citas cercas y vila-matas

11

Click here to load reader

Upload: franciscosimonsalinas

Post on 08-Sep-2015

4 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Citas Cercas y Vila-Matas

TRANSCRIPT

Citas Cercas, Javier. Soldados de Salamina. Barcelona: Tusquets, 2001.

NOTA DEL AUTOR: Este libro es fruto de numerosas lecturas y de largas conversaciones. Muchas de las personas con las que estoy en deuda aparecen en el texto con sus nombres y apellidos; de entre las que no lo hacen, quiero mencionar a Josep Clara, Jordi Gracia, Eliane y Jeanmarie Lavaud, Jos-Carlos Mainer, Josep Mara Nadal y Carlos Tras, pero especialmente a Mnica Carbajosa, cuya tesis doctoral, titulada La prosa del 27: Rafael Snchez Mazas, me ha sido de gran utilidad. A todos ellos gracias (13).

Primera parte

Los amigos del bosque

Fue en el verano de 1994, hace ahora ms de seis aos, cuando o hablar por primera vez del fusilamiento de Rafael Snchez Mazas. Tres cosas acababan de ocurrirme por entonces: la primera es que mi padre haba muerto; la segunda es que mi mujer me haba abandonado; la tercera es que yo haba abandonado mi carrera de escritor (17).

En 1989 yo haba publicado mi primera novela; como el conjunto de relatos aparecido dos aos antes, el libro fue acogido con notoria indiferencia, pero la vanidad y una resea elogiosa de un amigo de aquella poca se aliaron para convencerme de que poda llegar a ser un novelista y de que, para serlo, lo mejor era dejar mi trabajo en la redaccin del peridico y dedicarme de lleno a escribir (17).

sa fue la primera vez que o contar la historia, y as la o contar. En cuanto a la entrevista con Ferlosio, consegu finalmente salvarla, o quizs es que me la invent: que yo recuerde, ni una sola vez se aluda en ella a la batalla de Salamina (y s a la distincin entre personajes de destino y personajes de carcter), ni al uso exacto de la garlopa (y s a los fastos del quinto centenario del descubrimiento de Amrica). Tampoco se mencionaba en la entrevista el fusilamiento del Collell ni a Snchez Mazas. Del primero yo slo saba lo que acababa de orle contar a Ferlosio; del segundo, poco ms: en aquel tiempo no haba ledo una sola lnea de Snchez Mazas, y su nombre no era para m ms que el nombre brumoso de uno ms de los muchos polticos y escritores falangistas que los ltimos aos de la historia de Espaa haban enterrado aceleradamente, como si los enterradores temiesen que no estuvieran del todo muertos (21).

La cosa, en realidad, vena de antes, de cuando / a mediados de los ochenta ciertas editoriales tan exquisitas como influyentes publicaron algn volumen de algn exquisito falangista olvidado, pero, para cuando yo empec a interesarme por Snchez Mazas, en determinados crculos literarios ya no slo se vindicaba a los buenos escritores falangistas, sino tambin a los del montn e incluso a los malos. Algunos ingenuos, como algunos guardianes de la ortodoxia de izquierdas, y tambin algunos necios, denunciaron que vindicar a un escritor falangista era vindicar (o preparar el terreno para vindicar) el falangismo. La verdad era exactamente la contraria: vindicar a un escritor falangista era slo vindicar a un escritor; o ms exactamente: era vindicarse a s mismos como escritores vindicando a un buen escritor. Quiero decir que esa moda surgi, en los mejores casos (de los peores no merece la pena hablar), de la natural necesidad que todo escritor tiene de inventarse una tradicin propia, de un cierto afn de provocacin, de la certidumbre problemtica de que una cosa es la literatura y otra la vida (21-2)

Un relato real, pens, pero no lo dije. Eso es lo que voy a escribir. Tambin pens que Figueras pensaba que, si alguien escriba acerca de su padre, su padre no estara del todo muerto (53).

Qu es esto? pregunt.

El diario que llev Snchez Mazas mientras anduvo huido por el bosque contest Figueras. O eso es lo que parece. Qudese con l; pero no me lo pierda, es como un recuerdo de la familia, mi padre le tena mucho aprecio (55).

En otra pgina, tambin a lpiz y con la misma letra del diario, slo que mucho ms clara, figura el texto ms extenso de la libreta. Dice as:

El que suscribe, Rafael Snchez Mazas, fundador de la Falange Espaola, consejero nacional, ex presidente de la Junta Poltica y a la sazn el falangista ms antiguo de Espaa y el de mayor jerarqua de la zona roja, declaro:

1 que el da 30 de enero de 1939 fui fusilado en la prisin del Collell con otros 48 infelices prisioneros y escap milagrosamente despus de las dos primeras descargas, internndome en el bosque

2 que despus de una marcha de tres das por el bosque, caminando de noche y pidiendo limosna en las masas, llegu a las proximidades de Palol de Rebardit, donde ca en una acequia perdiendo mis gafas, con lo cual me quedaba medio ciego...

Aqu falta una hoja, que ha sido arrancada. Pero el texto sigue: (58).

[Imagen de una pgina del diario (59)]

Al da siguiente, antes de ir a trabajar al diario, me plant en el Archivo Histrico, que se halla en un viejo convento rehabilitado, en el casco antiguo [].

Me sent a una mesa y busqu en el catlogo, que abarcaba desde 1924 hasta 1949, algn Figueras que hubiese ingresado en prisin en 1939 o 1940 (63).

No dije, muy seguro. Es un relato real.

Y eso qu es?

Se lo expliqu; creo que lo entendi.

Ser como una novela resum. Slo que, en vez de ser todo mentira, todo es verdad (68).

Pero lo cierto es que tard todava algn tiempo en terminar de reconstruir la historia que quera contar y en llegar a conocer, si no todos y cada uno de sus entresijos, s por lo menos los que juzgaba esenciales. De hecho, durante muchos meses invert el tiempo que me dejaba libre mi trabajo en el peridico en estudiar la vida y la obra de Snchez Mazas. Rele sus libros, le muchos de los artculos que public en la prensa, muchos de los libros y artculos de sus amigos y enemigos, de sus contemporneos, y tambin cuanto cay en mis manos acerca de la Falange, del fascismo, de la guerra civil, de la naturaleza equvoca y cambiante del rgimen de Franco. /

Recorr bibliotecas, hemerotecas, archivos. Varias veces viaj a Madrid, y constantemente a Barcelona, para hablar con eruditos, con profesores, con amigos y conocidos (o con amigos de amigos y conocidos de conocidos) de Snchez Mazas (69-70).

Antes de marcharse, Snchez Mazas nos dijo que iba a escribir un libro sobre todo aquello, un libro en el que apareceramos nosotros. Iba a llamarse Soldados de Salamina (73).

Segunda parte

Soldados de Salamina

El 27 de abril de 1939, justo el da en que Pere Figueras y sus ocho compaeros de Cornell de Terri ingresaron en la prisin de Gerona, Rafael Snchez Mazas acababa de ser nombrado consejero nacional de Falange Espaola Tradicionalista y de las JONS y vicepresidente de su junta Poltica; an no haba transcurrido un mes desde el hundimiento definitivo de la Repblica, y todava faltaban cuatro para que Snchez Mazas se convirtiera en ministro sin cartera del primer gobierno de la posguerra (77).

A partir de este momento el rastro de Snchez Mazas se esfuma. Su peripecia durante los meses previos a la contienda y durante los tres aos que dur sta slo puede intentar reconstruirse a travs de testimonios parciales fugitivas alusiones en memorias y documentos de la poca, relatos orales de quienes compartieron con l retazos de sus aventuras, recuerdos de familiares y amigos a quienes refiri sus recuerdos y tambin a travs del velo de una leyenda constelada de equvocos, contradicciones y ambigedades que la selectiva locuacidad de Snchez Mazas acerca de ese periodo turbulento de su vida contribuy de forma determinante a alimentar. As pues, lo que a continuacin consigno no es lo que realmente sucedi, sino lo que parece verosmil que sucediera; no ofrezco hechos probados, sino conjeturas razonables (89).

Hoy poca gente se acuerda de l, y quiz lo merece. Hay en Bilbao una calle que lleva su nombre (140).

Tercera parte

Cita en Stockton

Termin de escribir Soldados de Salamina mucho antes de que concluyera el permiso que me haban concedido en el peridico [] Escriba de forma obsesiva, con un empuje y una constancia que ignoraba que posea; tambin sin demasiada claridad de propsito. ste consista en escribir una suerte de biografa de Snchez Mazas que, centrndose en un episodio en apariencia anecdtico pero acaso esencial de su vida su frustrado fusilamiento en el Collell, propusiera una interpretacin del personaje y, por extensin, de la naturaleza del falangismo o, ms exactamente, de los motivos que indujeron al puado de hombres cultos y refinados que fundaron Falange, a lanzar al pas a una furiosa orga de sangre. Por descontado, yo supona que, a medida que el libro avanzase, este designio se alterara, porque los libros siempre acaban cobrando vida propia, y porque uno no escribe acerca de lo que quiere, sino de lo que puede; tambin supona que, aunque todo lo que con el tiempo haba averiguado sobre Snchez Mazas iba a constituir el ncleo de mi libro, lo que me permita sentirme seguro, llegara un momento en que tendra que prescindir de esas andaderas, porque si es que lo que escribe va a tener verdadero inters un escritor no escribe nunca acer/ca de lo que conoce, sino precisamente de lo que ignora (143-4).

el libro no era malo, sino insuficiente, como un mecanismo completo pero incapaz de desempear la funcin para la que ha sido ideado porque le falta una pieza. Lo malo es que yo no saba cul era esa pieza. Correg a fondo el libro, reescrib el principio y el final, reescrib varios episodios, otros los cambi de lugar. La pieza, sin embargo, no apareca; el libro segua estando cojo (144).

Oye, t no sers el Javier Cercas de El mvil y El inquilino?

El mvil y El inquilino eran los ttulos de los dos nicos libros que yo haba publicado, ms de diez aos atrs, sin que nadie salvo algn amigo de entonces se diera por enterado del acontecimiento. Aturdido o incrdulo, asent (145).

No le he contado una cosa le dije a Miralles. Snchez Mazas conoca al soldado que le salv. Una vez le vio bailando un pasodoble en el jardn del Collell. Solo. El pasodoble era Suspiros de Espaa. Miralles baj de la acera y se arrim al taxi, apoy una mano grande en el cristal bajado. Yo estaba seguro de cul iba a ser la respuesta, porque crea que Miralles no poda negarme la verdad. Casi como un ruego pregunt: Era usted, no?

Tras un instante de vacilacin, Miralles sonri ampliamente, afectuosamente, mostrando apenas su doble hilera de dientes desvencijados. Su respuesta fue: /

No (204-5).

all vi de golpe mi libro, el libro que desde haca aos vena persiguiendo, lo vi entero, acabado, desde el principio hasta el final, desde la primera hasta la ltima lnea, all supe que, aunque en ningn lugar de ninguna ciudad de ninguna mierda de pas fuera a haber nunca una calle que llevara el nombre de Miralles, mientras yo contase su historia Miralles seguira de algn modo viviendo y seguiran viviendo tambin, siempre que yo hablase de ellos, los hermanos Garca Segus Joan y Lela y Miquel Cardos y Gabi Baldrich y Pipo Canal y el Gordo Odena y Santi Brugada y Jordi Gudayol, seguiran viviendo aunque llevaran muchos aos muertos, muertos, muertos, muertos (208).

Vi mi libro entero y verdadero, mi relato real completo, y supe que ya slo tena que escribirlo, pasarlo a limpio, porque estaba en mi cabeza desde el principio (Fue en el verano de 1994, hace ahora ms de seis aos, cuando o hablar por primera vez del fusilamiento de Rafael Snchez Mazas) hasta el final, un final en el que un viejo periodista fracasado y feliz fuma y bebe whisky en un vagn restaurante de un tren nocturno que viaja por la campia francesa (209).

Citas Vila-Matas, Enrique. El mal de Montano. Barcelona: Anagrama, 2002.

I. El mal de Montano

A finales del siglo XX el joven Montano, que acababa de publicar su peligrosa novela sobre el enigmtico caso de los escritores que renuncian a escribir, qued atrapado en las redes de su propia ficcin y se convirti en un escritor que, pese a su compulsiva tendencia a la escritura, qued totalmente bloqueado, paralizado, grafo trgico (15).

Quizs la literatura sea eso: inventar otra vida que bien pudiera ser la nuestra, inventar un doble (16).

Voy a acostarme, me siento cansado tras el viaje y tambin fatigado de tanto escribir en este diario que llevo desde hace aos y que hoy, ya desde la primera lnea cuando he escrito eso de A finales del siglo XX, el joven Montano, he notado que se me poda convertir, movido por un impulso misterioso, en el arranque de una historia que exigira lectores y no quedar oculta entre las pginas de este diario intimo.

Es algo absurdo, ya solo me faltaba convertirme en narrador. Y es absurdo sobre todo porque yo vine a Nantes a airearme un poco y tratar de que al menos durante unos das la literatura no siguiera asfixindome. Vine a Nantes para ver si poda olvidarme un poco de que soy un enfermo de literatura (21)

Y aqu estoy yo ahora, peor que cuando Sal de Barcelona, ms enfermo tras haber vivido el asfixiante encuentro entre un padre y un hijo heridos, con distintas cicatrices, por la maldita literatura: el uno (Montano) queriendo seguramente volver a ella, a la literatura; el otro, deseando olvidarla al menos por unos das, pero sin por el momento lograrlo, es ms, empantanado para colmo en el comienzo del algo as como una narracin un tanto literaria y encima escribindola en su diario (22).

A decir verdad, el talento de Montano que, por cierto, se llama Miguel de Abriles Montano, pero prefiri llamarse Montano a secas, en homenaje a su madre muerta y su ne/cesidad hasta hace muy poco de convivir con el peligro han sido siempre tan grandes como su fragilidad repentina de nimo, lo que explicara que se haya convertido en grafo trgico tras la arriesgada apuesta de escribir sobre los escritores que dejan de escribir (24-5).

En ese momento he visto claro que continuar al lado de Montano slo poda contribuir a que yo enfermara algo ms. Porque estaba claro que el mal de Montano, al igual que el mo, consista en estar enfermo de literatura. y me he dicho que, puesto que Montano haba heredado el mal de su padre, yo en definitiva por llamar a la enfermedad de algn modo tena el mal de Montano (35).

Uno no puede ir contra su imaginacin, y yo en ese instante, all en la terraza del Brighton, imagin mi nombre y apellidos evocando, dentro de uno aos, el recuerdo brutal de una crisis de la literatura que la humanidad habra superado la imaginacin, cuando es muy poderosa, tiene estas cosas gracias a mi heroica conducta. Quijote lanza en ristre contra los enemigos de lo no literario.

Y es ms, imagin tambin o, mejor dicho, tuve el ms extrao pensamiento que jams ha tenido un loco en este / mundo y me dije que, siguiendo las instrucciones de Tongoy, sera a partir de aquel momento conveniente y necesario, tanto para el aumento de mi honra como para la buena salud de la repblica de las letras, que me convirtiera yo en carne y hueso en la literatura misma, es decir, que me convirtiera en la literatura que vive amenazada de muerte a comienzos del siglo XXI: encarnarme pues en ella e intentar preservarla de su posible desaparicin revivindola, por si acaso, en mi propia persona, en mi triste figura (62-63).

La literatura, me dije, est siendo acosada, como nunca lo haba sido hasta ahora, por el mal de Montano, que es una peligrosa enfermedad de mapa geogrfico bastante complejo, pues est compuesto de las ms diversas y variadas provincias o zonas malficas; una de ellas, la ms visible y tal vez la ms poblada y, en cualquier caso, la ms mundana y la ms necia, acosa a la literatura desde los das en que escribir novelas se / convirti en el deporte favorito de un nmero casi infinito de personas (63-64).

para no pensar en mi muerte, empec a pensar en la muerte de la literatura (66).

Por puro sentido del juego, aunque tambin guiado por un instinto natural de supervivencia, me digo que debera convertirme de inmediato en la esencia de la literatura, encarnarla en mi modesta persona. Pero por suerte me doy cuenta de que estoy llevando demasiado lejos mis responsabilidades y en realidad no me conviene nada, pero es que nada, ser la esencia misma de la literatura, es decir, ser el bien de Montano o, lo que vendra a ser lo mismo, ser el descanso eterno de la literatura en su tumba (78).

Hemos follado como si se acabara el mundo y la literatura. Hemos follado con el mismo entusiasmo del da en que nos conocimos. Cuando todo ha terminado, he salido a la terraza y he visto la espuma de unas olas rompiendo contra la proa de una barca que navegaba a la distancia. El sol del medioda brillaba, la superficie del agua ya no era un espejo. Y no s. Yo dira que he comenzado a perder de vista el mal de Montano (101).

II. Diccionario del tmido amor a la vida

El 27 de junio ir a Budapest, a dar una conferencia dentro de un simposio internacional sobre el diario como forma narrativa, ir a Budapest, volver a su Museo de Literatura donde ya estuve hace unos aos, pensar mucho en mi pobre madre, que escribi un ensayo, Teora de Budapest, que escondi dentro de su secreto diario personal: en extravagante ensayo en el que brillaban por su ausencia tanto cualquier teora como la ciudad de Budapest, que ni ella conoca ni le interesaba (105).

No he perdido de vista, en cambio, El mal de Montano, la nouvelle que termin de escribir en Faial despus de un polvo salvaje, la nouvelle en la que se entrelazan la ficcin con mi vida real. Hay en El mal de Montano bastante de autobiogrfico pero tambin mucha invencin. No es cierto, por ejemplo casi no es necesario decirlo, que Rosa sea directora de cine. Rosa como muchos de mis lectores ya saben es agente literaria y, por encima de todo, es mi novia eterna, llevamos veinte aos viviendo juntos, no nos hemos casado ni por lo civil, no hemos tenido hijos, tampoco los hemos tenido con terceros. De modo que Montano no existe []

Imagino que no es necesario que diga que no soy crtico literario, sino un narrador de amplia y conocida trayectoria. Esto es tan cierto como que en Faial termin mi nouvelle y, al regresar de las islas, tuve la idea de darle un giro a este diario y convertirlo por un tiempo en un breve diccionario que contara nada ms que verdades sobre mi fragmentada vida y mostrara mi lado ms humano y, en definitiva, me aproximara ms a mis lectores: un diccionario cuyas entradas vendran dadas por los nombre de los autores de diarios perso/nales que ms me han interesado []; unos nombres de autores que, al reforzar con sus vidas mi autobiografa, me ayudaran a componer un retrato ms amplio y curiosamente ms fiel a mi verdadera personalidad, hecha en parte a base de los diarios intimos de los dems, que para eso estn, para ayudar a convertir a alguien, que por s solo seria ms bien un hombre desarraigado de todo, en un personaje complejo y con cierto tmido amor a la vida (106-7).

Aunque no soy un crtico de libros, voy a actuar a veces en este diccionario como si lo fuera. Me propongo trabajar discretamente en el interior de diarios ajenos y lograr que stos colaboren en la reconstruccin de mi precaria autobiografa, que naturalmente ser fragmentada o no ser, se presentar tan fraccionada como mi personalidad, que es plural y ambigua y mestiza y bsicamente es una combinacin de experiencias (mas y de otros) y de lecturas (107).

Cuando apareci mi primera novela, ese pedante ejercicio de estilo que titul Necrpolis errante, mi madre se limit a decirme que ella la habra titulado Teora de Budapest. Y cuando le pregunt por qu habra de titularla de esa forma si en mi novela no haba teora alguna ni se hablaba en ningn momento de la ciudad de Budapest, mi madre sonri y me dijo que por eso haba que titularla de aquella manera, precisamente porque no haba en ella ni teoras ni apareca Budapest (129).

Ya no tengo tantos complejos de enfermo de literatura como cuando, por ejemplo, llegu a Nantes en noviembre del ao pasado. Por eso ahora puedo decir tranquilamente que, entre la vida y los libros, me quedo con stos, que me ayudan a entenderla. La literatura me ha permitido siempre comprender la vida (142).

Per usted, dir el lector, lleva tambin un buen rato tratando de ser sincero, de dar informaciones verdaderas sobre su vida.

Y es cierto, llevo muchas pginas de este diccionario arrodillado ante el altar de la Veracidad y dando una serie de informaciones sobre mi vida y sobre cmo constru la ficcin de El mal de Montano, se trata de un parntesis que he abierto con mucho gusto aqu y lo he abierto en forma de tmida autobiografa, pero no es menos cierto que / tengo pensado que, en cuanto llegue a Monsieur Teste y Paul Valry, que son las ltimas entradas previstas para este diccionario de escritores de diarios ntimos, me adentrar en un espacio ms fronterizo entre la ficcin y la realidad, ser posiblemente algo as como un desahogo despus de haber sido tan fiel a lo verdico, de haber contado voy a seguir hacindolo por ahora verdades sobre mi fragmentada vida, verdades muy verdaderas y narradas como si no supiera que, como deca Antonio Machado, tambin la verdad se inventa (145-6).

III. Teora de Budapest.

Llevo ya varios das, seoras y seores, distinguido pblico hngaro, en esta melanclica y bella ciudad de Budapest, llegu a ella con tiempo ms que suficiente para dedicarme a preparar in situ esta conferencia enmarcada en este Simposio Internacional sobre el Diario Personal como Forma Narrativa (207).

juzgo orientador decirle que venir a este Museo de Literatura de Budapest me oblig en Barcelona a interrumpir la novela que estoy escribiendo en torno precisamente al tema de los diarios personales de los escritores. Esa novela es al mismo tiempo un diario, mi diario de escritor enfermo de literatura (209).

IDENTIDAD

El diario que dej interrumpido en Barcelona y que prosigo escribiendo aqu tiene algo de informe clnico que slo parece prestar atencin a la sigilosa expresividad de un mal: mi condicin de enfermo de literatura. mi diario est lleno de minuciosas observaciones sobre la evolucin de ese mal. Al igual que otros diaristas, no escribo para saber quin soy, sino para saber en qu me estoy transformando (213).

DIARIO RUSO

No es la revelacin de una verdad lo que mi diario anda buscando, sino informacin sobre mis constantes mutaciones. Mi diario existe desde hace aos, pero slo desde hace unos meses empez a convertirse en una novela, slo desde que en noviembre del ao pasado viaj a Nantes e imagin que visitaba a un hijo inventado. Empec a convertir en novela mi diario siendo el narrador que soy pero hacindome pasar por crtico literario, me fui despus construyendo una biografa impostada a base de inyectarme fragmentos de las vidas o de las obras de mis diaristas favoritos []

En fin, me constru una biografa tmida y ms tarde aqu en Budapest me he transformado en un conferenciante hambriento al que ahora veo convertirse, tras una nueva mutacin y por culpa de su traidora esposa, en un hombre solitario (239).

IV. Diario de un hombre engaado

A comienzos del siglo XXI, como si mis pasos llevaran el ritmo de la historia ms reciente de la literatura, me encontr solitario y sin rumbo en una carretera perdida, al atardecer, en marcha inexorable hacia la melancola (245).

Se fue todo el mundo y por unos instante me qued viviendo all, conociendo una extraa y muy paradjica sensacin, pues por un lado senta que me haba quedado viviendo en el Museo de Literatura y por la otra que, al quedarme solo, no estaba. Fue en aquellos instantes de soledad y vida que no lo era pero era vida cuando decid que, en vista del sinsentido de la realidad de aquel momento, me adentrara en la irrealidad (248).

Seor Girondo, su mujer le espera en el vestbulo, dijo [la coordinadora general del Museo] (248).

Te abandonan, pero te dicen que no es as, que no es en absoluto verdad que te hayan dejado (248).

Y descubres que, junto a las opciones que el diario te estaba ofreciendo aqu en el Brighton (reflejar la realidad, adentrarse en lo irreal, ser sincero y confesar tu angustia, etc.), junto a las opciones tradicionales, se te ha abierto una va nueva muy atractiva, no menos tradicional por mucho que t no la hubieras contemplado hasta este momento: trasladas al diario lo que te gustara que ocurriera ahora mismo en esta terraza desierta (254).

Me llamo Robert Walser dices (256).

Avanzas y te pierdes continuamente y cambias tu identidad en lugar de reafirmarla, y te disgregas en un delirio de muchos por la carretera perdida, en el saln de tu casa, entre la bruma, bajo la niebla, con el televisor encendido pero sin audio (276).

Me dije que me llamaba Walser pero tambin Girondo. Yo era estas dos personas (281).

Precisamente porque la literatura nos permite comprender la vida, nos habla de lo que puede ser pero tambin de lo que pudo haber sido. No hay nada a veces ms alejado de la realidad que la literatura, que nos est recordando todo momento que la vida es as y el mundo ha sido organizado as, pero podra ser de otra forma. No hay nada ms subversivo que ella, que se ocupa de devolvernos a la verdadera vida al exponer lo que la vida real y la Historia sofocan (302).

V. La salvacin del espritu

Llegu al refugio de montaa al pie de la cumbre del Matz en la tarde del 7 de junio despus de un largo desplazamiento (305).

Una salvacin del espritu preciso ahora ligada a la salvacin de lo literario, que es un tipo de salvacin que juzgo para m imprescindible a la hora de poder soportar la espera tal vez ilusa de la llegada del da en el que de forma infalible uno encuentre la forma de desaparecer de este mundo y de hacer realmente para siempre (306).

Cen con los cretinos, escritores funcionarios de mierda, muertos. Esa raza de escritores, imitadores de lo ya hecho y gente absolutamente falta de ambicin literaria, aunque no de ambicin econmica, son una plaga ms perniciosa incluso que la plaga de los directores editoriales que trabajan con entusiasmo contra lo literario (310).

Aquella reunin no tena nada de simptica ni de extica ni de original. Era en realidad un congreso literario ms de los muchos que hay esparcidos por el mundo de la corrupcin (311).