“camino del señor” y atraídas por jesús,...

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FIJOS LOS OJOS EN JESÚS. “He leído tu libro, Dominic, y me parece bastante bueno. ¿Y qué? ¿Estás ya listo para vivir tu vida conforme a mi visión de las cosas y para unirte a mi programa? No creo que tenga valor suficiente, Jesús, pero la descripción que de ti hacía en él era bastante buena, ¿no te parece? Lo que estaba particularmente bien era el método, ¿verdad? Gracias, Dominic, por no falsificar mi mensaje para adecuarlo a tus incapacidades. Eso ya es algo. ¿No es bastante? No, Dominic, no es bastante”. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est) Volver a Jesús. Es lo primero y más decisivo: Poner a Jesucristo en el centro de nuestra Fe. Todo lo demás viene después. La Fe viva y operante solo nacerá en mi corazón si vivo como DISCÍPULO Y SEGUIDOR DE JESÚS… y APÓSTOL. Necesitamos un contacto vivo con su persona: Conocer mejor su vida concreta y sintonizar vitalmente con él. Captar bien el núcleo de su mensaje. Entender mejor su proyecto del Reino de Dios. Dejarnos atraer por su estilo de vida. Contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser humano. Los cristianos de las primeras comunidades se sentían seguidores de Jesús más que miembros de una nueva religión. Según Lucas, las comunidades están formadas por personas que han conocido el “Camino del Señor” y atraídas por Jesús, han entrado por él. (Hechos 18, 25) Se sienten “seguidores del Camino” (Hechos 9, 2). La carta a los hebreos precisa que es “un camino nuevo y vivo, inaugurado por Jesús para nosotros” (Hebreos 10, 20) ¿Cómo entrar por ese camino abierto por Jesús? Mc 16, 7 “Buscan a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado. No está aquí”. Hay que volver a Galilea. Un camino que hemos de recorrer viviendo una adhesión plena a su persona, “con los ojos fijos en Jesús, el que inicia y consuma la fe” (Hebreos 12, 2) El Evangelio de Juan lo resume todo poniendo en labios de Jesús estas palabras: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14, 6) Hacer el recorrido que hicieron los primeros discípulos siguiendo la llamada de Jesús: Escuchar de nuevo su mensaje, aprender su estilo de vida al servicio del Reino, compartir su destino de muerte y resurrección. … … … Solo en los Evangelios encontramos la “memoria de Jesús” tal como era recordado, creído y amado por sus primeros seguidores. Los Evangelios constituyen el camino más natural para ponernos en contacto con Jesús resucitado y con su fuerza para engendrar también hoy nuevos discípulos y seguidores. 1 Al recorrer los relatos evangélicos escuchamos las Palabras de Jesús como palabras de

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FIJOS LOS OJOS EN JESÚS.

“He leído tu libro, Dominic,

y me parece bastante bueno.

¿Y qué?

¿Estás ya listo para vivir tu vida conforme a mi

visión de las cosas y para unirte a mi programa?

No creo que tenga valor suficiente, Jesús,

pero la descripción que de ti hacía en él

era bastante buena,

¿no te parece?

Lo que estaba particularmente bien era el método,

¿verdad?

Gracias, Dominic, por no falsificar mi mensaje

para adecuarlo a tus incapacidades.

Eso ya es algo.

¿No es bastante?

No, Dominic, no es bastante”.

“No se comienza a ser cristiano por una

decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro

con un acontecimiento, con una Persona, que da un

nuevo horizonte a la vida y, con ello, una

orientación decisiva” (Deus caritas est)

Volver a Jesús. Es lo primero y más decisivo:

Poner a Jesucristo en el centro de nuestra Fe. Todo

lo demás viene después. La Fe viva y operante solo

nacerá en mi corazón si vivo como DISCÍPULO Y

SEGUIDOR DE JESÚS… y APÓSTOL.

Necesitamos un contacto vivo con su

persona: Conocer mejor su vida concreta y

sintonizar vitalmente con él. Captar bien el núcleo

de su mensaje. Entender mejor su proyecto del Reino

de Dios. Dejarnos atraer por su estilo de vida.

Contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser

humano.

Los cristianos de las primeras comunidades

se sentían seguidores de Jesús más que miembros de

una nueva religión.

Según Lucas, las comunidades están

formadas por personas que han conocido el

“Camino del Señor” y atraídas por Jesús, han

entrado por él.

(Hechos 18, 25)

Se sienten “seguidores del Camino”

(Hechos 9, 2).

La carta a los hebreos precisa que es “un

camino nuevo y vivo, inaugurado por Jesús para

nosotros”

(Hebreos 10, 20)

¿Cómo entrar por ese camino abierto por

Jesús? Mc 16, 7 “Buscan a Jesús de Nazaret, el

crucificado. Ha resucitado. No está aquí”. Hay que

volver a Galilea.

Un camino que hemos de recorrer viviendo

una adhesión plena a su persona, “con los ojos fijos

en Jesús, el que inicia y consuma la fe”

(Hebreos 12, 2)

El Evangelio de Juan lo resume todo

poniendo en labios de Jesús estas palabras: “Yo soy

el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino

por mí”

(Jn 14, 6)

Hacer el recorrido que hicieron los primeros

discípulos siguiendo la llamada de Jesús:

Escuchar de nuevo su mensaje,

aprender su estilo de vida al servicio del

Reino,

compartir su destino de muerte y

resurrección.

… … …

Solo en los Evangelios encontramos la

“memoria de Jesús” tal como era recordado, creído

y amado por sus primeros seguidores.

Los Evangelios constituyen el camino más

natural para ponernos en contacto con Jesús

resucitado y con su fuerza para engendrar también

hoy nuevos discípulos y seguidores.

1

Al recorrer los relatos evangélicos

escuchamos las Palabras de Jesús como palabras de

alguien que está vivo en medio de nosotros,

comunicándonos “espíritu y vida” (Jn 6, 63)

.

Por otra parte, recordamos la actuación de

Jesús como la de alguien que ahora mismo está con

nosotros curando nuestras vidas, defendiendo la

dignidad de los pobres y marginados, acogiendo a

pecadores e indeseables, abrazando a los pequeños,

frágiles e indefensos, llamándonos a todos a ser

compasivos como el Padre del cielo.

Los relatos evangélicos, leídos, escuchados,

meditados, compartidos y guardados en nuestros

corazones y en nuestras comunidades, nos permiten

actualizar la experiencia primera de aquellos que se

fueron encontrando con Jesús por los caminos de

Galilea.

Esta experiencia nos hace vivir un proceso de

nacimiento a una fe nueva, no por vía de

“adoctrinamiento” o de “aprendizaje teórico”, sino

por medio de un contacto vital y transformador con

Jesús, narrado en los evangelios .

Nada puede revitalizar MI FE tanto como la

experiencia directa e inmediata del Evangelio.

¿Cómo es mi oración?

Hemos de entender y configurar NUESTRA

COMUNIDAD como el lugar donde se acoge el

Evangelio de Jesús. Hemos de instaurar tiempos y

espacios para recorrer juntos los relatos

evangélicos.

¿Cómo es nuestra oración comunitaria?

Darle al Evangelio la oportunidad de que

despliegue su frescura y su fuerza salvadora

penetrando en nuestras vidas con sus problemas,

crisis, miedos y esperanzas. !Que el Evangelio

irrumpa en nuestras vidas y en nuestras

comunidades!

El criterio primero y la clave decisiva para

entender y vivir la fe cristiana es seguir a JC.

!Escuchar su llamada! Este encuentro

personal es absolutamente necesario para hacer la

experiencia cristiana. Cuando falta esta adhesión

personal viva, interiorizada, cuidada y reafirmada

continuamente en el propio corazón y en la

comunidad…

Algunos rasgos de los seguidores de Jesús.

1.- Jesús es para sus seguidores el camino

concreto que nos lleva al Padre.

Nadie ha visto a Dios. Jesús es el “Rostro

humano de Dios” Conociéndole a él vamos

conociendo como se preocupa de nosotros, cómo nos

busca cuando andamos perdidos, cómo nos acoge

cuando nos sentimos desvalidos, cómo nos perdona

y levanta cuando nos ve caídos, cómo nos alienta y

sostiene cuando nos ve pequeños y frágiles.

2 .- Jesús enseña a quienes lo siguen a ser hijos de

Dios, viviendo dos actitudes fundamentales.

La confianza plena.

La vida entera de Jesús transpira una

confianza total en su Padre. Se entrega a él sin

cálculos, recelos ni estrategias.

Por eso le apena tanto “la fe pequeña” de sus

discípulos.

La docilidad incondicional.

Para él, lo primero es buscar y hacer la

voluntad del Padre de manera creativa, libre y

audaz. Nadie lo apartará de ese camino. Así vivirán

también sus seguidores.

3.- Jesús establece una estrecha conexión entre el

amor a Dios y el amor al prójimo.

2

Son inseparables. Lo que va contra el ser

humano va contra Dios. Los seguidores de Jesús se

esfuerzan por amar al estilo de Jesús:

- ofreciendo el perdón a quienes nos han

ofendido

- practicando la compasión solidaria con los

más necesitados,

- dando prioridad a los más pobres y

desvalidos.

4.- Seguir a Jesús es vivir al servicio del proyecto

del Reino de Dios inaugurado por él.

Los evangelios recogen esta misión confiada

a Jesús por los suyos con diferentes lenguajes: Han

de sentirse enviados por él como él es enviado por el

Padre (Juan) Han de ser en todas partes “testigos de

Jesús” (Lucas) Han de “hacer discípulos de Jesús”

bautizando y enseñando a las gentes a vivir como él

(Mateo)

Dios, Amigo de la vida y Padre bueno de

todos, quiere abrirse camino en el mundo para

construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida

más humana. Dios está comprometido en promover

un mundo diferente y mejor. Su voluntad de hacer un

mundo diferente se va haciendo realidad en nuestra

respuesta.

Ese “reino de Dios” no es una religión. Va

más allá de las creencias, preceptos y ritos de

cualquier religión. Jesús confía una doble tarea a sus

discípulos: “Vayan y anuncien el reino de Dios” (Mt

10, 7) “Vayan y curen” (Lc 9, 2 y 10, 8) Jesús nunca

explica propiamente qué es el Reino de Dios.

Lo que hace es sugerir, con parábolas

inolvidables, cómo actúa Dios y cómo sería el mundo

si sus hijos actuaran como él.

Una vida de hermanos alentada por la

compasión que tiene hacia todos el Padre del cielo;

un mundo donde se busca la justicia y la dignidad

para todo ser humano, empezando por los últimos;

donde se acoge a todos, sin excluir a nadie de la

convivencia y la solidaridad donde se cura la vida

liberando a las personas y a la sociedad entera de

toda esclavitud deshumanizadora;

donde la religión está al servicio de las personas,

sobre todo de las más desvalidas y olvidadas; donde

se vive acogiendo el perdón de Dios y dando gracias

a su amor insondable de Padre.

Lo que define a Dios no es el poder, sino la

compasión. Se acerca para hacer nuestra vida más

digna y dichosa. La compasión es el modo de ser de

Dios, su forma de mirar al mundo, lo que le mueve

a hacerlo más humano y habitable. “SEAN

COMPASIVOS COMO SU PADRE ES

COMPASIVO” (Lc 6, 36)

La compasión activa y solidaria es la gran ley

de la dinámica del Reino. La figura del samaritano

es el modelo de quien vive imitando la compasión

del Padre del cielo. La compasión se despierta en

nosotros desde la mirada atenta a quien sufre.

Recuperar el Padrenuestro como oración del

Reino. Se pronuncia siempre en plural. Comienza

con una invocación confiada a Dios: !Abba!, a la que

siguen tres grandes anhelos centrados en el reino de

Dios y cuatro gritos salidos desde las necesidades

más básicas de la humanidad que no conocen todavía

en plenitud el reino de Dios. Es la mejor síntesis del

Evangelio, la oración que mejor nos va identificando

con Jesús. (Fijos los ojos en Jesús. Pág.168-16

“A Dios no lo encontramos en un “Tú”

trascendente, a Dios lo encontramos donde únicamente

lo podemos encontrar nosotros, en nuestra inmanencia,

en lo laico, en lo secular, en lo civil, en lo humano.

Y también lo encontramos en la experiencia

simbólica que vivimos en nuestra intimidad, que puede

ser la experiencia ESTÉTICA, la experiencia del

SILENCIO o la experiencia de la PLEGARIA en cuanto

expresión de nuestros anhelos más profundos.

3

… Y EN LOS POBRES.

1.- Evangelii Gaudium. Papa Francisco

Tarea: Lee los números 186 a 216 de la

Exhortación Apóstolica del Papa Francisco, “Evangelii

Gaudium”, “La Alegría del Evangelio”. Aquí les van

algunos párrafos para abrir el apetito.

¡NO SE OLVIDEN DE LOS POBRES!

186. De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y

siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la

preocupación por el desarrollo integral de los más

abandonados de la sociedad.

187. Cada cristiano y cada comunidad están

llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y

promoción de los pobres, de manera que puedan

integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que

seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del

pobre y socorrerlo. Basta recorrer las Escrituras para

descubrir cómo el Padre bueno quiere escuchar el clamor

de los pobres: « He visto la aflicción de mi pueblo en

Egipto, he escuchado su clamor ante sus opresores y

conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo […]

Ahora, pues, ve, yo te envío… » (Ex 3,7-8.10) y se

muestra solícito con sus necesidades: « Entonces los

israelitas clamaron al Señor y Él les suscitó un libertador

» (Jc 3,15). Hacer oídos sordos a ese clamor, cuando

nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al

pobre, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su

proyecto, porque ese pobre « clamaría al Señor contra ti y

tú te cargarías con un pecado » (Dt 15,9). Y la falta de

solidaridad en sus necesidades afecta directamente a

nuestra relación con Dios: « Si te maldice lleno de

amargura, su Creador escuchará su imprecación » (Si 4,6).

Vuelve siempre la vieja pregunta: « Si alguno que posee

bienes del mundo ve a su hermano que está necesitado y

le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el

amor de Dios? » (1 Jn 3,17). Recordemos también con

cuánta contundencia el Apóstol Santiago retomaba la

figura del clamor de los oprimidos: « El salario de los

obreros que segaron vuestros campos, y que no habéis

pagado, está gritando. Y los gritos de los segadores han

llegado a los oídos del Señor de los ejércitos » (5,4).

188. La Iglesia ha reconocido que la exigencia de

escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de

la gracia en cada uno de nosotros, por lo cual no se trata

de una misión reservada sólo a algunos:

« La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y

por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia

y quiere responder a él con todas sus fuerzas ».153 En este

marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos:

« ¡Denles ustedes de comer! » (Mc 6,37), lo cual implica

tanto la cooperación para resolver las causas estructurales

de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los

pobres, como los gestos más simples y cotidianos de

solidaridad ante las miserias muy concretas que

encontramos.

193. El imperativo de escuchar el clamor de los

pobres se hace carne en nosotros cuando se nos

estremecen las entrañas ante el dolor ajeno…

194. Es un mensaje tan claro, tan directo, tan

simple y elocuente, que ninguna hermenéutica eclesial

tiene derecho a relativizarlo… Esto vale sobre todo para

las exhortaciones bíblicas que invitan con tanta

contundencia al amor fraterno, al servicio humilde y

generoso, a la justicia, a la misericordia con el pobre.

Jesús nos enseñó este camino de reconocimiento del otro

con sus palabras y con sus gestos. ¿Para qué oscurecer lo

que es tan claro?

195. Cuando san Pablo se acercó a los Apóstoles

de Jerusalén para discernir « si corría o había corrido en

vano » (Ga 2,2), el criterio clave de autenticidad que le

indicaron fue que no se olvidara de los pobres (cf. Ga

2,10). Este gran criterio, para que las comunidades

paulinas no se dejaran devorar por el estilo de vida

individualista de los paganos, tiene una gran actualidad en

el contexto presente, donde tiende a desarrollarse un

nuevo paganismo individualista. La belleza misma del

Evangelio no siempre puede ser adecuadamente

manifestada por nosotros, pero hay un signo que no debe

faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la

sociedad descarta y desecha.

2.- “Alégrense”…

Carta a los consagrados y consagradas

con motivo del año de la vida consagrada.

La inquietud del amor

Iconos vivientes de la maternidad y de la cercanía

de la Iglesia, vamos hacia quienes esperan la Palabra de

consolación inclinándonos con amor materno y espíritu

paterno hacia los pobres y los débiles.

El Papa nos invita a no privatizar el amor y con la

inquietud de quien busca: «Buscar siempre, sin descanso,

el bien del otro, de la persona amada».

4

La crisis de sentido del hombre moderno y la

crisis económica y moral de la sociedad occidental y de

sus instituciones no son un acontecimiento pasajero de

nuestro tiempo, sino un momento histórico de excepcional

importancia. Estamos llamados como Iglesia a salir para

dirigirnos hacia las periferias geográficas, urbanas y

existenciales —las del misterio del pecado, del dolor, de

las injusticias, de la miseria—, hacia los lugares

escondidos del alma dónde cada persona experimenta la

alegría y el sufrimiento de la vida.

«Vivimos en una cultura del desencuentro, una

cultura de la fragmentación, una cultura en la que lo que

no me sirve lo tiro, la cultura del descarte […]

Hoy, hallar a un vagabundo muerto de frío no es

noticia, sin embargo “la pobreza es una categoría teologal

porque el Hijo de Dios se abajó, se hizo pobre para

caminar con nosotros por el camino […] Una Iglesia

pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de

Cristo. Si vamos hacia la carne de Cristo, comenzamos a

entender algo, a entender qué es esta pobreza, la pobreza

del Señor».

Vivir la bienaventuranza de los pobres significa

que la angustia de la soledad y de la limitación ha sido

vencida por la alegría de quien es realmente libre en Cristo

y ha aprendido a amar.

Durante su visita pastoral a Asís, el Papa

Francisco se preguntaba de qué debe despojarse la Iglesia.

Y respondía: «despojarse de toda acción que no es por

Dios, no es de Dios; del miedo de abrir las puertas y de

salir al encuentro de todos, especialmente de los más

pobres, necesitados, lejanos, sin esperar; cierto, no para

perderse en el naufragio del mundo, sino para llevar con

valor la luz de Cristo, la luz del Evangelio, también en la

oscuridad, donde no se ve, donde puede suceder el

tropiezo; despojarse de la tranquilidad aparente que dan

las estructuras, ciertamente necesarias e importantes, pero

que no deben oscurecer jamás la única fuerza verdadera

que lleva en sí: la de Dios. Él es nuestra fuerza».

Es para nosotros una invitación a «no tener miedo

a dejar caer las estructuras caducas. La Iglesia es libre. La

lleva adelante el Espíritu Santo. Nos lo enseña Jesús en el

evangelio: la libertad necesaria para encontrar siempre la

novedad del evangelio en nuestra vida y también en las

estructuras. La libertad de elegir odres nuevos para esta

novedad».

Estamos invitados a ser hombres y mujeres

audaces, de frontera: «Nuestra fe no es una fe-laboratorio,

sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado

como historia, no como un compendio de verdades

abstractas. […] No hay que llevarse la frontera a casa, sino

vivir en frontera y ser audaces».

Junto al desafío de la bienaventuranza de los

pobres, el Papa invita a visitar las fronteras del

pensamiento y de la cultura, a favorecer el diálogo,

también a nivel intelectual, para dar razón de la esperanza

basada en criterios éticos y espirituales, interrogándonos

sobre lo que es bueno. La fe no reduce jamás el espacio

de la razón, lo abre más bien a una visión integral del

hombre y de la realidad e impide reducir al hombre a

«material humano».

La cultura, llamada a servir constantemente a la

humanidad en todas sus condiciones, si es auténtica, abre

a itinerarios inexplorados, pasos de respiro de esperanza

que consolidan el sentido de la vida y custodian el bien

común.

Un auténtico proceso cultural «hace crecer la

humanización integral y la cultura del encuentro y de la

relación; ésta es la manera cristiana de promover el bien

común, la alegría de vivir. Y aquí convergen la fe y la

razón, la dimensión religiosa con los diferentes aspectos

de la cultura humana: el arte, la ciencia, el trabajo, la

literatura». Una verdadera búsqueda cultural se encuentra

con la historia y abre caminos hacia el rostro de Dios.

Los lugares en los que se elabora y se comunica

el saber son también lugares en los que se debe crear una

cultura de la cercanía, del encuentro y del diálogo,

superando defensas, abriendo puertas, construyendo

puentes.

3.- 45º Capítulo General.

Capítulo II: La Asociación para el Servicio Educativo de

los Pobres: Una dimensión esencial de la vida del

Hermano de las Escuelas Cristianas

“Hoy y siempre, «los pobres son los destinatarios

privilegiados del Evangelio», y la evangelización dirigida

gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a

traer.” (EG 48). En la llamada del Papa escuchamos el eco

de la invitación de nuestro Fundador “a ser instrumentos

de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de

manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad”

(EG 187).

5

Capítulo III: Una familia, una misión: Hermanos

apasionados por el servicio educativo de los pobres

Más allá de la frontera

3.26 Deseamos responder de forma creativa y

audaz a las urgentes necesidades de los más vulnerables

(emigrantes, refugiados, sin techo, jóvenes sin empleo…)

que se encuentran en “la frontera”.

De manera que podamos:

- ir más allá de la frontera geográfica, a un lugar en donde

aún La Salle no está presente;

- ir más allá de la frontera personal, a un lugar que desafía

nuestra comodidad y, en ocasiones, las capacidades

personales;

- ir más allá de la frontera congregacional, a un proyecto

común compartido;

- ir más allá de la frontera cultural o religiosa, a una obra

en donde personas de diferentes credos comparten la

misma misión;

- ir más allá de la frontera de la edad oficial de jubilación,

a una labor de voluntariado con los más vulnerables;

- ir más allá de la frontera del prestigio académico y

social, a un proyecto educativo donde apreciemos el

privilegio de trabajar con y por los pobres;

- ir más allá de la frontera individualista, para llegar a

compromisos comunitarios de servicio;

- ir más allá de la frontera del desánimo, a un espacio de

esperanza comprometida con el proyecto salvífico de

Dios;

- ir más allá de la frontera de las estructuras

preestablecidas, para generar un espacio de libertad y

creatividad apostólica; ir más allá de la frontera del

consumismo depredador, para crear un mundo más

habitable, justo y solidario.

Capítulo IV Nuestra vocación lasallista: Un signo de

esperanza para la Iglesia y para los pobres

4.2 Desde este proyecto de salvación, los

Hermanos junto con todos los Lasallistas nos sentimos en

camino. Cada uno, desde su vocación específica, está

invitado a plantearse con seriedad el sentido de su

existencia, no desde “un para qué”, sino desde un “para

quién”; es decir, desde los niños, jóvenes y adultos sin

esperanza cuyo clamor sentimos en el fondo de nuestro

corazón.

Mensaje final

9.4 La esperanza radical es apostólica además de

ser una característica de nuestra historia lasallista.

La esperanza es perturbadora y no tolera la

inercia. Llama a la movilidad y la flexibilidad, para ir a la

periferia y más allá de la frontera. Sin lugar a dudas, estas

imágenes fueron inspiradas por las palabras y el ejemplo

del Papa Francisco, quien constantemente nos invita a

todos a dejar nuestras zonas de comodidad con el fin de

encontrar a los pobres y vulnerables. Los vulnerables,

como bien sabemos, están "allí". En la frontera. Estas

propuestas nos invitan a responder con audacia y

creatividad a las necesidades urgentes de los que a

menudo viven en las periferias de nuestros propios

intereses personales.

9.6 Los Hermanos capitulares imaginan, también,

otro tipo de movilidad que no es geopolítica, sino más

bien, una movilidad interna para profundizar en un

proceso personal explorando el interior "de las fronteras."

Este tipo de movimiento interno está en las profundidades

del corazón, en él se nos insta a relegar heridas y lesiones

y dejar a un lado nuestras preocupaciones por seguridades

y comodidades. Nuestros corazones nos invitan a las

inseguridades de una vida totalmente comprometida con

el servicio. Nuestros corazones nos invitan a celebrar la

profusión de gracia de nuestra llamada a la auto-donación

en favor de la economía de la salvación de Dios.

“Creo que lo más importante es que recordemos

cuál es el fin de nuestro Instituto. El para qué nacimos

debe seguir iluminando hoy el qué hacemos.

La finalidad ya aparecía claramente en la Regla

de 1705: Este Instituto es de grandísima necesidad

porque, estando los artesanos y los pobres

ordinariamente poco instruidos, y ocupados todo el día

en ganar su sustento y el de sus hijos, no pueden darles

por sí mismos la instrucción que necesitan, y educación

honrada y cristiana. Procurar este beneficio a los hijos

de los artesanos y de los pobres, tal ha sido el motivo por

el cual se han instituido las Escuelas Cristianas (CL 25,

págs. 16-17).

… Para SJBDLS la mayor gloria de Dios es el

servicio de los niños y jóvenes pobres que el Señor pone

en nuestras manos y a partir y en función de ellos de otros

niños y jóvenes. Es importante tener clara nuestra

finalidad para orientar todos nuestros recursos en la

consecución de ese objetivo.

Como comunidad lasallista debemos sentirnos

situados en esa frontera con los jóvenes más

necesitados”… Hno. Álvaro Rodríguez.

“Un canto de esperanza en el “rebrotar”

del carisma de la fundación”

6

LA MISIÓN

“El fin de este Instituto es procurar

educación humana y cristiana a los jóvenes,

especialmente a los pobres” (Regla a3)

1.- “El fin de este Instituto es dar cristiana

educación a los niños; y con este objeto se tienen las

escuelas, para que estando los niños mañana y tarde bajo

la dirección de los maestros, puedan estos enseñarles a

vivir bien, instruyéndolos en los misterios de nuestra santa

religión, inspirándoles las máximas cristianas, y así darles

la educación que les conviene.¨

(R 1718. 1.3)

2.- Ustedes han sido puestos por Dios para

suceder a los santos apóstoles en la exposición de la

doctrina de Jesucristo y en el afianzamiento de su santa

ley en la mente y en el corazón de aquellos a los que

enseñan, cuando dan el catecismo, que es su principal

función.¨ (M 145, 3)

¨3.- Nuestra misión evangelizadora debe nacer

de una experiencia vital, de un encuentro personal, de

un amor apasionado que han transformado nuestras

vidas.¨

¨El secreto de una vida realizada es llevar adelante

un proyecto de amor y de servicio, no como una

exigencia impuesta desde fuera sino como un impulso que

surge desde dentro.¨

1.- AIMEl, 2013, “Evangelización y Pastoral”

“Nosotros, los lasallistas, reconocemos que

vivimos hoy en un mundo que está en busca de sentido,

fe y espiritualidad. Esta búsqueda sucede en contextos y

sociedades que, cada día más, se vuelven diversas y

divididas por barreras culturales, económicas, religiosas,

políticas, tecnológicas y, también, a causa de diferencias

lingüísticas. En estos ambientes, las personas,

especialmente los pobres y aquellos que son desplazados

por razones económicas y políticas, se vuelven

vulnerables. Además, reconocemos que la evangelización

–llevar la buena noticia y los valores del evangelio de

Jesucristo a todos los pueblos– es humanizante,

acogedora, dialógica (cfr. IA06, 2.1.2, p. 35), se realiza

por medio de las palabras y el testimonio, y se dirige a la

totalidad de la persona…

Desafío 1.- Evangelizar utilizando nuevos

paradigmas que tengan en cuenta los cambios culturales y

respondan a las necesidades de los niños, jóvenes y

adultos, especialmente los pobres.

Desafío 2.- Promover nuestra misión educativa

lasallista, a través del desarrollo de auténticas

comunidades de fe, capaces de animar al conjunto de las

comunidades educativas.

Desafío 3.- Promover la participación en el plan

salvífico de Dios y educar la totalidad de la persona, en

contextos multiculturales, multirreligiosos y no

religiosos.

2.- 45º CG. CAPÍTULO III

Una familia, una misión: Hermanos apasionados

por el servicio educativo de los pobres

Evangelización y Catequesis

3.12 Para el anuncio de la Buena Nueva estimamos como

llamadas urgentes:

la unicidad de nuestra misión: el servicio educativo de los

pobres unido al anuncio del Evangelio;

la importancia de impulsar una vida de fe entre los

jóvenes;

la vocación de embajadores eficaces de Jesucristo,

testigos y ministros de su Palabra;

la oferta de una palabra de ánimo, de libertad y de

confianza en la diversidad de situaciones de

evangelización donde el Instituto está presente;

la presentación creíble del Evangelio en un mundo

marcado por la violencia, la intolerancia y una Iglesia

atribulada;

el comunicar a Jesús como nuestro liberador y el liberador

del mundo;

la preparación catequística de los Hermanos;

la renovada comprensión del papel principal del Hermano

como catequista;

la palabra de liderazgo en el campo de la catequesis, más

allá del mundo lasallista, incluyendo nuestras

contribuciones al diálogo multicultural e interreligioso;

la ayuda a nuestros colaboradores –especialmente a los

jóvenes educadores lasallistas– para que progresen en su

itinerario de fe y profundicen el mensaje cristiano;

la búsqueda de los jóvenes allí donde se encuentran,

tratarles con respeto y acercarse a ellos mediante el

diálogo.

3.13 Deseamos mantener la unidad entre el

servicio educativo de los pobres y el anuncio del

Evangelio.

7

“El discípulo-misionero es un des-centrado: el centro es

Jesucristo, que convoca y envía. El discípulo es enviado a

las periferias existenciales” (Papa Francisco al Comité de

Coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano

CELAM. Brasil, 28 de julio de 2013).

3.14 “En la boca del catequista vuelve a resonar

siempre el primer anuncio: Jesucristo te ama, dio su vida

para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para

iluminarte, para fortalecerte, para liberarte” (Evangelii

Gaudium 164).

Anunciar la Buena Nueva

3.15 Reconociendo la enorme diversidad de

situaciones sociales y religiosas dentro del Instituto,

consciente de que su misión es anunciar el Evangelio de

Jesucristo a los pobres mediante el ministerio de la

educación, y reconociendo la llamada de la Exhortación

Apostólica Evangelii Gaudium.

El Hermano como catequista

Propuesta 16: Que la formación inicial de los

Hermanos en el Instituto tenga como prioridad su

preparación como catequistas. Además, en la

formación permanente de los Hermanos habrá un

énfasis particular sobre el Hermano como catequista.

¿Qué hacer para que la Iglesia contemporánea se

asemeje a aquella que Jesús soñó? ¿Qué hacer para que la

vida consagrada responda a los diseños carismáticos del

Espíritu Santo:

El camino de Emaús.

Lucas 24, 13-35

13Aquel mismo día, dos de ellos iban a un

pequeño pueblo llamado Emaús, que está a unos diez

kilómetros de Jerusalén. 14 En el camino conversaban

sobre todo lo sucedido.

15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en

persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. 16 Pero

ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo. 17

Él les preguntó:

—¿De qué van conversando por el camino?

Ellos se detuvieron con rostro afligido, 18 y uno de ellos,

llamado Cleofás, le dijo:

—¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que

desconoce lo que ha sucedido allí estos días?

19 Jesús preguntó:

—¿Qué cosa?

Le contestaron:

—Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta

poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el

pueblo. 20 Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo

entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo

crucificaron. 21 ¡Nosotros esperábamos que él fuera el

liberador de Israel!, pero ya hace tres días que sucedió

todo esto.22 Es verdad que unas mujeres de nuestro

grupo nos han desconcertado; ellas fueron de madrugada

al sepulcro, 23 y al no encontrar el cadáver, volvieron

diciendo que se les habían aparecido unos ángeles

asegurándoles que él está vivo. 24 También algunos de

los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como

habían contado las mujeres; pero a él no lo vieron.

25 Jesús les dijo:

—¡Qué duros de entendimiento!, ¡cómo les cuesta

creer lo que dijeron los profetas! 26 ¿No tenía que

padecer eso el Mesías para entrar en su gloria?

27 Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos

los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se

refería a él.

28 Se acercaban al pueblo adonde se dirigían, y él

hizo ademán de seguir adelante. 29 Pero ellos le

insistieron:

—Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día

se acaba.

Entró para quedarse con ellos; 30 y, mientras estaba

con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se

lo dio. 31 Entonces se les abrieron los ojos y lo

reconocieron. Pero él desapareció de su vista. 32 Se

dijeron uno al otro:

—¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras

nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura?

33 Se levantaron al instante, volvieron a Jerusalén y

encontraron a los Once con los demás compañeros, 34 que

afirmaban:

—Realmente ha resucitado el Señor y se ha

aparecido a Simón.

35 Ellos por su parte contaron lo que les había

sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al

partir el pan.

8

a) Lectura de Lucas 24, 13-35.

b) Subrayar las frases del texto que

correspondan, según ustedes, a cada uno

de los 4 apartados siguientes.

1.- Situación inicial…

2.- El viaje…

3.- El Encuentro…

4.- De vuelta…

c) El Papa Francisco, en su Exhortación

apostólica EVANGELII GAUDIUM (La

Alegría del Evangelio) en el número 24,

emplea cinco verbos:

- Primerear

- Involucrarse.

- Acompañar

- Fructificar.

- Festejar

Les invitamos a ubicar esos 5 pasos en los 4

apartados de antes.

La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos

misioneros que primerean, que se involucran, que

acompañan, que fructifican y festejan. EG, 24.

PRIMEREAR.

“Sepan disculpar este neologismo. La comunidad

evangelizadora experimenta que el Señor tomó la

iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y,

por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin

miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a

los cruces de los caminos para invitar a los excluidos.

Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de

haber experimentado la infinita misericordia del Padre y

su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a

primerear!”

INVOLUCRARSE.

“Como consecuencia, la Iglesia sabe «

involucrarse ». Jesús lavó los pies a sus discípulos. El

Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de

rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los

discípulos:

« Serán felices si hacen esto » (Jn 13,17). La

comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en

la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja

hasta la humillación si es necesario, y asume la vida

humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo.

Los evangelizadores tienen así « olor a oveja » y éstas

escuchan su voz”.

ACOMPAÑAR

“Luego, la comunidad evangelizadora se dispone

a « acompañar ». Acompaña a la humanidad en todos sus

procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de

esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización

tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites”.

FRUCTIFICAR

“La comunidad evangelizadora siempre está

atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda.

Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El

sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del

trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas.

Encuentra la manera de que la Palabra se encarne

en una situación concreta y dé frutos de vida nueva,

aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados”.

El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla

hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su

sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea

acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora.

FESTEJAR

“Por último, la comunidad evangelizadora gozosa

siempre sabe « festejar ». Celebra y festeja cada pequeña

victoria, cada paso adelante en la evangelización. La

evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en

medio de la exigencia diaria de extender el bien. La

Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la

belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la

actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso

donativo”.

¿Conocemos la SITUACIÓN de nuestros alumnos?

En su viaje hacia la madurez,

¿cómo PRIMEREAR,

INVOLUCRARSE

Y ACOMPAÑARLES?...

El fruto final, quizás no lo veamos,

¿pero algunos “BROTES” ya apuntan?

¿Cómo FESTEJARLO?

9

1.- El 45º Capítulo General reconoce el camino

recorrido por el Instituto en el ámbito de la asociación

en estos últimos años. Reafirma la centralidad del voto

de Asociación para el Servicio Educativo de los Pobres

y para la comprensión de la identidad del Hermano.

Por ello propone:

Propuesta 3

Que los Hermanos afiancen y manifiesten su

primera pertenencia al Instituto, haciéndose disponibles

para servir a la misión a donde sean enviados.

Que las comunidades asuman las consecuencias

concretas del voto de asociación en la vida comunitaria y

en el servicio educativo con los pobres.

Que los Distritos y las Regiones tomen en cuenta

la centralidad del voto de asociación en la formación de

los Hermanos desde el noviciado.

Propuesta 4

Que los Hermanos continúen activamente el

dinamismo asociativo al interior de las comunidades

educativas.

Que los Hermanos sean, en la Familia Lasallista,

signos y promotores de fe, fraternidad y del don gratuito

de sí para el servicio educativo con los pobres.

Que los Hermanos acompañen y se dejen

acompañar por los Laicos, en sus respectivos itinerarios

de educadores lasallistas.

Que los Hermanos estimulen y acojan la

aportación específica de los Laicos al carisma lasallista.

Propuesta 5

Que el Instituto reafirme su compromiso global

con la Asociación para el Servicio Educativo con los

Pobres siguiendo el espíritu de la Circular 461 “Asociados

para la misión lasallista... un acto de esperanza”.

Que evalúe, apoye e incremente los esfuerzos que

en esta materia se hacen en las diversas áreas geográficas

del Instituto.

Que preste particular atención a las áreas

geográficas donde la aplicación del compromiso global

con la Asociación está siendo lento.

Propuesta 6

Que el Instituto promueva y vigorice una red

estratégica para la Asociación en todos los niveles del

Instituto.

Para ello: Cada Distrito y Sector tendrá una

persona o equipo encargado de esta misión. Esta persona

o equipo estará en red con la Región y el Centro del

Instituto.

Esta red de comunicación será apoyada por un

Secretariado y el Servicio de Comunicación de la Casa

Generalicia con miras a compartir información y las

mejores prácticas sobre Asociación.

Propuesta 7

Que el Centro del Instituto presente a la Familia

Lasallista, orientaciones generales para la financiación de

iniciativas de formación relativas a la Asociación.

Propuesta 8

Que el Instituto apoye la prioridad 3.1.1 de la

Asamblea Internacional para La Misión Educativa

Lasallista, (AIMEL) 2013 : “Asegurar y acompañar

experiencias significativas de Asociación en todas las

obras lasallistas.”

Propuesta 9

Que el Instituto mantenga el cargo de

Coordinador de Jóvenes Lasallistas y su correspondiente

Consejo Internacional.

Propuesta 10

Que el Instituto apoye la representación de

Jóvenes Lasallistas en estructuras del Sector, del Distrito

y de la Región.

2.- Notas de clausura.

Hno. Robert Schieler

“Hermanos, hemos dado grandes pasos en la

Formación de nuestros Colaboradores, en la Asociación

con ellos. Sabemos que la Formación Lasallista y la

Asociación de Colaboradores y Hermanos hoy en día no

es algo opcional, sino que debe ser una prioridad para todo

el Instituto si queremos seguir siendo una presencia viable

y vital en el mundo de la educación”

10

3.- Asociados para

la Misión Lasallista

…un acto de ESPERANZA

Circular 461.

Jesús les dijo: Echen la red a la derecha de la

barca, y encontrarán. Así lo hicieron, y era tal la cantidad

de peces que ya no podían sacar la red. (Juan 21:6).

7.1. Imaginaos la cara de los discípulos echando

las redes otra vez, pensando que echarlas por un lado de

la barca en lugar de por el otro sería diferente. Imaginaos

ahora sus caras cuando intentaban recoger sus redes

rebosantes. La duda y la frustración se transforman

rápidamente en asombro y respeto y, finalmente, en el

gozo de haber reconocido al Señor que tanto habían

echado de menos. ¿No es esta también nuestra historia?

¿No vivimos en una época en la que se nos invita a ir al

“otro lado de la barca” y lanzar, “juntos y por

asociación”, nuestras redes educativas lasalianas, con la

esperanza de ganar una gran cantidad de “almas apartadas

de la salvación?”

7.2. Así como los discípulos regresaron a su

antigua forma de vida, creyendo que la esperanza se había

extinguido y sus sueños se habían desvanecido, del mismo

modo hoy algunos pueden sentirse abandonados por el

mismo Dios que un día les llamó “para pescar.”

Como los israelitas en su viaje por el desierto se

sintieron a menudo turbados por la pregunta “¿Dónde está

tu Dios?” algunos también se preguntan ahora por qué

dieron el primer paso para ser Hermanos, o para

pertenecer a la asociación Lasaliana. Que nuestra oración

sea la de San Agustín, cuando se dirige a Dios como a su

siempre fiel compañero: Aquí estoy ante ti con mi fuerza

y mi ignorancia. Donde tú me has abierto la puerta, dame

la bienvenida a la entrada; donde me has cerrado la

puerta, ábrela ante mi clamor; permíteme recordarte,

entenderte y amarte. Amén.

7.3. La imagen de un Dios siempre cercano, que

camina junto a nosotros, que nos pide confianza en lo

inimaginable, es el acto diario de la fe que ha sostenido a

los Hermanos de las Escuelas Cristianas desde hace más

de tres siglos. Esta imagen simboliza también la llamada

vocacional de todos los Lasalianos, para que confíen en el

Dios que llama “de una manera imperceptible,

tranquila... de modo que un compromiso lleva... a otro

sin... haberlo previsto al principio.” Esta fue la aventura

milagrosa de La Salle con el Dios que siempre sale a

encontrarle.

Todos vosotros que servís a la Misión Lasaliana recordad

lo que Dios nos ha prometido. Como dijo al profeta

Jeremías, de la misma manera nos habla hoy: “Yo sé

cuáles son mis planes para ti, planes para salvarte, no

para hacerte daño; planes para darte un futuro y una

esperanza... Cuando tú me llamas yo te escucho... Yo te

recogeré de en medio de todas las naciones... voy a

llevarte a casa”

7.4. Alegrémonos todos por esta promesa de

esperanza... por este futuro luminoso... por este sueño de

vida que nos invita, “juntos y por asociación”, a recordar

siempre la santa presencia de Dios y de mover los

corazones de los jóvenes, especialmente los pobres.

4.- El voto de Asociación,

corazón de la identidad del Hermano,

expresión del carisma y de la finalidad del Instituto.

Con la perspectiva que tenemos hoy de nuestros

comienzos y del pensamiento del Fundador, con la luz que

nos viene de la reflexión actual de la Iglesia sobre su

propio misterio y sobre el significado de la Vida

Religiosa, podemos afirmar que el Voto de Asociación

hecho por la Salle y los Hermanos en 1694 y en los años

siguientes representaba la identidad del Hermano, así

como el carisma y la finalidad del Instituto. Un voto

especificado con tres facetas: asociación, estabilidad,

obediencia.

1.- Expresión de la unidad de vida del Hermano.

El voto de Asociación significaba para el

Hermano (y tendrá que volver a significar) la unidad de

su vida consagrada: la alianza con Dios, con sus

hermanos, con sus discípulos, esa era su consagración;

cada uno de esos lazos le remitía a los otros dos. Y el

Fundador se lo recordaba de muchas formas.

¨No hagan diferencia entre los deberes propios de su

estado y el negocio de su salvación y perfección¨ (CT 16m

1,4)

¨Pues el celo ardiente de salvar las almas de los que

ustedes tienen que instruir, es lo que ha debido moverles

a sacrificarse…¨(MR 201, 3)

¨Ya que fueron elegidos para procurar en su estado la

santificación de sus alumnos, tienen ustedes que ser

santos con santidad no común; puesto que a ustedes les

corresponde comunicarles a ellos la santidad…¨(MD 39,

2)

11

¡Qué lejos está esa unidad de vida, esa relación

íntima entre la santificación personal y la de los

discípulos, de aquella teoría de las dos finalidades de la

vida religiosa, la santificación personal y el apostolado,

donde la santificación personal llevaba la prioridad…! No

pocos Hermanos han vivido con la inquietud de si lo

primero en sus personas era el ser religioso o bien el ser

educador… ¡Como si la consagración del Hermano

admitiera esa separación de dimensiones!

2.- Expresión de la complementariedad entre los

Hermanos.

El Voto de Asociación es la manera lasallista de

expresar la comunión. Y comunión es vivir en la unidad,

en la complementariedad, cosa muy diferente de la

uniformidad.

Puesto que la finalidad de esta asociación

corresponde, no a cada persona en particular, sino al

cuerpo de la sociedad, cada uno acepta realizar la función

que se le encomiende, en complementariedad con los

otros Hermanos, sabiendo que ¨al cumplir su ministerio¨,

sean cualesquiera sus funciones, contribuyen a la

realización comunitaria de la única misión eclesial del

Instituto¨. (Regla 16)

El Voto de Asociación le recuerda al Hermano

que su complementariedad con los otros Hermanos no

consiste en hacer su tarea de manera individualista, al

margen de los otros, por bien hecha que esté, sino en

corresponsabilidad con sus Hermanos ¨quienes se

comprometen a trabajar juntos por el crecimiento y la

fidelidad del Instituto¨. (Regla 142)

3.- Expresión de la fraternidad entre los Hermanos.

¨Prometo unirme y permanecer en sociedad

con…¨ Ese es el objeto directo de la promesa. En el fondo

de estas palabras resuenan las de La Salle en la meditación

39, 3: Ínsten, pues, al Dios de los corazones, que del de

ustedes y del de sus Hermanos forme uno solo en el de

Jesús¨. Este es el sueño de Jesús, lo que pide al Padre

como una gracia especial para sus discípulos, como

herencia que desea dejarles; y es lo que pide a sus

discípulos como la señal en que serán reconocidos como

tales. ¨Nuestro tesoro, nuestro secreto, nuestra mayor

riqueza es ser Hermanos¨, decía el Hno. Alvaro con

motivo de su elección como Superior General.

Y añadía en su carta pastoral del 25-XII-2001:

¨Estamos llamados a ser testigos de la fraternidad.

No sé si hemos sabido explotar nuestra

fraternidad, nuestro ser Hermanos, como uno de los

elementos proféticos de nuestra vocación, como uno de

los elementos más importantes de nuestra misión¨.

¨La vida consagrada posee ciertamente el mérito

de haber contribuido eficazmente a mantener viva en la

Iglesia la exigencia de la fraternidad como confesión de

la Trinidad¨. (VC 41) Pero esto resalta más aún, si es

posible, en los Hermanos, que recuperan así la

originalidad de la Vida Religiosa, que surge como una

fraternidad laical. ¨La misma vida fraterna es un acto

profético, en una sociedad en la que se esconde, a veces

sin darse cuenta, un profundo anhelo de fraternidad sin

fronteras¨. (VC 85)

4.- Expresión de la misión que motiva la consagración

del Hermano.

No se trata de una simple ¨actividad apostólica¨,

sino de la finalidad, el motivo central por el que se ha

consagrado, que es dar respuesta a las necesidades de una

juventud pobre y alejada de la salvación. El voto de

Asociación nos recuerda que la comunidad no existe para

sí misma, sino que está en función de la misión. También

aquí la reflexión eclesial actual sobre la Vida Religiosa

nos ayuda a recuperar sin miedo lo que nuestros

Hermanos de los orígenes expresaban sin demasiado

razonamiento teológico, pero movidos por el carisma: que

la misión es una parte esencial de la vida consagrada.

(cf.VC 72)

Consagración y envío (o misión) son dos caras de

la misma vida o identidad, como se nos revela en aquel

pasaje de Isaías que Jesús hace suyo ante la Sinagoga de

Nazaret: ¨El Espíritu de dios me ha ungido y me ha

enviado para dar la buena noticia a los pobres…¨ (Lc 4,

18-19)

5.- Expresión del ministerio del Hermano.

El ministerio, en sentido pleno, no se identifica

con la función o tarea que alguien realiza, y que

forzosamente estará limitada a una parte de la vida. No se

reduce, pues, en nuestro caso, a la tarea educativa.

¨Ministerio¨ se refiere a toda la identidad, asumida por una

persona y reconocida en la Iglesia. El Ministerio del

Hermano es equivalente a toda nuestra identidad de

Hermano como servicio a la Iglesia y está significado por

el voto de Asociación: un ministerio comunitario por el

que, juntos y por Asociación, construimos la fraternidad

para el servicio de los pobres por la educación.

12

Juan Bautista de La Salle:

más allá de la distinción sacerdocio-laicado,

vivir la Iglesia de otra manera.

Cuatro rasgos de este itinerario lasallista

permiten descubrir hasta qué punto la cuestión del

laicado, así como también la del sacerdocio, aparecen

en él como subsidiarias en el sentido que el

[diccionario] Petit Robert da a este adjetivo. La

cuestión viene en apoyo de una realidad más

importante. No es prioritaria. Pero adquiere

existencia y sentido en un conjunto más amplio: se

trata de vivir la Iglesia de otra manera.

* En primer lugar, casi al origen de su

itinerario de Fundador, Juan Bautista de La Salle

abandona el medio clerical para encarnarse en un

mundo de laicos. Es sacerdote por vocación y

pretende ciertamente dedicar su vida al servicio de

Dios. Lo hace en la situación de canónigo de la

catedral de Reims. En ella emplea una buena parte de

su tiempo recitando las horas del Oficio Divino, la

oración de alabanza y de intercesión. Sus relaciones

habituales son con otros miembros del Cabildo de la

catedral. Financieramente vive de su patrimonio

familiar, pero también de la sustanciosa prebenda

concedida por la Iglesia de Reims. Es un hombre de

Iglesia; en cierto sentido no es más que un

eclesiástico.

Una crisis existencial trastorna su vida. Al

principio la soportó, hasta estuvo tentado de

escabullirse de ella antes de asumirla. Se ve llevado

a tomar conciencia de que existe a su puerta toda una

categoría de jóvenes marginados por la situación

económica y social de sus familias, privados de toda

oportunidad de educación, de toda esperanza de

empleo, de cualquier posibilidad de inserción en la

vida de la ciudad. Intenta poner remedio a esta

situación. Su proyecto de vida se vuelve más

evangélico que nunca.

Pero en adelante pasa por la voluntad de promover

humanamente a esos jóvenes desfavorecidos,

ocupándose ante todo del pequeño núcleo de

maestros de escuela empleados en esta difícil tarea

educativa. Se encarna entre ellos. Lo cual lo conduce

a “cambiar de vocación”: renuncia a su canonjía (a la

vez que distribuye su patrimonio a los pobres) para

estar tan cercano como sea posible de los maestros a

los que acompaña. La imagen es fuerte: sale de la

catedral y abandona la compañía de los canónigos,

renuncia al mundo clerical que es el suyo, para

unirse a una balbuciente comunidad de laicos.

Es este nuevo estado La Salle ejercerá ciertas

funciones específicas del ministerio sacerdotal (será

como el capellán de los Hermanos). Pero en un cierto

número de actividades y en adelante pasará la mayor

parte de su tiempo dedicándose a un sector no

específicamente sacerdotal y —hasta si se quiere—

en el campo profano o secular. En cierto modo, y

más allá de las etiquetas, se ha hecho laico con los

laicos. Hace suyos su compromiso en el servicio del

mundo, sus preocupaciones educativas, la

importancia dada a lo profano que requiere de ellos

el ejercicio correcto de su oficio.

A partir del sorprendente descubrimiento que

se ve llevado a realizar del desamparo del mundo,

este sacerdote de treinta años descubre una nueva

llamada de Dios y una nueva misión al servicio de la

juventud abandonada. Sobre esa base, y no por

ideología ni siquiera como consecuencia de una

reflexión sobre la Iglesia, supera vitalmente, en lo

que a él se refiere, la rígida distinción entre

sacerdocio y laicado. Y en su persona efectúa el paso

profético de una Iglesia clerical encerrada en sí

misma a una Iglesia para el mundo.

* Muy pronto, en su itinerario de Fundador,

se ve abocado a constatar que el difícil servicio

educativo de jóvenes constantemente amenazados

por el abandono, requiere, como lo escribe en 1690,

hombres dedicados por entero. Es decir hombres

consagrados totalmente a ello, sin segundas

intenciones de carrera eclesiástica y sin ánimo de

volverse atrás. Tomará con sus Hermanos una opción

radical: la joven comunidad estará compuesta

exclusivamente de miembros laicos.

13

La opción fundamental es la de la misión de

la nueva Comunidad: garantizar a una categoría de

jóvenes marginales un mínimo de formación

humana, así como el acceso a las fuentes vivas del

Evangelio. Su experiencia le ha hecho sentir la

urgencia de esta misión y puede escribir

tranquilamente que el Instituto que se ha visto

llevado a fundar es de grandísima necesidad. Ni

cartel publicitario, ni eslogan embaucador; sino la

constatación surgida de una experiencia vivida. La

opción firme por el laicado exclusivo del Instituto

aparece como subsidiaria, para él se deriva como

condición necesaria de la importancia vital de la

misión de sus Hermanos para unos jóvenes cuyos

rostros conoce.

No se trata de una opción ideológica, de una

visión teológica del valor y del papel del laicado. Su

enfoque y su resolución son del todo pragmáticos. No

por ello son menos proféticos. En la Iglesia de su

tiempo establece una Sociedad de hombres

consagrados y dedicados al apostolado que serán

todos ellos laicos por opción positiva. Y su

enseñanza espiritual dará valor a esta situación, a

partir de una aplicación a sus Hermanos de los

grandes textos paulinos sobre la diversidad de los

carismas y sobre la importancia de la misión del

anuncio del Evangelio mediante el ejercicio del

ministerio de la Palabra de Dios en la catequesis.

Pero este anuncio del Evangelio se hace también por

el compromiso para cambiar la situación humana de

los jóvenes a los que se dirigen. Abrazando la vida

de esta Sociedad de laicos, realiza con ellos el paso

de una Iglesia clerical poderosa a una Iglesia

servidora de las necesidades de los hombres.

* A costa de luchas que durarán toda su vida

contra el poder clerical, Juan Bautista de La Salle y

sus Hermanos establecen en la Iglesia de su tiempo

una nueva Sociedad de laicos consagrados a Dios

para una misión determinada. En efecto él y sus

Hermanos han comprendido rápidamente que el

éxito educativo y apostólico de su joven comunidad

exigía que se asegurase y se afirmase su dentidad

original y su propia autonomía en la Iglesia. En el

momento en que el proyecto lasallista toma cuerpo,

uno de sus biógrafos le aplica el texto del

Apocalipsis: “He aquí que hago nuevas todas las

cosas”.

Pues Juan Bautista de La Salle no piensa en

absoluto ni en establecer ni en definir la identidad

original de esta nueva compañía a partir de una

categoría jurídica existente en la cual la haría entrar.

Ciertamente no es un inconsciente: sabe muy bien

que su fundación deberá algún día ser reconocida

oficialmente por el poder civil y por la autoridad

romana. Pero, según él, no será esta aprobación la

que confiera a los Hermanos su conciencia de

identidad y su solidez interior. Las mismas les

vendrán de una doble experiencia personal y

colectiva.

Primeramente la de ser ellos mismos los

artífices de la estructuración progresiva de su

Sociedad. Pues en ese siglo de poder absoluto el ex

canónigo asocia estrechamente a los Hermanos

laicos al establecimiento de sus reglas de vida y a su

organización interna. En segundo lugar, para afirmar

su conciencia de identidad, escribe para ellos y con

ellos una obra pedagógica que será su best seller: la

Guía de las Escuelas. Y elabora una enseñanza

espiritual original a partir de los recursos y de las

exigencias de su vocación evangélica de consagrados

laicos en la Iglesia servidora del mundo: sobre esto

volveré más adelante.

En lo que concierne a la autonomía de su

comunidad la establece, la reivindica y, cuando es

necesario, la defiende vigorosamente. Hasta el final

de su vida, luchará para que esa autonomía sea

completada y definitivamente garantizada gracias a

la elección de un Superior elegido entre los

Hermanos. Así, en esa Iglesia fuertemente

jerarquizada, se convierte en el Fundador profético

de una congregación de un tipo hasta entonces

inédito: una comunidad eclesial verdaderamente

fraterna, basada sobre la igualdad fundamental de

sus miembros.

Pero tampoco fue a partir de una reflexión

teórica sobre la Iglesia. Simplemente la urgencia de

la misión del nuevo Instituto y la libertad que

requiere su ejercicio exigían también esta autonomía

de un cuerpo de laicos. Viviendo en cuanto le resulta

posible en igualdad con sus Hermanos, podemos

decir que Juan Bautista realiza con ellos el paso de

una Iglesia clerical a una Iglesia pueblo de Dios, a

una Iglesia comunidad fraterna cuya base es la unión

de los corazones.

14

* Finalmente Juan Bautista de La Salle vive y

analiza su propio itinerario y el de la Fundación de

su Instituto como un itinerario evangélico y

espiritual, en el sentido profundo de estos términos.

— Itinerario espiritual, reconocimiento de la

prioridad de la suave y fuerte guía de Dios, la

irresistible acción del Espíritu. Según sus propias

palabras, Juan Bautista de La Salle nunca habría

podido imaginar el recorrido que se vería llamado a

seguir: ...Si hubiera podido prever a dónde le

conduciría el cuidado de pura caridad que se tomaba

con los Maestros de escuela,... lo habría

abandonado. Su meditación sobre los orígenes de la

fundación del Instituto se abrirá con un acto de

reconocimiento (en todos los sentidos de la palabra):

Que es Dios quien, mediante su providencia, ha

establecido las escuelas cristianas. Prioridad de una

Iglesia del Espíritu sobre una Iglesia de la ley

establecida.

— Itinerario espiritual, itinerario de fe. Dios

transita la historia de los hombres. Pues será en el

tejido mismo de las relaciones humanas, en el

corazón de los acontecimientos, donde su

imperceptible actuación se realiza. Para Juan

Bautista de La Salle, la fe que élseñala como el

espíritu del Instituto es, ante todo, la atención a la

historia concreta, con el fin de discernir en ella las

llamadas de Dios. Ser dócil a la historia, más que

intentar sobrevivir sobre la base de principios

establecidos. Prioridad del Acontecimiento sobre la

institución...

— Itinerario espiritual, evangélico, itinerario

de lo que él llama celo, para él inseparable de la fe:

el compromiso libre y responsable en la realización

de la obra de Dios. Celo inseparablemente apoyado

por el impulso interior de la fascinación por Cristo y

por la conciencia de la insoportable fractura que aleja

de la “salvación” toda una categoría concreta de

jóvenes. En esperanza, la misión del Hermano le

orienta hacia aquellos que están alejados. Prioridad

de la misión de anunciar el Evangelio a los pobres.

— Itinerario espiritual, evangélico, itinerario

de la consagración de la vida y de la consagración

por la vida.

Al principio, la consciencia de la urgencia de

la misión y la fuerza de la llamada impulsan al

Hermano, según la fórmula de sus votos, a ofrecerse,

a consagrarse enteramente al Dios Trinidad, para

procurar su gloria, cuanto me fuere posible y lo

exigiereis de mí. Pero el impulso inicial debe a veces

encarnarse, verificarse, fortificarse en el don de cada

día. Gota a gota, es el don de sí mismos de los

Hermanos a los jóvenes lo que hace efectiva su

consagración al Dios vivo. Consagran su vida, pero

la vida los consagra.

Para el H. Michel no se trata solamente de

“soñar” en algo ideal. Tenemos que acercarnos a las

comunidades cansadas por el largo camino,

sosteniendo todo lo emprendido, para renovar,

reformar y utilizar sus recursos, es decir, para que no

se pierdan en su recorrido...

La crítica negativa planteada por algunos ha

insistido en que la Declaración no ha propuesto

estrategias claras para caminar hacia una renovación

adaptada, tal como lo pedía el Instituto desde 1966.

Sin embargo, esta actitud ha sido señal de cansancio

y desconfianza hacia los cambios:

Acudir hacia las instituciones fatigadas por el

largo camino, sostener las reformas y hacer todo lo

posible para que no recaiga la ola (ecuménica).

Impulso místico y estrategia política. Me refiero

aquí, sobre todo, al texto mismo de la Declaración.

El impulso místico del que hablo se traducía en

objetivos que ella indicaba con fuerza para la

renovación. Enumero cinco de ellos, sin poder

desarrollarlos:

• La prioridad del servicio educativo de los

pobres.

• La finalidad apostólica del Instituto y la

vocación ministerial de los Hermanos.

• El vínculo original y característico entre la

catequesis y la educación humana.

• La visión fuertemente renovada de la Vida

religiosa del Hermano a partir de su especificidad:

apostólica, laical o secular e incluso jurídica: a

propósito de la consagración, paso del estado

religioso a la vida evangélica; a propósito de la

misión del Hermano, paso de la dualidad a la

unidad; a partir de la comunidad, paso de la

uniformidad de los individuos a la unión entre las

personas.

15

• Finalmente la Declaración formulaba con

fuerza también el objetivo de renovación de las obras

y principalmente de la escuela.

Con menor frecuencia se ha advertido que la

Declaración definía también estrategias para una

política de renovación:

• Estrategia para el servicio efectivo de los

pobres: la diversidad de situaciones históricas y

sociológicas exige de los Capítulos locales que sean

ellos los que definan claramente la política

apropiada, de modo que se empeñen realmente las

personas y los centros en servir a los pobres. (D.

28,3).

• Estrategia de revisión y puesta en tela de

juicio de las obras existentes, exigida por la vuelta a

los pobres, la renovación catequística, la renovación

de la escuela, la apertura a otros campos apostólicos

(D. 28,2; 31,1-2; 38,3; 49,2-3).

• Estrategia de creación y de movilidad: los

cambios del mundo, las llamadas nuevas exigen una

política de fundaciones nuevas (D. 33, 1, 2 ,3; D.

49,5; 50-51).

• Estrategia fundamental de respeto y de

promoción de los agentes de la renovación: el

destino de la Institución reposa finalmente en las

manos de los Hermanos (D. 53,2): de cada Hermano,

de la comunidad en diálogo, de los Capítulos y de las

instancias de gobierno a la escucha de los Hermanos

y de las llamadas del mundo y en estado de

renovación permanente...

Por último, el H. Michel enfatiza en tres

rasgos característicos de este itinerario de búsqueda:

éxodo y encarnación; pluralismo e intercambio;

fragilidad y esperanza.

• Éxodo y Encarnación

Volver a empezar partiendo de las llamadas

del mundo. Y en consecuencia volver a sumergirse

en él, encarnarse. Al principio de la fundación,

surgida del mundo clerical, de la Iglesia establecida,

para escuchar nuevas llamadas, responder a nuevas

necesidades.

Hoy, eso puede significar ante todo reconocer

que en gran medida, y en amplias zonas, ya hemos

salido, hemos abandonado nuestras instituciones, o si

se quiere, ellas nos han abandonado. Y por tanto

Éxodo, salir, pero para emprender nuevos inicios a

partir de las necesidades percibidas. El Éxodo para

favorecer la encarnación. El movimiento de re-

inmersión directa en la realidad del mundo de los

hombres y de las necesidades urgentes de la juventud

abandonada está ya más que iniciado en el Instituto.

Mi sueño es que ese movimiento se irá ampliando,

que un impulso más vigoroso le será aplicado por los

responsables, que aparecerá como normal que la

presentación de la vocación del Hermano a nuevos

candidatos potenciales se haga también en ese

sentido y no solamente a partir

de la institución escolar.

Mi sueño es también que ese doble

movimiento de éxodo y de encarnación se traduzca

de forma más decidida en la formación de los

Hermanos jóvenes: que la formación inicial

emprenda con resolución el camino del contacto

directo y seguido con la realidad de los jóvenes en

situación de desamparo, lo cual no debería impedir el

insistir sobre la indispensable formación interior para

la oración contemplativa: contemplación

indisociable del designio de salvación de Dios, del

Rostro de ese Dios de amor en Jesucristo y del

desamparo de los hombres.

Pues el carácter propio de la fe cristiana es

rechazar toda separación entre la causa de Dios y la

de los hombres... Está totalmente centrada sobre

Jesucristo, a quien confiesa como verdadero Dios y

verdadero hombre. De modo que, siendo discípulos

de Jesucristo, no necesitamos huir del mundo, puesto

el mismo Dios vino a este mundo. Y,

correlativamente nosotros no nos alejamos de Dios al

implicarnos en el mundo para en él servir a los

hombres, ya que la voluntad del Padre que está en el

cielo es que su Reino germine en el seno de nuestra

humanidad.

16 ESPIRITUALIDAD MINISTERIAL

1. Vivir la fe con sentido ministerial

"Los Hermanos viven su fe como un don recibido

para el ministerio de la educación cristiana. Desde la

fe contemplan a Dios que los elige para ser portado-

res de su salvación entre los más humildes y los más

pobres". (R 20)

Esta afirmación que la Regla hace para los Hermanos

es, en realidad, un reto que se presenta a cualquier

cristiano: vivir la fe con sentido ministerial, es decir,

como un don que no nos pertenece y hemos de hacer

fructificar para provecho de otros, en la misión que el

Señor nos encomiende. La fe, experiencia que da

fundamento a nuestra identidad cristiana, es quien llena

de un nuevo sentido a esas otras experiencias que van

configurando nuestra vida.

A lo largo del itinerario de la persona, en ese proceso

de unificación que experimenta, ambas experiencias, en

la medida que son auténticas, se influyen mutuamente: la

experiencia fundante de la fe se manifiesta en las

experiencias configuradoras, y las refiere a Dios; y éstas

hacen que la fe se "encarne" en la historia, en las

circunstancias concretas de la vida. Por eso, la identidad

cristiana adulta es el resultado, la síntesis de ese diálogo y

mutua influencia entre la experiencia fundante de la fe y

las experiencias configuradoras.

Dentro de ese diálogo se toman las decisiones

importantes, se fraguan las actitudes y el estilo de vida, se

asumen los compromisos con los que creemos responder

a las invitaciones de Dios para edificar su Reino.

2. El descubrimiento de la “zarza ardiendo”

Desde la fe leemos nuestra acción educadora como

una forma de hacerse presente el Reino de Dios.

A Dios hay que servirlo allí donde lo descubrimos.

Él se hace presente de mil formas diferentes en nuestro

mundo; por eso también habrá mil formas diferentes de

servir a Dios. También es cierto que El tiene sus

preferencias y predilecciones a la hora de encarnarse,

según lo ha revelado tan frecuentemente: prefiere los

pobres, los marginados, las situaciones de injusticia, los

niños, los débiles, los enfermos,... es decir, todos aquellos

que más necesiten ser liberados, salvados. Por eso es en

ellos donde más quiere ser servido.

Cada una de esas manifestaciones de Dios requiere

una especial sensibilidad para percibirla como "lugar

teológico" para mí: Dios se me acerca y me llama en estas

circunstancias concretas de la historia. Cada uno ha de

preguntarse por la "zarza ardiendo" a la que debe

acercarse "descalzo", dispuesto a adorar a Dios en ese

lugar y servirlo, porque en ese lugar será enviado a salvar

a su pueblo.

La "zarza ardiendo" es esa situación de necesidad

que despierta en mí una inquietud: algo me empuja a

acercarme a ella. A medida que me acerco, me voy dando

cuenta que es Dios mismo quien me empuja a

comprometerme (todo esto, desde la experiencia fundante

de la fe), y que es El quien ve por mis ojos, quien oye por

mis oídos, quien se conmueve en mi corazón...

Me descubro enviado por El, al tiempo que encuentro

en mi persona los dones necesarios para responderle. Ese

es mi carisma, la gracia de Dios que me permite

reconocerlo y me lanza a servirlo, aunque en mi miedo

alegue "tartamudez", como Moisés.

Es, precisamente, esta conciencia de mi limitación la

que me lleva a compartir la misión con otros: "Tu

hermano Aarón hablará por ti". La garantía del carisma

es ésta: "YO ESTARÉ CONTIGO" (cfr. Ex 3,1-17).

3. Así comienza el ministerio lasallista.

Juan Bautista de la Salle y los primeros Hermanos

encuentran su "zarza ardiendo" en el mundo de los niños

necesitados de educación. Resultan "heridos" por la

llamada de Dios en la maduración humana y cristiana de

los niños, y se ven urgidos a servirlo en esa situación.

Ellos lo describen así en la Regla original:

"Este Instituto es de grandísima necesidad, porque

estando los artesanos y los pobres ordinariamente

poco instruidos, y ocupados todo el día en ganar su

sustento y el de sus hijos, no pueden darles por sí

mismos las instrucciones que necesitan, y una

educación honrada y cristiana.

Procurar esta ventaja a los hijos de los artesanos y

de los pobres, tal ha sido el motivo por el cual se

han instituido las Escuelas Cristianas" (Reglas,

1,5).

17

A partir de ese momento, el mundo de la educación

cristiana se ha convertido para La Salle y los Hermanos

en "situación ministerial", es decir, "SITUACIÓN

HISTÓRICA EN QUE DIOS SE LES MANIFIESTA Y EN LA QUE

ELLOS SIRVEN AL DIOS ENCARNADO EN LOS NIÑOS Y

JÓVENES". La Salle también lo dirá frecuentemente en sus

meditaciones:

"Reconozcan a Jesucristo bajo los pobres harapos

de los niños que instruyen; adórenle en ellos; amen

la pobreza y honren a los pobres, a ejemplo de los

Magos... Muévales la fe a hacerlo con amor y celo,

puesto que ellos son los miembros de Jesucristo"

(Med. 96,3, para el día de la fiesta de la Adoración

de los Reyes).

En esa "situación ministerial", uno mismo pasa a

actuar como "representante" de Dios, pues es Dios quien

lo envía.

Este será uno de los temas más recurridos por La

Salle, de manera especial en sus "Meditaciones para los

días de retiro":

"En el empleo que ejercen, 'son los embajadores y

ministros de Jesucristo'; por consiguiente, tienen

que desempeñarlo como representantes suyos.

Jesucristo mismo es quien desea que los discípulos

les miren como le mirarían a El; y que reciban sus

instrucciones como 'si El en persona se las diera',

persuadidos de que la verdad de Jesucristo habla

por su boca, que sólo en su nombre les enseñan, que

es El quien les da autoridad sobre ellos, y que ellos

mismos son 'la carta por El dictada, que escriben

ustedes todos los días en sus corazones, no con tinta,

sino con el espíritu del Dios vivo', que obra en

ustedes y por ustedes, mediante la virtud de

Jesucristo" (MTR 195,2).

4. La clave: mirar desde la fe.

Pero pongamos atención a la clave: no se trata de

"sacralizar" una situación profana refiriéndola a lo divino

o lo religioso. La educación, aunque sea "educación

cristiana", sigue siendo una situación "profana", es decir,

referida al ámbito de la cultura y la maduración humana.

La clave que hemos introducido consiste en

descubrir la "sacramentalidad" de una situación humana:

entrar en su "transparencia" de lo divino, porque Dios se

ha encarnado en nuestro mundo. Desde esta clave

podremos percibir el sentido de nuestro ministerio laical:

ser signo de la presencia de Dios en el ámbito de lo

"mundano". Aquí acude la espiritualidad lasallista

iluminando la situación: "No mirar nada sino con los ojos

de la fe...". Así es cómo la experiencia que sirve de

fundamento a nuestra identidad cristiana, la fe, actúa de

luz que atraviesa toda nuestra actividad humana,

haciéndola "transparente de Dios".

¿Cuál es la diferencia, pues, entre los que se ocupan

en una misma labor, de los que la ejecutan como

"situación ministerial" y los que la realizan como simple

empleo? La principal diferencia no consiste en hacer

cosas nuevas, sino que las mismas cosas se viven de un

modo diferente. La diferencia se produce en cuanto

intervienen la fe y la esperanza: fe en la presencia de Dios

en esa situación ("lugar teológico"), y esperanza en que el

Reino de Dios pueda hacerse más visible en esa situación.

Naturalmente que, al vivirlo de esa forma, será más

fácil prestar mayor atención a los destinatarios, procurar

un mejor servicio, hacerlo con mayor desinterés, estar más

cerca de las personas...

5. El ministerio instituido: un signo para la Iglesia

Cuando esa "situación ministerial" es reconocida por

la Iglesia -por la jerarquía en su papel de discernimiento-

como una parcela importante de la evangelización, como

una parte de la Misión que ella ha recibido de Cristo,

entonces "institucionaliza" el ministerio: es decir,

encarga o envía oficialmente al cristiano o grupo que

manifiesta el carisma correspondiente. Es una aceptación

pública de que este cristiano o grupo es un "signo" para

toda la Iglesia, signo de la presencia de Dios en esa

situación.

El encargo recibido de la jerarquía no añade nada

cuantitativo, ni a la presencia de Dios en un servicio

concreto ("situación ministerial") ni al carisma recibido

para ejercer tal servicio. Pero, en cuanto testigo de la

acción de Dios, al reconocer una realidad ministerial, la

jerarquía ofrece la certeza de que Dios está presente en

esa acción, y que el carisma (la fuerza del Espíritu) que

se manifiesta en el cristiano o grupo es auténtico.

18

Para La Salle, este reconocimiento es un motivo más

para considerar la importancia del ministerio en el

conjunto de la obra eclesial, y para esmerarse en ejercerlo

con un mayor celo. Pero nótese que no se refiere sólo a

ejecutar acciones externas, por importantes que éstas

sean, sino a ser de otra manera; es toda la persona la que

resulta afectada por el ministerio. Es toda nuestra

identidad la que se convierte en signo para la Iglesia.

"Otro motivo debe empujaros a proceder en vuestro

estado con celo ardiente: que no sólo sois ministros

de Dios, sino también de Jesucristo y de su Iglesia"

(MTR 201,2).

"Habéis de considerar vuestro empleo como una de

las funciones más importantes y necesarias en la

Iglesia, de la que estáis encargados de parte de los

pastores y de los padres y madres de vuestros

discípulos" (MTR 199,1).

En el ministerio eclesial de la educación cristiana,

que es el ministerio específico lasallista, se puede

participar desde diferentes opciones y carismas, mediante

los cuales cada uno encuentra también su propia

realización y santificación. La multiplicidad de carismas

en función de la única misión, vividos solidariamente en

la comunidad, contribuye a enriquecer y desarrollar el

ministerio.

La comunidad así constituida para la misión, en

cuanto es mediadora de la Iglesia en la evangelización que

realiza con los jóvenes, es, conjuntamente, el signo de que

el Reino de Dios se hace presente en ese ámbito. Es ella,

por tanto, el auténtico sujeto del ministerio de la

educación cristiana. Cada uno de los que participan en la

comunidad, en cuanto están animados por la fe, viven y

manifiestan el ministerio de forma complementaria a los

otros, pero con diferentes características, según su propia

identidad.

A Monseñor Jesús García Burillo. Obispo de Ávila

Querido Hermano:

El 28 de marzo de 1515 nació en Ávila una niña

que con el tiempo sería conocida como santa Teresa de

Jesús. Al acercarse el quinto centenario de su nacimiento,

vuelvo la mirada a esa ciudad para dar gracias a Dios por

el don de esta gran mujer y animar a los fieles de la

querida diócesis abulense y a todos los españoles a

conocer la historia de esa insigne fundadora, así como a

leer sus libros, que, junto con sus hijas en los numerosos

Carmelos esparcidos por el mundo, nos siguen diciendo

quién y cómo fue la Madre Teresa y qué puede enseñarnos

a los hombres y mujeres de hoy. En la escuela de la santa andariega aprendemos a

ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar

muy bien la lección de su vida y de su obra. Ella entendió

su vida como camino de perfección por el que Dios

conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al

mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los

hombres. ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor tras

las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera

recordar cuatro que me hacen mucho bien: el camino de

la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio

tiempo. Teresa de Jesús invita a sus monjas a «andar

alegres sirviendo» (Camino 18,5). La verdadera santidad

es alegría, porque "un santo triste es un triste santo". Los

santos, antes que héroes esforzados, son fruto de la gracia

de Dios a los hombres. Cada santo nos manifiesta un rasgo

del multiforme rostro de Dios. En santa Teresa contemplamos al Dios que,

siendo «soberana Majestad, eterna Sabiduría» (Poesía 2),

se revela cercano y compañero, que tiene sus delicias en

conversar con los hombres: Dios se alegra con nosotros.

Y, de sentir su amor, le nacía a la Santa una alegría

contagiosa que no podía disimular y que transmitía a su

alrededor. Esta alegría es un camino que hay que andar

toda la vida. No es instantánea, superficial, bullanguera.

Hay que procurarla ya «a los principios» (Vida 13,l).

Expresa el gozo interior del alma, es humilde y «modesta»

(cf. Fundaciones 12,l). No se alcanza por el atajo fácil

que evita la renuncia, el sufrimiento o la cruz, sino que se

encuentra padeciendo trabajos y dolores (cf. Vida 6,2;

30,8), mirando al Crucificado y buscando al Resucitado

(cf. Camino 26,4). De ahí que la alegría de santa Teresa

no sea egoísta ni autorreferencial. Como la del cielo,

consiste en «alegrarse que se alegren todos» (Camino

30,5), poniéndose al servicio de los demás con amor

desinteresado. Al igual que a uno de sus monasterios en

dificultades, la Santa nos dice también hoy a nosotros,

especialmente a los jóvenes:

19

«¡No dejen de andar alegres!» (Carta 284,4). ¡El

Evangelio no es una bolsa de plomo que se arrastra

pesadamente, sino una fuente de gozo que llena de Dios

el corazón y lo impulsa a servir a los hermanos! La Santa transitó también el camino de la oración,

que definió bellamente como un «tratar de amistad

estando muchas veces a solas con quien sabernos nos

ama» (Vida 8,5). Cuando los tiempos son "recios", son

necesarios «amigos fuertes de Dios» para sostener a los

flojos (Vida 15,5). Rezar no es una forma de huir,

tampoco de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de

avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más

se trata al Señor, «amigo verdadero» y «compañero» fiel

de viaje, con quien «todo se puede sufrir», pues siempre

«ayuda, da esfuerzo y nunca falta» (Vida 22,6). Para orar

«no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho»

(Moradas IV,1,7), en volver los ojos para mirar a quien

no deja de mirarnos amorosamente y sufrirnos

pacientemente (cf. Camino 26,3-4). Por muchos caminos

puede Dios conducir las almas hacia sí, pero la oración es

el «camino seguro» (Vida 213). Dejarla es perderse (cf.

Vida 19,6). Estos consejos de la Santa son de perenne

actualidad. ¡Vayan adelante, pues, por el camino de la

oración, con determinación, sin detenerse, hasta el fin!

Esto vale singularmente para todos los miembros de la

vida consagrada. En una cultura de lo provisorio, vivan la

fidelidad del «para siempre, siempre, siempre» (Vida 1,5);

en un mundo sin esperanza, muestren la fecundidad de un

«corazón enamorado» (Poesía 5); y en una sociedad con

tantos ídolos, sean testigos de que «solo Dios basta»

(Poesía 9). Este camino no podemos hacerlo solos, sino

juntos. Para la santa reformadora la senda de la oración

discurre por la vía de la fraternidad en el seno de la Iglesia

madre. Esta fue su respuesta providencial, nacida de la

inspiración divina y de su intuición femenina, a los

problemas de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo:

fundar pequeñas comunidades de mujeres que, a

imitación del "colegio apostólico", siguieran a Cristo

viviendo sencillamente el Evangelio y sosteniendo a toda

la Iglesia con una vida hecha plegaria. «Para esto os junto

El aquí, hermanas» (Camino 2,5) y tal fue la promesa:

«que Cristo andaría con nosotras» (Vida 32,11). ¡Que

linda definición de la fraternidad en la Iglesia: andar

juntos con Cristo como hermanos! Para ello no

recomienda Teresa de Jesús muchas cosas, simplemente

tres: amarse mucho unos a otros, desasirse de todo y

verdadera humildad, que «aunque la digo a la postre es la

base principal y las abraza todas» (Camino 4,4). ¡Cómo

desearía, en estos tiempos, unas comunidades cristianas

más fraternas donde se haga este camino: andar en la

verdad de la humildad que nos libera de nosotros mismos

para amar más y mejor a los demás, especialmente a los

más pobres! ¡Nada hay más hermoso que vivir y morir

como hijos de esta Iglesia madre!

Precisamente porque es madre de puertas

abiertas, la Iglesia siempre está en camino hacia los

hombres para llevarles aquel «agua viva» (cf. Jn 4,10) que

riega el huerto de su corazón sediento. La santa escritora

y maestra de oración fue al mismo tiempo fundadora y

misionera por los caminos de España. Su experiencia

mística no la separo del mundo ni de las preocupaciones

de la gente. Al contrario, le dio nuevo impulso y coraje

para la acción y los deberes de cada día, porque también

«entre los pucheros anda el Señor» (Fundaciones 5,8).

Ella vivió las dificultades de su tiempo -tan complicado-

sin ceder a la tentación del lamento amargo, sino más bien

aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un

paso más en el camino. Y es que, «para hacer Dios

grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es

tiempo»(Fundaciones 4,6)

Hoy Teresa nos dice: Reza más para comprender

bien lo que pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La

oración vence el pesimismo y genera buenas iniciativas

(cf. Moradas VII, 4,6). ¡Éste es el realismo teresiano, que

exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de

ensueños, el realismo del amor humilde frente a un

ascetismo afanoso! Algunas veces la Santa abrevia sus

sabrosas cartas diciendo: «Estamos de camino» (Carta

469,7.9), como expresión de la urgencia por continuar

hasta el fin con la tarea comenzada. Cuando arde el

mundo, no se puede perder el tiempo en negocios de poca

importancia. ¡Ojalá contagie a todos esta santa prisa por

salir a recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con

el Evangelio en la mano y el Espíritu en el corazón!

«¡Ya es tiempo de caminar! » (Ana de San

Bartolomé, Últimas acciones de la vida de santa Teresa).

Estas palabras de santa Teresa de Ávila a punto de morir

son la síntesis de su vida y se convierten para nosotros,

especialmente para la familia carmelitana, sus paisanos

abulenses y todos los españoles, en una preciosa herencia

a conservar y enriquecer. Querido Hermano, con mi saludo cordial, a todos

les digo: ¡Ya es tiempo de caminar, andando por los

caminos de la alegría, de la oración, de la fraternidad, del

tiempo vivido como gracia! Recorramos los caminos de

la vida de la mano de santa Teresa. Sus huellas nos

conducen siempre a Jesús. Les pido, por favor, que recen por mí, pues lo

necesito. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los

cuide. Fraternalmente,

20

Las preguntas del Papa Francisco

— Quería decirles una palabra, y la palabra era alegría.

Siempre, donde están los consagrados, los seminaristas,

las religiosas y los religiosos, los jóvenes, hay alegría,

siempre hay alegría. Es la alegría de la lozanía, es la

alegría de seguir a Cristo; la alegría que nos da el

Espíritu Santo, no la alegría del mundo. ¡Hay alegría!

Pero, ¿dónde nace la alegría?

— Mira en lo profundo de tu corazón, mira en lo íntimo

de ti mismo, y pregúntate: ¿tienes un corazón que desea

algo grande o un corazón adormecido por las cosas? ¿Tu

corazón ha conservado la inquietud de la búsqueda o lo

has dejado sofocar por las cosas, que acaban por

atrofiarlo? Dios te espera, te busca: ¿qué respondes? ¿Te

has dado cuenta de esta situación de tu alma? ¿O

duermes? ¿Crees que Dios te espera o para ti esta verdad

son solamente “palabras”?

— Somos víctimas de esta cultura de lo provisional.

Querría que pensaran en esto: ¿cómo puedo liberarme de

esta cultura de lo provisional?

— Esta es una responsabilidad, ante todo, de los adultos,

de los formadores. Es de ustedes, formadores, que están

aquí: dar un ejemplo de coherencia a los más jóvenes.

¿Queremos jóvenes coherentes? ¡Seamos nosotros

coherentes! De lo contrario, el Señor nos dirá lo que

decía de los fariseos al pueblo de Dios: “Hagan lo que

digan, pero no lo que hacen”. Coherencia y autenticidad.

— Podemos preguntarnos: ¿estoy inquieto por Dios, por

anunciarlo, para darlo a conocer? ¿O me dejo fascinar

por esa mundanidad espiritual que empuja a hacer todo

por amor a uno mismo? Nosotros, consagrados,

pensamos en los intereses personales, en el funcionalismo

de las obras, en el carrerismo. ¡Bah! Tantas cosas

podemos pensar... Por así decirlo ¿me he “acomodado”

en mi vida cristiana, en mi vida sacerdotal, en mi vida

religiosa, también en mi vida de comunidad, o conservo

la fuerza de la inquietud por Dios, por su Palabra, que

me lleva a “salir fuera”, hacia los demás?

— ¿Cómo estamos con la inquietud del amor? ¿Creemos

en el amor a Dios y a los demás? ¿O somos nominalistas

en esto? No de modo abstracto, no sólo las palabras, sino

el hermano concreto que encontramos, ¡el hermano que

tenemos al lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus

necesidades o nos quedamos encerrados en nosotros

mismos, en nuestras comunidades, que muchas veces es

para nosotros “comunidad-comodidad”?

— Este es un hermoso, un hermoso camino a la santidad.

No hablar mal de los otros. “Pero padre, hay

problemas…”. Díselos al superior, díselos a la superiora,

díselos al obispo, que puede remediar. No se los digas a

quien no puede ayudar. Esto es importante: ¡fraternidad!

Pero dime, ¿hablarías mal de tu mamá, de tu papá, de tus

hermanos? Jamás. ¿Y por qué lo haces en la vida

consagrada, en el seminario, en la vida presbiteral?

Solamente esto: piensen, piensen. ¡Fraternidad! Este

amor fraterno.

— A los pies de la cruz, es mujer del dolor y, al mismo

tiempo, de la espera vigilante de un misterio, más grande

que el dolor, que está por realizarse. Todo parece

verdaderamente acabado; toda esperanza podría decirse

apagada. También ella, en ese momento, recordando las

promesas de la anunciación habría podido decir: no se

cumplieron, he sido engañada. Pero no lo dijo. Sin

embargo ella, bienaventurada porque ha creído, por su fe

ve nacer el futuro nuevo y espera con esperanza el

mañana de Dios. A veces pienso: ¿sabemos esperar el

mañana de Dios? ¿O queremos el hoy? El mañana de

Dios para ella es el alba de la mañana de Pascua, de ese

primer día de la semana. Nos hará bien pensar, en la

contemplación, en el abrazo del hijo con la madre. La

única lámpara encendida en el sepulcro de Jesús es la

esperanza de la madre, que en ese momento es la

esperanza de toda la humanidad. Me pregunto a mí y a

ustedes: en los monasterios, ¿está aún encendida esta

lámpara? En los monasterios, ¿se espera el mañana de

Dios?

— La inquietud del amor empuja siempre a ir al

encuentro del otro, sin esperar que sea el otro a

manifestar su necesidad. La inquietud del amor nos

regala el don de la fecundidad pastoral, y nosotros

debemos preguntarnos, cada uno de nosotros: ¿cómo va

mi fecundidad espiritual, mi fecundidad pastoral?

—Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de

cambiar el mundo. He aquí la pregunta que debemos

plantearnos: ¿también nosotros tenemos grandes visiones

e impulsos? ¿También nosotros somos audaces? ¿Vuela

alto nuestro sueño? ¿Nos devora el celo? (cf. Sal 69, 10)

¿O, en cambio, somos mediocres y nos conformamos con

nuestras programaciones apostólicas de laboratorio

“Carta circular

a los consagrados y consagradas

hacia el año dedicado a la Vida consagrada”

Del Papa Francisco

Roma, 2 de febrero de 2014,

fiesta de la Presentación del Señor.

21

Con la fuerza de Dios.

Hoy estoy dispuesto:

gracias a la fuerza del Cielo.

Con la luz del sol,

el resplandor de la luna,

el esplendor del fuego,

la velocidad de la luz,

la rapidez del viento,

la profundidad del mar,

la firmeza de la roca.

Hoy estoy dispuesto:

gracias a la fuerza de Dios que me conduce.

La mirada de Dios precede mis pasos,

la sabiduría de Dios me guía,

el camino de Dios se extiende ante mí,

el escudo de Dios me protege:

de todo aquello que pudiera hacerme daño,

en cualquier parte,

en la soledad y en la multitud,

contra todo poder cruel y despiadado

que pueda atentar contra mi cuerpo o mi alma.

Cristo conmigo, Cristo delante de mí,

Cristo detrás de mí, Cristo dentro de mí,

Cristo debajo de mí, Cristo sobre mí,

Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda.

Cristo cuando me acuesto, Cristo cuando me siento,

Cristo cuando me levanto, Cristo me protege.

Cristo en el corazón de todo el que piense en mí,

Cristo en los labios de todo el que hable de mí.

Hoy estoy dispuesto.

(San Patricio)

22

Maestros, testigos, mensajeros… (Meditaciones 193 y 196)

Señor Dios nuestro,

Tú has creado a los hombres y quieres que conozcamos la Verdad,

-Verdad que eres tú mismo-

revelada por Jesús, anunciada por los Apóstoles y proclamada por la Iglesia.

Señor, tú deseas que todas las mentes humanas sean iluminadas con la luz de la fe.

Pero ¿cómo podrán creer si no han oído hablar de ti?

¿Y cómo oirán hablar si no hay personas que te anuncien?

Envía predicadores y maestros que anuncien tu Palabra.

Tú, Señor, difundes tu bondad por ministerio de los hombres.

Tú hiciste brillar la luz en medio de las tinieblas;

Tú iluminas los corazones de los que eliges para anunciar tu Palabra a los niños

para que puedan comunicarles tu gloria.

Señor, Tú que nos has encomendado el ministerio de la educación cristiana,

ilumínanos para que anunciemos tu Palabra, no nuestra palabra.

Para que demos a conocer tu Verdad, no nuestra verdad,

pues somos tus ministros y dispensadores de tus misterios.

Eres un Padre maravilloso

y quieres que los niños y jóvenes lleguen a conocer y vivir la fe en Jesús,

por eso, cuando los padres por ignorancia o por su pobreza,

o por las ocupaciones en sus negocios, no realizan su labor educadora...

envías educadores cristianos que transmiten tu verdad.

Ilumínanos, Señor,

para que, guiados por el ejemplo de Jesús,

pongamos las bases y cimientos de la fe y el amor a Dios en los niños.

Tú nos has elegido para instruir, enseñar y exhortar.

Mueve el corazón y la voluntad de los alumnos para seguir a Jesús.

Ayúdanos a completar la obra educadora de los padres,

siendo hermanos y amigos para los jóvenes.

Tú eres, Señor, el labrador que cultiva el campo.

Eres arquitecto que construye el edificio.

Nosotros somos tus hortelanos y albañiles

cuando anunciamos tu Evangelio, cuando transmitimos tu Verdad.

Gracias, Señor,

porque nos destinas a anunciar el mensaje, siempre joven, del Evangelio

a los más pequeños, dándoles medios para salvarse.

Queremos enseñarles con palabras sencillas

a Cristo crucificado, fuente de salvación.

Nosotros sembramos.

Tú eres, Señor, el que hace germinar,

el que hace crecer y el que hace dar fruto.

Te pedimos que nos enseñes a ser buenos educadores

y nos ayudes a ser tus testigos.

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