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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS
UNIDAD ACADÉMICA EN ESTUDIOS DEL DESARROLLO
DOCTORADO EN ESTUDIOS DEL DESARROLLO
COLOMBIA. NEGACIÓN DEL DISCURSO PROPIO Y SOMETIMIENTO A LA
PRÁCTICA NEOLIBERAL
Presentado por: Diofanto Arce Tovar
Evaluadores: Dr. James M. Cypher.
Dr. Carlos Mallorquín.
Zacatecas, Zac. México. Noviembre 16 de 2012.
COLOMBIA. NEGACIÓN DEL DISCURSO PROPIO Y SOMETIMIENTO A LA
PRÁCTICA NEOLIBERAL
ABSTRACT
En 1990, la CEPAL1 presentó el documento: “Transformación productiva con equidad”, en
el cual se esbozaban las posturas neoestructuralistas frente al reto de transformar “las
estructuras productivas de la región en un marco de progresiva equidad social” (CEPAL,
1990:9). Paralelamente, en Colombia la campaña presidencial llevaba al poder a César
Gaviria Trujillo, quien en su plan de gobierno “La Revolución Pacífica” presentaba los
conceptos centrales del Consenso de Washington para Colombia. El presente ensayo
muestra como en un mismo momento histórico se debatían las posturas de desarrollo
autónomo emanadas desde la CEPAL y el ejercicio del poder práctico neoliberal en un país
como Colombia, Para tal efecto, se describirán los fundamentos teóricos de ambos
documentos, para así realizar un análisis comparativo de encuentros y desencuentros de los
mismos en el ámbito del desarrollo hemisférico y en particular de Colombia.
Palabras claves: Neoestructuralismo, Estructuralismo, Neoliberalismo, Revolución Pacífica, CEPAL, Transformación productiva.
INTRODUCCIÓN
Uno de los grandes retos de una teoría propia del desarrollo es su conversión en práctica
política. La CEPAL postuló en 1990 un cuerpo de lineamientos de política económica que
buscaba revitalizar la ruta del desarrollo para el continente. A su vez, los gobiernos del
hemisferio estaban inmersos en la implementación de la Agenda de Washington, con un
claro enfoque neoliberal que condicionaba a América Latina a generar las condiciones
ideales para la avanzada del capital multinacional en la región. El siguiente ensayo explora
la dicotomía entre una postura propia del desarrollo, en este caso, el neoestructuralismo y la
praxis neoliberal, en un espacio geográfico concreto como lo es, Colombia.
1 CEPAL. Comisión Económica para América Latina.
Para abordar esta labor, el escrito se subdivide en cuatro partes. La primera, describe la
propuesta de la CEPAL titulada “Transformación productiva con equidad”, reconociendo
los principales elementos de la misma; la segunda, vincula este trabajo con la tradición
estructuralista clásica, para así determinar la correspondencia entre ambas en el esfuerzo de
una reflexión desde América frente al tema del desarrollo; la tercera, presenta la
instauración neoliberal en Colombia, a través del Plan de Gobierno(1990-1994) titulado
“La Revolución Pacífica” con un breve acercamiento a los resultados empíricos de esta
experiencia; y la cuarta, a manera de conclusión indaga los encuentros y desencuentros de
ambas posiciones teóricas, para enfatizar la necesidad de fortalecer el ideario propio en el
continente.
La pregunta que postula este ejercicio reflexivo centra su interés en cómo lograr que el
pensamiento autónomo acceda a espacios de praxis política, en donde, como en el caso
colombiano la comunión de las élites con la ortodoxia y el poder global es incuestionable.
Transformación productiva con equidad. La mirada neoestructuralista.
Tras el análisis de la CEPAL sobre las condiciones que llevaron a América Latina a la
crisis económica de los años ochenta, esta institución propuso un marco reflexivo y
propositivo que convocaba a los gobiernos del hemisferio a una doble tarea: transformar la
estructura productiva del continente y cerrar la inequidad de la región. El documento que
recogió la postura cepalina se tituló: “Transformación Productiva con Equidad” (1990) y se
considera como el punto de partida del Neoestructuralismo. En él, se realiza una
evaluación sistemática de las condiciones económicas regionales que derivaron en la
“década perdida”, centrándose en la reducción del dinamismo de la región, los
desequilibrios macroeconómicos, el carácter regresivo de los ajustes planteados por algunos
gobiernos, el debilitamiento de papel del Estado y el descenso de la inversión.
Para la CEPAL, era claro que el modelo de desarrollo hacía adentro se había agotado; sin
embargo, mantenía la confianza en que la crisis que se vivenciaba formaba parte de los
aprendizajes necesarios en pos del desarrollo, que exigiría además, una reorganización
institucional y política que redundadaría en equidad interna y competitividad en el mercado
internacional. A la vez, observaba como la coyuntura económica en que el documento es
presentado iba a demarcar el futuro próximo de la región; se leía con claridad el debate
entre la postura neoliberal del Consenso de Washington y la alternativa cepalina.
La propuesta de la CEPAL tenía como meta “reencontrar el camino para acceder al
desarrollo” (1990:12), para ello se postularon algunas condiciones para la transformación
productiva. A continuación se sintetizan las principales.
1. El entorno internacional. Se reconocía que “la influencia del entorno externo
sobre la evolución económica de la región siempre ha sido fundamental” (1990:41).
Sin embargo se llamaba la atención sobre la especialización de América Latina y el
Caribe en la exportación de los bienes menos dinámicos en el comercio
internacional, en contraposición con una tendencia mundial de crecimiento en las
manufacturas nuevas “que hacen uso intensivo de la investigación y el desarrollo
(microelectrónica, telemática, biotecnología, ingeniería genética, nuevos
materiales)” (1990:43).
Para la CEPAL era claro que esta tendencia del comercio hacia productos derivados
del avance tecnológico debían jalonar los esfuerzos de reestructuración productiva
de la región. El informe postulaba como: “Sin un esfuerzo regional en el campo de
la investigación y desarrollo, apoyado o vinculado a la cooperación técnica
internacional y, a veces, a la inversión directa extranjera, será difícil participar
dinámicamente en la expansión de estos mercados.” (1990:43-44) De esta manera,
se explicitaba cómo a través de la cooperación internacional, las IDE2 y el esfuerzo
nacional, la CEPAL concebía el acceso del hemisferio a la tecnología y a su
impacto en la producción.
Otro aspecto a tratar en el campo del entorno internacional correspondió al peso de
la exportación de productos básicos. En este punto, la CEPAL analizó la saturación
del consumo en países desarrollados de productos alimentarios tradicionales, lo que
debía alentar la transformación productiva, además, de invitar a fortalecer la
consolidación de nichos ya establecidos, en especial, vinculados con la demanda de
insumos correspondientes a industrias nuevas en el mundo desarrollado.
2 IDE. Inversión directa extranjera.
Dos componentes del entorno internacional preocupaban de manera importante a la
CEPAL. Uno de ellos, correspondía al proteccionismo en los países desarrollados,
que fungía como impuesto para la transformación productiva; el otro, la necesidad
de financiación internacional para el proceso, el cual se veía seriamente afectado
por el endeudamiento de varios de nuestros países, hasta el punto que en el informe
se específica como América Latina y el Caribe por la vía de pago de servicio de
deuda se había convertido en exportadora de recursos financieros con una
transferencia cercana a los 200 mil millones de dólares hacía el mundo desarrollado.
(1990:47) Ambos problemas serían solucionados, según la CEPAL con las políticas
de ajuste y “la efectiva generación (en los países de la región) de proyectos
adecuados de inversión y desarrollo”. (1990:47)
2. Los equilibrios macroeconómicos. Durante los años ochenta los desequilibrios
macroeconómicos se presentaron “en forma simultánea, en los planos externos,
fiscal y productivo, manifestándose en forma de estrechez de divisas, altas tasas
inflacionarias, baja inversión y subutilización de la capacidad instalada.” (1990:48)
La lección que según la CEPAL quedaba de la experiencia de los años ochenta era
la necesidad de mantener los equilibrios en esta área, si se quería llegar al
desarrollo. Para ello, se recomendaban dos instrumentos, el aprovechamiento del
margen de expansión de producto “mediante una adecuada combinación de
ordenamiento económico interno y un mejor aprovechamiento de la capacidad de
las economías para generar o ahorrar divisas, o lograr simultáneamente ambos
objetivos” (1990:49) A la vez, incentivar las exportaciones y la inversión. La
CEPAL reconocía la dificultad de lo propuesto por ello estipulaba: “La senda de la
recuperación debiera cumplir dos objetivos. El primero es que la superación de la
astringencia fiscal y de divisas se haga al ritmo necesario para tornar viable el
repunte de la producción. El segundo es que durante el proceso de recuperación se
eleve de manera paulatina el coeficiente de inversión.” (1990:50)
En este apartado la CEPAL, especificaba como el gasto público debía quedar
limitado a la meta de preservar el equilibrio fiscal, para así con el tiempo recuperar
los niveles de inversión pública en infraestructura y en gastos complementarios con
el capital privado como la educación y la salud. El gran objetivo de los Estados
sería entonces reformar y ampliar la recaudación vía tributos, lo que les permitiría
recursos para invertir, con el imperativo de “invertir bien, en el sentido de mejorar
la asignación eficiente de recursos en actividades de elevada rentabilidad social.”
(CEPAL: 51)
3. Financiamiento para el desarrollo. Dos fenómenos referentes a las finanzas para el
desarrollo son estudiados por la CEPAL. El primero, tenía que ver con las altas
tasas de transferencia de capital, vía servicio de la deuda, que salían de la región.
Según el Informe, estas podían ascender a cuatro puntos porcentuales del producto
de la región (1990:52), lo que se explicitaba como un claro freno al intento de
transformación productiva. El segundo se refería a la caída del ahorro externo, lo
que implicaba la reducción de divisas para la inversión, además, de frenar la
capacidad de generación de ahorro interno.
Los objetivos en el tema del financiamiento para el desarrollo planteados por la
CEPAL suponían fortalecer la política de reasignación del gasto, en lugar de la
reducción del mismo, sostenido por las políticas de ajuste de la época. El interés en
esta estrategia suponía “la adaptación de los procesos productivos para generar
bienes susceptibles de ser exportados a los mercados externos” (1990:53), a partir
de ahorro del gobierno y no de la financiación exterior, ya que esta herramienta
había demostrado ser contraproducente para la política de desarrollo regional. De
esta manera la CEPAL, realizaba su apuesta central a partir del ahorro público lo
que implicaba un fuerte control fiscal y una reforma tributaria centrada en
“adecuada recaudación, simplificación, transparencia administrativa y eficiencia
distributiva.” (1990:55) Las condiciones emanadas de estas reformas, crearían un
ambiente ideal para generar ahorro privado, tanto individual como corporativo, el
cual se multiplicaría si se aseguraban las condiciones para afectar positivamente la
tasa de retorno neto de los ahorros y la inversión (1990:57), esta situación
paralelamente, reduciría el incremento del consumo.
4. Apoyo de los agentes sociales. La CEPAL realiza un análisis de la heterogeneidad
de la conformación social regional que iniciaba la década de los noventa. Se
reconocía la amplitud de cambios, en especial referidos a la urbanización y a la
democratización que se estaban presenciando y cómo las exigencias de los agentes
sociales tanto tradicionales como nuevos, debían ser incluidas en un amplio
consenso que permitiera a los gobiernos lograr vincular las aspiraciones sociales
particulares y las metas macro de los Estados, en pos de consolidar una ruta para el
desarrollo. Sin embargo, esta parte del informe queda tan solo expresada, pues no
se presenta una ruta específica de abordaje, al reconocer además, las
particularidades de los diferentes países de la región.
A partir del anterior cuerpo propositivo la CEPAL postuló una línea para América Latina
y el Caribe, que le permitiera a la región algún nivel de maniobralidad en el campo del
desarrollo propio, más allá del Consenso de Washington. Sin embargo, el ejercicio del
poder fáctico se concentró en la arena neoliberal como se ejemplificará con el caso
colombiano. Antes de esta discusión se pasara a revisar la relación estructuralismo-
neoestructuralismo, para así poder abordar la discusión frente al neoliberalismo, como el
debate entre un modelo autónomo y otro impuesto de desarrollo para el continente.
Del estructuralismo al neoestructuralismo. Breve revisión conceptual
El abordaje realizado por la CEPAL en 1990 a las condiciones del proceso de desarrollo
en el hemisferio se muestra como una revitalización de la postura estructuralista ante una
nueva coyuntura económica e histórica. A continuación se revisaran las líneas de enlace y
separación de los estructuralismos como insumo reflexivo en la línea de una búsqueda
autónoma de desarrollo.
La originalidad del pensamiento estructuralista como lo planteó Kay (1991:102) radicó en
el reconocimiento que tanto “el desarrollo como el subdesarrollo constituyen un proceso
único y que las desigualdades entre el centro y la periferia se reproducen a través de
comercio internacional.” De esta manera, se atacó tanto la postura tradicional sobre étapas
del desarrollo que proponía que todos los países recorrían un único camino hacía el mismo,
como la teoría de las ventajas comparativas; en donde, la especialización del mundo
subdesarrollado en bienes primarios se justificaba como el camino ideal de inserción al
mercado mundial.
De este análisis surgen dos preceptos importantes del estructuralismo. En primer
término, el concepto intercambio desigual. En segundo lugar, la defensa de la
industrialización como la herramienta esencial para el desarrollo. Frente al primer punto
Kay (1991:103) plantea:
“la dualidad de la economía mundial se originó con la revolución industrial en el centro, cuando las
posibilidades de aumentar la productividad de los factores productivos se elevó dramáticamente. Sin
embargo, la difusión a través del mundo de este avance técnico fue muy desigual. Los países del
centro internalizaron la nueva tecnología al desarrollar un sector industrial de bienes de capital y
extendiendo la nueva tecnología a todos los sectores económicos. Esto dio como resultado el
desarrollo de una economía homogénea e integrada. En contraste, en la periferia, las nuevas
tecnologías fueron en gran medida importadas y dedicadas principalmente al sector primario,
productor de bienes para la exportación. En consecuencia, la economía periférica se tornó dual y
desarticulada; desarticulada porque tuvo que importar la tecnología avanzada desde el centro y dual
porque se desarrolló una gran brecha en la productividad entre el sector de exportación y el de
subsistencia.”
Ante este panorama la industrialización se presentaba como obligatoria, pues recuperaba
la productividad del sistema así como articulaba las relaciones dentro del mismo. Prebish
(1986:479) esbozaba radicalmente la importancia de la misma: “(La industrialización) no es
ella un fin en sí misma, sino el único medio de que disponen éstos (los países nuevos) para
ir captando una parte del fruto del progreso técnico y elevando progresivamente el nivel de
vida de las masas."
En este punto es importante visualizar el papel que los estructuralistas brindaban al
Estado, que sería el agente social ideal para jalonar el proceso desarrollista. Sztulwark
citando a Katz y Kosacoff (2005:31) plantea que el Estado “juega un papel central,
guiando la asignación de los recursos en función de una “visión” de óptimo social que
trasciende lo que el juego del mercado está en condiciones de ofrecer” de esta manera el
estructuralismo debate la visión liberal del mercado ordenador, en donde los agentes
económicos con plena información toman las decisiones adecuadas para maximizar su
utilidad y potencia la intevención estatal. El Estado y su ejercicio de los instrumentos y
estructuras del poder son “en último término, las que explican la orientación, eficacia,
intensidad y naturaleza de la manipulación social interna y externa de la cultura, los
recursos productivos, la técnica y los grupos sociopolíticos” (Sunkel y Paz,1970:38 cit por
Di Filippo; 2009:193).
El ideario estructuralista no puede ser pensado como un recetario que no identificaba las
características particulares del continente, al contrario, su enfásis en el método histórico-
estructural, le permitia analizar las fracturas que el modelo de desarrollo llevado en el
continente presentaba. Por ejemplo, en el caso de la industrialización que fue defendida por
ellos como eje del desarrollo latinoamericano, se presentarón análisis importantes que
demostraban como la estrategía ISI3(muchas veces referida al estructuralismo) manifestaba
importantes dificultades. Furtado (1966:118) exponía como “la industrialización sustitutiva
está agravando el dualismo del mercado del trabajo, y de que el hiato entre el sector
moderno y la economía precapitalista se amplia.” Reforzaba la idea planteando como el
modelo de desarrollo llevado por varios gobiernos latinoamericanos no exigió o provocó
“cambios fundamentales en la estructura social de la gran mayoría de los países.”
(Furtado;1966:117-118) De esta manera, los estructuralistas proponían incentivos para “La
expansión simultánea del mercado interno y de las exportaciones en el caso de los bienes
industriales” (Bielschowsky; 2010:24) lo que llevaría a solucionar en parte las falencias
derivadas del primigenio esfuerzo industrializador latinoamericano.
El pensamiento y la práctica estructuralista como lo plantea Sunkel (2007) logró
considerables avances “en materia de industrialización, modernización y mejoramiento
social”; sin embargo, como él mismo postula “dicho proceso se agotó y entró en crisis en
la década del setenta por diversas causas: la persistencia o agravamiento de serios
desequilibrios económicos, sociales y políticos internos; la influencia de las profundas
crisis económicas, energéticas y financieras internacionales; la aceleración de los
fenómenos emergentes interrelacionados de la globalización y la nueva revolución
tecnológica; y, muy en particular, el surgimiento y predominio de la ideología y la praxis
neoliberales.” (Sunkel; 2007 :470)
3 Industrialización por sustitución de importaciones.
La situación expuesta anteriormente exigió retos para el pensamiento desde el continente,
lo que se concretó en la propuesta analizada en la primera parte de este ensayo como parte
de la postura ahora denominada neoestructueralista. Sin embargo, esta última se separa de
su origen teórico en algunos puntos y avanza en temas específicos de la coyuntura histórica
referida. Bresser-Pereira y Paulo Gala (2010:682) describieron los mismos en el siguiente
cuadro
Estructuralismo Nuevo estructuralismo
Industrialización orientada por el Estado y
basada en la sustitución de importaciones
Industrialización orientada a las
exportaciones, combinada con consumo
masivo en el mercado interno
Papel central del Estado en la obtención
de ahorro forzado y la realización de
inversiones
Corresponde al Estado crear
oportunidades de inversión y reducir la
desigualdad económica
La política industrial es central La política industrial es secundaria pero
estratégica
Ambigüedad en relación con los déficits
público y en cuenta corriente
Oposición a los dos déficits.
Relativa condescendencia con respecto a la inflación Ninguna condescendencia con respecto a la
inflación
Cuadro No. 1. Comparación estructuralismo – neoestructuralismo. Bresser-Pereira & Gala (2010)
Al revisar el cuadro No.1 se identifica con claridad, como el primer estructuralismo centraba su
acción en un Estado fuerte, responsable de la planeación y la estrategia de desarrollo, ligada esta
directamente con la industrialización. Para llegar al desarrollo, eran permisibles las licencias
macroeconómicas como el déficit público y la laxitud con la inflación. En el segundo
estructuralismo, el Estado se convierte en un agente social más, con una función ordenadora del
ámbito macroeconómico y una clara intención de vinculación al mercado exterior. En estos
aspectos la diferencia con las posturas neoliberales no son contundentes y alcanzan a tener puntos
de encuentro como se revisará posteriormente.
En el siguiente apartado se revisará un ejercicio político concreto de aplicación neoliberal, el
colombiano, para con ello dilucidar las similitudes y diferencias de un modelo autónomo y uno
estructurado en un orden económico mundial fundamentado en el libre comercio, la
financiarización y la consolidación de las corporaciones multinacionales.
La revolución pacífica. El neoliberalismo en el poder colombiano.
Para 1990, Colombia, presentaba un crecimiento del PIB del 4,28%, un índice de
inflación del 32,37%, sus exportaciones ascendían a los 3.555.699,44 millones de pesos y
las importaciones a 2.806.829,78 millones de pesos, el déficit fiscal ascendía a -251.965
millones de pesos (GRECO; 1999). En esta coyuntura y tras un grave conflicto interno que
cobró la vida a tres candidatos presidenciales, ascendió a la presidencia, el liberal, César
Gaviria Trujillo. Este delimitó su plan de gobierno en el documento “La Revolución
Pacífica” (DNP, 1990), en donde presentó con fuerza las denominadas reformas
estructurales; las cuales buscaban accionar principalmente sobre los mercados de bienes,
laboral y de capitales. Se describiran a continuación las posturas centrales de este
documento.
1. El mercado. Era la estructura básica para el desarrollo dentro de la posición oficial.
Su buen funcionamiento traería beneficios directos como “una mayor eficiencia y
mejor asignación de recursos, de acuerdo con las señales claras de los precios.”
(DNP, 1990) Además, de reorientar los esfuerzos de inversión teniendo como foco
la maximización de la rentabilidad comercial y la necesidad de mantener la posición
interna Para los consumidores, el mercado presentaría ventajas como la posibilidad
de acceder a una mayor gama de bienes y servicios con un mejor precio. Bajo estas
premisas la administración Gaviria, perfiló la apertura económica para el país.
2. Mercado de bienes. De la mano de la apertura económica, la administración
Gaviria defendió e implementó medidas para acelerar la vinculación con el mercado
exterior. La reforma comercial atacó los gravámenes a las importaciones y las
sobretasas a las mismas, el faltante en recursos fue cubierto con la ampliación del
impuesto al valor agregado (IVA)4 En la misma línea el gobierno colombiano se
“encontraba diseñando un programa de privatización selectiva de activos, para
4 La ley 49 de 1990, amplió el porcentaje del IVA del 10% al 12%. Las administraciones subsiguientes han ampliado paulatinamente este porcentaje.
promover la eficiencia y concentrar la acción y recursos del Estado en las áreas
prioritarias” (DNP, 1990:5). De esta forma, el interés por modernizar el mercado de
bienes abría las puertas para el comercio de la producción internacional, la inversión
extranjera vía privatización de activos públicos y la expansión tributaria en los
consumidores a través del IVA.
3. Sector laboral. La reforma al mercado laboral fue institucionalizada a través de la
Ley 50 de 1990. Con el objetivo de buscar una mayor flexibilización y de atraer la
inversión extranjera mediante la eliminación de “obstáculos microeconómicos a la
productividad” (DNP; 1990:5) esta ley abrió paso a la administración privada de los
ahorros de los trabajadores; consolidó los denominados salarios integrales, redefinió
el concepto salario, obviando de este primas y bonos y generó un espacio legal para
posteriores legislaciones que continuaron la ruta neoliberal en cuanto al sector
laboral.
4. Sector financiero. La Ley 45 de 1990 reformó el mercado financiero colombiano.
Las principales medidas tomadas en este campo, se relacionaron con la ampliación
del margen de acción de los intermediarios financieros, los cuales podían participar
en la generación de fondos de pensiones, leasing, compañías fiduciarias y bursátiles.
(DNP; 1990:9) Paralelamente, se abrió la posibilidad para que agentes
internacionales pudieran participar hasta en el 100% de la totalidad de entidades
nacionales; con el ánimo de incentivar la inversión directa extranjera, se modificó el
sistema de remesas en beneficio de los inversores. Por último, el Banco de la
República perdió el monopolio de las operaciones de divisas. (DNP, 1990:10)
El Plan de gobierno de César Gaviria, abarcó varias esferas de la vida económica e
institucional de Colombia, mostrando una gran coherencia en el plano discursivo y práctico
con los preceptos emanados del Consenso de Washington. Es importante definir que por
este último se concibe el acuerdo entre el FMI, el Banco Mundial, el gobierno
estadounidense, el BID, el Congreso norteamericano, y los think tanks, “acerca de lo que
los países latinoamericanos debieran hacer” (Urquidi; 2005:447-448) y que se centró como
el propio Urquidi postula (2005:448) en nueve reformas: “i) los déficit fiscales; ii) las
prioridades en el gasto público; iii) la reforma tributaria; iv) las tasas de interés; v) el tipo
de cambio; vi) la política comercial; vii) la inversión directa extranjera; viii) la
desregulación; y ix) los derechos de propiedad.
Las reformas neoliberales o de ajuste estructural trajerón resultados diversos al país. La
inflación aunque descendió aún era alta; para 1994 llegó a 22,60% y nunca estuvo cercana a
sus mínimos históricos por debajo del 10% que se dierón en el período 1958-1962 y 1967 -
1970, en las administraciones desarrollistas de los presidentes Alberto Lleras Camargo y
Carlos Llerás Restrepo, respectivamente. El nivel de importaciones creció de manera
abrumadora; pasando de 2.806.829,78 mil millones de pesos en 1990 a 9.857.572,43 mil
millones de pesos en 1994. El déficit fiscal pasó de -251.965 millones de pesos a -
1.637.122 mil millones de pesos en el mismo período.
La inversión directa extranjera no creció a los niveles esperados; y mantuvo un promedio
inferior a los mil millones de dólares durante el cuatrenio 1990-1994, mostrando un
descenso sensible en 1995 (Banco de la República; 2012:25). El salario real tuvo poco
crecimiento (Urrutia & Ruíz; 2010:180) y la concentración del ingreso mantuvo su
tendencia creciente en el período, pasando del 54,08% en 1990 al 58,71% en 1995 (DNP-
Umacro, 1999). Aún así, la tendencia en política económica de Colombia ha presentado
cambios mínimos en los años posteriores, convirtiéndose así en uno de los países modelos
del neoliberalismo en el continente.
En la siguiente sección se realizará la discusión sobre la posición de la CEPAL frente al
desarrollo y la neoliberal ejecutada en Colombia a partir de la administración Gaviria, para
así determinar la imperiosidad o no de retomar una senda autónoma que permita que el
hemisferio aproveche de la mejor maner las nuevas condiciones geoeconómicas del planeta.
A manera de conclusión. Encuentros y desencuentros.
El pensamiento neoestructuralista mantiene el interés por una lectura propia de las
dinámicas mundiales y postula a través de los análisis coyunturales un basamento de
política económica y social que debería derivar en el desarrollo del hemisferio, en esto,
mantiene una línea directa con el estructuralismo, lo cual legitima las opciones alternativas
de desarrollo desde el Sur; mientras tanto, el neoliberalismo, universaliza unos preceptos
generales convirtiéndolos en dogmas que han demostrado el servicio que presta a sectores
específicos de la clase capitalista global y sus interlocutores nacionales. El aporte
neoliberal al desarrollo de los países es magro, tal como se demostró en el caso de la
instauración del modelo en Colombia y pareciera aumentar la heterogeneidad productiva
dentro de los países y expandir las brechas entre los sectores sociales de los mismos.
Aun así, el ejercicio analítico permite desentrañar encuentros y desencuentros de las
prácticas y reflexiones teóricas. Una de las más importantes tiene que ver con el Estado,
para los neoliberales es claro que debe reducirse al máximo su margen de acción y brindar
al mercado la potestad ordenadora de las acciones e instituciones humanas; sin embargo, a
pesar de compartir la necesidad de agilizar el mismo, el neoestructuralismo entiende que sin
un Estado encargado de lo público y generador de nuevas instancias en este campo, la labor
del desarrollo es imposible. Sunkel (2005:160) reflexiona como lo público debe avanzar de
la forma estatista a la de instituciones públicas; en donde, tanto Estado como la población
en general, aporten a las soluciones, controles y expectativas sociales, de manera más
eficiente que la burocracia gubernamental y el mercado.
Un foco de atención central en las discusiones sobre el estructuralismo y
neoestructuralismo, es el tema de la industrialización. Tras la crítica de la CEPAL al
modelo ISI y la revitalización del comercio exterior como eje del desarrollo por parte de los
neoliberales, vale la pena pensar sobre la importancia de la misma para el desarrollo
autónomo del hemisferio. Aunque ya la industrialización no es el eje central de una política
desarrollista, si es clave en la misma; Ocampo citado por Cypher (2007:52) destaca tres
áreas de “especial y diferencial tratamiento” para un nuevo hito industrializador: 1)
Programas de protección de la propiedad intelectual que ayude en la creación de
transferencia tecnológica; 2) desarrollo temporal de industrias que servirán para sustituir
productos importados, 3)especialmente, teniendo en cuenta las condiciones actuales de
apoyo temporal para las nuevas exportaciones a través del uso de incentivos diseñados para
diversificarlas, así como, mecanismos que permitan el aumento en el nivel de contenido
nacional de bienes exportables. Los neoliberales mientras tanto, revitalizan la teoría de las
ventajas comparativas obviando la discusión sobre la industrialización al entender que esta
reta el laissez-faire y postula elementos de dirigismo estatal. (Kay C; 1999: 292)
La industrialización vuelve así a la palestra, reforzando su valor, en los términos de
transferencia tecnológica y generación de propiedad intelectual. Conceptos esenciales en
la dinámica del mercado global.
Un punto que genera confusión analítica, es el concerniente a la salud macroeconómica
de las economías del hemisferio postulada tanto por neoestructuralistas, como por
neoliberales. Ambas posiciones son transparentes en la exigencia de rigurosos controles
macroeconómicos dentro de las economías, sin embargo, la diferencia radica en el sentido y
objetivo de los mismos. Mientras que para los primeros, el control macroeconómico es
garantía de ahorro y posibilidad de inversión autónoma; para los segundos es el incentivo
principal para la internacionalización de las economías y la atracción de inversión
extranjera directa, además, del cumplimiento de compromisos anteriores con los órganos
multilaterales de crédito. Sin embargo, el costo político de los controles
macroeconómicos vincula la visión neoestructuralista con la neoliberal, imponiéndole un
cariz ortodoxo a sus propuestas.
Sin lugar a dudas y a pesar de no alcanzar un desarrollo sólido de la propuesta, el
neoestructuralismo concibe claramente la necesidad de un acuerdo realmente democrático
entre los agentes sociales que conforman los países; la asociación con el sector privado, en
temas estratégicos, así como la mayor participación social en lo público, dan a la
transformación con equidad un sentido incluyente e implicante que el neoliberalismo
desestima en pos del crecimiento y el mercado.
En este orden de ideas, Colombia se presenta como ejemplo de una nación vinculada
teóricamente con la ortodoxia económica y las determinaciones de la organización
económica mundial conformada por el FMI, el Banco Mundial, el BID. Presenta, además,
una estrecha relación política con los Estados Unidos, lo que ha permitido que reflexiones y
estrategias como las de los dos estructuralismos sean difusas y en ciertos casos combatidas
en las comunidades política y académica. Su realidad manifiesta la complejidad de ganar
en la práctica publica espacios para el concepto de desarrollo autónomo que permitan a
corto y mediano plazo tomar una ruta que cierre las brechas sociales y abra un horizonte
esperanzador para la mayoría de los colombianos. La labor que se plantea es clave;
determinar los potenciales caminos de acceso democrático al poder, que posibiliten un
accionar propio en busca de una mayor inclusión y equidad para la totalidad de la nación.
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