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boîte à miracles andrés martínez-medina Una utopía dibujada, Nueva Tabarca Citar la isla de Nueva Tabarca, quizás por ser la única habitada del Mediterráneo español, evoca la isla Utopía de Thomas Moro (1516) donde existía una sociedad en equilibrio social; pero este imaginario está alejado de la realidad. La isla, históricamente denominada Plana, por su meseta, nunca fue habitada, solo visitada, como relata el cronista Bendicho en 1640. El interés por hacerla una plaza fuerte surge como respuesta a la continua presión de la piratería en el Mediterráneo durante los siglos XVI a XVIII. En la década de 1760 se procedió a levantar la costa y la isla con minuciosidad, encargándose el ingeniero Fernando Méndez de Ras de redactar un proyecto para construir una base militar, con cuarteles, presidio, puerto, faro y una ciudadela amurallada. Durante una década (1769-79) se sucedieron varios dibujos de gran calidad gráfica, cada uno más preciosista que el anterior, sobre el conjunto de islotes a la vez que se ejecutaban las obras. La propuesta final urbana, más civil que militar, estuvo condicionada por la llegada en 1770 de los cautivos liberados del peñón tunecino de Tabarka, aunque las obras de esta plaza de San Pablo y población de Nueva Tabarca (como se denomina desde entonces) se iniciaron en julio de 1769 para prolongarse durante un decenio. El asentamiento suele englobarse en las políticas de fundación de nuevas poblaciones realizadas por la corte ilustrada de Carlos III, cuyo nombre permanece en los escudos. El proyecto, un tanto megalómano e idílico del ingeniero, parte de premisas iluministas, si bien, la concepción de la ciudad y de sus espacios públicos acusan una composición tardo-barroca. Desde el principio la isla quedó dividida en dos partes en respuesta a su forma. La parte mayor de tierra, a levante, se reservó para la explotación agrícola con norias y molinos no ejecutados al no encontrar agua dulce; mientras, en la parte de tierra de poniente se ubicó la ciudadela habitada: un perímetro amurallado y abaluartado de lienzos rectos —adaptado a la geografía insular mediante las técnicas de la poliorcética— se reforzaba defensivamente con el castillo de san Carlos al sur (no construido), un apuntado revellín al este y una doble tenaza al oeste; más allá, quedaba un islote que se convertiría en ‘la Cantera’ de las obras, de aquí su nombre, y la degradación de las arquitecturas de piedra vista por su constitución arenisca. En ejecución de este planteamiento de diseño racional, el recinto contaba con tres puertas al exterior protegidas por los arcángeles: una a levante o de san Rafael hacia el campo, otra a poniente o de san Gabriel o de la Trencada hacia la cantera y la última al norte o de san Miguel, llamada de Tierra o Alicante por recaer de ese lado y del pequeño puerto. Se trataba de una fortaleza casi extraída de un tratado de arquitectura militar que, en su interior, tendría manzanas residenciales para los tabarquinos con una previsión de hasta 550 casas y una capacidad de 3.000 vecinos o más que se hacía eco de patrones residenciales militares británicos. La ordenación urbana dentro del perímetro castrense se organiza con dos ejes ortogonales que coinciden con los puntos cardinales y que, donde se cruzan, se sitúa la plaza mayor que en origen debía ser mucho menor ya que faltan las casas de los comerciantes que la rodeaban con bloques sobre cuatro pórticos. El eje de mayor longitud, más funcional y de conexión viaria, transcurre de este a oeste por la calle de En Medio (d’En Mig) concatenando tres plazas (Conde de Aranda, Mayor Carolina y Baillencourt) bajo las cuales se prevén cisternas para la recogida de agua de lluvia. El eje menor, más simbólico y representativo, discurre de norte a sur enlazando el castillo

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Page 1: boîte à miracles - COACV. Colegio Oficial de Arquitectos ... · colección de planos en tintas y aguadas de colores que, a lo largo un decenio, elaboró Méndez de Ras: una utopía

boîte à miracles andrés martínez-medina

Una utopía dibujada, Nueva Tabarca

Citar la isla de Nueva Tabarca, quizás por ser la única habitada del Mediterráneo español, evoca la isla Utopía de Thomas Moro (1516) donde existía una sociedad en equilibrio social; pero este imaginario está alejado de la realidad. La isla, históricamente denominada Plana, por su meseta, nunca fue habitada, solo visitada, como relata el cronista Bendicho en 1640. El interés por hacerla una plaza fuerte surge como respuesta a la continua presión de la piratería en el Mediterráneo durante los siglos XVI a XVIII. En la década de 1760 se procedió a levantar la costa y la isla con minuciosidad, encargándose el ingeniero Fernando Méndez de Ras de redactar un proyecto para construir una base militar, con cuarteles, presidio, puerto, faro y una ciudadela amurallada. Durante una década (1769-79) se sucedieron varios dibujos de gran calidad gráfica, cada uno más preciosista que el anterior, sobre el conjunto de islotes a la vez que se ejecutaban las obras. La propuesta final urbana, más civil que militar, estuvo condicionada por la llegada en 1770 de los cautivos liberados del peñón tunecino de Tabarka, aunque las obras de esta plaza de San Pablo y población de Nueva Tabarca (como se denomina desde entonces) se iniciaron en julio de 1769 para prolongarse durante un decenio. El asentamiento suele englobarse en las políticas de fundación de nuevas poblaciones realizadas por la corte ilustrada de Carlos III, cuyo nombre permanece en los escudos. El proyecto, un tanto megalómano e idílico del ingeniero, parte de premisas iluministas, si bien, la concepción de la ciudad y de sus espacios públicos acusan una composición tardo-barroca. Desde el principio la isla quedó dividida en dos partes en respuesta a su forma. La parte mayor de tierra, a levante, se reservó para la explotación agrícola con norias y molinos no ejecutados al no encontrar agua dulce; mientras, en la parte de tierra de poniente se ubicó la ciudadela habitada: un perímetro amurallado y abaluartado de lienzos rectos —adaptado a la geografía insular mediante las técnicas de la poliorcética— se reforzaba defensivamente con el castillo de san Carlos al sur (no construido), un apuntado revellín al este y una doble tenaza al oeste; más allá, quedaba un islote que se convertiría en ‘la Cantera’ de las obras, de aquí su nombre, y la degradación de las arquitecturas de piedra vista por su constitución arenisca. En ejecución de este planteamiento de diseño racional, el recinto contaba con tres puertas al exterior protegidas por los arcángeles: una a levante o de san Rafael hacia el campo, otra a poniente o de san Gabriel o de la Trencada hacia la cantera y la última al norte o de san Miguel, llamada de Tierra o Alicante por recaer de ese lado y del pequeño puerto. Se trataba de una fortaleza casi extraída de un tratado de arquitectura militar que, en su interior, tendría manzanas residenciales para los tabarquinos con una previsión de hasta 550 casas y una capacidad de 3.000 vecinos o más que se hacía eco de patrones residenciales militares británicos. La ordenación urbana dentro del perímetro castrense se organiza con dos ejes ortogonales que coinciden con los puntos cardinales y que, donde se cruzan, se sitúa la plaza mayor que en origen debía ser mucho menor ya que faltan las casas de los comerciantes que la rodeaban con bloques sobre cuatro pórticos. El eje de mayor longitud, más funcional y de conexión viaria, transcurre de este a oeste por la calle de En Medio (d’En Mig) concatenando tres plazas (Conde de Aranda, Mayor Carolina y Baillencourt) bajo las cuales se prevén cisternas para la recogida de agua de lluvia. El eje menor, más simbólico y representativo, discurre de norte a sur enlazando el castillo

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de san Carlos (de seis pisos de artillería) con la iglesia de san Pedro y san Pablo mediante sendas plazoletas delante con nuevos aljibes. Proyecto de fortificación, diseño urbano y posición de cisternas entraban en resonancia: sin agua no había fuerte, ciudad o vida. Pero llovería poco. La estructura urbana, a partir de estos dos ejes, define una trama de calles jerarquizadas de 6 y 4 metros con manzanas rectangulares (ca. 48x24m) conformadas por dos hileras paralelas de 12 casas adosadas de 2,5 plantas y cubiertas a dos aguas, de las que solo se levantarían unas 132 viviendas definidas en los planos. La forma y dimensión de las manzanas se ajustan al perímetro defensivo compuesto por una muralla de muy buena factura, con garitas en todos sus ángulos (de las que resta alguna), en la que se apoya una terraza de camino de ronda en casi todo su desarrollo y bajo la cual se sitúan los recintos abovedados que ejercen de contrafuertes de la muralla, destinados a los soldados, los útiles militares y los almacenes de mercancías; estos espacios intramuros y casi subterráneos, que aún pueden contemplarse, presentan una austera belleza de su materia vista, pero están infrautilizados. Dentro del conjunto urbano y militar destaca el volumen de la iglesia desde 1774, orientada canónicamente a levante y planta de una sola nave de ascendencias barrocas por la intersección de este espacio con los de las cuatro capillas laterales por banda. El interior, con un coro elevado y bien iluminado desde los rosetones de alabastro recién recuperados, conserva elementos en buen estado: portones de madera y pilas, balaustradas y suelos de altares en mármol; también puede verse el pavimento original de piedra de la Cantera. El templo, que tenía adosada la casa parroquial (hoy en ruinas), se eleva sobre un podio que alberga tres criptas para enterramientos (no visitables), cuenta con una fachada principal barroca por su traza quebrada en planta y sinuosa en alzado y se remata con dos torres-campanario junto a la cabecera (nunca terminadas conforme a proyecto) a las que se puede acceder restringidamente para descubrir uno de los tesoros más escondidos de la isla: el espacio de ventilación de la cubierta contenido entre el trasdós de la bóveda de cañón con arcos fajones de la nave eclesial y el intradós de los cuatro faldones que recogían el agua de lluvia y la conducían a la cisterna de la plaza. La estructura de cerchas de madera, que emplea algunos mástiles de las velas de algún navío, está reforzada con tirantes de hierro forjado que revela, en su complejo comportamiento resistente, la existencia de un proyecto adelantado a su época conocedor de grandes avances técnicos franceses: todas las fábricas de sillares y sillarejos, en sus esquinas y encuentros más solicitados, esconden una estructura de hierro que también está en el origen de los deterioros físicos del templo. En 1782 fallece Méndez de Ras y en 1789 Carlos III, aunque las obras ya se habían abandonado. Desde entonces el poblado entró en un proceso de decadencia reduciendo su población inicial de trescientos habitantes a poco más de cien en 1800. Un proyecto de 1789, ahora de otro ingeniero, Ladrón de Guevara, con otra visión, contemplaba la destrucción de parte de las casas y la iglesia para construir una o dos torres que defendiesen la ciudadela que son el origen del actual fortín de San José, proyectado por un nuevo técnico, F. Gilber Federichi, y construido en el campo, fuera de las murallas. En cierto modo, la imaginada utopía social y urbana era una ruina en su materialidad y, si en algún momento lo llegó a ser, esta residió en la magnífica colección de planos en tintas y aguadas de colores que, a lo largo un decenio, elaboró Méndez de Ras: una utopía dibujada, no construida. La idea inicial que subyacía en el proyecto militar de un equilibrio ilustrado entre el mundo rural y la ciudad fortificada —naturaleza y artificio—, en interacción y simbiosis productiva, en parte dirigido por la Razón del hombre que descubría las leyes de la Naturaleza y las controlaba, fue superada por el seco clima insular. En 1779, otro ingeniero, Gaspar Bernardo de Lara, afirmaba que a la isla “la naturaleza le había negado todo aquello que se consideraba preciso para hacerla habitable, como leña, tierra fértil y agua potable”, de aquí que la falta de agua, a pesar de todos los mecanismos previstos, sería la rémora que lastraría el desarrollo de esta fundación real.

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El poblado de Nueva Tabarca, desde entonces, se limitó a sobrevivir de la pesca. Pero algo comenzó a cambiar a partir de 1940 cuando se construyó el actual puerto para lo que se montó una vía férrea con vagonetas que trasladaron los sillares desde la muralla sur a la nueva escollera norte: se desmontaba parte del pasado para cimentar un futuro no imaginado. Luego, en 1964, vino la declaración de conjunto histórico-artístico que, si bien, sirvió de poco, al menos, comenzó a poner Nueva Tabarca en los mapas patrimoniales que se defendían del acoso del turismo de masas que, por otro lado, terminaría por ser la tabla de salvación de esta población y su isla. A partir de los años 80 se ha sucedido toda una serie de actuaciones e intervenciones que tratan de reponer un lustro que nunca existió. No obstante, bienvenidas sean todas las inversiones en reurbanización del poblado, reordenación de la costa, protección de los fondos marinos, restauración de iglesia y murallas, fundación de un museo y construcción de albergues y hoteles que garantizan la conservación del paisaje, la ciudad y su arquitectura y también la permanencia de los tabarquinos, aunque sea inventando una nueva distopía a partir de la vieja utopía.

* * * * *

Artículos: Vellés, J. (1981), “Restauración de la muralla de la isla de Tabarca en Alicante”, Arquitectura, 230;

pp: 35-41. Martínez-Medina, A.; Pirinu, A.; Banyuls i Pérez, A. (2016), “La fortificación de la isla de Nueva

Tabarca, 1769-1779: De la estrategia militar a la táctica del proyecto urbano” en: Echarri Iribarren, V., Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII Centuries (vol. V), ed. Universidad de Alicante, Alicante; pp: 101-108. En: < http://hdl.handle.net/10045/70417>

Revistas: Pérez Burgos, J.M. (coord.) (2014), monográfico “Tabarca: utopía y realidad”, Canelobre, 60. Libros: Viravens y Pastor, R. (1876), Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante, Imprenta

de Carratalá y Gadea, Alicante. Sambricio, C. (1991), Territorio y Ciudad en la España de la Ilustración, ed. MOPT, Madrid. Bevià i Garcia, M.; Varela Botella, S. (1994), Alicante: Ciudad y Arquitectura, ed. Fundación

Cultural CAM, Alicante. Planos: Procedentes de los Archivos Nacionales y de internet. Fotos: Del autor (1996-2016) y de internet (varias fuentes que se indican). Webs: https://es.wikipedia.org/wiki/Isla_de_Tabarca#cite_note-tabarcenci-2 (muy buena entrada) http://www.alicante.es/es/contenidos/patrimonio-cultural-y-natural-nueva-tabarca-vida-lilla Blogs: http://lafogueradetabarca.blogspot.com/ http://romput.blogspot.com/2006/09/historia-el-xodo-de-los-tabarquinos.html https://es.paperblog.com/nueva-tabarca-una-isla-en-invierno-3347344/

[email protected]_eps-ua_ctaa-coacv_isla-de-nueva-tabarca_alicante

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Imágenes:

01. Vista satélite de la costa del Cabo de Santa Pola (sierra, municipio y paraje natural de las Salinas)

y de la Isla de Nueva Tabarca que queda al este en medio del Mediterráneo (wikipedia)

02. Vista aérea de la Isla de Nueva Tabarca (antes de San Pablo, de Santa Pola y Plana): el poblado está a poniente, el campo a levante, el puerto actual y la playa en medio de ambas zonas (maps)

03. «Plano de la Ysla Plana de San Pablo» (Nueva Tabarca), F. Méndez de Ras, 1770 (AHM) (en todos los planos del s. XVIII sobre Nueva Tabarca, el norte queda en la parte inferior)

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04. Plano de la ciudadela con manzanas de «Nueva Tabarca», Fernando Méndez de Ras, 1771 (AHM)

05. Vista aérea de Tabarca: en primer plano la plaza del poblado y al fondo el campo (1940 Canelobre)

06. Frente nordeste del poblado de Nueva Tabarca visto desde el puerto (ca. 2015, internet)

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07. “Plano de la Plaza de Sn. Pablo, y Pobla.on. de la Nueba Tabarca”, F. Méndez de Ras, 1775 (AHM)

08. Vistas del poblado desde poniente en los planos de Méndez de Ras, 1774 y 1779 (AHM y SHDGR)

09. Postal de época de la isla: delante el poblado, al fondo el campo (ca. 1990, internet)

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10. Vista aérea del poblado desde el sur: baluartes en primer plano, detrás la plaza mayor y al fondo la

iglesia con una sola torre (ca. 1940, Canelobre)

11. Foto de la plaza mayor Carolina: brocal de cisterna en primer plano, hilera de casas de cierre de

plaza en el plano medio y perfil de la iglesia en plano de fondo (ca. 1940, internet)

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12. Grabado de la Puerta al norte llamada de san Miguel, de Alicante o de Tierra (Viravens 1874)

13. Puerta a poniente llamada de san Miguel, de Alicante o de Tierra, en foto de época y otra reciente

con la muralla ya restaurada (Canelobre y autor, 2016)

14. Puerta a levante de san Rafael y Puerta a poniente de san Gabriel o La Trencada (autor, 2016)

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15. Grabado de la iglesia de san Pedro y San Pablo con la casa parroquial en el s. XIX (Viravens 1874)

16. Iglesia de san Pedro y san Pablo, con una sola torre doble, antes de la restauración (autor 1996)

17. Iglesia de san Pedro y san Pablo, con dos torres campanario, tras la restauración (autor 2016)

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18. Interior de la cámara bajo la cubierta de la iglesia: mástil en primer plano (autor, ca. 2007)

19. Interior de la nave de la iglesia: vista hacia el altar y vista de la bóveda de cañón (autor, ca. 2016)

20. Planta de la iglesia de san Pablo y san Pedro sin la casa parroquial (Medina+Sempere, 2008)

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21. Acuarela de la sección transversal por la iglesia, la muralla y las bóvedas de F. Leiva (2017)

22. Vista interior de bóvedas y contrafuertes subterráneos de la muralla perimetral (autor, ca. 2016)

23. Muralla norte sin restaurar e iglesia intervenida con las dos torres campanario (internet, ca. 2014)

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24. Vista aérea del poblado con la plaza Carolina en primer término (pinteresc, ca. 2016)

25. Vista aérea de la isla con el poblado, la playa, el puerto y el campo con la torre y el faro (ca. 2016)

26. Torre de san José en el campo del ingeniero F. Gilber Federichi en 1793 (internet, ca. 2016)

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