cartografía del pensamiento latinoamericano

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1. Horizontes teóricos contelDporáneos de referencia Se discute con frecuencia cuál es la mejor manera según la cua l comprender y exp li car, en forma unívoca, el sentido particular de los estudios culturales. Muchas opiniones b tendencias discrepan en la man e ra de precisar este campo de estud i o. En primer lu ga r, generalmente no se le otorga un oqjeto de estudio específico, tampoco, en segundo, una metodología co ncreta y mucho menos un C07PUS epistemológico d eterm inado. Intentar establecer qué puede entenderse por estudios culturales mantiene ocupados a buen número de intelectual es que ya dentro y / o fuera de este campo intentan delimitar sus bordes. Los problemas de la id entidad de los estudios culturales es uno de los tantos temas que ocupan a los interesados en es te campo de trabajo. Para Lawrence Gro ss berg (1997, p.247) la precisión de una genealogía biográfica de los estudios cultuales no es demasiado imp ortante, sin e mb argo, es uno de lo s caminos que fr ecue nt emente se transitan con el fin de obtener una comprensión ini cia l de los mi s mos. En el presente apartado desarrollamos dos perspectivas a través de las cual es poder comprender qué son los estudios cultura les. En un primer momento transitamos por la ruta, un tanto caprichosa, que intenta responder a esa pregunta a través del establecimiento de una genea lógica de proc edencia. E sta es, como veremos, solo una perspectiva, una manera particular de dilucidar el campo de los estudios c ultur ales . Dicha prop uesta tiene un valor, en cu anto nos expone hi stóricamente la eclosión de una manera di stinta de abordar y re-comprend er la cultura. Sin embargo, quienes desarrollan esta vía si empre tienen claro que los estudios cul tura les no conforman un co njunto disciplinar específico y que, por lo t anto, no se puede establecer una lín ea teórica o especulativa común a partir de la cual p odría reconstruirse un progresivo y diacr ónico desarrollo de los estudios cultural es. No se pu ede, por lo tanto, elaborar un proceso evolutivo de es te campo, pue s no existe un complejo teórico específico qu e sirva como fundamento último y que sí es común para las así ll amadas disciphnas. Una segunda propuesta gua en torno a una est rategia más 6

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Cartografía del pensamiento latianoamericano contemporaneo, una introducción. Juan Blanco

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1. Horizontes teóricos contelDporáneos de referencia

Se discute con frecuencia cuál es la mejor manera según la cual comprender y expli car, en forma unívoca, el sentido particular de los estudios culturales. Muchas opiniones b tendencias discrepan en la manera de precisar este campo de estudio. En primer lugar, generalmente no se le otorga un oqjeto de estudio específico, tampoco, en segundo, una metodología concreta y mucho menos un C07PUS

epistemológico determinado. Intentar establecer qué puede entenderse por estudios culturales mantiene ocupados a buen número de intelectuales que ya dentro y / o fuera de este campo intentan delimitar sus bordes. Los p roblemas de la identidad de los estudios culturales es uno de los tantos temas que ocupan a los interesados en este campo de trabajo. Para Lawrence Grossberg (1997, p.247) la precisión de una genealogía biográfica de los estudios cultuales no es demasiado importante, sin embargo, es uno de los caminos que frecuentemente se transitan con el fin d e obtener una comprensión ini cial de los mi smos.

En el presente apartado desarrollamos dos perspectivas a través de las cuales poder comprender qué son los estudios culturales. En un primer momento transitamos por la ruta, un tanto caprichosa, que in tenta responder a esa pregunta a través del establecimiento de una genealógica de procedencia. Esta es, como veremos, so lo una

perspectiva, una manera particular de dilucidar el campo de los estudios culturales. Dicha propuesta tiene un valor, en cuanto nos expone históricamente la eclosión de una manera distinta de abordar y re-comprender la cultura. Sin embargo, quienes desarrollan esta vía siempre tienen claro que los estudios culturales no conforman un conjunto disciplinar específico y que, por lo tanto, no se puede establecer una línea teórica o especulativa común a partir de la cual podría reconstruirse un progresivo y diacrónico desarrollo de los estudios culturales. No se puede, por lo tanto, elaborar un proceso evolutivo de este campo, pues no existe un complejo teórico específico que sirva como fundamento último y que sí es común para las así llamadas disciphnas.

Una segunda propuesta gua en torno a una estrategia más

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generali zante en esta búsqueda de comprensión. Esta perspectiva elige el camino de la enumeración sintética de las características particularizan tes que otorgan de cierta identidad a laforma de hacer estudios culturales. Estas características generales no forman un corpus teórico específico, sino el conjunto de perfiles que siempre están presentes en las investigaciones que suelen catalogarse como estudios culturales. Esta segunda perspectiva tiene la ventaja de establecer las bases generales sobre las que se asientan los estudios culturales y sobre las cuales, adeptos y críticos, desarrollan sus propuestas. Por lo anterior, esta vía se vuelve fundamental, pues a partir de la misma podemos dar cuenta, como veremos en el segundo apartado, de los debates que en Latinoamérica se desarrollan a favor o en contra de este campo, de tal modo que dichos perfiles se convierten en el centro de interés a partir del cual se elaboran las respectivas revisiones, ampliaciones o alejamientos del mismo.

Si en la primera propuesta se deben señalar a los supuestos ¡ladres fondadores de los estudios culturales y dilucidar a través de ellos sus principales intereses teóricos y prácticos; en la segunda propuesta, bastará con dejar s6íalados los principales intereses del campo de los estudios cul turales y las particulares maneras de abo rda r los fenómenos socioculturales.

Una de las tantas discusiones, como ya lo dijimos, gira precisamente alrededor del establecimiento de la identidad de los estudios culturales a partir de una genealogía específica. El texto anteriormente citado de Lawrence Grossberg insiste en lo problemático de esta perspectiva y propone que la genealogía, es decir la especi ficación de los padres fundadores, sea abierta y no determinada por un origen en específico. Esta primera acotación acerca de la apertura genealógica representa ya una problemática específica cuando deseamos establecer qué son los estudios culturales a través de la misma. Y se vuelve problemática pues, más que una genealogía, se hace necesario dejar noticia de sus características básicas que regularmente manifiesta cualquier trabajo o investigación sobre los movimientos sociales, la cultura, los medios de comunicación de masas, las luchas políticas, ete., como un trabajo comprendido en el campo de los estudios culturales.

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De todos modos, debemos tomar en cuenta que la finalidad concreta del presente apartado no consiste, fundamentalmente, en una aproximación genealógica a los estudios culturales -aunque haremos uso de la misma-, pues lo que finalmente buscamos es la determinación de las características que le brindan una especie de identidad a este campo de estudio e investigación.

1.1. Los estudios culturales británicos. Una perspectiva genealógica

Desde la segunda mitad del siglo veinte en Europa, especialmente en Inglaterra, eclosionó una forma de abordaje de la realidad social, politica y cultural que propició un particular interés por la comprensión de aquellos y desde aquellos lugares de la realidad social. económica y politica que no habían sido considerados como elementos pertinentes de estudio en los programas de investigación de la academia anglosajona, academia acomodada en tradicionales problemas teóricos. La cultura popular o cultura de masas no era una de las temáticas abordadas por los intelectuales ingleses. Los temas referidos a una cultura popular encarnada por la clase obrera, pareda no merecer la atención de los académicos ingleses. Sin embargo, algunos intelectuales propositivos, llamados también herejes, establecieron nuevos métodos y objetos de investigación centrados en la realidad de la periferia metropolitana y, es importante resaltar esto, desde la periferia. Richard Hoggart (1918-¿?), Raymond Williams (1921-1988), E.P Thompson (1924-1993) Y el jamaiquino-británico Stuart Hall (1932), desarrollaron una propuesta novedosa encaminada a la comprensión de la realidad periférica de la Inglaterra de mediados del siglo XX.

El interés de estos profesionales por la cultural popular -todos ellos docentes de literatura inglesa y comprometidos con la educación para adultos- tiene sentido debido al contexto social, cultural y político de la Inglaterra post-bélica. La nueva clase obrera emergente, la nueva cultura de masas desarrollada a través de la popularización de la televisión, la radio y los periódicos, y el hecho de que aquéllos profesionales, en un nuevo contexto de movilidad social, provinieran

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de las mismas clases populares l, hizo factible encontrarse y ocuparse

de nuevas realidades inusitadas anteriormente (Sardar, Ziauddin y Van Loon, Boris, 2000). Estos intelectuales no encontraban espacios propicios para su labor y sus nuevos intereses en la anquilosada y tradicionali sta academia in glesa. Debido a estos intereses transdisciplinarios, la in terdisciplinariedad y la experimentación epistemológica serían necesarios para los nuevos campos de estudio propuestos y asumidos por los estos intelectuales asentados en la ciudad de Birmingham, en la perife ria de la academia.

Si el lugar para el estudio de los nuevos fenómenos socioculturales no partía de las universidad es tradicionales, por lo tanto, sería necesario establecer nuevos centros de investigación en los cuales dichas preocupaciones tuviesen acogida. De este modo se funda en la Ciudad de Birmingham el CenLerJor Contempormy Cultural Studies (CCCS), en 1964, cuyo primer director sería Richard Hoggart2, y que tendría por objeto principal " las formas , las prácti cas y las instituciones culturales, así como sus relaciones con la sociedad y el cambio social." (Mattelart y Neveu 2002, p.27).3 El CCCS tendrá como resultado fundamental la institucionali zación activa de los CultwaL Studies y el posterior valor académico de dichas investigaciones. Este nuevo y complejo campo de estudios propiciaría una interrelación entre la vida académica y las dim ensiones políticas d e sus investigaciones. Stuart Hall (1980, p.5 7 -58) afirma que los textos básicos que permitieron la eclosión del nuevo campo fueron: The Uses rif Literacy de Richard Hoggart; Culture and Society de R aymond Williams; y Making 01 Tlze EngLislz H'rnking Class de Edward P Thompson.

I De ellos nos dice I\na Maria Zubcta (:lOno): "Richard Hogga rl nació en una I,"nilia de trabajadores y luego fi,C un tutor de "duración de adu ltos en la Uni"crsidad de Hull l ... ]" (p.141) "Como Hoggart , Raymond Willia lll s prodene de la clase obrera y lambién d.·diea s u ~ "I'OS de inicio inlcl~nual a la educación de adu ltos [ .. -l" (1'.142) "Edward Palmer- Thompsoll nació en 1924 y fue a la Univers idad de Cambridge, donde inició su ca rre ra en literatura para luego cambiarla por la historia. La g-uerra interrumpió sus estudios y lo convirtió en ofi cial del <'i rcito. i\ su vuelta v luego de se r vo luntario en la reconstrucción de vía,; en Bulgaria y Yugoslavia -algo que él recordará eorno muy importante para forjar su conciencia-, siguió su carrera en Cambridge y se alistó en el Partido Comunista." (pp.167- 168) 1 "Después de cua tro años corno profesor de [nglrs en Birmingham, en 1964 Hoggart fue el director fundador del Centrr for Cont~ll1porary Cu ltural Studi.' s [ ... 1 de la universidad de lIirmingharn ." (Zubt:la 2000, p.141 ) Y como agrcgaJeff Browitt (2005): "Este centro fue ce rrado rcc ienlcmenlt: (2002), o tra víctima de la reestructuración nt' o li hnal de la edu c ac ión lerciaria brit;inica." (p .35 ) :l Sin embargo habni que 5~ ii a lar que " nunca hubo un modelo de l3irrnin¡;harn único. sino una pluralidad inevitab le de modelos que comp"lian entre sí y '1u(' era ll rOnlradi .. turios". (Bro",i ll 2005, p.35)

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El primero fue publicado en 1957, en él

El autor estudia la influencia de la cultura difundida en la clase obrera por los modernos medios de comunicación. Tras una descripción del entorno cotidiano de la vida popular, en la que hace gala de mucha sensibilidad etnográfica, este profesor de literatura inglesa analiza cómo las publicaciones destinadas a este público se integran en tal entorno. La idea central que desarrolla es que existe una tendencia a sobrevalorar la influencia de los productos de la industria cultural en las clases populares. (Mattelart, Armand y'Neveu, Erik~ 2002, p.27)

Una de las principales novedades en el texto es, según Hall, el uso del término "cultura" en un sentido que va más allá de la comprensión dicotómica de alta y bcga cultura, común al debate cultural de la época (Hall 1980, p.57).

Por su parte, las perspectivas analíticas desarrolladas en los textos de Williams y Thompson "comparten, sobre todo, un mismo deseo de superar los análisis que convirtieron a la cultura en una variante sometida a lo económico y que, al mismo tiempo que legitimaban el marxismo, esterilizaron el modo de pensar las formas culturales" (Mattelart y Neveu, 2002, p.29). Por lo tanto, esta perspectiva establecerá una de las bases primordiales del surgimiento de un nuevo campo transdisciplinar a partir del cual abordar la temática de la cultura popular que surgía en una diferente Inglaterra de postguerra. Dichos textos avanzan una nueva forma de comprensión de la cultura, ya no reducida a perspectivas maniqueas y tampoco a una superestructura del basamento económico, presente en el análisis ortodoxo marxista.

El texto de Raymond Williams, Culture and Society, descubrirá que:

"El desarrollo de la palabra cultura es un registro de un número de importantes y continuas reacciones de estos cambios en nuestra vida social, política y económica; y podría ser visto, asimismo, como una clase especial de mapa por sus significaciones, a partir

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del cual la naturaleza de los cambios puede ser expresada" (citado en Zubeta 2000, p. 143)

La perspectiva marxista presente en algunos de ellos -como Edward P. Thompson'f, miembros del Partido Comunista, y otros pertenecientes a la Nueva Izquierda inglesa, tal el caso de Raymond Williams-, les posibilitó desarrollar marcos de investigación que harían visible la realidad de los miembros de la clase obrera de la sociedad industrial capitalista, sus propias perspectivas de la realidad, sus pautas culturales, sus resistencias a la cultura hegemónica y las nuevas formas de construcción en que dichos grupos configurar su identidad . La vinculación con las clases populares constituirá, por un lado, un campo privilegiado de estudio y acción. Por otro, la interpretación de dichas realidades desde un marxismo cada vez más crítico de sÍ, constituirá el primer sustento epistemológico de la primera generación, considerados los fundadores de los llamados Cultural Studies. Sin embargo, dicha base epistemológica de comprensión será abandonada paulatinamente por algunos miembros del grupo, debido a los inconvenientes interpretativos que ofrecen las categorías de análisis marxista, en particular la reducción de la cultura a la economía, o la totalizan te categoría de clase como conformadora única de la identidad (que también la es de género, étnica, etc., y no sólo económica).5 Para Raymond William y E.P. Thompson en los supuestos teóricos del marxismo ortodoxo el silencio referido a la cultura y lo moral será característico, además los esquemas esencialistas referidos a la estructura y superestructura se presentan urgidos de

4 De hecho, las nuevas perspecti vas críti cas a las categorías del ma rxismo ortodoxo se rá uno de los objetivos presente en 'H e Makillg q( lhe EII,~/ish Workillg Clan. Una visión dinámica de las ca tegorías marxistas tales como clase, lucha de clase, concicncia de clase, tomarán nuevos rumbos en el análisis de E. P Thompson, pues para él estas no puedcn ser vistas como simples categorías analíticas sino como procesos activos en los cuales los actores están involucrados: "La clase cobra existe cuando algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes [ ... ) sienten y articulan la identidad ele sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros cuyos intereses son distintos [ ... ) a los suyos. La expe riencia de la clase está ampliamente determinada por las relaciones de producción en las que los hombres nacen, o en las que entran de manera voluntaria. La conciencia de clase es la forma en que se expresan estas experiencias en términos culturales: encarnadas en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales. Si bien la experiencia aparece como algo indete rmin ado, la conciencia de clase no lo está. Podemos ve r una cierta lógica en las respuestas de gruJlos labo'rales similares que tienen expeliencias similares, pero no podemos formular ninguna Ley. La conciencia de clase surge del mis.r!l.9 modo en distintos momentos y lugares, pero nunca surge de la misma forma." (citado en Zubeta 2000, p.169) :, Como afirma Browill (2005): " El ascenso de lo que más exactamente vemos como es tudios culturales británicos empezó en Gran Bretaña en los a lios '50 en el contex to de un desencanto europeo con ciertas formas de política de izquierda." (p. 36)

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ser abandonados en virtud de considerar aquellos elementos que ya no pueden ser vistos únicamente como variantes de lo económic06

(cfr. Mattelart y Neveu 2002, p. 29). Las generaciones posteriores abandonarían el marxismo ortodoxo casi de forma definitiva. Louis Althusser y Gramsci son, según Stuart HaIF, un puente en el paulatino abandono del marxismo tradicional y un estímulo orientado hacia otras problemáticas y formas de interpretación.

Para Stuart Hall , el aporte fundamental de la primera generación girará en torno a la relevancia que toma la nueva comprensión de la cultura como un sitio de convergencia en el análisis. El marxismo ortodoxo obviaba el análisis de la cultura por considerarla periférica.8

Por su parte, la antropologia limitaba la cultura al conjunto reducido de prácticas y costumbres exóticas, en ocasiones relacionadas al folklor y la religión. Sin embargo, para los miembros del CCCS, la cultura tomará dos énfasis fundamentales. El primero de ellos entenderá, a partir de la publicación de The Long Revo lution de Williams9, la cultura como "el conjunto de las descripciones disponibles a través de las cuales las sociedades elaboran el sentido y refl exión de su experiencia común" (Hall 1980, p.59). Si bien esta perspectiva hace referencia a una visión de la cultura a partir de las "ideas" imperantes en la vida social, por otra parte, el segundo énfasis, constata una comprensión de las prácticas sociales comprendiendo a la cultura como "un modo total de vida [a whole way of life] " (Hall 1980, p.59). Tanto las ideas que permiten la comprensión de las prácticas sociales, como dichas prácticas que se sustentan en un sentido ideológico, constituyen la cultura. De este modo toda

Ii En un segundo libro de Williams, TI/e L07lg Hevo/utio7l, es ta perspectiva toma mayor énfas is. La consideración de los con textos históricos y las formas que dicho contexto manifiestan como condiciones de posibilidad de los modos de vida comienzan a tomar importancia. Respecto a ello nos informa Zubeta (2000, p. l 44): "Williams sugiere que toda cultura posee un particular sent ido/sensibilidad de la vida, un particular y característico matiz o color, que se relaciona de modo especí fi co con una determinada época, constituyendo la estructura de sentimien tos de ese período". 7 "Durante la década en que se desempei\ó [Hall] como director se produjo una tremenda expansión en la base teorética y la inOuencia intelectual del CCCS. Muchos le atribuyen a su labor el h(:cho de que se haya combinado durante ese período el pensamiento de Althusse r y Gramsci respecto de la ideologia y la hegemonía." (Zubeta 2000, p_ l 50) B Al respecto Raymond Williams en su texto de 1974, A-farxislIIo] lileratura , manifiesta un desprendimien to de/marxismo ortodoxo; desde ahora la cultura es capaz de crear sus propios efectos y no es considerada como un mero cpifenómeno cond icionado por lo económico. (c fr. Zubeta 2000: 146· 147) !I Hay versión en espai\ol: Williams 2003.

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perspectiva reduccionista de la cultura queda superada.

Si tenemos en cuenta lo anterior, los estudios cultu rales se oc upan del conjunto de las prácticas sociales que se fundamentan y toman sentido, a la vez, en el sistema ideológico imperante en un ti empo y espacio determinado. Esto es lo que la primera generación heredará a las posteriores. Para Stuart Hall , después de un análisis detallado de los aportes de cada uno de los miembros de la plimera generación, la cultura comprende

tanto los signifi cados y valores que surgen en di stintos grupos sociales y clases, sobre la base de sus co ndi ciones históri cas y relaciones sociales dadas) a través de las cuales ellos «manej an» y responden a las condiciones de la existencia [primer énfasis] ; así como la vivencia de tradiciones y prácticas a través de las cuales esas «comprensiones» [understandings ] son expresadas y e n ca rn a d as [segund o énfas is] . (H a ll 19 80 , p. 63)

El primer aporte fundamental de la primera generación se rá esta puesta en escena de la cultura como categoría fundamental en el análisis de la sociedad, superando una perspectiva reduccionista de la cultura a lo culto, a lo exótico y a lo superestructural.

Para Stuart H all , si bien esta puesta en escena de la cultura es algo importante, no basta aún. Hall llevará adelante una segunda propuesta complementari a para el análisis de la cultura . La cultura, como forma de vida simbólico-material, representaba una alteridad que no había sido considerada por la academia británica tradiciona l. Sacarla a la luz fue un intento de hacer valer la diferencia no considerada por el análisis ortodoxo marxista y el exotismo antropológico. La cultura hace evidente una conformación integral de la sociedad en donde lo material y lo simbólico configuran jormas de vida específicas. De este modo se dio paso al parti cula rismo de las form as de vida que no pueden se r reducidas a una configuración esencialista que tiene como punto de partida y de llegada lo económico. La cultura abre el campo de la comprensión de las diferentes formas de vida, abre la diferencia no considerada anteriormente. Describiendo es ta

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nueva posición intelectual de los estudios culturales británicos Mattelart y Neveu (2002) afirman que

Se trataba fundamentalmente de movilizar las herramientas y técnicas de la crítica litera ria [ . .. ] para desplazarlos hacia temas que, hasta entonces, eran considerados ilegitimos por la comunidad unive rsitaria: el unive rso de las culturas y prác ti cas populares en oposición a las culturas letradas, la toma en cuenta de la diversidad de bienes culturales que abarcará los productos de la cul tura de los medios de comunicación social, después los estilos de vida, y ya no sólo las obras li terarias (p.34)

En una misma forma de vida o cultura las contradicciones que la conforman (l ucha de clases, el poder, reivindicaciones sociales, la religión, etc.) son particulares. Sin embargo, para la comprensión de cualquie ra de ell as se vuelve fund a mental tener en cuenta la configuración particular en la que se interrelacionan con los otros elementos constituyentes, sin que la cultu ra pueda reduci rse a alguna de ellas. Aparece entonces la necesidad de asegurarse de un horizonte teórico que permitiera reconocer las diferentes instancias presentes en la cultura y, a la vez, la forma en que dichas parti cularidades se articulan para formar la cultura. Stuart H all encontra rá (yen esto se vislumbra el aporte del cuarto mi embro de esta generación) en las propues ta del estru cturalista Louis Althusser la forma de dar razón de la estructura cultural sin por ello reducir dicha estructura a una de sus partes consti tutivas (lo económico, por ej empl~) . (Cfr. H all 1998, pp.28-32)

Hall expone esto de la manera siguiente:

Otro avance general [el otro ha sido la reconfiguración de la categoría de "es tructura"] que ofrece Althusse r, es que me capacitó para vivir en y con difirencia. La ruptura de Althusser con una concepción monistica del marxismo reclama la teorización de la diferencia. Es decir el reconocimiento de que existen diferen tes contradi cciones sociales procedentes de diferentes orígenes, y que las contradicciones, que conducen el proceso

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histórico hacia delante, no siempre aparecen en el mismo lugar, y no siempre tendrán los mismos efectos históricos. Debemos ref1exionar sobre la articulación entre diferen tes contradicciones, sobre las diferentes especialidades y la duración temporal a través de las cuales operan y sobre las diferentes modalidades a través de las cuales funcionan. (H all 1998, p. 28. El énfasi s es nuestro)

Althusser hará factible pensar los elementos simbólicos o ideales de la cultura en relación a las concretizaciones históricas de aquellos. Hall representará la etapa más madura de los estudios culturales británicos y ofrecerá un compl~jo cuerpo teórico para las propuestas que vendrán posteriormente.

Para Stuart Hall, tanto el culturalismo de la primera etapa como el estructuralismo, que él mismo explotará en el análi sis de la cultura, constituyen "los dos paradigmas seminales en el trabajo de los Estudios Culturales" (1980, p.70).

En su ensayo Cultural studies and Íls theoncallegacies, Hall nos permite dar un paso más. En es ta ocasión H all se referirá a las rupturas temáticas que las constantes propuestas de nuevos objetos de estudios formularan . Esto repercutía en la necesidad de readecuaciones teóricas. De este modo, son tres los grandes momentos que, después de la primera generación, harán cada vez más evidente el carácter heterogéneo que comienza a perfilarse en los estudios culturales. La primera ruptura la desarrollará el interés por los nuevos movimientos feministas y, la segunda ruptura, las cuestiones alrededor de la raza. Estas dos nuevas problemáticas -recordemos que anteriormente el centro de atención era predominantemente alrededor de las clases obreras y la cultura de masas- harán necesaria la consideración de nuevos soportes y campos de investigación: la dimensión política de lo personal, las relaciones de poder manifiesta en las relaciones de género y sexualidad, el vínculo necesario para la comprensión de dichas temáticas con el psicoanálisis, la producción del racismo público y sus efectos, las luchas antirracistas, entre otras. Hall lo describe así:

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El feminismo modificó radicalmente el terreno de los Cultural Studies. Evidentemente, hizo figurar en el programa una serie de nuevos tipos concretos de interrogantes y nuevos temas de investigación, a la vez que remodelaba otros que ya existían antes. Pero donde tuvo el mayor impacto fue en el nivel de la teoría y la organización, con lo que estuvo en el origen de una nueva práctica intelectual (citado en Mattelart y Neveu, 2002, p.39)

Posteriormente, el llamado "giro lingüístico" tendría sus propios efectos entre los intelectuales comprometidos con los estudios culturales. El descubrimiento de la dimensión discursiva de la cultura y de la textualidad ampliada al campo de lo social, originaría un nuevo movimiento de cambio dentro del campo de los estudios culturales. El estructuralismo (del que ya hemos hecho referencia con Hall), la semiótica y el post-estructuralismo serían los nuevos ingredientes con los cuales se auxiliaría el análisis de lo fenómenos culturales.

Podemos, entonces, sintetizar estas vertientes temáticas de interés que desarrollaron los miembros adscritos al campo de los Cultural Studies de la siguientes manera: a) las tensiones presentes entre los mecanismos de dominación cultural y las resistencias de las clases populares ante los mismos; b) la descripción y comprensión de la cultura popular; c) el análisis crítico de los medios de comunicación masiva y su influjo en las clases trabajadoras; d) los temas de la etnicidad y las construcción de la identidad cultural, sexual, polític¡t, etc. (Cfr. Mattelart y Neveu, 2002, p.19)

La experiencia de la periferia en Birmingham y la diversidad de problemáticas de interés, así como la pluralidad de horizontes teóricos en el abordaje, presentes en el campo de los estudios culturales, representará el modo de ser de dicho campo. El constante re­direccionamiento de sus intereses específicos, la heterogeneidad de las propuestas de análisis e interpretación de los fenómenos socioculturales y la constante atención a los aspectos desatendidos de la cultura, parecen haber caracterizado a esta primera generación insular.

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1.2. Estudios postcoloniales y subalternos

Los estudios postcoloniales y subalternos comparten con los estudios culturales el ímpetu por el desarrollo de nuevos ternas de refl exión , la configuración de nu evos hori zo ntes teóricos y, con ell o, el di stanciamiento de las es trategias de inves tigación hasta entonces supeditadas a lo es tablecido por la epistemología de las academi as del primer mundo (y en academias a imagen y semejanza del primer mundo). Este grupo establecerá modos alternativos de investigación sociocultural e histórica encaminados a la confi guración de un proyecto político contrahegemónico. En torno a dichas p ropuestas se aglutinará una generación de académicos críti cos y creativos que renovarán la escena académi ca, la mayoría de ellos proveniente de ex-colonias del primer mundo. Esta generación pondrá énfasis diferentes en el campo de la investigación enfocándose, por un lado, en la crítica a los procesos de construcción del saber a través de los cuales el conocimiento hegemónico determinaba sus obj etos de estudio, es decir los procesos por los cuales las academias occidentales realizan las respectivas representaciones de las «alteridades»; y, por otro lado, la preocupación por las subalLernidades de los países dominados o recién independizados de las grandes potencias mundiales del primer mundo, en el contexto de la guerra fría.

Muchos quizás no estarían de acuerdo en la propuesta de considerar a las perspectivas teóricas de los estudios postcoloniales y subalternos como parte del complejo entramado de los estudios culturales. Si bien la perspectiva según la cual aquellos incorporan a sus trabajos muchas de las propuestas interpretativas de los estudios culturales no es del todo determinante, asumiremos la posibilidad de imblicación de ambos grupos que nos ofrece Eduardo Grüner (2005) . Para éste

el último y más interesante desarrollo de los Estudios Culturales -la corriente de la llamada "teoría postcolonial" de Eclward Said, Homi Bha bh a, G. Ch akravorty Spivak e t a l.- es tá casi completament e sum ergido en el postes tru cturalism o [ .. . ] (p.20-21 )

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A partir de esta propuesta nosotros consideramos que dichas perspectivas teóricas también entran en la vertiente de los estudios cultu rales. 10 Más adelante intentaremos establecer los vínculos que posibilitan visualizar la relación de familia entrambos grupos. Por ahora queda esta acotación planteada de forma problematizadora.

La academia estadounidense será el espacio de acción y reflexión para buena parte de los miembros de este grupo (tal el caso de Said, Bhabha y Spivak), pero también lo será Gran Bretaña y la India, desarrollándose específicamente en los departamentos de li teratura y lingilistica de las universidad de dichos países. Este giro fue propiciado por, en palabras de Santiago Castro Gómez (1999), Y éste a su vez parafraseando a Spivak, "el acceso a las cátedras de refugiados o hijos de inmi'grantes extranjeros: indios, asiáticos, egipcios, sudafricanos, gentes provenientes de las antiguas colonias del imperio británico." (p.80) Esto propició una renovación creativa de los esfuerzos, todavía occidentalizantes, de interpretación y análisis de las realidades tercermundistas llevadas a cabo en los años sesentas y setentas por la crítica anticolonialista. Las propuestas realizadas por este segundo grupo serán reconocidas, por un lado, con el nombre de teoría postcolonial ll , en la cual se combinan tanto los esfuerzos académico-teóricos así como los práctico-políticos; y, por otro, como estudios subalternos, debido a la autodenominación, a través de sendas publicaciones, de los miembros de dicho grupo. Las principales figuras o impulsado res de esta gran renovación y reactualización de

1\) Pau l Gi lroy (1998) avala también esta propues ta: "Edward Said . cuyo estudio sobre Oriente, como obj eto de conocimiento y pode r europeo, dotó 11 los estudios culturales de un nuevo punto ce ntra l a finales de los a lios se tenta. El trabajo de H all ha proporcionado un correcti vo vigoriza J1le a l pesimismo y la falta ele implosión de fi guras como Williams, Thompson y Hoggarl. Said y Hall son dos pensadores cuyas críti cas a l poder y al alcance de la historia moderna han sido enriquec idas po r SllS p rop ias experiencias de migración y algunas relaciones personales am bivalentes den tro dclmoclelo característico de la vida socia l en Palestina y Jamaica." (p.8 1) (El énfasis es nues tro) Esta vi nculación también está presente en el tex to de Miguel Mellino 2008, pp. (iG-69. En dicho t('xto se lee lo siguien te: "En la génesis de los estlldios poscoloniales debe a tribuirse un rol part icularmelllt' importan te a la publicación en 1982 de The Empire Strikes Back, editado por el Centcr lar Contemporary C ultural Studies de Birmingham, y sobre lOelO de Europe ami it s Other."(p.66) 11 Pa ra la historia y usos del término "pos tcolonial" puede consultarse Mellino 2008, pp.23-31 . En dicho texto el au tor intenta responder 11 las siguientes pregu ntas : "¿.qué denota es te concep to [poscolonialj? ¿Cuáles son sus obje tivos? ¿Qué re lac iones guarda con el propio colonia lismo? ¿Remite a un estadio hi stórico específico, un particular es tado de ánimo o simplemente a un nuevo enfoque epistemológico? ¿Por qué ha sido adoptado principalmente en el amb iente acadbn ico anglosajón , mientras le cuesta mucho más imponerse en otros contextos? Y fin alnwnte, ¿cuá l es SlI nexo con la con t emporane idad~" (p. 22)

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la crítica de la cultura, como hemos señalado anteriormente, serán el palestino Edward Said, y los indios Ranajit Guha, G. Chakravorty Spivak y Homi Bhabha.

Según el filósofo español Carlos Beorlegui (2004)

Los nuevos planteamientos postcoloniales se deben a una serie de intelectuales procedentes de antiguas colonias inglesas, afincados en universidades europeas y norteamericanas. Desde la consciencia que van tomando de su propia situación y la de sus países de origen, descubren la situación subalterna en la que se hallan sus respectivas patrias tanto en el aspecto económico y político como en el cultural. Resultado de esta toma de conciencia son los llamados Estudios Subalternos. (p.860)

La propuesta de esta generación girará en torno a la crítica del dominio colonial de las potencias mundiales establecido en los países del tercer mundo, principalmente África e India. Un dominio no sólo reducido a lo económico y político, sino también a lo ideológico y epistemológico. Dicha crítica mantiene ciertas características que pueden relacionarse con el grupo de Birmingham. Al igual que los fundadores de los estudios culturales británicos, los representantes de los estudios postcolorriales y subalternos se alejarán de la perspectiva' del análisis ortodoxo marxista para la elaboración de la crítica dirigida a las grandes potencias económicas del primer mundo y sus formas de construcción de los saberes. En consecuencia, para éstos, la colom:alidad, llevada a cabo por las potencias primermundistas sobre las colonias tercermundistas, no será vista únicamente como un simple fenómeno de base e interés eminentemente económico, sino, además, como una realidad de sometimiento ideológico, y por ende epistemológico, cualitativamente relevante.

1.2.1. Edward Said: OrientalislIlo

Un texto fundamental en esta renovada metodología de crítica cultural será el libro de Edward Said, Orientalismo. Este libro, sustentado en buena parte en los aportes de la teoría crítica foucaultiana,

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publicado a finales de la década del setenta, arrojará nuevas luces para la comprensión de los modos de sometimiento simbóli co­epistemológico de las potencias mundiales sobre sus colonial es convertidas en objetos de estudio y conocimiento. El texto de Said parece contraponerse a la fáci l reducción del fenómeno de la colonialidad a factores de tipo económico, lo cual no permite visualizar la compleja trama de estrategias de dominación utilizadas por el poder hegemónico. Santiago Castro-Gómez (2005) ilustra esta nueva comprensión, que implica el paso del estudio del colonialismo (análisis de tipo económico) al estudio de la colonialidad, de la siguiente manera:

Lo que los teóricos provenientes de las ex-coloniales europeas en Asia y el Medio Oriente como Said, Bhabha, Spivak, Prakash, Chatterje, Guha y Chakrabarty empezaron a mostrar es que el colonialismo no es solamente un fenómeno económico y político sino que posee una dimensión epistémica vinculada con el nacimiento de las ciencias humanas, tanto en el centro como en la periferia. En este sentido cabría hablar de colonialidad antes que de coloniali smo para destacar la dimensión cognitiva y simbólica de este fenómeno (pp. 19-20)

El texto de Said, Orientalismo, desarrollará las bases de esta nueva perspectiva crítica de un modo bastante innovador. El fenómeno de la colonialidad tiene como consecuencia la creación, invención o representación del subalterno por parte de quienes se consideran en posesión de la verdad absoluta, justificado, a su vez, por toda una estructura institucional que avala los conocimientos. Occidente en su proceso de dominación mundial elaboró sendas estrategias de invención, significación y representación de sus dominados como factor importante para la comprensión simbólica de sus sometidos y, por ende, de sí mismo en contraposición de sus subordinados. De este modo, Occidente creó el Oriente como su contrapuesto identificador, dando paso así a una disciplina colonizadora llamada orientalismo. Las potencias colonizadoras desarrollaron modos de comprensión en donde los sometidos quedaban en relación de inferioridad con las metrópolis. Los esquemas de interpretación que

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veían a la historia como un proceso lineal en evolución, cuyo culmen se hace manifi es to en las sociedades occidentales, y en relación a lo cual los demás pueblos ti enen un lugar inferior en la escala de es te progreso, evidencia un int erés por representa r al otro de ta l modo que se vuelva justiíicable su somcLÍmicnto. En este contexto surgieron gran pa rte de las ciencias hum anas en cuyos planteami entos se re for zaro n las p erspec tivas de occiden te . La antropo logía , la a rqueología, la filología, la economía, e tc ., intentan da r razones justifi cantes del dominio qu e los nuevos poderes os tentan y de los beneficios civili zatori os que la coloni zación trae p a ra los pueblos domin ados.

El orúml.aüs771 o, como di sciplina de domesticación de la alteridad que Oriente representa para O ccidente, ti ene las siguientes implicaciones según Said (200 7):

a) [ . . . ] es un modo [creado por O cciden te] de relaciones con Ori en te basado en el luga r especia l que este ocupa en la experiencia de Europa [ ... J Oriente ha servido para que Europa (u O ccidente) se defin a en contraposición a su imagen, su idea, su personalidad y su experi encia . (pp. 19-20)

b) Es un estil o de pensami ento qu e se basa en la di stinció n ontológi ca y epistemológica que se establece entre Oriente y -l a m ayo r p a rt e d e las veces - O cc id e nt e. (p. 2 1)

e) El ori entali smo se pu ede desc ribir y ana liza r como una institución colectiva que se relaciona con Oriente, relación que consiste en hacer decla raciones sobre él, adopta r posturas con respecto a él; en resumen, el ori entalismo es un estilo occidental que pretende domina r, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente (p .2 1)

Las ciencias humanas, los saberes occidentales o los modos particulares de construcción de las alteridades, además de es tablecer el destino histórico de las prerrogati vas de dominio, también elabora ron un imaginario epistemológico según el cua l todo otro conocimi ento

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queda deslegitimado en virtud de unos procedimientos de validez establecidos por los mismos dominadores. Esta justificación episthnica del dominio sobre los pueblos del Tercer Mundo, será la denuncia fundam ental que las teorías poscoloniales arrojarán sobre Occidente. Al respecto Said comenta:

el consenso general y liberal que sosti ene que el conocimiento "verdadero" es, tlmdamentalmente, no político (y que, a la inversa, el conocimiento abiertamente político no es verdadero), no hace más que ocultar las condiciones políticas oscuras y muy bien organizadas que rigen la producción de cualquier conocimiento [ . . . ] Por tanto, el orientalismo no es una simple disciplina o tema polí ti co [ ... ] es la distribución de una cierta conciencia geopolítica en unos textos estéticos, eruditos, económicos, sociológicos, históricos y filológicos [ .. . ] es una cierta voluntad o intención de comprender -y, en algunos casos, de controlar, manipular o, incluso, incorporar­lo que manifiestamente es un mundo diferente (alternativo o nuevo) ... De hecho mi tesis consiste en que el orientalismo es -y no sólo representa- una dimensión considerable de la cultura política e intelectual moderna y, como tal, tiene menos que ver con oriente que con "nuestro" mundo [ ... ] (Citado en Castro-Gómez 2005, pp. 25-26)

La críti ca hacia los modos de construcción y canonización de las realidades con las que occidente en tra en contacto será el énfasis de todo el texto. El proceso arqueológico que desarrolla Said en el libro, a través de un largo proceso de examen de la literatura occidental sobre Oriente, y que va desde la perspectiva cristiana del Renacimiento, especialmente sobre la religión musulmana, hasta la expansión, desde el siglo XIX, de la visión "científica" de un Oriente sometido al coloniaje inglés y francés, manifiesta el hondo interés del autor por denunci ar los modos colonizadores de la construcción del conocimiento del Otro por parte de Occidente.

La importancia de la obra de Said consistirá en el hecho de haber posibilitado una est rategia crítica para la deconstrucción de las fi cciones narrativas a través de las cuales occidente representa

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generalm ente las alteridades. Este develamiento de la dinámica reduccionista y colonizan te de occidente posibilitará la configuración de un campo de reflexión diverso hoy conocido como teoría postcoLonial.1 2

El proyecto de Said fu e recogido a comienzos de los ochenta por un grupo de intelectuales indios agrupados alrededor d el historiador Ranajid Guha. Los trabajos de este grupo, compilados luego bajo el nombre de SubalternaL Studies, tomaban posición crí tica frente al discurso nacionalista y anticolonialista de la clase políti ca india y frente a la historiogra fí a oficial del proceso ind e p e ndenti s ta. (Castro G ó m ez 1999, pp .82 -83 )

La herencia fund amental que Said transmitirá a dicho grupo , será la perspec tiva de reconocer qu e los modos de conocimi entos estipulados por la academia y el lagos occidental hacen que se vuelvan prevalecientes los modos colonizadores de la comprensión de la realidad. 13 Esta denuncia a las formas de construcción del conocimiento será fundamental para la elaboración de la crítica de todas aquellas teorías que, por más que se presenten como liberadoras, no son críticas de los estatutos epistemológicos desde los cuales sustentan sus perspectivas de análisis y sus propuestas de cambio. Por ello, se desarrollará un distanciamiento por parte de la teoría postcolonial y de los estudios subalte rn os de la occidentali zante teo ría anticolonialista.

1.2.2. Ranajit Guha: las aventuras elll.ancipadoras postcoloniales y subalternas

En 1982 aparece el primer volumen de la se ri e Subaltern Studies '4,

11 Al respecto nos comparle l\1igud ~Irllillt) : " CO II segu ridad , la p"bli cación de Orientalismo ele Edwan:1 Said ha consú tuido IIn hecho de singu la r importancia en la con fi guración de los estudios poscolon ia les. La publicación de este texto en 107fl con stitu ye un ve rdadero mOlllcn to de desa rroll o ell <:1 estudio del colonialismo .y por ende un acon t(:c imicn to crucial de la teoría !,ostcolonial. " (2008, p.2G) Con eslas palabras el aulOr introduce la impo rtanc ia '1u t' tu vo el texto de Said pa ra los cstudios poscolo lli alcs; sin embargo, postelio r a dicha afirmació n el auto l· establece la dislancia tomada por el mismo Said respecto a dicho campo de investigación (C fr. p.37) t3 Su último texto, Hum anismo y críti ca democrá ti ca (Sai rl :lOOG), parece se r un a co ntinuac ió n contextualizantc del recordatorio a la acadelllia occ idental de los peligros que corren los ctllocentrislllos y esencialismo identitalios de todo tipo. Pero, y es necesario se ii ala rl o, en este lib ro se ve lifica una apoloi,'ía a los humanismos y una crítica a las rarlicalizaeiones de los mismos, en los cua les parece enco nt rarse los estudios poscolonia les.

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"el artículo inaugural de Cuha en el primer volumen [ . .. 1 enseña la pretensión central del proyecto: desplazar los presupuestos descriptivos y causales utilizados por los modelos dominantes de la historiografia m a rxi sta y nacion alista pa ra represe nta r la hi sto ri a co lonial sudasiática" "'. Precisamente esta propuesta de cierta "metacríti ca" a la hi sto rio gra fía occ id enta l, ha rá m a nifi es ta las nu evas problematizaciones que estos teóricos de la India comienzan a realizar en medio de la academia norteamericana y contra la supuesta teoría críti ca anticolonial. Como bien lo ha expresado Cuha, el problema de la teoría marxista consiste en los reduccionismos de interpretación y en las expectativas modernas de la construcción de la nación en donde las élites criollas o burguesas son las que hablan por el subalterno, manteniendo las estructuras de margi nación propias de las teorías, y con stru ccio n es social es d e las id eologías qu e c riti can.

En su libro de 1983 Elementary Aspects of Peasant Insurgency, Cuha critica la parcialidad de los historiadores que, en su registro de los hechos, privilegian aquellos movimientos insurgentes que disponen de agendas escritas y programas polí ticos teóricamente elaborados. Tal insistencia en la escritura, anota Cuha, delata el prejuicio de las élites nacionales y extranjeras que construyeron la historiografia sudasiática. ' G

La necesidad de renovar las perspectivas de consideración de las realidades marginadas, y/o sometidas por el imaginario burgués o marxista, convierte en apremiante la puesta en cuestión de los procesos de construcción de las realidades socioculturales a través del lente de interés de las élites nacionales. El reto de Said, asentado, entre

14 Raúl Rod rígll cz Freire, en su tex lo .N%s sobre 111 irlSlllgmcil1 rrmdhnil:l1. l'IcJ/.7Itl1ción a "[//111 peqw'ria his/oria de 105 Erllldios SlIbalternos" de Dipcsh Chakrabarty, 110S cuenta de la sigui enle manera los inicios de di cho gruJlo: "a fin a les de la década del se tcnla UII grupo ele jóvencs histori aclo res del sur ele Asia, cn llf,mnado por Shahid Amin , David :\rnold . Partha Chattcrjce, David Ha rcl iman y Gyancndra Pandey, manl uvieron una sc ri e de reuniones en S IlSSCX, Inglate rra. con el erudito ma rxista Ranaj it G llha l .. . ] El obje ti vo dt' estos encuentros era logra r un ac ueruo sohre la constitución de una af(t' nda radical pa ra la hi sluria de la India que reconociera l ... ]Ia centralidad de los grupos suho rdinados y que corrigiera a l sesgo e1 ili sta d e la mayo rí a de los escril os que se produ cían a l respecto." En lint· a. Di spo ni ble en: http:// www.desd asificación.Drg/ pdflNotas_insurgcncia_acadenli ca.pdf [Frcha de consulta: OJ/ W, / OB] p . 9. (I'I a re mos uso d e la p ag in ac ión co n la qu e c ue nt a e l d uc um e nt o e n c uest ió n] 15 G ruJlo La tinoall1('ricano de Estudios Subalte rno,. " rvlanifi cs to Inaugura l". [En Línea] . Disponible en: htlp:/ 1Ivv.'w. ensayistas.org/clitica/ teo ria/cas tro/mani fi(,s lo .h tm [Fcc ha de consulta: 07/0:S/01l] It; "Manifies lo Inaugu ra l. ..

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otras, en la perspec tiva de Raymond \Villi ams, según la cua l ha de alcanzarse "el desafmhendimiento del espbitu inherente de dominación» (Said 2007, p.54), propio de la dinámica de los procesos del conocimiento occidental, encontrará en la serie ,S'ubaltem Sludies un asidero dinámico. D esde el primer párrafo del prefacio al primer vo lumen de la serie SubaÜern Studies, Ranajit Guha (1997a) ponía de manifiesto el o~j etivo

fundamental:

El propósiLO de la presen te co lección de ensayos, la p rimera de una se ri e, es promover una di scusión sistemática e informada sobre temas de la subalternidad en el campo de los estudios surasiáticos, para así rectificar la inclinación elitista característi ca de gran parte de la investigación y del trabajo académico en esta área parti cular. (p.23)

y es que la hi storiografía sobre la India padecía, cualqui era qu e fu era la ideología de interp re tación, de un intensiílcado furor hacia la puesta en escena de las historias de personajes de las élitcs indias, obviando así a los movimientos campesin os que sólo se mostraban como masa dirigida por esta élite. Esta subsunción de los subalternos al p rotagonismo de la éli te era la perspec tiva que la hi storiog rafi a india mostraba generalmente . En su ensayo Sobre Algunos AsjJectos de la Histon:ogrq/la Colonial de la i ndia, Guha denuncia el eli tecentrismo historiográfi co, ya sea ditisll/o colonialista o el elitismo burgués nacionalista, pues ambas tienen en común la idea de q ue "la construcción de la nación india y el desarrollo de la conciencia que moldeó este proceso -el nacionalismo-, fueron logros exclusiva y predominantemente de élite." (1997 b, p. 25) . Esta hi storiografla de {~ Ii te hace man ifiesta en su dinámica un límite egolátrico ya que "lo que no puede hacer [ .. . ] una escritura hi stóri ca de este tipo, es expli carnos el nacionalismo indio, ya que no reconoce, y menos interpreta, la contribución del pueblo Ijar sí mismo, es clecil~ illrle/JendlenlelllenLe de la éÜle, a la lórm ación y d esarro llo de es te nacionali smo. " (Guha 199 7b, p .2 7)

La crítica fundam ental del grupo de la serie Subaltan Studie:; l" gi ra

17 Sobre C, la sn ie nos CllllH'llla \kllillo (20ll8 ): '· Diri)(ido por R a llajil Cu ha, la publicaci,'," dl' l p rillw!"

volumen d" los Suballel'll S I lidi es 1"11 19B3 ha de sn cOllsider"da. sill duda. COIII O (111'0 t il· I,IS nl(llllCIIIt),S

decisivos CIl la cOll fi gllrac i'·"l de los " slt ldios poslcoloniales," (¡¡. H.'! )

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fundamentalmente alrededor de esta denuncia promulgada por Guha. Esta primera denuncia, acerca de la ceguera ideológica que impide lograr ver el aporte del pueblo sobre los procesos de independencia y liberación colonialista, una especie de ceguera epistémica, se asemeja a la denuncia hecha por Said en relación a la construcción occidentalizante de Oriente. Frente a esta dinámica discriminante de la historiografia de la élite, se vuelve fundamental recoger el aporte de los grupos subalternos desdeñado por la élite. Para lograrlo se instaura la exigencia de que

la historiografia elitista debe ser resueltamente combatida mediante un discurso alternativo basado tanto en el rechazo al monismo espurio y ahistórico característico de su visión del nacionalismo indio, como en el reconocimiento de la coexistencia e interacción entre ambos dóminios políticos, el de la élite y el del subalterno. (Guha 1997b, p.31)

Las lu chas del subalterno han quedado fuera de los espacios de comprensión de la élite intelectual o política. La incapacidad para la reconstrucción del papel primordial jugado por los grupos subalternos gira principalmente en torno a la dificultad de rehacer la historia de dichos grupos debido a la ausencia de los testimonios escritos sobre los mismos o desde el subalterno. Sin embargo, para saltear esta dificultad, Guha no propone el abandono definitivo de la historiografia elitista ya que "pensamos realmente -afirma-, que en la práctica de la historiografia, aún los elitistas tienen algo que enseñarnos, así sea por medio de ejemplos negativos". (199 7b, p.3l)

Si la principal dificultad de los críticos tradicionales fue su pretensión de hablar por los grupos subalternos, anulándolos de esta manera, y a su vez, generando modos indirectos de sometimiento a través de la presunción de conocer los intereses del subalterno o a través de perspectivas abstractas y universalistas de interpretación, llegaba ahora el momento de arremeter contra este tipo de tradición que acalla a las alteridades. La crítica dirigida a los modos de representación que las élites elaboraron por medio de su papel de hablar por el subalterno, debía ser elaborada; para lograrla se vuelve de capital

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impo rta ncia " id entifl ca r la lógica de las di sto rsion es en la representación del subalterno por parte de la cultura ofi cial o eliti sta , y devela r la propia semióti ca social de las prácticas culturales"'H. El subalterno ignorado o abstraído de tal manera que desapa recía , paradójicamente, en los discursos de quienes pretendian su liberación '9,

es ahora problemati zado, puesto en escena y reconsiderado; esta vez no ya pa ra !zablar por el subalterno, sino pa ra escucha rlo, p a ra comprenderlo en sus porosas manifestaciones e inquietante fluidez identita ria .

En opinión de C uha, todos los saberes humanísticos, incluyendo la litera tura y la historiografia , fun cionaron en realidad como estrategias de subalternización en manos de élites educadas de la India. Son, como dijera Gayatri Spivak, narrativas esencialistas, sujetas todavía a las epistemologías coloniales, que ocultan las hibridaciones culturales, los espacios mixtos y las identidades transversas. (Castro Gómez 1999, p.83)

Para evitar este ocultamiento elitista del subal terno se volvía de suma importancia la reconstrucción de los aportes de los grupos subalternos a la historia de independencia de la India. Se hace necesario entonces una historiogra fí a que tenga, en palabras de Cuha, "el objeto de observar las huellas que ha dejado una vida subalterna a lo largo de su recorrido temporal"20. Se vuelve fundam ental leer de modo diferente la historiografia oficial, intentando auscultar las posibilidades que entrelíneas permite reconocer la voz del subalterno. Al respecto nos informa Dipesh Chakrabarty:

Al buscar una aproximación anti-elitista para escribir la historia, el proyecto tenía baste en común con la "historia desde abajo" iniciada por Christophcr Hill, E. P Thompson21, E.j. Hobsbawm y otros. Además tanto los Estudios Subalternos como la escuela de

18 "Manifi es tos Inaugll ral" ... 19 Al respecto a fi rma Cas tro Cúmcz (1 'l9:J): "las na rrativas anticolonialistas, con SlI juego d .. oposiciones entre los opresores y los oprimidos, los poelerosos y los desposeídos, el cent ro y la perift:ria , la civili zación y la ha rbari e, no habrían hecho utra cosa que re rorl.ar el sistema bi na rio ele catego rizaciunes vigente en los aparatos metropulitanos de p rod ucción del saber." (p.82) :10 Citado en Notas Job ,." /11 iIlJIII:W"'Ú" lIu/t!h"ira ... p.3 tt Histo ri ador miembro del g rupo ru nrlarl fll' del CCCS de Birmingha lll .

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la "historia desde abajo" eran de inspiración marxista; al intentar moverse más allá de las lecturas deterministas de Marx, ambas tenían una deuda intelectual con el comunista italiano Antonio Gramsci. La palabra "subalterno" en sí -y por supuesto el conocido concepto de "hegemonía", tan crítico para el proyecto teórico de Estudios Subalternos- nos devuelve a sus escritos. Como en las historias escritas por Thompson, Hobsbawm, Hill y otros, l!-Jtudios Subalternos también estaba interesado en "rescatar desde la condescendencia de la posteridad" el pasado de los grupos socialmenle subordinados de la India.

El propósito declarado de Estudios Subalternos era producir análisis histórico donde los grupos subalternos fueran vistos como los sujetos de la historia. 22

La anterior perspectiva nos pone en aviso de la problemática relación con los neomarxistas británicos quienes, aunque realizan una historia desde abajo, todavía no consideran de forma definitiva el interés por el protagonismo de los subalternos en la historia. Además, el grupo indio tomaba distancia del marxismo debido a su opción por no considerar la perspectiva de la historia de los subalternos a partir de los lineamientos de la historia económica del capital, de la cual todavía padecían los británicos. 23 De todos modos, vemos aquí una vinculación directa con los aportes de la historia desarrollada por los miembros de los estudios culturales británicos. Esta referencia de Chakrabarty nos permite reconocer un vínculo, por lo menos de lecturas, entre el grupo de los l!.studios Subalternos y los ingleses, las cuales avanzan nuevas propuestas y posturas en la configuración de la historia desde la perspectiva de las clases populares. Alejados de las expectativas historiográficas de la construcción colonialista de la nación y el nacionalismo elitista, el objetivo era reconstruir la historia

11 Chakrabarty, Dipcsh. "Una pequeña hi stori a de los Estudios Subal!"rJlos'" I En linea). Disponible en: http / / \Vww.desclasilicacion ,org/ptlf/ Estllclios_SlIbalternos..,_u/u20· l'rad_rau l_rodriguez.pclf I Fecha de consulta: 03 / 0:) / 08] p. !l [En adelante hacemos uso de la paginación presente en el documento en Iíneal 1:1 "La hi storiogralía subaltcrni sta necesariamente supuso (a) una separación relati va de la hi storia del pocler desde cualquier historia universalista del capital, (b) una crítica de la forma de la nación y (e) una itll('rrogac ión de las relaciones en tre poder y conocimiento (por lo tan to, del archivo en sí y de la historia COlllO una forma de conocimiento) En esta diferencia se instala una nueva manera d,' Worizar la agenda intelectual para las hi sto rias postcolo niales". Chakrabany, "U lla pcquelia hi sto ria ... pp.8-9

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del subalterno a partir de sus propias -con todo lo desorganizadas, asi stemáticas y acéfa las que se quiera- expectativas y protagonismos.

D e es ta man e ra, criti cand o tanto el hi sto ri cism o com o e l Eu roce ntri smo y usando es ta críti ca pa ra interrogar la idea de nación, por un lado, enfa ti zando la propi edades textua les de los docum entos de a rchivo , al considera r la representación como un aspecto de las relaciones de poder entre la élite y los subalternos, por o tro, C uh a y sus colegas se ha n movido m ás a ll á de los supuestos que guiaron la "histori a desde abaj o" realizada por la hi storiogra fí a ma rxista inglesa. Desde un comi enzo, Estudios Subalternos se posesionó sobre un terreno no o rtodoxo de la izquierda ... había también una gran simpatía con los prim eros trabajos de f Ollcault, lo que se percibe sobre todo en la manera en que los escritos de C uha plantearon la cuestión del saber­p ode r, "¿qué so n los a rchivos y có m o son producid os?":! !

Los aportes de Cuha, desde la hi sto ri a, a la conllguración de los estudios subaltern os fu eron de vital importancia en la apertura a la escucha de la voz del o tro y pa ra el reconocimi ento de la la bor política, bastante activa, llevada a cabo por los subal ternos. El objetivo de este auto r, y de aquellos o tros vinculados con el proyecto, fue el "de devolver la voz a las clases indígenas subalternas y contribuir así a la deconstrucción del di scurso coloni al estructurado a partir de la visión eurocéntri ca de la historia." (Millón 2008 , p.87)

1.2.3. Gayatri Spivak: ¿Puede hablar el subalterno?

La académi ca proveniente de la in dia, C ayatri Ch . Spivak~\ se convertirá también en pi eza clave, por un lado, en la continuación y revisión de las propuestas de Said y el grupo ,)ubaltern Studies, y en el continuo alejamiento de las teorías anticolonialistas occidcntalizadas, por otro:

14 Chakrab;\rl Y, ·· Una peq lle );a bi slo ri a ... p.1 ') 1.\ "Gayatri Spi va k nac ió ,:1, Calcill a , Ilc- ng al o .. c icl e nl a l, rI 24 de fi 'bre ro d ... 1<)42. cn el Sf" IlO eJe ull a familia "ck c1as,' Jll cdi a nWI mpolil a Jl a ·' 1 ... 1 v b,,, ·(" parte· de 1;\ prill1, ... a gell eració ll ele ill l<'ieclu, ¡J,·S in el i", ricl pe riodo pos- in lkpe nrl c nc ia. ' · INo la iJl In>c1l1 c toria d .. S" nli a.c;Cl (; ira ldn a S pi vak :W(J:!, 1'.2<)7 )

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Los teóricos postcoloniales comienzan a ver que la gramática misma de la modernidad -desde la cual se articularon todas las narrativas anticolonialistas- se hallaba vinculada esencialmente a las prácticas totalizan tes del colonialismo europeo. La pensadora india Gayatri Spivak está convencida de que entre las técnicas de producción del conocimiento moderno y las estrategias coloniales de poder, no existe una relación de exterioridad [ ... ] Siguiendo las tesis deJaques Derrida, Spivak afirma que ningún discurso de diagnóstico social puede trascender las estructuras homogenizantes del conocimiento moderno. [por lo tanto,] el papel de una crítica al colonialismo no es representar la voz de los "condenados de la tierra" como pretendían las narrativas anticoloniali stas de los años anteriores. (Castro-Gómez 1999, p.SI )

Este modo de comprender las limi tantes de los discursos anticolonialistas, todavía sometidos a la seducción epistemológica de los modos de comprensión occidentales, será e! tono común de las nuevas propuestas postcoloniales. La nueva crítica hará énfasis en los problemas de la representación de las alteridades no occidentales por el pensamiento aprehensor occidental. Las nuevas propuestas postcoloniales ponen el énfas is en las trampas codificado ras y decodificadoras del ethos epistemológico eurocéntrico.

En el caso de Spivak, el filósofo francésJacques Derrida será quien le orrezca las perspectivas teóricas pertinentes para el proceso de deconstrucción del pensamiento colonialista occidental. Es más, bástenos seí'íalar que el texto, ya clásico de Spivak, ('Puede hablar el subalterno?, es, por una parte, una especie de apología, aunque ella lo niegue, de las propuesta de Derrida y, además, una denuncia al coloniali smo subrepticio todavía presente en e! discurso de Michel Foucault. 2G La elección teórica por Derrida se sustenta en el interés presente en Spivak por denunciar el proyecto de los Subaltern Studies, el cual pretende convertir al subalterno en sujeto de la historia. Esto se vuelve problemático porque e! sujeto es un producto de! pensamiento hegemónico colonialista de occidente y, por lo tanto, pretender que

11; '1,1(\" la Incna panl' de >tI l('xll) "bar'ca dicha discusión. erro Spivak 2003, pp. 334-33fl.

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el subalterno se convierta en su:jeto sena análogo al proceso de asimilación c ultural elaborado por occidente, en donde el otro só lo pu ed e convertirse en un otro reconocido a partir de la reducción de éste a l cmpoderado e imperialista sujeto mode rno. D ebido a es ta consecuencia es que Spivak arremete contra Foucault27 • Las propuestas de Derrida, por su parte, son, según la a utora , la mejor es tra tegia para la problemati zación post-colonial de la p ertinente pregunta (puede hablar el subalterno? Se elige a D errida porque "es menos peligroso cuando [ ... 1 entendemos que el intelectual del primer mundo [se] disfraza de no-representante a usente que permite que los oprimidos hablen por sí mismo" (Spivak 2003 , p.335); además, "él articu la la tendencia del Suj eto europeo a constituir al Otro como marginal al etnocentrismo y localiza La] ese como el problema d e todos los empeí'íos logocéntricos" (p. 337). Por otro lado, "es en interés de tales precauciones que D errida no apela a 'permitir al otro(s) habla r por sí mismo' sino que más bien acude a un 'recurso' o 'llama' a l 'cuasi­otro' .. . a 'volver delirante esa voz interior que es la voz del otro en nosotros'" (Spivak 2003, p. 337-338).

Todo lo anterior presupone la respuesta a la pregunta en cuestión: "el sub a lte rno no puede h ab lar" . (Spivak 2003, p . 362)

La intervención de Spivak estaba destinada a revelar detrás de la buena fe del intelectual [por ello la crítica a l diálogo entre Foucault y D eleuze] solidario o "comprometido" el trazo de una construcción literaria colonial o neo-colonial de un "otro" con el cual podemos "hablar" (que habla con noso tros), suavizando nuestra angusti a ante la realidad d e la dife rencia (y del antagonismo) y afirm ando la naturalidad de nuestra situación

li Aclaremos que Spivak se refiere fundamenta lmente a l di á logo que Foucault y Deleuze sos ti ,,,wn, y en el cua l se afirm a quc el suba lt erno no neces ita ser representando po r un intclt-c:tual, ya que estos (homosexuales, enrermos, I-Jli sioncros, etc,) han buscado sus propias maneras "Ir se r escuchados a l hablar: ''[Deleuzc: ] Para nosotros el intelectual teórico ha dejado de se r un suj eto, una concicncia rcpn'S(' nt ant" o represcnta tiva, lns que actúan han de jado dc se r representados (",]" tH)ucau lt 1992, p, 7B), " [I:()u('au!t :) lo que los intelectua les han descub ie rto después de la avalan cha rec iente, es que las masas li D tienen necesidad de el los pa ra sabe r; saben claramente, perreclamente, mucho mejor 'Iuc ell os; )' lo a firman extrt>madamentc bien." (Fouc:1ult 1992, p, 79), Para Spivak este tipo de afirmaciones ocultan un llIodo de "subjetivar al suba lterno, supo niendo que los 0plim idos pueden conocer y hablar po r sí mislllos, Esto I'e introcluce a l suj eto constitutivo l .. ,]" (Spivak 2003 , p.31 5), elabo rado POI" la cpisteme Illoderna , Si bien esto no pre tende se r una exp li cac ión de la compleja propues ta de Spivak, nos da una idea dc la problemáti ca introducida por ell a,

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de recepción l ... J 1"\10 ayuaa Laill¡JULU ~jU\.- este sUjeto venga envuelto ahora en un rop~je de teoría posestructuralista de última moda, porque, como señala Spivak, " las invocaciones contemporáneas de la "economía libidinal" y del deseo como interés determinante, combinadas con la política utilitaria de los oprimidos (bajo el dominio del capital socializado) 'hablando por sí mismos', restauran la categoría de sLueto soberano dentro de la teoría que más parece cuestionar esta categoría" (Beverly 2002 , p.17-18)

La problematización de la' buena voluntad de quienes llevan a cabo el proceso de reconstrucción de la historia del subalterno se convierte en el primer llamado de atención de Spivak hacia los estudios subalternos. Esta crítica está inmersa en el horizonte de la crítica postcolonial a los modos occidentales de construir conocimiento.

Pero Spivak no es ingenua al pensar que la tarea propuesta por el grupo Subaltern Studies se agote con la crítica que el mismo occidente ha ofrecido para comprender su manera particular de elaborar conocimiento. Si bien occidente ha elaborado un antihumanismo que arremete contra el Slf}eto fuerte, el sujeto soberano, que representa a la alteridad desde un Sí Mismo que aniqui la toda diferencia, esto es válido fundamentalmente para la academia occidental que arremete contra sus propias formas de poder. Gayatri Spivak es consciente que el proyecto de SubaLtern Studies intenta reivindicar al subalterno como su:jellJ de la historia. Esto implica una esencialización del subalterno. Pero Spivak, como dijimos, no es ingenua, y, para ella, si uno de los proyecto desarrollados en las academias occidentales gira alrededor de la crítica de este sujeto, en el grupo indio esta crítica se manifiesta estratégicamente como una oportunidad de uso empoderante de la categoría de sujeto:

Leyendo el trabajo de los Estudios de la Subalternidad desde adentro, pero a contrapelo, sugeriría que existen elementos en su texto que justifican la lectura de su proyecto de recuperación de la conciencia de los subalternos como un intento de desmontar esta metalepsis historiográfica masiva y "situar" al efecto del

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suje to como subalterno. Habría que leerlo, entonces, como un uso estm/~f!,ico del esencialismo posiLivista en a ras de un inte rés politico escrupulosamente visible. r ... ] A su vez, esto ks permitiría lIsar la fuerza crítica dd anti-humanismo y compartir al mismo tiempo su paradoja constitutiva, a sabe r, qu e e l mom ento ese n ciali zador, el objeto d e su c ríti ca, es irredu c tibl e .28

El uso estratégico de la csencialización del subalterno, si bien manifiesta la continuación del sometimiento colonial, puede decirse quc es un momento político de su proceso de liberación -lo cual nos pe rmitiría comprender el hecho de que a la pregunta de (Puede hablar el subalterno? ella responda que no, pues el subalterno no tiene ninguna autoridad para ser escuchado , tampoco pertenece a alguna institución que avale su discurso. ¿Qué queda entonces? Queda la «estrategia» de hablar por él, de mostrar su protagonism o como sujeto de su hi stori a para visibiliza rlo , pa ra mostra r que está ahí y ha sido parte de una historia que le niega su lugar, que ni ega su protagonismo. Este será el resultado del esenciali smo estra tégico : "Es en esa vena que leo él

los E studios de la Subalte rnida d, a contrapelo el e sí mi smos, proponiendo que su propia subalternidad , a l a legar una posición­de-sujeto positiva pa ra el subalterno, podría re-inscribirse como una estratet,J}a para nuestros tiempos. " 29

Es por esto que Spivak alega que el trabajo del grupo no puede cae r irreflexivamente en la crítica al sujeto soberano que el antihumanismo occidental desarrolla. Y es que el subalterno no puede ser escuchado o representado si no es por la es tra tegia esenciali sta m encionada. Para Spivak "el discurso de la conciencia unifi cada del subalterno debe habitar la estrategia de los historiadores, así co mo el discurso del sujeto micrologizaelo o "situado" debe m a rca r el de los anli­humanistas al otro lado de la división internacional del tra bajo.":w Con esta idea Spivak avala las posibilidades que ofrece la críti ca a l sujeto occidental, mientras reconoce el uso estratégico del esencialismo de los historiadores indios, y todo ello rara una especie de equilibrio

2H Spivak, Gayalri. "Estudios de la Subaltnnic\ac\ : Dl'conslrll )'t'l ld" I ~ Hi >lu ri og l'a!ia ." lEn lín""J Disponible en: htqJ:/ / www.chulnnalll as.edll. pclrno( \¡do / lIpluad /spi\.a.k.p&i.I·;·¡:\¡adl.coll. "ll a: (J:) / W¡ / lJlq :1\1 "Estudios de la Subalt e rnidad . . . 3(1 "Estudios de la SlIbaltl, rniclaJ .. .

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de fuerzas a través de las estrategias de fortalecimiento del sujeto subalterno en contraposición al debilitamiento del sujeto fuerte occidental.

En un sintético artículo acerca de las propuestas teóricas de Gayatri Spivak, Consuelo Rubio, nos ofrece la siguiente interpretación referida al uso estratégico del esencialismo, al cual nos hemos referido:

Las (des)lecturas deconstructivas de la historiografia de la India y de otros países del Tercer Mundo que este grupo de historiadores propone, ejemplifican lo que Spivak llama un "uso estratégico de las esencias como un eslogan o palabra-fetiche, por ejemplo mujer o trabajador", siendo este empleo "consciente por parte de los que se movilizan" . Desde una posición estructural ajena a la institución académica estadounidense, los subalternistas, para quienes las opiniones de Spivak -que dice contarse entre ellos- resultan "demasiado estadounidenses", han desafiado el dogma antiesencialista que se predica en las universidades occidentales. Desde los márgenes, pues, han intentado fabricar identidades nacionales "estratégicamente esencialistas" que se convierten en armas políticas [ ... p'

Gayatri Spivak expone una segunda crítica, al grupo de estudios subalternos, muy apegada a las consecuencias de la anterior. Ella denunciará el androcentrismo de la crítica subalterna. Spivak reclamará al grupo la ausencia de las cuestiones sobre género y, por ende, la consideración de la subalternidad femenina como eje fundamental de toda visión antihegemónica del grupo. Así nos lo refiere Chakrabarty, miembro importante del grupo:

El ensayo de Spivak [Deconstructing Historiography, que aparece en el sexto volumen de la edición de SubaLtern Studies, en 1986] y la r-cseña de Rosalind O'Hanlon (1988) publicada en la misma fecha constituyeron dos importantes críticas a Estudios Subalternos

:11 Rubio, Consuelo. "Poslcolonialismo y deconslrucción: el pellsamiento reminisla de Gayalri Spivak." [En lím·a] Disponible ('n : hllp :/ / wwwallimsclmagnanilll .com/dcbalsI7G/cspais03.hll11 [Fecha de consulla: 03/0V08]

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que han impactado se ri amente la trayectoria intelectual del proyecto. Tanto Spivak como O'Hanlon, señalaron la ausencia del género en los trabajos de Estudios Subalternos. Ellas también han hecho una crítica fundamental a la orientación teórica del proyecto al señalar que la hi storiografia subalternista operó con la idea del suj eto -" la de hacer del subalterno el constructor de su propio destino"- que no ha peleado en absoluto con la crítica de la mi sma noción de sujeto que ha sido montada por los pensadores estructuralistas. 3~

Spivak critica al grupo el olvido del más subalterno de los subalternos: la mujer. Ésta es frecuentemente invisibilizada por medio de la atención primordial al subalterno masculino que se compromete con las luchas revolucionarias de modo más directo. Este olvido es una trampa para el grupo. La mujer "es el sintagma olvidado en la semiosis de la subalternidad de la insurrección"33 , y esta ha sido la dinámica seguida por el grupo y que Spivak denunciaY

Precauciones del uso absolutizante del sujeto, combinado con el reconocimiento del uso estratégico del mismo, constituyen el primer llamado de atención de Spivak a los estudios de la subalternidad. La consideración de la mujer, como el subalterno de la subalternidad (pues, "bajo determinadas condiciones, e l ser mujer agrava la subalternidad, convierte en quien la padece en el subalterno del subalterno"3:,) se convierte en el segundo de estos llamados de atención. Es en estos dos ejes en los cuales puede ubicarse el aporte fundamental de Spivak a los estudios subalternos.

n Chakrahorty, "Una peque'la hisloria ... 1'.20 :n Spivak, Gayalri. " EsIUd ios de la Suhalinnidad ... :11 En su breve art ículo tilulado " Más all á c!t·II'"scolonialislIlo. COlllra la suhaiternidad", Marta S~garra afirma: "por no habn l" nido [el Grupo de los ESludios SubahnnosJ en cuenla la sexuaciólI de la subalternidad: la direrencia sexual St· borra cuando se rclkxiona sub re ésta y las mujeres quedan relegadas a la sombra dd lado oscuro , ("llnV<" rlidas <,n la suhahnnidad de: los su hallemos. Gaya lri Spivak hizo connuir la Ico ría posl("olunial <"on la rcminista . qu e- habían transcurrido por caminos parale los pero sin llegar a cruzarse ¡ ... ¡" ¡ En lillcal Di sponible ,:n: hltp :/ /wwlV.ddooss .()rg / art ic ulo s /cntrevistas/C;ayalri_Chakravony.hllll [h'd1a de consulla : 03 / 05 / (8) 3~, Manuel Asensi. " En ln~vi s la a (;ayalri Chakravon y Spi vak ." [En IíneaJ Di sponible en: hnp:/ /www.ddooss.org/ a nicul os hlllrevislas/C"yalri_C hakravorty.hlm [Fccha de consulla: 03/U5/08J Millón (20UB) agrega á l respeClO: "lo quc Spivak quierr decir es quc la mujer no uccidenlal , subalterna CIll/"(' los suballe rnus, ha sido es(" rila y rCeSnil:l la nlO por las so("iedades palria rca les loca les COl1l0 por el imperialismo (Orienla li smo. pcro 1<lllliJi¿'n felllini smu) occ idelllal sin hab..,. alca llzadojalllús el rslalus de ulla plena subjelividad aUlÓIlOllla ." \1'.82)

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1.2.4. HOnll Bhabha: aportes al debate postcolonial

El intelectual, nacido en Bombay, Homi Bhabha es otro de los representantes insign es de la teoría postcolonial. Su trabajo académico lo desarrolla en Estados Unidos. Sus propuestas teóricas giran fundamentalmente en torno a la crítica del discurso colonial3G , lo cual lo ubica en la línea de la teoría postcolonial abierta por Said37 ,

y todo lo que ello conlleva: los modos de representación, las formas de resistencia y negociaciones entre las culturas en contacto, la superación de las categorías bin,arias de la crítica anticolonial, muchas veces cómplice, sin ser cons~iente de elloos , de lo criticado.

La renovación teórica en el discurso postcolonial le debe a Bhabha muchas de las más innovadoras y complejas posiciones especulativas contemporáneas. Y es que esta renovación toma sentido en medio de las nuevas realidades de movilidad humana propias de la segunda mitad del siglo XX. El proceso migratorio hace necesario elaborar propuestas alternativas que nos permitan reconocer las nuevas dinámicas identitarias del presente, pero también las del pasado. En su mús famoso texto, El lugar de la cultura, Bhabha establece esta nueva situ acionalidad hi stór ica de los movimi entos migratorios:

La demografia del nuevo internacionalismo es la historia de la migración postcolonial, las narrativas de la diáspora cultural y política, los desplazamientos sociales mayores de campesinos y

:\1; Para un análi.,is cid aport~ de Bhabha a la crítica de los discursos co loniales consultar Mdlino 2008, pp.70-UI . :li El inl1ujo de Edward Said en la configuración teó ri ca de: Homi Bhabha no es del todo directa. Las pe rspectivas de Bhabha van m<Ís alb de los análisis de Said, sin \:mbargo el hori zonte interpretativo es bastante coincideJ1lc. Es más, Homi Bhabha y WJ. Mitchell (2006) se dieron a la tarea de reconocer el aporte eh:- Said a la teoría cTÍ tica contemporánea, el resultado de ello fu e el texto Edwnrr/ Said. COlllill/f(Jllrlo 1" rOIl1:¡,rSacióll. En dicho texto Ram~ it Guha y Gayatri Spivak participan del homen,~e postmortcm hecho a Sa itl , lo c ua l les vinc ul a íntimamente e n sus int ereses teó ri cos p as ten lonia lcs. :\tI En su texto El compromisu COIl 1.([ I<'llTín, Bhabha (:.1007) hace lI1 anili~s to el peligro ele la mísma teoría nítica en su pretensión de hablar por y respecto al "otro": "El Otro es cítado, enllla rcado, iluminado, recuhierto en la est rategia plano/comraplallo de una iluminación sedal. La narrativa y la política cultural de la diferencia se vuelven el círcu lo c~ rrado de la interpretación. El Otro pierde su poder dc sign ili cu l; de negar, de iniciar su deseo hi stórico, de es tab lecer su propio discurso ínstitucional y oposicional. Por impecablemente conocido que pueda ser el contenido de una cultura "ot ra " , y por más a nti­e tnocén tri camente represent'ada que esté, es su ubicación como la clausu ra de g randes tcorías, la demanda oe q ue, en términos analí ti cos, sea siempre el buen o hjeto de conocimiento, (;'1 cuerpo dóci l de la di ferencia, lo quc reproduce una relación de domill ación, y es el moti vo de recusación del poder institllcional de la teo ría crítica." (p.S:l)

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comunidades aborígenes, la poética del exilio , la prosa tétri ca de los refugiados políticos y económicos, Es en es te sentido que el borde llega a ser el lu gar desde el cual a lgo co mi enza su presenciamiento r" ,J en un movimiento q ue no es diferente de la articulación ambulatoria, ambivalente del más a ll á que yo he bosquejado , (Citado en Roj o, Grínor et al. 2003, p , l 03)

Los aporles de Homi Bhabha a los estudios postcoloniales representan un re to inte rpre ta tivo ante las catego rías tradi cionales d e "eman ci pación" y "resistencia", contex tu alizado en las nu evas realidades de migración que ha hecho posible la configuración de identidades transnacionales configuradas en espacios híbridos,]9 Bhabha considera que éstas no sólo se llevan a cabo de forma positiva, es decir, a través de acciones políticamente o comúnmente identificadas con prácticas de resistencia: una revolución , una huelga, elc. Para Bhabha, las prácticas de resistencias tambi én se desarrollan de maneras no transparentes, incluso en aquellas prácticas qu e podrían ser consideradas no emancipadoras, Para explicar esto el intelectual indio elabora una serie de categorías interpretativas a partir de las cuales desarrolla sus compl ejas propuestas, Entre estas categorías se encuentran las de ambivalencia, estereotipo, mimesis (o mími cra) e hibridación, Estos conceptos le permitirán a Bhabha desarrollar su complejo proyecto postcoloni al, el cua l co nsiste en la críti ca a

los mecanismos institucionales que produ cen representaciones del "otro" y lo proyectan como una entidad susceptible de se r ocultada por los cuscursos etnológicos, geográficos, antropológicos, hi storiográficos y lin g üíst icos de la m od ernid a d, T a les representaciones son vistas por Bhabh a com o la contmj)(lrte de aq uellas a uto-represe ntaciones europeas qu e postu laron al "H ombre" C01110 sede y origen del lenguaje y el sentido, (Castro Gómez 1999, p,82)

:1'1 Al respeclo nos dice BhabJ¡:¡: " Los rc Jlll"'¡Jtn> de cult ur;l' n~ci()nal('s J¡olllogé llt';,\ la Iransnlisié,n clJllS( 'nslIal o conup.1.lél ( I~ 11~H liciones hi~ t ()lif'(L-;, () la..; (ünll lni{ be l,,=, i-nucas OlgtU lira~ -rOln, fUJ)(lanlCl lt()~ I KI I'".\ (' l l '()nll)¡'uati\~Snln

cultural- se ('ncuentran en un plUllllldo I1'Y< :(;SO de i'l'c1dinición, J ¡¡ (X liosa extl \:lllosiclad dd nacionalismo "",bio pnwba que la idea rnism;¡ de una ident idad llacion;¡J pura, 'ptnicall1t' n tl' limpia', s"lo SI' plwlk' lograr n It'c1 ian le la Illue rte, lil eral y ligural i\'a, de los COI llp le jos clil rcl ' :jim icnlt.>s ,Ir- la historia y las 1'lllll[eraS cu lillrahnc!l[(' ronlingenlt:s dc la Ilaciollalidad IlIode l'll a , i\ (',, 1<' lado ,It- b psicosis dd rc¡yor pall;ó ¡ico, yn Cjuiem I)('nsa r <¡ue t'w'\;stt' una (~vi(k l lC i íl abn IlT1a( \{lIc11 ){l!.\ lIll sellli<!() In u ISI1<1ci( 1I 1cIJ y l ra(hlC' l ivo l ... ] <.\( ' la hiI Hil l('z e\{' I;L'i {'( JI'll I II Ü(!ac lt:s

imagimda'," (Cil .. do '.1\ Rojo, \. Iínor <:1 al. :2()03, 1'. 11)

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Para Homi Bhabha buena parte de los discursos coloniales tienen la finalidad de representar al colonizado por parte del colonizador. Si nos quedamos con esta perspectiva, además bastante tradicional por se r bin a ria (y a la cual ha sucumbido incluso la críti ca anticoloniali sta de izquierda), el otro sería, única y exclusivamente, el producto de la representación del colonizador, éste sería el agente activo y aquél una mera criatura pasiva de la representación. Sin embargo, para Bhabha en la representación elaborada por los di scursos hegemóni cos coloniales se desenvuelve una suspicaz ambivalencia, pues en la medida en que el colonizador representa al colonizado realiza, a su vez, la actividad de fijar su propia identidad, ya que el otro le ofrece una imagen negativa de sí mismo. ¿Todo esto en qué sentido? En la medida en que el colonizador elabora una imagen del otro, estereotipándolo ya sea como "degenerado" , "primitivo" , "incivilizado", etc., quien establece estos estereotipos hace manifiesta una especie de reconocimiento de sí en lo que el otro no es. El otro se convierte, entonces, tanto en objeto de desprecio (por ser inferior a quien le representa), como de deseo (pues sólo en esa m edida reafirma la image n d e sí). Para Bhabha

"La cuestión de la identificación [ ... ] no es nunca la afirmación de una identidad preestablecida", sino más bien, "la producción de una imagen de identidad y la transformación del sujeto al asumir esa imagen" [ ... ] La demanda de identificación es la de ser para otro, e implica que "la representación del suj eto se produce siempre en el orden diferenciador de la alteridad". Sólo a través del otro, pues, construye el sujeto su identidad y sitúa su deseo de la diferencia.+o

En esta construcción compleja de la representación del otro en los discursos coloniales es donde se hace evidente la ambivalencia idcntitaria de doble vía. El poder de representación no lo tiene sólo qui en enuncia (e n es te caso el colonizador), sino también el representado (colonizado) pues es la condición fundamental para que el primero se reconozca a sí mismo.

111 Vega, l\[;llía.José. "Homi Ilhabha." [En Iín~al Disponible en: http://turan.llc3m.cs/uc3m/inst/L<:;/apolo/ bhabha. hlml fJ'; :dm ct~ ('onsulta: 07/05/08]

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En todo proceso colonial de representación yace entonces un factor desestabilizan te intrínseco a las mismas fu erzas configurado ras del poder colonial. Para el caso de los es tereotipos, con los cua les el poder colonial representa al otro, Bhabha afirma que son "el sustituto que contiene el miedo del suj eto coloni al a la pérdida de la pureza racial o de la superioridad cul tural. De este modo [ ... ] el estereo tipo colonial proporcionaría al sujeto una sensación tranquilizadora de poder y control" :H De este modo el estereotipo sería la manifestación del temor qu e el colonizador tienen respecto al colonizado, por ello lo inferiori za y reafirm a una autoridad que, paulatinamente, se irá naturalizando. De algún modo en el estereotipo yace la resistencia no transparente del otro ante el colonizador, pues éste tem e a aquél.

Pero , una vez que las relaciones de poder qu edan es tablecidas compl~j amente, es decir de fo rma ambivalente, en el dominio colonial, el colonizador, a través de los procesos educativos, deseará que el otro asuma la cultura dominante. En es te sentido el co lon izado aprenderá muchos de los elementos que la educación del colonizador le proporcione. A este proceso de "asimilación" cultual del colonizado Bhabha lo ll ama "mimetismo" (cfr. Bhabha 2007, pp. lll-l 19) . La tendencia común es a considerar la mimesis como un elem ento de ali enación por parte del colonizado. Para Bhabha, empero , el mimetismo es una form a de resistencia estratégica. ¿Por qué? En la medida en que el colonizado asume los rasgos del colonizador, este invierte muchos de los valores, vi siones del mundo del colonizador, y los re-produce de una form a diversa, nueva, eliminando de un modo compl~jo la supuesta homogeneidad cultural pretendida por el colonizado r. En es ta re-formación d e los elem entos, qu e el colonizador pretende que asimile el colonizado, se evidencia una estrategia emancipadora, en donde los colonizados permiten el surgimiento de algo nuevo, el surgimiento de lo híbrido, y esto porque "el mimeti smo remeda la autoridad colonial en forma de presencia "parcial" e incompleta, y, de este modo, perturba el poder y desdibuja la diferencia en la que se fundamenta la autoridad él la que remeda":12 Para H omi Bhabha "el mimetismo es a la vez parecido y amenaza." (2007 , p. 1 13) De este modo revierte el influjo del poder y le agrega

41 \k¡?;a, MaJíaJo,('. "Homi Bhabha . . . '¡l "Holl1i Bhabha . ..

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algo de la particularidad del otro, evidenciándose una amenaza en dicho mimetismo. Como un ejemplo de esto Bhabha nos remite al proceso de evangelización que los misioneros llevaron a cabo anunciando la Palabra de Dios a los nativos. Los misioneros esperaban que la decodificación del menséÚe fuese similar a las expectativas de los misioneros mismos; sin embargo, los nativos establecieron relaciones diversas y divergentes del mensaj e profesado dando con ello lugar a nuevas confi guraciones del mensaje cri sti ano. Al respecto afirma Bhabha:

El proceso de traducción es la abertura de otro lugar político y cultural contencioso en d corazón de la representación colonial. Aquí la palabra de la autoridad divina es gravemente herida por la afirmación del signo indígena, y en la práctica misma de la dominación ellenguéÚ e del amo se vuelve híbrido : ni una cosa ni la otra. El imprevisible (a medias aquiescente, a medias opositor, nunca confiable) produce un problema irresoluble de diferencia cultural para la misma interpelación de la autoridad cultural colonial. [ . .. ] Ya no podía confiarse en que la Palabra transportara la verdad cuando era escrita o pronunciada en el mundo colonial por el misionero europeo. En consecuencia, hubo que buscar catequistas nativos, que tréÚeron consigo sus propias ambivalencias y contradicciones culturales y políticas, a menudo bCljo gran presión de sus familias y comunidades. (Bhabha 2007, p.54)

Debido a esto es que la cultura que surge en el lugar colonial ya no es la misma que la supuesta y aspirada por la "cultura madre", sino que ahora se ha convertido en un híbrido cultural, en una especie de re-significaciónH de la supuesta hegemonía colonial, posibilitada por las fronteras abiertas de cada confi guración cultural, debido al "entre-medio" de la cultura al que constantemente hace referencia Bhabha en sus escritos. Las estrategias de emancipación y resistencias desarrolladas por los nativos son bastante complej as. No puede establecerse una asimilación pura por parte de una cultura hacia

·I :l Para Ilhabha "Sólo cuando comprendemo~ que todas las proposiciones y si s t cma~ (' ulturales ('s tán cOllstruidos en es te espacio contradic torio y am bivalente de la enunciación, empezan los a comprender po r qUt' los reclamos jcrárqi,icos a la origi na lidad inherentc o 'pureza' de las culturas son insos tenibles, aun anles de recu rrir a las inslancias r Jl1Jlirica~ históricas que demuestran su hibridez." (2007, p.58)

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otra. Estos procesos pseudo-asimilativos tendrán siempre el carácter de ambigüedad, de no-pureza. 44

Bhabha supone que la autoridad colonial se asienta sobre la presunción de que la referencia discursiva es transparente, y de que existen reglas claras de reconocimiento cultural que delimitan el significado. Ahora bien, las interpretaciones e inscripciones de otras culturas empañan y confunden la claridad de las reglas. La autoridad colonial necesita subrayar las diferencias (ser blanco, ser europeo, ser francés, ser inglés, ser cristiano) para limitar y señalar las bases diferenciales de la autoridad, pero cada nuevo encuentro cultural puede originar un desplazamiento de esa autoridad, y, en la aproximación de Bhabha, todo desplazamiento de autoridad es indicio de que existe alguna forma de resistencia.45

En cada contacto cultural el "entre-medio" de la cultura hace factible la reconfiguración no sólo de la cultura dominada, sino también de los elementos en contacto propuestos por la cultura dominadora. Ese énfasis en las hibridaciones posibles en los espacios intersticiales de la cultura, se convierte en un énfasis fundamental de la teoría del intelectual indio. Por todo esto es que la supuesta tradición crítica ve con reojo las propuestas de Bhabha. Y es que considerar en medio de los supuestos casos de "alienación" cultural un signo de resistencia activa resulta muy difícil a partir de categorías binarias, por ello los conceptos de ambivalencia, híbrido y mimesis (o mími cra) son relevantes en las nuevas propuestas postcoloniales que intentan ir más allá de los esencialismos interpretativos de la crítica tradicional, pues para Bhabha "las culturas nunca son unitarias en sí mismas, ni simplemente dualistas en la relación del Yo y el Otro" . (Bhabha

2007, p.56) Bhabha ti ene bastante claro su aporte a la renovación de la crítica colonial. En sus palabras:

44 Este es el mismo argumento sostenido por Bhabha a l explicar las formas de construcción narrativa de la nación. Al respecto afirm a: "Esto [d proceso de conformación narrativa de la nación) convien e al familiar dios de dos caras Dano) en una fi gura de prodigiosa duplicidad que. inwst iga el espacio de la nación en el proceso de articulación de elementos: rlonde los significados pueden se r parciales porque están i" medin re.J, y la historia puede estar hecha a medias porque está en el proceso de se r hecha, y la imagen de la autoridad cu ltura l puede ser ambivalente porque está atrapada , inciertamente, en el ano de "componer" una imagen poderosa". Bhabha, Homi. "Narrando la nación." [En línea) Disponible en: hltp:1 Iwww.cholonautas.edu.pe / modulo/ upload / H .. I..20Bhabha.pdf (Fecha dc consulta: 07/0S/O!!) 45 Vega, MaríaJosé. "Homi Bhabha ."

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En mi propia obra desarrollé el concepto de hibridez para describir la construcción de la autoridad cultural en condiciones de antagonismo o inequidad política. Las estrategias de hibridación revelan un movimiento de extrañamiento en la inscripción "autorizada" y hasta autoritaria del signo cultural. Cuando el precepto intenta objetivarse como un conocimiento generalizado o una práctica normalizadora hegemónica, la estrategia o discurso híbrido abre un espacio de negociación donde el poder es desigual pero su articulación puede ser equívoca. Dicha negociación no es ni asimilación ni colaboración, y hace posible el surgimiento de una agencia "intersticial" que rechaza la representación binaria del antagonismo social. (Bhabha 2003, p.l03)

Es indudable la perspicacia del análisis elaborado por Bhabha. El otro no es sólo la representación del dominador. En dicha representación se hace manifiesto el poder desigual del otro y la negociación entre identidades, la ca-referencia identitaria. Por otro lado, la imposición cultural no es tan transparente como la tradición crítica lo ha considerado frecuentemente. Las posibilidades de re­significar los códigos impuestos son formas de negociación de lo cultural. L1. imposición cultural no es tan pura como se había pensado; el otro mantiene una actitud activa en el proceso de inserción de elementos culturales impuestos. En todo esto se nos hace un llamado a la revisión de nuestras categorías de análisis y nuestros esfuerzos interpretativos.

Edward Said, Ranajit Guha, G. Spivak y Homi Bhabha, son los principales pilares del campo de los estudios subalternos y postcoloniales. Las propuestas de estos intelectuales representan . significativos aportes en la problematización de los esquemas interpretativos impuestos por la academia occidental. La relevancia de sus perspectivas de interpretación gira alrededor de la posibilidad de enfrentarse con puntos de vistas alternativos a la documentación histórica colonial y a las dinámicas postcoloniales. Dichos intelectuales ofrecen herramientas valiosas con las cuales poder auscultar los aportes , procesos contrahegemónicos y de resistencia que los subalternos han mantenido en medio de las situaciones coloniales.

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Lo anteriormente expuesto no ha pretendido, de ninguna manera, se r exhaustivo, más bien ha sido un intento por presenta r introductoriamente las vertientes teóricas poscoloniales y subalternas qu e pued e n in sp ira r nu estra labo r políti co -acad émica.

1.3. ¿Qué son los estudios culturales? Una respuesta compleja

Si hasta ahora hernos desarrollado las perspectivas teóricas de cada uno de los grupos que conforman el entramado de los es tudios culturales, no hemos todavía respondido a la pregunta acerca de qué son los estuclios culturales. Tanto la escuela de Birmingham, el grupo erigido alrededor de Subaltern Studies y la teoría postcolonial, nos han permitido ace rca rnos a los complejos modos de hacer es tudios culturales. Diferentes énfasis que surgen según los contextos de investigación, los objetos-sujetos de estudios, y las tracliciones teóri cas a las cuales se adscriben , otorgan una identidad fluida y particular a cada configuración discursiva que surge en el amplio marco de los estudios culturales.

Se nos vuelve urgente entonces intentar dar respuesta a una pregunta fundam ental c'QJié son los estudios culturales? A pa rtir de lo que hasta aquí hemos desarrollado no podemos vincular la respuesta a un punto de origen en el tiempo. Y es to todavía se reiterará mejor cuando nos introduzcamos al impacto, influjo y contrapropuestas que los estuclios culturales han tenido en Latinoamérica. No podemos vincularlo tampoco a una generación en específico. Por lo tanto, para responder a esta fundamental pregunta debemos recurrir a una estrategia diferente. No podemos establecer una definición unívoca de los estuclios culturales. Lo único que podemos ofrecer, para hacer justicia a la dinámica de apertura teórica que mantienen los estudios culturales, es un inventario de las principales características que le otorgan un modo peculiar y cliferente, frente a las disciplinas instituidas, de plantear y efectuar sus inves tigaciones.~G La respues ta será,

4ti Al r"'pec to afil'lllan Catalina Cast illón y C ristian Santiháiicz (2005), que los estudios culturales "naccn en d seno de una incomodidad intelcc tual [ . .. ) idett tifi ca[nj o reprt'se nta[nj un ma lestar acadl'rnico respl·l·to (]¡o I modo t" n que las ciencias enca ran la explicación de la realidad soc ia l co ntclllpo l·únea . Es un ' malestar qUt~ ti enen doble cara ele J a no: obse lva hacia fu era d e nunciando la in capacidad de las disciplin as trad icionaks en refl ex io nar sobre la cultura, y o bse rva hacia dentro mostrando ta nto la incomodidad epistemológica quc k s d iti cu lt a el despegup definitivo como a ltern a ti va rcOpxiva [ .. . ]" (p. 17 ~

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entonces, abierta. Aunque quizás podríamos, antes de introducirnos a la tarea propuesta, iluminar un poco el camino con las palabras de FredricJameson:

También debería decir, en contra de las definiciones (a Adorno le gustaba recordarnos el rechazo de Nietzsche por el intento de definir los fenómenos históricos como tales), que creo que de alguna manera ya sabemos qué son los Estudios Culturales; y que "definirlos" implica descartar lo que no es, extrayendo la arcilla superflua de la estatua que emerge, trazando un límite a partir de una percepción instintiva y visceral, intentando identificar lo que no es en forma 'tan abarcadora que finalmente se logre el objetivo, si es que en algún momento no surge una "definición" positiva. Uameson y Zizeck 2005, pp. 71-72)

1.3.1. Características de los estudios culturales

Lawrence Grossberg es uno de los intelectuales que más se interesan por dejar asentadas las características fundamentales de los Estudios Culturales. En sus ensayos, específicamente The OTculation qf Cultural Studies (1997a) y en Cultural Studies: What's in a Name? (1997b), deja constancia de lo que, a su parecer, son los rasgos constitutivos del campo de los estudios culturales. En el primero de los ensayos señala tres y en el segundo enumera seis. Ambas propuestas se integran muy bien, por lo que para la descripción que aquí nos proponemos nos auxiliaremos de ambos textos.

Las seis características con la cuales realiza una identificación del campo de los estudios culturales en su artículo Cultural Studies: What's in a Name? las reduciremos a cinco. Las mismas son las siguientes: a) son disciplinados; b) responden a un contextualismo radical; c) son teóricos e interdisciplinarios; d) comprometidos políticamente; y e) auto reflexivos (cfr. 1997b). Tratemos de entender qué implicaciones tienen cada una de las mismas.

a) Los estudios culturales son disciplinados

Una de las críticas más constantes que se le hacen a los estudios

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culturales consiste en acusárseles de tender a la dispersión disciplinar, precisamente por no conta r con un cuerpo teó ri co y metodológico definido y, mu cho menos, un obj e to especí :ico de estudio . Sin embargo, Grossberg insiste en que los estudios culturales tienden, como cualqui er otra disciplina, a establecer un método adecuado y riguroso, la investigación empírica como parte de su labor investigativa y un objeto de estudio especí fi co no general (Cfr. 1997, p. 254) . Los estudios culturales son entonces discijJ/inados precisamente por obtener estos elementos propios de cualquier campo de estudio o disciplina, lo cual implica un compromiso responsab le con el rigo r intelectual. Pero si bien es tos elemen tos le permiten identificarse como una düáplina -en el sentido académico connotativo- , no pueden ser catalogados en correspondencia directa o necesaria con alguna disciplina de las ya existentes, precisam ente porque si bien utiliza un método y objeto de estudio, es tos variarán dependiendo de las posibilidades reales del fenóm eno a investigar, lo qu e permite fl exibilidad en la selección de sus objetos de estudios y por lo tanto de sus métodos. Con relación a es to nos di ce Fredric J ameso n:

Sean lo que fueren los Estudios Cultu rales surgieron como resultado de la insatisfacción respecto de otras disciplinas, no sólo por sus contenidos sino también por sus muchas limitaciones. En este sentido los estudios cul turales son posdisciplinarios; pero a pesar de eso, o tal vez precisamente por dicha razón , uno de los ej es fundamentales CJue los sigue defini endo es su relación con las disciplinas establecidas . Gameson y Zizeck 2005, p.72)

En los estudios culturales, una vez que los obj etos de investigación y el método (referido quizás a alguna di sciplina existente) han sido ubicados, comienza el desenvolvimiento riguroso de la investigación. La pregunta que podemos hacernos aquí es cómo delimitar el obj eto de estudio y, por lo tanto, el método. Para aclarar esta duda habrá que tener en cuenta el segundo rasgo.

b) Los estudios culturales responden a un contextualismo radical

El contextualismo radical en los estudios culturales permite que estos

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sean descritos como "una disciplina de la con textualidad" (Grossberg 1997 b, p .255). C ualqui er fenómeno de inves tigación está siempre situado en un contexto determinado dentro del cual y por el cual pu ede se r entendido. La preocupación por la comprensión de un hecho, lucha, texto o práctica cultural sólo es válida siempre y cuando dicho fenómeno no sea a li enado de su contexto. La ve rdad del fe nómeno esta rá inserta en cada situación . Obvia r la integralidad del fenómeno con su cont<:'xto es negar toda posibilidad de compromiso con el mismo pa ra su comprensión y para su eventual cambio: "el contexto no es un mero telón de fondo sino la condición de posibilidad de algo" (Grossbcrg 199 7b, p.255). Esta misma radicalidad contextual de los es tudios cultura les lleva a di sp one r del ma rco teó ri co y metodológico más adecuado al fenómeno de indagación. Podemos ubi car en esta pe rspectiva pa rti cul a r de los estudios culturales el origen y causa de la compleja diversidad teórica y metodológica y de la multiplicidad de oqjetos de estudios presentes en los mi smos. Además) el recorrido hecho con anterioridad nos da una cla ra idea de ello.

Dicho lo anterior, podemos afirm ar, con Grossberg, que si bien los estudios culturales son identificados con ciertas temáticas: la ideología, la representación , la identidad, la subjetividad , la comunicación, la migración , la críti ca colonial, etc.; los estudios culturales no están determinados por ningun a de ellas en p articular, ni limitados a las mismas en general. Esta característica de los estudios culturales hace que en cada contexto y en cada momento histórico estos se presen ten de modos diversos y con intereses especí fi cos, ya que "un evento, práctica o texto no puede aparecer y se r comprendido fu era de su contexto de posibilidad" (1997b, p .255). Debido a esta manera de procede r es qu e la adecuación epistemológica a sus contextos y objetos de estudio no arr~j an nunca resultados con pretensiones de totalidad y universalidad, pues los resultados de la investigación serán producto de la articulación pa rti cula r de los fenómenos a investigar con cada situ ación temporal y espacial en que aquellos se hagan presentes . (Cfr. G rossberg 1997a, p .236)

Esta característica arroja a su vez tres rasgos más comprendidos en

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ell a: un antireduccionismo, la definición de sus obj etos, y una práctica m e todoló g ica p art ic ul ar. El prim e ro d e estos ra sgo s . e l an ti reducc ionismo , hace refe rencia a la prudencia presente en el campo de los estudios culturales a no pretender redu cir la realidad a cua lquier de sus elementos constituyentes, ya sea el económico, el cultural, e l políti co, e tc. En es te se ntido, los estud ios cultura les mantienen una propuesta de comprensión integral de la realidad contextual, sin por ell o pretender co n un de terminado anális is, elaborado desde un punto de vista particular debido a las posibilidades del mismo contexto, ofrecernos unívocamente el sentido último del fenómeno indagado.

El contexto nos ofrece el punto de partida preciso , tal es así qu e aunque fu ese el mismo objeto de estud io, pero en otro contexto, nos ofrece ría otros refáentes, otras posibilidades de inte rpretación. A p artir de c110 es qu e se nos permite dilucidar cuáles y cómo se construyen los objetos de estudio en los estudios cultural es. Ya hemos di cho qu e tanto los Cenólllenos de la identidad, la ctni cidad , las minorías sexual es , los movimi entos revolucionarios, los g rupos sindicales u otros, pueden convertirse en o~j e to s de es tudio. Sin embargo, lo que se pretende indaga r en los mismos constituye el o~jel,() de los estudios culturales, y este objeto consiste en la preocupación "acerca de cómo las relacion es de fu e rza están organizadas dentro de las relaciones de poder por medio de las prácticas discursivas" (Grossberg 1997b, p .256). Estas relaciones de fuerzas, las imbricaciones presentes en los fenóm enos socia les, que las soportan y constituyen, son el interés fund amental de los estudios cu lt ural es . A los trabajos desde los estudios culturales les interesa d t:jar vislumbrada la estructura de las relaciones que conform an una realidad. Por cIlo el contexto en el que tal fenómeno se manifi este se rá fundamental en el análisis, ya que en el mismo se debe rá n auscultar dichas relaciones que son la condición de posibilidad de tal fenómeno . D e este modo el objeto de estudio que sea localizado corno interés de investigación deberá quedar establecido , co rno fin a li dad de la investigación, a partir de la manera en que éste ha sido conforrnado , su lugar dentro de un juego de relaciones y fu erzas de poder específi cas, estableciendo un mapeo de di chas relaciones (Cfr. 1997b, p.258)

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El tercero de estos rasgos analizados es el de la articulación. Este es uno de los rasgos fundamentales en el campo de los estudios culturales. Si bien no podernos establecer una definición precisa sobre qué son los estudios culturales, sí podernos dejar constancia de sus intereses y de cierta práctica metodológica. Para Grossberg, "la articulación es el rostro metodológico de la teoría del contextualismo radical" (1997b, p.260). Stuart Hall (1998) nos ofrece una valiosa perspectiva sobre este término:

Con el término "articula~ión" me refiero a una conexión o vinculo, que no se da lic;cesariamente en todos los casos, corno una ley o un hecho de la vida, pero que requiere condiciones concretas de existencia [o lo que hemos llamado "contexto"] para aparecer de alguna manera. Que tienen que estar positivamente sustentada por procesos específicos y que no es "eterna", sino que tiene que ser constantemente renovada. Que puede desaparecer o ser derrocada [ ... ] (p.30, nota 2. El énfasis es nuestro)

En este sentido la articulación es lo que se pretende establecer en el análisis y comprensión de cualquier fenómeno abordado. Por ello, . este proceso de indagación se fundamenta en un contexto específico a partir del cual la estructura de dichas articulaciones torna sentido y realidad. Cada fenómeno social, cultural, económico, de género, identitario, etc., torna sentido en virtud de la interrelación del mismo con los otros elementos que le acompañan, sin que esto implique que en uno de ellos se reducirán los demás (tal corno lo proponía el análisis marxista). Establecer dicha vinculación permite comprender él ese fenómeno en un momento determinado. Dicha articulación que pueda ser auscultada no será ef,erna, y por lo tanto no será necesaria. Aquí es donde la articulación se convierte en antirreduccionista, pues "asume que no hay relaciones necesarias, pero sí que las relaciones son reales y sus efectos también lo son" (Grossberg, 1997b, p.259). La búsqueda hacia la que orienta la articulación es la comprensión de la estructura del fenómeno.

Para Hall (1998), la indagación antiesencialista, o antirreduccionista

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en los estudios culturales, no puede ser catalogada como un relativismo sin más. Tres son las perspectivas que ante la relación ele los elementos que conforma n a un determinado fenómeno se han desarrollarlo . La primera, de Índole marxista-tradicional, apelaba a la w rreJj)[mdmáa necesaria entre los elementos q ue constitu yen la es tructura de un fe nómeno, en cual un o de ell os, en es te caso el económico, da explicación necesari a de todos los demás. Si bien esto represen ta un redu ccionismo apriorista de los fenómenos indagados, existe e l extremo relativista, igualmente reduccionista. Para este, establecido por muchos posestructura listas, necesan:amente no Il(!y una corresjJondencia. Esta, a l igual que la anteri or, establece un esencialismo relativista a partir del cual se considera que los fenómenos son independientes de las partes con las cuales conviven en un mismo tiempo y espacio. Al contrario de ambas, la noción de arÚculación se sustenta en la perspectiva, según la cual, si bien no puede afirmarse la necesidad de la correspondencia entre los elem entos qu e constituyen a l fenómeno, tampoco la necesidad de su falta de vin culación ; en cambio lo que propone es que no hay una c01'1'espondencia necesaria . (cfr. p.32). Hall nos lo refi ere de la siguiente manera:

Es importante que una articulación entre diferentes costumbres no signifiqu e que éstas se volverán id énti cas o que un a se desvanece rá en la otra . Cada una de e ll as co nse rva sus determin aciones di stintivas y sus condiciones de existencia . De todas formas, una vez se ha producido la articulación , las dos cos tumbres pu ede n actuar co njuntamente, no co mo un a "identidad principal" [ ... J sino como "distinciones dentro de la unidad" (H all 1998, p.30-3 1, nota 2)

Eduardo R cstrepo (2004) nos lo expone de la sigui ente manera:

Hall opera en una modalidad de argumentación no esencia lista o, en palabras de Paul Gi lroy [oo. J, anti-anti-escncialista. Antes que una necesaria correspondencia (esenciali smo por afirmación) o una necesaria no correspondencia (esencialismo por negación) Hall conceptualiza la determinación social desde el contextualismo radical d e un a n o n ecesa ria correspondencia. (p. 39)

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La conciencia de contingencia que la estructura presenta en el modo articulado que ha dado origen al fenómeno en estudio se vuelve una referencia primordial. Este antirreduccionismo no relativista, presupone un compromiso con los contextos. El contexto se presenta como el punto de partida para cualquier análisis, el cual permitirá establecer la unidad-en-la-difirencia (Grossberg, 1997a, p.236), en la que insiste Stuart Hall.

c) Los I'studios culturales son siemjJre teóricos e interdisciplinan:os

El tercero de los rasgos propuesto por Grossberg (1997b, p.262), los estudios culturales son siempre teóricos, toma sentido respecto a lo dicho. Los estudios culturales se comprometen con un trabajo teórico serio y pertinente en el análisis y comprensión de cada objeto de estudio determinado . La creatividad teórica sintetizada en los apartados anteriores es una referencia auténtica de esta característica. Sin embargo, y debido a la primordialidad del contexto, el corpus teórico él utilizar no está previamente determinado. El fenómeno en su contexto reclamará una temía específica para su mejor comprensión. No fxiste un paradigma teórico determinado para los estudios culturales. No hay esquemas interpretativos pre-establecidos en el trabajo intelectual. En este sentido es que los estudios culturales mantienen l¡nél apertura a diversas tradiciones teóricas a lo largo de su decurso hi stórico. Podríamos dec ir que no constituyen una comunidad epistémica específica sino un grupo con intereses diversos y fórmas de proceder diversas. Por ello es que los estudios culturales no pueden delimitarse en una disciplina académica determinada. Según esto, entonces, los estudios culturales tienden desde sus orígenes a la in tndüciplinal'iedad (un rasgo más). En palabras de JefT Browitt, yendo un poco más de lo interdisciplinar,

los estudios culturales pueden concebirse como una práctica inter-trans-o pos-disciplinaria, especialmente en la intersección de la sociología y antropología, de la teoría literaria y de la filosofia, y la 'desconstrucción' de las fronteras disciplinarias que tradicionalmente han demarcado la división entre literatura y

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ficción, arte y cu ltura, y lo élite de lo popular. (2005, p.42)

Esto les obliga él lnanten erse en la frontera de la vida intelectual disciplinaria, empL~jando y desafiando a las disciplinas monolíticas a nuevos problemas, nuevos modelos de indagación y nuevas formas de es tudio . (Cfr. Grossberg 1997b, p. 266) El mismo Raymond Williams estaba consciente de la indeterminación disciplinar de sus investigaciones acerca de la cultura. En su texto La Lm;ga revoLuáón afirma:

En rigor, ya me he aventurado en una extensión y variedad de temas bastante más allá de los confines aconsejados por la prudencia académica, debido a lo que creo una buena razón: no hay tópico académico dentro del cual las cuestiones que me interesan puedan estudiarse hasta el final; espero que algún día lo haya, porque de las discusiones sobre Cultura y soáedad se desprendió claramente que la presión ejercida por esas cuestiones era no sólo personal sino general. (Williams, Raymond 2003, p.12)

d) Los estudzos culturaLes asumen eL comjJromiso político

Otra característica o rasgo fundamental de los estudios culturales es el compromiso poliLico. El interés por sus objetos de estudio no está determinado por directri ces estri ctamente teo réticas, no se dejan seducir por un intelec tualismo pe?' se . La preocupación e interés por sus objetos de estudios en particular representan más bien la tendencia a la participación política en el cambio , cuando es necesario, de la realidad de los mismos. Precisal1lente por ello, los estudios culturales han estado constantemente sometidos al cambio tanto de sus objetos de estudios así como de sus perspectivas de interpretación . Además, la vertiente de los estudios culturales norteamericanos, que han desarrollado los estudios postcolonialcs y los estudios subalternos, es el reflejo de esta tendencia de participación activa en los anhelos y esperanzas políticas de los marginados de la sociedad . Lo veremos además en las perspectivas latinoamericanas. La dinámica de descripción (estudios académicos, teó ricamente p e rtin entes) e intervención

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(compromiso político) determinan la tensión que permanece viva en el campo de los estudios culturales. (cfr. Grossbcrg, 1997a)

Una de las críticas que se vuelve común hacia los estudios cu lturales gira en torno a la acusación de un supuesto acomodo academicista de los mismos. La falta de compromiso político expuesto por los críticos de los estudios culturales no sólo nos habla de los peligros acomodaticios en los que pueden caer quienes realizan estudios culturales, sino también nos indica el compromiso político que como columna vertebral se espera de ellos. Estos compromisos políticos, asumidos por los estudios culturales, también son coyunturales, pues parten de un contexto específico que ha sido indagado con el fin de ofrecer herramientas adecuadas al cambio de las relaciones de poder que llegan a constituir al fenómeno. Eduardo Grüner (2005), uno de los más destacados críticos latinoamericanos de los estudios culturales, nos lo refiere así :

los logros originales -que es imprescindible rescatar y revaluar­de los "Estudios Culturales" han venido precipitándose en los últimos aÍlos [ ... ] en el abismo de una cierta (no decimos que necesariamente consciente) complicidad con lo peor de las teorización post (modernas/ estructuralistas/marxistas). Ello es explicable, en buena medida, por el progresivo ensanchamiento de la brecha entre la producción intelectual y el compromiso político (aunque fuera también el meramente "intelectual") [ ... ] (p.28)

e) Los estudios culturales son autorriflexivos

Debido a estas constantes fluctuaciones, acomodamien tos y peligros academicistas en el quehacer de los estudios culturales, se hace exigente que quienes se vinculan a este campo de estudios y praxis política tiendan siempre a la autoniflexión de su labor. Los estudios culturales son autorriflexivos precisamente porque son conscientes de que quienes llevan a cabo dichas actividades investigativas son individuos situados, que cuentan con una carga de prejuicios, presiones in stitucionales y limitaciones teóricas que pueden ser

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contraproducentes Cll sus invesligac iones. (Grossberg 1997b)

Debirlo él esta {/lllondl(~xiiÍll constante es que puede comprenele rse la continua críti ca interna que rlesenvuelven cntre sí los intelectuales vincu larlos a l campo: los postco lonia les vers us las propuesta elel núcleo británi co y, a su vez, los postco loniales versus otros teóricos postcoloniales. Todo ello debirlo a la necesidad ele con fip;urar cuerpos teóricos ac tu a li zados a las demandas de los obje tos de es turlios abordados. Esto le otorg<l g ran complejidad a l cuerpo teórico constitu ido en los estudios cll lt urale:;. No ]Jucrlen ser abarcados con una sola mirada. De hecho , somos conscientes de los vaCÍos que nuestra inlroducción a los cslumos padece, pero incluso esta superficial consideración nos da una idea ele la comphjidad teórica prese llte en el campo debido a ese mismo proceso de autorre f1 ex ión que se traduce al fin a l en un proceso ele constante reconfi guración teórica.

Bástenos, entonces, eS las caracterís ti cas, otorgadas por Lavvrence Grossberg, para intentar ciar una visión general de qu{: son los estumos culturales. La heterogeneidad de los mismos se hace eviclen te constantemente. Estas características tienen la virtud rl e otorgarnos una imagen no menos compleja, pero qu izá más orientadora, acerca de la "identidacllluida" de los estud ios culturales en cua lqui era de sus vertientes.

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