como mejorar su autoestima nathaniel branden

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Incorporación de uno de los títulosde más éxito del autor a sucolección. Constituye una guía paralograr, paso a paso, fortalecer elsentimiento de la propia valía.Ofrece técnicas simples quepodemos practicar hoy, estasemana, este mes, si queremostransformar de manera radicalnuestro modo de pensar y sentircon respecto a nosotros mismos y,por lo tanto, nuestro modo de vivir.En una época de desafíos ypresiones crecientes, es muyimportante centrarse en uno mismo

y afrontar la vida con confianza yoptimismo. Si esta es su meta,Cómo mejorar su autoestima leenseñará a liberarse de conceptosnegativos sobre usted mismo y desus conductas autodestructivas,reconocer qué no es la autoestima,liberarse de la culpa, viviraceptándose, ser auténtico en susrelaciones, hacerse responsable desu propia felicidad y dejar de culpara los otros y al mundo, derribarbarreras internas para obtener éxitoen el trabajo y en el amor, viviractivamente, fomentar laautoestima de los otros y hallar el

coraje de amarse como persona ycomprender que ese es su derecho.

Nathaniel Branden

Cómo mejorar suautoestima

ePUB v1.0iBrain 06.06.12

Título original: How to Raise Your Self-EsteemNathaniel Branden, Bantam (October 1,1988)Autor, fecha de publicación deloriginal.Traducción: El nombre del traductorISBN-10: 0553266462ISBN-13: 978-0553266467ePub base v2.0

La importancia de laautoestima

El modo en que nos sentimos conrespecto a nosotros mismos afectavirtualmente en forma decisiva todos losaspectos de nuestra experiencia, desdela manera en que funcionamos en eltrabajo, el amor o el sexo, hasta nuestroproceder como padres y lasposibilidades que tenemos de progresaren la vida. Nuestras respuestas ante losacontecimientos dependen de quién yqué pensamos que somos. Los dramas denuestra vida son los reflejos de la visión

íntima que poseemos de nosotrosmismos. Por lo tanto, la autoestima es laclave del éxito o del fracaso.

También es la clave paracomprendernos y comprender a losdemás.

Aparte de los problemas de origenbiológico, no conozco una soladificultad psicológica —desde laangustia y la depresión, el miedo a laintimidad o al éxito, el abuso delalcohol o de las drogas, el bajorendimiento en el estudio o en el trabajo,hasta los malos tratos a las mujeres o laviolación de menores, las disfuncionessexuales o la inmadurez emocional,

pasando por el suicidio o los crímenesviolentos— que no sea atribuible a unaautoestima deficiente. De todos losjuicios a que nos sometemos, ninguno estan Importante como el nuestro propio.La autoestima positiva es el requisitofundamental para una vida plena.

Veamos qué es la autoestima. Tienedos componentes: un sentimiento decapacidad personal y un sentimiento devalía personal. En otras palabras, laautoestima es la suma de la confianza yel respeto por uno mismo. Refleja eljuicio implícito que cada uno hace de suhabilidad para enfrentar los desafíos dela vida (para comprender y superar los

problemas) y de su derecho a ser feliz(respetar y defender sus intereses ynecesidades).

Tener una alta autoestima es sentirseconfiadamente apto para la vida, esdecir, capaz y valioso, en el sentido queacabo de indicar. Tener una autoestimabaja es sentirse inútil para la vida;errado, no con respecto a tal o cualasunto, sino equivocado como personaTener un término medio de autoestima esfluctuar entre sentirse apto e Inútil,acertado y equivocado como persona, ymanifestar estas incoherencias en laconducta (actuar a veces con sensatez, aveces tontamente), reforzando, así, la

inseguridad.La capacidad de desarrollar una

confianza y un respeto saludables pornosotros mismos es Inherente a nuestranaturaleza, ya que la capacidad depensar es la fuente básica de nuestraidoneidad, y el hecho de que estemosvivos es la fuente básica de nuestroderecho a esforzarnos por conseguirfelicidad. Idealmente, todo el mundodebería disfrutar de un alto nivel deautoestima, experimentando tanto una feIntelectual en sí mismo como una fuertesensación de que merecemos ser felices.Por desgracia, sin embargo, hay muchagente a la que esto no le ocurre.

Numerosas personas padecensentimientos de Inutilidad, Inseguridad,dudas sobre si mismas, culpa y miedo aparticipar plenamente en la vida, unavaga sensación de que "lo que soy no essuficiente". No siempre estossentimientos se reconocen y admiten confacilidad, pero ahí están.

En el proceso del desarrollo, y en elproceso de la vida en sí, nos resultasumamente fácil apartarnos de unconcepto positivo de nosotros mismos, ono llegar a formarlo nunca. Tal vez nopodamos jamás estar satisfechos connosotros mismos a causa de laaportación negativa de los demás, o

porque hemos faltado a nuestra propiahonestidad, integridad, responsabilidady autoafirmación, o porque hemosjuzgado nuestras acciones con unacomprensión y una compasiónInadecuadas.

Sin embargo, la autoestima essiempre una cuestión de grado. Nunca heconocido a nadie que careciera porcompleto de autoestima positiva, nitampoco he conocido a nadie que nofuera capaz de desarrollar su autoestima.

Desarrollar la autoestima esdesarrollar la convicción de que uno escompetente para vivir y merece lafelicidad, y por lo tanto enfrentar a la

vida con mayor confianza, benevolenciay optimismo, lo cual nos ayuda aalcanzar nuestras metas y experimentarla plenitud. Desarrollar la autoestima esampliar nuestra capacidad de serfelices.

Si comprendemos esto, podemosapreciar que el hecho de cultivar laautoestima nos interesa a todos. No esnecesario llegar a, Odiarnos para poderaprender a querernos más; no tenemosque sentirnos Inferiores para deseartenernos más confianza. No hemos desentirnos infelices para desear ampliarnuestra capacidad de alegría.

Cuanto más alta sea nuestra

autoestima, mejor preparados estaremospara afrontar las adversidades; cuantomás flexibles seamos, más resistiremoslas presiones que nos hacen sucumbir ala desesperación o a la derrota.

Cuanto más alta sea nuestraautoestima, más posibilidadestendremos de ser creativos en nuestrotrabajo, lo que significa que tambiéntendremos más posibilidades de lograrel éxito.

Cuanto más alta sea nuestraautoestima, más ambiciosos tenderemosa ser, no necesariamente en nuestracarrera o profesión o en un sentidoeconómico, sino en términos de lo que

esperamos experimentar en la vida en elplano emocional, creativo y espiritual.

Cuanto más alta sea nuestraautoestima, más posibilidadestendremos de entablar relacionesenriquecedoras y no destructivas, ya quelo semejante se atrae entre sí, saludllama a la salud, y la vitalidad y lagenerosidad de ánimo son másapetecibles que el vacío afectivo y latendencia a aprovecharse de los demás.

Cuanto más alta sea nuestra estima,más inclinados estaremos a tratar a losdemás con respeto, benevolencia ybuena voluntad, ya que no lospercibiremos como amenaza, no nos

sentiremos "extraños y asustados en unmundo que nunca hicimos" (citando elpoema de A. E. Housman), y porque elrespeto por uno mismo es la base delrespeto por los demás.

Cuanto más alta sea nuestra estima,más alegría experimentaremos por elsolo hecho de ser, de despertarnos porla mañana, de vivir dentro de nuestroscuerpos.

Estas son las recompensas de laconfianza y el respeto por nosotrosmismos.

E n Honoring the Self he analizadocon detalle por qué existen talescorrelaciones; pero creo que está claro

que si deseamos ampliar nuestrasposibilidades positivas y, por lo tantotransformar la calidad de nuestraexistencia, debemos empezar pordesarrollar nuestra autoestima.Examinemos más profundamente elsignificado de la autoestima.

La autoestima, en cualquier nivel, esuna experiencia íntima; reside en elnúcleo de nuestro ser. Es lo que yopienso y siento sobre mi mismo, no loque otros piensan o sienten sobre mí.

Cuando somos niños, los adultospueden alimentar o minar la confianza yel respeto por nosotros mismos, segúnque nos respeten, nos amen, nos valoren

y nos alienten a tener fe en nosotrosmismos, o no lo hagan. Pero aun ennuestros primeros años de vida nuestraspropias elecciones y decisionesdesempeñan un papel crucial en el nivelde autoestima que a la largadesarrollemos. Estamos lejos de sermeros receptáculos pasivos de lasopiniones que los demás tengan denosotros. Y de todos modos, cualquieraque haya sido nuestra educación, comoadultos la cuestión está en nuestrasmanos.

Nadie puede respirar por nosotros,nadie puede pensar por nosotros, nadiepuede imponernos la fe y el amor por

nosotros mismos.Puedo ser amado por mi familia, mi

pareja y mis amigos, pero no amarme amí mismo. Puedo ser admirado por missocios y considerar no obstante quecarezco de valores. Puedo proyectar unaimagen de seguridad y aplomo queengañe a todo el mundo, y temblarsecretamente porque me siento inútil.

Puedo satisfacer las expectativas delos demás y no las mías; puedo obteneraltos honores y sin embargo sentir queno he logrado nada; puedo ser adoradopor millones de personas pero despertarcada mañana con una deprimentesensación de fraude y de vacío.

Alcanzar el "éxito" sin alcanzar unaautoestima positiva es estar condenado asentirse como un impostor que esperacon angustia que lo descubran.

Así como el aplauso de los otros nogenera nuestra autoestima, tampoco lohacen el conocimiento, ni la destreza, nilas posesiones materiales, ni elmatrimonio, ni la paternidad omaternidad, ni las obras debeneficencia, ni las conquistas sexuales,ni las cirugías estéticas. A veces estascosas pueden hacernos sentir mejor conrespecto a nosotros mismos por untiempo, o más cómodos en determinadassituaciones; pero comodidad no es

autoestima.Lo trágico es que la mayoría de las

personas buscan la autoconfianza y elautorrespeto en todas partes menosdentro de sí mismas, y por ello fracasanen su búsqueda. Veremos que laautoestima positiva se comprende mejorcomo una suerte de logro espiritual, esdecir, como una victoria en la evoluciónde la conciencia. Cuando comenzamos aconcebirla de este modo, como unestado de conciencia, descubrimos lanecedad de creer que sólo con lograrque los demás se formen una impresiónpositiva de nosotros disfrutaremos deuna consideración positiva por parte de

nosotros mismos. Dejaremos dedecirnos: si pudiera lograr otro ascenso;si pudiera ser esposa y madre; sipudiera ser considerado un buen padre;si pudiera comprarme un coche másgrande; si pudiera escribir otro libro,adquirir otra empresa, tener un nuevoamante, recibir otro premio, lograr unreconocimiento más de mi"abnegación"... entonces me sentiríarealmente en paz conmigo mismo. Nosdaremos cuenta de que, puesto que labúsqueda es irracional, ese anhelo por"algo más" existirá siempre.

Si la autoestima es el juicio de quesoy apto para la vida, la experiencia de

mi propia capacidad y valía, si laautoestima es una concienciaautoafirmadora, una mente que confía ensí misma, nadie puede generar estaexperiencia, salvo uno mismo.

Cuando apreciamos la verdaderanaturaleza de la autoestima, vemos queno es competitiva ni comparativa.

La verdadera autoestima no seexpresa por la autoglorificación aexpensas de los demás, o por el afán deser superior a los otros o de rebajarlospara elevarse uno mismo. La arrogancia,la jactancia y la sobrevaloración denuestras capacidades reflejan más bienuna autoestima equivocada y no, como

imaginan algunos, un exceso deautoestima.

El estado de una persona que noestá en guerra ni consigo misma ni conlos demás, es una de las característicasmás significativas de una autoestimasana.

La importancia de una autoestimasana radica en que esa es la base denuestra capacidad para responder demanera activa y positiva a lasoportunidades que se nos presentan en eltrabajo, en el amor y en la diversión.Además, es la base de esa serenidad deespíritu que hace posible disfrutar de lavida.

El concepto de simismo como destino

El concepto que cada uno denosotros tiene de sí mismo consiste enquién y qué pensamos que somosconsciente y subconscientemente,nuestros rasgos físicos y psicológicos,nuestras cualidades y nuestros defectosy, por encima de todo, nuestraautoestima. La autoestima es elcomponente evaluativo del concepto desi mismo.

Este concepto modela nuestrodestino, es decir, que la visión más

profunda que tenemos de nosotrosmismos influye sobre todas nuestraselecciones y decisiones mássignificativas y, por ende, modela el tipode vida que nos creamos.

Las breves ilustraciones que siguenprocuran clarificar cómo el concepto desí mismo afecta a los sentimientos y a laconducta. Lea estas historias con esaperspectiva en mente.

Alicia tenía treinta y cuatro años ytrabajaba de vendedora en unosgrandes almacenes. Aunque manteníacon un hombre una relación que elladescribía como "confortable", nunca sehabía casado. En nuestro primer

encuentro explicó que no tenía ningunaqueja específica, sino más bien unasensación de insatisfacción general, lasensación de que "la vida debe ser algomás que esto". Luego agregó:

"Me gustaría entenderme mejor, yme gustaría ser más emprendedora".

Le pedí que cerrara los ojos y sesumergiera en la siguiente fantasía:

"Piense que está al pie de unamontaña, cualquier clase de montañaque desee imaginar. Hay un sendero queconduce hasta la cima. Comienza acaminar. A medida que sube, siente elesfuerzo en los músculos de las piernas.¿Hay árboles y flores en la ladera de

esta montaña?.. Mientras sube vatomando conciencia de algo muyinteresante: Todos los miedos, dudas einseguridades de su vida cotidianaparecen desaparecer, como si fueran unexceso de equipaje que usted ya nonecesita. Cuanto más asciende, más librese siente. A medida que se acerca a lacima se da cuenta de que casi no pesanada. Tiene la mente despejada. Sesiente más fuerte, más segura de simisma que durante toda su vida anterior.Imagine ese estado y explórelo. ¿Legusta? ¿Y, cómo se siente su cuerpocuando usted tiene confianza en sí mismay está libre de dudas y de miedos?..

Ahora está apenas a unos pasos de lacima de la montaña. Ahora se detiene enla cima y contempla el mundo. ¿Cómo sesiente? ¿Qué sensación tiene ahora de surelación con el mundo? ¿Cómo es estarsin las viejas y conocidas dudas?Tómese unos minutos para explorar eseestado... Y ahora dé la vuelta ycomience a bajar. Y mientras sigue elsendero montaña abajo, fíjese en si llevaconsigo su fuerza y su libertad nuevas, osi dejó esos sentimientos en la cima.¿Vuelve a sentir los viejos pesosmientras va acercándose al pie de lamontaña? Y al regresar al punto desde elcual partió, ¿puede contemplar al mundo

desde una nueva perspectiva? ¿Cómo sesiente? ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Seexperimenta a usted misma de unamanera diferente?".

Al cabo de unos instantes abrió losojos.

—Me encantó estar en la cima. Mesentí yo misma, aunque es un yo quenunca fui. Y me sentía sola. Y asustada.Y oí la voz de mi madre que me decía:"Este no es tu lugar". Cuando bajaba porla montaña sentí que volvía mi viejapesadez, pero no del todo. Había algodiferente. Y allá arriba hubo unmomento en que... en que fui libre.Realmente libre. Sabía que podía hacer

cualquier cosa. Sabia que nada medetenía, salvo yo misma. Realmentepodía sentir eso, experimentarlo, nocomo una teoría, ¿me entiende?, sinocomo algo real, algo que sentía en elcuerpo y veía con toda mi mente. Fuecasi como un momento de embriaguez.Pero era una embriaguez que no meapartaba de la realidad. Era más bien unaumento de la visión.

—¿Tal vez subir más alto podríasignificar ir en contra de su madre? —sugerí—. ¿Contradecir la opinión queella tiene de las cosas?

—Supongo que sí... dejar de ser suhija.

—Y, visto de ese modo, parece unaelección difícil.

—¿Puedo gustarme a mí misma si nole gusto a mi madre?

—¿Puede? —le insinué.—No veo por qué no. Y tal vez ella

aprenda también. Tal vez ella se adaptea mí en lugar de ser yo quien se adapte aella.

—¿Ha pensado alguna vez en quecasi todos los viajes iniciáticosempiezan cuando el héroe deja su hogar,cortando el lazo que lo une como unafuerza de gravitación, a su familia?

Lo principal de mi trabajo conAlicia consistió en enseñarle a adquirir

un mayor conocimiento de sí misma(conocimiento de sus sentimientos,deseos, pensamientos y aptitudes),autoaceptación (aprender a no rechazarsu experiencia y a no mantener consigomisma una relación de rivalidad) yautoexpresión en la acción(autoafirmación), que son algunos de lospilares más importantes de laautoestima. Alicia utilizó la imagen deembarcarse en un viaje para romper susataduras familiares, y eso leproporcionó una nueva perspectiva.Después de varios meses de terapia dijoque había alcanzado su meta, y la terapiafinalizó.

Seis meses más tarde recibí unaalentadora carta en la cual me informabacon alegría que una semana después determinar la terapia había dejado sutrabajo y abierto su propio negocio,"algo que deseaba hacer desde hacíaaños, pero nunca me sentía con fuerzaspara ello", y que le iba muy bien. "En mifamilia se suponía que las mujeres nosirven para los negocios, pero ahora yahe olvidado del todo esas tonterías. Loque obtuve mediante la terapia fue saberque mi vida me pertenece a mí —¿no esesto fundamental para la autoestima?—y que si hay algo que quiero de verdad,¿por qué no voy a tratar de conseguirlo?

Ahora ya estoy preparada para empezara pensar en mis relaciones."

Alicia no carecía de autoestima laprimera vez que me consultó. Sinembargo, una parte de ella estabainvertida en valores falsos: en lacreencia de que la aprobación de sumadre era necesaria para su bienestar ypara su respeto por si misma. Alaprender a eliminar esa inversión, alvolver a tomar la vida en sus propiasmanos y vivir según su propio juicio,elevó su autoestima de manera natural yabrió la puerta a posibilidades que anteshabía creído fuera de su alcance.

¿Hay algo en la historia de Alicia

que tenga relación con la experienciaque ha vivido usted?

Carlos, de cincuenta años, banquerode gran éxito, vino a verme a causa deuna profunda infelicidad en susrelaciones personales y un miedo muyarraigado, oculto tras una máscara deaparente calma y seguridad. "Esincreíblemente fácil engañar a la gentecon respecto a mi autoconfianza —dijo—. Y es porque ellos también se sienteninseguros". Divorciado después dequince años de matrimonio, hacía tresaños que estaba con una misma mujer,separándose, reconciliándose yvolviendo a separarse. "La verdad es

que no tengo mucha consideración porella. Pero ella me adora, se aferra a mí,quiere estar conmigo todo el tiempo. Esuna relación segura y simple. Peleamosporque yo no quiero casarme. Yo lahumillo, le reprocho sus aventurasanteriores. Ella me echa en cara que yotengo miedo a comprometerme. Pero,¿por qué tendría que comprometermecon una mujer que, en realidad, en elfondo, no me interesa? ¿Qué estoyhaciendo, pues, con ella?".

Lo que yo vi cuando miré el rostrode este hombre de mediana edad, cuyoscabellos comenzaban a escasear, fue unchico asustado, confundido, angustiado,

que parecía salir a pedir ayuda desdelas profundidades de alguna pesadilla desu pasado. Yo sabía perfectamente queno era así como lo veían sus socios,pero me pregunté cómo hacían para noverlo de ese modo. Y pensé que susensación de invisibilidad debía deaumentar aun más sus sufrimientos.

Hijo único de una pareja deinmigrantes rusos venidos a menos, lohabían criado, según dijo, sin amor, sinel más ligero gesto de calidez o deafecto, y con una buena dosis dehumillante brutalidad física.

—Pero yo sabía que era inteligente yque podría sobrevivir. Sabía que podía

ver cosas que los demás no veían.Cómo hacer dinero, por ejemplo. A

los catorce años ya tenía mi primernegocio, que administraba con éxito. Yoquería dinero para ser libre. Hoy tengomucho. A mí, los negocios me resultanmuy fáciles. No sé por qué, pero así es.Las jugadas correctas me resultanobvias. En cuanto a mi vida personal, unpar de veces traté de confiarme a uno demis socios, y hablarle de misinseguridades. Se rió de mí, no me creía,ni siquiera quería escucharme. Vivo enun apartamento de dos dormitorios y nome interesan los lujos personales. Creoque no los merezco. Creo que no

merezco casi nada... ¿Sabe qué es lo queme gusta de usted? Que ve mi miedo ymi dolor y cree en ellos, no le asustan,no trata de cambiar de tema.

—Ya que hablamos de eso —le dije—, me pregunto cómo sería vivir en sucasa cuando usted tenía cinco años.

Mientras me contaba cómo y por quéesa época había sido verdaderamenteterrible, se le llenaron los ojos delágrimas. A medida que hablaba, el niñoque había sido emergía en su rostro cadavez con mayor claridad.

Era evidente que de niño, pese a suferoz voluntad de sobrevivir, Carlos sehabía formado un concepto de sí mismo

asombrosamente desfavorable, queexplicaba tanto su sentimiento de no sermerecedor de nada como su elección deuna mujer a la que tenía en baja estima.¿Quién era él para poseer el amor deuna mujer admirable? Y aunque sepermitía hacer dinero, no se permitíadisfrutarlo.

Decidí que el niño (o, másprecisamente, la parte de niño que habíaen el si-mismo del adulto) era el queencerraba la clave para recuperar laautoestima de Carlos. Ya que elconcepto del "sí-mismo niño" [child-self) es importante y volverá a aparecermás adelante en este libro,

detengámonos un poco paracomprenderlo mejor.

Todos nosotros hemos sido niñosuna vez y, aunque quizá no nos demoscuenta, llevamos ese niño dentro denosotros, como un aspecto del sujeto quesomos. A veces nos trasladamos alestado de conciencia del niño quefuimos, y respondemos a situaciones denuestra vida adulta como si, para todoslos fines prácticos, fuéramos todavía eseniño, con sus valores, emociones,perspectivas y su peculiar manera deinterpretar la experiencia. A veces estoes conveniente, por ejemplo, cuandoexperimentamos la espontaneidad y la

capacidad lúdica de los niños. Sinembargo, no lo es cuando reactivamoslas inseguridades, la dependencia y lalimitada percepción del mundo, propiasde los niños.

Podemos aprender a reconocer a eseniño, intimar con él y escucharatentamente lo que necesita decirnos,aunque sea doloroso. Podemos, enverdad, permitir que el niño se sientacómodo dentro de nosotros y, por lotanto, permitir que el sí-mismo niño seintegre en el sí-mismo adulto. Opodemos rechazar a ese niño, pormiedo, dolor o vergüenza ignorando suexistencia o sus necesidades. En este

último caso, el sí-mismo niño,abandonado y no integrado, empieza porlo general a causar estragos en nuestravida, de maneras que es probable que noreconozcamos; haciéndonos imposiblevivir una vida amorosa feliz,llevándonos a conductas impropias en eltrabajo, negándonos la libertad deformas de juego adultas, etcétera.

Yo quería explorar la hipótesis deque los primeros años de Carlos habíansido tan dolorosos que él se habíaentumecido psicológicamente parasobrevivir, que en el proceso demaduración había abandonado a su sí-mismo niño en una habitación cerrada

donde sus gritos apenas pudieran oírse,y que la redención de su autoestima nocomenzaría hasta que redimiera a ese sí-mismo niño. Mientras su si-mismo niñosiguiera sintiéndose rechazado yrepudiado por su sí-mismo adulto,mientras una parte de él siguiera tanimplacablemente condenada por otra desus partes, no habría modo de que suautoestima sobreviviera incólume.

Los primeros estadios de la terapia,por lo tanto, se concentraron en recorrerjunto con él los años de su infancia, ypermitirle que experimentara en nivelesmás y más profundos las indignidades,las humillaciones y el sentimiento

general de peligro y caos que habíanconstituido sus primeras impresiones dela vida. Esto se consiguióprincipalmente mediante una técnica decompletar oraciones gramaticales queocupa un lugar preponderante en mimétodo de terapia. Le expliqué a Carlosque le daría el principio de una oración,una oración incompleta, y que élrepetiría ese principio y terminaría laoración cada vez con un final diferente,sin preocuparse de que cada final fueraliteralmente cierto, o de que alguno delos finales pareciera oponerse a otro. Loque sigue son unos extractos de nuestrasprimeras sesiones.

Le di el principio Si el niño quetengo dentro pudiera hablar, diría..., yéstos son los finales que él añadió:

Tengo miedo.No entiendo.¿Por qué mamá siempre me grita?¿Por qué papá me pega?¿Por qué nada tiene sentido?¿Por qué nade juega conmigo?No sé cómo hablar con la gente.Siempre tengo pesadillas, y cuando

lloro papá me grita.¿Por qué, cuando me estoy bañando,

papá entra y se burla de mí?¿Por qué nadie me protege?Después le di el principio Una de

las cosas que tuve que hacer parasobrevivir fue...

Ser cauteloso.No sentir.Esconderme.Leer.Mantener los ojos bien abiertos cada

instante.Estar siempre alerta al peligro.No confiar en nadie.Aprender a ser independiente.En una sesión posterior: Una de las

cosas que mi sí mismo niño necesita demí es...

Permiso para ser espontáneo.Que lo escuche.

Que lo haga sentir seguro.Que lo deje llorar.Que lo abrace.Que no lo castigue como hizo papá.Que atienda a su dolor.Que lo consuele.Que esté a su lado.Que no huya de él.Si yo fuera más compasivo y

amable con mi sí-mismo niño...Lo dejaría jugar más.Se sentiría menos solo.No se sentiría abandonado por

todos.Yo podría ser el padre que él nunca

tuvo.

Lo dejaría disfrutar de las cosas.Él podría sentirse seguro.Ambos podríamos sentirnos seguros.Podría curarlo a él y a mí mismo.Cuando ya habíamos explorado estos

temas con bastante detalle, le pedí aCarlos:

—¿Podría cerrar los ojos, por favor,e imaginar al pequeño Carlos frente austed? ¿Cómo lo mira? ¿Cuál es laexpresión de sus ojos? Y quisiera sabercómo se sentiría usted, en este momento,si pudiera alargar los brazos, sentarlo ensu regazo y abrazarlo, y permitir que susbrazos le digan que esta a salvo, queahora usted está con él, y que lo

acompañará siempre, que al fin puedeconfiar en alguien y tenerle fe.

Quería que Carlos experimentara asu sí-mismo niño como una entidadseparada, sabiendo al mismo tiempo queestaba tratando con un aspectorechazado de sí mismo, al queposteriormente, tendría que integrar.

Carlos empezó a sollozarsuavemente.

—Parece herido, y enfadado, ydesconfiado, pero con una enormenecesidad de creer... Me siento muy bien—susurró.

—Está bien... permítale llorar conusted... los dos lloran juntos... Ahora

realmente entienden las cosas... muchomás de lo que se puede expresar conpalabras... las palabras no sonnecesarias... y usted puede sentir que...

Mediante la imaginación y lafantasía, Carlos retrocedió en el tiempopara rescatar a su sí-mismo niño, calmarsu dolor y darle un consuelo, un apoyo yuna firmeza que no había conocidonunca. Al hacerlo, Carlos empezó a"perdonar" a ese niño, a "perdonar" a susí-mismo niño —a comprender que noera necesario ningún perdón— por elhecho de que no hubiera sabidoapañárselas mejor; el niño habíaluchado por sobrevivir de la única

forma que conocía... A medida queCarlos fue asimilando e integrando estaperspectiva, su autoestima comenzó aaumentar.

Y a medida que su autoestima sefortalecía, empezó de inmediato aparecer más adulto y más masculino. Susi-mismo niño daba vida a su rostro, yno dolor. En las semanas siguientesrealizó más cambios, enteramente poriniciativa propia. Empezó a vestirsemejor, ya sin avergonzarse de podercomprar ropa cara. Dejó su modestoapartamento y se mudó a una hermosacasa. Terminó su insatisfactoria relaciónamorosa de tres años y comenzó a salir

con mujeres más inteligentes, realizadase independientes. Proyectaba másenergía y decisión. Parecía más vital.

Al recuperar e integrar una parteimportante pero rechazada de sí mismo,creció en estatura ante sus propios ojos.Al transformar su autoestima, transformósu vida.

Sugiero que se tome usted unmomento para explorar sus sentimientoshacia el niño que fue una vez, parapreguntarse sobre el papel que su sí-mismo niño podría ocupar en su vidaactual.

A Eva, de quince años, le iba mal enlos estudios. Rara vez volvía de la

escuela o de sus paseos a la hora quehabía prometido. Sus padres se quejabande sus frecuentes mentiras. Su madre,que confesaba que su propia vida habíasido bastante "disparatada" hasta que secasó, me dijo: "Estoy aterrada. Eva separece mucho a como era yo a su edad."El padre de Eva, corredor de bolsa,confesó: “yo también fui adolescente ysé lo que puede pasar. Yo tampoco eraun ángel, y Eva lo sabe, ya que nos haoído hablar a su madre y a mí. Quiero ami hija y me preocupa sucomportamiento."

El hermano mayor de Eva era buenalumno y un hijo modelo. En la terapia,

Eva admitió que lo consideraba el másguapo e inteligente de los dos. Sabía queella era única para provocar peleas conél. Para mí enseguida resultó evidenteque el único modo que conocía Eva dellamar la atención era ser "mala". Enotras palabras, tenía un pobre conceptode sí misma y parecía empeñada entraducirlo en una vida infeliz. Lacuestión era: ¿cómo generar un cambioen su concepto de sí misma y en suconducta?

Le pedí que se sentara ante un espejoy se estudiara. Dijo que hacer eso lemolestaba muchísimo; veía reflejado enel espejo todo lo que no le gustaba de

ella misma.Le sugerí que si podía pasar una

semana entera sin decirle a nadie unasola mentira, se sorprendería del cambioque encontraría en el espejo en nuestrasesión siguiente, aunque quizás elcambio fuera sutil y tuviera queobservarlo con ojos muy agudos. Lepareció una tontería, pero aceptó laconsigna. Aparte les pedí a los padresque admitieran cualquier cosa que ellales dijese esa semana y que nodesconfiaran de ella.

En la sesión siguiente se sentó frenteal espejo y dijo:

—Me veo peor.

Después confesó que le había dichotres mentiras a su madre. Estabasorprendida de que no la hubieranregañado. Nos pusimos de acuerdo enrepetir la tarea la semana siguiente.

Esta vez llegó temprano y, antes deentrar en mi consultorio, anunció en lasala de espera:

—¡No he dicho una sola mentira entoda la semana!

—Se apresuró a mirarse. —Mmmm... Dijo en voz baja; luego se diovuelta y me preguntó:

—¿Usted ve algo?—Veo una chica que eligió ser

sincera durante una semana.

Pero ella insistió:—¿Me veo diferente? —Le sugerí

que volviera a contemplarse en elespejo y lo decidiera ella misma. —Meveo más contenta —anunció.

—Bueno, es una diferencia, ¿no?Le sugerí que averiguáramos qué

pasaría si volviera a su casa todos losdías precisamente a la hora en que leshabía dicho a sus padres que lo haría.

La próxima sesión giró en partealrededor de sus padres.

—Mis padres tuvieron una peleaterrible. No me sorprendió.

—¿Por ti? —le pregunté.—No, por su relación.

Se sentó frente al espejo y le dijo asu imagen:

—¿Ves lo que pasa cuando no tecogen como excusa para pelear? —Yopermanecí en silencio, complacido porsu conclusión. —Creo que me estoyvolviendo más guapa —declaró.

Era su modo de decirme que habíalogrado cumplir la consigna de mantenersu palabra.

En una sesión posterior trabajamoscompletando oraciones. Los siguientesson sus finales para el principio Megusto más cuando...

No trato de ser como todos losdemás.

Hago lo que digo que haré.No hago el gandul en clase.Hago mis deberes.Digo la verdad.Me divierto con papá.Uso la cabeza en lugar de hacerme la

estúpida.No me meto en líos.No fumo marihuana.Me gusto menos cuando...Me hago la idiota.Me comporto como una inútil.Hago un escándalo para llamar la

atención.Como demasiado.Actúo impulsivamente.

No me callo mis opiniones ante lagente.

Miento.No cumplo mis promesas.Durante este período mantuve varías

sesiones paralelas con los padres deEva, y les alerté sobre el hecho de que,a medida que ella cambiara y mejorara,ellos podrían experimentar másdificultades en su matrimonio, puestoque Eva ya no les serviría dedistracción. También les advertí que enrealidad, podrían llegar a sabotear elprogreso de su hija para no tener queenfrentarse a sus propios problemascomo matrimonio. Nos pusimos de

acuerdo en reunirnos a intervalosregulares, junto con Eva y su hermano,para controlar las respuestas de lafamilia a los cambios de Eva. Así sesatisfaría su deseo de atención, pero deun modo beneficioso para todos losmiembros de la familia. Habíamoscomprometido su sensación de utilidad(además de su sensación de sentirsequerida y empezar a verse atractiva)junto con su sinceridad y su integridad.

Mientras Eva aprendía a vivir deuna manera más responsable, suautoestima aumentó. Se veía mejor. Sudeseo de vivir de un modo responsablese hizo más fuerte. Sus notas en la

escuela mejoraron. Comenzó a elegirmejor a sus amigos y actividades. Ella ysu hermano intimaron más. Uno de losresultados del tratamiento de Eva fueque sus padres vieron que sus propiosproblemas contribuían a aumentar lasdificultades de Eva, y buscaron consejoprofesional.

Eva aprendió a diferenciar entre losrasgos de sus padres que admiraba y losque no. Comenzó a diferenciar mejorcuáles eran los rasgos que ella imitaba,y a rechazar aquellos con respecto aloscuales, según percibía, sus propiospadres se sentían culpables. Cuando estose hizo evidente, sus padres se sintieron

aliviados. Abandonaron parte de laculpa que experimentaban como padresy aprendieron a apoyar los esfuerzos desu hija para convertirse en una adultafuerte y responsable.

En la ayuda que se le proporcionó aEva para que fortaleciera su autoestima,el paso más importante fue el primero:necesitaba dejar de mentir. No sólomentía a los demás sobre sus acciones,sino que se mentía a sí misma conrespecto a quién era, simulando unaineptitud que sus potencialidadesdesmentían. También hacía falta trabajarcon muchas otras cosas, pero suvoluntad de experimentar con la

sinceridad fue esencial para el comienzodel cambio.

¿Hay algún aspecto de la psicologíade Eva que pueda ser de importanciapara usted?

Confío en que el lector comprendaque en mi relato de estas historias heomitido algunos episodios. No es éste unlibro sobre el arte de la psicoterapia.Las historias se han simplificado paradestacar claramente los puntosprincipales que tienen relevancia paranuestros objetivos. Las he relatado paraque podamos comprender mejor que elsujeto y la entidad que pensamos serinfluyen sobre el modo en que actuamos;

para que apreciemos mejor el enormepoder del concepto de sí mismo.

Lo que principalmente nos interesaaquí es lo que nosotros, como adultos,podemos hacer para elevar el nivel denuestra autoestima, para aprender aqueremos y confiar más en nosotrosmismos, y para sentirnos más seguroscon respecto a nuestra eficacia.

Es cierto que algunos tal veznecesitemos de la psicoterapia pararesolver plenamente nuestrasdificultades; pero la mayoría podemoslograr bastante por nuestra cuenta,siempre que deseemos hacer el esfuerzo.La situación es más o menos similar a la

que se plantea con los ejercicios degimnasia: es innegablemente más fácilpracticarlos con un profesor oentrenador, pero con la ayuda de unlibro adecuado, es posible lograr unamejora importante de nuestro estadofísico. Todo se reduce a una cuestión devoluntad y determinación.

Queremos tener éxito en nuestravida. Queremos para nosotros mismos lomejor. Si la clave es la autoestima,¿cómo conseguirla?

Vivir conscientementeHay dos palabras que describen

inmejorablemente lo que podemos hacerpara aumentar nuestra autoestima, esdecir, para generar más confianza ennosotros mismos y respetarnos más.Estas son: vivir conscientemente. Elproblema es que esta frase quizá resultealgo abstracta para algunas personas; nose traduce de manera evidente en unaacción mental o física. Y si deseamoscrecer, necesitamos saber qué hacer.Necesitamos aprender nuevasconductas. De modo que debemospreguntar: si tratáramos de vivir más

conscientemente, ¿cómo y en quéa s p e c to s actuaríamos de maneradiferente?

Sólo con las conclusiones a que nosconduzca este libro responderemos aesta pregunta, pero antes veamos porqué el hecho de vivir conscientemente esla base de la autoconfianza y elautorrespeto.

La mente es nuestro medio desupervivencia fundamental. Todosnuestros logros específicamentehumanos son el reflejo de nuestracapacidad de pensar. Una vida llena deéxitos depende del uso adecuado de lainteligencia, es decir, adecuado a las

tareas y objetivos que nos proponemos ya los desafíos con que nos enfrentamos.Este es el hecho biológico central denuestra existencia.

Pero el uso adecuado de nuestraconciencia no es automático; más bien,es una elección. Tenemos libertad deobrar en pro de la ampliación o de lalimitación de la conciencia. Podemosaspirar a ver más o a ver menos.Podemos desear saber o no saber.Podemos luchar para obtener claridad oconfusión. Podemos vivirconscientemente, osemiconscientemente, o (para casi todoslos fines prácticos) inconscientemente.

Este es, en definitiva, el significado dellibre albedrío.

Si nuestra vida y nuestro bienestardependen del uso adecuado de laconciencia, la importancia que leotorguemos a la visión, prefiriéndola ala ceguera, es el componente másimportante de nuestra autoconfianza ynuestro autorrespeto. Será difícil quepodamos sentirnos competentes en lavida si vagamos (en el trabajo, en elmatrimonio o en la relación con loshijos) en medio de una niebla mentalautoprovocada. Si traicionamos nuestromedio fundamental de supervivenciatratando de existir de forma irreflexiva,

la impresión que nos formamos denuestros propios méritos quedaperjudicada en la misma medida, conindependencia de la aprobación odesaprobación de los demás. Nosotrosconocemos nuestros defectos, losconozcan o no los otros. La autoestimaes la reputación que adquirimos conrespecto a nosotros mismos.

Mil veces por día debemos elegir elnivel de conciencia en el cualfuncionaremos. Mil veces por díadebemos elegir entre pensar y no pensar.Gradualmente, con el tiempo,adquirimos una noción de la clase depersona que somos, según cuáles sean

las elecciones que hagamos, laracionalidad y la integridad quemostremos. Esa es la reputación a la queme refiero.

Cuanto más inteligentes somos,mayor es nuestra capacidad deconocimiento, pero el principio de vivirconscientemente sigue siendo el mismo,sea cual fuere el nivel de inteligencia.Vivir conscientemente significa conocertodo lo que afecta a nuestras acciones,objetivos, valores y metas, ycomportarnos de acuerdo con aquelloque vemos y sabemos.

En cualquier situación, vivirconscientemente significa generar un

estado mental adecuado a la tarea que serealiza. Conducir un coche, hacer elamor, escribir la lista de la compra,estudiar un balance, meditar, todo ellorequiere estados mentales diferentes,distintos tipos de procesos psíquicos.En lo referente a cuestiones defuncionamiento mental, el contextodetermina qué es lo adecuado. Vivirconscientemente significa hacerseresponsable del conocimiento adecuadoa la acción que estamos efectuando.Esto, sobre todo, es el fundamento de laautoconfianza y el autorrespeto.

La autoestima, pues, depende, no delas características con las que nacemos,

sino del modo en que usemos nuestraconciencia, de las elecciones quehagamos con respecto al conocimiento,la honestidad de nuestra relación con larealidad y el nivel de nuestra integridad.Una persona de gran inteligencia y granautoestima no se sentirá más adecuada ala vida o más merecedora de felicidadque otra persona con gran autoestima yuna inteligencia modesta.

Vivir conscientemente implicarespeto por los hechos de la realidad —los hechos de nuestro mundo interior asícomo los del mundo exterior—, encontraste con una actitud equivalente adecir: "Si yo no quiero verlo o

considerarlo, esto no existe". Vivirconscientemente es vivirresponsablemente para con la realidad.Lo cual no significa que tenga quegustarnos lo que vemos, sino quedebemos reconocer lo que es y lo que noes, y que los deseos o los miedos o losrechazos no alteran los hechos.

Para ilustrar lo que quiero decir con"vivir conscientemente", ofrezco lossiguientes ejemplos:

Vivir conscientemente. CuandoNicanor empezó a trabajar en un nuevoempleo, hizo todo lo posible paracumplir a la perfección con lo que se lepedía y no cesaba de buscar medios que

le permitieran realizar su tarea conmayor eficiencia. Además, procurócomprender el contexto más ampliodentro del cual se desarrollaba sutrabajo, a fin de poder ascender y noquedarse estancado para siempre en elnivel en el cual había empezado. Sudeseo básico era aprender, y así seguircreciendo en confianza, productividad eidoneidad.

Vivir inconscientemente. CuandoRodolfo empezó a trabajar en la mismaempresa, pensó que si memorizaba larutina de las tareas que le habíanasignado y no atraía sobre si unaatención negativa, conservaría el

empleo. Los desafíos no le atraían, puesimplicaban riesgo y requerían pensar. Secondujo dentro del nivel mínimo deconocimiento necesario para repetir losmovimientos que le habían enseñado, sinaportar nada por su parte. Rara vezdesviaba la vista de su puesto detrabajo, salvo para conversar con suscompañeros o soñar despierto. Nosentía curiosidad alguna por suactividad, más allá de lo más inmediato.¿Qué necesidad tenía? Total, el empleoya era suyo. Frente a él puso un reloj,para saber exactamente cuándo eran lascinco, hora de irse a casa. Cuando sevio frente a su supervisor y éste le

reprochó errores que había cometido, sucomportamiento típico fue buscarexcusas y hervir por dentro. Pero cuandoascendieron a Nicanor y a él no,Rodolfo se sintió perplejo y resentido.

¿Cuál de estos dos patrones deconducta se parece más al suyo? ¿Ycómo influye esta conducta en suautoestima?

Vivir conscientemente. Isabel, unamujer felizmente casada, me dijo unavez: "Una hora después de conocer alhombre con el que más tarde me casé, yopodría haberle dado una conferenciasobre las cosas que harían difícil laconvivencia con él. Lo considero el

hombre más excitante que he conocido,pero nunca me engañé con respecto aque también es extremadamenteintrovertido. A veces parece un profesordistraído. Pasa muchísimo tiempo en sumundo personal privado. Tuve quesaberlo desde el principio, de locontrario más tarde me habría sentidomuy defraudada. El nunca trató dedisimular la clase de hombre que era.Yo no entiendo a la gente que semanifiesta herida o disgustada por elmodo en que sus parejas resultan ser.¡Es tan fácil conocer a la gente, con sóloprestar un poco de atención!. Soy felizen mi matrimonio, pero no porque me

diga que mi marido es “perfecto” o “notiene defectos”. Creo que es por eso quesé apreciar su fuerza y sus virtudes: yoestoy dispuesta a verlo todo."

Vivir inconscientemente. Luisa, unamujer que vino a verme para lapsicoterapia, me dijo en la primerasesión:

"Con los hombres tengo una malasuerte terrible. ¿Cuántas mujeres puedendecir que sus tres últimos amantes lespegaban? No sé por qué pasan estascosas. ¿Por qué tiene que sucederme amí, Dios, por qué a mí? En realidad, nopuedo decir que me tomo el trabajo deconocerlos antes... ¿me entiende? Para

mí, la inseguridad forma parte de laemoción, ¿no? Y después, cuandoempiezan a sacudirme, me llevo unasorpresa tremenda... ¡No puedo creer loque está pasando!. Bueno, creo que máso menos sabía... de algún modo... queme iban a traer problemas. Habíaseñales. ¡Pero yo quería que las cosassalieran bien!. Yo quería que cada unode ellos fuera el Hombre Perfecto. Asíque, aunque me enteraba de cómo habíantratado a otras mujeres, me decía:“Conmigo va a ser diferente”. Mepregunto si las otras mujeres también sehabrán dicho lo mismo... Mamá solíaaconsejarme: “Mira antes de cruzar”.

¿Pero así, qué diversión hay? A mí megusta cerrar los ojos... y caer. ¡Que sealo que Dios quiera!. Esa es mi filosofía.Si pudiera encontrar un tipo de hombremejor..."

De más está decir que estas dosmujeres representan los extremos de dosactitudes opuestas. En sus relacionespersonales, ¿qué actitud está más cercade la suya?

Vivir conscientemente. CuandoRogelio era chico, veía y oía muchascosas que no entendía. Oía a su madre,que le aleccionaba sobre las virtudes dela honestidad y luego, en muchasocasiones, la oía mentirles a los

vecinos. Veía que su padre miraba a sumadre con odio y unos instantes despuésle decía: "Sí, querida, tienes razón, tepido disculpas". Veía que los adultoscasi nunca decían la verdad sobre sussentimientos; que por lo generalparecían desdichados y derrotados,aunque ello no les impedía pronunciardiscursos sobre cómo tener éxito en lavida. Parecían preocuparse mucho máspor lo que pensaban los otros que por loque era correcto. Rogelio se sentíadesanimado, y a veces asustado por loque veía, pero seguía mirando, seguíatratando de entender. Sabía que noquería ser como los adultos que lo

rodeaban. Con frecuencia sentía lanecesidad de tener a alguien a quienpudiera admirar sinceramente, pero nofingía admirar a la gente que conocía.Tenía impaciencia por crecer, parapoder salir de allí y encontrar un caminomejor que el que le ofrecían los adultosque veía. Mientras tanto, se decía, nadaera más importante que mantener laclaridad de su propio criterio... y norendirse a la desesperanza. Lastimado,golpeado, alienado de los que lorodeaban, resistió, perseveró, y alcrecer descubrió amigos a quienespodía querer y admirar, y halló lasposibilidades de llevar la clase de vida

con la que había soñado de niño, cuandoaún ni siquiera conocía las palabraspara designarla. De adulto, encontróesas palabras... y la realidad.

Vivir inconscientemente. Marcosvivía en un mundo parecidísimo al deRogelio, pero muy pronto, en lasprimeras etapas de su vida, llegó a unaconclusión diferente. Nebulosamente ysin palabras, decidió que ver demasiadoes peligroso. Quería ser aceptado en sumedio, quería que lo amaran y eso leparecía lo más importante de todo. Demodo que simulaba no darse cuentacuando los adultos mentían o secomportaban de manera hipócrita o

cruel, y así aprendió a imitar la conductade ellos, hasta que llegó un día en el quele resultó tan natural como respirar. Alllegar a la adolescencia se preguntabaqué había sido del entusiasmo que sentíade niño, pero enseguida apartaba de sumente tales pensamientos. Cuando teníaya veinte años, su padre le dijo un día:"¿Tú crees que la vida es tratar de serfeliz?". Por aquel entonces Marcos sehallaba tan confundido que sabía que noera necesario responder; su padre,sencillamente, estaba afirmando algoobvio. A los treinta años, tomando unacopa con sus amigos, Marcos decía: "Osdiré cuál es el secreto de la vida: seguir

adelante y no pensar. Así, no se sientedolor". Todos le consideraban unhombre normal, salvo sus asombradoshijos, que veían cierto vacío en sumirada. Pero a los adultos les parecía unhombre como cualquier otro, y eso eralo que Marcos había querido siempre; ypara conseguirlo habría vendido sualma, que fue lo que hizo.

¿Puede usted relacionar lapsicología de uno de estos dos hombrescon la suya? Si es así, ¿qué es lo que esole aclara?

Vivir conscientemente. Adela erabioquímica y se dedicaba a lainvestigación. Había escrito varios

ensayos muy respetados, en los quedesarrollaba una teoría que iba ganandomuchos partidarios entre sus colegas.Más tarde, por un desconocido diarioaustraliano, se enteró de unosdescubrimientos experimentales que, sillegaban a verificarse, invalidarían porcompleto su teoría. Repitió losexperimentos descritos, comprobó queen verdad su teoría era equivocada, ypublicó un artículo dando a conoceresos resultados. Cuando un colegamenos honesto, le preguntó por quéhabía elegido rectificar basándose en eltitular de un periódico que no conocíanadie, Adela lo miró como si no

entendiera, lo cual no hizo más queenfurecer a su colega. "Me interesa laverdad", le respondió. "¿Y qué es laverdad?" preguntó el otro, encogiéndosede hombros.

Vivir inconscientemente. En estecaso, consistiría en compartir lamentalidad del colega de Adela, seacual fuere la profesión de uno.

De estas dos actitudes opuestasrespecto a la verdad, ¿cuál se parecemás a la suya? ¿Y cuán coherente esusted? ¿Y cómo afecta ello a la imagenque tiene de usted mismo?

Vivir conscientemente. En medio deuna acalorada discusión con su esposa,

Horacio se detuvo de pronto y le dijo:"¡Espera un momento! Me parece queestoy a la defensiva, que en realidad note estoy escuchando. ¿Podríamos darmarcha atrás, rebobinar un poco yvolver a intentar entendernos? Veamossi puedo comprender lo que me dices."

Vivir inconscientemente. Durantevarios años, la esposa de Arturoprocuró comunicarle a su marido que nose sentía feliz en su matrimonio. Larespuesta característica de él consistíaen adormecerse, tranquilamente. Si ellatrataba de sacar el tema por la mañanatemprano, con la esperanza deencontrarlo más despierto, él

refunfuñaba:"¿Por qué empiezas a hablar de estas

cosas inaguantables cuando sabes queestoy a punto de ir al trabajo?" Si ella lepedía que le dijera algún otro momentomás apropiado para la charla, Arturo lerespondía: "¡Me estás acorralando! ¡Nosoporto que me presiones!" En unaocasión ella le confesó que si noaprendían a comunicarse el uno con elotro, ella no podría soportar seguirviviendo con él; Arturo vociferó: "acasocrees que otras esposas son más felicesque tú? " y salió de la casa dando unportazo. Después de eludir la situaciónvarios años, un día se encontró, al

volver a casa, con una nota en la que sumujer le decía que se había ido porqueno aguantaba más. Entonces gritó a lasparedes:

"Pero, ¿qué es lo que ha pasado?¿Cómo pudo suceder esto? ¿Cómo pudoabandonarme sin darme siquiera unaoportunidad?".

¿Se identifica usted con alguno deestos modelos de conducta más que conel otro? ¿Ve en estas dos historiasciertos aspectos de su propiapersonalidad? Y lo que ve, ¿le gusta o ledisgusta?

Vivir conscientemente. Cada vezque Olga se proponía una nueva meta, de

inmediato se preguntaba qué iba anecesitar para alcanzarla. Por ejemplo,quiso abrir su propio negocio, y paraello preparó un elaborado plan deacción, con una serie de detalladasestrategias que le permitirían avanzarpaso a paso en dirección al fin deseado;luego empezó a actuar. No esperópasivamente a que alguien le facilitarala realización de sus sueños. Si algo lesalía mal, su respuesta típica era: "¿Quées lo que olvidé?" Cuando se topaba conalgún obstáculo, no buscaba culpas sinosoluciones. Consideraba que laresponsabilidad era la causa de losefectos que ella quería. Cuando al fin

alcanzó el éxito, no se sintió en absolutoasombrada por ello.

Vivir inconscientemente. Maríaestaba descontenta con su trabajo en unacasa de modas, y soñaba con abrir unnegocio propio; pero si sus amigos lepreguntaban cómo haría para llevar acabo con éxito ese propósito, ellarespondía: "¿No sería estupendo?"Cuando su jefe la reprendía por soñardespierta en las horas de trabajo y noatender bien a las clientas, ella se decía:"Es difícil concentrarse en cosas sinimportancia cuando estoy pensando enmis propias ambiciones".

Si una amiga le sugería que podía

ser conveniente que mostrara másiniciativa en su empleo, ella respondía:"¿Y por qué tendría que matarmetrabajando para otro?". Cuando su jefele comunicó que ya no necesitaría susservicios, María se sintió ofendida ytraicionada. Se preguntó por qué algunaspersonas podían realizar sus sueños yella no, y pensó: "Quizá tengodemasiados escrúpulos para triunfar enlos negocios". Advertía vagamente queen su corazón crecía el odio, pero ellalo denominaba "indignación ante lainjusticia del sistema".

Si usted conociera a dos mujeres deesas características, ¿con cuál tendría

más cosas en común? ¿Cuál se leasemeja más? ¿Puede ver lasimplicaciones que ello tiene en cuanto asu autoconfianza y su autorrespeto?

Vivir conscientemente. Mercedesamaba a su marido, que era constructor,y cuando se enteró de que él estabareduciendo la calidad de sus proyectospara abaratar los costos, de un modo querozaba los límites de lo inescrupuloso,se sintió muy mal. Sabía que la industriade la construcción atravesaba un malmomento y que la competencia era feroz;pero hasta entonces la preocupación porsu propio trabajo le había impedidodarse cuenta de lo inquieto que estaba su

marido con respecto a su negocio.Mercedes le planteó el tema; alprincipio él se mostró irritado y a ladefensiva. Ella insistió, y entonces élvio que su esposa no le hablaba conhostilidad sino con verdadero interés, ycomenzó a abrirse más y más y acompartir con ella sus inquietudes y losmotivos que lo llevaban a reducir lacalidad. Aun así, durante la semanasiguiente pasaron momentos difíciles; aveces perdían el control y se gritaban.No obstante al final privaron la sensatez,el amor y el respeto mutuo. Él secomprometió a corregir las infraccionesque había cometido y a volver a

practicar en su trabajo la integridad quehabía demostrado en el pasado. Sumujer le ayudó a fortalecer su confianzarespecto al modo de salir airoso.Después de capear con éxito esatormenta, el matrimonio se fortaleció."Si uno ama de verdad a alguien —dijoMercedes—, no permite que el miedo leimpida desafiarlo, cuando eso es lo queexige la situación."

Vivir inconscientemente. Susana nose sintió cómoda con respecto al futuronuevo socio de su marido, Pablo,cuando éste lo llevó a cenar a su casa.Pablo poseía varios garajes que en esemomento necesitaban capital, que era

precisamente lo que ofrecía aquelhombre, a cambio de una parte delnegocio. Para Susana, nada de lo que sehabló en la mesa tenía sentido, y enningún momento intentó aclararlo; sedijo que el comercio es cosa de hombresy que ella no tenía por qué pensar eneso. Sin embargo, le parecía, aunquevagamente, que el hombre había dichoque si bien en los papeles él sería eldueño mayoritario a partir de esemomento, en la práctica el negocioseguiría siendo de Pablo. "Después detodo —afirmó el hombre, yo no entiendonada de garajes." Susana advirtió quePablo se veía inquieto, distraído y algo

irritable cada vez que ella hablaba; sedijo que el principal deber de unaesposa es mantener la casa en orden, yse quedó debidamente callada, sinprestar atención al resto de la charla. Nodijo nada cuando Pablo firmó lospapeles sin haber consultado con suabogado; prefirió no pensar en ello,como prefirió no pensar mientras veíaque despedían a un empleado tras otro,según las órdenes del nuevo socio, ycontrataban gente menos experimentadasin consultar a Pablo; prefirió no pensarni hablar cuando vio que los ingresos dePablo disminuían sin ninguna razón queél fuera capaz de explicarle; prefirió no

pensar ni hablar cuando un día Pablollegó a su casa y le anunció que iba adeclararse en quiebra. Era como si cadauno de esos golpes fuera una señal paracerrar aun más su conciencia. Por aquelentonces, Susana lloraba mucho (enrealidad, lloraban los dos)—, peroninguno hablaba o pensaba al respecto."¿Qué es lo que hay que pensar?", ledijo Pablo un día, en respuesta a susilencio. "Tuve mala suerte. Podríasucederle a cualquiera." Susana lo miródesde el otro extremo de la mesa,haciendo un intento desesperado demantener su mente en la bruma, para noponerse a llorar a gritos. Pero se sentía

traicionada, no tanto por su maridocomo por sus padres, que mucho tiempoatrás le habían dicho que si una mujer escomplaciente, apoya a su marido y nuncase le opone, será feliz. Pero Susana noera feliz. "¿Por qué la vida me haengañado?", se preguntaba amargada."Quizás Pablo haga algo para salir deesto", se dijo. Ni ella ni Pablo se habíanparado a pensar que los esposos debenreflexionar y hablar juntos sobre lostemas de su vida común.

¿Puede hallar aspectos de ustedmismo en alguna de estas dos mujeres?Si es así, identifique cuáles. ¿Leproducen orgullo o tristeza?

Vivir conscientemente. CuandoRolando llegó a la edad de cuarenta ydos años, sabía que había logrado losobjetivos más importantes que se habíapropuesto. Gozaba de un matrimoniofeliz, había alcanzado el éxito comomédico y tenía tres hijos a los queamaba y de los cuales se sentíaorgulloso. Pero cada vez advertía másuna vaga insatisfacción que crecíadentro de él, como si una partedesconocida de sí mismo tratase deenviarle una señal por medio de sumente consciente. Al principio sólopudo identificar una difusa sensación deañoranza. No la olvidó, sino que la

observó. Poco a poco comenzó arecordar un sueño de su juventudlargamente olvidado: escribir libros.Redujo sus horas de trabajo y suscompromisos sociales, a fin de contarcon más tiempo para explorar esossueños y anhelos. En los primerosmomentos le costó distinguir sirepresentaban un deseo real o el residuode una fantasía adolescente: pero sabíaque tenía que averiguarlo, pues su vida ylo que había hecho con ella eranimportantes. Comenzó a advertir quedeseaba apasionadamente escribir obrasde ficción, y pronto se puso a trabajar enel esquema de una novela. Dos años más

tarde la novela estaba terminada; un añoy medio después, la había publicado. Lefue más o menos bien. Pero entoncesRolando sabía, ya sin ninguna duda, queeso era lo que quería hacer. Su segundanovela tuvo mayor éxito, y la terceramás aun. Dejó la medicina y se dedicópor completo a escribir. Su mujer le vioconvenirse en un hombre más joven ymás feliz. Sus hijos aprendieron unalección inapreciable: respetemosnuestros deseos, respetemos nuestrapropia vida. "Estad siempre alerta a lasseñales interiores (les dijo Rolando), noactuéis de modo impulsivo, prestadatención. A veces una parte de nuestra

mente está algunos años por delante ensabiduría con respecto a otra."

Vivir inconscientemente. Rafael seaburría. Psicólogo, había comenzado aejercer su profesión a los veintiochoaños y ahora, a los cincuenta y dos, sepreguntaba qué haría para soportar otrosveinte años haciendo lo mismo.Realizaba sesiones individuales y degrupo y, de vez en cuando, realizabaseminarios para empresas. Ya norecordaba en qué momento había dejadode trabajar por placer y empezado ahacerlo únicamente por el dinero, perosabía que hacia ya mucho tiempo que suocupación no le proporcionaba

satisfacción alguna. En aquellos tiempostransmitía emoción a sus pacientes;ahora sólo les ofrecía una "sabiduría"cansada y cínica. Se sentía un fraude y amenudo se sorprendía de que nadie máslo advirtiera. Solía ocurrirle, de vez encuando, que acudiera a él algún pacienteaquejado de los mismos problemas queél experimentaba; pero eso no leempujaba a pensar en su situación oanalizarla con alguien. Su pasatiempo ysu evasión favorita era el tenis, y confrecuencia, mientras un paciente lehablaba y él se aburría, soñaba con esedeporte. Su familia lo veía cada vez másapagado, aislado e irritable. Hasta que

un día se enamoró de una pacientetreinta años más joven y se fue con ellaa vivir en un ashram en Colorado,dirigido por un gurú indio que predicabael "amor libre" y la "experimentación"con drogas —además de la absolutasumisión a su voluntad—, como mediopara alcanzar la iluminación espiritual.El gurú le dijo que tanto pensar habíasido la causa de sus problemas y Rafaelquiso creer que eso era lo cierto.

Dos diferentes actitudes hacia lavida, la razón y la realidad. ¿Cuál estámás cerca de la suya? ¿Y cuáles observaque son las consecuencias para suautoestima?

Al considerar los ejemplosprecedentes, analice los resultados queimplica el hecho de vivirconscientemente, en contraposición a losque produce el vivir inconscientemente:

Pensar, aunque resulte difícil, contrano pensar.

El conocimiento, aun cuando sea undesafío, contra el desconocimiento.

La claridad, se obtenga o no confacilidad, contra la oscuridad o lavaguedad.

El respeto por la realidad, ya seaagradable o dolorosa, contra la huida dela realidad.

El respeto por la verdad contra el

rechazo de la verdad.La independencia contra la

dependencia.La actitud activa contra la actitud

pasiva.La voluntad de correr riesgos

adecuados, aunque despierten miedo,contra la falta de voluntad.

La honestidad con uno mismo contrala deshonestidad.

Vivir en el presente y de acuerdocon él, contra replegarse en la fantasía.

Enfrentarse a uno mismo contraevitarse a uno mismo.

La voluntad de ver y corregir loserrores, contra la perseverancia en el

error.La razón contra el irracionalismo.En las historias anteriores

encontrará todos estos temas presentesde un modo implícito.

Uno de los puntos más importantesdel vivir conscientemente es laindependencia intelectual. Una personano puede pensar a través de la mente deotra. Podemos aprender de los demás,pero el verdadero conocimiento implicacomprensión, y no se trata de la merarepetición o imitación. Tenemos dosalternativas: ejercitar nuestra propiamente, o delegar en otros laresponsabilidad del conocimiento y la

evaluación y aceptar sus veredictos demanera más o menos incondicional.

Por supuesto, a veces los demásinfluyen en nosotros de modos que noreconocemos; pero esto no altera elhecho de que existe una distinción entrelos que tratan de comprender las cosaspor sí mismos, y los que no lo hacen. Lodecisivo a este respecto es nuestraintención, nuestra meta. Como políticageneral, ¿intenta usted pensar por símismo? ¿Es ésa su orientación básica?

Hablar de "pensar de formaindependiente" es útil porque laredundancia tiene valor en términos deénfasis. A menudo la gente llama

"pensar" al mero reciclaje de lasopiniones ajenas, no al verdaderopensamiento. Pensar con independencia—sobre nuestro trabajo, nuestrasrelaciones, los valores que guiaránnuestra vida— es parte de lo que sequiere decir con "vivirconscientemente".

La independencia es una virtud de laautoestima.

Al repasar los casos citados, tal vezusted desee preguntar: ¿acaso la genteque vive conscientemente no tiene, ya,una buena autoestima, y la que viveinconscientemente carece de ella?¿Cómo puede, entonces, el vivir

conscientemente ser la base de laautoestima?

Nos encontramos aquí con lo que yol lamo el principio de la causalidadrecíproca Con ello quiero decir que lasconductas que generan una buenaautoestima son también expresiones deuna buena autoestima, y las conductasque expresan una buena autoestima sontambién generadoras de una buenaautoestima. Vivir conscientemente es ala vez causa y efecto de la autoconfianzay el autorrespeto.

Cuanto más conscientemente vivo,más fe tengo en mi mente y más respetomi valor. Cuanta más fe tengo en mi

mente y más respeto mi valor, másnatural me resulta vivir conscientemente.Esta misma relación existe entre todaslas conductas que sirven de apoyo a laautoestima.

Pensemos en las historias citadas.¿Puede usted aislar las áreas de su vidaen las que obra con mayor conciencia?¿Y qué sucede con las áreas en las queobra con menor conciencia? Empleandocomo guía el material de este capítulo,escriba dos listas. Es un excelente modode profundizar su comprensión de quésignifica para usted vivirconscientemente.

Ahora, supongamos que usted

identifica tres áreas en las cualesreconoce que su nivel medio deconciencia es mucho menor que lo quedebería ser. Trate de ver por qué leresulta difícil lograr en estas áreas unalto nivel de concentración mental.Luego, para cada una de esas áreas,escriba: "La dificultad de permanecerplenamente consciente en esto resideen...", y luego, lo más rápido posible,sin censurarse o "pensar", complete laoración empleando de seis a diezterminaciones diferentes. Luego haga lomismo con: "Lo bueno de serplenamente consciente en esto es...";luego siga con: "Si yo permaneciera

plenamente consciente en esto...". Esprobable que haga algunosdescubrimientos esclarecedores. Ya conel solo hecho de efectuar este ejercicio,vivirá usted más conscientemente.

Por último, reflexione un poco sobreel día de mañana, y sobre los próximossiete días de su vida. Considere cómopuede aplicar estas ideas a sus interesesdiarios. Si, por ejemplo, decide ser másconsciente en su trabajo, ¿qué es lo quepodría hacer de manera diferente? Sielige ser más consciente en una o más desus relaciones afectivas, ¿qué cambiaríaen su conducta? Si desea desarrollar suconfianza y respeto por si mismo,

comience ahora. Identifique tres nuevasconductas dentro del ámbito de sutrabajo y de sus relaciones,respectivamente, en las que puedapracticar esta semana... y comprométasea experimentarlas.

Y siga trabajando durante lospróximos siete días, y los siguientes,para ampliar más su conciencia, paso apaso. En lo que concierne a elevar laautoestima, no evolucionamos a pasosde gigante, sino comprometiéndonos enla acción a avanzar poco a poco, pasotras paso, inflexiblemente, hacia unhorizonte en constante expansión.

No es que no puedan ocurrir

adelantos y transformacionesextraordinarios. Esto puede suceder,pero no a aquellos que esperan con unaactitud de vacía pasividad. Debemosactuar, y debemos comenzar a partir delpunto en que nos hallamos. Un pequeñomovimiento en dirección a unaconciencia más elevada abre la puerta aotro, y a otro. No Importa en qué puntoempecemos; sólo importa que asumamosla responsabilidad de empezar.

Aprender a aceptarseSi la esencia de vivir

conscientemente es el respeto por loshechos y la realidad, la autoaceptaciónes la prueba. Cuando los hechos quedebemos afrontar tienen que ver connosotros mismos, vivir conscientementepuede resultar muy difícil. Aquí esdonde entra en juego el desafío de laautoaceptación.

La autoaceptación pide queenfoquemos nuestra experiencia con unaactitud que haga irrelevantes losconceptos de aprobación odesaprobación: el deseo de ver, de

saber, de conocer.Ahora bien, aceptarnos a nosotros

mismos no significa carecer del afán decambiar, mejorar o evolucionar. Locierto es que la autoaceptación es lacondición previa del cambio. Siaceptamos lo que sentimos y lo quesomos en cualquier momento de nuestraexistencia, podemos permitirnos serconscientes de la naturaleza de nuestraselecciones y acciones, y nuestrodesarrollo no se bloquea.

Comencemos por un ejemplo simple.Póngase frente a un espejo que abarquetoda su figura y mírese la cara y elcuerpo. Preste atención a sus

sentimientos mientras lo hace. Quizáalgunas partes de lo que vea le gustaránmás que otras. Si es usted como lamayoría de la gente, algunas partes de sucuerpo le resultarán más difíciles demirar detenidamente, porque loperturban o le disgustan. Tal vez vea ensu rostro un dolor que no desea afrontar;tal vez exista algún aspecto de su cuerpoque le desagrada tanto que le cuestemucho mantener sus ojos fijos en él; talvez vea indicios de su edad y no puedasoportar los pensamientos y emocionesque esos indicios le despiertan. Demodo que se siente impulsado a escapar—a huir de la conciencia— a rechazar,

negar, olvidarse de ciertos aspectos deusted mismo.

Pero siga mirando su imagen en elespejo unos instantes más, e intentedecirse a usted mismo: "Sean cualesfueren mis defectos o imperfecciones,me acepto a mí mismo sin reservas y porcompleto". Siga contemplándose,respire hondo, y repita esa frase una yotra vez durante uno o dos minutos, sinacelerar el proceso sino, más bien,permitiéndose experimentar plenamenteel significado de sus palabras. Quizás sedescubra protestando: "Pero hay algunaspartes de mi cuerpo que no me gustan;¿cómo puedo entonces aceptarlas sin

reservas y por completo?" Recuerde:aceptar no significa necesariamentegustar; aceptar no significa que nopodamos imaginar o desear cambios omejoras. Significa experimentar, sinnegación ni rechazo, que un hecho es unhecho; en este caso, significa aceptarque la cara y el cuerpo que ve en elespejo son su cara y su cuerpo, y queson como son. Si insiste, si se rinde a larealidad, si se rinde al conocimiento(que es lo que, en definitiva, significa"aceptar"), advertirá que ha comenzadoa relajarse un poco, y tal vez se sientamás cómodo con usted mismo, y másreal.

Aunque no le guste o no le causeplacer todo lo que vea cuando se mire alespejo, aun podrá decir: "Ese soy yo, eneste momento. Y no lo niego. Loacepto". Eso es respeto por la realidad.

Practique este ejercicio durante dosminutos todas las mañanas, y al pocotiempo comenzará a experimentar larelación entre la autoaceptación y laautoestima: una mente que honra a lavista se honra a sí misma.

Y también hará otro descubrimientoimportante: no sólo mantendrá unarelación más armoniosa consigo mismo,no sólo desarrollará su autoconfianza ysu autorrespeto, sino que, si existen

aspectos de su sí-mismo que no le gustany tiene posibilidades de cambiar, sehallará más animado para realizar esoscambios, una vez que haya aceptado loshechos tal como son ahora. No nossentimos inclinados a cambiar aquellascosas cuya realidad negamos.

Nuestra autoestima no depende denuestro atractivo físico, como imaginanalgunos con ingenuidad. Pero nuestravoluntad o falta de voluntad para vernosy aceptarnos sí tiene consecuencias ennuestra autoestima. Nuestra actitud haciala persona que vemos en el espejo essólo un ejemplo dentro del tema de laautoaceptación. Consideremos algunos

otros:Supongamos que usted debe ofrecer

una charla a un grupo de personas ytiene miedo. O que va a entrar en unafiesta en la que conoce a muy pocagente, y se siente inseguro o tímido. Sehalla angustiado y trata de combatir suansiedad como hace la mayoría:tensando el cuerpo, conteniendo larespiración y diciéndose "No tengasmiedo" (o "No seas tímido"). Estaestrategia no funciona; en realidad, lehará sentir peor. Ahora su cuerpo envíaa su cerebro las señales de una alerta deemergencia, las señales del peligro, alas cuales usted responderá típicamente

"combatiendo" su inquietud de maneraaun más feroz, con tensión, conprivación de oxígeno, y quizá conirritación y autorreproches. Usted estáen guerra consigo mismo, porque nosabe qué otra cosa hacer. Nadie le haenseñado nunca, y usted nunca lo haaprendido, que existe una estrategiaalternativa mucho más eficaz. Se trata dela estrategia de la autoaceptación.

En ella, usted no combate lasensación de angustia, sino que sesumerge en ella, la acepta. Quizás ustedse diga: "Hombre, tengo miedo", y luegorespire larga, lenta, profundamente. Seconcentra en una respiración suave y

profunda, aunque al principio le cueste,y tal vez le resulte difícil durante unosminutos; usted persevera y observa sumiedo, se convierte en testigo, sinidentificarse con él, sin permitirle que lodefina "Si tengo miedo, tengo miedo…pero eso no es motivo para volvermeinconsciente. Continuaré usando misojos. Continuaré viendo“. Puede incluso"hablar" con su miedo, invitándolo a quele diga la peor cosa imaginable quepueda ocurrir, de modo que usted puedaafrontarla y también aceptarla (esta esuna estrategia que tiende a apartarlo defantasías autoatormentadoras eintroducirlo en la realidad, mucho más

benévola). Quizás se entere de cuándo ycómo comenzó ese miedo en usted.Quizás aprecie más profundamente queno tiene fundamento y que es, enrealidad, una respuesta caduca, sinrelevancia real en el presente. Alaceptarlo por completo, tal vez descubraque se libera del pasado en el presente.Quizás su miedo no desaparezca entodas las ocasiones (a veces lo hará, aveces sólo disminuirá), pero usted sesentirá relativamente más relajado ymás libre de actuar con eficacia.

Siempre somos más fuertes cuandono tratamos de combatir la realidad. Nopodemos hacer desaparecer nuestro

miedo gritándole, o gritándonos anosotros mismos, o haciéndonos objetode reproches. Sí en cambio podemosabrirnos a lo que experimentamos,permanecer conscientes y recordar quesomos más grandes que cualquieremoción aislada, al menos empezaremosa trascender los sentimientosindeseables, y a menudo podremoseliminarlos, puesto que la aceptaciónplena y sincera tiende, con el tiempo, ahacer desaparecer los sentimientosnegativos o indeseables como el dolor,la ira, la envidia o el miedo.

Si una persona tiene miedo, por logeneral es Inútil aconsejarle que se

"relaje", pues esa persona no sabe cómotraducir el consejo a conducta. Pero sise le dice que respire suave yprofundamente, o que imagine cómo sesentiría si no tuviera que combatir elmiedo, entonces se le está proponiendoalgo "ejecutable", es decir, algo que lapersona puede hacer. Esa personadebería pensar en abrirse para permitirque el miedo entre, darle incluso labienvenida, intimar con él (o al menosobservarlo sin llegar a identificarse conél) y por último proyectar lo peor quepodría sucederle y afrontarlo. Porcierto, uno puede aprender a decir:"Siento miedo, y no puedo afrontar ese

hecho, pero yo soy más que mi miedo".En otras palabras, no se identifique conel miedo. Piense: "Reconozco mi miedoy lo acepto... y ahora veamos si puedorecordar cómo se siente mi cuerpocuando no tengo miedo". Esta es unaestrategia muy efectiva para controlar elmiedo (o cualquier otro sentimientoindeseable). Todas estas son accionesque usted puede aprender, ensayar en suimaginación y practicar cuando surjansituaciones que le causen miedo.

Esta práctica es apropiada paraprácticamente cualquier tipo de miedo.Es efectiva en el sillón del dentista, ocuando se dispone a pedir un aumento de

sueldo, o cuando afronta una entrevistadifícil, o cuando debe darle a alguienuna noticia dolorosa, o cuando lucha conel miedo al rechazo o al abandono.

Cuando se aprende a aceptar elmiedo, deja de considerarse como unacatástrofe. Y entonces deja de sernuestro amo. Uno ya no se sientetorturado por fantasías que puedenguardar poca o ninguna relación con larealidad; es libre de ver a la gente y alas situaciones tal como son; se sientemás eficaz, tiene más control sobre suvida. La autoconfianza y el autorrespetoaumentan.

La autoestima también aumenta con

este proceso, aun cuando los miedos nosean el producto de fantasíasirracionales sino que correspondan auna realidad particular que sí es temibley que uno debe afrontar. Yo tenía unaamiga que, hace algunos años, empezó asufrir un cáncer devastador. En esemomento pensé que su valentía paraluchar con él era extraordinaria. Un díaen que había ido a verla al hospital ellame contó esta historia: los médicos lehabían dicho que era necesario aplicarleradioterapia, y la perspectiva laaterrorizaba. Preguntó si podía ir a lasala de radiación unos minutos, durantetres días, antes de que empezara el

tratamiento. "Solamente quiero mirar lamáquina, dijo a los médicos, paraconocerla. Después estaré lista, y notendré miedo." A mí me contó: "Mequedaba mirando la máquina...aceptándola... aceptando mi situación...y meditando en que la máquina existíapara ayudarme. Eso me hizo mucho másfácil el tratamiento". Mi amiga murió.Pero nunca olvidare su serenidad y sudignidad. Sabía cómo valorarse. Es unode los ejemplos más hermosos delprincipio de aceptación que he visto.

Tómese unos minutos paracontemplar algún sentimiento o algunaemoción que no le resulte fácil afrontar:

Inseguridad, dolor, envidia, ira,pena, humillación, miedo. Cuando aísleese sentimiento, vea si puede enfocarlocon claridad, tal vez pensando oimaginando cualquier cosa que suelaevocarlo. Luego sumérjase en esesentimiento, como si le abriera elcuerpo. Imagínese cómo seria noresistirse a él sino aceptarlo plenamente.Explore la experiencia. Tómese sutiempo.

Dígase varias veces: "Ahora mesiento así y así (describiendo sussensaciones del momento) y lo aceptoplenamente". Al principio quizás seadifícil; quizás descubra que su cuerpo

está tenso y se rebela. Pero persevere;concéntrese en la respiración; piense enpermitir que sus músculos se liberen dela tensión; reacuérdese: "Un hecho es unhecho; lo que es, es; si el sentimientoexiste, existe". Siga contemplando elsentimiento. Piense en permitir alsentimiento que este allí (en lugar deintentar desear que se extinga oesforzarse en ello). Quizás le resulteútil, como me ha resultado a mí, decirse:"Ahora estoy explorando el mundo delmiedo (o del dolor, o de la envidia, o dela confusión, o lo que sea)".

Al hacer esto, usted explorará elmundo de la auto-aceptación.

Una vez acudí al consultorio de unmédico que debía darme una serie deinyecciones dolorosas. En respuesta alshock y el dolor de la primera aguja,dejé de respirar y contraje todo elcuerpo, como si quisiera mantener adistancia a un ejército invasor. Pero, porsupuesto, la tensión de mis músculoshacía más difícil la penetración, y por lotanto la experiencia resultaba másdolorosa aun. Mi esposa, Devers, quetambién se hallaba en el consultoriopara aplicarse las mismas inyecciones,notó mi actitud y me dijo: "Cuandosientas que la aguja te toca la piel,aspira, como haciéndola entrar junto con

el aire. Imagina que le estás dando labienvenida". De inmediato me di cuentade que es precisamente esto lo que yo ledigo a la gente que haga con susemociones, de modo que hice lo que meproponía Devers, y la aguja entró sincausarme demasiado dolor. Acepté laa g u j a —y mis sentimientoscorrespondientes— en lugar de tratarloscomo a adversarios.

Esta estrategia es muy conocida,desde luego, por los atletas y losbailarines, cuya labor requiere que"acompañen" al dolor en vez derebelarse contra él. Y los ejercicios derespiración Lamaze que se enseñan a las

mujeres embarazadas para controlar ysuavizar el dolor, la angustia y lasreacciones corporales encierran,precisamente, el principio del quehablamos aquí.

En terapia suelo trabajar conmujeres que tienen dificultad enexperimentar el orgasmo durante susrelaciones sexuales. Puesto que el miedoinfluye a veces en la inhibición delplacer, y en consecuencia del orgasmo, ypuesto que a menudo desencadena lareacción de cortar la respiración ycontraer los músculos —como paradefenderse del pene "invasor"—, lesenseño a darle la vuelta a este proceso.

Las mujeres aprenden entonces a aspirarcuando entra el pene, a aceptar el pene.Aprenden a abrirse en una bienvenida,en lugar de contraerse en un rechazo. Y,al hacer esto, aprenden a aceptar y aobtener un mayor grado de comodidad yplacer en las relaciones sexuales, puesse rinden ante la experiencia, en vez decombatirla. El resultado es un gocesexual mucho mayor. En el proceso,desde luego, tienden a desaparecer lasfantasías de ser dañadas o destruidaspor el pene, o de perder peligrosamenteel control. Una mujer capaz depermitirse tener orgasmos puedecontrolarse mucho más que otra,

incapacitada por el miedo. Lo cierto esque la aceptación nos libera y nosintroduce en la realidad.

El principio que es necesariorecordar sigue siendo el mismo, sea elmiedo o el placer lo que nos lleve aponernos rígidos: No sostenga unarelación de rivalidad con su propiaexperiencia. Si usted permite eldesarrollo de una relación de rivalidad,intensificará los aspectos negativos,privándose de los positivos.

A continuación presento cuatroejemplos de situaciones en las que laspersonas eligen practicar laautoaceptación o el autorrechazo.

Práctica de la autoaceptación.Julián empezó a notar que se sentíasexualmente atraído por su vecina. Seconsideraba un hombre feliz en sumatrimonio, y su primera reacción fuereprocharse esa atracción. Pero prontoadvirtió que era mejor comprenderse así mismo que practicar un autorreprocheciego. Se permitió experimentar (en suvida interior) dicha atracción sexual.Prestó atención a los sentimientos que suvecina despertaba en él, y dio riendasuelta a sus fantasías. Cobró concienciade que lo que ansiaba no era tantoposeer a su vecina como obtener nuevosestímulos, y no porque estuviera

aburrido de su mujer sino porque estabaaburrido de su trabajo. Vio que unamujer nueva ofrecía la promesa de unamomentánea experiencia de eficacia,que su trabajo ya no le proporcionaba.No se sintió culpable; consideró sureacción frente a su vecina como unavaliosa fuente de información sobre lasfrustraciones que albergaba en suinterior. Sabía que no iba a traicionar asu esposa, pero se permitió imaginarcómo podía llegar a ser una aventuracon su vecina. Esa noche, en la cena, ledijo a su esposa: "Esta tarde, durante lahora que estuve sentado en el patio, asolas, tuve una aventura de ocho meses

con la señora de al lado". Su serenidady su tono divertido indicaron a su esposaque no tenía nada que temer, así que lepreguntó: "¿Y qué tal te fue?" Juliántomó a su esposa de la mano yrespondió: "Fue frustrante. Sin sentido.No era eso lo que yo buscaba. Pero creoque me vendría bien cambiar detrabajo".

Práctica de la autodesestimación.Lo que Julián no sabía era que suvecina, Marta, albergaba sentimientoseróticos hacia él, pero como losconsideraba pecaminosos, los reprimía.Se volvió cada vez más tensa con suesposo y sus hijos. Tenía ataques de

llanto que no podía explicar. Cuandoalguna vez se cruzaba en el camino conJulián, se mostraba a veces brusca yotras seductora, como una niña que aúnno sabe bien lo que está haciendo. Hacíamucho tiempo que Marta se sentíadesdichada en su matrimonio, pero no sepermitía enfrentarse a eso, ya que paraella el divorcio significaba humillacióny fracaso. Si se hubiera permitidoaceptar y analizar sus sentimientos haciaJulián, y quizás discutirlos con sumarido, habría obtenido una valiosavisión interior de su situación. Pero deniña le habían enseñado que desearíntimamente a otro hombre era tan malo

como cometer adulterio; y ella no queríaser mala, de modo que la única soluciónera la inconsciencia. Por último,después de varios años de sufrimiento eincomunicación, su marido le pidió eldivorcio. Marta, que se sintiótraicionada, abandonada y perdida, sepreguntaba: "¿Por qué en este mundo lagente buena siempre tiene que sufrir?".

¿Puede usted relacionar alguna deestas dos historias con usted mismo?

Práctica de la autoaceptación.Claudia se sintió hundida cuando,después del divorcio, sus hijos leinformaron de que preferían vivir con supadre. Sabía que había sido una madre

impaciente, poco comprensiva ydescuidada, y que su ex marido habíasido mejor padre que ella. Esto no erafácil de admitir, y resultaba muydoloroso. Pero, sin los niños, tuvomuchas oportunidades de estar sola yreflexionar sobre el pasado. "La verdad(admitió al fin ante sí misma) es quenunca he querido ser madre. Tuve hijosporque se suponía que debía tenerlos."Pasó muchas horas meditando ensilencio sobre sus elecciones pasadas,no con el objeto de autocriticarse sinode comprenderse. Logró aceptar quepara sus hijos era mejor estar con elpadre. Después, poco a poco, llegó a

afrontar y aceptar algo mucho másdifícil, pues se apartaba demasiado delas enseñanzas que le habían inculcado:se sentía feliz de que sus hijos hubieranelegido vivir con su ex marido. Porprimera vez en su vida se sentía libre ysin obligaciones. En consecuencia,cuando se encontraba con sus hijos (yquería verlos con frecuencia), ellosdisfrutaban de una madre más contenta yafectuosa que nunca. Cuando los amigosy los parientes trataban de hacerla sentirculpable por ser una "madreantinatural", ella los miraba contranquilidad y no procuraba defenderse.Sabía quién era y lo aceptaba, y eso era

lo único que importaba. "Lamento miserrores pasados (se decía), pero no creoque la manera de redimirme seaempeorarlos rechazando de nuevo misdeseos y necesidades."

Práctica de la autodesestimación.Un día, cuando Santiago tenía sesenta ydos años, su hijo Andrés, de veinticinco,intentó hablarle sobre lo que habíarepresentado para él ser su hijo."Cuando era niño te tenía tanto miedo —le dijo—, eras tan violento... Nuncasabia cuándo te ibas a girar y pegarme."El padre le contestó, irritado:

"No me interesa hablar de eso".Andrés le respondió con paciencia: “Ya

sé que para ti no es agradable, papá. Talvez pienses que mi intención esreprochártelo y hacerte sentir mal, perono es así. Quiero que seamos amigos.Quiero entender qué es lo que te pasabaentonces; debes de haber sido muydesdichado". Pero Santiago se negaba aescuchar; no condenaba ni admitía laconducta que había observado con suhijo en el pasado, como si prefiriera queaquellos hechos quedaran en una especiede limbo, ni real ni irreal, envueltos enuna bruma impenetrable. Andrés lointentó varias veces, pero no sirvió denada. "¿Por qué no me escuchas?", lepreguntó a su padre. "¿Por qué no

aceptas la realidad y cómo fueron lascosas?". Un día, su padre le contestó,también gritándole: "¿Por qué no aceptastú el hecho de que nunca voy a ser elpadre que tú quieres?". Los dos hombresse miraron en silencio, impresionados,como si por un momento vieran algo desí mismos que de inmediato olvidarían."No es posible que yo haya sido tancruel como él dice", pensó Santiago,negándose a admitir tal posibilidad. "Noes posible que yo quiera hacerlo sufrir",pensó Andrés, pensando lo mismo quesu padre. Y pronto reanudaron losgritos.

Al considerar la psicología de estas

dos personas, ¿puede encontrar aspectosde usted mismo? Si es así, ¿cuáles sonlas consecuencias para su autoestima?

Ahora examinemos esta cuestión:supongamos que nuestra reacciónnegativa ante alguna experiencia sea tanabrumadora que sintamos que nopodemos practicar la autoaceptación. Elsentimiento, pensamiento o recuerdo estan angustioso y perturbador que laaceptación queda descartada. No nossentimos capaces de desbloqueamos yrelajarnos. La solución es intentar noresistirnos a nuestra resistencia. SI nopodemos aceptar un sentimiento (o unpensamiento, o un recuerdo), debemos

aceptar nuestra resistencia En otraspalabras, empezar por aceptar dóndenos hallamos. Si conservamos laresistencia en un nivel consciente,comenzará a desaparecer.

Si podemos aceptar el hecho de que,ahora, en este momento, nos negamos aaceptar que sentimos envidia o Ira, odolor o añoranza, por ejemplo —o quenos negamos a aceptar que alguna vezhicimos o creímos tal o cual cosa—, sireconocemos, experimentamos yaceptamos nuestra resistencia,descubriremos una paradoja muyimportante:

La resistencia empieza a

desplomarse. Cuando luchamos contraun bloqueo, éste se hace más fuerte:cuando lo reconocemos y aceptamos,comienza a desaparecer, porque suexistencia continua requiere oposición.

A veces, durante la terapia, cuandouna persona tiene dificultad en aceptaralgún sentimiento, yo le pregunto si estádispuesta a aceptar el hecho de que seniega a aceptar ese sentimiento. Una vezse lo pedí a un paciente, Víctor, unpastor que tenía gran dificultad enreconocer su ira, pero que era unhombre muy airado. Mi pregunta lodesorientó. "¿Si acepto que no acepto miira?", me preguntó. Yo sonreí y le dije:

"Exacto." El hombre vociferó: "¡Meniego a aceptar mi ira y me niego aaceptar mi negación!". Yo me reí y lepregunté: "¿Aceptaría su negación aaceptar su negación? Tenemos queempezar por alguna parte. Empecemospor ahí."

Le pedí que mirara al grupo y dijera:"No estoy enfadado", y lo repitieravarias veces. Al poco rato ya lo decíarealmente enfadado.

Luego le pedí que dijera: "Me niegoa aceptar mi ira", lo cual gritó cada vezcon más fuerza.

Después le hice decir: "Me niego aaceptar mi negación de aceptar mi ira",

y lo repitió con ferocidad.A continuación le pedí que repitiera:

"Pero estoy dispuesto a aceptar minegación de aceptar mi negación", y sepuso a repetirlo hasta que, al fin, secansó y se echó a reír junto con el restodel grupo.

—Ya entiendo —sonrió. Si uno nopuede aceptar la experiencia, acepta laresistencia.

—Exacto. Y si no puede aceptar laresistencia, acepta la resistencia aaceptar la resistencia. Se trata de llegar,al final, a un punto que pueda aceptar.Entonces, a partir de ahí, puedecontinuar.

Víctor se animó.—Cuando uno experimenta la

resistencia o la negación con plenaconciencia, Y la abraza, por decirlo así,genera una especie de corto circuito. Seabre una puerta... y uno vuelve aconectar con su experiencia.

—Correcto. Bueno..., ¿estáenfadado?

—Estoy lleno de ira.—¿Puede aceptar ese hecho?—No me gusta.—Eso ya lo sabemos todos. ¿Pero

puede aceptarlo?—Si, puedo aceptarlo.—Por favor, míreme y diga:

"Nathaniel, estoy realmente muyenfadado".

—Nathaniel, estoy realmente muyenfadado.

—Otra vez, por favor.—Nathaniel, estoy realmente muy

enfadado.—Bien. Ahora podemos empezar a

averiguar por qué está tan enfadado.Una poderosa herramienta para

cultivar el autoconocimiento, laautoaceptación y el desarrollo personales la técnica de completar oraciones,sobre la que he hablado en dos librosanteriores, If You Could Hear What ICannot Say (Si pudieras oír lo que no

puedo decir) y To See What I see andKnow What I Know (Ver lo que veo ysaber lo que sé). Aquí puede servirnosuna versión de esa técnica. Sólo senecesitan un cuaderno y un bolígrafo.

Al comienzo de una hoja en blancoescriba una de las oracionesIncompletas, o principios de oraciones,que proporciono más adelante.Escríbalas por su orden. Después dehaber reproducido una de ellas alcomienzo de la página, escriba de seis adiez finales lo más rápido que pueda.No se preocupe porque lasterminaciones sean literalmente ciertas,o si una se opone a otra. Ninguna de

ellas quedará escrita en piedra: son sóloun ejercicio, un experimento.

Quizás pretenda autoconvencerse deque no puede hacerlo. Yo le aseguro quesí puede. He enseñado esta técnica amiles de personas y algunas siempreempiezan diciendo: "No puedo"... yluego se ponen a hacerlo.

Al comienzo de la primera página,escriba: A veces, al pensar en mi vida,apenas puedo creer que en una épocayo... Ahora escriba de seis a diez finalespara esta oración. ¡Adelante!.

Luego, en la página siguiente,escriba: Para mí no es fácil admitirque..., y agregue sus finales.

Después, en la otra página, escriba:No me resulta fácil aceptarme cuandoyo..., y complételo.

A continuación:Una de mis emociones que me

cuesta aceptar es...Una de mis acciones que me cuesta

aceptar es...Uno de los pensamientos que tiendo

a alejar de mi mente es...Una de las cosas de mi cuerpo que

me cuesta aceptar es...Si yo aceptara más mi cuerpo...Si aceptara más las cosas que he

hecho... Si aceptara más missentimientos...

Si fuera más honesto acerca de misdeseos y necesidades...

Lo que me asusta de aceptarme amí mismo es...

Si otras personas vieran que meacepto más...

Lo bueno de no aceptarme podríaser...

Comienzo a darme cuenta de que...Comienzo a sentir...A medida que aprendo a dejar de

negar lo que experimento...A medida que respiro

profundamente y me permitoexperimentar la autoaceptación...

Advertencia: si usted se limita a leer

estas palabras y no realiza efectivamenteel ejercicio tal y como se lo he descrito,se perderá ciertos descubrimientos queyo no podré proporcionarle.

Confío en que a estas alturas ya esteclaro por qué la autoaceptación esesencial para lograr cambios positivos.Si me niego a aceptar el hecho de que amenudo vivo inconscientemente, ¿cómoaprenderé a vivir más conscientemente?Si me niego a aceptar el hecho de que amenudo vivo irresponsablemente, ¿cómoaprenderé a vivir másresponsablemente? Si me niego aaceptar el hecho de que a menudo vivopasivamente, ¿cómo aprenderé a vivir

más activamente?No puedo superar un miedo cuya

realidad niego. No puedo corregir unproblema sexual cuya existencia noadmito. No puedo curar un dolor querehúso reconocer como propio. Nopuedo cambiar rasgos de mi carácterque insisto en que no poseo. No puedoperdonarme por una acción que noreconozco haber realizado.

Aceptarnos a nosotros mismos esaceptar el hecho de que lo quepensamos, sentimos y hacemos sonexpresiones del si-mismo en elmomento en que ocurren. Pero esto nosignifica que esas expresiones sean las

definitivas sobre quiénes somos, amenos que las cubramos con cementopor medio de nuestras negaciones ydesestimaciones.

Permítanme compartir otro ejemplopersonal para iluminar un poco más estetema:

Hace algunos años, mi esposaPatricia, a quien yo amaba mucho,murió. Durante largo tiempo mi menterevisó sin cesar los diferentes aspectosde nuestra relación. Recordabaincidentes en los que yo había sidodesconsiderado o grosero, y a vecesrehuía esos recuerdos porque eraninsoportablemente dolorosos. No los

negaba de una manera directa, perotampoco los aceptaba plenamente nipermitía que ellos y sus implicacionesfueran asimilados e integrados. Unaparte de mí mismo quedó fragmentada,alienada del resto.

Más tarde volví a casarme, y aunquesoy feliz y estoy profundamenteenamorado de mi actual esposa, Devers,vi que ciertos modelos de negligencia yfalta de consideración se repetían.Comencé a pensar en algo que yo lesenseñaba a otros: que si una persona noacepta plenamente una parte de suconducta pasada, es casi inevitable quela repita de una forma u otra. De modo

que empecé a dedicar más tiempo a latarea de convertir en reales para mímismo ciertas acciones que habíarealizado en mi matrimonio anterior,como por ejemplo no responder enalguna ocasión en que Patricianecesitaba mi comprensión o mi ayuda,o ser sumamente impaciente, o dejarmeabsorber en exceso por mi trabajo esdecir, el tipo de desconsideraciones máscomunes que el amor no nos impideautomáticamente cometer. Revivir esosejemplos específicos, revisándolosdetalle por detalle, fue doloroso.Obligarme a mirar detenidamente misacciones me resultaba a veces más

perturbador que lo que pueda expresarseen palabras, pues Patricia ya no estaba yno había manera de hacerme perdonaresas actitudes. Pero yo sabía que siinsistía (y por supuesto, si alcanzaba lamisma claridad sobre mi conducta en mimatrimonio con Devers) sucederían doscosas: me sentiría más integrado, y seríamenos probable que repitiera lasacciones que entonces lamentaba.

Le invito a considerar alguna acciónsuya que lamente. Trate de dejar de ladola culpa, pero conservando laexperiencia de usted mismo como autorde la acción. Descubra cómo es aceptarque en algún momento de su vida

decidió ejecutar esa acción. ¿Cómo sesiente esta forma de honestidad? ¿Quéenseña sobre la autoestima?

Después de aceptar el hecho de quenuestras acciones son nuestras acciones,aun queda el tema de la evaluación; enel próximo capítulo hablaremos con másprofundidad sobre el proceso de evaluaresa conducta de la que nos arrepentimos(pensando en ella e interpretando susignificado) de manera que alimente yno mine la autoestima. Pero por ahoradiré esto: los errores con los queestamos dispuestos a enfrentarnos seconvierten en los peldaños de unaescalera que conduce a una autoestima

más elevada.Cualquier cosa que podamos

experimentar, podremos tambiéndesestimarla, ya sea inmediatamente odespués, en la memoria. Cualquier cosaque no se adapte al concepto oficial quetenemos de nosotros mismos, o a nuestrosistema oficial de creencias, o que nosdespierte angustia por cualquier razón,podemos rechazarla.

Puedo negarme a aceptar misensualidad; puedo negarme a aceptarmi espiritualidad. Puedo rechazar mipena; puedo rechazar mi alegría. Puedoreprimir el recuerdo de acciones de lasque me avergüenzo; puedo reprimir el

recuerdo de acciones de las que meenorgullezco. Puedo negar miignorancia; puedo negar mi inteligencia.Puedo negarme a aceptar mislimitaciones; puedo rehusarme a aceptarmis potencialidades. Puedo ocultar miflaqueza; puedo ocultar mi fortaleza.Puedo negar mis sentimientos de odiohacia mí mismo; puedo negar missentimientos de amor por mí mismo.Puedo fingir que soy más de lo que soy;puedo fingir que soy menos de lo quesoy. Puedo menospreciar mi cuerpo;puedo menospreciar mi mente.

El problema de la falta deautoaceptación no está de ningún modo

limitado a las "negaciones". Puedenasustarnos tanto nuestras virtudes comonuestros defectos; puede asustarnos tantonuestro genio, pujanza, emoción obelleza como nuestra vacuidad,pasividad, depresión o falta deatractivo. Nuestras desventajas planteanel problema de la Ineptitud; nuestrasventajas, el desafío de laresponsabilidad.

Nuestros puntos fuertes o virtudespueden hacernos sentir solos, alienados,marginados del grupo, blanco de laenvidia o la hostilidad, y nuestro deseode pertenencia puede superar cualquierdeseo de realizar nuestro potencial más

elevado. Es bien conocido, por ejemplo,el caso de muchas mujeres que asocianun alto nivel de inteligencia o derealización con la pérdida de lafeminidad. Puede ser necesario un grancoraje para estar dispuesto a admitir,aun en la intimidad de nuestra mente:"Yo puedo hacer cosas que otros noparecen capaces de hacer." O: "Soy másinteligente que el resto de mi familia."O: "Soy sumamente atractiva." O: "Exijode la vida más que los que me rodean."O: "Yo veo más profundamente y conmás claridad".

Recuerdo a una joven que vino apedirme tratamiento hace mucho tiempo.

Florencia, de veinticuatro años, tenía elrostro de un ángel y hablaba con elvocabulario de un estibador. Habíaprobado todas las drogas que yo conocíay algunas de las que nunca había oídohablar. A los dieciocho años dormía enel sótano de un club estudiantil, donde ledaban comida y techo a cambio de susservicios sexuales. En ese momento seganaba la vida trabajando comocamarera. El azar hizo que cayera en susmanos mi libro The Psychology of SelfEsteem; se sintió interesada y me llamóal consultorio para concertar una cita.

Hizo todo lo que pudo para nogustarme, pero me gustó. Yo estaba

convencido de que, bajo una capa decorrupción, ella escondía a una personaextraordinaria. Recuerdo cuando,mediante la hipnosis, la hice retrocederhasta cierto día de su pasado, en laescuela secundaria. Comenzó a sollozar.El profesor hacía preguntas al azar adiversos alumnos. La oí susurrar: "Porfavor, Dios mío, haz que si me preguntaa mí, yo no sepa la respuesta". Lepregunté:

"¿Por qué?" Y respondió: "Porque teodian. Si sabes mucho te odian. Teodian si eres demasiado Inteligente".

Pero ella no sólo tenía unainteligencia fuera de lo común. De chica

era muy alta para su edad, físicamentefuerte, e inusualmente bienproporcionada. Practicaba casicualquier deporte mejor que la mayoríade los muchachos, con gran enfado yhumillación por parte de sus hermanosmayores, que le pegaban, laridiculizaban y la atormentaban. Sinmirar los libros, obtenía muy buenascalificaciones. En el pueblo donde vivíano había nadie como ella, nadie conquien pudiera hablar. Se sentía odiadapor su familia, y odiada por susvirtudes, no por sus defectos.

Al llegar a la adolescencia empezóuna autodestrucción sistemática, como

venganza contra su familia y, al mismotiempo, como grito de socorro.

Un día, durante la terapia, despuésde seis meses de trabajo, se enfadómuchísimo conmigo. Como no podíaexplicar sus motivos, la invité apracticar la técnica de completaroraciones:

Lo malo de usted, Nathaniel, es...¡Que cree en mí!.¡Que se niega a verme como una

persona corrupta!.¡Que me hace sentir mi dolor!.¡Que me hace sentir que hay

esperanza!.En aquel momento estaba llorando, y

refunfuñando a la vez. Prosiguió:Que me hace creer en mí misma!.¡Que me devolvió a la vida!.¡Que no me ve como me ven los

otros!.¡Le odio!.Ahora lloraba sin ningún control.—Esto es tan difícil... —repetía

entre sollozos una y otra vez.—¿El qué?Me miró con los ojos temerosos y a

la vez esperanzados de un animalsalvaje.

—Admitir que lo que usted ve estáahí. Que usted tiene razón, que yo soyinteligente, que soy especial, que soy

buena.Aun ahora, casi dos décadas

después, ese momento ha quedadograbado en mí como uno de los másgrandes premios de mi carrera depsicoterapeuta: el momento de ver a unser humano reuniendo el corajesuficiente como para admitir y aceptarsus propios méritos.

Dieciocho meses después deempezar la terapia, Florencia estudiabacreación literaria en la Universidad deCalifornia. Unos años más tarde, yacasada, se ganaba la vida comoperiodista.

La encontré un día por casualidad en

la calle, diez años después de la terapia;quizás no la habría reconocido, si ellano se me hubiera acercado a saludarmecon gesto jovial. Iba bien vestida, y se laveía segura de sí misma, sonriente yalegre, en apariencia ya ajena a todaaquella tragedia que había vivido.

—No sé si usted se acuerda de mí,pero yo sí me acuerdo de usted.

Yo dudé un momento.—Usted es... ¿Florencia?—Claro. Soy yo.—¡Qué alegría verla!.—¿Sabe quién es usted, Nathaniel?—¿Quién soy?—Es el hombre que se negó a verme

como una vagabunda y una prostituta.Usted me vio como alguien especial. Yme hizo verme así. ¡Dios, a veces loodié tanto!. Aceptar quién era yo, quiénrealmente era... fue lo más difícil quetuve que hacer en mi vida. La gentesiempre habla de lo difícil que esaceptar los propios defectos; alguientendría que hablar de lo difícil quepuede ser aceptar nuestras virtudes.

A veces el camino hacia laautoestima es solitario y temible. Nopodemos saber cabalmente y deantemano cuánto más satisfactoriasresultarán nuestras vidas. Pero cuantomás dispuestos estemos a experimentar y

aceptar nuestros muchos aspectospeculiares, más rico se volverá nuestromundo interior, mayores serán nuestrosrecursos, y más aptos nos sentiremospara afrontar los desafíos yoportunidades de la vida. También esmás probable que descubramos —ocreemos— un estilo de vida que seadapte a nuestras necesidadesindividuales.

Hasta aquí hemos tratado de laautoaceptación como una aplicación dela racionalidad y el realismo, el respetopor nuestra propia experiencia, lanegación a estar en guerra con nosotrosmismos. Pero debemos considerar otro

significado, más profundo, de laautoaceptación.

Me refiero al coraje que se requierepara admitir que dentro de nosotros hayun lugar donde, con defectos o sin ellos,nos gustamos a nosotros mismos.Mucha gente encuentra esta idea muydifícil de aprehender.

La autoaceptación, en su sentidoúltimo, se refiere a una actitud deautovaloración y autocompromiso quederiva fundamentalmente del hecho deque estoy vivo y soy consciente de queexisto. Es una experiencia más profundaque la autoestima. Es un actoprerracional, premoral de

autoafirmación, una especie de egoísmoprimitivo que es la marca de nacimientode todo organismo consciente; y sinembargo, los seres humanos tienen elpoder de actuar contra él o anularlo.

Quizás lo que sigue ayudará aaclarar este punto.

A veces, después de que un pacientese ha explayado en detalle sobre sucarencia de autoestima, y cuando yoquiero despertar esa otra perspectivaque él o ella parece olvidar, sugiero elcompletamiento de oraciones y hago queel paciente trabaje con este comienzo: Siyo estuviera dispuesto a admitir cuántome gusto en el fondo...

Y luego, al cabo de algunasprotestas por parte del paciente, acabooyendo finales como los siguientes:

¿Y si los demás no están deacuerdo?

Me sentiría molesto.Tendría que sentir mucho dolor.Usted se asombraría.Mucha gente se disgustaría.Me asustaría.A mi familia no le gustaría.No tendría excusas para mi

pasividad.Podría progresar en mi vida.A continuación sugiero este

comienzo: Lo bueno de simular que no

me gusto es...Que tengo una excusa.Que nadie espera cosas de mí.Que la gente siente pena por mí.Que no tengo que hacer nada.Que es más fácil.Que eso es lo que mis padres

esperan de mí.Si yo tuviera el coraje de admitir

que, pese a mis defectos, me gusto...Sería libre.Diría la verdad.Tendría que separarme de mi

familia.Me respetaría a mí mismo.Sería como asomarme a otro mundo.

Todo cambiaría.El mundo me abriría sus puertas.Sugiero que se tome usted unos

minutos y vuelva a leer estos finales. Nolos pase de largo apresuradamente.Revelan muchos datos valiosos quepueden tener importancia para usted.

Una actitud de autoaceptación esprecisamente lo que un terapeuta eficazse afana por despertar incluso en unapersona poseedora de una bajísimaautoestima. Esta actitud puede inspirarlapara afrontar cualquier cosa que temeencontrar en su interior, sin caer en elodio por sí misma, sin repudiar su valorcomo persona o ahogar su voluntad de

vivir. Así, alguien puede ser desdichadopor experimentar una autoestima pobre ysin embargo aceptarla junto con lasdudas sobre si mismo y los sentimientosde culpa: "Los acepto como parte delmodo en que me experimento a mímismo en este momento".

A veces la gente confunde el tema dela autoestima declarando que cualquieradebería poseer una buena autoestima, sintener en cuenta lo que haga o deje dehacer. Esto es absolutamente imposible.Los que así opinan confunden laautoestima, que por fuerza depende deciertas condiciones, con laautoaceptación, que puede ser

incondicional.A continuación presento un ejercicio

de finalizar oraciones que le permitirácomenzar a explorar el tópico de laautoaceptación en su propia vida.

Tome un cuaderno y en una páginaen blanco escriba el siguiente principio:A veces no me gusto cuando..., y realicede seis a diez finales, lo másrápidamente que pueda. Una vez más, nose preocupe si sus finales no son todosliteralmente ciertos. No se censure, o noaprenderá nada.

Después complete estos principios:Una de las cosas que no me gusta

de mí mismo es...

Una de las cosas que me gusta demi mismo es...

Me gusto menos cuando...Me gusto más cuando...Mamá hizo que me viera como...Papá hizo que me viera como...Cuando siento que no despierto

simpatía...Cuando me enorgullezco de algo

que a nadie más le importa o nadieentiende...

Si tuviera que admitir cuánto megusto en el fondo...

Lo bueno de fingir que no me gustoes...

Lo temible de admitir que, con

errores o sin ellos, me gusto es...Comienzo a darme cuenta de que...Si algo de lo que estoy escribiendo

es cierto...Si estuviera dispuesto a respirar

profundamente y permitirmeexperimentar la alegría de ser...

Existen muchas posibilidades deque, si participa usted en este ejercicioplena y conscientemente, se ponga encontacto con esa parte de usted mismoque contiene dudas, miedos y culpas másprofundas. Así lo espero.

No obstante, ese descubrimiento nosiempre produce placer. A veces asusta.A veces usted querrá apartarse de él, o

se negará a aceptarlo, porque sabe, demanera intuitiva, que aceptarloplenamente equivale, casi con certeza, aafrontar la responsabilidad de vivirconscientemente.

Más de un paciente ha protestado:"¡Si acepto el hecho de que me gusto,tendré que comportarme de otra forma!"O: "¡Si acepto que me gusto, tendré queser muy consciente!".

Pero cuando uno no viveconscientemente (éste es uno de losaspectos más importantes de lapsicología humana), el nivel másprofundo y primitivo de nuestro sertiende, en realidad, a volverse contra

nosotros, generando dolor en el nivel dela autoestima. Es ese "yo" más profundoal que ofendemos cuando faltamos a laIntegridad que requiere la autoestimapositiva. Si yo no poseo la lealtadsuficiente para apoyar a un amigo, eseamigo se sentirá traicionado por mí. Poresta razón, si yo no poseo la lealtadsuficiente para ayudarme a mí mismo (locual significa el coraje de saber que megusto y de afrontar la responsabilidad dehacerlo), también yo me sentirétraicionado, aunque quizás sea incapazde explicar mi sentimiento o contar miexperiencia.

Si revisa usted el material de este

capítulo, y los ejercicios que hizo, casicon seguridad se sorprenderá al ver quese acepta más a usted mismo en algunasáreas que en otras. Tal vez acepteciertos atributos físicos, pensamientos,sentimientos o acciones, mientras queniega o rechaza otros. Haga una lista deseis hechos relacionados con ustedmismo que le cueste aceptar porcompleto. Quizá esto le exija un nivel desinceridad difícil de lograr. Recuerdeque "aceptar" no quiere decir "gustar".Después, en su cuaderno, escriba: Lodifícil de aceptar (escriba el hecho deque se trate) es..., y añada de seis a diezfinales. Luego haga lo mismo con el

principio Si yo debiera aceptar (escribael ítem) completamente... Después: Sisucede que la verdad es la verdad, laacepte yo o no... Después: Me doycuenta de que...

Quizás ahora le resulte más claroque la autoaceptación es un verdaderoacto heroico.

¿Qué significaría, en la práctica, quedurante los próximos siete días secomprometiera usted a experimentarcada día con nuevos ejemplos deautoaceptación?

La liberación de laculpa

Nuestro objetivo es poseer unconcepto de nosotros mismos resistentey positivo, y mantenerlo más allá denuestra habilidad o falta de ella encualquier ámbito concreto, y más allá dela aprobación o desaprobación decualquier otra persona.

Al avanzar hacia esa meta, es devital importancia el modo en que ustedpiensa acerca de su conducta (losparámetros por los cuales la juzga y elcontexto dentro del cual la ve); sobre

todo en los momentos en que se inclina aacusarse a sí mismo. Es obvio que laculpa destruye la autoestima positiva.

Evaluar su conducta encierra algunaspreguntas como:

¿Según los parámetros de quiénjuzga usted su conducta, los suyos o losde otra persona?

¿Trata usted de comprender por quéactuó como lo hizo? ¿Recuerda lascircunstancias, el contexto y lasopciones que, según usted percibió,estaban a su disposición en esemomento?

¿Evalúa usted su conducta como sifuera la de otro?

Cuando piensa en su conducta,¿Identifica las áreas o circunstanciasespecificas en las que tiene lugar, ogeneraliza en exceso y dice: "Loignoro", cuando en realidad quizásignore un tema particular pero conozcabien muchos otros temas? ¿O dice: "Soydébil", cuando en realidad puede faltarlecoraje o fuerza en una esfera particularpero no en otras?

Si lamenta sus acciones, ¿trata deaprender de ellas, para que en suconducta futura no repita las mismasequivocaciones? ¿O simplemente sufrepor el pasado y sigue pasivamente atadoa modelos de conducta que sabe

inadecuados?La respuesta a todas estas preguntas

tendrá profundas implicaciones para suautoestima.

Nos sentimos culpables cuando:

Al contemplar algo que hemoshecho o dejado de hacer,experimentamos un sentimiento deminusvalía;Nos vemos impulsados aracionalizar o justificar nuestraconducta:Nos ponemos a la defensiva, enactitud combativa, cuando alguienmenciona la conducta en cuestión:

Nos resulta difícil y penosorecordar o examinar la conducta.

Piense en alguna acción que hayarealizado, o que no haya realizado, de lacual se arrepiente, algo lo bastantesignificativo como para haber hechomella en su autoestima. Luegopregúntese: ¿según los parámetros dequién estoy juzgando? ¿Los míos o losde otro? Si esos parámetros no son enverdad suyos, pregúntese: ¿qué es lo queyo creo en realidad sobre esto? Si ustedes un ser humano pensante y, con todahonestidad y plena conciencia, no venada malo en su conducta, quizás

encuentre el coraje necesario para dejarde condenarse en ese mismo instante. O,al menos, tal vez comience a vislumbraruna nueva perspectiva en la evaluaciónde su conducta.

"Yo solía hacerme reproches —decía Beatriz, en una de nuestrassesiones de terapia— porque nuncaquise que mi madre viviera conmigo...es decir, conmigo, mi marido y nuestroshijos. Me educaron según el principiode que el deber hacia los padres es lomás Importante, y que el egoísmo es unpecado. Pero una de las cosas queconseguí con la terapia es prestaratención a lo que yo realmente pienso,

más que a lo que a veces me digo quepienso. Y la verdad es que para mí esasenseñanzas no tenían ningún sentido,sobre todo al considerar que mi madresiempre dejó bien claro que yo no legustaba mucho, y que yo sé que ella nome gusta mucho a mí. Nunca nosllevamos bien. Toda su vida estuvoinmersa en el abatimiento y la fatalidad.Si yo me mostraba demasiado feliz,solía decirme que algo no me funcionababien. Pensé que, si permitía que mimadre viniera a vivir con nosotros, iba aser un infierno para mi y mi familia. Asíque dije no. Ahora mis hermanas y mishermanos no me hablan. Yo veo la vida

de una manera diferente del resto de lafamilia. Además, es mi vida, no la deellos. Así que haré lo que a mí meparece racional, y aceptaré lasconsecuencias."

No estoy sugiriendo con esto quetodos los valores son subjetivos y que lamoral es sencillamente lo que unindividuo piense o sienta que es moral.E n Honoring the Self desarrollo mipropio concepto de lo que entiendo poruna ética racional y objetiva, una éticade autointerés racional y lógico. Pero engeneral la gente suele dejarse intimidarpor las preferencias valorativas de losdemás, a expensas de sus propias

necesidades, percepciones y autoestima.Por otra parte, no me refiero aquí a

los problemas de los psicópatas o de laspersonas que parecen carecer desentimientos de culpa normales: si lohiciera, tendría que tocar muchos temasque no me propongo abarcar aquí.

En la práctica de la terapia, granparte de lo que se llama culpa tiene quever con la desaprobación o la condenade otros, de personajes influyentes comolos padres o cónyuges; no siempre esaconsejable tomar las declaraciones deculpa (las nuestras o las de los demás)al pie de la letra. Con frecuencia,cuando alguien declara: "Me siento

culpable por esto y por esto", lo que enrealidad quiere decir, aunque rara vez loreconoce, es: "Tengo miedo de que simamá o papá (o alguna otra personaimportante) se entera de lo que he hecho,me critique, repudie o condene". Amenudo, la persona no considera laacción como verdaderamente mala, encuyo caso lo que siente no esliteralmente culpa. De modo que lasolución a esta categoría de "culpa" esatender a la auténtica voz del yo,respetar su propio juicio por encima delas creencias de los demás que uno nocomparte de manera sincera (aunquefinja hacerlo).

Recuerdo algunos pacientes queconfesaban sentirse culpables por lamasturbación porque cuando eranjóvenes sus padres les habían enseñadoque era pecado. A veces un terapeuta"soluciona" este problema reemplazandola autoridad de los padres del pacientepor la suya propia y asegurándole que lamasturbación es una actividad más queaceptable. Pero esto supone que la"culpa" está provocada por una ideaequivocada sobre la moralidad de lamasturbación. Yo considero que estaactitud equivale a echar una cortina dehumo. El problema más profundo es ladependencia y el miedo a la

autoafirmación; más específicamente, elmiedo a desafiar los valores de otraspersonas Influyentes. Así pues, trabajo,en primer lugar, para tratar de lograr uncambio en la definición del problema,de la manera siguiente: "Yo no creo quela masturbación sea algo malo, perotengo miedo de la desaprobación de mispadres". Al reconsiderar el problema deeste modo, hemos salido del campo dela culpa y el autorreproche; le hemosdado uña definición más precisa y útil.Y el desafío se convierte en: ¿Estoydispuesto a perseverar y actuar deacuerdo con mis propias percepcionesy convicciones? Tal disposición es uno

de los significados de "honrar al yo".Cuando una persona acepta este desafío,la autoestima se eleva.

A veces las declaraciones de culpason una cortina de humo para ocultarresentimientos negados o rechazados.Por ejemplo: "No he logrado vivir deacuerdo con las expectativas oparámetros de otro. Tengo miedo deadmitir que esas expectativas y esosparámetros me Intimidan. Tengo miedode reconocer cuánto me irrita lo que seespera de mí. Así que, en cambio, medigo a mí mismo, y les digo a los demás,que me siento culpable de no haberhecho lo correcto, y de ese modo no

tengo que temer comunicar miresentimiento y poner en peligro mirelación con los demás".

Si usted se reconoce en estadescripción, la solución para su "culpa"es ser honesto consigo mismo y con losdemás respecto de su resentimiento.Primero, por supuesto, debe ser honestoconsigo mismo. Reconozca su irritación.Admita que su resentimiento estácausado por parámetros y expectativasque no son verdaderamente suyos. Yobserve cómo la "culpa" comienza adesaparecer, aunque aún deba seguirluchando para obtener una mayorautonomía.

"Si no me sintiera culpable... —decía Esteban en un ejercicio decompletar oraciones destinado aexplorar justamente este tema— mesentiría... agitado. Si no me sintieraculpable, quisiera saber con quéderecho mi familia espera que yomantenga al vago de mi hermano. Si nome sintiera culpable, les diría que estoyharto de hacerme responsable de uninútil que no se hace responsable de símismo. Si no me sintiera culpable... Nome siento culpable, me siento rabioso."Y luego: "Si estuviera dispuesto a serhonesto con respecto a mi rabia, dejaríade decir que me siento culpable. Si

estuviera dispuesto a ser honesto conrespecto a mi rabia, admitiría lodiferente que soy del resto de mifamilia. Si estuviera dispuesto a serhonesto con respecto a mi rabia, mesentiría más limpio y más libre".

"Si lo que siento no es realmenteculpa —decía Clara, una mujerdesdichada en su matrimonio—, tendréque luchar con mi resentimiento hacialas exigencias de mi esposo, quepretende que viva sólo para él; tendréq ue afrontar ese resentimiento. Si loque siento no es realmente culpa,admitiría que me gusta haber vuelto atrabajar. Si lo que siento no es realmente

culpa, me pondría a gritar lo cansadaque estoy de reprimir mi propia energíapara que mi marido no se sientaamenazado."

Una vez más se ve aquí la necesidadde cambio en la definición delproblema. Lo que hay que resolver no esla culpa, sino el resentimiento al que nonos enfrentamos y el miedo a laautoafirmación. La supuesta culpa essólo un medio de protegerse a sí mismodel desafío más profundo.

A medida que uno se vuelve máshonesto con respecto a sus sentimientos,deja de lado la necesidad de sentir estaespecie de pseudo culpa. Y luego es más

libre de pensar con claridad en losvalores y las expectativas que pueda sernecesario cuestionar y rechazar.

De ningún modo esta tarea resultasiempre fácil. Si lo fuera, la gente no seescondería detrás de la pseudo culpa.Pero si uno está dispuesto a hacer elesfuerzo, si uno genera el corajenecesario para emprender la búsquedade la independencia (y eso es posible),el beneficio de la confianza y el respetopor sí mismo serán virtualmenteinmediatos.

Pero supongamos que los parámetrosson verdaderamente los suyos propios, yque en algún aspecto usted ha actuado

contra ellos o los ha traicionado. Ustedha erosionado su sentido de laintegridad personal.

Cuando abandonamos la Infancia ydesarrollamos nuestros propios valoresy parámetros, el mantenimiento de laintegridad personal adquiere mayorimportancia para nuestraautoevaluación. Integridad significa laintegración de convicciones,parámetros, creencias y conducta.Cuando nuestra conducta es coherentecon los valores que profesamos,poseemos integridad.

El siguiente es un ejercicio quefacilitará su exploración respecto a este

punto. Copie estos principios deoraciones en un cuaderno y completecada uno de ellos utilizando seis a diezfinales:

Siento que poseo integridadprincipalmente cuando...

A veces disminuye mi integridadcuando...

Me gusto más cuando...Me gusto menos cuando...Cuando no actúo de acuerdo con

mis parámetros me digo...Para mí sería más fácil vivir de

acuerdo con mis parámetros si...Recuerde: si se bloquea, invente. No

se permita decirse que no puede hacerlo.

Sí puede. Sólo se trata de que decidahacerlo, o no. Cuando haya realizado elejercicio, tómese unos minutos parameditar sobre los finales que ha dado alas oraciones. ¿Qué sentimientos ledespiertan? ¿Qué ha descubierto? ¿Quéha aprendido? Sería provechoso que sedetuviera a tomar algunas notas sobre loque ha descubierto acerca de ustedmismo.

Cuando nos comportamos de modosque se oponen a nuestro juicio de lo quees apropiado, tendemos a perder valorante nuestros propios ojos. Tendemos arespetarnos menos. Pero si noslimitamos a castigarnos, a

despreciarnos, y luego no pensar más enello, deterioramos nuestra autoestima yaumentamos la probabilidad de poseermenos integridad personal en el futuro.Un mal concepto de uno mismo es unaprofecía que siempre acabacumpliéndose: provoca en nosotros unamala conducta. No mejoramosdiciéndonos que estamos corruptos.Nuestras acciones son un reflejo delsujeto y la entidad que pensamos quesomos. Necesitamos aprender, pues, unareacción alternativa frente a nuestrasfaltas, que es más útil para nuestraautoestima y para nuestra conductafutura.

En lugar de caer en la autocondena,podemos aprender a preguntarnos:¿cuáles fueron las circunstancias? ¿Porqué mis elecciones o decisionesparecían deseables o indispensables enaquel contexto? ¿Qué estaba yo tratandode lograr? ¿De qué modo Intentabadefenderme?

No podemos comprender lasacciones de un ser humano hasta quecomprendamos por qué tienen algúnsentido para la persona implicada.Necesitamos conocer el contextopersonal en el que ocurrieron lasacciones, el modelo de realidad, elmodelo de yo-en-el-mundo que yace

detrás de la conducta.Por ejemplo: supongamos que soy

una mujer que he elegido permanecerdemasiado tiempo junto a un maridoalcohólico que me maltrata físicamente,lo cual es peligroso tanto para mí comopara mis hijos. Sé que debería irme,pero tengo miedo. La vida es para míalgo temible, mi situación me resultaprecaria, y veo que mis recursos yopciones son muy limitados. Dada miinseguridad básica, mi modelo personaldel yo-en-el-mundo, estoy tratando desobrevivir, lo cual no es un crimen.Quizás desee tener más coraje yconfianza y no sufrir tanta angustia, pero

no puedo maldecirme por tratar de vivir.Sólo puedo aprender que es posiblevivir mejor cambiando mi punto de vistasobre mí misma y sobre el mundo.

El hecho importante es éste: sipodemos contemplar nuestro contextopersonal con compasión y deseos decomprender (sin negar ni por unmomento lo equivocado de nuestraconducta), si podemos ser para connosotros mismos un buen amigo querealmente quiere saber por qué noscomportamos como lo hacemos,entonces podremos curarnos; sentiremosquizá remordimiento y arrepentimiento,pero no nos autocondenaremos. Y la

consecuencia más probable será ladecisión de ser mejores en el futuro.

Este es el modelo que utilizamos enla terapia. Una mujer confiesa unainfidelidad sexual; un hombre admiteque ha perpetrado una violación; unempleado reconoce haberse apropiadode los fondos de la empresa; unadolescente cuenta haber herido adredea su hermano menor; un científico admitehaber falsificado datos; un padreconfiesa haber sido cruel ydesconsiderado con respecto a lasnecesidades de sus hijos; un profesorreconoce haber aprovechado el trabajode un alumno para mejorar su prestigio;

una secretaria admite haber faltado a suempleo, con la excusa de estar enferma,para salir con su novio; un periodistaconfiesa haber inventado chismes confines maliciosos. Algunas de estasacciones pueden ser triviales, otrastienen trágicas consecuencias. Perocuando en la terapia nuestros pacienteshablan de ellas transmitiéndonos susentimiento de culpa, ¿qué hacemos pararepararlo?

Generalmente, decimos algo asícomo: "Veo que se siente desdichado yse reprocha lo que ha hecho. Tratemosde entender por qué lo hizo. ¿Cuálesfueron los sentimientos y motivos que lo

impulsaron a actuar de ese modo?¿Podemos analizar eso?" (No gritamosrecriminaciones, ni tampoco decimos:"Lo que hizo estuvo bien. No tiene porqué sentirse mal.")

Debe usted recordar que, cuandoactúa, en algún sentido siempre estáluchando por satisfacer sus necesidades(lo mismo es válido para todos losorganismos vivientes). Nuestrasacciones siempre están relacionadas connuestros esfuerzos para sobrevivir, paraproteger al yo, para mantener elequilibrio, para evitar el miedo y eldolor, para madurar o para crecer. Auncuando el camino elegido esté

equivocado, aun si objetivamente nosentregamos a la autodestrucción,subjetivamente, en algún nivel, estamostratando de salvarnos, como en el casode un suicida que busca escapar de undolor intolerable.

Empero, entender las raíces de lasconductas impropias, no significa quelas personas implicadas "no pudieronevitarlo". Ni la comprensión ni lacompasión suponen negar laresponsabilidad.

De hecho, cuando una persona hacometido una equivocación con respectoa la cual se siente culpable, dirijo suatención hacia las acciones que podría

realizar para permitirse el auto perdón.Examinemos este punto, puesto que esimportante.

El auto perdón puede exigir más quela comprensión y la compasión antesmencionados. Teniendo en cuenta que aveces hay circunstancias especiales querequieren consideraciones especiales,existen en general medidas bastanteespecíficas que pueden liberarnos de laculpa.

La primera es reconocer (hacer realante nosotros mismos, en lugar de negaro ignorar) que somos nosotros los quehemos realizado esa acción particular.

La segunda, si otra persona ha

resultado herida por nuestra acción, esreconocer explícitamente ante esapersona (o personas) el daño que hemoshecho y transmitir nuestra comprensiónde las consecuencias de nuestraconducta, suponiendo que ello seaposible.

La tercera es realizar todas lasacciones a nuestro alcance que puedanenmendar o minimizar el daño quehemos causado (devolver dinerorobado, rectificar una mentira, etcétera).

Por último, es necesario que noscomprometamos firmemente acomportarnos de una manera diferenteen el futuro, porque sin un cambio de

conducta volveremos a desarrollarcontinuamente la desconfianza.

Desde luego, también es necesario,como medida inicial, estar dispuestos aexplorar las razones por las cualesrealizamos dicha acción. Si evitamoseso, no nos liberaremos de la culpa, y esmuy probable que repitamos el modelode conducta inadecuada.

Por supuesto, algunos delitos son tanterribles que el auto perdón del tipo queestoy describiendo aquí es poco realistao imposible; para citar sólo dosejemplos, las acciones del torturador deun campo de concentración o de ungenocida no se resuelven por esta vía.

Pero esa clase de gente tampoco suelehacer psicoterapia o leer libros sobre laautoestima.

Para aquellos a quienes si concierneeste análisis, existen evidenciasabrumadoras de que si aprendemos acomprendernos y perdonarnos, nuestraconducta tiende a mejorar. En cambio, siseguimos condenándonos sin piedad,nuestra conducta (como nuestraautoestima) tiende a empeorar.

A continuación propongo unejercicio que le ayudará a aplicar esteprincipio. Copie, clara yespecíficamente, alguna acción suya quese haya reprochado. Explique por qué

considera que esa acción es equivocada.Luego cierre los ojos e Imagine que elque cometió esa acción no fue usted sinoun amigo al que quiere mucho. Imagineque hace preguntas a ese amigo, que lehace hablar, que le ayuda a expresar enpalabras el modelo del yo-en-el-mundocon que obraba en ese momento, y loguía hacia la perspectiva o lossentimientos ocultos detrás de esaconducta. Luego imagine que aplica esetratamiento con usted mismo. ¿Cómo lehace sentir? ¿Qué descubre? Registre suexperiencia en el cuaderno.

Después considere esto: si sintieraque es apropiado y deseable mostrar esa

actitud benévola con alguien que ama,¿estaría dispuesto a mostrarla consigomismo?

Por supuesto, si no se ofreciera esaoportunidad a usted mismo, es probableque tampoco se la ofreciera a otro. Sisomos irracionalmente severos al juzgarnuestra propia conducta, por lo generalno lo somos menos al juzgar la de losdemás. A la inversa, la autocompasión,siempre que sea responsable y nomeramente indulgente, suele dar porresultado una actitud benévola hacia losotros. La benevolencia hacia uno mismoy hacia los demás es tanto una expresiónde autoestima como un medio de

intensificarla.Gerardo fue a consultarme por

problemas personales diversos, queincluían un profundo sentimiento deculpa por haber abandonado a su mujery a su hijo al cabo de sólo algunos añosde matrimonio, cuando el niño tenía dosaños. Eso había sucedido quince añosatrás, y aunque se había divorciado yvuelto a casar, Gerardo se sentíaprofundamente perturbado por el dañoque había hecho, sobre todo a su hijo."¿Cómo puedo perdonarme a mímismo?", me preguntaba. "¿Cómo puedorectificar lo que hice?" Lo conduje através del proceso que acabo de

describir, y él imaginó que aconsejaba aun amigo que había hecho lo mismo queél, y empezó a revivir el terror quehabía sentido años atrás, la sensación deestar abrumado por responsabilidadesque estaban más allá de su capacidad, elsaber que no amaba a su esposa y que sehabía dejado influir por las presiones deella para casarse, urgido por unaexagerada necesidad de que loconsideraran "un buen muchacho",etcétera. No renunciaba a la convicciónde que en aquel momento podría habersecomportado de manera más honrada yresponsable, pero comenzó a entrar en laconciencia de su yo más joven y a

apreciar, al menos, que no había sidoempujado por la crueldad ni por uncapricho, y que en su universo deentonces, tal como él lo había percibido,no tenía las opciones que ahora leresultaban evidentes. Decidió buscar asu hijo y a su primera esposa; reconocersu error y comprender el dolor que leshabía causado; aceptar el derecho deellos a haber acumulado cierta ira contraél; y descubrir si había algo que élpudiera hacer ahora para ayudarlos. Seperdonó a sí mismo y reconoció queellos tenían derecho a no perdonarlo, siasí lo preferían. Pudo ver el dolor deellos con una claridad y una compasión

que no le eran posibles mientras estabaocupado en reprocharse su conducta; y,al verlo, pudo avanzar en la direccióncorrecta. Su ex esposa no se habíavuelto a casar y él no pudo atravesar sumuro de amargura; pero con su hijo pudoestablecer una relación completamentesatisfactoria para ambos, después de unlargo y difícil período de sospechas,lágrimas y manifestaciones de ira porparte del hijo.

"La culpa y la compasión no sellevan bien", me confesó Gerardo."Mientras pensaba en lo malo que era,otra parte de mi siempre se sentía a ladefensiva, y se autoprotegía. Cuando me

deshice de eso, por primera vez pudever las cosas desde el punto de vista deellos, en términos realistas. Ahora, sealo que fuere lo que pueda hacer porellos, estoy dispuesto a hacerlo, y esome hace feliz. Y acepto que hay cosasque no puedo hacer, y me siento en paz."

Una de las peores equivocacionesque podemos cometer es decirnos anosotros mismos que sentirnos culpablesrepresenta necesariamente una forma devirtud. La Intransigente severidad hacianosotros mismos no es algo de lo quenos debamos jactar. Nos vuelve pasivose impotentes. No Inspira cambios;paraliza, Sufrir es la más fácil de las

actividades humanas; ser feliz es la másdifícil. Y la felicidad requiere, no quenos rindamos a la culpa, sino que nosemancipemos de ella.

Consideremos ahora otro modo enque podemos dañar nuestra autoestimaevaluando inadecuadamente nuestraconducta.

A veces dañamos nuestra autoestimageneralizando acerca de nuestra"naturaleza esencial" sobre la base denuestras acciones en situacionesconcretas.

Por ejemplo, Martín me dijo: "Soyun inadaptado social. No sé hablar conla gente. No sé qué decir." Cuando le

pregunté: "¿Nunca sabe qué decir?", merespondió: "Bueno, no; cuando estoy congente Interesada en el arte o la literatura,tengo muchísimo que decir." Parece queMartín no tenía ningún interés particularen los deportes y se sentía marginadocuando los hombres y las mujeres de laoficina conversaban sobre un recientepartido de fútbol, "¿Le importa elfútbol?", le pregunté. Me contestó: "Enlo más mínimo." Yo proseguí: "¿Piensaque tendría que importarle el fútbol?"Reflexionó un momento, luego rió ydijo: "No, por supuesto que no." Yoobservé: "Cuando usted se llama “uninadaptado social”, lo que parece querer

significar es que no tiene nada que decirsobre un tema que no reviste ningúnInterés para usted y sobre el cual nosiente ningún deseo de aprender nada.Para mí, eso no Indica una deficienciaInnata. Lo que Indica es que usted seríamás feliz sí encontrara amigos quecompartieran su Interés por el arte y laliteratura. En cuanto a sus compañerosde oficina, si usted pudiera permitirsetener intereses diferentes de los de ellos,y permitir que ellos tengan interesesdistintos de los suyos, imagino quepodría sentirse más relajado en sucompañía e incluso descubrir que siguensiendo miembros de la misma especie".

Como comentario adicional de estahistoria, añadiré que el trabajo que hicecon Martín a partir de entonces llevó aque él descubriera que tanto él como suscompañeros de trabajo tendían amoverse en mundos innecesariamenterestringidos en sus conversaciones, yque entre ellos existían muchos caminospotenciales de comunicación, pese a susdiferentes intereses.

"Soy un cobarde", decía Ernesto.Parecía temeroso de hablar en público.¿Cuál es la diferencia, le pregunté, entredecir “soy un cobarde” y decir “meangustia la perspectiva de hablar enpúblico?". Ernesto respondió: "Es como

si su versión redujera la magnitud delproblema". Le señalé que todas laspersonas que yo conocía y que sentíanconfianza en ciertas situaciones,carecían de ella en otras; si queríaadquirir confianza en sí mismo al hablaren público, yo pensaba que podíalograrlo con facilidad; pero aluniversalizar el problema y calificarlode "cobardía" no lograba otra cosa quedeteriorar su autoestima.

"Soy terriblemente holgazán", decíaEdmundo, que trabajaba reparandoaparatos de aire acondicionado y aquien su jefe había reprendido variasveces por soñar despierto en horas de

trabajo. Pero luego me enteré de quedespués de su jornada laboral trabajabahasta bien entrada la noche en unanovela que estaba escribiendo, lo cualera la pasión central de su vida. Siemprehabía tenido que hacer de todo menos loque más quería hacer y, enconsecuencia, experimentaba unafrustración y una insatisfacción casiconstantes con respecto a si mismo. Perono era "holgazán". Aplicarse esecalificativo no lo acercaba a unasolución, sólo deterioraba su respetopor sí mismo. "Suponga que decimos —le sugerí— que le resulta terriblementedifícil mantener una disciplina

concienzuda en un trabajo que le aburre,en lugar de decir que usted es unholgazán. Ahora bien, es cierto que esorepresenta un verdadero problema, si nose puede ganar la vida como escritor.Pero ése no es el problema que usted seatribuye; usted no es un holgazán, puestoque escribe hasta las tres de lamadrugada y a la mañana siguiente sepresenta en su empleo, aunque esté algodormido. La dificultad real ya esbastante dura. ¿Por qué empeorarlaautocastigándose?".

Ahora pensemos cómo podríaaplicar usted este principio a sí mismo.Piense en alguna cualidad negativa que

usted se atribuya. Luego piense en tressituaciones de su vida en que nodesarrolle ese aspecto. Despuéscompruebe si puede pensar en unasituación cualquiera en la que de verdadmanifieste la conducta opuesta (como enel caso de Edmundo, que se pasaba lamayor parte del tiempo escribiendo).Haga este ejercicio (mejor tomandonotas) con cada rasgo negativo que sesienta inclinado a atribuirse.

Esto le dará la oportunidad de dejarde aplicarse calificativos y dañar suautoestima y, además, le permitirácentrarse en las circunstancias en lascuales se comporta de maneras que

usted rechaza. Luego intente identificarlas razones por las cuales talessituaciones parecen provocar esaconducta.

El paso siguiente (y de nuevo seráaquí muy provechoso el uso de uncuaderno) es pensar en tres respuestasdiferentes que usted podría dar ante esassituaciones. Ensaye esas nuevasrespuestas en su imaginación.Compruebe cuál le gusta más y cuál seadapta mejor a usted. Véase a ustedmismo manifestando esta nueva ydeseable conducta. Véase ejecutarla conéxito; luego salga y practique lo que haensayado. Este es un buen modo de

aumentar la incidencia de su eficacia enel mundo. Si usted persevera, inclusofrente a las decepciones, contrariedadesó "recaídas" Iniciales, descubrirá que hasubestimado radicalmente su capacidadde cambio (como casi todos tienden ahacer).

Una de las características de laspersonas que están razonablementelibres de culpa no es que nunca realizanacciones que lamenten o por las que sesientan mal, o por las que inclusopuedan arrepentirse (por un tiempo),sino que, además de las conductascorrectivas antes descritas, procuranaprender de sus equivocaciones.

Reflexionan sobre ellas. Las examinan.Tratan de discernir los modelossubyacentes, para evitarlos.

A menudo, en algún lugar de nuestrapsique quizás "sabemos" lo quenecesitamos aprender de nuestrasequivocaciones, pero no "sabemos"cómo hacer plenamente consciente eseconocimiento. Aquí la técnica decompletar oraciones puede ser de granayuda, ya que es más que nada unaherramienta para acceder a lo que yacedentro de nosotros pero se halla másallá de la conciencia ordinaria.

Pensando en alguna acción (oinacción) de la cual usted se arrepiente,

copie este principio de oración: Si yoestuviera dispuesto a examinarcabalmente lo que hice (o dejé dehacer)... luego escriba de seis a diezfinales lo más rápidamente posible, sinque interfiera la autocrítica ni laautocensura, sino permitiendo que losfinales se escriban solos (aunque alprincipio no parezcan tener sentido).Luego proceda a hacer lo mismo conestos principios:

Cuando hice lo que hice, me dije...Una de las cosas que podría

aprender de la experiencia es...Si hubiera estado dispuesto a ver lo

que veo ahora…

Uno de los modos de evitar esteerror en el futuro es...

Si hubiera permanecido tanconsciente como lo estoy ahora...

Me gustaría más a mí mismo si...Cuando actúo en contra de lo que

comprendo perfectamente...Comienzo a darme cuenta...A medida que me muestro más

dispuesto a comprender lo que estoyescribiendo...

Cuando imagino cómo me sentiríasi me comportara de manera másapropiada en el futuro...

A medida que este tema se me hacecada vez más claro...

El único modo de aprender lobeneficioso e integrador que puedellegar a ser este proceso es participaractivamente en él. Me aventuraré asuponer que algunos lectores seresistirán a aplicar esta técnicaprecisamente porque, en un nivelsubconsciente, saben que es un procesoque tiene el poder de activar eldesarrollo y el cambio, y si estánidentificados con sus errores y su culpa.Lo que buscan en primer lugar no es elcambio, pese a que protesten afirmandolo contrario.

¿Por qué una persona se identificacon su culpa? Bueno, por un lado, la

culpa nos encierra en nuestra pasividad,lo cual no nos despierta la necesidad degenerar nuevas conductas: "Soyculpable. Soy una decepción. Siempre lohe sido... así es la vida". Esto puedetraducirse así: "No esperéis nada demí".

Por otro lado, la infelicidad es unsentimiento familiar: no disfrutable, sinofamiliar. ¿Quién sabe con qué podríaenfrentarnos la vida si no tuviéramosnuestras depresiones y nuestros autoreproches para aislarnos y protegernos?¿Quién sabe qué desafíos nos veríamosobligados a afrontar? La desdicha puedeproporcionarnos cierta clase de

comodidad, mientras que la felicidad, asu modo, es más exigente, en términosde conciencia, energía, disciplina,dedicación e integridad.

Luego están las personas que dejóvenes, fueron empujadas por padrespoco afectivos o indiferentes, a creerque eran malas o ineptas y quienes, aunde adultos, se sienten impulsados a darla "razón" a sus padres —protegiendoasí la relación hijo-padre a costa de supropia realización y autoestima. Estopuede continuar mucho tiempo despuésde haber muerto los padres. El drama esinterno.

De modo que hace falta coraje para

trabajar con el fin de liberarnos de laculpa. Hace falta honestidad yperseverancia, y comprometerse con laindependencia, y vivir consciente,auténtica, responsable y activamente.Pero puede hacerse.

Este desafío nos enfrenta no sólo connuestros defectos reales o Imaginariossino también con nuestras virtudes(cuando nos inclinamos a ponernos a ladefensiva o a rechazarlas).

Al condenar nuestros pensamientos,sentimientos o acciones, lo hacemospara proteger nuestra autoestima, aunqueel efecto sea directamente opuesto alque nos proponemos. Ya que en un

cierto nivel luchamos por cuidarnos oprotegernos, nuestra política tendrá almenos una apariencia de plausibilidad.Después de todo, estamos condenandoaquello que consideramos fallas odefectos. ¿Pero qué sucede con elrechazo o el repudio de los aspectospositivos —incluso las virtudes— quehay en nosotros?

Ya hemos visto un ejemplo de estoen nuestro análisis de la autoaceptación,cuando observamos que la gente puederechazar sentimientos de satisfacción uorgullo por temor a la responsabilidadque exigen, o a la posible alienaciónsocial o la desaprobación de los demás.

Pero aquí presento ejemplos diferentes.A algunos lectores les costará creer quehaya alguien que sostenga estos puntosde vista; otros los reconocerán muybien.

"Me siento culpable por ser guapo,es decir, más guapo que la mayoría delos hombres."

Implicación: mi buen aspecto es uncastigo —además de una injusticia—para todos aquellos que no lo poseen.

Traducción más probable: Tengomiedo de los celos o la envidia de losdemás.

"Me siento culpable por ser taninteligente, es decir, más inteligente que

la mayoría de la gente."Implicación: Nací con un buen

cerebro, a expensas de todos los que nolo tienen. Además, si todos ejercitansiempre la inteligencia potencial conque han nacido, yo no merezcoreconocimiento alguno por lo que hehecho con la que me fue dada.

Traducción más probable: Tengomiedo de la animosidad de los quedesprecian la inteligencia.

"Me siento culpable por el éxito quehe logrado en mi vida, cuando hay tantagente que fracasa."

Implicación: No sólo no merezconingún reconocimiento moral por mis

logros, sino que éstos representan unainjusticia para con todos aquellos que,por una u otra razón, no consiguieron lomismo. Además, estoy en deuda moralcon todos los que han logrado menos ensu vida que yo en la mía.

Traducción más probable: Si nodoy ninguna muestra de sentirmeorgulloso por lo que he logrado, sioculto mis sentimientos de orgullo nosólo ante los demás sino ante mí mismo,entonces quizá la gente me perdone y meaprecie.

"Me siento culpable de ser humano;nací en pecado."

Implicación: Es significativo hablar

de culpa en un contexto en el que noexiste la inocencia. Además, deboaceptar un concepto que violenta larazón y la moral porque las autoridadesasí lo proclaman.

Traducción más probable: Esasautoridades poseen el monopolio de lamoralidad y de los juicios morales;¿quién soy yo para oponer mi juicio alde ellos?

Hay dos temas que parecenpresentes siempre que estamos a ladefensiva o sentimos cierta "culpa" conrespecto a las facetas positivas: elmiedo a la responsabilidadvoluntariamente asumida y el miedo al

aislamiento o la soledad. Desde luegoambos están relacionados. Pero eslamentable que las personas esténdispuestas a someterse a otras para seraceptadas por ellas.

El deseo de pertenecer a unacomunidad no es, por supuesto,irrazonable, pero intentar adquirirlo aexpensas de la autoestima es meramenteproducir un nuevo tipo de soledad: lasoledad para con nosotros mismos. Estaes una de las fuentes más comunes delsufrimiento humano.

Si se siente usted afectado por estetema, si reconoce en él cualquier partede usted mismo, considere lo siguiente:

si tuviera un hijo al que amara, y esehijo fuera hermoso o sano o fuerte ointeligente o creativo o al creceralcanzara el éxito, ¿querría usted quesu hijo se sintiera culpable por ello?¿Querría que su hijo se sintiera culpablede estar vivo? Planteo este tema porque,en mi experiencia, muchas personas quese sienten confundidas al pensar en símismas ven la luz al Instante cuandoproyectan su propia psicología en unhijo imaginario.

Tal vez deba destacar que reconocerlos mejores aspectos de nosotrosmismos y complacernos en ellos nosignifica ser arrogantes, jactanciosos o

presumidos; en absoluto. Pero tampocodebemos mentir (a nosotros mismos o alos demás) sobre quién y qué somos. Nodebemos disculparnos para evitar oamortiguar la envidia. Una autoestimasaludable prohíbe esa clase decapitulaciones.

Vemos, pues, que para contemplartanto nuestras virtudes como nuestrosdefectos, se requiere mucho coraje ytambién honestidad.

A continuación, le ofrecemosalgunos principios de oraciones que leayudarán a explorar este tema:

Si me cuesta aceptar cualquiera demis virtudes, podría deberse a...

Cuando me siento a la defensivacon respecto a mis aspectos positivos...

Lo que me asusta en cuanto aadmitir mi orgullo por mí mismo o mis,logros es...

Cuando me encuentro con laenvidia o los celos ajenos...

Si escondo lo que soy por miedo ala envidia o los celos...

Si debiera considerarme unpecador sólo porque existo...

Si me piden que me disculpe por miapariencia física, inteligencia,posesiones o logros (aplique los finalesde la oración solamente al ítem máspertinente para usted)...

Si estuviera dispuesto a admitir lascosas de las que me siento orgulloso...

Si hace este ejercicio en uncuaderno, y escribe alrededor de mediadocena de finales para cada principio,aventuraré la hipótesis de que nonecesitará más explicaciones por miparte sobre las ventajas de aceptar susvirtudes con honestidad, en términos dela autoestima (así como de la felicidaden general). Las recompensasemocionales serán obvias e Inmediatas.

¿Correrá usted el riesgo de apartarde sí a cualquier persona de bajaautoestima que envidie su éxito o sufelicidad? Es casi inevitable. ¿Significa

esto que deberá usted reexaminaralgunas de sus relaciones? Quizás. Peroa medida que aprenda a aceptar suspuntos fuertes, conseguirá una nueva ymejor clase de relaciones. Es un hechocotidiano que, como psicoterapeuta, hepresenciado muchas veces. Y en algunoscasos salvará una relación actual,instando a otra persona a Igualar sucoraje y elevarse a su nivel dehonestidad y autenticidad. Como me dijocierta vez un marido: "Mi esposa y yonos pusimos de acuerdo en dejar dejugar a ser humildes. ¡Qué alivio!".

La lucha por la autoconfianza y elautorrespeto vale lo que nos exige.

Hay algo más, relacionado con estetema, que debemos mencionar.

Nuestro sentido del sí-mismo no seforma en un momento. Tiene unahistoria. Se desarrolla con el tiempo. Sinuestra meta es evaluar de maneraapropiada nuestra conducta y a nosotrosmismos para despejar el camino haciauna autoestima más elevada, a menudoserá preciso que penetremos en elpasado (en el sí-mismo que fuimos enuna época más temprana de nuestrahistoria personal) para volver aconectarnos con nuestro sí-mismo niño oadolescente, aceptarlo y "perdonarlo".

Este es el tema que trataremos ahora.

La integración del si-mismo más joven

"De niña, quería desesperadamenteque mi madre me amara", recuerda unaodontóloga de treinta y siete años. "Memoría porque simplemente me tocara ome demostrara alguna clase de afecto.Al reflexionar sobre mi pasado meimpresiona lo necesitada que estaba.Supongo que ésa es la razón por la queno suelo mirar hacia atrás. No me gustasaber eso sobre mí misma, por lo menostal como yo era entonces. ¿Esa chica erarealmente yo? Me niego a creerlo. Me

gusta pensar que esa muchacha murióhace mucho tiempo y que ahora soy otrapersona."

Cuando su marido la dejó,quejándose de que ella parecía incapazde dar o recibir amor, se sintió hundiday perpleja; afirmó no comprender lo queél quiso decir.

"No me gusta recordarme de niño(repite un programador de ordenadoresde cuarenta y seis años). Vivía siempreaterrado. Mi padre volvía a casaborracho y golpeaba a todo el que se lepusiera delante. Mamá nunca nosprotegía. Yo me escondía; buscabalugares para esconderme; la mitad del

tiempo estaba demasiado asustado, nisiquiera me atrevía a hablar. Era unasituación deprimente; aquel niño eradeprimente. No me siento en absolutorelacionado con él."

Sus hijos no entienden por qué supadre parece incapaz de jugar con ellos.Sólo saben que, emocionalmente, papárara vez parece estar allí... como si notuvieran padre.

"Mi madre era muy sarcástica —dice una enfermera de treinta y un años.Tenía una lengua viperina. Cuando yoera chica, no sabía cómo acostumbrarmea eso. Lloraba mucho. Siento escalofríoscuando pienso en mí misma a los tres,

cuatro o cinco años."Pero muchos de sus pacientes se han

quejado de sus modos bruscos y susocasionales observaciones mordaces.Sabe que en general no cae bien, perotiende a engañarse en cuanto al porqué.

"Cuando yo tenía doce años(manifiesta un abogado de cincuenta yuno) en nuestra calle había un chulo queme aterraba. Me pegó varias veces y,después, con sólo mirarlo quedaba yoreducido a la nada. No me gustarecordarlo. No me gusta hablar de ello.En realidad, no me gusta admitir que eraun chico asustado. ¿Por qué no podíaafrontar la situación de otra manera?

Mejor que me olvide de ese pequeñobastardo lo antes posible."

Aunque es brillante en su trabajo,pocos de sus clientes simpatizan coneste hombre. Lo consideran insensible ycruel. "Es un chulo", ha observado másde uno.

Existen muchas razones que hacenque la gente sienta que no puedenperdonar al niño que fueron una vez.Como los pacientes mencionados,niegan y rechazan a ese niño. Traducidasa palabras, sus actitudes equivalen a losiguiente: no puedo perdonarme haberletenido tanto miedo a mi madre; haberanhelado tanto la aprobación de mi

padre; haberme sentido tan pocoquerido; haber tenido tanta necesidad deatención y afecto; haberme sentido tanconfundido por las cosas; haber excitadosexualmente, de algún modo, a mimadre; haber hecho algo, aunque notengo idea de qué, para que mi padreabusara sexualmente de mí; haber sidotan torpe en las clases de gimnasia;haberme sentido intimidado por miprofesor; haber sufrido tanto; no habersido popular en la escuela; haber sidotímido y apocado; no haber sido másduro; haber temido desobedecer a mispadres; haber hecho cualquier cosa paragustar; haber ansiado que me trataran

con amabilidad; haber sidomalhumorado y hostil; haber tenidocelos de mi hermano menor; haberpensado que todo el mundo sabia másque yo; no haber sabido qué hacercuando me ridiculizaban; no habermeenfrentado a la gente; que mis ropasfueran siempre las más pobres yandrajosas de entre todos miscompañeros de escuela.

En realidad, el niño que fuimos unavez puede ser recordado como unafuente de dolor, rabia, miedo, embarazoo humillación, o ser reprimido,rechazado, repudiado y olvidado.Rechazarnos a ese niño tal como,

quizás, lo hicieron otros, y nuestracrueldad para con ese niño puedeproseguir diaria e indefinidamente através de toda nuestra vida, en el teatrode nuestra propia psique, donde el niñocontinúa existiendo como unasubpersonalidad, un sí-mismo niño.

Podemos, como adultos, encontrarmúltiples pruebas del rechazo de losdemás en nuestras relaciones actuales,sin darnos cuenta de que las raíces denuestra experiencia de rechazo son másinternas que externas. Toda nuestra vidapuede consistir en una serie de actos deincesante autorrechazo, mientrasseguimos quejándonos de que son los

otros los que no nos quieren.Cuando aprendemos a perdonar al

niño que hemos sido, por algo que él oella no sabía o no podía hacer, o no eracapaz de afrontar, o sentía o no sentía;cuando comprendemos y aceptamos queese niño luchaba por sobrevivir de lamejor manera posible, entonces el sí-mismo adulto ya no sostiene unarelación de rivalidad con el si-mismoniño. Una parte no está en guerra con laotra. Nuestras respuestas adultas sonmás adecuadas.

En el capítulo 2 introduje elconcepto de un sí-mismo niño: larepresentación del niño que fuimos una

vez, la constelación de actitudes,sentimientos, valores y perspectivas quetuvimos hace mucho tiempo, y que gozande inmortalidad psicológica comocomponente de nuestro sí-mismo total.Es un sub—sí-mismo, unasubpersonalidad, un estado mental quepuede ser más o menos dominante en unmomento dado, y en virtud del cualobramos a veces, casi exclusivamente,sin darnos cuenta de que lo hacemos.

Podemos (de forma implícita)relacionarnos con nuestro sí-mismo niñode manera consciente o inconsciente,con benevolencia o con hostilidad, concompasión o con severidad. Como

espero que aclaren los ejercicios quefiguran en este capítulo, cuando uno serelaciona consciente y positivamentecon el sí-mismo niño, éste puede serasimilado e integrado en el sí-mismototal. Cuando la relación es inconscienteo negativa, se abandona al sí-mismoniño en una especie de alienado olvido.En este último caso, cuando se dejainconsciente al sí-mismo niño, o se lorechaza y repudia, nos fragmentamos; nonos sentimos completos; en algunamedida nos sentimos enajenados denosotros mismos; y la autoestima quedaperjudicada.

Cuando no se lo reconoce ni se lo

comprende, o se lo rechaza y abandona,el sí-mismo niño puede convertirse enuna "perturbación" que obstruye tantonuestra evolución como el goce de laexistencia. La expresión externa de estefenómeno es que a veces mostraremosuna conducta infantil nociva, o caeremosen modelos de dependenciainapropiados, o nos volveremosnarcisistas, o experimentaremos elmundo como si éste perteneciera a "losmayores".

Por el contrario, si es reconocido,aceptado, admitido y por lo tantointegrado, el si-mismo niño puede seruna magnífica fuente de enriquecimiento

de nuestra vida, con su potencial deespontaneidad, capacidad lúdica eimaginación.

Antes de intimar con su sí-mismoniño e integrarlo, para que conviva enarmoniosa relación con el resto deusted, debe tomar contacto con esaentidad que vive en su mundo interior.Como medio de presentar a mispacientes o alumnos a sus sí-mismosniños, a veces les pido que se dejenllevar por una fantasía, que se imaginencaminando por una carretera rural hastaque, a lo lejos, vean a un niño sentadojunto a un árbol y, al acercarse,comprueben que ese niño es el sí-mismo

que ellos fueron una vez. Luego les pidoque se sienten junto al árbol y entablenun diálogo con el niño. Los animo a quehablen en voz alta, para profundizar larealidad de la experiencia. ¿Qué quiereny necesitan decirse el uno al otro? No esinfrecuente que broten las lágrimas; aveces se manifiesta alegría. Pero casisiempre se dan cuenta de que de algunamanera el niño aún existe dentro de lapsique (como un estado mental) y aportasu contribución a la vida del adulto. Deeste descubrimiento emerge un sí-mismomás rico, más pleno. A menudoadvierten con tristeza que habíanpensado, equivocadamente, que

necesitaban deshacerse de ese niño parapoder crecer.

Cuando trabajo con un paciente conel objetivo de integrar a su sí-mismoniño, con frecuencia sugiero estesencillo ejercicio que usted podrárealizar con facilidad. (Si tiene un amigoque pueda leerle las instrucciones quesiguen, tanto mejor; también puedegrabarlas usted mismo en una casete yluego escucharlas; o simplemente leerlashasta asimilarlas, antes de llevarlas a lapráctica.)

Durante unos minutos contemplefotografías de usted mismo cuando eraniño (suponiendo que las tenga; si no,

continúe sin ellas). Después cierre losojos y aspire varias veces, profunda yrelajadamente. Penetre en su interior yhágase estas preguntas: ¿Cómo era tenercinco años? ¿Cómo imagina queexperimentaba usted su cuerpoentonces?.. ¿Cómo era sentirse triste?..¿Cómo era sentirse excitado?.. ¿Cómoera vivir en su casa?.. ¿Cómo sesentaba? Siéntese como usted imaginaque se sienta un niño de cinco años.Preste atención a lo que percibe.Conserve la experiencia un rato en sumente.

Con hacer este ejercicio todos losdías durante dos o tres semanas

aprenderá a percibir mejor su sí-mismoniño, y también a lograr un mayor nivelde integración que el que experimenta enel presente, porque estaría dando elprimer paso para convertir en visible alsí mismo niño y tratarlo con seriedad.

Pero el trabajo de completaroraciones es una herramienta mucho másavanzada y poderosa para despertar elreconocimiento de su sí-mismo niño yfacilitar la integración. Como ya hedicho antes, utilice un cuaderno. yescriba al comienzo de una página enblanco cada una de las oracionesincompletas que figuran abajo, luegoescriba de seis a diez finales para cada

una, lo más rápidamente posible y sinautocriticarse, inventando cosas cuandosea necesario para no perder el ritmo.

Cuando tenía cinco años...Cuando tenía diez años...Si recuerdo cómo era el mundo

cuando yo era pequeño...Si recuerdo cómo era mi cuerpo

cuando yo era pequeño...Si recuerdo cómo era la gente

cuando yo era pequeño...Con mis amigos me sentía…Cuando me sentía solo, yo...Cuando me sentía excitado, yo...Si recuerdo qué me parecía la vida

cuando era yo chico...

Si el niño que hay dentro de mípudiera hablar; diría...

Una de las cosas que tuve quehacer de niño para sobrevivir fue...

Una de las maneras en que trato ami sí-mismo niño como lo hacía mimadre es...

Una de las maneras en que trato ami sí-mismo niño como lo hacía mipadre es...

Cuando el niño que llevo en miinterior se siente ignorado por mí...

Cuando el niño que llevo en miinterior se siente criticado por mí…

Una de las maneras en que sueleocasionarme problemas es...

Sospecho que estoy obrando stravés de mi sí-mismo niño cuando...

Si ese niño fuera aceptado por mí...A veces, lo difícil de aceptar

plenamente al niño que tengo en miinterior es...

Si perdonara más a mi sí-mismoniño...

Yo sería más amable con el niñoque tengo en mi interior si...

Si escuchara las cosas que ese niñonecesita decirme...

Si aceptara plenamente a ese niñocomo a una parte valiosa de mí...

Comienzo a darme cuenta de....Cuando me miro desde esta

perspectiva...A algunos pacientes les he hecho

repetir este ejercicio varias veces, conintervalos de alrededor de un mes. Lespedía que no miraran los finales quehabían escrito las veces anteriores.Cada vez producían finales nuevos, quelos llevaban a reglones más profundas.Sin la ayuda de ningún otro trabajo enesta área, lograron extraordinariasvisiones interiores e integraciones quedieron como resultado su curación y unaumento de su autoestima.

Le recomiendo que experimente conesta serie de oraciones incompletas ydescubra lo que puede lograr con ellas.

Al hacerlo, comprobará de qué maneraeste trabajo puede ser beneficioso parasu autoconfianza, autorrespeto y sentidode la totalidad.

A continuación, expondré un modomás avanzado, de trabajar en elterritorio abierto por los principios deoraciones anteriores. Repita elprincipio: Cuando tenía cinco años..., ya continuación los siguientes:

Una de las cosas que mi si-mismode cinco años necesita de mí y nuncaha obtenido es...

Cuando mi si-mismo de cinco anostrata de hablarme...

Si estuviera dispuesto a escuchar a

mi sí-mismo de cinco años conaceptación y compasión...

Si me niego a atender a mi sí-mismo de cinco años...

Al pensar en volver al pasado paraayudar a mi sí-mismo de cinco años...

Después, repita esta misma serie consus si-mismos de seis, siete, ocho,nueve, diez, once y doce años. Lograráuna milagrosa autocuración de susheridas.

Por último, cuando sienta que haadquirido un buen sentido de su sí-mismo niño corno entidad psicológica(que es lo que debería proporcionarleesta técnica de completar oraciones),

realice este nuevo ejercicio, a la vezsimple y extraordinariamente efectivo,para facilitar la integración.

Empleando cualquier tipo deimágenes que le resulte útil —visuales,auditivas, sensaciones cinestésicas—,imagine a su sí-mismo niño de pie anteusted (como le pedí a Carlos que lohiciera, en el capítulo 2). Luego, sindecir una palabra, imagine que estrechaa ese niño en sus brazos, acariciándolocon suavidad, con la intención deentablar con él una relación de afecto.Permita que el niño responda o noresponda. Permanezca suave y firme.Deje que él le toque las manos, los

brazos, y que su pecho le transmitaaceptación, compasión, respeto.

Recuerdo a una paciente, Valentina,que en un principio tuvo dificultad parahacer este ejercicio porque, según dijo,su sí-mismo niña era una mezcla dedolor, rabia y desconfianza. "Se meescapa permanentemente —decía—. Noconfía en mí ni en nadie." Le dije que,dadas sus experiencias, su respuesta eraperfectamente natural. Luego proseguí:"Imagine que yo me presento a usted conuna niña y le digo: Me gustaría que ustedse hiciera cargo de ella. Ha sufridoalgunas malas experiencias y es muydesconfiada. Por un lado, un tío suyo

intentó violarla, y cuando ella quisodecírselo a su madre, ésta se enfadó conella. Así que se siente abandonada ytraicionada. (Valentina había tenido esaexperiencia a los seis años). Su nuevohogar será el suyo, y su nueva vida lapasará con usted. Tendrá que animarla aque le tenga confianza y a darse cuentade que usted es diferente de los otrosadultos a quienes ella ha conocido. Esaserá mi presentación de la niña.Después, puede hablarle, escucharla ydejar que le diga todo lo que ellanecesita que comprenda un adulto. Pero,al principio, sólo abrácela. Permítalesentir seguridad mediante la calidad de

su ser, la calidad de su presencia.¿Puede hacerlo?".

—Sí— respondió Valentina conansiedad—. Hasta ahora la he tratadocomo todos los demás. Como si ella noexistiera, como si no estuviera allí,porque su dolor me asustaba. Creo queyo también la he estado culpando, casicomo lo hacía mí madre.

—Entonces cierre los ojos, cree aesa niña frente a usted, tómela en susbrazos y permítale recibir su cariño.¿Cómo se siente usted?.. Me preguntoqué querría usted decirle... Tómese eltiempo necesario para descubrirlo.

Más tarde, Valentina observó:

—Durante todos estos años hetratado de ser adulta rechazando a laniña que fui. Me sentía muyavergonzada, herida e Irritada. Perocuando tomé a esa niña en mis brazos yla acepté como una parte de mí, porprimera vez en mi vida me sentí unaadulta de verdad.

Esta es una de las maneras dedesarrollar la autoestima.

Ahora consideremos al si-mismoadolescente.

Cada uno de nosotros fueadolescente alguna vez, y aún llevamoscon nosotros a ese adolescente comoparte de lo que somos, reconozcamos o

no a esa entidad más joven. SIreconocemos a nuestro sí-mismoadolescente, lo aceptamos e intimamoscon él, puede ser una valiosa fuente deenergía, idealismo y ambición, yproporcionarnos un sentido Ilimitado delas posibilidades de la vida. Pero si lorepudiamos, ignoramos, rechazamos onegamos, puede llevarnos a practicardiversas conductas de autosabotaje.Quizás nos encontremos dirigiéndonos anuestro jefe de un modo inapropiado enun momento inoportuno, o considerandoal sexo opuesto con el miedo y lainseguridad de un adolescente, oactuando con la falta (ocasional) de

buen juicio crítico propia de laadolescencia, o convirtiendo a cualquierpersona mayor en una figura paternalrepresiva o autoritaria contra quiensentimos la necesidad de rebelarnos.

Pero, más allá de todo eso, sidejamos a nuestro sí-mismo adolescentealienado de nuestro sí-mismo total,estamos permitiendo que se abra unafisura, una brecha en nuestra identidadque afecta de manera adversa a laautoestima. Una vez más, una parte denosotros está en guerra con otra.

En las siguientes declaracionespodemos observar esa clase de guerra:

"Me incomoda recordar lo tímido y

torpe que era con las chicas durante miadolescencia —decía un médico demediana edad—. Realmente, ¿quiénquiere pensar en esas cosas? ¿Qué tieneque ver conmigo ese personajelamentable?".

De modo que su si-mismoadolescente queda obligado a esperar aalguien que no lo considere un"personaje"; la única persona que podríasalvarlo no desea afrontar la desgraciade asociarse con él. Y el adulto luchapor no pensar en los inexplicablesmomentos de vaga soledad que lopersiguen y acosan de maneraimpredecible, cuyo origen él no puede

imaginar.“Yo ya tenía casi dieciocho años, y

todavía quería que mi familia mecuidara —dice una mujer de cuarenta yun años, esposa y madre—, mientras queotra parte de mi misma soñaba con serlibre y vivir sola. No era muyindependiente. No tenía agallas,supongo. ¿Qué tiene de maravillosovivir solo? Pero un momento merebelaba y al instante siguiente volvía alnido. Mirando hacia atrás, todo aquellome parece que representa muchadebilidad. Yo no tolero la indecisión.No puedo relacionarme de ningún modocon esa adolescente. ¿Supone usted que

es por eso que soy tan impaciente conmis hijas adolescentes? También mecuesta relacionarme con ellas."

De modo que tanto su sí-mismoadolescente como sus hijas adolescentescarecen de la comprensión, compasión yapoyo de aquella persona que,justamente, más necesitan. Y la mujeradulta lucha por mantenerse ocupadapara no sentir los ecos de un dolordistante que la desconcierta y que eltiempo no logra curar.

"Detesto recordar lo solo que estuvedurante los años de mis estudiossecundarios —dice un mecánico decuarenta y ocho años—. Yo no sabía

relacionarme con la gente, ¡pero memoría por hablar con alguien! Yo eratan... intenso. Terrible. ¿Por qué austedes, los psicólogos, les gusta hurgaren el pasado? De adolescente yo erainsufrible."

De modo que este sí-mismoadolescente está condenado a unasoledad irreversible. Y el adulto siguepreguntándose por la causa del engañosovacío que tiene en su interior y que nadapuede llenar.

Una vez más podemos observar esemodelo de severidad despiadada eindiferente, esta vez dirigida al sí-mismo de nuestra adolescencia. Así: no

puedo perdonar mi torpeza social deadolescente; no puedo perdonar mimiedo a las chicas o los muchachos; omi dolorosa necesidad de alguien conquien estar y hablar; o el enormedesconcierto que sentía con respecto acasi todo; o mi ineptitud en la gimnasia yen el baile; o mi delgadez; o micomplexión física; o mi ruidosaexuberancia; o mi confusión sobre elsexo; o mi vacilación entre la rebeldía yla sumisión; o mi timidez en las fiestas;o mi pasividad; o mis incursiones en ladelincuencia; o mi promiscuidad; o mipuritanismo; o mi exhibicionismo; o mipresuntuosidad; o mi apocamiento; o mi

falta de conocimientos, o de aplomo, ode delicadeza.

Del mismo modo que podemosrechazar al niño que hemos sido,también podemos rechazar aladolescente.

Pero nuestro si-mismo adolescentesigue siendo un componente constante denuestra psique, y la única posibilidadque tenemos es elegir entre serconscientes o inconscientes de ese sub-sí-mismo, benévolos y atentos u hostilesy acusadores con él. ¿Será nuestro si-mismo adolescente aceptado y admitido(bienvenido, en realidad), o serásentenciado de por vida a un solitario

destierro?Volvamos al mismo ejercicio que

propuse para tomar contacto con el sí-mismo niño, adaptado ahora a laadolescencia.

Si es posible, antes de comenzarcontemple durante unos minutos algunasfotografías de cuando usted eraadolescente. Después cierre los ojos yrespire varias veces, profunda yrelajadamente. Penetre en su interior yconsidere estas preguntas: ¿Cómo es serun adolescente...? ¿Cómo imagina queexperimentaba usted su cuerpo en eseentonces...? ¿Cómo era vivir en sucasa...? ¿Cómo se sentaba? Siéntese

como usted se imagina que se sienta unadolescente. Conserve la experiencia unrato en su mente. Poco a poco se abriráante usted una perspectiva más ricasobre quién es en realidad. Recíbala conaceptación y respeto.

Este es otro sencillo ejercicio que leresultará provechoso repetir todos losdías durante dos o tres semanas(después de haber completado su trabajocon el sí-mismo niño). Descubrirá que, amedida que ofrezca comprensión yrespeto a su sí-mismo adolescente, sesentirá más entero, más integrado y conmayor armonía interior.

Ahora, para avanzar más en el

trabajo, practiquemos la técnica decompletar oraciones. Escriba cada unode los siguientes principios en una hojaen blanco de su cuaderno, y luegoescriba de seis a diez finales para cadauno.

Cuando llegué a la adolescencia...Cuando tenía catorce años...Cuando tenía dieciséis años...Cuando entré en la escuela

secundaria sentí...Con mis amigos adolescentes me

sentí…Con el sexo opuesto me sentía...De adolescente, una de las cosas

que tuve que hacer para sobrevivir

fue...De adolescente, cuando me

enfadaba, yo...De adolescente, cuando sentía

dolor, yo...De adolescente, cuando sentía

miedo, yo...De adolescente, cuando me sentía

solo, yo...De adolescente, cuando me sentía

excitado, yo...Cuando tenía dieciocho años...Sí el adolescente que hay en mí

pudiera hablar. Diría...Una de las maneras en que trato a

mi sí-mismo adolescente tal como lo

hacía mí madre es...Una de las maneras en que trato a

mi sí-mismo adolescente tal como lohacía mí padre es...

Cuando mi sí-mismo adolescente sesiente ignorado por mí...

Cuando mí sí-mismo adolescente sesiente criticado por mí...

Una de las maneras en que mí sí-mismo adolescente a veces me causaproblemas es...

Si mi si-mismo adolescente sesintiera escuchado y respetado pormí...

Si mí sí-mismo adolescente sintieraque yo tengo compasión por sus

esfuerzos...A veces, lo difícil de aceptar

plenamente al adolescente que llevo enmí interior es...

Si perdonara más a mi sí-mismoadolescente...

Si respondiera más a lasnecesidades del adolescente...

Una de las maneras en que mí sí-mismo adolescente podría ayudarme enmi vida es...

Una de las cosas que aprecio de misí-mismo adolescente es...

Comienzo a sospechar que...Si me permito comprender lo que he

escrito...

Trabajando en las terapias con estatécnica, he observado que hay pacientesque se resisten a ella con irritación,porque, según dicen, fueronadolescentes tan confundidos, solitariosy llenos de incertidumbre queliteralmente no quieren tener nada quever con esa entidad. Olvidan que esaentidad reside ahora dentro de ellos yque es a sí mismos a quienes repudian.

Algunos de los principios deoraciones ofrecidos apuntan a resolverla cuestión. Por ejemplo, para completarCuándo mi sí-mismo niño se sienteignorado por mí..., escriben(sorprendidos) finales como éstos: se

porta mal; se vuelve rencoroso; meobliga a hacer cosas estúpidas; sevuelve absurdamente desafiante; meconfunde; me hace actuar como situviera la mitad de mi edad; me vuelveimprudente; me hace irresponsable,etcétera. Después, al completarprincipios como: Si perdonara más a misi-mismo adolescente... o Sírespondiera más a las necesidades deladolescente..., escriben finales como: seablandaría; sería menos suspicaz; meayudaría, en vez de combatirme; sesentiría parte de mí; me permitiríaemplear mis conocimientos; no meinvolucraría en cosas de las que debo

mantenerme apartado; no sería tanrebelde; no sería tan hosco, etcétera.

Estos finales hablan por sí mismos.Cuando nos declaramos la guerra anosotros mismos, creamos un adversarioal que no podemos vencer. Cuando nosaceptamos y respetamos, creamos unamigo y un aliado.

Como ya hice con el sí-mismo niño,quiero proponer algunos principios deoraciones avanzados para aplicar a laadolescencia. Comience con Cuandotenía trece años..., y siga con:

Una de las cosas que mi sí-mismode trece años necesita de mí y nunca haobtenido es...

Cuando mí si-mismo de trece añostrata de hablarme...

Si estuviera dispuesto a escuchar ami si-mismo de trece años conaceptación y compasión...

Si me niego a atender a mí sí-mismo de trece años...

Y por último: Al pensar en volveratrás para ayudar a mi sí-mismo detrece años...

Luego haga lo mismo con cada unode sus "si-mismos" hasta los diecinueveaños (puede seguir más allá, si esrealmente ambicioso). Se sentirá máscompleto, más integrado que lo quenunca ha estado en su vida.

Después recuerde el cuarto ejerciciopropuesto para integrar al sí-mismoniño, y adáptelo al si-mismoadolescente. Utilice su imaginación paracolocar a su sí-mismo frente a usted.¿Qué imaginan ambos que podrían sentiral mirarse el uno al otro? Y si tuvierausted que extender los brazos en ademánde afecto y confianza, ¿cómo se sentiría?Si abrazara a ese si-mismo (como seabraza a un adolescente, no a un niño)(comunicándose no con palabras sinocon las manos, los brazos, el cuerpo,enviando mensajes de compasión ycariño), ¿cuál sería su experiencia?Hágalo, y descúbralo. Preste atención a

la gama completa de sus sentimientos.Persevere, sea cual fuere la respuestaque reciba de su sí-mismo adolescente.Al curar al adolescente, se curará usted.

Sé que habrá muchos lectores aquienes este ejercicio les pareceráextraño. ¿Solo, en una habitación, crearuna relación de cariño con eladolescente que fui tiempo atrás? ¿Quétiene esto que ver con lo que siento hoy?Si hace el ejercicio (no una vez, quizás,sino varias), descubrirá la respuesta.

El ejercicio requiere sólo dos o tresminutos. Pero practíquelo todos los díasdurante uno o dos meses, y notará ladiferencia en el modo de experimentarse

a usted mismo. Pondrá fin a una guerraen la que ha estado envuelto —inconscientemente— durante años. Si eneste período usted escribe un diariopersonal, y algunos días añade mediadocena de finales para el principioEstoy empezando a sentir..., obtendráuna visión más clara de su progreso.

El solo hecho de comprometerse arealizar este ejercicio, así como losanteriores, aumentará su autoestima,porque significará que usted seconsidera digno de este esfuerzo. Si veque se muestra reacio a hacer elesfuerzo, quizás deba usted formularseesta pregunta: ¿Qué otra cosa más

importante que ésta tengo que hacer?

Vivir de un modoresponsable

Las personas que gozan de una altaautoestima tienen una orientación haciala vida activa, y no pasiva. Asumenplena responsabilidad en cuanto a larealización de sus deseos. No esperanque otros hagan realidad sus sueños.

Si surge un problema, se preguntan:"¿Qué puedo hacer para solucionarlo?¿Qué posibilidades de acción tengo a mialcance?" No exclaman: "¡Alguien tieneque hacer algo!" Si algo ha salido mal,se preguntan: "¿Qué es lo que pasé por

alto? ¿En qué equivoqué mi cálculo?".No se entregan a una apoteosis deinculpaciones.

En conclusión, afrontan laresponsabilidad de su propia existencia.

Y, según el principio de causalidadrecíproca analizado antes (los actos quecausan una buena autoestima sontambién expresiones de una buenaautoestima), la gente que asume laresponsabilidad de su propia existenciatiende, por lo tanto, a generarunasaludable autoestima, hasta el punto depasar de una orientación pasiva a unaorientación activa, de gustarse más, detener más confianza en sí misma, y de

sentirse más apta para la vida y másmerecedora de felicidad.

En mi trabajo psicoterapéutico veocon frecuencia que las transformacionesmás radicales ocurren después de que elpaciente se da cuenta de que nadie va aacudir en su rescate. "No acude nadie"es una frase que oigo mucho en mitrabajo, en todos los niveles. Cuando alfin me permití asumir la plenaresponsabilidad de mi vida (me ha dichomás de un paciente), comencé a crecer.Empecé a cambiar. Y mi autoestimaempezó a aumentar."

La autorresponsabilidad comprenderealizaciones como las siguientes:

Soy responsable de mis elecciones yacciones.

Soy responsable del modo en queutilizo mi tiempo.

Soy responsable del nivel deconciencia que aplico a mi trabajo.

Soy responsable del cuidado o lafalta de cuidado con que trato a micuerpo.

Soy responsable de mantener lasrelaciones que decido entablar o en lasque elijo continuar.

Soy responsable del modo en quetrato a los demás: Mi cónyuge, mishijos, mis padres, mis amigos, missocios, mi jefe, mis subordinados, el

vendedor de una tienda.Soy responsable del significado que

doy o dejo de dar a mi existencia.Soy responsable de mi felicidad.Soy responsable de mi vida en lo

material, lo emocional, lo intelectual ylo espiritual.

Cuando hablo de "ser responsable"en este contexto, no quiero decir serreceptor de acusaciones o culpasmorales, sino ser el principal agentecausal de la propia vida y conducta.Esto es muy importante.

Al analizar algunas de lasaplicaciones de la autorresponsabilidaden Honoring the Self escribí:

Un paciente, en la terapia, aprendela pregunta: "¿Por qué y cómo me estoyvolviendo tan pasivo?", en lugar dequejarse: "¿Por qué soy tan pasivo?". Envez de afirmar que no puede ocuparse denada, aprende a explorar cómo y por quése niega a experimentar sentimientosIntensos con respecto a cualquier cosa."¿Por qué?" en este contexto significa:"¿Con qué propósito?". En vez de decir:"¿Por qué siento este tenso dolor en lanuca?", aprende a decir: "¿Quésentimientos estoy tratando de evitar alexperimentar la tensión de los músculosde mi nuca?". En lugar de lamentarse deque la gente se aproveche de él con tanta

frecuencia, aprende a preguntar: "¿Porqué y cómo invito o aliento a la gente aque se aproveche de mí?". En lugar dequejarse: "Nadie me comprende",pregunta: "¿Por qué y cómo hago difícilque la gente me entienda?". No dice:"¿Por qué las mujeres no se fijan enmí?", sino: "¿Qué hago para que lasmujeres no se fijen en mí?" En vez delloriquear:."Siempre fracaso en todo loque intento", comienza a considerar:"¿Por qué y cómo busco el fracaso entodo lo que intento?".

No es mi intención sugerir que unapersona nunca sufre a causa de un hechoaccidental o por los fallos de los demás,

o que es responsable de todo cuantopueda sucederle. No somosomnipotentes. No apoyo lagrandilocuente noción de que "Soyresponsable de todos los aspectos de miexistencia y de todo lo que meacontece".

Sobre algunas cosas tenemoscontrol, sobre otras no. Si me hagoresponsable de asuntos que están másallá de mi control, pondré en peligro miautoestima, ya que, inevitablemente, nolograré alcanzar mis propios objetivos.Si niego mi responsabilidad en cuanto acosas que sí están bajo mi control,nuevamente pongo en peligro mi

autoestima. Necesito saber la diferenciaentre lo que depende de mí y lo que no.También necesito saber que soyresponsable de mi actitud y mis accionesrelacionadas con aquellas cosas sobrelas que no tengo control, como laconducta de otras personas.

La autorresponsabilidad,racionalmente concebida, esindispensable para una buenaautoestima. Evitar laautorresponsabilidad nos hace víctimasde nuestra propia vida. Nos vuelveindefensos. Otorgamos poder a todos,menos a nosotros mismos. Pero cuandonos sentimos frustrados buscamos

echarle la culpa a alguien; son otros losque tienen la culpa de nuestra desdicha.En contraste, la apreciación de laautorresponsabilidad puede resultar unaexperiencia vigorizadora y tonificante.Vuelve a poner nuestra vida en nuestrasmanos.

La técnica de completar oracionesayuda a poner de relieve este punto conrapidez y claridad:

"Si tuviera que dejar de culpar a mimujer por mi desdicha (confesaba unagente inmobiliario de mediana edad),me enfrentaría a mi propia pasividad;tendría que afrontar el hecho de que casitoda mi vida me he sentido triste; tendría

que reconocer que elegí permanecer conella sin que nadie me obligara; tendríaque admitir que necesito alguien a quienechar la culpa; renunciaría al controlque tengo sobre ella; debería considerarlas opciones que están a mi alcance;tendría que hacer otra cosa, en lugarde sufrir:"

"Si debiera aceptar que soyresponsable del estado de mi cuerpo(decía una joven que comía y bebíademasiado), tendría que dejar de sentirlástima de mí misma; tendría que dejarde culpar de todo a mis padres; quizástendría que empezar a hacer gimnasia;no creo que pudiera seguir abusando de

mi cuerpo como lo hago ahora; megustaría más a mí misma; dejaría decompadecerme; saldría de mi apatía yme pondría a hacer algo parasolucionarlo."

"Si asumiera la responsabilidad demis sentimientos (aseveraba una mujer,madre y esposa, cuyos estallidosemocionales constituían una tormentaque azotaba incesantemente la vida de sufamilia), tendría que considerar quecuando me siento frustrada me conviertoen una niña; tendría que afrontar lasrazones reales que me hacen desdichada;sabría que gran parte de mi ira es undisfraz de mi inseguridad; quizás podría

ser más honesta con mi marido conrespecto a mis miedos; no atormentaría alos niños; tendría que admitir que amenudo utilizo las emociones paramanipular a mi familia y conseguir quehagan lo que yo quiero; tendría queaceptar que los demás también tienensentimientos; pensaría antes de hablar;n o me vería como una víctima deluniverso."

"Si asumiera la responsabilidad deobtener lo que deseo (declaraba unhombre de unos treinta años que nuncahabía conservado un empleo por más deocho meses), tendría que reconocer queel tiempo pasa, y que no me vuelvo más

joven, sino más viejo; no soñaríadespierto ni fantasearía tanto; tendríaque admitir que no he hecho otra cosaque perder el tiempo; tendría queadmitir cuánto me asustacomprometerme de verdad con cualquiercosa; no envidiaría tanto el éxito deotras personas; no podría seguirculpando al sistema; tomaría un rumbo ycontinuaría en él; dejaría de presentarexcusas; reconocería que nada va amejorar si yo no cambio."

"Mientras pueda seguir culpando amis padres de mi desdicha (manifestabaun maestro que cambiaba de terapeutavarias veces al año), nunca tendré que

crecer; puedo hacer que la gente sientalástima de mi; puedo hacer que mispadres se sientan culpables; puedo hacerque los otros sientan que tienen querecompensarme por lo que me pasa;puedo decirme a mí mismo que no esculpa mía; puedo derrotar a misterapeutas; puedo sentirme trágico;puedo ser una víctima; tengo una excusapara todo; no tengo que hacerme cargode mi vida,"

"Si debiera asumir plenaresponsabilidad por mi propia vida(decía un psiquiatra que respondía a lasnecesidades de todos menos a las suyasy las de su familia), dejaría de decirme

a mí mismo que estoy demasiadoocupado como para ser feliz; dejaría detratar de impresionar a mis pacientescon mi amabilidad y mi comprensión;dejaría de sentirme un mártir; dejaría deinsistir en que mi esposa me hagaconcesiones ilimitadas; sabría dóndetermina mi responsabilidad para con losdemás; seria más amable conmigomismo y con mi esposa y mis hijos;reconocería que el autosacrificio es unaclaudicación; empezaría a aplicar en mímismo lo que enseño a mis pacientes;admitiría que nadie puede vivir para losotros, y si pudiera, no debería hacerlo;viviría con mayor integridad; yo mismo

me respetaría más, y también lo haría mifamilia; tendría que pensar qué es loque realmente pretendo de la vida."

Si usted aún no ha hecho losejercicios de completar oraciones, seasombrará de la ingenuidad con que lagente reconoce lo que persigue evitandohacerse responsable de sí misma. Perosi usted en verdad desea aumentar suautoestima, le propongo algunosprincipios de oraciones con los cualestrabajar antes de seguir adelante:

A veces, cuando las cosas no vanbien, me convierto en un ser indefensomediante...

Lo bueno de volverse una criatura

indefensa es...A veces trato de evitar la

responsabilidad culpando a…A veces me mantengo pasivo

mediante…A veces utilizo la

autorrecriminación para...Si actuara con más responsabilidad

en el trabajo...Si actuara con más responsabilidad

para obtener éxito en mis relaciones...Si me hiciera responsable de cada

palabra que pronuncio...Sí me hiciera responsable de mis

sentimientos...Si me hiciera responsable de mis

acciones en todo momento...Si me hiciera responsable de mi

felicidad...Si el único significado de mí vida es

el significado que yo estoy dispuesto adarle...

Si estuviera dispuesto a respirarprofundamente y experimentarplenamente mi propia energía...

Sí estuviera dispuesto a ver lo queveo y saber lo que sé...

En este momento está muy claroque...

Tal vez usted no se percate de queen algunas áreas de su vida es másautorresponsable que en otras. Quizás

sea muy activo y responsable en eltrabajo y muy pasivo en su casa, con sufamilia. Quizás sea muy responsable encuanto a su salud y muy irresponsablecon el dinero. Quizás sea activo en sudesarrollo intelectual y pasivo en elplano emocional.

Considere las siguientes áreas:Su salud.Sus emociones.La elección de sus parejas.La elección de su cónyuge.La elección de sus amigos.Su bienestar económico.El nivel de conciencia y

responsabilidad que aplica en su

trabajo.El nivel de conciencia y

responsabilidad que aplica en susrelaciones.

Su manera de tratar a la gente engeneral.

Su desarrollo intelectual.Su carácter.Su felicidad.Su autoestima.Ahora imagine una escala de uno a

diez, en la que 10 equivale a lo queusted consideraría unaautorresponsabilidad óptima y 1 al nivelmás bajo de autorresponsabilidadimaginable. Califíquese en cada ítem

anotando al lado la puntuacióncorrespondiente. Puede diferenciar lasáreas en que es necesaria una mayorelaboración.

Llegados a este punto, si piensa enuna u otra de las áreas en las que no esmuy responsable, tal vez se descubraprotestando: "Pero no sé qué hacer, nosé cómo ser más responsable".

Por supuesto, muy rara vez esto escierto.

En los primeros años de ejercicio demi profesión, cuando los pacientesplanteaban esta objeción, yo lesmostraba qué era lo que podían hacerpara participar de manera más activa en

sus propias vidas. La experiencia me haenseñado la falacia de este enfoque.Hoy, cuando los pacientes ya sabencómo completar las oraciones que lesdoy, por lo general les propongo elprincipio Una de las formas en quepuedo ser más responsable conrespecto a (rellenar con el áreaadecuada) es..., y les pido que locompleten a toda velocidad. Enseguidadescubren lo bien informados que enrealidad están.

He escuchado a muchas personas, detodas las extracciones sociales,completar este principio de oración confinales asombrosamente perspicaces, y

he aprendido a escuchar con benévoloescepticismo las protestas de ignoranciae Incapacidad. Si usted se oye protestar,le sugiero que haga lo mismo.

Desde luego, a veces los demás nosaclaran ciertas posibilidades de acción,pero siempre hay algunas cosas que yasabemos que podemos hacer. Empiecepor éstas.

Aceptar la responsabilidad de lapropia existencia es reconocer lanecesidad de vivir productivamente.Esta es una aplicación básica y muyimportante de la idea de poseer unaorientación activa hacia la vida.

No es el grado de nuestra capacidad

productiva lo que está en discusión aquí,sino más bien nuestra decisión deejercitar cualquier capacidad quetengamos. El trabajo productivo es ela c t o humano por excelencia. Losanimales deben adaptarse a su ambientefísico; los seres humanos adaptan elambiente físico a sí mismos. Tenemos lacapacidad de conceder unidadpsicológica y existencial a nuestra vida,integrando nuestras acciones con metasproyectadas a lo largo de ella.

No es la clase de trabajo queescojamos lo que incide en nuestraautoestima (siempre que, desde luego,ese trabajo no sea opuesto a la vida

humana), sino la búsqueda de un trabajoque exija y exprese el empleo más cabaly consciente de nuestra mente y nuestrosvalores (suponiendo que tengamos laoportunidad de hacerlo).

Vivir productivamente esproporcionarnos una de las dichas yrecompensas mayores que puedaexperimentar el ser humano.

Vivir con responsabilidad (y conello desarrollar una saludableautoestima) está muy relacionado convivir activamente. Mediante lasacciones se expresa y realiza una actitudde autorresponsabilidad. ¿Qué accionespuedo realizar para acercarme a la

obtención de mis objetivos? ¿Quéacciones puedo realizar para avanzar enmi carrera? ¿Para mejorar mi vidaamorosa? ¿Para que los otros me tratenbien? ¿Para aumentar mis Ingresos?¿Para ser más feliz? ¿Para cultivar midesarrollo intelectual o espiritual?

Así como, si deseamos aumentarnuestra autoestima, es necesario quepensemos en términos de conductas, sideseamos vivir más responsablementees necesario que pensemos en términosd e acciones muy específicas. Porejemplo, no basta con decirse: "Deberíaser más concienzudo". ¿Qué haré paraser más concienzudo? No basta con

decir: "Debería adoptar una mejoractitud hacia mi familia".

¿Cómo se manifestará esa mejoractitud en una conducta específica?

La conducta puede ser mental ofísica. Pensar es una acción;concentrarse en una tarea es una acción;hacer una lista es una acción; manifestaralgo a otra persona es una acción; ytambién lo es acariciar un rostro,transmitir el aprecio por medio depalabras, escribir una carta, reconocerun error, preparar un informe, revisar unlibro de contabilidad o solicitar unempleo. La pregunta es siempre:

¿Es esa conducta apropiada con

referencia al contexto? Serautorresponsable es preocuparse por esarespuesta.

Por lo tanto, si deseamos practicaruna mayor autorresponsabilidad enalgún aspecto de nuestras vidas, esnecesario que nos preguntemos: ¿Quéacciones puedo realizar en este ámbito?¿Cuáles son mis opciones? Si no estoyesperando un milagro, o que alguienhaga algo, entonces ¿qué puedo haceryo? Si elijo no hacer nada, aceptar elstatu quo, ¿estoy dispuesto a hacermeresponsable de esa decisión?

Observe lo siguiente: si hay áreas desu vida en las que practica un nivel más

alto de autorresponsabilidad que enotras, presumo que ésas serán las áreasen las cuales usted se gusta más. Lasáreas en las que evita la responsabilidadson aquellas en las que usted se gustamenos.

Una vez más, le recomiendo queemplee la técnica de completaroraciones para verificarlo. Por ejemplo:

Practico una mayorautorresponsabilidad cuando…

Evito lo más posible laautorresponsabilidad cuando...

Cuando soy autorresponsablesiento...

Cuando evito la

autorresponsabilidad siento...Si algo de lo que estoy escribiendo

es cierto...Comienzo a darme cuenta de...Piense en ello durante los próximos

siete días. Si practicara una mayorautorresponsabilidad, ¿qué cosas podríahacer de manera diferente? Escriba surespuesta en un cuaderno.

Después contemple la posibilidad detraducir en acción lo que ha escrito. Nopiense en comprometerse para toda lavida, sino sólo para la semanapróxima... como un experimento.Descubra el efecto de esto en su sentidode sí mismo. Descubra el efecto que

produce en su vida.Si le gusta lo que descubre, inténtelo

siete días más. Y luego otros siete.

Vivir de un modoauténtico

Las mentiras más devastadoras paranuestra autoestima no son tanto las quedecimos como las que vivimos.

Vivimos en una mentira cuandodesfiguramos la realidad de nuestraexperiencia o la verdad de nuestro ser.

Así, vivo una mentira cuando finjoun amor que no siento; cuando simulouna indiferencia que no siento; cuandome presento como más de lo que soy, ocomo menos de lo que soy; cuando digoque estoy irritado y lo cierto es que

tengo miedo; cuando aparentoindefensión y lo cierto es que soy unmanipulador; cuando niego y oculto mientusiasmo por la vida; cuando finjo unaceguera que niega mi comprensión;cuando pretendo poseer una informaciónque no tengo; cuando me río y enrealidad necesito llorar: cuando paso untiempo inútil con gente que no me gusta;cuando me presento como lapersonificación de valores que no sientoni poseo; cuando soy amable con todosmenos con las personas que digo amar;cuando me adhiero falsamente a ciertascreencias para gozar de aceptación;cuando finjo modestia; cuando finjo

arrogancia; cuando permito que misilencio implique asentimiento conrespecto a convicciones que nocomparto; cuando digo que admiro a unaclase de persona pero duermo siemprecon otra.

La buena autoestima exigecoherencia, lo cual significa que el sí-mismo interior y el sí-mismo que seofrece al mundo deben concordar.

Si elijo falsear la realidad de mipersona, lo hago para engañar laconciencia de los otros (y también a lamía propia). Lo hago porque consideroinaceptable lo que soy. Valoro cualquieridea de otro por encima de mi propio

conocimiento de la verdad. Mi castigoes que atravieso la vida con laatormentada sensación de ser unimpostor. Esto significa, entre otrascosas, que me condeno a la angustia depreguntarme eternamente cuándo medescubrirán.

Primero, me rechazo a mí mismo;esto está implícito en el hecho de vivirmentiras, en el de falsear la verdad demi persona. Después, me sientorechazado por los demás, o buscoposibles signos de rechazo, para lo cualsoy generalmente rápido. Imagino que elproblema se plantea entre los demás yyo. No se me ocurre que lo que más

temo de los otros ya me lo he hecho a mímismo.

L a honestidad consiste en respetarla diferencia entre lo real y lo irreal, yno en buscar la adquisición de valoresmediante el falseamiento de la realidad,ni la consecución de objetivospretendiendo que la verdad es distintade lo que es.

Cuando intentamos vivir de unamanera poco auténtica, siempre somosnuestra primera víctima, ya que, endefinitiva, el fraude va dirigido contranosotros mismos.

Es obvio que las mentiras máscomunes de la vida cotidiana perjudican

la autoestima: "No, no comí una terceraporción de tarta de fresas"; "No, no meacosté con fulano"; "No, no cogí esedinero"; "No, no falseé los resultados dela prueba", etcétera. La conclusión essiempre que la verdad es vergonzosa, opeor que vergonzosa. Ese es el mensajeque nos transmitimos a nosotros mismoscuando decimos mentiras semejantes.Pero éste es el nivel de deshonestidadmás obvio. Aquí debemos consideraruna clase de deshonestidad mucho másprofunda, tan íntimamente vinculada (asíes como lo sentimos) a nuestrasupervivencia que renunciar a ella sueleser un desafío de mucha más

envergadura.Para evitar una posible mala

interpretación, digamos que vivirauténticamente no significa practicar unasinceridad compulsiva. No significaanunciar cada pensamiento, sentimientoo acción posibles, sin tener en cuenta siel contexto es apropiado o no, o surelevancia. No significa confesarverdades de manera indiscriminada. Nosignifica dar opiniones que no nos hanpedido sobre el aspecto de otraspersonas, ni formular necesariamentecríticas exhaustivas, aunque nos lashayan pedido. No significa ofrecerse abrindar información a un ladrón sobre

unas joyas escondidas.Por otro lado, debemos reconocer

que la mayoría de nosotros hemos sidoeducados casi desde el mismo día enque nacimos, para no saber qué es vivirauténticamente.

La mayoría de nosotros fuimoscriados y educados de modo que nos eramuy difícil apreciar la autenticidad.Desde niños aprendimos a negar lo quesentíamos, a usar una máscara, y endefinitiva a perder el contacto conmuchos aspectos de nuestros sí-mismosInteriores. Nos volvimos inconscientesde gran parte de nuestros si-mismosinteriores, en nombre de la adaptación al

mundo que nos rodea.Nuestros mayores nos empujaron a

rechazar el miedo, la ira y el dolor,porque tales sentimientos losincomodaban. A menudo no sabían cómoresponder cuando se rompía la supuestaarmonía familiar. Muchos de nosotrosfuimos obligados también a ocultar (ypor último a eliminar) nuestraexcitación. Les ponía nerviosos.Nuestros mayores se volvíandesagradablemente conscientes de algoque habían olvidado mucho tiempoatrás. La excitación altera la rutina.

Los padres emocionalmentedistantes e Inhibidos tienden a educar

hijos emocionalmente distantes e Inhibí—dos, no sólo mediante sus mensajesexplícitos sino mediante su propiaconducta, que Indica al hijo qué es locorrecto, lo adecuado y lo socialmenteaceptable.

Además, puesto que en la Infanciaexisten muchas cosas temibles,Inquietantes, dolorosas y frustrantes,aprendemos a emplear la represiónemocional como un mecanismo dedefensa, como un medio de hacer la vidamás tolerable. Aprendemos condemasiada rapidez a evitar laspesadillas. Para sobrevivir, aprendemosa "hacernos los indiferentes", como si

estuviéramos muertos.Una de las experiencias más

dolorosas y desorientadoras de lainfancia, que la gente se sienteimpulsada a reprimir, es eldescubrimiento de que la mayoría de losadultos miente. Esto también puedeconvertirse en una barrera para lacomprensión y la valoración de laautenticidad.

Oigo que mi madre me sermoneasobre las virtudes de la honestidad, yluego oigo que le miente a mi padre. Mipadre anuncia cuánto desprecia aalguien y luego no hace más que adular aesa persona durante toda la cena. Veo

que una profesora niega flagrantementela verdad a otro alumno, en lugar dereconocer que ha cometido unaequivocación.

Que yo sepa, ningún psicólogo haestudiado nunca el impacto traumáticoque causa en los jóvenes la magnitud delas mentiras de los adultos. Y sinembargo, cuando planteo el tema en lasterapias e invito a mis pacientes areflexionar, la mayoría sostiene que fueuna de las experiencias másdevastadoras de sus primeros años devida.

Muchos jóvenes llegan a laconclusión de que crecer significa

aprender a aceptar la mentira como algonormal, es decir, aceptar y admitir lairrealidad como un modo de vida.

Pero sí nos entregamos a esta formade sacrificio mental, si nos permitimosser gobernados por el miedo, siadjudicamos más importancia a lo quecreen los otros que a lo que nosotrossabemos que es cierto si valoramos máspertenecer al grupo que ser, noalcanzaremos la autenticidad. Paraalcanzarla son necesarios el coraje y laindependencia, sobre todo cuando es tanraro encontrar esas cualidades en losdemás. Pero esto no deberíadesalentarnos; si las personas auténticas

constituyen una minoría, también laconstituyen las personas felices: y lasque gozan de una buena autoestima; y lasque saben amar.

Las personas que gozan de una altaautoestima están lejos de gustar siemprea los otros, aunque la calidad de susrelaciones sea claramente superior a lade las personas de baja autoestima.Como son más independientes que lamayoría de la gente, son también másfrancas, más abiertas con respecto a suspensamientos y sentimientos. Si estánfelices y entusiasmadas, no temenmostrarlo. Si sufren, no se sientenobligadas a "disimular". Si sostienen

opiniones impopulares, las expresan detodos modos. Son saludablementeautoafirmativas. Y como no tienenmiedo de ser quienes son, de vivirauténticamente, a veces despiertan laenvidia y la hostilidad de quienes estánmás atados a las convenciones.

A veces, en su Inocencia, seasombran de esta reacción, y quizás sesientan heridos por ella; pero no por esodesisten de su compromiso con laverdad. No valoran la buena opinión delos otros por encima de su autoestima.Sencillamente aprenden que hay gente ala que es mejor evitar.

Tratan de buscar relaciones

enriquecedoras en lugar de nocivas, encontraste con las personas de bajaautoestima, que casi siempre parecenentablar relaciones nocivas.

Las relaciones de las personas dealta autoestima se caracterizan por ungrado de benevolencia, respeto ydignidad mutua superior al nivel medio.Los hombres y mujeres orientados haciael desarrollo tienden a apoyar lasaspiraciones de desarrollo de losdemás. Las personas que disfrutan consu propio entusiasmo también disfrutancon el de los demás. Las personas quepractican la franqueza al hablar aprecianla franqueza en la conversación con los

otros. Las personas que se sientencómodas diciendo si cuando quierendecir sí, y no cuando quieren decir no,respetan el derecho de los otros a hacerlo mismo. Las personas auténticas tienenamigos mejores y más dignos deconfianza, porque saben que puedenapoyarse en ellos, y porque los instan aigualar su autenticidad.

Al ser auténticos, no sólo noshonramos a nosotros mismos: a menudoes como un regalo para cualquierpersona con la que tratemos.

"A veces doy a la gente una falsaimpresión de lo que siento (decía unapaciente que se quejaba de que nadie la

entendía), cuando sonrío y por dentroestoy llorando; cuando trato deimpresionar a personas que no respeto;cuando niego mi irritación y estoyardiendo por dentro; cuando finjo quenada me molesta; cuando no discuto connadie con respecto a nada; cuandoparezco estar de acuerdo con cualquieraque diga algo; cuando no digo lo quequiero; cuando digo sí y quiero decirno."

"A veces impido que la gente me délo que quiero (sostenía un paciente quese lamentaba de que nadie sepreocupaba por sus deseos), cuando noles digo lo que quiero; cuando finjo que

no quiero nada; cuando actúo como sifuera totalmente autosuficiente; cuandome burlo sutilmente de los esfuerzos delos demás para ser buenos conmigo;cuando lo critico todo; cuando doymucho a los demás y utilizo eso paramantenerlos a distancia; cuando memuestro distante; cuando no me quedoquieto si veo que la gente se me acerca;cuando ni siquiera me permito saber loque quiero."

"Si estuviera dispuesta a decir 'no'cuando quiero decir 'no' (manifestabauna mujer que se quejaba de que la gentese aprovechaba de ella), me respetaríamás a mí misma; quizás la gente me

apreciaría más; me sentiría más limpia;tendría más tiempo para hacer las cosasque quiero; la gente no me molestaría;sería más amable; no me rebelaría nidiría 'no" por cosas sin importancia; lagente me conocería mejor; creo que engeneral sería más generosa; no mesentiría una inútil; sería responsable delo que me sucediera; no podría echarlela culpa a nadie; todo dependería de mí;no podría sentir lástima de mí misma;tendría dignidad."

"Si dijera 'si' cuando quiero decir'sí' (declaraba un hombre que selamentaba de que su vida era aburrida),tendría más coraje: correría más

riesgos; permitiría que la gente supieraquién soy; tendría que ser honesto conlas cosas que me importan: me volcaríamás hacia la gente; tendría aventuras; nosería tan prudente; participaría en lavida en vez de ser un observador; unamayor parte de mí estaría en contactocon la realidad."

"Si no tuviera que vivir de acuerdocon las expectativas de los demás(afirmaba una mujer demasiadopreocupada por ganarse la aprobaciónde la gente), les diría a los demás lo queverdaderamente pienso y siento; deberíaencontrar mi propio rumbo; medefendería a mí misma; tendría que

asumir la responsabilidad de mi propiavida; averiguaría quiénes son enrealidad mis amigos; tal vez pudiera serdueña de mí misma; es hora de que mepregunte qué creo yo que es loimportante."

"SI fuera más sincero con respecto amis pensamientos y opiniones (decía unhombre que se quejaba de sentir angustiaen la vida social), me pregunto cómorespondería la gente; creo que mesentiría más seguro; me sentiría másfuerte; estaría más relajado; no mesentiría tan intimidado; me gustaría mása mí mismo; confiaría más en mí mismo;no me importarían tanto las opiniones

ajenas; estaría menos ansioso; no mesentiría un ciudadano de segunda clase;sabría que pertenezco a la raza humana."

"Si fuera más sincera respecto demis sentimientos (decía una mujer que selamentaba de haber perdido suidentidad), tendría que saber lo quesiento; creo que la gente me respetaríamás; a veces tendría que enfrentar ladesaprobación; quizás perdiera algunosamigos; no siempre me preocuparía deno herir los sentimientos de los demás;tendría más integridad; tendría quecambiar mi modo de vida; no diría queno sé quién soy; sentiría que tengoestabilidad; sentiría que sirvo para algo;

no me sentiría tan vacía ni tan cursi; noestaría asustada; sería yo misma; tendríaun sí-mismo."

Al reflexionar sobre el tema de lavida auténtica, debemos formulamosalgunas preguntas básicas. (Entre ellashay algunas superposiciones.)

Por lo general ¿soy sincero conmigomismo con respecto a lo que siento,aceptando mis emociones,experimentándolas, sin sentirmenecesariamente empujado a actuar sobreellas?

Por lo general ¿soy sincero con losdemás respecto de mis sentimientos, enaquellos contextos donde es apropiado

hablar de los sentimientos?¿Me esfuerzo conscientemente por

ser veraz y preciso en mis mensajes?¿Converso cómoda, abierta y

directamente sobre lo que amo, admiro ydisfruto?

Si estoy apesadumbrado, irritado odeprimido, ¿hablo sobre ello consinceridad y dignidad?

¿Defiendo lo que soy y hago honor amis necesidades e intereses?

¿Permito que los demás adviertan mientusiasmo?

Si sé que estoy equivocado, ¿loreconozco sencilla y francamente?

¿Siento que el sí-mismo que

experimento en mi interior es el sí-mismo que presento ante el mundo?

Empleando, una vez más, una escalade 1 a 10, en la que 10 equivale a laautenticidad óptima y 1 al nivel másbajo imaginable, califíquese en cada unode estos ítems. Por supuesto que elmodo en que se califique constituirátodo un reto a su voluntad de serauténtico. Quizás vea con más claridadlas áreas en las que es inadecuadamenteautoafirmativo.

Después tómese unos minutos parasentarse solo y tranquilo, y meditarsobre las mentiras que está viviendo enla actualidad. No se haga ningún

reproche; el objetivo de este ejerciciono es despertar la culpa sino lograr másclaridad y autocomprensión, como pasoprevio a una mayor autenticidad de suser. Imagine que le cuenta su historia aun amigo cariñoso y comprensivo quetiene verdaderos deseos de entenderlo, yquiere saber por qué usted creenecesario o deseable vivir esa mentira(o mentiras) en concreto. Dígale a suamigo cuál le parece que es el beneficiofuncional (su valor como supervivencia)de su falta de autenticidad. Luegoimagine que su amigo lo invita aexplorar sus fantasías acerca de lo quesucedería si usted abandonara esa

mentira. Describa con detalle lo queusted imagina que sucedería. Imagineque su amigo le pregunta si existe algunacondición o circunstancia en la cualusted pueda verse actuando de un modomás auténtico en esta área, y respóndale.Después, siéntese en silencio e imaginecómo podría sentirse, cómo podríaexperimentarse a usted mismo, sidecidiera vivir más auténticamente.Tómese el tiempo necesario parareflexionar sobre ello. Practique esteejercicio durante diez minutos una vezpor semana durante dos meses... y puedoprácticamente garantizarle que al vivirde un modo más auténtico se sentirá

cada vez más natural y cada vez mássatisfecho consigo mismo, menosansioso y más confiado.

Puede explorar aun más esteterritorio mediante la técnica decompletar oraciones, escribiendo deseis a diez finales para cada uno de lossiguientes principios:

Lo difícil de ser sincero conmigomismo con respecto a lo que siento es...

Lo difícil de ser sincero con losotros con respecto a mis sentimientoses...

Si me esforzara por ser veraz ypreciso en mis mensajes...

Si hablara abiertamente sobre las

cosas que amo, admiro y disfruto...Si fuera sincero cuando me siento

apesadumbrado, irritado o deprimido...Si estuviera dispuesto a mostrar a

los otros mi entusiasmo...Si fuera sincero cuando sé que me

he equivocado...Si estuviera dispuesto a comunicar

a la gente lo que siento por dentro...Cuando pienso en las cosas a las

que renuncio por miedo a que mecritiquen...

Cuando pienso en las cosas a lasque renuncio por miedo a que se ríande mí...

Si estuviera dispuesto a

experimentar para ser un poco másauténtico cada día...

Nadie pasa, de un día para otro, deser relativamente poco auténtico a serrelativamente auténtico. Ese es elsignificado del último principio deoración. La pregunta es:

¿Está usted dispuesto a descubrir loque sucede si, paso a paso, vaexperimentando en qué consiste elevarel nivel de su autenticidad?

En nuestro interior, nuestra falta deautenticidad nos hace perder el respetopor nosotros mismos. Queda un sabordesagradable en el ánimo. Percibimosque eso implica una traición, y estamos

en lo cierto. Pero si no estamosdispuestos a abordar este punto, nosqueda el consuelo de los perdedores:"No pude evitarlo".

O bien decimos: "Para fulano esfácil ser honesto y directo, porquedisfruta de una gran autoestima. Yo no".Olvidamos que vivir auténticamente esuna de las maneras de cultivar laautoestima.

Afirmar nuestros deseos ynecesidades (sin esperar, por supuesto,a que otros se hagan cargo de surealización), aun cuando resulte difícil:¿es esto lo que nos pide nuestraautoestima? Si.

¿Decir la verdad sobre lo quepensamos y sentimos, sin saber poradelantado cómo responderán los otros?Sí.

¿Permitir que los demás nos vean ysepan quiénes somos? Sí.

¿Permanecer fieles a nuestraconciencia, aunque estemos solos paraver lo que vemos y saber lo quesabemos? Si.

En esto consiste el heroísmo dehonrar al sí-mismo. También es elcamino que lleva a una autoestimaelevada.

Pero... espere un momento. Mirandohacia atrás, observando la distancia que

ha recorrido desde que empezó a leer,quizás usted sienta ganas de protestar:"¡No pensé que tendría que hacer tanto!"Tal vez imaginó que sólo se le pediríaefectuar algunas autoafirmacionesplacenteras todos los días, para que suautoestima floreciera. Esta es la clase deactitud que garantiza prácticamente unaautoestima inadecuada. "La vida(citando a Ayn Rand) es un proceso deacción autosostenida y autogenerada", ycada valor pertinente a ella requiereacciones continuas para sostenerla ymantenerla. Usted no puede alimentarse,o llevar a cabo una empresa de éxito,por el mero hecho de efectuar

autoafirmaciones. Tampoco puedemantener de ese modo un alto nivel deautoestima.

Si usted compró un libro tituladoCómo mantener el cuerpo en forma,debe ser lo bastante realista desde elprincipio como para saber que esorequerirá acción y disciplina. Con sólodecirse “todos los días, en todos lossentidos, mi cuerpo va alcanzando unmejor aspecto", no lo logrará. ConCómo mejorar su autoestima necesitaráel mismo realismo.

Así como no siempre tendrá ganasde hacer gimnasia, tampoco siempre leapetecerá hacer los ejercicios de este

libro. Pero si persevera (en cualquierade ambos casos), tendrá dos cosasclaras: el proceso se vuelve más fácil yatractivo a medida que usted vaobteniendo una mejor "forma"; y cuandose mire al espejo, verá los resultados...y le gustarán.

Desarrollar laautoestima de los

demásAunque cada uno de nosotros es el

responsable último de su autoestima,tenemos la oportunidad de apoyar oatacar la autoconfianza y el autorrespetode cualquier persona que tratemos, asícomo los demás también tienen la mismaopción en sus relaciones con nosotros.

Probablemente todos recordemosocasiones en que alguien nos trató de unmodo que reconocía tanto nuestradignidad como la suya. Y también

podemos recordar ocasiones en quealguien nos trató como si el concepto dedignidad humana no existiera. Sabemosbien qué diferente sensación nos dejanestas dos clases de experiencia.

Si damos la vuelta a este ejemplo,probablemente todos recordemosocasiones en que tratamos a alguien conun espíritu de dignidad mutua. Y quizásrecordemos otras en las que, a causa delmiedo o la ira, descendimos a un nivelde comunicación apenas humano, en elque la dignidad perdió todo susignificado. Y también sabemos de quémodo tan diferente se viven esos dostipos de experiencias.

Cuando nuestras relaciones humanastienen dignidad, las gozamos más; ycuando nosotros manifestamos dignidad,nos gustamos más a nosotros mismos.

Cuando nos comportamos de talmanera que acabamos elevando laautoestima de los otros, también estamosaumentando la nuestra.

Veamos algunas de esas maneras.Hay psicoterapeutas que pueden

provocar un profundo impacto en laautoestima de la gente que los consulta.Quizá practiquen orientaciones teóricasmuy diversas y empleen técnicas muydiferentes, y sin embargo en supresencia el paciente se siente

impulsado a elevar su autoestima, amedida que descubre nuevasposibilidades de funcionamiento queantes nunca había considerado comoreales.

Si comprendemos algunas de lascaracterísticas más importantes delmodo en que se relacionan estosterapeutas con la gente, podremosaplicar esos principios a nuestraspropias interacciones. En esteconocimiento no hay nada de esotérico.Idealmente, debería ser accesible atodos. Mi sueño personal es que algúndía se enseñe en las escuelas.

A través de los años muchas veces

he preguntado a mis pacientes (tambiénlo han hecho numerosos estudiantes)cuáles de mis conductas eran, según suexperiencia, las más provechosas parael fortalecimiento de su autoestima.Algunas de estas conductas eranmencionadas una y otra vez. Ninguna esde mi exclusividad. Podránidentificarlas en cualquierpsicoterapeuta que sepa cómo provocarel desarrollo de la autoestima.

Para comenzar, tratamos a los sereshumanos partiendo de la premisa delrespeto. Para mí, éste es el primerimperativo de una psicoterapia eficaz.Esto se transmite en el modo en que

saludo a mis pacientes cuando llegan alconsultorio, y en mi manera de mirarlos,de hablarles y de escucharlos. Abarcacosas como la cortesía, el contactovisual, no ser condescendiente, no sermoralista, escuchar con atención,preocuparse por comprender y sercomprendido, ser adecuadamenteespontáneo, rechazar el papel deautoridad omnisciente, negarse a creerque el paciente es incapaz deevolucionar. El respeto es constante, seacual fuere la conducta del paciente. Conello se transmite este mensaje: un serhumano es una entidad que merecerespeto. Un paciente para el cual verse

tratado de esta manera pueda resultaruna experiencia rara o incluso única, talvez se sienta estimulado con el tiempo, areestructurar el concepto que tiene de símismo.

Recuerdo a un hombre que me dijocierta vez: "Reflexionando sobre nuestraterapia, creo que nada de lo que sucedióen ella fue para mí tan chocante como elsimple hecho de que siempre me sentírespetado por usted. Yo hice todo lo quepude para despreciarme y considerarmeun inútil. Trataba de que usted actuaracomo mi padre. Pero usted se negó acolaborar. De algún modo tuve quehacer frente a eso; al principio me

resultó difícil, pero cuando lo logré laterapia empezó a surtir efecto." Recordéque en una de nuestras primeras sesionesel hombre había observado:

"MI padre le hablaría a cualquierayudante de cocina con más cortesía quela que jamás ha empleado conmigo".

Cuando un paciente describe sussentimientos de miedo, dolor o ira, no loayudo si le respondo: "¡Oh, no deberíasentir eso!" Un terapeuta no es unanimador. Es muy valioso (paracualquier tipo de paciente) expresar lospropios sentimientos sin tener que hacerfrente a críticas, condenas, burlas osermones. A menudo el proceso de

expresión es ya intrínsecamentereparador. Un terapeuta que se sienteincómodo cuando un paciente expresasentimientos intensos necesita trabajarconsigo mismo. Saber escuchar conserenidad y comprensión es algo básicoen las artes curativas. También esbásico para la auténtica amistad, y parael amor.

Compárese esta actitud con la deaquellos amigos que, cuando alguienIntenta comunicarles emocionesintensas, lo Interrumpen para darle unsermón, o una serie de consejos, ocambian de tema directamente; como siesos amigos no tuvieran confianza en

nadie, ni siquiera en si mismos.Considero que una de mis

principales tareas como terapeuta escrear un contexto en el que las personasque vienen a mí puedan expresar suspensamientos y opiniones sin miedo alridículo o al reproche. Pero es claro queuna política semejante no deberíaquedar reducida a los psicoterapeutas.Si está usted de acuerdo en que no gananada consiguiendo que la gente tengamiedo de hablar en su presencia,pregúntese si ha logrado crear o no uncontexto abierto. Una de lasexperiencias que muchas personasesperan tener en la terapia (y también

fuera de ella) es la de ser visibles: sercomprendidas y vistas. Quizás se hayansentido alienadas e invisibles desde lainfancia, y ansían percibirse de unaforma diferente. Respeto este deseo ycomprendo su legitimidad; por ello,trato de responder apropiadamentecompartiendo mis observaciones con elpaciente y proporcionándole unarealimentación que le permita sentirsevisto y oído. "Me pareció oírle decir..."Imagino que usted estará sintiendo...""En este momento parece como siusted..." "Permítame decirle cómoentiendo yo su punto de vista...",etcétera.

Sin duda esto es comunicaciónhumana, y no sólo comunicaciónpsicoterapéutica. Todos necesitamos laexperiencia de la visibilidad y lacomprensión. ¿No deberíamos tratar deofrecérnosla mutuamente, para queforme parte natural de las relacioneshumanas?

Los terapeutas eficaces juzgan, perono enjuician. Juzgan, en cuanto es obvioque evalúan unas conductas comosuperiores a otras desde el punto devista de la felicidad y el bienestar alargo plazo del paciente. No son tanhipócritas como para pretender quecarecen de parámetros, o que no hay

cosas que les gustan y otras que lesdisgustan. Pero no moralizan y no tratande cambiar una conducta provocandosentimiento de culpa. Así, no dicen:"Sólo un enfermo podría hacer eso". Obien: "¿Sabe lo inmoral que es usted?"O: "Mientras no reconozca que es undepravado, no podré ayudarlo". O:"Usted no es muy inteligente, ¿verdad?".

Cuando bombardeamos a la gentecon nuestras evaluaciones de sucarácter, inteligencia y cosas parecidas,podremos intimidarla pero no ayudarla aevolucionar, adquirir confianza oaumentar su autorrespeto. Y laalternativa de ser moralista y juez no

consiste en bombardearla con cumplidosy elogios fuera de lugar; a menudo estointensifica los sentimientos deminusvalía (o de invisibilidad) en quienlo recibe, ya que sabe que el que hablano es sincero. Podemos aprender a decirque algo o alguien nos gusta o no nosgusta, que lo admiramos o no loadmiramos, sin calificar, atacar o alabarde un modo irrealista. "Realmentedisfruto cuando usted...", "No me sientocómodo cuando usted...", "Me sentíherido cuando usted...", "Me sentíinspirado por su...", etcétera.

En mí experiencia, los buenosterapeutas son compasivos pero no

sentimentales, y no estimulan lapasividad ni la autocompasión. Muchosde mis pacientes han comentado laimportancia de esta distinción para suprogreso en la terapia. Yo pregunto:"¿Qué alternativas ve para usted?","¿Qué cree que podría hacer paramejorar su situación?", "¿Qué acciónestá dispuesto a realizar?". Si la personaestá empezando a expresar susufrimiento, no la interrumpo con talespreguntas, pero por lo general siemprellega un momento en que hay quehacerlas. Creo que una parte de mitrabajo consiste en despertar en elpaciente una orientación hacia la acción.

En el trato con la familia, los amigoso los socios, siempre surgirán ocasionesen las que podamos ayudarlos, si así loqueremos, transmitiéndoles estaperspectiva.

Los terapeutas eficaces son amablespero no permiten que sus pacientesabusen de ellos. Por ejemplo, no dejanque los llamen a cualquier hora del día ode la noche por asuntos triviales. Noadmiten ser explotados en el ordeneconómico. Exigen que se reconozca elvalor de su tiempo. No dejan deenfrentarse a un paciente que los hatratado con hostilidad o en formaagraviante (a menos que se trate de una

estrategia de tiempo limitado con finesterapéuticos). Trazan líneas dedemarcación y establecen límites. Comohacen los buenos padres. Como hacenlos amigos inteligentes. Como hacen laspersonas que se respetan a sí mismas entodos los ámbitos. Al cuidardebidamente de sí mismos, de suspropias necesidades y de su tiempo, losterapeutas dan un ejemplo. Dicen: así escomo me trato yo. Y así es como deberíatratarse usted. De ese modo no seproduce ningún choque entre el egoísmoracional (honorable respeto por lospropios intereses), por un lado, y laresponsabilidad profesional, por el otro.

Esto es importante para todosnosotros. Así como los padresautosacrificados no dan un buen ejemploa sus hijos ("Renuncié a mi vida por ti"),sino que sólo les enseñan que espositivo considerarse objetos desacrificio (lo cual tiende a generarresentimiento, odio y sentimientos deculpa en los hijos), del mismo modo losamigos autosacrificados ("Misnecesidades no importan") son unacarga, y no una alegría, ni unainspiración, ni un ejemplo de cualquiercosa positiva que deseemos aprender.

Estoy profundamente convencido deque incluso la más indeseable de las

conductas produce en algún nivel unbeneficio funcional, dentro delconocimiento y el contexto del individuoen cuestión. Por lo tanto, deseocomprender el modelo de sí-mismo—en—el—mundo a partir del cual obra elpaciente, renunciando a la meradescalificación de su conducta por"descabellada". Por ejemplo, los gritosairados de una esposa, que pueden sermuy desagradables para el que losescucha, tienen su propio, triste sentidosi sabemos que no logró atraer conninguna otra cosa la atención de sumarido, y que ignora si hay unaalternativa que quizá le daría mejores

resultados.Para repetir un punto ya tratado en

este libro, si nos limitamos a calificar auna persona de "corrupta". "irreflexiva","inmoral", etcétera., no lacomprendemos. Para comprenderla, esnecesario que conozcamos el contextoen el cual su conducta adquiere algúnsentido o se vuelve conveniente oincluso necesaria para ella, aunqueobjetivamente sea por completoirracional.

En el nivel de las relacionespersonales, esto significa ayudar a unapersona cuya conducta es inadecuada, aidentificar cuáles son sus motivos para

ello, averiguar qué necesidades estátratando de satisfacer; en otras palabras,proporcionar a esa persona lacomprensión y la compasión que, segúnsugerí en un capítulo anterior, debemosdarnos a nosotros mismos. "¿Qué sentíausted en ese momento?", "¿Qué opcionestenía?", "¿Qué pensaba usted que estabadiciendo esa persona contra la cualreaccionó con tanta violencia?", "¿Cómoveía usted la situación?". Obviamente,no podemos practicar esta política delmismo modo con todas las personas;pero con los que amamos o realmentenos importan (o quizás con la gente conque trabajamos) es un arma poderosa.

Recuerde que el sentimiento deculpa paralizador no sirve para nada. Ycon esto no quiero decir que debehacerse caso omiso de las actuacionesequivocadas o alentar la amoralidad.Hay veces en que necesitamos decir:

"Su conducta me resultacompletamente inaceptable", o aun: "Noquiero asociarme con usted". Pero sinuestra meta es provocar un cambio deconducta y un aumento de la autoestimapara apoyar ese cambio, la estrategiaantes sugerida es la más recomendableen muchos casos.

Una de las características de losterapeutas eficaces, como de los

mejores maestros y entrenadores, es quesaben que sus pacientes poseen mayorespotencialidades que las que ellosmismos (los pacientes) puedenreconocer. "¿Usted no se cree capaz deaprender el álgebra? Yo creo quepodrá." "¿No se cree capaz de saltarmás alto? Inténtelo otra vez." "¿Diceusted que no se atreve a actuar en contrade las creencias de sus padres? Yo creoque usted es capaz de pensar por símismo y responsabilizarse de su propiavida." En otras palabras, no se dejanconvencer por el concepto negativo quetiene de sí misma la persona. Este es unpunto de máxima importancia.

Una vez, un paciente dijo esto a unjoven psicólogo que estudiaba conmigo:"Si usted me preguntara cuáles son, enmi opinión, los factores másdeterminantes del éxito de la terapia,pondría en primer lugar la convicción deNathaniel de que yo podía hacer todaclase de cosas que, a mi juicio, no podíahacer. Yo ni siquiera pensaba quepodría ganarme la vida haciendo algoque me gustara. Ahora lo estoyhaciendo. Jamás pude imaginarme felizen el amor; ahora lo soy. Solía decirle aNathaniel que para mí no habíaesperanzas, y él me respondía más omenos así: Ya lo he oído. ¿Seguimos?”.

Si deseamos alimentar la autoestimade otra persona, hemos de relacionarnoscon ella desde nuestra concepción de loque merece y lo que vale,proporcionándole una experiencia deaceptación y respeto. Debemos recordarque la mayoría de nosotros tendemos asubestimar nuestros recursos interiores,y guardar este pensamiento en un lugarcentral de nuestra conciencia. Estamosmás capacitados de lo que creemos. Sitenemos presente esto, los demás podránadquirir este conocimiento a partir denosotros casi por contagio.

Podemos aprender, por ejemplo, aescuchar la expresión de los

sentimientos de una persona, aunqueesos sentimientos consistan en dudassobre sí misma y su inseguridad. Ypodemos escucharla sin ceder alimpulso de sermonear o discutir, porquecomprendemos que el reconocimientopleno y la experiencia de los propiossentimientos indeseados es el primerpaso para superarlos.

Desde luego, a veces una personapuede hacer observaciones despectivassobre sí misma como una treta para quenosotros discrepemos con ella y lehagamos cumplidos. Podemos negarnosa participar en ese juego, diciendo: "Mepregunto cuál será el benefició que

obtiene usted maltratándose así".Puede resultar difícil seguir

creyendo en otra persona si ella no creeen sí misma. Sin embargo, uno de losmás grandes regalos que podemoshacerle a alguien es nuestra negativa aaceptar su pobre concepto de sí mismo,zambulléndonos en su interior hastallegar al sí-mismo más profundo y másintenso, aunque sólo se trate de unapotencialidad. Quizá nunca loconsigamos. Lo único que podemoshacer es intentarlo. Lo óptimo sería quepudiéramos sacar a la luz lo mejor queyace oculto en el interior de la persona,pero como mínimo, podremos fortalecer

lo mejor que hay dentro de nosotrosmismos.

Por último, cualquiera que seanuestra capacidad de ser racionales,coherentes y firmes en nuestro trato conla gente, les presentaremos unaimpresión inteligible y comprensible dela realidad (todo psicoterapeutacompetente, como todo ser humano quese respete a sí mismo, se esfuerza porofrecer esta cordura en susinteracciones). Al obrar así, le estamosdiciendo: su mente es apta para tratarconmigo; no le ofrezco una impresiónabrumadora y contradictoria de larealidad, que podría dejarlo confundido,

impotente y desanimado. Y si somosracionales y coherentes, por supuestoque nuestra autoestima saldrábeneficiada.

Estas observaciones se aplican tantoa nuestro trato con adultos como conniños. Puesto que he examinado el temade las relaciones hijo-padre enHonoring the Self; no lo haré aquí.Esbozaré ahora, en cambio, las líneasgenerales aplicables a todas nuestrasrelaciones. Pero si usted tiene hijos,revise las precedentes normas deconductas y considere con cuántacoherencia las practica (porque losniños necesitan, aun más que los adultos,

que usted observe estas conductas)."Si yo de niño, me hubiera sentido

respetado"; "Si alguien hubiera creídoen mí cuando era joven"; "Si alguien mehubiera dado a entender que mis deseosy sentimientos importaban"; "Si alguienme hubiera visto como un individuoúnico" (he oído decir a muchospacientes en la terapia, en los ejerciciosde completar oraciones)... "habríaaprendido a autorrespetarme; podríacreer en mí mismo; tomaría en serio mispropios deseos y trabajaría parasatisfacerlos; tendría una noción másclara de quién soy.

Cuanto más trabajamos en nosotros

mismos, parecemos adquirir un mejorsentido de lo que es correcto en nuestrasinteracciones. Ningún padre que goce deuna autoestima saludable puede pensarque ridiculizando a su hijo le infundirácapacidad de independencia. Ningúnmaestro que goce de una buenaautoestima necesita que le digan que elsarcasmo no es una buena herramientade enseñanza. Ningún ejecutivo que serespete a sí mismo pensará que tratandocon desprecio a sus empleados extraerálo mejor de ellos. Ningún ser humanoque tiene confianza en sí mismo trata deconservar a sus amigos haciéndosepasar por una autoridad o dirigiéndolos

a través de sus inseguridades.En el campo de las relaciones hijo-

padre está claro que, aunque nada esseguro, el mejor modo de inspirar unabuena autoestima en nuestros hijos esposeerla nosotros mismos (así como elmejor modo de inspirarles actitudessexuales sanas es tenerlas nosotrosmismos). Pero el principio es másamplio aun. Si deseamos hacer unacontribución positiva al concepto de símismo de los demás —quienquiera quesea, no sólo los hijos—, entonces laautoestima, como la caridad, empiezapor uno mismo.

La serenidad inspira serenidad, la

felicidad inspira felicidad, la franquezainspira franqueza, y cuando vivimospartiendo de lo mejor de nosotrosmismos tenemos más posibilidades deobtener lo mejor de los demás.

Si tenemos el coraje de permitir quelos demás vean nuestro entusiasmo onuestra pasión, implícitamente lesestamos comunicando que la pasión esun valor y que ellos no deberíanreprimir la suya. Si les dejamos quevean con qué pasión perseguimosnuestras metas, transmitimosimplícitamente nuestra aprobación de suaptitud para superarse apasionadamentepor alcanzar una meta. Si honramos con

orgullo nuestros valores e intereses,estamos indicando a los demás quetienen derecho a honrar los suyos. Sitenemos la integridad de ser quienessomos, podemos transmitir esaintegridad a los demás.

Y así, al honrar al sí-mismo,ayudamos a construir una comunidad depersonas con una autoestima saludable.El individuo no es el adversario de lacomunidad, sino su pilar más vital.

Si estas ideas le parecen válidas,¿qué significarán, en lo que respecta asus interacciones con la gente, durantesu próximo mes de vida? ¿Y durante elmes siguiente?

La cuestión delegoísmo

Con frecuencia se confunde laautoestima con ciertas nociones falsasde "egoísmo".

La tendencia cultural a la que merefiero es notoria en todas partes; yotropecé personalmente con esta malaInterpretación mientras realizaba unagira promocional para Honoring theSelf. Prevalece hoy una irreflexivatendencia a desechar por "narcisista" acualquier individuo activamenteinteresado en su desarrollo personal, lo

que constituye una suerte de violentareacción contra el movimiento en favordel potencial humano. Parece ser que"sí-mismo" se ha convertido en unapalabra candente, al menos en algunoscírculos.

La autoestima, la autorrealización,incluso la búsqueda de la autonomía, seestán volviendo moralmentesospechosas. "¿No hemos tenido yabastante de la generación del yo?",preguntan los periodistas. "¿Usted noestá alentando el egoísmo?".

A mí me trataron con aprecio, perono pude dejar de notar la inquietud queparecían evocar frases tan simples como

"honrar al sí-mismo". "¿Y qué me dicede los problemas del mundo?" mepreguntaban. "¿No le interesa ir más alládel individuo aislado? ¿Y qué sucedecon las relaciones? ¿Acaso no tienen yala mayoría de las personas un ego muydesarrollado?".

Dada la frecuencia con que seformulan estas preguntas, es razonablesuponer que reflejan las presunciones deun gran número de individuos. Esnecesario discutir estas presunciones.

Permítanme mencionar que ni enHonoring the Self ni en ninguno de mislibros anteriores mi mensaje ha sido:

"Primero yo, sin considerar los

derechos de los otros". Por el contrario,me he preocupado de examinar larelación entre la autoestima y elbienestar humano, en lo individual y enlo social. En el curso de esta búsquedahe visto con claridad que los valores delindividualismo y el comprensivo interéspor uno mismo ofrecen la mejor baseposible para la cooperación social, labenevolencia y el progreso.

Pregúntese con quién le gustaríacompartir el mundo. ¿Con gente querespete su derecho a existir y no le pidaque actúe en contra de su interés por símismo, o con gente que lo trate como unobjeto de sacrificio? ¿Con gente que

goza de un fuerte sentido de su identidadpersonal, o con quienes esperan queusted cree ese sentido para ellos? ¿Conlos que asumen la responsabilidad de supropia existencia, o con los que intentantraspasarle esa responsabilidad a usted?Estas son, desde luego, algunas de lasconsecuencias sociales tanto de la altacomo de la baja autoestima.

Es bastante fácil detectar a algunosnarcisistas que hablan de "alcanzar midesarrollo personal" o "elevar miautoestima". Es fácil, porque elnarcisismo existe por doquier. Pero elindividualismo, la autoestima, laautonomía, el interés por el desarrollo

personal... estos rasgos no sonnarcisistas. El narcisismo es un estadode autoabsorción excesiva, nadasaludable, que tiene su origen en unaprofunda sensación de insuficiencia y decarencia interior. Aunque resulteirónico, los vicios típicamenteatribuidos a personas con egos muydesarrollados (mezquindad.competitividad beligerante,predisposición para el ataque) son, enrealidad, las aflicciones peculiares delos egos débiles.

No puedo imaginar que ningunapersona racional sugiera que laautorrealización (es decir, la realización

de nuestros potenciales positivos) debaperseguirse sin verse involucrada ycomprometida en relaciones personales."¿No entra dentro de mi propio interés(pregunté a los que me entrevistaban)encontrar gente a la que pueda amar,respetar y admirar?" Y por lo general,sus rostros se iluminaban con unasonrisa. "¿No entra dentro de mi propiointerés vivir en un mundo más seguro,más sano, mejor, y tratar de dar forma aese mundo?".

La polarización del sí-mismo y losotros, o del sí-mismo y el mundo, notiene una base válida en la realidad. Enrealidad, existen pruebas abrumadoras

de que cuanto más alto sea el nivel de laautoestima de un individuo, másprobable será que trate a los demás conrespeto, amabilidad y generosidad. Lagente que no experimenta amor por símisma tiene poca o ninguna capacidadde amar a otros. La que padece deprofundas inseguridades y dudas sobresí misma suele sentir que los demásseres humanos son temibles y hostiles.Quien posee poca o ninguna autoestimano tiene nada que aportar al mundo.

En razón de todo esto, debemospreguntar: ¿por qué los conceptos deautoestima y autorrealización (es decir,las metas personales) causan en algunos

una impresión tan ominosa? ¿Por quésólo las metas "sociales" sonrespetables?

La respuesta, creo, reside en quemuchos no han conseguido liberarse deuna noción autoritaria de la ética, que laaplican a todo lo que está fuera de unomismo. Nos encontramos con este puntode vista, bajo diversas formas, en lasfamilias, las escuelas, las iglesias y,claro está, en los gobiernos.

En realidad, casi todos los sistemaséticos que han alcanzado algún grado deinfluencia universal han sidovariaciones del tema de la autorrenunciay el autosacrificio. Se ensalza el

altruismo como virtud y al egoísmo se loconsidera sinónimo de maldad. En estossistemas, el individuo siempre seconvierte en la víctima: se le enseña avolverse contra sí mismo y se le ordena"no ser egoísta" y ponerse al servicio dealgún valor presuntamente superior:

El faraón, el emperador, el rey, latribu, el país, la familia, la verdadera fe,la raza, el Estado, el proletariado, lasociedad (o "el planeta").

Comprenderíamos mejor la voluntadde tantas personas de someterse a una uotra clase de figura autoritaria, bajocuyo dominio a veces se cometenatrocidades, si recordáramos cómo nos

presentaron, a casi todos nosotros, lapalabra bueno. "Es un buen chico; sepreocupa por mí, se porta bien." "Es unabuena chica, hace lo que le dicen."Desde el principio se nos inculca que lavirtud consiste, no en honrar lasnecesidades, los deseos y las máximasposibilidades del sí-mismo, sino másbien en satisfacer las expectativas de losdemás. "Vivir para los demás" es unafrase que traduce textualmente la esenciade la moral, y los que la predican estánmás interesados en la obediencia que enla autoestima. Como psicólogo, nopuedo recordar un solo caso en que estadoctrina no fuera, a mi parecer,

desastrosa para el bienestar mental yemocional de mis pacientes.

Hoy, con la expansión delfeminismo, las mujeres empiezan adespertar al hecho de que ésta es unadoctrina manipuladora y explotadora.Imaginen la reacción de un grupo demujeres modernas si un conferencianteles dijera:

"No piensen en sus propios deseos ynecesidades; piensen solamente en lasnecesidades y deseos de aquellos aquienes ustedes sirven. El autosacrificioes la mayor virtud". Los hombrestambién necesitan revisar esta doctrina,pues afecta a sus vidas. No es un

problema de un solo sexo. Es global.Por desgracia, muchos hombres y

mujeres que se esfuerzan por alcanzar laautorrealización se sienten indefensos eintimidados ante estas acusaciones deegoísmo. Si "egoísta" significa"preocupado por los intereses del sí-mismo", por supuesto que la búsquedade la autoestima y el desarrollo personales egoísta. También lo es la búsquedade la salud física. Y de la salud mental.Y de la felicidad. Y también labúsqueda de la próxima bocanada deaire que uno va a respirar.

Si esto es malo, ¿qué haremos paraexistir? No podemos repudiar el sí-

mismo sin repudiar la vida.Para vivir con éxito, pues,

necesitamos una ética que predique uninterés racional por uno mismo.Mientras no estemos preparados pararespetar el derecho de un individuo a supropia vida, mientras no comprendamosque cada persona (incluidos nosotrosmismos) es un fin en sí misma y no unmedio para obtener los fines de losotros. No podremos pensar con claridaden nuestra propia existencia o en lasexigencias de la felicidad humanamientras no estemos dispuestos a honraral sí-mismo y proclamar con orgullonuestro derecho a hacerlo. No podremos

luchar por la autoestima, y no podremosalcanzarla.

Resumen: el impactode la autoestima

¿Cómo desarrollamos la autoestima?Resumamos algunos puntos clave.

a— Debemos recordar que laautoestima no viene determinada por eléxito social, el aspecto físico, lapopularidad o cualquier otro valor queno se halle directamente bajo el controlde nuestra voluntad. Al contrario,depende de nuestra racionalidad,honestidad e integridad, que sonprocesos volitivos, operaciones de lamente de las cuales somos responsables.

El siguiente ejercicio de completaroraciones lo ayudará a situar bien en quélugar se halla, en este aspecto, en elpresente. En realidad, este ejercicio ylos posteriores le informarán bastantebien de en qué medida el libro ha sidoasimilado hasta ahora, y quizá leindiquen los puntos que necesitaelaborar más.

Si considero los criterios con losque me juzgo a mí mismo...

Si nadie más que yo puedeproporcionarme una buenaautoestima...

Si quisiera comprender de qué

depende la autoestima...Una de las cosas que puedo hacer

para elevar mí autoestima es...

b— Ya que la autoestima positiva esel sentimiento, la experiencia y laconvicción de ser apto para la vida y susdesafíos, y ya que la mente es nuestraherramienta básica de supervivencia, elpilar central de una autoestima saludablees la política de vivir conscientemente(lo cual incluye racionalidad,honestidad e integridad). Vivirconscientemente es vivirresponsablemente la realidad, aceptandolos hechos, el conocimiento y la verdad,

con la intención de generar un nivel deconocimiento apropiado a nuestrasacciones.

Si me permito entender elsignificado de vivir conscientemente...

Si todavía no estoy plenamentepreparado para vivirconscientemente...

Si estuviera dispuesto a entender loque hago cuando actúo...

Si estuviera dispuesto a ver lo queveo y saber lo que sé...

c— La autoaceptación es un rechazoa negar o desestimar cualquier aspecto

del sí-mismo: nuestros pensamientos,emociones, recuerdos, atributos físicos,subpersonalidades o acciones. Laautoaceptación es la negativa a manteneruna relación de rivalidad con nuestrapropia experiencia. Es la base de tododesarrollo y de todo cambio. Es, en susentido último, el coraje de ser paranosotros mismos. El nivel de nuestraautoestima no puede ser más alto que elnivel de nuestra autoaceptación.

A medida que aprendo aaceptarme...

Una de las cosas que necesitoaprender a aceptar es...

A medida que dejo de luchar contramí mismo...

A medida que acepto missentimientos en lugar de resistirme aellos...

A medida que aprendo a admitirmis acciones como propias...

Comienzo a darme cuenta de...

d— Para proteger nuestraautoestima, es necesario que sepamosevaluar nuestra conducta de la maneraapropiada. Esto incluye, primero, tenerla certeza de que los parámetros con loscuales juzgamos son verdaderamentenuestros, no los valores de los demás,

con los cuales nos sentimos obligados aaparentar que estamos de acuerdo.Segundo, necesitamos efectuar nuestrasevaluaciones con una actitud no sólo dehonestidad sino de compasión, unavoluntad de tener en cuenta el contexto ylas circunstancias de nuestras acciones,así como las opciones o alternativas quepercibimos como accesibles. Enaquellos asuntos en los que nos sintamosverdadera y justificadamente culpables,es preciso que tomemos las medidasespecíficas para eliminar la culpa enlugar de limitarnos a sufrir pasivamente.

Si vivir con sentimiento de culpa es

una claudicación...Si estuviera dispuesto a

perdonarme...A medida que trato de comprender

por qué actúo como actúo...A medida que aprendo a vivir según

mis propios parámetros...

e— Debemos aprender a nodi sculparnos nunca por nuestrasvirtudes, ni hacernos reproches porellas, ni tratar de rechazarlas. Debemostener el coraje de reconocer nuestrospuntos fuertes y nuestros aciertos. Deotro modo, inevitablementetraicionaremos a nuestra autoestima.

Si me niego a disculparme por misvirtudes...

Sí soy honesto con respecto a misaciertos...

Si disfruto de mí mismo...Si admito que me gusto a mí

mismo...

f— Es necesario que reconozcamosa nuestros sub—símismos osubpersonalidades, que intimemos conellos, dialoguemos con ellos y, endefinitiva, que los admitamos, parapoder sentirnos completos, no divididos,sino integrados.

A medida que aprendo a admitir ami sí-mismo niño...

A medida que aprendo a admitir ami sí-mismo adolescente...

Si rechazo a la persona que fuialguna vez....

Sí intimo con todas las partes de mímismo...

Estoy comenzando a ver que...

g— Necesitamos vivir activa y nopasivamente, asumir la responsabilidadde nuestras elecciones, sentimientos,acciones y bienestar —asumir laresponsabilidad del cumplimiento denuestros deseos— para así hacernos

responsables de nuestra propiaexistencia. Como la independencia, laproductividad es una virtud básica de laautoestima, y el trabajo es una de lasformas prácticas de manifestar laautorresponsabilidad.

Si me hago plenamente responsablede mis acciones...

Si me hago plenamente responsablede las cosas que digo...

Si insisto en culpar a los demás...Si insisto en verme como una

víctima...Si acepto que sólo yo puedo lograr

mí felicidad...

h— La autoconfianza y elautorrespeto se obtienen viviendoauténticamente. En esto consiste elcoraje de ser quienes somos,preservando la coherencia entre nuestrosí-mismo interior y el sí-mismo quepresentamos al mundo. En sentidoliteral, significa vivirautoafirmativamente; que manifestamosal mundo aquello que pensamos,valoramos y sentimos. Que no nosentregamos al submundo de loinexpresado y de lo no vivido.

A medida que aprendo a ser mássincero acerca de lo que pienso y

siento...A medida que aprendo a ser sincero

acerca de mis deseos...Cuando pienso en algunas de las

mentiras según las cuales he vivido...Cuando esté preparado para

abandonar esas mentiras...Si necesito tiempo para aprender a

vivir con integridad…Si estuviera dispuesto a darme el

tiempo que necesito para aprender...Si estuviera dispuesto a comunicar

a la gente lo que siento por dentro...Si estuviera dispuesto a mostrar a

la gente quién soy...A medida que aprendo a ser

sencillamente yo mismo...

i— Al apoyar la autoestima de losotros, apoyamos la nuestra. Así, elhecho de vivir con benevolencia esnecesario para la autoestima.

Si trato a los demás con respeto ybenevolencia...

Si ofrezco a los otros la buenavoluntad que pretendo de ellos...

Sí me permito comprender lo que heestado leyendo...

Si acepto que quizás aún no estépreparado para asimilar todos estosconocimientos...

Si me doy permiso para evolucionara mi propio ritmo...

Si éste es el principio de una granaventura...

j— Necesitamos comprender que,como ideal ético—psicológico, laautoestima implica y presupone elsupremo valor de una vida individual.Descansa sobre una visión moral que veen cada persona un fin en sí misma y —en oposición a la doctrina de laautorrenuncia y el autosacrificio—defiende como principio rector elinterés racional por uno mismo.

Sí no vivo para servir a los otros...Si los otros no viven para

servirme...Sí mi vida me pertenece a mí...Si realmente tengo derecho a

existir...Si el autosacrificio no me brinda la

autoestima...Si hace falta coraje para ser

honradamente egoísta...Comienzo a darme cuenta de...

En un capítulo anterior vimos quecada una de las conductas que acabo deresumir es a la vez fuente ymanifestación de una buena autoestima

causa y consecuencia de ella—, según elprincipio de la causalidad recíproca.

¿Cómo elevar nuestra autoestima?Practicando estas conductas. Viviendoconscientemente, aceptándonos anosotros mismos, con responsabilidad,autenticidad, benevolencia e integridad.

Esto otorga grandes recompensas,pero también exige afrontar desafíos.Sea cual sea su nivel actual deautoestima y la vida que haya creadopara reflejarlo, quizás en este mismomomento usted esté experimentando lacomodidad de lo familiar (la comodidadde lo conocido) y quizá sientaintuitivamente que desarrollar la

autoestima es abandonar esa zonaconfortable y entrar en lo desconocido.

"Si elevo mi autoestima (me dicenlos pacientes), ¿cómo sé qué aspectotomarán las cosas? ¿Seguiré amando ami cónyuge? ¿Seguiré soportando mitrabajo? ¿Cambiarán mis intereses?¿Mis amigos se resentirán conmigo?¿Me quedaré solo?".

"Quizás no siempre me guste lo quesiento (confiesan), pero es algo familiar.Estoy acostumbrado, incluso a losmomentos de angustia y depresión. Dealgún modo, yo mantengo el control.Pero con una autoestimasignificativamente más alta, no me

conocería a mí mismo. ¿Me sentiríaseguro en ese caso?".

A medida que usted vaya haciendolos ejercicios de este libro y practiqueen su vida las conductas que reflejanesos ejercicios y el análisis que hemoshecho, experimentará un aumento de suautoconfianza y su autorrespeto, peroquizás también una ciertadesorientación. Siempre conlleva algode angustia la transición de un viejo a unnuevo concepto de sí mismo. Sipersevera en sus nuevos aprendizajes yconductas, pronto se sentirá cómodo consu nuevo sentido de si mismo, y laansiedad desaparecerá.

Ahora bien, este proceso se aplica ala autoestima en general y también acualquiera de las prácticas específicasque la hacen aumentar. Por ejemplo, amedida que aprendemos a vivir másconscientemente, o aceptándonos más anosotros mismos, podemos disfrutar dela experiencia y a la vez hallarlaextraña, como si estuviéramos viviendoen nuestro cuerpo pero con una personaque no estamos seguros de conocer. Sercapaz de aceptar cierto grado dedesorientación como un aspectoinevitable del crecimiento, y estardispuesto a tolerarlo hasta quealcancemos un nuevo sentido de lo

"normal", es condición indispensablepara obtener un cambio satisfactorio.

Tal vez la manifestación máselocuente sobre este problema sea la deun paciente de terapia, que decía hacemuchos años: "Nathaniel, hace unasemana que no me siento angustiado, yeso me está poniendo nervioso".

He visto muchos pacientes que,después de practicar las técnicas quepresento en este libro, se liberaron de sudepresión o de gran parte de ella, peroal cabo de un tiempo volvieron a caer enla autotortura porque aún se hallabanapegados a un concepto de sí mismosanticuado, que se quedó atrás ante su

nueva experiencia. Durante años sevieron como seres atormentados.Organizaron sus vidas alrededor de esteconcepto de sí mismos, incluso en susrelaciones. "¿Qué es mi vida si nosufro?", les he oído decir. "Si no soydesdichado, ¿cómo voy a actuar con lagente? ¿Qué diré o haré? ¡No tengoexperiencia de lo que es ser feliz!.Además, si no soy feliz, no tengo nadaque perder, no tienen nada que quitarme,mientras que si lo soy..."

Este es un ejemplo de lo"desconocido" de lo que hablaba haceun momento: el territorio no familiar enel cual penetramos cuando elevamos

nuestra autoestima.Y aun hay más: las reacciones de los

otros a medida que van viendo nuestroscambios. Si estamos más seguros denosotros mismos que antes, simostramos mayor respeto por nosotrosmismos (si somos más abiertos,espontáneos, joviales, o estamos menosa la defensiva), las formas en que nostraten los demás ya no se adecuarán, yano serán apropiadas para quienes somosahora, y ellos pueden desorientarse.Entonces, o bien adaptarán susconductas al nuevo concepto de nosotrosmismos que proyectamos o bien (asabiendas o no) tratarán de manipulamos

para que volvamos a nuestro viejoconcepto de nosotros mismos. Una vezmás, nos enfrentamos con lo no familiar,lo desconocido.

Quizá nuestra resistencia a estoscambios nos haga reacios a practicar losejercicios o las conductas descritas enlos capítulos anteriores. Es preciso quecombatamos tanto la inercia como elmiedo. ¿Cuáles son las recompensas, siaceptamos estos sentimientos, sin cedera ellos, y en cambio mantenemos nuestradeterminación de avanzar en laautoconfianza, el autorrespeto y el gocede la vida?

En el nivel de la experiencia directa,

interna, ahora la respuesta está clara:mayor confianza en si mismo y amor porsí mismo, mayor satisfacción connuestro propio ser, mayor orgullo por loque hemos logrado con nuestra propiapersona.

Además, a medida que usteddesarrolle su autoestima:

Su rostro, sus gestos y su manera dehablar y de moverse tenderánnaturalmente a proyectar el placerque le causa estar vivo.En algún momento notará que esmás capaz de hablar de sus logroso de sus imperfecciones de manera

directa y sincera, puesto quemantendrá una buena relación conlos hechos.Quizá descubra que se siente máscómodo al hacer y recibir elogios,expresiones de afecto, aprecio,etcétera.Estará más abierto a la crítica y asentirse bien al reconocer susequivocaciones, pues su autoestimano estará ligada a una imagen de"perfección".Sus palabras y movimientostenderán a ser desenvueltos yespontáneos, ya que no estará enguerra con usted mismo.

Habrá cada vez más armonía entrelo que usted diga y haga, y suaspecto, su modo de hablar y demoverse.Descubrirá que tiene una actitudcada vez más abierta y curiosahacia las ideas y experienciasnuevas, las nuevas posibilidadesque le ofrece la vida, puesto quepara usted ésta se ha convertido enuna aventura.Los sentimientos de angustia oinseguridad, si se presentan,tendrán menos posibilidades deintimidarlo o abrumarlo, ya quecontrolarlos y superarlos le

parecerá más fácil.Es muy probable que descubra quedisfruta de los aspectos másalegres de la vida, tanto en ustedcomo en los otros.Será más flexible al responder asituaciones y desafíos, movido porun espíritu de inventiva e inclusouna capacidad lúdica, ya queconfiará en su mente y no verá lavida como una fatalidad o unaderrota.Se sentirá más cómodo con unaconducta enérgica (aunque nobeligerante); será más rápido paradefenderse y hablar por usted

mismo.Tenderá a preservar la armonía y ladignidad en situaciones de estrés,ya que cada vez le resultará másnatural sentirse equilibrado.

¿Sufrirá cambios en sus relacionescon la gente, el trabajo y las aficiones?Será casi inevitable. ¿Conocerámomentos de conflicto, crisis,decisiones difíciles? Desde luego; soninseparables de la vida. ¿Se sentirádueño de mayores recursos pararesponder a esos desafíos?Rotundamente, sí.

Incluso en el nivel físico, pueden

producirse cambios notables a medidaque desarrolla su autoconfianza y suautorrespeto:

Sus ojos estarán más alertas,brillantes y vivaces.En algún momento su rostro sevolverá más relajado y (salvo encaso de enfermedad) tenderá amostrar un color natural y un mejoraspecto del cutis.Es probable que su mentónadquiera una postura más natural,más en línea con su cuerpo.Su mandíbula tenderá a estar másrelajada.

Sus manos estarán más relajadas,elegantes y tranquilas.Sus brazos colgarán de una formanatural y relajada.Su postura será relajada, erecta,bien equilibrada.Su modo de caminar será resuelto(sin ser agresivo ni arrogante).Su voz adquirirá modulacionesadecuadas a las diversassituaciones, y su pronunciaciónserá clara.

Lo más probable es que exhiba estosrasgos cada vez en mayor medida, comose ha observado en numerosos hombres

y mujeres que gozan de una altaautoestima, en los cuales se advierte lapresencia de estas característicasfísicas, así como de las psicológicasantes mencionadas.

Advertirá que el tema de larelajación se repite una y otra vez.Relajarse implica que no se esconde deusted mismo y que no está en guerra conquien es, mientras que la tensión crónicatransmite un mensaje acerca de algunasuerte de escisión interna, algunaespecie de autoevasión o autorrepudio,algún aspecto de un sí-mismo rechazadoo constreñido.

Si los rasgos psicológicos y físicos

que he mencionado llegasen aconvertirse en una parte natural de usted,pregúntese cómo cambiarían suexperiencia de estar vivo. Pregúntesecómo le afectarían en su capacidad deamar y ser amado. Pregúntese cómomodificarían su visión del trabajo, susproyectos para el futuro, las metas queaspira a alcanzar.

El aumento de la autoestima hace lascosas diferentes. Cuando usted tengaclaro en qué consiste esa diferencia,sabrá que obtenerla merece la pena.

Y al comprometerse a realizar elviaje, descubrirá que en realidad ya hacomenzado.

NATHANIEL BRANDEN es unpsicoterapeuta canadiense y autor delibros de autoayuda y de numerososartículos sobre ética y filosofía política.Branden ha trabajado especialmente enel campo de la psicología de laautoestima, y desempeñó un importantepapel en el desarrollo y la promoción

del objetivismo, el sistema filosófico deAyn Rand. Branden nació en 1930, conel nombre de Nathan Blumenthal, enBrampton, Ontario, Canadá. Recibió sulicenciatura en psicología por laUniversidad de California en LosÁngeles. Recibió el doctorado enpsicología por la California CoastUniversity.