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INDIGENAS ASUNTOS 4/03

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INDIGENASASUNTOS4/03

Este libro pretende ser una herramienta practica para enfrentar actividades petroleras en las distintas etapas de la cadena productiva, y servir especialmente a las organizaciones indíge-nas y campesinas, así como a las instituciones y personas comprometidas con los derechos socio ambientales. Dada la complejidad normativa relativa al material y considerando los inevitables impactos sobre la naturaleza inorgánica, orgánica y socio-cultural, en este trabajo se presentan las distintas disposiciones legales dirigidas a salvaguardar los derechos de las poblaciones locales y a garantizar el cumplimiento de las obligaciones ambientales de los operadores petroleros.

CEJIS e IWGIA 2003 (encargar a: [email protected]) ISBN: 87-90730-84-4 - ISSN 0108-9927

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TIERRA ADENTRO

Tierra adentro se encuentran actualmente la mayor parte de territorios indígenas por efectos del repliegue como consecuencia de la colonización. En el interior de cada persona empiezan estas tierras donde los indígenas habitan y que constituyen el escenario de unas relaciones donde afectos, percepción y conocimientos se combinan para que el espacio y el tiempo sean sentidos antes que pensados. El objetivo del libro es ofrecer elementos de refl exión para abordar la gestión de estos territorios y el desarrollo jurídico de sus estatutos, ahora que se ha concluido una fase de titulación de tierras iniciada hace tres decenios y que ha constituido el punto principal de debate entre los pueblos indígenas y los Estados de América del Sur. Más allá de unos espacios de recursos que hay que evaluar y administrar, este libro muestra que el espacio indígena supone otros muchos aspectos cuya variabilidad, riqueza y complejidad deben ser tomadas en cuenta si se quiere evitar el riesgo de ver convertidos estos territorios y las gentes que los habitan en otras víctimas de la razón productiva.

CEJIS , Unión Europea e IWGIA 2003 - ISBN 87-90730-85-2

BOLIVIA - SISTEMA JURIDICO INDIGENA

CEJIS

GUIA DE DERECHOS PARA ENFRENTAR OPERACIONES PETROLERAS EN BOLIVIA

José de la Fuente & Elena Katia Villarroel

DIAGNOSTICO EN COMUNIDADES DE LOS PUEBLOS CHIQUITANO, MOJEÑO-IGNACIANO Y TACANAEl libro muestra la situación actual del sistema jurídico indígena en los pueblos chi-quitano, mojeño-ignaciano y tacana, respetando sus valores culturales, asumiendo los cambios y asimilando las ofertas ofi ciales para su vigencia en el tiempo; la estructura de autoridades encargadas del control de su cumplimiento y los procedimientos para el castigo a los que quebrantan las reglas; mostrando que es un sistema vivo que tiene la capacidad de coexistir con el sistema de derecho positive así no hubiera estado reco-nocido ofi cialmente.

GRUPO INTERNACIONAL DE TRABAJOSOBRE ASUNTOS INDIGENAS

IWGIA 2004 - ISBN 87-90730-80-1 - ISSN 0108-9927

Alexandre Surrallés yPedro García Hierro (eds.)

Par

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Asuntos Indígenas 1/03 2

Camilo CastellanosENTRE LA DEMOCRACIA Y EL AUTORITARISMO

Consuelo AhumadaLA ESTRATEGIA REGIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS:EL PLAN COLOMBIA Y LA INICIATIVA REGIONAL ANDINA

Diego HenaoEXTRAÑOS, NOMADAS Y CONFINADOS

Unión Territorial Interétnica del NayaEL NAYA. UNA APUESTA INTERETNICA PARA LA DEFENSA DE LA DIVERSIDAD DE LA VIDA

Héctor Mondragón¿QUIEN QUIERE DOMINAR LOS TERRITORIOS COLECTIVOS DE INDIGENAS Y AFROCOLOMBIANOS?

Fernando Castrillón ZapataLAS TRANSFORMACIONES DE LA REGION - TERRITORIO DEL PACIFICO COLOMBIANO Y LAS RESPUESTAS DE SUS POBLACIONES LOCALES

Efraín Jaramillo J.TERRITORIO, IDENTIDAD ETNICA Y ESTADO

Carlos RoseroALCANCES, LIMITACIONES Y POSIBILIDADES DE LA RESISTENCIA CIVIL

Libia Rosario Grueso CastelblancoTERRITORIOS DE VIDA, ALEGRIA Y LIBERTAD

Maria Mercedes JaramilloEL ALABAO: OFICIO DE DIFUNTOS Y RITO DE COHESION SOCIAL

DOCUMENTOS:

• DOS AÑOS SIN KIMY

• EL CONSEJO REGIONAL INDIGENA DEL CAUCA

• EL NAYA “FORO DE LA VERDAD, LA JUSTICIA Y EL DERECHO AL TERRITORIO”

• PUTUMAYO EN LLAMAS

• RESGUARDO INDIGENA EPERARA SIAPIDAARA DE GUANGÜI (CAUCA)

• SEIS AÑOS SIN MARIO Y ELSA

• MARCHA INDIGENA A QUITO CONTRA EL ALCA2 Asuntos Indígenas 4/03

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CONSEJO INTERNACIONAL DE IWGIA

Georg Henriksen (Presidente), Espen Wæhle, Jenneke Arens, Søren Hvalkof, Andrea Mühlenbach y Marianne Wiben Jensen.

SECRETARIADO INTERNACIONAL DE IWGIA

Director: Jens DahlDirectora suplente: Lola García-Alix

Coordinadores de programas: • América Central y del Sur: Alejandro Parellada y Diana Vinding • Africa: Marianne Wiben Jensen • Asia: Christian Erni y Sille Stidsen • Artico: Kathrin Wessendorf

Coordinadora de Derechos Humanos: Lola García-AlixAdministración: Karen Bundgaard Andersen, Inger Dühring & Zoya ShahbazianSecretaría: Annette Kjærgaard & Käthe JepsenEstudiante asistente: Niels PetersenAdministración de projectos de la UE: Cæcilie Mikkelsen

Publicaciones Coordinador de documentos en castellano: Alejandro Parellada Editores: El Mundo Indígena/Indigenous World: Coordinadores regionales & Diana Vinding Asuntos Indígenas: Alejandro Parellada Indigenous Affairs: Marianne Wiben Jensen Gráfi ca, tipografía y layout: Jorge Monrás

Objetivos y actividades de IWGIA

El Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas es una organización internacional constituida por miem-bros, políticamente independiente y sin fi nes de lucro. IWGIA colabora con pueblos indígenas de todo el mundo apoyando su lucha por los Derechos Humanos y la autodeterminación, el derecho al control de la tierra y los recursos, la integridad cultural y el derecho al desarrollo. El propósito de IWGIA es defender y refrendar los derechos de los pueblos indígenas de acuerdo con sus propios esfuerzos y deseos. Un objetivo importante es otorgar a estos pueblos la posibilidad de organizarse por sí mismos, así como establecer canales a fi n de que las propias organizaciones indígenas puedan reclamar por sus derechos. IWGIA trabaja a nivel local, regional e internacional a fi n de promover la participación, la comprensión y el conocimiento de la causa de los pueblos indígenas. Las actividades de IWGIA incluyen: publicaciones, trabajo por los Derechos Humanos, red de contactos, conferencias, campañas y proyectos. Para mayor información sobre el trabajo de IWGIA consulte por favor nuestra página web: www.iwgia.org

Publicaciones

IWGIA publica un anuario - El Mundo Indígena/The Indigenous World- y una revista trimestral: Asuntos Indígenas/Indigenous Affairs. Cada año, además, se editan una serie de libros que temáticamente tratan sobre asuntos indígenas.

Toda sugerencia y contribución a las publicaciones de IWGIA son bienvenidas y deberán ser entregadas al editor correspondiente.

Las publicaciones de IWGIA pueden solicitarse a través de nuestra página web: www.iwgia.org , por e-mail: [email protected] o por fax: +45 35 27 05 07 o a través de Abya-Yala: www.abyayala.org

PARTICULARES INSTITUCIONES Europa Dinamarca Europa

Dinamarca

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Indig. Affairs + The Indig. World Indig. Affairs + The Indig. World + documents Asuntos Indígenas + El Mundo Indígena

Suscríbase a las publicaciones de IWGIA - 2004

Para pagos con tarjeta de crédito: Mastercard,Visa o Eurocard indique el nombre del titular, número y fecha de caducación - por favor, recuerde la fi rma. Para pagos con cheques, estos deberán ser expedidos en US$, EUR o DKK a nombre de IWGIA.Banco: Sydbank: 7031 109441-4, swiftcode: sybkd22

Resto del mundo

Resto del mundo

60.00120.0060.00

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Portada: Indígenas emberas en la toma del Ministerio del Medio Ambiente en Bogotá,protestando contra la violencia de la cual han sido víctimas. Foto: Jaime García

Notas del director

Secretariado InternacionalClassensgade 11 E, DK-2100Copenhague, DinamarcaTel.: (+45) 35 27 05 00Fax: (+45) 35 27 05 07E-mail: [email protected]ágina web: www.iwgia.org

Editor: Alejandro Parellada

Precio por ejemplar: US$ 6.00 + franqueo - (ISSN 1024-3283)Precios de suscripción para 2003 (Asuntos Indígenas + El Mundo Indígena)US$ 60.00 (particulares) US$ 90.00 (instituciones)

Asuntos Indígenas se publica cuatro veces al año

Las opiniones expresadas en las publicaciones de IWGIA no reflejan necesariamente las del Grupo de Trabajo.No se autoriza la reproducción total o parcial de esta publicación sin autorización de la organización.

GRUPO INTERNACIONAL DE TRABAJO SOBRE ASUNTOS INDIGENAS

E l Grupo de Trabajo sobre el Proyecto de Declara-ción sobre los Derechos de los Pueblos Indíge-

nas celebró su novena sesión del 15 al 26 de septiem-bre de 2003. Este Grupo de Trabajo, fue establecidocon el mandato de completar la adopción de unProyecto de Declaración sobre los Derechos de losPueblos Indígenas dentro del marco temporal delDecenio Internacional de los Pueblos Indígenas delMundo, que finaliza en el año 2004. Por lo tanto,resta sólo una sesión más del Grupo de Trabajoantes de que éste presente su informe final a laComisión de Derechos Humanos.

Por ello, tanto las organizaciones indígenas queparticipan activamente en este proceso, como losgobiernos, llegaron a esta 9ª. Sesión del Grupo detrabajo firmemente comprometidos en obtener laadopción de un número determinado de artículosya discutidos en sesiones anteriores para poderdemostrar así a la Comisión de Derechos Humanosde la ONU que se podía conseguir un progresosubstancial en los trabajos del Grupo. Lamentable-mente todas las expectativas puestas en este sentidoquedaron frustradas, al no poderse conseguir que elGrupo de Trabajo en su novena y penúltima sesiónconsiguiera adoptar provisionalmente ninguno delos artículos discutidos.

Esta falta de progreso, a solo un año de la finali-zación del mandato del Grupo de Trabajo, hace queel futuro de este proceso quede sumido en la incer-tidumbre, existiendo el riesgo real de que la Comi-sión de Derechos Humanos decida en el 2005 norenovar el mandato del Grupo de Trabajo y estetenga que concluir su trabajo después de la 10.sesión que tendrá lugar en Septiembre del 2004.

Por ello, actualmente el futuro del Grupo deTrabajo y en definitiva de la Declaración ha pasado

a depender en gran medida de las negociacionesintergubernamentales, durante las próximas sesio-nes de la Comisión de Derechos Humanos.

En esta situación, la adopción por parte de lasNaciones Unidas de una Declaración Universal delos Derechos de los Pueblos Indígenas que respon-da a las demandas y necesidades de los pueblosindígenas parece todavía muy lejos de poder hacer-se realidad.

Por otro lado, en el mes de noviembre de 2003, laComisión Africana sobre los Derechos de los Pue-blos, ha adoptado el “Informe del Grupo de Trabajode la Comisión Africana sobre Poblaciones/Comu-nidades Indígenas”. Este informe, así como la con-tinuación del Grupo de Trabajo de Expertos, bajo laComisión Africana, son acontecimientos muy im-portantes para la promoción de los derechos de lospueblos indígenas en Africa.

En la elección anual de los miembros del directoriode IWGIA, fue reelecto Espen Waehle quien se des-empeña como curador del Museo Nacional deCopenhague, mientras que el canadiense MarkNutall, antropólogo de la Universidad de Albertafue electo como nuevo miembro del directorio inter-nacional de IWGIA.

IWIGA firmó recientemente nuevos conveniosde cooperación, que garantizan la continuad denuestras diferentes áreas de trabajo. Con el Ministe-rio de Asuntos Exteriores de Dinamarca se llegó a unacuerdo de cooperación por 4 años, mientras quecon el Ministerio de Relaciones Exteriores de Sueciael convenio es por 3 años y con el gobierno suizo, porun año. Esperamos también que para inicios de2004 se renueve el acuerdo con el Ministerio deRelaciones Exteriores de Noruega. ❑

EDITORIALEDITORIAL

L uego de los atentados del 11 de septiembre, laatención mundial se orientó hacia las guerras deAfganistán e Irak, dejando en el olvido conflictos

como el de Colombia, donde, según diferentes agenciasinternacionales de cooperación se vive una de las peorestragedias humanitarias del hemisferio occidental. Y lasituación tiende a agravarse.

La radicalización del conflicto, motivada entre otrascosas por el Plan Colombia ha provocado en los últimosmeses un aumento sin precedentes en el número depersonas que abandonan sus territorios para salvar lavida. Amenazas, miedo, masacres, asesinatos y enfren-tamientos entre los grupos armados figuran entre lasprincipales causas del desplazamiento. Si bien no haycifras precisas se estima en unas dos millones de perso-nas en Colombia que viven fuera de sus regiones deorigen tras haber tenido que huir de la violencia.

El gobierno de Álvaro Uribe Vélez, electo en el 2002con su política de seguridad democrática optó por la víade la fuerza para solucionar el conflicto interno. Con elapoyo del “Plan Colombia” los Estados Unidos hantriplicado su asistencia militar en el 2003 (Colombia esel tercer receptor de ayuda militar norteamericana,luego de Israel y Egipto) sin que se reduzcan los cultivosilegales ni disminuya la fuerza de los grupos guerrille-ros.

La población indígena y la afrocolombiana constitu-yen los sectores más afectados por el conflicto armadoy la migración forzada en el último año. Estos dosúltimos grupos representan más de un tercio de losdesplazados, aunque solo representan menos del 10%de la población total de Colombia. Su destino, normal-mente, son las zonas marginales de los pueblos y ciuda-des, donde pasan a incrementar los índices de pobreza.

Según datos de las organizaciones indígenas duran-te el año 2003, fueron asesinados 139 indígenas. Lascifras superan las de los dos años anteriores.

Entre los pueblos más afectados, cabe mencionar alos que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta, elcorredor del Pacífico, el Cauca y el Putumayo. A pesarde las resoluciones defensoriales y la implementaciónde medidas cautelares para proteger a los pueblos indí-genas de la Sierra Nevada, fueron asesinados 61 indíge-nas kankuamos y 5 wiwas y más de mil indígenastuvieron que abandonar sus tierras.

Los embera por su parte, especialmente los que ha-bitan el Departamento de Chocó, han registrado en esteaño, 86 víctimas correspondientes a homicidios, des-apariciones y lesiones personales.

Tanto en la Sierra Nevada como en el Chocó, laviolencia es generada por el control de los territorios delos actores armados, ligados a su vez a cultivos ilícitoso a la proyección de megaproyectos.

Organizaciones de Derechos Humanos señalan tam-bién que en Departamentos como el de Putumayo, don-de se desarrolla una fuerte campaña de fumigaciones acultivos ilícitos, enmarcados en el Plan Colombia, elregistro de violaciones es menor al real. Diversas orga-nizaciones de derechos humanos han denunciado gra-ves violaciones en la región, pero el miedo a represaliashace que muy pocos casos sean denunciados pública-mente. Se estima que la situación tiende a agravarsepues varios programas de atención humanitaria en lazona están llegando a su fin, generando la próximaretirada de varias ONG de ayuda humanitaria.

En algunas regiones fronterizas, hay pueblos queestán abandonando el territorio colombiano para tras-ladarse a los países vecinos. Es por ejemplo el caso delPutumayo, donde cientos de personas han emigrado alEcuador o del Vaupés, donde ante la presión de lasFARC, los indígenas se trasladan a Brasil.

En agosto de 2002, el Presidente Álvaro Uribe diseñóla Política de Defensa y Seguridad Democrática. El Mi-nisterio de Defensa colombiano asegura que más de70.000 miembros de las Fuerzas Militares han recibidocapacitación en Derechos Humanos y Derecho Interna-cional Humanitario y que las Fuerzas Militares se com-prometen “no sólo respetar los derechos humanos de lapoblación civil, si no más importante, hacerlos respe-tar”. (1)

Pero según las organizaciones de derechos humanosde Colombia, el Ejército y los grupos paramilitares sonlos principales responsables de la violencia contra lascomunidades indígenas. En el Chocó, según estas mis-mas organizaciones, el 80 por ciento de las violacioneshan sido cometidas por grupos paramilitares y fuerzasdel Estado.

Debido a la grave situación que atraviesa el país,IWGIA ha querido dedicar la totalidad de este númeroampliado de Asuntos Indígenas, a la situación de Colombia.

4 Asuntos Indígenas 4/03

Para Camilo Castellanos “el Presidente Uribe no harenunciado a la premisa mayor de su política: la nega-ción de toda diferencia entre combatientes y poblacióncivil, porque en su concepto Colombia no está en guerrasino que vive la confrontación entre un puñado denarcoterroristas y el conjunto de la sociedad”.

El Grupo Temático de Desplazamiento, conformadopor organizaciones especializadas e instituciones gu-bernamentales, y coordinado por la Organización deNaciones Unidas, identifica a por lo menos cinco res-ponsables de los desplazamientos, según la región delpaís a la que se haga referencia. Ellos son los gruposparamilitares conocidos como las Autodefensas Unidasde Colombia (AUC), las organizaciones guerrillerasFuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)y Ejército de Liberación Nacional (ELN), y el Ejércitocolombiano.

Consuelo Ahumada hace un análisis de la estrategiaregional norteamericana. Ya en 1995 Estados Unidosanunció que Colombia constituía el epicentro delnarcotráfico internacional, representando una amena-za a la seguridad nacional norteamericana, dando asíinicio al Plan Colombia. Seis años más tarde, la adminis-tración Bush extendió la estrategia del Plan Colombia atoda la región, a través de la Iniciativa Regional Andina.

Diego Henao por su parte señala que “la ausencia dereconocimiento estatal del conflicto armado en Colom-bia ha dado lugar a que los grupos armados se rehúsena reconocer, respetar y acatar los principios de distin-ción, limitación y proporcionalidad, necesarios pararegular las acciones bélicas a favor de la población civil,plasmados en el marco del Derecho Internacional Hu-manitario”.

Cabe destacar que el movimiento indígena colom-biano ha sido uno de los más sólidos del Continente,logrando la legalización del 28% del país a favor de laspueblos indígenas. Pero sus conquistas se han venidoerosionando, por el desalojo violento de comunidadesenteras de sus territorios tradicionales o, como sostieneEfraín Jaramillo, por el debilitamiento de las propiasorganizaciones indígenas.

Fernando Castrillón Zapata hace una introduccióndel Pacífico colombiano, una región que hasta hacepocos años estaba condenada al olvido, pero que ahora

se ha convertido en uno de los escenarios más fuertes delconflicto colombiano.

La región del Pacífico colombiano es uno de los sitiosde mayor biodiversidad del mundo. Habitada por co-munidades afrocolombianas y en menor medida porindígenas, ha sido olvidada durante siglos. Pero en laúltima década, su integración al país, está siendo acom-pañada por la incursión de grupos guerrilleros y para-militares, y la expansión de plantaciones de coca, trans-formando al Pacífico en una de las regiones más violen-tas de Colombia.

Carlos Rosero y Libia Grueso Castelblanco escribensobre la resistencia de las comunidades negras a laguerra, a través del fortalecimiento de los derechosterritoriales de las comunidades, para hacer posible elreconocimiento y respeto de la diversidad étnica, cultu-ra y regional de Colombia.

También en el Pacífico, en la región del Naya, losindígenas, negros y campesinos vienen realizando gran-des esfuerzos para trabajar conjuntamente. Todavíapermanece muy latente la masacre de abril de 2001donde grupos paramiliatares asesinaron a un centenarde habitantes del Naya, provocando el desplazamientomasivo de la población.

Hector Mondragón nos brinda una visión general delos megaproyectos que afectan a los territorios indíge-nas y María Mercedes Jaramillo por su parte presentaun análisis de los cantos funerarios negros, los alabaos,que se realizan la noche del velorio y la última noche dela novena. Para la autora, esta tradición oral “...y loscantos religiosos, han sido un vehículo de resistencia yde apoyo espiritual para las comunidades afroco-lombianas en su largo periplo americano”.

Por último, presentamos una serie de documentos delas organizaciones indígenas y afrocolombianas acercade las consecuencias del conflicto en Colombia. ❑

Notas

1 www.mindefensa.gov.co/politica/documentos/seguridad.

Asuntos Indígenas 4/03 5

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A quí puede pasar cualquier cosa. Usted sale en lamañana con el sol más radiante, sin una nube enel horizonte y al medio día el cielo se ha llenado

de oscuros nubarrones y se desata la más pavorosatormenta tropical. Igualmente impredecible es la atmós-fera política.

El 25 de octubre el país se jugaba su suerte. Se le presentóun proyecto de nación y se esperaba que el presidente Uriberecibiera un voto de absoluta confianza para que conautoridad hiciera su felicidad. Los encuestadores soste-nían que el presidente era el mandatario más popular dela historia. Como cualquiera de sus compatriotas, el primermandatario terminó creyendo la fábula de los sondeos. Loselectores, sin embargo, actuaron en contrario: fue la mayortragedia del presidente y él pensaba, patriótico, que era ladesgracia de todos los colombianos.

Estas notas presentan un cuadro sintético de lo vividopor Colombia en estos días, enmarcándolo en una pers-pectiva más amplia.

I

El señor Uribe Vélez decidió feriar su prestigio en unreferendo que tenía las trazas de un plebiscito en torno asu persona y su proyecto. Vale la pena reflexionar en lanaturaleza de sus propuestas.

El final del gobierno de Andrés Pastrana fue melancólico.El país tenía la certidumbre del desgobierno. Con la seguridadingenua de que la contienda que enfrenta el Estado colombia-no podía resolverse en conversaciones entre buenos compa-dres, Pastrana (1998–2002) se abrió a interminables conver-saciones en las que los dialogantes no avanzaron más allá demanifestar su voluntad de llegar a acuerdos.

En ninguna de las partes había madurado la voluntadde paz. Los sectores dominantes aspiraban a un arreglobarato, en el que apenas si hubiera pequeñas concesionesen materia de favorabilidad para que los insurgentes setransformaran en partido político, algunos reconocimien-tos simbólicos, materiales para los combatientes y algunareforma epidérmica. Por esto no entendían la kilométricaagenda acordada y menos el hecho de que el escenario deldiálogo supusiera la “cesión” de la soberanía en el área dedespeje, un espacio tan dilatado como El Salvador.

Los insurgentes, por su parte, aún no modificaban suestrategia. No se persuadían (ni se persuaden) del agota-miento de su visión de la guerra y la paz sólo parecía unmedio para ganar legitimidad, por lo que el diálogo fueapenas un recurso en la acumulación de fuerzas. Guar-dadas las proporciones, en las conversaciones con losrepresentantes del gobierno se sintieron como Le Duc Thoy Kissinger en París, en las postrimerías de la guerra deViet Nam. El área de despeje era la manifestación políticade un Estado que los reconocía como interlocutores.

Los medios de comunicación hicieron eco de las de-nuncias de las violaciones a los derechos humanos en lazona bajo control de los insurgentes –que, debe reconocer-se, siempre ha estado bajo su control–, de cómo se habíaconvertido en área segura en la que se planificaban losilícitos realizados fuera de ella, de cómo la insurgencia sefortalecía y era el mayor peligro de la nación.

Uribe Vélez se apropió esta cantinela. Había queterminar con la debilidad, el país requería autoridad parasalir de la situación lamentable en que se encontraba. Enla medida en que crecía la desazón frente a Pastrana,aumentaba la esperanza de que Uribe fuera el hombreprovidencial que salvara al país. Aun más, Uribe creíaque esta era su misión. No sorprendió, entonces, que enla primera prueba electoral más del cincuenta por cientode los votantes lo hiciera presidente.

Los tópicos de su campaña por la presidencia fueronla lucha contra la corrupción y la conquista de la paz por

COLOMBIA SE DEBATE ENTRE UN PAIS QUE NO ACABA DE NACERY OTRO QUE NO TERMINA DE MORIR

Camilo Castellanos

ENTRE LA DEMOCRACIA Y EL AUTORITARISMO

6 Asuntos Indígenas 4/03

Asuntos Indígenas 4/03 7

Homicidios en Colombia 1997-2002Homicidios 1997 1998 1999 2000 2001 2002 TotalTotalCon móviles políticosSindicalistasDefensores de DDHHLíderes indígenas

25.3793.730

---

23.0963.633

- - -

24.3584.003

5938

26.5406.987

1151077

27.8417.637

1649

34

28.7804.625

1141762

155.99430.615

45244

181

Datos demográficos

Población No. de personas %

Población totalAfrocolombianos 6.8%Indígenas 1,8%

44.000.0003.000.000

800.000

Desplazamiento 2000-2002 Año Personas desplazadas2000 266.8862001 324.9982002 373.020

Total 2000-2002 964.904Total 1997-2002 más de 2.000.000

Desapariciones forzadas4.655 de 1997 a 2002

Impunidadde 100 delitos cometidos 31 son denunciados 10 son investigados 3 llegan a juicioen 1 o 2 casos hay condena

Decomiso de hoja de coca por la policía colombiana. Foto: Mauricio Moreno/ El Tiempo

8 Asuntos Indígenas 4/03

la victoria militar. Para muchos, las ejecutorias comogobernador de Antioquia demostraban que el país conta-ría con alguien decidido a garantizar la seguridad. Suprograma se articulaba en la propuesta del Estado comu-nitario, un concepto ad hoc –que se aceptó como monedacorriente así careciera de antecedentes teóricos o no seconociera su significación precisa– que reemplazaría ladefinición constitucional de Estado Social de Derecho.

El hecho es que con Uribe Vélez parecía que los secto-res dominantes encontraban una sólida base de unifica-ción. Quedaban atrás las diferencias en torno al modeloeconómico: había sido uno de los mentores de la transfor-mación de la política social en los marcos delneoliberalismo y sin duda aseguraba la continuidad y laprofundización de este curso. De cara al conflicto arma-do, su propuesta de Seguridad Democrática –en verdadde escalamiento de la guerra– implicaba que todos asu-mían la victoria militar como el camino para la paz. Lapolítica exterior se mantendría inalterable: Plan Colom-bia, lucha antinarcóticos, sujeción a los dictados de Esta-dos Unidos. El tiempo de la perplejidad y de las disensionesera cosa del pasado.

Este clima se condensa en un concepto que sólo se usaen Colombia: el unanimismo. Los ciudadanos parecíanrodear unánimes al presidente. Toda opinión diferente setuvo por favorecedora de los enemigos del Estado, terro-rista según los universales usos en la Era Bush. Y es que,además, los vientos del mundo estaban a su favor: entodas partes se buscaba la fuerza para enfrentar a loscanallas. En la coyuntura de la invasión a Irak, el presi-dente Uribe, para manifestar su apoyo a la aventuraestadounidense, expresó que no podía Colombia dejarsolos a sus aliados. Era pues el unanimismo global.

I I

No es la primera vez en nuestra historia que el autoritaris-mo seduce la opinión nacional. Incapaces de dar satisfac-ción a las demandas de las mayorías, los grupos dominan-tes han recurrido a la fuerza para preservar sus privilegios.La sujeción al orden, lejos de surgir de una íntima satisfac-ción, es más resultado de la coacción o del miedo.

Es una formación ideológica bien particular. La domi-nación del hacendado combina formas paternalistas –enlas que el favor del poderoso resulta de la benevolencia ode ideas filantrópicas, en ocasiones derivadas de uncristianismo tradicional– con una concepción jerárquicay excluyente de las relaciones sociales. Los sectores domi-nados son una fuerza disponible para hacer guerras oganar elecciones en favor de intereses que están lejos deser los suyos. Carne de cañón o de urna, se les autorizaparticipar en la vida pública siempre que sea en unafunción subalterna. No es propia de la cultura políticacolombiana la pretensión de igualdad o el reconocimien-to de la posibilidad de autonomía. En el fondo, un acen-drado temor al pueblo, a su protagonismo.

El orden político al que informa esta ideología, formal-mente democrático, se define por un ejercicio espurio de

la ciudadanía signado por las prácticas clientelistas,por la concepción patrimonialista de lo público y laapelación a los instintos más primarios para la movili-zación política. Los partidos políticos sólo son maquina-rias para ganar elecciones. En tanto que el Estado sepercibe como “un poder lejano, ajeno y hostil”, en laafortunada síntesis del expresidente Virgilio Barco. Parabuena parte de la población y en vastas regiones, el rostroconocido del Estado es la faz represiva, que impone unorden del que no se es solidario. Este esquema conceptuales, trasladado a la vida, un régimen centralista que niegala participación a las comunidades y apenas si les asignauna función de usuarios de los servicios estatales.

Por muchas décadas, este orden pudo sobrevivir convigor. Empero, hizo crisis ante la disolución de las relacio-nes de dependencia predominantes en el agro. Muchosfactores incidieron en ello: señalemos entre otros la acelera-da urbanización, la pérdida de ascendiente de la Iglesiacatólica, el influjo de idearios radicales, la generalización dela información por los modernos medios masivos de comu-nicación y fenómenos más recientes como la economía delnarcotráfico. Ha sido un proceso de profundas transforma-ciones en la cultura colombiana, que ha modificado lafamilia, el rol de los géneros, las mentalidades y las relacio-nes políticas.

El conjunto de actuales anomias que padece la sociedadcolombiana es al tiempo una feroz lucha por la superviven-cia y una caótica desintegración de las relaciones sociales.Para algunos, hay una profunda determinación sicológicaen el desorden de nuestros días: la pérdida de la figurapaterna. La ausencia del padre ha significado el olvido delreferente de autoridad y el desdibujamiento de la ley y lamoral. La reinstauración de la figura paterna –ahora encar-nada en el Estado o en el gobernante providencial– aparececomo un expediente necesario para reconstruir el ordensocial. Algunos quisieran ser los padres de esta naciónhuérfana, al tiempo que la población de campos y ciudadesbusca ansiosa el orden como necesidad objetiva.

No ha sido este un tiempo sereno. La violencia de losúltimos decenios es efecto y expresión de los cambios enla sociedad. Ante el cierre de una auténtica participación,muchas de las legítimas aspiraciones han tomado caucespor fuera de la institucionalidad. En el siglo diecinueve,decían con una gota de picardía: “por la velas, el pan y elchocolate / yo combato, tú combates, él combate…”. Esta ele-mental motivación persiste en la guerra de nuestros días.Un día se verá que una política atenta a los requerimien-tos básicos de bienestar y participación hubiera evitadoríos de sangre colombiana.

Sectores significativos añoran la Arcadia en la quelos señores de la tierra vivían con lujos europeos,cuando no en la misma Europa, gracias al trabajo decampesinos e indígenas resignados a toda suerte deprivaciones. La nostalgia del bien pedido, los lleva notanto a abrir las puertas de la democratización demanera generosa, sino más bien a pensar en la inviablereconstrucción del viejo orden. En esta aspiración tie-nen una nueva compañía: los capitales provenientesdel narcotráfico, asentados en el agro para lavar su

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origen o para brillarlos con el prestigio de señores dela tierra. La liquidez de los recién enriquecidos haconstituido ejércitos privados para defender la pro-piedad y asegurar representación política. Esta es lamatriz social de la propuesta autoritaria.

I I I

Sin embargo, Colombia ha ensayado otras salidas. En1991, la Asamblea Nacional Constituyente optó porenfrentar la violencia ampliando la democracia. Losconstituyentes vieron la verdad de los conflictos y

decidieron enfrentarlos proponiendo la afectación dela exclusión económica, social y política.

Fue un giro copernicano en la construcción de lanación. Hasta entonces, la conducta de los colombia-nos estaba determinada por creencias que se les impu-sieron, a partir de leyes que les eran ajenas y por buenascostumbres que se les anunciaban como portadoras decivilidad sin saber el porqué. El nuevo texto constitu-cional hacía una apuesta por la mayoría de edad de loshombres y las mujeres de este país. Era romper con lasecular desconfianza en el ciudadano, al que se consi-deraba inmaduro para el ejercicio de la autodetermina-ción y requería de la tutoría de las autoridades secu-

Cerca del 10 % pierde el país por cuenta de:• La evasión tributaria que supera el 3.5 % del PIB• Deducciones y prebendas tributarias en favor de un reducido grupo de personas y sin una clara justificación

social, que es del orden del 2.8 % del PIB• Por la corrupción, que se calcula “engulle” una cifra cercana al 4 % del PIB, debido a la desviación, ineficiencia

y malversación de recursos públicos, patrocinados por funcionarios corruptos y por el clientelismo. Proveer la canasta mínima familiar al 25 % de los colombianos que han caído en la indigencia, costaría 2% del PIB al año.

Evasión tributaria, privilegios y corrupción*

* Luis Jorge Garay “Colombia entre la exclusión social y el desarrollo. Propuesta para la transición a un Estado Social de Derecho”, ContraloríaGeneral de la República, Bogotá, 2002

Sobre deuda externa y pobreza* Total deuda Externa Pública y privada (a marzo 2003): 37.871 millones de dólares• En los últimos 6 años la deuda pública pasó de ser el 30% del PIB, a ser el 64% del PIB• En los últimos 5 años el crecimiento promedio de la economía ha sido de 1%. Estos dos fenómenos han conducido a que:• La carga del servicio de la deuda (intereses y amortizaciones) subiera del 3% del PIB en 1995, al 10% del PIB en 2002• Más del 53% del presupuesto del gobierno central se destine al pago del servicio de la deuda pública interna

y externa. Esto a su vez conduce a:• Que se contraten nuevos créditos para garantizar los gastos corrientes y los aumentos del gasto en defensa y

seguridad.• Que se comprometa seriamente el cumplimiento de los derechos económicos y sociales de los colombianos.• Según datos del Banco Mundial, Colombia requiere un crecimiento anual de al menos 4% al año para el resto

de la década, para reducir la pobreza al nivel que había en 1.998 (antes de la recesión económica).• A que se profundicen los niveles de pobreza: en 2003, la pobreza ha alcanzado al 60% de los colombianos, de

los cuales un 25% vive en la indigencia. Cerca del 60% de la población económicamente activa se encuentra enla informalidad. Y que al ya alto número de desplazados por la violencia (cerca de 3 millones desde1.985), sesumen otras condiciones económicas que expulsan a la población campesina de sus parcelas.

* Luis Jorge Garay “Colombia entre la exclusión social y el desarrollo. Propuesta para la transición a un Estado Social de Derecho”, ContraloríaGeneral de la República, Bogotá, 2002

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lares y religiosas para determinar lo bueno, lo conve-niente y lo lícito.

Con lucidez, el senador Carlos Gaviria ha reveladoque el núcleo de la nueva Carta es la forja de unciudadano autónomo. Esto es, la posibilidad de cons-truir el orden a partir de un consenso incluyente quevalore la diversidad étnica y cultural, que estime lariqueza de las opiniones divergentes, que asuma laformación de la nación como obra de todos.

Este es el centro de la ampliación de carta de dere-chos, de la creación de mecanismos para hacerlosefectivos, de la erección de instancias para que ellospasen de las promesas a la realidad. Es esta la fuentede la ampliación de los mecanismos de participación,de modo que los ciudadanos puedan ser activos altomar decisiones que los afectan. A este concepto obe-decen propuestas como la nueva relación entre gober-nantes y gobernados con figuras como el votoprogramático y la revocatoria del mandato.

La Carta del 91 es una plataforma para la profundarenovación desde la democracia de la sociedad y elEstado, de un país que supere los factores que haninstaurado la violencia como recurso y que edifique laconvivencia pacífica. En nuestra historia, no ha habidoiniciativa más ambiciosa, ni otra que con mayor gene-rosidad haya asumido la verdad de nuestras diferen-cias y con realismo haya ofrecido posibles soluciones.

Empero, apenas promulgada, los personeros delviejo país –el de la violencia como recurso y la guerracomo método– se propusieron volver a las taras atávicasy tercas e iniciaron una labor de zapa para derruir loque apenas se insinuaba como promesa.

Lo cierto es que el cambio constitucional no corres-pondía a una modificación en la relación de fuerzas. Enconsecuencia, la clase política y los privilegiados, sin juegoen el nuevo esquema, hicieron causa común para restaurarun orden que, si no ha sido derrotado, ha caducado parasiempre. Acaso la verdadera confrontación de estos meseses la de un país que no acaba de nacer y de otro que notermina de morir; un país que vive en la promesa y en losanhelos a veces inarticulados y otro que es la desolacióncotidiana que inmisericorde cobra vidas y futuro.

I V

Pues bien, para el presidente Uribe el referendo del 25de octubre era un plebiscito en favor de su proyecto depaís. Un cheque en blanco que la ciudadanía le otorga-ría para avanzar superlegitimado hacia el Estado co-munitario. Para aprobarse el referendo, dando pordescontado que la mayoría le decía que sí, se requeríaque lo votaran seis millones doscientos cincuenta milelectores, el 25 por ciento del censo electoral.

Si había prometido, como parte de la lucha contra lacorrupción, revocar el Congreso para hacer un legislativounicameral barato y eficiente, el referendo estaba lejos deello. Se pretendía que el electorado aprobara el plan de ajusteexigido por el Fondo Monetario Internacional (congelaciónde salarios por dos años, ahorro por la supresión de lascontralorías, recortes en el gasto social, etc.), algunas medi-das anticorrupción, ya consignadas en las leyes vigentes oque no requerían de una reforma constitucional, y pequeñosretoques tendientes a subordinar el Congreso al ejecutivo.

Indígenas embera katio, en una marcha de protesta contra la represa de Urrá - 1999. Foto: Dick Thomas Emanuelsson

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Nadie pudo convencer al presidente y a sus parti-darios de que el texto del referendo era farragoso, incom-prensible para el elector común y antitécnico. Qué impor-taba, la alta popularidad del presidente aseguraba elresultado. Y si el gobierno requería del apoyo de la naciónpara salvarla, debía polarizarse la opinión entre losterroristas enemigos de su propuesta y los buenos ciuda-danos. Para completar, el empresariado y el gobiernoañadieron una cascada de pequeñas gabelas para com-prar el favor de los electores. Calculaban optimistas quealcanzarían nueve millones de votos favorables.

Se pensaba que no había contradictor. Acababan dearrebatar a los sindicatos las conquistas laborales de todoun siglo. La población padecía estoica el recorte de susderechos además de una desmedida avalancha de impues-tos. Al tiempo que la oposición era débil, si no inexistente.“Una pelea de tigre con burro amarrado”, dicen en el campo.

Sin embargo, los opositores adoptaron la táctica de laabstención activa. Una reducción de los votantes pordebajo del límite exigido por la ley, improbaría elreferendo. Los primeros en adoptar el rechazo radical alreferendo fueron las organizaciones sociales que pro-movieron infinidad de talleres, seminarios y asambleaspopulares para explicar el sentido de la propuesta gu-bernamental. Los maestros enviaron cartas a los padresde familia mostrando la necesidad de abstenerse. Cuan-do la dirección nacional del liberalismo asumió elabstencionismo, el rechazo al referendo consiguió unaliado insospechado. Buena parte de la clase política sealineaba contra el gobierno. De todos modos, los políti-cos que decían estar de acuerdo, no lo hacían fervorosos.

Tan seguro estaba, que semanas antes del referendo,para exacerbar la polarización, el presidente Uribe ata-có a las organizaciones de derechos humanos tachán-dolas de mercenarias, mercaderes y cómplices del terro-rismo. La razón: habían producido una evaluación crí-tica del primer año de gobierno bajo el título de “Elembrujo autoritario”. Como la comunidad internacio-nal reaccionara en apoyo a los defensores de derechoshumanos, el presidente acusó a las agencias de coope-ración de patrocinadoras de los cómplices de los terro-ristas. Tanta intolerancia evidenciaba los riesgos deentregar un cheque en blanco al gobierno.

Se sabe lo que pasó: el referendo no logró los votosrequeridos. Al día siguiente, en la votación para alcal-días y concejos municipales, la asistencia a las urnas seduplicó y los electores optaron por candidatos oposito-res en grandes ciudades como Bogotá, Barranquilla,Cali, Pasto, Barrancabermeja, entre otras. En un fin desemana, cambió el mapa político. Surgía una promisoriaoposición de izquierda comprometida con un cursofavorable a la paz y adversa a las recetas neoliberales. Loque prometía ser una victoria apabullante derivó en unaestruendosa derrota.

V

Es la primera vez que Uribe pierde una elección en suvida política. No sabía qué era perder y se demostró

mal perdedor. Cuatro días duró en reponerse. Cuatrolargos días en los que se sumió en un mutismo recon-centrado. En el rostro del presidente se reflejaba laamargura del fracaso. Los poliedros de su médicabioenergética no lograban recuperarlo de la depresión.

Desconocemos la evaluación presidencial de la cam-paña del referendo. Como algún parlamentario en re-unión de la bancada gobiernista lo llamara a la re-flexión sobre las razones de la derrota, el presidenteairado lo calificó de “politiquero perfumado”. Cuando elministro del Interior en junta de congresistas conserva-dores sugirió que Uribe pensaba llamar a eleccionesanticipadas porque no resistía ser un gobernante im-potente, cayó en desgracia el ministro locuaz. La cúpu-la de la Policía rodó por prácticas corruptas. Al díasiguiente le tocó el turno a la ministra de Defensa y díasdespués al comandante de las Fuerzas Armadas. Na-die en el gobierno estaba seguro, hasta cuando el pre-sidente proclamó que la racha había terminado y erahora de dedicarse a trabajar.

De otra parte, el gobierno quiso neutralizar la adver-sidad haciendo que el Congreso adoptara las medidasque el pueblo había negado en el referendo. Con elconcurso de probados afectos al régimen, el Senadohundió la maniobra. No terminaban los infortunios delpresidente de Colombia.

Si el cambio en el mapa político da un respiro, elautoritarismo no tiene trazas de haber sido derrotado.Pervive en la sociedad esperando el momento propiciopara recuperar la iniciativa. Cursa en el Congreso unaley antiterrorista que recorta las libertades y da manoslibres a los militares para afectar a los que considerencercanos a sus adversarios. El gobierno insiste en apli-car las recomendaciones que le ha impuesto el FMI y nose espera una modificación de fondo en esta materia. Elpresidente Uribe no ha renunciado a la premisa mayorde su política: la negación de toda diferencia entrecombatientes y población civil, porque en su conceptoColombia no está en guerra sino que vive la confronta-ción entre un puñado de narcoterroristas y el conjuntode la sociedad. Antes bien, persiste en el seudoprocesode paz que busca legalizar el despojo de campesinos eindígenas desplazados y lavar los capitales derivadosdel narcotráfico, a la vez que pretende regularizar lasfuerzas paramilitares transformándolas en red de in-formantes y escuadrones de soldados campesinos.

No se ha definido el duelo entre el autoritarismo yla democracia. Si los últimos sucesos demuestran quela sociedad colombiana alberga vastas reservas demo-cráticas, todavía falta para que se configuren comofuerza capaz de asegurar un curso progresivo a lanación. Es el mayor desafío para todos los que aspira-mos a una paz estable y duradera. ❑

Camilo Castellanos es abogado, director del Instituto La-tinoamericano de Servicios Legales-ILSA

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LA ESTRATEGIA REGIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS:DEL PLAN COLOMBIA A LA INICIATIVA REGIONAL ANDINA

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res, los gobiernos de los dos países, que lo presentaroncomo un “Plan para la paz, la prosperidad y el fortaleci-miento del Estado”, y como una panacea para todos losmales que afligen a la nación. La segunda, encabeza-da por diversas organizaciones políticas y sociales,entre ellas los sindicatos y numerosas ONG del paísy del exterior, que insistieron en que el Plan Colombiano haría más que incentivar la guerra y la crisis social,debido a su carácter marcadamente militarista.

Sin embargo, poca atención se prestó a algunos delos aspectos más preocupantes del Plan. Éste fueelaborado a partir de las apreciaciones de una comi-sión del gobierno de los Estados Unidos que estuvodos meses en Colombia, y fue discutido y aprobado enel Congreso de su país antes de que se conocierasiquiera en el nuestro. Se escribió en inglés y sólodespués se presentó su versión en español. Ante elmalestar expresado por varios sectores políticos antetan anómala situación, el gobierno descalificó cual-quier crítica con el argumento de que quien osaracuestionar el Plan era un enemigo de la paz y de lainversión social. Lo cierto es que éste se convirtió en eldocumento oficial más importante de la administra-ción Pastrana y reemplazó al Plan de Desarrollo,cuando fue declarado inexequible por la Corte Cons-titucional.

El documento oficial del Plan Colombia contem-pla diez estrategias, que pueden sintetizarse en dos:la antinarcóticos y la económica3 . La primera, con laque se articulan casi todas las demás, es unareafirmación de la política contra las drogas del paísdel norte y parte de un diagnóstico equivocado yamañado sobre el origen de la violencia y de la crisisde nuestro país, al asumir que el narcotráfico es lacausa principal de una y otra. La segunda estrategia,la económica, recoge las políticas impuestas por elFondo Monetario Internacional, que giran en torno alajuste fiscal, con el objeto de que el país cumpla con lasobligaciones de la deuda externa. Para hacerlo, sepropone con insistencia la reducción del gasto públi-co y de la inversión social.

Los recursos que aprobó el Congreso de los Esta-dos Unidos para el Plan Colombia han sido recupera-dos por las multinacionales de ese país por otras vías:venta de aviones y equipo militar, herbicidas,fumigaciones y productos biológicos, servicios, entre-namiento y asesoría para las fuerzas armadas colom-bianas, así como instalación de radares y de otros

Desde finales de la década de 1980, Colombia y laregión andina se convirtieron en objetivo princi-pal de la estrategia antinarcóticos de la Casa Blanca,

tal como durante el período de la Guerra Fría lo fue Cuba. ElPlan Colombia, aprobado por el Congreso de los EstadosUnidos en octubre de 1999, se enmarca dentro de dichapolítica. A partir del 11 de septiembre del 2001, la cruzadaglobal antiterrorista anunciada por el Presidente Bush, seconcreta para los países de la región en la llamada IniciativaRegional Andina. Ambas políticas, sumadas al Acuerdo deLibre Comercio Para las Américas, ALCA y a los acuerdosbilaterales de libre comercio, apuntan a la consolidación delhegemonismo norteamericano en este territorio durante lapresente década.

El Plan Colombia y la estrategia antinarcóticos

En octubre de 1995 el entonces presidente de los EstadosUnidos, Bill Clinton, afirmó en la Asamblea General de lasNaciones Unidas que Colombia era el epicentro delnarcotráfico mundial y representaba una amenaza “inusualy extraordinaria” a la seguridad nacional de los EstadosUnidos1 . Dicha afirmación refleja la prioridad que adquiriónuestro país dentro de su estrategia antinarcóticos en elcurso de la década del noventa. En efecto, a partir de esteperíodo, pero más específicamente durante el gobierno deErnesto Samper (1994-1998), en desarrollo del llamado Pro-ceso 8.000, se incrementó de manera notoria la injerencia dela superpotencia en los asuntos internos de Colombia. Ellose dio en medio de un evidente deterioro de las relacionesentre los dos países2 .El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), cuyo triunfoelectoral fue el resultado lógico de la crisis del cuatrienio desu antecesor y del apoyo decidido de la Casa Blanca, trajouna inmediata normalización de las relaciones entre los dospaíses. Pero, más que eso, lo que se produjo fue un estrecha-miento sin precedentes de dichos vínculos, en la medida enque el mandatario colombiano se comprometió de manerairrestricta con la agenda antinarcóticos y con la pro-fundización de las políticas neoliberales, impuestas al paíspor los dos presidentes norteamericanos con los que le tocóentenderse.

En dicho contexto se inscribe el Plan Colombia, presentadopor la administración Clinton, un plan cuya aprobacióndespertó una fuerte controversia nacional e internacional.Dos posiciones opuestas se manifestaron frente a esta estra-tegia norteamericana. La primera, por parte de sus defenso-

Consuelo Ahumada

(izq.) Cartagena del Chaira. Foto: Martín GarcíaAsuntos Indígenas 4/03 13

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dispositivos.Al respecto, elp e r i o d i s t aGermán Cas-tro Caycedohace un re-cuento de al-gunas de lasempresas be-neficiadas me-diante la asignación de dichos recursos, algunas de lascuales hicieron un permanente lobby en el Congreso de supaís para que el Plan Colombia fuera aprobado. Algunasde estas empresas son la Monsanto, la Northrop de LosÁngeles, la LockheedMartín de Palmdale,California, la AyresCorporation de Al-bany, Bell HelicopterTextron y UnitedTechnologies Corpo-ration Sikoraski Air-craft de Stratford, Con-necticut. Por su parte,la compañía de aseso-res militares MilitaryPersonnel ResourcesINC, trabaja directa-mente con las fuerzasarmadas colombia-nas4 .

En este asunto del negociado que han hecho las em-presas extranjeras con el Plan Colombia, mención espe-cial merece el caso de la DynCorp de Virginia, contratadaen el 2000 por el gobierno de los Estados Unidos, por unasuma de 635 millones de dólares, para adelantar buenaparte de las labores de fumigación aérea, espionaje parala CIA e inclusive eventuales acciones de combate ennuestro territorio. A pesar de ser norteamericana y deaparecer en la lista de la revista Fortune entre las quinien-tas empresas más poderosas de ese país, la compañía fueregistrada en Colombia como originaria de Gran Bretañay opera secretamente en nuestro territorio desde 1991, porcuanto ni siquiera las entidades estatales sabían de suscontratos5 . Esta empresa se vio involucrada en un escán-dalo reciente, cuando el diario canadiense The Nationdenunció que había traficado con heroína, en cumpli-miento de su trabajo dentro del Plan Colombia6 .

Otro asunto que ha sido muy polémico es la violaciónpor parte del Departamento de Estado de los topes legalesestablecidos por el Congreso, en torno a la contratación depersonal para la ejecución del Plan Colombia. De acuerdocon la Ley de la cual surgió este proyecto, la presencia delos Estados Unidos en nuestro país debía limitarse a 500militares y a 300 contratistas civiles como máximo, duranteun mismo período de tiempo. No obstante, dicho departa-mento y las firmas contratistas que operan en Colombiaresolvieron vincular a personal de Guatemala, Hondurasy Perú, de manera que el total de extranjeros que trabajan

en el proyectosupera los 400.Sin embargo,según el De-partamento deEstado, “lapuesta en prácti-ca del Plan Co-lombia requierede mucho perso-

nal, por lo que se va a requerir de mucho más. Pero el tope impuestopor el Congreso limita nuestro campo de acción”. Y agrega elfuncionario de manera muy diciente: “Al contratar a extran-jeros se reduce el riesgo de que sean muchos los estadounidenses en

la primera línea de fue-go” 7 . Sin duda, uno delos aspectos más cues-tionados del Plan Co-lombia ha sido su es-trategia antinarcó-ticos, centrada en lafumigación aérea ma-siva con productostóxicos como el gli-fosato, a la que hansido sometidas exten-sas zonas del sur delpaís, pero en especialel Putumayo y Nari-ño. El Plan se propo-

ne aplicar la fumigación a 22 de los 33 departamentosque son productores de coca o de amapola, como estra-tegia principal para la erradicación de los llamadoscultivos ilícitos.

Los graves efectos que esta medida causa sobre lascondiciones de vida y de salud de la población y ladestrucción del medio ambiente, de los cultivos de super-vivencia y de las fuentes de agua, han sido objeto dedenuncia permanente8 . No podría dejar de mencionarsesu impacto nefasto sobre las condiciones sociales de laregión, que se expresa en el incremento del desplazamien-to forzado de familias enteras hacia los países vecinos,pero especialmente al Ecuador. Según cálculos del mismodocumento del Plan Colombia, cerca de 400 mil personastendrían que salir forzosamente, por lo que se asignó unrecurso de inversión social con el fin de proveer atenciónen campamentos para las familias afectadas. De acuerdocon un informe del Comité de los Estados Unidos para losRefugiados (USCR), una ONG estadounidense, en Co-lombia hay 2,45 millones de desplazados, de los cuales el47 por ciento son mujeres y niños, lo que convierte al paísen el segundo del mundo con la población más alta endesplazados internos, solamente después de Sudán. Elinforme responsabiliza al Plan Colombia por el desplaza-miento de más de 36 mil personas durante el 2001 y afirmaque 42 pueblos fueron completamente abandonadosdurante este mismo período9 . Otro informe de la Organi-zación Internacional para las Migraciones afirma que 2,7

Resultados de las operaciones de la Fuerza Pública* a) insurgentes activos en 2000: 21.585 b) insurgentes neutralizados** 2.000-2003: 18.114 c) insurgentes activos en 2003: 21.072***

* Resultados Operacionales Fuerza Pública, 1999 y 2000, Ministeriode Defensa Nacional marzo 2001, septiembre 7 de 2003, http://www.mindefensa.gov.co

** Por captura, muerte en combate o deserción*** Según estas estadísticas de Mindefensa, deberían haber 3.471 efec-

tivos de la insurgencia. Esto significa, que no es correcta la cifra deefectivos insurgentes neutralizados, o la insurgencia reclutó en esemismo periodo 17.601 personas.

Asistencia militar de Estados Unidos a Colombia* 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 Total 88.56 112.44 308.81 765.32 224.68 371.74 605.25 2.476.74

* en millones de dólaresFuente: “U.S. Aid to Colombia Since 1997”:

http://www.ciponline.org/colombia/aidtable.htm.

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La Iniciativa Regional Andina:El giro hacia la cruzada antiterrorista

A comienzos de la década, la llegada al poder de la Casa Blancadel grupo de “los halcones petroleros”, representado por elsector más conservador del Partido Republicano, trajo unendurecimiento de la política de los Estados Unidos frente alnarcotráfico. Los representantes de este sector son el mismoPresidente Bush y los altos funcionarios de su gobierno, entreellos el Vicepresidente, Dick Cheney, el Secretario de Defensa,Donald Rumsfeld, la Consejera de Seguridad, CondoleezzaRice, e incluso el Secretario de Estado, Colin Powell, “héroe”de la llamada Operación Tormenta del Desierto de 1991 yartífice de la agresión a Irak de comienzos del 2003.

La Iniciativa Regional Andina, que fue anunciada por elmandatario norteamericano en abril del 2001, pretende exten-der la estrategia antinarcóticos del Plan Colombia a los paísesandinos. En desarrollo de este programa, se asignaron en el2002, 882 millones de dólares a siete países de la región:Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil y Panamá,por lo que resulta claro que el proyecto no se circunscribesolamente al área andina. De acuerdo con documentos oficia-les del gobierno de los Estados Unidos, la región es importantepara ese país por las siguientes razones: primera, en ella seencuentran los tres principales productores de droga, queresponden por el ciento por ciento de la cocaína y el 60 porciento de la heroína que entran al mercado estadounidense;

Contingentes de los grupos armados Grupo 1990 2002 CrecimientoF.A.R.C.¹E.L.N.²A.U.C.³M-19 *.E.P.L *.M.Q.L.*P.R.T. *Total

* En 1990 se desmovilizaron el M-19, el E.P.L , el M.Q.L y elP.R.T; del E.P.L. y del M-19 quedan algunos reductos que nose desmovilizaron.

¹ Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia² Ejército de Liberación Nacional³ Autodefensas Unidas de Colombia

7.0002.0001.8003.5001.800

300200

16.600

16.5004.500

10.500----

31.500

9.5002.5008.700 ----

14.900

Precios de la coca*Base de coca 2.500.000“Gramaje”** 200.000 a 300.000

* por kilo / en pesos colombianos** impuesto que cobra las FARC y las AUC a los compradores

millones de personas han sufrido el drama deldesplazamiento forzado en Colombia y cerca de unmillón han emigrado al exterior en los últimos cua-tro años debido al conflicto y a la crisis económica10 .

Las reiteradas afirmaciones de los funcionariosnorteamericanos en torno al fracaso de la erradica-ción manual en Colombia buscan justificar el redo-blado énfasis que le están poniendo a la fumigaciónaérea. A este respecto, el Subsecretario de AsuntosAntinarcóticos del Departamento de Estado norte-americano, Rand Beers, afirmó de manera perento-ria: “Intensificaremos las fumigaciones”, y agregó entono desafiante: “Sí, vamos a fumigar todo el país paraque la gente entienda que está corriendo un riesgo”11 .

Como era de esperarse, el gobierno de ÁlvaroUribe Vélez no se ha quedado atrás frente a estadecisión. En marzo de 2003, utilizando su lema de“fumigar, fumigar y fumigar”, anunció que estaactividad no sólo sería más agresiva, sino que seharía con una mayor cantidad de glifosato (seincrementó de 8 a 10.4 litros por hectárea). La medi-da se adoptó después de que el Zar Antidrogas deEstados Unidos, John Walters, presentara ante elCongreso de su país un informe en el que la CIAafirmaba que, gracias a las fumigaciones aéreas, sehabía logrado una reducción del 15 por ciento de loscultivos de coca y amapola en Colombia. De acuerdocon éste, en agosto de 2002 la superficie sembradacon coca alcanzaba las 144.450 hectáreas, 25.350menos que en el mismo mes del 2001 cuando suma-ban 169.80012 .

Por otra parte, la ejecución del llamado compo-nente social del Plan Colombia quedó en manos decerca de trescientas ONG, algunas de las cualestenían hasta 118 contratos con el gobierno. De éstasorganizaciones, aproximadamente cien estabansiendo investigadas por la Contraloría General dela República a finales del 2002. Pero no sólo en estecampo hay cuestionamiento sobre la utilización delos recursos. En mayo del mismo año estalló unescándalo al conocerse que oficiales de la PolicíaAntinarcóticos utilizaron para fines personales dosmillones de dólares de los recursos del Plan Colom-bia13 .

Para rematar la triste historia de las fumigacionesy conferirle rango ministerial, en noviembre del2003 el gobierno de Uribe Vélez designó a SandraSuárez, hasta entonces gerente del Plan Colombia,como nueva titular de la cartera del Medio Ambien-te. Con una buena dosis de cinismo, la funcionariaanunció que su tema bandera sería la protección yconservación del sector. Haciendo alarde de suvocación por lo social, el presidente también resol-vió fusionar la Agencia Colombiana de Coopera-ción Internacional, la Red de Solidaridad Social y elPlan Colombia y crear la Alta Consejería para laAcción Social. Todo ello en medio de un plan deajuste fiscal sin precedentes, conocido como el PlanB14 .

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segunda, en la región hay tres importantes productoresde petróleo, Colombia, Venezuela y Ecuador, que le pro-porcionan a Estados Unidos una cantidad significativade crudo y son miembros de la OPEP; tercera, este país esel principal socio comercial de todas las naciones andinasy, cuarta, allí se encuentran algunos de los países demayor población de Latinoamérica, incluidos Brasil yColombia15 .

En desarrollo de la Iniciativa Regional Andina, el 4 defebrero del 2002, el mandatario norteamericano presentósu proyecto de presupuesto ordinario para las Operacio-nes en el Extranjero del año fiscal 2003 (1 de octubre del2002 al 30 de septiembre del 2003). Este proyecto incluyó731 millones de dólares para el combate al narcotráfico enla región andina. Se trata de la misma cantidad que sepropuso para el año anterior, pero que el Legislativo nor-teamericano finalmente la redujo a 625 millones de dóla-res. Del dinero asignado a la Iniciativa Regional Andina,Colombia debía recibir 439 millones: 275 para la luchacontra las drogas y 164 para desarrollo alternativo y forta-lecimiento institucional. Las autoridades norteamerica-nas esperaban que el país erradicara, en el 2003, 200 milhectáreas de coca (el doble del 2002) y 10 mil de amapola16 .

Con la Iniciativa Regional Andina se pretende, enton-ces, crear una especie de muro de contención en las

fronteras y aumentar significativamente el pie de fuer-za en los países más afectados por el conflicto colombia-no y por el desplazamiento de cultivos ilícitos; tal es elcaso de Ecuador, país que ha venido intensificando sulabor de contención contra las drogas17 .

Sin duda, los atentados del 11 de septiembre y lacruzada global en contra del terrorismo, convertida enprioridad de la política exterior de los Estados Unidos,reafirmaron la tendencia hacia una mayor represión y leasignan a la Iniciativa Regional Andina un nuevo obje-tivo. En consonancia con el giro que se presentó despuésde dicho episodio, los pronunciamientos de los funciona-rios de Washington sobre Colombia empezaron a reflejarla nueva situación y las FARC pasaron de ser una “orga-nización narcotraficante” a una guerrilla “terrorista”que amenaza la seguridad hemisférica18 . Así, las dosprincipales organizaciones guerrilleras del país y lasautodefensas fueron incluidas en la lista de los gruposterroristas del Departamento de Estado19 .

Meses después de los atentados, los Estados Unidosy los países andinos se comprometieron a desarrollar unaestrategia común de lucha contra los grupos terroristasque recurren al narcotráfico. Tal fue la decisión de lareunión sostenida entre los mandatarios de los EstadosUnidos, Colombia, Perú, Bolivia y el vicepresidente de

Frontera con Panamá. Saila Cuna, regresando a su comunidad después del desplazamiento. Foto: Mauricio Moreno

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Ecuador, el 24 de marzo del 2002 en Lima, decisión queha sido ratificada en las numerosas cumbres de gober-nantes de la región que se han celebrado desde entonces.El apoyo de los Estados Unidos a la conformación de labrigada XVIII para defender el oleoducto Caño Limón-Coveñas, utilizado principalmente por la OccidentalPetroleum Company, marcó un giro significativo de supolítica exterior hacia Colombia, al igual que la aproba-ción del Congreso norteamericano del uso para finesantiterroristas de la “ayuda” militar que recibe el país. Enefecto, Washington asignó 98 millones de dólares a estabrigada, con el objeto de dotar y capacitar a cerca de 4 milsoldados y para la adquisición de doce helicópteros, conel fin de darle movilidad a la brigada.

Al justificar la Iniciativa Regional Andina, Bushseñaló que al haber declinado significativamente lacapacidad de las fuerzas armadas para apoyar las ins-tituciones democráticas, controlar las fronteras interna-cionales y respaldar la lucha contra las drogas, lospaíses andinos se beneficiarían enormemente de unamodesta inyección de ayuda de seguridad en forma deFinanciamiento Militar Extranjero (FMF), Adiestramien-to y Educación Militar en el Extranjero (IMET) y delcontacto incrementado con militares estadounidensesen general20 .

De otra parte, frente al tema de la democracia ylas reformas económicas, el documento oficial de laIniciativa Regional Andina plantea que “la regiónandina representa un desafío para la política exte-rior de los Estados Unidos. La democracia está bajopresión allí, el desarrollo económico es lento y elprogreso hacia la liberalización es inconstante”21 .Asimismo, manifiesta su preocupación por el incre-mento de nuevos movimientos sociales y políticos,que expresan su rechazo y resistencia a las políticasneoliberales que se aplican por doquier en la región,desde hace más de una década. En Ecuador, el mo-vimiento indígena que se levantó en contra de dichasmedidas, provocó la salida del presidente Mahuaden el 2000, y le retiró su apoyo en agosto del 2003 alPresidente Lucio Gutiérrez, a quien hace menos deun año llevara al poder. Desde Venezuela, el Presi-dente Hugo Chávez ha planteado una fuerte oposi-ción a la estrategia norteamericana en la regiónandina, aparte de haber sido el artífice principal dela reactivación de la OPEP. En Bolivia, la oleada deprotestas en contra de las políticas de ajuste, que hasacudido al país en los últimos meses, llevó a larenuncia del Presidente Gonzalo Sánchez de Losada.En medio de esta convulsionada situación política y

Mujeres indígenas en Tutunendo Choco. Foto: Jaime García

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social, el presidente colombiano se erige como el vocerode los intereses de los Estados Unidos en la región.

Por último, miremos la estrategia económica. La reno-vación del ATPA (Acuerdo de Preferencias Arancelariaspara la Región Andina, ahora conocida como ATPEA),también hace parte de los puntos fundamentales de laIniciativa Regional Andina. Fue introducida por el Presi-dente Bush padre, como parte de su estrategia antidrogasy consiste en un acuerdo comercial entre los EstadosUnidos y los países andinos, con excepción de Venezue-la. Sin embargo, para acceder efectivamente a los limita-dos beneficios de dicho acuerdo, los países debierondemostrarle a la Casa Blanca que cumplían con veintiúnrequisitos o criterios, que se refieren a temas como la noexpropiación, el respeto a la propiedad intelectual, laeliminación de los subsidios a las exportaciones, el com-promiso con el ALCA, además del respeto a los fallos delos tribunales de arbitramento22 .

De la misma manera, los Estados Unidos han queridointegrar el ALCA a la Iniciativa Regional Andina. Porello, ésta insiste en la necesidad de la liberalizacióncomercial que, según Washington, se ha desarrollado demanera desigual en la región. Existe una preocupaciónporque, supuestamente, la mayoría de los países de laregión mantienen todavía barreras al comercio y a lainversión que retardan el crecimiento económico. Contratoda evidencia, quienes defienden la estrategia antidrogasy las medidas económicas impulsadas por los EstadosUnidos, la profundización y agilización del ALCA po-dría ayudar a la región a obtener, mediante el libre comer-cio, los beneficios de la inversión incrementada y lageneración de empleos.

De esta forma, podemos concluir que el Plan Colom-bia, la Iniciativa Regional Andina y el ALCA son lasexpresiones más claras del hegemonismo norteamerica-no en la región andina en los inicios del nuevo siglo. ❑

Notas

1 El Tiempo, octubre 23 de 1995.2 El Proceso 8.000 fue inducido y manejado a control remoto

desde los Estados Unidos, y promovido por lo más selectode sus huestes en el país, los seguidores del expresidente CésarGaviria y del posterior presidente Andrés Pastrana. Representóla mayor intervención de que se tenga noticia de la potencia delnorte en Colombia desde la secesión de Panamá.

3 Plan Colombia. Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimientodel Estado, www.gov.com.co

4 Libardo Sarmiento, “El Plan Colombia y la economía políticade la guerra civil” !Lo que no se sabe! Plan Colombia No.3,Documentos desde abajo, octubre de 2000, p.40.

5 En una crónica de The Miami Herald, escrita por GerardoReyes, se afirma que las actividades de esta empresa enColombia no cuentan con ninguna supervisión directa de losorganismos de vigilancia y control del Estado colombiano.Fue así como, a comienzos del 2001, esta empresa despidióa 58 empleados colombianos para no pagarles de acuerdo conla ley y este despido masivo se mantuvo en secreto (GermánCastro Caycedo, “Los enviados de Cristo”, en Con las manosen alto, Planeta, 2001, p.208).

6 A instancias de la embajada los de Estados Unidos, el Presi-dente Pastrana hizo pasar a retiro a un general de la policíaporque se atrevió a trasladar a la fiscalía, para su investiga-ción, dos envases de la mencionada empresa con rastros deheroína decomisados en el aeropuerto El Dorado de Bogotáel 12 de mayo del 2000. Estos envases iban a ser enviados poroperarios de la firma en Colombia a una de sus sedes en laFlorida (“Mercenarios”, Semana, julio 16 de 2001, p.26-30,citado en “Diplomacia forajida, Colombia al despeñadero”, LaBagatela No.4, septiembre 7 de 2001).

7 “Denuncian ‘mico’ en ley del Plan Colombia”, El Tiempo,agosto 24 de 2001, p. 1-10.

8 Para un análisis detallado de estos efectos, ver Elsa Nivia,“Las fumigaciones aéreas sobre cultivos ilícitos son peligro-sas”, Revista Nueva Gaceta No.3, Bogotá, septiembre de 2001,p.80-89.

9 “Sudán y Colombia: 1-2 en desplazados”, El Tiempo, 7 dejunio de 2002, p.1-20.

10 “Catástrofe humanitaria en Colombia. Casi tres millones dedesplazados”, La Hora, Quito, septiembre 5 de 2002.

11 “Intensificaremos las fumigaciones”, El Tiempo, septiembre 1de 2001, p.1-3.

12 El universo.com: Noticias de Ecuador y del mundo, marzo 3de 2003.

13 “ONG están en la mira”, El Tiempo, junio 9 de 2002, p.1-17.14 “Se fue la ministra de Medio Ambiente y Vivienda”, El Tiem-

po, noviembre 12 de 2003, p.1-5. El llamado Plan B fue anunciado por el gobierno de UribeVélez después del fracaso del referendo realizado el 25 deoctubre de 2003, mediante el cual pretendió, entre otras me-didas, hacer aprobar por esta vía el plan de ajuste prescritopor el FMI.

15 Andean Regional Initiative (ARI): FY2002 Supplemental andFY2003 Assistance for Colombia and Neighbors, Report forCongress, January 8th, 2003, p.9.

16 “Llegó ‘la pesada’de E.U.”, El Tiempo, febrero 5 de 2002, p.1-6.

17 Junio 28 de 2001http://www.mmrree.gov.ec/español/boletines%20Prensa/Temas/Visitas/Reunion%20pinto%20Bush%20lima.htm.

18 Arlene B. Tickner, “Bush, Hollywood y las FARC”, El Tiempo,febrero 3 de 2002, p.1-24.

1 9 “FARC: Enemigo número 1”, El Tiempo, octubre 12 de 2001,p.1-5.

20 Mack James, International Information Programs, Washingtonfile, Text: State Dept. Official Reviews Goals of U.S. Policyin Andes. (James Mack discusses Andean Regional Initiative),junio 28 de 2001 http://udinfo.state.gov/cgibin/washfile/display.pl?p=/products/washfile/geog/.../newsitem.shtmbid,p. 13 de 15.

2 1 Servicio noticioso desde Washington, hoja informativa,http://usinfo.state.gov/español/ari/01042101.htm,

21 de abril de 2001.22 En tal sentido se pronunció el secretario adjunto de Comercio

de la pasada administración norteamericana, William Lash,durante su visita a Colombia a fines de abril del 2002. “ElATPA fue creado para compensar a los países en su luchacontra las drogas, pero los beneficios no pueden ser gratui-tos”, señaló con claridad (“E.U. lanza ultimátum”, El Tiem-po, abril 30 de 2002, p.1-12; “Los pasos para el ATPA”, ElTiempo, mayo 27 de 2002, p.2-9).

Consuelo Ahumada es Ph.D en Ciencia Política, New YorkUniversity. Profesora titular y directora de la Maestría enEstudios Latinoamericanos de la Universidad Javeriana. Di-rectora de la revista Nueva Gaceta. [email protected]

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REGIONES CON CONFINAMIENTO DE POBLACIONES

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EXTRAÑOS, NOMADAS Y CONFINADOSDiego Henao

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Niños afrocolombianos del Pacífico. Foto: Juan Gaviria

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Introducción

Según los datos del Sistema de Información sobreDesplazamiento –SISDES- de la Consultoría paralos Derechos Humanos y el Desplazamiento –

CODHES, la población afrocolombiana e indígena cons-tituye el sector más afectado por el conflicto armado y lamigración forzada durante el último año. Cuatro de cadadiez personas internamente desplazadas en Colombiapertenecen a estos grupos étnicos, buena parte de ellosprovenientes de comunidades que han sido objeto de lasmás radicales estrategias de confinamiento aplicadaspor los actores armados en confrontación. El 33% de laspersonas internamente desplazadas en Colombia (83.650)pertenecen a comunidades afrocolombianas y el 5% deltotal nacional corresponde a personas de comunidadesindígenas (12.649). Son 96.299 personas que fueron for-zadas a huir de sus comunidades y territorios. De igualmodo, en sólo cuatro regiones del país son más de 20 millas personas obligadas a permanecer en situación deriesgo dentro de sus propias localidades o lugares habi-tuales de residencia, por lo general ubicadas en las zonasrurales, en la desembocadura de afluentes secundarios,a la orilla de afluentes minoritarios y/o en zonas monta-ñosas de difícil acceso (CODHES 2003).

La ausencia de reconocimiento estatal del conflictoarmado en Colombia ha dado lugar a que los gruposinsurgentes e ilegales se rehúsen a reconocer, respetar yacatar los principios de distinción, limitación y propor-cionalidad, necesarios para regular las acciones bélicasen favor de la población civil, plasmados en el marco delDerecho Internacional Humanitario, DIH. Las estrate-gias de desocupación territorial utilizadas por los actoresarmados (FARC, FFAA y AUC) desde finales de 1996implicaron el inicio de un nuevo modo de desplazamien-to forzado interno: el éxodo o desplazamiento masivo depoblaciones. Este tipo de migración forzada funcionócomo condición y producto para la puesta en obra deestrategias de exclusión totalitaria que se manifestaronen complejos bloqueos a la libre circulación humana, derecursos y comunicación, en el norte del departamentodel Chocó y el Urabá Antioqueño principalmente, queluego fueron implementadas a lo largo y ancho del país.Son estrategias que han afectado principalmente a las

Población étnica desplazada (1997-2002)AfrocolombianosIndígenas

170.00012.700

poblaciones afrocolombianas e indígenas. Dicha situa-ción emergió en estrecha relación con la reactivación deestrategias de resistencia basadas en conocimientos loca-les tradicionales y con la puesta en obra de respuestashumanitarias y estatales, fundadas en discursos y prác-ticas sobre espacios de seguridad preventiva.

El propósito de este ensayo es analizar los principalescambios en las pautas generales de la migración forzadarelacionadas con las dinámicas bélicas de los últimosaños, las principales formas de afrontación que hangenerado entre las poblaciones afectadas, y la transfor-mación radical en las respuestas del campo humanitarioy del Estado. Se trata de abrir zonas explicativas sobre lasconsecuencias estructurales que acarrea para las socie-dades locales mayormente afectadas; es decir, sobre ladimensión de los procesos de resistencia y las demandasgeneradas por los grupos étnicos, en tanto sujetos colec-tivos y actores políticos en medio de la guerra.

Los ciclos de la migración forzada

La mayor parte de las personas internamente desplaza-das que salen del ámbito rural, por obra del conflictoarmado, llegan a las principales áreas urbanas del país.Por lo general en una continua movilidad que ha presen-tado históricamente cuatro ciclos diferentes. El primeroes un ciclo corto entre cabeceras municipales cercanasdentro de la misma región. El segundo es un ciclo inter-medio entre las principales cabeceras municipales y lospolos urbanos de desarrollo subregional. Estos dos pri-meros suelen presentarse también en las áreas de fronte-ra, donde la población sale en búsqueda de refugio (otroestatus político). Un tercer ciclo caracterizado por lamigración extraregional desde los polos de desarrollosubregionales orientado a las cuatro ciudades más gran-des del país (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla). Y porúltimo, un ciclo que ha empezado ha emerger con fuerzadesde mediados del 2001, el desplazamiento intraurbano.

Indígenas nukak-maku. Foto: archivo ONIC

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La constante movilidad socioespacial generada por lamigración forzada y la progresión geométrica de susefectos en la configuración sociocultural, política y econó-mica de la estructura urbana, se traduce en cadenas migratoriascon consecuencias bastante impredecibles. Los desplaza-mientos individuales, de grupos familiares y/o masivos noson más que eslabones de una gran cadena. Las dinámicasde dislocación social y cambio demográfico que se activancon las diversas formas de migración forzada registradasen Colombia parecen sugerir la lectura correlacional dealgunas variables migratorias pertinentes. Un ejemplo deello es la producción de migraciones económicas fruto delexceso de mano de obra barata en los lugares más cercanosal lugar de expulsión, producto del copamiento y la com-petencia territorial dentro de los espacios de llegada, espe-cialmente en los polos subregionales de desarrollo.1

Las áreas rurales o urbanas de llegada o acogida demigrantes, los territorios en que se asientan, se convierten enespacios de confrontación para los diferentes grupos socia-les que lo habitan. Las relaciones de poder previas, así comola lucha abierta o soterrada entre los pobladores urbanos yla población internamente desplazada que llega, marcanhistóricamente las condiciones de vida, así como el paisajeurbano y regional fruto de la confrontación entre los gruposhumanos que lo habitan. De igual modo los tipos de confron-tación presentes en el ámbito urbano cambian histórica-mente de acuerdo con la continuidad y/o la transformaciónsistémica de los conflictos en el plano de las prácticas ydiscursos previos a dichos procesos sociales.

Éxodos, campos de desplazados y de confinamientoEntre finales del año 1996 y comienzos de 1997 se registra-ron una serie de transformaciones substanciales en lasestrategias de guerra, en las pautas estructurales del des-plazamiento forzado en Colombia, en la respuesta huma-nitaria desatada y en las formas de resistencia de la pobla-ción afectada por la guerra interna. La primera esta relacio-nada con la consolidación y expansión del principal dis-positivo contrainsurgente de carácter paraestatal: lasAutodefensas Unidas de Colombia (AUC). Dinámica quegeneró la intensificación y degradación del conflicto arma-do y el consecuente aumento del pie de fuerza.

Otra transformación importante asociada a la anteriorfue la emergencia creciente de los desplazamientos masi-vos o éxodos de comunidades y poblaciones enteras, comoestrategia de desocupación y repoblamiento, sin que eldesplazamiento individual o familiar cesara. El primercaso que ha sido suficientemente documentado es el des-plazamiento de 86 comunidades afrocolombianas e indí-genas del Bajo Atrato en el departamento del Chocó, prin-cipalmente del municipio de Riosucio. Cerca de 20 milpersonas fueron obligadas a huir de sus tierras por losenfrentamientos entre las AUC y el Ejército Nacional encontra de la organización guerrillera Fuerzas Armadas deRevolucionarias de Colombia (FARC), según el Grupo deApoyo de Organizaciones de Desplazados (GAD).

“El 28 de febrero eran 40, el 6 de marzo 470, el 14 de marzosumaban 800, otros muchos más –cerca de 1200– hanpreferido el anonimato y se han ubicado en los barrios

marginales del municipio. Cientos —hoy doscientos cin-cuenta— se encuentran aún en Bocas del Río Atrato, parajesituado a 30 minutos de Turbo, atravesando el Golfo deUrabá. Otros 4500 se encuentran en Pavarandó y cerca de300 huyeron hacia panamá y fueron deportados haciaBahía Cúpica. (...) desde mediados del año pasado se anun-ciaba. (...) Invitan a varios jóvenes a barrer el pueblo yarengan a la población diciendo: ‘Ahora si llegó el progre-so’. Con el paso del tiempo y en una política de control elmunicipio es repoblado por más de tres centenares de perso-nas, que son llevadas allí por el Ejército y los paramilitares.(...) en una de sus reuniones públicas, los paramilitaresanunciaron, en los primeros días de enero, que se tomaríanla zona de Salaquí. ‘A ellos también les va allegar elprogreso’ (...) ‘Vamos a limpiar la zona. Ustedes saben delCanal’.”2

Después de esta situación se registraron muchos máscasos de desplazamiento masivo3 , aunque con menorintensidad, también en el Bajo Atrato y buena parte deldepartamento del Chocó. Los más representativos en losúltimos años son: las más de 4 mil personas que se vieronobligadas a abandonar el casco urbano de Juradó y susalrededores (litoral pacífico del Chocó) hacia los pobladosmás cercanos en la frontera con Panamá4 ; los producidosen los municipios de Bojayá y Vigía del fuerte en el MedioAtrato; así como los generados en toda la cuenca del RíoMunguidó, estos últimos hacia Quibdó principalmente.En todos los casos por obra de masacres que en conjuntoprodujeron más de dos centenares de víctimas, en su mayorparte realizadas por las AUC y/o por enfrentamientosentre las FARC y AUC.5

Esta dinámica ha derivado en una transformaciónconstante de la respuesta estatal a la problemática, enalgunas ocasiones relacionada o realizada con la FuerzaPública (retenes y bloqueos a la circulación o el estableci-miento de campamentos de desplazados); así como de laimplementada por la entidades que conforman el campohumanitario no estatal, también apoyada con estrategiasdel Estado. En este contexto emergió la aplicación demúltiples y diversas estrategias destinadas a la consolida-ción de nuevos espacios de seguridad, humanitarios, decontrol estratégico, y de resistencia civil: campos de des-plazados, campos de confinamiento y campos de resisten-cia. En el primer caso, han sido albergues ubicados encoliseos, escuelas y campamentos principalmente, algu-nos de ellos asociados al control poblacional ejercido porel Ejército Nacional con un claro direccionamiento haciala creación de espacios de seguridad.

Son campos que conllevan una doble implicación; enprimer lugar la de apoyar a la población afectada y ensegundo lugar la de invisibilizar e interrumpir en su iniciolas cadenas migratorias que produce el conflicto armadointerno. Espacios de contención o “campos de desplazados”que desde entonces son recurrentes y son ubicados prefe-riblemente cerca de los lugares de expulsión, en cabecerasmunicipales que acogen a la población en su primer ciclode desplazamiento: “Campamentos de desplazados”,“Albergues de desplazados”. En otras palabras, se trata

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del “establecimiento” -por primera vez en Colombia- deasentamientos o campos de personas internamente des-plazadas, como fue el caso de Turbo y Pavarandó en elmunicipio de Mutatá -Urabá Antioqueño- (ACNUR, 2000).

“Allí en el puerto miembros de la policía y de la alcaldíalos llevaron a lo que sería su nuevo albergue, un escenariodeportivo cubierto: el coliseo. (...) una ONG nacional, conapoyo de la Iglesia católica local, inició la construcción deldos albergues o campamentos con la finalidad de brindarcondiciones más humanas a los campesinos, que lespermitan reconstruir el tewjido social desecho y viabili-zar una salida al retorno o la reubicación”.6

Campos de desplazados establecidos en zonas de tránsito ode llegada de dicha población. Son espacios que puedenser conceptualizados como “no-lugares” debido al carác-ter transitorio de los nuevos referentes socioculturales(simbólicos, identitarios y relacionales) utilizados parasobrevivir; improvisados en su mayoría, donde se internancientos y/o miles de personas durante meses o años, encondiciones infrahumanas, que luego se ven obligados aretornar sin las más mínimas garantías de seguridad yprotección, ni de realización integral de sus derechosfundamentales.

Esta situación ha continuado y cada vez es mayor elnúmero de personas que permanece en dramáticas condi-ciones de hacinamiento, a menudo por largos periodos quevan desde los algunos meses hasta 2, 3 y 4 años como es elcaso de los pueblos indígenas y las comunidadesAfrocolombianas en resistencia del Bajo Atrato en el depar-tamento del Chocó, algunas de las cuales permanecentodavía con la esperanza de retornar a sus lugares deorigen. Transformaciones que generaron un aumento sig-nificativo de la reflexión sobre la migración forzada y elreconocimiento, aunque tímido, de la irreversibilidad delos cambios agenciados con la dispersión geográfica de lapoblación y su posterior inserción y reintegración social encontextos distintos a los de salida.

Asociado a lo anterior, los controles ejercidos por losactores armados (guerrillas, paramilitares y Fuerza Públi-ca) conllevaron la puesta en obra y consolidación decampos de confinamiento o sistemas de cercamiento espacialmediante el fijamiento de puntos de vigilancia en lugaresde dominio estratégico, montados en los principales ‘sitiosde paso’ de la región: espacios que funcionan como marcaspara la delimitación territorial de hegemonías armadasregionales conformando fronteras que tienden a la estabi-lidad. Los sitios de paso son lugares de comunicación, deacceso, de “facilidad topográfica generada por un prediseñonatural”7 , sitios óptimos que permiten ahorrar energía,tiempo, esfuerzo, dinero, distancia, e incrementar la efi-ciencia de la comunicación entre distintas poblaciones yregiones naturales. En otras palabras, son canales decomunicación fruto de dos cuestiones básicas: 1. un obstá-culo funcional de un conjunto natural y 2. un proceso decontrol estructural del espacio geográfico.8 Dichos sitiosson nodos de encuentro, puntos de una red de interacciónsocial, intersección de relaciones, una convergencia de

fenómenos físicos y culturales diversos; una dinámicafuncional de centros de acopio e intercambio.

Cada uno de los actores armados establece similaresestrategias de control en estos puntos de encuentro, nodosde salida/entrada de recursos e información, conforman-do una serie de anillos concéntricos. Se trata del bloqueo dealimentos, insumos, medicamentos, bienes producidos,mensajes y/o personas. Confinamiento de la población ensus propios territorios sin permitir su desplazamiento. Seregistra desde entonces una transformación de vastasconsecuencias sociopolíticas mediante el establecimientoprogresivo de estos campos de confinamiento.

“En la zona de Riosucio como en Ungía, Acandí y Balboala población fue víctima de presiones por los actoresarmados y de bloqueo alimentario, lo que ha generado unasituación de riesgo y de potenciales desplazamientos deesta población”.9

La escala y complejidad de los territorios involucrados enesta dinámica trasciende sus dimensiones locales, debidoa la globalización de las connotaciones geopolíticas, eco-nómicas, sociales y ambientales de dichos procesos. Soncampos que se enmarcan en los discursos y prácticas sobrela gerencia de migraciones y, en los conceptos de seguridady protección preventiva de la posguerra fría. SegúnHyndman10 la “protección preventiva” designa un nuevojuego de espacios seguros y de prácticas de gerencia paralas personas internamente desplazadas. Anota que setrata de un “cambio de paradigma” en la política de losrefugiados, que ocurrió a principios de los años noventa,cuyo punto de arranque se manifestó en la intervenciónhumanitaria internacional en el norte de Irak para ayudara los desplazados kurdos en 1991.11 El 5 de abril de 1991,también mediante la Resolución 688 del Consejo de Seguri-dad se consideró y aprobó el uso del derecho de injerencia.Por primera vez en su historia, la comunidad internacionalconsideró que un problema interno de derechos humanos,“la represión de la población civil en gran parte del teritorioiraquí”, representaba un amenaza contra la paz mundial ydecidió crear, en el norte de Irak, zonas de seguridad para loskurdos, protegidas por Naciones Unidas.12

Es por ello que en los discursos y prácticas estatalessobre la seguridad de las fronteras internas y nacionales,adquiere creciente importancia el lenguaje de los Corredo-res Estratégicos, de las Zonas de Seguridad, etc. En el casocolombiano, la implementación de ‘Albergues de Despla-zados’ y ‘Campamentos de Desplazados’, Teatros de Ope-raciones”, “Zonas de Rehabilitación”, etc., constituyen expre-siones de este lenguaje de espacios de seguridad basados enconceptos de seguridad preventiva, en el marco del actualprograma político de gobierno (Uribe), denominado Segu-ridad Democrática. Contexto en el que se pretende consoli-dar la Guerra de las Drogas bajo la lógica militar del PlanColombia, en clara correspondencia con la luchaantiterrorista/antinarcóticos desatada por EEUU despuésdel 11 de septiembre, y dentro del cual se están agencian-do profundos cambios institucionales, constitucionales,presupuestales y programáticos orientados a la priori-

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zación de la seguridad y la postergación de los derechoshumanos de la población colombiana; y hacia el agen-ciamiento del autoritarismo político y el fascismo social.

El 21 de septiembre de 2002 se establecieron dos Zonasde Rehabilitación y Consolidación: una en los departamentosde Sucre y Bolívar y otra en el departamento de Arauca.Estas dos zonas englobaban 29 municipios (16 en Sucre, 10en Bolívar, y 3 en Arauca) a las que luego se le sumaron dosmunicipios más. Son espacios dentro de los cuales uncomandante del Ejército tiene el control de todas las fuer-zas de seguridad del Estado, incluida la policía. SegúnAmnistía Internacional algunas de las medidas conteni-das en los artículos relativos a las Zonas de Rehabilitacióny Consolidación son semejantes a las relativas a los Teatrosde Operaciones Militares creados por la Ley de Defensa ySeguridad Nacional, que entraron en vigor el 20 de febrerode 2002. Ley de Defensa y Seguridad Nacional que fuedeclarada inconstitucional por la Corte Constitucional el11 de abril de 2002”.13

Escenario en el que se internacionaliza cada vez más elconflicto armado colombiano debido a la ingerencia eintervención militar desarrollada por agentes del gobiernonorteamericano —mediante ayuda militar en asesora-miento, armamento y dinero— a través del Plan Colombia;que ha sido asociado al Mercado de Seguridad creado pormultinacionales petroleras en Colombia a través de laintervención de agentes internacionales de seguridad pri-vada y el pago realizado, en impuestos y “vacunas”, a losdiversos actores armados. Todo esto volcado a la protec-ción exclusiva de intereses estratégicos como las zonaspetroleras y mineras, los corredores biológicos, etc.14

Campos de resistencia:memorias y prácticas nómadas

Las anteriores estrategias bélicas y humanitarias con ca-rácter preventivo15 contrastan con la activación de prácti-cas de resistencia, histórica y culturalmente elaboradaspor los grupos étnicos más afectados, en respuesta a lasmúltiples formas de fragmentación sociocultural y agre-sión/colonización de las que han sido objeto. En muchaszonas del país, caracterizadas por altas tasas de desplaza-miento forzado interno (Chocó, Magdalena, Norte deSantander, Cauca, Putumayo), se vienen implementandoestrategias de ocultamiento, basadas en memorias y prácti-cas nómadas, destinados a la supervivencia cultural ybiológica de pueblos y comunidades enteras. Se trata deprocesos de resistencia al conflicto armado y a las respues-tas funcionales del Estado frente al mismo, centrados en eldesdoblamiento y defensa del territorio, en razón de suautonomía y jurisdicción propia, mediante la aplicaciónde sistemas locales de conocimiento.

Esta situación, requiere interpretarse a contraluz de ladinámica de fragmentación espacial y social que genera ladinámica del conflicto armado y la migración forzada,debido a que pone de manifiesto la creatividad cultural delas comunidades que han preferido resistir los embates delconflicto armado permaneciendo en sus territorios. Resis-

tencias que se retroalimentan con prácticas históricas yculturales donde el nomadismo y el cimarronaje son com-binados para generar la movilidad de la población (indí-gena y afrocolombiana principalmente) caracterizada porconstantes microdesplazamientos al interior de sus terri-torios; circulación mediada por el uso de los conocimientoslocales sobre el espacio geográfico frente al desarrollo delas hostilidades, control u hostigamiento por parte de losactores armados.

En esta perspectiva el análisis del conflicto armadointerno y de la migración forzada nos exige mayor com-prensión con la fuerte reactivación de estos aprendizajesculturales e históricos orientados a la consolidación dezonas de ocultamiento en muchas regiones del país, confronteras relativamente porosas. Constituyen territorios-refugio para salvaguardar la vida individual y colectiva dequienes los desarrollan. Son prácticas basadas en criteriosde autoprotección preventiva que fungen como planes decontingencia, por lo general en áreas selváticas y/o enproceso de colonización. Estrategias que si bien logranafrontar con éxito muchas de las adversidades que laguerra les impone, también afectan la vida en comunidady desestabilizan los equilibrios sistémicos regionales, de-bido a la persistente presencia de los distintos actoresarmados debido a: 1. las rupturas en los circuitos deabastecimiento alimentario; 2. La disminución progresivaen la consecución de ingresos; 3. La sobrecarga en las redessociales de apoyo solidario; 4. la saturación de los ecosistemasa los cuales son reducidos; 5. El debilitamiento de lasautoridades locales y su sistema de control cultural para latoma decisiones y resolución de conflictos. Si bien configurauna de las principales estrategias de resistencia frente alconflicto armado, hay que tener en cuenta que no deja deconstituirse en una respuesta que incrementa la vulnerabi-lidad e indefensión de dichas poblaciones. Puesto que sonmaniobras que intentan evitar el acercamiento de las pobla-ciones a las cabeceras municipales pese a los costos sociales,económicos, políticos y culturales que ello implica.

Zonas que responden también al esquema de subordi-nación que imponen los ordenamientos jurídicos de laúltima década, respecto de los grupos étnicos, donde secircunscribe su identidad cultural a una lógica de preser-vación cultural interpretada como equivalente del conceptode conservación natural, ambos fundados en la permanen-cia territorial. Es decir, pese a la globalización y la cada vezmás profunda interacción cultural (relaciones con otrasculturas), continúan las representaciones donde los gru-pos étnicos colombianos son interpretados como sereshumanos que tienen que preservarse culturalmente sobrela “baja movilidad” de su población (estática) y donde soloes permitido un reducido margen de cambio de su visióntradicional del mundo.16 Interpretación propia de la des-cripción etnológica de mediados del siglo XX, donde el“nativo ecológico” es colocado por fuera de los circuitos demercado, mediante la reducción de su economía a la repro-ducción simple o de subsistencia, tecnológica y am-bientalmente adaptada, “bajo el ideal de la sostenibilidad”,en cuya representación los territorios son concebidos,exclusivamente, como espacios funcionales (‘útiles’

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ecológicamente) y no como los ‘lugares’ donde realiza sureproducción cultural. (Ibíd).

Luchas culturales: ¿Un nuevo paradigma para laacción humanitaria en Colombia?

Todos estos procesos han dado como resultado, durante elaño 2002, un cambio estructural en las pautas o tendenciasgenerales de la migración forzada. Hoy parece ocurrir elaparente cierre de un ciclo de transformación en la dinámi-ca poblacional del país cuando vemos emerger fenómenosque pueden ser interpretados a la luz de una correlaciónestructural múltiple de carácter negativo que cubre lastendencias globales en todo su espectro: desde las zonas desalida hasta las zonas de llegada, sin que el desplazamien-to forzado interno haya disminuido su crecimiento: 1. Unadisminución relativa en las tendencias de desplazamientomasivo de población: mientras entre 2000 y 2001 las cifrasde personas afectadas permaneció relativamente estable(64552 y 65695 respectivamente), para el año 2002 lascifras descendieron a 58193.17 2. Aumento progresivo delas poblaciones confinadas; como lo registra CODHES enel informe anual 2002, donde más de 20 mil personas, ensu mayoría indígenas y afrocolombianos, son objeto dedicha estrategia.18 3. Emergencia progresiva del desplaza-miento forzado de la población que se desplaza dentro delámbito urbano en las principales ciudades del país; comolo indican distintos informes sobre la situación en Cúcuta,Bogotá, Barrancabermeja y principalmente la ciudad deMedellín19 . 4. Continuidad en la implementación de loscampos de desplazados; como los efectuados en las edifi-caciones de Minercol e IPC en el Municipio de Quibdó,hasta el mes de febrero de 2003, con poblaciones prove-nientes del Medio Atrato (Bojayá, Munguidó, etc.). 5. Dis-minución de los retornos no obstante la política guberna-

mental. Según cifras de la RSS el índice de retorno –en elpaís– descendió en más del 70% entre el 2000 y el 2001; ycerca del 25% entre el 2001 y 2002.

No debería sorprendernos porque los representantesde los movimientos sociales afectados por dicha problemá-tica, especialmente aquellos basados en la afirmación étnicay la defensa de lo local, “comienzan siempre” sus argumen-tos con la cuestión de la conquista, la colonización y losatropellos a que fueron sometidos “para quitarles sus tierrasy acabar con su cultura”. Argumentos que parecen fundarseen tres premisas básicas: la primera, que la guerra es unproducto histórico generado por la violación continuada,sistemática y múltiple de los derechos humanos, y no a lainversa como se ha tratado de presentar durante los últimosaños. La segunda, que la lectura del conflicto y la migraciónforzada desde la memoria colectiva plantea una reflexiónmás profunda, holística y contextualizada, que permitereconocer en su origen y desarrollo, un conjunto de prácticascoactivas e institucionalizadas orientadas a lahomogenización y asimilación cultural por vía de lamercantilización de la naturaleza y la cultura. La tercera,que sus reivindicaciones por el derecho a la identidad, a laautonomía política, al desarrollo propio y al territorio sonproducto de su pervivencia ecológica, económica y culturalen un sistema de relaciones de subordinación al cual hanresistido durante siglos.

Estos discursos y prácticas que emergen de importan-tes cambios que se han propagado, durante los últimosaños, tanto en la dinámica bélica como en las discusionesacadémicas y políticas sobre el aumento de la complejidad,cobertura y magnitud del DFI en el marco del conflictoarmado. Son discursos y prácticas que han adquirido uncarácter totalmente diferente: tienen un enfoque principal-mente cultural. Es decir, son cuestiones que emergen de lamemoria colectiva y giran en torno de los significados,representaciones y prácticas que cuestionan la invi-

Retorno a Bojaya - 15 de noviembre de 2002. Foto: Julio Cesar Herrera

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sibilización que se realiza a través de la política pública,desde el carácter universal del diseño, la implementacióny ejecución de la misma, sobre el ejercicio, garantía, protec-ción y realización de los derechos humanos. Prácticas ydiscursos que son impugnados en términos culturales,debido a la ausencia de un enfoque diferencial que incluyaademás de las diferencias de género, generación,discapacidad y opción sexual, las diferencias étnicas.

Perspectiva que algunos autores nos recuerdan cuan-do establecen la continuidad de una estructura hegemónica,histórica y social, cuyo panorama es desgarrador:

“Los últimos 50 años de la historia de Colombia nosacercan a los primeros 50 años del siglo XVI o a los 50 añosque siguieron a la “Independencia” de Colombia. Mun-dos multivariados en los que el sistema colonial homoge-nizó las formas de presión política e ideológica y lasociedad se vio desgarrada por la intolerancia y por laguerra. Si tuviéramos que reflexionar sobre los grandescambios en nuestra vida material, de nuestros hábitos ycostumbres, de los costos humanos por los caprichos de loshombres, de la venganza y de la retaliación, no vacilaría-mos en comparar la penosa historia del contacto europeo,el desorden civil que engendró la independencia y lasgrietas y rupturas de todas nuestras convicciones mora-les, materiales, económicas y políticas que hemos sopor-tado en los últimos 50 años. Y lo más sugestivo de unaestructura tan larga es que estos agrietamientos, rupturasy cambios se produjeron bajo la intervención de losimperios de turno ya fuera España, Inglaterra o losEstados Unidos” (Tovar Pinzón 2001: 34-36).

Visto de este modo, la memoria histórica como la memoriacolectiva concuerdan en señalar el punto de inicio (laConquista de América) de esa práctica de migración forza-da y desterritorialización que hoy conocemos como des-plazamiento forzado, marco dentro del cual deben sercontextualizadas las actuales problemáticas sociales, cul-turales, económicas y políticas de los movimientos socia-les basados en la afirmación étnica. Se trata de llamar laatención sobre la necesidad de repensar los discursos yprácticas del Estado Colonial que perviven en el EstadoNacional, situados geoculturalmente, desde las “extremi-dades del poder” de las que hablaba Foucault (1993:182),desde esos “límites menos jurídicos” que continúan cues-tionando la “soberanía nacional”, en tanto bordes dondese debaten los movimientos sociales contemporáneos, lasidentidades y los derechos fundamentales (Derechos Civi-les y Políticos —DCP—, Derechos Económicos, Sociales yCulturales —DESC— y Derechos Colectivos o del MedioAmbiente).

Panorama que intenta superar la invisibilidad de losderechos culturales20 que según Symonides (2000:3) hansido tradicionalmente “descuidados o subestimados ytratados como “parientes pobres” de otros derechos huma-nos”,21 donde la enunciación “económicos, sociales yculturales” es utilizada con amplitud y el interés corrienteparece limitarse sólo a los derechos económicos y sociales.Es decir, sin tener en cuenta el principio de Adecuación

Cultural que debe constituir el eje transversal de los DESC.Las luchas por la afirmación de la identidad culturalparecen haberse convertido en sinónimo de riesgo desdecuando la Declaración de México sobre las Políticas Cul-turales (1982) concluyó que estas constituyen “una exigen-cia permanente, tanto para las personas como para losgrupos y las naciones” porque contribuye a la “liberaciónde los pueblos”. Pese a ello, también se demostró allí queel reconocimiento de “los derechos culturales de las perso-nas pertenecientes a minorías no es un riesgo y una fuentede conflicto sino más bien un factor importante de paz yestabilidad”.22

Valdría la pena preguntarnos si la correlación de estasvariables, campos, procesos y representaciones constitu-yen los elementos principales de un nuevo paradigma quemerece nuevas preguntas y respuestas en el análisis de ladinámica de guerra que vivimos en el país. De ser cierta estahipótesis ¿Qué relación tendrían estas reconfiguracionessocioespaciales con las nuevas maneras de conocer, deadministrar los territorios, de realización de los derechoshumanos ¿Qué relación tendría con las respuestas de lacooperación internacional, con las respuestas estatales, nogubernamentales, particularmente de la implementadapor el Sistema de Naciones Unidas desde la estrategiadenominada: Plan de Acción Humanitaria? ¿Será quellegó el momento del verdadero acompañamiento de lascomunidades afectadas por el conflicto como la únicamanera de responder a esta creciente espiral de violenciaorganizada que nos devora? ❑

Notas

1 Según la Organización Internacional para las Migraciones, almenos 1,2 millones de colombianos han salido para siempre desu país durante los últimos cinco años. Tan sólo en 2001,23.000 refugiados colombianos pidieron asilo en otros países(U.S. Committee for Refugees). Human Rights Watch. Informe2003 sobre Colombia. New York: Human Rights Watch, 14,2003.

2 GAD. La guerra en el Norte del Chocó: más de 10 mil despla-zados, en “Éxodo: boletín sobre desplazamiento interno enColombia”. Julio-agosto de 1997. Bogotá.

3 Otros casos notorios de éxodo masivo ocurrieron entre junio yjulio de 1998 (año en que arrancó el proceso de paz con lasFARC y el establecimiento de la zona de distensión para losdiálogos), desde el centro y sur del departamento de Bolívar;10.000 personas de 17 municipios distintos fueron forzadas asalir hacia el puerto fluvial de Barrancabermeja. Del mismomodo más de 10 mil personas, entre campesinos, afrocolom-bianos e indígenas, salieron de la Sierra Nevada de Santa Martahacia la ciudad de Santa Marta (Magdalena). Así mismo, unacifra que sobrepasa las 10 mil personas, en su mayoría indí-genas paéces y afrocolombianas, salieron forzosamente de lacuenca del Naya hacia los municipios de Buenos Aires, Timba,Caloto, Buenaventura y Santander de Quilichao.

4 Muestra de la alta concentración de la expulsión de poblaciónen el departamento, es que sólo tres municipios expulsaron el53% de la población entre enero de 2000 y junio de 2001:Juradó, Quibdo y Riosucio. En estos tres municipios se pre-sentaron 37 desplazamientos masivos. En estos se vieronafectados más de 12.000 personas. En promedio en cadadesplazamiento masivo se desplazaron cerca de 290 personas.Tomado de: Red de Solidaridad Social. Cifras sobre la mag-

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nitud del desplazamiento forzado en las regiones del proyecto“Diagnóstico del desplazamiento Indígena”. Unidad TécnicaConjunta. Bogotá, Agosto 28 de 2001.

5 Ibídem6 GAD. La guerra en el Norte del Chocó: más de 10 mil despla-

zados, en “Éxodo: boletín sobre desplazamiento interno enColombia”. Julio-agosto de 1997. Bogotá.

7 Los elementos de análisis han sido aplicados a estructurasurbano-regionales mucho más amplias y consolidadas, paramayor información véase: Thomas, Javier E.., Flórez, Antonio.Una aproximación a algunas estructuras de organización delespacio regional. Un estudio de caso. En: Revista de Geografía.Universidad Nacional de Colombia. Vol VI. Nº 1-2. Santafé deBogotá. 1997.

8 El sitio de paso es el lugar que “ofrece mayores posibilidadespara la comunicación, dentro de una arquitectura natural queimpone limitaciones; es el caso de los puntos bajos en lascordilleras andinas, los piedemontes, los fondos de cañones enlos sistemas fluviales con una dinámica muy activa o lasterrazas aluviales. Precisamente en los sitios de paso, el hom-bre a partir de la interpretación de ciertas condiciones topo-gráficas, decide cuál es el punto más funcional dentro de unaestructura geográfica, que le permita maximizar la comunica-ción y la eficiencia”. Ibídem

9 CODHES. ¿Hasta cuándo? Codhes Informa. No. 35. 17 deabril de 2001. Boletín de la Consultoría para los DerechosHumanos y el Desplazamiento. Bogotá, Colombia. Pp. 9.

10 Hyndman, Jennifer. A Post-Cold War Geography of ForcedMigration in Kenya and Somalia. The Professional Geographer, Feb 1999 v51 i1 p104(1). Según esta autora, la ‘protecciónpreventiva’ es evidente en la geopololítica (`geopolicing’) de lasmigraciones. Las medidas para controlar cruces fronterizos enla mayoría de países industrializados, de América del Nortey Europa se orientan en este sentido: el cobro de sanciones ala aerolínea, el aumento de demandas por documentos deidentidad, etc. Medidas que tienen efectos de racialización ycriminalización (effect of racializing and criminalizing) de ladinámica migratoria.

11 Posteriormente se dispusieron los “santuarios seguros” (Safehaven) para los Kurdos Iraquís, “las zonas de tranquilidad”(`zones of tranquillity’) para devolver a los refugiados afganos,los “centros abiertos de alivio” para los que habrían de ser losrefugiados de Sri Lanka; y los “corredores de seguridad” (`safecorridors’) para el enclave musulmán en Bosnia.

12 http://www.diplomatie.fr13 Tomado de Amnistía Internacional. Seguridad, ¿a qué precio?

La falta de voluntad del gobierno para hacer frente a la crisisde derechos humanos. AI: AMR 23/132/2002/s; diciembre de2002.

14 Para más información véase: Kanoui, Vanesa. Globalización,multinacionales y poblaciones en peligro. Médicos Sin Fronte-ras. Barcelona. 2001.

15 El 14 de diciembre de 1990 mediante Resolución de la Asam-blea General de la ONU se reconoció la necesidad de “corre-dores humanitarios” para facilitar el transporte de la ayuda apoblaciones afectadas por la guerra. El 5 de abril de 1991,también mediante la Resolución 688 del Consejo de Seguridadse consideró y aprobó el uso del derecho de injerencia. Porprimera vez en su historia, la comunidad internacional consi-deró que un problema interno de derechos humanos, “la repre-sión de la población civil en gran parte del teritorio iraquí”,representaba un amenaza contra la paz mundial y decidiócrear, en el norte de Irak, zonas de seguridad para los kurdos,protegidas por Naciones Unidas. El 13 de agosto 1992 median-te la Resolución 770, por primera vez, se permitió recurrir a lafuerza para hacer llegar la ayuda humanitaria a una poblaciónvíctima de un conflicto armado (Bosnia). El 3 de diciembre de1992, mediante la Resolución 794 que autorizaba un desplieguemilitar preventivo en Somalia a fin de “instaurar condiciones deseguridad para las operaciones de socorro humanitario”.Tomado de http://www.diplomatie.fr

16 Villa, William. Pueblos indígenas: autonomía y subordinación,en U.N. Periódico. Universidad Nacional de Colombia, No 25de agosto 19 de 2001. Bogotá. PP. 12.

17 Cifras a diciembre 5 de 2002, de la Red de Solidaridad Social:h t t p : / / w w w . r e d . g o v . c o / D o w n l o a d / F i l e s /Registro_SUR_Dic_03_web.xls

18 Codhes. La otra guerra: destierro y repoblamiento. BoletínCodhes Informa No 44. Abril de 2003. www.codhes.org.co

19 Para más información véase Sentencia T268/2003.20 Los derechos culturales de las personas pertenecientes a mi-

norías se mencionan en la Declaración Universal de DerechosHumanos y fueron reconocidos en el Artículo 27 del PactoInternacional de Derechos Civiles y Políticos en 1996.

21 Symonides, Janusz. Derechos culturales: una categoría descui-dada de derechos humanos. En Revista Internacional de lasCiencias Sociales. No. 158. 2000: http://unesco.ias.unu.edu/issj/rics158/symonidesspa.html#js10

22 Ibídem

Bibliografía

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da de derechos humanos. En Revista Internacional de las Cien-cias Sociales. No. 158. 2000.h t t p : / / u n e s c o . i a s . u n u . e d u / i s s j / r i c s 1 5 8 /symonidesspa.html#js10http://www.diplomatie.fr

Diego Henao es Antropólogo. Encargado de la sección étnica dela Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento,CODHES.

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28 Asuntos Indígenas 4/03

“......propongo que hagamos el compromiso de construir un arca de la memoria capaz de sobrevivir al diluvio atómico.

Una botella de náufragos sideralesarrojada a los océanos del tiempo,

para que la nueva humanidad de entonces sepa:Que aquí existió la vida,

que en ella prevaleció el sufrimientoy predominó la injusticia,

pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad.”

Gabriel García Márquez 2

Introducción

En estas notas queremos mostrar los esfuerzos querealizan afrocolombianos, indígenas y campesi-nos por reconstruir sus vidas en una región azota-

da por la violencia. El Naya es una región donde seencuentran todos los problemas que caracterizan a laactual Colombia: Está poblada por cuatro grupossocioculturales diferentes, que debido a procesos econó-micos alienantes, perdieron buena parte de las relacionesde convivencia, construidas durante muchos años. Laparte alta del río Naya tuvo una afluencia significativa depersonas que llegaron allí para cultivar la coca. Tantonegros como indígenas no tienen propiedad, ni colectiva,ni individual, sobre las tierras que ancestralmente habi-tan. Debido a su ubicación geográfica (va desde la crestade la cordillera occidental hasta el Océano Pacífico), es unsitio de grandes ventajas estratégicas para los gruposarmados. En el Alto Naya los paramilitares realizaronuna masacre en abril de 2001, que costó la vida a más de100 personas, campesinos, negros e indígenas y queocasionó el desplazamiento de más de 1000 pobladores.Por último esta región es un santuario de biodiversidady de gran riqueza maderera y de minerales en el subsuelo,que han despertado la codicia de empresas extractivistas.Los principales problemas del Naya tienen entonces uncontexto nacional y la solución a estos problemas pasanecesariamente por cambios estructurales políticos yeconómicos a ese nivel. No obstante, indígenas,afrocolombianos y campesinos han comprendido que ladefensa del Naya empieza en la región. Es por eso que seencuentren elaborando su propia agenda de lucha y hacien-do nuevos ajustes a sus organizaciones para adecuarlasmás a la situación de emergencia social, cultural, económicay territorial que viven en este momento.

Son tantas las masacres y asesinatos que se han cometi-do en Colombia, que mucha gente habla de una “cultura dela violencia” en la sociedad colombiana. Y de que en la“naturaleza” de los colombianos se encuentra una predispo-sición a la violencia. Estos conceptos, el primero de origen

EL NAYA

UNA APUESTA INTERETNICA PARA LA DEFENSA DE LA DIVERSIDAD DE LA VIDA1

Unión Territorial Interétnicadel Naya-UTINAYA

Mujer eperara-siapidaara del resguardo de San Joaquincito, Buenaventura.Foto: Carlos Gómez28 Asuntos Indígenas 4/03

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supuestamente antropológico y el segundo, que le asigna uncarácter congénito a la violencia, lo único que logran essoslayar y encubrir la historia de injusticia, ignominia,humillación y abuso de poder, que ha sufrido el pueblocolombiano. No creemos que exista una predisposición delos colombianos a la violencia. Vemos por todas partes,incluso en zonas donde se desarrollan fuertes accionesarmadas, esfuerzos e iniciativas de toda índole por escapara la guerra y por tratar de crear, a pesar de la violencia, formasnuevas de solidaridad y participación. Frente a los que sólocreen en la guerra, como el gobierno actual de Álvaro UribeVélez y los comandantes de las FARC y de los paramilitares,encontramos algunas comunidades, que apoyándose ensus culturas, están haciendo grandes esfuerzos para cons-truir espacios de convivencia y tolerancia como resistenciaa la violencia. El Naya es uno de estos ejemplos.

Ubicación geográfica

La hoya hidrográfica del río Naya, más conocida como“región del Naya” está ubicada entre los departamentosdel Valle y Cauca, limita por el oriente con los cerros SanVicente (3.000 m.s.n.m) y Naya, (2.650 m.s.n.m) sobre lacordillera occidental; por el occidente con el OcéanoPacifico; por el norte con el cambio de aguas de los ríosYurumanguí y Naya, y por el sur con el cambio de aguasde los ríos Naya y San Juan de Micay. Comprende un áreaaproximada de 170.000 hectáreas. Esta región se encuen-tra bajo la jurisdicción de los Municipios de Buenaventu-ra en el Departamento del Valle, y López de Micay yBuenos Aires, en el Departamento del Cauca.

Los pobladores

La primera presencia humana conocida en la región datadesde finales del Siglo XVII, cuando fueron creados los

primeros asentamientos mineros, con base en la esclavi-tud de población negra. Abolida la esclavitud en 1851, lapoblación negra se distribuyó por toda la región, estable-ciendo poblados (en la actualidad cerca de 50) en la partebaja y media del río Naya, con cerca de 17.000 personas.También en la parte baja del río Naya se encuentra unasentamiento del pueblo eperara siapidaara (Resguardode San Joaquincito), con cerca de 300 personas. El puebloeperara siapidaara está distribuido a lo largo de la CostaPacífica Sur (Cauca y Nariño) en 32 comunidades y tieneuna población aproximada de 7.000 habitantes.

En la parte alta, la población mayoritaria está repre-sentada por indígenas nasa (paez), procedentes de losresguardos de la cordillera central. Las primeras familiasllegaron a esta región a comienzos de los años cincuentadel siglo pasado, huyendo de la “violencia”3 . Estas fami-lias trajeron consigo valores culturales que caracterizana los pueblos indígenas: propiedad colectiva de la tierra,trabajo comunitario, reciprocidad, solidaridad entre las fami-lias y respeto a la naturaleza.

También viven en la parte alta del río Naya un númerosignificativo de familias campesinas blancas y mestizasde otras zonas del país, expulsados por la “violencia” opor la adversa estructura de tenencia de la tierra en susregiones de origen.

En general podemos afirmar que casi todos estospobladores llegaron allí buscando un territorio, dondepudieran recomponer social y económicamente sus vi-das. Las diferencias las establecen las épocas en quellegaron a la región y sus pertenencias étnicas y cultura-les.

El contexto regional

El Pacífico4:una historia frustrada de convivencia interétnicaLa región del Pacífico estuvo poblada inicialmente pornumerosos pueblos indígenas, algunas de habla Karib,de origen amazónico, como los embera y otras de origenmesoamericano y habla Chibcha, como los tule (cuna).Los yacimientos de oro, plata y platino y sus riquezasforestales (la madera, el caucho, la tagua, la quina) con-virtieron tempranamente a esta región en un enclave deextracción de recursos, modelo depredador que perdurahasta nuestros días y que es la causa principal de laatrasada y dependiente estructura económica actual de laregión. Para la explotación de los yacimientos de oro, losespañoles primero y los criollos después, trajeron gran-des contingentes de esclavos negros a la región. Abolidala esclavitud en 1851, muchos negros llegaron de otraszonas del país al Pacífico para reconstruir sus territoriosy sociedades. Eso explica porque en la actualidad es lapoblación mayoritaria en la región.5

Los pueblos indígenas del Pacífico desarrollaron prác-ticas complejas de aprovechamiento de la oferta ambien-tal y utilización de los bosques, ríos y suelos sindeteriorarlos. Esta forma de apropiación económica ycultural del territorio es lo que lo que los indígenas llaman

Población de la hoya Hidrográfica del río Naya

Grupo Ubicación Población*

Indígena Paez Alto río NayaAfrocolombiano/campesino Alto río NayaBlanco-Mestizo/campesino Alto río NayaAfrocolombiano/ribereño Medio y Bajo

río NayaIndígena EperaraSiapidaara Bajo NayaPoblacióndesplazada Alto río Naya

(aprox.)

Total

3.209

805

313

17.000

296

1.200

22.823

* aproximaciones de acuerdo a datos suministrados por las comunidades

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“territorio tradicional”. Es una fusión de la cultura con elterritorio que con el tiempo se fue convirtiendo en la“escritura de propiedad” que tienen estos pueblos sobresu hábitat.

De forma similar, y “prestando” estas prácticas eco-nómicas a los indígenas, los negros comenzaron a poblarlos ríos, adaptándose a las condiciones productivas delmedio. Esto exigía crear asentamientos dispersos a lolargo de los ríos y articular de forma eficiente -de acuerdoa condiciones climáticas y ciclos productivos del bosquey de los ríos- las actividades de aprovechamiento de laoferta ambiental, (recolección de frutos, pesca y caza) conla horticultura a la vera de los ríos y con la mineríaartesanal.

En lo que al uso de los recursos y al manejo delterritorio se refiere, no hay grandes diferencias entre losgrupos indígenas de río (Dobida en lengua embera) yafrocolombianos ribereños del Pacífico. La dinámica deocupación del territorio y aprovechamiento de recursosconducía a menudo a conflictos entre indígenas y negros,pero también, como producto de la interculturación apren-dida durante todos estos años, habían surgido instru-mentos para superar desaveniencias, sin que se desenca-denaran actos violentos.

De región promisoria a región saqueada.El despojo territorial a los pueblos del PacíficoLos procesos sociales y económicos que se desarrollabanen el Pacífico sucedían al margen del Estado, pues supresencia en el Pacífico había sido simbólica. No obstantesu injerencia, desde afuera, “dejando hacer” y en muchoscasos cohonestando con actividades depredadoras delmedio natural, sí ha sido fundamental para que se dieranprocesos devastadores en la región. Ya desde la épocacolonial el Estado le había abierto las puertas (en realidadnunca las ha cerrado) a todo tipo de “aventureros” ysaqueadores de recursos. Desde entonces su presencia seha limitado a mantener unas instituciones y funcionariosque legalizan o cohonestan el saqueo y que, en mayor omenor medida se benefician, de forma legal o ilegal, deestas rentas.

Los territorios tradicionales de indígenas y negroseran amplios, pues las actividades productivas exigíangrandes desplazamientos, ante todo en las zonas bajas yanegables de los ríos, o donde los rendimientos agrícolasson bajos. Tampoco existían títulos de propiedad, niindividual ni colectiva sobre estos territorios.

El Estado nunca reconoció este tipo de ocupaciónterritorial y muchos territorios tradicionales de negros eindígenas fueron considerados “baldíos”. Esta situaciónpropició el despojo territorial, el saqueo de los recursos yla violación de los derechos de estos pueblos

Con la demanda externa de maderas finas, se fortale-cen o se legalizan antiguas empresas madereras, y llegantambién, o se fundan nuevas empresas. Empieza unanueva oleada de saqueo del bosque. Estas empresas“rapiñan” y devastan amplios territorios, incluyendoaquellos de indígenas y negros. Estas empresas introdu-

jeron sistemas de trabajo semi-esclavistas, abrieron másla brecha para colonizaciones desordenadas y expandie-ron un comercio estrechamente ligado a estas economíasde enclave extractivista.

Estas actividades extractivistas no contribuyeron aldesarrollo de una economía local o regional. Por el con-trario son en gran medida las causantes del atraso, depen-dencia y marginalidad económica y social del Pacífico yde que se hayan venido disolviendo sistemas tradiciona-les de producción y de apropiación de la naturaleza,sostenibles y acordes con las necesidades de indígenas ynegros.

La modernidad capitalistaLos daños causados al planeta despertaron temprana-mente una preocupación a escala internacional por lasuerte del bosque húmedo tropical. Esta preocupacióntambién llegó a Colombia. Así mismo existía una presiónpor parte de los pobladores del Pacífico por que el Estadorespondiera a necesidades insatisfechas de la población,pues si hay algo que define a esta región, social y econó-micamente, es la simultaneidad como se presentan losfenómenos de marginalidad, exclusión y pobreza de sushabitantes.

Comienza entonces para finales de la década del 70 uninusitado auge de propuestas y políticas para el desarro-llo del Pacífico. Se discute en todas aquellas dependen-cias del Estado encargadas de orientar la política socialy económica del país la forma de sacar al Pacífico de suatraso y marginalidad. Se desempolvan viejos proyectos(carreteras, canales, microcentrales, hidroeléctricas, puer-tos, poliductos, zonas francas turísticas, etc.) y se diseñannuevos. Y se convoca a la empresa privada a que sevincule al desarrollo del Pacífico.

Nuevos proyectos económicos agroindustriales (cul-tivos de palma africana, producción de aceite y envase depalmito), pesqueros y de cultivo de camarones, turísticos,comenzaron a llegar a la región del sur a partir de ladécada del setenta. Pero también se incrementan losviejos proyectos ganaderos y de extracción de recursos(minería y madera). Estas empresas comenzaron a presio-nar por nuevos territorios y a absorber mano de obra dela región, con resultados desastrosos para las economíastradicionales de la región. Definitivamente la moderni-dad capitalista había llegado al Pacífico para quedarse.Esta modernidad, estaba siendo introducida por unanueva clase empresarial, ansiosa por invertir grandesrecursos provenientes del narcotráfico en tierras, ganade-rías y proyectos agroindustriales.

Respuestas de los pobladores del Pacífico al despojoterritorialLos pueblos indígenas a comienzos de los años 70 veníancreando organizaciones y levantando una serie de reivin-dicaciones, la mayoría de ellas de tipo territorial, pues lapresión sobre sus tierras, territorios y recursos se habíavuelto inaguantable y amenazante para su sobrevivencia.

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Estas luchas pioneras fueron la talanquera para la pérdidade sus territorios, pues a finales de los años 70 del siglopasado se comienzan a titular resguardos indígenas entoda la zona del Pacífico. En algunas ocasiones obtienenaún, derechos sobre territorios que eran ocupados conjun-tamente por negros e indios y algunas comunidades ne-gras quedan englobadas por resguardos indígenas. Estotrajo tensiones entre los indígenas y negros y “congeló” enmuchas zonas las relaciones entre estos dos grupos.

Estrechamente ligada a sus luchas territoriales, algu-nas organizaciones negras reivindican su pertenencia aun pueblo diferente con culturas propias y diferentes a lasdel resto de la sociedad colombiana, acercándose así a loque conocemos como reivindicaciones étnicas. Estas lu-chas nacen al calor de las luchas indígenas por la tierra.Con la Organización Regional Embera Wounaan(OREWA), las organizaciones negras hicieron un frentecomún para reivindicar un manejo territorial ajustado a lasnecesidades de las comunidades negras e indígenas.

Aunque estas alianzas de tipo social, político y étnicoparecen ser cosas del pasado, existe buena voluntad enalgunas regiones del Pacífico, ante todo en el Naya, decontinuar acercamientos para que indios y negros vuelvana juntar sus hombros, con el fin de desarrollar estrategiascomunes para la defensa de sus territorios, de sus organi-zaciones y ante todo de sus vidas, en la coyuntura actual.

El contexto local

Problemática de la región del NayaLa región del Naya no estuvo al margen de estos procesoseconómicos, sociales, políticos y ambientales vividos enel Pacífico, pues también aquí las lógicas y dinámicas dela economía mercantil extractivista desestructuraron lasprácticas tradicionales de aprovechamiento sosteniblede los pobladores negros e indígenas. Y también “enfria-ron” las buenas relaciones de vecindad y convivenciaentre ellos.

En el Naya, más temprano que en otras partes, con elauge de la explotación maderera primero y la llegada decultivos ilícitos después, muchas prácticas agrícolas tra-dicionales fueron dejadas a un lado. De esta forma fueronsurgiendo nuevos proyectos de vida, ante todo en lapoblación más joven, proyectos de vida que se caracteri-zaban por una visión inmediatista de aprovechamientoeconómico del territorio y que conducían a competenciasdesleales por tierras y recursos. En pocos años se comen-zaron a romper los lazos de solidaridad y reciprocidadinterétnicos construidos por las comunidades durantemuchos años y se fueron generando las condicionessociales, para que el cultivo de la hoja de coca se convir-tiera casi en la única alternativa económica para la pobla-ción indígena y campesina del Alto Naya. La población

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involucrada en el cultivo de la coca tampoco quedó almargen de procesos que marchan junto con la coca y que,negativamente, inciden en su vida social:

La economía de la coca produce procesos inflacionariosa nivel local y regional que consumen gran parte de lasganancias. Se abre un mercado muy amplio de bienes yservicios que engullen los excedentes y generan benefi-cios a toda suerte de intermediarios, negociantes yaventureros. La «bonanza» cocalera atrae la coloniza-ción, se complica el aglomerado económico, aparecentoda suerte de individuos inescrupulosos y se enrareceel clima social. El «costo de oportunidad» creado por lacoca, induce a la población a concentrar todos sus recur-sos de producción en este cultivo, reduciendo la autosu-ficiencia alimentaria. El valor de la coca resulta atrac-tivo para muchos, incluyendo actores armados legales(que oscilan entre la represión y la complicidad) eilegales (paramilitares y grupos guerrilleros que finan-cian sus ejércitos con el cobro de “tributos”,). Estogenera múltiples conflictos y violencias. El incrementode los precios de los bienes de consumo, junto con cíclicascaídas de los precios de la coca, generó endeudamientossimilares a los de la colonización «clásica» con elconsiguiente abandono de las parcelas y el restableci-miento de la concentración de tierras, esta vez a manosde los narcotraficantes.

La mayoría de la población del Naya venía entoncesafrontando las nefastas consecuencias de prácticas econó-micas que no tienen viabilidad económica, social, políticay ambiental, pues no son rentables a largo plazo, concen-tran beneficios en pocas manos, generan miseria a sualrededor y destruyen bosques, ríos y suelos, que tradicio-nalmente han sido la base del sustento de las familiasafrocolombianas, indígenas y campesinas. Estas heridascausadas a muchos territorios los han vuelto improducti-vos, propiciando un vaciamiento demográfico, con gravesconsecuencias para la región, pues son por lo regular losjóvenes los que toman más rápido la decisión de irse,cuando no son enganchados por los actores armados6.

A esta situación se agregan las consecuencias delconflicto bélico y las arbitrariedades de los distintosgrupos armados, como veremos enseguida.

Crónica de una masacre anunciadaEn el segundo semestre del año 2000, Las AutodefensasUnidas de Colombia, AUC., también conocidos comoparamilitares, establecieron una base militar en elcorregimiento de Timba. Desde allí comenzaron a contro-lar la principal entrada a la región del Naya, establecien-do límites a la cantidad de víveres que se podían entrar,controlando el tránsito de la gente, cobrando impuestos,amenazando a muchos arrieros y comerciantes y asesi-nando personas. Algunos pobladores comentan que enunos ocho meses asesinaron alrededor de 400 personas.

En octubre de ese mismo año son rescatadas en elNaya las personas que habían sido secuestradas por el

grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional, E.L.N.,en el kilómetro 18 de la vía Cali-Buenaventura. Aunquelos pobladores aclararon que ellos eran ajenos a cualquieractividad insurgente y por lo tanto no tenían nada que vercon el secuestro de personas, por estos hechos y por susaclaraciones, fueron declarados como “objetivo militar”,tanto por la guerrilla, como por los grupos paramilitaresy comenzaron a ser mirados con recelo por las fuerzasarmadas del Estado.

En Noviembre del año 2000, el E.L.N. declaró objetivomilitar a 5 comuneros de la región, uno de ellos salió dela zona con su familia. El 12 de diciembre de ese año,asesinaron al gobernador del cabildo indígena, lo cualobligó a los otros 3 comuneros amenazados a desplazar-se, después de ese repudiable acto. De que algo macabrose estaba “fraguando”, lo evidencia el siguiente testimo-nio del 24 de diciembre del año 2000:

“Eran aproximadamente las 8:00 am cuando llegaronunas personas de la Defensoría del Pueblo y de laDefensa Civil de Santander de Quilichao a la vereda ElCeral. Después de hablar con el gobernador del cabildo,reunieron a la comunidad y le dijeron que tenían que irseporque los paramilitares iban a ingresar al territorio yque esto causaría enfrentamientos con la guerrilla, conposibles consecuencias nefastas para la población civil.También dijeron que las personas que no salieran seríandirectamente responsables de lo que les pudiera ocurrir.Trajeron volquetas y dos buses escalera”.

“La gente, en medio de la incertidumbre, comenzó aprepararse para un viaje de la desesperanza, llevandoconsigo la ropa que tenia puesta, dos mudas más yalgunos artículos de cocina (informaron los vecinoscercanos). Siendo las 3 de la tarde, estaban reunidos 266personas de 57 familias. El gobernador del cabildo lesinformó que el sitio en que se iban a instalar sería elResguardo de Tóez en el municipio de Caloto, unacomunidad Páez desplazada de Tierradentro en Junio de1994 por la avalancha del río Páez en la que murieronmás de mil personas”.

“La comunidad del resguardo de Tóez acepta albergara estas familias por petición del gobernador del cabildode Pueblo Nuevo–Ceral, quien es oriundo de Tierraden-tro. Salieron a flote esos lazos de hermandad, vecindady unidad que caracteriza a los indígenas y más en esosmomentos de angustia y de dolor. Cerca de las 4 la tardesale la caravana dejando abandonadas sus casas, huer-tas, parcelas, animales domésticos, cultivos y parte desus familiares. Los que se quedaron en su gran mayoríafueron los mayores o ancianos y un gran porcentaje dela población negra. Esa determinación la tomaronporque no encontraron dentro de sus organizaciones ycomunidades vecinas quién los albergara o les colabora-ra en caso de desplazarse”.

“Durante el trayecto se escuchaba el llanto de los niñosque rompía el silencio de los adultos. El hambre comenzóa sentirse ya que no habían almorzado. Llegaron a las 7:30de la noche al resguardo de Tóez. La comunidad losesperaba, les ayudaron a bajar las pocas cosas que lleva-

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ban y les pusieron a disposición algunas casas de lacomunidad. Uno de los entrevistados comenta: “Esanoche los adultos no dormimos, no entendíamos lo queestaba pasando ni por qué a nosotros. Determinamos cómoorganizarnos. El cabildo continuaría orientándonos y lecolaboraríamos con algunos comités”. (Ríos, 2001).

El 25 de diciembre salieron 20 familias más, unas sequedaron en Timba y otras donde familiares en Santanderde Quilichao y Jamundí, que son las que no quedanregistradas en los censos de desplazamientos de la Redde Solidaridad Social.

La masacreEl 11 de abril de 2001, un grupo paramilitar, integrado pormás de 100 hombres uniformados, hizo un atroz recorri-do por la región del Alto río Naya. Hoy, dos años despuésde la masacre del Naya, no se sabe a ciencia cierta cuantaspersonas murieron durante esta incursión paramilitar.Todavía no se han encontrado todas las personas des-aparecidas. Se habla de que aún hay cadáveres sin levan-tar. Según la fiscalía, los muertos no suben de 50, lospobladores hablan sin embargo de que se cometieron másde 100 asesinatos. Lo trágico de esta masacre es que sobreella se tendió un manto de falsedades. El ejército colom-biano reportó a la Defensoría del Pueblo, de que en la zonadel Naya “sólo se daban enfrentamientos entre gruposirregulares”. Esto impidió a algunas organizaciones huma-nitarias del estado o sirvió de excusa a otras, las que siemprellegan tarde al lugar donde las necesitan, para haber pres-tado ayudas oportunas y solidarias a la población. 7

Estos hechos violentos provocaron el desplazamientomasivo de la población. Algunas familias han regresadoa la región, pero buena parte de la población desplazadase encuentra viviendo en la plaza de toros de Santanderde Quilichao o en “cambuches” en el resguardo indígenade Toez (Caloto) y en otros refugios temporales. Lostestimonios de lo que sucedió fueron recogidos porAparicio Ríos.

Deterioro de las condiciones de vida de la poblaciónHay un alto riesgo de que los hechos de barbarie cometi-dos en el Alto Naya queden en la impunidad. Pero ade-más se tienen serios indicios de que estas cruentas accio-nes pueden repetirse.

A esta situación se agregan las presiones y amenazasproferidas a las comunidades por los actores armados, loque a su vez vuelve muy frágil la estabilidad de lasfamilias en la zona.

Si la situación de las familias desplazadas es difícil,para las familias que permanecen en el Naya la situaciónno es mejor y son muchos los factores que vienen contri-buyendo a que su situación se torne desesperante :

• Restricción al ingreso de alimentos y medicinas (sepermite por familia sólo la entrada de remesas por unvalor de 60.000 pesos).

• Cobro de “impuestos” por cultivos, comercio, tenencia deanimales.

• Control de la población por parte de todos los actoresarmados y amenazas de castigo en caso de no informar aun actor armado la presencia del otro.

• “Enganche” para actividades militares de jóvenes ymujeres, aún de aquellas que son jefes de hogar.

• Todos los grupos armados, presentes en la zona,desconocen deliberadamente a las autoridades propias delas comunidades, sean estas Cabildos Indígenas, ConsejosComunitarios de las comunidades afrocolombianas oJuntas de Acción Comunal de la población campesina.

• Varios líderes indígenas han sido asesinados y otros sehan visto en la necesidad de abandonar la zona poramenazas.

• La producción de alimentos comenzó a reducirse a raíz delas fumigaciones a mediados de los años 90. Estasfumigaciones estaban dirigidas a erradicar los cultivos decoca, pero destruyeron también los cultivos de “pancoger”. Hoy día ya se ha perdido la seguridad alimentariaen el Naya.

Todos estos hechos han agudizado y generalizado lapobreza en la zona, en todos los ordenes de la vida socialy económica de las comunidades, factor que no contribu-ye ni a la estabilización de las familias en la zona, ni alretorno de los desplazados.

Los desplazados: ¡Hombres y mujeres sin derechos!

Para los indígenas y los afrocolombianos el desplaza-miento significa:

• Un desalojo de los lugares de referencia de su identidadindividual y colectiva.

• No sólo la pérdida de sus propiedades, cultivos, animalesy bienes materiales. Es también un despojo de todo lo queconfigura su vida individual.

• Pero es también la separación del tejido social en el cualhan desenvuelto sus vidas, es decir del espacio socialcomunitario que le confiere identidad. Aunque por loregular se desplazan colectivamente, para muchasfamilias la desgracia empieza cuando dejan de pertenecer auna comunidad y quedan por fuera de la protección quebrinda la vida social comunitaria.

• Para los pueblos indígenas y afrocolombianos la tragediaconsiste en que la violencia de que son objeto y que produceel desplazamiento carece de todo sentido: son agredidos yexpulsados por los actores armados porque habitan unaregión estratégica desde el punto de vista militar, porquesus territorios son ambicionados para cultivos de usoilícito o debido a la abundancia de recursos (minas,petróleo, maderas finas o suelos aptos para proyectosagroindustriales), o porque en sus territorios se tieneprevisto realizar grandes obras de infraestructura vial oenergética.

• Lo más terrible de este drama es que al permanecer porfuera de sus territorios, se está privando a estas

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comunidades de sus vínculos culturales, en los cuales sefundamentan todos sus derechos.

• Para estos pueblos el territorio es portador de la memoria yes por medio de él que los individuos se reconocen comopersonas. El no poseer los títulos de propiedad sobre losterritorios, no sólo los ha vuelto más vulnerables, sino queha impedido su inserción en el tejido social de la región.

• Para muchas personas significa un grave riesgo: para losjóvenes, de degradación social (vicios, drogas, alcoholis-mo y prostitución), para los adultos de abandonar susprácticas productivas, organizativas y culturales. Peropara todos, de quedar expuestos a la pérdida de sentido depertenencia a una comunidad y por lo tanto a la pérdidapaulatina de la identidad.

Ante esta tragedia, el Estado no ha mostrado voluntadpara aliviar la deplorable situación en que se encuentranlos desplazados, y menos aún para garantizarles el retor-no con seguridad y dignidad. Pero es que tampoco existenpolíticas de Estado para prevenir los desplazamientos ymenos para proteger la vida y los territorios de los indí-genas y de las comunidades negras. Aún más, las entida-des estatales han incumplido la mayoría de los compro-misos acordados.

Los desplazados se convierten así en hombres sinderechos, con el agravante, que en muchos casos, demanera irresponsable, se sospecha de ellos o son acusa-dos de pertenecer a alguno de los actores armados de laguerra.

Tanto indígenas como negros y campesinos han en-tendido que movilizarse en favor de sus familias despla-zada, hace parte de la resistencia y del fortalecimientointerno que requieren para afrontar las acciones de losviolentos, defender sus territorios y afrontar los retos delas políticas económicas, que atentan contra sus prácti-cas económicas solidarias y comunitarias.

El territorio y los Grupos étnico-territoriales se pertenecenEl “territorio tradicional” es el espacio que condensatodos los conflictos que tienen los grupos étnico-territo-riales con el mundo exterior. Es por medio del territorioque se relacionan con funcionarios del Estado, conmadereros, con colonos, con narcotraficantes, con gana-deros, mineros, y petroleras, con ambientalistas, ONG, yúltimamente con los grupos armados.

La movilización “en minga” -como dicen los indíge-nas del Cauca- en defensa de los territorios y sus recursos,es una movilización en favor de todas las formas de vidabiológica y cultural.

Derecho de los indígenas, negros y campesinos a viviren el NayaLa Universidad del Cauca reclama derechos de pro-piedad sobre la totalidad de la hoya hidrográfica delrío Naya. Este reclamo lo sustenta esta universidad enlos decretos ejecutivos del 24 de abril y del 6 de octubrede 1827, dictados por los Generales Simón Bolívar y

Francisco de Paula Santander, en sus calidades dePresidente y Vicepresidente de la República de Co-lombia, y en las Leyes 153 de 1941, 95 de 1944, elDecreto Ejecutivo 2118 de 1944, la resolución 332 de1955 del Ministerio de Agricultura y el fallo del Conse-jo de Estado del 5 de junio de 1976.

Las comunidades negras por su parte sustentansus derechos de propiedad, en la ocupación ancestralque desde finales del siglo XVII vienen haciendo sobreesos mismos territorios. Esta propiedad tiene susten-to jurídico en el artículo 55 transitorio de la Constitu-ción Política, el convenio 169 de la OIT, la Ley 70 de1993 y el Decreto Ejecutivo 1745 de 1995.

Así mismo, las Comunidades Indígenas sustentansus derechos, en la ocupación ancestral que vienenejerciendo en esos mismos territorios y que fue recono-cida por los artículos 329 y 330 de la ConstituciónPolítica, en las Leyes 21 de 1991 y 160 de 1994 y en elDecreto 2164 de 1995, e igualmente han solicitado alINCORA, la constitución y ampliación de sus res-guardos.

Además 17.278 hectáreas de la parte alta de lahoya hidrográfica del río Naya, fueron incluidas den-tro del Parque Nacional Natural de Farallones deCali, creado por el INCORA en 1968, por lo que elMinisterio del Medio Ambiente también manifiestatener ingerencia en la región.

Aunque existe esta pretensión de propiedad sobreel Naya y aunque muchos intereses económicos tie-nen puesta su mirada en esta región, el hecho real esque este territorio ha sido habitado por indígenas,campesinos y afrocolombianos. Si no poseen títulos,ni colectivos ni individuales, sobre estos territoriostradicionales, ha sido por desgano y negligencia delEstado. La sangre que ha sido derramada en esteterritorio afirma más el derecho que tienen estos gru-pos a vivir en él, y convierte esta región en un territoriode paz y convivencia de todas las culturas y de estascon la naturaleza, al margen de todo conflicto arma-do.

Los actos de barbarie registrados en el Naya y lasamenazas que sufren las familias que se quedaron, estánconduciendo a un vaciamiento demográfico de esta región.De allí que la Mesa de Trabajo y Solidaridad con elNaya, haya hecho suya la propuesta, de que estos territo-rios, como todos los territorios de los desplazados, seandeclarados “bienes protegidos por el derecho interna-cional humanitario” para que no puedan ser arrebatadosa sus más legítimos dueños.

Una apuesta interétnica para la diversidad de la viday para la defensa de los territorios tradicionales

Los pobladores del Naya no están dispuestos a seguirviviendo en la incertidumbre ni a soportar por muchosaños más el desplazamiento. Tampoco están dispuestosa seguir aceptando las presiones sobre sus territorios y

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recursos, pues otra vez en sus largas historias, estas sehan tornado amenazantes para su sobrevivencia.

Pero también se han dado cuenta que la región delNaya se asemeja al cuerpo humano. Su columna vertebrales el río que une las diferentes regiones. Una irracionalexplotación económica (extractiva, agropecuaria, indus-trial) que se desarrolle en una parte de un ecosistema,afecta negativamente a la totalidad del ecosistema. Esalgo semejante a si se le cercena a un cuerpo sus brazos,sus piernas u otros órganos. Esto termina afectando elfuncionamiento del cuerpo como un todo. De allí que ladefensa de ese territorio amerite la concertación entre losdiferentes grupos que viven y dependen para su bienes-tar, de ese cuerpo que es el Naya.

Lo que parece fundamental en el momento es quetambién se han percatado de que los intereses económicosque se dirigen al Naya son muy fuertes y es poco el tiempoque les queda para organizar su defensa.

Es debido a estas circunstancias que muchos dirigen-tes del Naya, indígenas, afrocolombianos y campesinosblancos y mestizos, vengan discutiendo la necesidad dedarle vida a un movimiento interétnico para resistir a lapérdida de sus propios espacios territoriales, amenaza-dos además ¯aquí quizás se encuentre la razón de tantaviolencia a estos pobladores¯, por un reordenamientoeconómico neoliberal y globalizador, para el cual laseconomías comunitarias y de relacionamiento solidariocon la naturaleza son un estorbo.

La primera apuesta es buscar una organización con-junta que junte las fortalezas de todos para alcanzarespacios de autonomía frente a los grupos armados de laregión. La segunda apuesta es la de conjuntamente apro-piarse legal, económica y políticamente los territoriosancestrales del Naya. La tercera apuesta es lograr acuer-dos frente al manejo del territorio y uso de los recursosnaturales y desarrollar una economía propia, cultural,ambiental y económicamente sostenible, que le garanticea todas las comunidades la soberanía alimentaria.

Agenda de trabajo interétnica

Al margen de la voluntad política, los dirigentes campe-sinos, indígenas y negros también son concientes que susorganizaciones tienen muchas falencias y debilidadesque es necesario superar, si se quiere eficacia en lasacciones. Ante todo tienen muy claro que se requiere demucha imaginación y creatividad para iniciar un procesode unidad entre poblaciones diferentes culturalmente yseparadas por sus historias particulares, pero unidas porlos mismos problemas y las mismas adversidades. Tam-bién saben por experiencia propia que el proceso detrabajar unidos requiere de mucha generosidad y toleran-cia frente a las particularidades culturales de cada cual.

Es por esto que los Cabildos Indígenas, los represen-tantes del Consejo Comunitario del Naya y de las Juntasde Acción Comunal, junto con las organizaciones regio-nales y nacionales de los indígenas y afrocolombianos(ACIN, CRIC, ONIC, PCN, ORIVAC, ACIVA-rp), hayan

decidido iniciar un diálogo fructífero que permita acer-carse y tomar conciencia de la realidad que viven, poneren la mesa sus fortalezas, auscultar las posibilidadesque tienen de superar sus problemas, pero también aentender sus dificultades y limitaciones. Han definido,entonces, desarrollar una Agenda de trabajo interétnica,para ir despejando el camino de obstáculos y llegar aacuerdos sólidos y duraderos frente a la construcción deun modelo de convivencia que responda a las necesida-des de los tres grupos que habitan el Naya (indígenas,afrocolombianos y colonos blancos y mestizos). Unmodelo que sea ambiental, social, cultural y económica-mente sostenible.

• La agenda de trabajo interétnica es entonces laestrategia metodológica para construir el caminocomún. Aunque los grupos entienden que haydiferencias de tiempos y urgencias entre losdesplazados y los que resisten en el Naya y queseguramente a la hora de pisar tierra apareceránnuevas dificultades, las comunidades están dis-puestas a poner en práctica propósitos de “aprendi-zaje e innovación” en la forma de construir susrelaciones internas y sus políticas hacia afuera. Enesta agenda de trabajo interétnica se involucrarán:

– Indígenas Paeces (Alto río Naya)– Indígenas Eperara-Siapidaara (Bajo río Naya)– Comunidades afrocolombianas ribereñas(Bajo y Me-

dio río Naya)– Comunidades afrocolombianas campesinas (Alto río

Naya)– Campesinos blancos y mestizos (Alto río Naya)

Y los temas de la agenda son los siguientes:

– Ordenamiento territorial (físico, social y económico)– Administración del territorio/manejo de los recursos

naturales– Propiedad/resguardos,territorios colectivos, reservas

campesinas.– Usos del suelo– Producción/seguridad alimentaria– Gobierno y justicia propios/autonomía– Educación, salud y culturas

Con la Agenda de trabajo interétnica se busca:

– Construir un “dique de contención” a la arremetida deintereses económicos, muchos de ellos respaldados porel mismo Estado o en otros casos, impulsados porpersonas que utilizan medios violentos para apropiar-se de tierras y recursos.

– Fortalecer las organizaciones propias de los grupos.– Definir los lineamientos de un Plan de desarrollo para

el Naya, pues sólo con planes que se parezcan a laregión y recojan el sentir de sus habitantes, se puedegarantizar la sostenibilidad económica, política ycultural.

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– Unir todas las energías de los pobladores para resistir lasestrategias de actores armados, que por medio de lafuerza, el terror y la barbarie, han buscado la sumisiónde campesinos, negros e indígenas.

– Refrendar los deseos todos de seguir defendiendo elderecho inalienable de los pueblos indígenas y negrosde mantener la diversidad de la vida y de las culturas.

– Descongelar el desarrollo de las relaciones entreindígenas y negros y que permita el tratamiento deconflictos entre pueblos que tienen los mismosproblemas y por lo tanto objetivos similares.

– Posibilitar el surgimiento de propuestas creativas yconstructivas para el manejo sostenible de la ofertaambiental, para el desarrollo institucional de losgobiernos propios de las comunidades (Cabildos,Consejos Comunitarios, Juntas de Gobierno Comunal).

– Comenzar a pensar en el desarrollo de instancias decoordinación de Indígenas, negros y campesinos paradefinir criterios, pautas comunes y metodologías detrabajo conjunto con el objetivo de profundizar en lasalianzas y orientar la presión ante el Estado en buscade soluciones reales a problemas urgentes y comunes.

– Generar un liderazgo interétnico capaz de dardirección a una estrategia común de apropiaciónterritorial en términos culturales, económicos, políti-cos y legales.

En síntesis, con la Agenda Interétnica estamos colocandolos fundamentos para desarrollar una nueva insti-tucionalidad que posibilite asegurar la propiedad delNaya a negros indígenas y campesinos, que valore losesfuerzos que estamos haciendo los pobladores de estaregión por escapar a la violencia y por construir formas detolerancia, solidaridad y participación. Una nuevainstitucionalidad que siente las bases para un desarrolloeconómico y un manejo ambiental apropiado y generosocon la naturaleza. Con esta nueva institucionalidad quequeremos construir, no nos estamos movilizando en contrade algo o de alguien. Es una movilización en favor de la vida,en favor de la solidaridad, la convivencia y la tolerancia, quepor naturaleza son una resistencia a la violencia.

Esta agenda ya está en marcha con resultados satis-factorios. El primer encuentro se realizó en julio en lacomunidad negra de San Francisco (Medio río Naya). Elsegundo encuentro se realizó en agosto en la comunidadNasa de La Playa (Alto Río Naya). El tercer encuentro serealizó en Puerto Merizalde (Bajo Río Naya)8 . ❑

Bibliografía

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Rios, H. Aparicio - Lectamo, Floresmiro: “Caracterización deldesplazamiento indígena en el departamento del Cauca”.ACNUR,ONIC,RSS: Popayán, dic.2001

Notas

1 Este artículo es un avance de un trabajo más amplio que se estáelaborando para IWGIA, en el marco del apoyo que esta orga-nización está prestando a la realización de los encuentros inter-étnicos en la región del Naya.

2 Epígrafe tomado de “Noche y Niebla” (introducido al texto porlos compiladores de los artículos).

3 Confrontación bélica entre los dos partidos tradicionales (liberaly conservador) que en un lapso de 10 años cobró la vida de cerca300.000 campesinos.

4 Lo que en Colombia llamamos el Pacífico son las tierras bajasal occidente de Colombia, que se extienden desde la frontera conPanamá hasta el norte de Ecuador y entre la cresta de la cordi-llera occidental hasta el litoral del océano pacífico. La visión másconocida del Pacífico es que se trata de un mosaico bastantecomplejo de ecosistemas, caracterizados por grandes extensio-nes de bosque húmedo tropical y ecosistemas costeros y mari-nos, provistos de una gran biodiversidad. Con una extensión deaproximadamente 70.000 Kilómetros cuadrados y 1.300 kiló-metros de costa representa el 7.17% del territorio de Colombia.

5 De los aproximadamente 920.000 habitantes del Pacífico, 85%son afrocolombianos, 8% son indígenas y 7% son blancos ymestizos. Alrededor del 60% de la población vive en cincocentros urbanos: Buenaventura, Quibdó, Tumaco, Istmina yGuapi. La población blanco-mestiza vive casi en su totalidad enestos centros urbanos. La casi totalidad de la población indígenahabita en pequeñas comunidades a lo largo de los ríos y esaproximadamente el 20% de la población rural.

6 Algunos de los paramilitares que cometieron las masacres fue-ron reconocidos por los pobladores. Unos habían sido víctimasde la guerrilla que ahora regresaban como victimarios. Otros sehabían enrolado por sueldos que iban de 250.000 hasta 500.000,de acuerdo al rango.

7 La población indígena, afrocolombiana y campesina del Nayarecuerda aún con agradecimiento a una de las pocas personase instituciones que se movilizaron para apoyar al Naya. Se tratadel reconocido pacifista Guillermo Gaviria Correa, cuando en sucalidad de gobernador del departamento de Antioquia, se pusoal frente de la acción humanitaria para solucionar la calamidadque vivían los pobladores del Alto Naya. Guillermo Gaviriacoordinó personalmente desde Timba el rescate de las víctimasy el suministro de víveres y medicinas. Un año después Gui-llermo Gaviria sería secuestrado y meses después asesinado porlas FARC, cuando las fuerzas armadas intentaban su rescate.

8 Las personas que deseen tener las memorias de estos encuentrospueden dirigirse a la revista y se les enviará por correo electró-nico.

9 De acuerdo a los testimonios recogidos por Ríos (2001).

La Unión Territorial Interétnica del Naya-UTINAYA surgecomo producto de la reflexión y trabajo de los encuentrosinterétnicos realizados por indígenas eperara-siapidaara, cam-pesinos colonos, indígenas paeces y afrocolombianos de laregión del Naya.

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Una comunidad puede estar sentenciada por unproyecto de inversión que ni siquiera conoce, pero

que lleva años gestándose en las oficinas de lastrasnacionales y sus socios. Esto es posible porque lademocracia representativa aleja de los centros de plani-ficación y decisión a las comunidades, cuyos integrantesdeben limitarse a votar cada determinado tiempo unossupuestos mandatarios y representantes elegidos, mien-tras desconocen todo el funcionamiento de los centrosreales de poder.

Para las trasnacionales la tierra es una mercancíaincorporable a sus inversiones, para las comunidades, latierra es su vida. Son dos enfoques. Las comunidadesdeberían tener toda la opción para hacer valer el suyo,pero generalmente van a la saga, limitándose a resistir aposteriori, cuando los hechos se abalanzan sobre ellas.Colombia está en el nudo de los megaproyectos e inversio-nes continentales integrantes del Plan Puebla-Panamá,PPP, el Canal Atrato-Truandó (y/o Atrato–San Miguel) y laIniciativa de Integración de la infraestructura Regional de SurAmérica, IIRSA. Estos complejos que unirán América La-tina con Estados Unidos, interconectarán desde las carre-teras y vías fluviales, hasta las redes eléctricas. Si lasmercancías norteamericanas se derramarán porSuramérica, el petróleo, el gas, la electricidad, los recursosgenéticos y especies tropicales fluirán en sentido inverso.El sector agropecuario es condenado a muerte mediantela libertad de importaciones con excepción de algunasplantaciones como las de palma africana cuya extensióninteresa a las trasnacionales para saturar el mercadomundial de aceite como antes lo hicieron con el de café, ode los monocultivos de especies introducidas de árbolespara explotaciones madereras o producción de papel ocartón, o por supuesto, de los cultivos transgénicos con-trolados por la respectiva transnacional.

La concentración de la propiedad de la tierra en lasmanos de 5 mil latifundistas ya no tiene como fin laproducción agropecuaria, sino la mera especulación conel precio de la tierra, que se espera irá al alza gracias a losproyectos de inversión trasnacional o estatal.

Es en estas condiciones que la violencia ha vuelto aresultar rentable como medio de desplazamiento de lascomunidades rurales. Ya había ocurrido durante la con-quista española, de nuevo en las guerras civiles del sigloXIX y en la Violencia de 1946 a 1958, cuando 2 millones

de personas fueron desplazadas y 300 mil asesinadas,mientras se expandían la caña de azúcar y el algodón ysubían los precios del café. Pero ahora para los latifundis-tas no se trata de producción, sino de mera especulaciónpara recoger las migajas de los grandes proyectostransnacionales.

En Colombia, el Magdalena Medio fue el área piloto deeste tipo de desplazamiento a raíz de la construcción dellamada “Carretera de la Paz” en los años 80. Este modelose aplicó después y se sigue aplicando en las áreasestratégicas: Atrato-Truandó, río Meta, Putumayo, futuracarretera Urabá-Venezuela, proyectos hidroeléctricos yzonas petroleras.

El canal interoceánico Atrato-Truandó (variante esco-gida por el Estado colombiano) y/o Atrato-Cacarica-SanMiguel (variante propuesta por Estados Unidos) es laconexión del PPP y el IIRSA, un proyecto estratégico dealto calado y en torno a él la violencia se ensaña con losafrodescendientes, indígenas y demás pueblos del Pací-fico. Las encuestas agropecuarias permiten detectar laconcentración de la tierra en las explotaciones de estaregión en los últimos años. La titulación colectiva para lascomunidades afrocolombianas es una carrera contrarrelojfrente al desplazamiento.

El río Meta tiene un destacado papel en un proyecto deorigen japonés que ahora hace parte de IIRSA y que buscallevar la carga de Bogotá hasta el Orinoco y de ahí alOcéano Atlántico o al Amazonas. Los planes oficiales seproponen privatizar el río y proyectan el puerto sobre elresguardo indígena Achagua, uno de los pocos lotes quelos grandes propietarios no han dominado.

El Putumayo, cuyo territorio está cuadriculado por loslotes petroleros, es la salida noroccidental del eje fluvialAmazonas-Río de la Plata, que comunicará mediantecanales y drenados ese departamento con Buenos Aires,Montevideo y la desembocadura del Amazonas y me-diante una autopista con la costa Pacífica. Es el proyectomás ambicioso de la IIRSA.

Antioquia además de convertirse como el Cesar enpaso estratégico entre Venezuela Urabá, el nuevo canal yel Pacífico, está en el área de mayor generación y poten-cialidad de generación eléctrica rápidamente inter-conectable con América central y Norteamérica gracias alPPP; actualmente se proyecta en Antioquia la construc-ción de la más grande de las represas, Pescadero-Ituango.

Héctor Mondragón

¿QUIEN QUIERE DOMINAR LOS TERRITORIOSCOLECTIVOS DE INDIGENAS Y AFROCOLOMBIANOS?

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Casanare tiene el mayor campo petrolero en explotación.Un estudio de la Contraloría General de la Nación1

identificó al occidente colombiano como la región de másalta concentración de la propiedad rural y al Valle delCauca como el departamento donde más se incrementóentre 1985 y 1996. También observó una concentraciónalta en Antioquia, Sucre y Cesar. El estudio de ClaudiaRincón2 sobre el catastro detectó que el proceso de con-centración fue mayor en los departamentos del Cesar,Bolívar, Valle, Quindío, Caquetá y Putumayo; en tantoque las Encuestas Agropecuarias del Dane identificaronprocesos de concentración de las explotacionesagropecuarias en Meta, Cizañare y Chocó.

Lo más grave está en que los megaproyectos hastaahora comienzan y la violencia creciente en Colombiapuede ser el motor de nuevos y mayores desplazamientosmasivos.

No se trata de proyectos de inversión aislados sino dela infraestructura del Acuerdo de Libre Comercio de lasAméricas, ALCA, cuya vigencia espera establecer Estadosunidos el 2005. El tratado norteamericano que lo prece-dió, el llamado NAFTA por su siglas en inglés, impuso aMéxico, previo a su ingreso, la eliminación de lainalienabilidad de la tierras comunales y los ejidos, queestaba garantizada por la Constitución de 1917. La res-puesta fue la insurrección zapatista en Chiapas y unaserie de luchas en otras partes del país, como la queculminó recientemente con la victoria de los campesinosde San Salvador de Atenco contra el intento de expropiarsu ejido para construir un nuevo gran aeropuerto interna-cional.

Los campesinos de Atenco se negaron a recibir unaabultada indemnización por sus tierras. “La tierra espermanente, el dinero se esfuma” era su consigna. Losinversionistas debieron resignarse.

En Colombia se aplasta con violencia luchas como lade Atenco, pero los indígenas embera-katío contra larepresa de Urrá y los u’wa contra la explotación petrolerahan marcado la pauta.

Los campesinos colombianos han comenzado a recla-mar también el derecho a la tierra, que desde el punto devista de las comunidades rurales no es solamente elderecho a un lote o parcela sino a un territorio, que incluyeel medio ambiente, los ecosistemas y las relaciones polí-ticas y culturales con el espacio. Este derecho nace de laexistencia misma de las comunidades rurales para lascuales la tierra es el espacio para la subsistencia física,social y cultural.

La Constitución colombiana en el artículo 64 dice que“el Estado promoverá el acceso a la propiedad de la tierra de lostrabajadores agrarios, en forma individual o asociativa”. Esuna tímida declaración de un derecho sobre la tierra, esdecir a la propiedad privada individual o asociativa delos campesinos. Pero el derecho a la tierra no es lo mismoque el derecho sobre la tierra o propiedad privada de ella.En el caso de los campesinos, la Constitución concibe latierra a la manera de los recetarios de moda, como uningrediente de una pequeña empresa, al que hay queañadir la “educación, salud, vivienda, seguridad social, re-

creación, crédito, comunicaciones, comercialización de los pro-ductos, asistencia técnica y empresarial”.

Pero, como enseñan los indígenas, la tierra es la madrey para el caso es el cimiento sobre el cual se construyen losderechos de las comunidades rurales. No solamente elderecho a la subsistencia física, sino los derechos políti-cos y culturales.

Hoy, así como los pueblos indígenas en forma decidi-da han optado por la propiedad colectiva de los resguar-dos y conquistado su inalienabilidad y las comunidadesafrocolombianas avanzan en la titulación colectiva, loscampesinos han comenzado a exigir titulaciones protegi-das. Lograron que se estableciera en la ley la figura de lasreservas campesinas, de las cuales ya han sido constitui-das seis y se encuentran en proceso de constituciónadelantado dos más y en varias diversas etapas desde lasolicitud hasta el trámite. La movilización campesina del16 de septiembre de 2002 exigió la inalienabilidad de lasreservas campesinas.

La historia de Colombia es la del desplazamiento. Laorganización masiva de las comunidades es la garantíaprincipal para la resistencia. La organización nacionalindígena, campesina y afrocolombiana y la unidad conlos sectores populares urbanos permitirá triunfos como lade los campesinos de Atenco en México. La violencia esdesde luego el obstáculo número uno. Las normas jurídi-cas que reconocen los derechos de las comunidades,comenzando por las constitucionales, son de una granayuda, como lo demuestra la experiencia indígena. Por lomismo vale la pena luchar por la inalienabilidad de lastierras, la defensa de la diversidad, la integridad cultural,el patrimonio genético y los demás recursos naturales.Por lo mismo hay que mantener la conquista de la acciónjudicial de tutela para defender los derechos colectivos,económicos, sociales y culturales.

Si la crisis colombiana sirve de pretexto para el des-arraigo violento de las comunidades, será también elpretexto para imponer el ALCA a sangre y fuego a lospueblos latinoamericanos que en todas partes se movili-zan por sus derechos. Si en Colombia las comunidadeslogran resistir, se unirán al gran movimiento que enLatinoamérica transformará la sociedad en beneficio desus pueblos. ❑

Notas

1 Controlaría General de la Nación 2000 “Propiedad Rural yReforma Agraria en Colombia”, en Economía Colombiana yCoyuntura Política Nº 278, junio de 2000. Bogotá

2 Rincón, Claudia 1997 “Estructura de la Propiedad Rural yMercado de Tierras”, Tesis de postgrado Universidad Nacio-nal, mec.

Héctor Mondragón es investigador y analista de la problemá-tica agraria colombiana. Asesor de las organizaciones agrariasen Colombia.

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Queremos destacar de manera especial en este informe anual eltema de los 10 años de la ley 70 de 1993, pues en este períodoy asociado a ésta herramienta de las comunidades negras, haocurrido una gran transformación del territorio del Pacíficodesde lo legal y desde las capacidades políticas de las organi-zaciones, pero también se ha presentado con más fuerza elconflicto económico y sobre todo el armado con sus lamentablesconsecuencias.

El Pacífico colombiano, pasó centenares de años enel olvido, desde cuando fue la zona donde se inicióla entrada de España al nuevo continente y sirvió

de tránsito para la conquista del Perú, hasta hace unospocos años cuando se convirtió en uno de los escenariosde más fuerte conflicto territorial, económico y armado enColombia, que según diferentes expertos, constituye elmás delicado del hemisferio Occidental.

Esta región- territorio constituida fundamentalmentepor selvas muy húmedas del Trópico y habitadomayoritariamente por poblaciones negras y en menorproporción por indígenas, es uno de los sitios con mayorbiodiversidad del planeta2 . La dinámica del Pacíficocolombiano es bastante marginal a la vida nacional, perose integra poco a poco de una manera violenta a la que sesuman tensiones, violencias y conflictos históricos alre-dedor del control y uso de los Recursos Naturales de laregión.

Las transformaciones de tipo territorial, demográfico,social y económico principalmente, en esta región hansido más notorias que en otras zonas del País. Prueba deello son las organizaciones comunitarias recientes y eltardío reconocimiento de región como espacio mul-ticultural y pluriétnico sólo a partir de la constitución de1991. Más recientemente, la sucesión de fenómenos eco-nómicos y políticos alteran las condiciones de la regióncomo se puede apreciar en la siguiente cronología:

• En 1959, el gobierno colombiano establece la ley 2/59, que desconoce la territorialidad y ancestralidadde los negros y los indígenas y estimula la actuaciónde los madereros.

• En los 70’s se produce una aceleración de lapresencia de proyectos industriales en la región.Llegan las camaroneras, empresarios de la palmaafricana, pesqueros y mineros.

LAS TRANSFORMACIONES DE LA REGION -TERRITORIO DEL PACIFICO COLOMBIANOY LAS RESPUESTAS DE SUS POBLACIONESLOCALES 1

Fernando Castrillón Zapata

Foto: Carlos Gómez

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• A finales de los años 70’s se configuran los primeros“resguardos” en el Pacífico. Esto generó nuevastensiones entre indígenas y pobladores

• Las guerrillas de izquierda aparecen de maneralimitada en algunas zonas de la región en los años 70.

• Al final de los años 70, se plantean grandesproyectos de infraestructura: la terminación de la víapanamericana que uniría a Colombia con Panamá yel canal Atrato - Truandó que conectaría a través deéstos ríos, el Océano Atlántico con el Pacífico. A estose agrega el reconocimiento de la región del Pacíficocomo una de las áreas de mayor biodiversidad delplaneta, en el marco de la discusión mundial sobremedio ambiente y el desarrollo sostenible.

• Llega el “boom” del fenómeno del narcotráfico de losaños 80’s,

• En los años 90 entran los paramilitares a las zonasde la región y se desencadena la más fuertealteración demográfica, cultural, social, política yeconómica, de acuerdo a diferentes investigaciones yregistros.

• En los años que van del Siglo XXI, se empiezan a verrespuestas de las organizaciones sociales y lasmismas comunidades frente a la violencia y laimplantación del modelo económico extractivista,como también serios reacomodos militares, políticosy económicos, principalmente del narcotráfico.

• Desde el Centro y Arriba (El gobierno central deBogotá) se impulsa una agenda para la región, quebusca la apertura en infraestructura y explotación delos Recursos con el aval de las organizaciones y quetambién acerca a Venezuela y Brasil al mar del SigloXXI: El Pacífico.

El Pacífico étnico y biodiverso, escenario detransformaciones Territoriales

Al inicio de los años 90, cuando se iniciaba la exposiciónde la región a la acelerada modernización e integracióneconómica al resto del País, surge una nueva concepciónde territorio desde los grupos étnicos locales, consagradaen la nueva carta política del país y sus desarrollosposteriores. Los territorios de los indígenas y negros, porlo general amplios y en algunos casos compartidos, em-piezan a ser delimitados al adquirir nuevas formas deterritorialidad: Resguardos, Parques Naturales, Zonasde Utilidad Pública y posibles Territorios Colectivos decomunidades negras y corredores biológicos, que obligana los sectores sociales del Pacífico a reconfigurar estrate-gias legales, económicas, políticas y sociales.

Gran parte de los Resguardos del Chocó se titulan enesa época y luego con la expedición de la Ley 70 en 1993,se titulan enormes áreas de manejo ancestral de las comu-nidades negras. También en esta época, estas, planteandemandas básicas como las formas de producción respe-tuosas de la naturaleza y dos horizontes compatibles conla vida y la cultura de las comunidades: La protección dela biodiversidad y el desarrollo sostenible.

Jóvenes eperara-siapidaara. Resguardo San Joaquincito, Buenaventura, 2003.Foto: Fernando Castrillón Zapata

Mujer eperara siapiadaara. Foto: Fernando Castrillón Zapata

Foto: Carlos Gómez

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Más tardíamente se dan cuenta las comunidades y lasorganizaciones de la necesidad de ordenar los territoriosde acuerdo a la cultura y a una mirada propia del Desa-rrollo. Se inician entonces los denominados planes deVida de las comunidades indígenas que empiezan tam-bién a ser la referencia de las iniciativas de las comunida-des negras. Ha habido avances tanto en los indígenascomo en las comunidades negras, en la manera de pensarlos territorios, la cultura, la economía y el gobierno demanera integrada y comienzan a ser tenidos en cuentamás allá de los discursos, como parte de la diversidad ya ser considerados progresivamente como agentesprotagónicos de las nuevas políticas ambientalistas y dedesarrollo.

El artículo Transitorio 55 de la Constitución de 1991y posteriormente la ley 70 de 1993 sobre derechos territo-riales y culturales de las poblaciones negras, genera unanueva realidad política y social en la región Pacíficacolombiana. La reivindicación de las formas de propie-dad territorial colectiva con una fuerte identidad étnicano tenía precedentes en la historia de Colombia e inclusodel continente americano.

La ley 70 y su decreto reglamentario 1745 de 1995,introduce nuevas formas organizativas y también nue-vas maneras de considerar el territorio. Es ahí entoncescuando emergen los “consejos comunitarios” o instanciade organización de los pobladores que reclaman un áreadelimitada del territorio que han ocupado de acuerdo acaracterísticas culturales y formas de producción deter-minadas por la ley.

A partir de la ley se inician dinámicas bastante inte-resantes encaminadas al reconocimiento de la identidadcultural y la titulación sobre las áreas comunitarias. Estopor supuesto desencadenó conflictos con los indígenaspor territorios de traslape o de conservación mutua y porla extracción de la madera, pero ante todo lo hizo con lasgrandes plantaciones de palma en el sur, contra lascompañías madereras del Norte y contra las iniciativasmismas del gobierno para adelantar proyectos de infra-estructura, de tipo minero energético y de extracciónforestal. Ahora el conflicto está mucho más relacionadoen torno al avance de los cultivos de coca.

Actualmente las transformaciones están enmarcadaspor otras realidades que aplazan o rompen las apuestasde las comunidades y las organizaciones, que a manerade ejemplo se ve en el desplazamiento forzado interno demiles de personas y la nucleación desordenada en lasgrandes ciudades, los ataques a la población civil comoen Bojayá, la masacre del Naya, los bombardeos deCacarica y la enajenación de más de 7.000 hectáreas, de10.000 con que contaba el Consejo Comunitario del BajoAtrato para serles extraídos los últimos y ricos bosquesdel Catival y probablemente sustituidos por cultivos depalma aceitera.

Esta situación es la que presenta actualmente el Pací-fico colombiano y que resulta paradójica, pues mientrasse avanza en formas legales en la titulación y se trabajanplanes e iniciativas de manera autónoma, por otro ladose arrebatan Derechos Económicos, Sociales, Culturales

–DESC– y también los derechos humanos por otras víascomo las armadas y el desmonte de garantías por partedel Estado.

Las respuestas de las poblaciones antela guerra y el despojo económico

Lo que ha logrado entenderse es que las comunidadesnegras y también las indígenas no renunciarán a susderechos ganados, a pesar de las situaciones que hanvivido, pues han entendido que son muchas cosas las queestán en riesgo y de continuar pasivamente ante el con-flicto armado, tal como ha venido ocurriendo, tendráncomprometido el bienestar de las generaciones futuras.En ese sentido, se han podido determinar respuestas quese expresan en:

• La negativa a abandonar los territorios y aún más, laclara decisión de rodearlos con condiciones favora-bles a las comunidades como la autosuficienciaalimentaria, redes de intercambio y reciprocidad,amigos y alianzas locales, nacionales e internacio-nales.

• La realización de desplazamientos organizados ycolectivos, en contraste a los desplazamientosindividuales que se observan en el Putumayo y otraszonas del país.

• Formas de reubicación en los cuales las poblacionespuedan reconstruir sus procesos de sociabilidad,sus formas de producción y continuar su proceso deapropiación de la identidad étnica y territorial.

• Insistir en que el estado adecue políticas para laatención a las problemáticas de las comunidadesnegras e indígenas, diferenciadas de las políticascomunes y tengan en cuenta como elemento centralla identidad étnica y territorial y en la que lasorganizaciones tengan más autonomía frente a losactores que podrían apoyar el proceso como lasONG´s, la Iglesia y otros sectores sociales.

• También ha habido gran avance en abordar losdiscursos que tienen en cuenta la región comoespacio de coexistencia entre grupos humanosdiferenciados y diversos (negros, comunidadesindígenas) y entre éstos y la naturaleza. Laconvivencia pacífica interétnica han sido arrolladapaulatinamente por violencia que generó la agudiza-ción del conflicto armado a nivel nacional y suextensión geográfica hacia esta región.

• La reivindicación de la identidad étnica, definidapor algunos actores locales como pacífica, indígena,negra y con una ligazón indisoluble al territorio, esuna efectiva respuesta a la violencia.

Los riesgos se mantienen

En medio de este escenario no se puede perder de vista quepersisten condiciones para que se mantenga el conflicto,

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pues las comunidades mismas lo saben. El conflictoarmado en el Pacífico es una suma del conflicto económi-co y de dominio territorial soportados en:

• La ubicación geográfica estratégica de toda la región.• Las perspectivas de macroproyectos de desarrollo,

que serán impuestos y no debidamente concertados.• El gran potencial de recursos naturales explotables y

que son fundamentales para el portafolio económicodel país.

En este escenario ha existido una preocupación y másallá, una actuación del programa TDG en consonanciacon el desarrollo de las iniciativas de las comunidades ysus organizaciones.

El programa TDG ha aportado a la región en el resta-blecimiento de redes, en los acercamientos intraregionales,en la revisión de las agendas sociales y la construcción deapuestas interétnicas. Asimismo ha puesto el interés enrepensar las relaciones económicas y las relaciones conla naturaleza, en valorar el bosque de manera muy estre-cha a la apuesta de futuro de las comunidades y enincorporar el saber de la ancestralidad sin desconocer lastransformaciones que voluntariamente elaboren las co-munidades. ❑

Notas

1 Sin dejar de considerar que la situación que atraviesa el países francamente preocupante, en esta oportunidad se planteael análisis de contexto alrededor de un tema fundamentalpara la vida de las comunidades y de su futuro: el recono-cimiento legal, económico y político de sus territorios en el

marco de la ley 70 de 1993. En momentos que se entrega estetexto, una evaluación del país, en torno al desarrollo humano,muestra serios retrocesos en la vida económica, social y po-lítica, con una marcada influencia en los sectores marginados.Esto se expresa en el informe de Desarrollo Humano por elPNUD y en la publicación “Noche y Niebla” del Cinep yJusticia y Paz, que desató los señalamientos y agresiones delPresidente y su gobierno a las ONG.

2 El Movimiento Mundial por los Bosques (2001) indica comoesta selva pluviosa del trópico denominada también Chocóbiogeográfico cuenta con 100 especies de aves endémicas, lamayor concentración en el mundo, una extraordinaria diversi-dad de especies de anfibios y de mariposas y las comunidadesde plantas más ricas en especies del mundo, con 262 especiesque tienen más de 2.5 centímetros de diámetro en 0.1 hectáreas

Bibliografía

Carlos Agudelo: El Pacifico colombiano: de “Remanso de Paz”a escenario estratégico del conflicto armado, basado en eltrabajo doctoral “identidades y política en poblaciones ne-gras del Pacífico colombiano.

Arocha, Jaime: “Etnia y guerra: relación ausente en los estudiossobre las violencias colombianas” en Arocha, Jaime, Cubides,Fernando, Jimeno, Myriam (compiladores), Las violencias:inclusión creciente, CES -UN, Bogotá, 1998.

Escobar, Arturo y Pedrosa, Alvaro (comp): Pacífico. Desarrolloo diversidad?, CEREC, Ecofondo, Bogotá, 1996.

Villa, William: “Movimiento Social de Comunidades NEGRASen el Pacífico colombiano. La construcción de una noción deterritorio y región” en Geografía humana de Colombia. Losafrocolombianos, Tomo IV, Instituto colombiano de culturaHispánica, Bogotá, 1998.

Fernando Castrillón Zapata es ingeniero agrónomo. Coordi-nador del programa Territorio, Derechos Colectivos y GestiónLocal, TDG de la Fundación Swissaid.

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Introducción

En varios países de América Latina, especialmenteen Bolivia, Ecuador, México y Colombia, los pue-blos indígenas pasan por un momento álgido de

movilización social y de valoración de su especificidadindígena. En Bolivia por ejemplo, el movimiento indígenade quechuas, aymaras y en menor proporción de guaraníesy otros grupos del Chaco y la Amazonia, en una ampliaalianza con otros sectores populares del campo y laciudad y reivindicando el carácter indigenista de sumovimiento, derrocaron al presidente Gonzalo Sánchezde Lozada, después de varias semanas de protestas. Y enEcuador, las reivindicaciones indígenas se han converti-do en el motor del movimiento Pachakutik, que agrupa aotros sectores populares rurales y urbanos. La capacidadde movilización de este movimiento provocó la caída deun presidente (Mahuad) y subió otro al poder (Gutiérrez).No obstante esta capacidad de alianza con otros sectores,el movimiento indígena ecuatoriano tiene reivindicacio-nes que expresan el más genuino fuste indigenista: nacio-nalidades indígenas y autodeterminación, por sólo nombrardos de las que son fuente de conflicto dentro del Estadoecuatoriano. En Colombia, que tiene uno de los movi-mientos indígenas más exitosos de América y que haconquistado, más que en los otros países, grandes reivin-dicaciones en estas últimas tres décadas, estos conceptosde corte indigenista, aunque no son desconocidos, no hanhecho parte de la agenda reivindicativa de las más impor-tantes organizaciones indígenas.

En nuestro país es la violencia que sufren los pueblosindígenas lo que ha generado las más importantesmovilizaciones indígenas de los últimos años. Pero lacuestión territorial sigue siendo la fuente principal delconflicto de los indígenas con el Estado. Y este conflictose viene agudizando precisamente con la confrontaciónarmada que se libra en el país1 .

La noción de territorio indígena es un concep-to que surge de las relaciones de los gruposétnico-territoriales con el Estado

Si en el presente tuviéramos que elegir un término paracaracterizar las luchas indígenas en Colombia, no duda-ríamos en decir que es el de territorio indígena. No obstante,la noción de territorio indígena no es algo constitutivo delas cosmovisiones e identidades étnicas. Vamos a ver estomás detenidamente, pues a primera vista esta afirmacióncausa sorpresa.

Lo primero que nos aventuramos a decir es que no estabaen la naturaleza de estos pueblos, determinar territoriospara definir los espacios de su ser social y establecer relacio-nes o diferencias con otros pueblos. Si bien es cierto en laAmérica precolombina los diferentes grupos étnicos identi-ficaban sitios de cacería y de cultivos estacionales comopropios, estos a veces se superponían con los de otros grupos(esto por supuesto generaba conflictos). Y aunque teníansitios de origen, que consideraban sagrados, estos sitios noconformaban por sí solos la noción de un territorio, tal comola entendemos hoy. Los sitios de cultivos, de caza y recolec-ción eran cambiantes. Igualmente sucede con los sitios deorigen de los pueblos karib y arawak que actualmente vivenen Colombia, pero que son originarios del Amazonas. Laconstante de los grupos había sido siempre la movilidad,dependiendo de la abundancia de frutos y desplazamientode la fauna. De acuerdo con la apropiación que iban hacien-do de nuevos territorios, iban creando imaginarios simbó-licos sobre esos nuevos territorios.

Lo segundo, que sí tenemos más claro, es que la relaciónprimaria de un grupo indígena con su hábitat, tiene comobase la oferta de recursos para la subsistencia del grupo.Esta primera forma de relacionarse con la naturaleza dalugar a que los grupos establezcan una serie de normaspara garantizar que el hábitat mantenga su productividado, como se dice hoy, conserve su oferta ambiental. De esta

TERRITORIO, IDENTIDAD ETNICA Y ESTADOEfraín Jaramillo J.

Indígenas arahuacos. Foto: Luke Holland

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relación que es meramente económica y ecológica, surgensin embargo una serie de cosmovisiones que ven a lanaturaleza como la fuente de todo bienestar. Alrededor deuna naturaleza fértil y generosa giran entonces muchos desus mitos y leyendas. De allí surge la noción de que la tierraes la madre de todo cuanto existe. Pero estas cosmovisionesno quedaban circunscritas a un espacio físico delimitado,por fuera del cual no tuvieran vigencia sus creenciasreligiosas alrededor de la naturaleza.

En estos grupos las prácticas de caza y recolecciónrequerían de un profundo conocimiento sobre las rutas demigración estacional de la fauna, de sitios potenciales deaprovechamiento de los recursos del bosque, de oferta ydisponibilidad estacional de cada recurso en determina-dos sitios, sobre los ciclos reproductivos de cada especie,las oportunidades de caza y recolección en diversosecosistemas, sobre las relaciones entre flora y fauna, lafragilidad y degradación de los recursos por un excesivoaprovechamiento, los límites con otros grupos, corredores yquebradas de conexión entre cuencas, aspectos religiosos,utilidad de cada recurso, etc. El uso de extensas áreas debosques respondía también a la necesidad de no agotar losrecursos existentes en un solo lugar, asegurando así elabastecimiento de alimentos, principalmente de proteínas.

Estos grupos “usaban” la diversidad de losecosistemas de forma ejemplar. Este sistema social deaprovechamiento de los recursos condujo a que a estosgrupos llegaran a ser reconocidos como los más eficientespobladores y conservacionistas del bosque, pues consu-mían más proteínas que cualquier habitante de las ciuda-des de hoy, sin alterar los ciclos naturales de la selva.

En la mayoría de estos grupos existía la creencia deque los espacios que habitaban también eran de propie-dad de otras especies de animales y de plantas, conquienes el hombre comparte una energía vital limitada. Yque esta forma de compartir un hábitat conducía a unequilibrio energético de las especies, que debía ser ade-cuadamente manejado si se quería seguir manteniendouna naturaleza pródiga en recursos2 . De alli la perma-nente movilidad de estos grupos.

La transmisión de esta racionalidad de generación engeneración se refleja en la alta población y biodiversidadde fauna aún hoy existentes en las zonas donde habitanlos grupos indígenas más tradicionales. Estos excelentesconocimientos llevaron a los grupos indígenas a ver suhábitat sin más restricciones que las que imponía la ofertanatural del bosque.

Por ninguno de estos grupos cruzó la idea de que a estaforma de aprovechamiento del bosque la llamarían pos-teriormente “economía sostenible”. Y menos que al hábitat,que permitía poner en práctica esta lógica de apropiaciónde la naturaleza, la dividirían después en parques natu-rales, reservas forestales, resguardos indígenas, territo-rios colectivos de comunidades negras, y fuera a ser objetode zonificaciones ecológicas y económicas o deordenamientos territoriales, basadas en conceptos jurídi-co-formales de poca monta, como los tan renombradosecodesarrollo y etnodesarrollo, que hoy podríamos calificarde retórica estéril del Estado.

Muchos grupos buscando nuevos sitios de caceríarecorrieron vastos territorios de la América precolombi-na. Sólo así podemos explicarnos grupos karib en lasselvas del pacífico y grupos arawak en los llanos orien-tales, valles del Magdalena y en el desierto de la Guajira,grupos estos que provienen del centro del Amazonas.

Lo que queremos significar con esto es que la noción deterritorio indígena que conocemos actualmente, surge de lasconflictivas relaciones con la sociedad circundante. Surgemás de necesidades políticas (de afirmación política) delos pueblos indígenas, que de imperativos culturales, en elmomento en que su hábitat fue invadido en la época de laconquista y posterior colonización española.

La constitución de las territorialidades indíge-nas, semejante a la constitución de las etnias,ha estado sujeta a continuas revisiones espa-ciales, sociales, jurídicas y políticas

La diversidad étnica ha estado presente desde que seconformaron los primeros grupos humanos al comienzode la historia de la humanidad. Estos grupos se diferen-ciaban entre sí por sus usos, costumbres, normas, lengua-jes y cosmovisiones, pero estas diferencias culturales noeran en sí mismas una fuente de conflicto. El conflicto sepresentaba cuando un grupo penetraba a un hábitat o alos espacios de cacería de otro grupo. En este caso, por loregular se presentaban dos maneras de solucionar elconflicto: o se compartía el espacio de cacería, pesca yrecolección, cosa que dependía de la riqueza en flora yfauna, y del grado de afinidad entre los grupos, o sellegaba a una confrontación bélica que terminaba cuandouno de los grupos era vencido y cedía el sitio de caceríaal otro. Pero lo que usualmente ocurría era que los gruposconservaran prudentes distancias entre ellos, confor-mando territorios intermedios que evitaban ocupar. Estosterritorios se convertirían a la postre en asombrosos refu-gios de flora y fauna.

Las desavenencias entre los grupos que habitaban laAmérica precolombina se presentaban entonces princi-palmente por el aseguramiento y defensa de las baseseconómicas que garantizaran la sobrevivencia de los gru-pos, que para grupos cazadores y recolectores no podía serotro que su hábitat. La pluralidad de cosmovisiones, ladiversidad de identidades, reiteramos, no era una causa detensiones y conflictos entre los grupos étnicos.

No obstante, algunos grupos étnicos llegaron a desa-rrollar vigorosas culturas regionales y a constituir sistemaseconómicos y sociales más complejos. Los casos másconocidos en la América precolombina fueron las civili-zaciones Inca y Azteca. Estos pueblos iniciaron unaexpansión territorial que incluía el hábitat tradicional deotros grupos étnicos. Esta expansión se realizaba gene-ralmente por medio de las armas, y después con la impo-sición de un sistema de gobierno y establecimiento de unaestructura jerárquica a su interior. Así fueron surgiendohorizontes culturales, que incorporaban y disolvían lasculturas regionales a su interior.

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Esto no era una tarea fácil. Los horizontes culturalesInca y Azteca tuvieron que hacer grandes esfuerzos paramanejar, controlar y en casos extremos, liquidar las iden-tidades culturales de los pueblos sometidos. Pero tam-bién tuvieron que aceptar, como en el caso Inca, queaquellos pueblos fuertes y con gran población, como elKoya, mantuvieran su lengua Aymara. A otros pueblosles permitieron mantener parte de sus costumbres y tra-diciones, aunque les impusieron su lengua, el Quechua.Los aztecas por su parte no habían terminado de conso-lidar su proceso expansionista y no habían consolidadototalmente un sistema de gobierno en todos los territoriosconquistados, al momento de la llegada de los españoles.Los españoles supieron aprovechar los conflictosinterétnicos al interior del imperio azteca. Eso explicaríaen parte, aunque difícil de entender, que un puñado desoldados al mando de Hernán Cortés, hubiera destruidoun imperio tan grande.

De lo expuesto anteriormente podemos sacar dos conclusiones:

La primera conclusión es que las desavenencias socio-culturales y conflictos étnicos se dan sólo dentro de Estadosmultiétnicos y pluriculturales, pues mientras los gruposétnicos mantuvieran sus límites sociopolíticos, las dife-rencias culturales no se convertían en una fuente deconflicto con sus vecinos. Los antagonismos se presentancuando se crean Estados, que arropan varios conjuntosculturales bajo un solo ordenamiento político. Y es de eseantagonismo que surge entonces el interés de los Estados porsuprimir las diferencias socioculturales y étnicas a su interior.Buena parte de la historia de los Estados nacionales, ha tenidoque ver con la forma de diluir las diferencias culturales yneutralizar así los conflictos al interior de una Nación.

La segunda conclusión que podemos sacar es quemientras una Nación no haya aprendido a convivir consus diferentes configuraciones culturales y no haya esta-blecido normas democráticas y pluralistas para garanti-zar que las diferentes etnias gocen de espacios paraseguirse desarrollando autónomamente, será siempreuna Nación frágil que puede descomponerse o fracturar-se cuando enfrenten dificultades, sean estas internas oexternas, de índole política o económica, social o religio-sa. De esto tenemos muchos ejemplos en el presente.

Además de ver las identidades étnicas en relación con losEstados, también nos interesa en este texto analizar la relaciónque los indígenas establecen con sus territorios para obtener losrecursos materiales para su subsistencia. Esto nos remite a losmodos de producción y a los conflictos que surgen en nacionesmultiétnicas con diferentes formas de economía y modos deconcebir y apropiarse de la naturaleza. Esta es una problemáticamuy actual en Colombia.

Para dar un poco de luz sobre esta problemática que seda en nuestro país y que tiene que ver mucho con lasdesavenencias que se presentan entre los grupos étnicos yde estos con el Estado, como veremos más adelante, quere-mos volver al pasado indígena. Y vamos a ilustrar estaproblemática a partir de responder a una pregunta que sehan hecho muchos historiadores y antropólogos: ¿porqué

imperios precolombinos, poseedores de grandes conoci-mientos, bien estructurados militar y políticamente, se de-rrumbaron sin ofrecer mayor resistencia a los conquistado-res europeos (caso de los aztecas, incas y en menor medidalos muiscas), mientras que otros pueblos, como los paeces,emberas, cunas, pijaos, lilíes, quimbayas, etc., se opusieronal invasor, ocasionándole fuertes derrotas y manteniendoespacios soberanos durante varios siglos, o prefirieron su-cumbir antes de entregar su libertad como los katíos?.

Una vieja pista para entender esto nos la ofrece el contro-vertido y polémico antropólogo francés Pierre Clastress,cuando establece diferencias entre los indígenas de lastierras altas (los Andes, la Sierra) y los que habitan lastierras bajas (la Amazonia, el llano, el pacífico, los vallesdel Magdalena y el Cauca), afirmando que los de las sierrahabían desarrollado Estados, mientras los de tierras ba-jas habían creado estructuras organizativas que se opo-nían al surgimiento de poderes centralizados y por lotanto, a que se crearan Estados.

Haciendo caso omiso de un cierto determinismo geográ-fico y otras pretensiones ideológicas que contiene esta afir-mación de Clastress, queremos seguir esta pista y continuardesarrollándola en el sentido de que aquellos indígenas quehabían experimentado la dominación por parte de Estadosorganizados, como el Azteca y el Inca, habían opuestomenor resistencia a los españoles, que aquellas tribus ycacicazgos de las tierras bajas que se enfrentaron a lashuestes españolas, muchas veces hasta morir.

Dos aspectos de la vida económica y religiosa de estospueblos nos ayudan a entender este comportamiento delos indígenas de la sierra:

El primer aspecto es que no se trataba sólo de Estados deindios, sino también de campesinos, en el sentido económi-co y político: individuos que poseían tierra y recursosnaturales, que producían principalmente para la subsis-tencia pero que también generaban un excedente paracumplir con obligaciones (impuestos), en este caso de pagode un “tributo”, el cual era apropiado por representantesde un sistema económico y social más amplio, en el cualse encontraban inmersos.

Para los casos Inca y Azteca, este “plusproducto”pagado por los indios-campesinos era la fuente del sos-tenimiento de sus imperios. El monto de este plusproductose establecía de acuerdo al tamaño de la tierra y noafectaba la reproducción económica de las familias.

El segundo aspecto es que estos indios-campesinos nosolo se relacionaron económicamente con el macro-sistema social por medio del tributo, sino que teníanque aceptar la intervención de los sacerdotes del impe-rio en su vida ritual y religiosa. No obstante, para elcaso de los Incas, estos respetaron concepciones pro-pias de los pueblos y comunidades anexadas alTawantisuyo, como por ejemplo aquellos rituales reli-giosos que tenían que ver con el aprovechamiento delos recursos de los diferentes niveles ecológicos y conel trabajo de la tierra.

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Pero mientras la “religión Inca», más compleja ysofisticada, miraba “hacia arriba” hacia el Padre Inti (sol)del cual los Incas eran sus hijos y recibían el designio paragobernar, la “religión de los indios-campesinos», miraba “ha-cia abajo”, hacia la “Pachamama”. Se trataba en este caso decreencias religiosas que estaban vinculadas al Ayllu y seorientaban hacia el aseguramiento de los medios de sub-sistencia, para garantizar en el tiempo la reproducciónbiológica y social de las familias y comunidades.

A la luz de estos dos aspectos ya no parece tan difícilentender el hecho, de que Cortés, Pizarro y Jiménez deQuesada, con un grupo reducido de soldados, pudieranhaber conquistado tales imperios, pues solo obtuvieronresistencia de los ejércitos permanentes de estos impe-rios. Para los indios-campesinos no había razón suficien-te para oponerse al invasor, mientras estos no invadieransus Ayllus y afectaran las bases económicas para sureproducción social.

Evidentemente, las primeras rebeliones en Américacontra los españoles se dieron en el momento en que elaumento de impuestos por parte de la Corona española,atacó las bases económicas de las familias (el levantamien-to de los comuneros en Colombia, las revueltas indígenasen el Valle Central de México, el levantamiento de TupacAmaru en Perú y de Tupac Katari en Bolivia, etc.).

En contraposición a esta actitud de los indígenas-campesinos de la Sierra, las tribus y cacicazgos de lastierras bajas veían como una amenaza a sus bases econó-micas cualquier penetración a su hábitat, pues comocazadores y recolectores estas bases dependían del domi-nio que tuvieran de amplios territorios. Aún en regionescomo las del Ecuador, que al momento de la conquistarecién se habían incorporado al imperio incáico (y dondeno se había formado todavía un campesinado depen-diente de una instancia estatal, como en las regionesandinas más al Sur), hubo gran oposición a la penetra-ción española. Este es el caso de Rumiñahui, capitán deAtahualpa que organizó espontáneamente las revueltasindígenas contra los invasores españoles.

Hoy día estas tradiciones arraigadas desde tiemposprecolombinos, pueden ser una explicación de los modosde reaccionar de los campesinos-indígenas frente al Esta-do, de su estilo de organización y sus formas de integracióna un contexto nacional. Para los indígenas serranos del Perúy para los indígenas de la zona andina colombiana yecuatoriana, hay una predisposición mayor para organi-zarse a nivel de clase social, a pelearle al Estado sus reivin-dicaciones y hacer alianzas con afroamericanos y otrossectores campesinos y aún obreros, que sus hermanos indí-genas de la selva. Pues seguramente estos indígenas-cam-pesinos cuentan con una tradición más larga y arraigada deinteracción con los mecanismos de dominación.

El hecho mismo de que los indígenas de los Andes enEcuador y Bolivia no hubieran sido desde épocas tempra-nas amoldados a los sistemas de dominación, puede seruna de las explicaciones del porqué los levantamientosindígenas en el Ecuador han tenido un componenteétnico muy fuerte, a pesar de que son campesinos-indíge-nas de la sierra los que los han impulsado.

En el caso colombiano, donde la actual poblaciónindígena, con excepción de algunos grupos de familiachibcha (muiscas y taironas), habitaba o provenía detierras bajas y estaba organizada en cacicazgos, la reacciónfrente a la conquista española fue muy fuerte. Pueblosenteros desaparecieron como los quimbayas, los lilies, loskatíos, etc. En el caso de los paeces que se replegaron a lospuntos más altos de la cordillera andina, para desde allíorganizar su resistencia, su conquista duró más de 100años y sólo fue posible su derrota, con la sutil penetraciónde la iglesia misionera. Igualmente sucedió con los pijaos,los zenúes, los emberas, y los kunas.

Aunque para los indígenas, la Corona española con-cibió la figura de resguardo para legalizar la figura de“territorio indígena”, ya los indígenas habían venidoincorporando esta noción a sus luchas. A nuestro modode ver las cosas, es con estas luchas que se va generandola noción de territorio indígena, tal como la entendemos enla actualidad. Y las organizaciones indígenas regionalesque surgieron en esta última etapa de movilización, hancolocado al territorio (y su dominio e integridad), como eleje central para el desarrollo de sus luchas, anudando asílas luchas del pasado con las del presente.

Somos conscientes de que con estas afirmaciones nosestamos moviendo en un terreno movedizo, que segura-mente despertará más de una controversia. Precisamenteeso es lo que se quiere con estas notas. También queremoscon estas notas despertar de nuevo el interés y estimularel debate frente a los aspectos fundamentales del territo-rio, que es lo que está en juego en este momento. Por esolas notas que siguen a continuación son más polémicas.

¿Tienen un futuro promisorio los territoriosindígenas?

Con el reconocimiento de los derechos étnicos en la nuevaConstitución Política de Colombia surgió la esperanza deque el Estado colombiano iba a conciliar sus diferencias conlos grupos étnicos, otorgándoles unos márgenes razonablesde autonomía y reconociéndoles los territorios que veníanexigiendo. Esta visión se vio reforzada con la expedición dela Ley 70 de 1993, que tiene en cuenta las reivindicacionesterritoriales de las comunidades negras del Pacífico, alotorgarles unos derechos territoriales colectivos, bastanteparecidos a los que poseen los indígenas. No obstante laspolíticas económicas y sociales de los gobiernos posterioresrecusaron estos derechos y es manifiesta la hostilidad de losgrupos de poder al interior del Estado, a aceptar derechos,fundamentados en la diferencia cultural.

El principal derecho que recusa el Estado neoliberal esel derecho territorial de los grupos étnicos. Aunque a nivellegal los gobiernos los sigan reconociendo, no existe unavoluntad política del Estado para su defensa. Este desganodel Estado para proteger los territorios de los grupos étnico-territoriales, no se presenta porque los indígenas y negrosposean tierras. Sino por el carácter colectivo e inalienable deesta propiedad, que coloca a estos territorios por fuera delalcance de las fuerzas del mercado. Los principiosracionalistas en los cuales se fundamenta la ideología libe-

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ral, tienen como base la autonomía del individuo sobre lacomunidad. Las autonomías colectivas basadas en la tradi-ción y la costumbre no tienen cabida en este sistema. ElEstado neoliberal no es entonces un sistema pluralista queacepte la diversidad de pensamientos, culturas, sistemaseconómicos y formas de propiedad, como fundamento de unEstado democrático. No dudamos en afirmar que de laresolución de este antagonismo va a depender el futuro delos pueblos indígenas en Colombia. Y en el mundo, sitenemos en cuenta como este sistema neoliberal ha venidoconfigurando una economía mundial sin precedentes en lahistoria de la humanidad.

La pregunta que nos hacemos todos en este momentoes de si los pueblos indígenas y los pueblos afro-colombianos del Pacífico -que también reclaman su con-dición de comunidades étnico-territoriales- pueden re-sistir la presión sobre sus territorios colectivos, más cuan-do en ellos se encuentran riquezas (minerales, recursosgenéticos, hidrocarburos, agua, etc.) importantes para eldesarrollo del sistema económico neoliberal.

El sistema liberal, que hoy en este nuevo milenioretorna agresivamente a sus viejos paradigmas doctri-narios, no concibe las autonomías sino por fuera de susfronteras. La autodeterminación se acepta sólo para losotros Estados-Naciones. No tolera que a su interiorpuedan existir pueblos que piensan diferente, tenganotras creencias, hablen otras lenguas, pero ante todo noacepta, que tengan territorios colectivos y prácticas eco-nómicas comunitarias y solidarias. No tolera nada deesto, a pesar de que en el mundo de hoy y en todas lasdeclaraciones a nivel mundial, estos derechos de losgrupos étnicos se consideren inalienables y la humani-dad está más convencida que nunca antes, de que entremás diversidad de pensamientos haya en una Nación,mucho más abundantes, complejas y ricas son sus posi-bilidades de creación cultural.

Pero en el presente se encuentra en marcha otroproceso, quizás más pernicioso para la propiedad colec-tiva de los territorios que el neoliberalismo. Y es que lapercepción de los pueblos indígenas sobre su hábitatnatural se ha venido limitando a la de su territoriolegalmente constituido o al que actualmente ocupan. Estoviene conduciendo a que también se disminuya elámbito de responsabilidad por la protección de un terri-torio más amplio, de cuya conservación depende laprotección de sus territorios. Es por eso que afirmamosque el futuro de los territorios indígenas y en general detodos los territorios de los grupos que se reclaman comoétnico-territoriales, va a depender de su capacidad paraestablecer alianzas estratégicas y defender más allá desus territorios la selva húmeda tropical y los ecosistemasen los cuales están enclavados sus territorios. En estesentido es que estamos introduciendo estas reflexionespara alimentar el debate, que todavía está en pañales.

A menudo los grupos étnicos responden a los ataquesdel sistema neoliberal parapetándose en planteamientoscomunalistas cerrados, en la mayoría de los casos de carác-ter esencialista, con poca visión estratégica. Se pone másénfasis en lo propio y se descarta lo ajeno, se recurre a lo

tradicional para rechazar lo nuevo y se considera perni-cioso lo de afuera, mientras se pondera lo de adentro.

Los conceptos antinómicos de propio/ajeno, tradicional/nuevo y dentro/fuera los utiliza a menudo la antropologíapara analizar situaciones de interculturalidad, y allí radica-rían los límites y la razón de ser de estos conceptos. Cuandoestos conceptos derivan en comportamientos y prácticassociales, conducen a aislamientos y no generan autonomíascomo a veces se quiere mostrar hacia afuera. Al ponerdemasiado énfasis en lo propio, lo tradicional y lo que vienede adentro de los pueblos, se esta bloqueando la creatividady debilitando la capacidad de un pueblo para gestionar sufuturo. En vez de encontrar caminos propios de libertad, loque se consigue es aislar más a los pueblos y crear nuevasdependencias o profundizar las viejas.

Los pueblos indígenas no son autárquicos. Sus econo-mías tienen grandes limitaciones en la actualidad, puesdescansan en técnicas bastante rudimentarias. Por otrolado sus territorios no tienen, debido al deterioro productivocreciente que han sufrido, una oferta ambiental suficientepara garantizar el bienestar económico y social de suscomunidades, como ocurría antes. En estas condiciones lospueblos indígenas dependen para su desarrollo económicode las economías de afuera. Si esto se rechaza no podrían lospueblos indígenas proveerse de aquellos productos que noposeen y que ya hacen parte de sus necesidades. De allí queno puede ser considerada como ajena y en principio comoperniciosa la economía de afuera, como tampoco pueden losindígenas ser indiferentes ante el tipo de economía que seestablezca en una región en la cual están inmersos susterritorios, pues de ese tipo de economía va a depender supropio desarrollo económico o su exterminio. Es un arma dedoble filo. Pero una ponderación de lo “propio” y un rechazoa ciertas técnicas y prácticas económicas de “afuera”, quepueden ser adaptadas a sus sistemas culturales, puedeconducir a un vaciamiento demográfico de los territoriosindígenas. Pues cuando el cúmulo de necesidades crece ysus economías no responden a este crecimiento, el resultadomuchas veces visto es que la población o tiende a abandonarsu territorio, o se vuelca sobre sus recursos naturales, sintener en cuenta si este aprovechamiento es sostenible.

El territorio es el espacio que condensa todas las rela-ciones con el mundo exterior y es el centro de todas lastensiones que viven los pueblos indígenas. Ambientalistas,institutos de investigación, ONG, entidades estatales comoINCORA o el Ministerio del medio Ambiente a través de susección de parques naturales, madereros, colonos, gana-deros, mineros, petroleras, narcotraficantes y últimamenteactores armados, se relacionan con los indígenas a travésdel territorio. Estas relaciones son desiguales a favor deaquellos actores más fuertes y con mayor capacidad deintervención que los indígenas. En este sentido sería per-judicial aislarse con propuestas comunalistas, y no buscarimbricarse en un movimiento más amplio, de raigambrepopular, que desarrolle estrategias de defensa deecosistemas más allá de los territorios indígenas, estrate-gias que tengan más perspectivas de éxito hacia el futuro.Y es que defendiendo la selva húmeda, se están defendien-do también los territorios propios, que son no sólo la fuente

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material de la reproducción económica y social de lospueblos indígenas, sino de su misma existencia como cul-turas diferentes3 .

Un peligro a largo plazo para la existencia y perdura-bilidad de los territorios indígenas es la forma como elEstado y sus instituciones de investigación, de desarro-llo, de protección, etc. se vienen acercando a los pueblosindígenas, dando muestras de aceptación del derecho delos indígenas a decidir sobre sus territorios y sobre suspautas culturales para desarrollar sus economías. Losindígenas ven así cosechados sus esfuerzos por el recono-cimiento de sus territorios. Esto es así desde una visióncomunalista de los indígenas, magnificando lo “nuestro”,donde los más importante es lo que pasa “adentro”. Por“fuera” de los linderos de los territorios indígenas, el Estadoy otros intereses económicos privados, legales o ilegales,tienen otra visión. Allí se permite (y se promueve) otro tipode relación económica con el territorio: extractivismo, gana-derías extensivas, complejos agroindustriales, hidroeléctri-cas etc., actividades que van en desmedro de ecosistemas debosque húmedo y que tampoco son sostenibles económica-mente a largo plazo. Este tipo de proyectos macroeconómicosque rodearan a los territorios indígenas, son los que seencargarán en el futuro de inundar estas “islas” indígenasde convivencia con la naturaleza. Otra razón más para quelos indígenas y negros no sean indiferentes al tipo deeconomía que se establezca por fuera de sus territorios. Estavisión comunalista tiene similitudes con aquella demandade los indígenas de que la guerra que libran actualmente losactores armados se realice por fuera de sus territorios.¿Quiere esto decir que con tal de que no la sufran en carnepropia, esta guerra que está sufriendo el pueblo colombianoles es indiferente?.

Esta visión comunalista de los territorios le cae como“anillo al dedo” a una política de protección de laidentidad cultural circunscrita a un territorio específi-co. De acuerdo a esto, las culturas indígenas sólo po-drían permanecer en el tiempo, si se les permite sobera-nía sobre un espacio natural, cerrado a cualquier intro-misión de afuera. Algo similar se propuso en Suráfrica,donde después de haber pasado por intensos períodosde explotación, el gobierno creó los “Homelands”, paralos pueblos negros de Suráfrica. Como Mandela lodevelara lúcidamente, los pueblos bantúes no podríanpensar hacia el futuro en una gran patria, pues supensamiento y cosmovisión quedarían circunscritas auna porción de tierra. Pero con esa política, argumenta-ba Mandela, el culpable de la miseria dejaba de ser elgobierno “blanco” con su política de Apartheid. Losculpables ahora eran los propios negros que instaurabangobiernos corruptos y despóticos. De esa manera unterritorio propio, más que un espacio donde se desarro-llaba libremente la vida de un pueblo, se convertía en uncampo de concentración. Creemos que no está muy lejosaquella visión que nos habla de indígenas conser-vacionistas, que deberían convertirse en guardianesaplicados de sus territorios, manteniendo inalteradassus prácticas productivas para garantizar que susterritorios sean islas de sostenibilidad.

El peligro más grande para los territorios indígenasproviene no obstante, de la fractura de las relacionessociales al interior de las comunidades y aún de lasorganizaciones indígenas, por la cooptación que hansufrido con fondos del Estado, ONGs ambientalistas, deinvestigación o proyectos de desarrollo con finan-ciamiento multilateral. Estos recursos financieros no solocooptan personas, sino a comunidades enteras y a orga-nizaciones. Y vienen generando un ambiente propiciopara corromper algunos líderes de las comunidades ypara abandonar las luchas en defensa de los territorios.Los indígenas no pierden entonces sus territorios única-mente por medio del desalojo violento o la invasión de susterritorios. Allí donde sucumban ante la seducción de losrecursos, vengan estos del Estado, de la así llamada“politiquería”, de ONG, o de proyectos de dudosa tras-cendencia desarrollista, los pueblos indígenas pierdentambién el talante y la capacidad para la defensa territorial.Una vez perdida esta fuerza que ha caracterizado a lasluchas indígenas en Colombia, es poco probable que surjaa mediano o largo plazo otro proceso de constituciónterritorial como el que se ha llevado hasta el momento. ❑

Notas

1 Un estudio de la Contraloría General de la República revelaque durante los últimos 10 años los narcotraficantes se hanapoderado del 48% de las tierras más fértiles del país. Estohace suponer a muchos analistas de que el desplazamientoforzoso de campesinos, indígenas y afrocolombianos no essólo un efecto colateral del conflicto armado, sino que obede-ce en parte a una estrategia macabra, asociada a intereseseconómicos. El campo colombiano se ha convertido así en laprincipal estrategia de acumulación y lavado de activosprovenientes del tráfico de drogas, para desgracia de campe-sinos, negros e indígenas.

2 En un debate sobre demarcación de tierras para indígenas enla Amazonia peruana, un funcionario del Estado le reprocha-ba a una comunidad indígena, que ella estaba exigiendomucha tierra para el tamaño de la comunidad, a lo que undirigente de la comunidad respondió: “¿ ....y es que los venadosy las lapas no necesitan tierra?”. Esta visión de compartir unespacio con otros seres de la naturaleza surge, según Margue-rite Yourcenar, “del antiguo pensamiento animista”. Esta visiónfue desarrollándose hasta convertirse en una forma muyconsciente de la unidad de todos los seres de la naturaleza,y permanece aún en muchos pueblos del planeta, aún enreligiones muy desarrolladas como las orientales, y por su-puesto en muchos pueblos indígenas. “La Europa cristiana nola ha conocido, o muy brevemente , sólo en la égloga franciscana”.

3 Si miramos las formas como históricamente se han destruidolos lazos culturales que tradicionalmente han cohesionado alos pueblos indígenas y el descrédito que se ha hecho de susculturas, vemos también que en el fondo estas prácticas hanestado al servicio de intereses económicos, que para realizarsus objetivos requieren enajenar a los pueblos indígenas desus territorios.

Efraín Jaramillo es antropólogo y ha trabajado durante losúltimos veinte años como asesor de diferentes organizacionesindígenas.

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ALCANCES,LIMITACIONESY POSIBILIDADESDE LA RESISTENCIACIVIL

Carlos Rosero

Producción de miel en la empresa comunitaria del río Yurumanguí. Foto: PCN

Niños en el río Raposo se dirigen a sus casas luego de las faenas agrícolas. Foto: PCN

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Q uisiera compartir con ustedes algunas reflexio-nes respecto a la resistencia, surgidas de lasexperiencias que están desarrollando los afro-descendientes en distintas regiones del país y de

las conversaciones e intercambios sostenidos respecto altema, con distintos miembros de organizaciones indíge-nas en el país.

Una de las primeras cosas a resaltar, es que hay tresmaneras de resolver la situación que desde hace años, enmateria del conflicto armado, vive Colombia: derrotandoal adversario, negociando y derrotar a la guerra desde lasiniciativas que se están adelantando en distintas regio-nes en resistencia a la guerra. El impulso de la resistenciaa la guerra es complementario a la búsqueda de unasalida negociada al conflicto armado y por su naturalezaes contrario al mayor escalamiento del conflicto y a lacreencia de que es posible una solución del mismo por lavía militar.

La mayoría de experiencias de resistencia visibles enel país, parecieran tener un aspecto en común, que esimportante resaltar, provienen de mujeres, indígenas,afrocolombianos, jóvenes, campesinos. En otras pala-bras, son ejercidas por los otros, los distintos que ademásde existencia física, buscan defender sus proyectos devida y de sociedad, sustentados en formas alternativas derelacionamiento, distintas a la violenta inclusión que lasociedad les ofrece. Desde la perspectiva de un ejercicioresistir en la diferencia, la posibilidad de vencer al otropor la vía de fuerza no tiene cabida en la lógica de lascomunidades y organizaciones que están en resistencia.Se resiste no para vencer al otro, se resisten para ser y paraejercer en la practica el derecho a ser distinto y autónomo,frente a quienes se enfrentan y han hecho de los territo-rios, pero también de los recursos y de las relacionessociales, parte del escenario en disputa.

En tal sentido, los proyectos de resistencia buscan lasalida a la crisis que vive el país, planteando explicita oimplícitamente la búsqueda de entendimiento inter-cultural con la única posibilidad de convivencia.

Independientemente que seamos conscientes o no, lasdiferentes experiencias de resistencia que se adelantan enel país tienen relación con distintos campos que ligan lolocal a lo global. La resistencia a la guerra, nuestraresistencia más actual y conocida, esta asociada a lasinnumerables luchas invisibles, adelantadas por distintascomunidades y organizaciones en temas aparentementetan disímiles como , la participación y la consulta previa,la seguridad alimentaria, la recuperación de semillas y laprotección de los conocimientos tradicionales, la luchacontra los transgénicos y la agricultura sustentada en losagroquímicos, el avance de los monocultivos, losmegaproyectos y la explotación insostenible de los recur-sos naturales. Muchos de esos temas hacen parte tambiénde las agendas de los movimientos que se resisten a laglobalización a ultranza en todo el mundo. La resistenciaa la militarización de la vida cotidiana, a la que lascomunidades también se niegan y que tiene relación conproyectos como la Iniciativa Regional Andina o el PlanPuebla Panamá, son puntos en los que se conecta lo local

con lo global. Este es un asunto de suma importancia enla medida en que en el país una de las sospechas sobre laresistencia que las comunidades adelantan y proponen,señala que este tipo de luchas son un canto al atrasopolítico. Muy por el contrario y siempre desde nuestropunto de vista, la resistencia a la guerra esta en el centrode los debates y de las luchas actuales por aportar a laconstrucción de una humanidad distinta.

Las luchas invisibles son una posibilidad de construir,tanto relaciones de vida y de sociedad entre las personas,como de las comunidades con la naturaleza, distintas alas que desde el proyecto hegemónico se nos esta impo-niendo en todos los campos. Las resistencias complemen-tarias que se adelantan en el país, nos dicen también, enla medida en que se afirman en el derecho a la autonomía,de la profunda necesidad que este país tiene deordenamientos territoriales y ambientales que respon-dan a las diferencias tanto regionales, históricas y cultu-rales que existen en Colombia y que son imposibles si lascomunidades no tienen dominio sobre sus territorios ysobre sus recursos naturales.

La resistencia esta asociada también al derecho de lascomunidades a su propia cultura y formas de identidad,sus nociones propias de desarrollo en el marco de lascuales adelantan sus proyectos comunitarios y de vida,su derecho a autodeterminarse y ser autores de su propiodestino participando, fortaleciendo sus propias formasde organización, de autoridad, de ejercer justicia y resol-ver sus conflictos. En medio de la difícil situación queestán colocadas, las experiencias de resistencia labran ensus potencialidades internas y en la solidaridad queconvocan, sus condiciones de sostenibilidad, como pro-ceso que busca relaciones de inclusión que rompan conlas tradicionales formas de subordinación y exclusiónhistórica, a las que la mayoría de los colombianos, espe-cialmente los otros, han estado sometidos y sometidasdesde siempre.

En la guerra se busca controlar territorios, recursos ypoblación. Las comunidades que resisten han hechoexpresa su decisión a que sus territorios, recursos comu-nitarios y las comunidades mismas, sean mantenidos almargen de la confrontación y sus distintas actividades.Este hecho explica la recurrente mirada de sospecha queestas experiencias reciben de todos los que persisten en laconfrontación militar. Los señalamientos han estadoacompañados por intentos de colocarlas a su favor y enmuchos casos, aún a agredirlas. Cada contendiente ubicaa las comunidades que resisten en el campo de su enemi-go, pero los resistentes están en el centro de su propioproyecto, buscando con sus propios métodos transforma-ciones que parten de una profunda afirmación en locolectivo, con la finalidad de establecer códigos, normasy búsquedas, en ocasiones mirando hacia el pasado, deposibilidades de relacionarse y de resolver los problemasy conflictos.

La mayoría de las experiencias de resistencia tambiénnos están afirmado que se requieren formas directas departicipación que superen las tradicionales representa-ciones y participaciones que conocemos y actuamos. No

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son suficientes la participación o la ciudadanía en térmi-nos políticos. Se requieren maneras distintas de abocar yresolver las profundas dificultades que la mayoría de loscolombianos tenemos para acceder al disfrute pleno denuestros derechos económicos, sociales y culturales y porlo tanto a nuestra dignidad como personas. En la medidaen que muchas experiencias de resistencia, son tambiénesfuerzos de autogestión comunitaria, ellas representanuna incesante movilización por hacer frente a los proble-mas estructurales que el Estado no ha resuelto nunca.

El inmediatismo es parte de los hilos profundos conlos que hemos sido formados. La resistencia a la guerra esun proceso, que difícilmente dará resultados en el cortoplazo y por lo tanto requiere de esfuerzos e iniciativas quetrasciendan lo inmediato. En el corto plazo pareciera quela resistencia a la guerra es un callejón sin salida y que poresta vía no hay posibilidades en lo inmediato de aportara la solución de los problemas estructuras del país, queson parte del origen de la confrontación y también de laresistencia que adelantan las comunidades. Adicio-nalmente en el corto plazo tampoco es una salida, en tantola resistencia no busca exclusivamente el fin de la guerrasimplemente o la paz, sino también resolver problemas deinjusticia y de exclusión histórica a la que han estadosometidos indígenas, afrocolombianos, mujeres y campe-sinos. La paradoja de la situación colombiana es que adiferencia de la resistencia a la guerra, la confrontaciónarmada en el mediano y largo plazo es una inmensa

autopista que nos conduce, como país, a ninguna parte.Hay algunos problemas que las diferentes experienciasde resistencia que se desarrollan en país deben enfrentar.Uno de ellos tiene que ver con la dispersión de lasexperiencias, que como son experiencias de los otros,tienen profundas limitaciones económicas, técnicas ylogísticas para encontrarse, analizar, aprender conjunta-mente y profundizar en acuerdos y en acciones que haganposible mayores avances en todos los campos.

Otro de los problemas tiene que ver con los múltiplesapellidos que recibe la resistencia que van de lo civil a lopacifico, pasando por la resistencia cultural o por lasculturas en resistencia. Todo ello como parte de un debateconceptual y político que aun esta por darse y que en lamedida que sea abordado en las condiciones concretas enque la resistencia se da en el país, esperamos haga másfácil para todos, el camino por andar.

La dispersión que se traduce en falta de cooperaciónentre las diferentes experiencias de resistencia, tiene enocasiones su origen en la relación que mantienen lascomunidades y las organizaciones que resisten con lasorganizaciones que los acompañan. La resistencia a laguerra es el proyecto de autonomía comunitaria colocadoen una situación extrema de vulnerabilidad, pero aun enesas condiciones los “acompañantes” son solo eso.

La resistencia, y no todas las experiencias lo entien-den así, y esto lo convierte en un problema a resolver, esparte de un parte de un proyecto político, que busca

La comunidad de San Antonio de Yurumanguí, celebrando la primera molienda de caña. Foto: PCN

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transformar las condiciones de vida de esta sociedad yresolver de manera distinta los ingentes problemas que atodos nos aquejan.

Resistir a la guerra en lo inmediato, fortalecer la auto-nomía de las comunidades y sus organizaciones frente alEstado y frente a los demás actores armados, tiene enColombia y en el continente unas implicaciones particu-lares e históricas para nosotros como afrodescendientes.Nuestros mayores acudieron a los campos de batalla apelear por la independencia de estas patrias. Los batallo-nes de pardos y mulatos, que han sido referidos enalgunos de los cuentos inmortales de Borges, estabansiempre al frente, porque además de la independenciahabía que ganarse la libertad. A pesar de los acuerdos yde lo pactado entre Bolívar y Petión, la esclavitud persis-tió en Colombia hasta el primero de Enero de 1852. Cientocincuenta años parece mucho tiempo, pero para unpueblo oral como el nuestro, son solo 7 generaciones.

En Los Pecados de Haití, Eduardo Galeano, ha señaladocomo Haití, bloqueado después de su libertad, financiócon barcos, hombres y armas, la campaña libertadora deun Bolívar derrotado por los españoles, a cambio de lapromesa de libertar a los esclavos. Bolívar, no firmó elreconocimiento de Haití, no lo invito al Congreso dePanamá, pero si invitó a Inglaterra y la esclavitud solo fueabolida en 1852, mas de veinte años después de su muerte,solitario en la Quinta de San Pedro Alejandrino en SantaMarta. En contraste con él, Jose Gervasio Artigas, que a

su paso fue liberando a los esclavos, marchó en 1820 alexilio en Paraguay, acompañado solo por su guardiapersonal de 250 lanceros, hombres y mujeres, todos ne-gros y entre ellos Ansina, compañero de Artigas, hasta lamuerte. Los Camba Cua – cabecitas negras en guaraní –son hoy sus descendientes. Hace varios años, en uno delos muchos y repetidos intentos, por terminar de despo-jarlos de las ultimas tierras que les quedan de las que lesfueron asignadas en el siglo XIX, colocaron sus banderasde barras horizontales azules y blanca sobre sus casas,entonaron el himno de la República Oriental del Uruguayy se negaron a ser tratados, en esta tierra a la que llegaronpor leales, distinto a lo que eran: invitados de honor.

Inglaterra y Francia cobraron lo que aportaron a laindependencia de nuestros países. Lo aportado porHaití, no fue saldado nunca. La esclavitud se abolió,cuando dejo de ser rentable y los amos fueron indemniza-dos por las “piezas” que dejaron libres. Los descendien-tes de los esclavizados jamás hemos recibido hasta hoyreparación alguna. En Colombia como en todo el conti-nente, este debate esta pendiente, por lo pronto dos mane-ras de saldar el incumplimiento de Bolívar a su palabraempeñada es devolver a Haití lo aportado. Esta es unabandera que los afrodescendientes, herederos de su apor-te y de su actual tragedia deberíamos levantar con justeza.Está pendiente este debate sobre las reparaciones, inclusoel debate sobre el incumplimiento a la palabra empeñadapor Bolívar. Los afrodescendientes, herederos universa-

Produciendo guarapo. Foto: PCN Niños de Yurumanguí. Foto: PCN

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les del aporte, pero también de la tragedia del pueblohaitiano, debemos levantar una justa bandera: la devolu-ción.

Pagadas en dos ocasiones nuestra libertad e incum-plidas en ambas, por razones de justicia histórica, nues-tros hijos, sobrinos y hermanos, deberían estar exentos depelear esta guerra en cualquiera de los bandos enfrenta-dos. Nuestros héroes son innombrados y no debemosnada, por el contrario a nosotros nos deben la libertad quefinanciamos y conquistamos para ellos.

Los afrocolombianos podríamos declararnos herede-ros universales de esta deuda y exigir que los bolivarianos,de un lado y de otro, nos paguen. El derecho a no pelearen esta guerra en ninguno de los bandos, es para losafrodescendientes apenas un asunto de justicia y dereparación histórica y un antídoto contra la traición y ladeslealtad, piedras angulares de la construcción de lanacionalidad.

El futuro de la resistencia implica fortalecer los pro-yectos de vida de las comunidades y estos son proyectoseconómicos sociales, culturales, son proyectos que seoponen al narcotráfico, a la utilización de los recursosnaturales, no sólo para la guerra, sino como fuente desme-dida de acumulación de capital y de poder. Fortalecer losderechos territoriales de las comunidades y avanzar enun ordenamiento territorial distinto al doloroso mapaque la guerra nos impone para hacer posible realmente elreconocimiento y respeto de la diversidad étnica, culturaly regional de la nación. Oponerse a la guerra implicaluchar para que se amplie el marco legal, para que cese laimpunidad y se mantenga la firme decisión de denunciara nivel nacional e internacional a todos los actores, lega-les e ilegales, que están atentando contra los derechos denuestras comunidades.

En el futuro inmediato la resistencia de las comunida-des en este país puede llegar a ser una resistencia ilegal.Uno de los múltiples riesgos que hay que evitar es quepresionados por el escalamiento de la guerra y las cir-cunstancias, no termine siendo también una resistenciaarmada.

Pregunta: ¿Por qué cree que hay tantos afrocolombianos en lasfilas de los actores armados?

Respuesta: Yo creo que en Colombia y de hecho en elmundo, hay un debate que dar sobre la relación entreguerra y racismo. ¿Por qué determinadas guerras termi-nan siendo peleadas por minorías?, ¿qué lógica y razoneshay detrás de esta relación y cómo estos asuntos soninstrumentalizados?. Estas son algunas de las preguntasa resolver en ese debate. En Colombia la guerra estáreciclando antiguas discriminaciones, entre ellas que losnegros estén condenados por su situación económica ano tener recursos para comprar una libreta militar. Poreso van al ejército. La libreta militar fue siempre unrequisito para acceder al empleo. No hay trabajo y cuandosalen, una de las pocas alternativas es la de convertirse ensoldados profesionales y en muchos casos, como ya ha

sido documentado en varios informes de derechos huma-nos, se sale del ejército para entrar a las filas delparamilitarismo.

La realidad de nuestro país es que por la vía de losactores armados, las personas, principalmente los másjóvenes, buscan resolver otras necesidades materiales osimbólicas – prestigio y/o reconocimiento – que no sonposibles de resolver ya en los circuitos tradicionales de lacomunidad. Son muchos los casos –y aquí dejamos delado los que tienen origen en presiones de índole econó-mica– de afrocolombianos en las filas de la insurgenciaporque en sus comunidades “no hay nada que hacer”.Hay, reitero un debate pendiente sobre la relación guerra–racismo–discriminación y de cómo las minorías termi-nan participando o siendo instrumentalizadas en laconfrontación. El caso de Colombia no es el único. Viet-nam, Irak son algunos de los casos más conocidos, enellos negros, latinos, chicanos y portorriqueños han sidola carne de cañón, la reedición moderna de los batallonesde pardos y mulatos.

Pregunta: Sobre las analogías entre resistencia y unidad yentre hegemonía y unidad se dice que hacer esas analogías esreaccionario o deslegitimador, ¿por qué no dar un compás deespera o incertidumbre a las apuestas que buscan la unidad....?

Respuesta: Desde nuestra experiencia como organiza-ción nosotros le apostamos a la unidad de todos loscolombianos, a la búsqueda de caminos para resolver elproblema que tenemos y habría una discusión muy gran-de que dar alrededor de algo que se planteaba en estostérminos: hay una globalización que busca hegemonizary hay una resistencia que busca crear condiciones paraque la diversidad tenga posibilidades de ser y de existiry sea parte del entendimiento y de las maneras de rela-cionarnos entre nosotros. Detrás de eso hay una discu-sión teórica alrededor de la relación entre las formas y loscontenidos. Yo diría que para nosotros es irrelevanteentrar en el camino de las calificaciones sobre que esreaccionario y que no lo es. Simplemente sabemos que haydiscusiones que están por darse. Igual tampoco hemoscalificado la resistencia entre civil y no civil, sabemos quehay comunidades ‘donde las circunstancias las hanllevado atomar decisiones muy difíciles, como de El Char-co (Nariño), donde de manera autónoma la comunidaddecidió que no tenía más alternativa que armarse paradefender su derecho a vivir. Este uso defensivo de lasarmas, hasta donde sé y es una distinción que quieroplantear, no se argumentó en términos de tomar o defen-der el poder.

Estamos acostumbrados a pensar en términos de opo-siciones: abiertas y cerradas, legales e ilegales, pacíficasy violentas, armadas y no armadas, y a considerar desdeallí que la resistencia de las comunidades, en contrapo-sición al comportamiento ejercido por todos los actoresarmados, sean legales o ilegales, debe estar ubicada siem-pre en solo uno de los términos de todas esas oposiciones.La experiencia nos nuestra que algunos de los esfuerzos

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de resistencia de las comunidades que se adelantan entodo el país, para garantizar la vida de los miembros delas comunidades, de sus dirigentes y de las experienciasmismas, a pesar de no ser armadas, han tenido que iradoptado diversas formas de ocultamiento: ciframientode las comunicaciones, “compartimentación” de la infor-mación, de las reuniones y desplazamientos, etc,.

Pregunta: La resistencia armada en la actual coyuntura, ¿es laverdadera resistencia?

Creo que en este país se ha hablado mucho sobre la luchaarmada y la resistencia armada como las formas superio-res de lucha. Por lo tanto este tipo de resistencia sería loauténticamente revolucionario. Para mi es rescatable elesfuerzo que las comunidades están haciendo para resol-ver colectivamente, con sus propios métodos, sus proble-mas. Entre esos esfuerzos están el plantearse sus planesde vida, la educación propia, proveerse de alimentossanos. En la España de 1936, en plena guerra civil, habíaun debate práctico y teórico entre los partidarios de laRepública. Unos argumentaban que era necesario ganarla guerra para hacer la revolución. Los otros argumenta-ban que era necesario hacer la guerra y la revolución almismo tiempo. Franco, apoyado por Hitler y Mussolini,ganó. Los partidarios de la republica ni ganaron la guerrani hicieron la revolución. El debate continua. En términosnuestros hay quienes piensan que hay que tomarse elpoder para construir poder con la gente. Pero hay gentey comunidades que están construyendo de maneras dis-tintas poder con la gente y resolviendo cosas.

Como en el 1936 o como lo ha planteado también elEZLN, el debate esta allí latente. El construir poder desdey con las comunidades ha sido en parte la causa de losseñalamientos que muchas comunidades resistentes re-ciben particularmente de sectores de la insurgencia, queargumentan que las posiciones de neutralidad o autono-mía de las comunidades, principalmente indígenas yafrocolombianas, le hacen el juego a la ultraderecha. Enel fondo de estos señalamientos hay una incomprensióny desconocimiento de la resistencia de las comunidades,que lleva implícita una apuesta de transformación delconjunto de las relaciones sociales y de poder por méto-dos distintos, que difieren de la absolutización, a vecesmesiánica, de la lucha armada como la verdadera y únicaforma de resistencia y de lucha. Así como hay lucha declases hay clase de luchas y cada una es legitima y“verdadera” desde sus propias lógicas, realidades, aspi-raciones e intereses.

Sobre las formas tradicionales de resolver entre lascomunidades los conflictos. Brevemente, mi abuela erauna mujer de la parte alta del San Juan, murió en Buena-ventura, donde vivió una buena parte de su vida. Habíasido dotada por los ancestros de conocimientos que lepermitían resolver problemas. A su casa de la calle LaVirgen, venían personas de los alrededores y le trayéndo-le a mi abuela toda suerte de líos y enredos. Mi abuela sela pasaba horas y horas hablando con los maridos,

mujeres, hijos y a final llegaban a algún punto de enten-dimiento. Mi abuela era una consejera y desempeñabapapeles que se juegan al interior de nuestras comunida-des respecto a los adentros y afueras, que son los quedeterminan algunas de las posibilidades o roles que laspersonas juegan en la medicación de los problemas. Laconclusión que podríamos sacar de esta anécdota fami-liar es que nosotros, en el caso del Pacífico Sur, sabemosque quien ha estado mucho tiempo afuera y regresa, tieneun papel que jugar en términos de liderazgo a nivelorganizativo. Quien ha estado la mayor parte del tiempoadentro de la comunidad, sabe más de los conocimientosy los recursos que existen en la comunidad y los que haymonte adentro y por lo tanto desempeñan otros papelesen las comunidades y median otros conflictos.

¿Cúales son las limitantes más significativas en cuan-to a la territorialidad? Hay una canción que todos cono-cemos que es la casa en el aire, y la mayoría de las culturasno son casas en el aire, requieren espacios físicos parapoder ejercerse a sí mismas y poder ejercer controles sobrelos territorios. La autonomía dependerá también del con-trol social y cultural que se tenga sobre los territorios. Loproblemático hoy es que esos territorios están en disputapor razones militares, por razones económicas, por razo-nes simbólicas y están en disputa tanto en lo urbano comoen lo rural. Parte de esa disputa en los territorios tiene quever con la implementación de grandes proyectos de desa-rrollo o de proyectos de extracción a gran escala, de losrecursos naturales que hay en ellos.

En el futuro inmediato, los territorios de muchas co-munidades que resisten van a tener que vérselas con laentrada en vigencia del ALCA, que coloca en el centro delos intereses del gran capital transnacional los recursosnaturales de comunidades indígenas y negras. A estapretensión se opone el carácter o el régimen legal de estosmismos territorios, que además de tener una propiedadcolectiva, son inembargables imprescriptibles einalienables. Estas características de los territorios indí-genas y negros, son un obstáculo para su disposición porel libre mercado. De allí que se quiera, como sucedió enMéxico con las tierras ejidales, que se desmonte estabarrera existente en Colombia para los territorios colecti-vos, para puedan entrar libremente a la circulación co-mercial. Al ser territorios ambicionados para la realiza-ción de grandes proyectos de desarrollo o de explotaciónde recursos renovables y no renovables, una de las bata-llas tendrá lugar en el terreno de la consulta previa y delconsentimiento previo, libre e informado. Entonces diríafinalmente, que el territorio es un escenario en el que seconfrontan opciones distintas de participación, lógicasdistintas de desarrollo y que esa confrontación va a sermucho mayor con la entrada en vigencia del ALCA. ❑

* Charla dictada en la Universidad Nacional de Colombia

Carlos Rosero es dirigente afrocolombiano, miembro del Pro-ceso de Comunidades Negras, PCN.

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“La paz no debe reducirse a la finalización de la confronta-ción armada, es decir, a un asunto meramente militar. El fin

del conflicto armado debe abrir nuevos caminos a la demo-cracia, la justicia social y la superación de la impunidad.

Contribuye desde lo local a la construcción de la paz y a la defensade los derechos de todos y todas. La insurgencia, el paramilitarismo

y el Estado y sus Fuerzas Armadas deben respetar la decisión delas comunidades indígenas, negras, gitanos y raizales de mante-

nerse al margen de la confrontación, respetar su autonomía, territo-rios y autoridades. Esta resistencia a la guerra se ha extendido a

sectores del campesinado, pobladores urbanos, movimientos de jó-venes y de mujeres, lo que expresa la voluntad colectiva contra la

guerra y a favor de la paz. “

Congreso Nacional de Paz y País Bogotá Junio de 2002

I. El conflicto armado y los derechos étnico-territoriales

El avance del conflicto armado en la región delPacifico colombiano en los últimos años y su coin-cidencia con las zonas de reciente titulación colec-

tiva a las comunidades afrocolombianas allí asentadaspor mas de 500 años, ha confirmado la hipótesis dealgunos analistas, que plantean que el reconocimientodel derecho al territorio a dichas comunidades, generaríauna reacción violenta por parte de aquellos actores exter-nos que se han disputado esta región y que representanintereses económicos de explotación irracional, prácticasno sostenibles e inequidad.

La relación entre territorios de grupos étnicos, áreasgeoestratégicas y la existencia de ecosistemas en estado deconservación, es -desde el punto de vista del Proceso deComunidades Negras, PCN1 - otro de los factores causalesde la coincidencia entre zonas ambientales estratégicas yáreas de conflicto. La relación cultura-territorio es unarelación esencial a la conservación; de ahí que las organi-zaciones étnico- territoriales negras e indígenas hayansustentado la existencia de la selva húmeda del Pacíficocomo un patrimonio cultural de grupos étnicos2 y el bos-que como parte del territorio colectivo reconocido por laLey 70 de 1993 a los afrodescendientes del Pacifico.

La guerra en el Pacífico colombiano esta directamenterelacionada con el conflicto de intereses económicos so-bre la región, es una disputa por territorios estratégicostanto para la economía formal como para la producción

y el tráfico de productos de la economía ilegal, lo que sepuede referenciar entre otras características por la pre-sencia de grupos armados fuera de la ley con áreas yzonas de interés estratégico. La predominancia de uno uotro actor armado tiene que ver con sus intereses econó-micos, pudiendo diferenciarse dos tipos de presencia:

a. La presencia de grupos paramilitares que coincidecon áreas donde se traslapan megaproyectos y titu-lación colectiva

Los mayores desplazamiento forzados han ocurrido enterritorios habitados históricamente por afrodescen-dientes entre ellos el Urabá, Norte y sur del Cauca, Choco,Buenaventura, la costa del departamento de Nariño, elsur de Bolívar y los Montes de María. Solo en el año 2000,hubo según CODHES, 317.000 desplazados. Para la Redde Solidaridad Social, que coordina la intervención gu-bernamental en materia de desplazamiento, el 30% de losdesplazados del segundo semestre del 2000, eranafrodescendientes y el Pacifico la zona de mayor impacto.

Según el informe preparado para la comisión deveeduría de hechos de posible violación de derechos hu-manos y derecho internacional humanitario, a medida enque avanza la titulación colectiva, se vislumbra la agudi-zación del conflicto armado en esos sitios estratégicos. Enmarzo de 1997 cuando a las comunidades del Río Truandóy Cacarica, en el Chocó, se les otorgó sus títulos colectivospor más de 70.000 has, ya buena parte de la población(unas seis comunidades) habían sido forzadamente des-plazadas y algunos líderes asesinados.

También en Chocó, desde 1998 en el medio Atrato, conel otorgamiento de 800 mil has a más de 45.000 campesi-nos, agrupados en 120 Consejos Comunitarios que inte-gran la organización étnica Asociación Campesina Inte-gral del Medio Atrato, ACIA, comienza a registrarsegraves secuelas de la guerra, por el control territorial delos actores armados, mediante bloqueos económicos, to-mas de poblaciones y masacres en centros urbanos comoBojayá, Vigía del Fuerte, Bagadó y Lloró, el cierre del ríoAtrato, así como desplazamientos forzados y asesinatosselectivos”4

Algunos de los megaproyectos programados y/o enmarcha en el Pacífico, que afectan territorios de comuni-dades afrocolombianas:

Exploración minera-hidrocarburosVía Panamericana-Red víalCanal Interoceánico

TERRITORIOS DE VIDA, ALEGRIA Y LIBERTADUNA OPCION CULTURAL FRENTE AL CONFLICTO EN LOS TERRITORIOS DEL PACIFICO COLOMBIANOLibia Rosario Grueso Castelblanco

Anden del Pacífico:Sur y noroccidente:

Urabá chocoano:

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Gran Muelle interoceánicoTerminal de combustibles,Base Naval Militar

Red de Proyectos HidroeléctricosPlantación Agroindustrialde Palma Africana

b. Las zonas de mayor presencia de guerrilla coincidecon centros de operaciones de economías extractivas

La existencia de economías extractivas como la maderera,la pesca industrial y la minera, incluyendo áreas de culti-vos de agroindustria e ilícitos han generado situaciones deconflicto en la región del Pacifico desde hace varias decadas.Estas dinámicas económicas han representado el princi-pal problema para las comunidades afrocolombianas porsu carácter extractivo y no sostenible, por estar alejadas delcontexto socio-cultural de la región y por la sobrexplotacióny su relación semi - esclavista con la población local. Estascondiciones han contribuido para que la agudización yampliación del conflicto armado interno que vive el paísllegue y se extienda por toda la región, en donde la presen-cia de estas economías extractivas han permitido el imple-mento de los llamados “impuestos de guera“ o vulgarmen-te llamadas „vacunas“.

En términos generales la presencia de actores arma-dos tanto guerrillas como paramilitares ha estado

asosicada a la extracción de recursos naturales comofuente de financiamiento de las actividades bélicas. Deesta manera, la presencia de los actores armados en laregión como expresion de la agudización y ampliacióndel conflicto ha hecho mas vulnerable la situación de lascomunidades.

II. El desplazamiento forzado afecta en mayormedida a comunidades negras, campesinase indígenas

Tanto el informe de la Oficina del Alto Comisionado deNaciones Unidas para Colombia, como el de otros orga-nismos de vigilancia de los Derechos Humanos, señalana la población afroaméricana como la más afectada por elconflicto armado. Las cifras sobre desplazamientos for-zados, las incursiones y masacres en caseríos son elreferente de esta situación. En su orden le siguen lascomunidades5 campesinas en todo el país y en tercerlugar las comunidades indígenas.

El desplazamiento es la resultante de la intimidacióny la masacre, produce invisibilización, desmembramien-to de los núcleos familiares, pérdida de los territorios, delacceso a los recursos naturales, de la solidaridad, laautoestima individual y colectiva y del derecho a vivir enpaz en el marco de nuestras tradiciones, costumbres yaspiraciones culturales. Los actores armados son losprincipales generadores del desplazamiento forzado:Más de la mitad de los desplazamientos son ocasionadospor los grupos paramilitares (~55%). La insurgencia esresponsable aproximadamente del 20% de los desplaza-mientos y las Fuerzas Armadas de cerca del 4%.

III. Territorios de vida, alegría y libertad:una propuesta de vida

La propuesta de territorios de vida, alegría y libertad estaorientada a la búsqueda de una perspectiva propia defuturo basada en la sostenibilidad tanto ambiental comocultural de las dinámicas de vida de las comunidadesnegras y sustentada en un proyecto político de reconoci-

Departamento3 No. Títulos No. has. No. comunidades No. familias

ChocóValle del CaucaCaucaNariñoAntioquiaTotal

3.5582.145

1704.074

17010.117

2544934

1553

495

1.588.721175.572177.054330.931

39.1272.311.405

33

8

3

11

3

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Títulos Colectivos de comunidades negras en el Pacífico biogeográfico*

* A febrero de 2001. En base al Informe del INCORA sobre titulación colectiva, diciembre de 2002

Desplazamiento 2000-20026

Año Personas desplazadas

2000 266.8862001 324.9982002 373.020Total 2000-2002 964.904Total 1997-2002 más de 2.000.000

Desplazamiento de grupos étnicos (2000-2002)*

Afrocolombianos 25%

Indígenas 2%

* cifras aproximadas

Bajo Baudó:Bahía Málaga:

Vertiente Cauca:Nariño:

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miento de derechos culturales y fundamentales. Se con-sidera parte de un proyecto histórico libertario que empie-za en el cimarronaje, que se sostiene bajo formas deresistencia cultural a los modelos homogenizantes desociedad basados en el mercado.

Se parte también de considerar que el conflicto armadoes un conflicto que afecta de manera directa a las comu-nidades pero que es agenciado por actores e intereses queson externos a sus dinámicas, es un conflicto cuyosactores en confrontación tienen en común el desconoci-miento del proyecto de vida y político de las comunidadesnegras del Pacifico.

Es una perspectiva en construcción que reconoce lasinequidades y exclusiones sociales de la que histórica-mente ha sido victima la población afrocolombiana, quereclama sus derechos desde la diferencia, que planteaopciones de sociedad que aportan al conjunto de lanación pero que es vulnerable y que reclama la autonomíaen medio del conflicto como garantía de sus propuestas.

Hacen parte del desarrollo de esta perspectiva los siguienteselementos:

• El proyecto de vida

Del proyecto de vida basado en prácticas y valores pro-pios de su cosmovisión, dependen en últimas la conser-vación de los recursos y diversas formas de vida quegarantizan la calidad de hábitats y la oferta ambientalnecesaria para el bienestar de la comunidad. Elautosustento depende de los satisfactores del bienestarsocial comunitario, resultantes de la relación entre laoferta ambiental y el conocimiento o prácticas tradiciona-les de uso del territorio y sus recursos naturales, de estossatisfactores depende a su vez el grado de dependenciao autonomía de la comunidad.

Desarrollo Integral de la comunidad negra yconservación de la naturaleza

• El territorio–región, como estrategia para laconservación

La consolidación del territorio-región del Pacifico como unaunidad ecológica y socio-cultural, es la alternativa másviable y segura para la conservación, uso y manejo de labiodiversidad. Esta opción solo es posible si se reconocende manera plena y efectiva los derechos culturales y territo-riales de los pueblos negros e indígenas que ancestralmentelo habitan, y si se potencializa su capacidad social deorganización y cohesión política para decidir de acuerdocon su cosmovisión y su propia opción de desarrollo.

• Territorio, autonomía y gobernabilidadEl derecho al territorio constituye para las comunidadesafrocolombianas del Pacífico, un derecho humano funda-

mental. Se basa en la concepción del territorio como espa-cio de vida donde se reproducen conocimientos, relacionessociales y económicas que dependen de la oferta.

El Proyecto de autonomía de las organizaciones étnico-territoriales de las comunidades negras en el Pacifico Sur, sesustenta en la necesidad de garantías para mantener, recreary desarrollar la identidad cultural a través de sus prácticasespirituales, sociales y económicas en sus territorios.

Su validez se sustenta en la posibilidad de construiralternativas de sociedad que tengan como base la conser-vación del entorno natural y los valores culturales quereconocen la solidaridad y el respeto por las diferentesformas de vida.

• El plan de manejo como herramienta para la apro-piación y la gobernabilidad

La administración del territorio exige al Consejo Comu-nitario, como responsable del título colecti-vo, velar porel uso y sostenibilidad de los recursos incluidos dentrodel territorio. De ahí que los procesos organizativoshayan optado por herramientas del campo ambientalpara el cumplimiento de esta función. El plan de uso ymanejo es uno de los ejercicios readaptados a losparámetros culturales del territorio colectivo. General-mente este instrumento se aplica sectorialmente: los pla-nes de uso y manejo se hacen de manera especifica parabosques, para cultivos, para especies animales, etc. ElPCN, en su concepción integral del territorio, ha desarro-llado una propuesta de uso y manejo desde las prácticastradicionales de uso en las que por ejemplo la extracciónde la madera se distribuye por todo el territorio desde laszonas heredadas por los corteros que a su vez se interca-lan en el entresaque de la madera. Los permisos otorgadossegún los planes de manejo institucional, al contrario, sehacen desde un solo frente dentro del territorio, lo quegenera extracción rasa del recurso natural y una pérdidasistemática de las condiciones naturales que le dan so-porte al proyecto de vida.

Las innovaciones culturales a los planes de uso ymanejo de los recursos según las prácticas de aprovecha-miento se convierten en garantías para la defensa delterritorio. Los reglamentos de uso y manejo resultantesdel Plan son mecanismos de administración y gobiernodentro del territorio colectivo. El uso del territorio sevalora y define en el Consejo Comunitario a partir de estasherramientas haciendo efectiva la autogobernabilidaden los marcos de la Ley 70/93.

IV. Las estrategias de resistencia al desplaza-miento y la defensa del territorio como es-pacio de vida, alegría y libertad

Las tendencias cada vez mas fuertes de transformacióndel Estado colombiano de Derecho a un Estado mínimo,donde las garantías al ciudadano y a los grupos conderechos especiales reconocidos por la Constitución y la

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Ley, van desapareciendo paulatinamente en medio delcaos económico, la corrupción y la violencia, ha obliga-do a los sectores mas organizados a buscar lasostenibilidad y la viabilidad de sus propuestas desociedad y cultura por otros medios. Amparados en lalegalidad y la legitimidad de los derechos reconocidos,las organizaciones étnico–territoriales de comunida-des negras, como el PCN, han puesto su empeño en untrabajo social y político que busca concretar el desarro-llo de iniciativas sociales y económicas en armonía conel medio natural basadas en los valores y prácticastradicionales.

Para el desarrollo de estas propuestas, el PCN y suscomunidades de base, han buscado en la solidaridad y lacooperación una forma de avanzar en dichos propósitos.Esta estrategia ha sido posible no sólo por la legitimidady legalidad de estas propuestas, sino también por cuantosu proyecto social y político contribuye a la conservaciónde uno de las cinco áreas mas ricas en diversidad bioló-gica y recursos naturales del planeta.

En esta línea de trabajo y con el apoyo de ONG yalgunas entidades del Estado vinculadas al desarrollo depropuestas sociales y a la defensa de los Derechos Huma-nos fundamentales, se han venido desarrollando inicia-tivas de fortalecimiento organizativo, legalización delterritorio mediante la titulación colectiva de tierras decomunidades negras y el desarrollo y recuperación deprácticas productivas tradicionales para la resistencia aldesplazamiento, la defensa de los derechos humanosfundamentales y del territorio.

En este sentido, una experiencia importante para elPCN y las comunidades de base en el Pacifico Colombia-no y otros asentamientos de comunidades afrocolombianasde valles internadinos, ha sido la desarrollada en elproyecto de fortalecimiento organizativo y apropiacióndel territorio colectivo con el apoyo de La FundaciónSolsticio de Dinamarca. En medio del conflicto y debidoa la importancia de la propuesta para la comunidad, sepudieron desarrollar acciones que han contribuido a latitulación, a la autonomía alimentaria y a la recuperaciónde saberes y prácticas productivas sostenibles tanto en elplano cultural como en el ambiental. Con este proyectocuyo objetivo fue el de “Contribuir con el fortalecimientode dos experiencias de apropiación territorial medianteel apoyo a la titulación colectiva y a los procesos de usoy manejo sostenible de los territorios”, se obtuvieron lossiguientes resultados:

1. Dos Consejos comunitarios y Dos organizacionesétnico territoriales afrodescendientes en Yurumanguí(valle) y Pílamo (Cauca) consolidados y fortalecidos através de un proceso de formación – reflexión y apli-cación de sus derechos étnico territoriales en un esce-nario de violencia y conflicto armado.

2. Un procesos de titulación colectiva finalizado de54.776 has. en 13 veredas, para 529 familias – 2.918personas- en la cuenca del Río Yurumanguí (Valle).

3. Una experiencia de titulación colectiva por recupera-ción de tierras de Pílamo (Cauca) valorada y

sistematizada con la participación de la comunidad yun plan sobre el uso y manejo del territorio recono-cido.

4. Sistematización de las experiencias, diseño, elabora-ción de materiales pedagógicos ( aun en proceso detrabajo)para socialización y difusión entre otras co-munidades y grupos de interés en el nivel nacional einternacional.

De manera especial el trabajo desarrollado logró el reco-nocimiento de la participación efectiva de la mujer en laapropiación del territorio a través de su papel en lasactividades productiva como en el fortalecimiento de losgrupos de base comunitarios en instancias organizativasde derechos de comunidades negras. Y como resultado deimpacto el proyecto ha contribuido a la vinculación dejóvenes en la construcción del proyecto de vida de lacomunidad a través de su participación directa y masivaen la recuperación de las practicas productivas tradicio-nales para la autonomía alimentaria - como la recupera-ción de la siembra de arroz- contribuyendo de esta mane-ra al ofrecimiento de una alternativa de acción a losjóvenes distinta a la vinculación al conflicto armado y alcultivo de plantas – coca- con fines ilícitos.

Los logros alcanzados han motivado a otras comuni-dades y organizaciones vinculadas al PCN para gestio-nar y apoyarse en la solidaridad y la cooperación paraalcanzar propósitos que no solo aportan a la comunidadafrocolombiana sino al conjunto social del país y del restodel mundo.

¡vida, alegría, esperanza y libertad!

Notas

1 El PCN es una dinámica organizativa que agrupa a más de120 organizaciones étnico-culturales y territoriales de comu-nidades negras en Colombia y que hacen parte de un sectordel Movimiento Social Afrocolombiano, centra su accionar enlos derechos culturales y territoriales reconocidos en la Cons-titución Nacional de 1991.

2 Acuerdo de Perico Negro; acuerdo suscrito en 1986 entreEntidades del Ministerio del Ambiente en representación delEstado Colombiano y organizaciones de Comunidades Ne-gras e Indígenas del Pacifico en Puerto Tejada, Cauca. Asis-tieron organizaciones étnico-territoriales de todo el Pacíficocolombiano entre ellas la Orewa, OIA, Ories, PCN y la Mesade Trabajo del Choco.

3 Municipios del Pacífico con títulos colectivos: Antioquia: Turbo.Chocó: Quibdo, Bojayá, Atrato, Ríosucio, Bajo, Alto y MedioBaudó, Vigía, Murindó, Urrao. Valle: Buenaventura (Taparal,Bajo Potedo, Guadualito, Campohermoso, Río Cajambre, RíoMayorquín y Papayal, Río Raposo, Río Yurumanguí). Cauca:Guapi (Alto Guapi,Río Napi, San Francisco). Nariño: SantaBárbara, Roberto Payán, Maguí Payan, Tumaco, La Tola, OlayaHerrera, Mosquera, Francisco Pizarro.

6 Informe Nacional de Desarrollo Humano:www.pnud.org.co/indh2003

Libia Rosario Grueso Castelblanco es miembro del ComitéAmbiental del Proceso de Comunidades Negras–PCN.

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Las ceremonias religiosas de las comunidades afro-colombianas del Litoral Pacífico dan cabida a elemen-tos de diverso origen –africano, americano o europeo

surgidas ya sea de la tradición oral que reúne y enmascaramitos y deidades africanas o indígenas con imágenes cristia-nas, de las concordancias de los momentos de celebración –nacimientos, muertes, ritos religiosos, etc.–, del sincretismo delos instrumentos musicales, del objetivo y ritmo de las danzas,y de las formas y materiales de las artes plásticas que sedespliegan en el decorado de los altares. Estas celebracionesrecogen ricas expresiones artísticas son los momentos en loscuales se pueden percibir “las huellas de africanía” que descri-bía Nina S. de Friedemann como: “sentimientos, aromas,formas estéticas, texturas, colores, armonías, es decir materiaprima para la etnogénesis de la cultura negra” (90). Friedemanny Jaime Arocha, entre otros, han señalado la compleja dinámi-ca en los procesos de creatividad y transformación de lossistemas culturales afro-americanos donde ven la presencia y

la participación de elementos sincréticos de raíces africa-nas, europeas e indígenas (1986, 36).

Adriana Maya también ha estudiado el legado espiritualafricano en La Nueva Granada y con razón afirma que losespañoles veían las expresiones espirituales de los esclavosoriginarias de África como pactos con el demonio o ritos debrujería. Estos legados espirituales fueron armas simbólicaspara resistir la esclavitud y fueron “el soporte para reconstruirnuevas memorias histórico - culturales al crear estrategias deadaptación a la cultura y entornos específicos del Nuevo Mundo”(29). La condenación de la espiritualidad africana fue el meca-nismo que les permitió a los españoles legitimar la esclavitudde los africanos y obtener la bendición de la Iglesia en sucampaña de conquista y evangelización.

Este rico y complejo legado cultural de las gentes del LitoralPacífico aflora en sus ritos y tradiciones que han organizado elquehacer existencial y que ha nutrido comportamientos ysistemas de socialización que les han permitido a los afro-

EL ALABAO:OFICIO DE DIFUNTOS Y RITO DE COHESION SOCIALMaría Mercedes Jaramillo

Cantaoras de alabaos. Foto: archivo de IWGIA

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colombianos sobrevivir las duras condiciones de la escla-vitud y de la marginación. Estas manifestaciones artísticasy culturales son también formas que enriquecen la vidacotidiana al dar sentido de trascendencia a la vida y a lamuerte y al registrar la historia y la tradición del pueblo; son,pues, vehículos de comunicación espiritual y lazos de cohe-sión social. Para Norman E. Whitten participar activamenteen los ritos funerarios en el litoral es una forma de mantenerlas relaciones de parentesco o inclusive de crear nuevasalianzas entre los miembros de la comunidad (138-145).Adriana Maya considera que con los alabaos o cantosfunerarios se iniciaron procesos de resocialización yhumanización ya que los esclavos retomaban las matricesrítmicas y métricas de los rezos y alabanzas españolas enlos que vertían nuevos contenidos y trazaban líneas deparentesco ancestral y sobrenatural con los santos (25).Así, pudieron guardar la memoria de sus antepasados yrecobrar la dignidad negada por los esclavistas.

El sistema de versificación de los alabaos y los arrullos fueheredado de la poesía española tradicional como las coplas ylos romances; y, según Enrique Buenaventura, son variantesde los cantos gregorianos y de los cantos ambrosinos con dejesy cortes de influencia africana.1 Categorías que nos ayudan acomprender la repercusión de los cantos funerarios que osci-lan entre lo sagrado y lo profano, la alegría y el dolor, la risay el llanto y en los que participa la comunidad para honrar asus muertos, redistribuir sus bienes y evocar sus vidas.2

Darcio Antonio Córdoba Cuesta y Cidenia Rovira deCórdoba en su libro El alabao analizan los ritos funerarios ydescriben las diferencias de estas prácticas entre la CostaAtlántica y el Litoral Pacífico; anotan que en el “lumbalú” –nombre de estos ritos en los palenques– bailan el muerto,utilizan tambores y marimbas, y además “invocan nombresde deidades africanas en lengua Bantú” (103). Los bailes conmúsica de tambor ejecutados en los velorios de los esclavos enCartagena son originarios del África ecuatorial, donde losfunerales eran acompañados por el llanto de las mujeres y loscantos de lágrimas (98). Otras de las influencias africanas queesta pareja de investigadores encuentran en las comunidadesafro-colombianas son: la tradición oral de la música y la poesía,la inflexión y altura tonal del lenguaje musical, la utilización deinstrumentos como el tambor y la marimba, las técnicaspolifónicas, las realización de velorios y novenarios, los cantosa capela, el culto a los antepasados, la invocación de deidadesen los cantos funerarios y el llanto desesperado por la muertede un familiar (101).

Con referencia a los ritos de la muerte Manuel ZapataOlivella afirma que había correspondencias sorprendentesentre las ceremonias a los muertos de los caribes y el culto a losancestros de los africanos. Ambos pueblos percibían la conti-nuidad de los vínculos entre vivos y difuntos, y además creíanque existía un pacto entre ellos que iba más allá de la muerte;“la actividad social de los vivos estaba primordialmente influi-da por los antepasados. En estas condiciones las prácticasfunerales de los negros y los indios encontraron plena corres-pondencia lo que no siempre acontecía con el europeo” (108).

Los alabaos -himnos de alabanza- y los arrullos sonalgunas de las manifestaciones literarias más sobresalientes dela comunidad negra de la costa pacífica; son cantos funerarios

en honor y memoria de los difuntos, que se realizan durantela noche del velorio y la última noche de la novena3 , y seejecutan en medio de las oraciones. Los ritmos de los cantosvarían de acuerdo a la región y a las etnias y están ligados a lacotidianidad de la comunidad afro-colombiana, a sus ritualesy a sus festividades religiosas. Los alabaos expresan el duelopor la muerte de un adulto y, a veces, recuerdan la vida de lapersona. Los alabaos de la última noche son una despedidapara el espíritu, que hasta ese momento ha estado presente enel novenario. A las cinco de la mañana, cuando concluye el ritomortuorio se deshace la tumba y el altar arreglado para laocasión, se apagan las luces y se cierran las puertas y lasventanas; y en este momento el difunto inicia una nueva etapaen su trayectoria existencial. Rito que demuestra el vitalismoespiritual africano que reconoce la presencia e influencia de losdifuntos y ancestros en la vida terrenal. Por ejemplo, losCórdoba recogen alabaos en los que el difunto se despide conversos como: “ Nueve noches son/ las de mi novena/ levantenla tumba/ que esta alma es ajena” (98). De acuerdo con MaríaCristina Navarrete: “Los negros vivían preocupados por garan-tizarse un buen funeral, en este sentido continuaban con latradición de África Occidental, según la cual, un funeral adecuadodebería conducir al descanso del espíritu y evitar el retorno de unespíritu insatisfecho, puesto que los funerales eran la puerta deentrada al mundo de los espíritus” (91). Elizabeth RiascosEspinosa habla de la presencia de juegos, gritos, murmullos,cantos, voces, aplausos, carreras y saltos en los velorios; ydescribe el ‘chigualo’ o velorio de angelito, como el culto a losmuertos donde el dolor se transforma en regocijo pues elalma del niño entra al reino de los espíritus y los amigos traencomestibles, bebidas, tabaco, velas y todo termina con lallegada de las lloronas pagadas, “una gran comilona y el cantotípico del Gualí”.4 Estas expresiones jubilosas y el jolgorioque adornan los ritos funerarios son mecanismos para ayu-dar al alma a atravesar satisfecha y bien acompañada elumbral de la vida a la muerte, hecho que le asegura elmerecido descanso ya que parte con tranquilidad del mundo.

Si la persona muere en una pelea o sin alcanzar la pazespiritual entonces deben hacerle una ceremonia denomi-nada “tumba” para que el alma insatisfecha pueda culminarsu tránsito al más allá. Norman E. Whitten describe este ritoen el que se deben abrir las ventanas y cubrir la tumba oestrado –construido para esta ocasión en medio del salón–con una cruz hecha de papel negro; luego los deudos yamigos del difunto caminan en dos filas hacia el estrado convelas encendidas que van apagando al salir y cuando quedala sala oscura se rompe la cruz, y así, el espíritu es obligadoa abandonar el lugar por el callejón o espacio dejado entrelas dos filas. Los asistentes cantan versos de despedida y seaseguran unos a otros de que el espíritu salió “bien”. A vecesla tumba se celebra en lugar del novenario y otras vecesdespués de él (130 -131). Para Jaime Arocha los velorios enel Litoral son: “ámbitos interétnicos de catarsis colectiva. Dentrode ellos el alma no se la trata como esencia que trasciende a suenvoltorio material, sino como una fuerza que permanece. Sirventambién para redistribuir algo de la no muy abundante riquezaeconómica de la región: por una parte los ricos deben aportar masa la hora de inscribirse en la lista de quienes harán ofrendas parael difunto durante las ceremonias. Por otra parte, aumenta el

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consumo de carne; hasta una docena de cerdos pueden llegar asacrificarse en la noche del velorio o en la última novena”(1999,142).

Algunas de estas características mencionadas anterior-mente se manifiestan en la obra teatral “Vida y muerte en ellitoral” 5 , de Juan Guillermo Rúa (1956-1988), actor, poeta ydramaturgo colombiano que desarrolló su actividad creativaen Medellín durante la segunda mitad del siglo XX. Este es unpoema dramático típico de la ‘oralitura’ —hasta el presenteinédito— donde capta el espíritu de su gente y recrea los dosmomentos primordiales de regocijo y celebración para losdescendientes de los esclavos africanos: el nacimiento y lamuerte. Estos umbrales entre la vida y la muerte, entre loterrenal y lo trascendental se celebran con ritos, danzas ycantos que hunden sus raíces en las antiguas tradicionesafricanas y en la tradición cristiana, y se entretejen con elemen-tos tanto sagrados como profanos para expresar tanto el dolorcomo el gozo. Así, el alabao, el arrullo y el advenimiento deldrama de Juan Guillermo Rúa son los cantos de estos ritos depasaje que el autor completa con una introducción y un epílogopara mostrar los altibajos de la existencia del ser humano enla región del Pacífico.

El drama poético de Rúa se sitúa en esta encrucijada culturalque revela esas fuentes del mestizaje, donde se trazan puentesentre África, Europa y América con elementos que conservanel tono de los cantos religiosos, el culto a los ancestros, y losvínculos entre los vivos y los muertos, y entre el cielo y la tierra.Este encuentro de los tres mundos se posibilita por las innega-bles coincidencias de la imaginería religiosa y del pensamientomítico. Los versos de “Vida y muerte en el litoral” captan laesencia de esos cantos funerarios que se nutren del sufrimientode las comunidades afro-colombianas, marginadas de loscentros de poder, discriminadas en el momento de repartirbeneficios, pero seleccionadas en los momentos de repartirobligaciones. Desigualdades que no han logrado quebrantarel espíritu de resistencia, la imaginación creativa y la capacidadde gozo del pueblo negro. Así: Juan Guillermo Rúa abre sucanto afirmando:

Trágico soy como mi alegríatragedia y risa llevan mi son,la caña dulce tumbo el guarapopara emborracharme hasta el corazón.Nazco y entierro toda mi vidapara cambiar esta situación,aunque dejamos de ser esclavosno somos libres como usted ve.Tongolele no somos libres como usted ve.

Mi canto dulce llora y excitapronto mi vida habrá de cambiar:Tumba que tumba, zafra que zaframis condiciones van a cambiar...

Los versos recrean el duro trabajo en los cañaverales y elsentimiento de resistencia del hombre negro que sigue escla-vizado en la labor de las plantaciones. Este preámbulo al alabaoocasionado por la muerte del negro José María Dolores es unbreve sumario de los hitos de su existencia que giró en torno:al canto y al llanto, al guarapo y a la zafra, a la ternura y al

odio, y al ansia de libertad y a la esclavitud del trabajo.“Tumba que tumba, zafra que zafra” es un verso que tieneuna connotación múltiple; por un lado, se refiere al cortecontinuo de la caña y al trabajo esclavizante de la zafra, ypor el otro lado, se refiere a la frecuencia de la muerte enel Litoral (tumbas) y a la deshumanización de la poblaciónafro-colombiana que es vista como mano de obra; también‘tumba’ en cierta manera implica esta ceremonia de des-agravio para las almas insatisfechas, pues el drama variasveces señala los conflictos que causan el malestar y resen-timiento de los miembros de esta comunidad. El canto delos negros en la zafra y los llantos en los funerales quedanreunidos en este lamento que revela la invisibilidad de estapoblación para la sociedad y el Estado. Rúa insiste enseñalar en que no son libres aunque ya hayan dejado de seresclavos.

Alegres ritmos de odio y ternuraverán la muerte y su renacer,cuando en las selvas cantan los gallosel sol anuncia un amanecer.Trágico augurio trae la muertepero con ella vienen después,las alegrías de un nuevo tiempoque entre tambores verán nacer.

El canto del gallo no se inscribe en la tradición cristiana queevoca la traición de Pedro, aquí anuncia el nuevo amanecer quesimboliza la transformación de la noche en el día, de la muertefísica en la vida espiritual y de la esclavitud en la libertad. Eltrágico augurio de muerte se transforma en el rito de pasajede un estado a otro, paso necesario para llegar a ese estado idealde igualdad que anuncia el sol y que se celebrará con el ritmode los tambores. La muerte o el descarnar se concibe entoncescomo una parte del ciclo de la vida, del retorno, del renacer quese pronostica en un nuevo tiempo donde los tambores haráneco a la alegría de la libertad, tanto en el mundo terrenal comoen el más allá.

Después de esta introducción sigue el alabao cuyo título:“Y cuatro velas nomá” apunta a la austeridad material de losritos funerarios en las comunidades afrocolombianas, yaque solo tienen cuatro velas para honrar al difunto, peroesta austeridad se contrasta con la riqueza simbólica de lacelebración ritual. Los versos van narrando y describiendolos sucesos del velorio, y se van mezclando las imágenes dela parranda, el baile y la música, con las imágenes de lamuerte, del hambre y la soledad. Velas y tambores, parihue-la y guazá son los elementos que acompañan ese paso finalde la vida.

Cantemos al negro, cantémosleya que esta alma hoy se ausentapa’ no volver más. (Bis)

Se murió el negro Joséya lo llevan a enterráen parihuela de paloy cuatro velas nomá.Ya se formó la parrandacon tambora y con guazá,

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y cuatro negras bailandocon cuatro velas nomá.De qué murió no lo sétalvez de hambre o soledá,descansa sobre la tierracon cuatro velas nomá.Dicen que murió de viejoyo no sé si esto es verdá,la verdá es que ora se encuentracon cuatro velas nomá.Está Esperanza, Candelala Encarnación y la Piedá,mientras las va iluminandolas cuatro velas nomá.La Encarnación el chinchorroya se lo quiere llevá,mientras danzan siempre en filalas cuatro velas nomá.La Esperanza que no lloraen llanto es un solo mar,un alabao es su quejade cuatro velas nomá.La Piedá en su abandonose desmayó en el altá,mientras se van apagandolas cuatro velas nomá.La Candelaria en sollozosya sabe que va a heredá,le echa mano al candelerode cuatro velas nomá.Cuatro negritos pequeñosse quedaron sin papá,mientras su llanto lo arrullanlas cuatro velas nomá.

El título del alabao “Y cuatro velas nomá” se convierte enestribillo y en elemento organizador del poema, ya que haycuatro huérfanos, cuatro mujeres: Esperanza, Candelaria,Encarnación y Piedá y también hay cuatro posibles causas desu muerte:

“quién te mató no lo sé si fue el amo, la tristeza, el dolor o mi queré”.

El canto recrea en forma ágil la continuidad entre la vida y lamuerte, y a la vez se señala lo transitorio de la existencia, de laalegría y del dolor; de un sentimiento se salta al otro paraproyectar los inesperados cambios del destino. La gestualidadde las mujeres crea la atmósfera de drama que llega a su clímaxcon el copioso llanto de la Esperanza y el desmayo de la Piedáen el altar; ‘crescendo’ que es apoyado con el ritmo de quejadel alabao. La intensidad emocional del rito mortuorio empie-za a decaer al igual que las velas que se van apagando. La vidatriunfa sobre la muerte aspecto que se recrea en la actitud delas mujeres que recuperan sus intereses terrenales e inician lanecesaria redistribución de los escasos bienes del difunto puesCandelaria “hecha mano al candelero” y Encarnación ya sequiere llevar el chinchorro.

Qué es lo que se va heredáde esta vida terrenalel hambre o la soledáesta vida es un dedalsi nace o si moriráal cielo o al infierno iráqué maldá, qué despertáno saber dónde se vaay mamá no aguanto máesto tiene que cambiáesto tiene que cambiáesto tiene que cambiá.

El alabao concluye con una evaluación de la trayectoria vital delser humano y con la incertidumbre de su destino final; estaabrumadora realidad lleva al poeta a condensar en el estribilloel sentimiento de rebeldía del negro que clama por una vidamejor. Esta estrofa que remite a la idea de la vida como sueñode la tradición calderoniana “qué maldá, qué despertá/ no saberdónde se va”, adquiere además en el alabao la connotaciónpolítica, pues el negro, ya no aguanta más las condiciones desu vida terrenal y afirma rotundamente que ésta tiene quecambiar; aunque sí acepta la incertidumbre de su destino finaldespués de la muerte porque en el terreno de lo espiritual notiene el mismo control; por eso afirma: “si nace o si morirá/ alcielo o al infierno irá”. El drama muestra una mezcla entre loíntimo y lo público, lo político y lo religioso, lo espiritual y lopagano. Con el canto se evalúa y se celebra la vida perotambién se denuncia la opresión. Con razón Alejandro Gonzálezafirma que en el Pacífico la fe religiosa “se asumió como unamanera de igualdad social y de igualdad espiritual”.6

El drama de Rúa incluye un arrullo7 dedicado a un niñodurante su velorio o chigualo. En estas ceremonias hay ademáscantos festivos, danzas y juegos para que el niño no sufra y losniños de la comunidad son invitados a la celebración para queacompañen y ‘jueguen’con el ‘angelito’ Estos ritos alivian eldolor por la pérdida de los niños ya que la mortalidad infantiles muy alta en las comunidades negras; el niño en su calidadde ‘angelito’ adquiere en el cielo el estatus que le fue negadoen la tierra. El arrullo también tiene un objetivo mágico-religioso, que busca “‘abrir el cielo’ para que el alma de un niñomuerto llegue hasta Dios; o ‘traer el santo a la fiesta’ oconseguir el favor del Niño Dios que nace el día de Navidad.En este sentido, guarda similitudes con el vudú haitiano, lasantería cubana y el candomblé brasileño, religiones afro-americanas en las que mediante el baile se intenta conseguirque el orishá descienda sobre su adepto.” (Mundo negro, # 466,sept. de 2002)

Rúa inicia el arrullo con una aliteración del verbo dormir,“Qué duémete, duémete, que duémete ya/ que si no se dueme se enojael papá...” que imita el sonido del arrullo y que se convierte enla frase que recoge la idea central del canto que alude al sueñocomo imagen de la muerte.

Y si el negro es bueno y se dueme yasu tata Montero se va a trabajápa’ que el negro un día vaya a trabajá.No rompiendo roca, no señó, eso ni pensá.Mi negro se va pa’ la capital

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pa’ aprender en librostoditas las cosas que no sabe acá.

Pa’ que aprenda a hablar como los señores.Dormite nomá... Dormite nomá...Qué duémete, duémete, que duémete yaQue si no se dueme, me arrepiento ya.Y ahí si mi negrito a ganarse el panvendiendo pescao, chontaduro y sal.Duémete muchachito, que duémete yaabrí esos ojazos, oísteni gracias me da.

Ay negro bendito porque no te duemesbien aplacaito junto a tu papá.

Tata Montero en su arrullo evalúa la vida que hubiera deseadopara su hijo y le describe el futuro que le hubiera dado a travésde la educación. El viaje a la capital, los libros y la adquisicióndel habla de los señores aparecen como herramientas indis-pensables para alcanzar un mejor nivel de vida. El padrecompara sus sueños del futuro con la realidad inmediata, quellevaría a su hijo a vender “pescao, chontaduro y sal” y quecontinuaría el ciclo de la miseria y exclusión del presente. Loscambios anhelados por tata Montero se inscriben en los pro-cesos de negociación y de intercambio entre los valores pro-pios y los valores del otro, entre los valores hegemónicos y lossubalternos, entre la vida capitalina moderna y la tradicionaldel Litoral, transacciones que según Néstor García Canclini sonya un modo de existencia para los grupos que participan en eldrama social (146). El tata Montero sabe que para obtener unlugar en la capital el hijo debe adquirir el lenguaje, conocimien-tos y destrezas del hombre blanco, lo que no implica elabandono de lo propio y auténtico de sus raíces, pues el padresólo desea que el hijo no trabaje “por una paga que no se ve”,afirmación que es uno de los leitmotiv del drama. De formaindirecta se recrea la educación como un proceso de ascensosocial y como un mecanismo de integración que manejan lasminorías para negociar con la cultura dominante y para abrirseespacios de supervivencia en la esfera del otro, donde siemprese utiliza la diferencia lingüística, la palabra escrita y el color dela piel como bases para la discriminación. La importancia delconocimiento que otorgan los libros es un contrapunto a latradición oral, pero la adquisición de nuevas formas de expre-sión y de conocimientos posibilita la interacción social de unamanera conveniente; el negro aprende a moverse en el mundodel blanco, “del señor” sin perder totalmente su origen o sustradiciones culturales que continúan como lazo de cohesión enla vida familiar y en la vida comunitaria y como mecanismo deautoafirmación. Así, el arrullo cumple una función espiritualque concluye el ciclo vital del niño, pero también tiene unafunción política que muestra la insatisfacción del padre por eltriste destino del hijo.

La siguiente parte del drama de Rúa es un advenimientoque celebra el nacimiento del hijo y el tío Montero pide que elsonido del “tambo, la marimba e chonta y el repicadó” prego-nen las buena nuevas, ya que a pesar de todas las calamidadesy las hambres pasadas “mi niño nació”, frase que se repitecon el afán de instaurar el hecho y anunciarlo a la vecindad.

La segunda estrofa de este canto, se inicia con un vocativoque invita a la gente a conocer al niño y revela el color desu piel, hecho que nos afirma su autoestima y descalifica ladiscriminación racial.

Vengan que es hermoso, negro como yotiene ojos bien claros, cuerpito de carbón.Mi niño nació, mi niño nació, mi niño nació.En rancho de paja mi niño nacióno tuvo cobija mi niño nacióestá desnudito mi niño nacióen estera de palma mi niño nacióno tuvo padrinos mi niño naciósólo entre alegrías mi niño nacióde su tío Montero, de mi negra y yo.Mi niño nació, mi niño nació, mi niño nació.

La descripción de las circunstancias del nacimiento evoca laimagen del pesebre y las penalidades sufridas por la VirgenMaría y san José en el establo de Belén; comparación quedignifica el sufrimiento del tío Montero y de su negra y trazauna genealogía cristiana que augura un destino especial parael niño y, sobre todo, honra a la familia negra deshumanizadapor la cultura dominante. Esta imagen del pesebre cristianorepetido en una familia afrocolombiana insinúa el nacimientode un redentor para la gente de su raza. Metáfora que serefuerza con la presencia de tres madrinas: María, Dolores yEncarnación que traen “jalea, chontaduro y ron”. La presenciafemenina hace un contrapunto a la de los tres reyes magos:Melchor, Gaspar y Baltasar y a sus ofrendas de incienso, mirray oro. Estas tres mujeres / madrinas también brindan ofrendasvaliosas en su entorno. Este nacimiento inicia un nuevo ciclo devida y con él renacen las esperanzas en el amplio horizonte deese porvenir que esperan con alegría y determinación.

En el epílogo se plantean estas ideas que se afirman con elcanto y con los tambores que han sido las únicas armas que loshan acompañado en su larga odisea de la esclavitud a la libertady de la exclusión a la participación equitativa en la nación porla que aún siguen luchando.

Nació la vida sobre la muerte,parranda y zafra, guarapo y miel,sol y destino, amplio horizontellevan los negros sobre su piel.Pueblan espacios de magia y rabiaya van danzando hacia el porvenir,canto y tambores llevan por armasya nadie más los va a detener.El cuerpo baten con su tristezaya van subiendo hacia otro lugarLlevan, llevando sus alegríascon esperanzas de continuar,con esperanzas para cantar,con esperanzas de parrandiar,con esperanzas de trabajar,con esperanzas de libertad.

Este poema dramático concluye con un himno a la razanegra en el cual se ensalzan sus cualidades físicas y espi-

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rituales. Esencialmente se destaca el color de la piel comouno de los atributos innatos y lo contrasta con el color de losdientes; también se reafirman los derechos civiles, ya quecomo cualquier ser humano tienen capacidad de reír yllorar, de trabajar y soñar. Y así como son fogosos para elbaile también son dedicados en el trabajo. Estos versosfinales condensan la historia del negro: el racismo, laesclavitud, la zafra y la pobreza. Para denunciar al amo yanunciar su rebelión:

Un negro canta con voz valiente:Negro me llaman porque soy negronunca he tenido otro color.Canto, trabajo, lloro y me sueñocomo cualquiera de mi nación.Dientes bien blancos, boca risueñacuerpo fogoso para bailar,mi rebelión se está despertandoesclavo y amo no existen ya.Tumbo la caña con mi macheterompo la selva para sembrarentrego toda, toda mi vidapor una paga que no se ve.Tongolelelele por una paga que no se ve.

Juan Guillermo Rúa con esta gesta canta a su pueblo, celebrala vida y la muerte, y sobre todo, registra la historia del litoral.La tradición oral y los cantos religiosos han sido un vehículode resistencia y de apoyo espiritual para las comunidadesafrocolombianas en su largo periplo americano. ❑

Notas

1 Conversación con el autor en junio 6 de 2003.2 Según Andrés Pardo Tovar y Jesús Pinzón Urrea: se designa

como alabao a los rezos cantados en los velorios o en lasfiestas de los santos del calendario católico. Ellos afirman queel nombre alabao “se deriva sin duda de una oración muypopularizada entre la población negra y mestiza de Colom-bia: “Bendito y alabado (sea) el Santísimo Sacramento delaltar...” que los campesinos transformaron en saludo para losamos: ‘Bendito y alabao, mi amo’, invocación que pierde susentido religioso para adquirir un valor profano que denotala estratificación de las clases sociales.

3 En El suplemento de El Atlas Lingüístico- Etnográfico de Colom-bia, Tomo III, redactado por María Luisa Rodríguez deMontes y publicado por el Instituto Caro y Cuervo en 1983,hay una recopilación de cantos y juegos de los velorios de lascomunidades afrocolombianas. En el libro de Córdoba Cues-ta también hay una selección de alabaos.

4 Es un rito con cantos, recitales y juegos que se llevan a cabopor una o más noches durante el velorio de un niño en laszonas rurales del departamento del Chocó en el Litoral Pa-cífico.

5 Manuscrito que me entregó John Javier Hinestroza en la Uni-versidad de Antioquia. Cuando hice la trascripción del textorespeté la fonética del habla del Litoral Pacífico, característicaen la que se basa el ritmo y la rima del poema; añadí acentosgramaticales e igualé algunas palabras cuya ortografía no eraconsistente a lo largo de la obra.

6 En una entrevista para el periódico El País de Darío HenaoRestrepo a Alejandro González. Henao Restrepo afirma que“el romancero y las décimas están vivos en la tradición oral

del Pacífico y González cuenta que ha asistido a encuentrosde negritudes en Tumaco donde todavía se escuchan noticie-ros que se dicen en décimas.

7 Los arrullos son también canciones de cuna y a veces sededican a la Vírgen y a los santos.

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María Mercedes Jaramillo es profesora de literatura en FitchburgState College, Massachusetts, EEUU. Coeditora de los libros “Lite-ratura y diferencia”, “Literatura y cultura” y “Las desobedientes”,autora de varios artículos sobre escritoras colombianas y latinoame-ricanas.

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E l próximo 2 de junio se cumplen dos años delsecuestro de nuestro querido dirigente Embera

Katío Kimy Pernía Domicó. A pesar de que cerca de 1.000autoridades indígenas llevaron a cabo durante 10 díasuna Misión Humanitaria a Tierralta (Córdoba) para pe-dirle a las ACCU devolvieran a su dirigente, el alto mandode esta organización no respondió a los pedidos de lospueblos indígenas. A pesar de que el gobierno de AndrésPastrana fuera informado treinta minutos después de queKimy fuera secuestrado, su ministro del interior, Arman-do Estrada Villa, no intercedió ante sus captores –comodio a entender que haría–, para evitar que se atentaracontra su vida. A pesar de que cuatro días después de susecuestro, la Corte Interamericana de Derechos Humanosdictó al gobierno colombiano medidas cautelares paraproteger la vida de Kimy, el gobierno de Pastrana nuncarespondió a este mandato de la CIDH. A pesar de que lasautoridades indígenas entregaron a finales de junio a laFiscalía General de la Nación datos importantes para elesclarecimiento de su secuestro –información que fuerecogida en Tierralta por la Misión Humanitaria–, dosaños después la Fiscalía General de la Nación solicita anuestra organización información sobre el secuestro ydice no saber dónde fue a parar la valiosa informaciónsuministrada por las autoridades indígenas. Infamia portodos los lados.

Hoy los Pueblos Indígenas de Colombia no han podi-do olvidar a este nieto del gran Jaibaná Yarí, que seconvirtió para su pueblo en un símbolo de fortaleza,rectitud, sabiduría ancestral y amor por su pueblo. Re-cuerdan con orgullo a este Embera Katío que encabezótodas las movilizaciones de las comunidades indígenasdel Alto Sinú, para defender la dignidad y los derechos desu pueblo al Territorio y a la Cultura, derechos quecomenzaron a ser vulnerados con la construcción de larepresa de URRA. Es por eso que Kimy quedará en lamemoria de las futuras generaciones indígenas como ellíder que defendió con su palabra y su obra la autonomíade nuestros pueblos para que los actores armados, quehoy siembran el terror en Colombia, no se ensañen máscon nuestras comunidades y no nos involucren en estaguerra que está desangrando los territorios indígenas.

Y es por eso también que en el Congreso de los PueblosIndígenas de Colombia a finales del año 2001, los 4.500representantes de los 52 pueblos indígenas allí presentesdecidieran declararlo como su candidato a la presidenciade la República.

En el presente, cuando los pueblos indígenas nosaprestamos a movilizarnos una vez más para defendernuestras vidas y territorios, tendremos presente su talan-te de luchador incansable por los derechos de nuestrospueblos.

Para ese día de nuestro levantamiento, nos acompa-ñarán nuestros dioses, nos pondremos las máscaras de

nuestros ancestros, escucharemos todas las voces de losmaltratados, humillados y ofendidos de la tierra y nosnutriremos del pensamiento y espíritu de los más anti-guos indígenas de esta nuestra América:

que se llame a todosque vengan todosque ninguno se quede atrás

que vengan las hijas y los hijos de los bosquesque vengan los hombres y mujeres de montañaque vengan las hermanas del ríoque vengan los hijos de la calleque nos acompañen todos nuestros dioses

que se junten todas las sangres y coloresque se unan todos los sudores y lágrimasque se levanten los injuriados

que nuestras mujeres luzcan sus más bellosatuendos y pinturasserá un día de fiesta

porque ese díaentonaremos cantos de resistenciay nadie más se burlará de nuestros sueños

Porque ese díatodos nuestros secuestrados y desaparecidostodos nuestros desplazados y asesinadosescucharán las voces de solidaridadde los hijos de la tierra

porque ese díavendremos todosy ninguno de nosotros se quedará atrás 2

Notas

1 Tomado de UNIDAD INDÍGENA2 De la convocatoria Kimy Presidente.

DOS AÑOS SIN KIMY1 Foto: archivo de IWGIA

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S eñala que el gobierno, los paramilitares y la insur-gencia, están decididos a entorpecer los procesos de

construcción de la democracia en el Cauca

1. Mientras el Gobierno Nacional allana residencias delos supuestos colaboradores de la guerrilla en laszonas indígenas de Toribío, Jambaló, San Sebastián,Totoró, Bolivar, Santa Rosa y Tierradentro, las FARC,en un comunicado de su columna Jacobo Arenas,amenazan “...a familiares, amantes de policías ysoldados y demás comunidad…” en el departamento delCauca.

2. Mientras el Gobierno Nacional se empeña enfortalecer la política de seguridad democrática conlas redes de informantes, las recompensas, losbatallones de alta montaña y los soldados campesi-nos, las FARC ofrecen “recompensas por cada soldadocampesino o profesional y policía muerto”, promete “…lacompra de cada fusil que sea recuperado…”, invitan “…alos habitantes de los municipios que estén en condicionesde atacar a la fuerza pública…” para que se unan a sufilas

3. Mientras el Gobierno Nacional entrega partes deguerra anunciando las bajas hechas a los gruposguerrilleros, las FARC informa sobre los éxitos de susoperativos mostrando los altos saldos de soldadosmuertos. Ninguno dice que se trata de colombianospobres.

4. Mientras el gobierno inventa políticas de seducciónpara que los guerrilleros se entreguen a las fuerzasmilitares del Estado, las FARC-EP invita “…a soldadosy policías para que deserten…” y se unan a sus filas.

5. Mientras el gobierno nacional obliga a los alcaldes yempleados a funcionar en sus municipios sin ofrecermedidas de protección para sus vidas, las FARCcontinúan sus amenazas de muerte a los mandata-rios que no renuncien a sus cargos y a candidatosque continúen con sus campañas electorales.

6. Tanto las fuerzas armadas del Estado, como laguerrilla advierten a la población que deben abste-nerse de admitir u hospedar en sus viviendas apersonal de los bandos contrarios.

Este panorama muestra que esta guerra no es entre ejér-citos, sino de los ejércitos contra la población civil, enespecial aquella población establecida en las áreas rura-les que se encuentran ubicadas en territorios que tienenimportancia estratégica económica o militar. Esta situa-ción pone en alto riesgo a las comunidades indígenas,afrocolombianas y campesinas del Cauca, pues es en susterritorios, donde se están fortaleciendo los escenarios deconfrontación armada.

Los Consejeros mayores del CRIC alertamos a lascomunidades indígenas para que fortalezcan sus siste-mas de resistencia colectiva, cuestionen el accionar de losejércitos y denuncien, sus irregularidades y violacionesa los derechos humanos y al derecho internacional huma-nitario. En especial pedimos a los comuneros de todos losresguardos indígenas que junten esfuerzos en defensadel territorio y la autonomía y se nieguen a ser enroladosen cualquiera de los grupos armados, legales o ilegales.

Igualmente demandamos de los organismos de con-trol e instituciones de justicia del Estado, vigilen lasacciones de la fuerzas armadas, de acuerdo a los manda-tos constitucionales vigentes y sigan exigiendo del go-bierno el respeto a los acuerdos internacionales, enespecial los referidos al Derecho Internacional Humani-tario. En modo alguno estamos de acuerdo en que estoscontroles se debiliten.

Del gobierno nacional exigimos una atención al lla-mado de las organizaciones de la sociedad civil quebuscan mecanismos de acercamiento hacia la paz y laconvivencia de los colombianos.

Los Consejeros CRIC convocamos también a los orga-nismos internacionales de derechos humanos, a los paí-ses amigos de la democracia y a las organizacionessolidarias y sociales del mundo, para que estén atentosfrente al comportamiento de todos los actores de la con-frontación armada, pues el gobierno ha prometido casti-go presupuestal para los municipios que no acompañenel referendo, mientras las guerrillas amenazan a quienespersistan en sus candidaturas y los paramilitares obligana comportamientos de apoyo a la política tradicional,limitando así el ejercicio de la democracia.

Estas imposiciones de todos los actores armados nopermite que la población pueda definir libremente suopción política. Aparte de esto los medios de informaciónse empeñan en fomentar la idea de que la abstención alreferendo es apoyo al terrorismo.

Ninguno de los actores del conflicto está dispuesto aaceptar el fortalecimiento de los procesos democráticosiniciados por las organizaciones sociales de base quevenimos desarrollando con éxito propuestas alternativasde administración pública, como lo han demostrado losindígenas de Toribío y Jambaló y la dinámica departa-mental del Cauca iniciada con el Gobernador IndígenaFloro Alberto Tunubalá.

Popayán, octubre 23 de 2003

EL CONSEJO REGIONAL INDIGENA DEL CAUCA - CRIC

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P ronunciamiento público de las comunidades afrocolombianas, indígenas ycampesinas del Naya sobre la Audiencia de Juzgamiento de las personas

involucradas en la masacre del NayaEl próximo 11 de noviembre se cumplen dos años y siete meses de ocurrida la

masacre del Naya, tragedia anunciada por las organizaciones sociales del Cauca.Esta alerta no fue escuchada por las autoridades de entonces, tanto departamenta-les como nacionales. Por el contrario han mostrado hasta hoy total indiferencia eindolencia ante las penurias que vienen sufriendo los pobladores del Naya. Es poreste motivo, que las comunidades negras indígenas y campesinas del alto y bajoNaya, nos hemos congregado en el marco del “Foro por la verdad, la justicia y elderecho al Territorio”, para manifestar que como víctimas, aún no encontramosrespuestas claras a nuestros derechos, para acceder a la verdad, la justicia y a lareparación integral, ni se han dado las garantías para el retorno con garantías y condignidad

La masacre del Naya es recordada con dolor por nuestros tres grupos étnicos: lascomunidades afrodescendientes, los campesinos mestizos y los pueblos indígenaNasa (Paez) y Eperara-Siapidaara, asentados ancestralmente en este territorio, quehemos defendido ante la voracidad de mineros, madereros, hacendados,narcotraficantes y empresas multinacionales. Últimamente hemos tenido que defen-derlo de las pretensiones de la Universidad del Cauca, que quiere disputarnos supropiedad, para seguir comercializando los recursos naturales de la región. Todosestos actores económicos quieren seguir decidiendo sobre estos territorios, descono-ciendo el legítimo derecho que tenemos a reconstruir nuestras vidas territorial yorganizativamente, económica y socialmente, después que por medio de la violencia,rompieran la estructura social de nuestros pueblos.

Negros, indígenas y campesinos guardamos en nuestra memoria el terroríficorecorrido de muerte de un grupo paramilitar de más de 100 uniformados que dejóconsigo más de un centenar de muertos, un gran número de desaparecidos y cercade 1.000 personas desplazadas. Esta tragedia de nuestro pueblo no ha sido losuficientemente esclarecida por la fiscalía, condición fundamental para que se hagajusticia. La atención institucional a las familias desplazadas ha sido precaria ymuchas de ellas carecen de condiciones mínimas de alimentación, educación y salud,viviendo en los albergues de Timba, Caloto y Santander de Quilichao en precariascondiciones. El retorno de algunas familias, que ha sido voluntario, no ha contadocon las garantías suficientes por parte del Estado colombiano.

Misiones humanitarias que han acompañado el proceso del Naya, vienen exigien-do del Gobierno colombiano el cumplimiento de su deber, en el sentido de garantizarlos derechos fundamentales de la población afectada y cumplir con las recomenda-ciones de la ONU dirigidas a esclarecer la verdad, aplicar justicia, alcanzar unareparación integral por los daños causados a nuestras culturas y legalizar la entregade los territorios ocupados por nuestros pueblos asentados en la región desde hacevarias siglos, lo cual mantiene latente la impunidad sobre este crimen de lesahumanidad.

Desde el momento mismo de la tragedia hemos buscado dialogar con los actoresarmados a través de los comisionados de paz y otras instituciones estatales, pararequerirles que se mantengan al margen de los conflictos comunitarios, respetennuestra autonomía territorial así como a nuestras formas de organización comuni-taria, pues de ello depende la reconstrucción social de nuestras familias. Esto no seha logrado todavía.

Por otra parte, nuestras comunidades se han propuesto fortalecer los CabildosIndígenas, los Consejos Comunitarios de los afrocolombianos y las Juntas Comuni-tarias de Gobierno del sector campesino, con miras a lograr la legalización delterritorio, con sus formas de Resguardos Indígenas, Territorios Colectivos de comu-nidades negras y Zonas de Reserva Campesina, dando vigencia al mandato consti-tucional del respeto a las concepciones de propiedad colectiva, y poniendo enpractica los principios constitucionales de la Nación pluriétnica y multicultural. Ylogrando altos niveles de coordinación y trabajo de unidad, reflejados en nuestroproceso organizativo, conocido como Unión Territorial Interétnica del Naya -UTINAYA.

FORO PORLA VERDAD,LA JUSTICIA YEL DERECHOAL TERRITORIO

EL NAYA

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Nos hemos hecho presentes en Popayán cerca detrescientas personas provenientes de todas las zonas delNaya. Vinimos indígenas Eperara Siapidaara yafrocolombianos del Bajo Naya, indígenas Nasa y cam-pesinos del Alto Naya, para participar de la Audiencia deJuzgamiento de las personas involucradas en la masacrede abril del 2001. Pues consideramos que tenemos quemantenernos atentos frente al proceso de juzgamiento,para que este se lleve a cabo con tal transparencia yecuanimidad que permita esclarecer los hechos y castigarejemplarmente tanto a los autores materiales, como inte-lectuales de esta masacre. Con este propósito hicimostambién un llamado a todas las ONG de Derechos huma-nos, nacionales e internacionales y a la oficina en Colom-bia de Naciones Unidas para los derechos humanos, paraque sigan acompañando y vigilando el proceso dejuzgamiento de estos crímenes de lesa humanidad.

Nos convoca la esperanza de evitar la impunidad ypoder detener la desaparición forzada de nuestros pue-blos y comunidades. Sin embargo nos embarga un senti-miento de impotencia, pues nuestra presencia no seráadmitida en el recinto de la fiscalía y no conocemos quela investigación haya identificado a los autores intelec-tuales de la masacre, lo cual no es un indicio y menos unagarantía de que se está trabajando en la perspectiva deesclarecer los hechos y hacer justicia. Esto nos preocupa,pues corroboraría lo que han denunciado organismosnacionales e internacionales de derechos humanos, deque los paramilitares que cometieron esta masacre actúanen defensa de intereses económicos privados, muchos deellos enquistados en el mismo Estado.

Es en ese sentido, como víctimas de delitos atroces,rechazamos cualquier iniciativa del Gobierno Nacionalde impulsar leyes de favorabilidad jurídica para losactores de tan execrables crímenes, como la conocida leyde alternatividad penal y procesos de indulto para cual-quier grupo armado, que haya protagonizado este tipo dedelitos, pues abren las puertas para dejar impunes, conleyes de perdón y olvido, crímenes de lesa humanidad.

Gracias a los organismos de solidaridad y de derechoshumanos se ha podido constatar la lenta, cuando no nularespuesta del Estado colombiano en materia de protec-ción y atención humanitaria a las poblaciones victimasde tan dolorosos acontecimientos. Por todo lo anteriorrecogemos propuestas que contienen iniciativas plantea-das tanto por nuestras comunidades como por las orga-nizaciones humanitarias que han acompañado nuestrosesfuerzos por conseguir la justicia y la paz.

Tenemos derechos irrenunciables a:

1. Un respeto integral a nuestros territorios, a nuestrascomunidades y culturas, que debe garantizarsemediante la legalización de la propiedad colectivade la tierra.

2. Una investigación, que permita esclarecer los hechosy el paradero de nuestros desaparecidos y ponga a laluz pública a los responsables directos e indirectosde la masacre del Naya.

3. A una justicia que conduzca al castigo y sanción delos responsables, tanto materiales como intelectua-les, por los crímenes cometidos.

4. A una reparación integral que permita resarcir losdaños causados a los familiares de las víctimas porla desaparición forzada y desintegración cultural denuestras comunidades, mediante una indemniza-ción integral tanto económica como moral.

5. A que el Estado garantice nuestro derecho alterritorio, al gobierno propio con autonomía, comosueño inalienable de vida y de resistencia denuestras comunidades.

6. Al retorno con garantías y a una veeduríainternacional y de verificación al cumplimiento delas obligaciones contraídas por el Estado en materiade la jurisprudencia internacional sobre derechoshumanos, derecho internacional humanitario yderechos sociales, económicos y culturales.

Dejamos claro nuestro rechazo a cualquier intención deventa de nuestro territorio del Naya y cualquier dispo-sición que se quiera hacer sobre los recursos naturalesde ese territorio.

Así como no vamos a renunciar a nuestros territoriosancestrales, tampoco vamos a renunciar a la búsquedade justicia, verdad, reparación integral, y a la reconstruc-ción, social, cultural, económica y organizativa de nues-tras comunidades.

Unión Territorial Interétnica del Naya, UTINAYACabildos Indígenas Paeces del Alto Naya

Consejos Comunitarios del Bajo NayaCabildo Indígena Eperara Siapidaara de San

JoaquincitoJuntas Campesinas Comunitarias

Asociación de Desplazados del NayaConsejo Regional Indígena del Cauca, CRIC

Chab Wala Kiwe, ACINConsejo Indígena de Paz

Organizaciones de derechos humanosque acompañan el proceso:

Colectivo de Derechos Humanos, Semillas de Libertad,CODEHSEL

Integrantes de la CoordinaciónColombia-Europa-Estados Unidos

Asociación MingaAsfaddes-CaucaCorpojurídica,

Comité Permanente por la Defensa de los DDHH Héctor Abad Gómez

Asociación de Estudiantes en Solidaridad con el Naya

Popayán, 5 de noviembre de 2003

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declaramos:

Q ue hace algunas semanas el señor presidente de laRepública, Álvaro Uribe Vélez, conminó a los man-

dos militares a mostrar resultados en la guerra frontal quedeclaró a los grupos al margen de la ley “o renuncien”. Alpoco tiempo, lo hizo contra las ONG de Derechos Huma-nos, a las que tildó de ser complacientes y hasta vocerasde los grupos subversivos.

Estas declaraciones, por lo visto, azuzaron a las FuerzasArmadas a desatar una arbitraria cacería de brujas contralos líderes y dirigencia de los sectores populares, justa-mente en aras de mostrar los resultados exigidos por elseñor Uribe.

En estas circunstancias, el pasado 26 de septiembre fuedetenido el vicepresidente de la Organización ZonalIndígena del Putumayo, OZIP, Arcadio Mutumbajoy, y a18 indígenas y campesinos (hombres y mujeres), todosellos sindicados de ser miembros activos de las miliciasBolivarianas de las FARC. Estas personas aparecían enuna lista elaborada por las famosas “redes de informan-tes”.

Antes de su detención, Arcadio Mutumbajoy se enteró deque era parte de la mencionada lista por lo que decidiópresentarse de inmediato a la Fiscalía en la ciudad deMocoa, en donde le dijeron que en su contra no existíaningún tipo de requerimiento. Sin embargo, días despuésfue detenido en medio de un gigantesco despliegue mili-tar y periodístico que le puso el sello de efectividad a losmandos militares acantonados en el departamento delPutumayo, tal como lo exigió el presidente Uribe.

Lo irónico del caso, es que hace algunos meses el compa-ñero y hermano indígena había sido señalado por lasmismas FARC, de ser informante de los militares.

El asunto no se limitó a la detención de los cinco indíge-nas, sino que de manera peligrosa y por ligera analogía,los medios de comunicación comenzaron a relacionar ala OZIP con la insurgencia. Precisamente a la OZIP queha reivindicado la autonomía en sus 17 años de lucha porlos intereses de los 36.000 indígenas, agrupados en 128cabildos y pertenecientes a 12 pueblos indígenas quetienen sus territorios ancestrales en el Departamento delPutumayo: Inga, Murui, Siona, Kamentsa, Nasa, Embera,Pasto, Awa, Koreguaje, Kofán, Quichua y Yanacona.

PUTUMAYOEN LLAMAS

LOSSECTORESSOCIALES

YPOPULARES

DELDEPARTAMENTO

DELPUTUMAYO

ABAJOFIRMANTES

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Desde su creación, la OZIP ha adelantando proyectos yactividades para desarrollar los procesos organizativosen sus cabildos, brindándoles el apoyo para lagobernabilidad de sus territorios de acuerdo a sus usos ycostumbres, con el fin de que se mantengan al margen delconflicto bélico que vive el país, agudizado en el Putumayopor las actividades del Plan Colombia, y para que exijande los actores armados el respeto a sus gobernantes y a suautonomía de gobierno en sus territorios.

Años atrás la OZIP en representación de los indígenas delPutumayo, propusieron al Gobierno Nacional la erradi-cación manual y sustitución de cultivos de uso ilícito,mostrando su voluntad de aportar a la construcción denación libre y soberana, respetuosa de la diferencia, comotodos la queremos.

Frente a la agudización del conflicto armado y los abusosdel poder contra los campesinos, contra los afrocolom-bianos, contra los indígenas y en general contra lossectores populares, optamos por la vía civilista y respe-tuosa dentro del marco de una solución política. Perotambién estamos en estado de máxima alerta. Es por esoque nos declaramos en Asamblea Permanente, hastatanto nuestras exigencias sean cumplidas una a una.

Exigimos:

A la justicia colombiana:Respeto a la integridad física y moral de las personasdetenidas.Respeto y reconocimiento a las autoridades tradicionalesindígenas.La inmediata liberación de los detenidos que no esténimplicados en actos que lesionen la paz y la convivencia.

A las ´fuerzas militares:Que no se fíen de falsos testigos para hostigar con suspalabras y acciones la integridad de los pueblos, de susdirigentes y de las organizaciones que representan.

A los actores armados:No involucrar a las comunidades indígenas, afro-putumayenses y campesinas en el conflicto, respetandolas normas de los Derechos Humanos y del DerechoInternacional Humanitario.

A los medios de comunicación:Reparación de los daños causados por la información noobjetiva.

Al defensor del pueblo del Putumayo y personero municipal deMocoa:Cumplir con su función esencial de garantizar el ejerciciode los Derechos de los pueblos indígenas, campesinos yafroputumayenses.

Nosotros no somos los enemigos. No somos los causan-tes, sino las víctimas de esta guerra fraticida, para la cualse ha diseñado una estrategia de muerte. A la muerte y ala barbarie respondemos con flores, con música, con lasvoces de los caciques, con el pensamiento y espíritu denuestros ancestros, con los trajes y coloridos de nuestrasmujeres, con las danzas de los afrocolombianos, con lasmanos callosas de los campesinos, con las enseñanzasdel yagé, con luces de colores que nos indican el caminoque hemos trazado en beneficio nuestro, en bien suyo, delos suyos y de todo el pueblo colombiano.

Organización Zonal Indígena del Putumayo, OZIPComunidades Afrocolombianas del Putumayo

Federación Departamental de Desplazadosdel Putumayo, FEDEP

Pastoral Social, Diócesis de MocoaRed de Mujeres de Puerto Caicedo

Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUCDepartamento Administrativo de Salud,

Dasalud-PutumayoAsociación de Educadores del Putumayo, ASEP

Secretaría de Educación

c.c. Medios de comunicación locales, nacionales e inter-nacionales, Presidencia de la República, ProcuraduríaGeneral de la Nación, Fiscalía General de la Nación, CruzRoja Internacional, Human Right Watch, Codhes, Aldhu,ACNUR, Brigada de Selva Número 27 – Mocoa, DAS –Mocoa, ONG de Derechos Humanos Nacionales e Inter-nacionales, Organizaciones Indígenas Nacionales, Em-bajadas asentadas en Colombia, Defensoría del Pueblo,Colectivos de Abogados, IWGIA, Asamblea de las Prime-ras Naciones – Canadá, Red de Emisoras Indígenas,Episcopado Colombiano.

Mocoa, Octubre 6 de 2003

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Acta número 001 del 9 de marzo del 2003

En la comunidad indígena de San Francisco del res-guardo indígena de Guangüí, los días 8 y 9 del mes

de marzo del año 2003, siendo las 9 a.m., se reunieron enAsamblea General 79 delegados de las cuatro comunida-des del Resguardo Guangüí (San Francisco, Peña tigre,Aguaclarita y Angostura), con el acompañamiento de losdirectivos de nuestra organización ACIESCA. El objetivode esta Asamblea fue analizar la problemática que vivenuestro resguardo y mirar el mejor camino a seguir paramantener la paz en nuestras comunidades, la conviven-cia con nuestros vecinos y seguir viviendo en armonía conla naturaleza. Después de escuchar todas las voces yanalizar la situación de nuestras comunidades, hacemosla siguiente declaración:

El pueblo Eperara Siapidaara tiene fuertes principiosculturales y organizativos, que se manifiestan en:

1. Que el pueblo Eperara Siapidaara mantiene unarelación espiritual con la naturaleza, que paranuestras comunidades es considerada sagrada. Delrespeto que tenemos hacia nuestro territorio y delcuidado que le brindamos a nuestros bosques, ríos ymontañas, depende nuestro bienestar. En contra deeste principio se encuentran los procesos decolonización desorganizada, la explotación madereray la tala de bosque para la siembra de cultivosilícitos, que están causando grandes daños a nuestroterritorio. Esta violencia contra la naturaleza es cadavez más grande y despiadada.

2. Que el pueblo Eperara Siapidaara ha construido unaorganización propia, basada en el pensamiento denuestros mayores, orientada por nuestras autorida-des tradicionales (Tachinawes y Jaibanas) y dirigidapor nuestros cabildos.

3. Que tenemos unos usos y costumbres, que junto conotras normas propias, nos permiten gobernar conjusticia y equidad. Es así como nosotros ejercemos elcontrol social en nuestras comunidades, defende-mos nuestro territorio y evitamos que se le de un usodiferente al que usualmente le hemos venido dando,teniendo en cuenta nuestra cultura y espiritualidad.

4. Que defendemos celosamente nuestra autonomía,porque solo por medio de ella podemos ejercer unbuen gobierno, sin que nadie intervenga desdeafuera en nuestros asuntos, pues eso sólo traedivisiones y no soluciona los problemas. Por el

contrario le resta importancia y autoridad a nuestrasautoridades y organizaciones, y nos trae nuevasdificultades.

5. Que el pueblo Eperara Siapidaara es un pueblo depaz, que siempre ha procurado mantener buenasrelaciones con sus vecinos campesinos yafrocolombianos, con los cuales compartimos mu-chos de los problemas, originados por el abandono yla poca voluntad que ha mostrado el Estado parabuscarles solución.

Teniendo en cuenta estos principios, manifestamos:

1. Que la forma como nosotros luchamos es utilizandonuestro pensamiento. Es por eso que no estamos deacuerdo con que nuestros hijos porten armas, sevinculen a actores armados o sean reclutados para laguerra, como medio para conseguir la paz. Por elcontrario, estamos de acuerdo en que la paz sebusque por medio del diálogo.

2. Que dentro del territorio indígena son los cabildos,nuestras autoridades tradicionales, Tachi Nawes ynuestra organización indígena las que ejercen laautoridad, el gobierno y la justicia. El Estado y susinstituciones, ONG privadas y otras organizaciones,sean estas armadas o no, deben respetar a estasautoridades propias de nuestro pueblo.

3. Que no permitimos que nuestros jóvenes se vinculena los grupos armados, aunque esta vinculación seavoluntaria, pues muchos jóvenes no entienden laproblemática y no saben en que se están metiendo.

4. Que las consecuencias de que nuestros hijos sevinculen a otras organizaciones ajenas a nuestroresguardo, son muy graves:

- Pérdida de la identidad organizativa y cultural- Alejamiento de los principios organizativos y del Plan

de Vida trabajado por nuestra organización ACIESCA.- Pérdida de relaciones de apoyo mutuo (reciprocidad)- Divisiones en la comunidad, pues no se acatan las leyes

y autoridades propias.- Pérdida de relaciones de amistad, compañerismo y

solidaridad- Cuando son jóvenes, no vuelven a asistir a la escuela.

Cuando son personas vinculadas a la enseñanza, sepueden cerrar los planteles educativos.

RESGUARDO INDIGENA EPERARASIAPIDAARA DE GUANGÜI (CAUCA)

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- En caso de que la vinculación sea a grupos armados,hay aumento del miedo de la población de que la guerrallegue a sus comunidades o que a los parientes de losque se vinculen a la guerra, sean castigados por losgrupos contrarios. Peligro de masacres, amenazas,persecución a nuestras autoridades, cabildos ycomuneros inocentes.

5. Que la siembra de cultivos de uso ilícito trae grandesdesventajas para nuestros territorios y nuestrapoblación:

- Tala de bosques para los cultivos.- Pérdida del potencial económico del bosque.- Contaminación de suelos y aguas.- Pérdida de la producción tradicional y aumento de

productos de afuera.- Persecución por el Estado.- Aumento de la delincuencia común, alcoholismo, pros-

titución y en algunos casos drogadicción.- En la población joven se presenta deserción escolar.- Aumento de los problemas interfamiliares.

“Los herejes son primos hermanos de los profetas. Profetas, no en el sentido más ordinario de la palabra,o sea, adivinos. Tampoco profetas en el sentido etimológico de la palabra: Pro–fari el que habla delante delos importantes, de los serios, los aceptados, los rentables, los legitimados, los ordinarios, los docentes.

Los profetas y los herejes hablan para develar y desenmascarar. Son emblemas de los procesos deinsubordinación en las sociedades. Los herejes dejan siempre mala fama, colillas, chismes por donde hancampado.

Dejan tras de ellos hogueras sin llama pero con lumbre. Más tarde, pueden aparecer otros trashumantesa soplar con viento nuevo para que resurja la llama con la cual forjan sus armas de combate por los derechosde la herejía”.

Mario Calderón Obispo de Oriente

Él ex jesuita, ella comunicadora... una pareja deenamorados de la vida y la naturaleza en todas susformas. Ese amor por la vida paradójicamente, losllevó a la muerte una cruda madrugada del 19 deMayo de 1997 en su hogar de Bogotá, donde lapersonificación de la intolerancia de esta Colom-bia les robó la vida...

Seis años sin Mario y Elsa

- Abandono de programas del Estado.- Hay casos de enfermedades desconocidas, que se presentan,

ya sea por fumigaciones, o por los insumos empleados enla elaboración de ilícitos.

Como pueblo indígena, los Eperara Siapidaara queremoscontinuar con nuestro Plan de Vida y no aceptamos queel desarrollo de nuestros programas sea puesto en peligropor intervenciones de otras organizaciones, sean estasarmadas o no.

Es por eso que exigimos un respeto a las decisiones quetomamos para defender a nuestras comunidades y fami-lias. Nuestro propósito es continuar reivindicando nues-tros derechos y trabajando por el fortalecimiento de nues-tras organizaciones, a pesar de todos los conflictos. Yseguiremos luchando por el territorio, la cultura, y elgobierno propio, que son los lemas de la OrganizaciónNacional Indígena de Colombia. ❑

Mario Calderón Elsa Maldonado

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Los indígenas de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia esta-mos realizando esta gran marcha a la Ciudad de Quitopara juntarnos con otros desposeídos del campo y laciudad y manifestar a todos los pueblos de América y delmundo nuestro repudio a las imposiciones de un ordenglobal de desarrollo económico para el cual nuestras cul-turas y nuestros derechos son un obstáculo.

E n 1990 el presidente de Estados Unidos, George Bush,padre del actual presidente George Bush, lanzó la

propuesta de “Empresas para las Américas” con el fin deabolir todas las barreras y controles al comercio y a lasinversiones de capital en todo el continente, desde Canadáhasta Argentina. En estos últimos 12 años esta propuestase ha ido perfeccionando en distintas cumbres de presi-dentes y ministros de todos los países. Hoy la conocemoscomo el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, ALCA.

Este tránsito de mercancías y capitales se presentacomo la solución para erradicar la pobreza en nuestrospaíses y para distribuir la riqueza. Lo que muchos nosabemos es que el ALCA contribuirá a la pérdida desoberanía económica y con ella a despojar al país de susrecursos naturales estratégicos. A arruinar nuestra agri-cultura y con ella a perder la soberanía alimentaria.

La historia se repite

A comienzos del siglo pasado, otro presidente de losEstados Unidos, mister Monroe, había puesto en marchaotra propuesta, llamada “América para los Americanos”,que dio origen a la invasión de empresas rapiñas norte-americanas en todos los países del continente. Lo que nosabían nuestros abuelos era que “América” éramos todos,pero los “Americanos” eran ellos, los gringos.

Tres siglos atrás Inglaterra se declaró el centro delmundo, pues según los ingleses, este Reino había sidoescogido por Dios para llevar su religión y civilización atodas las regiones del Mundo. Esto dio origen al másviolento colonialismo y saqueo de las riquezas del plane-ta y destrucción de cientos de pueblos y culturas enÁfrica, Asia, Oceanía y América.

Estos antepasados nuestros tampoco se dieron cuentade que se estaba repitiendo lo mismo que sufrieron susmás viejos antepasados con la llegada de los españoles,cuando comenzó el saqueo de todos sus bienes, la expro-piación de todos sus territorios y la destrucción de susculturas y religiones.

Hoy con el ALCA se atacan nuestras economías que hangarantizado por cientos de años la seguridad alimentaria denuestras comunidades. Nos quieren cambiar ese modeloeconómico sustentable por monocultivos como el de lapalma africana que, además de arrasar con el Medio Am-

biente y agotar los suelos, nos convierte en los nuevos“terrajeros” o “Huasipungueros” del nuevo Milenio.

El ALCA viene acompañado de medidas de fuerza queestán ocasionando el desplazamiento forzado de campe-sinos, indígenas y afrocolombianos, de los territorios enlos que se ha previsto realizar megaproyectos o explotarrecursos naturales.

¡Por eso marchamos pues!

Por eso estaremos, junto con otros pueblos indígenas y noindígenas, marchando y participando en otros espaciosque se organizaron para protestar contra las negociacio-nes que los ministros están adelantando a espaldas dequienes seremos los directamente afectados.

Vamos a decirles a los gobernantes de América, reuni-dos en Quito, pero también al mundo entero que hay otrasformas más humanas de pensar y vivir el desarrollo y quepara nosotros los indígenas la diversidad de la vida y ladiversidad de las culturas también cuentan y que por lotanto no están en venta.

Vamos los indios a juntarnos con los negros, que tambiénhan sufrido los rigores del saqueo de sus bienes, de laesclavitud de sus vidas y destrucción de sus culturas, conlos campesinos que se han empobrecido en sus parcelas porlas políticas neoliberales, aún sin haberse puesto en marchael ALCA, con los desempleados y pobres de las ciudades,pero también con aquellos empresarios que tendrán quecerrar sus industrias por la competencia desleal que sedesatará por los recursos de estos empobrecidos países.

Entre todos vamos a defender la soberanía que aún lesqueda a nuestros países. Los indígenas colombianos enesta marcha recogemos entonces la bandera de nuestroshermanos indígenas de la CONAIE:

¡No queremos nada sólo para nosotros!

A los pueblos indígenas, a los afrocolombianos, a loscampesinos nos corresponde continuar apostándole a esteproceso, porque desde nuestras culturas tenemos muchoque aportar y proponer como alternativa a una sociedadque se quiere seguir globalizando alrededor de un sistemaeconómico egoísta, que beneficia a pocos países, en detri-mento de todas las formas de vida cultural y biológica delplaneta.

Nuestra consigna durante esta marcha será:

“Las culturas con principios no tiene precio”

Bogotá, octubre 25 de 2002

MARCHA INDIGENA A QUITO CONTRA EL ALCA

74 Asuntos Indígenas 4/03

Asuntos Indígenas 1/03 2

Camilo CastellanosENTRE LA DEMOCRACIA Y EL AUTORITARISMO

Consuelo AhumadaLA ESTRATEGIA REGIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS:EL PLAN COLOMBIA Y LA INICIATIVA REGIONAL ANDINA

Diego HenaoEXTRAÑOS, NOMADAS Y CONFINADOS

Unión Territorial Interétnica del NayaEL NAYA. UNA APUESTA INTERETNICA PARA LA DEFENSA DE LA DIVERSIDAD DE LA VIDA

Héctor Mondragón¿QUIEN QUIERE DOMINAR LOS TERRITORIOS COLECTIVOS DE INDIGENAS Y AFROCOLOMBIANOS?

Fernando Castrillón ZapataLAS TRANSFORMACIONES DE LA REGION - TERRITORIO DEL PACIFICO COLOMBIANO Y LAS RESPUESTAS DE SUS POBLACIONES LOCALES

Efraín Jaramillo J.TERRITORIO, IDENTIDAD ETNICA Y ESTADO

Carlos RoseroALCANCES, LIMITACIONES Y POSIBILIDADES DE LA RESISTENCIA CIVIL

Libia Rosario Grueso CastelblancoTERRITORIOS DE VIDA, ALEGRIA Y LIBERTAD

Maria Mercedes JaramilloEL ALABAO: OFICIO DE DIFUNTOS Y RITO DE COHESION SOCIAL

DOCUMENTOS:

• DOS AÑOS SIN KIMY

• EL CONSEJO REGIONAL INDIGENA DEL CAUCA

• EL NAYA “FORO DE LA VERDAD, LA JUSTICIA Y EL DERECHO AL TERRITORIO”

• PUTUMAYO EN LLAMAS

• RESGUARDO INDIGENA EPERARA SIAPIDAARA DE GUANGÜI (CAUCA)

• SEIS AÑOS SIN MARIO Y ELSA

• MARCHA INDIGENA A QUITO CONTRA EL ALCA2 Asuntos Indígenas 4/03

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CONSEJO INTERNACIONAL DE IWGIA

Georg Henriksen (Presidente), Espen Wæhle, Jenneke Arens, Søren Hvalkof, Andrea Mühlenbach y Marianne Wiben Jensen.

SECRETARIADO INTERNACIONAL DE IWGIA

Director: Jens DahlDirectora suplente: Lola García-Alix

Coordinadores de programas: • América Central y del Sur: Alejandro Parellada y Diana Vinding • Africa: Marianne Wiben Jensen • Asia: Christian Erni y Sille Stidsen • Artico: Kathrin Wessendorf

Coordinadora de Derechos Humanos: Lola García-AlixAdministración: Karen Bundgaard Andersen, Inger Dühring & Zoya ShahbazianSecretaría: Annette Kjærgaard & Käthe JepsenEstudiante asistente: Niels PetersenAdministración de projectos de la UE: Cæcilie Mikkelsen

Publicaciones Coordinador de documentos en castellano: Alejandro Parellada Editores: El Mundo Indígena/Indigenous World: Coordinadores regionales & Diana Vinding Asuntos Indígenas: Alejandro Parellada Indigenous Affairs: Marianne Wiben Jensen Gráfi ca, tipografía y layout: Jorge Monrás

Objetivos y actividades de IWGIA

El Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas es una organización internacional constituida por miem-bros, políticamente independiente y sin fi nes de lucro. IWGIA colabora con pueblos indígenas de todo el mundo apoyando su lucha por los Derechos Humanos y la autodeterminación, el derecho al control de la tierra y los recursos, la integridad cultural y el derecho al desarrollo. El propósito de IWGIA es defender y refrendar los derechos de los pueblos indígenas de acuerdo con sus propios esfuerzos y deseos. Un objetivo importante es otorgar a estos pueblos la posibilidad de organizarse por sí mismos, así como establecer canales a fi n de que las propias organizaciones indígenas puedan reclamar por sus derechos. IWGIA trabaja a nivel local, regional e internacional a fi n de promover la participación, la comprensión y el conocimiento de la causa de los pueblos indígenas. Las actividades de IWGIA incluyen: publicaciones, trabajo por los Derechos Humanos, red de contactos, conferencias, campañas y proyectos. Para mayor información sobre el trabajo de IWGIA consulte por favor nuestra página web: www.iwgia.org

Publicaciones

IWGIA publica un anuario - El Mundo Indígena/The Indigenous World- y una revista trimestral: Asuntos Indígenas/Indigenous Affairs. Cada año, además, se editan una serie de libros que temáticamente tratan sobre asuntos indígenas.

Toda sugerencia y contribución a las publicaciones de IWGIA son bienvenidas y deberán ser entregadas al editor correspondiente.

Las publicaciones de IWGIA pueden solicitarse a través de nuestra página web: www.iwgia.org , por e-mail: [email protected] o por fax: +45 35 27 05 07 o a través de Abya-Yala: www.abyayala.org

PARTICULARES INSTITUCIONES Europa Dinamarca Europa

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Indig. Affairs + The Indig. World Indig. Affairs + The Indig. World + documents Asuntos Indígenas + El Mundo Indígena

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Resto del mundo

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INDIGENASASUNTOS4/03

Este libro pretende ser una herramienta practica para enfrentar actividades petroleras en las distintas etapas de la cadena productiva, y servir especialmente a las organizaciones indíge-nas y campesinas, así como a las instituciones y personas comprometidas con los derechos socio ambientales. Dada la complejidad normativa relativa al material y considerando los inevitables impactos sobre la naturaleza inorgánica, orgánica y socio-cultural, en este trabajo se presentan las distintas disposiciones legales dirigidas a salvaguardar los derechos de las poblaciones locales y a garantizar el cumplimiento de las obligaciones ambientales de los operadores petroleros.

CEJIS e IWGIA 2003 (encargar a: [email protected]) ISBN: 87-90730-84-4 - ISSN 0108-9927

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LICA

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TIERRA ADENTRO

Tierra adentro se encuentran actualmente la mayor parte de territorios indígenas por efectos del repliegue como consecuencia de la colonización. En el interior de cada persona empiezan estas tierras donde los indígenas habitan y que constituyen el escenario de unas relaciones donde afectos, percepción y conocimientos se combinan para que el espacio y el tiempo sean sentidos antes que pensados. El objetivo del libro es ofrecer elementos de refl exión para abordar la gestión de estos territorios y el desarrollo jurídico de sus estatutos, ahora que se ha concluido una fase de titulación de tierras iniciada hace tres decenios y que ha constituido el punto principal de debate entre los pueblos indígenas y los Estados de América del Sur. Más allá de unos espacios de recursos que hay que evaluar y administrar, este libro muestra que el espacio indígena supone otros muchos aspectos cuya variabilidad, riqueza y complejidad deben ser tomadas en cuenta si se quiere evitar el riesgo de ver convertidos estos territorios y las gentes que los habitan en otras víctimas de la razón productiva.

CEJIS , Unión Europea e IWGIA 2003 - ISBN 87-90730-85-2

BOLIVIA - SISTEMA JURIDICO INDIGENA

CEJIS

GUIA DE DERECHOS PARA ENFRENTAR OPERACIONES PETROLERAS EN BOLIVIA

José de la Fuente & Elena Katia Villarroel

DIAGNOSTICO EN COMUNIDADES DE LOS PUEBLOS CHIQUITANO, MOJEÑO-IGNACIANO Y TACANAEl libro muestra la situación actual del sistema jurídico indígena en los pueblos chi-quitano, mojeño-ignaciano y tacana, respetando sus valores culturales, asumiendo los cambios y asimilando las ofertas ofi ciales para su vigencia en el tiempo; la estructura de autoridades encargadas del control de su cumplimiento y los procedimientos para el castigo a los que quebrantan las reglas; mostrando que es un sistema vivo que tiene la capacidad de coexistir con el sistema de derecho positive así no hubiera estado reco-nocido ofi cialmente.

GRUPO INTERNACIONAL DE TRABAJOSOBRE ASUNTOS INDIGENAS

IWGIA 2004 - ISBN 87-90730-80-1 - ISSN 0108-9927

Alexandre Surrallés yPedro García Hierro (eds.)

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