ceremonial domingo de ramos, pascua y pentecostés

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Parroquia Buen Pastor

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Ceremonial celebraciones religiosas

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Parroquia Buen Pastor

Domingo

de Ramos

1. A la hora señalada se reúnen todos en un lugar apto fuera de la iglesia a la que se va a ir en procesión. Los fieles tienen en sus manos los ramos.

2. El sacerdote y el diácono, revestidos con los ornamentos rojos que se requieren para la celebración de la misa, se dirigen al lugar donde se ha congregado el pueblo. El sacerdote, en lugar de casulla, puede llevar capa pluvial, que se quitará una vez acabada la procesión.

3. El sacerdote, al llegar, saluda al pueblo como de costumbre, y seguidamente hace una breve monición, en la que invita a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. La puede hacer con estas palabras u otras semejantes:

V/ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/ Amén V/ La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. R/ Y con tu espíritu.

Queridos hermanos: Ya desde el principio de la Cuaresma nos venimos preparando con obras de penitencia y caridad. Hoy, cercana ya la Noche santa de la Pascua, nos disponemos a inaugurar, en comunión con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la pasión y resurrección de Jesucristo, misterios que empezaron con la solemne entrada de Jesús en Jerusalén. Por ello, recordando con fe y devoción la entrada triunfal de Jesucristo en la ciudad santa, le acompañaremos con nuestros cantos, para que, participando ahora de su cruz, merezcamos un día tener parte en su resurrección.

4. Después de la monición, el sacerdote dice una de las siguientes oraciones, con las manos juntas:

ios todopoderoso y eterno,

santifica con tu bendición

estos ramos, y, a cuantos vamos a acompañar a Cristo aclamándolo con cantos, concédenos entrar en la Jerusalén del cielo, por medio de él. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/ Amén. O bien:

crecienta, Señor, la fe de los que en ti esperan y escucha las plegarias de los que a ti acuden;

para que quienes alzamos hoy los ramos en honor de Cristo victorioso, permanezcamos en él dando fruto abundante de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

5. A continuación rocía con agua bendita los ramos sin decir nada.

6. Seguidamente se proclama el evangelio de la entrada del Señor, según el texto evangélico correspondiente a cada uno de los ciclos.

Año A:

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 1-11

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los

Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles:

— «Id a la aldea de enfrente, encontraréis en seguida una borrica atada con su

pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo contestadle que el Señor

los necesita y los devolverá pronto».

Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:

«Decid a la hija de Sión:

Mira a tu rey, que viene a ti,

humilde, montado en un asno,

en un pollino, hijo de acémila».

D

A

Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la

borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud

extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y

alfombraban la calzada.

Y la gente que iba delante y detrás gritaba:

— «¡Hosanna el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

¡Hosanna en las alturas!»

Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:

— «¿Quién es éste?

La gente que venía con él decía:

— «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.

Palabra del Señor

Año B:

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 12-16

Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, y

Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:

– «Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado,

que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y, si alguien os pregunta por

qué lo hacéis, contestadle: “El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto”».

Fueron y encontraron al borrico en la calle atado a una puerta; y lo soltaron.

Algunos de los presentes les preguntaron:

– « ¿Por qué tenéis que desatar el borrico?»

Ellos le contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.

Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. Muchos

alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo.

Los que iban delante y detrás, gritaban:

– «¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Bendito el reino que llega,

el de nuestro padre David. ¡Viva el Altísimo!»

Palabra del Señor.

O bien:

Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 12-16

En aquel tiempo, la multitud que había ido a la Fiesta, oyendo que Jesús llegaba

a Jerusalén, tomaron ramos de palmera y salieron a recibirlo, gritando:

– «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!»

Jesús encontró un borriquillo y se montó en él, como está escrito:

«No temas, ciudad de Sión: Mira a tu rey que viene montado en un asno».

Esto no lo comprendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús fue

glorificado, entonces se acordaron de que así estaba escrito acerca de él, y de que

así habían hecho con él.

Palabra del Señor.

Año C

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 28-40

En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al

acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos

discípulos, diciéndoles: – «Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un

borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien

os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, contestadle: “El Señor lo necesita”».

Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el

borrico, los dueños les preguntaron:

– «¿Por qué desatáis el borrico?».

Ellos contestaron:

– «El Señor lo necesita».

Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.

Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando

se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos,

entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que

habían visto, diciendo:

– «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria

en lo alto».

Palabra del Señor.

7. Después del evangelio, si se juzga oportuno, se puede hacer una breve homilía. Antes de comenzar la procesión, el sacerdote, u otro ministro idóneo, puede hacer una monición con estas o semejantes palabras:

Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros con júbilo al Señor.

8. Y comienza la procesión hacia la iglesia donde se va a celebrar la misa.

9. Si se emplea el incienso, va delante el turiferario con el incensario, seguidamente el que lleva la cruz adornada, en medio de dos ministros con velas encendidas. A continuación el sacerdote con los ministros, y por último, los fieles, que llevan los ramos en las manos.

10. Durante la procesión, los cantores, junto con el pueblo, cantan los siguientes cánticos u otros apropiados.

11. El sacerdote, al llegar al altar, lo venera y –si lo juzga oportuno– lo inciensa. Después va a la sede (se quita la capa pluvial y se pone la casulla) y, omitiendo los demás ritos, dice como fórmula conclusiva de la procesión, la oración colecta de la misa. Dicha esta oración, la misa continúa como de costumbre.

12. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.

ORACIÓN COLECTA

ios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro salvador se hiciese hombre y muriese en la

cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

13. Para la lectura de la Pasión del Señor no se llevan ni cirios ni incienso, ni se hace al principio la salutación habitual, ni se signa el libro. Esta lectura la proclama un diácono o, en su defecto, el mismo celebrante. Puede también ser proclamada por lectores laicos, reservando, si es posible, al sacerdote la parte correspondiente a Cristo. Si los lectores de la Pasión son diáconos, piden, como de costumbre, la bendición del celebrante antes de empezar la lectura; pero si los lectores no son diáconos se omite esta bendición.

14. Después de la lectura de la Pasión es oportuno hacer una breve homilía.

15. Se dice el Credo

D

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

or la pasión de tu Hijo se propicio a tu pueblo, Señor, y concédenos, por esta celebración que

actualiza el único sacrificio de Jesucristo, la misericordia que no merecen nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO De la Pasión del Señor

V/ El Señor está con vosotros. R/ Y con tu espíritu. V/ Levantemos el corazón. R/ Lo tenemos levantado hacia el Señor. V/ Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual siendo inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa, y, al resucitar, fuimos justificados. Por eso, te alaban los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:

P

Santo, Santo, Santo...

anto eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de

manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI

SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ

DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA

EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

V/ Éste es el sacramento de nuestra fe. R/Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

sí pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,

y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

S

A

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N., con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. R/ Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

V/ Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V/ Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia vivamos siempre libres de todo pecado protegidos de toda perturbación mientras esperamos la gloriosa venida de nuestra salvador Jesucristo.

R/ Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

V/ Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu Palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/ Amén

RITO DE LA PAZ

V/ La paz del Señor esté con todos vosotros R/ Y con tu espíritu V/ Daos fraternalmente la paz.

16. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.

17. Mientras tanto se canta o se dice:

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Danos la paz.

18. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto una de las dos oraciones

siguientes:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre, no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

19. Se reparte la Comunión a la asamblea. El Presidente muestra el Cuerpo de Cristo diciendo:

V/ Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. R/ Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

ortalecidos con tan santos misterios, te dirigimos esta súplica, Señor: del mismo modo

que la muerte de tu Hijo nos ha hecho esperar lo que nuestra fe nos promete, que su resurrección nos alcance la plena posesión de lo que anhelamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN SOLEMNE

V/ El Dios, Padre de misericordia, que en la pasión de su Hijo os ha dado ejemplo de amor, os conceda, por vuestra entrega a Dios y a los hombres, la mejor de sus bendiciones. R/ Amén V/ Y que gracias a la muerte temporal de Cristo, que alejó de vosotros la muerte eterna, obtengáis el don de una vida sin fin. R/ Amén V/ Y así, imitando su ejemplo de humildad, participéis un día en su resurrección gloriosa. R/ Amén V/ Y la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. R/ Amén

F

VIGILIA

PASCUAL

Monición ambiental 20. Se sale de la Parroquia, con el mayor silencio posible, hacia el lugar donde esté el fuego

preparado.

BENDICIÓN DEL FUEGO Y PREPARACIÓN DEL CIRIO

21. En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se enciende el fuego. Congregado allí el pueblo,

llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. 22. El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve

monición, con estas palabras u otras semejantes:

V/ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/ Amén V/ La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. R/ Y con tu espíritu.

Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, oyendo su palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con él siempre en Dios. 9. Seguidamente se bendice el fuego:

h Dios, que por medio de tu Hijo has dado a tus fieles el

fuego de tu luz, santifica este fuego, y concédenos que la celebración de estas fiestas pascuales encienda en nosotros deseos tan santos que podamos llegar con corazón limpio a las fiestas de la eterna luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/ Amén. 23. Del fuego nuevo se enciende el cirio pascual.

O

24. Bendecido el fuego nuevo, un acólito, u otro ministro, lleva el cirio pascual ante el

celebrante; éste, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza en la parte superior de esta cruz la letra griega Alfa, y debajo la misma la letra griega Omega; en los ángulos que forman los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso. Mientras estos signos, dice:

Cristo ayer y hoy, (Graba el trazo vertical de la cruz.) Principio y fin, (Graba el trazo horizontal.) Alfa (Graba la letra Alfa sobre el trazo vertical.) Y omega. (Graba la letra Omega debajo del trazo vertical.) Suyo es el tiempo (Graba el primer número del año en curso en el ángulo izquierdo superior de la cruz.) Y la eternidad. (Graba el segundo número del año en curso en el ángulo derecho superior de la cruz.) A él la gloria y el poder, (Graba el tercer número del año en curso en el ángulo izquierdo inferior de la cruz.) Por los siglos de los siglos. Amén. (Graba el cuarto número del año en curso en el ángulo derecho inferior de la cruz.) 25. El sacerdote enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:

La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.

PROCESIÓN 26. El acolito turiferario (incensario) toma del fuego algunas brasas encendidas y las deposita

en el incensario. Se acerca con la naveta al presidente, que pone incienso tres veces, y lo bendice.

27. Seguidamente el diácono o -en su defecto- el sacerdote toma el cirio pascual y, manteniéndolo elevado, canta él solo:

Luz del Cristo. Y todos responden:

Demos gracias a Dios. Después todos entran en la iglesia precedidos por el diácono (o el sacerdote) con el cirio pascual. Si se emplea el incienso, el turiferario con el incensario humeante va delante del diácono. 28. En la puerta de la iglesia, el diácono, de pie y elevando el cirio, canta de nuevo:

Luz de Cristo.

Y todos responden:

Demos gracias a Dios. Y encienden sus velas de la llama del cirio pascual, y avanzan. 29. El diácono, al llegar ante el altar, de pie y vuelto al pueblo, canta por tercera vez:

Luz de Cristo. Y todos repiten por tercera vez la aclamación. 30. Y se encienden algunas de las luces de la iglesia, esperando a que se cante el “Gloria” para

encender todas.

PREGÓN PASCUAL

31. Cuando el sacerdote ha llegado al altar, va a su sede.

32. El Pregón pascual puede ser anunciado, si es necesario, por un cantor que no sea diácono; en este caso, omite las palabras: El Señor esté con vosotros

33. Terminado el Pregón pascual todos se sientan para la Liturgia de la Palabra

Oraciones para después de cada lectura 34. Después de la primera lectura (La creación del hombre: Gn. 1, 1. 26-31a)

ios todopoderoso y eterno, admirable siempre en todas tus obras; que tus redimidos

comprendan cómo la creación del mundo en el comienzo de los siglos no fue obra de mayor grandeza que el sacrificio de Cristo en la plenitud de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. O bien:

h Dios, que con acción maravillosa creaste al hombre y con mayor maravilla lo

redimiste; concédenos resistir a los atractivos del pecado, guiados por la sabiduría del Espíritu, para llegar a las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. 35. Después de la segunda lectura (El sacrificio de Abrahán: Ge 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18)

h Dios, Padre supremo de los creyentes, que multiplicas sobre

la tierra los hijos de tu promesa con la gracia de la adopción y, por el misterio pascual, hiciste de tu siervo Abrahán el padre de todas las naciones, como lo habías prometido: concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

D

O

O

36. Después de la tercera lectura (El paso del mar Rojo: Ex 14, 15-15,1)

ambién ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro tiempo

manifestabas tu poder al liberar a un solo pueblo de la persecución del Faraón, hoy aseguras la salación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo; te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

37. Ecos de la palabra

38. Después de la cuarta lectura (la nueva Jerusalén: Is 54, 5-14)

ios todopoderoso y eterno, multiplica, fiel a tu palabra, la descendencia que

aseguraste a la fe de nuestros padres, y aumenta con tu adopción los hijos de la promesa, para que tu Iglesia vea en qué medida se ha cumplido ya cuanto los patriarcas creyeron y esperaron. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. 39. Después de la quinta lectura (la salvación que se ofrece gratuitamente a todos: Is 55, 1-

11)

ios todopoderoso y eterno, esperanza única del mundo que anunciaste por la voz

de tus profetas los misterios de los tiempos presentes, atiende los deseos de tu pueblo, porque ninguno de tus fieles puede progresar en la virtud sin la inspiración de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

T

D

D

40. Después de la sexta lectura (la fuente de la sabiduría: Bar 3,9-15. 31-4, 4)

h Dios, que sin cesar haces crecer a tu Iglesia agregando a ella nuevos

hijos: defiende con tu constante protección a cuantos purificas en el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. 41. Después de la séptima lectura (el corazón nuevo y el espíritu nuevo: Ez 36, 16-28)

h Dios, poder inmutable y luz sin ocaso, mira con bondad a tu Iglesia,

sacramento de la nueva alianza, y según tus eternos designios, lleva a término la obra de la salvación humana; que todo el mundo experimente y vea cómo lo abatido se levanta, lo viejo se renueva y vuelve a su integridad primera, por medio de nuestro Señor Jesucristo, de quien todo procede. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén. O bien:

h Dios, que para celebrar el misterio pascual nos instruyes con las

enseñanzas de los dos Testamentos, concédenos penetrar en los designios de tu amor, para que en los dones que hemos recibido, percibamos la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

42. Ecos de la palabra

43. Liturgia de los niños

O

O

O

44. Después de la última lectura del antiguo Testamento, con su salmo responsorial y oración, se encienden los cirios del altar, y el sacerdote entona el himno Gloria a Dios, que todos prosiguen mientras se hacen tocar las campanas, según las costumbres de cada lugar.

45. Acabado el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de costumbre.

ios nuestro, que iluminas esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en

tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo. R/. Amén.

46. Se sigue con la lectura del Nuevo Testamento 47. Para el Evangelio no se llevan cirios, sino solamente incienso, si se emplea. 48. Ecos de la palabra

49. Homilía

D

Tercera parte

50. Si no hay bautizos se pasa a la rúbrica 63 (página 29) 51. El sacerdote, con los ministros se dirige a la fuente bautismal. Si hay catecúmenos adultos,

se los llama y sus padrinos los presentan; pero si los catecúmenos son niños, son sus padres y padrinos quienes los llevan y presentan ante toda la asamblea.

Después el sacerdote hace a los presentes una monición con estas palabras u otras parecidas.

Hermanos, acompañemos con nuestra oración a estos catecúmenos que anhelan renacer a una nueva vida en la fuente bautismal y pidamos insistentemente todos juntos a Dios, nuestro Padre, que guíe y acompañe sus pasos hacia la fuente bautismal. Si se bendice la fuente, pero no hay bautizandos:

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios todopoderoso, y pidámosle que con su poder santifique esta agua, para que cuantos en ella renazcan por el bautismo sean incorporados a Cristo y contados entre los hijos de adopción. 52. Dos cantores entonan las letanías a las que todos responden, estando en pie (por razón del

tiempo pascual). Si la procesión hasta el bautisterio es larga, las letanías se cantan durante dicha procesión; en este caso, se llama a los catecúmenos, antes de empezar la procesión. Esta procesión se organiza de la siguiente manera: abre la procesión un ministro con el cirio pascual, siguen los catecúmenos con los padrinos y, finalmente, va el sacerdote con los ministros. En este caso, la monición precedente se hace antes de la bendición del agua.

53. En las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular

de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los que van a ser bautizados. 54. Si hay bautizandos, el sacerdote dice la siguiente oración con las manos extendidas al

terminar las letanías de los santos:

ue tu eficacia, Dios todopoderoso y eterno, se manifieste en estos sacramentos, obra de tu amor. Que

el espíritu de adopción descienda sobre los nuevos hijos que van a nacer de la fuente bautismal. Que tu poder dé eficacia a la acción de tu ministro.

Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

Q

BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL

55. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo la siguiente oración con las manos extendidas:

h Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para

significar la gracia del bautismo.

Oh Dios, cuyo espíritu, en los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar.

Oh Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.

Oh Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abrahán, para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera imagen de la familia de los bautizados.

Oh Dios, cuyo Hijo, al ser bautizado por Juan en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; colgado en la cruz vertió de su costado agua, junto con la sangre; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: "Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo".

Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo. Que esta agua reciba, por la obra del Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen y limpio en el bautismo, muera al hombre viejo y renazca, como niño, a nueva vida por el agua y el Espíritu.

56. Y, metiendo, si lo cree oportuno, el cirio pascual en el agua una o tres veces, prosigue:

Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente, y, teniendo el cirio en el agua, prosigue: para que todos los sepultados con Cristo en su muerte, por el bautismo, resuciten con él a la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

O

RENUNCIA A SATANÁS Y PROFESIÓN DE FE

V/ Queridos padres y padrinos: En el sacramento del Bautismo, este niño que habéis presentado a la Iglesia, va a recibir por el agua y el Espíritu Santo, una nueva vida que brota del amor de Dios. Vosotros, por vuestra parte, tenéis la misión de educarlo en la fe, de tal manera que esta vida divina quede preservada del pecado y crezca en él de día en día. Así, pues, si estáis dispuestos a aceptar esta obligación, recordando vuestro Bautismo, renunciad al pecado y confesad vuestra fe en Cristo Jesús, que es la fe de la Iglesia, en la que va a ser bautizado vuestro hijo.

V/ ¿Renunciáis a Satanás? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Y a todas sus obras? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Y a todas sus seducciones? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Creéis en Dios, Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra? R/ Sí, creo

V/ ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? R/ Sí, creo

V/ ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna? R/ Sí, creo

V/ ¿Queréis, por tanto, que vuestro hijo sea bautizado en la fe de la Iglesia, que acabamos de profesar? R/ Sí, queremos

V/ N…, yo te bautizo en el nombre del Padre 57. Y le hace una primera inmersión

V/ y del Hijo 58. Segunda inmersión

V/ y del Espíritu Santo 59. Tercera inmersión 60. Después se muestra el niño a la asamblea y se hace un canto de aclamación

CRISMACIÓN

V/ Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha liberado del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, te consagre con el crisma de la salvación para que entres a formar parte de su pueblo y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey. R/ Amén

61. Seguidamente, en silencio, el Presidente unge la coronilla al niño con el santo crisma. Después un ministro ofrece al Presidente agua y una toalla o limón para limpiarse.

IMPOSICIÓN DE LA VESTIDURA BLANCA

62. El Presidente impone al recién bautizado el vestido blanco, diciendo:

V/ N…, eres ya nueva creatura y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo de los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida eterna. R/ Amén

BENDICIÓN DEL AGUA COMÚN 63. Si hay bautizos esta parte se omite 64. Si no hay bautizos, ni se bendice la fuente bautismal, el sacerdote bendice el agua con la

siguiente oración:

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido. Después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:

eñor, Dios nuestro, escucha las oraciones de tu pueblo que vela en esta noche santa, en que celebramos la acción maravillosa de nuestra

creación y la maravilla aún más grande, de nuestra

redención; dígnate bendecir esta agua. La creaste para hacer fecunda la tierra y para favorecer nuestros cuerpos con el frescor y la limpieza. La hiciste también instrumento de misericordia al librar a tu pueblo de la esclavitud y apagar su sed en el desierto; por los profetas la revelaste como signo de la nueva alianza que quisiste sellar con los hombres. Y, cuando Cristo descendió a ella en el Jordán, renovaste nuestra naturaleza pecadora. Que esta agua, Señor, avive en nosotros el recuerdo de nuestro bautismo y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos, bautizados en la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/ Amén.

S

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO

65. Acabado el rito del bautismo, o después de la bendición del agua, si no hubo bautismos,

todos, de pie y con las velas encendidas en sus manos, renuevan las promesas del bautismo. 66. El sacerdote dirige a los fieles la siguiente monición u otra semejante:

Hermanos: Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras y prometimos servir fielmente a Dios, en la santa Iglesia católica. Así, pues:

V/ ¿Renunciáis a Satanás? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Y a todas sus obras? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Y a todas sus seducciones? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Creéis en Dios, Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra? R/ Sí, creo

V/ ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? R/ Sí, creo

V/ ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna? R/ Sí, creo

67. Y el sacerdote concluye:

Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia, en el mismo Jesucristo nuestro Señor, para la vida eterna.

R/ Amén. 68. El sacerdote asperja al pueblo con agua bendita, mientras se canta algún canto apropiado

ORACIÓN DE LOS FIELES

V/ Llenos de alegría por la santa y vivificante resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovados nuestros espíritus, supliquemos insistentemente al Señor: 69. Se cantan las peticiones, respondiendo “Escúchanos, Señor”

V/ Señor Jesucristo, que en el cielo eres glorificado por los ángeles y por los santos y en la tierra eres enaltecido y adorado por tu Iglesia, en esta fiesta gloriosa de tu Resurrección, te suplicamos que escuches nuestras oraciones y extiendas tu diestra misericordiosa sobre este pueblo que pone toda su esperanza en tu Resurrección. Tú que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R/ Amén

RITO DE LA PAZ

V/ La paz del Señor esté con todos vosotros R/ Y con tu espíritu V/ En el Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente la paz.

Cuarta parte

70. El sacerdote va al altar y comienza la liturgia eucarística, en la forma habitual. 71. El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada

sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

72. Se incorpora deja la patena con el pan sobre el corporal.

Bendito seas por siempre, Señor.

73. El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:

El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.

74. Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

75. Después deja el cáliz sobre el corporal.

Bendito seas por siempre, Señor.

76. A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:

Acepta Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

77. Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

78. Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice una de las siguientes fórmulas:

Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

79. El pueblo responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Escucha, Señor, la oración de tu pueblo y acepta sus ofrendas, para que la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales sea, por tu gracia, prenda de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/ Amén

PREFACIO PASCUAL I El misterio pascual

V/. El Señor esté con vosotros. R/. Y con tu espíritu. V/. Levantemos el corazón. R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/. Es justo y necesario.

n verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor;

pero más que nunca en esta noche en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...

E

anto eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de

manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI

SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ

DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA

EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

V/ Éste es el sacramento de nuestra fe. R/Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

sí pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,

y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

S

A

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N., con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. R/ Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

V/ Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V/ Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia vivamos siempre libres de todo pecado protegidos de toda perturbación mientras esperamos la gloriosa venida de nuestra salvador Jesucristo.

R/ Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

V/ Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu Palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/ Amén

80. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.

81. Mientras tanto se canta o se dice:

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Danos la paz.

82. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto una de las dos oraciones

siguientes:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre, no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

83. Se reparte la Comunión a la asamblea. El Presidente muestra el Cuerpo de Cristo diciendo:

V/ Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. R/ Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

V/ El Cuerpo de Cristo nos guarde para la vida eterna R/ Amén

84. Después muestra el Cáliz diciendo:

V/ La Sangre de Cristo nos guarde para la vida eterna. R/ Amén

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

errama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu

amor los que hemos participado en un mismo sacramento pascual. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/ Amén

BENDICIÓN SOLEMNE

V/ El Señor esté con vosotros R/ Y con tu espíritu V/ Inclinaos, para recibir la bendición

V/ Que os bendiga Dios todopoderoso en esta noche solemne de Pascua, y, que su misericordia os guarde de todo pecado. R/ Amén. V/ Y el que os ha redimido por la resurrección de su Jesucristo os enriquezca con el premio de la vida eterna. R/. Amén.

D

V/ Y a vosotros, que al terminar los días de la pasión del Señor celebráis con gozo la fiesta de Pascua, os conceda también alegraros, con el gozo de la Pascua eterna. R/ Amén. V/ Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre,

Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. R/ Amén. 85. Para despedir al pueblo, el diácono, o el mismo sacerdote, dice:

V/ Podéis ir en paz, aleluya, aleluya. R/ Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

VIGILIA Pentecostés

Ritos Iniciales

86. Reunido el pueblo, el sacerdote con los ministros va al altar mientras se entona el canto de entrada.

87. Cuando llega al altar hace con los ministros la debida reverencia, besa el altar y, si se juzga oportuno, lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede.

88. Terminado el canto de entrada el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan mientras el sacerdote, de cara al pueblo, dice:

V/ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/ Amén V/ La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. R/ Y con tu espíritu.

Acto Penitencial

89. El acto penitencial se suprime y se hace la aspersión sobre el pueblo

BENDICIÓN DEL AGUA COMÚN

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido. Después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:

Señor, Dios nuestro, escucha las oraciones de tu pueblo que vela en esta noche santa, en que celebramos la acción maravillosa de nuestra creación y la maravilla aún más grande, de nuestra

redención; dígnate bendecir esta agua. La creaste para hacer fecunda la tierra y para favorecer nuestros cuerpos con el frescor y la limpieza.

La hiciste también instrumento de misericordia al librar a tu pueblo de la esclavitud y apagar su sed en el desierto; por los profetas la revelaste como signo de la nueva alianza que quisiste sellar con los hombres. Y, cuando Cristo descendió a ella en el Jordán, renovaste nuestra naturaleza pecadora. Que esta agua, Señor, avive en nosotros el recuerdo de nuestro bautismo y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos, bautizados en la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/ Amén.

90. Mientras se canta un canto oportuno el sacerdote asperja al pueblo

Oración colecta

V/ Oremos

ios todopoderoso, brille sobre nosotros el esplendor de tu gloria y que el Espíritu Santo, luz de tu

luz, fortalezca los corazones de los regenerados por tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

R/ Amén

D

91. Después de la primera lectura (Génesis 11, 1-9).

ios todopoderoso, haz que tu Iglesia sea siempre una familia santa, congregada en la unión del

Padre, del Hijo y del Espíritu, que manifieste al mundo el misterio de tu unidad y de tu santidad y lo conduzca a la perfección de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. 92. Después de la segunda lectura (Éxodo 19, 3-8ª.16-20b).

h Dios, que en el monte Sinaí, en medio del resplandor del fuego, diste a Moisés la ley antigua, y

que en el día de hoy, con el fuego del Espíritu Santo, manifestaste la nueva Alianza, haz que nuestros corazones ardan en aquel Espíritu que infundiste de modo admirable en los apóstoles, y que el nuevo Israel, reunido de entre todos los pueblos, reciba con alegría el mandamiento eterno de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. 93. Después de la tercera lectura (El paso del mar Rojo: Ex 14, 15-15,1).

eñor, Dios todopoderoso, que restauras al hombre caído y, una vez restaurado, lo conservas,

aumenta el número de los que se renuevan por tu acción santificadora y haz que todos los que reciben la purificación bautismal sean guiados siempre por tu inspiración. Por Jesucristo nuestro Señor.

O bien:

D

O

S

h Dios, que por tu palabra de vida nos has engendrado para una vida nueva, derrama sobre

nosotros tu Espíritu Santo, para que, viviendo unidos en una misma fe, lleguemos, por la resurrección, a la gloria de una vida incorruptible. Por Jesucristo nuestro Señor.

O bien:

ue tu pueblo, Señor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu por la

acción de tu Espíritu Santo, y que la alegría de haber recobrado la adopción filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente. Por Jesucristo nuestro Señor. 94. Después de la cuarta lectura (la nueva Jerusalén: Is 54, 5-14).

umple, Señor, en nosotros tu promesa: derrama tu Espíritu Santo para que nos haga ante el

mundo testigos valientes del Evangelio de Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.

95. Ecos de la palabra

96. Acabados lo secos de la palabra, toda la asamblea puesta en pie, se canta el GLORIA

97. Acabado el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de costumbre.

ios todopoderoso y eterno, que has querido que celebráramos el misterio pascual durante

cincuenta días, renueva entre nosotros el prodigio de Pentecostés para que los pueblos divididos por el odio y el pecado se congreguen por medio de tu Espíritu y, reunidos, confiesen tu nombre en la diversidad de sus lenguas.

O

Q

C

D

Por nuestro Señor Jesucristo. 98. Se sigue con la lectura del Nuevo Testamento

99. Antes del Evangelio se canta la “Secuencia de Pentecostés”. Se prosigue con la monición al Evangelio y el aleluya.

100. Ecos de la palabra

101. Homilía

PROFESIÓN DE FE 102. Si no se renuevan las promesas bautismales se hace solo el Credo 103. El sacerdote dirige a los fieles la siguiente monición u otra semejante:

Hermanos: Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras y prometimos servir fielmente a Dios, en la santa Iglesia católica. Así, pues:

V/ ¿Renunciáis a Satanás? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Y a todas sus obras? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Y a todas sus seducciones? R/ Sí, renuncio

V/ ¿Creéis en Dios, Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra? R/ Sí, creo

V/ ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? R/ Sí, creo

V/ ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna? R/ Sí, creo

104. Y el sacerdote concluye:

Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro. R/ Amén

ORACIÓN DE LOS FIELES

En este santísimo día en que terminamos las fiestas pascuales, oremos, hermanos, al Padre por mediación de su Hijo Jesucristo, que nos envía el Espíritu Santo para confirmar y acrecentar la renovación pascual de su Iglesia.

105. Se cantan las peticiones y se concluye con la siguiente oración:

Dios todopoderoso y eterno, que has derramado tu Espíritu sobre los hombres, escucha las oraciones de tu Iglesia para que los pueblos dispersos por la división de las lenguas, lleguen finalmente a la unidad en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor.

RITO DE LA PAZ

V/ La paz del Señor esté con todos vosotros R/ Y con tu espíritu V/ En el Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente la paz.

106. El sacerdote va al altar y comienza la liturgia eucarística, en la forma habitual. 107. El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco

elevada sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

108. Se incorpora deja la patena con el pan sobre el corporal.

Bendito seas por siempre, Señor.

109. El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:

El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.

110. Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

111. Después deja el cáliz sobre el corporal.

Bendito seas por siempre, Señor.

112. A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:

Acepta Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

113. Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

114. Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice una de las siguientes fórmulas:

Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

115. El pueblo responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

116. Oración sobre las ofrendas

errama, Señor, la bendición de tu Espíritu sobre estos dones que te presentamos, para que, al

participar en ellos, tu Iglesia quede inundada de tu amor y sea ante el mundo signo visible de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén

Prefacio

El misterio de Pentecostés V/ El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. V/ Levantemos el corazón. R/ Lo tenemos levantado hacia el Señor. V/ Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues, para llevar a plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre los que habías adoptado como hijos por su participación en Cristo. Aquel mismo Espíritu que, desde el comienzo, fue el alma de la Iglesia naciente; el Espíritu que infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos; el Espíritu que congregó en la confesión de una misma fea los que el pecado había dividido en diversidad de lenguas.

D

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...

anto eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de

manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI

SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ

DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA

EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA. V/ Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

sí pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,

y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

S

A

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el día en que la efusión de tu Espíritu ha hecho de ella sacramento de unidad para todos los pueblos; y con el Papa N., con nuestro Obispo N., y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. R/ Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

V/ Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V/ Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia vivamos siempre libres de todo pecado protegidos de toda perturbación mientras esperamos la gloriosa venida de nuestra salvador Jesucristo.

R/ Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

V/ Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu Palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/ Amén

117. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.

118. Mientras tanto se canta o se dice:

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Danos la paz.

119. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto una de las dos

oraciones siguientes:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre, no sea para mí un motivo de juicio y

condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

120. Se reparte la Comunión a la asamblea. El Presidente muestra el Cuerpo de Cristo diciendo:

V/ Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. R/ Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. V/ El Cuerpo de Cristo nos guarde para la vida eterna R/ Amén

121. Después muestra el Cáliz diciendo:

V/ La Sangre de Cristo nos guarde para la vida eterna. R/ Amén

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

h Dios, que has comunicado a tu Iglesia los bienes del cielo, conserva los dones que le has

dado, para que el Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza y la eucaristía que acabamos de recibir acreciente en nosotros la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén

O

BENDICIÓN SOLEMNE

V/ El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu.

V/ Inclinaos, para recibir la bendición

V/ El Dios, Padre de los astros, que en el día de hoy iluminó las mentes de sus discípulos derramando sobre ellas el Espíritu Santos, os alegre con sus bendiciones y os llene con los dones del Espíritu consolador. R/ Amén. V/ Que el fuego divino, que de manera admirable se posó sobre los apóstoles, purifique vuestros corazones de todo pecado y los ilumine con su claridad. R/ Amén. V/ Y que el Espíritu que congregó en la confesión de una misma fe a los que el pecado había dividido en diversidad de lenguas os conceda el don de la perseverancia en esta misma fe, y así podáis pasar de la esperanza a la plena visión. R/ Amén.

V/ Y la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros. R/ Amén. 122. Para despedir al pueblo, el diácono, o el mismo sacerdote, dice:

V/ Podéis ir en paz, aleluya, aleluya. R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.