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Catecismo de la Iglesia Antonio Ribas Ribas, OCD

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Catecismo de la Iglesia - Cuarta Sesion - ESTEPRE - Antonio Ribas Ribas OCD

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Page 1: Catecismo de la Iglesia - Cuarta Sesion - Antonio Ribas Ribas OCD

Catecismo de la IglesiaAntonio Ribas Ribas, OCD

Page 2: Catecismo de la Iglesia - Cuarta Sesion - Antonio Ribas Ribas OCD

XIII.- Artículo Segundo del Credo: “Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor”.

Antonio Ribas Ribas, OCD

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El artículo 2º del Creo presenta los principales títulos de Jesucristo; cada uno de ellos encierra un aspecto de la realidad y riqueza que es Él: Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor.

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1.- El nombre de Jesús en hebreo significa “Dios salva”: es su identidad y su misión. El niño nacido de la Virgen María se llama “Jesús”, “porque El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt.1,21); “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch.4,12; Flp.2,9-10). (nn. 430-434).

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El nombre de Jesús ha sido muy valorado en la liturgia; todas las oraciones litúrgicas terminan con la fórmula “por nuestro Señor Jesucristo…”; y en la oración del corazón que dice: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Está en el corazón y en los labios de todo cristiano. Numerosos cristianos mueren con este nombre en sus labios.

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2.- El nombre de Cristo viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “Ungido”. Jesús es el Cristo porque “Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder” (Hch.10,38). Era “el que ha de venir” (Lc.7,19), el objeto de “la esperanza de Israel” (Hch.28,20). Leer Hch.2,36; Lc.23,42-43; 24,21; Mt.16,16.21; 20,28.

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Jesús aceptó el título de Mesías no sin reservas, porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana y política. El verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado más que desde lo alto de la Cruz.

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3.- El nombre de Hijo de Dios significa la relación única y eterna de Jesucristo con Dios su Padre: El es el Hijo único del Padre (cfr. Jn.1,14.18; 3,16.18) y El mismo es Dios (cfr. Jn.1,1). Para ser cristiano es necesario creer que Jesucristo es el Hijo de Dios (cfr. Hch.8,37; 1Jn.2,23). Leer Lc.22,70; Mt.11,27; Jn.20,17; Mc.15,39; Rm.1,4; Hch.13,33. Jesucristo tenía conciencia del carácter trascendente de su filiación divina.

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4.- El nombre de Señor significa la soberanía divina. Confesar o invocar a Jesús como Señor es creer en su divinidad. “Nadie puede decir ¡Jesús es Señor! sino por influjo del Espíritu Santo” (1Cor.12,3). Leer 1Cor.2,8; Jn.13,13; Hch.2,36; 5,29; Flp.2,11. “KYRIOS” (Señor) es la traducción griega de YHWH, utilizado en el A.T. para designar la divinidad del Dios de Israel y en el N.T. para reconocer a Jesús como Dios.

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El mismo Jesús se atribuye este título con sus palabras y con sus milagros. La afirmación del señorío de Jesús sobre el mundo y sobre la historia significa también que el hombre no debe someter su libertad personal de modo absoluto a ningún poder, sino sólo a Dios Padre y al Señor Jesucristo: el César no es el “Señor”. “La iglesia cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se encuentra en su Señor y Maestro” (GS 10).

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XIV.- Artículo tercero del

Credo: Jesucristo “fue Concebido por

obra y gracia del Espíritu

Santo, y nació de Santa María

Virgen.

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1.- El Hijo de Dios se hizo hombre.

¿Por qué el Verbo se hizo carne?

Respondemos con el Credo Niceno-Constantinopolitano: “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”.

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-Se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16; 1Jn 4, 9).

-Para ser nuestro modelo de santidad: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14, 6; Mt 11, 29, Jn 15, 12).

-Para hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2Pe 1, 4).

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Pablo cita un himno en el que la iglesia canta el misterio de la Encarnación: Fil 2, 5-8

*En el momento establecido por Dios, el Hijo único del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumió la naturaleza humana. Leer Jn.1,14; 3,16; 1Jn.4,2.10.14; 2Jn.7; Flp.2,5-8; Hb.4,15; 10,5-7; 1Tm.3,16. La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana.

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*Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón El es el único Mediador entre Dios y los hombres.

*Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas (es decir, no pierden sus características), sino unidas en la única Persona del Hijo de Dios. Por eso, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su Persona divina, no solamente los milagros sino también los sufrimientos y la misma muerte (!!!).

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*Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, tiene una inteligencia y una voluntad humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo. En su alma como en su cuerpo, Cristo expresa las costumbres divinas de la Trinidad (cfr. Jn.14,9-10).

* El conocimiento humano de Cristo tuvo que progresar en el tiempo y el espacio (cfr. Lc.2,52; Mc.6,38; 8,27; Jn.11,34) pero, debido a su unión con la Sabiduría divina, gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que había venido a revelar (cfr. Mc.8,31; 9,31; 10,33-34; 14,18-20.26-30; Jn.2,25).

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* Cristo posee también dos voluntades (divina y humana) no opuestas, sino cooperantes, de forma que ha querido y obedecido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cfr. Lc.22,42).

* El cuerpo de Cristo era limitado; por eso se le puede “pintar” o representarlo en una imagen. Es consecuencia de la Encarnación. También nos ha amado con un corazón humano; por eso es también válida la devoción al Corazón de Jesús.

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*La encarnación es, pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo. La iglesia ha tenido que defender contra las herejías esta verdad.

*Las herejías empobrecen la verdad de Dios. Para unos Cristo es únicamente Dios, pero “aparece” entre nosotros como hombre; su humanidad es sólo una apariencia (Docetismo). Para otros, Cristo es únicamente hombre, pero Dios lo ha “adoptado” como hijo; es de una sustancia distinta de Dios Padre (Arrianismo).

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Para Nestorio, en Cristo hay dos personas distintas; el que “nace, sufre o muere”, no es Dios, sino una persona humana unida a Dios en Jesucristo. María entonces no sería la Madre de Dios.

El Concilio de Éfeso (431) proclamó a María Madre Dios. Otros dirán que en Cristo hay sólo una naturaleza, la divina, pues la humana había quedado absorbida (Monofisitas).

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2.- Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, Nació de Santa María Virgen

La Anunciación a María inaugura “la plenitud de los tiempos” (Gal 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas. La respuesta divina a la pregunta de la Virgen es: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (Lc 1, 35). La misión del Espíritu Santo siempre está unida y ordenada a la del Hijo. Fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla. El Hijo único del Padre, al ser concebido en el seno de la Virgen, es “Cristo”, es decir, el ungido por el Espíritu Santo

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-De la descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, “llena de gracia”, es el fruto excelente de la redención; desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.

Leer Lc.1,28.35.42.48; Mt.1,20. El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado por el Papa PIO IX en 1854.

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-María es verdaderamente “Madre de Dios” porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo. Leer Lc.1,43; Gal.4,4.

-María “fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen durante el embarazo, Virgen en el parto, Virgen después del parto, Virgen siempre” (San Agustín): ella, con todo su ser, es “la esclava del Señor” (Lc.1,38).

-Los Padres de la Iglesia ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra.

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Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas.

La fe en la concepción virginal de Jesús ha encontrado una viva oposición, burlas o incomprensión de parte de los no creyentes; además, no ha tenido su origen en la mitología pagana ni en una adaptación de las ideas de su tiempo. Leer Lc.1,34; Mt.1,22-23.

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-La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María (cfr. Mt.1,18.25). El nacimiento de Cristo consagró la integridad virginal de su Madre.

Los “hermanos y hermanas” de Jesús que aparecen en la Biblia (cfr. Mc.3,31-35; 6,3; 1Cor.9,5; Gal.1,19) son parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cfr. Gn.13,8; 14,16; 29,13-15).

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En efecto, Santiago y José, “hermanos de Jesús” (Mt.13,35) son los hijos de una María discípula de Cristo (Mt.27,56) que se designa de manera significativa como “la otra María” (Mt.28,1; Mc.16,1).

-La Virgen María colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres. Ella pronunció su “fiat” ocupando el lugar de toda la naturaleza humana: Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes.

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Hay una expresión latina “FIAT” que significa “HAGASE”. Pues bien, dice un autor que en la historia de la humanidad ha habido cuatro momentos decisivos en que se ha pronunciado este “FIAT”.

-El primer “FIAT” fue el de Dios creador: “HÁGASE” dijo Dios. Y surgieron el cielo y la tierra y todo cuanto en ellos hay. Surgimos todos del amor de un Dios que dijo sí a nuestro bien y felicidad.

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-El segundo “FIAT” lo pronunció una mujer, una joven mujer de Nazaret. “HÁGASE en mí según tu palabra”, respondió María al ángel. Aquel sí de María surgió también del amor; de un amor intenso a Dios y de una entrega a la humanidad. Y en aquel mismo instante, el Hijo de Dios se hizo carne en las entrañas de María.

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-Treinta y tres años más tarde se pronunció otro “FIAT”, en el huerto de Getsemaní, cerca de Jerusalén.

Cristo agoniza ante los horrores de la pasión. Pero de sus labios y de su corazón sale un “hágase tu voluntad y no la mía”.

Este “SI” de Cristo, fruto de un amor infinito, ha logrado la salvación del mundo.

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-¿Y el cuarto “FIAT”? El mundo lo está esperando. Es….tu FIAT. Si tú te decides a pronunciar de verdad, también ha de ser movido por el amor, el hágase tu voluntad del Padrenuestro, algo muy grande sucederá. Tu sí es también decisivo. Decisivo como los tres primeros. Un santo está surgiendo en nuestro mundo”.

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XV: Los misterios de la vida de Cristo

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XV: Los misterios de la vida de Cristo

Los Símbolos de la fe no dicen nada explícitamente de la vida oculta y pública de Jesús, pero los artículos referentes a la Encarnación y a la Pascua de Jesús iluminan toda la vida terrena de Cristo.

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1.- Toda la vida de Cristo es misterio

La vida entera de Cristo fue una continua revelación del Padre: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oración, su amor al hombre, su predilección por los pequeños y los pobres. Jesús puede decir: “Quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn14, 9).

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La redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz, pero este misterio está actuando en toda la vida de Jesús.

Los discípulos de Cristo deben asemejarse a El hasta que El crezca y se forme en ellos (cfr. Gal.4,19).

Por eso somos integrados en los misterios de su vida: con El estamos identificados, muertos y resucitados hasta que reinemos con El.

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2.- Los misterios de la infancia y de la vida oculta de Jesús

La venida del Mesías fue preparada durante siglos; la “Primera Alianza”, con sus ritos y figuras, converge hacia Cristo; los profetas anuncian su venida y despiertan el deseo del Mesías. San Juan Bautista es el enviado para prepararle el camino. La liturgia del Adviento actualiza esta espera del Mesías; y los fieles renuevan el deseo de la segunda venida.

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-El misterio de la Navidad y de la infancia de Jesús:

Pastor o mago, nadie puede alcanzar a Dios aquí abajo sino arrodillándose ante el pesebre de Belén y adorando a Dios escondido en la debilidad de un niño. Leer Lc.2,1-20; Mt.2,1-12; 18,3-4.

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La Circuncisión, al octavo día de su nacimiento.

La Epifanía, la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo.

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*La Presentación de Jesús en el templo, como el Primogénito que pertenece al Señor.

*La huida a Egipto, es la manifestación de la oposición de las tinieblas a la luz: “Vino a su casa y los suyos no le recibieron” (Jn 1, 11).

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-Los misterios de la vida oculta de Jesús: Por su sumisión a María y a José, así como por su humilde trabajo durante largos años en Nazaret, Jesús nos da el ejemplo de la santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo. Leer Lc.2,51-52.

Page 39: Catecismo de la Iglesia - Cuarta Sesion - Antonio Ribas Ribas OCD

El hallazgo de Jesús en el templo es el único suceso que rompe el silencio de los evangelios sobre los años ocultos de Jesús

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3.- Los misterios de la vida pública de Jesús

Desde el comienzo de su vida pública, en su bautismo, Jesús es el “Siervo” enteramente consagrado a la obra redentora que llevará a cabo en el “bautismo” de su pasión. Leer Jn.1,29-34; Rm.6,4.

La tentación en el desierto muestra a Jesús, humilde Mesías que triunfa de Satanás mediante su total adhesión al designio de salvación querido por el Padre. Leer Lc.4,1-13; Hb.4,15.

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El Reino de los cielos ha sido inaugurado en la tierra por Cristo. Se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo. La Iglesia es el germen y el comienzo de este Reino. Sus llaves son confiadas a Pedro. Leer Mc.1,15; Mt.12,28; 16,19; Lc.9,1-2; Jn.21,15-17.

El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. El poder de atar y desatar significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia.

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La Transfiguración de Cristo tiene por finalidad fortalecer la fe de los apóstoles ante la proximidad de la Pasión: la subida a un “monte alto” prepara la subida al Calvario. Cristo, Cabeza de la Iglesia, manifiesta lo que su cuerpo contiene e irradia en los sacramentos: “la esperanza de la gloria” (Col.1,27). Leer Mt.17,1-8; Flp.3,20-21.

Jesús ha subido voluntariamente a Jerusalén sabiendo perfectamente que allí moriría de muerte violenta a causa de la contradicción de los pecadores (cfr. Hb.12,3). Leer Lc.9,51; Mc.10,32-34.

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La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías, recibido en su ciudad por los niños y por los humildes de corazón, va a llevar a cabo por la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Leer Mt.21,6-17.

“Traiga un ordinario apetito de imitar a Cristo en todas las cosas,

conformándose con su vida, la cual debe considerar para saberla imitar

y haberse en todas las cosas como se hubiera El”

(San Juan de la Cruz 1S 13,3)