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Actas XV Congreso AIH (Vol. IV). INÉS SÁENZ NEGRETE. El círculo de la violencia en «Cambio de P...-

EL CÍRCULO DE LA VIOLENCIA EN CAMBIO DE PIEL DE CARLOS FUENTES Y ]OSÉ TRIGO DE FERNANDO DEL PASO

Me propongo estudiar dos novelas mexicanas publicadas en la década de los años sesenta, ]osé Trigo de Fernando del Paso1 y Cambio de piel de Carlos Fuentes2

, a la luz de las reflexiones de René Girard sobre la violencia y lo sagrado.

Una serie de vasos comunicantes provoca encuentros entre]osé Trigo y Cambio de piel. Sobresale la búsqueda de nuevos lenguajes, pues las novelas en cuestión son un complejo experimento formal que correspon-de a una época de efervescente renovación estética. El interés de ambos novelistas en crear una realidad que parece inagotable, cultivar un rango enciclopédico de referencias, trabajar de manera exhaustiva procedimien-tos narrativos y lingüísticos, y por último fusionar el mito con la historia son los puntos cardinales de la aventura escritura! que los acerca al Urysses de James J ayee.

Del Paso y Fuentes exploran las posibilidades del mito del eterno retorno a través de la yuxtaposición de diferentes momentos históricos. La fragmentación permite que los acontecimientos alejados en el tiempo irradien una luz diferente al aparecer en contigüidad con otros. Aquí, el tema del sacrificio emerge como una constante que propicia el acerca-miento del mito y la historia con el presente de la ficción.

En Cambio de piel y ]osé Trigo aparece tanto la violencia con mayúscu-las, la violencia histórica, como la violencia atávica que se explica por analogía con el mito.Junto con esta violencia del gran relato se arrastran como notas al margen las miserias, las violencias a pequeña escala, las traiciones, las agresiones, los celos, y también el incesto, la monstruosi-dad, el parricidio, el infanticidio.

La lectura de las tragedias que ofrece René Girard en La violencia y lo sagrado bien puede aplicarse a las novelas en cuestión, pues la transferen-cia de lo histórico a lo mítico, y la presencia de arquetipos nos habla de una indiferenciación que se percibe como violencia. Tanto en Cambio de piel como en]osé Trigo, el sacrificio ya no ocurre solamente en un plano ritual, sino que se incorpora al devenir histórico de tal manera que la violencia permanece imbuida en todo este proceso, pues el sacrificio

1 Argos Vergara, Barcelona, 1983. 2 Joaquín Mortiz, México, 1971.

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ofrece al apetito de violencia una solución parcial que se renueva constantemente.

El sacrificio aparece como un ethos que se concentra en un espacio simbólico: la pirámide, donde lo sagrado nace estrechamente ligado a la violencia, y donde el sacrificio se concibe como un destino que aleja las promesas del futuro. Es curioso, escribe Girard, que "la destrucción de las diferencias aparece de manera especialmente espectacular allí donde la distancia jerárquica y el respeto son, en principio, mayores"3

• Las víctimas de la violencia se relacionan precisamente con un sistema vertical dentro del cual éstas no tienen mayor movilidad. Su estamento es destino. En el sacrificio confluyen las dimensiones histórica y mítica. Como he dicho anteriormente, gracias a la fragmentación se pierde la noción de linearidad al volverse simultáneas acciones distantes en el tiempo. La circularidad histórica es un punto de coincidencia entre Cambio de piel y José Trigo, aunque la novela de Del Paso se centre exclusivamente en temas mexicanos y la novela de Fuentes haga referencia, además, al nazismo.

La pirámide es el código a través del cual dialogan a la manera bajtiniana Cambio de piel y José Trigo, al ser el centro donde se construye la historia cultural de México desde sus orígenes prehispánicos. En el caso de Cambio de piel, el centro ceremonial de Cholula es el símbolo de ese ayer en donde unos personajes del siglo xx hacen el 11 de abril de 1965 escala de un día y una noche en su viaje desde la ciudad de México hasta las costas de Veracruz, trayectoria inversa a la que hiciera Hernán Cortés en su expedición a Tenochtitlán. El tiempo real se comprime y al mismo tiempo se desdobla en las diferentes capas de la historia.

Cabría preguntarse por qué ambos novelistas eligen como metáfora del sacrificio algo tan evidente como la pirámide. La pirámide ha adquirido una dimensión sagrada, ya que: 1) los actos se convierten en arquetipos, 2) concentra violencia al ser el espacio ritual donde la víctima sacrificial se ofrece para complacer a la divinidad, y 3) congela y fosiliza el tiempo. ¿Cómo, entonces, se podría desplazar la violencia del objeto si aparecen dos tipos de violencia, una legal y legítima y la otra ilegal y culpable? Si seguimos la ruta teórica de René Girard, encontraremos que la venganza, el sacrificio y la penalidad judicial se equiparan: no existe diferencia entre el principio de justicia y el de venganza. La violencia y lo sagrado son inseparables, pues se presentan en ambos textos como un

3 RENÉ GIRARD, La violencia y lo sagrado, 3• ed., Anagrama, Barcelona, 1998, p. 55.



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imperativo absoluto. Incluso, la venganza le gal, judicial, es más eficaz por ser una arma de opresión asociada a un poder político. Existe un común denominador de la eficacia sacrificial: ésta se vuelve más visible cuanto más viva permanece la institución.

Ahora bien, ¿cómo se aplica el principio de venganza? Cholula (en Cambio de pie~ y Nonoalco-Tlatelolco (en José Trigo) no son lugares escogidos al azar. Son espacios "impuros", campos magnéticos de violencia. Estos espacios no sólo son depositarios de la violencia original, sino también son -en relación con lo sagrado- centros que irradian violencia. ¿Por qué? De nuevo, recurro a las ideas de Girard:

Si echamos una mirada hacia atrás descubriremos que, desde el principio, la violencia se nos ha revelado como algo eminentemente comunicable. Su tendencia a precipitarse sobre un objeto de recam-bio, a falta del objeto originariamente apuntado, puede describirse como una especie de contaminación... Las precauciones rituales tienden a prevenir este tipo de difusión (p. '38).

En Cambio de Pi,el, la pirámide aparece como el símbolo de la institución sociopolítica mexicana donde las relaciones se establecen en forma piramidal, incluso las familiares de las cuales Javier, el personaje principal de la novela, ha querido huir. El centro ceremonial de Cholula es un espacio donde confluyen diferentes capas históricas al ser recep-táculo de siete pirámides contenidas una dentro de la otra, como cajas chinas. Ombligos del mundo que concentran el dolor, la pirámide de Cholula y el ghetto judío de Theresienstadt se identifican como laberintos cuyo centro es la degradación y la muerte. El narrador imagina estos receptáculos del sacrificio proyectados al futuro como semilleros de un vasto campo de concentración. Franz, al estilo de un personaje de "road movie", conduce el Volkswagen por la carretera y escucha el Réquiem de Brahms en su trayecto a Cholula. La pieza le trae a la memoria otro Réquiem, el de Verdi, que una orquesta improvisada de prisioneros judíos ejecutara en el campo de concentración donde él se encontraba como arquitecto de un horno crematorio.

El tema de la muerte parece tener varias resonancias en la novela, ésta es una de ellas. A semejanza de la estructura de cajas chinas de la pirámide de Cholula, el recuerdo de Franz trae consigo otros momentos en la historia en que los judíos fueron los chivos expiatorios de sus comunidades, quemados, torturados y asesinados para así lograr alejar la violencia o la epidemia. Franz lleva consigo a los muertos de seis siglos reunidos, pues el recuento del exterminio se remonta hasta el siglo XIV.




La violencia es, entonces, una especie de emanación que se enquista en lo sagrado. Elegir un espacio con estas características tiene una fuerza expresiva contundente para el propósito de presentar la irracionalidad humana. En el caso de José Trigo, la parte intermedia del puente abre la comunicación entre el inframundo de los campamentos ferrocarrileros, de la guerra cristera, con el mundo cósmico, la región de los dioses y las sucesivas creaciones de los cuatro soles o edades del mundo donde hay una lucha atávica entre los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. La vida en el puente se convierte en rito de creación y destrucción en consonan-cia con el Quinto Sol, mito que fusiona fin y principio de la escritura. La palabra se vuelca a lo sagrado para quemar el pasado; la violencia y la derrota de y entre los de abajo se remonta a la violencia fundacional. La pirámide, entonces, es una metáfora totalizadora del orden cultural, de un todo jerarquizado y diferenciado. Una estructura que se desordena de golpe cuando se instala la violencia. La pérdida de las diferencias provoca la lucha a muerte entre las personas de una misma comunidad, nos explica Girard, con lo cual la justicia humana es imposible pues ésta se arraiga en un orden diferencial que no existe en un sistema tan jerarquizado como el que aparece recreado en la novela de Del Paso. La impureza ritual va unida, pues, a la disolución de las diferencias. ¿Cómo se designa en José Trigo esta crisis sacrificial? Quizá "El puente", el capítulo central de la novela, sea el espacio donde se representa con mayor fuerza la crisis sacrificial, al ser el lugar donde se escamotean todas las diferencias.

La violencia es también entendida como una necesidad de combatir a ese otro: lo extranjero, lo que llega de fuera y trastoca el orden que debe ser restaurado. Sin embargo, en ambas novelas el sacrificio parece una empresa inútil, pues la violencia se desencadena contra los seres a los que el sacrificio hubiera podido preservar. Lo viejo queda atrapado lejos del fluir del nuevo orden: en]osé Trigo, los campamentos ferrocarrileros semejan cementerios de trenes desvencijados, vagones-habitación de seres oprimidos, más cercanos a una fantasmagoría. La muerte de Luciano, el líder ferrocarrilero, significa una derrota equiparable a la del dios Quetzalcóatl. Sólo que en este caso, la muerte del personaje no anuncia un nuevo orden, sino que perpetúa la desesperanza. En el caso de Cambio de pi,el, el presente es un receptáculo del pasado: recordar sólo lleva a repetir. La grafomanía, el arte del exceso, y la fuerza transgresora parecen anunciar en ambas novelas el miedo al vacío, al silencio que se sofoca al constatar la tragedia histórica como un debate sin solución posible.

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El título de la novela de Fuentes es evocador, pues se refiere a la criatura que constantemente cambia de piel pero que en esencia es la misma. Esto coincide con la conclusión que da René Girard sobre la violencia y el mal como una forma cultural: el juego de la violencia en las relaciones humanas, aunque se metamorfosea, tiene siempre la muerte de alguna víctima como pivote (p. 266). Valgan las afirmaciones de Georgina García Gutiérrez sobre Cambio de piel: "El tiempo circular, mítico y mitificante de la historia de México repite una y otra vez el tiempo no superado"4

• Nora Dotorri hace una aseveración parecida en su estudio titulado "José Trigo o la negación de la historia".

La trama de ambas novelas se desarrolla desde la perspectiva de narradores y personajes que semejan archivos mnemónicos, almacenes del recuerdo, pues en ambas novelas queda manifiesta la importancia de la memoria viva. ¿Qué significa recordar?, ¿qué implicaciones tiene reactualizar el dolor? Cambio de piel y José Trigo constituyen una especie de exorcismo escritura! en el cual se hurga en la historia a la manera de una terapia psicoanalítica para quemar el pasado. La acumulación de datos y de procedimientos estilísticos gira en torno a la metáfora de la pirámide como una afirmación de la presencia no resuelta del México prehispáni-co en el México moderno. La pirámide es, en conclusión, una figura icónica, un centro gravitacional de las interrogantes sobre el destino y la memoria.

¿Cómo se nos comunica en las novela~ la doble condición de lo sagrado en su estrecha relación con la violencia y el mal, pero también con la restauración del orden?, ¿cómo accedemos a entender el sacrificio como una violencia atávica, parecida a la serpiente que se muerde la cola? Si el sacrificio ritual es una forma en la que se repite la operación de la violencia fundadora, ¿cuál es el sentido de abrevar en el origen sin encontrar una salida? Fuentes y Del Paso intentan aproximarse a una fuente universal de significaciones para explicar el presente que surge como un eco del pasado a pesar de los cambios en las formas: parece que son otros los tiempos y sin embargo todo permanece estático.

Si bien la pirámide es la metáfora de la tradición de un mundo prehispánico imbuida en un mundo mestizo, el símbolo del tiempo petrificado, el espacio del combate corresponde a los personajes, a su debate trágico. El tema del doble es otro tema de relevancia para este análisis.

4 GEORGINAGARCíAGUTIÉRREZ, Los disfraces. La obra mestiza de Carlos Fuentes, El Colegio de México, México, 1981, pp. 169, 171.




Girard explica que todo rito sacrificial se basa en dos sustituciones: la primera viene ofrecida por la violencia fundadora en la que hay una víctima que es inmolada en representación de todos los miembros de la comunidad; la segunda sustituye a una víctima sacrificable por una víctima propiciatoria (p. 279). Para Girard, el crimen que la venganza castiga casi nunca se concibe a sí mismo como inicial; se presenta como venganza de un crimen más originaI5. El tema del doble sustenta la idea del sacrificio como violencia de recambio, como una auténtica operación de transferencia colectiva: "La mimesis de rivalidad de los dobles es contagiosa como la peste y acaba por contaminar al grupo entero de una locura mimética, acaba por hacer a todos enemigos de todos, en la indiferenciación de la represalia vengadora" (id.).

La simetría en conflicto en Cambio de piel y José Trigo juega un papel esencial pues ambas novelas nos presentan la idea de una violencia indiferenciada. En Cambio de piel, Franz y Javier, Elizabeth e Isabel son figuras especulares. Podríamos decir, incluso, que la relación entre Elizabeth e Isabel, la mujer madura y la mujer joven que intercambian identidades repite el juego establecido por Fuentes en Aura. Por otra parte, la especularidad enJosé Trigo no se da entre los personajes, sino más bien en la relación de los personajes con los dioses aztecas: Luciano, el héroe del campamento ferrocarrilero muere a manos de Manuel Ángel, truncando la esperanza de los oprimidos que vagan por los campamentos como los trenes por las vías. Esta lucha hace eco de otra lucha inmemorial, la de Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Parece que la metáfora cede su paso a la analogía. De nuevo, el tropo nos atrapa y los atrapa pues en Cambio de piel Franz y Elizabeth mueren aprisionados por las pirámides que se derrumban y la muerte de Luciano en José Trigo significa una vez más la derrota de las promesas revolucionarias. Los personajes-arquetipos anuncian una historia y un mito imbricados de violencia sin posibilidad de redención.

Por último, ¿cuál es la naturaleza de las víctimas?, ¿cuál es su común denominador? En Cambio de piel, Elizabeth y Franz, los extranjeros, son los que mueren. En este caso, estas víctimas son sacrificables porque caen fuera del seno de la comunidad. Franz, un arquitecto nazi, y Elizabeth, una judía norteamericana llevan consigo el peso de su pasado individual. El caso de Franz es el más elocuente, pues él sirve de conexión con el horror de la muerte de la comunidad judía europea en los campos de

5 Girard citado por XABIER ETXEBERRIA, Ética de la diferencia, 2• ed., Universidad de Deusto, Bilbao, 2000, p. 169.

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concentración. La muerte de Franz y Elizabeth sintetiza todas las muertes, nos lleva a la noción de la muerte con mayúsculas, y de la tierra como un vasto espacio de aniquilación.

El sacrificio es en Cambio de piel el testimonio último e irrevocable de lo irracional, desde los rituales aztecas, el genocidio durante la conquista española y el nazismo. En]osé Trigo el mito sirve para reactualizar el sacrificio de los oprimidos. Ambas novelas son una respuesta anticipada a lo que Octavio Paz plantearía unos años más tarde en Posdata, ese ensayo-homenaje a los estudiantes muertos en Tlatelolco en 1968. A través del motivo sacrificial, Carlos Fuentes y Fernando del Paso coinciden en transformar su crítica en experiencia estética. Interesa subrayar que en dichas novelas prevalece la visión de un pasado en donde hubo un mestizaje racial pero no un mestizaje cultural, pues para los escritores, al menos en esta etapa de su trayectoria, lo propio se antoja exclusivamente prehispánico.

El deseo que se expresa en estas novelas de mantener viva la memoria, viva a pesar del acecho del olvido, nos enfrenta hoy en día, hoy más que nunca a la tarea de recordar y reflexionar cómo en esta época de ciega confianza en la razón, la repetición ritual del sacrificio y la presencia del chivo expiatorio continúan vigentes.

INÉS SÁENZ NEGRETE

Instituto Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey


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