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  • Coleccin de Ciencias Socialesde la Secretara Ejecutiva de CLACSO

    Secretario Ejecutivo de CLACSO: Atilio A. BoronAsistente Acadmica: Sabrina Gonzlez

    Area Acadmica de CLACSOCoordinador: Emilio H. Taddei

    Produccin Editorial: Area de Difusin de CLACSOCoordinador: Jorge A. Fraga

    Arte y Diagramacin: Miguel A. SantngeloEdicin: Florencia Enghel

    Logstica y Distribucin: Marcelo F. RodriguezSebastian Amenta

    Impresin: Grficas y Servicios S.R.L.

    Quinta edicin: Imperio & Imperialismo.Una lectura crtica de Michael Hardt y Antonio Negri(Buenos Aires: CLACSO, marzo de 2004)1 Edicin Abril del 20022 Reimpresin Mayo del 20023 Reimpresin Junio del 20024 Reimpresin Octubre de 2002

    Consejo Latinoamericano de Ciencias SocialesCallao 875, piso 3

    C1023 AAB Ciudad Autnoma de Buenos Aires, ArgentinaTel: (54-11) 4811-6588 / 4814-2301

    Fax: (54-11) 4812-8459E-mail: [email protected]

    http://www.clacso.edu.arwww.clacso.org

    ISBN 950-9231-75-4 Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

    Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723.No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico, ni su transmisinen cualquier forma o por cualquier medio electrnico, mecnico, fotocopia u otros mtodos, sin el permiso previo del editor.

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusiva-mente a los autores firmantes, y su publicacin no necesariamente refleja los puntos de vista del Consejo.

  • IMPERIO&

    IMPERIALISMO[UNA LECTURA CRTICA DE MICHAEL HARDT Y ANTONIO NEGRI]

    ATILIO A. BORON

  • AGRADECIMIENTOS

    El autor desea expresar su gratitud para quienes, de una manera u otra, hicieronposible con su trabajo y sus comentarios la aparicin de este libro. Especialesagradecimientos cabe hacer llegar a Ivana Brighenti, Florencia Enghel, JorgeFraga, Sabrina Gonzlez, Mara Alicia Gutirrez, Bettina Levy, Jos Seoane,Emilio Taddei y Andrea Vlahusic, ninguno de los cuales, por supuesto, esresponsable por las afirmaciones contenidas en este libro.

    Born, AtilioImperio & imperialismo : una lectura crtica de Michael Hardt y Antonio Negri - 1. ed. 5

    reimp. Buenos Aires : Clacso, 2004.168 p. ; 20x14 cm.

    ISBN 950-9231-75-4

    1. Imperialismo I. TtuloCDD. 325.32

  • INDICE

    PRLOGO (NECESARIO) A LA QUINTA EDICIN7

    PRLOGO25

    CAPTULO 1 SOBRE PERSPECTIVAS, HORIZONTESDE VISIBILIDAD Y PUNTOS CIEGOS

    31

    CAPTULO 2 LA CONSTITUCIN DEL IMPERIO

    35

    CAPTULO 3MERCADOS, EMPRESAS TRANSNACIONALES Y

    ECONOMAS NACIONALES55

    CAPTULO 4VISIONES ALTERNATIVAS DEL IMPERIO

    75

  • CAPTULO 5EL ESTADO-NACIN Y LA CUESTIN DE LA SOBERANA

    93

    CAPTULO 6EL MISTERIO IRRESUELTO DE LA MULTITUD

    109

    CAPTULO 7APUNTES PARA UNA SOCIOLOGA

    DEL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIOEN TIEMPOS DE DERROTA

    123

    CAPTULO 8LA PERSISTENCIA DEL IMPERIALISMO

    137

    EPLOGO149

    BIBLIOGRAFA153

    INDICE ANALTICO159

  • PRLOGO (NECESARIO) A LA QUINTA EDICINEN LENGUA CASTELLANA

    E l libro que el lector tiene ahora entre sus manos intenta de-batir, tanto desde el punto de vista terico como a la luz delos datos de la experiencia histrica y contempornea, las tesisque Michael Hardt y Antonio Negri desarrollaron en Imperio. Sien las ediciones anteriores hemos preferido dejar de lado el exa-men de algunos acontecimientos a la vez trascendentes y espec-taculares, como los atentados del 11 de septiembre en NuevaYork y Washington -pese a que los mismos ponan seriamente encuestin el argumento terico de Hardt y Negri- al momento enque los editores se disponen a imprimir sta, nuestra quinta edi-cin, en febrero de 2004, tal actitud no slo es imposible sino ala vez indeseable. En efecto, la Guerra de Irak, declarada en so-litario por los Estados Unidos, ha tenido sobre el anlisis pro-puesto en aquella publicacin el mismo efecto que sobre la au-toestima norteamericana tuviera la cada de las Torres Gemelasde Nueva York.

    Mucha agua ha corrido bajo los puentes y mucha sangre ha si-do derramada como consecuencia de la persistencia de las pol-

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  • ticas imperialistas desde la primera aparicin de Imperio & Im-perialismo. Es preciso, por lo tanto, dar cuenta de estas nuevasrealidades. Si al escribirlo nuestra idea original fue la de hacer untexto viviente, para utilizar la feliz expresin de AntonioGramsci, ste mal podra permanecer impertrrito ante las vici-situdes de una poca como la actual, caracterizada por el horrory el terror infinitos asestados en contra de poblaciones indefen-sas; por la desenfrenada agresin a la sociedad humana y la na-turaleza perpetrada en nombre de la tasa de ganancia y las coti-zaciones en la bolsa de valores; y por el inigualado cinismo conque verdaderos esperpentos que ni siquiera el propio Valle Inclnpudo imaginar nos referimos, por supuesto, a los Bush, Aznar,Blair y Berlusconi que pueblan las alturas de los estados capita-listas por doquier- definen a sus fechoras como nobles accionesencaminadas a construir un mundo ms seguro, pacfico y justo.Mediante la macabra manipulacin de palabras y hechos, repro-ducida incesantemente por los medios de comunicacin de ma-sas frreamente controlados por el capital, su salvaje terrorismose convierte en guerra humanitaria, sus masacres a mansalvaen ocasionales daos colaterales,y sus guerras de rapia y con-quista en cruzadas a favor de la libertad y la democracia.

    Este prlogo, por lo tanto, tiene por objeto sugerir algunosnuevos elementos interpretativos sobre la caracterizacin de lafase actual del imperialismo a la luz de las enseanzas que arro-ja la guerra de Irak. Tal revisin se torna imprescindible no slopara desbaratar la propaganda orquestada desde Washington yproyectada a todo el mundo con relacin a la ocupacin militarnorteamericana en dicho pas, sino porque, como veremos en laspginas que siguen, an dentro de las filas de la izquierda predo-mina una lamentable confusin en torno al imperialismo y susformas actuales de manifestacin. Confusin que se torna an

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • peor dada la maligna tendencia de la mayora de los intelectua-les a ser polticamente correctos o bienpensantes, es decir, ano cuestionar las premisas silenciosas de su poca que, como yaMarx y Engels lo descubrieran en sus textos juveniles, no sonotra cosa que las ideas de la clase dominante.

    Dado que sin un anlisis preciso de la realidad no puede ha-ber una lnea poltica correcta para combatir los flagelos del im-perialismo, clarificar este asunto se convierte en una materia dela mayor importancia. Este ensayo pretende sumar su humildeaporte a dicha empresa.

    LAS DURAS RPLICAS DE LA GUERRA EN IRAK

    Comencemos parafraseando una expresin utilizada por Nor-berto Bobbio, las duras rplicas de la historia, para referirse ala refutacin que, segn sus anlisis, haba sufrido la teora mar-xista del estado debido a los cambios experimentados por los ca-pitalismos democrticos a lo largo del siglo XX. La ocupacinmilitar de Irak, declarada por Washington con el solo apoyo desu principal estado-cliente, el Reino Unido, y su nuevo lacayohispanoparlante, Jos M. Aznar, ha generado tambin sus duras,dursimas rplicas sobre la difundida teorizacin de MichaelHardt y Antonio Negri objeto de nuestro libro. Los aconteci-mientos que se sucedieron en la arena internacional a partir de lapublicacin original en lengua inglesa de la mencionada obra, yde manera muy especial la Guerra de Irak, han refutado de ma-nera inapelable, con la contundencia de los hechos histricos, latemeraria teorizacin propuesta por aqullos en su libro. ste noslo se revel incapaz de interpretar adecuadamente la historiadel imperialismo y su estructura actual, sino tambin de darcuenta de los rasgos definitorios de la nueva fase iniciada tras el

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    ATILIO A. BORON

  • derrumbe de la Unin Sovitica y el fin del orden mundial deposguerra.

    Una somera enumeracin de algunas de las principales vcti-mas tericas de los sucesos prcticos ocurridos recientementeidentificara, entre otras, las siguientes.

    LA CONCEPCIN DE HARDT Y NEGRI SOBRE EL PAPEL DE LASNACIONES UNIDAS Y EL DERECHO INTERNACIONAL

    En efecto, tal como se seala in extenso en nuestro libro, losautores de Imperio exageraron groseramente la importancia y lagravitacin efectiva de las Naciones Unidas y la legislacin in-ternacional. Al carecer de los instrumentos tericos necesariosque les permitieran percibir la complejidad de la estructura delsistema imperialista dado que tales instrumentos no se encuen-tran en la caja de herramientas de la filosofa posmoderna fran-cesa, la poltica italiana y la ciencia econmica norteamericana,las tres reconocidas fuentes de su teorizacin- nuestros autorescayeron fcilmente en el engao inducidos por las aparienciasdemocrticas del multilateralismo y del sistema de las Nacio-nes Unidas. Confundieron, en consecuencia, la hueca formalidaddel imperio con su sustancia constitutiva, y tomaron la forma porel fondo. El contraste entre esta imagen y la realidad era eviden-te an para los principiantes en el estudio de las relaciones inter-nacionales. Ofuscados por las inadecuaciones de sus propiosconceptos, devenidos una vez ms en verdaderas crceles delpensamiento, Hardt y Negri no podan ver lo evidente. La inva-sin unilateralmente decretada por el Presidente George W. Bushhizo que las contradicciones entre su teorizacin y la realidadfuesen estridentes e insoportables. Violando ese supuesto ordencorporizado en las Naciones Unidas, los Estados Unidos decidie-

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • ron -como poltica oficial y ya no ms como un position papercirculando subrepticiamente por las oficinas de Washington y es-crito por algn halcn paranoico del Pentgono- hacer caso omi-so de cualquier resolucin que pudiese adoptar en contrario elConsejo de Seguridad, para ni hablar de la Asamblea General, yarrasar a Irak. Fiel a dicha actitud, la Casa Blanca no vacil enproseguir adelante en la defensa de su seguridad nacional su-puestamente amenazada prescindiendo por completo de la nece-sidad de construir los trabajosos acuerdos polticos requeridospor la Carta de las Naciones Unidas y de someterse a los dicta-dos de una legislacin internacional que el centro imperial siem-pre consider como un mero tributo a la demagogia y que slodeba obedecerse en la medida en que no afectase los intereses deWashington. Esta postura fue llevada a cabo an a pesar de losaltos costos que implicaba, como por ejemplo la ruptura del con-senso noratlntico, la crisis de la OTAN y el grave entredicho conFrancia y Alemania, cuyas secuelas habrn de ser visibles pormucho tiempo. El hecho de que luego de consumada la agresina Irak el Consejo de Seguridad hubiera adoptado una resolucinpor unanimidad exhortando a la reconstruccin democrtica ycompartida de Irak no hizo sino legitimar post bellum la agresinimperialista y la destruccin de los tambaleantes restos del ordenmultilateral de posguerra. Esta resolucin del Consejo de Segu-ridad, no obstante, fue equivocadamente interpretada por Anto-nio Negri en una reciente entrevista periodstica como una capi-tulacin norteamericana frente a las Naciones Unidas, cuando setrata exactamente de lo contrario: la impotente resignacin de laONU ante el brutal atropello cometido por Washington (Cardo-so, 2003). Este disparate en la apreciacin -siempre difcil, escierto- de la coyuntura actual se repite tambin en la caracteriza-cin que a lo largo de las pginas de Imperio se hace de aconte-cimientos del pasado. Esta peligrosa confusin entre retrica y

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    ATILIO A. BORON

  • realidad llev a nuestros autores, por ejemplo, a exaltar la figuradel Presidente Woodrow Wilson siguiendo los lineamientos msconvencionales de la ideologa oficial norteamericana que lo pre-sentan como un idealista, un apacible constructor de la paz yun hombre inspirado en las nobles ideas kantianas de la comuni-dad universal. Tal visin ignora, entre otras cosas, los cidos co-mentarios de John M. Keynes acerca de la duplicidad e hipocre-sa que caracterizaron al personaje (un consumado farsante, se-gn Keynes) o al hecho, para nada banal, de que haya sido pre-cisamente durante su presidencia que los marines ocuparon elpuerto mexicano de Veracruz e invadieron Nicaragua y la Rep-blica Dominicana.

    LA CONCEPCIN ACERCA DEL CARCTER SUPUESTAMENTEDESTERRITORIALIZADO Y DESCENTRADO DEL IMPERIALISMO

    Otra de las vctimas de la Guerra de Irak ha sido la proposi-cin que declaraba la obsolescencia de las cuestiones territoriales(y en gran medida materiales) a favor de lo virtual, simblico e in-material. Esta volatilizacin de los elementos territoriales del im-perialismo (y del capitalismo!) tendra varias consecuencias ne-cesarias. En primer lugar, el irreversible desplazamiento de las an-tiguas soberanas fincadas en los arcaicos estados nacionales te-rritoriales hacia un vaporoso espacio presuntamente supranacio-nal, lugar donde se constituira una nueva soberana imperial des-pojada de cualquier vestigio estatal nacional y, por lo tanto, decualquier referencia territorial o geogrfica. En segundo lugar, laprogresiva desaparicin de un centro, territorialmente situado,que organice la estructura internacional de dominacin y, porende, el desvanecimiento de la distincin entre centro y periferia.En lugar de ello, lo que caracterizara al imperio sera la primaca

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • de una lgica global de dominio superadora de los tradiciona-les intereses nacionales y cuya belicosa reafirmacin ocasionarainnumerables guerras imperialistas en el pasado.

    Si hay algo que demostr la agresin descargada sobre Irakfue el carcter meramente ilusorio de estas concepciones tan ca-ras a los autores de Imperio, a las cuales Bush desminti con losrudos modales del cowboy tejano. Una de las primeras lecturasque podemos hacer de los acontecimientos de Irak es que -segu-ramente haciendo odos sordos de la conceptualizacin de Hardty Negri- la superpotencia solitaria se ha asumido plenamente co-mo imperialista, y no slo no intenta ocultar esta condicin, co-mo ocurra en el pasado, sino que hasta hace gala de ella. Inter-vino militarmente en Irak, como seguramente lo har en otraspartes, obedeciendo a la ms grosera y mezquina defensa de losintereses del conglomerado de gigantescos oligopolios que con-figuran la clase dominante norteamericana, intereses que graciasa la alquimia de la hegemona burguesa se convierten, milagro-samente, en los intereses nacionales de los Estados Unidos. Loshombres de la industria petrolera que hoy transitan por los salo-nes de la Casa Blanca se abalanzaron, bajo absurdos pretextos,sobre un pas para apoderarse de las enormes riquezas que guar-da en su subsuelo. Dicho de manera lisa y llana, la ocupacin mi-litar de Irak es pura conquista territorial a cargo del actor centralde la estructura imperialista de nuestros das. No hay all nadadesterritorializado o inmaterial. Es la vieja prctica reiteradapor ensima vez.

    Nada puede ser ms desacertado pues que la imagen evocadapor Hardt y Negri en su libro en la cual Washington se involucramilitarmente a lo ancho y largo del planeta en respuesta a un cla-mor universal para imponer la justicia y la legalidad internacio-nales. Toda una pltora de hasta hace poco oscuros publicistas de

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    ATILIO A. BORON

  • la ultra-derecha -especialmente Robert Kagan y Charles Kraut-hammer- ha emergido a la luz pblica para justificar abiertamen-te esta reafirmacin de un unilateralismo imperialista al que po-co y nada le preocupan la justicia y la legalidad internacionales,uniendo fuerzas con otros autores que, como Samuel P. Hunting-ton o Zbignieb Brzezinski, haban desde hace ya unos aos deli-neado los imperativos estratgicos de la superpotencia solitariay la impostergable necesidad de asumir a plenitud los desafosque se desprenden de su condicin de punto focal de un vasto im-perio territorial. Uno de tales desafos, no ciertamente el nico,es el derecho y no slo esto sino en realidad el deber, en fun-cin del destino manifiesto que convierte a los Estados Unidosen portador universal de la libertad y la felicidad de los pueblos!-de apelar a la guerra cuantas veces sea necesaria para impedirque el frgil y altamente inestable nuevo orden mundial pro-clamado por George Bush padre a la salida de la primera Guerradel Golfo se derrumbe como un castillo de naipes. Y nada de es-to puede hacerse sin reforzar considerablemente la soberana es-tatal-nacional norteamericana y sus rganos efectivos de proyec-cin internacional, principalmente sus fuerzas armadas. Esta yno otra es la razn por la cual el gasto militar de los Estados Uni-dos equivale a casi la mitad del gasto militar total del planeta. Deeste modo, la idlica idea planteada por Hardt y Negri los Esta-dos Unidos renunciando a la defensa de sus intereses nacionalesy al ejercicio del poder imperialista, y transfiriendo su soberanaa un quimrico imperio, en aras del cual la Casa Blanca respon-de magnnimamente al clamor internacional en pro de la justiciay el derecho globales qued sepultada por el aluvin de bombasinteligentes que se descargaron sobre la geografa iraquesa.

    UN DIFUNTO QUE GOZA DE MUY BUENA SALUD

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • Otra de las enseanzas de la Guerra de Irak ha sido la actua-lizacin de algunos de los rasgos que caracterizaban al viejo im-perialismo. En la versin de nuestros autores, la exaltacin delos elementos virtuales estableca un lmite infranqueable entreel viejo imperialismo y el novsimo imperio, entendiendo porel primero aquel sistema de relaciones internacionales que se en-cuadraba, aproximadamente, en los cnones establecidos por elanlisis leninista y compartidos en gran medida por algunos au-tores clsicos del tema como Bujarin y Rosa Luxemburgo. Unode tales rasgos era, precisamente, la ocupacin territorial y el sa-queo de los recursos naturales de los pases coloniales o someti-dos a la agresin imperialista. De la lectura de Imperio se des-prende una concepcin terica indiferente ante la problemticadel acceso a los recursos estratgicos para el mundo de la pro-duccin y la misma sustentabilidad de la civilizacin capitalista,explicable por el fuerte nfasis puesto por sus autores sobre los(hoy por hoy sin duda importantes) aspectos inmateriales delproceso de creacin de valor y las transformaciones de la moder-na empresa capitalista. La Guerra en Irak demostr, ya desde sustragicmicos prolegmenos, lo desacertada que era esta concep-cin. Basta con recordar al Presidente Bush exhortando, con unapattica sonrisa apenas disimulada en sus labios, a los iraques ano destruir sus pozos de petrleo y a abstenerse de incendiarlospara comprender el carcter absolutamente crucial que el accesoa y control de los recursos naturales estratgicos desempea enla estructura imperialista mundial. El petrleo constituye, hoypor hoy, el sistema nervioso central del capitalismo internacio-nal, y su importancia es an mayor que la que tiene el mundo delas finanzas. ste no puede funcionar sin aqul: todo el enjambrede aquello que Susan Strange ha correctamente denominado ca-pitalismo de casino se desmoronara en cuestin de minutos an-te la desaparicin del petrleo. Y ste, lo sabemos, estar agota-

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  • do de la faz de la tierra en no ms de dos o tres generaciones. Se-ra de una ingenuidad imperdonable suponer que la disidenciafrancesa frente a los atropellos norteamericanos en Irak se fundaen el ardor de las convicciones democrticas y anti-colonialistasde Jacques Chirac o en los irrefrenables deseos de la derechafrancesa de asegurar para el pueblo iraqu el pleno disfrute de lasdelicias de un orden democrtico. Lo que motoriz la intransi-gencia francesa fue, por el contrario, algo mucho ms prosaico:la permanencia de las empresas de ese pas en un territorio endonde se encuentra la segunda reserva de petrleo del mundo.Contrariamente a lo que nos inducen a pensar Hardt y Negri ensu visin sublimada -y por lo tanto complaciente- del imperio,uno de los posibles escenarios futuros del sistema internacionales el de una acrecentada rivalidad inter-imperialista en donde elsaqueo de los recursos estratgicos, como el petrleo y el agua,y la pugna por un nuevo reparto del mundo, bien pudieran tenercomo consecuencia el estallido de nuevas guerras de rapia, an-logas en su lgica a las que conociramos a lo largo del siglo XX,en los tiempos en los que el imperialismo gozaba de envidiablesalud.

    OTRA VCTIMA: LA CONCEPCIN DESARROLLADA EN IMPERIOACERCA DE LAS MAL LLAMADAS EMPRESAS TRANSNACIONALES

    En efecto, Hardt y Negri hicieron suya suponemos que sinser concientes de ello- la visin del mundo capitalista cultivadacon esmero por las principales escuelas de negocios de los Esta-dos Unidos y Europa y los tericos de la globalizacin neoli-beral.

    Como es bien sabido, en el pensamiento de la derecha el irre-sistible ascenso de la globalizacin aparece como un fenmeno

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • tan natural como el movimiento de los astros y que da origena un nuevo mundo de economas interdependientes. Los agenteseconmicos operan, por lo tanto, en un escenario plano y libre delos obstculos que antes interponan los poderosos estados nacio-nales. En ese espacio reina la libre competencia, y las viejas asi-metras del pasado, con sus odiosas distinciones entre metrpo-lis y colonias, son cosas del pasado, slo evocadas por izquier-distas nostlgicos de un mundo que ya no existe ms.

    Segn esta interpretacin no slo han periclitado las econo-mas nacionales, devoradas por el frrago de la globalizacin,sino que las grandes empresas se han desprendido por completode los ltimos vestigios de su adscripcin nacional. Ahora son to-das transnacionales y globales, y lo que requieren para operareficientemente es un espacio mundial liberado de las antiguastrabas y restricciones nacionales que pudieran entorpecer susmovimientos. Desde una lectura supuestamente anticapitalistaeste espacio vendra a ser, precisamente, el imperio, tal cual escaracterizado en la obra de Hardt y Negri. Tal como lo demostra-remos en las pginas que siguen, la realidad se encuentra a aosluz de esta visin. Hay una distincin elemental (que es comple-tamente pasada por alto en la obra que estamos criticando) entreteatro de operaciones de las empresas y el mbito de su propie-dad y control. Si en el caso de los modernos leviatanes empresa-riales una pequesima proporcin del total de empresas queexisten en el mundo- su escala de operaciones es claramente pla-netaria, la propiedad y el control siempre, absolutamente siem-pre, tienen una base nacional: las empresas son personas jurdi-cas que estn registradas en un pas en particular y no en la sedede las Naciones Unidas en Nueva York. Estn radicadas en unaciudad, se atienen a un determinado marco legal nacional que lasprotege de eventuales expropiaciones, pagan impuestos por sus

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    ATILIO A. BORON

  • ganancias en el pas donde se encuentra radicada su matriz, y assucesivamente. Pero si algunas dudas quedaban acerca del carc-ter transnacional de la moderna empresa capitalista, la conduc-ta de la Casa Blanca y su brutal insistencia en que las beneficia-rias de la operacin blica iniciada en nombre de la libertad y lanecesidad de liberar al mundo de las amenazas de un peligrosomonstruo como Saddam no podan ser otras que las empresasnorteamericanas, vino a demostrar, con la tosquedad caractersti-ca de los rancheros de Texas, la irrealidad de las tesis desarrolla-das en Imperio sobre este asunto. No slo eso. No se trata ya deque las empresas norteamericanas se llevan la parte del len dela operacin iraqu. La forma misma en que dichos privilegiosfueron adjudicados entre empresas vinculadas todas ellas a la ca-marilla gobernante norteamericana recuerda los mtodos utiliza-dos por las distintas familias de la mafia neoyorquina para divi-dirse el control de los negocios en la ciudad. Qu relacin guar-da este reparto imperialista con las idlicas teorizaciones que ha-llamos en Imperio? Absolutamente ninguna.

    Por ltimo, un prrafo final merece el papel desarrollado porlos movimientos contrarios a la globalizacin neoliberal y que laprensa capitalista no por casualidad denomina no global o an-tiglobalizacin. El objetivo nada inocente de esa opcin semn-tica es ms que evidente: transformar a los crticos de la globali-zacin neoliberal en monstruos antediluvianos que pretenden de-tener la marcha de la historia y del progreso tecnolgico. El noglobal aparece as ante los ojos de la opinin pblica mundialcomo un heterclito conjunto de melanclicos buscadores deutopas en un mundo que gira al comps de los mercados. All serejuntan socialistas, comunistas, anarquistas, ecologistas, paci-fistas, militantes de los derechos humanos, feministas, indigenis-tas y todo tipo de sectas y tribus recalcitrantes, que se empecinan

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • en ignorar que el mundo ha devenido en uno solo, que por pri-mera vez en la historia se ha uni-versalizado, y por eso mismodecretado el fin de todo tipo de milenarismos y particularismos.Por el contrario, los movimientos que resisten a la tirana de losmercados creen que otra globalizacin es posible (y urgentemen-te necesaria), que la actual es producto del hasta hace poco in-contestado predominio de las grandes empresas, que nada tienede natural sino que es producto de la derrota sufrida por las fuer-zas populares, de izquierda y democrticas en las dcadas de los70 y los 80 y que la historia, lejos de haber concluido, recinest en sus comienzos, y que tan siniestro resultado puede y de-be ser revertido.

    La vigorosa emergencia de tales movimientos contradice al-gunos planteamientos centrales del libro de Hardt y Negri. Losno global tienen el formidable mrito de haber puesto en mar-cha un gran movimiento pacifista incluso antes del inicio de lasoperaciones en Irak. Si, como lo recuerda Noam Chomsky, el pa-cifismo en relacin a la Guerra de Vietnam apareci tmidamen-te ms de cinco aos despus de iniciada la escalada militar enVietnam del Sur, en el caso de la reciente guerra ese movimien-to logr articular una propuesta masiva y de un vigor indito se-manas antes del comienzo de las hostilidades. Se calcula queunos quince millones de personas se manifestaron por la paz enlas principales ciudades de todo el mundo. En Inglaterra y en Es-paa, no por casualidad pases cuyos gobiernos fueron cmplicesde la agresin imperialista de los Estados Unidos, las demostra-ciones callejeras adquirieron un volumen indito en la historia.Los gobiernos de Blair y Aznar dieron una leccin ejemplar delas insalvables limitaciones de la democracia capitalista al desorcon absoluto cinismo lo que reclamaban con sus movilizacionesy con sus respuestas a las numerosas encuestas de opinin pbli-

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  • ca los supuestos soberanos del orden democrtico. Como lo he-mos argumentado en otras partes, en los capitalismos democrti-cos lo sustancial es el componente capitalista de la frmula y lodemocrtico es apenas un accesorio que se puede respetar siem-pre y cuando no afecte las cuestiones de fondo. La operacin derapia imperialista era una cuestin de fondo ordenada por laJunta que actualmente gobierna los Estados Unidos recorde-mos, con Gore Vidal, que es Bush el primer presidente norteame-ricano que accede a la Casa Blanca por la va de un golpe insti-tucional perpetrado por la Suprema Corte de ese pas- y por lotanto las formalidades democrticas deban ser dejadas de la-do. Los pequeos dspotas hicieron lo que quisieron y siguieronhasta el final con el plan elaborado por los halcones de la CasaBlanca pese al repudio abrumador de la opinin pblica. En elcaso espaol, el rechazo a la guerra alcanzaba al 90% de los en-trevistados, a pesar de lo cual el gobierno del Partido Popularprosigui impertrrito con su poltica.

    Lo anterior viene al punto debido a que, en su libro, nuestrosautores consagran como el verdadero hroe de la lucha contrael imperio al migrante annimo y desarraigado, que abandona suterruo del Tercer Mundo para internarse en las entraas delmonstruo y, desde ah y junto a otros como l o ella que consti-tuyen la famosa multitud, librar batalla contra los amos delmundo. Sin desmerecer la importancia que puedan tener tales ac-tores sociales, lo cierto es que lo que se ha venido observando enlos ltimos aos y muy especialmente en las manifestaciones encontra de la guerra de comienzos del 2003- es el vigor de un mo-vimiento social que tiene races muy slidas en las estructurassociales del capitalismo metropolitano y que capta numerososadeptos, especialmente aunque no slo entre los jvenes, engrandes segmentos sociales que estn sufriendo un acelerado

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    IMPERIO & IMPERIALISMO

  • proceso de descomposicin en virtud de la mundializacin neo-liberal. Esto no significa negar la participacin de grupos de in-migrantes, pero lo cierto es que la composicin social de talesmovimientos revela que la presencia de stos est lejos de serpreponderante y es antes que nada marginal. En todo caso, por sucomplejidad y radicalidad, su original innovacin en lo tocante ala estrategia de organizacin de los sujetos colectivos, sus mode-los discursivos, sus estilos de accin y, finalmente, por su antica-pitalismo militante, el movimiento no global representa uno delos desafos ms serios con que se tropieza el imperio realmenteexistente. Esto tambin constituye una novedad que plantea se-rias dudas en relacin a las tesis elaboradas por Hardt y Negriacerca de los sujetos de la confrontacin social y la incierta fiso-noma sociolgica de la multitud.

    RECAPITULANDO

    Estamos viviendo un momento muy especial en la historia delimperialismo: el trnsito de una fase, llammosla clsica, aotra cuyos contornos recin se estn dibujando pero cuyas lneasgenerales ya se disciernen con claridad. Nada podra ser msequivocado que postular, como hacen Hardt y Negri en su libro,la existencia de una entidad tan inverosmil como un imperiosin imperialismo, lo cual constituye un desmovilizador oxmo-ron poltico. De ah la necesidad de polemizar con sus tesis, por-que dada la excepcional gravedad de la situacin actual -un capi-talismo cada vez ms regresivo y reaccionario en lo social, loeconmico, lo poltico y lo cultural, y que criminaliza los movi-mientos sociales de protesta y militariza la poltica internacional-slo un diagnstico preciso sobre la estructura y el funciona-miento del sistema imperialista internacional permitir a los mo-

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    ATILIO A. BORON

  • vimientos sociales, partidos, sindicatos y organizaciones popula-res de todo tipo que luchan por su derrocamiento, encarar lasnuevas jornadas de lucha con alguna posibilidad de xito.

    La ilusin de que podemos emprender la lucha sin conocercon precisin el terreno donde habrn de librarse los grandescombates de la humanidad slo puede preanunciar nuevas y msapabullantes derrotas. El entraable Don Quijote no es un buenejemplo que debamos imitar: confundir los molinos de vientocon poderosos caballeros de lanza y armadura no fue el mejor ca-mino para la realizacin de sus sueos. Tampoco sirve como mo-delo de inspiracin San Francisco de Ass, otra figura exaltada enel texto de Hardt y Negri. En realidad, no hay lucha emancipato-ria posible si no se dispone de una adecuada cartografa socialque describa con precisin el teatro de operaciones y la naturale-za social del enemigo y sus mecanismos de dominacin y explo-tacin.

    Las flagrantes distorsiones a las cuales puede llegar una con-cepcin equivocada como la que sostienen Hardt y Negri puedenser asombrosas. Baste con leer al ltimo de los nombrados cuan-do afirma que la guerra de Irak fue un golpe de estado de los Es-tados Unidos en contra del imperio, junto a muchas otras decla-raciones por el estilo. Quisiramos concluir citando in extenso laentrevista concedida por Negri al diario Clarn de Buenos Aires,cuya elocuencia es insuperable. En ella nuestro autor asever quela actual ocupacin norteamericana en Irak no constituye un ca-so de administracin colonial, sino un proceso clsico de nationbuilding (construccin de nacin). Y por ende se trata de unatransformacin de sentido democrtico. Ese es el pretexto de Es-tados Unidos. Es una ocupacin militar que derrib un rgimen,pero despus el problema es nation building, o sea un intento detransicin, no de colonizacin. Sera como decir que es coloniza-

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  • dor el hecho de pasar de la dictadura a la democracia en Hungrao Checoslovaquia. No hay una actitud de ese tipo en la adminis-tracin estadounidense. Estos estadounidenses quieren parecerms malos de lo que son. Conviene preguntarse ante esta incre-ble confusin en donde una guerra de rapia y ocupacin territo-rial aparece dulcificada como una altruista operacin de nationbuilding y de exportacin democrtica: ser posible avanzar enla lucha concreta contra el imperialismo realmente existentemunidos con un instrumental terico tan tosco como el que nosproponen estos autores y que los conduce a tan disparatadas con-clusiones? Al final de todo, filosofar es distinguir. Mala filosofaes aquella incapaz de diferenciar una guerra de conquista de unproceso de construccin nacional.

    De bien poco sirve proyectar con esmero los rasgos de unanueva sociedad si no se conoce, de manera realista, la fisonomade la sociedad actual que es preciso superar. Un mundo post-capitalista y post-imperialista es posible. Es ms, diramos que esimprescindible, puesto que, de seguir funcionando con la lgicapredatoria del capitalismo, la sociedad actual se encamina haciasu autodestruccin. Pero antes de construir esa nueva sociedad -ms humana, justa, libre y democrtica que la precedente- sernecesario emplear todas nuestras energas para superar la quehoy nos oprime, explota y des-humaniza, y que condena a casi lamitad de la poblacin mundial a subsistir miserablemente conmenos de dos dlares diarios. Y esta verdadera epopeya emanci-patoria tiene como una de sus condiciones de posibilidad, no lanica pero ciertamente una de las ms importantes, la existenciade un conocimiento realista y preciso del mundo que deseamostrascender. Si en lugar de ello somos prisioneros de las ilusionesy mistificaciones que con tanta eficacia genera y disemina la so-ciedad burguesa, nuestras esperanzas de construir un mundo me-

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  • jor naufragarn irremisiblemente. Este libro pretende ser un mo-desto aporte para evitar tan triste y cruel desenlace.

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  • PRLOGO

    P rimero, un poco de historia. En septiembre del 2001 TariqAli, uno de los editores de la New Left Review, nos invit aescribir un captulo en un volumen colectivo a publicarse porVerso, en Londres, a mediados del corriente ao. El libro reneuna serie de comentarios crticos a Imperio, a los cuales se lesagregar la respuesta de Michael Hardt y Antonio Negri. Dadoque aquel deba ser entregado en ingls, y habida cuenta de nues-tras catastrficas experiencias previas en materia de traduccio-nes, decidimos escribirlo directamente en esa lengua. Fue envia-do a Londres y distribuido entre algunos de los co-autores del vo-lumen consignado y, por supuesto, a los autores de Imperio. Conocasin del segundo Foro Social Mundial, celebrado en PortoAlegre a fines de enero del corriente ao, entregamos el texto aalgunos colegas y amigos con el objeto de recabar comentarios.Al poco tiempo comenzamos a recibir urgentes pedidos de auto-rizacin para traducir el texto al idioma espaol. Preocupadostambin por los riesgos que entraa cualquier traduccin decidi-mos asumir por nuestra cuenta el esfuerzo. Al traducir la versin

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  • original a nuestra lengua materna lo que ocurri fue que la re-es-cribimos por entero, ampliando comentarios, agregando datos ysugiriendo nuevas reflexiones. El resultado es este libro.

    Lo anterior es historia y circunstancia. Hubo tambin razonesms de fondo. En primer lugar, la necesidad de considerar muyseriamente una obra producida por dos autores del calibre intelec-tual de Michael Hardt y Antonio Negri (H&N de ahora en adelan-te). Su trayectoria intelectual y poltica, dilatada y fecunda espe-cialmente en el caso del segundo de los nombrados, los hace me-recedores de todo respeto y nos obliga, por eso mismo, a exami-nar muy cuidadosamente el mrito de los planteamientos que de-sarrollan a lo largo de un libro tan polmico y de tan notable im-pacto pblico como Empire (Hardt y Negri, 2000). En segundotrmino, por la importancia sustantiva del tema que se aborda enese trabajo: el imperio o, tal vez, en una definicin que nos pare-ce ms apropiada, el sistema imperialista en su fase actual.

    Las dificultades para acometer una empresa de este tipo no sonpocas. Se trata de dos intelectuales identificados con una posturacrtica en relacin al capitalismo y a la mundializacin neoliberaly que, por aadidura, tuvieron la valenta de abordar el examen deun tema de crucial importancia en la coyuntura actual. En efecto,por profunda que sea nuestra disidencia terica con la interpreta-cin que H&D acaban proponiendo, es preciso reconocer que unarevisin y una puesta al da como la emprendida por nuestros au-tores era necesaria. Por una parte, porque las deficiencias de losanlisis convencionales de la izquierda en relacin a las transfor-maciones experimentadas por el imperialismo en el ltimo cuartode siglo eran inocultables y exigan una urgente actualizacin. Porla otra, porque las falencias del pensamiento nico sobre estamateria divulgado urbi et orbi por el FMI, el Banco Mundial ylas agencias ideolgicas del sistema imperial y que se plasma en

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  • la teora neoliberal de la globalizacin son an mayores. Paraquienes, como el autor de este libro, la misin fundamental de lafilosofa y la teora poltica es cambiar el mundo y no slo inter-pretarlo para citar la recordada Tesis Onceava de Marx sobreFeuerbach una teora correcta constituye un instrumento insusti-tuible para que los movimientos populares que resisten la mundia-lizacin neoliberal puedan navegar con un margen razonable decertidumbre en las turbulentas aguas del capitalismo contempor-neo. Uno de los factores que ms nos impuls a escribir esta obraes la rotunda conviccin de que la respuesta que ofrecen H&N aeste desafo es altamente insatisfactoria y que puede ser fuente derenovadas frustraciones en el terreno de la prctica poltica.

    Es evidente que un fenmeno como el del imperialismo actualsu estructura, su lgica de funcionamiento, sus consecuencias ysus contradicciones no se puede comprender adecuadamenteprocediendo a una relectura talmdica de los textos clsicos deHilferding, Lenin, Bujarin y Rosa Luxemburg. No porque ellosestaban equivocados, como le gusta decir a la derecha, sino por-que el capitalismo es un sistema cambiante y altamente dinmi-co que, como escribieran Marx y Engels en El Manifiesto Comu-nista, se revoluciona incesantemente a s mismo. Por consi-guiente, no se puede entender al imperialismo de comienzos delsiglo XXI leyendo solamente a estos autores. Pero tampoco se lopuede comprender sin ellos. No se trata, por supuesto, de la mo-ntona y estril reiteracin de sus tesis. El objetivo es avanzar enuna reformulacin que partiendo desde la revolucin copernica-na producida por la obra de Marx que nos suministra una claveinterpretativa imprescindible e irreemplazable para explicar a lasociedad capitalista reelabore con audacia y creatividad la he-rencia clsica de los estudios sobre el imperialismo a la luz de lastransformaciones de nuestro tiempo. El imperialismo de hoy no

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  • es el mismo de hace treinta aos. Ha cambiado, y en algunosaspectos el cambio ha sido muy importante. Pero no se ha trans-formado en su contrario, como nos propone la mistificacin neo-liberal, dando lugar a una economa global donde todos somosinterdependientes. Sigue existiendo y oprimiendo a pueblos ynaciones, y sembrando a su paso dolor, destruccin y muerte. Pe-se a los cambios conserva su identidad y estructura, y sigue de-sempeando su funcin histrica en la lgica de la acumulacinmundial del capital. Sus mutaciones, su voltil y peligrosa mez-cla de persistencia e innovacin, requieren la construccin de unnuevo abordaje que nos permita captar su naturaleza actual. Noes ste el lugar para proceder a un examen de las diversas teorassobre el imperialismo. Digamos, a guisa de resumen, que los atri-butos fundamentales del mismo sealados por los autores clsi-cos en tiempos de la Primera Guerra Mundial siguen vigentes to-da vez que el imperialismo no es un rasgo accesorio ni una pol-tica perseguida por algunos estados sino una nueva etapa en eldesarrollo del capitalismo. Esta etapa est signada, hoy con ma-yor contundencia que en el pasado, por la concentracin del ca-pital, el abrumador predominio de los monopolios, el acrecenta-do papel del capital financiero, la exportacin de capitales y elreparto del mundo en distintas esferas de influencia. La acele-racin del proceso de mundializacin acontecida en el ltimocuarto de siglo, lejos de atenuar o disolver las estructuras impe-rialistas de la economa mundial, no hizo sino potenciar extraor-dinariamente las asimetras estructurales que definen la insercinde los distintos pases en ella. Mientras un puado de nacionesdel capitalismo desarrollado reforz su capacidad para controlar,al menos parcialmente, los procesos productivos a escala mun-dial, la financiarizacin de la economa internacional y la cre-ciente circulacin de mercancas y servicios, la enorme mayorade los pases vio profundizar su dependencia externa y ensanchar

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  • hasta niveles escandalosos el hiato que los separaba de lasmetrpolis. La globalizacin, en suma, consolid la dominacinimperialista y profundiz la sumisin de los capitalismos perif-ricos, cada vez ms incapaces de ejercer un mnimo de controlsobre sus procesos econmicos domsticos. Esta continuidad delos parmetros fundamentales del imperialismo no necesaria-mente de su fenomenologa es ignorada en la obra de Hardt yNegri, y el nombre de tal negacin es lo que estos autores han de-nominado imperio. Lo que pretendemos demostrar en nuestrolibro es que as como las murallas de Jeric no se derrumbaronante el sonido de las trompetas de Josu y los sacerdotes, la rea-lidad del imperialismo tampoco se desvanece ante las fantasasde los filsofos.

    No es un dato menor el hecho de que una reflexin como laque nos proponen H&N tenga lugar en momentos en que la de-pendencia de la periferia y la dominacin imperialista se hayanprofundizado hasta llegar a niveles desconocidos en nuestra his-toria. Por ello, la necesidad de contar con un renovado instrumen-tal terico para comprender al imperialismo y luchar contra l esms urgente que nunca. Sin pecar de teoreticistas, nos parece queser muy difcil librar con xito dicha batalla si no se comprendemuy claramente cul es la naturaleza del fenmeno. Es precisa-mente debido a esa necesidad de saber que Imperio ha tenido tanextraordinario impacto entre las enormes masas de jvenes y notan jvenes que desde Seattle en adelante se han movilizado en to-do el mundo para poner coto al sistemtico genocidio que el im-perialismo practica a diario en los pases de la periferia capitalis-ta, a la regresin social y la desciudadanizacin que tienen lugaren las sociedades ms avanzadas y atrasadas por igual, a la crimi-nal destruccin del medio ambiente, al envilecimiento de los re-gmenes democrticos maniatados por la tirana de los mercados

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  • y al paroxismo militarista que, desde el atentado a las Torres Ge-melas y el Pentgono, se ha adueado de la Casa Blanca y otroslugares privilegiados desde los cuales se toman las decisiones queafectan las vidas de miles de millones de personas en todo elmundo. Pese a sus nobles intenciones y la honestidad intelectualy poltica de sus autores, temas sobre los cuales no albergo dudaalguna, este libro saludado por muchos como el Manifiesto Co-munista del siglo XXI o como un redivivo librito rojo de losmal llamados globalifbicos contiene gravsimos errores dediagnstico e interpretacin que, en caso de pasar desapercibidosy ser aceptados por los grupos y organizaciones que hoy pugnanpor derrotar al imperialismo, podran llegar a ser la causa intelec-tual de nuevas y ms duraderas derrotas, y no slo en el plano dela teora. Es por eso que nos hemos aventurado a plantear nues-tras crticas y a asumir los costos y riesgos que conlleva el cues-tionamiento a un texto que, por distintas razones, se ha converti-do en una importante referencia terica para los movimientos cr-ticos de la globalizacin neoliberal. Creemos que un debate fran-co y sincero con las tesis planteadas en Imperio puede ser un po-deroso antdoto para despejar tales acechanzas.

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  • CAPTULO 1SOBRE PERSPECTIVAS, HORIZONTES DE VISIBILIDAD

    Y PUNTOS CIEGOS

    A lgo que seguramente no por casualidad sorprender al lec-tor de Hardt y Negri es la escasa atencin que Imperio lededica a la literatura sobre el imperialismo. Por contraste con Le-nin o Rosa Luxemburg, quienes realizaron una cuidadosa revi-sin de los numerosos trabajos sobre el tema, nuestros autoresoptaron por ignorar gran parte de lo que ha sido escrito sobre elasunto. La literatura con la cual ellos conversan es una combina-cin de ciencia social norteamericana, especialmente economapoltica internacional y relaciones internacionales, mezclada confuertes dosis de filosofa francesa. Esta sntesis terica es empa-quetada en un estilo y con un lenguaje claramente postmodernos,y el producto final es un mix terico que, pese a las intencionesde sus autores, difcilmente podra perturbar la serenidad de losseores del dinero que ao tras ao se renen en Davos. A razde esto, casi la totalidad de las citas procede de libros o artculospublicados dentro de los lmites del establishment acadmicofranco-americano. La considerable literatura producida en Am-rica Latina, la India, frica y otras partes del Tercer Mundo en

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  • relacin al funcionamiento del sistema imperial y el imperialis-mo no merece siquiera una modesta nota a pie de pgina. Lasdiscusiones dentro del marxismo clsico Hilferding, Luxem-burg, Lenin, Bujarin y Kautsky sobre el tema se acomodan enun breve captulo del voluminoso libro, mientras que la continua-cin de dichas controversias en el perodo de la postguerra ocu-pa un espacio an menor. Nombres como Ernst Mandel, Paul Ba-ran, Paul Sweezy, Harry Magdoff, James OConnor, AndrewShonfield, Ignacy Sachs, Paul Mattick, Elmar Altvater y Mauri-ce Dobb son conspicuas ausencias en un libro que pretende arro-jar nueva luz sobre una etapa enteramente novedosa en la histo-ria del capital. No sorprende, por consiguiente, comprobar que elresultado de esta empresa sea ofrecer una visin del imperio taly como el mismo se observa desde su cumbre. Una visin parcialy unilateral, incapaz de percibir la totalidad del sistema y de darcuenta de sus manifestaciones globales ms all de lo que pre-suntamente acontece en las playas noratlnticas. Su horizonte devisibilidad es singularmente estrecho, y los puntos ciegos que seconfiguran ante el mismo son numerosos e importantes, comotendremos ocasin de demostrarlo a lo largo de las pginas quesiguen. Se trata, en sntesis, de una visin que quiere ser crticae ir a la raz del problema, pero que dado que no puede indepen-dizarse del lugar privilegiado desde el cual observa la escena so-cial de su tiempo al revs de lo que aconteciera con Marx, quiendesde Londres supo abstraerse de esa determinacin- cae por esomismo en las redes ideolgicas de las clases dominantes.

    Cmo entender, si no es a partir de los problemas y limitacio-nes de una perspectiva irreparablemente noratlntica, y no sloeurocntrica, la radical negacin del papel jugado por dos institu-ciones cruciales que organizan, monitorean y supervisan da a dael funcionamiento del imperio -el Fondo Monetario Internacional

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  • y el Banco Mundial- apenas mencionadas en las casi quinientaspginas del libro?1. Apenas seis cuartillas se reservan para el an-lisis de las corporaciones transnacionales, actores estratgicos dela economa mundial, slo la mitad de las que se dedican a temassupuestamente tan cruciales y urgentes como el no lugar del po-der. Las once pginas dedicadas a las contribuciones de BaruchSpinoza a la filosofa poltica, o las diecisis destinadas a explo-rar los meandros del pensamiento de Foucault y su relevancia pa-ra comprender el orden imperial, difcilmente pueden pareceralgo sensato para quien mira el mundo ya no desde el vrtice delsistema imperial sino desde su base.

    Por estas y muchas otras razones, Imperio es un libro intrigan-te, que combina algunas incisivas iluminaciones respecto de vie-jos y nuevos problemas con monumentales errores de aprecia-cin e interpretacin. No existe la menor duda de que sus auto-res estn fuertemente comprometidos con la construccin de unabuena sociedad y, ms especficamente, de una sociedad comu-nista. Este compromiso aparece varias veces a lo largo del libroy merece nuestro ms entusiasta apoyo. Sorprendentemente, sinembargo, y pese a la anterior toma de partido, el argumento deImperio no se relaciona para nada con la gran tradicin del ma-terialismo histrico. La audacia que sus autores exhiben cuando,navegando en contra de la corriente de los prejuicios estableci-dos y el sentido comn neoliberal de nuestra poca, declaran sulealtad a los ideales comunistas no somos anarquistas, sino co-munistas (p. 319), la irrefrenable levedad y dicha de ser comu-nista (p. 374) se desploma cual castillo de naipes cuando se en-cuentran ante la necesidad de explicar y analizar el orden impe-

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    1. Los clculos de las pginas destinados a temas y autores remiten a la edicin original, en len-gua inglesa, de Empire, publicada por Harvard University Press en 2000.

  • rial de nuestros das. En ese momento, la vaguedad terica y po-ltica y la timidez toman el lugar de la osada y la contundenciadeclamativas. En este sentido el contraste con otras obras sobreel tema (tales como Accumulation on a World Scale; Empire ofChaos; y la ms reciente Capitalism in the Age of Globalization,de Samir Amin; o The Long Twentieth Century de GiovanniArrighi; o Year 501. The Conquest Continues y World Orders,Old and New de Noam Chomsky; o Production, Power, andWorld Order, de Robert Cox; y las obras de Immanuel Wallers-tein, The Modern World System y After Liberalism) es imposiblede soslayar, y los resultados de tal comparacin son para H&Nsumamente desfavorables (Amin, 1974, 1992, 1997; Arrighi,1995; Chomsky, 1993, 1994; Cox, 1987; Wallerstein, 1974,1980, 1988, 1995).

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  • CAPTULO 2LA CONSTITUCIN DEL IMPERIO

    E l libro comienza con una seccin dedicada a la constitu-cin poltica del presente, la cual es presentada a conti-nuacin de un breve prefacio en el cual nuestros autores introdu-cen la tesis principal del libro: un imperio ha emergido y el im-perialismo ha terminado (p. 15)2. Ahora bien: en la primera par-te del libro el anlisis del orden mundial comienza con un giroasombrosamente formalstico, al menos para un marxista, dadoque la constitucin del imperio es planteada en trminos estre-chamente jurdicos. A consecuencia del mismo el orden mundialaparece no como la organizacin internacional de los mercados,los estados nacionales y las clases dominantes bajo la direccingeneral de una verdadera burguesa internacional, sino bajo lasestilizadas lneas de la organizacin formal del sistema de lasNaciones Unidas. Este sorpresivo golpe inicial es luego acentua-do cuando el intrigado lector comprueba que los instrumentos

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    2. De ahora en ms todas las referencias entre parntesis pertenecen a la edicin en espaol de laobra, publicada bajo el ttulo de Imperio (Buenos Aires: Paids, 2002).

  • conceptuales utilizados por H&N para el examen de nada menosque el problema del orden mundial son tomados prestados de ca-jas de herramientas tan poco promisorias como las que detentanun conjunto de autores tan ajenos al materialismo histrico ytan poco tiles para un anlisis profundo de este tipo de temas-como Hans Kelsen, Niklas Luhmann, John Rawls y Carl Sch-mitt. Respaldados por autoridades tales como las mencionadas,causa poca sorpresa comprobar que los resultados de esta inicialincursin en el objeto de estudio estn muy lejos de ser satisfac-torios. Por ejemplo, la abierta sobreestimacin del papel de lasNaciones Unidas en el as llamado orden mundial conduce anuestros autores a observaciones tan inocentes o ingenuas comola siguiente:

    ...pero tambin deberamos reconocer que la nocin de dere-cho, definida por la Carta de las Naciones Unidas, tambinapunta hacia una nueva fuente positiva de produccin jurdi-ca, efectiva en una escala global: un nuevo centro de produc-cin normativa que puede desempear un papel jurdico sobe-rano (p. 22).H&N pareceran ignorar que las Naciones Unidas no son lo

    que aparentan ser. De hecho, por su burocratismo y naturalezaelitista, son una organizacin destinada a respaldar los interesesde los grandes poderes imperialistas, y muy especialmente los delos Estados Unidos. La produccin jurdica efectiva de la ONUes de muy poca sustancia e impacto cuando se trata de temas oasuntos que contradigan los intereses de los Estados Unidos y/ode sus aliados. Nuestros autores pareceran sobreestimar el papelmuy marginal jugado por la Asamblea General de las NacionesUnidas, donde los votos de Gabn y Sierra Leona igualan a losde los Estados Unidos y el Reino Unido. La mayora de las reso-luciones de la Asamblea General se reducen a letra muerta a me-

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  • nos que sean activamente apoyadas por la potencia hegemnicay sus asociados. La guerra humanitaria en Kosovo, por ejem-plo, fue llevada a cabo en nombre de las Naciones Unidas perosorteando por completo la autoridad tanto del Consejo de Segu-ridad como de la Asamblea General. Washington decidi que eranecesaria una intervencin militar y eso fue lo que ocurri. Na-turalmente, nada de esto tiene la menor relacin con la produc-cin de una ley universal o, como confiaba Kelsen, con el surgi-miento de un esquema trascendental de la validez del derechosituado por encima del estado-nacin (p. 23). La naturaleza im-perialista de las Naciones Unidas realmente existentes, no laimaginada por nuestros autores, es suficiente para probar la incu-rable debilidad de su afirmacin cuando dicen que

    ...ste es el verdadero punto de partida de nuestro estudio delimperio: una nueva nocin del derecho o, ms bien, una nue-va inscripcin de la autoridad y un nuevo diseo de la produc-cin de normas e instrumentos legales de coercin que garan-tizan los contratos y resuelven los conflictos (p. 26). Esta visin fantstica y candorosa a la vez de un sistema in-

    ternacional supuestamente postcolonial y postimperialista alcan-za su clmax cuando se dice que todas las intervenciones de losejrcitos imperiales responden a la demanda de una o varias delas partes implicadas en un conflicto ya existente (p. 31); ocuando H&N sostienen que la primera tarea del imperio es puesampliar el espacio de los consensos que respaldan su poder (p.31); o cuando aseguran a los ya por entonces atnitos lectoresque la intervencin del imperio no es ya ms legitimada por elderecho sino por el consenso a fin de intervenir en el nombrede principios ticos superiores tales como, por ejemplo, los va-lores esenciales de justicia. Ser tal vez la intervencin huma-nitaria en la ex-Yugoslavia lo que nuestros autores tienen in

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  • mente? En efecto, como se ver enseguida. De esta manera, esteincreble nonsense les permite concluir que bajo el imperio elderecho de polica queda legitimado por valores universales (p.33). Es sumamente ilustrativo que una tesis tan radical como s-ta sea respaldada por la evidencia que suministran dos referen-cias bibliogrficas que aluden a la literatura convencional en re-laciones internacionales y cuyo sesgo derechista es evidente anpara el lector menos informado. La voluminosa bibliografa so-bre el tema del intervencionismo imperialista producida, porejemplo, en Amrica Latina por autores tales como Pablo Gon-zlez Casanova, Agustn Cueva, Ruy Mauro Marini, GregorioSelser, Gerard-Pierre Charles, Eduardo Galeano, Theotonio dosSantos, Juan Bosch, Helio Jaguaribe, Manuel Maldonado Denis,entre otros, es olmpicamente ignorada3.

    El segundo captulo de esta primera seccin se dedica a laproduccin biopoltica. Hardt y Negri abren el mismo con unaloable intencin: superar las limitaciones del formalismo juridi-cista con el que iniciaron su derrotero intelectual descendiendo,segn sus propias palabras, a las condiciones materiales que sus-tentan el entramado legal e institucional del imperio. El objetivoes descubrir los medios y las fuerzas que producen la realidadsocial, as como las subjetividades que la animan (p. 37). La-mentablemente, tan bellos propsitos quedan en el plano pura-mente declamativo dado que a poco andar el lector compruebacmo las invocadas condiciones materiales se disuelven en elaire, para utilizar la conocida metfora de Marx y Engels en elManifiesto, y algunas venerables ideas de las ciencias sociales

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    3. Cuando este trabajo estaba prcticamente concluido lleg a nuestras manos el excelente librode Saxe-Fernndez, Petras, Veltmeyer y Nez, cuya riqueza emprica e interpretativa no hemospodido aprovechar sino marginalmente por esas circunstancias. En todo caso, recomendamos allector abrevar en ese texto para ampliar algunos de los anlisis efectuados en nuestro libro.

  • reaparecen con fuerza pero presentadas como si fueran el ltimodescubrimiento de la rive gauche parisina o del Greenwich Vi-llage neoyorkino. La teorizacin de Foucault sobre la transicina la sociedad de control, por ejemplo, gira en torno a la supues-tamente novsima nocin de que el biopoder es una forma depoder que regula la vida social desde su interior, o de que la vi-da ha llegado a ser (...) un objeto de poder (p. 38).

    No llevara demasiado tiempo encontrar en la dilatada tradi-cin poltica occidental, que arranca cuando menos en el siglo Vantes de Cristo en Grecia, afirmaciones sorprendentemente simi-lares a lo que hoy se denomina, con la pompa que se supone de-be rodear todo avance cientfico, el biopoder. Una rpida ojea-da a la literatura no podra dejar de hallar decenas de citas de au-tores tales como Platn, Rousseau, Tocqueville y Marx, paramencionar apenas a los ms obvios, que remiten exactamente aalgunas de las grandes novedades producidas por las cienciassociales a finales del siglo XX. La insistencia de Platn en los as-pectos psicosociales que l resuma bajo la denominacin de elcarcter de los individuos- que regulaban la vida social y polti-ca de la polis ateniense es conocida por todos, tanto como la deljoven Marx sobre el tema de la espiritualizacin del dominiode la burguesa por parte de las clases explotadas. Fue Rousseau,a su turno, quien seal la importancia del proceso por el cual losdominados eran inducidos a creer que la obediencia era un debermoral, lo que haca que la desobediencia y la rebelin fuesencausas de graves conflictos a nivel de las conciencias individua-les. En resumen, para H&N, demasiado deslumbrados por las in-novaciones tericas de Foucault un autor que sin duda merecenuestro respeto- podra ser altamente educativo leer lo que un si-glo y medio antes, por ejemplo, haba escrito Alexis de Tocque-ville: cadenas y verdugos, sos eran los instrumentos que em-

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  • pleaba antao la tirana; pero en nuestros das la civilizacin haperfeccionado hasta el despotismo, que pareca no tener ya nadaque aprender. Y contina diciendo que el tirano de antao pa-ra llegar al alma, hera groseramente el cuerpo; y el alma, esca-pando de sus golpes, se elevaba gloriosamente por encima de l;la moderna tirana, en cambio, deja el cuerpo y va derecho al al-ma (Tocqueville, 1957: p. 261). Este paso desde las cadenas ylos verdugos a la manipulacin individual y el control ideolgi-co y conductual ha sido rebautizado por Foucault como la tran-sicin desde la sociedad disciplinaria a la sociedad de control.Pero, como sabemos, una cosa es bautizar o rebautizar a unacriatura y otra bien distinta es descubrirla. En este caso, la cria-tura ya haba sido descubierta y tena nombre. Lo que con su re-conocida habilidad hizo Foucault fue otorgarle uno nuevo (y bienatractivo) a lo que ya todos conocan, pero de ninguna manerapuede decirse que estamos en presencia de una innovacin teri-ca fundamental.

    La primera seccin del libro concluye con un captulo dedica-do nada menos que a las alternativas dentro del imperio. El cap-tulo comienza con una afirmacin tan radical como desconcer-tante: fue la multitud la que dio nacimiento al imperio (p. 56).Contrariamente a las interpretaciones ms corrientes en el senode la izquierda, segn H&N el imperio no sera la creacin deuna coalicin mundial de los capitalistas hegemonizada por laburguesa norteamericana sino la respuesta -defensiva?- del ca-pital ante las luchas de clases contra las formas contemporneasde dominacin y opresin alimentadas por el deseo de libera-cin de la multitud (p. 56). Llegados a este punto H&N ingre-san a un terreno plagado de contradicciones: insisten en que elimperio es bueno dado que representa un paso adelante en lasuperacin del colonialismo y el imperialismo si bien, Hegel me-

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  • diante, aseguran que el hecho de que el imperio sea bueno en smismo no significa que sea bueno para s mismo (p. 56). Y pro-siguen: sostenemos que el imperio es mejor del mismo modoque Marx sostena que el capitalismo es mejor que las formas desociedad y los modos de produccin anteriores a l (p. 56). Sinembargo, pocas lneas ms arriba nuestros autores haban dichoque el imperio construye sus propias relaciones de poder basa-das en la explotacin que son, en muchos sentidos, ms brutalesque aquellas que destruy (p. 56). Pese a lo anterior el imperioes mejor porque se afirma que incrementara el potencial de li-beracin de la multitud, un supuesto para nada confirmado por laexperiencia y que en el caso de H&N se encuentra rodeado porun denso halo metafsico y, en cierto sentido, religioso, tal comopodremos comprobar en las pginas finales de este trabajo. Dn-de se encuentra ese dichoso potencial liberador y cmo podranactualizarse tan promisorias posibilidades es algo que nuestrosautores se reservan para explicar, de modo escueto e insatisfac-torio, en el ltimo captulo del libro.

    Por otra parte, decir que el imperio es mejor significa que elactual orden capitalista mundial -y esto es precisamente el impe-rio- es algo distinto al capitalismo. El argumento de Marx se re-fera a dos diferentes modos de produccin, y comparaba las po-sibilidades y perspectivas abiertas por el capitalismo con las queofreca la descomposicin del feudalismo. Estarn tal vez nues-tros autores queriendo decir que el imperio significa la supera-cin del capitalismo? Ser que lo habremos trascendido, sin quenadie haya reparado en este fabuloso trnsito histrico? Nos en-contramos ahora en una nueva y mejor sociedad, con renovadasposibilidades para las prcticas liberadoras y emancipadoras?

    Nos parece que H&N construyen un hombre de paja, el iz-quierdista irracional e inmutable, que frente a los desafos plan-

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  • teados por la globalizacin insiste en oponer una resistencia lo-cal a un proceso que es por su naturaleza global. Local significa,en la mayora de los casos, nacional, pero esta distincin esirrelevante en sus anlisis. La resistencia local, dicen, identificamal al enemigo y, por lo tanto, lo enmascara. Pues bien, dadoque H&N quieren hablar de poltica en serio y sin que esto seauna concesin siquiera formal a Schmitt sino, en todo caso, aClausewitz, Lenin y Mao- quin es el enemigo? La respuesta nopodra haber sido ms decepcionante puesto que se nos dice queel enemigo es un rgimen especfico de relaciones globales quellamamos imperio (p. 58). Las luchas nacionales oscurecen lavisin de los mecanismos reales del imperio, de las alternativasexistentes y de los potenciales liberadores que se agitan en su se-no. De este modo, las masas oprimidas y explotadas del mundoson convocadas para una batalla final contra un rgimen de rela-ciones globales. El entraable Don Quijote reaparece una vezms, luego de varios siglos de descanso, para arremeter en con-tra de los nuevos molinos de viento mientras los srdidos moli-neros, al margen de la furia de la multitud, continan haciendosus negocios, gobernando sus pases y manipulando la cultura.

    H&N ven al imperio como la superacin histrica de la mo-dernidad, poca sobre la cual ellos tienen una visin un tanto dis-torsionada. En efecto, la modernidad dej un legado de guerrasfratricidas, de desarrollo devastador, una civilizacin cruel yuna violencia nunca antes imaginada (p. 58). La escena que nospresenta la modernidad es de naturaleza trgica, signada por lapresencia de campos de concentracin, las armas nucleares, lasguerras genocidas, la esclavitud, el apartheid, y de la moderni-dad H&N deducen una lnea recta que conduce sin mediacionesal estado-nacin. ste no es otra cosa que la condicin ineludi-ble para la dominacin imperialista e innumerables guerras, y si

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  • ahora una aberracin como esa est desapareciendo del escena-rio mundial, de buena nos libramos! (p. 59).

    Hay varios problemas con esta peculiar interpretacin de lamodernidad: en primer lugar, el error consistente en aportar unalectura extremadamente unilateral y sesgada de la misma. H&Ntienen razn cuando enumeran algunos de los horrores produci-dos por la modernidad (o, tal vez, en la modernidad y no nece-sariamente a causa de ella), pero en el camino se les olvidan al-gunos otros resultados de la misma, tales como el florecimientode las libertades individuales; la relativa igualdad establecida enlos terrenos econmicos, polticos y sociales al menos en los ca-pitalismos desarrollados; el sufragio universal y la democracia demasas; el advenimiento del socialismo, pese a la frustracin queocasionaran algunas de sus experiencias concretas como la so-vitica; la secularizacin y el estado laico, que emancipara agrandes masas de la tirana de la tradicin y la religin; la racio-nalidad y el espritu cientfico; la educacin popular; el progresoeconmico y muchos otros logros ms. stos tambin formanparte de la herencia de la modernidad, no tan slo las atrocida-des que sealan nuestros autores y muchos de estos logros fue-ron obtenidos gracias a las luchas populares, y en ardua oposi-cin a las burguesas. En segundo lugar, creen realmente H&Nque antes de la modernidad no exista ninguna de las lacras yaberraciones que plagaron al mundo moderno? Creen acaso queel mundo de verdad estaba poblado por los buenos salvajes rous-seaunianos? No se sitan en la misma posicin que los beatfi-cos crticos de Niccol Machiavelli que denunciaron al tericoflorentino por ser el inventor de los crmenes polticos, la trai-cin y el engao? No oyeron hablar de las Guerras Pnicas o lasdel Peloponeso, de la destruccin de Cartago, del saqueo de Ro-ma y, ms recientemente, de la conquista y ocupacin del conti-

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  • nente americano? Creen acaso que antes de la modernidad nohaba genocidios, apartheid y esclavitud? Como bien recordabaMarx, padecemos tanto el desarrollo del capitalismo como la au-sencia de su desarrollo.

    En todo caso, una vez que afirman la continuidad histrica ysustantiva entre la modernidad y el estado-nacin, H&N se apre-suran a rechazar el anticuado internacionalismo proletario de-bido a que ste supone el reconocimiento del estado-nacin y supapel crucial como agente de la explotacin capitalista. Dada laineluctable decadencia de los poderes del estado-nacin y la na-turaleza global del capitalismo, este tipo de internacionalismo escompletamente anacrnico a la vez que tcnicamente reacciona-rio. Pero esto no es todo: junto con el internacionalismo prole-tario tambin desaparece la idea de la existencia de un ciclo in-ternacional de luchas. Las nuevas luchas, cuyos ejemplos para-digmticos son la revuelta de la Plaza de Tiananmn, la Intifada,los disturbios raciales de Los Angeles en 1992, el levantamientozapatista de 1994, las huelgas ciudadanas francesas de 1995 y lashuelgas surcoreanas de 1996, fueron especficas y motivadas:

    por preocupaciones regionales inmediatas, de modo tal que,desde ningn punto de vista, pueden vincularse entre s comouna cadena de sublevaciones que se expanden globalmente.Ninguno de esos acontecimientos inspir un ciclo de luchas,porque los deseos y necesidades que expresaban no podantrasladarse a contextos diferentes (p. 65).A partir de tan rotunda aseveracin que por cierto merecera

    un cierto esfuerzo para aportar alguna evidencia probatoria-nuestros autores anuncian una nueva paradoja: en nuestra tancelebrada era de las comunicaciones, las luchas han llegado aser casi incomunicables (p. 65, bastardillas en el original). Las

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  • razones de esta incomunicabilidad permanecen en las sombras,pero nadie debera desanimarse ante esta imposibilidad de comu-nicacin horizontal de los rebeldes pues, en realidad, se trata deuna bendicin y no de una desgracia. Bajo la lgica del imperioH&N tranquilizan a sus impacientes lectores dicindoles que es-tas luchas viajarn verticalmente al nivel global atacando laconstitucin imperial en su ncleo o, lo que denominan con unsignificativo desliz, saltando verticalmente al centro virtual delimperio (p. 68).

    Aqu aparecen nuevos y ms formidables problemas acechan-do el argumento de los autores. En primer lugar los que se deri-van de la peligrossima confusin entre supuestos axiomticos yobservaciones empricas. Decir que las luchas populares son in-comunicables es una afirmacin sumamente importante, pero la-mentablemente H&N no ofrecen ningn antecedente como paradiscernir si se trata de una mera suposicin o del resultado de unaindagacin histrica o de una investigacin emprica. Ante ese si-lencio existen sobradas razones para sospechar que esa proble-mtica refleja la poco saludable influencia de Niklas Luhmann yJrgen Habermas sobre Hardt y Negri. No es necesario hurgardemasiado en las nebulosas conceptuales de los acadmicos ale-manes para concluir en la escasa utilidad que sus construccionestienen a la hora de analizar la dinmica de las luchas populares,lo cual no impide que tanto uno como el otro sean extremada-mente populares en los desorientados rangos de la izquierda ita-liana. En este sentido, los planteamientos luhmannianos de la in-conmensurabilidad de lo social y los de Habermas en relacin ala accin comunicativa parecen haber gravitado grandemente enla construccin de H&N, por lo menos en un grado mucho ma-yor de lo que ellos estn dispuestos a reconocer. Pero dejando delado este breve excursus hacia el terreno de la sociologa del co-

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  • nocimiento, si la incomunicabilidad de las luchas impide infla-mar los deseos y las necesidades de los pueblos de otras latitu-des, cmo explicar la relampagueante velocidad con la cual elmovimiento mal llamado anti-globalizacin se difundi por to-do el mundo? Creen realmente H&N que los eventos de Chia-pas, Pars y Sel fueron en verdad incomunicables? Cmo igno-rar que los zapatistas, y muy especialmente el subcomandanteMarcos, se convirtieron en conos internacionales de los crticosde la globalizacin neoliberal y de las luchas anticapitalistas enlos cinco continentes, influenciando de ese modo importantesdesarrollos de las luchas locales y nacionales?

    En segundo trmino, H&N sostienen que uno de los principa-les obstculos que impiden la comunicabilidad de las luchas esla ausencia del reconocimiento de un enemigo comn contra elcual se dirigen todas esas luchas (p. 67). No sabemos si ste fueo no el caso entre los huelguistas franceses o surcoreanos, perosospechamos que ellos seguramente tendran algunas ideas msclaras que las de nuestros autores acerca de quines eran sus an-tagonistas. En lo que a la experiencia de los zapatistas se refiere,la tesis de H&N es completamente equivocada. Desde el primermomento de su lucha los chiapanecos no tuvieron duda alguna ysaban perfectamente bien, mucho mejor que nuestros autores,quines eran sus enemigos. Conscientes de esta realidad organi-zaron un evento a todas luces extraordinario en las profundida-des de la Selva Lacandona: una conferencia internacional encontra de la globalizacin neoliberal, a la cual acudieron cientosde participantes procedentes de los ms diversos rincones de latierra para discutir algunos de los problemas ms candentes delmomento actual. La capacidad demostrada por los zapatistas pa-ra citar a una conferencia de este tipo refuta, en la prctica, otrade las tesis de H&N cuando postulan la inexistencia de un len-

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  • guaje comn idneo para traducir el utilizado en las diversas lu-chas nacionales en otro lenguaje comn y cosmopolita (p. 67).Las sucesivas conferencias que tuvieron lugar en la Selva Lacan-dona, ms la interminable serie de manifestaciones contrarias ala globalizacin neoliberal y la realizacin de los dos foros so-ciales mundiales en la ciudad de Porto Alegre, demuestran que,contrariamente a lo que se aduce en Imperio, existen un lengua-je comn y una comprensin comn entre las diferentes luchasque se entablan en todo el mundo en contra de la dictadura delcapital.

    Si las antiguas luchas ya no tienen relevancia (el viejo topo deMarx ha muerto, nos aseguran H&N, para ser reemplazado porlas infinitas ondulaciones de la serpiente posmoderna), la estra-tegia de las luchas anti-capitalistas tiene que cambiar. Los con-flictos nacionales ya no se comunican horizontalmente pero sal-tan directamente al centro virtual del imperio, y los viejos esla-bones ms dbiles de la cadena imperialista han desaparecido.No existen ya las articulaciones del poder global que exhiban unaparticular vulnerabilidad a la accin de las fuerzas insurgentes.Por consiguiente, para poder adquirir significacin, toda luchadebe golpear en el corazn del imperio, en su fortaleza (p. 69).Sorprendentemente, luego de haber argumentado en el prefaciodel libro que el imperio es un aparato descentrado y desterrito-rializador de dominio (p. 14), el lector se tropieza ahora con lanovedad de que las luchas locales y nacionales deben elevarse alcentro del imperio, aunque nuestros autores se apresuran a acla-rar que no se trata de un centro territorial sino, supuestamente,virtual. Dado que el imperio incluye todos los registros del ordensocial, hasta los ms profundos, y habida cuenta que no tiene l-mites ni fronteras, las mismas nociones de afuera y adentroperdieron todo su sentido. Ahora todo se encuentra dentro del

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  • imperio, y su mismo ncleo, su corazn, puede ser atacado des-de cualquier parte. Si hemos de creer a H&N, el levantamientozapatista en Chiapas, las invasiones de tierras del Movimiento deTrabajadores sin Tierra (MST) brasileo, o las movilizaciones delos caceroleros y piqueteros en la Argentina, no son de un ordendistinto al de los atentados del 11 de septiembre del 2001 enNueva York y Washington. Ser efectivamente as? A juzgar porlas reacciones de distinto tipo provocadas por todos estos acon-tecimientos, parece que no es precisamente sa la visin que setiene desde el corazn del imperio. Por otra parte, cul es elsentido que debemos asignarle a esta expresin? Se est hablan-do del ncleo capitalista, el centro, la coalicin imperialista consu amplia red de crculos concntricos girando en torno al podercapitalista norteamericano, o qu? Quines son los sujetos con-cretos del corazn del imperio? Dnde se encuentran, cul essu articulacin con los procesos de produccin y circulacin dela economa capitalista internacional, qu instituciones coagulannormativa e ideolgicamente su dominio, quines son sus repre-sentantes polticos? O se trata tan slo de un conjunto de reglasy procedimientos inmateriales? No slo el libro no ofrece ningu-na respuesta a estas preguntas, sino que ni siquiera se las formu-la.

    A estas alturas la teorizacin de H&N se encamina hacia unverdadero desastre, debido a que al postular que todo se encuen-tra adentro del imperio remueve completamente de nuestro hori-zonte de visibilidad el hecho de que precisamente all existen je-rarquas y asimetras estructurales, y que tales diferencias no secancelan declarando que todo est dentro del imperio y que na-da queda afuera de l. Los estudios que los latinoamericanos hanhecho sobre el imperialismo durante dcadas parecen coincidir,ms all de sus diferencias, en el hecho de que las categoras de

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  • centro y periferia gozan de una cierta capacidad para, al me-nos en un primer momento, producir una visin ms refinada delsistema internacional. Todo parece indicar que tal distincin esms til que nunca en las circunstancias actuales, entre otras co-sas porque la creciente marginalizacin econmica del Sur acen-tu extraordinariamente las asimetras preexistentes. Basta paraconfirmar este aserto con recordar lo que peridicamente vienensealando los informes anuales del Programa de NacionesUnidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el desarrollo humano:si a comienzos de los aos sesenta la distancia que separaba al20% ms rico de la poblacin mundial del 20% ms pobre era de30 a 1, a finales del siglo XX esa razn haba crecido a casi 75 a1. Es cierto que Bangladesh y Hait se encuentran al interior delimperio, pero se hallan por eso en una posicin comparable a lade los Estados Unidos, Francia, Alemania o Japn? Si bien noson idnticos desde el punto de vista de la produccin y circula-cin capitalistas, entre Estados Unidos y Brasil, Gran Bretaa yla India anotan H&N- no hay diferencias de naturaleza, slodiferencias de grado (p. 307).

    Esta rotunda conclusin cancela los ltimos cuarenta aos dedebates e investigaciones que tuvieron lugar no slo en AmricaLatina sino tambin en el resto del Tercer Mundo, y nos retrotraea las teoras norteamericanas en boga en los aos cincuenta y co-mienzos de los sesenta, cuando autores como Walter W. Rostow,Bert Hoselitz y muchos otros elaboraban sus modelos ahistricosde desarrollo econmico. De acuerdo con estas construcciones,tanto en la Europa del siglo XIX como en los Estados Unidos deesa misma poca y en los procesos histricos habidos a media-dos del siglo XX en Amrica Latina, Asia y frica, el crecimien-to econmico haba seguido una ruta lineal y evolucionista quecomenzaba en el subdesarrollo y culminaba en el desarrollo. Es-

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  • te razonamiento se asentaba sobre dos falsos supuestos: primero,que las sociedades localizadas en ambos extremos del continuocompartan la misma naturaleza y eran, en lo esencial, lo mismo.Sus diferencias, cuando existan, eran de grado, como luego di-ran H&N, lo cual era y es- a todas luces falso. Segundo supues-to: la organizacin de los mercados internacionales careca deasimetras estructurales que pudieran afectar las chances de de-sarrollo de las naciones de la periferia. Para autores como losarriba mencionados, trminos tales como dependencia o im-perialismo no servan para describir las realidades del sistema yeran antes que nada un tributo a enfoques polticos, y por lo tan-to no cientficos, con los cuales se pretenda comprender los pro-blemas del desarrollo econmico. Los llamados obstculos aldesarrollo no tenan fundamentos estructurales, sino que eran elproducto de torpes decisiones polticas, de elecciones desafortu-nadas de los gobernantes o de factores inerciales fcilmente re-movibles. En los trminos utilizados por H&N, todos estabanadentro del sistema.

    En este imaginario regreso al pasado cabe recordar lo siguien-te. A comienzos de la dcada de los setenta el debate latinoame-ricano sobre la dependencia, el imperialismo y el neocolonialis-mo haba llegado a su apogeo, y sus resonancias atronaban en laacademia y los medios polticos norteamericanos. El impacto delmismo era de tal magnitud que Henry Kissinger, a la sazn jefedel Consejo Nacional de Seguridad y en ruta hacia su cargo co-mo secretario de Estado de Richard Nixon, consider necesariointervenir en ms de una ocasin en las discusiones y debatessuscitados por los latinoamericanos. La tesis de H&N sobre la in-diferenciacin de las naciones al interior del imperio evoca un c-nico comentario que Kissinger hiciera sobre este tema. Manifes-tando su rechazo a la idea de la dependencia econmica de las

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  • naciones del Tercer Mundo y cuestionando la extensin e impor-tancia de las asimetras estructurales en la economa mundial,Kissinger observ que hoy todos somos dependientes. Vivimosen un mundo interdependiente. Los Estados Unidos dependen delas bananas hondureas tanto como Honduras depende de lascomputadoras norteamericanas4. Como puede concluirse muyfcilmente, algunas de las afirmaciones expresadas con tantacontundencia en Imperio -por ejemplo que no hay ms diferen-cias entre el centro y la periferia del sistema, que no hay ms unafuera, que los actores tienen una mera diferencia de grado,etc.- estn lejos de ser novedosas y haban sido puestas en circu-lacin por tericos reconocidamente afiliados a la derecha, queoponan una teora de la interdependencia a la dependencia yel imperialismo, y que rehusaban aceptar que la economa inter-nacional se caracterizaba por la radical asimetra que separaba alas naciones del centro de aquellas de la periferia del sistema.

    H&N concluyen esta seccin del libro introduciendo el gui-la de dos cabezas que simbolizaba el antiguo Imperio Austro-Hngaro como un emblema conveniente para el actual imperio.Sin embargo, para este caso una pequea reforma parece conve-niente dado que las dos cabezas tendrn que mirar hacia adentro,como si estuvieran a punto de atacarse una a la otra. La primeracabeza del guila imperial representa la estructura jurdica y noel fundamento econmico- del imperio. Tal como lo hemos co-mentado, hay muy poco de economa poltica en este libro, y laausencia de incluso la ms elemental mencin a la estructuraeconmica del imperio en lo que se postula como su imagen em-blemtica revela los extraos senderos por los cuales se han in-

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    4. Henry Kissinger es considerado por el novelista y ensayista estadounidense Gore Vidal comoel ms conspicuo criminal de guerra que anda suelto por el mundo. Cf. Saxe-Fernndez y Pe-tras, 2001, p. 25.

  • ternado nuestros autores y en los cuales han perdido definitiva-mente el rumbo. Es por eso que la segunda cabeza del guila, quemira fijamente a la que representa el orden jurdico del imperio,simboliza la multitud plural de las subjetividades productivas ycreativas de la globalizacin (p. 70). Esta multitud es la verda-dera

    ...fuerza absolutamente positiva que impulsa al poder domi-nante hacia una unificacin abstracta y vaca y se presenta co-mo una alternativa distinta de tal unificacin. En esta perspec-tiva, cuando el poder constituido del imperio aparece mera-mente como una privacin del ser y la produccin, como unindicio abstracto y vaco del poder constitutivo de la multitud,estamos en condiciones de reconocer el verdadero punto devista de nuestro anlisis (p. 72).Conclusin: los interesados en explorar las alternativas al im-

    perio encontrarn muy poca ayuda en esta seccin del libro. Loque hallarn es un certificado de defuncin para el arcaico in-ternacionalismo proletario (sin la menor mencin al nuevo in-ternacionalismo que irrumpe con fuerza desde Seattle)5; una pe-ticin de principios en el sentido de que las luchas populares sonincomunicables y que carecen de un lenguaje comn; un emba-razoso silencio en relacin con el enemigo concreto con quien seenfrenta la omnipotente multitud o, en el mejor de los casos, unadesmovilizadora vaguedad (un rgimen de relaciones globa-les); la desaparicin de los eslabones ms dbiles y de la dis-tincin entre centro y periferia; y que la vieja distincin entre es-trategia y tctica ha periclitado porque ahora slo existe un mo-

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    5. Sobre el particular recomiendo ver la compilacin preparada en el nmero del ObservatorioSocial de Amrica Latina de CLACSO dedicado al nuevo internacionalismo con textos deNoam Chomsky, Ana Esther Cecea, Christophe Aguiton, Rafael Freire, Walden Bello, Jaime Es-tay y Francisco Pineda. Cf. OSAL, N 6, enero del 2002.

  • do de luchar contra el imperio, estratgico y tctico a la vez, yese modo es el alzamiento de un contrapoder constituyente queemerge de su seno, algo difcil de entender a la luz del rechazoque H&N hacen de la dialctica. La nica leccin que se puedeaprender es que debemos tener confianza en que la multitud irfinalmente a asumir las tareas asignadas por H&N. Cmo ycundo esto vaya a ocurrir escapa por completo a las preocupa-ciones objeto de atencin en el libro. No hay una discusin sobrelas formas de lucha; los modelos organizacionales (asumiendo,como lo hacen los autores, que partidos y sindicatos son cadve-res ilustres); las estrategias de movilizacin y las tcticas de en-frentamiento; la articulacin entre las luchas econmicas, polti-cas e ideolgicas; los objetivos de largo plazo y la agenda de larevolucin; los instrumentos de poltica a ser utilizados para po-ner fin a las iniquidades del capitalismo global; las alianzas in-ternacionales; los aspectos militares de la subversin promovidapor la multitud; y muchos otros temas de similar trascendencia.Tampoco hay una tentativa de vincular la actual discusin post-moderna sobre la empresa subversiva de las multitudes con losdebates previos del movimiento obrero y de las fuerzas contesta-tarias en general, como si la fase en que nos hallamos no hubie-ra surgido del desenvolvimiento de las luchas sociales del pasa-do y hubiera brotado, en cambio, de la cabeza de los filsofos.Lo que s encontramos en esta parte del libro es una vaga exhor-tacin a confiar en las potencialidades transformativas de la mul-titud la cual, de manera misteriosa e imprevisible, un buen dadoblegar todas las resistencias y bloqueos, someter a sus ene-migos para... Para hacer qu, para construir qu tipo de socie-dad? Bien, sus mentores intelectuales an no nos lo dicen.

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  • CAPTULO 3MERCADOS, EMPRESAS TRANSNACIONALES

    Y ECONOMAS NACIONALES

    UNA CONFUSIN RECURRENTE

    L a cndida aceptacin que Hardt y Negri hacen de un aspec-to crucial de la ideologa del mercado mundial retrata demanera clarsima las consecuencias de su radical incomprensindel capitalismo contemporneo. Inexplicablemente empecinadoscon el mito nada inocente de que los estados nacionales estnprximos a su completa desaparicin, nuestros autores hacen su-ya como si fuera la verdad revelada por un profeta la opinin delex secretario de Trabajo de los Estados Unidos, Robert Reich,cuando escribi que

    ...puesto que casi todos los factores de produccin el dinero,la tecnologa, las fbricas y los equipamientos- cruzan sin es-fuerzo las fronteras, la idea misma de una economa [nacional]va perdiendo sentido... [En el futuro] no habr productos o tec-nologas nacionales, ni empresas nacionales, ni industrias na-cionales. Ya no habr economas nacionales al menos en elsentido en que comprendemos hoy ese concepto (p. 147).

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  • Cuesta creer que un intelectual del calibre de Toni Negri,quien en el pasado demostr un fuerte inters en los estudioseconmicos, pueda citar una opinin como la precedente. Prime-ro que nada, Reich astutamente habla de casi todos los factoresde la produccin, una manera elegante de evitar referirse al he-cho embarazoso de que hay otro factor crucial de la produccin,la fuerza de trabajo, que no cruza sin esfuerzos las fronteras.Esta creencia en la libre movilidad de los factores productivos seencuentra en el ncleo fundamental de la ideologa empresarialnorteamericana, empeada como est en embellecer las supues-tas virtudes de los mercados libres al paso que se condena cual-quier tipo de intervencin estatal que no favorezca a los mono-polios y oligopolios o que introduzca siquiera un mnimo gradode control popular o democrtico en los procesos econmicos.H&N parecen ignorar, desde su plataforma en la estratsfera, queReich fue el secretario de Trabajo en un gobierno que presidiuno de los perodos ms dramticos de reconcentracin de ingre-sos y riquezas en toda la historia de los Estados Unidos, cuandolos asalariados vieron desmantelar algunas de las piezas ms im-portantes de la legislacin laboral, y la precarizacin lleg a ni-veles sin precedentes no slo en los distritos rurales de Alabamay California sino tambin en el Upper West Side de Manhattan,donde cientos d