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Museo Cerralbo C/ Ventura Rodríguez 17, Madrid 915 473 646 / 47 [email protected] 30’ en el Cerralbo Paseo de la Florida Teleférico Cuesta de San Vicente Cuesta de San Vicente Parque de la Montaña Parque del Oeste Templo de Debod Plaza de Oriente Campo del Moro Jardines de Sabatini Palacio Real Calle de San Quintín Calle de Bailen Calle de Bailen Calle de Ferraz Calle de Ferraz Calle de Juan Álvarez Mendizábal Calle de Juan Álvarez Mendizábal Calle da la Quintana Calle del Rey Francisco Calle de Martín de los Heros Paseo del Pintor Rosales Calle del Tutor Calle del Tutor Plaza de España Calle de Ventura Rodríguez Calle de la Rosaleda Paseo del Rey Intercambiador de Principe Pio Plaza de España Calle del Marqués de Urquijo Calle Princesa Calle Princesa Calle Princesa Síguenos en:

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Page 1: Calle del Marqués de Urquijo · original imitando un brocado de seda, y está presidido por el retrato del abuelo del fundador del museo, obra de Vicente López o de su hijo Bernardo;

Museo CerralboC/ Ventura Rodríguez 17, Madrid915 473 646 / [email protected]

30’ en el Cerralbo

Paseo de la Florida

Teleférico

Cuesta de San VicenteCuest

a de S

an Vicente

Parque de la Montaña

Parque del Oeste

Templo de Debod

Plaza de Oriente

Campo del Moro

Jardines de Sabatini

Palacio Real

Calle de San Quintín

Calle de Bailen

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Calle de Ferraz

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Calle de Juan Álvarez Mendizábal

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30’ EN EL CERRALBOUn lugar en el centro de la gran ciudad en el que la historia se ha parado, bien merece una visita aunque no se le pueda dedicar mucho tiempo. Esta publicación ha sido especialmente concebida para todo aquel visitante con treinta o cuarenta minutos disponibles, gente que pasa por la puerta y nos descubre de repente o turistas que a punto de agotar sus horas en la ciudad, quieren irse con un buen sabor de boca. Esperamos que este viaje al pasado sea el inicio de una larga

aventura.

El Museo

El Museo Cerralbo es una casa histórica referente del gusto y del coleccionismo español en las últimas décadas del siglo XIX. Fue considerada como una de las colecciones privadas más importantes del país y, sin duda, la más completa de su tiempo. Conserva la esencia de la época en la que nació bajo el auspicio de don Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, siendo testimonio de la forma de vida de la alta sociedad madrileña.

Desde el año 2000 se viene realizando un ambicioso proyecto de recuperación de ambientes históricos a partir de la documentación conservada en los archivos del Museo, lo que mereció en el año 2008 el reconocimiento por parte de Europa Nostra, con una Medalla en la categoría de Conservación del Patrimonio, por la recuperación de los ambientes originales del palacio.

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La colección

Sorprende la diversidad de objetos que el Museo atesora, como pintura europea de los siglos XVI al XIX (destacando obras de El Greco, Tintoretto, Goya, Zurbarán o Alonso Cano), esculturas, dibujos, estampas, monedas, medallas, objetos arqueológicos, armas y armaduras, además de una amplia representación de las artes decorativas de toda época y estilo (relojes, lámparas, joyas, cerámicas, muebles, alfombras, tapices,...) que, junto a los fondos bibliográficos

y documentales antiguos, componen un total cercano a los 50.000 objetos.

El recorrido

Entramos al Museo a través del Gran Portal del palacio al que se accede por unas enormes puertas que, en vida de los marqueses, permitían la entrada y salida de carruajes.

Siguiendo los convencionalismos de la época, la casa se encontraba dividida en dos sectores bien diferenciados: el Piso Entresuelo, parte privada de la residencia en donde se encontraban las habitaciones de la familia; y el Piso Principal, que estaba concebido como el sector público de la casa y que se abría exclusivamente los días de recibir y en ocasiones especiales como bailes o grandes cenas.

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Piso entresuelo

En origen albergaba las habitaciones privadas de los marqueses de Cerralbo y sus hijos, Antonio y Amelia del Valle, marqueses de Villa-Huerta, y en ellas transcurría la vida diaria y se recibía a parientes y amigos íntimos. El propio uso doméstico, y las circunstancias históricas y familiares, provocaron sucesivas transformaciones; la más importante se efectuó en la década de 1940 convirtiéndose alcobas y corredores en galerías de pintura, ahora utilizadas como zonas públicas del Museo.

El Recibimiento y la Galería del ala de verano nos conducen al jardín. En ella podemos encontrar diferentes cuadros de temática religiosa o el reloj más antiguo de la colección del Museo. El Jardín, restaurado a partir de dibujos originales del Marqués y decorado a base de bustos, columnas y capiteles, sólo conserva el mirador o belvedere original de la época y destaca de entre todas las esculturas la de un jabalí, procedente de la colección Medinaceli. Es una pieza de finales del siglo XVI réplica de la copia romana conservada en la galería de los Uffizi de Florencia.

El recorrido continúa por el interior con una sucesión de estancias comunicadas entre sí: el Salón Rojo, que recibe esta denominación por el color de sus tapicerías y paramentos, funcionó como despacho en donde el Marqués atendía a los administradores y proveedores de la casa; el Salón Amarillo, utilizado como comedor en época estival, conserva en sus paredes el papel pintado original imitando un brocado de seda, y está presidido por el retrato del abuelo del fundador del museo, obra de Vicente López o de su hijo Bernardo; la Salita Rosa, gabinete de verano de la marquesa de Villa-Huerta, al que se abre el sobrio Dormitorio del Marqués y en el que podemos observar diferentes objetos personales y por último, el Pasillo, actualmente con recuerdos carlistas y que en origen era usado para la circulación del servicio de la casa.

Las Galerías Primera, Secunda y Tercera se distribuyen en torno al patio interior y fueron ideadas por don Enrique, a imitación de los palacios italianos, para así facilitar la circulación de los invitados mientras contemplaban las obras pictóricas más importantes de la colección que aquí se ubican. Destacan en la Galería Primera los retratos de los antepasados de la familia, así como el retrato del Marqués de Cerralbo pintado por José Soriano Fort, con las condecoraciones otorgadas por el pretendiente al trono Don Carlos de Borbón que a su vez podemos admirar en la vitrina central de la misma sala. La Galería Segunda está profusamente decorada con muebles italianos y encontramos en ella grandes cuadros de temática religiosa como la Inmaculada de Zurbarán o la Piedad de Alonso Cano. En la Galería Tercera destacan los escritorillos y arcones neorrenacentistas, el cuadro San Francisco en éxtasis de El Greco y el aseo para invitados.

Cierra el recorrido por el Museo el Salón de Baile, que cuenta con una tribuna para los músicos en el nivel superior. Para conseguir una óptima acústica los muros fueron revestidos con sedas, paneles de ágata y mármol, estucos y numerosos espejos venecianos donde se reflejan las alegorías de la danza y la música pintadas en el techo por Máximo Juderías Caballero. Preside la sala, donde tantos bailes, fiestas y veladas literarias se realizaron, el monumental reloj misterioso francés del relojero Farcot, atribuido a Carrier-Belleuse y fundido por Barbedienne.

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Continúa la visita hacia la Escalera de Honor con una balaustrada y peldaños de mármol en los primeros tramos, y una barandilla en hierro forjado procedente del palacio de Las Salesas de la reina Bárbara de Braganza, actual Palacio de Justicia de Madrid. Dos lienzos trapezoidales conmemoran episodios históricos en los que intervinieron los antecesores del fundador de Museo, completando la decoración el gran escudo en mármol del matrimonio Cerralbo enmarcado entre dos tapices del siglo XVII.

El primer descansillo da acceso al ala de invierno, después de atravesar el Recibimiento nos encontramos con el Salón de Confianza en el que se ubican algunos de los objetos decorativos más llamativos de la casa, como la imponente lámpara de cristal de Murano y los jarrones con alegorías de los cuatro elementos de porcelana de Meissen. El término “confianza”, en parámetros de protocolo decimonónico, hace alusión a los salones en los que se atendía a las visitas, ya fueran íntimas o de cumplido, los días de recibir sin la etiqueta y parafernaliapropia de las recepciones de gala. Está comunicado con el Salón Comedor de diario y el Cuarto del Mirador donde la marquesa de Villa Huerta realizaba sus prácticas de piano.

Piso principal

La segunda planta del palacio, denominada noble o Principal por su ubicación privilegiada en cuanto a altura y vistas, se utilizaba con motivo de las grandes reuniones sociales tan habituales en la aristocracia del XIX. Más suntuosa y artística, refleja en su distribución la mentalidad decimonónica en la que prima la apariencia frente a la comodidad y constituye el núcleo originario del Museo, ya que fue en esta planta donde el Marqués concibió desde el principio la instalación sus colecciones.

No faltan en el palacio lugares como el Salón Billar para la práctica del ejercicio favorito de los caballeros del siglo XIX acompañados de las señoras que podían seguir el juego sentadas en los divanes apoyando los pies en los escabeles tal y como lo testimonian las antiguas fotografías conservadas en el Museo. Esta estancia sirvió también de apoyo al Comedor de Gala como lo atestigua el gran filtro de agua coronado por una copa de alabastro. La estancia está decorada con una serie de retratos de damas y caballeros de distintas escuelas.

El Salón Chaflán, denominado así por su forma, destaca como ambiente femenino por su decoración a base de porcelanas, lacas y tapicería, siendo una zona de tertulia y descanso entre baile y baile como nos demuestra la disposición de la sillería regencia en grupos de conversación. Sus parámetros se encuentran revestidos con lienzos pintados por José Soriano Fort y Máximo Juderías Caballero. El pavimento bajo la alfombra de punto de tapiz de Aubusson es de baldosas hidráulica,una concesión a la modernidad única en todo el palacio.

El Despacho y la Biblioteca constituyen las estancias más estrechamente vinculadas a la figura del marqués de Cerralbo como hombre de ciencias y letras. En ellas se percibe su personalidad, marcada por una intensa actividad política y por su curiosidad científica e intelectual, muestra de ello son los diferentes objetos personales que encontramos encima de su escritorio. La Biblioteca histórica alberga más siete mil volúmenes de variadas materias como Numismática, Arqueología, Historia, Geografía, Literatura, Religión, Derecho y Política, así como monografías de viajes y manuscritos que el propio Marqués consultaba para su propio estudio. En ella también se presenta parte de su colección de medallas y sellos medievales. Entre ambas salas pende uno de los tres relojes misteriosos que conserva el Museo.

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Iniciamos el recorrido por la Armería que destaca, además de por presentar un artesonado de estuco pintado imitando la madera en el que se representan los trece escudos nobiliarios del Marqués, por la acumulación y superposición de más de cuatrocientas piezas entre panoplias, armas y armaduras, dispuestas al modo de las salas de armas medievales. Se abre a esta sala la Sala del Baño, estancia pensada para la exhibición de la aparatosa bañera de mármol más que para el uso, puesto que el aseo personal se realizaba en las alcobas.

La decoración neoárabe de los paramentos y los objetos reunidos en la Sala Árabe, procedentes de todo el mundo, son consecuencia del gusto por lo exótico que provoca el Romanticismo europeo. Destacan en esta sala multitud de armas de diversos países, así como cuatro armaduras orientales dispuestas en las esquinas e instrumentos musicales provenientes de la colección Adolphe Sax, creador del saxofón.

El Salón Estufa cambia su original destino como invernadero, del que sólo nos queda testimonio de dos maceteros de porcelana japonesa, para ser convertido por el Marqués en un auténtico gabinete de coleccionista. Destacan en él piezas prehistóricas, vasos griegos o armas íberas, y todo ello mezclado con otras piezas artísticas que imprimen un marcado eclecticismo a la sala.

A continuación el Pasillo de Dibujos, antiguamente comunicado con la cocina del sótano a través de la escalera interior, permitía el acceso de los sirvientes para atender el comedor. En él el Marqués expuso parte de su colección de dibujos de artistas italianos, franceses y españoles, en la actualidad y por motivos de conservación, se exponen reproduciones de estos originales entre los que destaca

Coche barato y tapado de Francisco de Goya.

Como antesalas del Comedor de Gala encontramos la Sala de las Columnitas y el Salón Vestuario, espacios de reunión para los caballeros. La primera debe su nombre al ecléctico montaje que encontramos sobre la mesa central, diseñado por el propio Marqués y en el que se combinan columnas de mármol y ágata coronadas por figuras egipcias, etruscas, romanas y modernas, mientras que las paredes están cuajadas de cuadros, muchos de la escuela barroca madrileña. En el Salón Vestuario, al igual que ocurre con la estancia anterior, el cuidadoso montaje circular de espadines de corte y sables fue ideado personalmente por el Marqués. Destacan también en esta sala el imponente armario donde probablemente se guardara el uniforme de Senador del Reino del Marqués y un mueble lavabo sobre el que se muestran delicadas piezas de cristal y espejos de micromosaico adquiridos en Venecia.

La Salita Imperio, en origen tocador de la Marquesa de Cerralbo, fue redecorada como gabinete de damas en 1900. Por su ubicación cercana al Comedor de Gala sería el lugar de encuentro y confidencias de las damas que con sus boisseries, grandes espejos, porcelanas y mobiliario emula los palacetes franceses de finales del XVIII y principios del XIX, desatacando piezas como la lámpara y el velador de malaquita de los Urales.

El Comedor de Gala, con una mesa en madera de caoba y nogal para veinticuatro comensales, acogió a políticos, literatos y personajes influyentes de la sociedad finisecular. Era usado preferentemente de noche y combinaba la iluminación por velas, lámpara de gas y bombillas eléctricas. En las paredes se contempla abundante pintura naturalista, bodegones y floreros de los siglos XVII al XIX, realizados por Frans Snyders, Juan de Espinosa, Giuseppe Recco y Cristoforo Munari, entre otros.