comunicación: el silencio de maría resistencia y profecia

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El silencio de María: Resistencia y Profecía Este tema, pretende desarrollar una propuesta bíblica, teológica y pastoral, desde la perspectiva de la realidad eclesial latinoamericana, cuya finalidad es potenciar la figura y la misión de la Virgen María en la compleja situación que vive nuestro Continente. El Papa Juan Pablo II señala que la Iglesia, que desde el principio conforma su camino terreno con el de la Madre de Dios, siguiéndola repite constantemente las palabras del Magníficat. Este himno es para la Iglesia, junto con su autora, una señal profética que indica los caminos de la Nueva Evangelización. Y dentro de los caminos más importantes está el del amor y la preferencia de la Iglesia por los más necesitados, ya que Dios, siempre fiel a la Alianza, fue quien derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes; a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. El Espíritu Santo es el principal evangelizador e impulsa a la Iglesia que está en América a cantar con María el Magníficat, su canto de alabanza, confirmando una vez más que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes. María no era solamente una señal profética para la Iglesia por sus palabras, sino que su misma vida fue una señal profética de solidaridad con los pobres y los necesitados: ella fue una hija de Israel en un mundo dominado por el poder de Roma; una mujer en medio de un mundo dominado por los hombres; una refugiada en el Egipto de Faraones y Tolomeos; una madre que enfrentó los insultos de la multitud para acompañar de pie a su Hijo condenado. Esto significa tomar en serio la misión dirigida a las culturas humanas, que hace lo posible por ponerlas en armonía con el mensaje y los valores del Evangelio. La enseñanza y difusión de la doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia... Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. La tarea de la evangelización de la cultura estaría incompleta si se limitara a las categorías socio-económicas y no incluyese una especial atención a los tantos obstáculos que, en varias partes del mundo, se interponen a que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad. Hablamos, entonces, de una evangelización de la mujer y acerca de la mujer, porque la Iglesia ve en María la máxima expresión del “genio femenino”, y encuentra en ella una fuente de continua inspiración. 1. DESCRIPCIÓN

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Congreso Mariano 2010

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Page 1: Comunicación: El silencio de María resistencia y profecia

El silencio de María: Resistencia y Profecía

Este tema, pretende desarrollar una propuesta bíblica, teológica y pastoral, desde la perspectiva de la realidad eclesial latinoamericana, cuya finalidad es potenciar la figura y la misión de la Virgen María en la compleja situación que vive nuestro Continente.

El Papa Juan Pablo II señala que la Iglesia, que desde el principio conforma su camino terreno con el de la Madre de Dios, siguiéndola repite constantemente las palabras del Magníficat. Este himno es para la Iglesia, junto con su autora, una señal profética que indica los caminos de la Nueva Evangelización.

Y dentro de los caminos más importantes está el del amor y la preferencia de la Iglesia por los más necesitados, ya que Dios, siempre fiel a la Alianza, fue quien derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes; a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.

El Espíritu Santo es el principal evangelizador e impulsa a la Iglesia que está en América a cantar con María el Magníficat, su canto de alabanza, confirmando una vez más que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes. María no era solamente una señal profética para la Iglesia por sus palabras, sino que su misma vida fue una señal profética de solidaridad con los pobres y los necesitados: ella fue una hija de Israel en un mundo dominado por el poder de Roma; una mujer en medio de un mundo dominado por los hombres; una refugiada en el Egipto de Faraones y Tolomeos; una madre que enfrentó los insultos de la multitud para acompañar de pie a su Hijo condenado.

Esto significa tomar en serio la misión dirigida a las culturas humanas, que hace lo posible por ponerlas en armonía con el mensaje y los valores del Evangelio. La enseñanza y difusión de la doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia... Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. La tarea de la evangelización de la cultura estaría incompleta si se limitara a las categorías socio-económicas y no incluyese una especial atención a los tantos obstáculos que, en varias partes del mundo, se interponen a que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad. Hablamos, entonces, de una evangelización de la mujer y acerca de la mujer, porque la Iglesia ve en María la máxima expresión del “genio femenino”, y encuentra en ella una fuente de continua inspiración.

1. DESCRIPCIÓN

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Nos gustaría saber más de la vida terrena de María. La conocemos, principalmente, a través de tres relatos evangélicos: Mateo, Lucas y Juan. Encontramos algunas breves referencias en Rom 1, 3-4; Gál 4,4-5; Gál 4, 28-29; Mc. 3,20-35 y 6, 1-6ª., Hech, 2. Valoramos su dimensión profética a través de Génesis 3, 15, Isaías 7,14, Apocalipsis 12 y los documentos de la Iglesia en América (desde Medellín hasta Aparecida).

La Virgen no comunica nada a su prima Isabel después de la Anunciación; sin embargo, ella penetra en el misterio de la Encarnación por revelación divina. María, no manifestó el suceso a José, y un ángel le informó en sueños sobre la grandeza de la misión de la que ya era su esposa. En el Nacimiento de su Hijo guardó silencio, pero los pastores fueron informados por los ángeles. Nada dijeron María y José a Simeón y a Ana la profetisa, cuando como un joven matrimonio subieron al Templo para presentar al Niño.

Se limitó a guardar los proyectos de Dios, ponderándolas en su corazón (Lucas 2, 51). El silencio es el clima que hace posible la profundidad del pensamiento; el mucho hablar disipa el corazón y éste pierde cuanto de valioso guarda en su interior.

El recogimiento de María es paralelo al de su discreción. La Virgen también guardó silencio durante los tres años de la vida pública de su Hijo. El entusiasmo de las multitudes, los milagros, no cambiaron su actitud.

El silencio interior, el recogimiento que debe tener el cristiano es plenamente compatible con el trabajo, la actividad social y las prisas que muchas veces trae la vida. La misma vida humana, si no está dominada por la frivolidad, por la vanidad o por la sensualidad, tiene siempre una dimensión profunda, íntima, un cierto recogimiento que tiene su pleno sentido en Dios.

Es ahí donde conocemos la verdad acerca de los acontecimientos y el valor de las cosas. En un mundo de tantos reclamos externos necesitamos “esta estima por el silencio”. De la Virgen aprendemos a estimar cada día más ese silencio del corazón que no es vacío sino riqueza interior, y que, lejos de separarnos de los demás, nos acerca más a ellos, a sus inquietudes y necesidades.

San Mateo, según los entendidos, el más judío de los autores neotestamentarios, habla de María. Curiosamente, María no habla, guarda un silencio mesiánico profundo. ¿Cómo analizar el silencio kayrológico de María? El silencio en este Evangelio es más dinámico y operativo que la actividad de José, el esposo de María.

San Lucas, el querido médico griego, amigo entrañable de María, destaca una y otra vez esta frase: María, guardaba todas estas cosas en su corazón. En este autor, el silencio de María genera vida, misión, resistencia y profecía. El canto del Magníficat refleja la espiritualidad de la esclava del Señor.

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San Juan, el discípulo amado, presenta a María en el contexto de la Semana Inaugural, junto a su Hijo. En las bodas de Caná, prefigura la Hora de Jesús. En la cruz, el nacimiento de la Iglesia.

Dos textos con fuerte trasfondo mariano y eclesial, Génesis 3,15 e Isaías 7, 14, destacan paradójicamente hablando, la actividad misionera de María. No habla, pero pisará la cabeza de la serpiente; es joven, virgen y desconocida, pero concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Enmanuel.

El Apocalípsis en el capítulo 12, no transcribe ninguna palabra de María, pero la presenta como una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Lucha contra el mal, contra aquellos poderes del mal que intentan impedir la misión del Salvador.

Como podemos darnos cuenta, un recorrido muy amplio por las páginas de la Biblia nos abre, una vez más, el interrogante: ¿Es eficaz el silencio de María? ¿Por qué este silencio es profético? ¿Qué recrea el silencio de María?

La Iglesia de América es profética. Abrió su abanico para permitir que soplen vientos nuevos, que se respire aire fresco. Las consecuencias han marcado los caminos del mundo, han roto venas, han sangrado muchos corazones, han muerto muchos testigos de la fe.

1. ANÁLISIS GENERAL

Para profundizar, un poco más, en nuestro tema consideramos que el significado del silencio, debe ser analizado desde una perspectiva antropológica1.

Algunos investigadores, han advertido la poca atención prestada al problema del silencio en las investigaciones lingüísticas. Parece como si se pretendiera postular una concepción del lenguaje que incluya su propia negación, como una síntesis hegeliana del decir y del no decir. Pues, se piensa, si la función expresiva es característica del lenguaje, el silencio, cuya expresividad es manifiesta, ha de ser de interés para los estudios lingüísticos.

No faltan autores que, de la constatación de que el lenguaje es expresivo, concluyen que todo lo expresivo es lenguaje. A esa primacía absoluta atribuida al lenguaje contribuye, de un lado, el hecho de que el lenguaje, indudablemente, es el instrumento más desarrollado de la expresión humana, y, de otro, su antinómica naturaleza, ya que, siendo el lenguaje una parte de la realidad que entendemos, tiene como función la de representar toda realidad, inclusive la suya propia.

Cada vez que hablamos y cada vez que nos negamos a hablar nos vemos implicados en un acto de poder. Al propio tiempo que hacemos uso de competencias en las que somos partícipes, luchamos contra un poder que se erige dentro de nosotros mismos. 1 Es muy valioso el estudio de I. LARRAÑAGA, el silencio de María, Cristiandad 1988.

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Preguntarse lo que significa el silencio en un caso determinado no equivale a preguntar qué significa una cosa determinada, sino qué significa el hecho de que alguien, en un momento determinado, no diga nada. Qué quiere decir el no decir nada en ese caso concreto. Pues tan difícil sería codificar a priori un significado del no decir nada en general, como saber qué valor concreto van a adoptar los comodines de una baraja antes de comenzar el juego y haber repartido las cartas.

Mientras la lengua tiene como modelo lo visual, siendo su expresión más perfecta el lenguaje escrito, el habla prefiere el oído y gusta del lenguaje oral. Si el silencio es primordialmente algo, es silencio auditivo, no visual.

El silencio como entidad es una construcción abstracta con raíces en el pensar mítico, mientras que los silencios son propiamente hechos, acciones, cuya condición queda falseada al someterlos a la forma gramatical del sustantivo.

Con la concepción de Parménides, padre del ontocentrismo el silencio, como la ausencia, pertenecería al ámbito del no ser. «No se puede pensar ni decir lo que no es», afirmaba Parménides, contradiciéndose al decir lo indecible. Según eso, del silencio no podría haber discurso ni ciencia alguna. Mas lo que la semiótica puede enseñarnos, poniendo patas arriba al padre Parménides, es que todo aquello que decimos o pensamos, por el hecho de decirlo o pensarlo, ya es2.

El silencio es el nombre que damos no a algo que aparece, a un fenómeno, sino a algo que no aparece, a la no aparición o desaparición. Esto otorga automáticamente al silencio connotaciones metafísicas y existenciales, viniendo así a ser la metáfora de lo inefable o inexpresable.

El silencio no tiene por qué ser un espíritu maléfico del que haya que huir. Dos personas unidas por amor o por amistad entrañable pueden pasar muchos buenos ratos en silencio, mientras que en un matrimonio desavenido el silencio del otro siempre es motivo de irritación. El silencio del amigo nunca asusta, el de un desconocido es, cuando menos, causa de malestar o sospecha. Por eso existen palabras que Jakobson llamaba fáticas cuya única función es llenar un espacio de silencio para deshacer miedos o sospechas. Hablamos del tiempo o preguntamos a la gente cómo les va, simplemente para ahuyentar la desazón que produce el silencio. Esas palabras rituales se asemejan al origen de la costumbre de estrechar la mano, como un signo de no llevar armas.

Pero el silencio, no significa siempre amenaza, sino también tranquilidad, reflexión, armonía. La meditación, la contemplación mística y la vida monástica siempre se consideraron como formas edificantes de silencio. Junto a los espacios del ruido, la

2 Cfr. J.L. RAMIREZ, El significado del silencio y el silencio del significado. Ponencia leída ante el Seminario de Antropología de la conducta, Universidad de Verano, San Roque (Cádiz), 1989. Publicado en Castilla del Pino, Carlos (Compilador). El silencio. Madrid: Alianza Editorial, 1992.

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El silencio no es una cualidad que los urbanistas y planificadores tengan en cuenta; al contrario, parece como si hubiera una política de colonización del espacio de silencio por el ruido, una conspiración de ruido. La civilización tecnológica puede entenderse así como una exorcización del silencio, en la cual se manifiesta su instinto de dominio y poder. Hay que mantener distraída y ocupada a la gente3.

El ocio y el silencio del pueblo son una amenaza para el poder. Las nuevas generaciones han sido educadas en el horror al silencio y muchos jóvenes son incapaces de concentrarse en una tarea sin tener la radio puesta o la grabadora en marcha. La radio encendida en el coche o en el local público, la televisión en el café o en medio de la conversación hogareña parecen ser el medio de ahuyentar toda autonomía en el pensar o en el conversar humanos.

En este análisis, el silencio de María es signo de un poder que se transforma en servicio liberador y consecuente4.

2. ACTUALIZACIÓN

Cincuenta años de la muerte de Bonhoeffer

El carácter liberador del viernes santo y de pascua consiste en que los pensamientos se elevan muy por encima del destino personal hacia el último sentido de toda vida, de todo sufrimiento y de todo acontecer y que uno concibe una gran esperanza. Así escribía Bonhoeffer en su prisión de Tegel, el Domingo de pascua de 1943. El 9 de Abril de 1945 sería ejecutado. Cincuenta años después de su muerte, releemos estas palabras como una interpretación no sólo de la pascua de Jesús y de la misma muerte del teólogo alemán, sino como clave de interpretación de toda la vida cuando tenemos fe 5 . Bonhoeffer ha desarrollado un pensamiento teológico que tomaba en serio el reto de la autonomía de la racionalidad científica, de la modernidad. Pero esta autonomía no era solo una cuestión de la razón y el conocimiento. Desde la experiencia del sinsentido, de la irracionalidad, del sufrimiento injustificable, también se imponía la pregunta por Dios que hace, ya no el impío (Sal 10,4), sino el mismo creyente (Sal 10,1) que se pregunta por el paradero de Dios cuando arrecia la angustia.

No se trata pues, de adaptar sin más la posibilidad de Dios a una cosmovisión secularizada. Se trata de la expresión más sincera y real de la fe que no vuelve la espalda al dolor propio y ajeno, y al mismo tiempo intenta afirmar al Dios de la vida. Ante Dios, desde una profunda confianza en su fidelidad, en sus promesas, Bonhoeffer, en clara línea luterana, siente y propone como única respuesta, la sumisión, la

3 De modo contrario a lo que se vive en nuestro tiempo, el silencio libera.4 Cfr. Lc 2, 49. 5 Cfr. F. J. AVILÉS JIMÉNEZ, Resistencia y sumisión, en Revista Bíblica (32), 1970, 241.

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esperanza, la paciencia. Vayamos hacia el futuro con paciencia y confianza (RS 270), dice en una de sus últimas cartas.

Pero, sometidos, confiados sin reservas al Dios que nos premia cada día con una fe renovada, la realidad es afrontada con decisión. Es en el entramado de la vida real donde aprendemos a creer porque es en medio de la vida donde encontramos a Dios, sin escamotear el más acá antes de tiempo. Junto a la confianza en Dios mostrada en la oración, el cristiano no tiene otra tarea que actuar en justicia, es decir, participar en la resistencia contra el mal y el dolor, aunque sea soportando en la propia vida, mal y dolor.

1. En la resistencia

Bonhoeffer fue encarcelado por participar en una conspiración contra el régimen nazi. La última determinación de dicha conspiración era el asesinato de Hitler. Desde el punto de vista de la ética no violenta, es discutible que esta fuera la mejor manera de llevar a cabo la oposición a unos poderes contra los cuales la razón no puede hacer nada (RS 209). Sin pretensión alguna de justificar dicha determinación, sí que es bueno recordar cuál es la experiencia histórica que motiva una tan difícil decisión. La guerra, la dictadura policial, el régimen de terror y racismo instaurados por el III Reich, tenían el agravante de haber sido consentidos y hasta apoyados por la mayoría del pueblo alemán y por las iglesias6.

Resultan esclarecedoras las notas que preceden al cuerpo de cartas de Resistencia y sumisión, escritas en las navidades de 1942 - fue detenido el 5 de Abril de 1943- y en las que con honestidad ética, más importante a veces que la prudencia, sienta las bases de comprensión de su postura política ante el nazismo. La gran mascarada del mal ha trastornado todos los conceptos éticos... el hecho de que el mal aparezca bajo el aspecto de la luz, de la acción benéfica, de la necesidad histórica, de la justicia social, es sencillamente perturbador... El hombre de conciencia lucha en solitario contra la superioridad de unas situaciones coactivas que le exigen una decisión. Bonhoeffer sólo se apoya en su responsabilidad, consciente de que es mucho más fácil perseverar en algo en el terreno de los principios que en el de la responsabilidad concreta.

Y tacha el purismo de los principios de fanatismo ético. Por otro lado el mal que se quiere frenar en su centro no tiene límites y ha dejado el tiempo que le toca vivir, sin suelo bajo los pies, sin referencias. Es consciente de que se embarca en una transgresión, pero que es necesaria7. Cuando es por breve tiempo y en un caso determinado, escoger lo malo para evitar lo peor puede estar justificado. Esta situación política y moral, la necesidad de oponerse al mal en su expresión más amplia y omnipotente, y por otro lado, el deber de responder ante los principios asumidos racional y creyentemente, exigen una capacidad de resistencia que sólo la puede dar

6 Cfr. Cfr. F. J. AVILÉS JIMÉNEZ, o.c., 243. 7 Cfr. Cfr. F. J. AVILÉS JIMÉNEZ, La profecía como revolución, en Revista Bíblica (32), 1970, 243.

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Dios. Y la responsabilidad que siente Bonhoeffer, como la fuerza con la que la lleva a cabo, nace y se alimenta de su noción teológica de mundanidad de la fe y de una eclesialidad inserta en la realidad histórica como verdadero lugar de la fe, y esta es también la verdadera razón de su actualidad.

3. Un mundo sin Dios

El punto de partida para un balance del cristianismo es la mayoría de edad del hombre moderno. Frente a las antiguas amenazas de una naturaleza incontrolable, fuente de una fe igualmente inmadura, el hombre ha opuesto su racionalidad. La razón técnica remite al hombre a su propia capacidad, si bien, el hombre ha podido entendérselas con todo, menos consigo mismo. En último término, todo depende del hombre.(RS 265). Desde este punto de partida, se excluye un Dios que sea relleno de los huecos que deje la razón. El hombre moderno puede organizar racionalmente su mundo sin Dios. Si la religión utilizaba a Dios para suplir deficiencias racionales, ya puede buscarse otro camino. El mundo se entiende por sí mismo, se organiza desde el hombre. Aunque ese poder se vuelva contra él mismo.

4. Dios en el mundo

El cristiano, ha de vivir al menos, como si Dios no existiera, para encontrarse siempre con Dios y ante Dios. Esta renuncia es un reencuentro con Dios, un replanteamiento del lugar de la fe, que tiene dos consecuencias principales8.

En primer lugar se trata de no manipular la fe, de no hacer de ella una variable funcional para mejor comprender el mundo. Bonhoeffer acepta plenamente el envite de los maestros de la sospecha. La mejor forma de que Dios no sea opio adormecedor de conciencias ni ilusión mixtificadora del sufrimiento, es afrontar la fe como una relación no manipulable a nuestra conveniencia.

En segundo lugar, se trata de vivir esta vida con todas sus consecuencias, y por tanto situar la fe en esta vida, hacer de ella nuestra humanidad, la fe como un todo y no como una mera modalidad de vida. La diferencia fe - religión arranca de Lutero y deja la primera del lado de lo antropológico, y la segunda del lado de lo existencial . Iglesia para el mundo.

Si la fe es intramundana, si la fe es encuentro con Dios en Cristo, sin seguros de vida contra la autonomía de la existencia mundana, la Iglesia no puede vivir para ella. Bonhoeffer acusa a la iglesia de su tiempo de haberse dedicado a defenderse y justificarse en lugar de realizar su verdadera misión: el servicio al hombre, la defensa de la justicia. La iglesia es sólo iglesia cuando existe para los demás.

8 Cfr. LUMEN GENTIUM, 142.

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El fundamento de esta proexistencia de la Iglesia es doble. El mundo y la vida son las coordenadas de situación de la fe. Y Cristo el punto de encuentro con Dios. Cristo es un ser para los demás. La única forma de manifestar a Cristo es vivir con él la donación a los otros. Y esto se hace colaborando, no domi-nando, por eso aconseja a la iglesia guardarse de adorar el poder y su fuerza. Del mismo modo, entiende que el carácter relacional de Cristo, hace insustituible la dimensión social (eclesial) de la fe9.

5. Una fe no religiosa

La mundanidad del mundo y de la fe, la comprensión autónoma de la realidad desde la razón moderna exigen una interpretación no religiosa de la fe. La religión sería un revestimiento metafísico y funcional10. La fe es encontrarse con Cristo y seguirle. La fe y la iglesia están volcadas al compromiso ético de la solidaridad y la justicia porque su único punto de encuentro con el Dios que las sostiene es Cristo, viviendo y muriendo para los demás, sin hacer de Dios una trampilla por la que escapar de nuestra realidad. La aceptación de la secularidad y la propuesta del carácter de proexistencia del cristianismo se basan en Bonhoeffer en una cristología existencial y relacional. Cristo es lo que es, por y para nosotros, por eso es respuesta de Dios al hombre, por eso es el camino del hombre a Dios.

4. DISCUSIONES

1. ¿Para qué sirve el silencio? El silencio sirve para lo que no sirven otras palabras. En el silencio caben las cosas que no caben en las palabras. Con su palabra el hombre trasciende a los animales, sin embargo con su silencio se trasciende a sí mismo11.

El hombre debe aprender a escuchar lo que oye y a contemplar lo que ve. Con el silencio del corazón se escucha lo que se oye con los oídos, por que la salvación entra por los oídos, dice San Pablo. Con el silencio del corazón se contempla lo que vemos por los ojos porque las gloria del señor entra por los ojos, dice San Juan. Verdadero discípulo es aquel que como María de Betania se sienta a escuchar y contemplar a Cristo Jesús como Verbo encarnado en el silencio de María, a Cristo Jesús Palabra de salvación que se forjó en el silencio de 30 años de Nazaret y al verbo eterno que brotó del silencio eterno de Dios Padre.

2. ¿La profecía como revolución?

¿Es esto revolución? ¿No intentaron los profetas cumplir simplemente una mediación inofensiva entre las clases que fracasó por la resistencia de los ricos? ¡Más de uno se lo preguntará! El profeta cree firme e inquebrantablemente en el cumplimiento de la palabra de Dios cuyo predicador es él mismo. Pero exige la misma convicción de fe

9 Cfr. GAUDIUM ET SPES, 25. 10 Cfr. LUMEN GENTIUM, 145. 11 Cfr. A.D. MORATALLA, Una antropología del silencio y la esperanza, en Revista Acontecimiento, Madrid, Enero 2007, 25.

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también de los que lo escuchan. Y por esta conciencia de haber sido enviado el profeta lucha, aunque esto determine que, mientras el sacerdote es competente para el culto y los demás estados tienen sus propias atribuciones, el profeta parezca flotar en el vacío.

El pueblo es la esfera en la que ha de trabajar el profeta, el pueblo que es considerado a veces como una sociedad de gente de una misma sangre y otras veces como el pueblo elegido de Dios. ¿Cómo se presenta este pueblo? El individuo se halla arraigado en una sociedad de una misma raza, lo cual tiene su significado también en lo referente a la religión.

En efecto, parece imposible sembrar nuevas ideas en sociedad tan fuertemente estructurada. El profeta ve estos siniestros enredos y corre peligro de verse enfrentado contra Dios, el verdadero Soberano y Dueño del pueblo. Pero, tal enfrentamiento contra Dios es posible solamente, si el profeta sabe que Él está muy cerca y siente su acción en lo más profundo del alma. “La convicción de los profetas de su unión con Dios es una experiencia tranquila, libre de todo entusiasmo sentimental, que se destaca por su claridad y sobriedad”12.

3. ¿Culto mariano?

El Papa Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II el 25 de enero del 1958. Este magno evento de la Iglesia universal además de fundamentar el proceso de actualización del Evangelio, de la celebración de la fe y la renovación de los caminos pastorales a la luz de la época actual, marcó un sustancial cambio de enfoque en la doctrina mariológica y del culto mariano.

El documento preparatorio esquemático preparado por la comisión encargada, fue transformado después de una votación histórica el 29 de octubre del 1963 y pasó de ser un documento autónomo dedicado a la Virgen María a un capítulo del documento sobre la Iglesia Lumen Gentium. Los padres conciliares por un estricto margen de votación tomaron la decisión de cambio de orientación general13.

Las dos corrientes mariológicas: uno de tendencia cristotípica (que valoraba la eminencia y la singularidad de María), y la otra de carácter eclesiotípico (que insertaba a María en el contexto de la historia e la salvación y en la vida de la Iglesia) se habían confrontado y el debate había favorecido la segunda postura. Esta decisión conciliar permitió el cambio sustancial en el recorrido de la mariología que fue plasmado en el capitulo ocho de dicho documento. El Vaticano II ha sido el Concilio que más ha hablado de María, no tanto definiendo nuevas doctrinas, sino sustancialmente integrando el misterio de María a la historia de la salvación y reorganizando toda la doctrina a partir de ese enfoque.

12 Cfr. A.D. MORATALLA, o.c. 13 Cfr. LUMEN GENTIUM, 32.

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La razón de todo esto es que la anterior mariología de privilegios había diluido, a causa del método escolástico fundamentalmente filosófico deductivo, la inspiración bíblica y litúrgica original, dando paso a una mariología acompañada por un devocionismo espiritual intimista y popular, que a su vez no daba cabida al necesario discurso centrado en Cristo y en la única Iglesia que Cristo fundó.

Esta revisión resultó ser necesaria para la renovación (aggiornamento) a partir de ese momento, en especial apuntando al fin ecuménico del mismo concilio: la recuperación de la unidad de los cristianos y de los creyentes y de la unidad entre fe, vida y cultura del hombre de hoy. Dijo el Cardenal Ratzinger citando Hugo Rahner que: “La mariología fue pensada y enfocada por los santos Padres (en el Concilio Vaticano II) como eclesiología”14. Se puede dividir el documento en cinco partes:

1. María integrada a la Historia de la salvación

María es la madre de Cristo y madre de los hombres unida al misterio de Cristo y al misterio de la Iglesia. Se le presenta como madre de Dios y del Redentor, como hija predilecta del Padre y templo del Espíritu Santo. “Es verdaderamente la madre de los miembros de Cristo porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella Cabeza”.

2. María en el misterio de Cristo

Se muestra María en función de la historia de la Salvación en el Antiguo Testamento: Gen 3, 15, Is 7, 14; Miq 5, 2-3; Mt 1, 22-23. María está representada como la excelsa Hija de Sión que ve cumplirse las promesas mesiánicas de salvación. En relación al Nuevo Testamento se refiere a María en los momentos de mayor importancia: La Anunciación, en la unión con el Niño Jesús, en el ministerio público de Jesús LG n. 58, después de su resurrección y de su Ascensión15.

3. María en el misterio de la Iglesia

El documento presenta en esta parte la doctrina tradicional de María colaboradora de la obra de salvación para el restablecimiento de la vida sobrenatural de los hombres por lo cual es nuestra madre en el orden de la gracia. También es mediadora de manera subordinada a Cristo único mediador, como Abogada, Auxiliadora, Socorro e intercede desde el cielo procurando ayudar a conseguir los dones de la salvación eterna. María es como Virgen y Madre tipo de la Iglesia la Nueva Eva que presta atención con fe no adulterada por ninguna duda al mensaje de Dios. También se da otro paralelismo entre

14 Cfr. LUMEN GENTIUM, 45.

15 Cfr. J. Ratzinger, L’Osservatore Romano, n.34, 25 de agosto del 2000.

16 Cfr. LUMEN GENTIUM, 29.

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la fecundidad de María y de la Iglesia dado que la imita en el conservar virginalmente la fe íntegra, la esperanza firme y el amor sincero. María es el ejemplo más perfecto en la lucha contra el pecado, en las virtudes y en la santidad.

4. Orientaciones sobre el culto a María

El culto a María se ha mantenido en el tiempo a partir de la proclamación profética del Magnificat Lc 1, 48 “Me proclamarán bienaventurada todas las generaciones…” dado que el culto de veneración a ella tributado por los fieles siempre se abre a la glorificación del Hijo en el cual reside toda plenitud Col 1, 19. El documento motiva sobre todo a la devoción a realizar a lo largo del año litúrgico como Madre de Dios y Madre nuestra y a imitar sus virtudes.

5. María señal de esperanza segura y de consuelo

María glorificada en los cielos en cuerpo y alma es la imagen y comienzo de la Iglesia en su plenitud hasta que llegue el día del Señor y llegar a ser un solo pueblo reunidos en paz y concordia.

6. Proclamación de Pablo VI de María como Madre de la Iglesia el 21 de noviembre de 1964.

Aunque no haga parte directa del documento la proclamación de María como Madre de la Iglesia por Pablo VI ocurrió el 21 de noviembre del 1964, clausura de la 3 sesión que aprobó la Constitución sobre la Iglesia Lumen Gentium, es decir el mismo documento que habla de María16. El Papa Pablo VI que culminó el Concilio quiso de esta manera conciliar y sellar la unidad de las dos corrientes mariológicas que habían gestionado el texto aprobado con la aprobación de un titulo mariano y mariológico que desde los primeros siglos era conocido en los Padres (Cromacio de Aquilea +407) y que en un cierto sentido reunía el aspecto cristológico y el eclesiológico del mismo documento:

“María está próxima a nosotros, es hija de Adán, hermana nuestra, de la misma naturaleza humana, que nos dio ejemplo de fe, de discípula de Cristo que realizó las bienaventuranzas predicadas por Cristo”,…, (por esto),…”toda la Iglesia concluye el pontífice toma ejemplo absolutísimo de la Virgen Madre de Dios para imitar perfectamente a Cristo”.

El Concilio quiso, ubicando María en la Historia de la Salvación como Nueva Eva entre el misterio de Cristo y de la Iglesia, valorar plenamente su condición de persona, creyente, madre y discípula, ejemplo vivo para todos y que sigue presente y actuante en su mediación, intercesión en la realidad devocional de cada bautizado y de toda la Iglesia. 4. CONCLUSIONES

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El tema de nuestra propuesta para el desarrollo de la ponencia, El silencio de María: Resistencia y Profecía, se ha contextualizado en el ámbito del análisis bíblico-teológico-pastoral, desde la perspectiva de la realidad eclesial latinoamericana, cuya finalidad es potenciar la figura y la misión de la Virgen María en la compleja situación que vive nuestro Continente.

Consideramos que la línea vertebral de esta investigación se centra en una fuerte propuesta eclesial, en la cual María, paradójicamente hablando, transforma su silencio espiritual y teológico en una actitud crítica frente a la vida.

El entorno geo-político y socio-religioso que vive esta mujer es de violencia, injusticia y corrupción frente al mundo romano. María, no solamente concibe a Jesús, el Hijo de Dios, sino que lo entrega a la humanidad para que proponga una revolución fundamentada en el amor.

Silencio, Resistencia, Profecía, son tres claves que, analizadas con objetividad y amplitud, constituyen un proyecto de vida en una cultura de muerte. La dinámica del silencio engendra testigos para un Continente joven, desangrado por el dominio de potencias extranjeras, cuyo afán de poder es desmedido.

El silencio sirve para lo que no sirven otras palabras. En el silencio caben las cosas que no caben en las palabras. Con su palabra el hombre trasciende a los animales, sin embargo con sus silencio se trasciende a sí mismo.

El hombre debe aprender a escuchar lo que oye y a contemplar lo que ve. Con el silencio del corazón se escucha lo que se oye con los oídos, por que la salvación entra por los oídos, dice San Pablo. Con el silencio del corazón se contempla lo que vemos por los ojos porque las gloria del señor entra por los ojos, dice San Juan. Verdadero discípulo es aquel que como María de Betania se sienta a escuchar y contemplar a Cristo Jesús como Verbo encarnado en el silencio de María, a Cristo Jesús Palabra de salvación que se forjó en el silencio de 30 años de Nazaret y al verbo eterno que brotó del silencio eterno de Dios Padre.

El cristiano, ha de vivir al menos, como si Dios no existiera, para encontrarse siempre con Dios y ante Dios. Esta renuncia es un reencuentro con Dios, un replanteamiento del lugar de la fe, que tiene dos consecuencias principales.

En primer lugar se trata de no manipular la fe, de no hacer de ella una variable funcional para mejor comprender el mundo. Hemos visto que Bonhoeffer acepta plenamente el envite de los maestros de la sospecha. La mejor forma de que Dios no sea opio adormecedor de conciencias ni ilusión mixtificadora del sufrimiento, es afrontar la fe como una relación no manipulable a nuestra conveniencia.

En segundo lugar, se trata de vivir esta vida con todas sus consecuencias, y por tanto situar la fe en esta vida, hacer de ella nuestra humanidad, la fe como un todo y no como una mera modalidad de vida. La diferencia fe - religión arranca de Lutero y deja la

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primera del lado de lo antropológico, y la segunda del lado de lo existencial . Iglesia para el mundo.

Si la fe es intramundana, si la fe es encuentro con Dios en Cristo, sin seguros de vida contra la autonomía de la existencia mundana, la Iglesia no puede vivir para ella. Bonhoeffer acusa a la iglesia de su tiempo de haberse dedicado a defenderse y justificarse en lugar de realizar su verdadera misión: el servicio al hombre, la defensa de la justicia. La iglesia es sólo iglesia cuando existe para los demás.

El fundamento de esta proexistencia de la Iglesia es doble. El mundo y la vida son las coordenadas de situación de la fe. Y Cristo el punto de encuentro con Dios. Cristo es un ser para los demás. La única forma de manifestar a Cristo es vivir con él la donación a los otros. Y esto se hace colaborando, no dominando, por eso aconseja a la iglesia guardarse de adorar el poder y su fuerza. Del mismo modo, entiende que el carácter relacional de Cristo, hace insustituible la dimensión social (eclesial) de la fe.

El silencio de María es profético y revolucionario. ¿No intentaron los profetas cumplir simplemente una mediación inofensiva entre las clases que fracasó por la resistencia de los ricos? ¡Más de uno se lo preguntará! El profeta cree firme e inquebrantablemente en el cumplimiento de la palabra de Dios cuyo predicador es él mismo. Pero exige la misma convicción de fe también de los que lo escuchan. Y por esta conciencia de haber sido enviado el profeta lucha, aunque esto determine que, mientras el sacerdote es competente para el culto y los demás estados tienen sus propias atribuciones, el profeta parezca flotar en el vacío.

El pueblo es la esfera en la que ha de trabajar el profeta, el pueblo que es considerado a veces como una sociedad de gente de una misma sangre y otras veces como el pueblo elegido de Dios. ¿Cómo se presenta este pueblo? El individuo se halla arraigado en una sociedad de una misma raza, lo cual tiene su significado también en lo referente a la religión.

En efecto, parece imposible sembrar nuevas ideas en sociedad tan fuertemente estructurada. El profeta ve estos siniestros enredos y corre peligro de verse enfrentado contra Dios, el verdadero Soberano y Dueño del pueblo. Pero, tal enfrentamiento contra Dios es posible solamente, si el profeta sabe que Él está muy cerca y siente su acción en lo más profundo del alma. “La convicción de los profetas de su unión con Dios es una experiencia tranquila, libre de todo entusiasmo sentimental, que se destaca por su claridad y sobriedad”. María une su silencio al Dios. Renueva su resistencia con la fuerza de Aquel que viene de lo Alto.

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P. MILKO RENÉ TORRES ORDÓÑEZ

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