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9 Estudios Internacionales 175 (2013) - ISSN 0716-0240 • 9-39 Instituto de Estudios Internacionales - Universidad de Chile Ejes y modelos en la etapa actual de la integración económica regional en América Lana Axes and models in the current scenario of regional economic integraon in Lan America José Briceño Ruiz * Resumen Este trabajo se propone revisar el escenario actual de la integración re- gional en América Latina. En este sentido, se argumenta que en la región existe actualmente una fragmentación de la integración económica en tres ejes: un eje de integración abierta, un eje revisionista y un eje anti- sistémico. En cada uno de estos ejes se han adoptado distintos modelos económicos de integración. Acudiendo a Max Weber proponemos la existencia de tres tipos ideales de modelos de integración económica: el regionalismo estratégico, el regionalismo productivo y el regionalismo social. En el trabajo se analizan las interacciones existentes entre los ejes y los modelos de integración existentes en la región latinoamericana. Palabras clave: integración económica, modelos, América Latina, ALBA, Mercosur, Alianza del Pacífico. Abstract This paper analyses the current scenario of regional economic integra- tion in Latin America. Thus, we argue that a fragmentation of regional * Doctor en Ciencia Política del Instituto de Estudios Políticos de Aix-en-Provence, Francia. bricenoruiz@ gmail.com Recibido el 3 de febrero de 2013. Aceptado el 7 de junio de 2013.

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Ciencia Política

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    Estudios Internacionales 175 (2013) - ISSN 0716-0240 9-39Instituto de Estudios Internacionales - Universidad de Chile

    Ejes y modelos en la etapa actual de la integracin econmica regional en Amrica Latina

    Axes and models in the current scenario of regional economic integration in Latin America

    Jos Briceo Ruiz*

    Resumen

    Este trabajo se propone revisar el escenario actual de la integracin re-gional en Amrica Latina. En este sentido, se argumenta que en la regin existe actualmente una fragmentacin de la integracin econmica en tres ejes: un eje de integracin abierta, un eje revisionista y un eje anti-sistmico. En cada uno de estos ejes se han adoptado distintos modelos econmicos de integracin. Acudiendo a Max Weber proponemos la existencia de tres tipos ideales de modelos de integracin econmica: el regionalismo estratgico, el regionalismo productivo y el regionalismo social. En el trabajo se analizan las interacciones existentes entre los ejes y los modelos de integracin existentes en la regin latinoamericana.

    Palabras clave: integracin econmica, modelos, Amrica Latina, ALBA, Mercosur, Alianza del Pacfico.

    Abstract

    This paper analyses the current scenario of regional economic integra-tion in Latin America. Thus, we argue that a fragmentation of regional

    * Doctor en Ciencia Poltica del Instituto de Estudios Polticos de Aix-en-Provence, Francia. [email protected]

    Recibido el 3 de febrero de 2013. Aceptado el 7 de junio de 2013.

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    integration in three axes currently exists in Latin America: an open integration axis, a revisionist axis and an anti-systemic axis. In each of these axes, different models of regional integration have been adopted. By using Max Webers idea on ideal types, we propose three models of regional integration: strategic regionalism, productive regionalism and social regionalism. In the paper, we examine interactions between the current axis and models of economic integration in Latin America.

    Keywords: economic integration, models, Latin America, ALBA, Mer-cosur, Pacific Alliance.

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    Jos Briceo Ruiz Ejes y modelos de la etapa actual de la integracin econmica...

    La integracin latinoamericana est en una nueva fase de su desarrollo en la que emergen nuevas realidades y se ha roto el consenso en cuanto al modelo de integracin que existi en la dcada de 1990. La denominacin de esta nueva etapa es an objeto de discusin. Autores como Jos Antonio Sanahuja (2010), Pedro Da Motta Veiga y Sandra Rios (2007), han acuado la expresin regionalismo post-liberal, para definir la sustitucin del contenido de la agenda de la integracin latinoa-mericana, que pas de estar centrada en la liberalizacin del comercio y las inversiones para dar prioridad a objeti-vos polticos, sociales y productivos. No est claro si para los autores sealados el regionalismo post-liberal es una eta-pa del regionalismo latinoamericano o un modelo de integracin, pero para ellos s lo est que el periodo del regio-nalismo abierto concluy. Pia Rigirozzi, en cambio, prefiere utilizar la expresin regionalismo post-hegemnico, en el cual se propone realizar una ruptura con el discurso hegemnico durante la dcada de 1990, que asociaba el regio-nalismo a los procesos de globalizacin bajo inspiracin de las ideas neolibe-rales. En ese marco, el regionalismo se perciba como una respuesta defensiva a esos procesos globales. Para Rigirozzi, el regionalismo que se desarrolla en Amrica Latina en el decenio de 2000 intenta ir ms all de ser un mecanismo defensivo y en vez de ello sera ms bien un espacio de contestacin y resistencia para enfrentar el neo-liberalismo y la

    hegemona estadounidense (Rigirozzi, 2010).

    En este trabajo se acepta que la inte-gracin latinoamericana est viviendo una nueva fase, en la cual varios pases han roto claramente con las premisas dominantes durante la etapa del re-gionalismo abierto. No es fcil indicar cundo se inicia esta nueva fase, pero s pueden sealarse algunos momentos crticos, como la firma del Consenso de Buenos Aires en octubre de 2003 por Luiz Ignacio Lula da Silva y Nstor Kir-chner, el colapso de la negociacin del Area de Libre Comercio de las Amricas (ALCA) en la Cumbre de la Amrica realizada en Mar del Plata en noviem-bre de 2005 o la reunin Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CASA), realizada en Cochabamba, realizada en diciembre de 2006, en la cual se plante un amplio debate sobre el modelo de integracin que condujo a la transformacin de esa iniciativa de integracin en la Unin de Naciones Sudamericanas (UNASUR).

    Al margen de cul sea el momento inicial, es claro que el regionalismo la-tinoamericano atraviesa por un nuevo perodo, caracterizado por su compleji-dad, por contradictorios momentos de continuidad y de ruptura con el modelo econmico hegemnico en la dcada de 1990. Igualmente, el nuevo momentum regionalista se define por una compleja agenda, que no se limita a la integracin econmica (que en el decenio de los no-venta privilegi la promocin de zonas de libre comercio o uniones aduaneras), sino que comprende objetivos polticos,

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    estratgicos, sociales, adems de inten-tar ampliar la dimensin econmica de la integracin al incluir objetivos de carcter productivo.

    En este trabajo se adopta el concepto de regionalismo como la categora ontolgica objeto de anlisis. El re-gionalismo se define como un proceso de tipo asociativo en que se producen en mbitos espaciales delimitados del sistema internacional, denominadas macro-regiones o regiones interna-cionales. Varios aspectos definen estas regiones. En primer lugar, aunque el elemento de la contigidad geogr-fica es una variable para delimitar el regionalismo, esta se suele interpretar de manera algo flexible. As, las Am-ricas es considerada una regin, cuya base institucional es la Organizacin de los Estados Americanos (OEA). No obstante, no existe contigidad entre todos los pases de esta regin y su delimitacin espacial es ms bien dada por la ideas de Western Hemisphere o Hemisferio Occidental, promovidas especialmente por Estados Unidos. Algo similar sucede con el Foro de Coopera-cin Asia-Pacfico (APEC en sus siglas en ingls), macro regin en la cual no existe contigidad geogrfica entre todos los pases, sino que su mbito es-pacial es definido por la nocin espacial Ocano Pacfico. En segundo lugar, una macro regin internacional es socialmente construida. En este sentido, se coincide con Bjrn Hettne y Fredrik Sderbaum (2000: 38), quienes aseve-ran que las regiones son proyectos po-lticos y sociales, diseados por actores

    humanos para proteger o transformar las estructuras existentes. Finalmente, el regionalismo es un proceso que tiene diversas manifestaciones e intensidades. As, el regionalismo comprende ini-ciativas de integracin econmica, de cooperacin econmica, de integracin poltica o cooperacin o concertacin poltica. La intensidad de esas mo-dalidades es variable. Por ejemplo, la integracin econmica regional puede expresarse desde la forma bsica de una zona de libre comercio hasta la unin monetaria, pero incluso puede ir mucho ms all de lo comercial y expresarse en estrategia de desarrollo productivo conjunto.

    Con base en estas premisas, se exa-mina el estadio actual del regionalismo latinoamericano. El trabajo se centra en una dimensin especfica de este ltimo: la integracin econmica regional. En este sentido, se argumenta que en la nueva etapa post-liberal-post-hegem-nica del regionalismo latinoamericano se observa la existencia de varios ejes de integracin regional, que expresan la adopcin de distintos modelos eco-nmicos, lo que a su vez es resultado de complejos procesos polticos y eco-nmicos que estn teniendo lugar en la regin desde inicios de la primera dcada del nuevo milenio.

    1. Los ejes de la integracin econmica latinoamericana

    Ciertamente, como bien seala Roberto Russell (2010), la dcada

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    de 1990 fue un periodo particular en Amrica Latina, pues hubo cierta ho-mogeneidad sobre la conveniencia de una estrategia de desarrollo basada en el libre mercado y la apertura. Se debe relativizar un poco ese consenso, pues existieron velocidades en cuanto a la forma de aplicar esa estrategia. No fue igual el proceso de reforma econmica en la Argentina gobernada por Carlos Menem que en el Brasil de Fernando Henrique Cardoso. El consenso y las distintas velocidades existieron en los procesos de integracin: aunque todos adoptaron el discurso del regionalis-mo abierto, vari la forma en que este efectivamente se aplic. As, mientras en el Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN) se opt por un modelo de radical apertura acompaada por normas OMC plus para los temas vinculados con el co-mercio, en el Mercado Comn del Sur (Mercosur), se excluyeron del acuerdo sectores considerados estratgicos y no se adoptaron normas OMC plus. No obstante estos matices, en trminos generales en la mayora de los esquemas regionales creados o relanzados en la dcada de 1990, el ncleo central de la estrategia de integracin era la promo-cin del libre comercio y la bsqueda de la insercin internacional. Este era el modelo de integracin hegemnico y era en torno a este modelo que exista cierta homogeneidad.

    En la nueva etapa del regionalismo latinoamericano que se desarrolla a partir de 2003 no existe homogenei-dad. En vez de ello se observa una

    heterogeneidad o fragmentacin, ex-presada en la existencia de varios ejes de integracin regional con modelos econmicos marcadamente distin-tos. Puede sealarse que la evidencia histrica demuestra que en la fase del regionalismo abierto tambin existieron ejes. As durante el primer lustro de la dcada de 1990 en el Cono Sur se pudo observar una fuerte regionalizacin de la interdependencia comercial en torno al Mercosur, al que se sumaran Bolivia y Chile como miembros asociados en 1996, mientras que la regin andina se produca una reactivacin de la in-tegracin andina en torno al dinmico ncleo Caracas-Bogot (cf. Gutirrez, 1999). Igualmente, Mxico, Colombia y Venezuela intentaron crear un eje de integracin en la Gran Cuenca del Ca-ribe, mediante la creacin del Grupo de los Tres (G-3), que se articulara con las iniciativas de cooperacin e integracin que se desarrollaban en Amrica Cen-tral y el Caribe Insular (cf. Giacalone, 1999). No obstante, con sus matices y variantes todos esos ejes compartan un modelo de integracin basado en la apertura comercial y la insercin internacional. El escenario actual es diferente, pues no se trata solo de que existen al menos tres ejes de integra-cin, sino que estos proponen diversos modelos de integracin, en algunos aspectos contradictorios.

    En el presente trabajo se examinan estos distintos ejes de integracin y los diversos modelos de integracin que propone cada uno de ellos. En este sentido, se propone la existencia

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    de tres ejes de integracin: el eje del regionalismo abierto; el eje revisionis-ta y el eje antisistmico. Acudiendo al concepto weberiano de tipos ideales, en la seccin siguiente, se proponen tres modelos de integracin regional: el modelo de regionalismo estratgico, el modelo de regionalismo social y el modelo de regionalismo productivo. En una tercera parte se examina el modelo de integracin que ha sido adoptado en cada uno de los ejes actualmente y sus

    implicaciones para la regin. Finalmen-te, se presentan algunas conclusiones.

    Como se observa en la figura 1, en el actual escenario de la integracin latinoamericana pueden observarse tres ejes de integracin claramente diferen-ciados. Estos comenzaron a configu-rarse desde inicios del nuevo milenio, cuando las transformaciones polticas en la regin y el mundo comenzaron a crear condiciones adversas al modelo imperante en la regin.

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    1.1 El eje de la integracin abierta: de los TLC a la Alianza del Pacfico

    El modelo en que se basa el primer eje, al que denominamos eje del inte-gracin abierta, es el TLCAN suscrito entre Canad, Estados Unidos y Mxico en 1994. Este es un proceso que consti-tuye un modelo de integracin distinto de los modelos tradicionales que se desarrollaron en las oleadas previas de regionalismo econmico en las dcadas del 1960 y 1970, mostrando diferencias sustanciales con la Unin Europea, el referente externo ms importante para los pases latinoamericanos.

    El TLCAN es una expresin de esta integracin abierta, puesto que su obje-tivo de promover un espacio comercial preferencial no se hace a expensas del sistema multilateral de comercio. Al contrario, la preferencia regional se concibe como un paso previo hacia una mayor apertura global. Sin embargo, el TLCAN corresponde ms a una versin del Asia Pacfico del regionalismo abier-to que a la propuesta por la CEPAL, pues carece de instrumentos para el fo-mento de la transformacin productiva con equidad. Adems de promover una integracin regional abierta, el TLCAN plantea la regulacin de sectores como la propiedad intelectual, las compras gubernamentales y las normas am-bientales y laborales relacionadas con el comercio. Los antiguos procesos de integracin no incluirn estas materias. Por otro lado, el TLCAN se presenta como una modalidad de integracin

    Norte-Sur, al reunir en su seno a pases desarrollados y en vas de desar-rollo. Su propulsor principal, Estados Unidos, intent expandir este modelo mediante el rea de Libre Comercio de las Amricas (ALCA) y ante el estanca-miento de este proceso ha optado por suscribir tratados bilaterales de libre comercio, como el CAFTA+RD celebra-do con los pases de Amrica Central y Repblica Dominicana o los TLC firmados con Chile, Per y Colombia.

    A partir de 2007 la mayora de estos pases que han suscrito TLC comenzaron a adoptar una estrategia regional para responder a los crticos del enfoque sobre integracin regional dominante en los aos 1990. En tal sentido, en 2007 se lanz el Foro del Arco del Pacfico Latinoamericano, un grupo regional constituido por Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Mxico. Esta iniciativa inclua, por un lado a los pases que an apoyaban el modelo de regionalismo abierto, ex-cepto Nicaragua y Ecuador. Por otro lado, con la excepcin de Ecuador, en el Foro se agrupaban todos los pases que haban suscrito TLC con Estados Unidos y la Unin Europea.

    El Foro se transform en la Alianza del Pacfico en abril de 2011, cuando solo Colombia, Chile, Per y Mxico establecieron un nuevo bloque regional orientado a promover la integracin profunda y el libre comercio (De-claracin Presidencial de Lima, 28 de abril de 2011). La Alianza del Pacifico representa una respuesta poltica de

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    los gobiernos latinoamericanos que to-dava apoyan el modelo de integracin abierta, es una reaccin al creciente pro-tagonismo del eje del ALBA y del go-bierno de Hugo Chvez en el escenario de la integracin econmica en Amrica Latina. El nuevo bloque se propone buscar tambin ser un factor de equili-brio frente al cada vez mayor liderazgo brasilero en Amrica del Sur, sea en su accionar unilateral o en el marco del Mercosur. Finalmente, se argumenta que la Alianza constituye un mecanismo para negociar en comn con los pases del Pacfico (vase Briceo Ruiz, 2012).

    1.2 El eje revisionista

    Desde sus inicios el Mercosur fue un modelo hbrido, que aunque naci con elementos tpicos del regionalis-mo abierto, en particular su nfasis inicial en la apertura y desgravacin comercial, al mismo tiempo careci de una agenda de integracin profunda. El Mercosur combin un proceso de apertura sin integracin profunda con la ausencia de mecanismos para avanzar en la integracin social y pro-ductiva. Sin embargo, desde el ao 2003 ha comenzado a revisar este modelo de integracin para crear y fortalecer los aspectos sociales y productivos en el bloque regional, proceso de revisin que se mantiene incluso en nuestros das.

    El Tratado de Asuncin, estableci como objetivos el perfeccionamiento de una zona de libre comercio y la adopcin de un arancel externo comn,

    aunque se admita la posibilidad de acuerdos sectoriales. A pesar de este sesgo comercialista, el Mercosur no adopt la modalidad de integracin profunda, pues si bien se propuso normar aspectos como la propiedad intelectual o las compras gubernamen-tales, no se plante hacerlo aprobando normas de tipo OMC plus. De igual ma-nera, aunque en el Tratado de Asuncin no se consider la dimensin social, en la dcada de 1990 el Mercosur logr desarrollar una importante agenda sociolaboral, que condujo a la aproba-cin de una Declaracin al respecto en 1998 y la firma de un acuerdo regional sobre seguridad social ese mismo ao. Desde el ao 2000, en el Mercosur se ha intentado establecer una slida dimensin social que transcienda lo meramente laboral. En otras palabras, se trata de la aplicacin de polticas redistributivas que se propone proveer a amplios sectores de la poblacin del acceso a educacin, salud, vivienda y servicios pblicos de calidad. Son me-didas tpicas del Estado de bienestar, dirigidas a reducir la pobreza, redis-tribuir la riqueza, promover la justicia social y reglamentar las instituciones de mercado. Expresin de este proceso es la creacin de instancias como la Reunin de Ministros y Autoridades de Desarrollo Social en 2000, la crea-cin del Instituto Social del Mercosur en 2007 y la aprobacin en 2008 del Plan Estratgico de Accin Social del Mercosur.

    De igual manera, el Mercosur ha venido gradualmente rescatando la idea

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    de convertir la integracin regional en un mecanismo para promover la inte-gracin productiva, en particular la in-dustrializacin. Se estn apenas dando los primeros pasos en esta dimensin productiva del Mercosur al adoptarse un Programa Regional de Integracin Productiva (2008), aprobarse un fondo de apoyo a las PYMES (2008) y comen-zar a tratarse las asimetras productivas, mediante la creacin en 2005 de un Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM).

    El proceso de revisin del modelo de integracin econmico del Mercosur se ha acompaado de la construccin de un nuevo regionalismo sudamericano, en el cual Brasil ha tenido un lideraz-go. En sus inicios, el proceso tena en esencia un contenido comercial en la estricta lgica de la apertura y el regio-nalismo abierto, cuya expresin era la constitucin de una rea Sudamericana de Libre Comercio (ALCSA), resultado de la convergencia entre la Comunidad Andina (CAN) y el Mercosur. Sin em-bargo, luego surgieron propuestas ms all de lo comercial. En 2000 el objetivo de crear un ALCSA se sustituy por la ms ambiciosa meta de establecer una Comunidad Sudamericana de Naciones (CASA), que adems de la convergencia comercial entre la CAN y el Mercosur, se propona el desarrollo de la infraes-tructura regional sudamericana, la cooperacin contra el crimen organi-zado, en particular el trfico de drogas, y la consolidacin de Amrica del Sur como zona de paz. En 2007, CASA

    se transforma la UNASUR, proyecto mucho ms ambicioso con objetivos en las esferas ambiental, social, poltica y de seguridad. La UNASUR es parte del proceso de revisin del regionalismo en Amrica Latina, pero no es una ini-ciativa de integracin econmica. Por ello, no se puede ubicar en los modelos descritos en esta seccin de este trabajo. En consecuencia, no es objeto de anli-sis en este artculo.

    1.3 El eje anti-sistmico

    Al menos segn los documentos y discursos de los lderes de sus pases miembros el ALBA representa un mo-delo de integracin anti-capitalista y anti-imperialista. El nuevo esquema de integracin fue anunciado por Hugo Chvez en diciembre de 2001 durante la III Cumbre de la Asociacin de Estados del Caribe (AEC), bajo el nombre de Alternativa Bolivariana para las Am-ricas (ALBA), como una iniciativa que planteaba promover un modelo nuevo de integracin basado en la solidaridad, la complementariedad y la cooperacin.

    En sus inicios, la propuesta ALBA careci de mayor contenido, pero a partir del ao 2002 se present como una alternativa al ALCA que impulsaba Estados Unidos y, en este sentido, se dieron a conocer varios documentos oficiales en los cuales se contrastaban las propuestas de negociacin que se estaban realizando en el marco de la negociacin hemisfrica con lo plantea-do por el ALBA. En abril de 2004, en un encuentro realizado en La Habana,

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    Hugo Chvez, Fidel Castro y Evo Mo-rales, relanzan la propuesta, que deja de ser simplemente una alternativa al ALCA. Incluso se ha cambiado el signi-ficado de la sigla ALBA, que ha pasado a significar la Alternativa Bolivariana para la Amrica, a veces, la Alternativa Bolivariana para nuestra Amrica y ms recientemente Alianza Bolivariana de los Pueblos de Amrica (cf. Briceo Ruiz, 2011). En su fase ms reciente, el ALBA comienza a consolidarse como iniciativa regional, presentndose como una modalidad de integracin no capitalista y distinta del modelo de integracin abierta. Incluso, se le ha presentado como un elemento de la lucha mundial contra el imperialismo (Martnez, 2006: 66-87).

    Algunos autores argumentan que el ALBA no puede considerarse una iniciativa de integracin econmica sino un espacio de cooperacin econ-mica y poltica (Buck, 2010: 397). Es posible que esta afirmacin sea vlida para explicar los primeros aos del ALBA, pero desconoce la evolucin de esta iniciativa. El ALBA ha incluido en su agenda temas como la formacin de empresas Gran-nacionales, algunas de la cuales se proponen desarrollar proyectos industriales en conjunto. Esto constituye claramente una for-ma de integracin econmica. Ms recientemente, en el seno del bloque se ha planteado la creacin de la zona econmica del ALBA (conocida como Eco ALBA). Ahora bien, el ALBA no es una forma tradicional de integracin econmica, sino que plantea que esta se

    desarrolle no a partir de una estrategia tradicional basada en el libre comercio, sino que, como se analiza en la prxima seccin, propone un nuevo modelo de integracin econmica no capitalista.

    2. Los modelos de integracin econmica en Amrica Latina

    En esta seccin se analizan los modelos de integracin que pueden observarse en los distintos ejes de la integracin econmica latinoamerica-na. Acudiendo a la nocin weberiana de tipo ideal, se argumenta que existen tres tipos ideales o modelos econmicos que han sido adoptados en los diversos ejes de integracin regional: el modelo de regionalismo estratgico, el modelo de regionalismo social y el modelo de regionalismo productivo. La extensin de este trabajo no nos permite un an-lisis exhaustivo de estos tres modelos de integracin, pero, presentan sus rasgos fundamentales, de manera de poder aplicarlos posteriormente a los diversos ejes de integracin existentes actualmente en Amrica Latina.

    El uso de las expresiones estratgi-co y estrategia no ha sido de uso amplio en los estudios de integracin regional, es mucho ms frecuente en los estudios sobre la guerra y el conflicto. As, Ber-nard Brodie (2008: 13) argumenta que la estrategia est dedicada a descubrir cmo los recursos humanos y materiales de una nacin pueden ser desarrollados y utilizados con el fin maximizar la efec-

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    tividad total de la nacin en la guerra. En un sentido militar ms limitado, la estrategia se relaciona con los recursos movilizados y se concentra en el logro de una victoria sobre un enemigo especifico bajo un conjunto de circunstancias pol-ticas y geogrficas (Brodie, 2008: 13).

    Este uso casi exclusivamente militar dado a la estrategia y lo estratgico, hace que la expresin genere reservas en el campo de los estudios sobre re-gionalismo internacional, porque se puede dar la impresin de que lo est concibiendo como instrumento de una guerra econmica. Esta es una nocin ya presente en los trabajos de Federico List, Carlos Marx y Alberto Hirschman, aunque ellos no utilizasen la expresin en s, que apenas comienza a aparecer en textos ms recientes, aunque sin una definicin clara. En general, la expre-sin guerra econmica describe una competencia econmica internacional exacerbada, mediante el uso de medidas injustas por los gobiernos, en particular estrategias de tipo begar-thy-neighour (Coulomb, 2004: 252). El problema de esta definicin es que no distingue entre guerra econmica y competencia econ-mica. En realidad, en esta ultima los Estados buscan es mejorar su posicin relativa en la economa mundial y no destruir a sus rivales (Coulomb, 2004: 252). El regionalismo estratgico, como cualquier forma de regionalismo, es un tipo de relacin asociativa en el sistema internacional, por lo que su interpreta-cin mediante instrumentos que explican la guerra econmica no es correcta.

    El modelo del regionalismo estra-tgico se concibe como una regiona-lizacin de la denominada poltica comercial estratgica que comienza a desarrollarse en la dcada de los aos ochenta del siglo XX. Esta ltima se bas en las premisas de la nueva teora del comercio internacional sobre la existencia de ciertos sectores en los cuales predominan formas de compe-tencia monoplica y sobre la existencia de determinados sectores que, por ser considerados estratgicos, merecen especial atencin de los Estados (vase Brander, 2005; Richardson 1990, 1992).

    El modelo de regionalismo estrat-gico se distingue por su marcado sesgo comercial. Este modelo ha proliferado en la nueva oleada de integracin que se inici a fines de

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    la postguerra fra, uno de cuyos com-ponentes es la proliferacin de bloques econmicos. Se tratara entonces de un elemento de la estrategia de algunos pases para administrar de manera ms coherente el proceso de globaliza-cin y la creciente regionalizacin del comercio que la acompaa. Una de las formas de administrar estos procesos es mediante la promulgacin de una agenda de integracin profunda. Este es un concepto elaborado por Robert Lawrence, para quien los tradicionales acuerdos de integracin se proponan apenas facilitar el acceso a los mercados mediante la desgravacin arancelaria y la eliminacin de las barreras no aran-celarias que impidan la libre circula-cin de bienes y servicios. Esta era una integracin superficial. No obstante, en un contexto de apertura comercial y globalizacin financiera, Lawrence consideraba necesario profundizar la agenda de integracin para incluir elementos que estn relacionados con el comercio, como las inversiones, la propiedad intelectual, las compras gu-bernamentales y las normas laborales y ambientales. En consecuencia, estos temas deben ser parte de las nuevas iniciativas de integracin regional (Cf. Lawrence, 1996).

    Ahora bien, la profundidad y am-plitud de esta integracin profunda depende de si se trata de un acuerdo norte-sur o de un acuerdo sur-sur. En los primeros, es decir en iniciativas de integracin que incluyen a pases desarrollados y en vas de desarrollo, les interesa promover una agenda de

    integracin profunda y exigen que los pases del adopten normas sobre inver-siones, servicios o propiedad intelectual como pay off por el mayor ingreso a sus mercados. En los acuerdo sur-sur, es decir, los que solo incluyen a pases en vas de desarrollo, aunque algunos de ellos sean considerados emergentes, existe menor tendencia a una agenda de integracin profunda.

    Como seala, Andrew Axline, uno de los primeros en utilizar el concepto de regionalismo estratgico, este se compone de un conjunto de respues-tas estratgicas de los Estados a las fuerzas de la globalizacin, que sera utilizado para desarrollar una estrategia mercantilista para beneficiarse de los cambios en las ventajas comparativas, al otorgar a sus empresas una posicin privilegiada en la economa mundial (cf. Axline, 1999). Tambin el canadiense David Mercier define el regionalismo estratgico en la medida en que este se propone controlar la globalizacin, es decir, intenta consolidar la seguri-dad econmica entre los pases que participan en estos acuerdos para que puedan enfrentar la competencia global (Mercier, 2000: 115-116).

    Nuestro enfoque es que aunque el Estado es un actor crucial en la formulacin del regionalismo estrat-gico, las ETN, incluso aquellas de los pases emergentes, tambin cumplen una funcin decisiva en su diseo. El regionalismo estratgico es un proceso que resulta de una alianza entre Estados nacin y empresas multinacionales o empresas nacionales que han comenza-

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    do el proceso de internacionalizacin de sus actividades econmicas. Como ya se indic, el antecedente del regionalis-mo estratgico es la poltica comercial estratgica, una modalidad de poltica comercial desarrollada por la nueva teora del comercio internacional para describir el funcionamiento de determi-nados mercados oligoplicos. Se enten-da que existan ciertos sectores, como la industria de la aviacin, que necesitaban de algn tipo de intervencin del Estado, que apoyara a los sectores privados, en principio, responsables de su desarrollo. La poltica comercial estratgica comenz a promoverse en Estados Unidos y otros pases desarrollados en la dcada de 1980, cuando se estableci una alianza entre los Estados y las ETN, cuya sede principal estaba en estos pases.

    Al final de la dcada de 1980 y durante los aos 1990, la creciente competencia intraempresa, condujo a las ETN a aumentar el lobby ante los gobiernos en pro de la adopcin de medidas que eviten el deterioro de su influencia en ciertas regiones o pases. Para un Estado apoyar a sus empresas tambin era un mecanismo para evitar la disminucin de sus capacidades o que el aumento de las ganancias obtenidas por otras ETN cuya sede central se encuentra en otro Estado a expensas suyas. Entonces, la poltica comercial estratgica se transform en regionalis-mo estratgico y la integracin regional comenz a utilizarse como mecanismo para promover los intereses de la alian-za Estado nacin- ETN.

    Frente al predominio del enfoque del regionalismo estratgico, desde hace algunos aos se ha venido planteando la necesidad de fomentar un regionalismo social, en particular, en los trabajos de Nicola Yeates (2005) y Bob Deacon et al. (2007) y Pia Riggirozzi (2012). Estos autores proponen que la integracin regional no sea solamente un mecanis-mo para construir un espacio comercial o de promocin de las inversiones, sino como un espacio para construir y aplicar una poltica social regional. La integracin se concibe como un mecanismo para establecer estndares sociales a escala regional, fomentar polticas redistributivas e incluso crear instituciones que permitan a los ciuda-danos hacer valer sus derechos sociales. Mediante la aplicacin de esta poltica social regional se estableceran medidas para reducir los efectos negativos que genera la apertura comercial en un proceso de integracin y se aprobaran mecanismos para reducir las asimetras existentes entre los pases y al interior de estos. Mariana Vzquez (2011: 184) ha acuado la expresin regionalismo inclusivo para describir la nueva etapa del Mercosur, en la cual destaca la cons-truccin de una slida dimensin social de la integracin, concebida no solo como una respuesta a los desequilibrios nacionales y regionales causados por la apertura comercial sino ms bien enten-dida como un estrategia regional para resolver la histrica deuda social de muchas sociedades latinoamericanas. Esta idea de regionalismo inclusivo

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    es muy cercana al modelo de regiona-lismo social.

    El tercer modelo de integracin, des-crito como regionalismo productivo, retoma alguna de las premisas vigente durante el periodo del regionalismo autonmico latinoamericano de la d-cada del sesenta (vase Briceo Ruiz, 2001, 2007). Este modelo se remonta a las ideas de la escuela estructuralista de la Comisin Econmica para Am-rica Latina (CEPAL) (Prebisch 1959; CEPAL, 1959) y el estructuralismo francs (Perroux 1966; Marchal, 1965, 1970), de utilizar la integracin como parte de la estrategia de transformacin productiva regional. En aos recientes se ha visto un renacer de estas propues-tas por parte de instituciones como la Conferencia de las Naciones Unidas so-bre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, 2007). En el modelo de integracin productiva el objetivo es el fomento de un desarrollo industrial conjunto y la unificacin de las economas sobre la base del principio de la solidaridad. Ahora bien, este modelo no propone exactamente un regreso a una estrategia de crecimiento hacia adentro, sino que se acerca ms a lo que el especialista Osvaldo Sunkel (1991) describe como crecimiento desde dentro. Eso supo-ne utilizar las capacidades endgenas y los recursos nacionales para promover la diversificacin productiva, en parti-cular, la industrializacin, pero partien-do de la premisa que este proceso no est en contradiccin con la conquista de mercados mundiales y la atraccin de las inversiones extranjeras. Por esto,

    el modelo del regionalismo productivo no propone solamente la promocin de grandes proyectos industriales que impliquen una fuerte participacin del Estado, sino tambin polticas como la creacin de cadenas productivas en la cuales participen empresas locales, na-cionales, regionales y transnacionales.

    Estos tres modelos de integracin responden a motivaciones econmicas y polticas muy diversas. El tipo de ac-tor que los promueve tambin es muy diverso, as como la lgica de accin poltica que utilizan. Igualmente, es diferente la agenda de integracin. Estas diferencias se pueden observar en la cuadro 1.

    Finalmente, estos tres modelos de integracin pueden presentarse de for-ma pura o combinada. As, un proceso de integracin regional puede optar por un modelo de regionalismo estra-tgico puro. Tal es el caso del TLCAN, que es un ejemplo paradigmtico de regionalismo estratgico norte-sur. En otros casos, en cambio, se observa que se ha optado por un modelo hibrido, en el que subsisten elementos de los tres modelos arriba explicados. En la siguiente seccin se analiza cmo se presentan estos modelos de integracin en los ejes actualmente existentes en Amrica Latina.

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    Jos Briceo Ruiz Ejes y modelos de la etapa actual de la integracin econmica...

    Cuadro 1: Los modelos de integracin

    Motiva-

    cin pol-

    tica

    Moti-

    vacin

    econmi-

    ca

    AgendaLgica de

    AccinActores

    Regionalis-

    mo estrat-

    gico

    Poder Au-

    tonoma

    Bienestar

    Ganancia

    Liberalizacin

    comercial + regu-

    lacin de los temas

    relacionados con el

    comercio

    Exclusin de sec-

    tores estratgicos

    Nacional +

    internacio-

    nal

    (doble nivel)

    Estados con orienta-

    cin globalista

    ETN

    Empresas nacionales

    en fase de internacio-

    nalizacin

    Regionalis-

    mo produc-

    tivo

    Autonoma Desarrollo

    econmico

    Industrializacin Nacional Estados con orienta-

    cin nacionalista

    Actores econmicos

    nacionales no inter-

    nacionalizados

    Regionalis-

    mo social

    Protesta Equidad Poltica social Transnacio-

    nal

    Ciertas organiza-

    ciones internacio-

    nales

    Estados con orienta-

    cin socialista

    Sociedad civil

    Fuente: elaboracin propia.

    3. Ejes y modelos de integracin en la etapa postliberal posthegemnica

    En el complejo escenario actual de la integracin regional en Amrica Latina existe una estrecha relacin entre los ejes de integracin realmente existentes. A riesgo de simplificar el escenario ac-tual por razones explicativas, el panora-ma actual nos muestra tres escenarios:

    el eje de regionalismo abierto opta por un modelo de regionalismo estratgico, aunque inspirado en el modelo norte-sur del TLCAN. El eje revisionista sufre la transformacin de un modelo de regionalismo estratgico a un hibrido que incluye elementos de los modelos de regionalismo social y productivo. El eje antisistmico, aunque propone polticas propias del modelo de regio-nalismo social y, en cierto grado, del regionalismo productivo, al mismo

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    Estudios Internacionales 175 (2013) Universidad de Chile

    tiempo se concibe como un modelo no capitalista. Esto excluira al ALBA de los modelos de integracin conocidos, salvo que se le asimile al fenecido pro-yecto de integracin no capitalista del Consejo de Ayuda Mutua Econmica (COMECON).

    3.1 La revisin del modelo de integracin del Mercosur

    El Mercosur adopt originalmente el modelo de regionalismo estratgico. El Tratado de Asuncin se propuso esencialmente establecer una zona de libre comercio y una unin aduanera, a lo que se sumaba la exclusin de dos sectores considerados estratgicos: los automviles y el azcar. Esto se com-pletaba con la inclusin en listas de excepcin de una serie de productos sensibles, como los bienes de capital, cuya desgravacin comercial sera ms lenta.

    Como se explic en la seccin 2 de este artculo, durante la dcada de 1990 se produjo una reaccin de sectores sociales e incluso de instancias guber-namentales para dotar al Mercosur de aspectos sociolaborales y educativos, reas en las cuales se realizaron pro-gresos importantes. No obstante, en general la evolucin de ambas esferas se baso en un enfoque que se propona compensar las prdidas causadas por la apertura comercial, por ejemplo, en el mbito laboral. Por ello, se puede afir-mar que a pesar de estos avances en la dimensin social, el proyecto inicial del

    Mercosur se enmarcaba en el modelo del regionalismo estratgico.

    A partir del Consenso de Buenos Aires, el liderazgo regional opt por revisar el modelo de regionalismo es-tratgico que predomin en los aos 1990. La inclusin de objetivos sociales y productivos expresa la opcin por una reforma del modelo de regionalismo estratgico y su nfasis en lo exclu-sivamente comercial. Este abandono de un modelo puramente comercial se confirma por la negativa del bloque regional a iniciar negociaciones para firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Aunque el gobierno de Tabar Vzquez (2005-2010) en Uru-guay intent iniciar negociaciones con Washington, el amplio debate que se produjo en los socios del Mercosur dej claro que, si no se haca en marco del Mercosur, la firma de un TLC, supona abandonar el bloque regional.

    Sin embargo, la ruptura con un modelo de regionalismo estratgico no ha significado que se haya adoptado la estrategia de ruptura que propone el eje antisistmico del ALBA. En el Mer-cosur se ha preservado la dimensin comercial establecida en el Tratado de Asuncin. Ciertamente, existen an tareas pendientes en esta dimensin, por ejemplo, el mantenimiento de la irregular figura de una unin adua-nera imperfecta y algunas acciones bilaterales que constituyen violaciones a la zona de libre comercio. Adems, el intercambio comercial, fuertemente reducido desde la crisis del real y el de-fault argentino, se ha ido recuperando

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    Jos Briceo Ruiz Ejes y modelos de la etapa actual de la integracin econmica...

    de forma significativa. A pesar de que la importancia del mercado regional vara para cada pas y algunos de ellos se han beneficiado ms ampliamente de la zona de libre comercio, lo cierto es que las exportaciones entre los cua-tro pases aumentaron casi seis veces en valor entre inicios de la dcada de 1990 y fines de la dcada siguiente. Esto supera el aumento de poco ms de cuatro veces de las exportaciones mundiales totales durante el mismo periodo (Baumann, 2011: 169). Esto no implica que el Mercosur sea total-mente una historia exitosa en trminos comerciales, pues la intensidad de la interdependencia contina siendo muy baja, representando en 2008 apenas el 15.3 % del comercio total del bloque en 1998 (Schelhase, 2011: 179). La intensidad de la interdependencia es un incentivo clave para promover la coo-peracin y reasignar discrecionalidad en el manejo de instrumentos de poltica (cf. Bouzas, Motta Veiga, Rios, 2010). En consecuencia, si bien es cierto que el comercio intrarregional ha crecido en los 21 aos de existencia del Mercosur, la intensidad de la interdependencia es an baja y esto ltimo evidencia una debilidad estructural de la dimensin comercial del proceso de integracin.

    El riesgo sera que incluir temas sociales y productivos en la agenda de trabajo pueda generar desinters en la dimensin comercial y provocar un mayor deterioro de la intensidad de la interdependencia. Sin embargo, se han producido avances en materia comercial, por ejemplo, la aprobacin

    del Cdigo Aduanero del Mercosur, en la Cumbre del Consejo del Mercado Comn, realizado en San Juan en julio de 2010 (cf. Bizzozero, 2011: 33). La aprobacin del Cdigo se acompa de la eliminacin del cobro doble del arancel y la distribucin de forma conjunta de la renta aduanera. La aprobacin de estos instrumentos de integracin comercial demuestra que a pesar de la diversificacin de la agenda del Mercosur, las cuestiones relaciona-das con la zona de libre comercio y la unin aduanera continan siendo ejes centrales del proceso de integracin.

    De lo anterior se colige que la cues-tin comercial contina siendo un tema fundamental en el Mercosur y la dimen-sin en que, con susaltibajas, el bloque ha producido, resultados concretos. En otras palabras, aunque el Mercosur ha realizado una revisin de un modelo basado exclusivamente en el comercio, esto no ha significado abandonar su di-mensin comercial. Esto separa al Mer-cosur del eje anti-sistmico del ALBA y su prdica de un modelo de integracin que excluye el libre comercio.

    No obstante, el Mercosur est ha-ciendo esfuerzos por consolidar una dimensin social y una dimensin productiva, explicadas brevemente en la seccin 2. La mayor crtica a este conjunto de iniciativas es simplemente definirlas como retrica (Malamud, 2005) o sostener que sirven como fuga hacia adelante para escapar de las dificultades que plantea la dimensin comercial del Mercosur (cf. Abreu, 2005; Almeida, 2007). Se tratara de

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    Estudios Internacionales 175 (2013) Universidad de Chile

    una prdida de foco, caracterstica reiterada de los procesos de integracin en Amrica Latina, que conduce a su irrelevancia (Bouzas, Motta Veiga, Rios, 2010: 339).

    Estas crticas deben ser objeto de sera reflexin por quienes estn revisando el modelo de integracin del Mercosur. No obstante, existen acciones concretas, muchas veces in-visibilizadas. Por ejemplo, el Acuerdo Multilateral de Seguridad Social se est aplicando desde hace varios aos. Se han desarrollado experiencias con-cretas de integracin productiva, como en el mbito de muebles y madera; se estn llevando a cabo proyectos financiados con recursos del Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM). Puede ser que se critique la viabilidad, sustentabilidad o incluso el impacto real de estas iniciativas en el desarrollo del bloque, pero en ese caso la argu-mentacin no debera ser acusarlas de retrica pues existen en la realidad y se estn implementando. En segundo lugar, la experiencia del Mercosur en los aos recientes, no parece justificar el argumento de la prdida de foco pues como se dijo, el tema comercial no ha dejado de ser parte de la agenda, y as lo evidencia la aprobacin del Cdigo Aduanero. La existencia de conflictos comerciales no se puede negar y cier-tamente expresa que existen problemas en el proceso de integracin, pero tam-poco significa su fracaso. Si aceptamos ese argumento, en algn momento se hubiese podido el fracaso del TLCAN porque no se haba autorizado el libre

    trnsito de camiones mexicanos en Estados Unidos, que deba estar en vi-gor en 1995, pero que solo se aplica a partir de 2011. Esto nos conduce a una tercera reflexin, que es la necesidad de evaluar un proceso complejo como el Mercosur en todas sus dimensiones y no solo a partir de una variable como la intensidad de la interdependencia, pues de lo contrario tendramos una fotografa distorsionada del proceso de integracin, que simplemente expre-sara una preferencia metodolgica o incluso una opcin poltica.

    Sin embargo, es preciso considerar algunas de las crticas al proceso de revisin del modelo del Mercosur. Por ejemplo, deben establecerse criterios realistas al introducir elementos del modelo de regionalismo social. As, existe un amplio debate sobre la forma en que la integracin regional puede ayudar a resolver los problemas de la pobreza y la exclusin social (vase Te Velde, 2006). El modelo de regionalis-mo social reconoce que la integracin puede cumplir un papel importante en tal proceso. No obstante, no puede pre-sumirse que la integracin regional va a resolver los problemas sociales de los pases de la regin, pues esto continua siendo esencialmente un esfuerzo nacio-nal. Esto es parte de lo que Aldo Ferrer describe como densidad nacional, uno de cuyos elementos es la cohesin so-cial. En palabras de Ferrer (2007: 149), el avance de la integracin depende en gran medida de materias propias de la situacin interna de los pases y que solo tienen solucin dentro de cada

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    espacio nacional. Tales, por ejemplo, las polticas sociales para elevar el nivel de vida y ampliar el mercado interno. Teniendo en cuenta esto, y consideran-do que ni siquiera la Unin Europea ha logrado establecer una poltica social regional de carcter supranacional, la inclusin de elementos del modelo de regionalismo debe ser un proceso realista, con objetivos realmente rea-lizables, de lo contrario se terminar dando razn a quienes argumenta que se trata solo de retrica.

    Es claro entonces que el Mercosur ha transformado su agenda de inte-gracin para incluir adems de los temas comerciales, objetivos sociales y preocupaciones neo-desarrollistas, lo que refleja que existe una crecien-te aceptacin que el bloque necesita medidas estructurales ms profundas para sobrevivir y superar el riesgo de descomposicin (Celli, Marcus, Tus-sie y Peixoto, 2011: 52). La adopcin

    de estas medidas estructurales implica superar el modelo de regionalismo es-tratgico. Por ello, lo definimos como un eje revisionista, que no plantea ni un retorno al proteccionismo ni una ruptura con el sistema mundial de co-mercio, sino que se propone superar las limitaciones que ha tenido la integra-cin en aspectos como el tratamiento de las asimetras, la transformacin productiva y la equidad en la distribu-cin de las ganancias y prdidas de la integracin, elementos no previsto en la pura lgica competitiva del modelo de regionalismo estratgico. En trminos de modelo, esto ha significado que el Mercosur constituya actualmente un complejo proceso de integracin, una suerte de hibrido en el cual existen objetivos, instrumentos e instituciones de los modelos de regionalismo estrat-gico, regionalismo social y regionalismo productivo (vase la figura 2)

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    Estudios Internacionales 175 (2013) Universidad de Chile

    3.2 El modelo del eje de integracin abierta

    El eje de la integracin abierta adopta buena parte de las premisas del modelo de regionalismo estratgico. Sin embargo, a diferencia del modelo del Mercosur previsto en el Tratado de Asuncin, en este eje se ha adoptado por formas de integracin norte-sur y una agenda de integracin profunda. La razn de esta situacin es que este eje se construy en torno a la firma de TLC bilaterales, cuyo fundamento es el TLCAN.

    La firma de los TLC ha sido parte de un intenso debate en la regin. En Amrica Latina se ha argumentado que los TLC profundizan la natura-leza asimtrica de las negociaciones comerciales hemisfricas y reducen la posibilidad de acuerdos comerciales recprocos (Bouzas, 2005: 17). Tambin se argumenta que en los TLC se ha cedido en disciplinas y estrategias de desarrollo comprometiendo no slo el manejo de recursos estratgicos sino el propio control de los mismos, dadas las concesiones en inversiones y solucin de controversias (Fairlie, 2006: 193). Tambin se alega que los TLC pueden afectar los procesos subregionales de integracin, la mayora de los cuales estn en la etapa de unin aduanera. Como los tratados han sido finalmente suscritos por cada pas en forma indivi-dual y no por los esquemas regionales actuando como grupos, esto implicara perforar la unin aduanera y diluir las posibilidades de una poltica comercial

    comn. Adems, para los esquemas de integracin que pretenden convertirse en mercados comunes, los TLC crean un marco normativo en sectores como la propiedad intelectual, servicios e inversiones adaptados al modelo TLCAN, sin respetar la normativa subregional existente o, en el caso de que no existan avances en estas reas, imponindola de antemano. Esto habra generado una irrelevancia de los proce-sos de integracin regional o profundas crisis internas en estos estos, como en el caso de la Comunidad Andina (CAN), en la cual se produjo una divisin entre sus miembros sobre la conveniencia de suscribir un TLC con Estados Unidos. Esta fue la razn alegada por el gobier-no de Hugo Chvez en Venezuela para retirarse de la CAN en 2006 y explica la actual divisin de este bloque en un eje Bogot-Lima y otro Quito-La Paz.

    En trminos de modelos de integra-cin, los cuatro TLC hasta ahora sus-critos entre los pases latinoamericanos son ntida expresin del modelo TL-CAN. Del anlisis del contenido de los acuerdos suscritos por Estados Unidos con Chile, Amrica Central y Repblica Dominicana, Per y Colombia, puede observarse que buena parte de las nor-mas y disciplinas del TLCAN y de las propuestas del ALCA sirvieron de base a los TLC. Por ejemplo, el TLCAN, como el proyecto del ALCA, se basa en los principios de trato nacional, que se transform en trato local (en el sentido de limitar la capacidad de los gobiernos locales o regionales de establecer algn tipo de medida de apoyo regional o

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    sectorial) y transparencia (Estay y Daza, 2005: 51). En trminos de acceso a los mercados, en el TLCAN se propone la creacin de una amplia zona de libre comercio para la totalidad del universo arancelario mediante un proceso de liberalizacin arancelaria lineal a travs del mecanismo de las listas negativas, con un universo arancelario significa-tivo desgravado en la fase inicial del proceso de integracin. Estos principios y esta metodologa de liberalizacin comercial se propuso para el fallido ALCA y fueron luego incorporados en los TLC suscritos por Estados Unidos con los pases de Amrica Latina (Cf. Briceo Ruiz, 2009).

    La agenda no arancelaria de los TLC es la tpica de un acuerdo de integra-cin profunda como la promovida por el modelo TLCAN. Es evidente la similitud de temas con relacin a los negociados en el ALCA. Este es un as-pecto central de la estrategia de Estados Unidos, que ofrece una apertura de su mercado a cambio de la adopcin de normas OMC plus en temas rele-vantes, algunos de los cuales ni siquiera han sido negociados en el mbito de la OMC. En este sentido, los temas no arancelarios de los TLC bilaterales son exactamente los mismos promovidos en la Agenda Singapur, ya regulados en el TLCAN y que pretendieron ser normados en el ALCA. En concreto, estos temas son las inversiones, los servicios, las compras gubernamen-tales y la propiedad intelectual. Los pases latinoamericanos han aceptado compromisos OMC plus que suponen

    disciplinas ms exigentes que las que estn vigentes en el plano multilateral. Contrasta en cambio la escasa regula-cin a las cuestiones no arancelarias relativas al acceso a los mercados. En concreto, no existe normativa para regular las normas anti-dumping y los derechos compensatorios, mecanismos de proteccin para-arancelaria bastante utilizados por Estados Unidos. Como en el caso del ALCA, el tema de los subsidios y apoyos a la agricultura tam-poco es regulado en los TLC (Briceo Ruiz, 2009).

    La Alianza del Pacfico tambin adopt el modelo TLCAN. Dos elementos distintivos de ese modelo de integracin estn presentes en el nuevo bloque regional: su carcter exclusivamente comercial y abierto, y su agenda de integracin profunda. La Alianza del Pacfico asume estas dos premisas. En la Declaracin Presi-dencial del encuentro de Lima en abril de 2010, se seala de forma expresa el compromiso con el libre comercio. Al respecto se asevera que los acuerdos de libre comercio ofrecen una excelente plataforma que facilita y propicia la integracin de nuestras economas; y () reafirmando que los acuerdos que alcancemos en el marco de esta iniciati-va debern contribuir y profundizar los acuerdos econmicos, comerciales y de integracin que nuestros pases hayan suscrito a nivel bilateral, regional y multilateral (Declaracin presidencial sobre la Alianza del Pacfico, 28 de abril de 2011). Este objetivo fue ratificado en el Acuerdo Marco firmado en Pa-

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    ranal, Antofagasta, en junio de 2012, en el cual se expresa la conviccin de fortalecer los acuerdos de integracin como espacios de concertacin y convergencia, orientados a fomentar el regionalismo abierto, que inserte a las partes eficientemente en el mundo glo-balizado y las vincule a otras iniciativas de regionalizacin (Acuerdo Marco del Alianza del Pacifico, Prembulo).

    La Alianza del Pacfico plantea la meta de lograr la convergencia de los acuerdos comerciales existentes en un bloque regional que se propone una accin conjunta para influenciar en la dinmica poltico-econmica de la regin. La idea es reemplazar por un solo acuerdo comercial la diversidad de acuerdos existente entre los pases de la Alianza: Colombia con Mxico en el G-2 (que sustituy el G-3 ante el retiro de Venezuela); Colombia con Chile en dos acuerdos comerciales de 1994 para bienes y de 2007 para servicios y otras reglas de comercio exterior; Chile con Mxico, Chile con Per, y el libre comercio entre Colom-bia y Per, reglamentado en el proceso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) (Viera Posada, 2011). Por otro lado, tambin se propone avanzar ms all de la zona de libre comercio, pues se plantea avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre cir-culacin de bienes, servicios, capitales y personas (Declaracin presidencial sobre la Alianza del Pacfico, 28 de abril de 2011). En la teora de la integracin esto ltimo supone avanzar hacia la creacin de un mercado comn, fase

    en la cual se promueve la libre circula-cin de factores productivos (capitales, servicios, personas).

    Luego de casi dos aos de haberse creado la Alianza, no se ha logrado an homologar los acuerdos previos ni crear una zona de libre comercio. No obstante, en la XXII Cumbre Iberoame-ricana realizada en Cdiz, Espaa, en noviembre de 2012, se produjo un encuentro de los Presidentes de la Alianza del Pacfico. En su Declaracin Final refrendaron su compromiso de concluir la negociacin en materia de Acceso a Mercados durante el primer cuatrimestre de 2013 (Declaracin Conjunta de los Presidentes de la Alian-za del Pacfico, Cdiz, Espaa, 17 de noviembre de 2012).

    La Alianza del Pacfico se mantiene apegada a la agenda de integracin profunda, algo que se reconoce en la Declaracin de Lima, cuando los presidentes acuerdan crear un rea de Integracin Profunda mediante un proceso de articulacin poltica, econ-mica y de cooperacin e integracin en Amrica Latina (Declaracin de Lima, abril 2011). Aunque en la Declaracin de Lima no se establece el compro-miso de suscribir normas OMC plus sobre los temas de integracin, esto es comprensible porque los cuatro pases miembros (Colombia, Chile, Per y Mxico) ya han adoptado este tipo de normas, la mayora de ellas en los tra-tados bilaterales de libre comercio que han suscrito con Estados Unidos. En consecuencia, lo que puede acontecer es una convergencia de esta normativa

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    OMC plus en el Acuerdo Marco que se propone homologar los acuerdos ya existentes, como se prev en la Decla-racin de Lima. Destaca, no obstante, que se adopte la expresin integracin profunda para describir al bloque re-gional. En la Declaracin de Lima esta se ampla para referirse al movimiento de personas y de negocios, facilitacin del trnsito migratorio, cooperacin judicial, facilitacin del comercio y coo-peracin aduanera, servicios, capitales, incluyendo la posibilidad de integrar las bolsas de valores (Declaracin de Lima, abril de 2011).

    Como se ha demostrado en esta seccin, el modelo TLCAN es el fun-damento orientador tanto de los TLC bilaterales como de la recin creada Alianza del Pacfico. Existe en conse-cuencia una relacin directa entre el eje del regionalismo abierto y la estrategia regionalista promovida por Estados Unidos, pues existe una relacin directa en trminos de agenda, instrumentos y disciplinas entre lo acordado en el TLCAN y la Alianza del Pacfico (vase figura 3).

    Ahora bien, mientras los TLC son un claro ejemplo de regionalismo estra-tgico norte-sur, la Alianza del Pacfico

    se presenta como un modelo ms dif-cil de catalogar, pues aunque incluye un amplia liberalizacin comercial y una agenda de integracin profunda con compromisos OMC plus, se trata sin embargo, de un acuerdo sur-sur (vase figura 4). Adems, un elemento central del modelo de regionalismo estratgico es la exclusin de sectores considerados importantes (la energa en el TLCAN, los automviles en el Mercosur). No existe an un acuerdo de libre comercio de la Alianza y por ello no es posible delimitar si algunos sectores estratgicos sern excluidos del proceso. No obstante, si el acuerdo se llega a basar en el modelo TLCAN es posible que se adopte un modelo de regionalismo estratgico. Si esto sucede, puede emerger una nueva categora en la tipologa de acuerdos basados en el regionalismo estratgico. Esta no se asimilara ni al TLCAN (ejemplo de regionalismo estratgico norte-sur) o al Mercosur del Tratado de Asuncin (ejemplo de regionalismo estratgico sur-sur). Esta nueva modalidad repre-sentanda por la Alianza del Pacfico (regionalismo estratgico sur-sur con agenda de integracin profunda OMC plus) constituye un anomala en uno de los tres tipos ideales propuesto en la seccin 2 de este trabajo.

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    Sin embargo, como seal Max We-ber, los tipos ideales son construcciones mentales o, en sus palabras, utopas racionales, que es imposible encon-trar empricamente en toda su pureza (cf. Weber, 2003). En consecuencia, es posible encontrarnos con aspectos de la realidad que no coinciden exactamente con un tipo ideal. En sociologa, el con-cepto de desviacin sirve para explicar algn tipo de comportamiento que se aleja de un tipo ideal. Sin embargo, la existencia de desviaciones del tipo ideal no destruye la funcin heurstica de este, evitando adems una ampliacin ex post facto de la tipologa original.

    Si tomamos en cuenta estas con-sideraciones, la Alianza del Pacfico representa una desviacin que deriva esencialmente del hecho de que a pesar de ser un acuerdo sur-sur se promueva una agenda de integracin profunda con acuerdos OMC plus. Esto sera ms propio de la variante norte-sur del modelo de regionalismo estratgico. Esta desviacin se explica por el hecho de que los miembros de la Alianza del

    Pacfico ya han suscrito TLC con pases del Norte donde se han aprobado nor-mas OMC plus. En consecuencia, para estos pases simplemente se trata de lograr convergencia de una normativa ya vigente desde hace varios aos. Salvo esta anomala, la Alianza se ajusta a los parmetros del modelo de regionalismo estratgico.

    3.3 El modelo del eje antisistmico del ALBA

    Existe un debate sobre si el eje an-tisistmico representado por el ALBA puede ser catalogado como un proceso de integracin econmica. Desde el punto de vista de la teora liberal, el ALBA no es un proceso de eliminacin de barreras ni que se realiza de forma gradual a partir de una zona de libre comercio hasta la unin econmica. La cuestin es que el ALBA pretende ser un nuevo modelo que rompe con esta lgica de integracin. En este sentido, la experiencia europea no es un modelo para el ALBA. El modelo de integracin del TLCAN tampoco se relaciona con el ALBA pues este incluso nace como alternativa al ALCA, propuesta de integracin inspirada a su vez en el acuerdo suscrito en Amrica del Norte. Esto nos lleva a un tema crucial para entender al ALBA: esta se presenta como un modelo alternativo de inte-gracin (Regueiro Bello, 2008) o como una forma de integracin que no parte de lo mercantil (Bossi, 2005). En este sentido, el actualmente se define como un modelo de integracin no capitalista.

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    No obstante, aunque el ALBA se describe como un modelo no capita-lista, tampoco se dan muchos detalles de este modelo. El nico modelo no capitalista de integracin conocido en el mundo ha sido el Consejo de Ayuda Mutua Econmica (CAME o Comecon), que agrupaba a los pases del antiguo bloque sovitico. Aunque en el ALBA existen mecanismos como el comercio compensado y ciertas for-mas de bilateralismo que la asemejan al Comecon, este tena caractersticas como la planificacin econmica que estn ausentes en el ALBA.

    El ALBA tampoco se basa en las premisas cepalistas de una integracin al servicio de la industrializacin regio-nal. En la ptica de los promotores del ALBA este esquema regional no poda basarse en las propuestas estructuralis-tas-cepalistas porque estas concedan un papel importarte a las burguesas industrializantes (Martnez, 2006a: 13). Estas ltimas habran sido arrasa-das por el neoliberalismo y se habran estructurado en torno a la liberali-zacin y especulacin financiera y al servicio de las ETN (Martnez, 2006a: 13). El ALBA sera entonces un nuevo modelo de integracin. Esta iniciativa de integracin sera una respuesta contestataria, propositiva y alternativa real frente al capital, en tanto construye un tipo de integracin no articulado por las empresas transnacionales, el mercado, el comercio, como lo hizo la integracin que precedi el ALBA -integracin cepalina e integracin neoliberal- sino que est trabajando por

    colocar el desarrollo humano como su objetivo supremo (Prez Garca, 2010: 49; cursivas en el original).

    La divisin tradicional formulada por Bela Balassa de las etapas de la integracin regional, que van gradual-mente de una zona de libre comercio a una unin econmica, no existen en el ALBA. En vez de ello, el ALBA se basa en la idea de que la integracin no puede reducirse al comercio, ni medir sus avances por el crecimiento del intercambio comercial, ni encerrarse entre las rejas del libre comercio. Por ello, no se propone abolir el comercio sino reafirmar que la integracin es mucho ms que hacer comercio y que incluso no puede contentarse la inte-gracin verdadera con cualquier clase de comercio (Martnez, 2006b: 78).

    Se admite entonces el comercio como componente del proceso, pero este debe estar sometido a los objetivos de desarrollo del proceso de integra-cin. Esto implica formas de comercio compensado y mecanismos para favo-recer a los pases ms dbiles mediante precios preferenciales o comercio de trueque (Martnez, 2006: 79). Este nuevo modelo de integracin promo-vera un comercio ms bien basado en las ventajas cooperativas, en vez de apoyarse en la lgica tradicional de las ventajas comparativas. Igualmente, el ALBA se basara en instrumentos de compensacin entre los pases, que en vez de ganar y vender bajo una lgica de ganancia comenzaran a comerciar en funcin de lo que un pas produce y necesita (vase Sader, 2006).

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    Inicialmente, la mayor parte de la agenda y los instrumentos desarrol-lados por el bloque regional se concen-traron en la cooperacin energtica (Petrocaribe, Petrosur) y los intentos de internacionalizar los programas so-ciales que en Venezuela se denominaron Misiones. No obstante a partir de 2007 comenzaron a aprobarse instrumentos de tipo econmico como un mecanismo de pago para las transacciones comer-ciales (el denominado Sistema Unitario de Compensacin Regional SUCRE-), mecanismos financieros como el Banco del ALBA y la cooperacin en materia productiva (la creacin de empresas grannacionales). Como se puede obser-var, comienza a desarrollarse una agen-da de integracin econmica, pese a que el comercio no era parte del proyecto de integracin. Esto se pretende consolidar en febrero de 2012, cuando se decidi crear el denominado espacio econmico del ALBA-TCP (ECOALBA-TCP) que se propone incrementar el grado de in-terdependencia econmica y comercial entre los pases del ALBA. No obstante, esto no se pretende lograr promoviendo la creacin de una zona de libre comer-cio o adoptando formas tradicionales de integracin comercial. Segn el Acuerdo creador del ECOALBA-TCP, este se concibe como como una zona econmica de desarrollo compartido interdependiente, soberana y solidaria, destinada a consolidar y ampliar un nuevo modelo alternativo de relacio-namiento econmico para fortalecer y diversificar el aparato productivo y el intercambio comercial, as como es-

    tablecer las bases para los instrumentos de carcter bilateral y multilateral que las Partes suscriban en esta materia, con miras a la satisfaccin de las ne-cesidades materiales y espirituales de nuestros pueblos (Acuerdo para la Constitucin del Espacio Econmico del ALBA-TCP (ECOALBA-TCP), 2012).

    En consecuencia, se puede describir al ALBA como esquema de integracin que adopta las premisas de los modelos social y productivo. Es notorio que el ALBA, como expresin de un eje antisistmico que es crtico del orden mundial existente, difcilmente puede plantearse como meta insertarse en los mercados globales a partir de una pla-taforma de integracin regional. En vez de ello, intenta fomentar instrumentos para el desarrollo productivo conjunto, como seran las denominadas Empresas Grannacionales. Estas se orientarn a privilegiar la produccin de bienes y servicios para la satisfaccin de las necesidades humanas garantizando su continuidad y rompiendo con la lgica de la reproduccin y acumulacin del capital (Secretara Ejecutiva del ALBA TCP, 2010a: 1). Se trata de empresas de los pases del ALBA integradas pro-ductivamente, cuya produccin se des-tinar fundamentalmente al mercado intra-ALBA, para configurar una zona de comercio justo y cuya operacin se realice de manera eficiente (Secretara Ejecutiva del ALBA TCP, 2010a: 1). A esta poltica de integracin productiva se sumaba un conjunto de propuestas en el rea social. En un documento

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    reciente de la Secretara Ejecutiva del ALBA TCP se la describe como una alianza para combatir la exclusin so-cial. En este sentido, propone un mode-lo social de desarrollo que concentra los esfuerzos en reas prioritarias como son la educacin, salud, alimentacin, medio ambiente, cultura, energa y tecnologa (Secretara Ejecutiva del ALBA TCP, 2010b: 2).

    Conclusiones

    La integracin econmica regional en Amrica Latina atraviesa por un nuevo periodo que se caracteriza por el fin de la hegemona del enfoque de integracin abierta y vinculada a la re-forma econmica neoliberal imperante en la dcada de 1990. A esto se suma la creciente heterogeneidad regional en trminos de la comprensin que los diversos actores estatales y no estatales tienen sobre cul modelo de integracin debe ser adoptado en esta nueva fase del regionalismo latinoamericano. Como consecuencia, se observa por un lado una proliferacin de iniciativas que incluyen esquemas de cooperacin y concertacin poltica, cooperacin

    econmica e integracin regional, todas ellas parte de un cada vez ms diverso regionalismo latinoamericano; por el otro, se percibe el surgimiento y consolidacin de ejes de integracin econmica regional que han adoptado distintos modelos econmicos para organizar los espacios subregionales en construccin.

    Es evidente la fragmentacin su-bregional de la integracin latinoame-ricana al menos en tres ejes: un eje de integracin abierta, representado por la Alianza del Pacfico y los TLC; un eje revisionista, cuya manifestacin es el denominado nuevo Mercosur; y un eje antisistmico personificado por el ALBA. Estos tres ejes de integracin han adoptado modelos de integracin econmica muy diversos. Mientras el Mercosur revisa su modelo de regio-nalismo estratgico plasmado en el Tratado de Asuncin y lo amplia con polticas de regionalismo social y regio-nalismo productivo, el ALBA pretende ser un nuevo modelo de integracin no basado en el comercio y la ganan-cia mercantil sino en la solidaridad la complementacin y la cooperacin. La Alianza del Pacifico, por su parte, reivindica las polticas de regionalismo abierto, incluso apoyando una estra-tegia de integracin que favorece una agenda ms propia de iniciativas de tipo norte-sur.

    Este escenario fragmentado de la integracin econmica regional expresa la cartografa de los cambios polticos ocurridos en Amrica Latina. Mientras que los gobiernos de orientacin ms

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    conservadora defienden el modelo de la dcada de 1990, los gobiernos de los ejes revisionista y antisistmico expre-san la orientacin hacia la izquierda de los gobiernos de sus pases miembros. Ahora bien, mientras que pases como Argentina, Brasil y Uruguay han im-pulsado una revisin de elementos de la estrategia de integracin de 1990, los miembros del ALBA se proponen una ruptura con las formas tradicionales de integracin econmica basadas en el libre comercio. En este contexto, la vieja idea de construir un mercado regional latinoamericano (el mercado comn que Prebisch propuso en los aos 1950) es cada vez ms lejana.

    Existen otros elementos que des-tacan de esta nueva realidad regional. Algunos de ellos son contradictorios pues en el mbito poltico y funcional del regionalismo se observan iniciativas innovadoras como la UNASUR y la Comunidad de Estados de Amrica La-tina y el Caribe (CELAC). Igualmente, se observan contradicciones en el eje ALBA, debido al reciente ingreso de Venezuela al Mercosur; la presencia de Nicaragua en ese bloque a pesar de ser parte del CAFTA-DR o la an presencia de Colombia y Ecuador en la muy debilitada Comunidad Andina, que junto con el Sistema de Integracin Centroamericano son dos viejos ejes que tratan de mantenerse a pesar de la creciente preferencia de sus miembros por ser parte de los nuevos ejes surgidos en los aos 2000.

    Aunque complejo y contradictorio, el escenario descrito en este artculo

    demuestra la persistencia del regiona-lismo latinoamericano en general y de las iniciativas de integracin econmica en particular. A pesar de la heterogenei-dad poltica regional y las limitaciones que desde fines de la dcada de 1990 mostraron las iniciativas en marcha, la integracin persiste. Incluso pases como Chile, que los aos 1990 se neg a ser parte de algn esquema econmico regional en Amrica Latina, ahora es fundador de la Alianza del Pacfico.

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