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Capítulo 3: Caracterización y perspecti^vas áe los espacios rurales espa^®fles Fernando Molinero Hernando * ' Departamento de Geografía. Universidad de Valladolid.

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Capítulo 3: Caracterización y perspecti^vasáe los espacios rurales espa^®fles

Fernando Molinero Hernando *

' Departamento de Geografía. Universidad de Valladolid.

1. INTRODUCCIÓN

A pesar de que las diferencias entre el campo y la ciudad se estánacortando, cada vez se hacen más evidentes y manifiestos loshechos que los separan, aunque a menudo se niega esa dualidad,debido a una reivindicación del campo por parte de los habitantesurbanos que obedece más a la lógica de una dominación social quea la de una integración territorial. En efecto, el campo se está acer-cando a la ciudad, pero también la ciudad sale hacia el campo; lasdistancias entre ambos tipos de espacios se acortan sensiblemente;numerosos habitantes urbanos Bo, más bien, trabajadores urbanosBse desplazan diariamente hacia el campo, donde pernoctan, mien-tras laboran en la ciudad, lugar en el que dispensan su actividad yobtienen sus rentas. El tiempo de descanso y parte del de ocio loconsumen en el campo.

Pero este panorama de urbanitas que viven en el campo se com-pleta con el de los rurales que tienen su residencia secundaria en laciudad, a la que acuden a menudo a pasar ratos de ocio, a comprar...;también les sirve como vivienda para los hijos que estudian y, ensuma, la residencia secundaria de los rurales en la ciudad ha adqui-rido carta de naturaleza desde hace años, acercando cada vez más alos habitantes de uno y otro tipo de poblamiento.

Sin embargo, esta proximidad no es sinónimo de convivencia yentendimiento, sino a menudo de desencuentro y dificultad de com-prensión. Hoy, los habitantes rurales sienten que pierden poder, quelas decisiones se les escapan de las manos, que la compañía de algu-nos neorrurales les resulta más incómoda que amistosa, que el pre-tendido enriquecimiento pasa realmente por la dominación de losprofesionales urbanos sobre los menos preparados rurales. No obs-tante, este estereotipo puede ser más un tópico que una realidad,porque existen abismales diferencias entre espacios rurales, entrepueblos y pueb(os, pues todavía se encuentran núcleos insertos en

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ese denominado rural profundo, en los que la actividad agraria pre-domina sobre otra cualquiera y en los que, además de agricultores,hay numerosísimos viejos, jubilados, que ya dejaron la agricultura.

Por ello, es conveniente caracterizar, en primer lugar y aunquesea muy someramente, los tipos de espacios rurales españoles, pues,de acuerdo con su situación, con su tamaño, con su posición relati-va respecto a las grandes metrópolis nacionales o regionales, o conrespecto a la capital de provincia, o según otras circunstancias, seconfiguran espacios, comarcas y núcleos rurales completamentesingulares y hasta contrastados. De ahí que nuestra primera labordeba ir encaminada a establecer una tipología de los espacio ruralesespañoles, en la que pretendemos dejar claras las diversas catego-rías, atendiendo principalmente a su tamaño, aspecto que resultadeterminante, para tener en cuenta después su situación, sus carac-terísticas territoriales y ecológicas, su dinamismo y todas las cir-cunstancias humanas, económicas y sociales que lo singularizan.

En este contexto, de dominación. del campo por la ciudad, sehabla frecuentemente del campo como un jardín urbano; idea queno es la expresión de un tópico, sino la constatación de una realidadinsoslayable: el decrecimiento, el empequeñecimiento, la desestruc-turación y el cambio social del mundo rural español bajo las direc-trices de los urbanitas, bien se trate de políticos y ordenadores delterritorio, bien de turistas y consumidores de espacio o paisaje rural,bien de antiguos emigrantes que retornan al campo a buscar sus raí-ces o a disfrutar de un lugar entrañable. Pero en este ambiente, elagricultor -antiguo campesino, hoy empresario agrario- ha dejadode ser el habitante principal del campo. Frente a él hay un conjuntode agentes sociales modeladores o, más bien, dominadores de unaparte importante del espacio rural, pues sus gobernantes o adminis-tradores -los que toman las decisiones municipales- ya no son agri-cultores en muchos casos; a menudo son albañiles, industriales,maestros, profesionales de los servicios... mientras el agricultor -ejey clave del mundo rural tradicional- queda relegado a un segundoplano y pierde peso, entusiasmo y capacidad de decisión.

Bajo este panorama, cabe preguntarse por las perspectivas de losespacios rurales españoles; perspectivas que en un corto lapso handado un vuelco total y que, cara al futuro, parece que conoceránnuevas y trascendentales mutaciones. En primer lugar, en relacióncon el propio proceso demográfico, que, para numerosos autores hacambiado ya el signo regresivo por el progresivo; en segundo lugar,

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por las propias funciones que desempeñan y desempeñarán loshabitantes del campo; en tercer lugar, en relación con las directricespolíticas -de política agraria y rural- que derivan tanto de las ins-tancias europeas como de los propios políticos y ordenadores terri-toriales nacionales y regionales.

2. LAS DIFERENTES CATEGORÍAS DE ESPACIOS RURALESESPAÑOLES Y SUS DIFERENTES PERSPECTIVAS

Es obvio que, aunque las datos demográficos recientes parecenreflejar una recuperación de la población rural, ésta ni es general nisiquiera se ha producido, ni se va a producir en la mayor parte delos pueblos. Sin embargo, como se aprecia en el cuadro adjunto(Tabla n° 1), la población que suman los municipios rurales que cre-cen -aplicando a los rurales la definición oficial: aquellos que nollegan a los 10.000 habitantes-, es mayor que la que pierden los quedecrecen. Pero esta verdad estadística encubre la profunda depre-sión y el retroceso demográfico que han conocido en el pasadoinmediato, están conociendo y conocerán en el futuro la mayorparte de las áreas rurales. De entrada, frente a los casi 2.300 muni-cipios rurales que ganan población, hay 5.168 que pierden pesodemográfico durante los años noventa (Cfr. Tabla n° 1).

En efecto, para comprender la dinámica rural hay que distinguirtres grandes categorías de espacios rurales: los litorales y los quetienen un fuerte dinamismo en función del turismo, por un lado; losperiurbanos, por otro, y, finalmente, los del interior español que nocuentan cerca con ciudades dinamizadoras. Algunos centros comar-cales de servicios se encuentran a caballo de estas situaciones, comoveremos.

a) El predominio de las áreas rurales regresivas

Para comprender la profunda brecha que separa a unos deotros, basta con mirar al mapa de densidad de España por tér-minos municipales (Figura n° 1). De entrada, una gran partede la Cordillera Ibérica, además de los Pirineos, CordillerasCantábrica y Central, las penillanuras occidentales y SierraMorena constituyen áreas de bajísima densidad de población,con todo lo que ello implica. Cuando las densidades depoblación caen por debajo de 10 hab./Icm2 y sobre todo de 5,

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TABLA III-1.: Ganancias y pérdidas demográficas en España, entre

1991 y 1998

Municipios que ganan población entre 1991 y 1998

Umbrales N° de municipiosHabitantes

en 1998Hahitantes ganadosentre 199t y 1998

Hasta 500 hab. 840 168.613 17.662

501 a 1.000 hab. 298 212.541 20.255

1.00] a 2.000 hab. 354 504.665 57.768

2.001 a 5.000 hab. 479 L560.776 178.503

5.001 a 10.000 hab. 324 2.258.590 230.030

Total munic rurales 2.295 4.705.185 504.218

Más de 10.000 hab. 474 18.266.747 1.312.704

Municipios que pierden población entre 1991 y 1998

Umbrales N° de municipiosHabitantes

en 1998Habitantes perdidosentre l991 y 1998

Hasta 500 hab. 2.963 620.076 -78.234

501 a 1.000 hab. R26 582.039 -56.381

1.001 A 2.000 hab. 657 921.339 -80.704

2.OOla 5.000 hab. 531 1.549.797 -95.853

5.001 a 10.000 hab. 191 1.250.715 -74.014

Total munic. ruralés 5.168 4.923.966 -385.186

Más de 10.000 hab. 149 11.771.115 -544.153

Fuente: Elaboración propia. Datos del Censo de Población de 1991 (población de dere-cho) y de la Revisión del Padrón de Habitantes de 1998.Nota: No se incluye una docena de municipios que están estancados.

como se aprecia en el mapa, la escasez de servicios se con-vierte en la norma, debido a la imposibilidad de rentabilizar-los para tan escaso número de pobladores. No se trata de unaimposibilidad de disponer de esos servicios, sino de una difi-

cultad de disfrutarlos.Contemplados desde una perspectiva urbana, estas áreas pue-den parecer incluso atractivas, porque suelen localizarse ensectores de montaña, con un paisaje vegetal y unas condicio-

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FIGURA N° 1:

DENSIU,\U DF: PORLACIÓNDE t:SP:^^.^ E.\ 1998.POR VI-\I('ll'IOS

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nes ecológicas llamativas y ricas, pero su soledad y falta depobladores refleja su esencia de tierras poco acogedoras, máspor su escasa accesibilidad que por su naturaleza, más por lafalta de atractivo económico que por su falta de recursos,pero el hecho en sí es que esas áreas están todavía perdiendopoblación y densidad, aunque cada vez gozan sus habitantesde un nivel de vida mayor y más consolidado.En este tipo de espacios sobresalen, por sus peores condicio-nes, las áreas de piedemonte o rnontañas medias, que nogozan de ninguna de las ventajas de las montañas ni de losllanos, mientras sufren los inconvenientes de ambas. Comoáreas de montaña, están muy accidentadas, pero su baja alti-tud no les permite disfrutar de abundantes lluvias que daríanlugar a una economía ganadera consolidada. Tampoco dispo-nen de tierras labrantías abundantes y fácilmente laborables,por lo que, si no cuentan con recursos mineros, se configurancomo los sectores más deprimidos. Algún ejemplo de ello seencuentra en el piedemonte septentrional de la CordilleraCentral, en los Montes de Toledo y en Sierra Morena.

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Les siguen en condiciones regresivas las áreas de montañaen general y principalmente de montaña alta, algunas de lascuales tienen comportamientos dinámicos, derivados bien dela explotación de una ganadería de calidad, bien de su capa-cidad de atracción. En general, la alta montaña, debido a laposibilidad de mantener superficies nevadas durante losmeses centrales del invierno y sus márgenes otoñales y pri-maverales, ha desarrollado estaciones de esquí que están per-mitiendo la consolidación de una actividad turística en tornoa la nieve, principalmente en el Pirineo leridano y oscense,además de en Navacerrada y en Sierra Nevada, y en menormedida en la Cordillera Cantábrica y otras estaciones. Asi-mismo, el atractivo paisajístico y deportivo de algunas áreasmontañosas, especialmente en los entornos de los parquesnacionales y espacios protegidos, está motivando un creci-miento de los pueblos -destacable en términos relativos, aun-que de poca entidad en valores absolutos-. No obstante, losmunicipios menores de 2.000 habitantes pierden mayorita-riamente población, como se aprecia en el cuadro, aunque losmayores de 2.000 y, sobre todo, los que superan los 5.000manifiestan una evolución progresiva.Para confirmar estas cuestiones hemos elaborado unos mapasde pérdidas y ganancias de población que reflejan claramen-te estos hechos. De entrada, en la Figura n° 2(Municipiosque pierden población entre 1991 y 98) se observa una gene-ralización del fenómeno: nada menos que un 64% de losmunicipios españoles han perdido habitantes entre 1991 y1998. Además, los que más pierden son precisamente losnúcleos más rurales y más pequeños, con la salvedad de lascapitales y metrópolis regionales y nacionales, cuyas pérdi-das obedecen más a la salida de las ciudades hacia sus áreasperiurbanas que a una pérdida de base económica y demo-gráfica. Así, mientras de Barcelona salían casi 138.000, deMadrid lo hacían casi 129.000 y de Hospitalet de Llobregatse marchaban 24.000; en este contexto de salida de la ciudadhacia el campo, las ciudades meridionales han continuadocreciendo durante los años noventa, principalmente Sevilla,Cádiz, Albacete, Almería, Córdoba, Málaga, es decir, aque-]las en las que todavía existe una pujanza demográfica, com-binada con procesos económicos expansivos, pero también

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FIGURA N° 2:

BAi.ANCE DE POBLACIÓN

1991-I998:

M[P.VICIPIOS QUE PIERDENPOBLACIÓN

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^ m.^^^.,.^,..a^.,a^r...^^vs^>ve

en el norte hay capitales que crecen, como Zaragoza, Vitoria,San Sebastián, Gijón, Orense...

b) La concentración y singularidad de las áreas rurales pro-gresivasEI resultado de estos procesos es, en todos los casos, un cre-cimiento llamativo de las árens periurbanas, que son las másdinámicas, junto con las del litornl. Tal como se aprecia en laFigura n° 3(Balance de población 1991-1998: municipiosque ganan población), las áreas que más crecen son las delperiurbano de Madrid y Barcelona, además de los pequeñosperiurbanos de cada ciudad grande o media, a las que sesuman los espacios litorales.En efecto, desde que la consolidación de] desarrollo económi-co y la construcción de vías de acceso rápidas ha permitido losdesplazamientos pendulares, se han generalizado las residen-cias en los municipios que rodean a las capitales y ciudadesmedias. La accesibilidad, junto al menor coste del suelo y lasmayores comodidades de la vivienda han favorecido la expan-sión del fenómeno con fuerza inusitada, pues las colonias y

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FIGURA N° 3:

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rw..u..r.,..a.^r+r^u d,...wwawniwr.wd.r.^s^wr.w.^.x.+...+^wio^urriw^r ^

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urbanizaciones de chalets han progresado a un ritmo fortísimo.Ahora bien, siendo esto cierto, no podemos pensar que elmundo rural está cambiando el signo regresivo tradicional,pues estas áreas no obedecen a una lógica económica y espa-cial rural, sino urbana; su dinamismo depende de la ciudad.No obstante, este mismo fenómeno afecta, aunque en muchomenor grado, a pa^eblos dináinicos alejados de las periferiasurbanas, que se mantienen precisamente por contar conpoblación alternante, que pernocta y vive en el pueblo y tra-baja en la ciudad, o bien trabaja a la vez en la ciudad y en elcampo. Estos núcleos se mantienen vivos; aumenta en ellosel nivel de rentas, y a veces el de actividad, pero la poblaciónestá estancada y sin posibilidades de crecimiento. Se trata demunicipios de todo el interior de España, que cuentan conuna buena base de servicios, tanto infraestructurales -ener-gía, teléfono, agua potable, saneamiento, vías de comunica-ción...- como comerciales, bancarios, sanitarios, de ocio ydeporte..., en los cuales el envejecimiento es fuerte, pero aúnconservan potencia, dinamismo y recursos humanos.

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En un peldaño superior se hallan los centros comarcales deservicios y núcleos intermedios dinámicos. Representan unaescasa porción del territorio. De acuerdo con los datos delTabla n° 1, no llegan a 800 municipios, mientras otros deesas mismo umbral dimensional (entre 2.000 y 10.000 hab.)pierden población, pero a medida que aumenta el tamañoaumenta también la capacidad de crecimiento, sobre todoporque gozan de más diversificación económica y oportuni-dades de empleo y de servicios más numerosos y complejos.Están repartidos por todo el territorio español. Algunos unena su función de centros comarcales, la de ser base de apro-visionamiento de determinados insumos agrarios o indus-triales o sede de pequeñas industrias de transformaciónrural.Finalmente, en la cúspide de la pirámide se encuentran losnúcleos litorales que deben su dinamismo al turismo denzasas. La Figura n° 3 es expresivísima al respecto. Toda lacosta mediterránea, más la atlántica andaluza, así como losmunicipios insulares de Baleares y Canarias, reflejan un cre-cimiento firme. Sin embargo, este tipo de espacios, definidoscomo rurales por su tamaño, se escapan a la lógica rural enmuchos casos; obedecen, más bien, a la de un poblamientoturístico y de ocio, que es a la vez urbano y rural, que escapaz de convertir en ciudades de ocio a antiguos pueblos depescadores o huertanos y que es capaz de crear urbanizacio-nes de jubilados europeos en las tierras cálidas del SE penin-sular o de las Canarias.En todo este panorama de pérdidas y ganancias de poblaciónse deben destacar dos hechos; en primer lugar, que son lasdos grandes aglomeraciones urbanas españolas -Madrid yBarcelona- las que han inducido un crecinŭento generaliza-do de los núcleos de su entorno, hasta distancias que superanlos 100 y 120 km; en segundo lugar, que son las áreas depoblamiento turístico las que manifiestan un crecimientofirme y consolidado. El resto de las áreas rurales, salvo lascorrespondientes a los municipios más grandes y complejos,pierde población, y perderá más en el futuro, aunque su nivelde vida aumenta y aunque tenga que hacer frente a una reor-ganización jerarquizada de los servicios para mejorar su cali-dad de vida.

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En efecto, tal como se deduce del mapa de pérdidas relativasde población (Figura n° 4), están generalizadas en todo elinterior de España y en el Cantábrico y Galicia, además de enlas cordilleras Béticas y Sierra Morena y algunos sectores delas cordilleras litorales mediterráneas. Hay numerosos muni-cipios que en los años 90 han perdido entre el 15 y el 25% dela población y algunos más del 25%. Pérdidas porcentualesque no se ven compensadas por las ganancias porcentuales orelativas, ya que éstas son incomparablemente menores queaquéllas (Cfr. Figura n° 5). En contra, pues, de lo que a menu-do se piensa, el espacio rural continúa perdiendo habitantesy, con ellos, servicios y dinamismo, a pesar de que aumentanlas producciones.Estos hechos, y sobre todo la disminución de los activosagrarios, yue no ]legan más que a un 7,7% (EPA, I Trimestrede 1999) de la población ocupada total en España, han moti-vado que se empiece a hablar de las nuevas funciones y pers-pectivas para los espacios rurales como alternativa a la caídade su población y de la actividad económica.

FIGURA N° 4:

BAL.4_VCE DE POBLACIÓN1991-1998:

blti\7CIPIOS QCE PIERDEtiPOBLACIÓ\

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FIGURA N° 5:

BAL.^INCE DF; POBLACIÓN1991-1998:

^11 Ti ICI PIOS Qf F, GAN:1NPUBLACIÓti

b

TABLA [II-2: Estructura de la poblac•idu ocupada en España 1985-/ 995 ^^ 1999

Agriculturn A,qric/Inral bldustriu+ lndu./TomlSen^icio.c

Sen•./I•oral

(miles) ^^cupadns Cnnstrucc. oc•upados ( luilesl ocupados^Ic (mile.c) ^7r %

España 19R5 1.R19.1 17,7 3.311,1 33.1 SJ74,3 50,2

España 1995 1361,8 9,3 -1.341,7 29,5 8.986,A 61,2

España 1999

(I Trimestre) L(k32,0 7,7 4.124.2 30,5 8.337,2 61,8

Fuenre: INE. Encuesta de Población Actic^a. 1985 y 1995 y I Trimestre 1999. Elabora-ci6n: Milagros Alario y Fernando Molinero 1999.

Tal como se aprecia en el cuadro adjunto, la disminución de lapoblación agraria y el crecimiento de la dedicada a los serviciosalcanza cotas elevadísimas. Así, las personas ocupadas en las acti-vidades agrarias y pesqueras se reducían en un 42^Ic en España enlos últimos doce años, mientras que los servicios se incrementaban

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en un 61% y la industria lo hacía en un 24%, aunque perdiera pesorelativo, mientras la agricultura lo pierde en términos absolutos yrelativos. (Cfr. Tabla n° 2).

3. LAS POSIBILIDADES Y PERSPECTIVAS DE LOSESPACIOS RURALES ESPAÑOLES ANTE EL SIGLO XXI

Es en el contexto de mutaciones sociales y espaciales comenta-do en el que cabe preguntarse por el devenir del mundo rural espa-ñol. Si el mundo rural tradicional se identificaba con el agrario, queocupaba más del 90% del territorio y en torno al 80% de la pobla-ción total, hoy la sociedad española es urbana en sus tres cuartaspartes, mientras la otra cuarta parte, la rural, continúa ocupando el80% del territorio, pero perdiendo peso aceleradamente, peso quelo van ganando los urbanitas, que se empadronan, que residen oque se asientan en ese mundo a colonizar: el espacio rural periur-bano o el espacio rural de ocio veraniego y de consumo deportivoy turístico.

En la Europa rural de finales del siglo XX, en la que los exce-dentes agrarios representan un hecho normal, debido al incrementode la productividad, a la modernización técnica, al uso masivo deinsumos industriales..., conviven el envejecimiento de la mano deobra, el mantenimiento e incluso el incremento de las producciones,con una pérdida de habitantes y de vitalidad). En esta situación, quéfunción debe desempeñar nuestro mundo rural en la nueva fasepostproductivista?

a) El valor de las políticas rurales

A pesar de las opiniones encontradas respecto a si la PACdebe mantenerse como política agraria o derivar hacia unapolítica rural (= CARPE: Common Agricultural and RuralPolicy for Europe), la Comisión Europea, autora del docu-mento sobre el futuro del mundo rural, punto de partida deuna buena parte de estos debates, defiende la necesidad decontar con ]a agricultura como factor de desarrollo del mediorural cuando afirma que "... aunque se haya hecho hincapiéen el desarrollo y en la diversificación económica, ello nosignifica que la agricultura y la silvicultura no deban ocuparun lugar en la estrategia de lucha contra la decadencia rural,

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puesto que sin agricultura no puede haber desarrollo en lugaralguno" (El futuro del mundo rural, MAPA, 1992, 77).Este planteamiento ha sido apoyado por otros muchos analis-tas provenientes de campos como la geografía, economía o lasociología agraria (Molinero y Alario, Ilbery, Ramos y Rome-ro, Hervieu...'). Así fue ratificado en la reunión celebrada enCork en noviembre de 1996, donde el comisario Franz Fisch-ler, en su discurso de apertura insistió en la importancia de laagricultura y la silvicultura, de forma que éstas -...sobrepasansu aspecto puramente sectorial: son multifuncionales. Confi-guran el espacio rural contribuyendo a preservar un espaciode vida económica y social intaŭto, a proteger un entorno pai-sajístico atractivo, y a diversificar las actividades de las zonasrurales...-z Por el contrario, otros autores llegan a afirmar que-...no se puede sostener que el desarrollo rural en España pasatodavía por el desarrollo agrícola-, aunque luego maticenhasta el punto de afirmar que -...a pesar de la lógica y nece-saria disminución de su papel relativo, y de algunas opinionesal uso, que disminuyen excesivamente dicho papel, la agri-cultura, en su acepción más genérica, se perfila como unaactividad clave en procesos de desarrollo integral en zonasrurales con potenciales de oferta muy específicos, puededecirse que es difícil concebir un proceso de desarrollo inte-gral endógeno y sostenible en una zona niral sin el concursode actividades agrarias...- (LÁZARO, L., l 995, 304).Ahora bien, cuando se trata de valorar las actividades alter-nativas a la agricultura como fundamento de la pluriactividaddel mundo rural, hay mayor acuerdo. Todos los autores con-ceden especial importancia a la industria, sobre todo a la debase agraria, así como al turismo rural, encumbrado por algu-nos a la categoría de -salvadór- y-panacea-, de soluciónpara los espacios rurales comunitarios y españoles.

'"...EI espacio rural español continúa manteniendo una dinámica marcadamente agraria,especialmente en las comarcas a las que van dirigidos los principales programas de desarrollorural" (Molinero y Alario, 1995); "...En la definición del argumento rural, la agricultura debe-ría ostentar un papel relevante" (RAMOS y ROMERO, 1995); "...se diga lo que se diga y sehaga lo que se haga, la agricultura sigue siendo el pivote del desarrollo rural o de la ordenaciónrural..:' (HERVIEU, B., 1995).

z"Europa rural en el horizonte 2000: hacia una política integrada de desan-ollo sosteni-ble", LEADER /I Magazii:e, N° 13, inviemo 97, 4.

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En este sentido, las perspectivas y nuevas funciones de losespacios narales arrancan de la firma del Tratado de Roma(art. 39, párrafo 2) en el que se contempla la necesidad decorregir los desequilibrios sociales derivados de las dispari-dades estructurales y naturales de las distintas regiones agra-rias. Más tarde, el Reglamento (CEE)25/62, por el que secreó el FEOGA, recogía también la necesidad de dedicarrecursos (a ser posible un tercio de los del FEOGA) a finan-ciar las modificaciones estructurales para el buen funciona-miento del mercado común. En 1964 se creó la distinciónentre sección de Orientación y de Garantía del FEOGA-RegL (CEE) 17/64- que empieza a dar más importancia a lamejora de las estructuras agrarias y a las condiciones detransformación y comercialización de las producciones agra-rias. Progresivamente, fueron incorporándose nuevas medi-das tendentes a promover y financiar el desarrollo de activi-dades alternativas, propugnando medidas integrales, comolas recogidas en la Ley de Agricultura de Montaña (1975) oen los Programas Integrados de los años 1980.Pero fue sobre todo la creación de los Fondos Estructuralesen 1988 la clave de las nuevas políticas rurales. Su duplica-ción y la creación de los Fondos de Cohesión en 1992, suma-do, a la reforma de la PAC, cerraron el llamado paqueteDelors II, que explicitaba y destacaba la triple función de laszonas rurales: productiva, social y ambiental. En cuantozonas productivas, la agricultura continúa siendo su principalactividad; en cuanto áreas con una función social específica,se quiere detener la salida de la población del campo e inclu-so se busca la vuelta al campo para mantener un tejido socialvivo. Finalmente, la función ambiental representa una misióncon gran futuro para el nuevo mundo rural postproductivista.Estas tres funciones se resumen en la pluriactividad que seasigna a la población rural como alternativa a su tradicionalmonoactividad agraria.Mas la nueva palabra mágica para el campo -la pluriactivi-dad- no va a gozar de la salud que se le presupone, si bien escierto que existen enormes diferencias entre el densificadocampo del mundo central europeo -el de la banana azul- yel de los espacios rurales típicos del mundo mediterráneo 0del interior francés. Las posibilidades de desarrollo son

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mucho mayores en las áreas donde se superan los 30habs/kmz y sobre todo los 100, que donde no se alcanzan.Incluso uno de los criterios de la Comisión Europea paradefinir los espacios rurales, el de la densidad inferior a l00hab/km2, resulta bien expresivo de lo lejos que está nuestromundo rural del de la Europa más dinámica e industrializa-da, donde las posibilidades de desarrollo alternativo sonmucho más claras que en los espacios rurales de baja densi-dad del territorio español.Un segundo problema se deriva de la falta de apoyo finan-ciero a las nuevas funciones y alternativas, pues difícilmentela pluriactividad y la diversificación de rentas y actividadespartirá del desarrollo endógeno de una manera generalizada.Y, aunque los Fondos Estructurales han supuesto sustancio-sas inyecciones presupuestarias para tal desarrollo, en lasperspectivas financieras aprobadas en la cumbre de Berlíndel 24-25 de marzo, se reducen los presupuestos destinadosal desarrollo rural, que la Comisión quería incrementar enprincipio. Así, sólo se dedica un 10% de los gastos totales dela PAC y en las medidas estructurales (rúbrica 2) se han reba-jado las cifras previstas (Cfr. Tabla n° 3). Por lo tanto, eldesarrollo rural y las actividades alternativas a la agriculturahan sido los perdedores en las perspectivas financieras de laAgenda 2000.Es evidente que, en contra de lo que sucedía antes de laaprobación de los Fondos Estructurales, la Agenda 2000presenta mejoras sustanciales, pero también es cierto quetanto las nuevas iniciativas comunitarias -la denominadaprecisamente de Desarrollo Rural, que sustituirá al LEA-DER-, así como la parte de los Fondos de Cóhesión yEstructurales que llegue al campo, continuará representandola guinda del pastel frente al acaparamiento de las ayudas ysubvenciones por la Agricultura 3 y, más específicamente,por los pagos directos, que, como se está demostrando, nosiempre ni prioritariamente van a parar a los agricultores yresidentes en el campo.

3 Tal como se aprecia en el cuadro 3, el apoyo al desarrollo rural está financiado con ape-nas un 10% de los gastos destinados a los pagos PAC.

óI

TABLA III-3: Perspectivas finanŭieras para el mundo rural en la

Agenda 2000

Rúbrica 1 (Agricultura) a(millones de euros, precios de 1999)

Meuros

Meuros

Meuros

2000

40.920

2001

42.800

2002

43.900

2003

43.770

2004

42.760

2005

41.930

2006

41.660

Gasto de la PAC (con exclusión de las medidas de desarrollo ruraly las medidas complementarias) b

2000

36.620

2001

38.480

2002

39.570

2003

39.430

2004

38.410

2005

37.570

Rúbrica 1(Agricultura) a(millones de euros, precios de 1999)

2000

4.300

2006

37.290

2006

4.370

a Para el cálculo de los importes en precios actuales se utilizará un deflactor del 2%.b Se incluyen las medidas veterinarias y fitosanitarias.

Rúbrica 2(Intervenciones estructurales) (millones de euros, precios de 1999)

Meuros

Meuros

2000

32.045

2001

4.320

2001

31.455

2002

4.330

2002

30.865

2003

4.340

2003

30.285

2004

4.350

2004

29.595

2005

4.360

2005

29.595

Fondo de Cohesión (millones de euros, precios de 1999)

2000

2.615

2001

2.615

2002

2.6 ] 5

2003

2.615

2004

2.515

2005

2.515

2006

29.170

2006

2.510

Fuente: Documento de la Cumbre de Berlín (Documento SN 100/99 ES: Conclusiones

de la Presidencia. Consejo Europeo de Berlín. 24 y 25 de marza de 1999)

b) Las perspectivas para los espacios rurales españoles

Como se puede deducir de lo expuesto, las perspectivas ynuevas funciones de los espacios rurales arrancan de su evo-lución reciente; una evolución que ha condenado a la pobla-ción agraria a representar una proporción bajísima, en tantoque ha mantenido a duras penas a una mínima base de acti-vidades de servicios -sobre todo los relacionados con la

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población- y se ha incrementado el número de operarios dela construcción. No parece que haya habido un enriqueci-miento de funciones en el espacio rural, sino una contrac-ción, con una incipiente diversificación, basada en el ocio, enel turismo rural, en la hostelería y en la valoración del patri-monio natural y cultural. Todas estas actividades se relacio-nan con la demanda actual de la población urbana, que es laque domina al mundo rural y la que quiere hacer de él un jar-dín: el mundo rural como museo y jardín urbano.Desde esta perspectiva, el turismo rural ha irrumpido congran vigor como la principal alternativa y como la panacea osalvación del campo. Turismo que implica la existencia dehoteles, posadas, alojamientos, campings, restaurantes, ade-más de actividades a realizar en la montaña, en los cursos deagua, lagos..., como esquí, senderismo, monta a caballo, raf-ting, caza, etc, etc.Sin embargo, el turismo rural, aunque ha crecido espectacu-larmente en términos relativos, todavía es insignificante,salvo en los focos del turismo de nieve. Como se aprecia enel mapa de las casas rurales de 1996 y 1999 en España (Figu-ra n° 6), el número de plazas ofertadas es sencillamente ridí-culo, comparado con las grandes áreas de turismo de playa.No llegan a 3.500 casas rurales las que se están ofertando,con un número de plazas de en torno a las 26.000 (Cfr. Figu-ra n° 6) 4, a las que obviamente se deben añadir los aloja-mientos en hoteles, hostales, pensiones etc, si bien esta otraoferta tradicional o consolidada tampoco es abundante y estáadaptada a las necesidades preexistentes, en las que el turis-mo rural no era el demandante más destacado.

4 Los datos del número de plazas de alojamiento en casas rurales se refieren al año 1996.Proceden del Anuario del Turismo rural de la AECIT y han sido elaborados por Milagros Ala-rio Trigueros. Los datos de 1999 han sido extraídos de diversas fuentes: Catúlogas de TurismoRura[ editados por las respectivas CC.AA.; Guía de alojamientos de casas rura(es, 1999, de ElPaís-Aguilar; Guía de turismo rural, 1999, de ASETTUR; Anuario de rurismo rural 1999, deSUSAETA... y han sido elaborados por Juan Manuel García Bartolomé. Es difícil homogenei-zar estas fuentes, porque en algunas sólo se tienen en cuenta las casas rurales no compartidascon las familias ti[ulares y en otras se incluyen también las compartidas. En todo caso, los datosdel mapa-figura 6 recogen de una manera bastante fidedigna el número de casas rurales y losalojamientos que ofertan. En 1996 había en España unas 2.897 casas rurales, que se elevabana 3.440 en 1999; las plazas ofertadas en 1996 ascendían a 21.800, es decir, una media de enve7 y 8 plazas por cada casa o establecimiento.

83

F[GURA N° 6:

No obstante, a pesar de que no se haya estudiado ni cuantifi-cado, el turisnio rural de oriurldos alcanza cotas imp^rtantes,ya que durante los meses veraniegos y periodos vacacionalesllega a multiplicar por dos y hasta por tres el número de resi-dentes habituales de los pueblos, con el efecto colateral deque el mantenimiento y recuperación de las casas o viviendasrurales está sosteniendo una actividad y hasta una fiebrecons[ructora que genera numerosos empleos en la construc-ción, una de las actividades más importantes en las áreasrurales, después de la agricultura, pudiéndose cifrar en tornoa un 15% de los activos totales, o sea, casi el doble de losvalores alcanzados a nivel nacional, por más que muchascuadrillas de albañiles no vivan en los pueblos, sino que sedesplazan diariamente desde los ámbitos urbanos. Esta recu-peración del caserío de los pueblos contrasta vivamente consu inexorable y continua pérdida de población.La construcción, además de generar empleo, permite, porotro lado, la recuperación del patrimonio, arquitectónico ycultural, bien se oriente a preservar la arquitectura popular delos edificios residenciales, o bien de los edificios y elemen-tos funcionales -molinos, almazaras, lagares, bodegas, bata-nes, tenerías, paradas, cañadas, puentes, caminos, banca-les...-, pero en la recuperación del patrimonio arquitectónicose está invirtiendo realmente poco y tan sólo algunas de lascasas rurales lo han conseguido. Más bien, al contrario, lasconstrucciones nuevas o renovadas en los pueblos de la Espa-ña interior se están haciendo sin criterio, sin atender al tipo

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de materiales de las paredes y techo ni a su color y formas.Únicamente en algunas casas y pueblos en los que ha inver-tido una burguesía urbana adinerada se está consiguiendorespetar -sólo a veces- la arquitectura popular.En algunas comarcas como el valle de Tahull en Lérida seobserva una recuperación patrimonial modélica; asimismo,por citar ejemplos cercanos a mi área de residencia, en LaAlberca, Candelario, Miranda del Castañar (Salamanca), oen Covarrubias (Burgos), en Medinaceli (Soria), en Tordehu-mos (Valladolid) y en casi todas las áreas de montaña seencuentran pueblos bien cuidados y adecentados, respetuo-sos con el medio natural y con la tradición arquitectónica ycultural, pero constituyen más bien una excepción que unfenómeno generalizado. Desde 1960, por el contrario, la des-trucción y desestructuración sufridas por los pueblos españo-les, y especialmente los del interior, apenas han sido contra-rrestadas por las iniciativas recientes para la recuperación delpatrimonio construido. Bien es cierto que los pueblos de laEspaña meridional, merced a su menor abandono, han conse-guido mantenerlo más cuidado y organizado. Villas comoArcos de la Frontera en Cádiz, o como Baeza en Jaén o comola mayor parte del centro histórico de casi todas las villas dela España meridional representan ejemplos destacables demantenimiento y recuperación del patrimonio arquitectónico.Si es indudable que la base económica y social de los áreasrurales españolas se está diversificando, también contribuyea ello una nueva función, a la que se quiere atribuir unaimportancia creciente: la función medioambiental para laconservación del paisaje. Esta actividad se basó en dos de lastres medidas de acompañamiento de la reforma de la PAC demayo de 1992, recogidas en sendos reglamentos: el Regla-mento (CEE) n° 2078/92 del Consejo sobre métodos de pro-ducción agraria compatibles con las exigencias de la protec-ción del medio ambiente y la conservación del espacio natu-ral, por un lado, y el Reglamento (CEE)2080/92 sobre Fores-tación de Tierras Agrarias, por otro. Sin embargo, sumandolas ayudas para el desarrollo de ambos reglamentos se alcan-zan poco más de 1.100 millones de ecus por año durante estadécada, equivalentes a alrededor del 1,74% del presupuestocomunitario de 1993, cuando ese año el FEOGA en conjun-

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to consumía alrededor del 58,6% del presupuesto de laComunidad.Ciertamente, los programas agro-ambientales y los de Fores-tación de Tierras Agrarias (Reglamentos 2078 y 2080/92)parecen haber introducido una nueva dinámica agraria en elcampo, por cuanto suponen de potenciación de la actividadmedioambiental, con la particularidad de que esencialmentevan encaminados a apoyar y diversificar las rentas agrarias,pero no van a diversificar los empleos rurales, por cuanto sedirigen a los agricultores que asuman determinadas prácticasagronómicas sostenibles^ y respetuosas con el medio ambien-te. No obstante, a pesar de que no generan nuevos empleosen el campo, pueden ayudar a que se mantengan las explota-ciones pequeñas y medias insuficientemente dimensionadasy que, en otro caso, se verían obligadas a desaparecer.Estos programas son muy diversos y abarcan actuacionescomo las destinadas a la mejora de la Albufera de Valencia,al mantenimiento de los niveles hídricos de las Tablas deDaimiel, a la protección de las aves esteparias (avutardas) enCastilla y León..., pero, ante todo, llaman la atención, por sumayor incidencia y valor, tres tipos de medidas: las tendentesa mantener, ampliar y gestionar los espacios protegidos, porun lado; las de apoyo a la forestación de tierras agrarias, porotro, y las destinadas a promover la agricultura ecológica,finalmente.No es mi intención abordar aquí el estudio de los espaciosnaturales protegidos y de la superficie protegida en susdiversas modalidades, en continua expansión, y que asciendea más de 3 millones de hectáreas en todo el territorio espa-ñol, con algunas Comunidades como Canarias en las queafecta a un 40% de su extensión. Es obvio que este tipo deespacios ofrecen la oportunidad de generar actividades yempleos alternativos, aunque muy frecuentemente recaen enpersonas que proceden de la ciudad y continúan viviendo enla ciudad: guardas y celadores de la naturaleza, guías decampo y monitores o acompañantes para la explicación deitinerarios y rutas ecológicas..., servicios de alojamiento yhostelería y restauración en los bordes de los espacios prote-gidos,... Estas declaraciones de espacios naturales, sinembargo, no parecen capaces de enderezar el rumbo de decli-

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ve de la población rural, por más que contribuyan a unamejora ambiental necesaria y reivindicada como tal. Su aná-lisis supera el de este trabajo, pero no cabe duda que su ges-tión y explotación ha de constituir una fuente de diversifica-ción de las funciones rurales en el futuro.De naturaleza muy distinta es la forestación de tierras agra-rias, que ha generado unas expectativas interesantes, tantopor lo que respecta a la implantación de vastas superficiesarboladas como a la generación de empleos en el propio pro-ceso de implante, en el mantenimiento de las plantas y en lacreación de viveros para la producción de las plántulas.Como demostré en el Coloquio de Geografía Rural de Vito-ria (junio de 1998) esta actividad está introduciendo perspec-tivas interesantes y está devolviendo al monte una parte delas superficies que previamente se le habían arrebatadomediante las roturaciones. La ampliación y el cuidado de lasuperficie forestal representa una actividad con futuro paranuestro mundo rural (Cfr. Figura n° 7).En el mapa adjunto recojo la distribución de las superficiesforestadas, por CCAA, referida a 31-XII-1997, desde lapuesta en marcha del programa en 1993, que ascienden a untotal de 339.000 ha de nueva implantación, a las que se debenañadir otras 69.458 ha de regeneración y mejora de alcorno-cales, más otras 76.636 ha de trabajos silvícolas 5. Destacan,ante todo la importancia que adquieren las CCAA de Anda-lucía y Castilla y León, seguidas de Castilla-La Mancha yExtremadura.Finalmente, la agricultura ecológica parece estar llamada acrecer desmesuradamente, al menos por lo que está crecien-do durante los años noventa. Relacionada con ella, habríaque indicar que todas las producciones de calidad deben seraumentadas y potenciadas, por cuanto ofrecen claras posibi-lidades y buenas perspectivas.

La agricultura ecológica se ampara en el Reglamento (CEE)2092/91 del Consejo, que entró en vigor el 1-1-93, aunque en Espa-

5 Datos proporcionados por la Secretaríá General de Agricultura y Alimentación, Subdi-rección General de Acciones de Desarrollo Rural; Resúmenes de 1997, MAPA, 1998b. Memo-ria inédita.

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FIGURA N° 7:

Flgur^ ^. DSSRRRIBDCION DE LA SUFERFIC^ FORESCADA EN ESPARA A Jl-1"D-9^(^egu^ Aeyl^mmtn (CEE)10l09S)

Supafida ^n 1997 (Ha(

^Pw Y.M.e..w. ^I.A^. [.sA., A^! ,sM

ña estaba ya regulada desde 1989. EI Real Decreto 1852/93 sobreproducción agrícola ecológica reguló, a su vez, este tipo de produc-ción y sentó la base legal para que las CCAA asumieran el controlde dichas producciones. Finalmente, la regulación y el estímulo a laagricultura ecológica vino de la mano del R.D. 51/1995 de 20 deenero, por el que se establece un régimen de medidas horizontalespara fomentar los métodos de producciones agrarias compatiblescon el medio ambiente previstas en el Reglamento (CEE) 2078/92(MAPA, 1999). Este decreto contempla una línea de ayudas que hanpermitido el incremento imparable de la superficie acogida a la agri-cultura ecológica, como se observa en el gráfico adjunto (Gráfico n°1).

Ahora bien, a pesar de ese ritmo vertiginoso de la agriculturaecológica, parece que ha sido el apoyo financiero el hecho que hadesencadenado la declaración de superFcies ecológicas marginales,que ya tradicionalmente se cultivaban sin insumos químicos, comoprincipalmente sucede con el olivar de sierra en Jaén o con los pas-tos ecológicos de las penillanuras salmantinas o incluso con nume-rosas superficies de almendros ecológicos en Málaga y en otras par-tes de Andalucía.

H8

GRAFICO N° 1 A: E^^olución de /a agricultura ecológica en España,199/-98

GRÁFICO N° 1& La agriccf/tura ecológica en España, a 3/-XI/-1998.

Tipns de nprot^ecltamiento

Pastos, praderas y forrajes

Olivar

Cereales+legum inosas+otros

Bosque y recolección silvestre

Frutos secos

Barbecho y abono verde

Vid

Frutales

Cítricos

Hortalizas

Otros

Subtrapicales

Aromáticas y medicinales

Semillas y viveros

^ _.---- ^-----------%----------+----------'--. ;...--------

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^ ^ -----°'-'------.._. ^-°-----" •--------------^------'-----

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20.00o ao.ooo so.ooo so.ooo ioo.oao i2o.oo0Hectareas

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Frente a este auge de la agricultura ecológica y de la forestación,resulta un tanto frustrante comprobar que las partidas asignadas alas rentas ambientales en la Agenda 2000 no se hayan incrementa-do, tal como en principio se preveía. Por el contrario, el grueso delas ayudas e inversiones comunitarias para las zonas rurales proce-de de la Rúbrica 1, es decir, de la garantía de las rentas de los agri-cultores, por lo que las nuevas funciones de los espacios rurales ape-nas cuentan con estímulos externos. En 1997, por ejemplo, elFEOGA-Garantía repartió 852.000 millones pta en España en pagoscompensatorios, frente a las inversiones en desarrollo rural quesupusieron 125.000 millones, de los que tan sólo 9.500 millonesptas fueron a parar a programas de desarrollo no agrario, segúndatos del MAPA (1998a, 76). En 1998, las indemnizaciones com-pensatorias subían a 883.000 millones ptas.; en la Agenda 2000 seprevé que los pagos directos asciendan a 37.290 Meuros en el 2006,mientras las medidas de desarrollo rural y complementarias se que-darán en 4.370 Meuros, es decir tan sólo un 10,5% de los gastostotales de la PAC (Cfr. Tabla n° 3). La desproporción habla por sísola.

4. CONCLUSIÓN

Ante esta situación, no cabe pensar más que la pretendida diver-sificación de actividades en el medio rural, es mucho menor de loque se dice. Realmente, la actual diversificación estadística procedede la aminoración y empequeñecimiento del empleo agrario, delauge de la construcción, del mantenimiento de los servicios perso-nales imprescindibles, junto a los nuevos servicios paraindustriales(talleres de reparación de maquinaria, selección de semillas...) ycomerciales (firmas de venta de productos fitosanitarios, compra-venta de productos agrarios, etc.), además de algunas pequeñasindustrias que siempre han existido en el mundo rural.

Las perspectivas y nuevas funciones deben ir encaminadas endos direcciones: desde la agraria, a potenciar marcas de calidad ydesde la no agraria, a potenciar el turismo rural, la conservación delmedio ambiente y del patrimonio, y a convertir el campo en un lugarde ocio para los urbanos, pero de una manera consciente y ordenada,cosa que hasta ahora no se ha admitido. Entretanto, una de las nue-vas, principales y primordiales funciones y perspectivas del mundo

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rural del interior de España ha consistido en convertirse en refugiode jubilados, los cuales representan más de un tercio de la poblacióntotal del campo y parece que esa proporción aumentará en el futuro.La construcción y el mantenimiento de residencias para la terceraedad debe potenciazse más de lo que se está haciendo.

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