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Resident Evil The Umbrella Chronicles “2”, conocida como SIDE B es una traducción elaborada por fans procedente de la versión alemana del libro. El crédito de este trabajo va para la página web y fansite español de la saga Resident Evil Center, página en la que podrás encontrar éste y muchos más trabajos de calidad. Michael Chandler Arenas Webmaster de Resident Evil Center www.residentevilcenter.net

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YA PUBLICADOS RESIDENT EVIL VOLUMEN 7: HORA CERO SD Perry – ISBN 978-84-480-3421-4 RESIDENT EVIL VOLUMEN 8: ROSA BLANCA Tadshi Aizawa – ISBN 978-3-8332-1348-9 RESIDENT EVIL VOLUMEN 9: LIBERTAD FATAL Suiren Kimura – ISBN 978-3-8332-1349-6 RESIDENT EVIL VOLUMEN 10: THE UMBRELLA CHRONICLES, SIDE A Osamu Makino – ISBN 978-3-8332-1785-2 RESIDENT EVIL: GENESIS (Novela sobre la película) Keith R.A. DeCandido – ISBN 978-3-8332-1130-0 RESIDENT EVIL: APOCALIPSIS (Novela sobre la película) Keith R.A. DeCandido – ISBN 978-3-8332-1127-0 RESIDENT EVIL: EXTINCIÓN (Novela sobre la película) Keith R.A. DeCandido – ISBN 978-3-8332-1649-7

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PARTE 2

Osamu MAKINO

Traducido de los alemanes

Michael Chandler Arenas Roy776 (Reon Sukotto Kenedi)

Cristian Melis (josue007) Nadja Wagner (Zoe)

Biggi (Marukka)

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Información sobre la bibliografía de la Biblioteca Nacional de Alemania La Biblioteca Nacional Alemana lista esta publicación en la bibliografía nacional alemana; los datos se detallan disponibles en Internet desde http://dnb.d-nb.de Este libro ha sido hecho con papel libre de cloro, Producido en papel ecológico. Una nueva ortográfica. RESIDENT EVIL: UMBRELLA CHRONICLES 2 por Osamu MAKINO 2010 Panini Verlags GmbH, RotebühlstraBe 87, 70178 Stuttgart. Todos los derechos reservados. Traducido de los japoneses por Varios traductores. Montaje: Andreas Kasprzak, espacio Uwe Deinzer Editores: Mathias Ulinski, Holger Wiest Redactor jefe: Jo Loeffler Diseño de portada: Ficha individual, Stuttgart Frase: Greiner y Reinchel, Colonia Presión: Nørhaven A / S, Viborg, Dinamarca Edición original japonesa: “Biohazard: Umbrella Chronicles, Parte 2“ por Osamu Makino. Osamu MAKINO / CAPCOM CO., LTD. 2010 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Originalmente publicado en Japón en 2010 por Kadokawa Shoten Publishing Co., Ltd.., Tokio, Japón. Derechos de traducción para Alemania acordado con Kadokawa Shoten, A través de Tohan Corporation, Tokio. Artista CG / Satoshi UEDA ISBN 978-3-8332-1785-2 1. Edición, marzo de 2010 www.paninicomics.de/videogame

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Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas,

y el rostro envuelto en un sudario.

Juan 11,43

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FIGURAS PRINCIPALES

Capitán Albert Wesker: Comandante de S.T.A.R.S., unidad de fuerzas especiales de la policía de Raccoon City (RCPD), participó en todos los proyectos de virus.

Jill Valentine: Miembro del equipo Alpha de S.T.A.R.S.; ella es una gran ventaja para el equipo debido a su conocimiento sobre el desarme de explosivos y sus habilidades de combate.

Chris Redfield: Miembro del equipo Alpha de S.T.A.R.S.; ex piloto de la Fuerza Aérea, y el mejor tirador del equipo.

Leon S. Kennedy: Nuevo miembro de la policía de Raccoon City. Un joven oficial de policía que se destaca con acciones valientes y un excelente poder de observación.

Ada Wong: Su nombre y su pasado están rodeados de secretos; ella está siendo utilizada como espía por Albert Wesker.

Sergei Vladimir: Ex coronel de las fuerzas soviéticas. Tras la caída de la Unión Soviética, fue contratado por Umbrella donde pronto alcanzó el grado de Coronel.

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LA DESTRUCCIÓN DE

RACCOON CITY 28.09.1998

Cuando no haya espacio en el infierno, los muertos caminarán por la tierra. De la película, “El amanecer de los

muertos”

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“Oye cariño, quisiera un vaso de leche”, dijo Dolores con una voz suave. “Y también algunas tostadas por favor”.

“No te pongas demasiado exigente.” contestó Jason, mientras Dolores lo abrazaba cariñosamente.

“No creo que esto sea mucho pedir.” respondió ella. Sus manos recorrieron el cuerpo de Jason, acariciándolo. Ambos estaban desnudos en la cama. “¿Verdad?“

Las yemas de los dedos de Dolores alcanzaron el lugar exacto en el que Jason más deseaba ser tocado.

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“Antes de que hagamos esto…” la voz de Dolores ahora sonaba entusiasmada. Tapó la boca del joven con sus labios y luego completó la frase, “…quiero mi desayuno”.

Jason chasqueó la lengua y se levantó de la cama.

Sus padres estaban de viaje. Hasta mañana por la tarde la casa sería toda para él, así que no tardó en hacérselo saber a Dolores. No solían tener una oportunidad como esa, por lo que ella no lo pensó mucho, y ambos tuvieron una noche sumamente placentera.

Pero…, pensó Jason mientras ponía las tostadas en la tostadora, ¿Realmente me ama? La amo con todo el corazón, pero… ¿por qué la porrista más bella y más deseada de la escuela escogería a un perdedor como yo?

Jason era inseguro. Simplemente no podía creérselo. Tal vez ella sólo estaba jugando con él y quería utilizarlo a su antojo. Uno de sus principales problemas era no poder callar sus dudas, y peor aún, empezaba a odiarse por ello. Fue entonces que recordó la última noche y llegó a la conclusión de que en su lugar debería disfrutar de lo que tenía aquí y ahora. Pero aún así....

“¡Date prisa!”

“Sí”, respondió Jason, sonando tan feliz como pudo, y vertió la leche en una taza. De repente algo se oyó desde el jardín, el sonido de un rasguño.

“¡Oh, genial!” se dijo.

Había dejado afuera a Valentine, la gata de la casa. Normalmente la mascota no mostraba ningún interés en él,

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pero cuando este llevaba una chica a casa, podía volverse completamente furiosa. Incluso con Helen, su prima. Las mujeres y las gatas nunca se llevan bien, pensó Jason.

Abrió la puerta que llevaba de la cocina al jardín, y no encontró a la gata ni a nadie.

“¿Jason? ¿Qué demonios ocurre?”

Era imposible que se demorase tanto tiempo. Dolores estaba enojada. Después de todo, solo aceptaba su relación con él por su leal devoción y su casi obediencia canina que la halagaba. Pero ahora bajo estas circunstancias no podía aceptar ningún malentendido.

“¡Basta, Jason!”

No hubo respuestas.

Que empiece a rogar porque no lo mate, pensó. Luego se cubrió con una toalla y se puso de pie.

“¿Puedo tomar mi desayuno?”

Su tono de voz ya no era burlón, sino que dejaba en claro su enojo. Pero fue en vano. La criatura que de repente se le apareció enfrente no parecía hablar el mismo idioma. Sólo tenía un objetivo: satisfacer su hambre insaciable.

Y lo logró gracias a Dolores.

Pero comparado con el resto de los sucesos caóticos que tuvieron lugar en Raccoon City ese día, este fue sólo un incidente insignificante.

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2 Leon S. Kennedy tuvo lo que se da en llamar un día

realmente malo. Y justo cuando Raccoon City se convertía en el infierno sobre la tierra, comenzaba su primer día en el Departamento de Policía de Raccoon City.

La víspera prometía cosas malas, y sumado al continuo estrés, no había podido dormir hasta el amanecer. Y para peor, el despertador tenía que romperse, así que se quedó dormido, ¡Algo no tan fuera de lo común! La peor pesadilla estaba frente a su puerta: una ciudad repleta de zombies. Raccoon City estaba poblada por un ejército de muertos vivientes. Así que tuvo que abrirse camino a través de las hordas de monstruos hasta llegar a la estación de policía.

En su camino se encontró con una joven mujer llamada Claire, quien estaba buscando a su hermano perdido. Su nombre era Chris Redfield y era un policía de elite del RCPD. Seguramente para ella también era un día malo.

Leon le prometió que la ayudaría a buscarlo, pero debido a que no pudieron ir más lejos juntos, tuvieron que separarse. Cuando Leon llegó a la estación de policía, el lugar ya se había convertido en un nido de zombies. Atravesó toda la planta baja del edificio buscando a Claire. Pero no la encontró, ni siquiera a un superviviente. Entonces subió hasta la azotea del complejo.

Probablemente debió su vida a las armas que encontró en el edificio. Al llegar a la terraza, tras una búsqueda sin éxito, oyó un grito proveniente de la calle. El joven policía

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miró hacia abajo. Zombies y perros en el mismo estado atacaban a un grupo de personas que corrían presas del pánico. Tomó la M16 que llevaba en su espalda, la recargó y apuntó. Estaba acostumbrado a disparar de pie y era un excelente francotirador. Finalmente disparó, pero falló y la bala perforó el asfalto de la calle. Apuntó con su escopeta y luego volvió a intentarlo. Uno de los zombies fue arrojado hacia atrás y luego se desplomó.

Y como derribados por una mano invisible, los zombies cayeron uno tras otro. El joven policía no desperdiciaba sus balas, sino que cada disparo acababa con uno de ellos.

De pronto oyó un disparo a lo lejos, y casi en el mismo momento sintió un dolor ardiente en la mejilla derecha. Llevó una mano hacia el lugar y vio una mancha de sangre en sus dedos. Alguien le había disparado. Rápidamente echó un vistazo alrededor. Entonces oyó otro disparo. Las tablillas del techo de concreto volaron por los aires. Intentó encontrar la ubicación del atacante. Miró hacia arriba. Un helicóptero sobrevolaba por encima de él, lo que le hizo pensar que le habían disparado desde allí. Si fue así, entonces desde la azotea era un blanco perfecto.

Corrió en dirección a la escalera y descendió. Sacó su pistola de la funda y guardó la escopeta en su espalda. En el interior del edificio, un arma de cañón largo sería claramente una desventaja. Se dirigió directamente al primer piso y corrió hacia afuera cruzando la entrada. Pero no había ningún ser humano a la vista. Sólo cadáveres deambulando.

Se preguntó quien pudo haberle disparado desde el helicóptero. Era difícil imaginar que los zombies anduvieran sobre uno. Negó con la cabeza con incredulidad. ¡Eso sería

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una exageración! Mientras jadeaba por algo de aire, fue invadido por sus pensamientos. Pero cuanto más pensaba en todo aquello, lo que le pareció más improbable fue que llegaría a una conclusión. Finalmente, una vez que se deshizo de ellos, se dirigió hacia la cubierta del estacionamiento en el sótano. Aún no había buscado en esa zona.

Con precaución y con su arma cargada, miró a su alrededor. Afortunadamente parecía no haber ningún zombie. Pero de repente se oyó un disparo, y una bala golpeó la columna a su lado. Se dio la vuelta y se paró frente a una hermosa mujer con un rostro exótico. Ella lo miró algo temerosa.

Ese fue el primer encuentro entre Ada y Leon.

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Wesker 11 Wesker estaba sentado en una pequeña cabina

ligeramente parecida a la de un avión. Era una sala de control móvil, un producto personalizado por la Corporación Umbrella. El vehículo estaba estacionado en las afueras de Raccoon City para poder seguir mejor los sucesos ocurridos en la ciudad y, si fuera necesario, huir fácilmente de allí.

No menos de doce pantallas de diferentes tamaños estaban instaladas en su interior. Wesker mantuvo un ojo en cada una de ellas, mientras cambiaba las cámaras con una velocidad asombrosa. Sus ojos tampoco se apartaron cuando sus oídos se centraron en la radio que de repente se oyó en su auricular.

“Los hombres del RCPD están todos muertos. Brian, sin embargo, escapó de nosotros”

“Mátalo, no debe escapar. Si algo sobre su relación con la empresa se filtra hacia el exterior, tendremos un problema”

“No se preocupe. Ese tipo prácticamente ya se suicidó. Quería quedarse en la estación de policía a toda costa, no quería salir. Incluso si cambia de opinión ahora, ya no tiene ninguna oportunidad de salir con vida. De hecho...”

La conversación fue interrumpida por el ruido de un helicóptero en el fondo. Sin embargo, la audición sobrehumana de Wesker le permitió identificar las voces de las personas quienes estaban conversando allí afuera.

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Sin duda, una de las voces era ciertamente la de Sergei. En la distancia se podía, en repetidas ocasiones, oír algunos disparos.

“Miren eso, ¿El soldadito aquí quiere jugar al Cowboy? ¡Malditos bienhechores! ¡Sólo de verlos siento ganas de vomitar!”

Había una grieta metálica. Sergei tomó un arma, la recargó y empujó el selector hacia arriba. Los sonidos le revelaron a Wesker lo que Sergei estaba manipulando: un rifle de asalto Kalashnikov.

Hubo un disparo. Y luego otro. Al parecer Sergei le estaba disparando a alguien desde el helicóptero.

“¡Sergei! ¡Sergei!”

“¿Qué sucede?”

“¡Se acabó, Sergei! ¡No hay más tiempo para tus juegos!”

“¡Lo siento, pero este juego lo voy a terminar!”

Wesker sonrió burlonamente. Sergei siempre tenía que exagerarlo. Los tipos como él, que se enaltecían a si mismos, estaban condenados. No importa cuan poderosos sean ahora, perecerán algún día. Y ese día se acercaba también para Sergei, estaba seguro de eso.

Se quedó escuchando mientras por momentos cambiaba la frecuencia. Obviamente había una

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superposición que daba lugar a un gran desorden en las ondas.

“¡Alto! ¡No te me acerques más! ¡Nooooo!”

“¡Por favor, contesten! ¡Necesito refuerzos de inmediato!”

“...esta será nuestra última emisión. Ya no tendremos más contacto con el mundo exterior por varios días....”

“…Equipo Alpha. Soy Hunk, solicito una respuesta.”

Wesker reanimó sus oídos. Conocía a ese hombre. Hunk era miembro de una unidad conformada por agentes especiales, y que junto con el U.B.C.S formaban el oscuro poderío de la Corporación Umbrella.

“...en la frecuencia 777 queremos entretener a nuestros oyentes con música agradable y...”

“¿Hunk? ¿Me oyes, Hunk? ¡Aquí Nighthawk! ¡Algo parece estar mal con la radio!”

“¡El virus-G está a salvo! ¡Todos en el equipo Alpha están muertos, salvo yo! Ahora me dirijo al lugar de encuentro”.

“¿Otra vez eres el único? Eres realmente un ángel de la muerte…”

“Esta será nuestra última emisión. Si alguien sigue vivo allí afuera y escucha esto: ¡Procure salir de la ciudad tan pronto como sea posible!”

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“El tránsito en la ciudad se ha convertido en un completo caos, y hay grandes dudas con respecto al bienestar de los habitantes.”

“¡Hunk! ¡Hunk!”

“Te oigo”.

“¿Qué sucedió con William?”

“Recibió un balazo mortal durante el enfrentamiento. Pero poco antes de morir se inyectó el virus-G y revivió. Él es la razón por la que la unidad fue completamente aniquilada”

“Entiendo. ¿Y que hay del resto de las muestras del virus-G?”

“Probablemente fueron esparcidas por el aire luego del enfrentamiento. Pronto será necesario contraatacar”.

“Roger. Inmediatamente iniciaremos los contraataques… ¡Tenéis que creernos! La ayuda está en camino”.

“¡Estamos atrapados aquí! Lo único que podemos hacer es respirar. ¡Este lugar también está plagado de monstruos!”

“Con esa cantidad de heridos, ¡Están perdidos de todos modos!”

“¿En qué se ha convertido esta ciudad? Raccoon City está perdida. Esos monstruos son indestructibles. ¡Son malditos inmortales!”

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“Hasta el momento estas son las últimas noticias que nos llegaron. La Corporación Umbrella, que operaba en una planta de productos farmacéuticos en Raccoon City, dijo lo siguiente en relación con....”

“¡Se acabó, se acabó! ¡Todo terminó!”

“¡Necesito ayuda! ¡Repito! ¡Necesito ayuda urgente! ¡Sáquenme de aquí! ¡Estoy herido y ya no puedo moverme!”

Hunk había cumplido su misión y escapado en helicóptero.

Wesker se concentró en algo en particular, es decir, en el llamado virus-G sobre el que supuso se había desarrollado en los laboratorios subterráneos de Raccoon City. William, quien una vez trabajó junto con él en los laboratorios de Arklay, lo había creado.

Con la ayuda de Hunk, la Corporación Umbrella logró obtener el virus-G de la ciudad en medio de todo ese caos. Si fuese necesario, Wesker podría robarlo por la fuerza, pero había algo mejor, una alternativa menos arriesgada a la cual reservó todo su poder: la espía Ada Wong.

Pero al parecer, ella aún no había logrado conseguirlo.

En ese momento, la imagen en la pantalla cambió, y un mensaje desde el exterior apareció. Un hombre pálido de mediana edad se lo quedó mirando desde el otro lado de la pantalla.

Sus ojos estaban húmedos, y su cuerpo temblaba como un pequeño cachorro.

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“¿Qué significa esto?” preguntó.

Wesker no contestó. Se quedó mirando en silencio el rostro del hombre.

“Hay cadáveres por todas partes. Merodean y se comen a los humanos. ¡Tú seguramente lo sabías! ¡Sabías que esta loca investigación daría lugar a algo así! ¿Verdad? si lo sabías, ¿Por qué no lo evitaste?”

“¿Por qué debería?”

“Mi esposa y mis hijos...” El hombre ocultó su rostro entre sus manos. Luego se oyó un fuerte lamento. Se destapó la cara con un movimiento nervioso, y una vez más miró la cámara con ojos muy enrojecidos.

“¿Entonces los sabías? ¿Lo sabías y no hiciste nada para evitarlo?”

“¡Escucha!” dijo Wesker sin la más mínima emoción. “En algún lugar cerca de ti hay una agente. Le darás tu emisor. Entonces la cosa habrá terminado para ti, y podrás salir de allí e irte a cualquier sitio que desees”

“¡Espera un segundo! ¿Puedes decirme cómo salir de aquí? ¡Para un ser humano normal es casi imposible! ¡Y no soy un maldito superhéroe! ¡Ey, escúchame!” gritó el hombre y acercó su cara tan cerca a la cámara que parecía que fuera a morderla.

Wesker apagó la pantalla como si apagase con ello el mundo.

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3 Para terminar sus misiones con éxito, incluso bajo las

circunstancias más adversas y acabar con vida, Ada Wong siempre demostraba su talento durante sus investigaciones trabajando para las distintas organizaciones. Y estaba orgullosa de eso. Su inquebrantable confianza en si misma le susurraba un vez más que todo saldría bien esta vez. Incluso ahora que la ciudad se había convertido en una pesadilla y los muertos medio podridos hacían de las suyas.

La violencia y la muerte reinaban en las calles de la ciudad, pero al igual que en Camboya del Khmer rojo como durante la masacre de los hutu en Ruanda no habían sido nada diferentes para ella en comparación a lo que estaba sucediendo aquí. En todos los lugares conflictivos del mundo, Ada hacía su trabajo, y siempre regresaba con vida. La situación en Raccoon City después de todo no era nada extraordinaria.

El mundo era una completa porquería. Había revivido a los muertos, haciéndolos desear un festín con la carne de los vivos. Pero nada de eso la había alterado.

Su misión la unía a Albert Wesker en esta ocasión. Sin duda, los honorarios que le habían ofrecido eran muy tentadores, pero más todavía, que había sido él en persona quien le propuso la oferta.

Ada tenía experiencia con hombres deseosos de convertirse en los reyes del mundo. Para ella, los hombres así se dividían en dos clases: Los puramente tontos, y los tontos capaces.

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Wesker, en cambio, tenía una voluntad extraordinariamente fuerte y una energía equilibrada. Especialmente su habilidad para elegir el camino correcto para su propio progreso era lo que le simpatizaba. Además, no había absolutamente ninguna duda de que Wesker no era ningún tonto.

La mayoría de los hombres eran idiotas. Uno tenía que preguntarse qué beneficio esperaban de la vida para gobernar el mundo. Después de todo no significaban nada, pero se habían convertido en los administradores del mundo, y tenían que servir hasta el final.

¡Lo que necesito es un poco de diversión, y si el mundo se muere a causa de eso, entonces que así sea! Ese era su credo. Los hombres, con sus juegos eternos de poder, le parecían perros falderos. Pero Wesker, en medio de todos esos tontos, se veía atractivo. Para ella él fue el primero, después de mucho tiempo, en hacerle sentir cosas interesantes.

Gracias a sus órdenes se encontraba inmersa en medio de un infierno. Comenzaba su primera misión y estaba tan emocionada como un niño a punto de subirse a un juego en un parque de atracciones por primera vez. Aunque cabría agregar que Ada nunca tuvo el gusto de visitar uno en su infancia.

Ahora se encontraba en el estacionamiento del Departamento de Policía de Raccoon City y tenía información que pertenecía a un prisionero que conocía una ruta de escape de la ciudad. Aunque su misión aún no estaba cumplida, tenía que encontrar una salida, así que avanzó hacia el departamento por su cuenta.

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Por supuesto también pudo entrar al edificio, el cual estaba totalmente convertido en un caos. ¿Quién podría haberle impedido el ingreso? Era probable que los zombies estuvieran vagando allí dentro y que el prisionero ya estuviese muerto.

Pero, como dice el refrán, ¡A los audaces ayuda la fortuna! Eso tendría sentido de alguna manera. No importaba lo sucedido, Ada era lo suficientemente optimista como para creer que existía la forma adecuada para cualquier tipo de situación peligrosa.

Repentinamente la persona que iba a asegurar su suerte apareció ante ella: un joven uniformado se acercó a toda prisa. Ada decidió utilizarlo para sus propósitos. ¿Qué tan lunática podía ser la situación? Los hombres siempre se creen afortunados cuando encuentran una mujer. Jamás un hombre creería que todo fue planeado. Ada no buscaba hacerse amigos. Ese encuentro era para ella todo menos coincidencia. Después de todo no creía en la suerte, pero tampoco había sucedido que un agente dudara de su labor. Entonces llevó a cabo su plan, y disparó contra su objetivo.

“Lo siento mucho… ¡Pensé que eras un zombie!” La expresión facial, el tono, los gestos, todo era perfecto. Ada jugaba a la mujer débil y asustada, que en pánico apuntó contra una persona y disparó.

“¿Estás bien? ¿Estás herido?”

“No, todo está bien” El hombre rió y se le acercó.

“Por favor”. Con el dedo índice, el hombre empujó hacia abajo el cañón de la pistola que ella en todo momento mantuvo en alto.

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“¡Oh, lo siento!” Ada bajó la pistola con su mirada concentrada en la funda, aparentando ser una completa inexperta en el uso de las armas. “Mi nombre es Ada. Ada Wong.” dijo y le extendió la mano.

El hombre le respondió con un fuerte apretón de manos, “Y yo soy Leon Kennedy. Miembro del Departamento de Policía de Raccoon City…”

A lo lejos se podían oír gritos y explosiones.

“Parece que tienes trabajo” dijo Ada con una risa contenida.

“¿Qué estás haciendo aquí?”

“¿Conoces a alguien llamado Ben Bertolucci?”

“¿Quién es ese?”

“Eres policía, ¿verdad?”

“Sí. Pero hoy es mi primer día” dijo Leon y le mostró una nota que decía:

¡Felicitaciones por tu ingreso al Departamento de Policía de Raccoon City! No te preocupes, que nuestros veteranos te cobijarán bajo nuestras alas. Hasta tanto, esperamos tu llegada.

Tus colegas del RCPD

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¿En serio? Si ese hombre también es un extraño, no será de mucha ayuda después de todo, pensó Ada decepcionada. Y luego sus agradables compañeros desearan comerme viva tan pronto como comience mi trabajo sucio…

“Bueno, yo diría que están muy enamorados de ti” dijo Ada con una expresión seria en su rostro, y agregó, “Ben Bertolucci es un periodista que al parecer está prisionero en este lugar. Al menos eso es lo que escuché. Vine hasta aquí para encontrarlo, pero ahora que el caos reina en esta ciudad, ya no sé qué hacer”

“Me temo que no lo conozco”

“Mi amigo ha desaparecido en esta ciudad hace un mes. Desapareció sin dejar rastro, y la policía no trató el caso con la seriedad necesaria. Dijeron que no era un caso para ellos. De todos modos, sus huellas terminaron en Raccoon City. Estoy aquí por eso. ¿Me harías el favor de guiarme hasta las celdas?” dijo Ada y luego miró a Leon sin olvidar sujetarse a su brazo. Un simple contacto físico es suficiente para cambiar la impresión de quien tienes enfrente, porque quien es acariciado comprende el signo de la confianza.

“Umm......bueno...está bien”

“¿Sí? ¡Me harías un gran favor!”

Ningún hombre podría resistirse a la seducción de Ada Wong. Sobre todo Leon, que creía que los hombres debían ser protectores de las mujeres y de los niños.

“Aquí hay zombies por todas partes. Deberías estar preparada”.

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Ada asintió con la cabeza.

“Bueno, andando”.

“Gracias, Leon” Ada se aferró más fuerte a su brazo. El joven oficial comenzó a caminar con determinación.

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4 “Nací durante la guerra de Vietnam, en el barrio de

Cholon en Saigón, poco antes de que la ciudad estuviera bajo el mando de Vietcong. Era la única hija de una extranjera familia china muy adinerada, dueña de tierras y gigantescas huertas por generaciones”

“¿Aún vives en Vietnam?”

“No” Ada sacudió su cabeza tristemente. “Vietnam del Norte y del Sur estaban unidas en 1976.”

“Lo sabía” señaló Leon. “Fueron tiempos malos. Los soldados que arriesgaron sus vidas en la guerra regresaron a casa y nadie les dio las gracias”

“La guerra fue una gran desgracia. La guerra en sí es una gran desgracia” dijo Ada, a pesar de tener una opinión diferente, y luego bajó la cabeza. La desgracia de los demás ni siquiera le interesaba en lo más mínimo. Por supuesto, tampoco era cierto que pertenecía a una familia noble de extranjeros chinos en Vietnam. Por no mencionar el nombre “Ada Wong”. Después de todo, tenía un montón de otros nombres falsos.

Ada continúo hablando de su infancia.

“En ese momento un modelo cultural socialista fue introducido en el Sur de Vietnam. Nuestra familia se convirtió en objeto de odio. El gobierno tomó el control del comercio y prohibió las organizaciones privadas. Se decía que también secuestraba toda fortuna. Los rumores se

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extendieron como un incendio forestal, y fue entonces que se produjo una masiva fuga de habitantes del país”

Esa era la verdad, pero no tenía nada que ver con Ada o su familia. Hablaba con la cabeza baja, como si no le gustaba recordar tiempos difíciles.

“Sólo tenía tres años en aquel momento”.

“Eso debió haber sido terrible” Leon no dudaba de Ada, y menos aún de lo que le contaba. Normalmente era un hombre desconfiado, pero las mujeres que se veían débiles despertaban su instinto protector. Pensaba que las mujeres requerían protección bajo cualquier circunstancia. Era, sin duda, un hombre bastante pasado de moda.

Ada continúo y dejó caer incluso algunas lágrimas.

“Fuimos engañados”

“¿Cómo pudo ser posible?”

“Toda mi familia escapó a los EE.UU. La administración de nuestra fortuna se la encargamos a un hombre especializado en el comercio de contrabando. Sólo teníamos que mudarnos a los Estados Unidos, comprar tierras para cultivar y contratar algunos empleados. Así que confiamos nuestra fortuna entera a ese hombre. Pero todo lo que dijo fue mentira”

Ada llegó a darle a su historia el toque final.

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“¡Ese hombre se robó toda nuestra fortuna, absolutamente toda!”

“¿Qué?”

“Llegamos a los Estados Unidos sin siquiera un centavo”

“Eso es terrible. Lo siento…”

Ada sabía que ahora el corazón de Leon estaba furioso y lleno de ira. Si el hombre quien supuestamente la había engañado estuviese aquí, Leon lo golpearía sin dudarlo. Ada no recordaba haber conocido a alguien tan inocente.

Todo marchaba bien, casi a la perfección, así que comenzó a preocuparse de si realmente no era él quien la engañaba. Pero la indignación que mostraba su rostro, a la luz de sus recuerdos de niñez, era imposible de ocultar. Ni siquiera una mentirosa profesional como ella podía ocultarla tan bien.

Leon sacó su pistola.

“Vamos a entrar.” dijo en voz baja y abrió la puerta que conducía al interior de la estación de policía.

Como si estuvieran alineados y expectantes por algo de carne fresca, los zombies ávidos comenzaron a atacarlos con los brazos extendidos. Leon neutralizó un monstruo tras otro de pie con las piernas abiertas y sus rodillas ligeramente flexionadas. Sostenía fuertemente su pistola con ambas manos y los brazos firmemente extendidos formando una línea recta con el cañón del arma. Su manejo con ella era como hojear las páginas de un libro.

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Ada se escondió detrás de él, actuando como si buscara refugio. Pero había demasiados zombies, así que era necesario que se enfrentara a la horda de monstruos con puñetazos, patadas e incluso disparos, sin olvidarse de dejar escapar un leve grito con cada uno de ellos. Los zombies eran presa fácil para ella, pero difícil era que Leon no se diera cuenta.

Después de un rato llegaron a una celda. Sólo un hombre estaba allí.

“¿Ben Bertolucci, supongo?” dijo Ada.

“Sí, es cierto.” Ben miró a Ada con ojos inyectados de sangre. “¿Quién eres? ¿Y el policía? Nunca lo he visto antes...”

“Soy Leon. Es mi primer día aquí. Me quedé dormido y luego me encontré envuelto en este lío”.

“Pues, deberías avergonzarte” dijo Ben y sonrío tristemente.

“Oiga. Ella es Ada. Está buscando a un amigo. Desapareció sin dejar rastros aquí en Raccoon City”

“Hoy, miles de personas han desaparecido”

“¿No lo conoce por casualidad?” Ada le extendió la foto de un muchacho sonriendo. Había tomado la fotografía de alguna mesa, y el joven no tenía absolutamente nada que ver con ella.

Ben movió la cabeza.

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“Entonces, tal vez, ya haya escapado de la ciudad” continúo Ada. “¿Sabe cómo se puede salir de la ciudad?”

“Conozco una manera. Pero olvídenlo”

“¿Por qué?” preguntó Leon.

“Porque hay algo. Ese gigante que...”

“¿De qué habla?” preguntó Ada.

“¿Aún no lo encontraron?”

“¿Se refiere a los zombies? Nos encontramos con unos cuantos…”

Ben la interrumpió.

“No, esa cosa no es solo un zombie. Cuando lo encuentren, y les agarre, no dudará…”

Ben hizo un gesto como si estuviera aplastando algo en el aire con ambas manos.

“Pues deberíamos escapar juntos. Si se queda aquí estará muerto”

“Estoy a salvo tras las rejas. Por lo menos los zombies no pueden entrar aquí. Y el ejército sin duda vendrá a rescatarme. Hasta entonces, tendré que ser paciente”

Leon recogió la llave del suelo que había sido arrojada descuidadamente lejos, y luego comenzó a abrir la puerta de la celda.

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“¡Ey, deje de hacer eso! ¡Deténgase!” Ben sacudió las barras de la celda e hizo un ruido horrible.

“Está bien, está bien... ¡Nadie le obliga a escapar! Pero si conoce una salida puede contarnos.” dijo Leon.

“Déme algo para escribir”

Ada tomó una hoja y un bolígrafo de una mesa cercana y se los entregó a Ben, quien dibujó un mapa en la parte posterior del papel.

“¡Las alcantarillas! Podemos escapar de la ciudad por allí”

Ben le devolvió la hoja a Ada.

“¿Realmente no quiere acompañarnos?” dijo Ada.

Ben movió la cabeza sin decir una palabra, y luego sacudió sus manos como si estuviera intentando asustar a un perro molesto.

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5 Especialmente en situaciones extremas, la serenidad

era la clave del éxito. Pero Ada carecía de tal sentido, y mientras hurgaba en los laboratorios subterráneos de la Corporación Umbrella se preguntó: ¿Cómo podría tranquilizarme? No podía entenderlo. Su única misión era obtener el virus-G, y tan pronto como su objetivo fuera cumplido, podría convertir la ciudad en un verdadero infierno.

Y efectivamente tenía buenas oportunidades para conseguirlo. Como la vez que se encontró con Sherry Birkin, la única hija de William Birkin. Probablemente ella confundió a Ada con un zombie o con alguien más, y huyó tan rápido como pudo. Pero la agente no perdió de vista el collar con el medallón que la niña llevaba consigo. Sin duda, el virus se encontraba oculto en su interior.

Si Ada así lo hubiera querido, seguramente le habría robado el medallón. Pero no lo hizo. Había muchas oportunidades más prometedoras para conseguirlo. Tenía que pensar en eso ahora, y no entendía porque la deprimía. Quizá todo era producto de su personalidad cambiante, y del creciente peligro que corría con cada minuto que permanecía en la ciudad. Después de todo no era una de esos agentes que inútilmente arriesgaban su vida. Algo andaba mal esta vez.

Una vez dentro del laboratorio subterráneo de Raccoon City, conoció a Annette Birkin, la esposa de William.

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“¡Quien haya sido infectado por el virus-G morirá!” dijo Annette desanimada, refiriéndose al arma letal que su marido había creado. “El virus-T sólo crea zombies infructuosos, pero el virus –G es algo completamente diferente. William era un brillante investigador, un genio. Estaba tan obsesionado con su investigación que incluso se inyectó el virus-G en su propio cuerpo”.

Obviamente la locura ya estaba tomando el control de Annette. La esposa del investigador continuó con su extraña confesión.

“A través de sus efectos William perdió completamente la cordura. Se ha convertido en “G”. No le daré más información. Largo, ¡Maldita espía!”

Annette le apuntó con su pistola. Frente a una espía experimentada, aquel era un acto muy imprudente. Ada tomó su arma sin mucho esfuerzo. Durante su fallido intento por enfrentarse a la agente, Annette tropezó contra una barandilla y cayó.

“Que tengas un buen viaje” exclamó Ada, mirándola de espalda.

Y allí estaba de nuevo, la vieja Ada Wong. ¿Qué le sucedía en ese momento? Era la misma sensación que tuvo cuando Birkin, quien había mutado en un Tyrant, la atacó e hirió. O cuando Leon la había protegido. Pero a la luz de su desinterés, se había vuelto un poco confiada, lo que no era totalmente malo. Después de todo, siempre actuaba así cuando deseaba complacer a un hombre. Sin embargo, esta vez el problema era que no estaba totalmente libre de culpa.

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En su última labor había tenido la misión de comenzar una aventura con John, el principal investigador de los laboratorios de Arklay, con el objetivo de obtener cierta información secreta. Con frecuencia, Ada practicaba ese tipo de traición para engañar a los hombres. ¡Esa era una de las tareas más fáciles para ella!

John era increíblemente tonto y crédulo. Hasta que un día fue infectado por el virus-T, mutó en un horripilante monstruo y murió. Para Ada no tenía nada en su mente. Nunca antes había conocido a alguien que fuera tan desinteresadamente cordial con ella. John la amaba desde el fondo de su corazón sin ninguna duda. Ada, en cambio, estaba ocupada en su orgullo profesional, por lo que no le importó engañarlo.

Pero, ¿Tal vez las circunstancias de ese trabajo dañaron su corazón? ¿Era posible que la continua traición y todos esos asesinatos le permitieran actuar sin escrúpulos? Como los cristales de una botella de vino agrupados en el suelo, la palabra “remordimiento” nunca ocupaba un lugar en el diccionario de la vida de Ada. Estaba acostumbrada a vivir una vida llena de traiciones e intrigas, y siempre salir sana y salva. Se sentía orgullosa por eso, no se arrepentía de nada. Pero de vez en cuando caía en una tristeza repentina. Como cuando Leon se puso delante para protegerla de una bala dirigida a ella.

Pero Ada era testaruda, y sabía que incluso aquel momento de tristeza terminaría alimentando su felicidad. No era tan ingenua de creer que el amor era algo sagrado. Pero aún así…

Una alarma resonó en el laboratorio subterráneo y advirtió a todos sobre la inminente auto-destrucción.

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Leon, quién tenía el virus-G consigo, buscaba huir. Corría de un lado de la instalación a otro sobre los puentes suspendidos en el aire.

Por su parte, Ada esperaba quitarle el virus de sus manos.

“¡Te he estado esperando, Leon! ¡Quita tus manos del virus-G!” dijo y apuntó hacia él con su pistola.

“¿Qué estás haciendo?”

Leon parecía confundido. Su rostro era el de un hombre enamorado y decepcionado a la vez. Si es cierto, pensó Ada, me gusta. Pero ese pensamiento se desvaneció al ver su rostro.

“Ya sabes. Dame el virus-G” dijo con una sonrisa.

“Por favor ¡Esto no puede estar pasando!”, se quejó Leon.

A ella le gustaba. Era como el dudoso placer que se siente cuando se le muestra un poco de maldad a un niño. O el juego en el que un gato se divierte con la espiga del pasto en un jardín. Lo que más se ama de otro, esa alegría que se puede conseguir de tales cosas.

“Te advertí que te alejaras, y tuve buenas intenciones contigo. Los niños que no escuchan hacen disgustar a sus padres. Pues, ¡dámelo o disparo!”

“¡Inténtalo!”, dijo Leon y se acercó.

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Ada estaba convencida de que era capaz de disparar, pero no sería necesario matarlo. Una bala en el brazo o en la pierna sería suficiente para quitarle el virus-G. Sin embargo no podía hacerlo.

En otra ocasión no habría dudado ni por un segundo. Sin embargo, en ese momento vaciló, e inmediatamente tuvo que pagar las consecuencias. Alguien abrió fuego detrás. Annette Birkin había malgastado su última gota de energía, y luego cayó al suelo.

El disparo arrojó a Ada contra una barandilla baja a su lado. Sin que pudiera hacer absolutamente nada, perdió el equilibrio y se dejó caer.

Leon saltó para socorrerla en un acto de desesperación, sujetándola de una mano. Y una vez que logró cogerla del antebrazo, dio un vistazo hacia abajo y notó que el suelo del sótano estaba a decenas de metros por debajo. Ni siquiera la luz llegaba hasta allí.

“Leon.” dijo Ada y lo miró. Con una mano sujetaba la pistola y con la otra su muñeca. El policía sintió como la mujer lentamente comenzaba a resbalársele.

“¡Está bien! ¡Déjame morir!”

“¡Cállate! ¡Te subiré!” dijo Leon, inclinado sobre la barandilla asomando la mitad de su cuerpo. Subirla desde esa posición parecía prácticamente imposible.

“Se acabó. Tú lo sabes.”

“¡Cállate!”

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Milímetro tras milímetro Ada resbalaba de la mano de Leon.

“Te prometí que juntos escaparíamos de aquí, Ada. ¡Saldremos juntos!”

“Leon... podría haber escapado contigo...” dijo Ada, mirándolo con una sonrisa.

“Pero ¿Por qué...?”

“¡Adiós!”

Ada le soltó la mano a Leon, quien intentó desesperadamente agarrar sus dedos. Ella los rozó y cayó. El grito desesperado de Leon resonó a través de todo el complejo subterráneo.

Mientras descendía, Ada disparó un gancho que se aferró a la baranda de una escalera algunos pisos más abajo. Afortunadamente, la soga salió disparada y su otro extremo quedó sujetado a su cinturón. El tirón de la cuerda amortiguó su cuerpo, pero le produjo un fuerte dolor en su hombro herido. Apretó los dientes y se tambaleó hacia atrás y adelante como un péndulo, hasta que finalmente aterrizó en la escalera del piso de abajo.

“¡Eso fue divertido, León!” dijo mirando hacia arriba, y luego le envió un saludo. A continuación saltó de la escalera y corrió a su próximo destino.

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6 Ada atravesó corriendo los canales subterráneos. Su

cuerpo estaba repleto de heridas, y sus pisadas no eran tan seguras, producto de la perdida de sangre. No había logrado detener la hemorragia.

Una vez en la entrada de la alcantarilla, se deshizo de varias armas. Lo único que tenía que hacer ahora era asegurarse una vía de escape tal si fuera una intrusa. En la salida, en un armario de la estación de subte, había un kit de primeros auxilios y algunas municiones. Si lograba llegar allí, también podría conseguir el resto.

Cada vez el viento se volvía más denso, el aire más húmedo, y un olor nauseabundo se propagaba por todo el canal. Las alcantarillas no eran un lugar ideal para jugar con algunas heridas abiertas. Temblorosa, Ada participó en una carrera con las ratas del túnel.

Sonrió. No se rendiría tan fácilmente. Un lugar horrible y ella en un estado lamentable, era una situación que había experimentado en varias oportunidades. Recordó que una vez se había infiltrado en un grupo de trabajadores estacionales que cosechaban patatas dulces. Todos fueron trasladados a una granja en un viejo camión, donde tuvieron que dormir en una pocilga y llenar las cestas con patatas todo el día. Pero una vez que Ada se cansó del trabajo forzoso y casi no podía mantenerse en pie, se vio obligada a derramar los pesticidas.

Había visto como los hombres se bañaban entre los productos químicos mientras trabajaban, y como luego

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sufrían una seria intoxicación. El dueño de la granja no tenía seguro de vida para los hombres, y no le importó en lo absoluto. Los pobres hombres tenían abscesos gigantes en sus cabezas y en sus ingles. Todos fueron afectados por la misma enfermedad. Luego llegaron los mareos, más tarde las convulsiones por el dolor y finalmente la muerte. Los muertos ni siquiera tuvieron un sepelio decente, sino que fueron enterrados rápidamente en el bosque por sus colegas.

Ada había visto todo tipo de sufrimiento que este mundo tenía para ofrecer, así que no era muy difícil para ella atravesar el alcantarillado en esas condiciones. Pero aunque pensaba en alguna manera, no podía hacer nada contra sus heridas mientras sus fuerzas desaparecían y su agotamiento se volvía más intenso. Tenía que salir de allí rápido, no solo por la suciedad, el desagüe era un verdadero paraíso para los monstruos.

Especialmente las armas biogenéticas con el nombre de “Hunter” -unos monstruos gigantes con garras afiladas y aspecto de rana- se habían convertido en un gran problema para ella.

Afortunadamente llevaba consigo un buen arsenal de armas: tres granadas de mano y una ametralladora cuyas balas estaba dispuesta a dejar caer como lluvia sobre los miserables monstruos. Sin embargo, únicamente era posible siempre y cuando hubiera una distancia suficiente. Por desgracia, los Hunters poseían una enorme elasticidad que les permitía reducir la distancia en un abrir y cerrar de ojos. En circunstancias normales habría sido fácil para Ada resistir frente a la primera oleada y atacar, pero en estas condiciones no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo.

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Una decisión tomada en una fracción de segundos más tarde sería suficiente para que sus garras cortaran su garganta. Además, sus balas no provocaban ningún daño significativo en los monstruos.

Una vez que los enemigos la alcanzaron, ni siquiera la ametralladora resistió. Una y otra vez fue herida en las piernas y los brazos por sus gigantescas garras. A pesar de no haber sido heridas peligrosas, si fueron lo suficientemente profundas para que la agente continuara perdiendo sangre.

Con un tratamiento germicida, tales lesiones no eran realmente un problema. Sin embargo no podían ser desatendidas. Ada perdió más y más sangre, y con ello su vitalidad se desvaneció y el cansancio la invadió.

Tenía que conseguir un kit de primeros auxilios, y luego llegar al hotel “Apple Inn”, donde su cuenta ejecutiva la estaba esperando. Allí también podía relajarse un poco del estrés.

Un incontable número de monstruos parecía haber tomado las alcantarillas. Lentamente pero constante, el gran arsenal de municiones comenzó a acortarse. ¡En algún lugar de este canal tenía que estar la salida!

Trepó una escalera de hierro, y llegó al final de la estación de subte.

Fue entonces cuando la agente desinfectó sus heridas y las cubrió con una pomada antibiótica. Luego suturó las heridas más grandes y las vendó. Ahora se parecía a una momia. ¡Se supone que nadie en esta ciudad podía quejarse

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de eso! Por último, se inyectó un analgésico y abandonó la estación.

Un siniestro graznido se oyó en el lugar. Eran cuervos.

Cuando Ada miró hacia arriba, vio decenas de aves con plumas negras dando vuelta sobre su cabeza.

Con una escopeta y un par de golpes desde esa distancia serían un blanco fácil. Eso sumado a si tuviese pleno uso de sus fuerzas, sin duda Ada lo hubiera intentado.

Después de dos o tres puñetazos, el resto del enjambre huyó. Pero Ada no creía que esos cuervos fueran normales. Así que agarró su escopeta y corrió tan rápido como pudo en dirección al “Appel Inn”. En ese mismo momento, los cuervos se lanzaron a por ella.

Mientras corría, abrió fuego contra los cuervos apuntando hacia atrás. El enjambre se dispersó pero los cuervos no huyeron. ¡Normalmente estos animales son muy sensibles a los ruidos fuertes! ¡Si alguien dispara una carga de plomo contra un enjambre, este jamás volvería a enfrentarlo, sino que escaparía inmediatamente!

Ahora el enjambre negro pensaba en la manera de que su presa no pudiera huir.

Ada recargó su escopeta y volvió a disparar. Los cuervos que lograron esquivar el fuego intentaron arañar su cuello con sus garras. La agente blandió su cuchillo de combate con movimientos circulares y desgarró las alas de los pájaros que se le acercaban cada vez más.

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La señal del hotel “Apple In” estaba ahora a la vista. Corrió y corrió, pero sus pasos se volvieron más pesados y más inestables. Era como si alguien la agarrase del tobillo para arrastrarla hacia atrás. Había logrado acallar su dolor con los analgésicos, pero no pudo detener el sangrado y con él el cansancio. Así que se desvaneció.

¿Por qué no te mueres ahora? Sólo olvídate de todo, acuéstate y duerme, pensó. Mordiéndose los labios y concentrándose en el dolor, trató de luchar contra ese deseo traicionero. Y corrió, corrió más lejos. No se permitía detenerse de ninguna manera. Y mientras continuaba moviéndose, se acercaba a su destino. Hasta que finalmente llegó al hotel.

El “Apple Inn” era un hotel de negocios, que obviamente tenia días mejores. Ada empujó la puerta de entrada de cristal y se dejó caer en el vestíbulo. Los cuervos se lanzaron contra la puerta, intentando atraparla.

Tan rápido como pudo, la agente atravesó la entrada manchada de sangre y se dirigió hacia las escaleras. En el fondo, se oyó el ruido de vidrios al caer. Probablemente la puerta de entrada se rompió, pensó. Entró en un ascensor con un cadáver en el suelo. Disparó una bala en la cabeza del zombie antes de que este pudiera ponerse de pie. Cuando por fin el ascensor llegó a la planta designada, la puerta se abrió con un fuerte chirrido. Rápidamente se aseguró que el pasillo estuviera vacío y se dirigió hacia la habitación donde acabaría con su misión.

Una vez allí, puso su mano en el picaporte de la puerta, y esta se abrió sin más. La decorada habitación barata apestaba a muerte. Pero ese olor estaba presente en toda la ciudad. Estrictamente hablando, la ciudad entera

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estaba llena de muerte. Pero aquí, el origen del olor desagradable provenía de debajo de la mesa.

Hace algunas horas, ese hombre probablemente aún estaba vivo, y era un empleado de la Corporación Umbrella bajo las órdenes de Wesker. ¡Como un espía, por así decirlo! Pero para Umbrella solo cumplía el papel de un simple empleado. Sin ninguna posición que le permitiera conocer sus negocios secretos, aunque no era su trabajo averiguarlos.

La novena décima parte de su vida estaba dedicada a la vida miserable como empleado de la Corporación Umbrella. Como espía, llegó hasta Raccoon City con su esposa y su hija, y desde entonces tuvo que experimentar la diaria rutina de un trabajador promedio.

La misión que recibió de Wesker no era muy exigente: tenía que entregar los paquetes que llegaban a su casa a una persona determinada en la empresa, y contarle a otra las cosas que esta le había dicho por teléfono. En definitiva, esa era su misión. La misión más emocionante, robar documentos del armario de un supervisor. Estaba emocionado, porque por primera vez se sentía un verdadero espía. Se sentía orgulloso de si mismo, y de seguro no habría tenido mucho tiempo para contárselo a su familia.

Su última misión también había sido sencilla. Se le ordenó traer un transmisor que había obtenido en el hotel, y debía entregárselo a otro agente. Eso era todo. La última noche que se le informó sobre esto, seguramente no habría pensado nunca que el día de hoy terminaría de esa manera.

Temprano por la mañana llamó a la secretaria de la compañía para informarles que estaba enfermo. Pero aunque intentó una y otra vez, no logró dar con nadie.

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Se puso de pie, luego se dirigió a la sala de estar y esperó. No había desayunado, y no pudo hacerlo porque en ese momento su hija ya lo había hecho, y su desayuno era su esposa. Fue un milagro el no haber perdido la cordura. Intentó huir de su hija que se había convertido en una devora-hombres.

La ciudad era en sí misma un infierno y supuso que la Corporación Umbrella no fuera inocente. A pesar de conocer acerca de la existencia del virus-T -aunque solo fuese que se investigaba sobre el-, no tenia idea sobre sus efectos catastróficos. Se rumoreaba que podía devolver a la gente a la vida, pero no lo creyó. Nunca habría pensado que esa cosa podría convertir a la tierra en un infierno.

En su camino hacia el hotel vio cosas terribles, y en todas partes de la ciudad había un fuerte olor a descomposición. Sabía que las criaturas que lo atacaron estaban muertas, por lo que no podía matarlos. Así que huyó hasta que finalmente llegó al “Apple Inn”. Una vez en su cuarto comenzó con su trabajo, configuró las pantallas y el emisor. Con ello, su trabajo estaba casi terminado. Ahora solo tenía que esperar su cuenta ejecutiva.

En tales situaciones, es mejor no tener mucho tiempo para pensar. ¡Su hija se había comido a su esposa! Codiciosa como una hiena, rasgó en reiteradas ocasiones el cuerpo de su madre. Por mucho que intentó suprimir ese recuerdo, la cruel escena se repetía una y otra vez en su mente. No podía soportarlo más, lloró y gritó sin cesar hasta que sus lágrimas se secaron y su voz se volvió ronca. Luego, sordamente miró al techo. La crueldad de la realidad parecía abrumarlo. Cogió una capsula de pastillas para dormir de su mochila, se las llevó a la boca con una cuchara y las ingirió.

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Luego de un rato, se sintió abrumado por fuertes náuseas y vomitó las pastillas en el inodoro. Se sentía tan enfermo que comenzó a llorar. Sintió su pistola en el bolsillo como si fuera un talismán. Tomó el arma, que ni siquiera había querido usar contra los zombies que parecían tan absortos allí afuera. Empapado en sudor pensó en todo por un instante, y entonces se decidió a jalar el gatillo.

Dos horas después apareció Ada. Cuando vio al hombre muerto, chasqueó su lengua con furia.

“Maldito perdedor”.

La pantalla y el emisor estaban sobre la mesa. La pantalla estaba parpadeando. El rostro despiadado de un hombre con gafas de sol apareció.

“Wesker...”

“Frente a la situación eligió la muerte. ¡Qué debilucho!”

“No soporto a los hombres débiles” dijo Ada.

“Sí, lo sé. Pero tú también eres débil, Ada. Me decepcionaste. Tu traición con ese Leon... Hiciste un daño considerable a la organización”

“¿Decepcionado? ¿Por qué?” Ada tomó una caja con ampollas y la sostuvo en dirección a la pantalla. “¿Ves?” Ahora balanceaba la caja frente a la pantalla. “Estas son las muestras del Virus-G de Birkin”

“¿Has cumplido con tu misión?”

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“Eso es lo que querías, ¿no? ¿Por qué no dejas los rodeos y me dices lo que quieres?”

Wesker mantuvo un semblante serio.

“Por desgracia, no todo es tan valioso para mí, ya que también lo puedo conseguir por otros medios. Pero, voy a relevarte algo. Pronto un armamento nuclear golpeará Raccoon City y borrará la ciudad de la faz de la tierra”

“Nunca... ni siquiera la Corporación Umbrella se...”

“Te digo la verdad”

“¿Y ahora voy a rogar por mi vida, o qué?”

“Has cometido un error, pero perder tu talento sería una pena”

“Gracias. Ya es la segunda vez que me lo dices”

Hace algún tiempo, Ada se había infiltrado en una organización delictiva en los Estados Unidos, que estaba formada y dirigida por chinos. Ya, poco tiempo después de su ingresó, llamó la atención de los empresarios y obtuvo su confianza. Por supuesto, de esta manera se ganó los celos de sus "hermanas" en la organización.

El crecimiento de Ada se dio en el mismo momento en que la propia organización tuvo un ascenso considerable. Una pequeña pandilla que nadie conocía se convirtió en una de las principales asociaciones chinas en medio de todas las organizaciones subterráneas norteamericanas. El crecimiento del grupo iba tan rápido que incluso el gobierno de los EE.UU. reaccionó. Y por supuesto, apareció el odio

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de varios competidores. Finalmente la organización fue intervenida por el FBI, pero para aquel entonces Ada ya se había retirado.

Poco después, Wesker entró en su vida. En aquel entonces, él estaba en contacto con una organización enemiga de la Corporación Umbrella, y andaba en busca de agentes secretos de primera clase.

Tras haber hecho profundas investigaciones sobre Ada, llegó a la conclusión de que era la adecuada para llevar a cabo el trabajo.

“Yo fácilmente podría entregarte al FBI ahora mismo, pero perder tu talento sería una pena” Esa fue la frase que dijo Wesker en aquel entonces.

“¿Y qué debo hacer en tu juicio, Wesker?” Ada repitió la misma pregunta de aquella vez.

“Te daré exactamente la información que te mereces. La información de la Corporación Umbrella está a punto de escapar de la ciudad en helicóptero. Si pierdes esa oportunidad, no habrá otra”

A un lado del emisor había una caja abierta, y en ella un arma extraña con un sistema incorporado de propulsión y un torno masivo que le permitía disparar una soga con un gancho en su extremo. Era un arma muy inusual. En el borde de la pantalla había un mapa, el cual tenía un punto marcado con una flecha roja.

“No olvides las muestras de “G”. Son más importantes que tú. ¡Mucho éxito!”

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El emisor se apagó.

“Si el virus-T ya ha causado el infierno, ¿Qué podría estar planeando Wesker con el virus-G?” murmuró Ada.

No importa cuan cruel fuese el infierno, estaba decidida a sobrevivir también esta vez. Después de todo, el planeta tierra entero era un infierno de todas maneras. Para Wesker, solo lo realmente útil era importante. Y tenía un cierto afecto por ella. Era típico en Wesker abandonar a las personas que ya no le eran útiles. Ada lo entendía muy bien; ella no actuaba diferente después de todo.

A continuación abandonó el hotel.

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7 La ciudad se encontraba todavía en una situación que

normalmente se ve en las películas de terror: los muertos celebraban un espeluznante banquete. En el transcurso del tiempo, los disparos y los gritos disminuyeron, pero el número de zombies, que tenían su comida en las calles, aumentó considerablemente. En algunos lugares hubo grandes incendios, y nadie que pudiera extinguirlos, de manera que podían propagarse sin obstáculos. Era el Apocalipsis, la peor pesadilla asimilable al fin del mundo. Y la casi completamente vendada Ada atravesó corriendo la ciudad en la que cualquier persona renunciaría a toda esperanza.

Los zombies, quienes caminaban torpemente, fueron derribados uno por uno. En un momento, Ada quedó atrapada en un callejón sin salida y fue acorralada. Sin dudarlo, saltó hacia la salida de emergencia en el interior de un edificio. Dentro, se topó con un criadero de “Lickers”.

Los Lickers eran criaturas sacadas de pesadillas con filamentos musculares y cerebros expuestos. Esos monstruos con sus lenguas largas sentían la presencia del intruso. Estaban por todas partes, se pegaban al techo y se arrastraban por las paredes. Pero Ada no se dejó engañar por sus movimientos imposibles e intentó deshacerse de ellos con su ametralladora. Una vez que se agruparon, utilizó una granada que le permitió abrirse camino a través de la azotea del edificio.

Pero allí no esperaba toparse con los visitantes indeseados: los cuervos. Esta vez no parecía ser el mismo

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enjambre que la había perseguido en su camino al “Apple Inn”. Disparó con su pistola e infaliblemente derribó una línea de cuervos tras otra.

“Hacedme el favor y dejadme en paz. Tengo que terminar un maldito trabajo.” murmuró mientras le disparaba a la última ave. Luego corrió hacia una de las esquinas de la azotea y desde allí disparó la soga con el gancho.

Su destino era la escalera de incendios del edificio contiguo. El gancho sin problemas se aferró a la estructura. Se acercó al borde de la terraza y se arrogó. Casi se estrella contra la pared, pero se las arregló para aferrarse de la barandilla de la escalera, y trepó por ella. Corrió escaleras arriba hasta llegar a la azotea del edificio y pasó de uno a otro sucesivamente como si fuera la superheroína de una revista de cómics.

Llegaba tarde a su destino. Para ella era el momento en que se decidiría entre la vida y la muerte según sus hechos. Una indescriptible sensación de seguir viva la abrumó. ¡Rara vez se sentía mejor, más llena de vida! Eliminando a los zombies que se interponían en su camino, continuó avanzando. Pero en el momento en que sujetaba el gancho al puente de la carretera y giraba hacia la autopista de la ciudad, algo sucedió.

Oyó un fuerte estruendo a su espalda. No deseaba oír esa voz en aquel momento. Le despertaba recuerdos que no tenían ningún valor. Se dio la vuelta y allí estaba, el mejor ejemplo del arsenal de armas biogenéticas humanoides de Umbrella.

Su nombre oficial era “Tyrant R”

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El Tyrant la había perseguido persistentemente desde el laboratorio. Gracias a sus increíbles poderes de autocuración, podía recuperarse de las lesiones e incluso de la destrucción de su propio cuerpo en poco tiempo. Su piel se había transformado en algún tipo de caparazón. Caparazón que no sólo era duro como el acero, sino que podía literalmente destrozar a sus enemigos con un simple contacto físico. Sus brazos eran increíblemente largos, y su gigantesco cuerpo y sus garras afiladas crecieron al igual que sus dedos. La parte superior de su cuerpo parecía la de una tortuga grotesca. ¡Era un fenómeno de la naturaleza! y la estaba persiguiendo a una velocidad impresionante.

Hasta que por fin llegó el momento de comprobar que el Tyrant no era tan grave y pesado como parecía a primera vista.

El monstruo corrió de inmediato hacia ella y la atacó con sus gruesas garras, obligándola a retroceder. Las garras apenas le rozaron. Fue entonces que la agente disparó una ráfaga de balas de su ametralladora. El caparazón se separó del monstruo, haciéndolo retroceder. Sus movimientos tenían una velocidad realmente increíble.

Pero aún así, esas acciones impresionantes no eran más que una secuencia de patrones de conducta primitiva. Una o dos veces, Ada sintió el calor de las garras del Tyrant, mientras estudiaba sus movimientos. Ahora sabía cómo funcionaba esa cosa.

“No puedes quebrar a una mujer por la fuerza bruta, ¡Imbécil!”.

Ada intentó bloquear sus ataques con su ametralladora y contraatacó con granadas tan rápido como la

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monstruosidad se alejó. Pronto, sus ataques se volvieron más fuertes. Las repetitivas explosiones tuvieron al menos que rasguñar el cuerpo de la robusta criatura. Su caparazón explotó, su piel se agrietó, volaron fragmentos de carne quemada y mucha sangre se esparció a su alrededor.

El monstruo parecía perder progresivamente su agilidad, y sus reflejos disminuían. Ahora, la agente podía seguir las acciones del Tyrant con sus ojos. Sus balas se dirigieron directamente a los puntos de su piel agrietada, y después de que al menos una docena de granadas explotaran en su cuerpo, el monstruo finalmente besó el polvo y quedó inmóvil en el suelo.

Por regla general debió acabar con el Tyrant en aquel momento, pero no tuvo tiempo. Solo tenía una oportunidad para escapar de Raccoon City. En ese momento un helicóptero sobrevoló por encima de su cabeza, seguido rápidamente de una nueva oleada de zombies, probablemente atraída por el olor de la carne fresca.

Sabía que no podía permitirse luchar contra los monstruos si no quería llamar su atención. Después de todo estaba intentando huir de la ciudad en helicóptero como un polizón. Con una pistola en cada mano eliminó un zombie tras otro, disparándoles en la cabeza. Por el momento solo podía enfrentarse a zombies ordinarios. Las armas biogenéticas, por otra parte, habrían sido difíciles de abatir únicamente con pistolas. Y las armas con una enorme fuerza destructiva, como por ejemplo las granadas, ya no eran para ella.

A lo lejos vio a un Hunter corriendo hacia ella. Para no alarmarse, se subió al techo de una camioneta que se encontraba a la vera del camino. Y entonces llegó: un

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helicóptero militar, que llevaba un gran contenedor, volaba a una velocidad muy lenta. Si su gancho pudiera llegar hasta allí, la huída desde Raccoon City sería todo un éxito.

Mientras Ada continuó disparando contra los zombies con una mano, con la otra apuntaba al helicóptero.

El Hunter se acercó rápidamente. Si se concentraba en luchar con esa cosa, perdería la oportunidad de coger el helicóptero. Tenía que actuar con rapidez a como dé lugar.

“¡Vamos, vamos!”

Ada guardó silencio y esperó el momento adecuado.

“¡Ahora!”

Apretó el gatillo. El gancho voló hacia el helicóptero con un sonido aburrido, seguido de la soga. Este golpeó el contenedor y se ajustó perfectamente. Entonces comenzó a correr. Podía sentir al monstruo detrás.

La soga se tensó. Dos o tres pasos, luego dio un salto y los dedos de sus pies se despegaron del techo de la camioneta. El Hunter saltó en ese preciso momento. Sus garras, como navajas, apuntaban a sus tobillos, pero fallaron por un pelo. En su lugar, la cosa quedó sujeta a sus zapatos.

“¡Si te gustan los zapatos, te los regalo!”

Ada trepó por la soga y subió al techo del contenedor donde pudo echar un vistazo a su interior a través de un vidrio. En el resplandor de su pequeña linterna reconoció el logotipo de la Corporación Umbrella y la inscripción

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“U.M.F.-013”. Era una computadora, un tipo de Red Queen como la que usan en los laboratorios de Umbrella.

No tenía idea a donde deberían transportarla. Sin embargo, parecía ser un viaje muy largo. Su misión estaba cumplida. Wesker le había hecho un favor, lo que le hizo suponer que él tenía buenas intenciones, aunque sabía que no le importaba si ella vivía o moría.

Era obvio que su relación con Wesker continuaría durante un largo tiempo. ¡Al final, son más fáciles las relaciones en donde se sabe que ambos se engañan mutuamente!, pensó Ada y se sonrió.

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8 Dentro del helicóptero en el que se encontraba Ada,

alguien sonreía satisfecho.

“¿Me tomas de buscavida?” preguntó Sergei Vladimir, mientras jugueteaba con un cuchillo de curva extraña.

“¿Qué puedo pensar del hombre que ha robado la computadora principal de la compañía, qué es razonable?” dijo el anciano que estaba sentado enfrente de él.

Sergei se echó a reír a carcajadas. Sonaba casi como un ataque de tos.

“Los hombres que se hacían llamar héroes nunca actuaron razonablemente”

“¿Quieres decir que eres un héroe?”

“Al menos la palabra es más adecuada para mí que para Lenin”

“No eres nada engreído”

“Sólo sé de lo que soy capaz. Tengo el U.M.F.-013 conmigo. Esta computadora contiene toda la investigación del virus-T desarrollado por Umbrella. Es casi como si tuviese a Umbrella en mi mochila. Con la ayuda de esta computadora podré revivir a Umbrella en cualquier momento y en cualquier lugar que desee.” replicó Sergei y dejó que su risa sonara como tos.

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Afuera, un misil nuclear rozó el helicóptero a gran velocidad. Finalmente Raccoon City sería borrada de la faz de la tierra.

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EL FINAL

DE UMBRELLA 18.02.03

1 Elroy rió de manera nerviosa al ver el logotipo de la

Corporación Umbrella en el asiento del retrete. ¡Tampoco aquí puedes estar libre de esta compañía! Levantó la tapa y se sentó. Era la cuarta vez esa mañana que se sentaba allí. Tenía arruinado el estómago o sufría una diarrea nerviosa, lo sabía muy bien. Incluso cuando era niño sufría de dolor abdominal provocado por situaciones estresantes. Tenía la esperanza de que se detendría al llegar a la edad adulta, o al menos mejoraría, pero eso no sucedió.

Aún era un cobarde nervioso. Un hombre le había hecho sentirse un conejo asustado.

“¿Quieres pasar toda tu vida siendo un perro faldero de la Corporación Umbrella? ¿Realmente les temes tanto?”

Sí, y sus temores crecieron aún más al descubrir los procedimientos internos de la compañía.

Pero aún así, Elroy no tenía el coraje para admitirlo abierta y honestamente. Así que aceptó la oferta de trabajo

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por parte de aquel hombre. ¡Y eso fue lo que le produjo diarrea esta mañana!

Tiró la cadena y dejó escapar un suspiro de alivio. Luego sacó una pequeña caja metálica de su bolsillo y la abrió. Dentro había una pequeña jeringa llena de un líquido de color verde fluorescente. Se arremangó la camisa y clavó la aguja en uno de sus brazos. Un punzante dolor le provocó una mueca, y luego se desenvolvió la manga. El malicioso líquido pronto se perdió en el interior de su cuerpo. Tras inyectarse todo el contenido, colocó la jeringa en la pequeña caja y salió del baño.

Los pasillos eran estériles, las escaleras y los suelos desinfectados, y todo el lugar estaba iluminado por una luz blanca. Quizá incluso le esterilizaban el corazón al propio personal, ya que cualquier sentimiento opuesto a la Corporación, cualquier deseo antinatural de formar una carrera, o el deseo de unirse a otra compañía; todos esos sentimientos eran removidos como si estuviesen completamente cocidos y limpiados con alcohol.

Elroy sintió un leve mareo, y sus pasos se volvieron inciertos.

“¿Está todo bien?” Una colega le había agarrado de la mano y apoyó sobre su hombro. Era una joven investigadora que había sido trasladada a la base rusa de la compañía al mismo tiempo que él.

“Sí, gracias. Vete ya”.

“Estás pálido, Elroy”

“Sí, tengo algo malo en el estómago...”

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“¿Estás seguro de eso?” preguntó la mujer suspicazmente.

No era de extrañar. En el establecimiento se cultivaban todo tipo de microorganismos peligrosos. Cada vez que alguien no se sentía bien, era obvio que se pensara en un posible accidente con potencial de riesgo biológico.

"Sí, eso es todo", le aseguró con una sonrisa. "Probablemente anoche comí algo en mal estado”.

“Tal vez sólo deberías casarte, y pronto”, se rió la mujer.

"Sí, probablemente tienes razón." Elroy hizo una sonrisa forzada y limpió el sudor de su frente.

“En cualquier caso, deberías ir a la enfermería”.

“Lo haré. Más tarde iré. Primero, hay algo urgente que debo hacer”.

No estaba mintiendo. Había algo que debía atender con urgencia. ¡No soy el perro faldero de la Corporación Umbrella! Intentó que sonara convincente, pero su estómago gruñó en señal de protesta como un perro cachorro.

Aguardó hasta que la mujer se perdiera de vista para tomar su tarjeta de identificación, y se dirigió hacia el pasillo lateral. Sin ser consciente de ello, aceleró el paso. Al final del corredor, deslizó su tarjeta a través de un lector y abrió la puerta.

El área al que ahora había accedido contenía un gran número de contenedores para el cultivo de

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microorganismos. Los contenedores estaban perfectamente alineados y asegurados con candados.

Elroy tomó algunas pinzas, rompió la cerradura de uno de ellos y retiró una cápsula del tamaño de un huevo de gallina que se guardó cuidadosamente en el bolsillo.

En pocos minutos sabrían quién había sido el responsable, porque en todos los rincones posibles del complejo habían instaladas cámaras de vigilancia conectadas directamente a Red Queen, la cual supervisaba constantemente a todo el personal.

A Elroy no le preocupaba. Cuanto más pronto pudiera huir de allí mejor. Ese era parte de su plan, ya que en minutos abandonaría el edificio. Pero ni siquiera ese reconfortante pensamiento podía deshacer su nerviosismo. Abandonó la habitación y respiró profundamente.

Todo está en orden, se dijo. Ya me he inyectado el antivirus, así que no seré infectado por el virus-T.

Arrojó la cápsula al suelo.

"Muy bien", murmuró para sí mismo. "Muy bien". Caminó hacia la salida del laboratorio y echó un rápido vistazo a su reloj. Veinte segundos. Quince. Diez. Cinco. Cuatro, tres, dos, uno... Las alarmas comenzaron a sonar.

“¡Un accidente ha ocurrido con el material biológico! ¡Su contenido infeccioso se está expandiendo!”, anunció una voz computarizada a través del sistema de altavoz.

Todo marcha de acuerdo a lo planeado. Mantén la calma. Aún tienes tiempo.

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Atravesó los pasillos corriendo lo más rápido que pudo. La puerta, que mantendría bloqueada el área de riesgo, se estaba cerrando. Así que aumentó el ritmo una vez más y se deslizó por debajo de ella justo a tiempo. Lo había logrado. Estaba fuera. Todo había terminado.

Nadie me puede detener ahora. Me iré a casa y cogeré mi mochila de camino al aeropuerto. Todo ha funcionado perfectamente. No tengo nada más que temer. La otra mitad de mi cuota será abonada en mi cuenta. Todo saldrá bien.

Con esos pensamientos corriendo por su cabeza, una sonrisa relajada se dibujó en su rostro.

Era una pena haber subestimado al hombre que lo había contratado. Había obedecido estrictamente las instrucciones de su cliente, Albert Wesker, y logrado escapar del edificio del laboratorio. Hasta este punto todo había salido perfectamente de acuerdo al plan. Estaba en el sitio de la fábrica de productos químicos, que servía de fachada para los laboratorios, y ya no era necesario correr.

Se quitó la bata blanca de laboratorio, la dobló y la arrugó contra un boquete estrecho por donde caminaban los trabajadores con casco. ¡Parecían pollos sin cabeza! Elroy intentó transmitir una impresión de calma pero, un vez más, su respiración se aceleró.

Estás bien. Mantén la calma.

Sin embargo, su respiración se volvió más y más sufrida, comenzó a jadear y su pulsó se aceleró considerablemente. Se preguntó qué le estaba sucediendo e hizo una sonrisa dolorosa que se congeló en una mueca. De repente comenzaron a dolerle las articulaciones y rechinó

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los dientes mientras que cada movimiento le hizo sentir cómo estos se rozaban entre si.

Se encogió rápidamente mientras se debilitaba. Sintió como si tuviese un agujero en algún lugar de su cuerpo por el que perdía más y más sangre. Por último, una abrumadora sensación de indefensión lo obligó a arrodillarse. Apoyándose con ambas manos en el suelo, se retorció. El malestar parecía inflar su estómago aún más, forzándolo a vomitar.

Los trabajadores corrieron por su ayuda. "¿Qué sucedió? ¿Estás bien?"

Sus voces se fueron apagando y ahogando como si estuviera oyéndolos hablar bajo el agua. Deseaba decir algo, pero su lengua estaba hinchada, rígida e inmóvil en su boca. Su visión se acortó notablemente y luego todo se volvió negro. No veía más nada. ¡Por el amor de Dios! En ese momento, Elroy comenzó a pensar, por primera vez, que podría haber sido infectado por el virus-T.

¿Pero cómo es posible? ¿Cómo puedo estar infectado cuando me he subministrado el antídoto?

No recibió ninguna respuesta a su pregunta. Su mente había caído en un abismo. Ni siquiera en su último aliento cayó en la cuenta de que Albert Wesker lo había utilizado y conducido a una trampa. El remedio que se había inyectado, ese líquido que había recibido era del color del antivirus y de alguna manera parecía reconfortante, sin embargo, no era el antídoto para el virus. Se trataba simplemente de una solución salina mezclada con colorante para alimentos.

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Debido a las numerosas medidas de protección y precaución, no había manera de que se liberara el virus de los laboratorios. Pero aún así, aquello era necesario para que Wesker se asegurara de que al menos una persona infectada pudo salir del laboratorio antes de que fuera sellado herméticamente.

Aproximadamente dos horas más tarde, Elroy despertó en la enfermería de la fábrica con una nueva vida. Mientras que para Wesker, todo marchaba según lo planeado.

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2

El viento aullaba, los copos de nieve danzantes entorpecían la visión, y de repente se produjo una tormenta. Dos hombres robustos, vestidos de pies a cabeza con pieles de animales, corrían por el campo que la nieve había transformado en un paisaje blanco, algo monótono. Se veían casi como dos osos.

Cuando ambos partieron de su pueblo, el cielo aún era claro y azul. El hombre de la derecha sacó algo de heno de su mochila, lo frotó con sus dedos y susurró en una lengua eslava: “¡Cuenta las lágrimas! ¡Tus lágrimas le enseñarán a los malvados demonios y sus secuaces a tener miedo!” y luego añadió con un tono de disgusto: "No tenemos suerte, ¡Maldita sea!"

"Camarada Shek," dijo el segundo hombre. “La repentina nevada no promete nada bueno. Es un mal presagio”.

"Tal vez así sea, camarada Igor”.

“Entonces, ¿Crees también que los malos espíritus habitan aquí?”

“Eso es lo que Dios nos proclamó a todos nosotros. Y sería un pecado dudar de él, Igor”.

"Muchos de nuestros camaradas han desaparecido en esta zona. Probablemente debe haber algo...”

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"¿No estás convencido?"

"No dudo de Dios. Dudo de aquellos que nos traen su voz."

"¡Camarada Igor! debemos actuar juntos. Incluso si el rumor de que el sacerdote está en connivencia con esos hombre es cierto, si esta fábrica realmente es un lugar hostil para nosotros, entonces debemos tomar medidas drásticas de inmediato.”

Ambos eran miembros de “Los Fieles de la Iglesia de los Huesos Grandes”. Esta era una comunidad religiosa cuyos orígenes podían remontarse a una secta budista originada en Japón, y fundada en el aislamiento de un pequeño pueblo. Tras repetidas divisiones, la secta tuvo diferencias con el tiempo, los elementos de los pueblos eslavos crearon su propia fe y se convirtieron en una verdadera comunidad desde hace poco más de diez años. Su nombre era: “Los Fieles de la Iglesia de los Huesos Grandes”.

El grupo difundía esencialmente el ideal de vivir en completa autosuficiencia. Para lograr dicho objetivo, escogieron ese remoto lugar como fuente para su “utopía”. La real autosuficiencia acabó siendo la lucha contra las adversidades de la naturaleza, algo que resultó muy duro. Pero esas duras condiciones no impidieron el atractivo para los conversos, quienes fueron atraídos a la comunidad religiosa. El pueblo estaba tan lleno de vida…

Sin embargo, aproximadamente cinco años atrás, la situación había cambiado radicalmente. Una antigua planta química -vestigio de los días de la Unión Soviética que se encontraba no muy lejos del pueblo- había sido renovada.

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Oficialmente se ocupaba de los estudios geológicos. A pesar de que ciertos acontecimientos tenían lugar en las inmediaciones del pueblo, la comunidad religiosa decidió ver lo que sucedía. Se suponía que se trataba de una empresa que se ocupaba de la explotación de recursos minerales y era propiedad de una sección del gobierno.

Incluso hubo rumores de que fue renovada después de la caída de la Unión Soviética, en manos de un nuevo propietario con una gran inversión de capital extranjero. Ya sea cuestión de capital nacional o extranjero, nunca se había oído nada hasta el día en que un emisario apareció buscando contratar algunos trabajadores.

El salario ofrecido era excepcionalmente generoso, y desató amargas controversias en la comunidad empobrecida. Tras muchas discusiones y acalorados debates, finalmente se acordó la contratación de la mitad de los aldeanos varones para la labor en la fábrica.

Los rumores de que el sacerdote había sido sobornado por la fábrica no se hicieron esperar. Estos rumores se basaban en hechos evidentes, ¡El sacerdote y toda su familia habían sido invitados a la fábrica en reiteradas ocasiones!

Sin embargo, otro rumor con relación al pueblo comenzó a expandirse por la fábrica. Se decía que el pueblo era un nido de herejes que adoraban a los dioses paganos del mal. Aparentemente sus habitantes fueron atraídos por esos herejes y ofrecidos como sacrificios para sus dioses. De hecho, a menudo sucedía que los hombres que habían ido a trabajar a la fábrica no regresaban a casa. Los familiares de los desaparecidos aunaron sus fuerzas y visitaron la fábrica para exigir una explicación. Pero nada fue resuelto y los rumores continuaron.

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Los propietarios de la fábrica actuaban indiferentemente frente a los habitantes del pueblo, y no se sentían ofendidos por sus acusaciones.

Tiempo más tarde, diez de los hombres que regresaron contaron que un monstruo los observaba desde las inmediaciones de la fábrica. Las descripciones les recordaban a la mítica criatura legendaria: “Vodyanoy”, una criatura enorme, mitad cuerpo de hombre y la otra de pez.

Al mismo tiempo, se oyeron rumores de que un pueblo cercano a las inmediaciones de la fábrica había sido atacado por “Almas”, otra mítica criatura legendaria. Pero puesto que el asentamiento creado por la comunidad religiosa no tenía prácticamente ningún contacto con el mundo exterior, nadie tenía conocimiento de aquello.

De repente, ya hace tres días, se cortó todo contacto con la fábrica. Ninguno de los hombres que habían ido a trabajar ese día regresaron. Incluso un grupo preocupado por los desaparecidos, también desapareció sin dejar rastro de camino a la fábrica.

En consecuencia, “Los Fieles de la Iglesia de los Huesos Grandes” enviaron a dos hombres: Shek e Igor, quienes habían pedido prestada una cámara para documentar toda la información sobre lo que acontecía en la fábrica.

“¿No estaremos ayudando a los malos espíritus después de todo?”

“Camarada Igor, ¿Por qué crees eso? El asunto ya fue discutido, ¿Y no fue la iglesia quien decidió que el trabajo en la fábrica no debía ser abandonado?”

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“No podemos detener a los demás. ¡No pusimos todo ese dinero ante sus ojos simplemente para contarles que no están trabajando allí!

Igor miró hacia abajo, murmuró algo y luego habló en voz muy baja.

“Tal vez ese momento fue una prueba de nuestra fe”

Fue entonces que algo extraño sucedió. A lo lejos oyeron un grito.

"¿Qué fue eso?"

"Fue el viento," dijo Shek, despreocupado.

"Sí, pero..."

"Es el sonido del viento. ¿Qué otra cosa podría ser? No me digas que fueron los gritos de los monstruos...”

El viento desminuyó. Poco después, la vista por delante se volvió más clara. Y entonces vieron a una criatura corriendo desde lejos hacia ellos.

Igor cruzó sus manos y comenzó a recitar en voz alta un antiguo conjuro. "Santísima Virgen, empuña la espada de tu padre, ponte la armadura de tus antepasados, el casco de tus héroes, monta tu caballo negro y atraviesa a toda prisa los campos en nuestra ayuda”.

Con manos temblorosas, Shek tomó la cámara y fotografió a la criatura que se aproximaba. El monstruo se veía exactamente igual a los rumores; su rostro era una curiosa mezcla entre un hombre y un pez, con un cuerpo

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enorme cubierto de escamas, y dedos largos que en sus extremos se alcanzaba a ver unas destellantes garras afiladas.

Igor repitió sus encantamientos cada vez más alto mientras su tez se volvía más pálida.

"¡Santísima Virgen, cúbreme con tu velo, protégeme del enemigo y ante todas las armas, tanto de hierro como de acero!”

Shek, quien aún sostenía con manos temblorosas la cámara, se unió a los conjuros de Igor.

"¡Protégenos de las armas de madera, de hueso y de acero, te suplicamos!

¡Aaah…!”

Ambos dejaron escapar un grito seguido por un simple destello. Y a continuación, un goteo de sangre salpicó el suelo nevado.

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3

Raccoon City había sido borrada incluso de todos los mapas del planeta tierra. En primer lugar, lo sucedido fue declarado al público un accidente causado por la explosión de un reactor nuclear. Más tarde, una comisión investigadora publicó un informe explicando que el accidente pudo haber sido provocado por un material fundido en la base del reactor. Ese informe, sin embargo, era el producto de los desesperados esfuerzos por encubrir a la Corporación Umbrella, que ahora veía amenazada su propia existencia.

Dada la inmensa escala del desastre, ni siquiera Umbrella pudo eludir por completo su responsabilidad. Finalmente, la culpa de la destrucción de Raccoon City le fue atribuida y sus cotizaciones cayeron por los suelos. Pese a ello, sus dirigentes no se dieron por vencidos y continuaron luchando desesperadamente hasta las últimas consecuencias. Echaron parte de la responsabilidad sobre los hombros del gobierno y ordenaron a todo un ejército de abogados bien pagados para retirar la demanda.

Afortunadamente para ellos, las evidencias más importantes, como la del armamento nuclear, habían desaparecido. Umbrella libró una guerra sucia, y los medios de comunicación descubrieron las incontables atrocidades y violaciones a la ley por parte de la compañía. La empresa se convirtió públicamente en un chivo expiatorio. Claramente tenía una buena relación con el gobierno de los Estados Unidos, pero la pérdida de prestigio y reputación habían

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llegado como siempre en estos casos. Sin embargo, se aseguraron de que la política oficial estuviera distanciada rápidamente de Umbrella.

A pesar de eso, Umbrella siguió siendo la industria más grande del mundo. Era probable que se reconstruyera rápidamente en una forma diferente si tan sólo una parte de ella aún siguiera viva y de pie. Si alguien quisiera acabar de una vez por todas con la compañía, entonces era hora de actuar.

La base auxiliar rusa de la corporación continuó con sus investigaciones. Para bien o para mal, era allí donde trabajaban en el desarrollo de las nuevas armas biológicas y, entre otras cosas, el lugar donde se encontraba el virus-T.

En otras palabras, la lagartija de Umbrella había sobrevivido con su cola mordida y huido con el resto a Rusia. Diversas actividades de espionaje pronto fueron reveladas para asegurar que todos esos desagradables rumores eran ciertos. La base auxiliar rusa de la Corporación Umbrella trabajaba eficazmente en el desarrollo de las nuevas armas biológicas. Esos desarrollos servían como plataforma para expandir sus actividades comerciales a todas las regiones en crisis del mundo.

Chris Redfield y Jill Valentine, ambos ex miembros de la unidad S.T.A.R.S. de la fuerza especial del Departamento de Policía de Raccoon City, se dirigían rumbo a Rusia. Ambos cooperaban con las unidades locales antirriesgo biológico en Rusia donde descubrieron la existencia de una “Fábrica de Pesadillas”. Ahora sólo debían infiltrarse en ella sin levantar sospechas y poner fin a sus actividades. Al menos ese era el plan de Jill y sus camaradas.

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"Un momento” dijo un hombre robusto con uniforme de combate en la sala de reuniones del centro de mando de la unidad rusa. Era el comandante de la unidad antirriesgo biológico. “El gobierno ruso considera que las acciones contra la expansión de Umbrella en Rusia son necesarias”

La expresión facial del hombre era de un tal enfado que probablemente cualquier niño lloraría inmediatamente con tan solo mirarlo. Pero a diferencia de eso, su voz y sus expresiones eran más bien suaves. Después de todo, el comandante era un graduado MIT, un verdadero intelectual. El hombre continuó: “El gobierno ruso ha dudado en reunir el ejercito contra Umbrella, pero el permiso para el uso de nuestras fuerzas especiales debería ser concedido. Eso no quiere decir que se nos será dado por las buenas”.

“¿Quiere decir que lo obtendremos sin ningún permiso oficial?” bromeó Chris.

"Sin embargo…", admitió el capitán. "El gobierno no quiere dejar ninguna prueba de que ha concedido el permiso necesario."

“¿No podrían dejarnos sin permiso?” preguntó Chris.

El fortachón torció su cara con una mueca. En realidad era una sonrisa, pero era dudoso que nadie la reconociera como tal.

"Esto no es lo mismo” dijo. “Sin un permiso oficial previo, el gobierno nunca toleraría una operación militar extraoficial. Peor escenario si se enterara el ejército de los Estados Unidos, podría considerar el tomar medidas contra nosotros y convertirnos en picadillo…”

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“¿Entonces necesitamos conseguir un permiso, que el gobierno actúe como si estuviera mirando hacia otro lado, aunque en realidad está claro que lo ve todo?”

"Así es."

“No me entero” dijo Jill. “Vinimos hace poco más de una semana porque se nos comunicó que el plan de operaciones sería puesto en marcha. Y ahora que estamos aquí, nos dicen que el permiso del gobierno aún esta pendiente y que una vez que se nos conceda, no será oficialmente”, miró al capitán fuertemente a la cara. "Estoy harta y cansada de la mentalidad de los funcionarios políticos”.

El hombre escuchó en silencio.

“¡Durante una semana se nos puso fuera del asunto de la noche a la mañana, pero no esperaré más! ¡Mientras estamos sentados aquí, Umbrella sigue trabajando en su trampa insidiosa! Usted sabe como nosotros, ¿Qué sucedió con Raccoon City? ¿No se da cuenta que Rusia podría ser afectada por un desastre que podría tener consecuencias mucho peores que Chernóbil?”

“Eso sería un problema” respondió el hombre, pero su expresión no demostraba tomar en serio la declaración de Jill.

La actitud de su colega sólo alimentó aún más la ira de Jill. Chris también lucía tenso sentado a su lado.

“Mire, no hemos venido a discutir con usted. Todos deseamos lo mismo, acabar con la Corporación Umbrella. Pero no podemos esperar más. Usted ha tenido, sin

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embargo, un año de preparación antes de venir aquí. Hemos soportado bastante tiempo, ¿No le parece?”

El fortachón asintió lentamente.

"Muy bien. Pero todo lo que puedo decir ahora es que no puedo darles una respuesta definitiva”. Miró su reloj. “Digamos que les daré la respuesta dentro de doce horas”

"Dependiendo de la respuesta, iremos solos y armados. Lo que sin duda tendría consecuencias desagradables para usted”.

"Me niego a ser chantajeado. Estoy seguro de que llegaremos a una solución mutuamente satisfactoria”

"Eso es lo que esperamos", dijo Chris, tendiéndole la mano.

"Estoy muy agradecido por vuestra buena cooperación."

Y luego estrechó su enorme mano contra la de Chris.

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Wesker 12

Después de que Wesker aterrizara sobre la colina, el cielo se despejó sorprendentemente. Llegó a creer incluso que el tiempo se había vuelto misericordioso. La nieve reflejaba la luz del sol y bañaba todo con una luz blanquecina. Es el horizonte perfecto que cualquiera pudiera imaginar, pensó. Miró la fábrica a través del avión. Era un centro de investigación de la Corporación Umbrella.

El control del poder es en sí un poder muy grande. Ese principio era universalmente válido, de eso estaba convencido. Sin embargo, nunca había sido seducido por él. No era algo que debía ser utilizado abierta y directamente. Más bien, el dominio de la técnica está en lograr el menor uso, obteniendo un mayor resultado. Y ese conocimiento también significaba “poder”.

Hace cinco años atrás investigó sobre lo que había en el fondo del Cáucaso ruso: una vieja fábrica de productos químicos había sido revivida con capital extranjero. Tras la caída de la Unión Soviética, se dijo que una familia aristocrática europea la había comprado.

La verificación de los antecedentes resultó no ser muy complicada. La base auxiliar rusa de Umbrella, por tanto, había construido una instalación subterránea secreta en su lugar. Inmediatamente Wesker envió a uno de sus agentes al lugar para investigar. Presumiblemente, esa fábrica formaba parte del último bastión de la Corporación.

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Si Wesker pudiera destruirla, entonces Umbrella dejaría de existir. Ya había comenzado con los preparativos para acabar con ella. Sería un pequeño accidente donde se liberaría un virus compuesto de un material biológicamente peligroso.

El agente había cumplido con su misión tres días atrás. El contacto con él había sido interrumpido, y eso también era parte de su plan. Había descubierto cosas que le revelaron lo que estaba sucediendo en las instalaciones bajo la antigua fábrica farmacéutica.

La suerte de Umbrella estaba echada. Para asegurarse de que la compañía tuviera una muerte inoportuna, buscó la ayuda de un viejo amigo cuyos intereses en el caso igualaban los suyos. Lucharemos codo a codo para salvar al mundo de este caos, pensó y sonrió satisfecho.

Aunque se encontraba en un lugar donde cualquier persona sería propensa a congelarse rápidamente en esta estación del año, Wesker estaba vestido llamativamente con ropa ligera. Su cuerpo ya no era el de un ser humano. Había superado las limitaciones físicas de una persona común y corriente hace ya mucho tiempo.

Su auricular zumbó. Entonces oyó la voz de un hombre y una mujer, que significativamente eran Chris y Jill. Podía reconocer sus voces mientras palmaba el dispositivo en su oído que había sido instalado bajo la instrucción del gobierno ruso para comunicar a ambos equipos. Escuchó la voz enfadada de Jill.

"¡No estoy dispuesta a esperar el permiso del gobierno! ¡Estoy completamente segura de que esa fábrica es la ultima base de la Corporación Umbrella!”

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"Sí, lo sé. Esta vez no dejaremos que escapen. Acabaré con ellos. Si se requiere una respuesta de los rusos para que comencemos la operación, si es necesario lo haremos por nuestra cuenta”.

Oyó un leve sonido electrónico.

"Sí...sí...entiendo...Nos pondremos inmediatamente en contacto contigo. ¡Jill, el permiso ha sido concedido! ¡Iremos a recogerlos, y luego nos marcharemos!”

En ese momento la transmisión se cortó. Wesker respiró hondo, se volvió y miró al cielo.

"Chris, no puedo dejártelo todo. Si tomas una decisión en mi contra, me opondré. Pero antes que eso, ¿harías un pequeño trabajo para mi?”

Wesker se volvió otra vez. A lo lejos, más allá del nivel de la nieve, identificó la planta química. Había varias chimeneas. Pero donde una vez habían estado encendidas con flamantes llamas, hoy ni siquiera una nube de humo emergía de ellas.

Comenzó a acercarse a la silenciosa instalación. Al igual que un atleta, corrió a toda velocidad atravesando la nieve. Su objetivo no era en sí la propia fábrica, sino el acceso por un cercano pasadizo subterráneo.

Wesker estaba de pie fuera de la entrada principal, ligeramente cerrada con una puerta de hierro. Con ambas manos se agarró de los barrotes. No parecía que tuviera que gastar mucha energía mientras los sacudía. Después de dos o tres jalones, el hierro se dobló y el concreto se derrumbó. La

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puerta fue retirada con facilidad. Wesker se echó descuidadamente a un lado y entró.

Una vez dentro, desde el primer corredor descendió a una especie de estación que daba paso a una telaraña de material en la propia planta. Quería evitar encontrarse con Chris y Jill, así que deliberadamente escogió un camino diferente.

Después de tan sólo unos pasos, se sintió observado. Miró a su alrededor y vio una cámara de vigilancia. Se quedó mirando la lente de la misma y pudo sentir no sólo la mirada sino también supo quien estaba del otro lado. Ese tipo de mirada le era muy familiar, era la mirada de un infectado.

Wesker le siguió la mirada y penetró en el interior del espectador. Lo sentía muy fuerte y perverso como para percibir la malicia, la hostilidad y la anticipación de un eventual enfrentamiento. Esa conciencia le traía recuerdos. Había participado en su percepción, vio con sus ojos y oyó con sus oídos.

Lo que Wesker vio fue un tipo de sala de computación. Ante él, varios monitores estaban alineados. En una de las pantallas pudo verse a si mismo.

"Puta rata espantosa”

La voz le era conocida. Era el coronel Sergei Vladimir, líder de la Corporación Umbrella.

“Una pequeña rata podrida se esconde aquí”

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"Oh, ¿Me descubriste?" se burló Wesker.

“¿Creíste que no podría? Tu arrogancia es repugnante.”

"Entonces probablemente te subestimé”

En el fondo, se oyó la voz de la computadora principal: Red Queen.

"El nivel 4 de riesgo biológico contaminante está avanzando”

"¿Y el daño?"

"Más del 90% del personal del laboratorio ha muerto. La probabilidad de supervivencia en el ambiente contaminado es de 2%".

"Es evidente que el manejo de esta institución te abrume” comentó Wesker sarcásticamente.

Sergei se bufó. “Esta base puede ser reemplazada fácilmente. Después de todo soy el dueño de Red Queen y de T-A.L.O.S. Soy la mismísima Umbrella”

"Ya veo. Entonces me será fácil destruirla".

"Eres un chico muy gracioso, Wesker” Sergei se levantó y la cámara lo siguió. Se dirigió hacia ella. “Acelera la activación de T-A.L.O.S. Debe ser activado antes de la llegada del gobierno ruso”.

"Recibido. La fecha para el inicio de la reactivación ha sido redefinida."

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"¿T-A.L.O.S.?" dijo Wesker. "¿Tienes en nuevo juguete?”

"Te gustaría descubrirlo. Pero por desgracia el sistema T-A.L.O.S. sólo puede ser controlado por Red Queen. No tienes ninguna posibilidad de vulnerarlo. ¡Jaque mate!”

"Estoy registrando dos objetos aéreos acercándose a gran velocidad desde el noroeste” dijo Red Queen una vez más.

Sergei frunció el ceño.

"¿Problemas en todos los frentes?", Wesker se echó a reír.

"Un poco de dolor puede ser muy agradable, Wesker."

"¿Quieres que te cuente quienes desean verte, Sergei?”

"No hace falta. Puedo imaginarlo ya. Por cierto, apenas puedo esperar mi duelo contigo”.

"El honor es mío."

"Espero divertirme contigo, Wesker”.

"Dudo que tengas tiempo suficiente”

"No puedo esperar verte rogar por tu vida”

De pronto Wesker desapareció de la conciencia de Sergei.

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"No puede ser cierto que todas las armas biológicas hayan sido liberadas…Me pregunto si puedes hacer que todo dependa de mí” murmuró Sergei, su voz sonaba realmente preocupada.

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4 La nieve caía como polvo. La nevada que había

distorsionado temporalmente la visión, había desaparecido. Dos helicópteros de transporte volaban a baja altura sobre las llanuras. Inmediatamente después de que la tormenta cesara, aterrizarían.

Ahora se dirigían hacia una vieja fábrica farmacéutica.

Chris y Jill estaban sentados junto a los hombres de la unidad rusa antirriesgo biológico. El gobierno ruso finalmente les había otorgado el permiso.

Mientras que ambos aún estaban en camino desde el hotel, los dos helicópteros militares ya estaban preparados y presentes en la base. Unos minutos después de despegar, la ametralladora de uno de los helicópteros soltó un ruido ensordecedor.

Cuando miraron hacia afuera de la ventana de la cabina, vieron a tres Hunters arremolinándose a través de la nieve. Las balas de la ametralladora los alcanzaron y salpicaron la nieve a unos metros por el aire. Entonces, en una fracción de segundos, el Hunter más lejano fue baleado y convertido en una masa de carne mutilada.

“Parece como si ya no tuviéramos un caso inmediato de riesgo biológico” dijo Chris.

"Hemos tenido informes de ellos durante los últimos días. Es por eso que estábamos tan interesados en un solución rápida” respondió el comandante a su lado.

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"Comprendo. A partir de ahora lucharemos juntos contra el enemigo”.

El comandante asintió vigorosamente y luego gritó en ruso, “¡Todos preparaos para aterrizar y tened cuidado ahí fuera!

"¡Sí!" respondió el equipo al unísono.

Con un ruido chirriante la escotilla de carga del helicóptero se abrió. La fábrica estaba casi directamente debajo de ellos. A su alrededor había tanques de plomo, cruces y líneas de tranvía, un puente, pilares de acero oxidado y una colección de edificios que parecían el esqueleto de una bestia gigantesca.

Los equipos se habían atado los cinturones alrededor de sus caderas para rappel. Por supuesto Chris y Jill no eran la excepción. Durante los entrenamientos para la guerra, donde se tenía que dar un salto en paracaídas o rappel desde un helicóptero, lo habían hecho bastante bien.

Una vez equipados con sus armas, cada una de las sogas fue atada a un poste montado en la salida de la nave. Con ellas se deslizarían cuesta abajo hacia la planta química, una técnica conocida como “velocidad de rappel”.

"¿Aún no podemos verificar la existencia de nuevos tipos de armas?”, preguntó Jill.

“Todavía no. Pero no hay duda de que su desarrollo está bastante avanzado" dijo Chris.

“No hay problema entonces, siempre y cuando el desarrollo no se haya completado” dijo Jill y descendió.

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"Eso se verá” gruñó Chris y la siguió.

Como gotas de lluvia, los soldados se deslizaron por las cuerdas.

Todo sucedió muy rápidamente. Desde la salida inicial de los primeros movimientos en la base de la fábrica, sólo cinco o seis segundos habían transcurrido.

En cuanto a los francotiradores, estos se quedaron a cubierto en los helicópteros, cuyos tripulantes formaron dos grupos y se esparcieron.

Las palabras rusas iban y venían. Chris y Jill podían reconocer los principales términos militares. Ambos hablaban ruso lo suficientemente bien como para no entorpecer la ejecución de la operación.

Inmediatamente después del aterrizaje, se toparon con zombies que arrastraban sus pies en busca de carne fresca con tal de saciar su hambre. Este lugar también se había convertido en un infierno.

Los francotiradores en los helicópteros abrieron fuego. Los miembros de la unidad especial vieron sus disparos dirigirse hacia los cuerpos prostáticos de los zombies.

Minutos después, ambos grupos penetraron en el interior de la fábrica.

Una vez a mitad del camino, dos soldados retrocedieron para ocupar la patrulla de combate, y tomaron un camino diferente del resto del equipo. Por supuesto, todos habían memorizado los planos de la instalación, sólo

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que ahora era posible explorar el terreno con sus escondrijos.

El procedimiento conocido como “Despeje del Área” siempre debía llevarse acabo. De esa manera, las puertas cerradas eran voladas con explosivos, y una vez abiertas se lanzaban granadas dentro de las habitaciones, y luego se irrumpía en ellas para asegurarlas.

Entre disparos y explosiones, se oían gritos de “Aquí zona de contacto”.

Chris y Jill se abrieron camino por el corredor principal junto al comandante de la unidad.

"¡Cuidado, cúbranse!"

Una granada fue arrojada, y los operativos se pusieron a cubierto. Luego se oyó un estruendo y las astillas volaron por los aires.

"Bonitos fuegos artificiales” murmuró Jill. Varios zombies habían sido desgarrados en pedazos.

Tan pronto como el equipo irrumpió en la sala, un grupo de Hunters se aproximó.

"¡Los hostiles a las 12!”

“¡De acuerdo!”

Los monstruos estaban armados con duras escamas, pero pronto fueron convertidos en picadillo por el equipo que rápidamente abrió fuego. Sus garras eran inofensivas siempre y cuando mantuvieran la distancia.

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"¡Tengan cuidado! ¡Echen un vistazo a sus alrededores con la atención puesta en todo momento hasta que el objetivo esté completamente eliminado!"

Los monstruos habían desaparecido del corredor principal.

"¡Cada cual manténganos al tanto si la situación está en orden!”

"Está bien, ¡Vamos!"

Chris y Jill se separaron del resto del equipo y subieron algunas escaleras. Cuando llegaron al final, un perro negro corrió hacia ellos. Este no era un perro ordinario. Su piel colgaba en harapos, su carne estaba hinchada, color rosa, algo negruzca, y sus tendones estaban desnudos.

Cerberus era el nombre de esa arma biológica desarrollada de un entrenado dóberman militar modificado con la ayuda del virus-T. Formaba parte de la mismísima maldad y sus movimientos extremadamente rápidos lo habían convertido en un verdadero sabueso del infierno.

Una bala de Jill atravesó la frente del perro que se había abalanzado hacia ella.

A continuación fueron atacados por un grupo de tres perros más. Chris detuvo a dos de ellos con su ametralladora, a lo que Jill respondió a sus esfuerzos con un tiro de gracia. Finalmente cortó la garganta del último animal cuando este se abalanzó sobre la ex policía de elite.

"No veo ningún otro dóberman”

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"Sí, sí, los dóbermans. ¡Sólo podemos rezar porque no aparezcan más caniches biogenéticos!”

Ambos se abrieron paso por el corredor, y la multitud de muertos vivientes que había allí pronto fueron derribados a balazos.

Repentinamente, un zombie corriendo por alimentarse a sangre apareció a un lado del pasillo. Sus ojos lechosos sin expresión se centraron en Jill. Como si algo no encajara, el zombie corrió hacia ellos con una velocidad imposible en un zombie ordinario. Con sus amenazadoras garras largas y afiladas fue a por ellos con una agresividad y vitalidad que parecía estar en una liga completamente diferente a la de cualquier otro zombie.

Un operativo, que podría ser asesinado por los normales y lentos movimientos de un zombie, sería mordido por una de esas criaturas antes de que lo supiera. Lo que es más, esas cosas también atacaban y devoraban zombies normales. Esa forma de mutación era conocida como “Crimson Head” o “Red Head”.

"Maldita sea, ¿Qué sucede con él?" se preguntó Chris.

"¡Este lugar es como una caja de juguetes! Me pregunto qué otras sorpresas nos deparará", quiso saber Jill.

De repente una luz cercana colgada de la pared cambió a roja, indicando una situación de emergencia. Eso dio lugar a una constante sensación de tensión siendo alimentada cada vez más. Como truenos lejanos, se oyeron más explosiones.

Chris y Jill estaban desarrollando una creciente indiferencia a las peculiaridades de este lugar deprimente. El

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dúo luchó para seguir avanzando por el pasillo, eliminando un zombie tras otro.

"¿Qué es eso?” dijo Chris, y esta vez su voz sonaba un poco insegura. Se había dado cuenta de algo impreso en la ventilación.

Era un Chimera, una criatura creada con la combinación del ADN de una mosca y una persona, un proyecto que únicamente podía realizarse con la ayuda del virus-T. La Chimera era una bestia grotesca dotada de seis patas de libre flexibilidad, las cuales pasaron por encima de Chris y Jill con sus curvadas garras, arañando el suelo y provocando un ruido rasposo que sólo podía describirse con una palabra: ¡Molesto!

Mientras estas criaturas corrían con la ayuda de sus garras por las paredes y techos, parecía como si una pesadilla pasara ante los ojos de los oficiales. Fue entonces que una cantidad constante de esas criaturas apareció frente a las rejas. Después de la décima o undécima criatura, Chris y Jill dejaron de contar. Son como moscas pululando en torno a un cadáver en descomposición, pensó Jill.

Un Chimera del otro lado los atacó. Ambos dispararon sin cesar.

Pronto, sobre el piso yacía una pila de esas bestias muertas. A continuación, el montón se derrumbó y un nuevo Chimera renació.

"¿De dónde salió?”, gritó Chris.

"Tuvo que haber sido de allí", respondió Jill.

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Los dos continuaron disparando...

"¡Vamos, cúbrete!” dijo Chris, sosteniendo una granada en la mano. Quitó el seguro y la lanzó justo en el centro de la monstruosa pila.

Entonces comenzaron a correr y doblaron la esquina del pasillo para cubrirse del impacto. La onda expansiva provocada por la granada expandió el montón de carne, alcanzándolos. Una vez que el estruendo cesó, la situación fue invadida por un profundo silencio.

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Wesker 13 Wesker atravesó un oscuro túnel subterráneo, un

sótano curvado que lucía muy deteriorado. Su siguiente objetivo era la estación de tren de camino por el túnel laberíntico. No tardó mucho tiempo en que aparecieran los primeros zombies.

"¡Fuera de mi camino!"

Furioso agitó sus manos y los zombies no se animaron a dar ni un paso adelante, sino que retrocedieron. El hambre constante les retorció los rostros en una mueca. Wesker notó que no podía penetrar en sus sentidos como normalmente hacía. Con cada intento sintió algo en su interior: la sensación del rechazo. Le recordaba a los imanes, la fuerza que rechaza a la otra del mismo polo.

“Ya veo" murmuró y asintió con la cabeza.

Las armas biológicas con que se había encontrado allí estaban todas bajo el control de Sergei. Aquella era una medida defensiva en el caso de que se enfrentasen a un oponente que, como Sergei o Wesker, tuviera inteligencia superior que le permitiera sobrevivir a pesar de estar infectado con el virus-T.

Virulentas y numerosas, las armas biológicas podían enviar por los aires al enemigo como un bumerán, a menos que este lograra controlarlas. Para evitar esta hipótesis tan drástica, Sergei había estado utilizando su propia conciencia, y básicamente cada una de esas cosas llevaba

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una estampa y una antena, por lo que las señales que recibían provenían de la misma dirección.

Sin embargo, era simplemente imposible que una gran cantidad de esas cosas fueran completamente dominadas. Si Wesker únicamente se concentraba en si mismo, entonces podría suprimir las ordenes de Sergei. Pero eso requeriría una cantidad considerable de concentración y poder, lo que lo dejaría vulnerable a los riesgos que se extendían ahora ante él. Parecía ser más efectivo acabar con ellas mediante el uso de su arma, eliminándolas bala por bala.

Wesker abrió fuego. Disparó con la puntería de una máquina y todos los zombies fueron derribados con un disparo en la cabeza. Ninguna bala falló su blanco.

Cuando un gigantesco murciélago infectado por el virus-T salió volando desde las sombras, Wesker esperó que estuviera lo suficientemente cerca para eliminarlo con su cuchillo. Le cortó un ala y luego le arrancó la cabeza. Para él, aquello no era más que aplastar una mosca. El monstruo cayó al suelo con violentas contracciones. Finalmente lo aplastó con un pie, y continuó su camino.

¡No deberías!

Desde algún lugar esas palabras siguieron la conciencia de Wesker.

¡No puedes ir allí!

La criatura que estaba detrás se arrastró a lo largo del techo y cayó al suelo justo delante de él. Su cuerpo entero estaba cubierto de una resbaladiza piel rosada. Su cerebro estaba expuesto, y por supuesto tenía una lengua larga como

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una sonda que agitaba como un látigo. ¡Se había topado con un Licker!

¡No debes ir allí!

Otro Licker llegó arrastrándose.

¡No debes! ¡No! ¡No puedes seguir!

Desde la abertura de la ventilación aparecieron más Lickers. A diferencia de los zombies con los que se había enfrentado hasta ahora, el Licker demostraba cierto grado de inteligencia, así que pudo oír sus conciencias.

Pero si avanzas de todos modos...

Si sigues adelante...

¡Te atacaré!

¡Te atacaré!

¡Yo también!

¡Mátalo!

¡Te mataré!

¡Te mataré...!

¡Si das un paso más...!

¡Somos fuertes!

¡Te mataremos!

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¡Ay, eso duele!

¡Aah! ¡Aah!

¡Aah! ¡Eso duele!

Con una letal precisión, los disparos derribaron a los Lickers uno tras otro. Mientras escuchaba sus confusos pensamientos, notó que la voluntad de los seres que habitaban allí eran todos fragmentos de una poderosa conciencia.

Reconoció sus características de inmediato. Sin duda era Sergei.

Sergei tenía atrapadas en el interior de la fábrica a todas las armas biológicas que fueron asesinadas en el día de hoy. Wesker podía sentir sus agonías.

Incluso él mismo pudo haberlo hecho con facilidad si tan solo lo hubiese deseado. Pero no tenía ninguna intención de explorar la conciencia de esas docenas de monstruos, si no cientos, y lo que es peor, todos a punto de morir. Además del hecho de ser desagradable, ese impacto podría tener una carga negativa en su propia psiquis, de manera que podría conducirlo a la locura. Por esa razón, se filtró y bloqueó todas las percepciones de muerte y dolor.

Pero Sergei era diferente. Voluntariamente absorbió todos sus sentimientos negativos. Cientos de veces más sintió el dolor, la ansiedad, el miedo a la muerte hasta retorcerse una y otra vez. El olor a muerte lo extasió. El repulsivo placer de oler carne mutilada...

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Todo era tan repugnante que Wesker expulsó a Sergei y a todas las demás personas infectadas de su mente. No podía controlar a su oponente de todos modos, lo que no le producía ningún daño hacer eso.

Fue entonces que se topó con otro grupo de zombies. Sin emoción se puso a trabajar en hacerlos desaparecer de la faz de la tierra. El trabajo era monótono, pero aún así no cedió, y continuó su camino abriéndose paso a través del corredor.

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5 Más arañas gigantescas llegaron una y otra vez. Chris

y Jill se preguntaban de dónde venían. Eliminar a todas esas repugnantes criaturas resultaba algo complicado, ya que éstas rociaban un líquido corrosivo y tóxico. Era casi un consuelo que esa sustancia fuese limitada.

En reiteradas ocasiones, el dúo se había enfrentado al arsenal de armas biológicas de la Corporación Umbrella, tanto es así que sus monstruosas anomalías ya no los asustaban. Pero el elevado número con el que se enfrentaban ahora hacía que las cosas fueran un verdadero problema.

"Jill, ¿Cuántas más de esas cosas puede haber?”

"Debemos tener cuidado de que no nos rodeen...”

"¡Corramos!” dijo Chris y arrojó una granada. La araña explotó, y un líquido pegajoso se derramó sobre ellos. Las patas largas y peludas comenzaron a volar por todas partes.

Cruzaron la sala por los espacios limpios. "Estas asquerosas criaturas me dan ganas de vomitar," dijo Jill, y puso una cara como si la misión ya la tuviese harta.

"Los ataques son cada vez más violentos, nos arrinconarán en el centro de la fábrica” dijo Chris.

"Es posible. Me pregunto qué sucedió con los demás"

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"La conexión inalámbrica se ha cortado. Probablemente tiene algo que ver con la recepción dentro del lugar."

Un poco más tarde, llegaron a un gran salón. Un logotipo de la Corporación Umbrella brillaba en el suelo.

"¿Qué tenemos aquí?"

Incluso antes de que Chris pudiera terminar su frase pudo sentirlo. En ese preciso instante, una enorme grúa voló hacia ellos con un rugido ensordecedor. Chris sujetó a Jill y juntos se arrojaron al suelo. Con una velocidad demencial, la grúa los rozó y se estrelló contra una pared tan violentamente que el concreto se rompió y un agujero enorme se abrió en la pared.

"¡Demasiado cerca!", dijo Chris tras haberse puesto de pie.

"Tengo un mal presentimiento sobre esto” dijo Jill.

"Sí, yo también." Chris estuvo de acuerdo con ella, y al mismo tiempo abrió la puerta junto a la pared.

"Parece que tenemos visitas", dijo Chris, su voz sonaba cansada. Más zombies comenzaron a caminar penosamente en la sala.

"¡Vámonos!" dijo Jill.

"¡Sí!"

Abrieron fuego. Para ahorrar municiones, cambiaron sus armas a fuego automático, y se limitaron a disparar solo

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tres o cuatro veces. Dispararon en todas direcciones, pero con cada zombie caído, más aparecían en su lugar.

Lo único que podían hacer los monstruos era pisotearse con los que yacían en el suelo, sólo para ser definitivamente eliminados. Por último, el ataque de los muertos vivientes se detuvo temporalmente, y un suspiro de calma reinó en la habitación. Sin embargo no duró mucho tiempo. Una horda de Hunters pasó por encima de la pila de zombies caídos y se dirigió directamente hacia Chris y Jill. Las primeras criaturas fueron masacradas en un instante, pero los Hunters habían alcanzado un número abrumante. Uno por uno fueron derribados por los miembros del equipo Alpha.

Chris detuvo a los atacantes con su ametralladora, mientras que Jill se encargaba de asegurarse que los derribados estuvieran prácticamente muertos. Ambos habían hallado el ritmo y todo marchaba bien. Hasta el momento, ninguno de los Hunters había logrado acercarse lo suficientemente. Sin embargo, dada la superioridad numérica del enemigo, cierta incertidumbre comenzó a invadir la mente de Chris, haciéndolo preguntarse si la lucha nunca acabaría. Hasta ahora, siempre habían escapado ilesos, pero quien sabe, ¿Tal vez simplemente habían tenido suerte y esta vez todo sería diferente? ¿Y qué pasaría si la fuente de los monstruos fuese inagotable? Esos tipos de pensamientos comenzaron a abrumarlos.

"¿Estás bien?" preguntó Chris.

"No es hora de que te preocupes por mí” dijo Jill, y disparó una bala en la boca de un zombie que se le había acercado demasiado. “¡Aquí viene!”

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Un Hunter, que se veía interrumpido por los lentos movimientos de los zombies, saltó por encima de sus cabezas y se dirigió directo al equipo. Jill puso una bala en su frente. El Hunter hizo una voltereta hacia atrás y cayó tumbado al suelo. Hizo un intento más por ponerse de pie, pero Jill le disparó nuevamente como si fuese una piedra con un disparo ejecutado a la perfección. El suelo estaba sembrado de cadáveres. Entre ellos había varios Hunters que aún no habían muerto, y que esperaban con sus extremidades temblorosas, el toque final. El chasqueo de los disparos y los gritos de los heridos parecían no tener fin.

Una sucia sustancia liquida color negra rojiza comenzó a emerger de los monstruos muertos, que se extendió para cubrir el suelo. Esta era un poco pegajosa, así que Chris y Jill intentaron no pisarla. De los cuerpos destrozados con sus intestinos derramándose, un hedor terrible cubrió la habitación. De pronto, se produjo un silencio sorprendente.

Dudosos, miraron la sala a sus alrededores.

"¿Qué esta sucediendo?” preguntó Chris, escéptico. Ambos estaban aún jadeantes por los esfuerzos del último enfrentamiento.

"Mira allí" dijo Jill.

"Aquí" dijo Chris, señalando un dispositivo que se asemejaba a una consola de control. Entonces se acercó con cautela a los aparatos.

"Mmm... justo como lo imaginaba." Chris pulsó algunas teclas en el teclado del equipo y de inmediato el suelo se inclinó al centro de la habitación y comenzó a abrirse. La repugnante sangre pegajosa se filtró por las

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grietas. Apresuradamente regresó por Jill, quien aún se encontraba en el medio de la habitación.

"Desde que entramos, el suelo parecía un poco extraño", dijo Chris. Era ciertamente algo de lo que no mucha gente se habría dado cuenta en medio de esas circunstancias, pensó Jill y admiró a Chris por su aguda observación.

"Esto es probablemente algo así como la puerta de entrada al infierno", dijo ella.

"Nos aseguraremos de que la pesadilla termine, aquí y ahora" dijo Chris.

Con ambos miembros del equipo Alpha, y una montaña de monstruosos cadáveres, el suelo inclinado comenzó a descender. El viaje fue largo, tan largo de hecho que realmente comenzaron a creer que se irían al infierno...

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Wesker 14 El aire allí abajo era húmedo, frío y pegajoso. A

Wesker le recordaba la frialdad de un cadáver. Sin inmutarse, continuó su camino a través del pasaje subterráneo y llegó a la estación, la cual estaba completamente desierta. Un olor a humedad flotaba en el aire. Sobre el suelo había un terrible caos, pero no tanto como una falla de energía. Incluso la ventilación y los purificadores de aire seguían funcionando.

Todos los puntos estratégicos estaban iluminados, por lo que Wesker se desplazaba sin esfuerzo. Aunque ahora los cadáveres estaban casi replegados por todas partes de la fábrica, allí abajo sin embargo no había ni rastro de ellos. Y la falta de esas horripilantes criaturas le daba al lugar cierta tranquilidad. Un único vagón de tren permanecía sobre las vías. Su pintura color verde oscura podía verse en algunos lugares. Un vehículo de carga era exactamente lo que Wesker estaba buscando. Se quedó de pie ante el sombrío vehículo de aspecto melancólico pensando si debería utilizarlo.

Finalmente entró en su estrecha cabina y comenzó a trabajar en los controladores con sus expertas manos. Las puertas se cerraron, y el tren comenzó a avanzar. Pero al parecer, alguien o algo se oponía a su corto viaje. Proveniente del techo se oyó un ruido, el desagradable sonido del metal siendo arañado o rayado por uñas o garras.

"Visitas", murmuró Wesker, y en ese momento parte del techo se derrumbó, seguido poco tiempo después por algunos Chimeras. Aquellos no eran verdaderos oponentes

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para él. Dos o tres de ellos fueron derribados fácilmente por sus balas. De pronto también un Hunter irrumpió de la nada. Wesker miró directamente a la cara del monstruo y guardó su arma de nuevo en su funda.

Esta vez lo haría con sus propias manos. En un abrir y cerrar de ojos apareció sobre la espalda del Hunter y le asestó un golpe atronador en la parte posterior de la cabeza. El monstruo cayó al suelo con el cráneo fracturado y la fea mirada de una rana al ser aplastada. Luego se deshizo de otros dos Hunters de la misma manera.

Entonces llegó un Licker. Al parecer el vagón atraía a todo tipo de armas biológicas.

El Licker atacó con su lengua, pero Wesker se agachó por debajo de ella y de pronto apareció al lado de su oponente. Incluso antes de que la lengua pudiera ponerse al día otra vez, Wesker ya había despegado los pies del suelo y estaba posado sobre la cara expuesta del monstruo, extrayéndole la lengua con una violenta sacudida como un taladro sobre el cráneo del monstruo, obligando a que el cuerpo de la criatura se pusiese rígido.

Incluso logró hacer lo mismo con el siguiente Licker. Enroscó al animal en su propia lengua y lo arrojó fuera del techo del vehículo. Un segundo después, otra horda de Chimeras entró arrastrándose por una ventana. Wesker no dudó, se lanzó entre ellos y los atacó con su cuchillo. Sus cabezas giraron por el aire.

Aún dentro del tren y rodeado de monstruos, Wesker no podía respirar bien. Esta vez la fábrica estaba muy lejos, lo que significaba que pronto llegaría. Estimó

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aproximadamente el momento adecuado, y entonces apretó el freno.

Dado que la locomotora no había sido utilizada durante mucho tiempo, los frenos provocaron un ensordecedor chillido, pero no produjeron ningún efecto. Wesker se acercó a la estación de la fábrica. El ferrocarril se había ralentizado un poco, pero supuso que no sería suficiente. Pasó la estación y siguió adelante. Abrió las puertas. Estaba muy relajado. El tren fue sacudido violentamente y se estrelló contra un tampón pero no descarrilo. Volaron chispas, el ten se sacudió, y los chirriantes frenos continuaron hasta que finalmente llegaron a la parada.

Wesker se bajó como si nada hubiera sucedido. A pocos metros de distancia las vías terminaban en un enorme pozo vertical. En ese agujero negro el vagón casi se pierde para siempre. Se asomó sobre el precipicio pero no pudo identificar su origen. Las paredes, los pasillos y los canales de una tubería cercana habían sido contraídos y los túneles se extendían hacía afuera en diferentes direcciones. Era obviamente un enorme conducto de ventilación en desuso.

¿Por qué sería construido algo tan inútil debajo de una fábrica de productos químicos? Este sistema de ventilación no había sido construido por la Corporación Umbrella. Había pertenecido a un laboratorio de investigación creado en los días de la Unión Soviética. Para explicar los orígenes del laboratorio es necesario remontarse a la mañana del 30 de Junio de 1908. Este fue el día en que se produjo una gran explosión cerca de la parte alta del río Tunguska, en el que en una gran área de aproximadamente 2,000 kilómetros cuadrados se veían árboles desarraigados e incluso casas destruidas a 1000 millas de distancia. Dentro de un radio de

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30 kilómetros, la explosión había quemado los bosques por completo, y la nube en forma de hongo podía verse a varios cientos de kilómetros.

En Rusia, las políticas prevalecían en esa época. Inmediatamente tras el fin de la guerra ruso-japonesa y en víspera de la Revolución Rusa, las condiciones caóticas prevalecieron. Cerca del sitio de la explosión sólo quedaban unas pocas aldeas, por lo que el número de victimas no resultó ser demasiado alto.

Por esa única razón no hubo ninguna investigación sobre el accidente. Sólo trece años más tarde, un grupo de investigadores de la Academia Soviética de Ciencias llevó a cabo una cuyos resultados fueron comunicados al público. ¡La consecuencia de la explosión se debió al impacto de meteoritos! Sin embargo, ni en este ni en estudios posteriores se pudo identificar rastros de ellos en el lugar del desastre. En cambio, los informes del extraño fenómeno aumentaron en las cercanías del accidente, y los verdaderos hallazgos incluían huellas de metal Iridium: un metal muy raro de encontrar en la tierra, que produce mutaciones en animales y plantas. Una y otra vez, circularon rumores de que el grupo de investigación ruso había descubierto cosas más increíbles.

Tal fue la discusión de que se había encontrado enormes lingotes de metal en la profundidad de la Tierra, que hasta máquinas exóticas fueron enviadas al lugar. De hecho, en ese momento ya existía un proyecto con su nombre: “Largo viaje” por un grupo de investigadores que había sido enviado allí para recolectar los residuos de metal por varios años. Finalmente llegó el fin de su “Largo viaje” cuando el laboratorio subterráneo se asoció al grupo de investigación.

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La sospecha inicial de que la explosión había sido causada por una nueva arma Norteamericana quedó sin confirmar. Pero sin dudas, los metales que se habían hallado databan de 1908, y aún así, en el comienzo de la investigación en 1921, esos metales eran totalmente desconocidos.

Desde que se asumió que el metal había llegado a la Tierra desde los confines del universo, al proyecto de investigación se lo dio en llamar “Largo viaje”.

Si bien la élite de los científicos soviéticos había estado confiada en este proyecto, hasta el análisis más simple demostró ser imposible. Sin embargo, el proyecto continuó y generaciones de investigadores y gestores dedicaron sus vidas a ella sin lograr ningún resultado útil. Finalmente, justo antes de la caída de la Unión Soviética, el proyecto se detuvo y el laboratorio subterráneo bajo la planta química fue cerrado. El sistema de ventilación general permaneció como estaba.

Wesker miró hacía abajo otra vez y de pronto saltó al pozo sin fondo. Pero no fue fácil. En las paredes laterales había aberturas que concedían el acceso a diferentes niveles. Voló en dirección a estas aberturas. Por el tamaño de sus saltos, realmente se podría decir que voló. Cortó el aire y se desplazó a unos diez metros antes de aterrizar en el siguiente nivel. Aterrizó tan silenciosamente como un gato. Las gigantescas arañas, que probablemente habían olido la presa- o llegaron siguiendo las instrucciones de Sergei- se deslizaron a lo largo de las paredes directo hacia él. Cuando Wesker levantó la vista vio un enjambre de murciélagos gigantes dirigirse en su dirección. Desde las profundidades emergió una pandilla de zombies. Por un momento anduvieron sobre la plataforma, pero una vez más uno por

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uno cayó a las profundidades debido a la falta de barandillas.

Sin dudarlo, Wesker bajó de un salto a una plataforma más abajo. Los murciélagos no quisieron perder la oportunidad y atacaron. Mientras Wesker descendía mucho más suave que los murciélagos a través del pozo, se las arregló para cortar sus aleteos con su cuchillo. Al girar en el aire, vio a un murciélago gigante estrellarse fuera de su vista, en una esquina de sus ojos. Los zombies, que le esperaban en la plataforma siguiente, fueron eliminados con facilidad. Finalmente aterrizó entre medio de sus cuerpos. A continuación derribó algunas arañas monstruosas que se le habían acercado. Entonces continuó buceando por el pozo mucho más abajo que Chris y Jill.

Estaba a punto de entrar en el centro de la planta.

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6 Después de un largo viaje en ascensor, el mecanismo

finalmente se detuvo haciéndolos estremecer. El viaje a este lugar -que se encontraba a cientos de metros bajo tierra- había tomado bastante tiempo. De repente una puerta se abrió en la parte inferior y el dúo entró en una sala repleta de instalaciones de almacenamiento. Detrás de esta sala se encontraron con un área que obviamente era utilizada para llevar a cabo el proceso de desinfección. Al llegar al final de un oscuro pasillo, la escena por delante de repente cambió. Una antigua fábrica de productos químicos se había convertido en acero inoxidable, una zona de investigación con paredes de cristales y hormigón armado. Era un inmaculado espacio limpio de alta tecnología.

"Seguro que debe ser utilizado para investigaciones de laboratorio," dijo Jill.

"Sí, por supuesto. Todos los laboratorios de la Corporación Umbrella son algo similares." Chris estuvo de acuerdo.

Al final del área de desinfección descubrieron una habitación parecida a una armería. La puerta ya no estaba en sus bisagras. Chris y Jill entraron en la habitación cuyas dimensiones eran ligeramente más grandes que las de una oficina. Su interior estaba devastado, y la mayoría de los monitores de los ordenadores destruidos. Los paneles de control estaban cubiertos de salpicaduras de sangre, pero no había ningún cadáver. Al parecer los muertos habían revivido y vagaban allí afuera.

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"Mira esto", dijo Chris que acababa de abrir una de las cajas fuertes de la pared. Dentro había un amplio arsenal de armas, filas y filas de ametralladoras, municiones e incluso granadas de mano.

"¿Querían empezar una guerra?”

"Conspiraciones oscuras en el Hinterland de Rusia. Casi tienes que admirar la persistencia de estos muchachos", refunfuñó Chris.

"Pero parece que no han tocado este arsenal".

Ambos rellenaron sus mochilas con municiones tanto como pudieron. La lucha contra ese extraordinario número de oponentes casi había agotado por completo sus reservas. Además vieron la oportunidad de tomar pistolas antidisturbios con cañones acortados para una mayor precisión.

"Esto es probablemente mucho más que un laboratorio de investigación", dijo Chris.

"Sí, ciertamente parece que alguien esperaba huéspedes indeseados," Jill estaba de acuerdo con él.

"¿Te refieres a los terroristas?"

"No, gente como nosotros. Pero al parecer fueron hechas con anterioridad por los enemigos dentro de la empresa."

"Parece que ya hemos encontrado a los culpables", dijo Chris, señalando a un grupo de zombies que se acercaba por el pasillo.

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"No, me parece que son más víctimas", dijo Jill.

Los zombies llevaban puestos los uniformes de los obreros y en los bolsillos de sus pechos la insignia de la Corporación Umbrella.

“Quieren regresar a sus puestos de trabajo, yo lo llamaría un ejemplar sentido del deber," Chris sonrió.

Con los brazos extendidos los zombies se acercaban cada vez más. Una cabeza tras otra salpicaba las paredes tras ser baleada. La superioridad en potencia de fuego de las armas antidisturbios se debió al hecho de que destruían sus tejidos nerviosos subyacentes, sumado a que el efecto psicológico en los enemigos era enorme. Sin embargo, en un enfrentamiento contra zombies, la “guerra psicológica” no importaba. Por desgracia todavía continuaban avanzando aún cuando los filamentos de sus sistemas nerviosos ya habían sido cortados.

Realmente esos monstruos sólo podían resultar inofensivos destruyendo sus cuerpos prostáticos tanto como fuera posible. Y atacando a corta distancia, las escopetas solían tener un efecto sorprendente. Al recibir un disparo en la cabeza, un manojo de partículas óseas y tejidos cerebrales desgarrados, eran desprendidos de sus cuerpos. Pronto las monstruosidades murieron por segunda vez, y sus cuerpos quedaron esparcidos por el suelo. Aún así, Chris y Jill sabían que todavía quedaba un largo camino por recorrer.

Con un fuerte estruendo, un fragmento de la ventilación cayó del techo, pues era allí que estaba escondido un gran número de Chimeras. Un monstruo tras otro cayó al suelo y extendió sus largas piernas delgadas. Pero Chris y Jill no estaban entrenados lo suficiente como

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para esperar que las abominaciones estuvieran dispuestas a luchar. Incluso antes de que la última de ellas cayera al suelo, el dúo abrió fuego. Dado que los Chimeras no tenían mucho peso, era relativamente fácil perforarlos con una bala y hacerlos volar por la habitación. Pero mientras que estos daban patadas por intentar ponerse de pie, Jill y Chris estaban listos para dispararles a la cabeza.

Así, un Chimera tras otro fue eliminado. Pero antes de que los últimos fuesen neutralizados, los Lickers comenzaron a llegar. Se tornada cada vez más difícil mantener a las criaturas a una distancia considerable y eliminarlas. Ahora ambos ex policías de elite estaban empapados con fluidos corporales y trozos de carne. El enfrentamiento duró un buen rato, hasta que finalmente los agresores dejaron de llegar. El equipo pudo al fin respirar con facilidad. Sus largos rostros estaban pintados de color sangre coagulada. El hedor que provenía de las entrañas de los monstruos era nauseabundo, poniendo a prueba sus sentidos olfativos.

"¿Eso es todo?" murmuró Chris.

"Lo dudo", dijo Jill.

Entonces reanudaron el camino, preguntándose con qué se encontrarían a continuación.

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Wesker 15 Wesker había llegado hasta el fondo del enorme

complejo de ventilación, que le parecía un pozo sin fondo. Estaba ocupado intentado diezmar al resto de los murciélagos cuando un disparo se oyó a su lado, enviando chispas a través de la plataforma metálica. Se dio la vuelta y vio a Ivan y Sergei con sus largos abrigos blancos ondeados al viento, más bien eran dos batas blancas. Eran dos Ivan tan parecidos como dos gotas de agua. Sergei bajó el cañón de su rifle de asalto.

Wesker aún tenía su arma apuntando a la cabeza de Sergei.

"¡Camarada Albert Wesker! ¡Bienvenido a mi fortaleza!" Sergei le extendió sus brazos abiertos.

"¿Aún te aferras desesperadamente a un barco que se hunde, Coronel Sergei Vladimir?” preguntó Wesker.

"Umbrella no perecerá", dijo Sergei. “Soportará las dificultades, el pecado, el dolor para renacer como algo nuevo. Es una pena, no creo que puedas entenderlo."

"¿Aún crees que el socialismo soviético es la única forma perfecta para la sociedad?” quiso saber Wesker.

"Te responderé la pregunta. El socialismo soviético nos ha dejado un legado maravilloso. Por ejemplo..." Sergei traía su rifle de asalto consigo. "Avtomat Kalashnikova 47, un arma famosa, creada por Mijaíl Kaláshnikov. Práctica y extremadamente fiable. En ningún campo de batalla existe

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un arma mejor que esta. Pienso que es por ella que deberíamos estar muy orgullosos en Rusia” dijo Sergei, y puso la pistola en el suelo. "Los rifles de asalto AK son utilizados en todas partes del mundo, y no sólo las armas que provienen de Ischmasch. Esta arma es fabricada bajo licencia en todo el mundo. Y si contamos las copias ilegales, ese rifle de asalto es el más usado en el mundo. Y aún así... siento cierta insatisfacción.”

Sergei tomó un arma diferente de su funda y continuó.

"Hay algo que extraño en la extremadamente práctica Kaláshnikov. Y es su belleza. Esta arma no es lo suficientemente buena. Pero vista en comparación...” Sergei levantó el cañón de su arma a Wesker, quien lo observaba en silencio. "Una Mauser C96. La primera pistola automática en el mundo. Creada en Alemania."

Aunque Wesker permaneció en silencio, Sergei negó con la cabeza.

"Sé que no estás de acuerdo conmigo, pero estoy convencido de ello. Este diseño es realmente excepcional. Un arma es más que un simple objeto que dispara balas. Lo que saldrá despedido de ella son más que simples municiones. Es la muerte. La muerte misma que corre a una velocidad alarmante por el aire. Para sembrar el miedo y el dolor, ¡Un arma no debe ser sólo práctica! ¡El dolor es el Dios que lo controla todo! ¡Y esta arma que Dios nos ha enviado, debe ser más que una simple herramienta! Muerte, miedo y dolor, son el poder de los dioses. Y mientras esto es así, este aparato que causa tanto temor y muerte, es algo sagrado. Se trata de una cruz, un cáliz, un instrumento sagrado de los dioses."

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Sin previo aviso, Sergei apretó el gatillo. El cañón del arma apuntaba directamente a la cara de Wesker. Evadir la bala no era posible, al menos no humanamente posible. Wesker inclinó ligeramente su cabeza hacia un lado. La bala le rozó la mejilla. Algo de sangre brotó de su herida, pero desaparecido de inmediato. En una fracción de segundo la herida había sanado. Ostentosamente impresionado, Wesker dijo: “¿Has terminado con tus tonterías?”

Sergei puso la pistola en la funda. "Seguramente me debes algo, ¿no?"

"¡Fuera de mi camino, Sergei! No tengo nada para ti."

"Sí, me olvidé de presentártelos. Me imaginaba... ellos son dos de mis viejos amigos de..."

Los dos Ivan, con sus largas batas blancas, dieron un paso adelante.

"¿Amigos?” preguntó Wesker confundido.

"Buenos amigos. Ellos son casi como de la familia. Dejaré que ambos luchen contigo, Wesker, ya que has hecho personalmente un largo viaje para llegar a Rusia. Tú sabes, Rusia es realmente un país fabuloso, incluso para tu lecho de muerte”, dijo, y luego desapareció detrás de una puerta.

Ambos Ivan comenzaron a rodear a su oponente a pasos deliberados. Wesker sabía que no eran hombres, sino Tyrants. De pronto estos desaparecieron en el aire y aparecieron directamente sobre él. Pero Wesker no era un hombre común y corriente. Sin dudarlo, quitó el perno de seguridad de una granada de mano y la arrojó hacia ellos.

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Un momento después ya se había alejado lo suficiente. La granada de mano voló hacia ellos y explotó. Los Tyrants fueron expulsados nuevamente por los aires y aterrizaron sobre sus espaldas. A pesar de que una granada acababa de estallar en sus proximidades, ambos parecían estar en buen estado.

"¡Soy su rey!" anunció Wesker, ahora sosteniendo una ametralladora en sus manos. El arma tenía como objetivo las cabezas de los Tyrants, quienes intentaban ponerse de pie una vez más. Sin pensarlo envió una descarga de balas. Los monstruos se desplazaron rápidamente para esquivarlas, pero al mismo tiempo Wesker se movió más rápido y se posó sobre una de las conexiones de los puentes. Incluso antes de que sus pies tocaran el puente, disparó nuevamente contra ellos. Los monstruosos seres aterrizaron en el suelo mientras las balas chasqueaban a sus alrededores. Sólo después de alejarse lo suficiente de su oponente, ambos Ivan intentaron retomar el fuego con sus lanzagranadas.

Los poderosos misiles -que habían sido diseñados para ser usados contra tanques de guerra- silbaron en dirección a Wesker, quien tranquilamente apuntó con su ametralladora y disparó algunas cuantas veces, haciendo que todos esos proyectiles estallaran por los aires. Tras haber destruido todos los misiles, arrojó otra granada. A pesar de que esta vez calculó de antemano dónde la explosión lanzaría ambas unidades, también arrojó una granada allí. Debido a la habilidad de Wesker, las granadas se convirtieron en balas que se dirigieron hacía sus enemigos con la mismísima precisión de un cohete con un único objetivo: hacerlos trizas.

Cuando los remolinos de polvo creados por las explosiones se disiparon, dos extrañas criaturas aparecieron

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ante sus ojos. Los Tyrants se habían transformado. Sus batas blancas ya no estaban y sus formas estaban ahora totalmente expuestas. La piel que recubría los filamentos del músculo rojo negruzco había desaparecido, y la medida de sus brazos había aumentado a más del doble. Sus manos ahora eran lo suficientemente poderosas como para aplastar la cabeza de un hombre de un solo golpe, y en lugar de uñas tenían garras afiladas en forma de navajas metálicas.

Wesker saltó desde la conexión del puente y aterrizó elegantemente sobre el suelo. Uno de los Tyrants estaba directamente enfrente, y el otro a su espalda. Dejó caer una lluvia de balas sobre el oponente más cercano, y el que lo atormentaba detrás fue enviado al suelo con una patada semicircular. Luego se volvió y disparó a la cabeza del primero, quien estaba tendido en el suelo. Pero el monstruo se levanto de nuevo como si nada hubiera sucedido. A toda velocidad y agilidad, el enorme cuerpo saltó entre las plataformas y tubos, persiguiéndolo por el aire. Wesker inmediatamente se unió a la persecución. Por un tiempo podía verse el espectáculo de una auténtica batalla aérea. A pesar de que el balance era desigual, el segundo Tyrant atacó inmediatamente con sus largas garras. Wesker, sin embargo, consiguió sujetar fuertemente el brazo de su oponente. Apoyó el cañón de su ametralladora en su ojo y disparó. Un disparo de bala de 5.45 milímetros a quemarropa en la orbita ocular significaba el fin para aquel monstruo.

Wesker no lo dudo y disparó. El cuerpo sin vida golpeó con fuerza sobre el suelo.

El segundo Tyrant tenía en ese momento más altura que Wesker, y sentía que la victoria estaba asegurada. Sin embargo, apenas un segundo más tarde se hizo evidente que

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el margen de la gloria se había disipado. A pesar de haber tenido a Wesker en su mira, este ya había desaparecido, dejándolo perplejo. De repente, una granada rebotó en la espalda del Tyrant y detonó. La explosión desmenuzó su piel, los fragmentos metálicos le perforaron la cabeza. El brazo izquierdo, que el monstruo necesitaba para equilibrar su cuerpo con la caída, había sido arrancado de la articulación producto de la onda expansiva, y ahora colgaba inerte. Cuando el Tyrant se golpeó con el suelo, acribillado por la metralla, su cráneo salpicó como una sandía y su masa encefálica estalló en todas direcciones.

"Vives en un mundo de fantasía si crees que puedes detenerme tan fácilmente, Sergei”, murmuró Wesker mientras abandonaba el complejo de ventilación.

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7 A medida que se aventuraban más y más en el

complejo subterráneo, el propósito de la instalación se volvía obvio: Se trataba de un sitio de investigación y producción de nuevos tipos de armas biológicas. Allí, los científicos investigaban, desarrollaban y cultivaban todo tipo de microorganismos. Si había suficiente perspectiva para encontrarle un uso práctico a un nuevo BOW, allí había instalada una aplicable línea de producción. Con esta instalación era posible que la Corporación Umbrella pudiera abastecer a todo el mercado mundial con armas biológicas.

"Esa es la explicación por la que nos hemos topado con tantos BOWs en el camino”.

"Me temo que hay más que eso, Jill."

"¿Qué quieres decir?"

"Estoy seguro de que se trata de un centro de investigación y desarrollo. Sin embargo, todas las criaturas con las que nos topamos lucían curiosamente familiares”, explicó Chris.

"Entonces, ¿Cuál es tu punto?"

"Supongo que existe un nuevo BOW desarrollado que no hemos encontrado aún.”

"Posiblemente", dijo Jill. "Al parecer han comenzado a trabajar en estos laboratorios recientemente. No me sorprendería que estuvieran trabajando en algo grande.”

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"Como algún tipo de máquina asesina... preferiría que hubiesen desarrollado nuevos sabores de chocolate o algo parecido.”

"Lamentablemente no puedo imaginarme a Spencer como un tipo de Willy Wonka. Carece de ese tipo de humor especial."

Al final del corredor, se encontraron con una puerta extremadamente resistente que, sorprendentemente, no estaba cerrada con llave. Chris la abrió y se detuvo delante de una piscina que evidentemente había sido utilizada para fines reproductivos. No necesitó forzar su imaginación para darse una imagen clara de las criaturas que estaban siendo criadas allí. Eran viejos enemigos tanto de él como de Jill.

La monstruosa sombra negra flotaba inquieta en el fondo de la piscina. Al igual que su ancestro -el tiburón blanco- esta criatura tenía que moverse constantemente para poder respirar. Era un arma biogenética llamada “Neptune”, una verdadera bestia casi invencible peleando en su ambiente natural.

Para alimentarla y observarla, había sido instalado un pasillo de hierro. Su mitad inferior ahora estaba sumergida en el agua.

"En realidad no quiero ir por allí", dijo Chris, con un pie ya en el agua.

"El camino se divide más allá. ¿Qué dices, derecha o izquierda?" preguntó Jill.

"¿Qué tal si regresamos?” contestó Chris.

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"Desafortunadamente esa no es una opción”.

"Derecha entonces”.

Siguieron bajando por el pasillo.

"¡Ya viene!" gritó Jill.

La figura negra se abalanzó sobre ellos. Las recargadas armas antidisturbios de los miembros del equipo Alpha esperaron el momento oportuno. El Neptune alzó la cabeza fuera del agua y abrió sus enormes mandíbulas para tragárselos.

Una ventaja de las armas antidisturbios era su rápida tasa de fuego. Chris y Jill descargaron dos rondas en las fauces de la bestia. Con cualquier tiburón normal eso habría sido suficiente para quitarle la cabeza, pero el Neptune no era esa clase de tiburón.

La criatura cerró sus fauces mutiladas y miró al equipo por un segundo con sus ojos inexpresivos. Al parecer, las rondas de balas provocaron algún efecto, ya que este se alejó y retiró por el momento.

"¡Corre!” gritó Chris.

El dolor no dejaría ninguna marca en el único desarrollado y rudimentario cerebro de la criatura. Pronto el Neptune se habría olvidado y regresaría para capturar a sus presas.

“¡No te caigas o serás pan comido!“, le advirtió Jill mientras echaba a correr.

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Cuanto más lejos corrían, mayor era la resistencia del agua que les impedía avanzar. Se sentían como si huyeran de una pesadilla. Directamente detrás de ellos salpicaba el agua. Incluso sin volverse, sabían que el Neptune estaba cada vez más cerca. Chris y Jill ya tenían una imagen mental de su boca abierta, y sus intermitentes colmillos afilados. Pero en el último momento llegaron al otro lado de la piscina, y la puerta que había sido colocada allí se abrió con una leve patada. Ambos estaban completamente empapados.

“Al menos no necesitamos bañarnos más”, sonrió Chris.

Era realmente más cómodo estar completamente mojados que cubiertos en apestosos restos.

“Sí, siento como si hubiera pasado un día” dijo Jill, encogiéndose de hombros.

Aire caliente fluía a sus alrededores. Se sentían en un sauna, en el que se secaban como un paño húmedo en apenas un santiamén. Tuberías aceitosas, cables negros y blancos oxidados. Alambrados de cerca y placas de acero oxidado. No me gustaría trabajar en una fábrica así en temporada, pensó Jill.

A lo largo del techo, sobre sus cabezas, se desplazaban grandes compartimentos cilíndricos por un sistema de barandillas. Se oía un chirrido con cada temblor.

“Me pregunto qué habrá allí” dijo Chris.

“Echemos un vistazo hacia dónde se dirige” respondió Jill.

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Ambos siguieron sus pisadas y no tardaron mucho tiempo en descubrir de dónde provenía el calor. Cada uno de los compartimientos llevaba a un horno inmenso que, al abrir sus puertas emergían feroces llamas irradiantes. El compartimento completo se dejaba caer y las puertas del horno volvían a cerrarse. Podría estimarse que por el extremo calor, el compartimento se derretía inmediatamente.

“Parece que se trata de algún tipo de incinerador“, supuso Jill.

“Sí, es para quemar desechos” agregó Chris.

Una vez más se oyó un chirrido en uno de los compartimentos. Algo en su interior estaba luchando salvajemente.

"Oye, ¿Podría ser que...?"

Pero antes de que Jill pudiera terminar su frase, el compartimento saltó de los rieles y cayó al suelo. Por la fuerza del impacto la parte superior se abrió y un Hunter salió del tubo. O mejor: una criatura parecida a un Hunter. Su espalda estaba hinchada y deformada y su cuerpo cubierto con tumores del tamaño de pelotas de ping-pong. De entre ellos se veían dos ojos y una fila de dientes torcidos. El animal se retorcía de dolor en el suelo. Jill disparó a la patética criatura en la cabeza.

"Algo salió mal con este."

“Así se deshacen de los averiados aquí”, concluyó Chris.

"¡Eso se llama control de calidad!"

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“Y pensando en los posibles peligros de la infección por parte de los residuos biológicos, la quema es el mejor método para eliminarlos.”

En ese momento Jill oyó su radio otra vez.

"... fábrica.... asegurada...”

"Recibido. Hemos entrado en el laboratorio subterráneo y continuamos nuestra búsqueda".

"Recibido. Hemos sufrido grandes pérdidas.... Así que, tened cuidado... ¡Buena suerte!" Ese fue el último mensaje de radio que oyeron.

"Parece que las cosas marchan muy bien por allí” dijo Chris y quiso avanzar pero Jill lo detuvo.

"Espera. ¡Mira!"

Jill señaló un punto en la pared no muy lejos del suelo.

"Sí, ¿Qué es eso?", Chris no podía distinguir nada.

"Mira, ¡ahí hay un hueco!

De hecho ahora Chris también podía ver un agujero del tamaño de aproximadamente 5 milímetros. La luz era visible desde allí dependiendo del ángulo de visión.

"Creo que sé lo que es”, dijo Chris, alzó su pistola y dio un paso atrás.

Juntos se dirigieron hacia el siguiente pasillo y se pusieron a cubierto.

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"¡Vamos!"

Chris disparó contra el pequeño agujero en la pared y permaneció detrás del pasillo a cubierto, prestando atención.

Hubo una explosión, y se formaron huecos de pequeñas bolas de metal en la pared. Se habían puesto fuera de acción en caso de que la zona estuviera equipada con una explosiva mina antipersonas.

"Parece que estamos ante una especie de sistema de seguridad”, dijo Chris.

"Al parecer quieren prevenir que los forasteros husmeen una vez que no haya centinelas presentes”, supuso Jill.

“Mientras utilizan en tal caso estos primitivos explosivos, probablemente también quieran asegurarse de que ningún arma biológica fuera de control ocasioné estragos aquí“

"¿Quieres decir que intentan conservar el cuerpo de los monstruos?”

"Supongo que sí. Y está bien. Si no fueran capaces de hacer eso, probablemente tendrían considerables problemas para controlar a todas esas armas biológicas”.

Chris y Jill continuaron su camino y se toparon con otra puerta.

“Parece que ya dejamos atrás el área de seguridad”.

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Del otro lado de la puerta esperaban los zombies. Tras el ruido de la puerta abriéndose, los zombies comenzaron a acercarse. La batalla comenzó de nuevo. Ambos eran excelentes luchadores.

Mientras no cometieran ningún error, era poco probable que el enemigo pudiera causarles heridas graves. En uno de los intervalos de la batalla, una y otra vez Jill murmuró algo.

"Realmente estaba tontamente alarmada”, Jill no estaba segura de si Chris podía oírla. “Corría como un perro tonto en un jugoso prado verde bajo un radiante cielo azul. Ya pasaron más de diez años de…” un humor nostálgico brotaba de su interior. Tal vez su mente necesitaba un descanso. "Había un gran roble. En él he enterrado mis tesoros. Pero no puedo recordar exactamente qué árbol era. Ciertamente no sé lo que he enterrado allí”

"Estoy seguro que era algo muy importante. Has enterrado algo absolutamente importante allí. Tan importante que no puedes recordar lo que era”, quiso decir Chris.

"Tienes razón...En los días claros a menudo pienso en ese momento en que aún era tan ingenua. En ese momento creía que tendría la eternidad de mi lado y que todo siempre seguiría siendo como era. El hecho de que nada en mi entorno cambiaría, y yo corría una y otra vez por la pradera…. El hecho de que el cielo sería siempre azul, el aire frío, el sol caluroso, y yo seguiría siendo siempre la misma. Pensaba que sería para siempre y por siempre la que era. Entonces las estaciones pasaron como las sombras de una nube sobre la tierra"

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"En aquel momento eras una niña."

El número de monstruos había aumentado considerablemente. Particularmente el Eliminator -un arma biogenética basada en un mono- se había unido a la multitud, y entonces comenzaron los ataques incesantes. Por sus rápidos movimientos, una pequeña desatención podría dar lugar a que esas criaturas se les acercasen peligrosamente. Con tan solo apuntar precisamente a la cabeza, era posible eliminar a los monstruosos monos de un único disparo. Sin embargo, debido a su agilidad era más fácil decirlo que hacerlo.

"Si cuento cuántas de estas cosas hay, entonces lentamente nos convertiremos en leyenda”, quiso decir Chris.

"Sí, deberíamos apresurarnos un poco más", dijo Jill.

Poco tiempo después derrotaron al Eliminator, y echaron un vistazo al siguiente escenario. Éste estaba repleto de luz, y en una de las paredes colgaba un cuadro.

"Me parece que es un ascensor” dijo Chris, tecleó algunos botones y el suelo comenzó a descender.

El descenso duró mucho tiempo. Era como si el ascensor llevara directamente al inframundo. Sintieron que se acercaban a su mayor amenaza y su oponente más fuerte. El elevador se detuvo. Ahora se encontraban en la parte del laboratorio que había permanecido más oculta. La puerta se abrió. Frente a ellos se extendía una especie de cuarto de control con una hilera de monitores que mostraban estatuas y diferentes anuncios de advertencia. Abandonaron la habitación y se toparon con una horda de zombies que al

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parecer los estaban esperando. El dúo acabó con los muertos vivientes gracias a sus ametralladoras y granadas.

Acto seguido subieron por una escalera. De pronto sintieron algo que les había salvado la vida en reiteradas ocasiones. Sintieron el peligro incluso antes de que se hiciera visible. Al mismo tiempo, saltaron de la escalera a un piso más abajo. Por encima de ellos había colgados tres contenedores de forma cilíndrica. Sus cuerdas de acero se rompieron. Uno de los contenedores de más de 100 kilos cayó exactamente sobre las tuberías y el cable tomó la forma de puente, se destrozó y estrelló contra el suelo. Si Jill y Chris no se hubiesen marchado, el contenedor habría acabado también con sus vidas.

Pero no habían tenido tiempo para pensar en ello, ya que nuevos peligros habían aparecido: un Chimera, un Hunter y un Eliminator, un completo surtido de armas biogenéticas acompañadas de un ser desconocido hasta entonces para ellos: Ivy. Su nombre correcto era “Plant 43”.

Ivy era una planta que podía mantenerse erguida y arrojar una especie de proyectil. Desde la cueva detrás de los pétalos que forman su cabeza, la gigantesca planta escupió un líquido repleto de enzimas digestivas. Ivy también poseía algunas debilidades: no era muy rápida y podía ser fácilmente derrotada con un arma de fuego. Sin embargo, con más de esas monstruosidades juntas en un enfrentamiento, sin duda serían un duro desafío.

Y junto a un Hunter y un Chimera, sus ataques eran muy peligrosos. Pero Jill y Chris eran profesionales, por lo que se enfrentaron a ciegas con esas abominaciones. Además, los patrones de conducta de Ivy y los demás les eran familiares. Todo el asunto no se convertiría en un

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simple paseo por el parque, pero no había riesgo de que resultaran fatalmente heridos. Sin embargo, con el creciente número de esas cosas el peligro también se incrementó. Una pequeña falta de atención podría ser suficiente. Bajo los cuerpos sin vida que se amontonaban mientras tanto en el suelo, había un Hunter que aún estaba vivo.

La mitad de su rostro había sido arrancado, pero eso no le impidió ponerse de pie lentamente detrás de Jill, quien instintivamente sintió su presencia. Sin embargo, antes de que lo notara, ya era demasiado tarde.

En el momento en que se dio la vuelta, las afiladas garras del Hunter le rasguñaron desde los senos hasta la cadera. Las garras no penetraron lo suficientemente profundo como para lesionar su carne alrededor de sus órganos, pero si le produjo heridas abiertas repletas de sangre. Jill cayó fuertemente al suelo. Se sostuvo el abdomen e intentó inútilmente ponerse de pie. Chris le disparó al Hunter al otro lado de la cabeza antes de que pudiera correr a por Jill, que aún yacía en el suelo. El Hunter había sido el último monstruo. Chris corrió a toda prisa al lado de Jill y comenzó a atender sus heridas. Tomó su kit de primeros auxilios. Cerró sus heridas con pegamento, las recubrió con pomada antibiótica y las cubrió con grandes parches. De esta manera pudo evitar otra hemorragia.

"¿Todo en orden?” le preguntó. Jill no lucía bien de ninguna manera, pero sonrió valientemente y dijo: “¿Todavía recuerdas lo que te he contado hace un momento?”

“¿La historia de tu infancia?“

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"Exactamente. En ese momento conocí a un chico llamado Morry que iba conmigo a la escuela y vivía cerca de mi casa. Siempre llevaba la misma ropa y tenía la misma cara triste. De cerca olía a hojas secas. De vez en cuando llegaba a la escuela con heridas graves. En algunos casos se rompía más de una vez un brazo o una pierna. Nunca había intercambiado una palabra con él hasta el día en que, por casualidad, lo encontré bajo el roble en la pradera. Era un día soleado en el que simplemente nada malo podría ocurrir. Él había llegado allí antes que yo. Cuando me vio lo único que atinó a hacer fue huir, sin embargo, se detuvo y se volvió. Esa fue la primera vez que lo vi sonreír. Sus labios estaban azules y desgarrados. Me di cuenta que había sido golpeado. Cuando le pregunté si se encontraba bien, extendió sus manos entrelazadas y las abrió. Tenía astillas de vidrios en sus manos. Me explicó que las había recogido del río. Me contó que a veces las recogía y enterraba bajo el árbol como un tesoro. Me dio algunas. Yo me guardé un fragmento y enterré el resto junto a sus piedras bajo el roble“.

"Como un perro idiota”.

"Exactamente, como un perro idiota. Fue la primera y última vez que hablé con él. Murió al año siguiente. Los maestros y los padres guardaron silencio al respecto, pero todos los niños lo sabíamos de todos modos: Su padre lo golpeó hasta la muerte. La policía llegó y hubo una gran agitación. Algo como eso no se podía ocultar tan fácilmente en un pueblo pequeño”.

"Qué historia tan triste”.

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"Sí, una historia triste. Y con eso, mi infancia terminó. Aprendí que el mundo está lleno de violencia y que la muerte acaba con todo”.

"¿Y ahora te arrepientes de haber nacido en este mundo?”

"En absoluto. Me siento agradecida de estar viva”.

Jill se sentó y al poco tiempo estuvo devuelta sobre sus piernas.

"Sigues pálida”, dijo Chris con voz cariñosa. “¿Estás segura de que estará todo bien?”

"No hay problema. Sólo estoy un poco cansada. Pero todo estará bien. No importa qué tan cansada esté, siempre me he puesto de pie, al igual que ahora. Así que sigamos adelante, Chris”.

Con un rostro pálido pero su cabeza en alto, Jill continúo. Chris tuvo la sensación de que ella había hecho eso toda su vida.

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Wesker 16 Wesker abrió la puerta y vio un eje hexagonal delante.

Miró hacia abajo pero no pudo ver dónde terminaba. El piso estaba construido de modo que se podía bajar hasta la última planta. No podía llegar al interruptor del panel del ascensor desde allí. El siguiente pasajero sólo podía bajar si la última persona que tomó el elevador para descender lo tomaba para subir otra vez.

Chris y Jill usaron el ascensor para descender. Wesker miró hacia abajo el eje y luego, sin dudarlo, dio un paso sobre el borde por el abismo sin fondo. Cayó verticalmente. Las paredes del eje brillaron en sus ojos a gran velocidad y el viento chifló en sus oídos. Se separó de la pared y se dirigió hacia el otro lado del eje con un gran salto. Allí tomó impulso nuevamente. Saltó de una pared a otra casi como una pelota de ping-pong, y así sucesivamente hasta abajo. Algunos murciélagos gigantescos lo rodearon. Al parecer dudaban en atacarlo. Sus poderes sobrehumanos parecían desalentadores. Wesker pisó el suelo tan suavemente como ningún gato jamás podría hacer.

El suelo estaba cubierto de cadáveres. Wesker puso su mano sobre la cabeza temblorosa de un Chimera, y sintió su conciencia a punto de evaporarse.

Todo marcha según los planes de Chris. Sonrió contenidamente. Tuvo que haber pasado algunas ahora allí. Abrió una puerta y entró en una habitación con varios monitores alineados, que iluminaban la sala con luces rojas mientras indicaban anuncios de advertencia. Intentó controlar el panel de control, sin embargo, los dispositivos

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no reaccionaron. Obviamente el complejo entero había sido puesto fuera de servicio. De la sala de control, pasó a un sombrío depósito en el que yacían muchas más armas biogenéticas. Subió una escalera de hierro que conducía a una pasarela partida al medio por un recipiente metálico. Al otro lado había una puerta. Sin alas era inaccesible. Como si acabara de saltar sobre un charco, Wesker saltó sobre el pedazo roto de la pasarela y aterrizó elegantemente en el otro lado.

Allí abrió la puerta, entró en una sala con bocadillos al final y se paró frente a una puerta cuya cerradura electrónica sólo podía abrirse con una tarjeta de identificación. Wesker disparó durante un tiempo contra la cerradura, hasta que fue destruida por completa, y pudo abrirla. En la habitación en la que ahora se encontraba, había un gran número de cajas de cultivo. Por supuesto Wesker sabía que allí había conservado material vírico. Pasó por alto el interior de la habitación, cuya leve iluminación minimizaba la influencia perjudicial de la luz sobre los virus.

Encontró un recipiente resguardado para el virus de prueba, protegido con un candado. Wesker lo rompió.

"¡Intruso no autorizado!“

Una alarma de emergencia sonó, y varias luces rojas comenzaron a parpadear. Completamente decepcionado Wesker abrió la tapa del contenedor y tomó una cápsula marcada con una "T". La guardó cautelosamente en el interior de su bolsillo, salió por la puerta y luego se dirigió a su último objetivo: la sala en la que su archienemigo lo estaba esperando.

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8 Chris y Jill tenían la sensación de caminar por una

colmena. Aparentemente las habitaciones hexagonales estaban alineadas sin fin. Unas a otras eran completamente idénticas, relucían bajo una luz blanca.

"Estas habitaciones son todas iguales. Esto parece un laberinto", dijo Chris.

"¿Podría ser una trampa para engañar a los posibles intrusos?”, preguntó Jill.

"Esto significa que aquí cerca...”

Aparentemente habían llegado a la última puerta del laberinto. Detrás de ella había un largo pasillo. Salieron corriendo y llegaron a otra puerta al final del pasillo. Cruzaron la puerta. La alta y gigantesca cubierta tenía forma de cúpula. Se veía como una gran cueva que a simple vista era imposible.

"¿Qué es esto?”, preguntó Chris.

"Me da la impresión de que es una especie de área de prueba para armas biogenéticas”, supuso Jill.

"¿Una especie de arena?”

"¡Exactamente!”

De pronto se oyó una voz masculina proveniente de los altavoces en la cubierta.

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"Únicamente recibo visitas en raras ocasiones. ¡Bienvenidos!”

Era la voz de Sergei que resonó en la habitación. Chris y Jill tomaron las armas y miraron alrededor.

"No hay razón para preocuparse. A menos que sean verdaderos soldados”.

"¿Quién eres?", gritó Chris.

Sergei no respondió la pregunta. En cambio, simplemente habló:

"Les diré las reglas. Si se ganan la vida también con la lucha, es posible que sepan que uno se siente más vivo en el momento en que sus vidas se terminen al mismo tiempo. El sentido de la vida radica en la lucha. Uno lucha, se lesiona, se acerca a la muerte. Esa es la mayor suerte de descubrir la vida. Para poder disfrutar de ella, uno debe apagarla y arrojarla a las llamas ardientes. Pienso que es hora de comenzar. ¿Os puedo presentar? El último producto de la Corporación Umbrella: T-A.L.O.S.”.

Una alarma sonó, y una voz computarizada anunció:

"¡Atención! ¡Atención! ¡T-A.L.O.S. está activado! ¡Atención! ¡Atención!"

En la cúpula encima de ellos, una brecha se abrió y algo cayó en medio de la sala.

"¿Qué es eso...un arma biogenética?”, preguntó Jill.

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La tierra tembló cuando el gigante cayó. La mayor parte del cuerpo estaba cubierto de una masiva armadura metálica. Asimismo sus brazos, lo cuales eran tan grandes que parecían poner en peligro su blindado equilibrio. Incluso sobre su rostro había una máscara de metal.

El ser -que les recordaba a un extraño robot- llevaba un gigantesco lanzacohetes en el hombro. Con eso se podía disparar cuatro cohetes al mismo tiempo. T-A.L.O.S. apretó su poderosa pata contra la pared y hundió sus afiladas garras, dejándoles un mensaje en la pared. Dejó en ella algunos agujeros profundos.

"¡Su nombre es... T-A.L.O.S.!"

Como si estuviera esperando ese lema, el monstruo de pronto disparó con su lanzacohetes. El letal dispositivo escupió un denso humo blanco y los cohetes salieron disparados directamente hacia Chris y Jill. Ambos se echaron a un lado, Jill a la derecha y Chris a la izquierda. El estallido de la explosión los alcanzó aún en el salto. Jill golpeó con el hombro en el suelo y rodó como una pelota. Pero antes de que pudiera ponerse de pie, el siguiente cohete fue a por ella. Jill se arrastró un metro hacia delante, se levantó y saltó. Una vez más fue alcanzada por la onda expansiva de la explosión y arrojada contra la pared.

Los disparos disminuyeron. Chris tenía inmovilizado a T-A.L.O.S. bajo el fuego de su ametralladora. El monstruo lo miró, y Jill tomó una granada. Mientras T-A.L.O.S. estaba ocupado en Chris, ella se arrastró lo más cerca posible y arrojó la granada. Había puesto el fusible en corto tiempo. La granada explotó exactamente sobre la cabeza del monstruo. Cuando Jill fue alcanzada por el estallido de la explosión, disparó con la ametralladora. Al mismo tiempo

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Chris lanzó otra granada que detonó delante de los pies del monstruo. Su pechera fue arrancada y se estrelló contra la tierra. Chris y Jill aprovecharon la oportunidad y dispararon a quemarropa sobre el lugar desprotegido.

Sin embargo, T-A.L.O.S. estaba preparado para resistir los ataques de sus oponentes. El monstruo atacó a Chris y blandió su poderoso brazo como un látigo contra el ex policía de élite. Chris logró torcerse a un lado y lo acuchilló. Allí donde Chris había estado, el gigantesco puño del monstruo golpeó el suelo. Las grietas se formaron en el suelo. En ese momento, Jill saltó ante T-A.L.O.S. Con su arma antidisturbios disparó contra el pecho desnudo del gigante.

T-A.L.O.S. rugió como un animal salvaje y blandió su poderoso brazo. No había escapatoria. Jill fue arrojada por el aire y se estrelló contra una pared.

"¡Eh, tú!”, gritó Chris, sosteniendo ahora frente al monstruo un arma en su mano. Apuntó a la boca del lanzacohetes apoyado sobre el brazo del T-A.L.O.S. El primer disparo falló. El monstruo parecía haber entendido lo que estaba planeando, y presionó el gatillo del lanzacohetes. Justo en ese momento Chris disparó nuevamente y la segunda bala desapareció en la boca del aparato. Por un momento el lanzador se infló como una madura fruta roja.

Inmediatamente después se produjo una detonación. Una inmensa detonación. Las llamas se convirtieron en bolas de fuego y se disiparon en el espacio, astillas metálicas volaron en todas direcciones y, finalmente, la habitación fue invadida por un humo blanco. No se podía ver nada. Jill le gritó a Chris, y este a ella. Así ambos descubrieron que el otro aún estaba vivo. Jill había utilizado

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la arrancada pechera de T-A.L.O.S. como escudo y fue lanzada una vez más contra la pared, producto de la explosión. Toda clase de fragmentos metálicos estaban retorcidos en la pechera. Chris había dado vueltas por todo el lugar.

Una esquirla del lanzacohetes se había clavado en su hombro izquierdo. Aunque pareciera extraño, no sentía ningún dolor.

Concentrado, pensó en lo que estaba a punto de hacer a continuación.

T-A.L.O.S. estaba vivo. Había perdido su armadura por completo, pero su piel tenía un brillo metálico. Aún era un monstruo mecánico. Jill se paró frente a su oponente, y Chris se puso detrás. Entonces ambos abrieron fuego. Los movimientos de T-A.L.O.S. se habían vuelto más lentos. El dúo disparó durante un largo tiempo directamente al oponente, sin embargo, ninguna de las balas se acercaron a él. Chris ya comenzaba a dudar de los efectos de sus maniobras, cuando de pronto algo sucedió. T-A.L.O.S. se detuvo.

"¡Ahora!” gritó Jill, y Chris arrojó una granada. Con el estruendo de la explosión, la criatura cayó al suelo. El dúo continuó disparándole a la cabeza y espalda del monstruo. T-A.L.O.S. no mostró ninguna reacción.

"¡Es increíble lo que estos hombres han construido aquí!”

Con cada respiro, la astilla metálica ubicada en el hombro de Chris se movió.

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"Sí, eso creo. Uno de estos gigantes equivale al poder de combate de un tanque de guerra” dijo Jill.

"Me atrevería a decir que es más fuerte que un tanque de guerra”.

A toda prisa se alejaron de T-A.L.O.S., que una vez más comenzaba a moverse.

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Wesker 17 Con el arma en la mano, Wesker entró en el área más

profunda del complejo, en el lugar en el que su archienemigo lo estaba esperando. La habitación era el corazón del gigantesco laboratorio de investigación, el puesto de mando desde donde se controlaba y dirigía todo. La sala tenía la magnitud de un gimnasio. La cubierta de la cápsula apenas podía verse, ya que la iluminación no llegaba hasta allí. En una esquina, frente a una hilera de monitores, Sergei se encontraba sentado. Este habló sin mirar a Wesker.

"Su nombre es T-A.L.O.S. Ha heredado la fuerza destructiva y la menta combativa del Tyrant, sin embargo, puede ser completamente controlado por “Red Queen”. Es la máquina perfecta de combate”.

En los monitores se veía como T-A.L.O.S. disparaba misiles contra Jill y Chris.

"Chris está haciendo un buen trabajo. No me decepciona” dijo Wesker.

Sorprendido, Sergei se volvió: “¿Es uno de tus hombres?”

"Lo era"

"¿Y qué piensas de Ivan y su compañero?”

"No son más que juguetes aburridos”.

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"Entiendo. ¿Pero qué más puedes decirme?” Sergei apoyó su mano sobre el escritorio de control.

"Chris Redfield. Ex miembro de S.T.A.R.S. Con el incidente en la antigua villa…” Una voz computarizada leyó el perfil de Chris. Wesker creyó conocer la voz.

"¿Está todo el complejo dirigido por un sistema como Red Queen?”, quiso saber.

"Es más que sólo un sistema de control” respondió Sergei. “He transportado por completó la memoria de datos y todo lo demás hasta aquí. Antes de que Raccoon City se hundiera, he extraído todo de la ciudad. ¡La brillante historia de la Corporación Umbrella continúa!”.

Con una expresión contenida, Sergei observó el enfrentamiento en los monitores.

"Red Queen es igual a mí. Cuando creé el sistema T-A.L.O.S. me requería nuevos datos de acuerdo con la información estimulante. Quise saber la verdad sobre el mundo y sentí mucho dolor. Y fatales tormentos. Red Queen es una herramienta. Su valor depende de la persona que la usa. Ambos, Red Queen y ese T-A.L.O.S. son demasiado buenos para una empresa como Umbrella consagrada para la creación. ¡Sin embargo, ambos podrían darme una nueva vida! No has cambiado nada, Wesker. De hecho, me gusta tu fanfarronería y arrogancia. Finalmente hemos sido compañeros no por mucho tiempo. Tal vez sería buena idea corroborar una cosa: ¿Quién de nosotros dos es el amo, y quien el esclavo?”

"Para un esclavo, tú das una gran nota, Sergei”.

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"¡Si tuviera ante mis ojos alguien que lo venciera, le juraría mi lealtad, me convertiría alegremente en su esclavo! Así como he jurado mi lealtad a la Corporación Umbrella. Pero, lamentablemente, sólo eres un puñado de mierda”.

"No habrá Corporación Umbrella mucho tiempo más” argumentó Wesker. “Aunque le jures tu lealtad, nada quedará de Umbrella.”

"Mis orígenes han desaparecido, y he perdido lo que era una vez mi país natal. Sin embargo, en ese momento, Spencer me ha devuelto la esperanza” dijo Sergei con una expresión soñadora en sus ojos.

"¿Esperanza? No me hagas reír. Esos son sólo sueños de personas que no tienen ningún futuro”.

"He pasado la prueba prototipo de los Tyrants. Como consideración por ello, he producido diez clones de mi mismo. El Tyrant es mi hermano, mi segundo yo. En otras palabras, mis hermanos pronto controlarán el mundo”.

"Básicamente son absolutamente inútiles para mi. Pero sabes dónde está Spencer, ¿verdad? ¿Vas a contármelo?”, preguntó Wesker.

"Eso no saldrá de mi aunque me despedaces. Incluso me alegraría, porque el dolor es mi mayor suerte. Las torturas son para mi autenticas delicias. Y entiende, de una vez por todas, que soy el más fuerte. ¡Nadie es capaz de ganarse mi confianza!”

"Estás loco..."

"¡No estoy loco, el mundo lo es!”.

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Sergei sacó un cuchillo que tenía una forma extraña. La empuñadura estaba centrada entre dos cuchillas a ambos extremos. El cuchillo medía, desde una punta de la cuchilla a la otra, aproximadamente setenta centímetros.

"Si no lo sabías, coleccionar armas antiguas es mi pasatiempo. Primero he coleccionado armas medievales e instrumentos de tortura europea. Cuando comencé también estuve interesado en Asia. Incluso en India y China había armas muy interesantes. Sin embargo, pronto no fue suficiente para mí coleccionar sólo armas. Empecé a construirlas yo mismo. Le indiqué a un herrero especializado en cuchillos antiguos. Todo fue en el momento que aún existía la Unión Soviética. Por cierto, ¿Sabes de qué está hecha esta cuchilla?”

Sergei le tendió el cuchillo a Wesker.

"Por supuesto que no lo sabes. Está hecha de un material único en el mundo. Tal vez no hayas oído nunca hablar acerca de la explosión de Tunguska. Significa que aún la causa de la explosión es un enigma. Pero el gobierno Soviético sabía perfectamente lo que había sucedido allí. Este cuchillo está hecho de un metal que había caído sobre la Tierra en ese tiempo en Siberia. No se oxida o corroe, es sencilla y, sin embargo es a la vez mucho más dura que el acero. Y puede ser afilada a una agudeza increíble. Es un material absolutamente soñado. Lamentablemente, aún no es posible analizarlo, es por eso que no se puede producir artificialmente. Pero eso no hace ninguna diferencia para mí. Tengo lo que quiero. Y lo probaré ahora mismo...”

Con un rápido movimiento suave, Sergei arrojó el cuchillo. Las cuchillas giraron a alta velocidad directo hacia Wesker, quien sólo giro su cadera para esquivarla. Al igual

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que un disco giratorio, el cuchillo le pasó volando muy cerca para cortar una columna de concreto como si fuera una mantequilla detrás de su espalda. Entonces el cuchillo cambió su dirección de ataque y regresó.

Sergei sacó otro cuchillo, lo arrojó y echo a correr. Luego tomó el primero que había volado de regresó a él por los aires y lo lanzó inmediatamente de nuevo en dirección a Wesker. Los cuchillos, que dividieron fácilmente el concreto, se dirigieron a corta distancia directamente a su objetivo.

Monitores, mesas, paredes y columnas se volvieron chatarra como por arte de magia.

"Afilados cuchillos, ¿no crees?”

En vista de los cuchillos voladores, un hombre como Wesker no podía permanecer inactivo. Ambas cuchillas sacudieron su cuerpo como una pluma en el viento, pero no llegaron a tocarlo.

"Muy bien, ¿Qué dices al respecto?” gritó Sergei y sacó un tercer cuchillo.

Lo que seguía estaba confinado a un milagro. Como un ser vivo, la cuchilla giratoria de Sergei se liberó de su mano, trazó una complicada trayectoria aérea y regresó a su mano. Mientras tanto, los otros dos cuchillos giraban constantemente por el aire y perseguían incesantemente a Wesker. Después de un tiempo se sintió arrinconado, como si uno de los cuchillos fuera a cortarle la garganta. Sin embargo, atrapó el cuchillo en el aire, inmediatamente antes de que lo alcanzara, y lo arrojó de vuelta con facilidad. El cuchillo rozó arañando a lo largo de las paredes, partió las

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tuberías metálicas y se dirigió directo a Sergei. Con esfuerzo y ante la necesidad, Sergei esquivó el cuchillo. Ahora las cuchillas que antes perseguían a su victima, también había cortado la cara de Sergei. Pasó su lengua por la herida en su mejilla, y su sonrisa se volvió más grande.

"¡Me haces feliz, Wesker!“

En ese momento Red Queen anunció:

“¡Atención! ¡Atención! Intercableado perturbado. ¡El control de T-A.L.O.S. está apagado!”

Por un momento Sergei arrugó su frente, luego sus comisuras en la boca se contorsionaron en una mueca diabólica de nuevo.

"Lamentablemente el control de T-A.L.O.S. ha sido desactivado. Con ello la velocidad del desarrollo de “T” no puede continuar en su cuerpo. ¡Un monstruo que ni los dioses pueden domar acaba de nacer!”

Wesker miró por un monitor que aún no había sido destruido. La imagen mostraba a Chris y Jill inclinados sobre T-A.L.O.S. que yacía en el suelo. El monstruo comenzó a moverse. El dúo echó a correr e intentó ganar distancia.

"Este no es el momento de preocuparse por los demás, Wesker” dijo Sergei que había clavado los tres cuchillos con recelo en el suelo. “Para juegos me hace falta tiempo. Pongámosle un final”.

Estiró los brazos y cruzó los dedos como un monje budista que hace un gesto con sus manos. De repente

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comenzó a temblar y agitarse, tan rápido que la silueta de su cuerpo se volvió borrosa. Sus ojos mostraban una expresión extática y se quedó contemplando el vacío.

A través de los dientes apretados, un gemido silencioso escapó de su garganta. Torturas y delicias parecían ofrecer una batalla para ellos mismos en su rostro. De pronto, de la espalda de Sergei creció un tentáculo humedecido con un líquido viscoso, cuya forma parecía una lombriz reforzada con gancho. El “gusano“ fue aplastado, dividido en extremidades y tenía un color rosa claro. Su diámetro ascendía a unos veinte centímetros. La cinta de color carne se entrelazaba alrededor de los brazos de Sergei y de allí otra vez alrededor de su cuerpo. Visiblemente el “gusano“ mutó a un capullo de carne cruda.

Wesker ya había visto suficiente. Desde cerca disparó con su arma contra Sergei y el gusano. Sin embargo, gracias a su protuberancia y al ser el capullo tan duro, las balas no penetraron en el. Y mientras más se erguía, más constantemente cambiaba su forma. De ambos brazos extendidos creció un grueso manojo de músculos. Los brazos se asemejaban a un gigantesco pitón del mundo de los mitos. Las extremidades de sus manos y dedos aún eran reconocibles, visiblemente deformadas y anudadas entre si en forma compleja para formar sus dientes, picaduras, garras y gigantescas mandíbulas. El monstruo se parecía a la boca de un insecto peligroso. Con la simple diferencia de que podía aplastar la cabeza de una persona con un simple mordisco.

Mientras que la gigantesca pitón crecía frente al pecho de Sergei una y otra vez, seis antenas se retorcieron y doblaron en su espalda como patas de insectos. Dado que las antenas disponían de un sinnúmero de articulaciones, podía

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realizar movimientos complicados. Lo único que hacía recordar que Sergei aún era una persona era que todavía seguía erguido en dos patas.

"¡Wesker!” gritó Sergei con una voz que ya nada tenía de humana.

"Te daré por el hecho de que mueras, una muerte terrible, bestia” amenazó Wesker.

La batalla entre ambos sobrehumanos había comenzado.

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9 Claras convulsiones sufrió el cuerpo de T-A.L.O.S.

mientras yacía en el suelo. Su temblorosa espalda se agitó una y otra vez. Agudas picaduras pasaron por su cuerpo hasta el dorso, explotando en su cintura, y algo con la fuerza de un jet fue expulsado de su espalda. El objeto era similar a un ciempiés metálico. Como un dragón que vuela hasta el cielo llevando el objeto a una velocidad increíble. Era la columna vertebral de T-A.L.O.S.

O mejor dicho, lo que había sido una vez su columna vertebral. Era tan gruesa y larga que era para Jill y Chris casi inconcebible que hubiera estado alguna vez en su cuerpo cuando tuvo algo así como una figura más o menos semejante al hombre.

Como un estandarte evocado del sombrero de un mago, algo creció en dirección a la cubierta. Sin embargo, eso no era todo. Como las raíces de una planta, varios tentáculos brotaron de la espalda de T-A.L.O.S. Sus extremidades se retorcían en una danza salvaje y estaban afiladas como las puntas de las flechas.

Mientras que estos tentáculos se retorcían por el área, Chris y Jill tuvieron que permanecer a cubierto. Una y otra vez los tentáculos se dispararon tan rápido como un rayo para romper las paredes o perforar el suelo. Chris y Jill intentaron mantener al monstruo lo más distante posible, y abrieron fuego con sus ametralladoras. Mientras tanto, sus brazos emergieron del suelo. Entonces, los tentáculos de forma extraña de pronto comenzaron a alzar al cuerpo del ser. Tenían que disponer de una fuerza inmensa, ya que T-

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A.L.O.S. tenía el tamaño de una pequeña casa. Balanceando sus tentáculos y brazos como grúas, el cuerpo flotó más y más alto. T-A.L.O.S. era una pesadilla, mezcla de máquina y de ser vivo.

La figura externa con enormes brazos en movimiento parecía un cáncer mecánico. Sólo que el creador de este ser probablemente nunca había visto un verdadero cáncer en su vida.

Chris y Jill dirigieron las armas hacia T-A.L.O.S. que flotaba con su espalda contra la cubierta. En cualquier momento iba a ser calculado sobre un nuevo ataque.

"Parece que el momento de la verdad se acerca” notó Chris.

"¿Y qué hacemos ahora? Nuestras armas no son efectivas”, dijo Jill.

"Debemos averiguar dónde está su punto más débil. No hay ningún ser perfecto en el mundo, especialmente si es un monstruo creado por la mano humana. Debe tener un punto vulnerable”, Chris estaba seguro.

"Bien, ¡Hagámoslo!”

Ambos continuaron disparando.

Una lluvia de balas cayó sobre el cuerpo de T-A.L.O.S., sin embargo, Chris y Jill no dispararon simplemente a ciegas. Registraron exactamente los lugares en los que el monstruo reaccionaba para atacarlo en los puntos especialmente sensibles.

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Y no fue difícil descubrirlo. El gigante cruzó sus poderosos brazos ante su cabeza relativamente pequeña. Jill y Chris rápidamente intercambiaron una mirada e inmediatamente abrieron fuego sobre el rostro de T-A.L.O.S.

Sin embargo, fueron sorprendidos por el contraataque del monstruo.

Un rayo de luz roja cayó al suelo frente a ellos y formó allí profundos agujeros. Con un fuerte siseo, una densa nube de humo inundó la habitación. T-A.L.O.S. produjo un haz de luz cuya densidad energética era mucho más fuerte que la luz del sol, así que el rayo transformó la superficie de la tierra en un plasma y luego se evaporó. Cuando el monstruo disparó a quemarropa sus rayos, nada más quedaba para el dúo que huir.

Chris y Jill se preguntaban como era posible que T-A.L.O.S. dispusiera de un arma con una demanda de energía tan tremendamente grande. Además, ella difería básicamente del lanzacohetes que el ser había utilizado antes de su conversión: Esta arma había sido incorporada a su cuerpo. Eso no hubiera sido logrado con la ayuda de una operación o algo similar, porque la conversión en la segunda forma no lo había previsto. Aquello era posible porque llevaba en su cuerpo un organismo que le permitía generar energía altamente comprimida en forma de rayo de luz. Cuando “Red Queen” perdió el control de T-A.L.O.S., este expulsó su sistema nervioso y se fusionó con ella. No porque supiera como aprovecharlo, sino para absorber una alta compresión energética. Al menos para Chris y Jill no hacía ninguna diferencia saber de dónde provenía la energía.

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Si no deseban ser transformados en vapor de plasma en apenas décimas de segundos, no podían permanecer en ese lugar mucho tiempo más. Sin embargo, era de suponer que la cantidad de energía que T-A.L.O.S. había usado era demasiada como para continuar atacando, por lo que cesaron después de apenas veinte segundos.

Esta era la oportunidad para el equipo. Ambos apuntaron a la cabeza de la criatura y dispararon. Hasta su siguiente ataque, debían provocarle tanto daño como fuera posible. Chris introdujo un cartucho en el arma. Jill comprendió inmediatamente lo que Chris planeaba, y apuntó con su ametralladora al rostro del monstruo. Sus brazos protegieron su rostro producto de las balas que llovían sobre él. Ahora su cara estaba descubierta. Chris ya había disparado el cartucho, y la suerte estaba de su lado. La mitad del rostro del monstruo se golpeó contra el suelo. A pesar del fuerte sonido de la detonación, podía oírse su rugido. Su voluminoso cuerpo lentamente se hundió en el suelo.

O bien se había convertido en una molestia para él antes de la ira, o no tenía más fuerzas para mantenerse de pie. Jill y Chris dispararon sin tregua sobre su cara cada vez más cerca. Los tentáculos se retorcieron con la intención de atacarlos, pero Chris se deshizo de ellos con su cuchillo. Y luego arrojó una granada sobre la espalda de T-A.L.O.S. quien ahora se acercaba cada vez más.

Una columna de fuego se levantó con un ruido tembloroso. Todo el cuerpo del monstruo se estremeció. Los tentáculos golpearon el suelo violentamente y sin sentido. T-A.L.O.S. estaba sufriendo.

"¡Eso dio en el blanco!”, dijo Chris satisfecho.

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"Sí, el dorso es su punto débil”.

Ambos arrojaron más granadas a la espalda de su espeluznante oponente. Algunas estallaron cerca de sus horribles tentáculos y los destrozaron pero sin afectar realmente a T-A.L.O.S. Las explosiones en su espalda fueron decisivas. La cantidad de fuerza explosiva que Chris y Jill habían utilizado, habría sido suficiente para derribar a un tanque. Aunque las granadas estaban obviamente dañando a T-A.L.O.S., este no estaba dispuesto a rendirse fácilmente.

"Es de primera clase en cuanto a debilidad”, dijo Chris lacónicamente.

"Su poder de ataque es abrumador, pero carece de habilidad táctica de combate”, agregó Jill.

T-A.L.O.S. flotó de nuevo en dirección al techo y llegó a él en apenas un instante. Lo que siguió fue otra ola de rayos de luz. El suelo alrededor de Chris y Jill se volvió cada vez más un horrible panorama, lo que les dificultó esquivar los rayos. Un paso en falso y todo habría terminado.

Un simple golpe de T-A.L.O.S. podría evaporarlos. Por lo tanto, a ambos solo les quedaba esquivar sus ataques una y otra vez, y esperar a que pronto se desgastara la energía del monstruo. Entonces, tras un casi interminable juego del gato y el ratón, llegaría su fin. Todo seguía el patrón conocido. Ambos ex policías de elite dispararon contra los brazos del monstruo, forzándolos poco a poco a alzarse.

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Exactamente en el momento en que Chris quiso disparar su cartucho contra el monstruo, algo sucedió. T-A.L.O.S. cayó. Chris, quien permaneció allí con el lanzagranadas durante el suceso, fue barrido por el brazo de acero del monstruo, y tuvo la sensación de haber sido alcanzado por una máquina demoledora. Con una fuerza inmensa, fue arrojado al suelo y golpeó la parte posterior de su cabeza contra la pared.

"¡Chris!" gritó Jill horrorizada.

Chris reaccionó a la exclamación temerosa de su camarada con un gesto. Supuestamente quería indicarle que disparara sobre T-A.L.O.S. sin preocuparse por él. Jill lanzó una granada sobre la desprotegida espalda del monstruo ahora tumbado. Los primeros dos intentos tuvieron éxito, pero justo cuando había retirado la protección del tercer cartucho, su mano fue perforada por un afilado tentáculo. Ella chilló, y el proyectil cayó de su mano.

Logró saltar, pero quedó atrapada en la onda de la explosión. Con la ropa chamuscada, Jill se deslizó por el suelo y perdió la conciencia.

Cuando poco después volvió en si, Chris se paró frente a ella y disparó contra T-A.L.O.S.

"Gracias", dijo Jill, que deseaba ponerse de pie para retomar el combate, pero no lo consiguió. Así que disparó contra el monstruo desde el lugar.

"Mientras que dormías tu siesta, me he encargado de nuestra pesadilla”, bromeó Chris y añadió luego de echarle un vistazo a Jill: "¡Dame el extintor!"

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Volvió a atacar a T-A.L.O.S. Los tentáculos buscaban posesionarse de él en el camino, pero los repelió con su cuchillo y corrió a toda prisa. Chris comenzó a saltar casi por detrás del monstruo.

Aproximadamente por la medida de un cabello, logró escapar de los tentáculos, los cuales regresaron a la espalda del monstruo.

En ese mismo momento, T-A.L.O.S. comenzó a trepar a una velocidad delirante. Los tentáculos presionaron a Chris ahora en todas las direcciones. El monstruo ya había alcanzado una altura peligrosa, pero la situación requería una acción determinante. Chris dejó caer sus provisiones de granadas sobre la espalda de T-A.L.O.S.

Tras un salto seguido de un giro, arrojó el último cartucho.

Entretanto, Jill le había dado el extintor e intentado desviar al oponente lo más lejos posible de Chris. Sin embargo, de momento eso sería innecesario. Una enorme explosión estremeció la sala. Se encendió y el aire parecía extenderse. Desde la espalda de T-A.L.O.S. se levantó una gigantesca bola de fuego que envolvió todo el cuerpo del monstruo en medio de su disparada velocidad. Aire caliente se extendió por el espacio. La metálica columna vertebral que conectaba el gigantesco cuerpo con la cubierta se quebró por la mitad. Envuelto en llamas, T-A.L.O.S. cayó al suelo.

Chris, quien estaba directamente debajo de él, corrió por su vida. A sus espaldas sintió un fuerte estrellato seguido del agrietamiento del suelo. T-A.L.O.S. caído, yacía allí como una persona arrollada por un coche. El ahora

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incendiado ser levantó una vez más la cabeza y aulló obsesivamente. En su rostro se abría un gigantesco agujero. Ruidosos sonidos de algo consumiéndose podía oírse. La piel del monstruo comenzó a arrojar burbujas del tamaño de pelotas de tenis en formas de úlceras. Poco después de que el cuerpo entero estuviera cubierto de ellas, finalmente su cuerpo fue exterminado. Desde el agujero en su cara devorada, se oyó un sonido como si algo absorbiera solo el resto de las funciones y luego toda la cabeza del monstruo.

Obvio que algunas células mutaban en otras cancerosas para crecer desenfrenadamente y comerse a todas las que estuvieran sanas. La propagación de las úlceras le permitía a T-A.L.O.S. parecerse a una de los cientos de racimos de uvas que lo formaban. El agujero en su cabeza avanzaba más y más en su interior, el cuerpo visiblemente se había encogido. A partir de ahora no podía ser más rápido que aquel monstruo gigante. Lo que aún yacía allí era un miserable bulto de carne. No duró mucho tiempo hasta que los restos de T-A.L.O.S. se extinguieran como un burbujeo de color barro sobre el suelo.

"Parece que todo terminó”, anunció Chris y tomó recaudos para llevar a Jill en su hombro.

"No tan rápido, puedo caminar por mi cuenta”.

Casi sorprendido, Chris retiró su mano. Jill se levantó lentamente y dijo: “Si intentas eso en nuestra boda, estaremos divorciados”.

"No te preocupes, tales monstruos no serán invitados a nuestra boda”.

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Chris apoyó su mano sobre la astilla de metal que se asomaba en su hombro. Profundos pliegues se dibujaron en su frente. Intentó sacar la astilla, pero estaba demasiado hundida en el tejido muscular.

"Debemos continuar de todos modos aunque siga sangrando. Será mejor usar el kit de primeros auxilios más tarde” sugirió Jill.

"Deseo llegar lo más rápido posible a casa y darme una ducha. Y entonces dormiría una buena noche placentera en una cama agradablemente suave”.

"Si todo esto termina, volveré a la pradera de mi infancia”

"¿Quieres desenterrar tu tesoro?”

"Pero no se dónde está. No, simplemente enterraré un nuevo tesoro”.

"¿Y qué tesoro debería ser?”

"¡Top secret!"

"Pues, entonces espero que no desees enterrarme allí…”

"Tonto."

Juntos abandonaron hombro a hombro el área. Ahora era momento de abandonar el infierno para regresar a casa.

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Wesker 18 Tras su conversación, Sergei se arrastró en seis antenas

a lo largo de la pared. Como una araña, se movió rápidamente, desplazándose perpendicular y horizontalmente sobre las paredes y cubiertas. Wesker guardó la pistola, cogió la ametralladora en modo semiautomática y abrió fuego sobre Sergei.

Pero este no planeaba de ninguna manera permitir que Wesker se deshiciera de él tan fácilmente.

Se deslizó por la pared, saltó y se dirigió directamente desde una esquina casi imposible con su gigantesco “brazo” a por Wesker. Las afiladas garras estaban a punto de hacerlo añicos mientras caían súbitamente. El “brazo” de Sergei le pasó cerca. Wesker consiguió sujetarlo con una mano, y disparó con la ametralladora que llevaba en la otra.

Apuntó a la cabeza de Sergei. Producto de los gemidos de dolor, éste tiró con toda sus fuerzas de su brazo. La diferencia en peso con la mano izquierda de Wesker no tenía posibilidades. Violentamente el brazo lo zamarreó de un lado a otro.

Pero Wesker no se dejó impresionar por eso, y aunque fue brutalmente zamarreado por el área, disparó con gran precisión a la cabeza de Sergei durante un tiempo hasta que este no resistió más y deseó aplastarlo contra la pared contigua.

Sin embargo, poco antes de que Wesker escapara del impacto. Las afiladas garras del oponente se excavaron

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profundamente en la pared. Sergei reaccionó tan rápido como un rayo. Con la ayuda de sus tentáculos y su brazo, saltó rápidamente entre la cubierta y las paredes de aquí para allá y recuperó el equilibrio. Sus movimientos eran muy complicados, pero Wesker alcanzó a verlos, saltó, tomó impulso contra la pared, saltó aún más alto y fue tras él, que se arrastraba por las paredes.

Esta vez, el “brazo” se estremeció bruscamente, pero ya era demasiado tarde. Presionando la ametralladora firmemente en el hombro, Wesker disparó una ráfaga de balas en la cara de Sergei.

La recámara se vacío en un abrir y cerrar de ojos. Wesker arrojó la ametralladora y se bajó de Sergei. Los tentáculos y el brazo de éste lo interceptaron, pero Wesker fue más rápido. Escapó, y su perseguidor quedó desconcertado. Entonces, pretendió dejar a Sergei al desnudo y fue a por su cabeza. En su mano sostenía un cuchillo.

Sin embargo, esta vez sobreestimó sus fuerzas, y al mismo tiempo subestimó a Sergei. Cuando Wesker, con la oscilación de su cuerpo entero, blandeó su cuchillo para apuñalar con toda sus fuerzas la cabeza de su oponente, éste vomitó algo de entre su boca apretada.

Wesker fue directamente contra él antes de que se levantara, pero fue expulsado hacia atrás y cayó al suelo. Había sido interceptado por una masa de carne con intestinos que estalló con el impacto sobre Wesker.

Como si fueran salchichas, un puñado de lo que parecían ser criaturas en movimiento, se aunaron en su

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cuerpo en una especie de piel de acordeón y se expandieron una y otra vez.

Estas eran criaturas primitivas sin ojos, oídos y nariz, pero tan pronto como tocaron a Wesker, se aferraron firmemente a él con sus garras en forma de ganchos y separaron una secreción de su carne descompuesta. Inmediatamente los gusanos llegaron para disfrutar de la carne.

"Ésta es mi lengua”, dijo Sergei con un debate extrañamente indistinto. “Ésta es mi carne. Tú eres…mi carne”.

Wesker sujetó el ser que se había impregnado en su brazo, y buscaba desprendérselo. En ese momento la voluntad de la masa de carne salió de la conciencia de Wesker. Una voluntad sombría, repleta de odio y rencor, era mala y brutal.

Lanzó el bulto al suelo frente a él y lo aplastó con una pisada. Una vez más sintió un pinchazo en el costado. La cabeza del ser que deseba dar a luz en él ya había comido la mitad de su carne muscular.

Quitó al pequeño monstruo nuevamente y lo eliminó. Mientras tanto, el largo “brazo” de Sergei continuó atacándolo. Él no podía controlar más los movimientos de su brazo izquierdo, lo que también dificultaba la movilidad del resto de su cuerpo.

Aparentemente Sergei no quería perderse esa oportunidad y arañó con sus afiladas garras a Wesker desde el pecho hasta el abdomen.

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Ahora atraídos por el olor de la carne, el resto de los gusanos en el suelo con nuevo vigor fue a por el costado de Wesker e intentaron comer de su cuerpo.

Wesker se quitó los seres de encima. Rascó de su piel algunos con el cuchillo. Gracias a sus prácticamente increíbles fuerzas de autocuración, la hemorragia se había detenido, y las heridas estaban a punto de ser sanadas.

"¡Este es tu final!” rugió Sergei.

Como de un milagro, Sergei de pronto sostenía en sus manos tres cuchillos extraños, con los que ya antes había luchado contra Wesker. Tres de sus tentáculos los esgrimían. Los cuchillos volaron al mismo tiempo, giraron a gran velocidad y siguieron una complicada ruta de vuelo hacia su objetivo.

Wesker pudo esquivar el primer cuchillo sin dificultades, el segundo lo tocó en el cuello.

Sin embargo, incluso antes de que la lesión desapareciera nuevamente, el tercer cuchillo se había clavado un vez más en la herida cicatrizada de su abdomen. Las cuchillas giraron aún más por los aires y atacaron una y otra vez sin piedad. Wesker contraatacó varias veces, pero los constantes ataques no le permitieron coger el tren debidamente. Sergei bloqueó todos sus intentos de ataque.

Wesker sacó, finalmente, su cuchillo e intentó cortar uno de los tentáculos del cuerpo de Sergei. Pero la dura piel del tentáculo era un objetivo ingrato para su cuchilla, ya que el metal quedó atrapado inmediatamente en el traje erizado del tentáculo. Esas picaduras eran tan duras que fácilmente podían acabar con el cuchillo.

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Wesker cayó en la trampa y fue arrinconado una y otra vez en dirección a la pared. El “brazo” de Sergei salió disparado, y el enorme puño tronó sobre el cuerpo de Wesker. Le rompió algunas costillas y daño su pulmón. Este se tosió violentamente y escupió sangre.

“Es hora del golpe de gracia…”

Un tentáculo sostenía uno de los raros cuchillos. Wesker estaba paralizado. El primer cuchillo cortó profundamente su abdomen. Para regresar fácilmente, casi sin oposición, la cuchilla atravesó su cuerpo. Su vida, pensaba, comenzaba a evaporarse por la herida.

También sus maravillosas fuerzas autocurativas se agotaban poco a poco. Pero aún no era demasiado tarde. Tenía que hacer algo, antes de que el resto de los cuchillos de Sergei pudieran atacarlo otra vez.

Agarró el tentáculo reforzado con afiladas picaduras y lo sostuvo tan firmemente como si buscara aplastarlo. Ahora podía sentir la conciencia de Sergei. Aunque no era posible, así como así, influir en su conciencia o incluso dirigirlo, si existía la posibilidad de penetrar en un nivel más profundo de su conciencia…

Wesker se hundió en las fuentes de la percepción de Sergei, en la más profunda razón de su conciencia.

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Wesker 19 En la penumbra de esa conciencia iluminaban los

destellos. Esos eran los sentidos de Sergei, el recuerdo de su percepción acumulada. Las luces de su memoria fluían como el remolino de una galaxia junto a Wesker. Era el universo interno de Sergei.

La visión espiritual de Wesker pasó de una luz a la siguiente, más y más profundamente en su pasado. Como si leyera un libro, Wesker fue confiado de lado a lado la esencia de Sergei Vladimir. Finalmente, se zambulló en la primera luz.

Vio a Sergei como un caballero con la cabeza gacha, arrodillado ante Spencer. Wesker pudo reconocer la verdad y la lealtad en él. Era un hombre con el corazón de un perro fiel. Luego vio el momento determinante en su camino que lo conduciría a Umbrella. La carta de un cierto Nicholai Ginovaef, comandante de la U.B.C.S, revoloteando como una mariposa por el aire. Sergei cazó esa mariposa. Y luego estaba allí la carta que Sergei había escrito en respuesta.

No habría ninguna diferencia para mí si mi cuerpo fuera dividido, incluso por hachas. Lo juro. Deseo derramar sangre y picar carne si obtengo la manera de convertirme en el rey de un nuevo mundo.

Wesker pudo ver cómo esa fría decisión había madurado en Sergei. En la siguiente luz pudo ver una fila de hombres uniformados. Todos tenían la misma cara. Eran soldados creados a pedido del ejército Soviético a partir de

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las células clonadas por Sergei. Él las vendió a Umbrella donde los convirtieron en parte del programa Tyrant.

Pudo reconocer un tormento casi intolerable, vio cuan difícil fue esa decisión para Sergei. Más y más profundamente se hundió en su conciencia.

El 19 de agosto de 1991, los sentimientos de Sergei tras el golpe de estado de las fuerzas conservadoras en Rusia habían fracasado. Wesker apareció en una piscina llena de barro y sangre.

Desde el suelo de esa piscina, Sergei abrió los ojos en un mundo de desesperanza. La caída de la Unión Soviética. La perdida del poder del partido comunista fue sellado finalmente. Para Sergei ese suceso tenía que haber puesto al mundo a la cabeza, pero se agachó en el suelo de la sombría piscina y fue atacado por los siniestros peces desgarradores del capitalismo.

Picotearon su media carne podrida. No tardó mucho tiempo hasta que toda su carne fuera robada y sólo quedaran los huesos. Wesker podía ver el corazón de Sergei muy claramente. Él estaba muerto.

Con la siguiente luz, se echó a reír. La invasión de Afganistán, en 1979 desde el inicio de las fuerzas armadas Soviéticas; una guerra resuelta contra los insurgentes afganos desatada para acabar con esa agitación. Allí estaba Sergei de pie, uniformado y completamente seguro.

En ese momento el público ya estaba completamente harto de que la guerra interminable se extendiera. A pesar de las difíciles circunstancias, Sergei resistió como un soldado en Afganistán y cumplió hasta la deducción de las tropas

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fielmente su deber. Tuvo al final de sus horas de trabajo el rango de Coronel, y esa era la razón por la que aún se llamaba “Coronel“.

Sergei bien cuidaba de sus subordinados, fue un patriota recto y durante la guerra cumplió con el sentido del deber y lealtad con respecto a su país. Era modesto de tal manera que incluso sus mayores resultados nunca se le subieron a la cabeza. Sus subordinados lo amaban y reverenciaban.

"Pero la Unión Soviética ha caído”, le susurró Wesker al joven Coronel. No se había deslizado por el placer en la memoria de Sergei. Era cuestión de descubrir allí una herida y de profundizar en lo que va hasta ahora de su existencia actual, poniéndola en tela de juicio. La mente del autosacrificio y el servicio era lo que apagaba la existencia de Sergei. Thedore Tilton, una eminencia en el área de los trastornos de la personalidad, habría presumiblemente definido la estructura de su personalidad como la de un “masoquista sano”.

No había duda de que el tipo social de Sergei era el de un potencial masoquista. Su abnegada lealtad comparada con todos lo que aceptaba para el reconocimiento del partido comunista. Había sido creado para pasar una vida como miembro leal del partido. Creía seriamente en el hecho de que él mismo lideraría la Unión Soviética en el futuro. Durante su tiempo en el ejército, presentó una solicitud de ingreso en el partido comunista, y aún estaba convencido de experimentar el día de la victoria mundial del comunismo.

Cuando ascendió en el partido, fue feliz y se sentía completamente afortunado. Como en el dibujo de una

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pequeña niña, brillaban estrellas de alegría en sus jóvenes ojos.

Wesker pasó a la etapa de estudio de Sergei, quien había estudiado ruso, ciencias de la ingeniería y marxismo-leninismo.

Sergei estaba completamente convencido en el autosacrificio de participar en las actividades del partido y en escribir algún artículo no solicitado sobre el patriotismo y la moralidad de un buen comunista para distintos periódicos.

Y su padre, -un hombre estricto pero que disfrutaba de la admiración de su hijo- miembro del partido y un gran admirador de Stalin, acariciaba la cabeza del joven Sergei como si fuera un perro.

La cabeza del chico había nacido patriota. Pero Wesker conocía sus extraños deseos de disfrutar las torturas lascivas y su nostálgica fiebre por una muerte perfecta.

Wesker alcanzó a leer a Sergei para localizar la fuente de sus extraños deseos. Al cabo de un rato llegó a su objetivo: una caja.

Esta estaba aún más oscura que la propia oscuridad que la rodeaba y no podía abrirse. Wesker aún poseía la llave para abrirla. La había encontrado en un rincón de la memoria de Sergei, entre los recuerdos de la época después de la caída de la Unión Soviética, cuando se encerró en sí mismo.

Era una llave rara, le recordaba a los huesos de un pez. Wesker sacudió el barro que la cubría, y la introdujo en la cerradura de la oscura caja. Y realmente cupo. La giró en

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sentido de las agujas del reloj. Oyó el clic, y la tapa se abrió temblando como un pequeño pajarito.

Una luz clara brillante emergió de la caja.

Era el sol brillante del mediodía de un despejado día de invierno. La reserva de una mina de carbón. Una larga hilera de viviendas unifamiliares. Frente a cada una de ellas había carbón apilado. La cuna de Sergei Vladimir. Era una visión de la villa Jablotschnaja en Ucrania.

La información apareció en ese contexto visual y encontró la manera de ingresar a la cabeza de Wesker, quien era totalmente conciente de dónde y en qué momento se encontraba, como si él mismo hubiese sido un habitante del lugar. Sabía quién vivía en esa casa y quién estaba caminando por las calles. Todas las casas estaban decoradas con colores vivos, pero eso no evitaba que todo pareciera frío y desolado.

El lugar le parecía vago y opaco, como si lo estuviera mirando mediante un filtro gris. Y también hizo eso. El filtro era la conciencia de Sergei. Todas las imágenes, que la memoria de Sergei había almacenado, ya habían pasado por sus ojos y habían sido interpretadas por su cerebro.

Y por supuesto que no coincidían con la realidad, sino que eran una efigie de la vida íntima de Sergei.

Como un niño nervioso con su rostro absolutamente adulto, Sergei esperaba a Viktor Petrov. Ambos eran alumnos de la escuela minera. Este le llevaba un año, y vestía peor que él, pero lo admiraba por su gran talento en las clases de deportes.

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Viktor era un patriota brillante. A menudo ambos pasaban la noche discutiendo emocionadamente sobre la eventual revolución mundial, y Sergei sentía siempre una completa admiración por él, por su inteligencia y su amplio conocimiento.

"Hola Sergei”. Viktor puso una encantadora sonrisa y levantó la mano para saludar.

"Buenos días, Viktor.” respondió Sergei moviendo la cabeza.

"Hoy me gustaría mostrarte algo especial”, dijo Viktor.

“¿Qué es?” el corazón del joven Sergei latía de emoción. Viktor nunca había decepcionado sus expectativas.

“Ya verás”, respondió Viktor con aspecto inusual que incluso ensombreció involuntariamente la expresión de Sergei.

Ambos caminaron de un lado a otro y doblaron desde la “calle de la victoria de la revolución“, la calle más grande del lugar, hacia una calle lateral. Aquí estaba el lugar, era solitario y silencioso. Ahora, el sitio mostraba su verdadero rostro sombrío.

Se volvieron una vez más, y bajo sus pasos crujía un pasto seco y hojas marchitas. Esta vez Viktor no dijo nada, y Sergei permaneció callado. Sólo su propia respiración jadeante penetró en el oído de Sergei. Los arbustos marchitos en el borde del camino se volvieron más y más altos. Ahora, las hojarascas y las ramas muertas les llegaban a la cadera.

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Viktor tomó su camino, y Sergei se esforzó por seguirlo pero lo perdió de vista. El aire que se respiraba era blanco como el algodón.

¡Blanco como el algodón, Viktor!

Sergei quiso decirlo y ya había abierto la boca, pero no emitió ninguna palabra. Sólo respiraba blanco. Jadeó. Se quedó sin aliento en el ritmo de su corazón y sus piernas.

Había un puente tendido sobre el ancho de un arroyo. Si caía en el, podría morir congelado en el agua helada rápidamente. Sergei cruzó los brazos. Un pensamiento desagradable se apoderó de él. No, no era un presagio, era un olor repugnante que le desagradaba, y le robaba su estado de ánimo.

Así, el olor le recordó al cadáver de un perro que yacía sobre la tierra en barbecho detrás de su casa. Lo que apareció repentinamente ante él, como el cabello largo que se riza fácilmente con el viento, se convirtió en algo más importante que una simple agregación de gusanos refrescándose en la carne podrida.

Era el olor de la descomposición. Un olor a excremento y líquido coagulado en los hinchados intestinos del perro.

"Viktor", no pudo contenerse más. “Esto apesta terriblemente“.

Viktor continuó sin volverse. “¿El hedor proviene de un animal muerto?” dijo y se rió.

“El hedor de un animal muerto. ¡Mira allí!“

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Viktor indicó con su dedo índice un edificio ruinoso que se encontraba a la orilla del arroyo. Desde hacia tiempo había allí una cabaña inutilizada. Viktor se acercó directamente. El hedor se volvió más y más intenso. Una desvencijada escalera estrecha subía hasta la puerta principal. Mientras Viktor subía las escaleras, las tablas de madera crujían y chirriaban bajo sus pies. Luego, puso su mano sobre el picaporte de la puerta, se volvió hacia Sergei y dijo: “No dirás una palabra a nadie de lo que veas aquí. ¡Debes prometérmelo!“

“De acuerdo“, dijo Sergei y asintió enfáticamente. No era problema lo que Sergei vería allí, para él era inconcebible traicionar a Viktor.

La puerta se abrió. El interior de la cabaña estaba bajo la oscuridad, desde afuera no sería reconocible. Rápidamente Viktor entró y su figura fue tragada por la oscuridad. Sergei le siguió a toda prisa. La puerta se cerró. Ahora ambos estaban envueltos en la oscuridad. De repente, Viktor apareció detrás de Sergei y puso una mano en su hombro.

El hedor tras la descomposición era tan intenso que todo se volvió negro ante los ojos de Sergei. Viktor le susurró algo al oído: “Mira. Mira y no apartes tus ojos. Ésta es la realidad”.

Una lámpara se encendió. En la cabaña había una vieja mesa, y cuatro sillas a su alrededor. Tres de las sillas estaban ocupadas con cadáveres de niños. Sergei dio con el lenguaje. Los cadáveres estaban momificados, alguien tuvo que haberlos conservado. Los huesos craneales estaban cubiertos por piel cruda, y los niños parecían sonreír. Pero

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también era una alucinación como la impresión de que desde los zócalos de sus ojos desgarrados pudieran mirarlo.

“¿Qué….?”

Incluso antes de que Sergei pudiera decir algo, tuvo que vomitar. Simplemente ya no podía contenerse más. Tras haber vomitado varias veces, contempló a Viktor con los ojos húmedos de lágrimas.

"¿Cuál es el significado de eso?”

Viktor echó una mirada helada a Sergei y dijo: “Tu descortesía debería ser perdonada”.

“Oh, lo siento por favor. Lo limpiaré luego”. Incluso en esa situación Sergei estaba avergonzado y se sonrojó.

“Muy bien. No tan rápido. Entonces, ¿Qué piensas de esto, Sergei?”

“Lo que pienso de esto…si a esto se lo llama… ¿Tienes tú posiblemente….?”

“Los atraigo en el camino de regreso de la escuela a casa. O los espero en algún lugar. Entonces los traigo hasta aquí. Así como lo hice contigo.”

"Yo..."

“Si se quedan aquí se volverán muy lánguidos. Obedecerán mis palabras. ¿Qué piensas?”

Sergei sacudió violentamente la cabeza. “Yo…”

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Viktor torció el brazo de Sergei hacia la espalda.

“¡Eso duele, Viktor, detente!”

Sin embargo, Viktor no se detuvo. “Siéntate”.

Sergei tuvo que sentarse en la silla vacía. A continuación, sus brazos cruzados en la espalda fueron atados a los apoyabrazos y las articulaciones de sus pies a las patas de la silla.

"Bien, ¿Entiendes ahora? ¿Por qué obedeces a mis palabras?”

Una vez más Sergei sacudió la cabeza.

“Es el miedo. El temor de una fuerza abrumadora. Si sabes, Sergei, eso ofrece dos tipos de personas: las que controlan, y las que son controladas. ¿Entiendes lo que eso significa? Es tu propio deseo de ser controlado.”

Viktor comenzó a esparcir sus herramientas sobre la mesa. Eran distintos tipos de pinzas, sierras, clavos y martillos.

“Y por eso, de esta manera, tienes que provocar el miedo que debes sufrir, el poder que debes soportar y el dolor que agregas se convierte en alegría. Esta es la condición para convertirse en un esclavo perfecto. Por lo tanto, Sergei…de pie por favor. Hazlo por mí. Si resistes, serás mi esclavo, un esclavo perfecto. Si fallas, irás al paraíso de los muertos donde todos son iguales. Esta es la revolución mundial. Por desgracia, este mundo sólo funciona con la ayuda de los gobernantes y los gobernados. Sólo con los muertos es diferente. Una tierra prometida les

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espera. Pero no estoy tan lejos de ir a allí. Aún debo quedarme aquí en esta tierra miserable y hacer aún más mi tarea y dirigir a la personas hacia el paraíso de los muertos.”

Viktor comenzó a utilizar las herramientas. Lo hizo con manos expertas.

“Depende completamente de ti si te conviertes en mi esclavo perfecto, o si emprendes tu viaje al reino de los muertos.”

Sergei gritó por ayuda, aulló, pidió perdón y suplico por su vida, en vano. Y en el momento en que comprendió que su rogación no sería escuchada, algo le sucedió. Una luz pura y clara lo envolvió. Los dolores y torturas que sentía, y la desesperación que lo aquejaba hasta ahora, por primera vez en su joven vida, fueron quemadas por las frías llamas de las cenizas.

Sergei entendió, comprendió que el Dios al que se había negado, había descendido por él. Parecía que el mundo entero de repente se había puesto en su contra. La muerte era una alegría. Las torturas eran una delicia. Sergei convirtió sus lágrimas en emoción.

“Te felicito” dijo Viktor y enjuagó el cuerpo de Sergei con agua helada que había recogido del arroyo. Toda la sangre y la suciedad fueron removidas de su piel.

“Has aceptado las torturas. Te has convertido en un esclavo perfecto”, dijo Wesker.

“Sergei, nunca puedes olvidarlo. De todos modos, dondequiera que estés o hagas lo que hagas, siempre te estaré observando. Hasta la muerte te lleva a la redención

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eterna y entra en tu alma, en el imperio de la igualdad perfecta, tú serás mi esclavo.”

Sergei miró a Wesker que estaba delante suyo. Inclinó la cabeza a un lado, como si algo le interfiriera.

“Repite después de mi: Tomo a Albert Wesker como mi amo.” Wesker acarició con sus dedos fríos las mejillas hinchadas de Sergei. “Pero sabes quién es tu señor, ¿verdad?”

“No…” dijo Sergei. “Eso está mal”.

“¿Qué es mal?”

“Él...él ha sido capturado por la KGB. Aquí, delante de mis ojos. Ellos se lo han llevado.”

“¿Eso es verdad? ¿O los medios difundieron eso? ¿Hay alguien más que lo recuerde?”.

“Nadie lo sabe. Los medios de comunicación no lo comunicarían. En el socialismo no hay criminales, ni todas esas personas que matan gente por puro placer. Las personas de ese tipo son productos del decadente capitalismo. En el socialismo no pueden existir.”

“Los medios no podrían informarles a todos sobre eso. No tendría lugar porque sí. Te has convertido en mi esclavo ese día, y aún lo eres.”

"No..."

“¿Cómo puedes decir eso? ¡Recuerda! ¿A quién les has jurado tu lealtad?”

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“Yo…” Sergei estaba en aquel lugar repleto de sangre, pus y barro.

"¡Ahora di quién es tu amo!”

“…Eso no es cierto…” Sergei miró hacia arriba.

“Como la primera vez, tú eres, tú eres...”

La voz de Sergei se convirtió en la de un adulto.

"....¡¡Wesker!!" gritó Sergei, y sonaba como si su garganta fuera a romperse.

La cabaña desapareció y con ella el escenario ucraniano. El cielo y la tierra también lo hicieron, y ya no quedaba ningún espacio para sus artificios. Obsesivamente Wesker se quejó.

El uniformado Sergei apareció inmediatamente frente a él. Y en sus ojos aún existía la expresión de miedo que había sentido en aquel día. En su mano sostenía firmemente su cuchillo. El brazo izquierdo de Wesker fue desprendido de su hombro. La sangre fluía de la herida y corría por su cuerpo hasta el suelo.

Wesker intentó detener la hemorragia, mientras apretaba la musculatura de su hombro.

“No eres mi maestro”, dijo Sergei. “Nunca has sido mi maestro.”

Sergei sostenía el cuchillo a lo alto sobre su oponente. Si caía, lo dividiría de la cabeza al pecho en dos partes. Sin embargo, Wesker no tenía intención de aguardar tanto

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tiempo. Saltó sobre Sergei, quien aún no había regresado de su viaje por el pasado por completo.

Éste no tuvo ninguna posibilidad de captar el movimiento de Wesker.

Un cuchillo atravesó el abdomen de Wesker. Era uno con una empuñadura en el centro y cuchillas en ambos extremos. Ahora, el cuchillo cortó el estomago de Sergei como una mantequilla blanda. Wesker apretó los dientes y sujetó los hombros de Sergei para presionarlo tan firmemente como fuera posible contra él. Sin oposición, el cuchillo se deslizó profundamente por el cuerpo de Sergei.

“¡Oh…más….más dolor! ¡Dame un profundo dolor mortal!”

Con sus últimas fuerzas, Wesker hundió las antenas de su conciencia en el interior de Sergei.

“¡Tómala! ¡Toma mi muerte!”

Sergei inhaló profundamente, tanto como si quisiera absorber la conciencia del moribundo Wesker.

"¡Wow! ¿Qué se dice además? ¡Tu muerte se abalanza sobre mí! ¡Qué placer, qué delicia! ¡Me muero aquí y ahora! ¡Muerte! ¡Muerte!”

Ambas figuras, conjuntamente, se solidificaron.

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10 Después de que las armas bioorgánicas estuvieran

prácticamente destruidas, la unidad antirriesgo biológicos comenzó a retirarse de las inmediaciones de la fabrica.

Hubo algunas pérdidas que lamentar, pero comparado con los terribles incidentes en Raccoon City, el número de victimas aquí fue afortunadamente bastante pequeño. El cielo en el este se volvió más claro. Un cielo claro mañanero sin nieve.

Los rotores de los helicópteros zumbaron. Tarde o temprano, esa fábrica tenía que ser completamente destruida. Pero por ahora era suficiente con cerrarla herméticamente. Chris y Jill estaban el uno al lado del otro y miraban el cielo de la mañana. Estaban llenos de heridas de la cabeza a los pies.

Con todos esos vendajes y yesos, casi parecían momias. Un gran hombre uniformado se les acercó. Era el comandante de la unidad especial.

“Bien, les digo que quien engaña al gobierno ruso, tiene que pagar a lo grande.”

“No confío en los gobiernos por una cuestión de principios”, mencionó Chris. “Pero ahora se que tu unidad realmente está compuesta de hombres capaces.” sonrió amablemente.

“¿Por qué no vienes a visitarme a mi ciudad natal? ¡Te mostraré dónde se puede comer maravillosas chuletas al

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estilo kievian!”, dijo el comandante y extendió su mano hacia Chris.

Chris respondió con un apretón de manos y dijo: "Con mucho gusto. Además de los muñecos Matrjoschka, no conozco nada de Rusia."

“Podemos revertirlo”, dijo el hombre y también extendió su mano hacia Jill.

“Muchas gracias. Sin ti, no habríamos salido vivos de aquí”, dijo Jill.

“Oh por favor. En nombre de mi unidad, me gustaría agradecerles sinceramente por su apoyo.”

Un soldado raso apareció y saludó. “Comandante, un helicóptero está listo para despegar.”

“Bien, iré de inmediato.” El comandante dio un último “¡Adiós!” a Jill y Chris antes de subirse a la nave.

“Con eso, este caso finalmente terminó”, dijo Jill. “O por lo menos espero que se haya acabado. Ya he tenido suficiente.”

“Este debería ser el final. Esos tipos no se recuperarán de esta pérdida.”

El soldado anterior corrió apresuradamente hacia ellos.

“Dos helicópteros saldrán en poco tiempo. ¡Por favor, entren ahora!”

“Lo haremos.”

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Chris y Jill se dirigieron hacia el helicóptero. Jill tenía problemas para caminar. Chris la sostuvo sin decir una palabra. En realidad, ambos se encontraban en el mismo mal estado, de modo que apenas podían moverse.

Más tarde, en el hospital de Moscú, se les dijo que su completa recuperación tardaría 3 meses. Antes de que pudieran regresar a los Estados Unidos, tenían que pasar una semana en la clínica. Pero ambos aún no sospechaban nada de eso. Cuando Jill y Chris se sentaron en los pequeños asientos del helicóptero de transporte, el soldado se les acercó de nuevo y les dio una radio antigua.

“Escuchen lo que tengo en la onda corta”

... de modo que ahora, 5 años después del accidente de Raccoon City, la Corporación Umbrella es sometida a la justicia, por haber cometido diversos delitos como organización criminal. Los abogados de la Corporación calificaron la decisión de dudosa y anunciaron presentar una apelación. El ministerio del interior ruso ha anunciado por su parte, que entregarán una petición al FBI, para crear una unidad especial para la búsqueda de Ozwell E. Spencer, quien se dice, está desaparecido. La evidencia sugiere que Spencer estaba involucrado en dichos accidentes con mercancías biológicas peligrosas en Raccoon City, por lo que se vuelve indispensable un profundo interrogatorio.

El rotor del helicóptero comenzó a girar y ahogó la radio con su ruido.

“Muchas gracias”, dijo Jill con una sonrisa y el soldado regresó a su asiento.

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“Parecía tener un gran interés en ti”, dijo Chris.

“Tal vez debería casarme”.

“¿Con ese tipo?”

“Con alguien. Casarme, tener hijos, mandarlos a la escuela, dejar que se casen, convertirme en abuela, tener nietos en mis brazos…” Jill miró afuera. El mundo allí parecía estar compuesto completamente de plata resplandeciente. “¿Crees que podría tener una vida así?”

“Bueno”, contestó Chris. “Eso dependería de tu pareja, ¿No crees?” Chris miró a Jill y sus ojos brillaron. Jill no lo conocía así.

“Chris… ¿Crees que podemos estar seguros, que es sólo cuestión de tiempo hasta que la Corporación Umbrella esté completamente destruida?”

“Por supuesto. Nadie hace obras malas sin ser juzgadas. La improbidad tarde o temprano conduce a la decadencia. Y por esa misma razón, la Corporación Umbrella está ahora arruinada. Pero…”

“¿Pero qué?

“Pero solo que él aún esta allí afuera”, respondió Chris y señaló hacia la ventana.

“Acabaré con él. Definitivamente…”

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Wesker 20 Sergei yacía en un charco de sangre. Sin duda estaba

muerto. Ningún ser humano podía vivir con su cabeza cortada. La cabeza de Sergei se enderezó, ligeramente al lado del torso, su rostro mostraba una expresión de éxtasis. Su expresión era tan serena, que uno inmediatamente podía estar convencido de que el hombre había ido al paraíso.

Allí estaba el hombre quien le había cortado la cabeza. El hombre, quien con su propio cuerpo había experimentado cómo un ser humano podía alcanzar la inmortalidad mutando en un Tyrant, era Wesker.

Sin duda, en el momento en que Sergei murió, Wesker también lo hizo. Su corazón y sus pulmones habían dejado de funcionar, y luego su cerebro. Pero Wesker, cuya vida Sergei le había arrebatado para vagar por un camino sin retorno, el mismo cuya vida Sergei había absorbido, regresó luego de algunos minutos.

Todo era parte de su plan, desde el comienzo. Pero ni siquiera el mismísimo Wesker se había creído que lograría volver a la vida. Sin duda, apostó y ganó.

Wesker quitó el cuchillo que lo conectaba con el estomago de Sergei.

Y luego fue a por su brazo cortado, lo tomó y lo ensambló en su hombro. Permaneció en silencio por un momento y espero a que comenzara la regeneración. Era un verdadero monstruo. El brazo volvió finalmente a unirse al cabo de unos cuarenta minutos tras permanecer tendido,

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inmovilizado, y la herida que iba de su estomago a su espalda se cicatrizó nuevamente.

Wesker no tenía idea de cómo eran las cosas en sus órganos internos. Intentó ponerse de pie y escupió una gran cantidad de sangre. Era sangre media coagulada. Luego se puso de pie y siguió su camino.

Pudo mover su brazo otra vez después de algún tiempo. Su pálido rostro aún estaba marcado por la masiva pérdida de sangre cuando se sentó delante de la consola de control una vez más.

Tecleó sobre la consola con movimientos rápidos. Las letras parpadeaban en la pantalla, y luego apareció una barra roja, que se volvió más y más larga. Debajo, había un porcentaje que aumentaba constantemente. Primero 50%, luego 80%, y finalmente, alcanzó el 100%.

“Conjunto de datos completamente copiados”, anunció Red Queen.

Wesker descargó una gran cantidad de datos de la consola de la U.M.F.-013.

"Es Umbrella”, dijo Wesker. “Se puede conseguir mucho con esto”.

Wesker dejó que la pantalla le mostrara las grabaciones de las cámaras de seguridad de las últimas horas. Chris y Jill hacían frente a la última carta de as de la Corporación Umbrella. Hacían frente a T-A.L.O.S., que ahora no yacía en más que un charco de agua sucia. Jill y Chris habían ganado.

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“Parece como si hubieran atendido el problema”, se rió Wesker.

Por lo que el proyecto T-A.L.O.S. era un fracaso. El proyecto era la promesa del renacimiento de Umbrella.

Chris, Chris…aún es muy pronto para alegrarse, pensó Wesker, mientras utilizaba la consola de control. No fue tu poder, con el que acorralaste a esos tipos. Tampoco el martillo de la justicia, ni la justicia celestial. ¡Todo fue mi plan! ¡Fue mi poder! ¡El control del poder es una gran potencia en sí!

Y esa era la verdad, irónicamente.

La imagen en la pantalla cambió.

“Comienza el proceso de formateo”, anunció una voz computarizada, y una solicitud de contraseña apareció simultáneamente. Wesker introdujo la contraseña. “Identificación requerida. Por favor, mire a la cámara.”

Wesker se puso de pie, agarró la cabeza de Sergei y la sostuvo frente a la cámara, que la acercó y escaneó primero la retina derecha, y luego la izquierda.

“Sergei Vladimir. Empleado principal de la Corporación Umbrella.”

“En efecto”, murmuró Wesker.

“Identificación exitosa. Inicio del formateo de todos los datos”.

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“Adiós” dijo Wesker, abandonando la sala con su mano saludando hacia la pantalla.

“Aún restan ochenta segundo antes de finalizar el proceso”. La voz de Red Queen resonó a través de los laboratorios. Una pantalla tras otra se apagaron. Las luces también lo hicieron una a una. Poco después, solo quedó una pantalla, continuando la cuenta regresiva, hasta que finalmente llegó a cero.

“Todos los archivos eliminados”, anunció la voz y las últimas luces en la habitación se apagaron. Para ese entonces Wesker ya había abandonado la fábrica. Los cadáveres de los zombies y las otras armas biogenéticas estaban por todas partes.

Muchas máquinas y rincones del lugar habían sido destruidos por la explosión, las paredes estaban llenas de cráteres y agujeros de balas. Cuando la temperatura estuvo bajo cero, la decadencia aún no había llegado.

Wesker tenía todo lo que necesitaba. Todos los datos de las armas biogenéticas que Umbrella había reunido estaban en su mochila, incluyendo la muestra de una variante del virus-T, destinada a la producción en masa. Wesker planeaba en un primer momento ofrecer el virus al mercado negro.

Eso llevaría a que el mundo cayera en un profundo temor ante el bioterrorismo. En medio de un mundo de miedo, el más poderoso puede obtener fácilmente el cetro. Y exactamente ese era su objetivo. Finalmente se escribiría una nueva historia. Pero la Corporación Umbrella tenía que ser destruida en lugar de ser recuperada, al igual que él mismo le había dado el papel protagónico de esta historia.

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La estrella de Umbrella ya se estaba hundiendo. Y en poco tiempo caería completamente. La compañía tuvo en su poder una carta de as, el virus-T, pero no entendió cómo utilizarlo de forma rentable. Al fin y al cabo, la Corporación Umbrella sólo consiguió acabar con T-A.L.O.S. Las capacidades de la preocupación fueron limitadas, pensó Wesker, a diferencia de la suyas.

Spencer, eres el último que queda de pie en mi camino. Y descubrirás quién es el verdadero Viktor.

Una bala de Wesker destruyó la seguridad de una grúa. El brazo extendido describió un semicírculo y regresó a Wesker a toda velocidad. Casi, como si solo tuviera que entrar en un elevador, agarró una viga de acero, uso la fuerza centrífuga para hacerse camino y saltó. Aterrizó en una plataforma que conectaba dos tanques. Desde allí, tenía una visión global de la base entera de la fábrica.

Soplaba un viento frío y seco. Wesker bajó la mirada sobre lo que estaba a sus pies. Podía ver el mundo, que en no mucho tiempo más se convertiría en el escenario de su historia. De una historia que pensaba escribir.

Wesker saltó hacia la nevada inmensidad, hacia el futuro.

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EPÍLOGO Todo era oscuridad.

Wesker dijo: “Hágase la luz”.

La pantalla parpadeó. Estaba en una habitación que nadie más que él podía entrar. Todo lo que poseía estaba encerrado. Insertó el almacenador de datos en un puerto de la consola. Luego se sentó en la silla delante de la consola de control, apoyando un codo con el brazo en reposo, se llevó las manos a la barbilla, y cruzó los pies.

La pantalla frente a él mostró el logotipo de Umbrella, que pronto desapareció a favor de un menú de comandos.

“Bienvenido al archivo de Umbrella. Por favor, elija el servicio deseado en el menú”, anunció Red Queen.

Wesker tecleó en la consola de control. Diferentes archivos de datos llenaron la pantalla. La Corporación Umbrella entera estaba delante de él.

Un paraguas roto no puede protegerlos más, susurró Wesker.

Ya había regalado información concreta de que la Corporación Umbrella estaba involucrada en la destrucción de Raccoon City para el enjuiciamiento. Para la empresa gravemente dañada, eso sería la huelga de sus asesinatos.

Spencer, todo lo que queda para ti es una vida de huidas.

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Una nueva historia ya ha comenzado, basada en el guión que él mismo escribió.

FIN

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Resident Evil The Umbrella Chronicles “2”, conocida como SIDE B es una traducción elaborada por fans procedente de la versión alemana del libro. El crédito de este trabajo va para la página web y fansite español de la saga Resident Evil Center, página en la que podrás encontrar éste y muchos más trabajos de calidad. Michael Chandler Arenas Webmaster de Resident Evil Center www.residentevilcenter.net