales que, si bien normalmente pueden emplearse con criterios similares al consumo de medios tradiciona-les, tambin sirven para poner en contacto a unos usuarios con otros, esta-blecer continuos espacios de discusin sobre cualquier tema y ejercer una capacidad de seleccin de informaciones particularmente rica en situaciones en las que el pblico manifiesta un gran inters por adquirir informacin.

    Asistimos probablemente, como hemos tratado de dejar constancia en este texto, a un cambio de paradigma meditico, e incluso social. Dicho cambio de paradigma se est configurando hasta el momento con indepen-dencia de los mecanismos tradicionales de representacin de la opinin p-blica, y adquiere su mxima expresin precisamente en las situaciones en que aqullos entran en crisis al tiempo que el pblico experimenta un alto inters por adquirir informacin (Sampedro, 2005a: 281). Es ms, su xito o fracaso acaba viniendo determinado por el impacto que su accin pueda tener en sondeos, manifestaciones sociales, medios de comunicacin de ma-sas y, sobre todo, votaciones electorales.

    Tenemos en cuenta esta dependencia, as como el relativamente escaso peso que an tiene este modelo de configuracin de la opinin pblica en las sociedades contemporneas. Pero puede argirse sin dificultad que la rpida extensin de las NTIC entre los ciudadanos y su diversidad de usos sociales, muchos de ellos no previstos por la industria que los hizo posibles11, acaba-rn abocando a los mecanismos de representacin tradicionales, por razones de negocio (en el caso de los medios de comunicacin) o de oportunidad (en el caso de los partidos polticos) a participar en el incentivo de su uso y, con ello, a establecer un sistema de configuracin de la opinin pblica basado en ciudadanos que interrogan, intervienen y se organizan (Rodot, 2000: 104-106). Es decir -con todas las reservas que se quiera-, ms horizontal y, con ello, ms democrtico.

    11 Como ocurre, por ejemplo, con el xito de los mensajes SMS a telfonos mviles, o con la copia de archivos digitales de todo tipo.

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