circular 939
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En esta circular la Madre hace eco de su experiencia vivida enla JMJ en Rio de Janeiro con la presencia del Rector Mayor.Evento carismático que ha sido para los jóvenes motivo parareforzar el sentido de pertenencia a la Familia Salesiana ysaber que nuestra espiritualidad es un don para la Iglesiauniversal.
En la playa de Copacabana había dos «mares»: el océano Atlántico y el mar de los jóvenes. He pensado en el corazón de Don Bosco grande
como las arenas del mar. Con Jesús es posible construir la paz, vivir en armonía entre las diversas culturas y lenguas, experimentar la alegría
de la fe y hacer una nueva experiencia de Pentecostés.
En mí estaba presente todo el Instituto y con ustedes he buscado algunos aspectos y
provocaciones útiles para darle vitalidad a la
fe; una renovada confianza en las jóvenes generaciones y un nuevo
impulso misionero en nuestros ambientes
educativos.
Este don de Dios que se ha derramado en la vida de tantos jóvenescomo una «cascada de luz», según expresión de Benedicto XVI, hayque leerlo con una mirada salesiana, abierta y dócil, que se deja tocarel corazón por esta «Palabra» pronunciada por el Espíritu Santo.
Cuántas veces he pensado en la oportunidad que nos da este acontecimiento para interrogarnos sobre la autenticidad de nuestra actitud personal y comunitaria en relación con los jóvenes de hoy.
¿Creemos en los jóvenes de hoy? Es un interrogante que acompañala lectura de esta Circular.¿Somos conscientes de las dificultades culturales y sociales quemarcan negativamente la existencia de los jóvenes provocandomuchas veces una crisis de sentido?.
La Iglesia misma, en la persona del Papa
Francisco está expresando una visión positiva y alentadora
de los jóvenes
Nos sentimos empeñadas en acoger esta nueva
primavera de la Iglesia para ir más allá de las
emociones del acontecimiento y
comprometernos con el estilo de nuestros
Fundadores para dar continuidad a cuanto se ha sembrado no solo en
Rio de Janeiro, sino en las Iglesias locales y en las
diversas realidades sociales.
Esta disponibilidad es ya una respuesta como Iglesia y en la Iglesia, alo que el CGXXIII espera de todas nosotras y al camino depreparación al bicentenario del nacimiento de Don Bosco.
Todos hemos visto como en la JMJ, los jóvenes muestran la
alegría de la fe, el compromiso para vivirla de
manera siempre más sólida y generosa. Los jóvenes tienen el deseo de una vida grande.
El encuentro con Cristo, el dejarse atrapar y guiar por su Amor, alarga el horizonte de
la existencia, le da una esperanza sólida que no
decepciona.
La fe no es un refugio para gente sin valentía, sino la dilatación dela Vida, nos hace descubrir una llamada, la vocación al Amor yasegura que este Amor es confiable que vale la pena asumirlaporque su fundamento se encuentra en la fidelidad de Dios que esmás fuerte que nuestra fragilidad.
El Papa Francisco en su primera Encíclica, nos presenta una síntesis de los
frutos de la JMJ nacida de la
intuición profética de Juan Pablo II, continuada por Benedicto XVI
quien ha sido un continuador fiel,
humilde y convencido.
Las JMJ llegadas a la XXVIIIedición, han sacado a la luzel anhelo profundo de losjóvenes de una vida de feque dé sentido a suexistencia y los hagacapaces de acoger lassorprendentes acciones deDios en la historia personal yen la historia de lahumanidad.
No faltan las voces escépticas que dudan de la validez de la experiencia y la continuidad en el tejido cotidiano. Nosotras en cambio creemos que hay una nueva aurora de luz, tal vez tenue, pero real que espera resplandecer con todo su vigor iluminada por el Sol que no tiene ocaso: Jesús, Señor de la historia
A pesar de las fracturas que el
mundo está viviendo, sabemos que hoy Dios está escribiendo una
página nueva en el corazón de su pueblo. Es una
página de «historia sagrada» que
estamos llamadas a conocer y descubrir
en su riqueza salvífica.
El Señor a través del Papa Francisco nos está hablando de modo claro,legible, convincente. Con gestos, palabras, opciones evangélicas ha dejadomaravillosos mensajes a la Iglesia, al mundo de la política, a los adultos, alos jóvenes.. A éstos en particular les expresa una gran confianza: «Sois losatletas de Cristo. Sois los constructores de una Iglesia más bella y de unmundo mejor».
El Papa refuerza esta convicción diciendo que no hay energía
más poderosa que la que está en el corazón de los jóvenes
cuando son conquistados por la experiencia de la amistad con
Jesús pero con una condición: el poner a Cristo en el centro de la vida para ser testimonios alegres
de su Amor, anunciadores valientes de su Evangelio para
llevarle al mundo un poco de luz.
El Papa en Copacabana ha queridoreferirse también a los sacerdotesdiciendo: «Habéis venido aacompañar a vuestros jóvenes,compartid esta experiencia de fe.Ciertamente nos ha renovado atodos, el joven contagia juventud,pero es solo una etapa en elcamino. Por favor, continuadacompañándolos con generosidad yalegría ayudadlos a comprometerseactivamente en la Iglesia, que no sesientan solos. Id adelante y notengáis miedo».
También nosotras nos sentimos interpeladas por estas palabras, conscientes
de ser en la Iglesia respuesta de salvación a
las expectativas profundas de los jóvenes, construyendo con ellos y para ellos Comunidades
abiertas, Casas que emanan el perfume del Evangelio, lugares del
anuncio valiente y coherente.
La predilección por las jóvenes y los jóvenes, «la porción máspreciosa de la sociedad humana», cualifica todo ambientesalesiano y toda nuestra relación educativa. Como Don Bosco nosempeñamos en ver en cada joven, sea cual sea su situaciónexistencial, un punto accesible al bien.
La confianza en la realidad juvenil es criterio fundamental con el que estamos llamadas a
confrontarnos para ser fieles al carisma.
Me han llegado varios testimonios de jóvenes que hanparticipado en la MJS 2013. Muchos de ellos han quedadodeslumbrados por el clima de fe, de esperanza, de apertura,transmitidas por la presencia del Papa y de la seriedad con quemillones de jóvenes han compartido la experiencia de búsquedadel Señor Jesús.
Estos testimonios que se
colocan en el horizonte del
«Año de la Fe, del Sínodo de
la Nueva Evangelización» y
de la preparación al CG XXIII
son una invitación a no dejar
escapar la preciosidad de este
momento y a ponernos en
camino para evangelizar el
corazón y así poder
evangelizar a otros
También para nosotras, para
nuestras Comunidades se ha
abierto una estación
favorable. Se trata de un
camino en continuo progreso
hasta el encuentro definitivo
con el Señor, cualesquiera sea
la edad, la salud, la misión.
Nuestra misma existencia es
testimonio de la Buena
Nueva del Evangelio
Ser hoy con los jóvenes «Casa
que evangeliza» no es un
lema de circunstancia, sino un
serio compromiso para dar
calidad a la fe y al testimonio
personal y comunitario,
porque en nosotras y
alrededor de nosotras haya
más vida y más esperanza.
En mi servicio al Instituto he encontrado personas de culturas, lenguas,religiones, costumbres diversas y he escuchado tácito o expresamente elgrito de jóvenes, Hermanas o adultos que esperan ver a Dios, paraexperimentar su ternura y su Amor, su mirada de misericordia, su voz deesperanza y su constante perdón. Como Comunidad creyente, estamosllamadas por vocación a ser reflejo y respuesta a este grito.
La fe no es nunca un hecho privado dentro de una concepción individualista de la vida, no es
una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y está destinada a ser anuncio.
La Casa que queremos construir tiene la puerta siempre abierta
para dejar entrar la luz de la Palabra y el Amor misericordioso y
gratuito de Dios, para irradiarla con valentía yendo contra
corriente y pagando de persona si fuera necesario hasta el
martirio. Por esto nuestra vida y la misma misión debe estar
centradas en Cristo de lo contrario toda fatiga apostólica es vana,
incoherente el anuncio y débil la vida fraterna.
Estamos llamadas a dar a
los jóvenes un gran don: el
ser no solo con las palabras,
sino con el testimonio de la
vida, mujeres consagradas
prontas a acoger el misterio
pascual, la cruz cotidiana
como momento privilegiado
para alcanzar la Vida. Solo
así podremos brillar como
signos de esperanza y no de
decepción para las jóvenes
generaciones.
En otras ocasiones hemos dicho que la Comunidad tiene el rostro que cada una de nosotras le da: es una Comunidad de
fe si yo cultivo y potencio la vida de fe; es Comunidad vocacional si yo expreso la alegría de sentirme amada por
Dios y disponible para los jóvenes; es una Comunidad apostólica si creo en los jóvenes y les ayudo a soñar en grande,
los comprendo en su fragilidad y en sus aspiraciones, los acompaño con paciencia para buscar el camino de la
felicidad haciéndoles encontrar a Jesús; es una Comunidad con corazón de misericordia porque quiere a los jóvenes y
busca su bien.
Preguntémonos:
¿Nuestras Comunidades se encuentran
en este camino?
¿Personalmente cómo contribuyo para
que la nuestra, sea una Casa donde la
oración personal y comunitaria haga
evangélicamente sereno el clima
comunitario, donde los jóvenes puedan
respirar a pleno pulmón la presencia de
Dios, donde no solamente se da tiempo
a la escucha sino que se hace espacio
para los otros con la acogida gratuita,
la empatía profunda hasta sufrir con
quien sufre y gozar con quien goza,
como nos dice San Pablo?
No siempre este es un camino fácil, a veces es fatigoso Se que soisconscientes de la necesidad de vivir en fidelidad hoy el itinerario de fe y elservicio incondicional a la misión en el espíritu del «Da mihi animas coeteratolle». Agradezco, sobre todo a las Hermanas ancianas o enfermas, que conel ofrecimiento de cada día dan fecundidad a la misión del Instituto,sostened a quienes están directamente con los jóvenes para anunciarles aJesús el amigo fiel, Quien merece que se le dé la propia vida.
Las invito a todas a hacer objeto de reflexión los interrogantes queles he compartido para reavivar el «fuego del corazón», como nosdiría Madre Mazzarello y sacar así a la luz, la belleza de la VidaConsagrada y la alegría de ser madres que generan vida.
A este respecto el Papa
Francisco nos recuerda: «LaConsagrada es madre y es
importante esta maternidad,
esta fecundidad. Esta alegría
de la fecundidad espiritualanime vuestra existencia, sed
madres como María que es
Madre de la Iglesia. No se
puede entender a María sin
su maternidad, no se puede
entender la Iglesia sin su
maternidad y vosotras sois
iconos de María y de la
Iglesia».
Para ser madres es
necesario ser hijas. Esto
exige que desarrollemos la
dimensión filial que fue
una característica de María
de Nazaret. Ella pudo ser
Madre por haberse dejado
habitar por la Voluntad
de Dios y libremente
haberle respondido. El sí
filial la hizo Madre que
genera a sus hijos en la fe.
María fue Casa para Dios,
por eso pudo ser Casa donde
todos sus hijos e hijas pueden
encontrar refugio, protección,
oportunidad de crecimiento
en la gratitud, en el don, en
la responsabilidad hacia los
otros.
Quien se siente «hijo», «hija»
puede abrirse a la gratitud, a la
escucha, a la hospitalidad y así
desarrollar la solidaridad y la
acogida. La experiencia de la
filiación nos permite ser madres
que generan en el amor y la
confianza anticipándonos a la
nueva humanidad manifestada
en Jesús, la que María ha
realizado plenamente en su
vida, siendo misionera de la
Palabra.
Para ser con los jóvenes «Casa que evangeliza» se necesita que nuestras
Comunidades tengan el estilo misionero de Valdocco y Mornés. La
misión no fue vivida en Valdocco y Mornés como algo agregado a la
actividad pastoral sino como un elemento esencial, alimentado por la
alegría de la propia vocación y de la audacia apostólica.
En la Casa de Valdocco los
jóvenes son guiados para
que descubran el plan de
Dios en ellos y se formen
como apóstoles de otros
jóvenes. Esta Casa es un
espacio de encuentro, lugar
donde la acción educativa
y el camino de la fe se
mueven en el horizonte de
la evangelización, en una
sinergia fecunda entre los
educadores, jóvenes y laicos
que participan de la misión
común.
También la Casa de Mornés es una Casa abierta al mundo donde vibra
el dinamismo evangelizador que lleva a testimoniar a Jesús a quien
todavía no lo conoce, yendo con valentía hacia la periferias
comunitarias, sociales, geográficas.
M. Mazzarello, a solo cincoaños de fundación delInstituto, en 1877, envía lasprimeras jóvenes FMA a lasfronteras, antes de superarlos confines de Mornés.Somos Hijas de Fundadoresemprendedores, valientesporque están llenos de Amory de fe con un corazóninfinitamente misionero. Elsecreto de su vitalidad nacede la armonía entre la vidaactiva y la contemplativa
La integración entre
mística y profecía es la
condición esencial para
poder ser con los jóvenes
y para los jóvenes,
misioneras de la Palabra
especialmente para los
más alejados.
Los jóvenes son capaces de grandes sueños y grandes ideales pero éstos
toman forma si maduran en una familia y en una Comunidad con las
características de Casa que los acoge, donde encuentran evangelizadores y
evangelizadoras con el corazón enamorado de Jesús, testimonios visibles y
creíbles hasta el punto de involucrar a los mismos jóvenes para que ellos
sean anunciadores del Evangelio
Benedicto XVI en su mensaje para la JMJ en Rio de Janeiro había
invitado a los jóvenes a ser misioneros de otros jóvenes «Id y haced
discípulos a todos los pueblos». Y el Papa Francisco, en el gran mar
de Copacabana, ha hecho resonar el mandamiento de Jesús,
invitando a los jóvenes a ir sin miedo, para servir.
El Papa Francisco a dicho a los jóvenes: «Vayan, sin miedo, paraservir».Siguiendo estas tres palabras experimentareis que quien evangelizaes evangelizado, quien transmite la alegría de la fe recibe alegría.La dimensión misionera de nuestras Comunidades deberíadesembocar en un florecimiento de vocaciones sea para las FMAsea para los diversos grupos de la Familia salesiana.
El mensaje propuesto por el Papa para la Jornada
Mundial de las Misiones que se celebra el próximo 20 de
octubre, subraya cómo el mundo inmerso en una crisis
que toca el sentido profundo de la vida y de los valores,
tiene necesidad de una luz que aclare el camino y que
solo puede hacerlo el encuentro con Cristo. «Llevar con
valentía el Evangelio de Cristo que es anuncio de
esperanza, de reconciliación, de comunión, de cercanía
de Dios, de su misericordia, de su salvación». Todos somos
misioneros y lo somos como Iglesia.
La solidez de la fe a nivelpersonal y comunitario se midetambién por la capacidad decomunicarla a los otros, deirradiarla, de vivirla en lacaridad, de testimoniarla acuantos se nos acercan paraparticipar con nosotras en elcamino de la vida
Vivir respondiendo al mandato de Jesús:» Id y
hace discípulos en todo el mundo» es una riqueza
para cada Iglesia particular, para cada
Comunidad.Regalar misioneros o misioneras no es una
pérdida sino una ganancia
El mensaje del Papa continúa con una exhortación: «Invito
también a los obispos, las familias religiosas, las
comunidades y las organizaciones cristianas a sostener con precaución y atento discernimiento la llamada misionera «ad
gentes» para ayudar a las Iglesias que tienen necesidad
de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos para reforzar
la Comunidad cristiana»
a
Queridas Hermanas: la alegría y el compromiso para todas nosotras espotenciar la dimensión misionera de nuestra vocación y vivirla con losjóvenes . Agradezco a las Hermanas que este año han respondido congenerosidad al llamado de estar a disposición del Instituto para lamisión «ad gentes».
Concluyo invitándoos a
profundizar los mensajes del
Papa en la MJM y a hacerlos
objeto de reflexión con la
Comunidad Educativa para
tomar nueva fuerza y caminar
juntos hacia el bicentenario del
nacimiento de nuestro Fundador
Don Bosco.
Nos acompaña en este recorrido de fe María Auxiliadora. Ella, laReina de la Paz nos sostenga en el camino y nos ayude apromover en el cotidiano aquella paz de la que el mundo tienenecesidad.