brauer vol 1

154
LA HISTORIA DESDE LA TEORÍA Una guía de campo por el pensamiento filosófico acerca del sentido de la historia y del conocimiento del pasado Vol. I

Upload: patricio-felix-llanos

Post on 08-Aug-2015

406 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

LA HISTORIA DESDE LA TEORA Una gua de campo por el pensamiento filosfico acerca del sentido de la historia y del conocimiento del pasado Vol. I Brauer (Comp.) LA HISTORIA DESDE LA TEORA Una gua de campo por el pensamiento filosfico acerca del sentido de la historia yael conocimiento del pasado Vol. 1 11:,rOll1eteo) ~l i b r { ) ~ La historia desde la leoria . una guia de campo por el pensamiento filosficoacerca del sentido delahistoria y del conocimiento del pasado IDanel Brauer... [et.al.l; edicin acargo deDaniel Brauer.- la ed. - Buenos Aires : Prometeo Libros,2009. v.1,308 p.; 21x15cm. ISBN978-987-574-355-7 L Filosofa dela Historia.L Brauer.Daniel11. Brauer,Daniel, ed.lit. CDD901 ndice PREFACIO elcmo vinimos a parar aqu) ........................................................................................9 PRLOGO DEL EDITOR Daniel Braller .......................................................................... .15 INTRODUCCIN La reflexin filosfica en romo del significado delproceso de configuracin de Braller ......... .......... 19 La historia ylas acciones humanas. Las tesis de Robin G. Collingwood Rosa Belvedresi ....................................................................................39 Historia, negatividad ycriticismo en la Escuela de Frankfurt OmarAcha ........................ 59 Deesta edicin,Prometeo Pringles521(C1l83AEI), Buenos Tel.:(54-lO 4862-6794/ Fax:1)4864-3297 Hecho eldepsito que marcalaLey11.723 Prohibidasu reproduccin totalo Derechos reservados ........................................................................ 79 La filosoffaalemana y los problemas de "la" historia (1 774 - 1830). La metafsica del Plan Martn H. Sisto............................................. ............... 99 debate sobre el tipo de explicacin en la disciplina en la filosofa analtica de la Vernica Tozzi ........... .............. .................................. ... ....... .... ....... 115 Itlosofa de la histona j' filosofa de la accin. Aspectos ontolgicos y lingsticos Francisco Naishtat .......... ............................ ......................... 133 de la historia deMarx .......................... 157 Filosofa latinoamericana de la historia EslelaFernndezNadal................... .................. ....... ............... 183 Despus del fin de la Cecilia Macn ......... ............................................................................ 203 Plan humanodivino MarlnSisto. ........................... .......... .......................... ................. 225 El "aDorte" de Herder en 1774, Ysus ideas (17841791) MartnSsto.............................................. ......................... 255 Hermenutica e historia ...............................................................................289 Prefacio Sobre el discurso histrico (o acerca de cnlO vinimos a parar aqu) Manuel Cruz Universidad de Barcelona Andaba hace unas semanas hojeando distradamente una revistadicientfica cuando llam mi atencin un artculo del prestigioso profesor de gentica Eryan S)'kes, autor del libro La maldicin de Adn. En l se afirmaba, con profusin de datos y argumentos, que el cromosoma Yes una ruina gentica que, al ritmo degenerativo que lleva, podra desaparecer dentro de unos 125.000 ailos, momento en el que el99 por ciento de la poblacinsegn esto, femenina. Resultara ms que arriesgado (directamente:temerario) que un profesional de la teora como el que firma este texto, sin ms galones que un doctorado en filosofa, entrara a juzgar acerca del grado de probabilidad de que se cumplan este tipo de vaticinios, supuestamente cientficos. Aciertan los especialstas como el mencionado Sykes (u otros) que nos anuncian la extincin de los individuos de sexo masculino? Es ms o menos probable un mundo poblado exclusivamente por mujeres? De algo podemos estar seguros: las magnitudes en que nos movemos no nos permiten responder rotundamente ni a sta ni a otras preguntas parecidas. Acaso sea un horizonte semejante, tan unilateral, el que nos aguarda, pero queda a demasiada distancia como para convertirlo en punto de referencia. O, mejor dicho, falta demasiado tempo como para aventurar nada concreto con garantas. En medio -enel mientras tanto-lo que s podemos augurares que, de no mediar catstrofe de algn tipo, las posibilidades del gnero humano en orden a su reproduccin (en todas las dimensiones del trmino) no dejarn 9 MantleiCnz de crecer. Y es que al ritmo al que se ha desarrollado el conocimiento cientfico tan slo enel pasado siglo x,,\, con las consiguientes innovaciones tecnoplantear una amenazaa125.000 aos vistanodeser una broma. Pero una broma, eso s, algo pesada. Que sirve para no plantear aquello que verdaderamente importa;tenemos un criterio (yen tal caso, cul) que afrontar ese horizonte de cambios que la naturaleza, segn parece, nos est anunciando? Ysi es el caso que podemos intervenir para frenar o modificar el signo de lo previsible en qu sentido queremos hacerlo? Importa explicitar, aunque sea en grado de tentativa, alguna respuesta, a riesgo, si no lo hacemos, de convertir el futuro lejano enuna caninahumo cuya funcin sea, precisamente, no enfrentarnos con el presente, conaquello que ya -quiere decirse, enestos mismos mamentos- es unproblema. y el problema, en nuestras sociedades, no es, por utilizar la jerga feminista que ha hecho fortuna, el sexo sino el gnero, esto es, el conjuntode imgenes, roles y discursos con los que se ven revestidos -yen funcin de los cuales son tratados y,por tanto, se ven obligados a actuar-los individuos de la especie humana con atributos masculinos y femeninos l.Lo que equivaldra a afirmar, con una formulacin nos si rotunda o sencillamente tosca: lo que verdaderamente importa no son los machos o las hembras (sus caractersticas, su decreciente capacidad reproductiva o incluso su eventual desaparicin), sino los hombresy las mujeres. O sea, los individuos de una especie, la humana, que se ha convertido de manera irreversible en la humanidad y que, precisamente por ello, ya no admite seguir siendo pensada en trminos meramente cuantitativos o probabilsticos. Porque slo del nacimiento de un individuo de la especie humana puede decirse aquello que deca Hannah Arendt: enese momento irrumpe en el mundo todo un universo imprevisible de posibilidades. Viene todo este tal vez largo rodeo a cuenta de la impresin ms viva que dej en m la lectura de este manuscrito que con tanta tenacidad como amor coordinado Daniel Brauer y que ahora, por fin, tiene el lector como ensus manos. Aquel principio general segn el cual el historiador es un sutil n>lprpnr'"poco menos que obligada aeSle respecto la conslituye el libro deJudith Butler ElgBarcelona, Paids, 2001, aunque bien ser". 10 Prefacio " ~ I ", ,d 1',1.1 ('11el presente se cumple en este caso de manera paradigmtica, 'h\I",IIr,' lit' I 1 muy poco familiarizado con el discurso histrico se podra sor-le II)( H' el enunciadodicho principio generaL El profesional de la histi" 1,1,'1.1111 "no debe llevar a desconocer el hecho de que la situacin econIIIIl,1 de los hombres influye hasta en las ms finas ramificaciones de la vida .lIllmica". Como consecuencia, la psicologa de los individuos tendra que ser hIstorizada y en modo alguno referida a una naturaleza humana universal. Lo que viven, perciben y sienten los individuos es irreductible a lo que piensan de s mismos. sa era precisamente la razn ms importante para sostener un concepto de historia. El tratamiento ms radical de estas cuestiones fue realizado por los miembros de la Escuela de Frankfurt luego de la consolidacin del poder de Hitler, ante el espectculo de la Segunda Guerra Mundial y la masacre en los campos de concentracin. La experiencia y condicin de exilio permit a estos intelectuales comprendertempranamente los significados filosficos de tales sucesos. All encuentra su lugar el volumen terminado en en 1947 por Horkheimery Adorno: Dialektik der AuJhldrung. Theodor Adorno (1903-1969) concerniente a temas adquiri relevancia porestos mismos aos y conserv !timos estudios. La tesis de Dialctica de la ilustradn es crucial en la teora crtica que, como el marxismo, se vea continuadora de losaspectos emancipatorios que, enfrentado al oscurantismo feudal, pretendan radicalizar el pensamiento racionalistafrancs ey elalemn.Horkheimer y Adorno sostenan Que la historia y la realidad desmintieron la conviccin de progreso de la libertad y felicidad. Porel conmostr como demasiado til para la consecucin de tipo de barbarie bajo la forma del positivismo. de la cosificacin del mundo. Mientras para la interpretacin deproceso se derivaba del fetichismo de la mercanca, y por ende se ligaba internamente con el capitalismo, Horkheimer y Adorno lo extendan a toda la histolia pues expresaba una modalidad de larga duracin de la relacin sujeto-objeto (aplicado por igual a la naturaleza y a los seres humanos). De aqu que lo iniciado como una dialctica de la ilustracin deviniera en una filosofa de la historia. Conceptualmente, pues, el razonarcosificante, meramente subjetivo, perteneca ms a una "razn instrumen tal" que a la historicidad capi talista. Historia. negatividad ycriticismo en la Escuela de Frankfurt pensamiento que el concepto mismo de talno menos de este momento regreI..VllUI..Ua.. Si laeldeslfucLOrdel a sus enemigos, el pensamiento ciegamente pragmatizado pierde su carcter de superacin y conservacin a la vez, y por lo tanto tamcon la verdad".2 La razn no aparece aqu sino como una capacidad tcnica de expansin cuantitativa y manipulatoria de la naturaleza y de la demografa humana. La racionalidad tcnica se mantiene en exterioridad a sus objetos. La realidad y la historia son reificadas y convertidas en colecciones de datos y hechos donde la subjetividad no las transforma sino bajo el rgimen de una cientificidadcontra la cual la "fantasa revolucionaria" se hace utopismoyen todo caso degenera en confianza pasiva en la tendencia objetiva de la historia. Eldiagnstico presentado por Adorno y Horkheimer adopta un tono apesadumbrado que denota tambin la degradacin de las esperanzas de cambio radical de la dcada anterior. En parte por las exigencias contextuales del trabajo en los Estados Unidos, en parte por una inclinacin de ms larga yprofunda duracin del devenir de la teora crtica, la pretensin de implicacin prctica de la actividad intelectual filosfica que apareca en Horkheimerdeja paso creciente a una postura negativa de lo dado, que si no cede al conformismo est cribada por un escepticismo frente a todo mesianismo revolucionario. Es preciso decir aqu que por entonces la legitimidad de una filosofa de la historia crtica era menos evidente. Efectivamente, lazo entre la imposibilidad de otorgar sentido positivo a la historia y la mitacin negativa de la teora crtica. "Desde el momento en que la M. Horkheimery Ih. Adorno, DialehtikdcrAujklanmg. furtlMain,1988, p. 3; Dialctica del iluminismo. tr. H. A. Murena, Sur, Buenos Aires, 63 .... 62 OmarAcha como objeto de una teora unitaria, como algo construible, no es el bien, sino precisamente el horror, el pensamiento es en realidad un elemento negativo. La esperanza de un estado mejor se funda -en la medida en que no sea pura ilusin- menos en la certidumbre de que tal estado sera garantizado, estable y definitivo, que en la falta de respeto por aquello que -en medio del sufrimiento universal- se aparece como tan slidamente fundado".3 El pensamiento crtico ya no apareca como capaz de contribuir a la emancipacin como pareca posib le una dcada atrs, sino que reclamaba su derecho a fundar un inclaudicable sitio de resistencia. En Minima moralia (1951) Adorno extendi las consecuencias de esta sensibilidad. La implacable irona con la cual Adorno pasaba revista a la experiencia contempornea no era externa al filosofar por aforismos. La escritura de Adorno no era extraa a su nocin de historia. El recurso al fragmento supona una muy determinada concepcin de la tarea filosfica, pero en ello se conjugaba tambin una comprensin de lo social y de lo histrico. Adorno rechaz el modo "sistemtico" de acometer la escritura filosfica pues en ello se ocultaba la pretensin de simplicidad y la suposicin de totalidad que disonaba de su concepto de dialctica. sta no designaba la estructura del cambio sino que operaba negativamente en la pretensin totalitaria de instituir un sentido o un destino. Impeda, as, toda pretensin de filosofa primera que calaba, como su expresin antihistrica ms acabada, al pensamiento de Husserl. Con la fenomenologa, el pensamiento burgus se conformara con lo esttico, y renunciaba a la comprensin del cambio. Siguiendo la idea marxista de que luego de 18481a burguesa haba dejado de ser eminentemente progresista, Adorno explica las generalidades abstractas de la fenomenologa por la razn instrumental que, en nombre de la ciencia, se impona sobre el pensamiento crtico y dialctico. En oposicin a la mquina de la razn identificante o instrumental, se trataba --en cambio- de elaborar una razn que contemplara lo no-idntico. Si la verdad no resida en el Todo, tampoco lo haca dogmticamente en el mero fragmento, pues Adorno no descartaba el momento constructivo a que poda acceder la teora crtica. La cuestin fundamental era, despus del derrumbe de las ilusiones progresistas y racionalistas que delat elnazismo, cmo constituir una alternativa que sostuviera la posibilidad de pensar desde una )Dialektik, cit., p. 236; Dialctica, cit., p. 266. Historia, negatividad ycriticismo en la Escuela de FrankfuTl "vida daada". En tal contexto la tarea de la filosofa se distanciaba de la conslruccin de grandes sistemas para descubrir esos intersticios donde la negalividad sostena la resistencia a un orden de dominacin. La historia careca de una espina progresiva. 4 Solamente en la filosofa adorniana de la msica la historia mostraba el logro progresivo de una mayor perfeccin. En cuanto a la historia de la sociedad, la prdida de un sentido trascendente, la destitucin de la confianza revolucionaria, no se troc sin embargo en el abandono del criticismo y menos an en la confirmacin del orden existente. Perdida la conexin entre teora y praxis, slo en el arte se conservaba el cuestionamiento de lo dado como momento utpico 3. Herbert Marcuse: de Hegel a Freud La aspiracin de H. Marcuse 0898-1979) a una organizacin racional de la sociedad no capitalista defenda la permanencia de la individualidad como instancia de un goce que cuestionara lo existente. N o se trataba del acceso de las "masas" a los beneficios de la productividad material, ni del consumoacrtico de las conquistas cientficas como apareca enla poltica y en la filosofa progresista de la historia de la socialdemocracia. Sumarse a la tendencia del progreso tecnoeconmico capitalista no resolvera automticamente el peligro reaccionario del fascismo porque ste se apoyaba tambin en las "realizaciones" del capitalismo. En este sentido Marcuse comparta el nexo entre capitalismo y fascismo que sera comn a la Escuela de Frankfurt. No se trataba de una relacin causal sino de la comn cualidad represiva que compartan, y de la que tambin se alimentaba la formacin econmico-social sovitica. Dos temas surgan entonces como programa de investigacin filosfica. En primer trmino la elaboracin de una teora crtica que superara las confianzas histrico-filosficas del marxismo, con la condicin de mantener vigentes sus aspectos crtico-revolucionarios. En segundo trmino, la indagacin del vnculo entre civilizacin y represin, que remita a la problemtica psicoanaltica. En estas vas se constituy la filosofa de la historia en Marcuse. Dos eran los reproches que, en esta faena, dirigi a Hegel. El primero no resida tanto 'Th.Adorno, "Progreso" (1962), en Consignas, Amorrortu, Buenos Aires , 1973. 64 65 111111/1 1\,11(/ (" 11 ~ I l"idealismo" sino en no haber extrado las consecuencias radicales de que elhegelianismo saba perfectamente: que lahistoria se realizaba corno un ap:-endizaje pero tambin como una alienacin, El segundo-y se legitimaba la intervencin de Marx-era que para acceder a esa comprensin haba que salir de la metafsica para acceder a una teora social. Sn embargo, Marx despleg slo parcialmente esta condicin trgica que amenazaba con cuestionar la inevitabilidad del comunismo, Marcuse opona reparo a la filosofa de la historia de Marx, Su ncleo bsico era la desmentida de la prognosis marxiana segn la cual el doble efecto de la pauperizacin de las masas proletarias y la organizacin masiva de 13 clase obrera conduciran al capitalismo a una crisis revolucionaria, El capitalismo haba sufrido crisis importantes, pero las haba superado y haba acrecentado el consumo de las masas regimentndolas en el conformismo, Slo en los ltimos aos de la dcada de 1960 Marcuse considerara matices en estatesisdelaopulencia capitalistaalobservarladinmicadelTercer Mundo,Mientras tanto su examen contrariaba netamente la previsin de Marx, No solamente no hubo empobrecimient generalizado de laclase obrera, sino que se creaban nuevas necesidades y satisfacciones, El abordaje crtico consista en tematizar que esas satisfacciones eran represivas y garantizaban la subsuncin totalitaria del individuo, La acumulacin del capital se cimentaba en la explotacin del trabajo y en la multiplicacin del consumo, La felicidad y el goce autntico, la modificacin del mundo y la actitud crtica, parecan incompatibles con una sociedad cada vez ms programada y repetitiva. La realidad pareca haber perdido su dialctica. La promesa moderna de la libertad retroceda ante las modalidades totalitarias de existencia, que no siempre adoptaban las formas de un Estado brutal sino que apelaban a prcticas ms sutiles y eficaces de dominacin. La presuncin de que existe un goce propio, libre, es la condicin de posibilidad de la crtica marcusiana a la productividad represiva del capitalismo monopolista. Como es sabido, esto sera cuestionado ms tarde por M.Foucault porque esta "hiptesis represiva" no da cuenta de la historicidad y de la construccin del deseo.El ncleo de este aspecto del proyecto terico Marcuse se construy en polmica con Freud. En El malestar en la entre otros textos, Freud sostu vo que la vida en sociedad supona un monto de represin de las mociones pulsionales, A la contradiccin entre el principo de placer y el princi po de realidad propio de toda experiencia vital era Historia, negatividad ycriticismo en la Escuela de Frankfurt preciso agregar un cuanto propio del trabajo destinado a la coexistencia, La represin de las pulsiones, sobre todo sexuales, que exiga el trabajo implcaba el desasimiento de sus potencias vinculantes entre los individuos y el acrecentamiento correlativo de la pulsin de muerte, Esto supona la inflacin de la represin, lo que asu vez conduca a nuevas cuotas de frustracin. Era sa la dialctica de la cultura que la Gran Guerra, segn Freud, haba probado, En Erosy civilizacin, Marcuse criticaba la representacin freudiana del malestar contemporneo. La explicacin ofrecida por Freud le pareca particularmente perjudicial dado el carcter dialctico y agonal que caracterizaba al psicoanlisis (y que traicionaba el "revisionismo"). El capitalismo exiga, sta era la tesis bsica, un "plus de represin" sobre el que se podra considerar el mnimo indispensable para sostener materialmente a una sociedad compleja (infraestructura, administracin, servicios generales) Ese excedente era el exigido por la acumulacin de capitaL Exista una conexin entre plusvala y plus de represin. Freud fue ciego ante esta condicin histrica de la economa hbidinal. El principio de realidad-proclamaba Marcuse-es un lmite maleable y negociable, Los conceptos psicolgicosempleadosporFreudenunavenanaturalistaeranconceptos polticos, Marcuse elabor una narrativa de la conformacin de individuos sobre-reprimidos por las exigencias del trabajo en el mundo capitalista y por la situacin de la cultura contempornea. La contradiccin entre pulsin y razn que apareca en trminos trgicos en Freud, historizada por la teora del plus de represin, abra una va utpica para la vida feliz, para el goce casi pleno de la sensualidad, que llevara en una sociedad socialista a la estetizaCn de la vida, El Gran Rechazo que exiga la vida contempornea prometa el logro de una "vida humana autntica" en una sociedad "no represiva". La notable expansin de la riqueza capitalista en el Occidente de posguerra, sin embargo, desmenta que la represin de los impulsos libidnales fuera inherente a las formaClones sociales contemporneas, Entre los aos 50 y 60 se observaba la expansin del consumo de la mano de la evidente ampliacin de la vida ertica. El aumento de la sensualidad de la vida no pareca incompatible con la acumulacin del capital ni con la organizacin de la sociabilidad que gerenciaba elEstado deBienestar.Laimposicin deuna lgica positiva, antidialctica, eliminaba la nocin de cambio que no fuera el crecimiento cuantitativo. 66 67 t) 1 J I ~ 1 IAl I I {lcc,ac,():'IC!.'-O Dor el cierre del horizonte de cambio social radical, oe la reFU':HUH... que ocasionaba la integracin de la clase obrera en H k;tll':; consumistas, fue elaborado por Marcuse en El hombre unidimensional ( 19(4). Este texto apunta una estacin peculiar de la trayectoria terica de Marcuse. A diferencia de autores como Benjamin, Adorno y aun Horkheimer, Marcuse se distingui por un optimismo histrico que no lo abandon inc\uso en la tormenta del nazismo. La ltima etapa del pensamiento de Marcusese articul con los movimientos protestatariosycrtcos de la segunda mitad de la dcada de 1960. Entonces el pesimismo de El hombre unidimensional fue matizado con la emergencia de nuevos sujetos del cambio como los estudiantes, las mujeres feministas, los grupos ecologistas, los sectores tcnicose intelectuales politizados, que en opinin de Marcuse mantena vigente la idea de revolucin y la aspiracin a la felicidad. 4. WalterBenjamin: materialismo histrico ysubversin del tiempo De los autores de la primera generacin de la Escuela de Frankfun, Walter Benjamn (1892-1940) presenta el perfil ms singular. El carcter extremadamente complejo de su prosa pertenece a una propiedad, la de su pensamiento, que halla su sitoen una comprensin esttica del conocimiento y de lo real. Esta inteligencia no deriva de la confluencia inestable entre el mesianismo judo y el marxismo adquirido luego, sino en ese continente del saber que es el de la morfologa. Esa corriente intelectual inaugurada por J. W Goethe se plasma en Benjamin en el fundamental trabajo sobre Las afinidades electivas. La interminable controversia entre laslecturas que insisten en la persistencia del saberjudo y del materialismo histrico en Benjamn, en su disputa, dejan sin formularla pregunta porel horizonte que hizo posible esa coexistencia necesariamente inestable. La morfologa esel suelo donde Benjamin urdi una comprensin plstica lo histrico, que puede acoger y violentar ambas bibliotecas para garlas segn las exigencias del momento. Pero no solamente extrajo de all! su mirada dialctica (en contraste con la heredada de Hegel), sino que tambin deriv de esa fuente la nocin de "idea" que sostuvo su epistemologa semitica. Idea designaba en Benjamin lo originario, lo perdido, y lo que deba ser recuperado. No es por azar que el texto donde esa nocin fue fundamentada, Historia, negatividad y criticismo en la Escuela de Frankfurt el "Erkenntniskritische Vorrede" del estudiodrama barroco alemn, estuviera encabezado por una cita demateriales en torno de la teora de los colores de Goethe. La precedencia del lenguaJe sobre la filosofa de la toria se basaba en la onto-teologa de las palabras donde se nutra su imaginacin histrica. En un primer momento, aquel del origen, el verbo divino se haca mundo, las palabras y las cosas no se distinguan. Pero ese lenguaje se habra perdido en la vida alienada. La "idea" era precisamente esa ocurrencia donde el pensamiento arquetpico se haca real. Ese momento, donde ya no habra nostalgia de lo perdido sino recreacin del mundo, adopt mero su modelo en la redencin y luego se radicaliz en la revolucin. Aunque el estudio sobre Las afinidades electivas estuviera organizado bajo la forma de tesis, anttesis ysntesis, el concepto de dialctica en Benjamin posea una armadura muy distinta a la confiada metafsica de su fundido hegeliano y marxiano. Tematizaba el cambio, pero en modos mltiples, antagnicos, con retrocesos, saltos y conflictos, sin destinos nisuperaciones ltimas. Reposaba en los fragmentos, pero no era una microloga pues aspiraba a construir el horizonte de la experiencia. Lacertidumbre de que esa dialctica se constituy -llna bsqueda de ese inconsciente clasificatorio establece un horizonte transcultural que vuelve empricamente irrelevante toda marca histrica, otros desarrollos particulares de la obra de Lvi-Strauss tienen en cuenta las modulaciones del tiempo histrico y su pertinencia para la tarea antropolgica. Hasta tal punto aprecia esa pertinencia que en diversas oportunidades ha desestimado la frmula "pueblos sin historia" como una apelacin desacertada que slo alude a una situacin de hecho, lamentable, es decir, la cuente ausencia o pobreza de registros del pasado en las sociedades que estudia el antroplogo. Si bien "la historia de estos pueblos noses totalmente desconocida" y, paresa, "quedar parasiemprefueradenuestroalcance, no cabe concluir que ella no existe" (AE, 92-93). Cuando en cambio es posible obtener datos sobre estados sucesivos de una comunidad indgena (en la Antropologa estructural se mencionan algunos ejemplos), el antroplogo atesora esa informacin, pues ella le permite enriquecer sus claves interpretativas. Lvi:' Strauss ha insistido en las ventajas de contar con informaciones precisas sobre las alteraciones en la vida de los pueblos estudiados por el antroplogo para una mejor deteccin de las estructuras y de los factores que las modifcan. Ese inters, en su caso, es coherente con unaambicionada recuperacin de lo concreto (reverso de su recelo del formalismo) que, para l, constituye el test final de la investigacin etnogrfica: enel dilogo con Ricoeur, afirma que "el etnlogo trata tambin de restituir el sentido, completando sus pruebas objetivas por la intuicin"4 y, en otro lugar, se lamenta cuando el acceso al pasado es ya imposible y slo restan inconexos vestigios de una forma de vida, de que "lo esencial, es deci r la manera enque todo eso se combinaba en una experiencia vivida ... haclesaparecido, y desaparecido para siempre". 5 Por eso, cuanto mayor sea el conocimiento de las transiciones que precedieron al estado actual de las sociedades estudiadas, ms vlido ser el resul tado de ese Ahora bien, en cada ocasin esa actitud receptiva ante los datos que puede proveer la investigacin histrica no se desva de una percepcin de tal concurso como auxiliar y mediatizable: es ms la datacin y la fijacin temporal de un desarrollo que la historicidad de la sociedad en la que ese desarrollo. Si entendemos la historicidad como un atributo dinmico y cit., p. 641. ,Les tcmps modemes, W 11O,Pars, marzo 1955, p.1203. 85 ---' 84 joseSazbn una aptItud para artiCUlar el preseme vivido con un devenir que afecta el ordenamien to social, hay que recordar que Lvi-St rauss ha singularizado a sociedades "primitivas" como aquellas queinstaladas en la historia" detentan "una sabidura particular" tal que lasrefractarias a la alteracin su estructura y les permite resistir a toda "irrupcin de la historia en su seno". La distincin -tipolgica, no emprica-emresociedades "fras" y "calientes", buscaba justameme describir cmo, a diferencia del dinamismo socal y tecnolgico de las ltimas, en las primeras "su medio imemo esta [ba) prximo al cero de temperatura histrica" CAE, XLIV-XLV).fuera de esos extremos tipolgicos-de alcance "sobre todo terico"-, Lvi-Strauss nunca eludi la problemtica del cambio y las situaciones de dinmica social, refirindose, segn los casos, a las "transformaciones diacrnicas de la estructura" o a una "dialctica estructural [que) no comradice al determinismo histrico y ms bien solicita su concurso" CAE,281,218) e, incluso, en un comexto de reflexin programtica, situ "la idea de una historia CAE, XXXIII) en la vecindad de las elaboraciones afines del historiador Fer-Braudel. De los ejemplos hasta ahora mencionados, limitados pero represemativos, se puede concluir que, inscribiendo la renovacin de su disciplina en la va real abierta a las ciencias humanas por la lingstica de Saussure, LviStrauss establece la primaca excluyeme de la inteligibilidad lgica de los moestructurales pero arribando, encada caso, asu construccin luego una indagacin concreta del objeto de estudio en la que la informacin yaun los conceptosla historia desempean, cuando su disponibilidad y su pertinencia lo aconsejan, una funcin mediadora y auxiliar aceptada y reconopor elantroplogoPor consiguiente, laquerella sobrelosmritos respect vos de la historia y la estructura (o el Estructuralismo), al menos en lo que sea las distinto al inmanente aletnolgico-ylas consiguientes realizaciones-de este autor. Dado que la insrancia emblemlica enrgica reaccin susci tada en Lvi -Strauss por ciertosde la orientacin filosfica deJean -Paul Sartre en Crtica de la razn dialc'clica, es conveniente aludir sintticamente a la argumentacin polmica esgrimida a ese en el lrimo captulo de El pensamiento, una obra, por lo dems, central en la constelacin de producciones intelectuales que encumbraron al Estructuralismo y consolidaron su Estructuralismo e historia En la Cltica -cuyo declarado horizonte era la bsqueda de instrumentos crticos aptos para una inteleccin dialctica "de la Historia en curso y de la Verdad en devenr"6-1os preliminares descriptivos concedan una especial atencin al doble atributo de libertad e inercia,praxis vivida y sedimento objetivado que defina el esta tus de los grupos y,enese contexto, el autorse serva ampliamente de las investigaciones de Lvi-Strauss para meditar sobre la naturaleza de "esas extraas realidades internas, a la vez organizadas yorganizadoras" (CRD, 487) que eran las estructuras. En trminos generales, Sartre efectuaba una transcripcin filosfica de los desarrollos analticos y de los ejemplos circunstanciados que ofrecan eSaS investigaciones, preocupado siempre por incorporar ilustraciones concretas de la tensin dinmica entre necesidad y libertad y por el resguardo de "lo subjetivo ... como un momento necesario del proceso objetivo" (CRD, 66): enel lmite, para l, la ferencia de acceso a larealidad humana entre el etnlogo y el historiador deba superarse mediante la constitucinde una "antropologa estructural e histrica" (CRD,104-105). El ltimo captulo de El pensamiento salvaje desarrolla una impugnacin mltiple del programa sartreano que, abarcando cuestiones de mtodo, teora, filosofa e ideologa,7 es particularmente custica en lo que se refiere a la lectura etnocentrista que habra hecho Sartre de los datos antropolgicos, correlativa de un postulado culpablemente dogmtico como lo sera laequiparacin entre humanidad e historicidad. Dado que el nervio de la crtica est enel tratamiento del concepto de historia, resumiremos la posicin de Lvi-Strauss al respecto utilizando un esquema facilitador extractado de un momento analticamente ejem pIar en la reconvencin que el antroplogo dirige al autor de la Critica. En efecto , Lvi-Straussse interroga all sobre la modalidad sartreana de invocar a la historia ya que, dice, raisondialcctique, Ll, Gallimard, Pars,1960, p.II. (En adelante: terica:, xis, la reapropiacin del sentido de la Historia, el conJeturablefin de las alienaciones. Las diversas lneas del postestructuralismo considerarn ese conjunto de gen, como puros arcasmos, ms pasiblesdel sarcasmoque de la rdutacin. lvistraussiano promovi un emergente sentido comn tanto ms eficaz cuanto que sus tesis dii1"1Cl.... ir'1rA't"I rI In ("flln '1ri'lntr'l'1rl"nln,,\pnt'lrlAn tic> relieve enlcampo filosfico. 86 87 ,.,,( \tI;:I,,,,, "cuesLa trabajo descubrir si se trata de [(a)] esa historia que los hombres hacen sin saberlo; o de [(b) ]la historia de los hombres tal como los historiadores la hacen, sabindolo; o, porltimo, de [(e)] la interpretacin, porel filsofo, de la historia de los hombres, o de [(d) ]la historia de los historiadores". 8 Esa distribucin -irnicamente esgrimida para sugerir un confusionismo conceptual favorecido por el uso polismico de la nocin de historia- no estructura la rplica lvistraussiana, pero aqu resulta til para distinguir sus blancos especficos. De stos, el ms ostensible es el papel presuntuoso del filsofo de la historia, por un lado exgeta intransigente del relato histrico (d), por otro dispensador etnocntrico de historicidad (e) a sus congneres culturales y, siempre, orculo omnisciente de la praxis ciega de los agentes (a), todo ello en abismal contraste conel saber puramente clasificatorio que sera el propio de la disciplina histrica (b). Esta ltima caracterizacin es, de hecho, la epistemolgica piedra de toque de la argumentacin; Lvi-Strauss le consagra un espacio mucho mayor que a las otras refutaciones y,tambin, en el marco de toda su obra, el tratamiento conceptual ms dilatado. Sus notas principales son stas: la historia (b), como Lada disciplina, se vale de una codificacin (la cronologa) cuyos "dominios" (milenios, siglos, aos) son discontinuos; siendo slo mtodo ynoestando necesariamente "ligada al hombre", su utilidad consiste eninventariar los elementos "de una estructura cualquiera, humana ano humana" (PS, 380); tiene una relacin de simetra con la etnologa, en cuanto ambas se ocupan del abanico de las sociedades humanas, una en el Liempo y la otra en el espacio. Afirmada con vigor esta deflacin de la eminencia de la historia (b) como rama del conocimiento social, Lvi-Strauss puede ejercer todo su sarcasmo con los deslizamientos especulativos (d) y las impostaciones inJusLificadas (e) a que ella ha dado lugar. En panicular, es el inmoderado apego a la temporalidad (como categora dcfiniLoria) elobjeto de su irrisinen lu que parecen ser ecos ele una antigua impaciencia ante el bergsonismo,9 sugiere que la il usin de Lemporalidad restiLuida, de acceso "al ser mismo del cambio" que dara la hisLoria 8 Lvi-StrzlUss, Cbudc: El pensamiento salvaje (1962), tr3dFrancisco ConzalezAramburo, fondo de Cultura Lconomica, Mxico,1964, p. 363. (Enaclel3Illc: 1'5 scgUldodcl N" de pgIll3.) En lo que sigue, utilizaremos bs letras intcrpobdas para distinguir las diferentes acepciollts de 'historia" segun la cila. 9CL,p.ej.,algunasalusiones enlaaUlobiografa intelectual deLvi-Strauss:Tristestrapiques (1955), Union gnrale d'ditions, Pars, 1963, pp. 37 y42. Estructuralismo e historia se origina en nuestra supuesta aprehensin del "devenir personal como un cambio continuo": as, el conocimiento histrico coincidira "con la evidencia del sentido ntimo" (PS, 371-372). Su concepcin de la ndole discontinuistadelprocedimientodelhistoriador(codificacin,clasificacin, seleccin) es la refutacin de ese sofisma, as como la imputacin a Sartre de "sociologizar el Cogito" (PS,361) o sea de asignar a la propia sociedad un punto de vista incondicionado, lleva a la denuncia del etnocentrismo de la Critica y se complementa con la disuasiva relativizacin de la conciencia histrica, verdadero blanco estratgico del ataque, ya que l acumula, uno tras otro, los varios disensos: filosfico, historiogrfico, poltico, cultural. As, el embate contra la conciencia histrica es pluridimensional y pone en evidencia los diversos registros sobre los que ha incidido el Estructuralismo en su refiguracin de la escena intelectual. La fundamental enseanza saussuriana segn la cual en el sistema de la lengua "slo hay diferencias sin trminos positivos" se prolonga en Lvi-Strauss en la tesis de que "la verdad del hombre reside en el sistema de sus diferencias", premisa sta que desmonta la equivalencia de humanidad e historicidad, ya que la aprehensin de esta ltima es un atributo localizado, propio de nuestra cultura y,desde luego, inexistente en los "pueblos sin historia". En esta perspectiva, la conciencia histrica es apenas un ingrediente interno a una variedad cultural entre las miles que dan testimonio de la condicin humana; una particularidad, por tanto, cuya reivindicacin supone "mucho egocentrismo y mucha ingenuidad" (PS, 360-361). Pero Lvi -Strauss no se limita a recusar la extrapolacin de la historia (y el saber de ella) a una humanidad general; pone en focolas condiciones mismas en que se despliega la conciencia histrica cuando sta encuentra su asidero en las instancias fundadoras de la poltica moderna, es decir en el proceso de la Revolucin Francesa. En ese punto, lapolmica deriva en una liquidacin astutamente conjunta del proyecto filosfico de Sartre, del saber difuso y convencional de esa Revolucin y del soporte cognoscitivo de una poltica progresista inspirada en su legado. El libro de Sartre invocaba a menudo coyunturas precisas de la Revolucin Francesa con el doble fin de exhibir, en la dinmica de la accin, la ambigedad del sentido de los hechos (en parte derivada de la colisin de los "proyectos" y de su aprehensin sesgada por los actores) y, por otro lado, enla historiografa relativa, el tratamiento insatisfactorio de tales episodios. El horizonte crtico y totalizante de la razn dialctica encontraba, en esa arj 88 89 ]osSazbn ticulacin de mltiples iniciativas contrapuestas)' unidirecc10nales minaciones de estructura, un terreno de eleccin para indaga t'las condiciones de acceso a "una Verdadla Historia" (CRD.1 recom pone esos propsitos con por Sartre, dice, "puede reducirse a ste: en posible el mito de la Revolucin Francesa?" (P5,Hay que todo lo que sejuega en esecircunscripto giro lexcal, ya que el amor, conspicuo especialista de la mi tologa aborigen, esboza aqu una paridad funcional enrre los cuadros interpretativos de la filosofa de la historia y las formaciones imaginarias de! "pensamier.to salvaje": e;: uno y otro caso, la figuraLlt del pasado derivara de una fantasa constructiva pasible de reduccin antropolgica. El corolario de este vuelco es una inversin completa de la relacin de para Sartre (y e! materialismo histrico), los hallazgos de la anrropologa son explicados, en definitiva, por conceptos histricos; para LviStrauss, la ideacin histrica constituye un caso especial (en el abanico de las culturas) sobre el que tienen jurisdiccin los conceptos anrropolgicos. Si bien no es la primera vez en que se alude a un "mito de la Revolucin Francesa" -en 195410 haba hecho el historiador Alfred Cobban, como un provocativo incipit de su alegato revisionista-, la calificacin lvistraussiana tiene un filo ms agudo porque, tras la Revolucin Francesa, afecta a cualquier constelacin de hechos lejanos a la que se pretenda adjudicar una interpretacin relevante para la accin presente. ste es un desarrollo particular de la crtica de la razn histrica cuya premisa es la ndole provisional y contingente de la atribucin de significado; creemos comprender lo que se dirime en la Revolucin Francesa porque sta todava est "en foco", pero bastar[a tomar distancia de tal situacin para que esa impregnacin de sentido, esa vivida" pierda su inteligibilidad y decline su completo. Ahora bien, la implicacin por su inmediata conversin en juiciolos soportes ideolgicos de la accin: si la historia de la Revolucin Francesa sigue suministrando claves y categoras comprensivas para el presente, eleclipse de su sentdodebe volver obsolescente esefunoamento.Lvi-Strauss juzga, en consecuencia,que "la edad de orola conciencia histrica" ya ha concluido, y , por ello, la suposicin del "hombre de izquierda" de vivir todava en que era posible "una congruencia entre los imperativos prcticos y los de interpretacin" (P5, 368-369). De esta hi-Estructuralismo e historia ptesis, sin embargo, l no deriva el desaliento de esos esfuerzos, si bien e! modo en queautoriza supone una "sabidura" difcilmente practicable, ya que implica u n ~ 1conciencia desdoblada que por un lado asume a la 111stora como fundamento cognoscitivo y,por otro, la reconoce como mito; en la accin, incorpora sus luces, en la reflexin advierte su opacidad. No desde luego, este insondable consejo el legado perdurable de El pensamiento salvaje, pero s su intransigente aclimatacin del nuevo saber estructuralista, especie de Instauratio magna -sostenida por las dems obras de! autor- que suscitaba, entre otros efectos, la parsimoniosa erosinlas flosofas de la conciencia y las filosofas de la historia (en cuya interseccin se haba situado Sartre). En particular, la devaluacin de la conciencia histrica, asimilada ahora a fOl111acin mtica, yuna insidiosa depresin del sentido, entendido en adelante como remanente superficial dearticulaciones subyacentes, ambos resultados de la reduccin antropolgica que con sostenido aliento practicado Lvi-Strauss ilustrndola sin atenuante en "Historia ydialctica". Incluso es posible leer la fundacin del postestructuralismo (o de gunasde sus tendencias) en e! crptico apotegma segn el cual "todosentdo es justiciable de un menor sentido, que le da su ms alto sentido" (P5, 370), amplificacin deljuicioadmonitorio de que "es vano indagare! sentido ms verdadero buscndolo en la conciencia histrica" (P5,Este dictum y otros similares (entre ellos, el que denunciaba en "la historicidad, el ltimo refugio de un humanismo trascendental": PS, 380) fueron representativos de una consistente impaciencia ante los topol en que se haba demorado la filosofa francesa hasta entonces sin sentirse incli nada a revisar los 1uego de adquisicioneslas ciencias estructurales. De all que un sector emergente de esa filosofa, sensible a tales adquisiciones y dispuesto a coordinarlas con programas renovadores, adoptara tambin, ante las certidumbres del Cogito, la fenomenologa marxistizante y la retrica del Hombre y sus produccionessus alienaciones) una actitud de rechazo que, en la coyuntura de los aos 60, era inescindible del contiguo impulso modernizante que el sedimentando. Aqu restringiremos el comentario a Foucault(1926-l984)Y LouisAlthusser(l9181990)- que en esos aos fueron invariablemente asociados por los observadores de la escena intelectual (Sartre incluido) con la deriva estructuralista y su repudio del humanismo y del J..,;r' 9091 "d -/JJIJ Por lo dems, como en [alderivacin predominan los aspectos crticos lo que el Estructura ismo rechaza) sobre los constructivos, es que e! pensador panicular remarque su margen de autonoma yse distraiga, en cambio, de aquella deuda: tanto Foucault como Althussernegaron la liacin estructuralista de sus trabajos en el mismo momento en que su ampla recepcin descansaba en ese supuesto. Pero ambos edificaron su obra sobre el terreno que Lvi-Strauss (yalgunos otros) despejaron: el recelo de la conciencia -"enemiga secreta" de las ciencias humanas-, la erosin de la soberana de! sujeto, e! escarnecimiento de! humanismo historicista, la re!ati vizacin de la toria acontecimiental (tambin argumentada por Fernand Braudel), etc. fueron temas heredados que cada uno articul con los propios. La fase de la produccin de Foucault ms claramente asociada con la difusin del Estructuralismo (yen la que ste mismo es una referencia explcita) est representada por sus libros Las palabrasy las cosas (I 966) YLa arqueologa del saber(I 969): enel primero, acomete una descripcin diferencial de las formas en que se organiz yespecific e! saber de! hombre-en Europa occidental-desde e! Renacimiento hasta e! siglo xx, estudindolas como conjuntos sincrnicos cuyos respectivos principios cognoscitivos ("epislemes") se escalonana lo largo de! periodo en una escansin discontinua; ene! segundo, presenta una teora general-crtica y programtica a la vez- de los discursos a nivel categorial, desechando las clasificaciones y articulaciones convencionales e introduciendo una serie de nociones sustitutivas aptas para dar cuenta de un funcionamiento que se explica por regulaciones annimas y, por tanto, ajenas a la actividad de una conciencia constituyente. En un caso tcita, en e! otro manifiesta, la polmica con la historia de las ideas es la contracara crtica del proyecto "arqueolgico" foucaultiano como ste se despliega en los libros mencionados: inicialmente, como brusca e intriganterefiguracindelsaberhumanista y cientfico;luego,como agenda terica de los conceptos que permitiran pensar y justificar ese camiento y,con l, el de la perspectiva obsolescente de la historia de las ideas. Foucault busca radicalizar una mutacin epistemolgica que encuentra ya en acto --en los historiadores de la revistaAnnales y en la historia de las ciencias renovada por Rache!ard y Canguilhem, p. ej.- y que es tributaria de una nocin, la de discontinuidad, a laque l, porsu pane, otorga tanto una funcin constructiva en su teora del discurso como un rol deconstructivo frente a los su puestos teleolgicos, totalizantes, antropolgicos y subjetivistas de la Estructuralismo e his toria historia de las ideas. Es en el deslinde metodolgico de estos rasgos desertahles donde se instala su "arqueologa", una vez abolido e! "narcisismo trascendental" de la vieja disciplina. Pero tanto esta ltima imputacin como otras vehementes que La arqueologa de! saberdirige a su enemigo filosfico no son, ensu acumulativa insistencia, ms que una dilatacin hiperblica del argumento antihistoricista que Lvi-Strauss haba expuesto, con sobria efitacia, en El pensamiento salvaje. Esa pasin vindicativa y ese duro sarcasmo movilizados contra el humanismo y las filosofas de la conciencia -antes prevalecientes- otorgaron al gesto rupturisla de Foucault una ejemplaridad y una cualidad doctrinaria ms perturbadoras que las anlogas "implcaciones filosficas" advertidas en el estructuralismo lvistraussiano. Ilustrativa de ese salto de nivel-y asimismo de la propagacin ms fluida de los ideologemas- fue la resonancia alcanzada por el tema conclusivo de Las palabras y las cosas: al sugerir un inminente "findelhombre",Foucault aada un irnicocorolario nietzscheano a las ya sedimentadas adquisiciones del Estructuralismo y provocaba, con tal rspida frmula, un debate ms intenso (y equvoco) que e! que pudo suscitar antes Lvi-Strauss al aseverar -tambin en lnea con esas adquisiciones-que "el fin ltimo de las ciencias humanas no lera] constituir al hombre, sino disolverlo" (PS, 326). Como Foucault, tambin Althusser niega la vigencia del hombre como unidad normativa o figura reguladora de la meditacin filosfica yla investigacinsocial; pero e! "antihumanismo terico" que propone tiene una funcin polmica ms riesgosa porque busca instalarse, disuasivamente, en un cuerpo de pensamiento polticamente mediado y para corregir esa mediacin: su intervencin es la de un filsofo comunista que revisa el canon para devolver eficacia a las metas partidarias. Ms all de la ambigua fortuna de ese propsito, lo que interesa aqu es la articulacin de sus recursos con los ofrecidos por el Estructuralismo en su faz ms constructivista. En Althusser, el amihumanismo noslo devela los puntos ciegos de la filosofa de la poca sino tambin los del corpus heredado por e! que, idealmente, se regira la prctica revolucionaria: en particular, la vertiente antropolgico-humanista de la obra marxana (cristalizada en nociones perdurables como "alienacin", "fetichismo", etc.), cuya neutralizacin condiciona entones elrescate de las verdaderas innovaciones tericas de Marx, incompatibles con aquella "problemtica". L 92 93 "'11" T.d "j111'lel escrutinio realizado, emerge un Marx conspicuamente cientfico cuya prctica terica posee los atributos que un lector atento de Bachelard, Canguilhem y Braudel poda reconocer como epistemolgcamente vlidos: discontinuidad entre lo real y su inteleccin, ruptura con nociones ideolgicas que libera el trabajo del concepto, disolucin de unidades histricas imaginarias y produccin de historias diferenciales, etc. Si la autoridad reconocida a esos autores no deriva necesariamente de una lectura en clave estructuralista, la incorporacin de sus incitaciones en el marxismo reconstruido de AIthussermuestra su armona con ella, hasta el punto de vertirse en un lxico que, en un momento ulterior, ser objeto de autocrtica, aunque preservando nociones adquiridas. A pesar de algunos deslindes respecto de aspecros caractersticos del Estructuralismo-el principio metdico de! corte sincrona/diacrona, p. ej .-, lade Althusser se inscribe en su rbita no slo por el adoptado rechazo del empirismo de los modelos al que opone una opcin formalizante, sino tambin por la reconduccin de cienas postulaciones el papel de lo imaginario en la vida social. Por ejemplo, la importante distincin deAlthusser entre el "objeto real" yel "objeto de conocimiento" evoca la distincinlvistraussiana entre la realidad emprica y el modelo apto que dar cuenta de ella: en uno y Otro caso, el nfasis est puesto en la heterogeneidad de esos planos y en la preservacin de la actividad constructiva de la abstraccin. Por otro lado, la concepcin que teneAlthusserde la ideologa -innova-respecto al marxismo clsico- segn la cual esta ltima no es un nente exclusivo de las sociedades clasistas, sino una dimensin coextensiva de todo estado social, ya que -como dice en La revolucin telica de Marx (1965)- "constituye una estructura esencial en la vida histrica de las sociedades", evoca, por su parte, la subyacencia irredimible de la funcin mtica que Lvi-Strauss hizo valer Contra la supuesta ilustracin de la conciencia Hacia la poca, sin embargo, otras fueron las correspondencias detectadas cntre las virtualidadesuna ptica estructura lista y los conceptos que Althusser buscaba naturalizar en el marxismo, p. ej .Ia consideracin, en los modos de produccin, de una combinac n de "elementos del sistema de formas" o -en ese mismo contexto-la caracterizacin de los hombres como o "soportes" de relaciones de produccin: ambas fueron luego por Althusser en Elementos de autocrtica (1 Yno estructuralisras, si bien en el marco de una admisin 94 ESlrucluralismo e hisloria de esta cornente (aunque con el antecedentede Hegel que haba reconocido Marx en su momento). Por otro lado, su alegacin de la incompalibilidad de otros componentes de su teora con elEstructuralismo es vlida y debera ser ociosa en un clima intelectual menos cargado de recelos sobre autonomas, fronteras epistemolgicas, in!1uencias y paradigmas compartidos: de la creatividad del enfoque de Althusser produjo efectos diseminados en mude trabajo, dentro y fuera del marxismo, de tal modo que la hipor l realizada no fue sino la primera de una larga serie. No obstante, durante ese pc,odc convergieron sobreFoucauh la disgustada reaccin y el malestar que susciLaban el descarte del humanismo y la dilucin de la conciencia histrica. Filsofos, ensayistas e riadores encontraron irritante, superficial y aventuradatantolairnica desintegracin de la figura del Hombre como la encarnizada refiguracin discontinuista de la Historia,una y otra iniciativa, como el natural desemboque de una im provisada doctrinala estructura. JOAhora bien, mientras los filsofos Foucault y Althusser se esforzaban porcelosamente cualquier adscripcin al Estructuralismo -La arqueologa del sabery tos de autocrtica dedican, encaso, variasa ese fin-, el escritor Roland BarthesC 1915-1980), ensayista de mutables empeos intelectuales, asuma, en su estacin estructuralista, una identidad plena con la corriente, a la que busc dOlar de una normativa terminologa razonada y,por otro lado,deuna fundamentacin culturalde su emergencia comorasgo de poca. En el primer caso, en los Elementos de semiologa (1964), introducidos bajo laaudaz premisa de una correccin al programa de Saussure-"noes la lingstca una parte de la ciencia general de los signos, sino la semiologa de la Iingstica"ll- y,en el segundo, en un ensayo fulgurante que de manifiesto el sustrato experiencial e ideativo del que tomaban ins10Algunas de esas crticas: Sartre,Jean-Paul: "Entrevista de Bernard Pingaud" (1966). en Sebreli,J. ]. (comp . .): Sann: por Sartre,jorgeh'arez, Buenos Aires, 1968, pp. 207 -217; Garaudy, Roger: "Structuralismeet 'MOr! de I'Homme"', laPense, Pars, N 135,1967. pp. 107-124; Le Bon,Sylvic: "Un positivistaMichel Foucault", enAAVV.: Anlisis de Mchd FOUCQlllt,Tiempo 'vn",,,cnpnBuenos Aires.1970, pp. 94-121; Thompson, Edward P:Miseriadelateora Critica, Barcelona, 1981. Barthes, Roland: "Presentacin" [de Elementos de semiologa] (1964), enAA.VV: trad.: Silvia Delpy, Tiempo Contemporneo, Buenos Aires, 1970.0.12. r ili,1-. 95 )osSazbn piracin los modelos estructurales. Concebida bajo la especie de un dinamismo particular, "la actividad estructuralsta" se desplegaba y era operada porun nuevo tipo humano, "el hombre estructural", que apareca comoun consecuente descubridor de formas y explorador del sentido. 12 Pero sobre todo Roland Barthes fue quien introdujo perdurablemente el examen del discurso histrico en la agenda estructuralista, incorporando una perspectiva a la vez lingstica, retrica e ideolgica. 13 En la medida en que ese enfoque buscaba dilucidar los dispositivos de produccin de significacin y verosimilitud en la escritura histrica articulando el funcionamiento de los recursos literarios con las opciones formales del historiador, esa parte de la obra de Barthes fue tanto anticipadora como promotora de algunas temticas estratgicas puestas en circulacin por los "nuevos" filsofos de la historia. 14Pero, desde luego, stos comenzaron a desarrollar sus ejercicios tericos en una escena intelectual completamente renovada, hasta el punto de que sus cdigos de reconocimiento, lxicos y problemticas volvieron casi irreconocible la antigua antinomia -y las resultantes tensiones- del Estructuralismoy la Historia. 12 Barthcs, Roland: ''L'acriv slrucruralisle" (J 963), en1964, pp, 213 220, Estructuralsmo e historia Bibliografa recomendada REMonl Francesco, Estructura eHistoria. Laantropologiade Lvi-Strauss, trad.: Francesc Serra Cantarell,A Redondoedtor, Barcelona, 1972. SAZB"jos{comp), EstnlCfuralismo e historia, Nueva Visin, Buenos Aires1972, SCHMIDT Alfred, Historiayestructura. Critica del estructuralismo marxista, trad.: Gustavo Muoz,Alberto Corazn editor, Madrid, 1973. CARUSO Paolo, Conversaciones con Livi-Strauss, Foucault y Lacan, trad.: E Serra Cantarell, Anagrama, Barcelona, 1969. 97 96 La filosofa alemana y los problemas de "la" historia (1774-1830). La metafsica del Plan Martn H. Sisto Acaso no necesitarian conocer el Plan? Herder Un ensayofilosfico que trate de construirla historia universal con arreglo aun Plan de laNaturaleza... no slo debemos considerarla como posible, sinoque es menesterque lo pensemos en su efectopropulsor. Kant Pero se dice que este plan se halla oculto a nuestros ojos eincluso seria temeridad querer conocerlo. Hegel La expresin "idealismo alemn" en el mbito de la filosofa de la tiene su fundamento. Comprendemos bajo dicha expresin a varios autores que se ocuparon del tema: Lessing0729-178l), Fichte (1762-181 4), Sche(1775-1854) Yotros menos conocidos. Pero consideramos sus hitos fundamentales las obras de Herder(l744-1803), Kant (I724-1804)y (1770-1831). No es que stas agoten los desarrollos de esta corriente de pensamiento; pero s permiten comprenderla en sus temas fundamentales, sobre los cuales se darn las variaciones. objeto de este captulo es presentar esos temas, para mostrar, en medio de las distintas posiciones que en los captulos siguientes veremos ms en . 99 Maltin H. Siseo los fundamentos que nos permiten considerar a estas filosofas como una misma corriente de reflexin. Los epgrafes que lo encabezan ya nos anticipan algo del objetivo comn ya su vez de los distintos temperamentosfilosficos en que se Dicho objetivo es descubrir el Plan. La expresin proviene de la Biblia y la trajudeocristiana; pero sin duda en el marco de estas filosofaspasa a sonar como algo detectivesco.Yla resonancia tiene su razn de ser. Una mirada superficial podra ver en estas filosofas mucha teologa. Pero juzgar por ello que de lo que estamos hablando es de "cuestiones religiosas" sera un error de pe rspecti va, porque se tI'ala justamente de lo contrario. En un mque desde haca siglos se consideraba propio de la teologa judeocristiana, la nueva filosofa pretende incursionar evaluando su derecho propio, el de la sola razn, blofie Vernunft, expresin que se volver clsica en la filosofa moderna. Se trata de determinar si aquel Plan divino que Dios parece tener respecto de la historia es posible conocerlo, al menos parcialmente, y de ver de qu se trata. El itinerario que recorre el captulo coincide bastante con lo que sucedi cronolgicamente. Porque de planteas metafsicos ligados con cuestiones religiosas, advertiremos que la discusin va adentrndose cada vez ms en disquisiciones prcticas y epistemolgicas. Algunas coordenadas de la herencia recibida Pero ya este intemo tena sus antecesores, y conviene retomar la situacin de la filosofa de la historia en donde se inserta la obra de Herder. Como hemos visto, la expresin "filosofa de la historia" fue acuada por Voltaire con el libro que tena el mismo nombre, aunque luego el filsofo francs cambiariael ttulo en la edicin posterior. Sin embargo la expresin qued. La exposicin de Voltaire pretenda responder a la doctrina de Bossuet; como seala Brumfitt, "reemplazar a Bossuet e..)ste era el objetivo principal". 1 Bossuetera un jesuita encargado hacia fines del siglo XVII de la instruccin del delfn de Francia y escribiun Discurso sobre la Historia universal (1681). En este libro la Providencia WorhsofVoltare, p.32, lntroduction Q. H. Brumfitt). Tomo 59, Institut et Muse Voltaire, Geneve-UniverstyofToronto Press, 1969. 100 La filosofa alemana ylos problemas de "la" historia (177 4-1830). La metafsica del Plan aparece como la parte aclara fundamental, no slo en la historia religiosa sino tambin en la civil. Frente a las graves luchas religiosas de la poca, Bossuet considera en principio que de haber unidad religiosa en Europa, sta no se logra identificando elementos en comn entre las distintas sectas. Yaotro haba entrado en polmica a fines del siglo XVIIcon la posicin de Bossuet: niz. El filsofo alemn escribiria ms tarde una Teodicea (1710). En discusin con Pierre Bayle, tambin como Bossuet, demuestra cmo la Providencia acta en la Historia. Pero el acento aqu est dado por el ttulo del primerapartado de su libro: "Tratado sobre la correspondencia entre la fe yla razn". Leibniz, tambin cientfico y diplomtico, intenta a diferencia de Bossuet una conciliacin entre las religiones sobre la base de un entendimiento comn. Para ello busca mostrar cmo las verdades reveladas del cristianismo son en realidad accesiblesa la mera razn. Slo que en trminos histricos llegar a ellas es fruto de un largo proceso. Ahora bien, como dichas verdades son necesarias para la salvacin, Dios las revel al hombre en un determinado momento de la Historia. De esta "teodicea"2-nombreacuado por Leibniz- atena la consideracin de la Encamacin como el acontecimiento decisivo que divide en dos la Historia, y vuelve relativo el "antes" y "despus" de Cristo. Aun as, ya diferencia de la antigedad, en donde la Historia es entendida en trminos circulares, en la concepcin de Leibniz sigue preservandoel esquema lineal de la tradicin judeocrsliana: es decir, la Historia no es entendida en trminos cclicos, a modo de la Naturaleza, sino con un origen y un destino diferentes entre s. El ttulo completo de esta obra leibniziana es el siguiente: Ensayos de teodiceasobre la bondad de Dios, la libertad del hombrey el origen del mal. El sello de Leibniz durar largo tiempo. As Hegel, por ejemplo, seala en las Lecciones sobre Filosofa delaHistoria Universal: "Nuestra consideracin es, por tanto, unauna justilkacin de Dios, como la que Leibniz intent metafsicamente, a su modo, en categoras an abstractas e indeterminadas: se propuso concebir el mal existente en el incluyendo el mal moral, y reconciliar al espritu pensante con lo ne(LFHU36)3. Del griego "theos"Dios, y"dlhazcirl" decir correctamente ,j uzgar, decidir. lEn este capitulo ylos siguientes abundar encitas que ami modo de ver son claves para la lectura de sus textos, y que dada la extensin de la obra deestos fHsofos, ellas sirvan como puntos de referencia para afrontarlos. La aclaracin de las abreviaturas se encuentran en la Bibliografa. Ji.. 101 Martn H. Sisto Pero el acento que notbamos en Leibniz ser mucho ms que un acento, como veremos luego. Ala relalvizacin del antes y despus de la Historia nado, se le sumar luego la pujante autoconciencia de la lIustracIOn: es una poca en la que se reflexiona mucho sobre el lugar de la cultura del tiempo en relacin con la Historia. La autoconciencia ilustrada genera una revisin histricaconel fin delugar. Yelpoco buscado-es una interpretacin de la Historia en la que, en cierto sentido, el movimiento ilustrado resulta el vrtice de todo su acontecer. Cuando uno lee los textos de algn pensador de la Ilustracin, da la impresin de que toda la Historia esta esperando este movimiento cultural. Y muchos de ellos buscan rastros de ilustracin en la Historia anterior. El lema de esta autoconciencia histrica es La Razn. Esta conciencia de s de la Ilustracin lograr su esplendor con la Revolucin Francesa, de la que se proclama inspiradora. Recordemos que la Revolucin Francesa intentar cambiar la datacin de la Historia en su totalidad: pretenda constituirse en el ao cero. Voltaire, decamos,el representante mximo de la Ilustracin, narra una historia en la cual la intervencin divina no cuenta como parte efectiva, en contraste con lade Bossuet. Tiempo despus tambin toma contra el optimismo de Leibniz en una pequea obra, cuyo ttulo nos dICemucho: Candde, ou l'optimsme (] 759). Pues curiosamente, aun siendo iluminista, Voltairc rechaza el optimismo racionalista leibniziano. Sobre este trasfondo de discusiones surgirn las nuevas teoras filosficas sobre la Historia, comenzando por Herder. "La" Historia y sus problemas Podramos considerar elde Herdertitulado de la historia para la educacinla humanidad (1 de una segunda etapa en laconstitucin cincuenta y cuatro aos edicin de Hegella compendio (I830). En la discusin que tiene lugar a lo largo de este perodo se han de tener en cuenta las obras de Herder, de Kant, de Hegel y la de sus interlocutores: desde Voltaire, Leibniz, lO2 La La metafsica del Plan por Montesqmeu, Rousseau e lselin; hastaSchiyotros. Vayamos ahora a los trminos clave del voa estasfilosofasy estapocay a losproblemas fundamentales que intentan formular y darles solucin. Una primera palabra que es necesario aclarar es la mismaHistoria", o mejor, la expresin"La Historia".En el sentido ms amplio en que hablan estos filsofos, sta no es concebida como algo con entidad propia,as como una sustancia con leyes particulares que gobiernan su movimiento. 1.a Historia espor ellos comoescenario". unen el que tarde ose rtsultadosdeYa Bossuet se comprenderla tramala teatro en el escenario I.XflUUpuuz es usada frecuentemente por los tres . .) porque todas las escenas (Szenen) en que cada actor slo desempea un papel en el que puede desempearse y ser feliz, todas esas escenas tambin puedenconstiturun todo, una representacin total. .. " (Herder, IF 114) "( ..) no es posible evitar cierta desgana cuando se contempla su ajetreo sobre la gran escena del munclo (We!thlll1e) (Kant, mue 41) (. .. ) el gran teatro (SchauplCl(Z) de la sabidura suprema ... " (Kant, mue 63) "Hay la conocida ancdota deque refiere que en un po hall lasmismasy actividacles que enel gran escenario cleRoma. subyace a determinar quines son a los que intentan responder Herder, Kant yenconste laciones temticas. 4Por los mOli\'Os aqu cxpueslOs, Ulilizaremos la palabra "Historia" con maysculas, teniendo en cuenta que el objeto de estos pensadores es fundamentalmente "La" historia, en el aclaramos rnCSlC captulo. j "Un lelabrg, Monseigneur, vos propose ungrandspectacle" (p. 666) Diswurssurl'hisroirc unverselle, Ouvres, Texlcstablsetannols par l'abb Velat el Yvonne 1961. 103 Martn H. Sisto l. Problemas metafsicos yprcticos. La dela civilizacin La filosofa de la historia considera en primer plano al hombre y su obra en trminos colectivos: en cuanto "civilizaciones", "generaciones", "pueblos" o ms genricamente "humanidad". Es en este contexto que se encuadran los problemas del mal, el de la efectividad de la accin humanay de su libertad, y el de la intervencin de Dios en el mundo como Providencia. Porque la cuestin destino ltimo del hombre individual se encuentra en y queda en principio relegada al mbito religioso. Esto nosignfica que la prioridad entre estos dos planos, y por consiguiente el problema del destino del ; ~ ' ~ ; H ; r l , , ~.. del gnero humano no sean asunto de discusin central, como lo veremos en los captulos que siguen, con la polmica entre Herder y Kant. Muchos aos despus, la prioridad del plano colectivo ser motivo de unade las criticas de Kierkegaard hacia Hegel. Este problema y sus consecuencias se presentarn en toda su gravedad en la medida en que se entienda el destino individual como un fenmeno que el devenir histrico absorbe por completo, tal como se puede interpretar la filosofa de Hegel. Con la expresin "continuidad de la civilizacin" queremos indicar genricamente el fenmeno por el cual los hombres emplean la vida para generar obras culturales admirables o bien grados de desarrollo cultural notable, no slo para s mismos, sino tambin para la posteridad. Y sin embargo la Historia nos muestra una sucesin de ruinas. Como subrayan nuestros autores: "Transitorio es todo en la historia. A la entrada de su templo estn escritas las palabras: Vanidad y Caducidad. (...) nuestra vida transcurre sobre losescombros de constituciones y reinos destruidos." (Herder, IFHH "No es posible evitar cierta desgana cuando se comemplasu ajetreo [el de la historia humanal sobre la gran escena del mundo; (...) a la postre se nos figura que el tapiz humano se entreteje con hilos de locura, de vanidad infantil y, a menudo, de maldad y afn destructivo ... " (Kant IJ-IUe 41)7 jamsel todos los afanes humanos". (IfHH488) 'Vase tambin lHue55. La filosofa alemana ylos problemas de "la" historia (1774-1830). La metafsica del Plan "La historia nos arranca a lo ms noble yms hermoso, por qu nos interesamos. Las pasiones lo han hecho sucumbir. Es perecedero. Todo parece pasar ynada permanecer." (Hegel, LFHU25) La pregunta es entonces acerca del sentido que pueda tener todo este esfuerzo. No slo los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 nossuscitannuevamenteestaspreguntas;tambinquieneshanasistidoalos resultados posteriores a la Segunda Guerra Mundial se las hicieron, aparte por millones de seres humanos, que fue tan grave que hizo que esas preguntas lgicamente pasasen a un plano muy inferior. U( ... ) a quin, a qu fin ltimo, ha sido ofrecido este enorme sacrificio? Aqu es donde habitualmente se plantea el problema el comienzo general de nuestras consideraciones." Este sacrificio tendr sin duda un valor moral inestimable, pero la exigencia humana implcita en este esfuerzo es, como captan estos filsofos, ms todava. N o nos basta que el valor de esas obras quede reducido al aspecto moral. El intento de responder a este problema se abre camino en dos direcciones, una terica y otra prctica. La direccin prctica apunta a la responsabilidad hstlica como concepto articulador. Se pregunta si tiene sentido hablar de la respon: tarea en comn de nuestra generacin,si ms all de la responsabimoralcuanto a nuestras acciones, tenemos alguna gacin comocon respecto a quienes nos suceden. considerar con preocupacin cmo va a ser posible a la dad cargar con el peso de la historia que le vayamos dejando al correr de los siglos" (Kant, IHUe 63) Herdercon respecta alComo vemos, son temas de carcter prctico acerca de la responsabilidad aun modo nuevo la rel1exin acerca de un tpico terico de la mosora yla teologa clsicas: la cuestin de s Dios o-en la versin ms inmanente- la Naturaleza nos ayuda en esta tarea. Podemos encon105 104 Martn H. 5i5to trar fundamentos de esta colaboracin? Los tres filsofos respondern que pero cada uno a su modo, distinguiendo el rol que toca aDos yalos bres respectivamente. La continuidad de la civilizacin humana se encuentra con diversos obstculos, de los cuales dos son especialmente graves: las guerras ylas catstrofes naturales. Las guerras constituyen una preocupacin constante de los tres au tores, especialmente en Kant: la federacin de naciones que este ltimo propone, apunta directamente a dar una solucin poltica a esta amenaza de destruccin. Los efectos de las catstrofes ms bien cuestionan tanto la fe religiosa como la visin progresista de la misma Ilustracin. Con la pluma de Voltaire (Poemes sur le dsastre de Lisbonne, et sur la oi naturelle, escrito al ao siguiente de!terremotodeLisboa de1755) y el contexto cultural de la poca, la cuestin adquiere una fuerzade objecin particular. En lo que concierne a la Providencia, la pregunta ser la que se repite en la filosofa y en la existencia de casi todo ser humano: si Dios quiere el bien cmo puede ser que permita tanto este tipo de sucesos, como tambin efectos de la maldad humana sobre los congneres, especialmente los inocentes? Hay una ayuda o gua de la Providencia a pesar-o quiz para algunos a travs-de estas circunstancias negativas? Pregunta antigua, pero que a partir de esta poca se plantea con un nuevo desafo, como veremos ms adelante. Nuestros filsofos tratarn de ver si hay un legado que trasciende las destrucciones y el perecer de las civilizaciones y, en caso positivo, de determinar en qu consiste. Las distintas reflexiones apuntan, en forma explcita en Herder y en Kant, ala esperanzaya no desfallecer en la propia obra: "Si yo lograra unir las escenas ms dispares sin entremezclarlas, si lograra demostraren qu formase relacionan (. ..) iQu estmulo para leneresperanzas para creer incluso all donde no se venadaono todol" (Herder TF 63) se ocupa de la narracin de estos fenmenos, nos hace concebir la esperanza ( ... ) de que podr descubrirenel juegode la libertad humana en grande un curso regular.."(Kant, IH ve 39; vase tambin epgrafe del presente captulo) Tambin para estimular esta esperanza se tratae! Plan, de lo contrario la realidad histrica La filosofa alemana y los problemas de "la" historia (1774-1830). La metafsica del Plan .. ) contina siendo una objecin incesante cuya visin nos obliga a desviar con desagrado la mirada y, desesperados de encontrarjamsenl una integra intencin racional, nos lleva a esperarla slo en otro mundo ... "(Kam, lHue63)8 Notemos que la esperanza era para la teologa tradicional9 una de las tres virtudes teologales. Pero aqu adquiere otras resonancias. No se trata en principio de la virtud teologal sino de determinar si es posible encontrar fundamento con la sola razn -en especial, independientemente de la Sagrada Escritura- para sostener una espera positiva. Por ltimo, uno de los aspectos comunes en las respuestas de estos pensadores a los problemas planteados es la tesis de que la Histora es una especie de educacin divina de/gnero humano. No slo nuestros tres filsofossostienen cada uno a su manera esta tesis (y el opsculo de 1774 de Herder la lleva en el ttulo); otros contemporneos la comparten. Quien se destaca en ello es Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781), en especial con su ensayo La educacin de/gnero humano, de 1780 (como vemos posterior a la primera obra Herder sobre e! tema). Basta citar el primer pargrafo de su libro: "Lo que la educacin es para el hombrelo esla Revelacin para el gnero humano". Aqu "Revelacin" es sinnimo de "Historia". Ydebemos aclarar entonces algunas implicaciones. La religiosidad a primera viSla de estos autores, examinada ms a fondo, muestra una modificacin profunda de la no slo del cristianismo. Y lo que en principio uno supondra una simpata hacia la religin iniciada conjesucristo, raramente de hecho lo es con respecto al cristianismo tal como se mostraba socialmente en la poca y como tradicionalmente se lo haba entendido. De hecho, Lessing entiende la Revelacin no en el senlido tradicional, es decir como todo aquello que Dios ha daelo a conocer a los hombres a travs del pueblo de Israel, luegojesucristo, y la salvacin que viene con su persona. En un sentido casi contrario, sostiene que toda la Historia es revelacin, yllega a con"Aun sivamente al ms all. J.. 106 107 Martn H. Sisto traponer este sentido ms amplio a la pretensin de que las religiones reveladas (no slo del cristianismo) proporcionan un camino imposible de transitar por otros medios. Tambin el cristianismo de la tradicin aceptaba que todo era revelacin, pero no en el mismo sentido, aunque esto no significase que ambos tipos de revelacin fuesen contrapuestos. Desde este punto de vista, Lessing contina la posicin iniciada por Leibniz presentada ms arriba. Si la revelacin cristiana es relativizada como unconocimiento que tambin puede alcanzarse por otros medios racionales, entonces la pretensin del cristianismo de que el nacimiento deJesucristo divide la Historia enantes y despus, pierde fuerza 10. Otro aspecto de la doctrina de Lessing, pero que encontramos de algn modo en Herder, y progresivamente ms acentuado en Kant, Hegel y luego Marx, es el carcter escatolgico de sus filosofas de la historia. O, dicho en forma ms precisa, el carcter inmanente de la meta de la Historia. Si para el cristianismo de la tradicin el fin de la Historia consiste en unjuicio final de los hombres por parte de Dios,juicio trascendente a la Historia, en estas filosofas dicho estadio ltimo pasa a conformar el momento cronolgico final de la Historia tal como la conocemos, con distintas caractersticas de acuerdo con cada autor. Se discute, por ejemplo, si para Hegel semejante final existe. Pero no es difcil probar que en su filosofa la Histora est planteada en forma aproximativa a un objetivo inmanente, y no hacia una ruptura con la Histora en que vivimos, tal como tambin sucede en Kant. Muchos estudiosos reconocen enJoaqun del Fiore (1145-1202) un importante antecesor de estas ideas. Fue quizs el primero en temporalizar la Santsima Trinidad: Padre, Hijoy Espritu Santo corresponden a tres pocas de la humanidad. El idealismo alemn tomar esta idea y la desarrollar en su filosofa de la historia, como veremos especialmente en Hegel. Pero antes de pasar al siguiente apartado, veamos un poco ms este modelo pedaggico de la Historia. Anlogamente a la vida del individuo, la Historia del gnero humano tiene su infancia, su adolescencia, su adultez. La infancia coincide con la historia del pueblo hebreo del Antiguo Testamento. Para dar directamente una idea de este tipo de interpretacin: lO La revelacin es para el cristianismo no slo conocimiento de s que Dios otorga, sino tambin salvacin, porque ambas cosas son no un mero saber sino la persona eleJesucristo. En este captulo nos limitamos al aspecto cognoscitivo, que se obtiene por abstraccin. Por razones de espacio no ahondamos aqu en el tema, baste sealar que es muy importante para comprender el destino de la filosofa ele la historia. La filosofa alemana y los problemas de "la" historia (1774-1830). La metafsica del Plan "Mientras conduca Dios a su pueblo elegido por todos los grados de la educacin infantil, haban proseguido los dems pueblos del orbe su camino a la luz de la razn. los ms de ellos se haban quedado muy por detrs del pueblo elegido; slo algunos se le haban adelantado. Es lo que sucede tambin con los nios a quienes se deja crecer por s mismos: muchos se quedan en estado completamente tosco y unos cuantos se autoforman maravillosamente" (lessing,577). En Lessing es evidente la lectura de la Historia dentro del modelo aludido sin demasiado sentido crtico. La historia real parece ser una excusa parajustificar el modelo, mientras que ste noproporciona una clave fecunda de lectura. Sinembargo, la analoga de la Historia con las edades de la vida constituye un modelohermenutico constante en la literatura ensaystica de la poca. Cuatro aos despus, el mismo Kant, al cual no le faltaba voluntad de sentido crtico, comienza su famoso ensayo QU es la Ilustracin?despus diciendo: "la ilustracin es la salida del hombre de su minora de edad. l mismo es culpable de ella. la minora de edad estrba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la direccin de otro. Uno mismo es culpable de esta minora de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del ente n dimiento, sino en la falta de decisin y nimo para servirse con independencia de l, sin la conduccin de otro. Sapere aude!Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aqu la divisa de la ilustracin". En la obra madura de Hegel la analoga prcticamente desaparece, quiz por la mayor admiracin por la cultura griega, a la que su generacin anhela como ideal en muchos de sus aspectos. 2. Los problemas epistemolgicos La apropiacin de estas cuestiones, muchas de ellas hasta el momento pertenecientes exclusivamente a la teologa, no se produce sin un esfuerzo considerable a nivel epistemolgico, si se quiere responderlas con "el auxilio de la sola razn" (yen parte esta discusin versar sobre la concepcin de la razn). Es prcticamente lo nico que Kant valoriza de la primera parte del libro de Herder Ideas para unafilosofa de la histora de la humanidad (1784): 108 109 1,,1 /1,,11\1\/0r 1 I111 11111'111,,1occlcllle C.. )est en la valenta con que el autor supo superar l. ".'','1 11 1"d", plllpiosde su estado-que tan frecuentemente estrechan la fi1, ",.' 1,1 para atenerse a la mera bsqueda de la razn y a lo que ella, por s 1111',111;\,puede alcanzar. En este punto le deseamos muchos continuadores" Kant,102). Del intento de responder a los problemas arriba expuestos con el auxilio de la sola razn surgirn as nuevos planteas epistemolgicos" . Pues responder a tal desafo requiere desarrollar otros tipos de argumentaciones. Todas estas preocupaciones se concentran en una palabra: el Plan. Se trata de encontrarun "Plan" en la Historia, que por un lado parece tan reacia a la sistematizacin y a la vez tan concerniente a lo humano. Es enesta direccin enla que se desplegarn los mayores esfuerzos intelectuales de nuestros filsofos; "Porque si renunciamos a este principio [se refiere a encontrar este plan], ya no nos encontramos con una Naturaleza regular sino con unjuego arbitrario; y el desconsolador'poco ms o menos' viene a ocupar los hilos conductores de la razn." (Kant, IHUe 42) "Pero, en la representacin, la razn es la percepcin de la idea; etimolgicamente es la percepcin de lo que ha sido expresado (lagos) de lo verdadero." (Hegel,LFHU6l) La provocacin les llegar sobre todo desde los resultados de la fsica y la incipiente ciencia natural de entonces, y ser la siguiente: Cmo puede ser que haya un orden en la naturaleza, que podamos conocer, y que la Historia, que atae al hombre -la ms importante de las criaturas- no lo tenga? "Cmo este Dios iba a hacer caso omiso de su sabidura y bondad y a prescindir de todo plan en la disposicin y organizacin del conjunto de nuestro gnero (. .) despus de que tanto nos haba mostrado elelas leyes de su designio en la creacin inferior que menos nos interesa?" (Herder, IFHH 12) "Pues de qu sirve ensalzar la magnificencia y sabidura de la creacin en el reino natural irracional, y recomendar su estudio, si la porcin que corresponde al gran teatro de la sabiduJia su prema, cuyo fin contiene-lahistoria del gnero humano-, contina siendo una objecin incesante ... )" (Kant, IHUe 63) 11 La filosofa anterior a Kant no necesariamente mezclaba filosofa con Re\'elacin, razn con fe. No esaqu el lugar para un examen adecuado de la cuestin. En el caso especfico de la consideracin de la historia, lo que sucede es que es la teologa Juda ycristiana tomaron en consideracin a la historia antes de que sta fuese objeto de la filosofa. lID Ji........La filosofa alemana y los problemas de "la" historia (1774-1830). La metafsica del Plan Debemos considerar dos caractersticas peculiares que presenta la Historia como objeto a este desafo. La primera es la discusin en torno de la posibilidad de la ciencia de lo particular. sta parece no ser posible, de acuerdo con la tradicin aristotlica y platnica (de singularibus non est scientia). Ambas corrientes, que recorren la historia de la filosofa, aun la aristotlica, que frente a la platnica pretende recuperar el valor ontolgico irreductible de lo individual, sostienen que slo podemos conocer lo general presente en las cosas, no lo irreductiblemente particular. Y la historia como ciencia se presenta como el intento por antonomasia del conocimiento de lo particular Herder, por ejemplo, afrontar esta cuestin como problema principal. Su esfuerzo se dirige a captar lo individual, ya se trate de una civilizacin, una poca y cultura, en su irrepetible especificidad. Para Kant la Historia es fundamentalmente sucesin de acontecimientos (tal como se deduce -aunque no define- de su Histora naturaly teorageneral del cielo, 1755). Respondiendo a los esquemas exitosos de la ciencia de la poca, Kant apuntar ms bien a encontrar regulardades. Hegel, finalmente, tendr en cuenta ambos intentos: la bsqueda de una dinmica explicativa de la Historia que no descuide la peculiaridad de sus momentos concretos. Pero a esta particularidad del objeto "Historia" se le agrega un elemento no presente enlos procesos naturales: la libertad. Es decir: hay regularidades a pesar-o a travs-de la libertad humana? En su poca la sociologa se encontraba en un estado embrionario, pero ciertos fenmenos donde naturalezaylibertadqueparecenentrar encombinacin,en lacual esdifcil discernir la accin de cada uno, llaman todava hoy la atencin. Es un dato muyinteresante por ejemplo, el que nota Kant al principio de las IHUe: "As, los matrimonios C.. )parecen, ya que la libre voluntad humana ejerce tan grande influencia en los primeros, no estar sometidos a regla alguna que pudiera permitirnos determinar con anticipacin su nmero y, sin embargo, las tablas estadsticas anuales de los grandes pases nos muestran que transcurren con arreglo a leyes naturales constantes ... " (Kant, IHue63) y ya Herder sealaba: 111 11" 11hecho de que con los dultanto empeo sirva casi tan de la naturaleza." (Herder, IFHH 47) Estas regularidades ataen al aspecto "cclico" del hombre, y son ms bien hoyen da objeto de la sociologa. Pero sirve como pregunta sobre el actuar libre del hombre en la Historia y sobre cul es el verdadero actor. Es ms bien dentro de este contexto donde se encuentra tanto la expresin "intencin de la Naturaleza" de Kantl2,como la de "astucia de la razn" de HegelD Si lo que escandaliza a menudo es que se utilicen estos esquemas lgicos para "justificar" los males sufridos en el mundo en funcin de un bien colectivo posterior -sin duda se presta para una crtica en esta direccin-, sin embargo, estos esquemas han sido formulados teniendo en cuenta ms bien fenmenos como los que notaba en 1776 Adam Smith. ste observaba fenmenos sociales en donde la prosecucin de los intereses individuales no terminaba en la absoluta incompatibilidad, sino que entraban dentro de una lgca por la cual servan indirectamente al conjunto de los hombres afectados. Es este mecanismos el fenmeno que fundamentalmente llama la atencin de nuestros filsofos de la historia. El intento consiste en plasmar la tradicin rehgiosa de la Providencia con estos fenmenos destacados en su La bsqueda de recursos metodolgicos que permitan llevara de explcaciones se concentrar preferentemente en el LUu)alidad. Las soluciones oscilarn entre explicaciones de tipo mecanicista relacionada es si se aprende, y en qu la Historia. "Es tarea de la historia de determinadas ciencias y nacIOnes llevar lacuenla de estos puntos mximos alcanzados ... " (Herder, IFHH 505) .) los conceptos correctos acerca de la naturaleza de una constitucin posibleuna experiencia muy grande, entrenada por la historia, y,sobre todo, una buena voluntad dispuesta a aceptarla." (Kant, mue 51) 12 Tambin entra en esta consideracin la "ese gran artista llamado Natwaleza"!a Paz primero, De la garanta de la paz perpetua). El de laCrticadcljl,iLio. 13 Paraconcepto expuesto por el mismo Hegel,remitimos a la 209Ntese que dicho pargrafo se encuentra La filosofa alemana y los problemas de "la" historia (1774-1830). La metafsica del Plan Hasta llegar a la paradjica y provocativa tesis de Hegel: "Suele aconsejarse a los gobernantes, a los polticos, a los pueblos, que vayan a la escuela de la experiencia en la historia. Pero lo que la experiencia y la historia ensean es quejams pueblo nialguno ha aprendido de la historia ni ha actuado segn doctrinas sacadas de la historia. Cada en un estado tan individual, que debe resolver y resolver mismo."(LfHU157yss.) tema no es nuevo. Pero en este nuevo contexto filosfco, lala historia magistra vitae es importante ya norazones prcticas. El mters de la reflexin reside ahora especialmente en que si aceptamos que la Hisregular en ella. la re/adnde laJilosoJaconlacien"Signilicara una falsa interpretacin de mi propsito creer que con esta idea de una historia universal, que implica en cieno sentido un hilo conductor a priori, pretendo rechazar la elaboracin de la historia propiamente dicha, la que se concibe de modo puramente emprico ... " (Kant, mue64) La discusin aqu parte de la consideracin de la relacin entre los relatos de los historiadores de entonces y las nuevas interpretaciones de los filsofos; ya tena sus anteceden tes en las discusiones anlogas con la teologa.Luego aparecen otros aspectos en esta discusin, especialmente la relacin que hay entre la filosofa y las categoras que se descubrenen las elaboraciones del historiador. Ser Hegel quien desarrollar sistemticamente la reflexin sobre el tema. Sobre este trasfondo problemtico, vamos alasy ver si hay algn tipo de evolucin. Nos detendremos en tes en algunos escritos clsicos de estos filsofos. 112 113 Martn H. Sisto Bibliografa recomendada BRAUER, Daniel, "La filosofa idealista de la historia" en Filosofa de la Historia. Enciclo pedia Iberoamericana de Filosofa. Trona, Madrid, 1993. HEGEL, Georg, Lecciones sobre lafilosofa de la historia universal. en 2 tomo5 (1837), Re vista de Occidente Argentina, Buenos Aires, 1946. LFHU HERDERJ ohann G., Filosofa de la Historia para la Educacin de la Humanidad (177 4). Trad.: E. Tabernig, Nova, Buenos Aires, 1950. TF ----JohannG., Ideas para unafilosofade la historia de la humanidad (1784), trad.:]. RoviraArmengol, Losada, Buenos Aires, 1959. IFHH KANT,Irnrnanuel, Filosofa de la Historia, Buenos Aires,1958, trad.: E.Esti. Contiene varios textos. Las referencias de nuestro captulo son al texto Idea para una his toria universal en sentido cosmopolita. IHUe, presente en esa edicinTambin en ella se encuentra la cita que pertenece a la Resea de Kant ala primera parte de/libro de Her derIFHH. LESSING,Gonhold E., Escritosfilosficos y teolgicos. Edicin preparada y traducida por Agustn Andreu Rodrigo. Editora Nacional, Madrid, 1982. En especial: Laedu cacin de/gnero humano (1780), p. 573. 114 u..,_ll El debate sobre el tipo de explicacin en la disciplina histrica en la filosofa analtica de la historia * VernicaTozzi Introduccin Durante la primera mitad del siglo xx,la discusin en torno de la estructura yjustificacin de las explicaciones dadas por los historiadores concentr la atencin de muchos filsofos anglosajones de la historia, pertenecientes todos a la tradicin de la filosofa analtica.l Asu vez, el enfocar el debate en torno de la nocin de "explicacin" como concepto clave para discutir el status epistemolgico del conocimiento historiogrfico debe engran parte su origen al polmico artculo de Carl Hempel Lafuncin de las leyes generales en la historia. Este trabajo, aparecido en 1942, tiene el mrito de haber logrado que la discusin girara alrededor de la aplicabilidad o no a la historia del modelo de explicacin expuesto en l, llamado de la cobertura legal o de subsuncin nmica (en adelante T.CL). Un ejemplo del propio Hempel nos familiarizar con su propuesta. Supongamos que queremos explicar el estallido del radiador de un automvil durante una noche helada. Alguien medianamente versado sobre ellema podr nombrar Olros acontecimientos 1Con la expresin filosofa analtica de la historia no se pretende dar la imagen de un grupo homogneo de filsofos, porel contrario, dentro de esta corriente encontramos autores tan opuestos como Hempel yDray Sin embargo pueden encontrarse ciertas similitudes en el tratamiento de los problemas. Las tesis que rel1ejan estas coincidencias pero no por implicar aceptacin sino objeto de polmIca son: existe una distincin entre enunciados analticos yenunciados sintticos; la tarea especfica de la filosofa es la bsqueda por medio del anlisis conceptua l de las representaciones privilegiadas, bsqueda que nose da en el mbito de la mente sino el1 el l1lbitodel lenguaje; la filosofa descubre la forma lgica o estructura gramatical profunda a partir del anlisis del lenguaJe (ideal o natural); la epistemologa (la teora del conocimiento) domina la ontologa. 115 --\ r r 'IIIIIiltl" su ocurrencia:.. el vehculo permaneci en la calle 1llame toda la noche; su radiador,hierro, se encontraba lleno de agua la tapa atornillada hermticamente. La temperatura, rante la noche, descendi aal anochecer, a -4C, en la maana; la presin baromtrica era normal; la presin que soporta el material del radiador es x"( 1979, p. 234). Cules son las razones que nos permitan conectar los sucesos aducidos con e! que queremos explicar? Especficamente, e! conocimiento de ciertas conexiones generales empricas que nos dicen que "( ... ) a OC, con presin atmosfrica normal, el agua se congela; por debajo de 4C, la presin de una masa de agua aumenta al descender la temperatura, si el volumen permanece constante o dismmuye; cuando el agua se congela, la presin nuevamente aumenta. [y, finalmente, ciertalleycuanttativa referente al cambio de la presin de! agua en funcin de su temperatura yvolumen"(ibd). Dados los sucesos aducidos y los enunciados generales que los conectan con el suceso que queremos explicar, este ltimo, el estallido del radiador, resulta algo esperable o inevitable. En sucesivos trabajos Hempel ofrece