capacitación mundial sobre enseñanza 2007elder holland

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Reunión Mundial de Capacitación de Líderes La enseñanza y el aprendizaje 10 DE FEBRERO DE 2007 El texto, el audio y el video de esta reunión mundial de capacitación de líderes también están disponibles en www.lds.org. AGUAS VIVAS, POR SIMON DEWEY, CORTESÍA DE ALTUS FINE ART, AMERICAN FORK, UTAH, EE.UU. LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

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Para en señar el evangelio debidamente por el Espiritu

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Page 1: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

Reunión Mundial de Capacitación de LíderesLa enseñanza y el aprendizaje

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El texto, el audio y el video de esta reunión mundial de capacitación

de líderes también están disponibles en www.lds.org.

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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS

DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

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La enseñanza y el aprendizaje

Presidente Packer: El tema quetrataremos es el de la enseñanza y del aprendizaje del Evangelio de Jesucristo, tanto en el salón declases como en el hogar. Todos noso-tros: líderes, maestros, misioneros ypadres, tenemos el desafío de toda la vida, dado por el Señor, de ense-ñar y de aprender las doctrinas delEvangelio tal como nos han sidoreveladas.

Comenzaremos con una breve

conversación entre el élder L. TomPerry y yo sobre los principios queforjan la enseñanza eficaz. Mi asigna-ción consiste en transmitir algunasexperiencias personales que me hanenseñado mucho sobre la enseñanzay el aprendizaje. Si observan y escu-chan detenidamente, verán que paraser un buen maestro también se debeestar dispuesto a aprender.

En seguida de la conversación, el élder Jeffrey R. Holland nos daráinstrucción en cuanto a cómo

prepararnos para enseñar; después,irá a un aula para dar una demostra-ción de la enseñanza en el salón de clases.

Cualquier miembro de los Docepodría haber dado esta demostracióncon eficacia, aun cuando cada uno deellos habría tenido un enfoque dife-rente al de los demás. No existe unmétodo específico que funcione paratodos los maestros o todas las situa-ciones. El Espíritu es fundamental enguiarnos para que utilicemos nuestrapropia preparación, experiencia, per-sonalidad, conocimiento y testimonioen cualquier situación de enseñanzaen particular.

Responsabilidades de los líderes

Los líderes tienen la responsabili-dad de enseñar, ya sea que estén enconsejos, entrevistas o en los servi-cios de adoración. También tienen la responsabilidad de asegurarse de que el desarrollo del maestro y el aprendizaje eficaz del Evangeliosean algo constante en la vida de losmiembros.

Con ese propósito, la PrimeraPresidencia emitió una carta confecha del 17 de noviembre de 2006para discontinuar los cargos de coordinador para el mejoramientode maestros de barrio y de estaca.Junto con la carta se envió la lista de “Las responsabilidades de los líde-res en el mejoramiento de maestros”.Confiamos en que los líderes delsacerdocio y de las organizacionesauxiliares se reúnan en consejo paramejorar la enseñanza y el aprendizajedel Evangelio utilizando los princi-pios que se enseñen en esta transmi-sión, junto con las sugerencias y los

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Principios de laenseñanza y del aprendizajeP R E S I D E N T E B O Y D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

É L D E R L . T O M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

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Las presentaciones de esta reunión de

capacitación mundial de líderes pueden

ayudarle a mejorar como maestro y

como alumno. A fin de reconocer y apli-

car las ideas de estas presentaciones,

lea la información que figura en los

recuadros amarillos que se han colocado

cerca del comienzo de cada una de ellas.

Si lo desea, marque también los pasajes

de las Escrituras y las frases clave de las

presentaciones y escriba las impresiones

que reciba.

Lea las palabras de apertura del presi-

dente Packer y determine qué ideas pue-

den ayudarle a ser un mejor maestro y

un mejor alumno.

Medite la siguiente pregunta y escriba

las ideas e impresiones que reciba: ¿Qué

debo hacer para asegurarme de tener el

Espíritu en mi enseñanza, tanto en casa

como en la Iglesia?

¿Qué le ayuda al presidente Packer a ser

un alumno eficaz?

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recursos citados en la mencionadacarta. No habrá necesidad de llevar a cabo reuniones especiales para elmejoramiento de maestros, exceptolas que realicen de vez en cuandodurante los consejos y las entrevis-tas, según sea necesario.

Rogamos que la transmisión de estacapacitación les ayude a ser mejoresmaestros y estudiantes del Evangeliode Jesucristo.

La disposición para aprender

Élder Perry: Presidente, ustedescribió un libro titulado Enseñad

diligentemente. Todo puesto en laIglesia requiere de un maestro eficaz;es el llamamiento más importante.¿Podríamos conversar unos minutossobre el requisito de enseñar diligen-temente en nuestros diversos llama-mientos en la Iglesia?

Presidente Packer: Me nombraronsupervisor de Seminario y no sabíanada. Me asignaron, me emplearon y me pagaron para ir por la Iglesia adecir a los maestros de seminariocómo enseñar y qué estaban hacien-do mal. Era algo muy incómodo, por-que entraba en las salas de clases yveía a los maestros hacer algo y tenía

que corregirles sabiendo que yohacía exactamente lo mismo cada vez que enseñaba, pero que habíaaprendido algo al respecto.

El élder Harold B. Lee y el élderMarion G. Romney siempre estabanenseñando, e hicieron todo lo posi-ble por decirme o enseñarme algo amí. Me parece que el motivo por elque lo hicieron —no estoy seguro deque me hubieran visto en este pues-to o llamamiento— fue porque yotenía una virtud: quería aprender, y no resentía el aprendizaje. Si unono lo resiente y quiere aprender, elSeñor seguirá enseñándole, y a vecescosas que ni siquiera pensaría quedeseaba aprender.

Esos dos grandes maestros meenseñaban. Cuando veía al presidenteRomney, a veces me decía: “Jovencito,quiero decirte algo”. Ya sabía lo queme esperaba; iba a decirme que esta-ba haciendo algo que no debía hacer,y yo siempre se lo agradecía.

No tardé en aprender que es degran valor escuchar la experiencia de los mayores. Tuve un presidentede estaca que una vez dijo: “Siempretrato de estar en presencia de grandespersonas”. Él vivía en un pequeño

pueblo de Idaho, pero dijo: “Si veníaalgún orador o alguien especial, siem-pre trataba de estar presente, porquepodía aprender algo”.

Siempre me ha interesado asociar-me con las personas mayores (ahorayo soy uno de ellos). Recuerdo queen el Quórum de los Doce el herma-no LeGrand Richards no caminabatan rápido como los demás herma-nos. Yo siempre lo esperaba y cami-naba con él de regreso al edificio. Un día, uno de los hermanos medijo: “Qué bueno es usted por cui-dar al hermano Richards”. Y pensé:“Usted no conoce mi motivo egoís-ta”, porque al regresar, yo sólo loescuchaba; sabía que recordaba aWilford Woodruff y que hablaría deél. La enseñanza individual es muypoderosa. Por lo general la enseñanzaindividual es lo que sucede cuando auno lo corrigen.

Otro principio de la enseñanza eslevantarse temprano (véase D. y C.88:124) —pero la parte fácil de eso, o la difícil, es irse a acostar— y luegoreflexionar por la mañana con lamente despejada. En ese momento escuando vienen las ideas para enseñar.

No sé cuán a menudo se me ha

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dado una asignación sin que yo tuvierani siquiera idea de lo que iba a hacer.Ayer estuve en una reunión de lasAutoridades Generales. Yo sabía queiba a hablar primero, y pensé: “¿Quévoy a decir?”. Sabía que me vendríauna idea, y me vino.

El uso de las Escrituras

Élder Perry: ¿Cuál es la importan-cia del uso de las Escrituras en suenseñanza?

Presidente Packer: Siempre me he apoyado en las Escrituras. Elmejor ejemplo de la enseñanza y de cómo enseñar, el mejor modelopara los métodos de enseñanza,aparte del tema, que es el Evangelio,es el Señor y Su enseñanza. Es poreso que no me gusta ir al púlpito niponerme enfrente de una clase sintener las Escrituras a mano. Hoy lastengo a mano.

Élder Perry: Presidente, ustedsiempre ha llevado consigo esasEscrituras. Siempre que he estadocon usted, ha tenido esas Escrituras.Usted nos contó una vez que un día se le habían mojado, y que esohabía ayudado porque ahora podíadar vuelta a las páginas con mayorrapidez.

Presidente Packer: Bueno, meencontraba estudiando afuera, en el jardín; alguien me llamó y dejé las Escrituras abiertas sobre la mesa;las olvidé, como las personas mayo-res olvidan, y se encendieron losaspersores automáticos. Volví por lamañana y pensé: “Ay, las Escriturasque he marcado durante más de50 años están arruinadas”. Perodescubrí que sólo se habíanseparado las páginas. Creo que

si tuviera que comprar Escriturasnuevas las dejaría en la lluvia antesde empezar a usarlas.

Élder Perry: La gente siempre nos habla de las Escrituras y algunaspersonas nos dicen que es difícilleerlas de principio a fin. ¿Qué haceusted para que cobren vida en suenseñanza?

Presidente Packer: Hay que serconstantes. Recuerdo cuando estabadecidido a leer el Libro de Mormón;era yo adolescente, lo abrí y leí: “Yo,Nefi, nací de buenos padres” (1 Nefi1:1). Y seguí leyendo los capítulos y comencé a aprender. Era intere-sante y pude seguir bien la lecturahasta que llegué a los capítulos deIsaías y el lenguaje de los profetasdel Antiguo Testamento. Unos mesesmás tarde decidí leer el Libro deMormón de nuevo, y leí: “Yo, Nefi,nací de buenos padres”, pero cadavez que leía llegaba a la barrera delos capítulos de Isaías y me pregun-taba por qué estaban ahí. Finalmentedecidí leerlos. Cuando era adoles-cente sólo veía las palabras y no lascomprendía, pero podía dar vuelta a las páginas y seguir adelante.Cuando uno llega a Alma, vuela por esas páginas.

Uno tiene que estardecidido a leerlas, y no

sólo darles una

mirada, sino leerlas de principio a fin: el Libro de Mormón, el NuevoTestamento, Doctrina y Convenios, la Perla de Gran Precio. Durante años adquirí la costumbre de leer lasEscrituras cada verano cuando tenía-mos tiempo libre, para refrescar lamemoria del contenido.

Pedir en oración el don de la

enseñanza

Élder Perry: ¿Qué consejo le daría a los conversos recientes antes de su primer llamamiento comomaestros?

Presidente Packer: Les diría queellos pueden hacerlo. Todas las per-sonas pueden enseñar. Les aconse-jaría que oraran pidiendo el don dela enseñanza. El Libro de Mormónhabla de los dones y detalla variosde ellos, entre los cuales está laenseñanza del Evangelio por mediodel Espíritu (véase Moroni 10:8–10).Cuando leí eso hace años, pensé:“Ese es un don que quiero tener,poder enseñar por el Espíritu”. En lasEscrituras descubrí que este es undon que hay que pedir —pedid y seos dará— por lo que les diría a laspersonas que sigan pidiendo y bus-cando y “hallarán” (véase Mateo 7:7;3 Nefi 27:29), y que el don hay queganarlo, pero sí pueden recibirlo.

Buscar el Espíritu

Élder Perry: ¿Qué deben hacer losmaestros para asegurarse de tenerel Espíritu al enseñar?

Presidente Packer: Hay quevivir de manera digna y pedir ayuda.

Pueden pedir ayuda si son padres. Y luego hay que guardar los manda-mientos y orar constantemente, sin

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ilustraciones, éstas cobran vida des-pués de que los alumnos salen de laclase. El método de Él era increíble-mente sencillo; a veces era severo,pero Sus enseñanzas siempre estabanal nivel de ellos.

La enseñanza es un llamamientosagrado, un llamamiento santo. Creoque lo que les diría a los maestros es que nunca enseñen solos. Nuncatienen que estar solos. El Señor loha prometido en las Escrituras. EnAlma, el Señor concede maestros a toda nación, de su propia lengua(véase Alma 29:8), y el Señor decla-ra: “enseñaos diligentemente y mi gracia os acompañará” (D. y C.88:78).

Yo no sé enseñar el Evangelio sin laconstante oración. Se puede expresaruna oración, pero también se puedepensar una oración. Muchas veces, alenseñar a un grupo o una clase, orointernamente: “¿Cómo puedo ayudar-les a entender?”. Y no sé cómo hacerlosin tener disponible esepoder.

La responsabilidad de enseñar

Élder Perry: La enseñanza ocupaun papel primordial en todas lasactividades de la Iglesia. ¿Quién esresponsable de prepararse paraenseñar?

Presidente Packer: Todos somosmaestros: el líder es maestro; el dis-cípulo es maestro; el consejero esmaestro; los padres son maestros.Por tanto, tenemos la responsabili-dad de aprender los principios de la enseñanza. El Señor estableció Su Iglesia de manera que todoshagamos todo en la Iglesia. Hay unadeclaración en Doctrina y Conveniosque dice que “todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor, elSalvador del mundo” (D. y C. 1:20).Qué bendecidos somos por tener unsacerdocio laico, como se le llama,para que todos los hermanos pue-dan poseerlo. Todas las hermanascalifican para tener llamamientosdentro de la Iglesia y todos podre-mos ser padres. Por tanto, la ense-ñanza es fundamental en todo loque hacemos.

Élder Perry: Usted mencionó laenseñanza en el hogar. ¿Cuál es ladiferencia que existe entre la ense-ñanza en la Iglesia y la enseñanza en el hogar? ¿Hay alguna diferencia

significativa?Presidente Packer: En el hogar

es más íntimo, mejor, más fácily menos formal, y los padres

enseñan por medio del ejem-plo. Los padres tambiénenseñan otras cosas que

pueden ser dolorosas paralos niños cuando preguntan porqué, y los padres sólo pueden decir“porque sí”, porque no saben por

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cesar, pidiendo la habilidad y la inspi-ración para saber qué hacer y cuán-do. El Señor no les fallará: “No osdejaré huérfanos; vendré a vosotros”(Juan 14:18); “Cualquier cosa quepidas con fe, creyendo que recibirás”,se os dará (Enós 1:15). Luego, uno delos pasajes añade: si es bueno para ti(véase Moroni 7:26). El Evangelio es muy práctico.

Usted quizás sea una personamayor que cree que su ministerio ha terminado, o una persona joven que le tema a todo, o unamadre muy ocupada con sus hijos, o un padre preocupado, pero puede enseñar, y puede orar, ypuede recibir guía. Y la recibirá. El Señor lo bendecirá, se lo prometo.

Cuando el Señor enseñaba, siem-pre hablaba de lo que las personasconocían. Por ejemplo, “el reino de los cielos es semejante a una red” (Mateo 13:47); en realidad no es una red; es como una red; y luego explicó por qué. Y “el reinode los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas”(Mateo 13:45). Cuando dio la pará-bola del sembrador (véase Mateo13:3–8), era algo con lo que podíanrelacionarse, y no es sólo posible,sin también probable, que después de haber dado la mencionada parábola y de haber hablado sobre la semilla plantada en elpedregal y la plantada en buena tierra, que un mes más tarde uno de los que escuchó y ahora seencontrara plantando, al ver la semilla en la mano, volviera a vivir la lección.

Al utilizar parábolas, historias e A LA

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qué, sólo saben que no es lo que se debe hacer. Se les enseña la obe-diencia para que sepan y compren-dan. En casa existe ese poderosolazo de amor entre padres e hijos, el cual ustedes no abandonaránhasta que logran enseñarlo.

La enseñanza por medio del

Espíritu

Élder Perry: Presidente, ¿cómo setransmite el Espíritu de maestro aestudiante en la sala de clases demanera que constituya una experien-cia significativa para ellos?

Presidente Packer: Primero,deben saber que usted los ama, quedesea enseñarles, y luego, usteddebe comunicarse al nivel de ellos.No podemos hablar por encima desu nivel de comprensión, aun en elEvangelio, sobre temas que no pue-den comprender. Eso no es lo que elSeñor hizo. Él caminó y habló conellos en la vida diaria, y Sus enseñan-zas siempre fueron a ese nivel.

Si usted tiene algo que enseñar,ellos realmente quieren aprender.Aun los adolescentes —especial-mente los adolescentes— desean

aprender. Están sedientos de ello.Muchos maestros creen que deben

preparar hasta la frase más específi-ca. Sí y no. Esa preparación incluyeuna presentación lo suficientementeflexible como para darle participa-ción al estudiante, permitir que haga preguntas y participe en la conversación. Hay que dar lugar a la inspiración.

El Espíritu Santo puede hacerlerecordar. Si tenemos el desafío deenseñar algo, y pensamos en quié-nes somos y en lo que hacemos,siempre hay alguna experiencia quehayamos tenido o algún lugar quehayamos visitado o algo que haya-mos visto que podamos incluir en la lección. Y las Escrituras son partede todo eso. No son sólo libros paraleer ocasionalmente con el fin decomprender las reglas y los regla-mentos de la Iglesia.

Gran parte de la enseñanza en la Iglesia se efectúa de manera tan rígida que es un sermón. En la salade clases no se responde bien a lossermones. Esto se hace en las reu-niones sacramentales y en las confe-rencias. Pero la enseñanza puede ser

interactiva, para que usted puedahacer preguntas. Es fácil fomentarlas preguntas en la clase.

Supongamos que estamos ense-ñando sobre el martirio del profetaJosé Smith. Usted es maestro de Historia de la Iglesia, lo ha estu-diado todo y sabe que el Profeta fue baleado el 27 de junio de 1844, a las 5:00 de la tarde en la cárcel de Carthage. Si les pregunta a losalumnos a qué hora del día y dóndefue baleado el Profeta, nadie losabrá. Usted no lo sabía antes de leer el manual. Pero puede pregun-tar: “¿Qué lo llevó a ese punto? ¿Quécreen ustedes que lo llevó a eso?”.En el momento en que usted pre-gunta: “¿Qué creen?”, tendrán algoque decir. Ellos pueden contribuir,aún los alumnos más tímidos ten-drán algo que decir. Hay una manerade hacer las preguntas y de controlary de manejar la clase. Responda a laspreguntas. Siéntase libre de hacerpreguntas en la clase.

Uno no puede dar lo que no tiene,tal como no es posible volver de unlugar al que no ha ido. Entonces esnecesario tener el Espíritu. ■

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Deben vivir de manera digna y pedir ayuda. Pueden pedir ayuda si son padres; después deben guardar los mandamientos

y orar constantemente, sin cesar, pidiendo la habilidad y la inspiración para saber qué hacer y cuándo.

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Una alta prioridad

Agradecemos al presidente Packery al élder Perry ese cimiento inspira-dor para el tema de hoy, y esperamoscon ansias el mensaje culminante querecibiremos del presidente Monson al final de nuestra reunión.

Como prueba de la alta prioridadque las Autoridades Generales quepresiden le dan al tema de la ense-ñanza y del aprendizaje, este añoestamos dedicando toda esta trans-misión de la capacitación mundial de líderes a este tema. Quizá la razón

de ello sea obvia. Todos comprende-mos que el éxito del mensaje delEvangelio depende de que se ense-ñe, se comprenda y luego se viva detal forma que la promesa de felicidady salvación que nos brinda puedahacerse realidad.

Por esa razón, la última y gran res-ponsabilidad que Jesús dio a Sus discí-pulos poco antes de Su ascensión alcielo fue:

“Por tanto, id y haced discípulos a

todas las naciones, bautizándolos enel nombre del Padre, y del Hijo, y delEspíritu Santo;

“enseñándoles que guarden todaslas cosas que os he mandado; y heaquí yo estoy con vosotros todos losdías, hasta el fin del mundo” (Mateo28:19–20; cursiva agregada).

Lo que el Salvador recalca en estepasaje es que por mucho que sea lo que hay que hacer para vivir elEvangelio —y es mucho lo que debe-mos hacer para vivirlo— nada de ellose puede lograr hasta que se nosenseñen esas verdades y aprendamosel camino del Evangelio. Durantevarios años, el presidente Hinckley

nos ha aconsejado que mantengamosa nuestra gente cerca de la Iglesia,especialmente a los jóvenes y a losnuevos conversos. Dijo que todosnecesitamos un amigo, una responsa-bilidad y ser nutridos “por la buenapalabra de Dios” (Moroni 6:4; véasetambién Gordon B. Hinckley, enConference Report, abril de 1997,pág. 66; o Liahona, julio de 1997,pág. 53).

La inspirada enseñanza en elhogar y en la Iglesia ayuda a propor-cionar ese elemento crucial de sernutrido por la buena palabra deDios. Y la oportunidad de magnificareste llamamiento existe en todolugar: padres, madres, hermanos,amigos, misioneros, líderes y maes-tros del sacerdocio y de las organiza-ciones auxiliares, maestros de clase,incluso nuestros fantásticos maestrosde seminario e instituto, que hoyestán con nosotros. Y bien, la lista

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La enseñanza y el aprendizaje en la IglesiaÉ L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Elija algunas ideas de la presentación

del élder Holland que pueda aplicar

como alumno o como maestro.

El análisis de la clase del élder Holland

se centra en cinco principios. Téngalos

en cuenta y luego haga un plan de

cómo los enseñaría a otra persona.

Además de lo que dijo, ¿qué demostró

el élder Holland sobre el aprendizaje y

la enseñanza?

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continúa. De hecho, en esta Iglesia,es casi imposible encontrar a alguienque no sea maestro.

El presidente Packer señaló estoen su conversación con el élder Perryal decir: “Todos somos maestros”: ellíder, el discípulo, el padre, el conse-jero. No es de extrañar que el apóstolPablo dijera en sus escritos: “Y aunos puso Dios en la iglesia, prime-ramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros”, y después deeso viene la amplia bendición de los milagros, dones espirituales ymanifestaciones celestiales (véase 1 Corintios 12:28).

Haciendo recalcar la naturalezadivina de los que son llamados como maestros, un joven apóstol lla-mado David O. McKay dijo en unaconferencia general en 1916: “La

responsabilidad más grande quepuede tener un hombre [o una mujer]es la de ser maestro de los hijos deDios” (en Conference Report, octubrede 1916, pág. 57; o La enseñanza: El

llamamiento más importante, pág.3). Eso sigue siendo verdad. De estacita sacamos la idea para el título de lamaravillosa guía de consulta y manualde la Iglesia, La enseñanza: El llama-

miento más importante. En el venera-do himno de la Primaria “Soy un hijode Dios”, los niños cantan esta peti-ción a los padres y maestros:

Guíenme; enséñenme

la senda a seguir

para que algún día yo

con Él pueda vivir.

(Himnos, Nº 196)

Ésta es la tarea que tenemos encomún en esta

Iglesia; es la res-ponsabilidad quecompartimos.

Todos somos hijos de Dios, y debe-mos enseñarnos el uno al otro; debe-mos enseñarnos “la senda a seguir”.Esto es lo que intentaremos hacer eldía de hoy.

Prepararse para enseñar

Se darán cuenta al ver estos mate-riales esparcidos sobre la mesa queestoy tratando de preparar una lec-ción. ¿Les parece familiar? Es la lec-ción de hoy: una lección para todosustedes. Prepararse para una claserequiere mucho trabajo y toma tiem-po. Con respecto a esto, quisieraexhortarlos a empezar a planear y apensar con anticipación en la lecciónque tengan que dar.

Por ejemplo, si fuera a enseñar unaclase el domingo, leería la lección yempezaría a orar en cuanto a ella eldomingo anterior. Eso me da todauna semana para orar, para buscar ins-piración, para pensar, para leer y estaratento a aplicaciones de la vida real

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La instrucción inspirada en casa y en

la Iglesia ayuda a proporcionar el

elemento crucial de nutrir

por la buena palabra

de Dios.

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que den vitalidad a mi mensaje. Noterminarán la preparación ese día,pero les sorprenderá cuántas cosasles vendrán a la mente durante lasemana, cuánto Dios les dará, cosasque sentirán que deben usar cuandoterminen su preparación de la lección.

Al hablar en cuanto a la prepara-ción, me gustaría exhortarlos a queeviten la tentación que se le presenta

a casi todo maestro de la Iglesia; por lo menos ha sido así conmigo.Es la tentación de cubrir demasiadomaterial, la tentación de hacer cabermás en una hora, ¡más de lo que losalumnos pueden retener! Recuerdendos cosas en cuanto a esto: primero,estamos enseñando a personas, notemas en sí; y segundo, todo bos-quejo de una lección que he vistoinevitablemente incluirá más en él

de lo que podamos cubrir en la can-tidad de tiempo disponible.

Así que dejen de preocuparse poreso. Es mejor tomar unas cuantasbuenas ideas y llevar a cabo un buenanálisis —y un buen aprendizaje—que estar apurado, tratando de ense-ñar cada palabra del manual. En estosmateriales que tengo frente a mí, yacuento con tres o cuatro veces máscontenido de lo que pudiera decir ocompartir con ustedes en la cantidadde tiempo disponible para una clase,por lo que, como ustedes, he tenidoque escoger; estoy guardando algodel material para otro día.

Un ambiente tranquilo, sin apuros,es absolutamente esencial si se ha detener la presencia del Espíritu delSeñor en la clase. Por favor nunca olvi-den eso. Muchos de nosotros nosapuramos. Y en nuestro apuro, deja-mos atrás al Espíritu del Señor, tratan-do de ganarle al reloj en una carreratotalmente innecesaria.

Demostración didáctica

Y bien, volvamos ahora a la estu-penda conversación sostenida entreel presidente Packer y el élder Perrypara buscar algunos de los puntosclave para el éxito en esta gran tareade enseñar y aprender. Para ellovamos a entrar en un salón de clasesaquí en las Oficinas Generales de laIglesia en donde vamos a desenvol-vernos en forma muy similar a la queesperamos que ustedes lo hagan ensus salones dondequiera que seencuentren en el mundo. Esto esimprovisado y espontáneo, igual quesus clases. El maestro se ha esforza-do por prepararse y orar —les asegu-ro que lo he hecho— y también los

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Fotografía superior: El élder Jeffrey R. Holland se prepara para una demostración

sobre la enseñanza, presentada como parte de la reunión de capacitación

mundial de líderes. Arriba: Se invitó a algunos miembros de la Iglesia del área

de Salt Lake City a formar parte de una clase para esta demostración de la

enseñanza. Algunos de sus comentarios adicionales se incluyen en recuadros

en las siguientes páginas.

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alumnos. Ahora que ya se ha ofreci-do la primera oración, confiaremosen que el Espíritu del Señor nos guia-rá en nuestra experiencia didáctica.

Bienvenidos a la clase. Lo que sepropone es que ésta sea una clase de tamaño medio, más o menos.Algunos de ustedes tendrán más yotros menos, pero los principios de laenseñanza serán básicamente los mis-mos, independientemente del tama-ño de la clase. Aquí en nuestroauditorio tenemos a 15 personasabsolutamente perfectas y bellas,

y el número 16 es usted, que estárecibiendo esta transmisión mundial.

Estén atentos a nuevas ideas, cosasque tal vez les lleguen sólo a ustedes.Quizá no tengan nada que ver con loque estemos diciendo, pero así fun-ciona el Espíritu. Sean receptivos a lainspiración del Espíritu de cómo pue-den enseñar. Y recuerden, ¡sí puedenenseñar! ¡Pueden hacerlo!

Toda persona puede enseñar

El élder Perry le hizo una pregun-ta al presidente Packer a la mitad de su conversación: “¿Qué le diría aun nuevo maestro?”. Si alguien estu-

viera recién llamado, ¿qué le

aconsejaría hacer? ¿Qué diría paraayudarle a este maestro a cobrarvalor y poder aceptar el llamamiento,cumplirlo y disfrutarlo?

Hermano Charles W. Dahlquist II:

Usted puede hacerlo.Élder Holland: Usted puede hacer-

lo. Todos pueden enseñar. Y eso es loque el presidente Packer dijo cuandorespondió a la pregunta del hermanoPerry.

Hizo referencia a pasajes de lasEscrituras que prometen que pode-mos hacerlo. Las Escrituras siempreproporcionan palabras tranquilizado-ras adicionales. ¿Les vienen a la mentealgunos pasajes?

Élder Jay E. Jensen: Moroni 10:17.Élder Holland: Moroni 10, el último

capítulo del Libro de Mormón, ungran resumen sobre los dones. ¿Legustaría leerlo, hermano Jensen?

Élder Jensen: “Y todos estos donesvienen por el Espíritu de Cristo; y vie-nen a todo hombre, respectivamente,de acuerdo con su voluntad”.

Élder Holland: Estupendo.Élder Jensen: No excluye a nadie.Élder Holland: Nadie queda exclui-

do. Y a veces pensamos que significa:“Todos menos yo, todos puedenenseñar, pero yo no; o todos puedenser líderes, menos yo”. Pero ése noes el caso. Estos dones son paratodos. Observen una pequeña adver-tencia en cuanto a eso, ya que esta-mos en ese tema. Hermano Jensen,lea las primeras líneas del versículoocho.

Élder Jensen: “Y además os exhor-to, hermanos míos, a que no neguéislos dones de Dios, porque sonmuchos, y vienen del mismo Dios”(Moroni 10:8).

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Si pedimos, recibiremos; y si llamamos,

se nos abrirá. Podemos hacerlo.

Page 13: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

Élder Holland: Creo que nos senti-mos un poco tentados a “negar”.Nos limitamos. Cuando recibimos elllamamiento, o tenemos que enfren-tarnos a un salón de clases —y esaes una experiencia bastante intimi-dante para cualquiera— creo quealgo dentro de nosotros dice: “Nopuedo hacerlo, y voy a negar. Voy anegar que ese don puede venir; voya negar que el don es mío. En ciertomodo, voy a negar la autenticidaddel llamamiento”. En cierta forma,supongo que es lo que estamosdiciendo. Y lo que Moroni dice aquí es “no neguéis”: “No neguéislos dones de Dios, porque sonmuchos”.

“Pedid, y se os dará”

Estoy pensando en algo que elSalvador mismo dijo directamente a Sus discípulos en el Nuevo Testa-mento, y se me ha dicho que es la promesa y declaración de lasEscrituras que se repite más que casicualquier otra en todas ellas. Alguiendijo que alguna variación de estepasaje aparece en las Escrituras cienveces. Y bien, si sólo apareciera una odos veces, yo creo que podríamosaceptarla una o dos veces, pero algoque se repite 20, 40, 60 u 80 vecesclaramente tiene gran significadopara el Señor.

¿Alguien tiene alguna idea de lapromesa a la que me estoy refiriendo?

Hermana Vicki F. Matsumori: Creoque es el pasaje que dice algo sobrepedid y llamad y se os dará.

Élder Holland: Exactamente.Hermana Matsumori, ya que usted lointrodujo, ¿nos podría leer Mateo 7:7?Es del Sermón del Monte, que es unode los lugares en donde se expresaesta promesa.

Hermana Matsumori: “Pedid, y seos dará; buscad, y hallaréis; llamad, yse os abrirá”.

Élder Holland: Gracias. Me encantael espíritu preciso, claro y declarativode esa promesa. Si pedimos, recibire-mos; y si llamamos, se nos abrirá.Podemos hacerlo.

Ahora estamos empezando a acu-mular algunas ideas, y le voy a pedir ala hermana Kathy Hughes, de la presi-dencia general de la Sociedad deSocorro, que sea nuestra escribienteel día de hoy. Tenemos un tema quese está desarrollando, el cual nos dioel presidente Packer en su conversa-ción con el élder Perry, el cual es “El

don de la enseñanza”. ¿Podría ponerese título, por favor, hermanaHughes?

Vamos a hacer una lista de algunasde las cosas que queremos recordarsobre cómo buscar el don de la ense-ñanza. Y la que nos dio la hermanaMatsumori sería la número 1: “Pedir,buscar y llamar espiritualmente”, quequizá supongo es el requisito másfundamental para un maestro quebusca este don que Dios nos ha prometido.

Élder W. Rolfe Kerr: Me parecemuy importante que pongamos lapieza final a esto y que quizás tenga-mos frente a nosotros. Lo que provie-ne de pedir es que recibimos. Lo queproviene de buscar es que encontra-mos. Llamamos, y es abierto.

Élder Holland: Escribamos eso en lapizarra, hermana Hughes, que vamosa recibir. Contiene una promesa.

Hermano Orin Howell: Relacionadocon eso, me gusta Lucas 12:12, dondedice: “Porque el Espíritu Santo osenseñará en la misma hora lo quedebáis decir” (Lucas 12:12).

Élder Holland: Eso nos abre todoun mundo nuevo porque siempreestamos hablando de esta forma a losmisioneros. Siempre les decimos alos misioneros que abran la boca yque si se han preparado y esforzado,Dios les dará lo que deben decir en el momento en que lo necesiten. Esa es una fantástica y amplia nuevaidea sobre pedir y recibir a la horaindicada. Es un versículo espectacu-lar, Orin.

Hermana Tamu Smith: Creo que aveces, cuando estoy en situaciones enlas que me siento abrumada, siendoconversa a la Iglesia, y se me pide

L IAHONA J U N I O D E 2 0 0 7 61

“Cuando era miem-

bro de la rama de

Colonia Suiza,

Uruguay, mi primer

llamamiento fue el

de presidenta de la

Primaria cuando tenía 13 años. Yo

era la presidenta y también la

maestra. Recuerdo que se me apartó

y se me dio el manual, y la asigna-

ción era la de enseñar a los niños

las lecciones y el Evangelio. Abrí

el manual y no sabía qué hacer ni

cómo enseñar una lección. Así que

oré, y dije: ‘Padre Celestial, necesito

enseñar la lección a los niños el

próximo domingo. ¿Me ayudarás?’.

Y recibí la influencia del Espíritu,

y aprendí a enseñar porque el

Espíritu me enseñó”.

Hermana Delia Rochon

Page 14: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

enseñar una clase en la que hay per-sonas de patrimonio pionero, elEspíritu sí le indica a uno a decir algoque no se planeaba decir. En Éxodo4:12 dice: “Ahora pues, vé, y yo estarécon tu boca, y te enseñaré lo quehayas de hablar”. Pienso que si esta-mos dispuestos a dejar que el Espíritunos impulse a decir esas cosas, aun-que no pensemos que sea lo correctoo no tengamos todas las respuestas,dejamos que nuestro Padre Celestialhaga Su trabajo de hablar por mediode nosotros.

Élder Holland: Qué versículo tanmaravilloso. No creo que en todos losaños en que he tenido alguna conver-sación en cuanto a este tema, no creohaber escuchado que se usara estepasaje, así que gracias, hermanaSmith. Y el contexto de esto, porsupuesto, es la tarea abrumante queMoisés tenía y que los hijos de Israeltenían de salir de los problemas de lavida. Eso es a lo que todos le hacemosfrente. Ése es un pasaje fantásticopara decir: “No te preocupes, te serádado”. Gracias por ese pasaje.

Mantengan estas citas en mente sivan a enseñar en cuanto a un temacomo éste. Pueden usar éstos ymuchos, muchos más.

Enseñar en base a las Escrituras

Élder Steven E. Snow: Muchos denosotros, cuando se nos llama a ense-ñar, nos sentimos totalmente abru-mados con la enormidad de laasignación y nos sentimos incompe-tentes y mal preparados, pero, si nosesforzamos por estudiar los materia-les que se nos han dado, y nos aden-tramos en las Escrituras, y luegosimplemente confiamos en el

Espíritu, se nos ayudará por mediodel proceso. Creo que a veces nossentimos abrumados porque no sabe-mos lo suficiente.

Élder Holland: Absolutamente. Ytodos nos sentimos así; todo maestroque ha enseñado se ha sentido así. Ycreo que sería justo decir que todosaquí representamos el esfuerzocolectivo de la Iglesia de poner buenmaterial en las manos de las perso-nas. Realmente sí tenemos buenmaterial de cursos de estudio.Tenemos buenos manuales, y no seenseñan por sí mismos, pero es tran-quilizador saber que no estamossolos, que no tenemos que volver ainventar la rueda. Tenemos muy bue-nos recursos, y vamos a hablar deeso durante el día; eso nos ayudará a no sentirnos tan abrumados.

Cuando el presidente Packer esta-ba hablando con el élder Perry, dijo:“Siempre me he apoyado en las[raya]”, ya fuera en el púlpito o para-do frente a la clase. Dijo que no que-ría ir a ningún lugar sin ellas. ¿A quése estaba refiriendo?

Hermana Julie B. Beck: A lasEscrituras.

Élder Holland: A las Escrituras;absolutamente. ¿Podría poner elnúmero 2, hermana Hughes?:“Enseñar en base a las Escrituras”.

No creo que podamos exagerar en cuanto a esto en nuestro papel de enseñar en la Iglesia. Obviamente,puesto que la sustancia misma delEvangelio, las Escrituras mismas, sonlo que se nos ha llamado a enseñar, yasea en la Primaria, o en los grupos deadultos o de adolescentes, en casa oen la Iglesia. Recuerdo algo potenteque se dijo en Alma 31, un pasaje

favorito que creo que dice esto igualo mejor que cualquier otro que yoconozca en las Escrituras.

Alma se había embarcado en unamisión muy seria, una misión muydifícil —la misión a los zoramitas— y acababa de intercambiar palabrascon Korihor. Se da cuenta de lo que le funciona y de lo que no fun-ciona en este desafío de enseñar y testificar.

Hermano Wada, ¿nos podría leerAlma 31:5?

Hermano Takashi Wada: “Y comola predicación de la palabra tenía granpropensión a impulsar a la gente ahacer lo que era justo —sí, había sur-tido un efecto más potente en lamente del pueblo que la espada o

62

“Nunca olvidaré

un domingo

por la mañana.

Estábamos en Athi

River, Kenya, y

había un joven que

se puso de pie y dio un discurso en

la reunión sacramental utilizando

sólo las Escrituras. Fue tan potente.

Pienso que sólo tendría unos 15

años, no podría haber tenido más.

Yo lo pasé sonriendo, y pensé:

‘Cómo quisiera que todos pudiéra-

mos escuchar a este jovencito dar

testimonio y hablar de Cristo y

predicar de Cristo’ ”.

Hermana Kathleen H. Hughes

Page 15: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

cualquier otra cosa que les habíaacontecido— por tanto, Alma consi-deró prudente que pusieran a pruebala virtud de la palabra de Dios”.

Élder Holland: Muchas gracias. Conel transcurso de los años éste ha llega-do a ser uno de mis pasajes favoritos.Todos tenemos versículos a los quevolvemos una y otra vez, y yo he vuel-to una y otra vez a éste. “Como la pre-dicación de la palabra” —el poder dela palabra— “tenía gran propensión aimpulsar a la gente a hacer lo que erajusto”, surtía “un efecto más potenteen la mente del pueblo que la espa-da”, y habían tenido suficiente espadaen este libro y en la vida, “o cualquierotra cosa”, todos los demás camposde batalla y conflictos y desafíos. “Portanto, Alma consideró prudente quepusieran a prueba la virtud de la pala-bra de Dios”.

Un sinónimo de la palabra virtud

es poder. Este mismo concepto

se tradujo del griego en el NuevoTestamento como poder. Cuando lamujer se acercó a tocar el borde delmanto de Cristo, en la escena delNuevo Testamento, Él dijo: “Ha salidopoder de mí” (Lucas 8:46).

Así que Alma está diciendo quedebemos poner a prueba el poder dela palabra de Dios, ya que surte unefecto muy potente.

Hermano Wada: Pienso que todosvan a la Iglesia para aprender algo ytienen el deseo de ser nutridos. Unafrase del libro de Jacob, Jacob 2:8,dice: “Y supongo que han subidohasta aquí para oír la agradable pala-bra de Dios; sí, la palabra [de Dios]que sana el alma herida”. Da muchasatisfacción cuando al terminar deenseñar una clase alguien se me acer-ca y dice: “Es exactamente lo quedeseaba escuchar; lo necesitaba”.

Élder Holland: Un punto profundo—gracias, hermano Wada— porque la

gente viene a la Iglesia para tener unaexperiencia espiritual, por eso vienen.Venimos a la Iglesia, y venimos a estetipo de reuniones a oír la palabra deDios, a escuchar declaración, Espíritu,testimonio y convicción. Cuando lle-gan los momentos difíciles, cuandonecesitamos ser sanados, lo que elmundo ofrece no será suficiente.Venimos para ser sanados por la pala-bra de Dios.

Hermana Matsumori: Para la mayo-ría de los maestros de la Primaria,enseñar a los niños en base a la pala-bra de Dios constituye un gran desa-fío. Ellos no saben leer, no tienen suspropios ejemplares de las Escrituras,no están familiarizados con ellas si lafamilia no les ha enseñado. Puede serun gran desafío.

Élder Holland: Tiene razón. Aquítenemos a una maestra de la Primariacon experiencia dándonos unapequeña advertencia para que nos

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Lo que se nos ha llamado a enseñar es la esencia del Evangelio, las Escrituras mismas.

Page 16: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

demos cuenta de que tendremosniños en todas las etapas de desarro-llo y que debemos encaminarlos gra-dualmente, de la forma en que sedebe encaminar a los niños. Es buenorecordarlo, hermana Matsumori.

Hermano Dahlquist: También es lomismo con los hombres y las mujeresjóvenes, y es que si han de compren-derlo, deben ser capaces, tal comodijo Nefi, de aplicarlo, de identificarsecon ello.

Élder Holland: Deben aplicarlo a símismos (véase 1 Nefi 19:23).

Hermano Dahlquist: Necesitan quelas Escrituras cobren vida.

Élder Holland: Sí, y estamoshablando de una gran cantidad deexperiencia, algunas experiencias enel hogar; algunas en seminario e ins-tituto. Estamos hablando de algo quetiene que crecer con el transcursodel tiempo en nuestros hombres ymujeres jóvenes. No seremos impa-cientes si toma algo de tiempo desa-rrollarlo.

Élder Jensen: Hasta ahora nuestroanálisis se ha concentrado en loslibros canónicos, pero también tene-mos otras Escrituras.

Élder Holland: Así es. ¿Le gustaríamencionar algo en cuanto a los profe-tas vivientes?

Élder Jensen: Tenemos buenosmanuales, y tenemos revistas e histo-rias. ¿Verdad que son potentes?

Élder Holland: Sí tenemos granmaterial, además de los profetasvivientes y las transmisiones de laconferencia general semestral, y laspublicaciones que se envían a laIglesia. Tenemos a nuestra disposiciónla abundancia de la palabra de Dios, ydebemos usarla.

Hermana Kathleen H. Hughes:

Esto hace que en mi mente surja unapregunta. Con frecuencia vemos, talcomo el élder Oaks señaló en otrodiscurso que dio, que sólo se recono-ce muy superficialmente que elmanual existe, y luego enseñamosotras cosas. ¿Por qué lo hacemos?¿Cómo podemos ayudar a nuestroshermanos y hermanas a entender que los manuales son para nuestraedificación?

Élder Holland: Sí, es un buenrecordatorio, y concuerda con elcomentario del élder Jensen. Con elespíritu de los fantásticos comenta-rios que han hecho y las ideas queme han dado —las nuevas ideassobre el poder de la palabra y elsanamiento y la ayuda y la luz que serecibe— recordé una historia que elpresidente Packer contó al Quórumde los Doce hace unos años. Hablóde un duro invierno en Utah cuandohubo demasiada nieve, lo que hizoque las manadas de venados bajaranhasta algunos valles. Algunos queda-ron atrapados por cercos y circuns-tancias por haber salido de su hábitatnatural. Agencias perfectamentecapaces, que tenían buena intención,perfectamente receptivas, intentaronalimentar a los venados para quepudieran superar la crisis del invier-no. Llevaron heno y lo tiraron portodos lados; fue lo mejor que pudie-ron hacer bajo las circunstancias. Más tarde se encontró a un númeroinmenso de venados que habíamuerto de hambre. Las personas que habían ayudado a los animalesdespués dijeron que tenían el estó-mago lleno de heno, pero que habí-an muerto de hambre. Los habían

64

“En una ocasión

estaba sentada

con una nieta de

seis años de edad,

y me dijo: ‘Quiero

aprender a estu-

diar las Escrituras’. Y yo pensé:

‘Bueno, sólo tiene seis años.

¿Podrá realmente obtener algo

potente de las Escrituras?’. Así que

le dije: ‘Vamos a leer 1 Nefi, capí-

tulo 1, y si lees algo que entiendas

o que signifique algo para ti, lo

puedes subrayar; y si quieres

decir algo sobre ello, puedes escri-

birlo’. Así que empezamos con

ese versículo: ‘Yo, Nefi, nací de

buenos padres’ (1 Nefi 1:1), y se

detuvo y dijo: ‘Yo tengo buenos

padres’. Lo obtuvo con la primera

frase. Marcó sus Escrituras y dijo:

‘Voy a terminar de leer el Libro de

Mormón antes de que me bauti-

ce’. ‘Unos días’, dijo, ‘no entiendo

nada’. Pero fue potente para ella

leer el primer versículo del Libro

de Mormón, la primera vez que lo

intentó”.

Hermana Julie B. Beck

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Page 17: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

alimentado, pero no habían sidonutridos.

Todo maestro debe recordar que debemos nutrir “por la buenapalabra de Dios”. Y nosotros pode-mos nutrirnos también —eso puede ser en parte algo que lo hagaameno— pero la importancia de laenseñanza es la nutrición anclada enla palabra de Dios.

Enseñar por medio del Espíritu

Hermana Hughes, por favor, escri-ba el número tres: “Enseñar con elEspíritu y por medio de Él”.

El Espíritu del Señor es el verdade-ro maestro, y por eso

anteriormente dije:“Escuchen”.Escuchen con elcorazón; escu-chen con elalma, y tendránsentimientos o

inspiraciones que no tienen nada quever con lo que están diciendo”. Tal vezsea algo muy personal, quizá se rela-cione con algo en casa; con algo en el matrimonio o con un hijo, pero es el Espíritu, y Él es el verdaderomaestro.

Hay una frase en Doctrina yConvenios 43:16 que dice que debe-mos ser instruidos de lo alto. Somosinstrumentos, somos herramientas, yson nuestras lenguas y labios, pero elmaestro es de lo alto.

Y bien, es una buena experienciadidáctica que los miembros de la clasese conozcan un poco mejor, así quevamos a hacer eso por un momentocon Orin Howell.

Orin, ¿cuándo se unió a la Iglesia?Hermano Howell: Me uní a la

Iglesia en junio de 1996.Élder Holland: ¿En dónde se unió a

la Iglesia, hermano Howell?Hermano Howell: En Bosnia.Élder Holland: ¿Qué estaba hacien-

do en Bosnia, hermano Howell?Hermano Howell: En ese entonces

estaba en el ejército.Élder Holland: ¿En dónde y en qué

se bautizó en Bosnia?Hermano Howell: Me bauticé en

Tuzla, en un viejo bar ruso que habíanconvertido en una capilla; usamosuna cubierta vieja del motor de untanque, le dimos vuelta, la metimos a la capilla y la usamos como pila bautismal.

Élder Holland: Éste es un maravillo-so joven del ejército que se sienteconmovido por la vida de otrosSantos de los Últimos Días en el ejército, y recibe un testimonio delEvangelio y desea bautizarse, por loque, en la capilla adaptada en donde

L IAHONA J U N I O D E 2 0 0 7 65

“A veces cuando uno

está enseñando,

trata de trabajar

con el Espíritu, ense-

ñar con el Espíritu,

utilizar las

Escrituras. Pero me parece a mí, por

lo que he experimentado, que el que

hace la conexión entre lo que esta-

mos enseñando y la necesidad del

alumno es el Espíritu. Y por esa

razón, a veces he tenido a un alum-

no que se me acerca y me dice:

‘Gracias por haber dicho tal cosa’, y

yo pensé: ‘¿Dije eso? ¿Cuándo?’. Me

pregunto si esa persona realmente

escuchó la voz del Señor, y todo lo

que yo hice fue crear por medio

de las Escrituras, por medio del

Espíritu, el ambiente en el que el

alumno recibió el mensaje que

necesitaba”.

Hermana Delia Rochon

Debemos ser instruidos de lo

alto. Somos instrumentos, somos

herramientas, y son nuestras lenguas y

labios, pero el maestro es de lo alto.

Page 18: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

se reunían en tiempo de guerra, voltearon la cubierta de motor de untanque para formar una estructuraparecida a una cuenca y Orin la llenóde agua. Fue bautizado. Orin, ¿quiénlo confirmó miembro de la Iglesia enese lugar?

Hermano Howell: Usted, élderHolland.

Élder Holland: Tuve la gran oportu-nidad en el verano de 1996 de confir-mar a Orin Howell como miembro dela Iglesia en Tuzla, Bosnia, bajo condi-ciones de guerra, donde estábamospeleando por la vida. Este maravillosojoven ahora es sumo sacerdote quesirve a la Iglesia fielmente aquí en elValle de Lago Salado. Es un miembromuy distinguido de nuestra clase eldía de hoy. Gracias, Orin, por esainformación. Permite que los miem-bros de la clase se conozcan un pocomejor.

Le voy a pedir al hermano Howellque desarrolle con nosotros el temade “Enseñar por medio del Espíritu”.Acudan a la sección 50, que es unaserie de versículos que usamos confrecuencia, y con urgencia, con losmisioneros, pero debemos usarlos de igual forma con todos. HermanoHowell, ¿podría leer Doctrina yConvenios 50:13?

Hermano Howell: “Por tanto, yo, elSeñor, os hago esta pregunta: ¿A quése os ordenó?”

Élder Holland: A fin de cambiar elénfasis un poco para un propósitomás amplio, cambiemos la palabraordenó por llamó. Ordenó es len-guaje del sacerdocio, y vamos ahablar sobre el llamamiento generalde enseñar. Así que, “Por tanto, yo, el Señor, os hago esta pregunta:

¿A qué se os [llamó]?”Ahora, hermano Howell, lea la res-

puesta del Señor en el versículo 14.Hermano Howell: “A predicar mi

evangelio por el Espíritu, sí, elConsolador que fue enviado paraenseñar la verdad”.

Élder Holland: Ésa es una afirma-ción de las Escrituras que recalca loque estamos tratando de desarrollar

y que ya hemos mencionado: que el verdadero maestro es el Espíritu.Yo no soy el maestro, y ustedes tam-poco lo son. Todos debemos serreceptivos al Santo Espíritu, a la guía del cielo, que es el maestro.Debemos “predicar [el] evangelio

66

“Nuestra seguri-

dad máxima se

encuentra en la

inspiración since-

ra del Señor: la

inspiración de

que usted es el instrumento del

Señor, que ésta es Su clase, que

ésta es Su Iglesia, que ésta es Su

gente. Entonces hay que responder

sinceramente a ese Espíritu. Por

lo general, el curso de estudio nos

va a dar el bosquejo, el camino y

la dirección a seguir durante los

meses del año. Pero en cualquier

momento dado, somos menos de

lo que debemos ser como maes-

tros en las manos del Señor si no

estamos dispuestos a hacer a un

lado algo especial que hayamos

preparado y responder a algo

que el Señor nos inspire a hacer.

Tenemos que decir: ‘El momento

es ahora; éste es el momento pro-

picio para la enseñanza’.

“Los padres se enfrentan a esta

situación todo el tiempo. Ellos

deben aprovechar el momento de

la enseñanza porque es posible

que no vuelva a surgir. Debemos

prepararnos lo mejor que poda-

mos, y luego confiar en que el

Señor nos llevará a oportunida-

des inesperadas en una clase par-

ticular. Debemos estar preparados

para ir a donde Él nos guíe”.

Élder Jeffrey R. Holland

El élder Richard G. Scott les dijo a los

maestros de seminario e instituto que

“el uso del albedrío por parte del

alumno autoriza al Espíritu Santo a

enseñar. Ayuda al alumno a retener

el mensaje”.

Page 19: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

por el Espíritu, sí, el Consolador que fue enviado para enseñar la verdad”.

Ahora, una advertencia: ¿Qué pasasi intentamos hacerlo de otra forma?¿Qué sucede si intentamos enseñarsin el Espíritu o no le hacemos caso ono somos receptivos a Él? ¿Cuál es elveredicto del Señor en cuanto a esetipo de enseñanza?

¿Hermana McKee? ¿Quisiera leer elversículo 18?

Hermana Maritza McKee: “Y si es de alguna otra manera, no es de Dios”.

Élder Holland: Repítalo una vezmás. Es una frase muy potente.

Hermana McKee: “Y si es de algu-na otra manera, no es de Dios”.

Hermana Beck: ¿Quiere decirentonces que si me siento y estudiomis libros y manuales, y escribo unbosquejo, y tengo mi plan, no puedoenseñar eso? Me preparo, pero ¿tengoque estar lista a dejarlo de lado y dejarque el Espíritu me guíe con la prepa-ración que tengo?

Élder Holland: ¿Hay algún comenta-rio en cuanto a esa pregunta antes deque yo responda? Es una preguntalegítima.

Hermano Dahlquist: No es que elEspíritu nos susurre justo cuandoestamos de pie sin usar nuestrasnotas; pienso que el Espíritu puedesusurrarnos comenzando con la pre-paración de la lección. Es muy pareci-do a la conferencia general. Laconferencia general tiene una formaincreíble de afectar nuestra vida, perohay mucha preparación.

Élder Holland: Muy bien, me gusta-ría que hiciéramos más comentariosal respecto. ¿Cuál es el papel del

maestro y cuál es el papel delEspíritu?

Hermana Beck: Me preparé; traba-jé en ello. Pero luego, si alguien en miclase ha tenido un desafío esa sema-na, eso cambia la dinámica de la lec-ción. Ayúdenme a entender cómopuedo saber dónde entra esa combi-nación de estar preparado y de serguiado a decir lo que siento en elcorazón en ese momento, o a utilizarun pasaje diferente de las Escrituras.

Élder Holland: Ésa es una preguntaestupenda, y todo maestro seenfrentará con ella.

Élder Kerr: Creo que la clave es —más allá de la preparación y de ateso-rar— es no quedar sujeto al plan de lalección, sino dejar que ésa sea la basey luego ser receptivo a la inspiración.

Élder Holland: No sería justo entrary decir: “No me preparé, pero elEspíritu nos va a guiar”. Por otrolado, el estar tan sujeto a la prepara-ción sin considerar ninguna inspira-ción que recibamos, sería el otroextremo.

Creo que la hermana Beck nos estállevando a una combinación de estascosas. Nos hemos preparado, perosomos receptivos al Espíritu, y tene-mos la libertad de movernos haciadonde debemos a la hora precisa, enel momento de presentar la lección.

Élder Snow: Tenemos que enten-der que cada miembro de la claseposiblemente se vaya a casa con unainspiración del Espíritu un poco dife-rente, y que es muy importante que elEspíritu esté presente. Pero cuántosde nosotros hemos estado en unaclase en la que se está llevando a caboun análisis maravilloso, y luego elmaestro ha dicho: “Éste es un análisis

muy bueno, pero debo continuar conla lección”.

Élder Holland: Sí, así es. Todoshemos escuchado eso.

Élder Snow: Y a veces perdemosoportunidades cuando hacemos eso.

Élder Holland: Sí, así es. Y esas sonrealidades a las que tendremos que

L IAHONA J U N I O D E 2 0 0 7 67

“Vi un ejemplo

maravilloso cuando

fui a enseñar con

dos misioneros.

Estaban enseñando

la quinta charla.

Uno de los misioneros era alemán,

y hablaba muy bien el idioma;

ya había estado en la misión

durante varios meses. El otro era

bastante nuevo, y era la primera

quinta charla que había enseñado.

“Y los observé. Uno tenía con-

fianza; era un buen misionero.

Enseñó con confianza. El otro tuvo

que depender un poco en el plan de

la lección, pero al estar allí sentado

viendo a los dos, el Espíritu se

manifestó en ambos. Y asimismo

con maestros que están en diferen-

tes niveles de enseñanza, el Espíritu

puede susurrar sin importar en

cuál estemos, si hemos hecho nues-

tra parte. Fue estupendo.”

Hermano Charles W. Dahlquist II

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Page 20: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

demás? Tengo una pequeña cita quellevo en mis Escrituras que se relacio-na con ese versículo, y creo que laaprecio un poco más el día de hoy alestar hablando de esto. El élder Scottenseñó esto en una reunión de capa-citación del SEI: “Asegúrense de quehaya participación abundante, por-que el uso del albedrío por parte delalumno autoriza al Espíritu Santo aenseñar. Ayuda al alumno a retener el mensaje. A medida que el alumnoexpresa verbalmente la verdad, éstaes confirmada en su alma y fortalece su testimonio personal” (Richard G.Scott, To Understand and Live Truth

[discurso dirigido a los maestros dereligión del SEI, 4 de febrero de2005], pág. 3).

Élder Holland: Qué maravilloso.Eso me recuerda algo que dijo en una ocasión el presidente Marion G.Romney: “Siempre sé cuando hehablado bajo la influencia delEspíritu, porque aprendo algo queno sabía”. Él es el maestro, y depronto está diciendo o pensandocosas que nunca antes había pensa-do. O si las había pensado, le vienencon nuevo placer, nuevo poder. Esas pueden ser algunas de las formascon las que podemos tener una indi-cación de que estamos enseñandocon el Espíritu.

En muchos de los casos, no sabre-mos. Haremos todo lo posible, con la esperanza de que cientos de cosasestén sucediendo en el corazón de lagente, o que sucedan, gracias a estaexperiencia o a otras experiencias enla Iglesia. Pero es posible que nuncasepamos.

Quizá parte del llamamiento divinodel maestro es ser un instrumento y

aprender a dar cabida y nosotros mis-mos ser tan sensibles como la perso-na que recibió esa impresión paraaprovechar la oportunidad y elmomento.

Hermana Hughes: ¿Saben? Éstesiempre ha sido un asunto muy inte-resante y algo desconcertante paramí. ¿Cómo sabemos, y cómo puedesaber el maestro, que está enseñan-do con el Espíritu? Yo no lo sé. Noestoy segura de que cuando voy aenseñar siempre tengo confianza en eso.

Élder Holland: ¿Alguien tiene unarespuesta a eso? ¿Qué es lo que le daal maestro el sentimiento de tranquili-dad de que está enseñando con elEspíritu? ¿Qué pueden buscar comoindicación de que así es? ¿O se hacesolamente con fe y esperanza de queestá sucediendo, aun cuando nosiempre se sabe si así es?

Élder Jensen: Yo tengo la mismapregunta, y me pregunto si la res-puesta no está, por lo menos en mi caso, en Doctrina y Convenios50:21–22:

“Por tanto, ¿cómo es que no podéiscomprender y saber que el que recibela palabra por el Espíritu de verdad, larecibe como la predica el Espíritu deverdad?

“De manera que, el que la predicay el que la recibe se comprenden eluno al otro, y ambos son edificados yse regocijan juntamente”.

Élder Holland: Quizá un poco deregocijo, Kathy. Tal vez si el corazón seregocija un poco es por lo menos unaindicación.

Élder Jensen: ¿Está el maestro alfrente, sentando cátedra, hablandosin pedir la participación de los

seguir adelante, confiar que hemossido tan espirituales y devotos comopudimos serlo, y entonces dejar queel milagro de la revelación personalcontinúe una y otra vez. Pienso queesa es una idea muy grata sobre ense-ñar y ser maestro.

68

“Creo que se puede

decir audazmente

que no hemos teni-

do éxito si al final

de 40 minutos el

alumno sale por la

puerta y dice: ‘Caramba, qué boni-

ta clase’. Si se termina cuando el

alumno sale por la puerta, creo

que hemos fracasado en el sentido

máximo de la enseñanza, el sentido

continuo de la enseñanza. Nuestra

instrucción debe ser tan provocati-

va, tan espiritualmente dulce, tan

nueva e interesante que los alum-

nos se digan a sí mismos: ‘Sentí

tanto que creo que pensaré en ello

esta tarde y mañana y la próxima

semana y el próximo mes’. En esa

forma, nuestra lección cobrará

vida por sí misma y hará que sur-

jan nuevos pensamientos.

“Existe un peligro muy real en

las presentaciones del salón de cla-

ses que parecen ser tan autónomas

o deslumbrantes que se entretiene

a la gente durante 45 minutos y

dicen: ‘Qué bien; no puedo esperar

a venir la próxima semana para

que me entretengan’, y que nunca

se tenga otro pensamiento durante

la semana o durante el mes en

cuanto a la sustancia de la doctri-

na que se les ha enseñado”.

Élder Jeffrey R. Holland

Page 21: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

La responsabilidad de aprender

Punto 4: “Ayudar al alumno a asumir la responsabilidad deaprender”.

¿Qué podemos hacer cuando llega-mos a una nueva clase, y no sucedemucho, donde alguien, por su mane-ra de comportarse, dice: “Lo reto aque me enseñe? Me voy a sentar enesta silla, y voy a estar cabizbajo, ysólo voy a mirar mis zapatos, y cuan-do lo mire a usted, voy a fruncir elceño”. Quizás la situación no siempreesté tan mal, pero he tenido algunasde esas clases. Probablemente todoshemos estado en situaciones en lasque parecía haber personas que noestaban preparadas para aprender.¿Cómo ayudamos a la gente a lograrlo?

Hermana Beck: A veces me esfuer-zo por elaborar mis preguntas, perocreo que esto es lo que estamosdiciendo: cuanto más podamos hacerpara que los alumnos hagan pregun-tas sobre algo, más involucrados esta-rán en el aprendizaje.

Y lo que se me ocurrió fue quecuando José Smith leyó un pasaje de las Escrituras en Santiago, ellohizo que se le ocurrieran preguntas,y dijo: “¿Cómo voy a saber? ¿Sabréalgún día? Si no resuelvo esto, nunca sabré”. Y estaba en una modalidad de alumno cuando le preguntó a Dios. Para mí, ése es un desafío como maestra: no tantolas preguntas que yo haga, sino loque está sucediendo que está ayu-dando a otros a hacer preguntas,para que el Espíritu Santo les puedaenseñar.

Élder Holland: Uno de mis librosfavoritos de la Iglesia fue escrito porun viejo amigo profesor de BYU,

Dennis Rasmussen, que se llama The

Lord’s Question [La pregunta del

Señor]. Es una muestra de cómo elSeñor siempre enseña con una pre-gunta. Desde el tiempo de Adán, el Señor dijo: “¿Dónde estás tú?”(Génesis 3:9). Él sabe perfectamentebien dónde está Adán, pero precisasaber si Adán lo sabe. Por eso hace la pregunta: “Adán, ¿dónde estás?”.Etcétera. “¿No sabíais que en losnegocios de mi Padre me es necesarioestar?” (Lucas 2:49). La vida delSalvador se edificó alrededor de laenseñanza por medio de preguntas.Muchas de las revelaciones —no sécuántas; no he contado— peromuchas revelaciones de Doctrina yConvenios se recibieron en respuestaa preguntas que el profeta o los her-manos de la Iglesia le hicieron alSeñor.

Hermana Matsumori: He estadoluchando un poco con este tema enrelación con los niños, incluso desdeque el presidente Packer dijo quequería aprender. Pero para ser since-ra, creo que es un concepto avanzadopensar que el alumno va a asumir laresponsabilidad de aprender, espe-cialmente hablando de niños peque-ños. ¿Entonces cómo lo logra unmaestro de la Primaria?

Élder Holland: Ése es un puntoexcelente. ¿Qué hacemos si nosenfrentamos a esa situación, peroseguimos siendo los maestros? Detodos modos hay que desempeñarse.Por cierto, es el número 4 porque nosdamos cuenta de que es un conceptoun poco más maduro y avanzando.Pero quizá no hablamos suficiente deello, así que hablemos sobre la pre-gunta de la hermana Matsumori. Un

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Entre más preguntas hagan los alumnos en cuanto a algo, más involucrados están

en el aprendizaje.

Page 22: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

niño, un alumno de seminario, elmaestro o la Damita de 14 años: aveces no tienen mucho interés, o almenos su comportamiento no lorefleja. Es posible que estén más inte-resados de lo que quisieran que nosdiéramos cuenta, pero no parecenestar interesados. ¿Qué hacemos enesa situación? ¿Cómo los ayudamos?

Hermano Wada: El aprendizaje nosiempre se lleva a cabo justo en elsalón de clases. A veces sucede afue-ra. Cuando yo estaba aprendiendosobre la Iglesia los misioneros meenseñaban, y una semana despuéspensaba sobre ello y decía: “De esoestaban hablando”. No debemossuponer que el aprendizaje debe lle-varse a cabo en ese momento.

Élder Holland: Excelente punto.Estoy seguro de que fue el Espíritudel Señor que obró en usted duranteuna semana o durante el tiempo quefuera necesario.

Ése es el caso clásico de los investi-gadores de la Iglesia. Queremos queel Espíritu obre en ellos durante horasy días después de que los misionerosse hayan ido, y antes de que regresenpara la siguiente charla.

Hermana Naomi Wada: A veceslos niños tienen muchas preguntas, yyo he preparado tantos ejemplos oexperiencias o ayudas visuales, y nolas puedo usar todas. A veces estoymuy ocupada contestando preguntas.¿Está bien eso? He tratado de simplifi-car la lección, y si me puedo concen-trar aunque sea en un solo tema yenseñárselo, por lo menos se sientencómodos.

Élder Holland: Muy bien. Usted lodijo mejor de lo que yo lo hice al prin-cipio. No traten de hacer demasiado.

Con un niño de la Primaria —bueno,o con cualquier niño, tal vez con cual-quiera de nosotros— si podemosenseñar una idea, un principio, algopuro e importante que el hermanoWada seguirá sintiendo una semanadespués, eso probablemente hará dela experiencia en el salón de clasesalgo valioso. Sientan confianza. No sesientan renuentes por ello.

Élder Kerr: Lo que ella acaba dedecir que me ha abierto los ojos es:¿Qué mejor ambiente puede haber en la clase que el hecho de que losniños o los adultos estén haciendopreguntas?

Élder Holland: Alguien está respon-diendo.

Élder Kerr: Están pensando.Élder Holland: ¿Qué pasa si se

enfrentan a una situación en la que elalumno todavía no esté participando,y la carga esté sobre ustedes por untiempo?

Hermano Bruce Miller: ¿Debemosseguir adelante con la lección, o debemos detenernos y hacer algunascosas que invitan al Espíritu, auncuando hayamos tenido el primerhimno, la oración y el pensamientoespiritual? Si todavía no está presente,en vez de seguir con la lección, debe-mos detenernos y decir: “Y bien,¿cómo podemos obtener el Espíritu?”.

Élder Holland: ¿Alguien quisiera res-ponder a eso?

Élder Snow: Pienso que es un pro-ceso a largo plazo. No va a suceder en la primera clase. Creo que a vecestenemos que esforzarnos y luegohabrá un momento en el que funcio-nará, cuando el Espíritu estará presen-te y todos hayan contribuido a laclase. Y entonces uno se detiene y

dice: “¿Saben lo que está pasando en este momento? ¿Pueden notar ladiferencia?”.

Élder Holland: Anteriormente la hermana Hughes dijo: ¿Cómopodemos saber si hemos tenido elEspíritu?”. Y quizá esto es lo que a supropia manera el hermano Miller qui-siera que se le respondiera: con unaclase indiferente frente a mí, ¿cómo sési lo estoy haciendo bien? Y de algunamanera, lo importante para ellos ypara ustedes es, ¿cómo me siento?

¿Pueden sentir el amor del Señor conustedes, que el Señor les ama, quehan hecho su mejor esfuerzo, que Élama a los alumnos? Si sólo podemostener algunos sentimientos por elEvangelio, si sólo nos amamos unos a otros, supongo que ése es un buenpunto para empezar. Y si los chicosson indiferentes, quizá no les puedanenseñar todavía, pero pueden amar-los. Y si los aman hoy, quizá les pue-dan enseñar mañana.

Pienso que eso es algo que estátotalmente en nuestras manos; nadade esto depende de ellos. Podemosamarlos de principio a fin, y habrá

70

“Sean pacientes, y

sobre todo no pier-

dan el Espíritu. No

podemos de manera

alguna ofendernos,

enojarnos o sentir-

nos desilusionados porque hemos

trabajado tanto en nuestra lección,

y no parezca que los alumnos estén

poniendo atención. Simplemente

tenemos que ser pacientes y amoro-

sos. Está sucediendo más en su

corazón de lo que pensamos”.

Élder Jeffrey R. Holland

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Page 23: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

milagros, el tipo de milagros de losque ustedes han estado hablando.

Si yo, el maestro, quiero que uste-des, los alumnos, hagan preguntas,quizá tenga que fomentar la participa-ción, como hemos intentado hacerlohoy. Quizá trate de hacer una pregun-ta que después cobre vida por símisma, y lo único que tengo quehacer es supervisar el análisis paraque los alumnos participen.

Ahora quisiera hacer una pausa yhacer un comentario editorial. Unmaestro quizá sepa que el hermanoMerrill habló sobre ese tema en laconferencia, y diga: “Bien, iré al cen-tro de materiales y obtendré esevideo. Lo puedo pasar y le puedomostrar a la clase al hermano Merrill”.

Si lo hacen, está bien, y debemoshacerlo de vez en cuando. Pero lasayudas audiovisuales son exactamenteeso: son ayudas; no deben suplantarla lección. Utilícenlas de la misma

forma en que se usan las especiaspara cocinar: para dar sabor, para real-zar, para acentuar, para enriquecer.Un mapa, una pintura, el fragmentode un video, o un punto clave escritoen la pizarra pueden marcar la dife-rencia entre una buena lección y unagran lección, pero nadie quiere unacomida que es sólo de especias; asíque mi súplica a cada uno de ustedeses que no usen demasiado las ayudasvisuales. No deben suplantar al maes-tro, ni al material de la clase; y nodeben suplantar al Espíritu del Señor.Úsenlas cuando las necesiten.

Hermana Wada: Hay un niño quea veces es muy, pero muy indiscipli-nado en la clase de la Primaria, ytrato de imaginármelo vestido deblanco, como un espíritu del Señor.La realidad es que todos somos hijosde Dios, y esa inteligencia, aun cuan-do su cuerpo es pequeño, ha venidoa la tierra a aprender algo, y hay unarazón por la que está aquí. Es muyútil pensar así.

Élder Holland: Muchas gracias. Es un comentario muy tierno.

L IAHONA J U N I O D E 2 0 0 7 71

“Asistía al semina-

rio temprano por

la mañana, y

siento que mi

maestro de semi-

nario asumió la

responsabilidad de enseñarnos.

Él suponía que estábamos reci-

biendo el mensaje que nos estaba

dando. Hubo ocasiones en que lle-

gábamos a seminario en la ropa

de dormir; hubo veces en que

algunos llevamos almohadas y

frazadas; hubo ocasiones en las

que las chicas se estaban pintan-

do las uñas mientras lo escucha-

ban, pero fuimos bendecidos con

un maestro de seminario que

suponía que le estábamos escu-

chando. No entablábamos conver-

sación con él, pero no hubo un

día en seminario que yo no haya

puesto atención o que no haya

escuchado lo que él dijo con los

oídos y con el corazón.

“Creo que como maestros, si

hemos hecho todo lo que debe-

mos, si hemos hecho nuestra

parte, y el Espíritu está presente,

entonces podemos suponer que

los alumnos están asumiendo la

responsabilidad de escuchar”.

Hermana Tamu Smith

Mi súplica a cada uno de ustedes es

que no usen demasiado las ayudas

visuales. Úsenlas cuando las necesiten.

Page 24: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

Hermano Howell: Lo que pareceque están diciendo es que a veces elmaestro es el alumno y el alumno esel maestro.

Élder Holland: Casi siempre elmaestro se beneficiará más que losmiembros de la clase. Es una de lasalegrías que conlleva el enseñar.

Testificar

Finalicemos. Número 5, una pala-bra: “Testificar”.

Quisiera que termináramos aquí dela forma en que todo maestro debeconcluir su propia clase, en la Iglesia yen el hogar: con el espíritu del testi-monio.

Durante muchos años me haencantado la historia que el hermanoPacker ha relatado una y otra vez sobre el maestro de EscuelaDominical de William E. Berrett cuan-do era joven. Se llamó a un viejo her-mano danés a enseñar una clase dejóvenes alborotados. No parecía quefueran a ser compatibles; él no habla-ba bien inglés, tenía un acento danésmuy fuerte, era mucho mayor queellos, tenía manos grandes, de granje-ro. Sin embargo, debía enseñar a esosjóvenes indisciplinados de 15 años.No parecía que fueran a ser compati-bles, pero el hermano William E.Berrett solía decir —y ésta es la parteque el presidente Packer cita— queeste hombre les enseñó de algunaforma; que frente a todas esas barre-ras, frente a todas las limitaciones,ese hombre entró al corazón de esosinquietos jóvenes de 15 años, y cam-bió sus vidas. Y el testimonio del hermano Berrett era: “Podíamos for-talecernos con el fuego de su fe”.

Todo alumno merece por lo menos

eso. Tal vez no demos las leccionesmás extraordinarias ni seamos tre-mendamente hábiles en el uso de lasayudas visuales (aunque podamos uti-lizar cualquiera que sepamos usar).Pero podemos compartir con cadaalumno el fuego de nuestra fe, y ellospueden fortalecerse con él.

En el transcurso de los años me he sentido muy decepcionado conlecciones espectaculares, dadas pormaestros leales y talentosos que, de alguna manera al final de la clasedicen: “Bueno, ya sonó el timbre.Hermano Jones, ¿podría ofrecer laúltima oración?” Y así se acaba. No secierran los libros, no se ve a los alum-nos a los ojos por un momento, nose toma el tiempo para decir, en efec-to, ¿dónde hemos estado? y ¿a dóndevamos? y ¿qué desea el Señor quehagamos? En algunos casos —y estoysiendo un poco injusto y un pocoextravagante, pero para ilustrar loque quiero decir— no se hace refe-rencia alguna a lo que esto debe significar para el alumno o para elmaestro. Salgo de la clase diciendo:“Me pregunto como se sintió él alrespecto. Me pregunto lo que ellapensó al respecto y lo que debía sig-nificar para mí”. Se hace un esfuerzotan grande para presentar una doctri-na, un principio, un mapa, un video a los alumnos, pero no hay ni señasde un testimonio personal sobre loque la doctrina o el principio signifi-can para el maestro, que debía haber-nos guiado y enseñado la senda aseguir.

Tal y como lo dijo el presidente J.Reuben Clark en una ocasión: “Nuncapermitamos que la fe sea algo difícilde advertir”. ¿Puedo repetirlo?

“Nunca permitamos que la fe sea algodifícil de advertir”. Nunca sembremossemillas de duda; evitemos el com-portamiento egoísta y la vanidad. Notraten de impresionar a todos con su brillantez. Impresiónenlos con lobrillante que es el Evangelio. No sepreocupen por dónde se encuentran las tribus perdidas o los tres nefitas.Preocúpense más sobre dónde seencuentra el alumno, de lo que suce-de en su corazón o en su alma, delhambre y de lo que muchas veces esuna necesidad espiritual casi deses-perante de nuestra gente. Enséñenlesy, sobre todo, testifíquenles. Ámen-los. Testifiquen desde el fondo de sualma. Será lo más importante que lesdigan en toda una hora, y es posibleque salve la vida espiritual de alguien.

Digan que “[hablan] con la fuerzade [su] alma” (Alma 5:43). Meencanta esa frase. Quiero testificar-les con la fuerza de mi alma. Si lodesean, podrían preguntar a la con-gregación lo que Alma le preguntó ala de él, a saber: “¿No suponéis quesé de estas cosas yo mismo?”. Y con-tinúa: “Os testifico que yo sé queestas cosas de que he hablado sonverdaderas… Os digo yo que sé pormí mismo, que [son] verdad” (Alma5:45, 48).

Sé que Dios vive y nos ama. Sé queJesús es el Cristo, el Hijo del Diosviviente, el Salvador y Redentor delmundo. Sé que ésta es Su Iglesia, y séque la enseñanza importa.

Por tanto, sé que el cielo nos ayu-dará si enseñamos tal como se ha des-crito aquí; y eso no será todo; sóloserá el comienzo. Bienvenidos a labúsqueda del don de la enseñanza.Pero a medida que buscamos ese don

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Page 25: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

y oramos pidiéndolo, si pedimos ybuscamos y llamamos espiritualmente,si enseñamos en base a las Escrituras,si enseñamos con el Espíritu Santo ypor medio de Él, si ayudamos al alum-no a asumir la responsabilidad por elaprendizaje, y si testificamos de lasverdades que hemos enseñado, Diosconfirmará en nuestro corazón y en elde nuestros alumnos el mensaje delEvangelio de Jesucristo.

Hermanos y hermanas, los queestán cerca y los que están lejos, losque están aquí y los que están portodo el mundo, el Evangelio deJesucristo significa todo para mí.Significa todo para mí. Es mi vidaentera. Es mi esperanza y mi seguri-dad y mi búsqueda de la salvación. Estodo lo que quiero para mis hijos ypara los hijos de mis hijos.

Y lo que siento por el Evangelio esgracias a ustedes, porque personascomo ustedes enseñaron a gentecomo yo. En algún lugar en esas

pequeñas clases de la Primaria y enesas primeras noches de hogar y enel quórum de diáconos y en la misióny en todo lugar, alguien como uste-des le enseñó a alguien como a mí. Y todavía no llego a ser todo lo quequisiera. No soy todo lo que debiera,pero sea lo que sea que vaya a llegara ser, se lo debo a grandes maestros,empezando con mis propios amadospadres y toda otra buena personaque haya afectado mi vida, incluidoslos consejos y quórumes de los queahora soy miembro, donde recibo lasenseñanzas de la Primera Presidenciay del Quórum de los Doce, así comode otras Autoridades Generales ymaravillosos líderes de organizacio-nes auxiliares como todos ustedes.

Testifico del amor. Sé que Dios nosama, y esto lo sé en parte porque losamo a ustedes, y amo la experienciade enseñar, y ruego que mejoremosen ello, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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El don de la enseñanza1. Pedir, buscar y llamar espiritualmente.

2. Enseñar en base a lasEscrituras.

3. Enseñar con el Espíritu y por medio de Él.

4. Ayudar al alumno a asumir la responsabilidad de aprender.

5. Testificar.

Page 26: Capacitación Mundial sobre Enseñanza 2007Elder Holland

Hemos escuchado a algunosde los más grandes maestrosde la Iglesia, que nos han

proporcionado una excelente per-cepción de muchos de los elementosy principios de la buena enseñanza.

Como se ha mencionado, en algu-nos aspectos todos somos maestros y tenemos el deber de enseñar de la mejor manera posible.

Me gustaría compartir con ustedes algunos ejemplos de per-sonas que he conocido, que haninfluido en mi vida y que me hanenseñado lecciones importantes einolvidables.

Todos tienen un relato

He estado pensando en una denuestra Autoridades Generales eméri-ta, el élder Marion D. Hanks, quesobresalió en la enseñanza en semina-rio, en instituto y en la Iglesia engeneral. Él ha utilizado muchos méto-dos didácticos diferentes.

En una ocasión, el élder Hanksrecorrió una misión y entrevistó atodo misionero que trabajaba en esazona en particular. Yo había sidoasignado a una zona contigua y elpresidente de misión nos llevó enauto al élder Hanks y a mí al aero-puerto.

El élder Hanks le dijo al presidentede misión que había sido un privilegiopara él haber hablado con cada unode los misioneros y haberlos entrevis-tado. Nos contó que se sintió inspi-rado a pedirle a una misionera losiguiente: “Hábleme sobre su misióny de cómo se sintió por haber sido lla-mada como misionera”.

Ella le dijo que su humilde padre,un campesino, se había sacrificadomucho voluntariamente por el Señory Su reino. Ya estaba manteniendo a dos hijos en la misión el día en que habló con ella sobre sus callados deseos de ser misionera

y le explicó cómo el Señor le había ayudado a prepararse paraayudarla.

Él había ido al campo para hablarcon el Señor y decirle que ya no lequedaban más bienes materialespara vender, sacrificar o usar comogarantía para un préstamo. Él desea-ba saber cómo podía ayudar a su hijaa cumplir una misión; y se sintió ins-pirado a plantar cebollas. Pensó queno había entendido bien; las cebo-llas no se daban bien en ese clima,nadie había plantado cebollas y él no tenía experiencia en el cultivo de ellas.

Luego de argumentar con elSeñor por un tiempo, tuvo la impre-sión de que debía plantar cebollas:pidió prestado dinero al banco, com-pró las semillas, las plantó, las cuidóy oró.

El clima se mantuvo favorable y laplantación de cebollas prosperó; ven-dió la cosecha, pagó sus deudas albanco, al gobierno y al Señor, y pusoel resto en una cuenta corriente bajo

74

Ejemplos degrandes maestrosP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Al leer las experiencias que se relatan en

el discurso del presidente Monson, ¿qué

impresiones le vienen a la mente sobre el

aprendizaje y la enseñanza? ¿Qué expe-

riencias ha tenido usted como alumno o

como maestro que sean similares a los

ejemplos de estos relatos?

¿En qué forma ilustra cada experiencia

que el presidente Monson relata las cua-

lidades de la enseñanza del Salvador?

Ore y medite sobre lo que puede hacer

para seguir el ejemplo del Salvador. FOTO

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el nombre de su hija: lo suficientepara mantenerla durante la misión.

Luego el élder Hanks le dijo alpresidente de misión: “Nunca olvida-ré su relato, ni el momento, ni laslágrimas en sus ojos, ni el sonido desu voz, ni lo que sentí cuando dijo:‘Hermano Hanks: No tengo proble-ma para creer en un amoroso PadreCelestial que sabe de mis necesida-des y que me ayudará de acuerdocon Su sabiduría si soy lo suficiente-mente humilde’ ”.

El élder Hanks estaba enseñandouna lección muy importante: Cadaniño en el salón de clases, cada hom-bre joven y mujer joven, cada alumnode seminario o instituto, cada adultoen las clases de Doctrina del Evangelio,cada misionero —sí, cada uno denosotros— tiene un relato que contar.Escuchar es un elemento esencial alenseñar y al aprender.

“Más bienaventurado es dar que

recibir”

De pequeño, tuve la experienciade contar con la influencia de una

maestra eficaz e inspirada que nosescuchaba y nos quería. Se llamabaLucy Gertsch. En la clase de la EscuelaDominical, ella nos enseñaba acercade la creación del mundo, de la caídade Adán y del sacrificio expiatorio deJesús. Traía a nuestro salón de clasescomo invitados de honor a Moisés,Josué, Pedro, Tomás, Pablo y, claroestá, a Cristo; y, aunque no los veía-mos, aprendimos a amarlos, a honrar-los y a emularlos.

Nunca fue su enseñanza tan diná-mica ni su impacto tan perdurablecomo el de un domingo por la maña-na en el que nos dijo con tristeza delfallecimiento de la madre de uno denuestros compañeros. Esa mañanahabíamos echado de menos a Billy,pero ignorábamos la razón de suausencia.

El tema de la lección era: “Más bie-naventurado es dar que recibir”(Hechos 20:35). En medio de la lec-ción, nuestra maestra cerró el manualy nos abrió los ojos, los oídos y elcorazón a la gloria de Dios. Nos pre-guntó: “¿Cuánto dinero tenemos en

nuestro fondo para actividades de laclase?”.

“El tiempo de la Gran Depresióneconómica causó que respondiéra-mos con orgullo: “Cuatro dólares ysetenta y cinco centavos”.

Entonces, dulcemente nos sugirió:“La familia de Billy se halla acongojaday en apuros económicos. ¿Qué lesparece la idea de ir esta mañana a visitarlos y llevarles el dinero de esefondo?”.

Siempre recordaré el grupito querecorrió las tres calles hasta la casa deBilly, que saludó a su compañero, alhermano de él, sus hermanas y supadre. Se notaba la ausencia de lamadre y atesoraré el recuerdo de laslágrimas que brillaron en los ojos detodos cuando el sobre blanco quecontenía el valioso fondo de activida-des pasó de la delicada mano de lamaestra a la necesitada mano deldesolado padre.

Entonces regresamos a la capillacon el corazón más liviano quenunca; nuestro gozo era más com-pleto, nuestro entendimiento másprofundo. Una maestra inspirada porDios había enseñado a los niños desu clase una lección eterna de verdad

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El sobre blanco que contenía el valioso fondo de actividades pasó de la delicada

mano de la maestra a la necesitada mano del desolado padre.

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divina: “Más bienaventurado es darque recibir”.

Podríamos haber parafraseado muybien las palabras de los discípulos que iban camino a Emaús: “¿no ardíanuestro corazón en nosotros, mien-tras… [ella] nos abría las Escrituras?”(Lucas 24:32).

Lucy Gertsch conocía a cada unode sus alumnos, e indefectiblementellamaba a los que faltaban el domingoo que no asistían con regularidad;sabíamos que se preocupaba pornosotros. Ninguno de nosotros la haolvidado, ni a ella ni las lecciones queenseñó.

Muchos años después, cuandoLucy se encontraba cerca del fin desus días, la fui a ver y recordamosesos días tan lejanos en los que ellahabía sido nuestra maestra. Hablamosde todos los alumnos de su clase y delo que cada uno de ellos hacía en eseentonces. Su cariño y cuidado perdu-raron toda una vida.

Los Artículos de Fe

Otra maestra inspirada que tuvefue Erma Bollwinkel, miembro de lamesa directiva de la Primaria de nues-tra estaca, que siempre recalcaba laimportancia de aprender los Artículosde Fe. De hecho, no podíamos gra-duarnos de la Primaria sino hasta querecitáramos bien cada uno de ellos.Era un desafío para jovencitos taninquietos, pero perseveramos y tuvi-mos éxito. Como resultado, durantetoda la vida he podido recitar losArtículos de Fe.

En calidad de miembro delQuórum de los Doce Apóstoles,durante muchos años fui responsable

por Alemania Oriental, también llama-da República Democrática Alemana.En esa asignación, mi conocimientode los Artículos de Fe fue de granayuda. En cada una de mis visitas,durante los veinte años que superviséesa área, recordé siempre a los miem-bros de esa zona el Artículo de Fe Nº12: “Creemos en estar sujetos a losreyes, presidentes, gobernantes ymagistrados; en obedecer, honrar ysostener la ley”.

En nuestras reuniones detrás delo que se conocía como la “Cortinade hierro (Telón de acero)”, siempreestábamos vigilados por el gobiernocomunista. A principios de la décadade 1980, cuando pedimos permiso alos oficiales de gobierno para cons-truir un templo y más tarde cuandosolicitamos que los jóvenes y joven-citas del lugar prestaran serviciomisional en diversas partes delmundo y para que otros llegaran al país como misioneros, ellos escu-charon y después dijeron: “ÉlderMonson, durante veinte años lohemos observado y sabemos quepodemos confiar en usted y en suIglesia, porque usted y su Iglesiaenseñan a sus miembros a obedecerlas leyes del país”.

Daré otro ejemplo de lo valiosoque es aprender los Artículos de Fe.Hace cuarenta y cinco años, trabajécon un hombre llamado SharmanHummel en el negocio de imprentasen Salt Lake City. Una vez lo llevéhasta su casa en mi auto y le preguntécómo había obtenido su testimoniodel Evangelio.

Él me respondió: “Tom, esa pre-gunta es interesante, ya que esta

misma semana mi esposa, mis hijos y yo vamos a ir al Templo deManti para sellarnos por toda la eternidad”.

Y continuó: “Nosotros vivíamos enel Este. Un día viajé en autobús a SanFrancisco para establecerme en unanueva compañía de imprenta, yluego iba a mandar buscar a mi espo-sa y a mis hijos. Desde Nueva Yorkhasta Salt Lake City, el viaje fue sinincidentes, pero en Salt Lake Citysubió al autobús una jovencita —una niña de la Primaria— que sesentó junto a mí; iba a Reno, Nevada,a visitar a su tía. Al viajar hacia eloeste, vi un cartel que decía: ‘Visitela Escuela Dominical mormona estasemana’.

“Le dije a la niña: ‘Hay muchosmormones en Utah, ¿verdad?’

“Ella contestó: ‘Sí, señor’.“Entonces le dije: ‘¿Eres mormona?’.“Y me contestó: ‘Sí, señor’ ”.Sharman Hummell entonces le

preguntó: “¿En qué creen los mormo-nes?”. Y la niña le recitó el primerArtículo de Fe y después le hablósobre él. A continuación, le recitó elsegundo Artículo de Fe y habló sobreél, y así siguió con el tercero, el cuar-to, el quinto, el sexto y con todos losArtículos de Fe, hablando sobre cadauno de ellos. Ella los sabía todos en surespectivo orden.

Sharman Hummel dijo: “Cuandollegamos a Reno y dejamos a la niñaen brazos de su tía, yo me sentíasumamente impresionado”.

Luego continuó: “Durante el restodel viaje a San Francisco pensé: ‘¿Quéinspira a esa pequeña a saber tan biensu doctrina?’. Cuando llegué a San

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Francisco lo primero que hice”, dijoSherman, “fue buscar La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días en la guía telefónica y des-pués llamé al presidente de misiónque me envió a dos misioneros allugar donde yo me hospedaba. Meconvertí en miembro de la Iglesia, ytambién mi esposa y todos mis hijosse convirtieron, en parte, porque unaniña de la Primaria sabía los Artículosde Fe”.

Me vienen a la mente las palabrasdel apóstol Pablo: “Porque no meavergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para salvación”(Romanos 1:16).

Hace tres meses, la familiaHummel vino a Salt Lake City paraasistir a la boda de su hija Marianne.Me visitaron en mi despacho; fue unavisita maravillosa. Vinieron sus seishijas, sus cuatro yernos y doce nietos.Toda la familia había permanecidoactiva en la Iglesia. Todas sus hijas hanentrado en el templo y son inconta-bles las personas que, gracias a losmiembros de esa familia, han adquiri-do conocimiento del Evangelio; ytodo debido a que una pequeña, a la que se le habían enseñado losArtículos de Fe, tuvo la habilidad y la valentía de proclamar la verdad a alguien que buscaba la luz delEvangelio.

“Estad siempre preparados”

Me encanta el mandamiento delSeñor que se encuentra en la sec-ción 88 de Doctrina y Convenios: “Yos mando que os enseñéis el uno alotro la doctrina del reino. Enseñaosdiligentemente, y mi gracia os

acompañará” (D. y C. 88:77–78).Hace muchos años, mientras viaja-

ba en avión para cumplir una asigna-ción en el sur de California, una jovense sentó en el asiento contiguo ycomenzó a leer un libro. Como hace-mos casi siempre, leí el título: Una

obra maravillosa y un prodigio.Entonces le dije: “Usted debe ser

mormona”.Y ella me respondió: “No. ¿Por qué

me lo pregunta?”.Y yo contesté: “Bueno, porque está

leyendo un libro escrito por un miem-bro muy prominente de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días”.

Ella dijo: “¿De veras? Una amiga melo dio, pero aunque no sé muchoacerca de él, ha despertado mi curio-sidad”.

Entonces pensé: “¿Debo seraudaz y hablar más sobre la Iglesia?”.Y las palabras del apóstol Pedro sur-gieron en mi mente: “…estad siem-pre preparados para [contestar]…todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”(1 Pedro 3:15). Decidí que ese era el momento de compartir mi testimonio.

Le conté que hacía años habíasido un privilegio para mí ayudar alélder Richards en la impresión deUna obra maravillosa y un prodi-

gio. Le hablé un poco de ese granhombre y de los miles de personasque habían llegado a la verdad des-pués de leer esa obra que él habíapreparado.

Entonces, durante el resto delviaje hasta Los Ángeles, tuve el privi-legio de contestar sus preguntas

acerca de la Iglesia: preguntas inteli-gentes que brotan de un corazón enbusca de la verdad. Le pregunté sime permitiría hacer los arreglosnecesarios para que dos misionerasla visitaran y le pregunté si le gustaríaasistir a la rama de San Franciscodonde ella vivía. Sus respuestas fue-ron afirmativas.

Al regresar, le escribí al presidenteIrven G. Derrick, de la Estaca de SanFrancisco, y le pasé los datos de ella.Imaginen mi alegría cuando pocosmeses después recibí una llamadadel presidente Derrick en la que medijo: “Élder Monson, le estoy llaman-do en relación a Yvonne Ramírez,una joven azafata que se sentó juntoa usted durante un viaje a Los Ánge-les, una joven a la cual usted le dijoque no había sido una coincidenciaque usted estuviera sentado junto aella y que ella estuviera leyendo Una

obra maravillosa y un prodigio.Hermano Monson, ella acaba de con-vertirse en el miembro más nuevo deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días y quiere hablarcon usted y expresarle su gratitud”.Me sentí más que dichoso. Fue unallamada maravillosa.

El ejemplo del presidente McKay

Un ejemplo de un experto maestrofue el presidente David O. McKay, que me llamó para servir como miembro del Quórum de los DoceApóstoles. Él enseñó con amor y contacto; era la personificación de lo queenseñaba. Su corazón era bondadosoy era muy gentil. Él era un maestro dela verdad que seguía el modelo delSalvador.

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Observé esa característica cuan-do, mucho antes de ser AutoridadGeneral, entré en su despacho pararevisar pruebas de imprenta de unlibro que estábamos imprimiendo.En esa ocasión particular vi un cua-dro que había en la pared y le dije:“Presidente McKay, esa pintura eshermosa. ¿Es la casa donde vivió suniñez en Huntsville, Utah?”.

Él se recostó en la silla, se rió bajito a su estilo tan familiar y dijo:“Permítame contarle acerca de esecuadro. Un día de otoño, una dulcemujer vino a verme, me obsequió esahermosa pintura, enmarcada y listapara colocar en la pared, y me dijo:‘Presidente McKay, dediqué muchotiempo este verano para pintar estecuadro de la casa de sus antepasados’ ”.Él dijo que había aceptado el obse-quio y que lo había agradecido efusivamente.

Y después dijo: “Pero, ¿sabe, her-mano Monson? Esa buena mujer pintóla casa equivocada. ¡Pintó la casa de allado! No tuve el valor de decirle quehabía pintado la casa equivocada”.

Y luego dijo lo que es una leccióntrascendental para todos nosotros.Dijo: “En realidad, hermano Monson,ella pintó la casa correcta para mí,puesto que cuando era niño, me acos-taba en la cama que había en el por-che de la casa de mis padres, y la vistaque tenía a través del mosquitero quelo cerraba era la de la casa que ellapintó. ¡Para mí, ella pintó la casacorrecta!”

Lecciones acerca de prestar servicio

a los demás

Algunas de las mejores leccionesque aprendemos provienen de nues-tros padres. Los míos me enseñaronlecciones excelentes mientras crecía.Con frecuencia, esas lecciones te-nían que ver con el prestar servicio alos demás. Tengo muchos recuerdosde los años de mi infancia, entreellos la expectativa con que aguardá-bamos la comida de los domingos.Precisamente cuando mis hermanosy yo llegábamos a lo que llamábamosel nivel de hambre total y nos sentá-bamos a la mesa atraídos por el

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La comida de los domingos tenía un sabor más delicioso después de cumplir ese

encargo.

aroma de la carne asada al horno, mimadre me pedía: “Tommy, antes decomer llévale este plato de comida aBob; y no te demores”.

Nunca pude comprender por quéno podíamos comer primero y llevar-le el plato de comida después. Nuncahice esa pregunta en voz alta sino quecorría hasta su casa y esperaba impa-ciente a que con sus lentos pasos llegara hasta la puerta. Entonces leentregaba el plato de comida, y él medevolvía el plato limpio del domingoanterior y me ofrecía 10 centavos pormis servicios.

Mi respuesta era siempre la misma:“No puedo aceptar dinero. Mi madrese disgustaría mucho”.

Entonces él pasaba su arrugadamano por mi rubio cabello y medecía: “Tommy, tu madre es unamujer maravillosa. Dale las gracias”.

También recuerdo que la comidade los domingos tenía un sabor másdelicioso después de cumplir eseencargo.

El padre de mi madre, el abueloThomas Condie, me enseñó tambiénuna impactante lección que incluíatambién al anciano Bob, que llegó anuestra vida de una forma interesante.

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Era viudo y tenía más de ochentaaños cuando iban a demoler la casaen la que alquilaba un cuarto. Yo loescuché contarle a mi abuelo su tristesituación mientras estábamos los tressentados en el viejo columpio del por-che de mi abuelo. Con voz descon-solada, le dijo a mi abuelo: “SeñorCondie, no sé que hacer; no tengofamilia ni adónde ir, y tengo muypoco dinero”, y yo me pregunté quéle contestaría el abuelo.

Seguimos columpiándonos y elabuelo metió la mano en el bolsillo ysacó una vieja billetera de cuero, dela cual, en respuesta a mis insacia-bles ruegos, había sacado monedasvarias veces para que me compraraalguna golosina. Pero en esa ocasiónsacó una llave y se la entregó alanciano Bob.

Con ternura dijo: “Bob, aquí tienes la llave de la casa contigua,que es mía. Tómala y traslada allí tuscosas. Quédate todo el tiempo quequieras. No tienes que pagar alquilerni nadie te va a dejar en la calle otra vez”.

Bob se emocionó y las lágrimas le corrieron por las mejillas y se perdieron en su larga barba blanca.

El abuelo también se emocionó. Yo no dije palabra, pero ese día laestima que tenía por mi abuelo cre-ció enormemente y me sentí orgu-lloso de tener su mismo nombre.Aunque era sólo un niño, esa lecciónha tenido una poderosa influenciaen mi vida.

Esas son tan sólo algunas de las lecciones que aprendí de quienes influyeron en mi vida y me enseñaron.

Nuevamente les reitero que todos

somos maestros. Debemos recordarsiempre que no sólo enseñamos conpalabras, sino que también enseña-mos por medio de quiénes somos ypor la forma en que vivimos.

El Ejemplo perfecto

Al enseñar a los demás, sigamosel ejemplo del Maestro perfecto,nuestro Señor y Salvador Jesucristo.Él dejó Sus huellas en la arena de la playa, pero dejó los principiosde Sus enseñanzas en el corazón y en la vida de todas las personas a quienes enseñó. Él instruyó a los discípulos de Su época, y a nosotrosnos dijo lo mismo: “Sígueme tú”(Juan 21:22).

Sigamos adelante con espíritu deobediente respuesta, y que se diga decada uno de nosotros como se dijodel Redentor: “…sabemos que hasvenido de Dios como maestro” (Juan3:2). Que así sea, ruego en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

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El abuelo metió la mano al bolsillo, sacó una llave y se la entregó al

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