breal de orocual

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Domingo 19 de Diciembre de 2010 La Navidad venezolana tiene sabor a hallaca Con almendras o sin ellas; con garbanzos o huevo, la multisápida es la reina de una mesa decembrina en la que tampoco faltan los ponches, la ensalada de gallina y el pan de jamón. Foto Avelino Rodrigues ı 9-14 ı Metralla En Venezuela vivió un felino prehistórico único en el mundo Foto Cortesía IVIC ı 3 ı

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Una de las investigaciones más importantes de la historia de Venezuela, referido a especias como el tigre dientes de sable

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Page 1: Breal de Orocual

Domingo 19 de Diciembre de 2010

La Navidadvenezolana tiene

sabor a hallacaCon almendras o sin ellas; con garbanzos o huevo, la multisápida es la reina de una mesa decembrina en la que tampoco faltan los ponches, la ensalada de gallina y el pan de jamón.Foto Avelino Rodrigues

ı 9-14 ı

MetrallaEn Venezuela

vivió un felinoprehistórico

único en el mundoFoto Cortesía IVIC

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Suplemento dominical del 3

La nueva especie

encontrada en la patria

de Bolívar

es el gran hallazgo

en 100 años de historia

de la paleontología

suramericana

Várvara Rangel HillF/ Luis Franco-Archivo CO-IVIC

Sus antepasados están en África. Desde Amé-rica del Norte recorrie-ron miles de kilómetros

para llegar hasta aquí. Vinieron buscando nuevos territorios para cazar. Después de mucho andar, hace aproximadamente dos millones de años una posi-ble manada de tigres dientes de cimitarra y un felino dientes de sable encontraron en el orien-te de Venezuela un lugar para reinar, con una variedad de mamíferos gigantes que devo-raban a su antojo, una vez que las víctimas caían presas de un primitivo pozo de asfalto.

La breve historia se despren-de de los estudios de los últi-mos restos fósiles de felinos encontrados en Venezuela, con la novedad de que entre los huesos de los siete tigres se halló casi completo un cráneo, que permitió identificar una nueva especie prehistórica. El hallazgo ocurrió el 27 de abril de 2007, durante los trabajos de exploración de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), en lo que hoy se conoce como el Breal de Orocual, a 20 kilómetros de Maturín, capital del esta-do Monagas. En esa localidad oriental han encontrado hasta ahora restos esqueléticos de al menos 34 especies de animales prehistóricos.

“Esta es la primera vez, en 100 años de la historia de la paleontología suramericana, que se consigue esto. Es una cosa muy obvia para ignorar-la. No es que no apareció en los otros países por el azar. Los ejemplares deben estar en esos países; simplemente no hemos buscado en los estratos apropiados”, afirmó el paleon-tólogo a cargo del estudio, As-canio Rincón, investigador del Centro de Ecología del Institu-to Venezolano de Investigacio-nes Científicas (IVIC).

La nueva especie de tigre prehistórico encontrado en la tierra que vio nacer al Liberta-

una alegoría a Venezuela, por-que se considera un “hito de la paleontología latinoamericana” por las características del gran hallazgo del Breal en las cerca-nías de la población de Orocual de Los Mangos.

Los Homotherium pertenecen a la familia de todos los gatos, la Felidae, a la subfamilia Ma-charodontinae, que son todos los tigres con dientes largos, pero dentro de la tribu de los Homo-theriini, que separa a los tigres dientes de cimitarra de los de sable.

Rincón aclaró que los tigres dientes de sable y de cimitarra son aquellos felinos grandes

dor, llevará el nombre científico de Homotherium venezuelensis, en homenaje al país en el que se encontró y por sus particu-laridades, que lo diferencian de otras especies felinas regis-tradas en diversos yacimientos fósiles del planeta.

Rincón precisó que Homothe-rium viene del griego y signifi-ca “la bestia hombre”, nombre que provine del primer hallaz-go de este espécimen ocurrido en Italia, que se describió por su parecido a un humano, pero siendo una bestia. En cuanto al epíteto específico venezuelensis -viene a ser una suerte de ape-llido del animal- es obviamente

que vivieron en todo el mundo y que tienen como peculiaridad principal los dos caninos supe-riores “hipertrofiados o súper desarrollados”.

Los caninos de los tigres se asemejan a la famosa espada árabe (cimitarra) con un do-blez pronunciado en el hierro; la base del colmillo es más ro-busta y su extensión es corta. A diferencia de los populares ti-gres dientes de sable que tienen forma de hoz, como una curva continua, su base es más fina y su extensión es más alargada; es más “estilizada”, detalló.

Continúa en la siguiente página

METRALLAla

El felino dientes de cimitarra será nombrado científicamente Homotherium venezuelensis

Venezuela tiene restos fósilesde un tigre prehistórico

único en el mundoUn gran felino ß Medía un metro veinte

centímetros de alto.

ß Era un animal corpulento de unos 300 a 350 kilogramos

de peso.

ß Comparado con otros felinos, tenía un cráneo pequeño.

ß Su mandíbula venía dotada de armas letales: dos caninos con forma de cimitarra.

ß Sus garras con extensiones de keratina podían pasar de cinco a diez centímetros de largo.

ß Era capaz de desarrollar carreras rápidas pero cortas.

ß Con la fuerza de un golpe mataba a su presa

casi instantáneamente.

8,5 cm

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Suplemento dominical del4 METRALLAla

NUESTRO PROPIO FELINOEn entrevista con el Correo

del Orinoco, Rincón comparó el ejemplar de Monagas con dos moldes de cráneos de feli-nos dientes de cimitarra pro-venientes de China y Estados Unidos. “La mayoría de los ti-gres dientes de cimitarra tienen el hocico alargado, al igual que paladares, pero en el caso del ejemplar de Venezuela el pala-dar es bastante más corto y eso da otro montón de modificacio-nes a partir de ese rasgo”.

Mencionó que, en general, presenta una reducción en la longitud del rostro. En el pala-dar el diente inmediato al ca-nino más prominente no está separado, como se detectó en los restos fósiles asiáticos y es-tadounidenses.

Por su rostro pequeño se po-dría suponer que el felino dien-tes de cimitarra venezolano te-nía habilidades para cazar más reducidas, por las dimensiones y modificaciones de su rostro. El investigador insiste en que no por eso dejaba de ser una máquina letal, que se impulsa-ba con sus huesos robustos.

Con el hueso de una pata de-lantera (un húmero) en la mano, Rincón expuso que se trataba de un animal corpulento de unos 300 a 350 kilogramos de peso y de un metro veinte cen-tímetros de alto. Tenía un crá-neo pequeño dotado de armas letales, como sus garras con extensiones de keratina que po-dían pasar de cinco a diez centí-metros de largo. “Sólo la fuerza del golpe mataba a la presa casi instantáneamente”.

“Un tigre dientes de sable o cimitarra, cuando iba a atacar a un animal, lo primero que usa-ba eran sus armas disponibles, todo el arco de los dientes inci-sivos; después de que el animal estaba abatido, buscaba el cue-llo para someter la tráquea”. Primero rompía, luego mataba y después comía. “No era una máquina tan perfecta de ma-tar”, comentó.

Por su corpulencia, el fósil fe-lino de Monagas hace suponer que hacía carreras rápidas pero cortas, y que se cansaba rápida-mente por su peso. “Podemos presumir que era un animal que cazaba por emboscadas, que no corría, que se ocultaba entre los arbustos para esperar a que las presas pasaran. Los depósitos de asfaltos activos de la época atrapaban presas, eran visco-

sos, pegajosos e impermeables, atrapaban a los animales que cruzaban esa superficie. El tigre aprovechaba esa circunstancia para cazarlo; sin embargo, él también quedó atrapado”, ar-gumentó el investigador.

Afirmó que en el yacimiento paleontológico de Orocual hay unos 200 elementos esqueléti-cos de los felinos. Por ahora, han extraído restos de mandíbulas parciales y dientes que indican la presencia de al menos siete de la clase Homotherium vene-zuelensis en el mencionado sitio de excavación.

Una de las hipótesis es que “andaban en manada”, por la presencia de un canino roto y muy desgastado. Cuando un animal “pierde” algunos de sus elementos de cacería ve reduci-da su acción y probablemente no sobrevive. Debió depender de la compañía de otros de su especie. “Necesariamente, al-guien tuvo que alimentarlo en algún momento; si no, se moría de hambre”, acotó el paleontó-logo. Por esta razón no descar-tan que haya sido carroñero, además de cazador.

Otra opción es que por las descripciones de los felinos ha-llados en Rancho Los Ángeles, California (Estados Unidos), se piensa que tuvieron un com-portamiento gregario, como el de los leones africanos hoy día. “Las hembras cazaban, los ma-chos se aprovechaban. Las hem-bras que no podían cazar eran alimentadas por las que sí lo ha-cían”. También habría hembras que se encargaban de la guarde-ría de las crías”, refirió.

No se sabe con certeza si los restos fósiles de los siete felinos dientes de cimitarra venezo-lanos eran hembras o machos, dado que aún no han encontra-do evidencias de dimorfismo sexual, aclaró Rincón.

¿CÓMO LLEGARON?El paleontólogo del IVIC de-

claró que los tigres dientes de ci-mitarra se originaron en África hace unos 4,5 millones de años. Estas bestias cruzaron Europa, continuando su evolución se diversificaron y se esparcieron por Asia y Norteamérica. “El último registro de tigres dien-tes de cimitarra que se halló en el continente americano, fue en el sur de Texas en 1986”. Pero de América del Norte debieron bajar al Sur, según la teoría del Gran Intercambio Faunístico de

Viene de la página anterior

Estados Unidos

Venezuela

Uruguay

Rancho La BreaLos Ángeles - California

Mar Caribe

Océano Atlántico

Breal en Orocualde Los MangosEstado Monagas

Cueva FriesenhannEstado de Texas

Montevideo

Estados

Montevideo

Los tigres dientes de cimitarra (del género Homotherium) colonizaron Eurasia y Norteamérica hace unos tres millo-nes de años. Se cree que los felinos dientes de sable (del género Smilodon) se originaron en América del Norte. Cuando lo que hoy se conoce como Panamá unió el con-tinente americano los carnívoros migraron del norte al sur, mientras que los grandes mamíferos suramericanos lo hicieron del sur al norte. La presencia del felino Homo-therium venezuelensis en la patria de Bolívar es un indicio que confirma estas migraciones, que se supone comenza-ron hace tres o cuatro millones de años.

Océano Pacífico

Cubil en el que se hallaron una gran cantidad de huesos del tigre Homotherium serum, incluyendo dientes de leche.

Los restos esqueléticos de un tigre dientes de sable (Smilodon gracilis) y siete tigres dientes de cimitarra (Homotherium

venezuelensis), con una edad de 2,5 millones de años y características únicas, se convierten en el

gran hallazgo de los últimos 100 años de paleontología latinoame-ricana. Es la primera evidencia de estos carnívoros en América del Sur.

En 2003 se encontraron frag-mentos muy pequeños de la mandíbula de un fósil que se sospechaba pertenecía a un tigre dientes de cimitarra (Homotherium), pero el mal estado de la muestra no permi-tió una certera identificación.

Resguarda los famosos pozos de alquitrán que atraparon animales y plantas prehistóricas. Uno de los hallazgos más importantes ha sido el tigre dientes de sable: Smilodon fatalis, un súper carnívoro consi-derado el tope de la cadena ali-menticia para ese momento.

Gran intercambiofaunístico de las Américas

Smilodon fatalis

Homotherium serum

Homotheriumvenezuelensis

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Suplemento dominical del 5METRALLAla

las Américas, hace tres o cuatro millones de años.

Aunque la conexión fue hace 3,5 millones, se cree que hay animales que pudieron saltar antes por medio de islas.

El cráneo fósil felino vene-zolano, con sus 2,5 millones de años, es un eslabón perdido que conecta a los hallazgos de Norteamérica con lo encontra-do en 2003 en las cercanías de Montevideo, Uruguay: se trata de fragmentos muy pequeños de la mandíbula de un fósil que se cree que pertenecía a un ti-gre con dientes de cimitarra. No obstante, la muestra estaba tan deteriorada que no permi-tió una identificación certera.

Como dato adicional, el pri-mer registro de un felino prehis-tórico en Venezuela correspon-de a un tigre dientes de sable de hace 25 mil a 27 mil años, en el Mene de Inciarte, estado Zulia, también de la autoría de Asca-nio Rincón. Posteriormente se hallaron otros restos en una cueva en las cercanías de Tuca-cas, estado Falcón. Pero los en-contrados en Monagas son los “más antiguos e interesantes”.

LA DATACIÓN Por 65 millones de años Sura-

mérica estuvo aislada, “era un continente isla” en el que evolu-cionaron los mamíferos gigan-tes que lo poblaron. De ahí sur-

gieron “cachicamos gigantes” y otros animales endémicos de nuestra región, pero que se ex-tinguieron.

El investigador afirmó que hace tres millones de años no ha-bía carnívoros como lobos, osos o tigres en nuestro continente isla y, por ende, en Venezuela. “Pero cuando la actual Panamá, siendo empujada hacia el nores-te, conecta el norte con el sur de América, todo lo que estaba en esos dos subcontinentes migró de un extremo al otro”. Las in-vestigaciones en otras partes del planeta apuntan precisamente hacia la búsqueda de los mamí-feros suramericanos en el norte del continente.

Rincón soporta esta afirma-ción con otros restos fósiles ha-llados en el Breal de Orocual. Junto a la mandíbula del dien-tes de sable, encontraron un canino con la genuina forma de un sable, de la especie Smilodon gracilis, que vivió en América del Norte entre 2 y 2,5 millones de años.

“Esto nos da una edad relati-va del dientes de cimitarra (de Orocual). La aplicación de car-bono 14 en este caso no funcio-na, sólo mide hasta 50 mil años, por lo que no iba a dar una fecha confiable”. “Recurrimos a fecha-mientos relativos, por medio de la fauna que encontramos aso-ciada al ejemplar”, puntualizó.

DE LA MIGRACIÓN ENTRE LOS DOS SUBCONTINENTES

“Se ha hablado mucho del gran intercambio biótico de las Américas. Toda la evidencia ha venido de Estados Unidos y Argentina. Pero, ¿qué pasaba en la mitad? ¿Qué pasaba en los países como Venezuela y Co-lombia, el punto de salida o en-trada de todos esos animales?”, cuestionó Rincón, respondién-dose inmediatamente. El Ho-motherium venezuelensis es una de “las primeras evidencias del gran intercambio de las faunas al norte de América del Sur”.

La afirmación del investiga-dor es coherente con los restos fósiles encontrados en los ya-cimientos paleontológicos más importantes de la región.

“Los depósitos de asfalto son trampas para carnívoros. En Rancho La Brea, en Los Ange-les, California, la mayoría de los restos son de tigres de sa-ble Smilodon fatalis, el otro más común son de un lobo (Canis dirus), que es un animal que se aprovechó de lo adhesivo del petróleo, que se sientan a espe-rar que un caballo o un camello caiga atrapado en el asfalto para saltar sobre la prensa y morir también; igual que los zamuros y otros depredadores. El caso del Breal de Orocual no es muy diferente”, relató.

Dijo que en el yacimiento fósil

estadounidense, en general los dientes de sable pertenecen a la especie Smilodon fatalis, con un solo ejemplar de tigre Homothe-rium. Pero esta relación se invier-te en el yacimiento fósil de Mo-nagas. La mayoría de los dientes de sable son Homotherium con un ejemplar del canino tipo sable.

“Aparentemente el tigre Ho-motherium sobrevive al Pleisto-ceno tardío. Hace 25 mil años vivía en Norteamérica, pero no sabemos qué pasaba en Sura-mérica. Evidentemente en nues-tra región no había Homothe-rium viviendo en el Pleistoceno tardío. Pero hace 2,5 millones de años -y esa es la sospecha más grande que tenemos- sí había en el Sur. En algún punto de la historia, entre 2,5 millones de años para acá se extinguieron, pero no sabemos cómo ni por qué”, aseveró.

A juicio de Rincón, la di-ferencia en los años genera más interrogantes y más campos de investigación. “¿Qué pasó? No sabemos. Eso es lo que queremos es-tudiar con Pdvsa, el IVIC y el Instituto de Patrimo-nio Cultural”. Todas es-tas instituciones están elaborando proyectos socioeducativos en torno a dos

módulos de investigación que sirvan como escuela de campo y punto de partida para las inves-tigaciones paleontológicas en el oriente de Venezuela.

EDIFICACIÓN PARA TRABAJAR EN EL LUGAR

En el Breal de Orocual edi-ficarán dos módulos, uno de estudio y otro de exhibición, caracterizados ambos por su transparencia, para que se vean los restos fósiles al natural y el trabajo de las paleontólogas, los paleontólogos y otros científi-cos e investigadores del área.

“Vamos a construir un mu-seo in situ (en el sitio), en el que los paleontólogos van a traba-jar y la gente va a poder verlos”, ilustró Beatrice Sansó de Ramí-rez, gerente general de Pdvsa La Estancia.

Detalló la funcionaria que aún trabajan en el proyecto de la construcción que se edificará en el yacimiento, aunque ade-lantó que será muy “moderno”, al mejor estilo de la museogra-fía contemporánea.

El hueso de una pata delantera indica que el Homotherium venezue-lensis era corpulento

Beatrice Sansó reveló que el mó-dulo de estudio que construirán en el yacimiento de Orocual ten-drá una museografía moderna

Ascanio Rincón recibe el apoyo de dos investigadores del IVIC: María Eugenia Mendoza y Andrés Solórzano

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Suplemento dominical del6

Imagínense que hace 2,5 mi-llones de años, la población de carnívoros que venían del norte de América apenas empezaba a entrar en grandes oleadas al sur del continente.

Después de la estación lluviosa quedaban expuestos los pozos de asfalto activos en el este de Ve-nezuela. La sabana cobijada por altas temperaturas y una vegeta-ción arbórea que creció alrededor de los charcos permitió a caba-llos, camellos, báquiros, entre otros animales herbívoros, que se alimentaran de esas plantas y tomaran agua.

Esa mañana en la que despun-taba el sol oriental había un caba-llo abrevando en esos charcos. A medida que se metía, se hundía lentamente y se desesperaba. No se percató de que un tigre dientes de cimitarra lo acechaba tras unos arbustos, dijo el paleontólogo As-canio Rincón, para ilustrar la for-mación del yacimiento de fósiles de animales en el Breal, ubicado en las cercanías de Orocual de Los Mangos, estado Monagas.

“Los tigres trataron de cazar aquel animal en desesperación y también quedaron atrapados en el asfalto. Trataron de luchar por varias horas, pudieron haber sido días, y al cabo pudieron morir por asfixia, inanición o sofocamiento, porque esa zona se calienta mu-cho, probablemente en horas del mediodía alcanzaba los 50 gra-dos”, contó.

Aquellos cuerpos de animales llenos de asfalto y sangre comen-zaron a descomponerse. Apare-cieron las moscas, los escarabajos carroñeros, los zamuros y los bui-tres, incluso cóndores. Todos esos seres vivos murieron, quedaron en la superficie y sus huesos co-menzaron a sumergirse en el as-falto, un conservante natural.

“Caían uno sobre el otro pro-fundizando el yacimiento de huesos con hojas, frutos, flores y semillas. Más tarde, los menes se desactivaron, dejó de fluir asfal-to”. Buena parte del ecosistema quedó en esa gran aspiradora natural, especificó el investigador del Centro de Ecología del IVIC.

Miles de años después, Pdvsa comenzó a realizar una trinchera y se tropezó con el yacimiento en abril de 2006. Al utilizar una re-

troexcavadora encontraron el mon-tón de huesos esparcidos.

Se practicó el enyesado para ex-traer el cráneo de un tigre dientes de cimitarra y otros restos fósiles para llevarlos al IVIC y realizarles estu-dios. Hasta ahora, el equipo de in-vestigadores formado por Ascanio Rincón, Gilberto Parra, Francisco Prevosti, María Alberti y Christo-pher Bell, lograron identificar 24 de las que se calculan son al menos 34 especies en la superficie del yaci-miento paleontológico de Orocual.

Aparte de los tigres dientes de cimitarra y el dientes de sable, se identificaron restos esqueléticos de al menos dos tipos de perezosos gi-gantes y seis diferentes cachicamos gigantes. También indicaron la presencia de los siguientes anima-les prehistóricos: oso hormiguero, chigüire gigante, puercoespín, rata arborícola, lobo suramericano, oso parecido al actual frontino, caballo, danta, báquiros de hocico largo y corto, ejemplares similares a ca-mellos y rinocerontes. Finalmente, hasta un mastodonte.

Los ejemplares se relacionan con algunos en Argentina y otros de Venezuela ubicados en Lara y Zulia.

Indicó Rincón que en esta tierra de gracia deben encontrarse otros fósiles de Homotherium venezue-lensis, pero se requiere hacer un mapeo de todos los depósitos de asfalto en territorio venezolano. También se buscarían restos es-queléticos en Colombia y Brasil, en zonas que fueron secas, por las que se debieron mover las migraciones de estos animales.

El mismo estado Monagas debe tener otros restos de tigres dientes de cimitarra. Citó Rincón a un es-tudioso, Spangler, que alguna vez identificó entre Jusepín y Quiriqui-re (Monagas) aproximadamente unos 250 pozos de asfalto. “Esta-mos excavando en uno. ¿Qué pasa en los otros 249?”.

Las investigaciones de los restos de plantas de Orocual requieren de una persona especialista en botá-nica prehistórica para que estudie materiales vegetales.

36.000 METROS CÚBICOS DE BREA

Rincón especificó que el yaci-miento paleontológico en la men-cionada población monaguense

tiene una superficie de 18 mil metros cuadrados por dos me-tros de profundidad. Son unos 36 mil metros cúbicos de asfalto por explorar. “Si tomamos en cuen-ta que por cada metro cúbico de brea tenemos entre 6 mil y 7 mil ejemplares fósiles catalogables, en 36 mil saque usted la cuenta”.

Estimó que “20 personas, traba-jando ocho horas al día, 200 días al año, terminarán de excavar la totalidad del yacimiento en 186 años; eso, sin limpiar y estudiar. Es un proyecto a largo plazo”.

Esta es una de las razones que justifica la construcción de dos módulos de estudio en el sitio de excavación por parte de Pdvsa La Estancia.

¿Y AHORA?Los restos fósiles encontrados

en el Breal de Orocual, “como toda colección científica, son Pa-trimonio Cultural de la Nación”, y quedarán bajo el resguardo y protección del Instituto Venezola-no de Investigaciones Científicas, hasta que las autoridades compe-tentes determinen lo contrario.

Para Ascanio Rincón, una de las primeras tareas sobre los ha-llazgos paleontológicos de Mo-nagas es “socializar la informa-ción”, a través de libros y sitios en Internet. Por ahora -aseguró- no hay un lugar en la patria de Bolívar en condiciones apropia-das para exhibir “ejemplares tan frágiles”.

La nueva fase de investigación en el yacimiento monaguense será su primera excavación for-mal prevista para 2011. Para ello convocaron a especialistas de diversas materias y países del mundo. No obstante, aún falta un paleobotánico estudioso del Cua-ternario.

A mediados de este año el canal de National Geographic documentó parte de los descubrimientos del Mene de Inciarte, en Perijá, esta-do Zulia. El audiovisual Cuando los continentes colisionaron será estrenado en el primer trimestre de 2011.

Para el próximo año, la Televiso-ra Venezolana Social, con el apoyo de productores nacionales inde-pendientes, hará un registro au-diovisual para transmitirlo por el canal estatal.

Sospechan que en Monagas hay al menos otros 250 breales por explorar Un pozo de asfalto es tierra de gracia

para los estudios paleontológicos

LA CERTIFICACIÓN DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA

La Sociedad de Paleontología de Vertebrados (Society of Ver-tebrate Paleontology), con sede en la ciudad estadounidense de Cleveland, es la organización con más prestigio que agrupa a todos los profesionales del área, y fue la que aprobó el pasado 13 de diciembre darle el nombre de Homotherium venezuelensis a los restos fósiles del tigre dien-tes de cimitarra de Orocual.

La solicitud se hizo hace seis meses, por medio de la pro-puesta de un manuscrito para la publicación científica Journal of Vertebrate Paleontology (Revis-ta de Paleontología de Verte-brados), de la referida organi-zación. El texto fue presentado por Ascanio Rincón, el paleon-tólogo argentino Francisco Pre-vosti y el ingeniero geólogo de exploración de Pdvsa Gilberto Parra.

Con el apoyo de los árbitros que realizaron sugerencias, se logró la aprobación final del ar-tículo académico. Para media-dos o finales de enero de 2011 la Sociedad de Paleontología de Vertebrados hará el anuncio

del contenido de la publicación y será formal dentro de la co-munidad científica mundial el nombre de Homotherium vene-zuelensis. El trabajo escrito se imprimirá en el primer semes-tre de 2011 en Estados Unidos.

Para el estudio del Homothe-rium venezuelensis los investi-gadores revisaron colecciones paleontológicas en Estados Unidos, México, Francia y Es-paña, pero aún les falta África, Inglaterra y China, que tienen importantes restos fósiles de fe-linos. Esto ayudaría a estable-cer las relaciones filogenéticas del grupo (cronología de apari-ción evolutiva), que “parecen lo mismo, pero no lo son”.

“A 200 años de la historia de la paleontología siguen apare-ciendo especies nuevas porque no hemos explorado nuestro territorio. Es una cosa insólita”, agregó Rincón.

Para el funcionario del IVIC, lo primero que se necesita para continuar los estudios y las excavaciones de los fósiles es financiamiento, e insistió en que Venezuela tiene el re-curso humano para ese cam-po de estudio

Caracas

METRALLAla

En la primera foto, Ascanio Rincón sostiene el cráneo de un perezoso actual. En la foto de abajo se aprecian los restos fósiles de la mandíbula de un perezoso gigante de la Suramérica prehistórica

Viene de la página anterior

Page 7: Breal de Orocual

7

No se le echa ningún tipo de aditivo

La hallaca sigue siendola reina de la Navidad

Luis Jesús González C.Fotos: Luis Franco, Miguel Romero y Avelino Rodrigues

La hallaca es mucho más que el guiso y los ador-nos. Es un plato com-plejo, no tanto por su

preparación, como por lo que significa para el pueblo vene-zolano. El escritor Arturo Uslar Pietri le dedicó un ensayo en el que expresa que este manjar es como un compendio en el que se puede “leer” lo fundamental de nuestra historia. “Se la pue-de contemplar como un breve libro lleno de delicias y de su-gestiones”, escribió.

El filólogo Ángel Rosenblat sostenía que se trataba de una variante del tamal mexicano, y argumentaba que esa palabra -“tamal”- se empleaba en Vene-zuela antes de adoptar la voz indígena hallaca. Menciona tam-bién la existencia de preparados similares en otras naciones del Caribe y de Centroamérica, re-giones con las que compartimos una gran cantidad de manifesta-ciones culturales, especialmente de orden culinario.

LA HALLACA ERA UN PAQUETE

Rosenblat planteó, además, que el nombre de la reina de la mesa navideña pudo haberse derivado del envoltorio en el que era ésta presentada. Como argumento cita un texto del año 1608 en el que se menciona una lista de pertenencias que dice: “...tres hayacas de sal gran-des...”. En otro escrito, más anti-guo, que denuncia la crueldad de Luis González de Leyva, al-calde de Maracaibo para 1538, se dice que éste mandó a casti-gar al soldado Francisco de San Martín, colocándole, entre otras cosas, “dos hayacas de maíz en el pescuezo”.

Esas hayacas de maíz y escri-tas con y, sin embargo, al igual que las de sal, no eran lo que co-nocemos hoy como hallacas. Se trataba de bultos o atados, que en la lengua tupí-guaraní se de-signaban con la palabra “ayacá”. O sea, que lo que colgaba del cuello del infeliz soldado eran pesados paquetes. Pero Rosen-blat también señaló que el nom-bre podía provenir de otra voz del tupí-guaraní: “ayuá” o “ayá”, que quiere decir “mezclar”.

LOS CUATRO INFALTABLES Sea cual fuere su origen, la

venezolanísima hallaca está compuesta, indivisiblemente, por masa, guiso, adornos y envoltorio. Si alguna de esas partes no asiste, es imposible la fiesta gastronómica decem-brina. Esos cuatro grandes grupos que aportan sabores, aromas y vistosidad también le imprimen significados y convierten el pastel en un ma-nual de Historia.

La cobertura vegetal confec-cionada con hojas de plátano o cambur representa nuestra raíz africana. El delicado cofre de maíz, ya quedó claro, forma parte de nuestro legado indí-gena. El guiso hecho de carnes (res, cerdo y gallina) y los ador-nos son parte de la herencia europea que también nos da identidad.

Las hojas tienen varias fun-ciones. En primer lugar, impi-den el paso del agua durante la cocción o el calentamiento de su exquisito contenido. A la vez que protegen, regalan sin mez-quindad su agridulce buqué, no sin dejar algo de sabor al tesoro abrazado. Las hojas son previa-

mente asadas para otorgarles flexibilidad y mejorar su condi-ción impermeable.

En un principio cada familia pasaba las hojas por el fogón, y con el tiempo se hizo común encontrarlas ya asadas en el mercado, listas para limpiar y cortar. Afortunadamente, hoy en día es posible conseguirlas, además de asadas, limpias y perfectamente cortadas, lo que facilita el trabajo en casa.

Otro aspecto que cambió con el tiempo son las firmes pero delicadas amarras, que antes eran de fibra vegetal cruda, ex-

traída de las propias hojas. Pero siempre se ataron de forma en-rejada, como se hace ahora con el pabilo.

El amarillo que aguarda bajo las hojas de color no se debe al blanco maíz que se emplea en la elaboración de la masa. El “ma-quillaje” proviene del también indígena onoto. Antes de la lle-gada de la harina precocida, la masa se hacía hirviendo el maíz en agua para ablandarlo y luego molerlo a golpes de pilón.

¿HAY UNA HALLACA BÁSICA?El guiso de la hallaca ofrece

versiones ligeramente distintas de la “fórmula” para hacer “ha-llacas básicas”. Las variantes no son pocas y suelen depender de las regiones donde se preparen. Si cruzamos todas las versiones y tomamos los ingredientes comunes, obtendríamos la si-guiente receta base:

ß La masaSe usa harina de maíz blanco,

precocida, amasada con caldo de gallina y manteca de cerdo onotada. Parte de ese caldo ser-virá de alimento en el ritual de su elaboración.

¿Con ll o con y?

NAVIDADparte de

Page 8: Breal de Orocual

8 NAVIDparte de

ß Los adornosTradicionalmente los compo-

nentes más comunes son pasas, aceitunas, tocino, hebras de pe-chuga de gallina, pimentón asa-do o morrón, y alcaparras.

ß El guisoEste es quizás el componente

en que se notan más diferen-cias según las costumbres de cada familia. Sin embargo, las recetas de las abuelas incluyen, básicamente, tres carnes (cerdo, res y gallina). También contie-ne algún elemento espesante, usualmente la misma harina de maíz, un ácido que casi siempre es vino tinto, un toque dulce (papelón) y encurtidos.

ß La forma Sobre una hoja de plátano,

llamada sábana, camisa o pa-ñoleta, se unta un poco de acei-te onotado y se extiende una porción de masa. Encima se distribuyen el guiso y los ador-nos. Lo más común es cerrar esta hoja comenzando por los extremos laterales y luego los horizontales. Un procedimiento menos usado consiste en cerrar la masa primero y luego la hoja. Este “paquete” se envuelve en otra hoja, a la que no se le unta aceite, que se asegura con un listón del mismo material, lla-mado faja. El paquete se amarra con pabilo, en forma de reja.

CADA REGIÓN LE PONE SU SAZÓNß Garbanzos para las andinas

Las hallacas andinas se ca-racterizan por llevar garban-zos en el guiso y ciruelas pasa como adorno. El guiso se cocina dentro del propio pastel, de ahí que tarden dos o tres horas más cocinándose. En ciertos hoga-res les ponen encurtidos, pero esa costumbre no es propia de determinada región, ya que también lo hacen en el centro y un poco menos en oriente.

ß Las zulianas con bijao en vez de plátano

Se dice que en esta región se hace con masa de plátano. Cier-tamente, en diferentes lugares del Zulia la hacen así, pero no es una práctica común. Es más popular el uso de hojas de una planta llamada bijao, más fir-mes y flexibles que las del plá-tano. Como las andinas, tienen garbanzos y tienden a ser más grandes que en el resto del país.

renjena, brócoli y coliflor. El sa-bor a navidad se obtiene a base de aliños naturales, los encurti-dos, las pasitas y las alcaparras”, sostiene la cocinera.

Con respecto a las “ligeras” o hipocalóricas, la señora De León explica que en la prepa-ración de esta versión se sus-tituyen o suprimen algunos componentes para disminuir la carga calórica del platillo decembrino. A su vez, el doc-tor Wiston Muñoz, médico ci-rujano especialista en estética y nutrición, señala que se trata de una versión pensada para pacientes “que por alguna ra-zón no quieren o no deben en-gordar en esta época del año”.

La Navidad “es una época en que la gente se reúne en fami-lia para compartir en la mesa, y la hallaca es el plato princi-pal que simboliza lo autóctono de nuestro pueblo”, comen-ta Muñoz, quien agrega que en vista de ello la gente no se quiere privar de comerla. “Por eso se ideó un tipo de hallaca hipocalórica, es decir, reducida en calorías, que no pierde el gusto ni la sazón de una buena hallaca”, expone Muñoz.

ß Manjar antiengordeEl doctor Muñoz sugiere

elaborar el manjar con hari-na de maíz pilado o de harina amarilla, en lugar de blanca

ß Almendras en las caraqueñas

El pastel capitalino se carac-teriza por la ausencia de carne de res en su guiso y la presen-cia de almendras en el adorno, aunque esto último también se hace, pero menos frecuente-mente, en los Andes. También es habitual en Caracas espesar el guiso con polvo de pimentón y agregar mostaza.

ß Orientales al huevo

En el este del país el verná-culo platillo lleva, casi inva-riablemente, huevo y papas en el adorno. Es práctica menos usual, pero típica de la zona, hacer el guiso con pescado, alimento que también puede figurar en los ornamentos, es-pecialmente cuando el estofado se hace solamente con cerdo y res, dejando fuera la gallina. Tampoco es extraño que las adornen con encurtidos, como en algunos hogares andinos.

¿HALLACA HIPOCALÓRICA?

Charo de León, quien hace hallacas ligeras y vegetarianas por encargo, argumenta que las desprovistas de cárnicos se hacen con el mismo proce-dimiento y con el resto de los ingredientes propios del pastel original. Estos son sustituidos por “calabacín, zanahoria, be-

precocida; sustituir las grasas animales por vegetales y redu-cir al mínimo los adornos (dos pasas, una aceituna y una sola alcaparra por unidad). También es partidario de suprimir el to-cino, además de usar carnes li-bres de grasas visibles.

Tatiana Cova, licenciada en Nutrición y Dietética, aclara que hay diferentes formas de disminuir calorías en la elabo-ración del “pastel” venezolano. Además de las opciones apor-tadas por Muñoz, dice que se podría reducir su tamaño. En cualquier caso, agrega, muy di-fícilmente se podrá bajar hasta en 50% la carga calórica de la receta tradicional.

Muñoz afirma, sin embargo, que una hallaca normal contie-ne, en promedio, 850 kilocalo-rías, mientras que la propuesta por él tiene unas 530 kilocalo-rías menos.

ß La antihallacaSobre la versión de puros ve-

getales, Tatiana Cova sostiene que, más que baja en calorías, es menos nutritiva, pues pre-senta un déficit de proteínas. “Mientras más hipocalórica, menos hallaca es”, juzga, por su parte, el también nutrólogo y dietista Juan Pablo Vásquez, quien justifica su posición se-ñalando que la eliminación o sustitución de productos con-

Page 9: Breal de Orocual

9DAD

templados en las recetas ori-ginales es inversamente pro-porcional al sabor típico que degustamos cada diciembre.

Para Vásquez es absurdo sacrificar el sabor de la halla-ca con la excusa de bajar de peso. “Si vas a adelgazar, no pretendas hacerlo comiendo hallacas. Y si lo haces, lo que te estarás comiendo no se po-dría llamar hallaca por las modificaciones. Adelgazar en diciembre es una meta poco realista. Es la época del año en que hay más oportunida-des de reunirse con la fami-lia y los amigos, y hay menos tiempo para entrenar. Una meta realista podría ser no aumentar de peso”.

“Pienso que la idea no es ha-cer una hallaca hipocalórica,

ilimitadamente cualquier cosa ni restringir ilimitadamente cualquier cosa. Los dos extre-mos son dañinos”, reflexionó.

ß Pacientes con restricciones

Tatiana Cova, especialista en Nutrición Clínica, se refie-re a los casos de personas que por restricciones de salud no pueden incurrir en excesos en cuanto al consumo de grasas animales o carbohidratos. En estas situaciones la experta señala la necesidad de hacer hallacas especiales, para no dejar por fuera en la cena de Navidad a quienes por pres-cripciones médicas no pueden entregarse al placer de un pla-to decembrino con todas las de la ley.

Sin embargo, “en la mayoría de los casos, cuando no hay una complicación importante desde el punto de vista clínico, la recomendación es decirle que se coma su hallaca como se la come siempre, sin mayores res-tricciones, pero cuidando las cantidades y la frecuencia”, re-comienda la licenciada.

“Pero si es muy extrema la situación, o hay mucha preocu-pación por parte de los familia-res, o hay un cuadro adicional que implique restringir otras cosas, como excesos de sal o grasas, ahí sí cabe pensar en que habría que hacer una mo-dificación en la preparación de la hallaca por cuestiones de sa-lud”, agrega

Caracas

sino dejar la hallaca realmente para las ocasiones especiales. Es decir, comer menos halla-cas. El 24 y 31 date con todo, pero no puedes pasar todo diciembre celebrando el naci-miento del Niño Jesús porque ese parto no duró un mes, duró un día. Si parte de las tra-diciones navideñas es la halla-ca, respetemos la tradiciones y hagámosla según las recetas de nuestras abuelas, pero sin exagerar”, continuó el experto en nutrición deportiva.

Para Vásquez, las personas que pretenden controlar la in-gesta de calorías con una halla-ca pueden caer en la ortorexia (obsesión por consumir alimen-tos considerados saludables). “Obviamente, ninguno de los dos extremos es sano: ni comer

¿Hallaca azteca?

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Suplemento dominical del10 NAVIDADparte de

Para no aumentar de peso en diciembre, la recomendación es no abusar. Se puede disfrutar de las hallacas, pan de jamón, ensalada de gallina y del pernil de cochino, haciendo unos pequeños sacrificios e incluyendo variaciones en el menú y en su presentación

Josefina BlancoFotografía: Avelino Rodrigues

Llegó la Navidad y otra vez tenemos por delante el desfile de los delicio-sos platos típicos que

acompañan estas fiestas: ha-llacas, pernil de cochino, pan de jamón, ensalada de gallina, dulce de lechosa, etc. Y con esta nueva dieta, altísima en calo-rías, mucha gente teme per-

der la línea o pasar el mes de diciembre desafiando su fuerza de voluntad resistiéndose a los suculentos festines.

PLATOS INSUSTITUIBLES

El plato navideño venezola-no contiene aproximadamente 1.400 calorías, lo que equivale al requerimiento calórico dia-rio de un adulto. Esto se debe a su alto contenido en carbohi-dratos y su altísimo índice gli-cémico, que produ-ce fluctuaciones notables en el nivel de azúcar en la sangre.

El problema es que la gastro-nomía navideña venezolana es insustituible. ¿Por cuál otro alimen-to se podría cam-biar a la resabida hallaca? ¿Cómo hacer menos

DÍA FRUGAL, NOCHE OPÍPARA

“Lo importante en la época navideña es no abusar de nada. Comer el 24 y 25 de diciembre, y el 31 y 1º de enero, pero el resto de los días hacerlo de la forma más normal posible”, ex-plica Machado.

Para quienes vienen de un régimen de alimentación que incluye cinco porciones dia-rias, la recomendación es que el día de la cena navideña se eliminen dos de estas porcio-nes. La especialista señala que se debe eliminar especialmen-te la merienda, lo que significa evitar las frutas, yogures y la leche. En todo caso, se pue-den comer galletas integrales. De esta manera se ahorrarían unas calorías para usarlas en la comida nocturna.

calórico el pan de jamón? Estas son tareas casi imposibles. Sin embargo, hay formas de dis-frutar de la comida decembri-na sin aumentar una o varias tallas y sin remordimientos ni frustraciones.

Mayerly Machado, nutricio-nista egresada de la Univer-sidad Central de Venezuela y especialista en Control de Calidad de Alimentos, explica que se puede disfrutar de la comida navideña haciendo al-gunos sacrificios y que incluso se pueden incorporar algunos alimentos menos calóricos.

También se puede variar la forma de presentar al-gunos de los platos del menú decembrino.

Para los que comen tres ve-ces al día, Machado sugiere hacer un desayuno bastante frugal. Por ejemplo, en vez de dos rebanadas de pan in-tegral con pavo, queso, pollo desmenuzado, huevo revuelto o atún, comerse sólo una.

En el almuerzo se deben evitar los carbohidratos y comer una buena ensalada cruda en gran cantidad. De esta manera, gra-cias al contenido de fibra, la di-gestión se hace más lenta, y dis-minuye la ansiedad por comer. Machado recomienda incluir sin moderación vegetales crudos o al dente en cada comida.

Durante la cena también es re-comendable controlar la ración. Mayerly Machado sugiere que el plato esté conformado por: la hallaca, una sola cucharada de ensalada de gallina, una reba-nada muy fina de pan de jamón y un trozo pequeño de cochino. El postre debe dejarse para el desayuno del día siguiente. “De esta manera, disminuimos un

poco el requerimiento calóri-co de la noche”.

El plato navideño venezolano engorda pero es insustituible

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Suplemento dominical del 11NAVIDADparte de

VARIACIONES DEL MENÚCuando se habla de sustitu-

tos de algún alimento, lo que se quiere decir es que se trata de canjearlo por alguno que con-tenga menos de 30% de las ca-lorías de ese plato y que al mis-mo tiempo pueda ser igual de sabroso. Sin embargo, esa tarea es un imposible en el caso del menú decembrino venezolano.

Una opción factible sería ser-vir pavo horneado en lugar del

pernil de cochino. El primero contiene menos calorías que el segundo. Además, al pavo se le puede quitar la piel después de cocido y bajar el contenido de grasa. También se le puede hacer un rico relleno (aceitunas, pasas, etc.), y de esta manera competir en sabor con el pernil.

Servir más bollos que halla-cas ayuda a reducir la ingesta de calorías en la cena navide-ña. Esto se debe a que el bo-

llo se puede picar en cuadros y, de esta manera, reducirlo a pequeñas porciones, mientras que la hallaca hay que comér-sela completa.

Machado explica que última-mente en las cenas navideñas es común encontrar al lado de la calórica ensalada de gallina, otra más dietética con lechugas fres-cas y rúgula, que se puede acom-pañar de un sabroso aderezo de parchita o de tamarindo.

Otra recomendación es ser-vir antes de la cena un primer plato de ensalada fresca para reducir la ansiedad por el hambre. Las personas están acostumbradas a comer tem-prano en la noche y mientras esperan la cena de la media-noche les da hambre y empie-zan a picar, a comer nueces, almendras, pan de jamón, a beber vino. Y luego viene la hora de la cena. Esto implica

que en realidad se está co-miendo dos veces.

Ya en enero, los kilos ganados se pierden rápido, explica Ma-chado. Las personas vuelven a sus rutinas y evitan el pan de jamón, el panetón, la hallaca. Una vez que esto desaparece de la dieta, el cuerpo se da cuenta de que hay una reducción de calorías y comienza a dismi-nuir el peso

Caracas

Una comida más que completa

Sólo en las mañanas. Si es

-

Depurador matutino. To-

-

-

Agua y mas agua.

-

Incrementar la actividad física.

-

-

-

--

500 a 550 calorías300 calorías

160 a 200 calorías350 calorías

entre 1.310 a 1.400 calorías

120 calorías300 calorías

Otras recomendaciones

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Suplemento dominical del12 NAVIDADparte de

Annel Mejías GuizaF/ Annel Mejías Guiza

Un Simón Bolívar, a ca-ballo, va de almirante; detrás lo siguen sus sol-dados. Mientras menea

con sus manos las bases, Mario Calderón hace andar estas figu-ras de madera, que juntas son un juguete que emula, 189 años después, la Batalla de Carabobo.

Al lado se encuentran seis pie-zas más, las cuales forman par-te de la exposición de la nueva serie Bicentenario de Calderón, quien es hacedor de juguetes de madera y presidente de la Fundación Casa del Juguete de Mérida.

El Negro Primero y su ejérci-to, una banda de músicos, Bo-lívar en el Chimborazo, cuya musa -una deidad- volará por un mecanismo de imanes, Bolí-var niño, con un corcel que co-rre dándole vuelta a una mani-lla, el Libertador a caballo, que levita por el equilibrio que da su contrapeso, el Generalísimo Francisco de Miranda; todas las piezas se exhibieron el pasado 8 de diciembre en la sede de la Cancillería, en Caracas.

Los juguetes tienen el sello de Calderón: mucho movimiento y color. El perfil de Bolívar lo di-señó el pintor merideño Omar Cerrada, con quien trabaja des-de hace años.

Calderón ha hecho, durante sus 21 años en este oficio, varias series: Las tradiciones venezola-nas, Los Beatles y su submarino amarillo (unas 15 piezas), El cir-co, Los juguetes (que suma más

El artesano merideño recreó a Bolívar, Miranda y el Negro Primero

El Bicentenariosegún Mario Calderón

Este artista, presidente de la Fundación Casa del Juguete, emula la Batalla de Carabobo y al Libertador en el Chimborazo. Lo abandonó todo para hacer objetos con los que otros puedan reír o rememorar

de 30 piezas) y, ahora, El Bicen-tenario.

“Las tradiciones venezolanas, que me abrieron las puertas del mundo, son 16 piezas de una se-rie. Están los giros de San Benito, la fiesta de San Juan, el velorio de la Cruz de Mayo, la burriqui-ta, el carite, el pájaro Guarandol, la bendición del mar y la danza de los diablos de Yare”, narra este hacedor, coleccionista y amante de los juguetes.

DE COLECCIÓNEn el sector Milla de la ciudad

de Mérida, unas letras pintadas en la fachada de una casa ama-rilla anuncian: “Fundación Casa del Juguete”. Al tocar el timbre y entrar, se abre un tesoro, pues

unas 2 mil piezas de papel, ho-jalata, celuloide, madera, plomo, plástico y tela que conforma esta colección que muestra par-te de la historia del juguete en el mundo.

“Es un reflejo de la vida, pero en pequeñito, y por eso el ju-guete ha evolucionado”, revela Calderón, mientras desgrana la historia de cada pieza. “No me riño con lo actual, ni pretendo competir con mis juguetes de madera”, se explica.

Sin embargo, los juguetes pre-vios a la aparición del plástico se caracterizaron por la delicadeza y la creatividad. “Sí, el plástico hizo daño, porque los juguetes se produjeron de forma masiva y se volvieron desechables. Me

imagino que hubo una relación más íntima con estos juguetes, hoy de colección, y sus dueños”, opina.

En la parte posterior de una vitrina hay dos linternas mági-cas con celuloides dibujados a mano, una del año 1870, y otra, de 1890. El embrión del cine.

En el mismo salón, Calderón mueve de forma horizontal una manija que hace correr unos caballos en una pista francesa de 1900. Luego, sus dedos mo-renos se hunden en las teclas de madera para hacer sonar un piano de juguete, hecho por una fábrica de Estados Unidos que

Reinauguración

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Suplemento dominical del 13NAVIDADparte de

existió entre 1890 y 1911, y cuya litografía está intacta.

Calderón saca el juguete que más lo enternece: un niño maletero de hojalata, que, según sus palabras, es una representación

de la infancia. Cuando se le da cuerda, el niño empuja de pri-sa la maleta. “Este juguete es uno de los que más me alegra la existencia”, revela, mientras ve correr en círculo al niño de hojalata con cara.

Según este coleccionista, los juguetes, como viva representa-ción de la historia humana, re-flejan épocas; así fue con la crea-ción de piezas bélicas durante las guerras mundiales para que las niñas y los niños jugaran, o la promoción de máquinas de coser y cocinas para las niñas. De hecho, juguetes de esta colec-ción -algunos con banderas es-

tadounidenses- tienen grabados en inglés: “Hecho en Alemania, zona de Estados Unidos”, o “He-cho en Japón ocupado”, lo que revela la postguerra en Europa y Asia en los años 1946 y 1947.

EL ORIGEN DE UNA PASIÓNCalderón se detiene en las vi-

trinas de las máquinas de coser de juguete: “Les tengo un afecto exagerado -confiesa-, porque mi mamá cosía. Para mí no son má-quinas de coser, sino mi mamá cosiendo”, reitera. Recoge así la añoranza que miles de visitan-tes respiran cuando visitan la Casa del Juguete, fundada hace

cinco años.Este juguetero, nacido en 1955

y criado en Caracas, es el menor de seis hermanos. “Tuve una in-fancia bella, rodeada de amigos y vecinos. Creo que allí nació mi amor hacia los juguetes. Recuer-do que desayunaba en mi casa, almorzaba en la de al lado y ce-naba en la otra; en esa Caracas era manifiesto ese compartir co-tidiano, vecinal”, cuenta.

Llegó a Mérida en 1976 para estudiar Medicina y allí creó el taller de expresión musical Ri-cardo Quintero. En vista de su pasión por los juguetes y por re-comendación de su novia en ese

La magia del papel

tiempo, Pilar Cabrera, incursio-nó tímidamente en el mundo juguetero.

Un viaje de ocho meses por Suramérica, para dictar talleres de percusión, le hizo olvidar su vocación. La muerte de Pilar, en un accidente de tránsito, lo sorprendió. “Cuando llegué a Venezuela, me dije: Ni Medici-na ni música. Eso que imagina-mos Pilar y yo, lo haré. Fue allí cuando comencé mi oficio, y por eso mi taller se llama Juguetes del Pilar”.

Desde que dio el primer paso, Calderón estuvo 10 años pen-sando en juguetes todos los días, imaginando movimientos, “porque no tenemos en Vene-zuela una tradición. Es uno de mis compromisos: fundar una tradición de hacedores de ju-guetes de madera”, dice.

Luego de abandonar todo por dedicarse a hacer juguetes, el balance de Calderón es positi-vo: “Quería que el juguete fue-se visto más allá de entretener, porque en él hay arte. Soñaba con hacer algún día una exposi-ción de juguetes en museos, dar talleres en otros países, fundar una tradición de hacedores de juguetes en Venezuela y tener una colección. Todo lo logré por seguir a mi corazón”, dice, a sus 55 años de vida

Mérida

Page 14: Breal de Orocual

Suplemento dominical del14

Annel Mejías GuizaF/ Annel Mejías Guiza

Las hacedoras y los hace-dores de ponche andino, emprendedoras y em-prendedores, han estado

atareados esta temporada, pues este licor es el rey de las reunio-nes decembrinas: está presente en la hechura de las hallacas y hasta en las paraduras.

A juicio de William Muñoz, quien suma nueve años perfec-cionando la receta en su nego-cio El Libar del Vino Andino, el ponche artesanal es un licor di-fícil, porque la base es la leche, un producto delicado que, de no tratarse bien, tiende a dañarse.

“Aprendí solo a hacer pon-ches; tuve ratos amargos, por-que no se daban, hasta que se logró el punto”, cuenta Muñoz

Esta bebida de leche no falta en las reuniones

Los ponches artesanalesreinan en diciembre

En Mérida, el abanico de sabores depende de la creatividad. Hay de arequipe, chocolate, mocachino, güisqui, oreo, coco, fresa y ron con pasas

desde el sector El Valle, ubicados a unos 20 minutos de la ciudad de Mérida. El “punto” significa que el licor tenga buen gusto y se preserve; es decir, que quede cremoso y no se dañe.

En la microempresa Produc-ciones Marucha, su dueña, Ma-ría Virginia Mendoza, envasa un ponche tradicional cuya receta data de cuatro generaciones. Su bisabuela, Marucha Guerrero, oriunda del Táchira, dejó escri-tos sus secretos de cocina en un recetario.

“Mi bisabuela murió cuando yo tenía diez años, así que no le pregunté quién le enseñó”, re-lata esta joven, que comenzó a hacer el licor hace cuatro años, pero como un hobby.

“Hice ponches un diciembre, y la familia me dijo: ‘Qué rico, prepáranos más’. Me empeza-ron a pedir tanto que me plan-tee: ‘Lo voy a vender’. Al año siguiente busqué mis botellas, imprimí las etiquetas en cartuli-na, se lo ofrecí a empresas y me fue muy bien, hasta el punto de que en el año 2008 constituí mi firma personal”, narra.

Sobre la misma base del pon-che clásico, Mendoza ha creado

cinco sabores adicionales: are-quipe, chocolate, mocachino, güisqui y güisqui con café.

Aparte de la leche de burra (el clásico), William Muñoz ofrece ponches de oreo, coco, fresa, ron con pasa, crema de güisqui (que lleva, además, brandy) y arequipe. “Hace tiempo com-praba ponches de limón y du-razno que traían de La Azulita, pero no los vi más. La diversi-dad de sabores es reciente”, ex-plica Muñoz.

UN TALLER EN EL VALLE

Por la vía principal de El Va-lle, en el sector Arado A, el es-tante de madera de El Libar del Vino Andino se asoma en la acera como si fuese la fachada de la casa. Allí reposan botellas alineadas de chuchuguaza, mi-che callejonero, vinos y hasta remedios para la tos.

En este punto se comercia-liza, pero la alquimia ocurre pueblo adentro, luego de atra-vesar carreteras serpenteantes hasta llegar al sector campesino Monterrey.

En la cuenca del río Mucujún, afluente que surte de agua po-

NAVIDADparte de

Page 15: Breal de Orocual

Suplemento dominical del 15NAVIDADparte de

table a la población de la capital andina, se levanta la casa-taller de Muñoz desde donde se ven las verdes y frías montañas que forman El Valle, sector que vive del turismo.

Muñoz viene de ordeñar seis vacas; son parte del rebaño que tiene en un espacio alquilado. Los cántaros que saca cada ma-ñana los lleva a su casa-taller, donde calienta la leche al baño de María para pasteurizarla y luego, una vez fría, descremarla.

Ana Rivas, una de sus ayu-dantes, hará esa mañana pon-che de oreo. A diferencia de las recetas tradicionales, agrega un espesante y un preservativo

(para que dure siete meses). “Si usamos huevos, predomina su sabor, se corta o fermenta rápi-do. Tampoco utilizamos flan o fécula de maíz”, explica Muñoz. Los sabores de fresa, coco y ron con pasas son artificiales.

Luego de mezclar el espe-sante con la leche, Rivas licúa la mezcla con las galletas oreo de chocolate y el ron. Después, la cuela.

Previamente, Rivas, quien hace su trabajo como una hor-miga meticulosa, mete las bote-llas al horno, ya lavadas y secas, para esterilizarlas.

El resto del proceso viene por añadidura: de 15 litros de leche

procesada, Rivas envasa dos cajas de botellas de ponche, de 0,70 y 0,35 litros. “La gente com-pra mucho ponche, sobre todo en Navidad, para regalarle al amigo y llevarle a la familia”, cuenta la joven.

Muñoz calcula que semanal-mente saca a Caracas, Carabo-bo, Ciudad Bolívar y Mérida unas 20 cajas de esta bebida, por un precio, al mayor, de 250 bolívares. A cada una le caben 12 botellas grandes o 24 de las pequeñas.

“La gente hace ponches para las fiestas decembrinas, para tomarlo en el momento. Pero no he visto familias en Mérida dedicadas a un negocio para co-mercializar ponches. En eso nos consideramos pioneros”, conclu-ye Muñoz.

NATURAL CIENTO POR CIENTO

En el taller de Producciones Marucha, ubicado en la urba-nización Mocotíes, la microem-presaria María Virginia Men-doza, quien es licenciada en administración, puede observar la ciudad de Mérida; la casa de sus abuelos, donde vive, se ubi-ca sobre un mirador.

Una caminería lleva hacia la parte trasera de la vivienda, donde se encuentra este taller en el cual hay una licuadora in-dustrial, una cocina, las ollas, muchos cartones de huevos y cajas repletas de ponche.

“Mi ponche lo hago con hue-vos. Lleva tantas horas de coc-

ción, que no se daña. El licor, al momento de mezclarlo, es la cla-ve de la conservación”, aconseja Mendoza.

Ha puesto a prueba la bebida durante seis meses, fuera de la nevera y destapada, para ver cómo reacciona: “Hasta ahora se ha mantenido muy bien, perfec-ta”, cuenta. Dura de uno a dos años, sin modificarse el sabor.

Ciento por ciento natural y cremoso. Así define esta joven su ponche artesanal. “No tiene conservantes ni químicos. Uso ron en el ponche clásico, de are-quipe, chocolate y mocachino”, explica. Este diciembre espera comercializar unas 1.500 bo-tellas, es decir, unas 125 cajas grandes de encargos entre Ca-racas y Mérida.

Para el año 2011, Mendoza tramitará su registro sanitario (ya cuenta con permiso). Con la ayuda del Instituto Nacional de Tecnología Química mejorará su producto para mejorar la co-mercialización nacional.

“La universidad te da buena base para salir a trabajar como empleado, pero no hace énfa-sis en crear tu propio negocio. Quiero impulsar mi microem-presa; es difícil, pero interesan-te, pues se debe tener constancia y paciencia para que comience a andar por sí sola y generar fru-tos. Es todo un reto enriquece-dor”, plantea esta empresaria de 28 años, consciente de que entra-rá en un mercado dominado por marcas centenarias

Mérida

El de Eliodoro González P.

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Suplemento dominical del16De las tiendas Red de Arte

Piezas de artistas popularesson una opción para regalar

en Navidad

ß Hamacas y chinchorrosEstas redes colgantes que sir-ven para columpiarse, reposar y hasta dormir, se producen en casi toda Venezuela. En las tien-das de la Red ofertan tres tama-ños: individuales, matrimonia-les y king size, elaboradas con tejidos de fibras naturales o sintéticos, y algunos especiales de moriche, aguasay y cuero. También venden sillas colgan-tes tipo hamaca para las salas y porches. Los costos de cada una van de 260 a 4.500 bolívares.

ß Paquete para la creatividad a su gusto

Materiales para pintar y mol-dear, para recrearse y despertar la imaginación. En las tiendas de la Red de Arte se venden tu-bos de óleos y acrílicos a Bs 8,5 cada uno, pinceles de variadas formas desde Bs. 5. A partir de Bs. 16 ofrecen lienzos tensados sobre bastidor y en bloc, listos para usar. Para realizar trucos con la pintura al óleo se con-siguen trementina por Bs 10 y aceite de linaza a 4,9 bolívares. También se expende yeso para preparar superficies antes de pintar por Bs. 12.

ß Bolsos artesanales Carteras de diversos ta-maños, hechas de cuero, bora, algodón y moriche se expenden entre 40 y 600 bolívares. En su mayo-ría las creaciones son pro-pias del Distrito Capital y los estados Delta Amacuro, Trujillo y Monagas.

ß Telares venezolanos Utilizando varias técnicas, en los estados andinos se tejen chales, gorros, bufandas, cin-turones, manteles individuales, caminos de mesa, forros para cojines y tapetes. Algunas de estas piezas se consideran úni-cas; otras son producidas en serie. El rango de costos va de 45,50 a 410 bolívares.

ß Alhajas para las damas Halagar a una fémina con una joya de diseño artesanal exclu-sivo, es posible con la variedad de joyas que la Red de Arte presenta para la venta, elabora-das con materiales de reciclaje, plata, esmalte, bañadas en oro o con piedras semipreciosas. También se consiguen produ-cidas masivamente, que no des-merecen en calidad y originali-dad. Los precios oscilan entre 19 y 500 bolívares.

ß Sagrados y divinos Entre 130 y 170 bolívares cues-tan las estatuillas de varios ta-maños de venerables. Las más populares son Santa Bárbara, San Judas Tadeo, José Gregorio Hernández, ángeles y arcán-geles. El Sagrado Corazón de Jesús, La Divina Pastora y la Rosa Mística son ampliamente demandados. Influyen en los precios el material, el tamaño de la figura y el nombre del artista.

ß La Sagrada Familia en el alumbramiento Los pesebres nunca pasan de moda como regalo de Navidad. Las artesanas y los artesanos venezolanos recrean a su ima-gen y semejanza el nacimiento del hijo de Dios en Belén. Tam-bién personifican por separado a Jesús, María y José, acompa-ñados de la mula y el buey, y hasta de los Reyes Magos. De variados tamaños y colores, fa-bricados en cerámica o madera, se consiguen desde Bs 13 hasta Bs 300.

ß Tallas y piezas de muñequería de colección Un obsequio especial en Navi-dad puede ser una de las figu-ras de heroínas y héroes de la exposición Miradas del Bicen-tenario. Las y los protagonistas de esta serie de colección son: Josefa Camejo, Juana Ramírez “La Avanzadora”, Luisa Cáce-res de Arismendi, Negro Pri-mero, José Leonardo Chirino y Simón Bolívar. Las esculturas de madera fueron elaboradas por Víctor José Capote, Frael Bastidas y Alberto Manzanilla. Rosalía Valero confeccionó las piezas de muñequería. Cada imagen cuesta Bs 130.

ßCmbse60rípesy

NAVIDADparte de

Várvara Rangel HillF/ Luis Franco, Héctor Rattia, Avelino Rodrigues