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Un cuento sobre Almas Gemelas...TRANSCRIPT
(2007)
Circulo Eterno®
(Un cuento sobre Almas Gemelas)
Cruzando un mar tormentoso, en medio de la noche sin
luna y sin estrellas, se encuentra un hombre de mediana
edad, sobreviviente único del naufragio, aferrado a algo
que aparenta ser una improvisada balsa a punto de
deshacerse en el próximo embate de las olas,
moviéndose con desesperante lentitud, como desafiando
al mar, al tiempo, a la oscuridad...
Hacía muy pocas horas este hombre era propietario de
un yate el cual tenía eslora suficiente para poder
navegar por cualquier océano, disfrutaba las
comodidades que pueden proporcionar esas
embarcaciones a sus tripulantes; contaba con suficiente
combustible y alimentos, mapas de navegación
confiables y la más reciente tecnología. Sentado en una
silla, observaba despreocupadamente al timonel guiando
su embarcación con mano firme en el timón, seguro de
llegar a su destino, pensando en aquel jugoso negocio
que concluiría en poco tiempo. Un sol brillante caía
sobre sus hombros, la suave brisa refrescaba su rostro,
no podía haber mejor momento para navegar sin
tropiezos a su destino: el día espléndido, el mar en
calma, el viento soplando a favor. Pero la vida es frágil,
puede cambiar en unos instantes, y la vida de ese
hombre cambió, tal vez para siempre.
Algo falló. En unos cuantos minutos, el sol fue ocultado
por gruesos nubarrones de tormenta que parecían surgir
de la nada; las olas, antes apacibles, se tornaron
amenazantes y con furia incontenible destrozaron la
embarcación, arrojando a sus tripulantes al mar, apenas
dándoles tiempo de aferrarse a unos maderos, despojos
de la misma embarcación. Con ojos aterrados, y
sintiéndose presa de una desesperación e impotencia
ante la fuerza de los elementos, aquel hombre vio
esfumarse en unos cuantos instantes la frágil seguridad
de su embarcación y su tripulación tragada por las olas,
quedando solitario en la inmensidad de un océano hostil,
con pocas esperanzas de sobrevivir, apagándose
lentamente la luz de un sol palidecido por gruesos
nubarrones de tormenta.
El encanto terminó súbitamente, ahora todo es
confusión. Como queriendo negar lo sucedido, van
desfilando por la mente de aquel hombre una maraña de
pensamientos gratos, emociones, vivencias que se
antojan increíblemente distantes. Solo un efímero tropel
de recuerdos, tratando de disimular la cruel realidad de
su presente. Repentinamente sus pensamientos se
transforman, van emergiendo una inexorable secuencia
de ideas que lo amedrentan, lo aplastan, lo tratan de
aniquilar. Se encuentra ahora en una lucha por
sobrevivir, recostado en su improvisada balsa, sin
alimentos ni agua, solo, en medio del océano que
continúa embravecido y envuelto en una oscuridad casi
total, con poca o ninguna posibilidad de ser rescatado a
tiempo.
La balsa se encuentra navegando totalmente a la deriva,
con rumbo desconocido; el náufrago sumido en total
desesperación lucha por sobrevivir, se aferra a una tabla
para evitar ser devorado por las aguas turbulentas o por
algún hambriento habitante de aquel mar hostil,
sabiendo que cualquier instante puede ser fatal.
Las horas transcurren lentas en esa noche interminable,
poco a poco el cansancio va invadiendo al náufrago, la
lucha por sobrevivir parece llegar a su fin; el mar
implacable espera paciente a proclamar su victoria. Sin
embargo el hombre no permite darse por vencido, su
mente empieza a reaccionar, visualiza que está
avanzando, a pesar de la fatiga, el hambre, la sed.
Empieza a superar sus miedos, su desesperanza. A pesar
de todo, tambaleante, se levanta con mucho esfuerzo,
aferrado a la vida, desafiante, firme ante la mar azotada
por los vientos. Se transforma, no permite que lo venzan
los pensamientos aplastantes, aunque por instantes,
todo pareciera estar en su contra. Saca fuerza de su
interior y renueva su lucha por sobrevivir.
-Continúo navegando -reflexiona para si- avanzo en un
mar azotado por las tempestades, confío que llegaré
pronto, mas pronto de lo que imagino a tierra firme, veo
una playa, con arena brillante como el oro, con destellos
de diamante; y más allá, a pocos pasos, una tierra
esplendorosa, radiante, plena de color, de su suelo
emanando tranquilidad, armonía, realmente un paraíso.
Estos pensamientos llenan la mente del náufrago, cual
eco de una voz proveniente de su interior. La voz, en
principio un murmullo lejano, poco a poco va
emergiendo, cada vez más clara, más potente. Una voz
dulce, llena de amor, serena, maravillosa, mas que
pensamiento, empezó a resonar en el ambiente,
transformándolo, haciéndolo menos hostil, como
queriendo iluminar la negrura de esa noche en medio de
la tormenta.
-Desvanece tus miedos, no voltees hacia atrás. Pronto,
más pronto de lo que imaginas llegarás a tierra firme; en
poco tiempo se disiparán las tinieblas y saldrá el sol,
verás una luz resplandeciendo ante ti. Sólo déjate llevar.
Continúa firme, mi voz te guiará al barco de la libertad,
no necesitas algo especial, sólo sé tu mismo. Ven, confía
en mi, toma mi mano, sube a bordo. No temas, aquí
estaré contigo, en todo momento, aunque no me veas,
yo te haré compañía, velaré tu viaje. Duerme, descansa,
entra a ese universo donde reina la tranquilidad, la paz,
eso es posible, a pesar de los embates de la tormenta, a
pesar de la oscuridad, a pesar de todo…
El hombre, sorprendido al principio, fue calmándose
poco a poco y cerrando los ojos, comenzó a dejarse
envolver por la voz, que ahora la escuchaba claramente,
aunque en momentos la percibía irreal, como
proveniente de otra dimensión.
-Vayamos juntos en este viaje hacia la luz -prosiguió la
voz- permite hacerte compañía. Tal vez no lo sepas en
este momento, pero en la inmensidad del tiempo, del
espacio y de la vida, en algún momento tu fuiste mi voz,
mi compañía, el faro de luz que me guió a tierra firme
cuando me encontraba en medio de la tormenta. Desde
el principio de la eternidad nos conocimos. Tu y yo
somos esos viajeros que nos hemos encontrado una y
otra vez, cumpliendo así la promesa que hicimos al
principio de nuestra existencia como seres espirituales,
de buscarnos en el mundo material y encontrarnos más
allá de la vida, mas allá de la muerte, sin importar el
tiempo ni el espacio, cruzando las barreras de las
dimensiones existentes, eternamente.
El hombre escuchaba con toda atención. Cada vez más
tranquilo, se dejó llevar por la magia del momento,
llenando su espíritu con todo aquello que le transmitía la
voz: amor, ternura, suavidad, tranquilidad, pero a la vez
firmeza, serenidad, y tremenda energía. Un momento
realmente mágico, envuelto en un misticismo
maravilloso.
Se sintió renovado, con las fuerzas al máximo para
enfrentar la tormenta que en ese momento parecía
arreciar. Sus temores realmente habían quedado atrás.
Ya no importaban los nubarrones, ya no le hacían daño
los fuertes vientos, amenazantes en todo momento con
sumergirlo. Había despertado una gran fuerza interna
emanando desde lo mas profundo de su ser, envolviendo
su cuerpo, su alma, su espíritu, irradiándola a su mundo.
Ahora tiene plena conciencia, la tormenta es pasajera,
solo existe para templar su espíritu, para hacerlo mas
fuerte, para librar con éxito nuevas tempestades que
llegarán inevitables en el andar de la vida. Sabe que
arribará a puerto seguro, y que apreciará de manera
diferente las cosas buenas de la vida.
En ese momento mágico, el hombre agradece al Creador
haberle brindado esa valiosa oportunidad de aprender,
de crecer. Una oración interna fundiéndose con la
divinidad, con todas las almas existentes en el
universo…
Sabe que pronto llegará a esa playa hermosa, llena de
oportunidades; sabe también que su ocupación en ese
momento es mantener la calma, el equilibrio interno,
superar la tristeza, la desesperación y la depresión
causada por la pérdida de su embarcación y el temor de
ahogarse irremediablemente.
Ensimismado en sus pensamientos, manteniéndose
firmemente a flote y olvidando el hambre, la sed y el
cansancio, apenas sintió el paso de las horas. De
repente, le llamó la atención un débil resplandor a lo
lejos, que poco a poco fue haciendo más y más brillante.
Era el amanecer de un nuevo día, los primeros rayos
dorados de un sol radiante enmarcado en un cielo azul y
un mar en calma. Si, en ese momento comenzaba un
nuevo día de su vida. Y a medida que el sol se levantaba
en el horizonte, la luz de ese amanecer iluminó una
playa cercana. Tierra firme, esa tierra prometida por la
voz que guió al hombre a través de la tempestad. No
pudo contener su alegría, con euforia empezó a gritar:
-¡La playa está cerca, estoy salvado! ¡Seguiré vivo!
Poco a poco la frágil balsa con el náufrago es llevada por
las corrientes del océano antes hostil ahora tranquilo,
hacia lugar seguro, y arrojada suavemente en la playa
llega el fin de su viaje con el viajero solitario a salvo,
aunque cansado y hambriento a tierra firme, la meta.
Poco importa cuanto tiempo pasó ni el lugar donde llegó.
Lleno de entusiasmo, satisfecho, consciente que acaba
de renacer, solo piensa en hacer llegar de alguna
manera su vivencia a quienes están cruzando mares con
aguas turbulentas. Ahora tiene pleno conocimiento que
no está solo. Se promete a si mismo hacer llegar su
mensaje de optimismo, de fe y esperanza aunque tenga
que cruzar de nuevo esas aguas llenas de peligros, y
volver a enfrentar nuevas tormentas.
El corazón del náufrago late apresuradamente al
desembarcar y tocar de nuevo tierra firme. Contempla
con nuevos ojos la belleza de la arena, la vegetación; un
lugar diferente para el, nuevos frutos por probar,
excitantes experiencias por vivir, un mundo nuevo,
brillante, lleno de esplendor.
De repente, escucha una voz que grita a lo lejos y lo
llama.
-¡Es la voz que me guió y me hizo compañía, que
mantuvo mi ánimo en alto y el rumbo firme cuando todo
parecía terminar! Creí que esa voz solo existía en mi
mente como una obsesiva alucinación, sólo un sueño
loco de sobrevivir. ¡Es real!
Alguien se acerca al hombre y lo saluda diciendo:
-¡Hola Haylian, te he estado esperando! Tardaste un
poco, aunque… ¡Me da mucha alegría que hayas llegado!
¡Bienvenido a estas tierras!
El hombre mira desconcertado e incrédulo a la persona
que lo saluda.
-¿Me reconoces? Soy tu compañera. Te recuerdo bien,
hemos pasado juntos un sinfín de peligros, aventuras,
momentos felices, maravillosos, también desventuras y
vivencias comunes en ciclos de vida continuos. He
estado contigo desde el principio de los tiempos, unida
por los lazos del amor y vínculos de eternidad,
cumpliendo la promesa que hicimos alguna vez ¡Y
seguiré siempre a tu lado!
Con los ojos inundados de lágrimas, y embargado de una
emoción indescriptible, el hombre comienza a decir:
-¡Si! ¡Te conozco desde siempre, el corazón me lo dice!
¡Yo también te he estado esperando! Ahora recuerdo la
promesa, también tu nombre, eres Khanlya.
Ambos se funden en un tierno abrazo reconociendo su
lazo de amor eterno, un nuevo momento pleno de magia,
un nuevo encuentro de dos seres, continuando así el
círculo de la vida.
Autor: JS Morán.
“Si aún no le has encontrado, ten la seguridad que en
alguna parte del Universo un hombre o una mujer te está
esperando desde el principio de los tiempos”