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PATRIMONIO VIVO San Cristóbal de Las Casas: la “ciudad colonial” y sus desafíos * Luz del Rocío Bermúdez H. ** Palabras Clave Conservación e innovación urbano-ambiental; impacto turístico; relaciones ciudad-naturaleza. Problemática. Esta presentación trata sobre el proceso urbano de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y deriva de reflexiones en torno al término “colonial” que se le añade como atractivo turístico. En México, con tal adjetivo se infiere en la significación histórica de algunas ciudades durante los siglos XVI-XIX, o en las expresiones culturales conservadas de tal época. Sin embargo, por un lado vemos que el uso folclórico de lo colonial idealiza y a la vez omite las tensiones sociales que efectivamente subsisten de tal sistema de imposición. Además, por otro lado creemos que dicho adjetivo, por su supuesta relación con la tradición, obstaculiza necesarias mejoras de infraestructura y preservación ecológica. En el caso de San Cristóbal es urgente proteger las áreas verdes que disminuyen aceleradamente desde la última década. Por ello nos detendremos aquí en la relación histórica que la ciudad ha tenido con sus ríos circundantes. Introducción. En Los Altos de Chiapas, a 2,320 m.s.n.m. existe una subcuenca endorreica derivada del Río Grijalva, de aproximadamente 244km 2 de superficie (ver Mapa 1). El lugar se conoce hoy como el Valle de Jovel y tradicionalmente se le ha identificado como “ pintoresco”, “risueñoy aún gélido”, a causa de sus intensos fríos. 1 Allí se fundó en 1528 la Villa Real de Chiapa, nombrada Ciudad Real a partir de 1536. Actualmente se le conoce como San Cristóbal de Las Casas. Hace casi una década, en 2003 la Secretaría Nacional de Turismo designó a la ciudad como Pueblo Mágico. Según los propios términos de la Secretaría en cuestión, el programa nacional de Pueblos Mágicos tiene como objetivos “ resaltar el valor turístico de localidades en el interior del país, para estructurar una oferta turística innovadora y original ”. 2 Resalta el turismo como sector prioritario; a partir del cual se consideran actividades encaminadas a captar el mayor número de visitantes para beneficio de la economía local. Siete años después del reconocimiento turístico, en 2010 la UNESCO acusó el grave deterioro patrimonial que sufría San Cristóbal de Las Casas, tanto en términos culturales como ecológicos. 3 Sin embargo, los empresarios mexicanos en ese mismo año decidieron nombrar a la * Presentación en el III Congreso Internacional sobre Patrimonio Cultural en M éxico, Retos del siglo XXI para la salvaguarda del Patrimonio Cultural , Oaxaca de Juárez, 7 diciembre 2012. **École des Hautes Études en Sciences Sociales, Centre d’histoire et théorie des arts (EHESS -CEHTA). Universidad Autónoma de Chiapas. [email protected] 1 Trens (1957:12 y 32). 2 Sectur, México (http://www.sectur.gob.mx/wb2/sectur/sect_Pueblos_Magicos, revisión noviembre 2012). 3 Diario El Imparcial de Chiapas, 10 agosto 2010.

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PATRIMONIO VIVO

San Cristóbal de Las Casas: la “ciudad colonial” y sus desafíos*

Luz del Rocío Bermúdez H.**

Palabras Clave

Conservación e innovación urbano-ambiental; impacto turístico; relaciones ciudad-naturaleza.

Problemática.

Esta presentación trata sobre el proceso urbano de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y deriva de reflexiones en torno al término “colonial” que se le añade como atractivo turístico. En México, con tal

adjetivo se infiere en la significación histórica de algunas ciudades durante los siglos XVI-XIX, o en las expresiones culturales conservadas de tal época. Sin embargo, por un lado vemos que el uso folclórico de lo colonial idealiza y a la vez omite las tensiones sociales que efectivamente subsisten de tal sistema

de imposición. Además, por otro lado creemos que dicho adjetivo , por su supuesta relación con la tradición, obstaculiza necesarias mejoras de infraestructura y preservación ecológica. En el caso de San

Cristóbal es urgente proteger las áreas verdes que disminuyen aceleradamente desde la última década. Por ello nos detendremos aquí en la relación histórica que la ciudad ha tenido con sus ríos circundantes.

Introducción.

En Los Altos de Chiapas, a 2,320 m.s.n.m. existe una subcuenca endorreica derivada del Río Grijalva, de aproximadamente 244km2 de superficie (ver Mapa 1). El lugar se conoce hoy como el Valle de Jovel y tradicionalmente se le ha identificado como “pintoresco”, “risueño” y aún “gélido”, a causa de

sus intensos fríos.1 Allí se fundó en 1528 la Villa Real de Chiapa, nombrada Ciudad Real a partir de 1536. Actualmente se le conoce como San Cristóbal de Las Casas.

Hace casi una década, en 2003 la Secretaría Nacional de Turismo designó a la ciudad como Pueblo Mágico. Según los propios términos de la Secretaría en cuestión, el programa nacional de

Pueblos Mágicos tiene como objetivos “resaltar el valor turístico de localidades en el interior del país, para estructurar una oferta turística innovadora y original”.2 Resalta el turismo como sector prioritario;

a partir del cual se consideran actividades encaminadas a captar el mayor número de visitantes para beneficio de la economía local. Siete años después del reconocimiento turístico, en 2010 la UNESCO acusó el grave deterioro patrimonial que sufría San Cristóbal de Las Casas, tanto en términos culturales

como ecológicos.3 Sin embargo, los empresarios mexicanos en ese mismo año decidieron nombrar a la

* Presentación en el III Congreso Internacional sobre Patrimonio Cultural en M éxico, “Retos del siglo XXI para la salvaguarda del

Patrimonio Cultural”, Oaxaca de Juárez, 7 diciembre 2012. **École des Hautes Études en Sciences Sociales, Centre d’histoire et théorie des arts (EHESS -CEHTA). Universidad Autónoma de

Chiapas. [email protected] 1 Trens (1957:12 y 32).

2 Sectur, México (http://www.sectur.gob.mx/wb2/sectur/sect_Pueblos_Magicos, revisión noviembre 2012).

3 Diario El Imparcial de Chiapas, 10 agosto 2010.

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ciudad chiapaneca como el Más Mágico de los Pueblos Mágicos; supuestamente por fomentar “actividades de esparcimiento [y porque] sus pobladores conservan un estilo de vida tradicional”.4

Queremos cuestionar la estrategia publicitaria que, bajo la fachada bienhechora de lo patrimonial, insiste en resaltar a San Cristóbal de Las Casas como una “ciudad colonial”. Consideramos que con tal

adjetivo sólo se contemplan aspectos folclóricos que finalmente está homologando a esta antigua ciudad con el imaginario de lo que debe ser el Typical Mexican Town. Por otro lado, el desarrollo urbano se enfoca en el llamado centro histórico y con ello se desatiende el crecimiento desmedido en barrios

intermedios y en la periferia. De manera más profunda, podemos inferir que lo “colonial” sirve como término romantizado que ignora y descontextualiza los profundos problemas sociales que conlleva dicha herencia cultural y política en el país.

Dejamos abierta la discusión sobre estos aspectos que nos parecen fundamentales. Por lo pronto, deseamos llamar la atención sobre la importancia de un legado patrimonial hasta ahora poco tomado en cuenta en San Cristóbal de Las Casas. Nos referimos a su ecosistema; entendiendo por éste

una unidad compuesta por organismos interdependientes –humanos y otros- que comparten un mismo hábitat en frágil equilibrio. Parte vital de este contexto son los ríos y manantiales que la ciudad posee naturalmente; razón por la que deseamos rescatar aquí relaciones históricas –violentas y trágicas, pero

también de interdependencia- que distan de la situación actual entre la ciudad y su entorno. Mapa 1 ESTADO DE CHIAPAS Y CIUDAD DE SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS

4 Diario El Heraldo de Chiapas, 26 agosto 2010.

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Los ríos: entre el desarrollo urbano y la conservación ambiental

Buen número de ciudades no serían las mismas si carecieran de los ríos que las atraviesan. ¿Qué sería de El Cairo sin el Nilo, de París sin el Sena o de Benarés sin el Ganges, por sólo mencionar unos

ejemplos? El recorrido de los ríos ha determinado en buena medida la ubicación y desarrollo de importantes puntos de población pues, además de ofrecer agua para usos cotidianos, facilita la

agricultura y comunica productos y personas a través de su cauce.

San Cristóbal de Las Casas cuenta con dos ríos que antes la rodeaban y ahora la atraviesan, conocidos actualmente como Amarillo y Fogótico (ver Mapa 2). Además de estas corrientes, el lugar cuenta con dos arroyos, tres arroyos intermitentes y al menos diez manantiales; mientras la principal

característica de su suelo es el humedal.5 Cabe advertir que la subcuenca es de tipo endorreico; es decir, que naturalmente sólo cuenta con estrechos sumideros de desagüe hacia el suroeste. En 2006 se llevó a

cabo un proyecto para verificar el estado natural del lugar, detectándose entonces 33 áreas potenciales de humedal. De éstas, 14 ya habían perdido su funcionalidad debido al cambio de uso de suelo; 15 más se consideraron susceptibles de recuperación, y sólo 4 áreas conservaban sus condiciones de humedal. 6

De tal modo, de los 244 km2 con que cuenta el llamado valle de Jovel, hace siete años sólo 159 hectáreas se mantenían como único sostén ecológico (ver Mapa 3). ¿Cuál es la situación en 2013?

Mapa 2 CUENCA DE JOVEL Y TRAZA ORIGINAL DE VILLA REAL (1528)

Plano base: SARH (1959). Actualización Jorge Mayorga Ochoa (2004) y digitalización Luz del Rocío Bermúdez (2010).

5 Conagua-Pronatura Sur, A.C. (http://www.conagua.gob.mx/CONAGUA07/Contenido/Documentos/P6-4.pdf, revisión noviembre

2012). 6 Conagua-Pronatura Sur, A.C. Responsable M. en C. Javier Rojas Garc ía, Coordinador Programa de Humedales y Sistemas

Acuáticos.

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Mapa 3 SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS Y EL ESTADO DE SUS ÁREAS DE HUMEDAL (2006)

Humedal desaparecido Humedal recuperable Humedal conservado Fuente: Conagua-Pronatura Sur, A.C. (http://www.conagua.gob.mx/CONAGUA07/Contenido/Documentos/P6-4.pdf, noviembre 2012).

La desaparición, amenaza y frágil existencia de los escasos enclaves de humedal depende básicamente del crecimiento de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas durante las últimas décadas; en particular a partir de la última década del pasado siglo XX. En efecto, la densidad de población del lugar

entre 1960 y 2010 ha pasado de 56 a 274 habitantes por kilómetro cuadrado. En ese último año –el mismo de la denuncia de la UNESCO y la respuesta turística empresarial- se contaron 158,027 habitantes

(ver Gráfica 1).

Gráfica 1 CRECIMIENTO POBLACIONAL DE SAN CRISTOBAL DE LAS CASAS (1900-2010)

Fuente: Censos de Población y Vivienda, INEGI.

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Ante un panorama que sin exageración puede considerarse dramático, se observa la nula intervención de las autoridades gubernamentales –municipales, estatales y federales-, así como la falta

de concientización de la población en general. El entorno natural no logra ser apreciado como parte básica del Patrimonio. En cambio, se insiste en la belleza de la ciudad “colonial” por su aspecto

pueblerino y casi atemporal; destacándose así tanto sus fachadas religiosas y algunas civiles, como ciertas costumbres populares. Es imposible cuestionar o restar importancia a dicho legado cultural, pero resulta por otro lado desconcertante que al interior de la ciudad prácticamente no existan jardines o

árboles a lo largo de las calles –especialmente en las colonias erigidas en las últimas dos décadas-, o que la población carezca de parques gratuitos para fomentar sus relaciones sociales. ¿Cuándo cambió el paisaje “verde” de la ciudad? ¿Acaso sus habitantes siempre actuaron con indiferencia en torno al

medio ambiente?

San Cristóbal de Las Casas y las razones de su fundación en 1528.

Sabido es que la fundación original de Diego de Mazariegos en el actual estado de Chiapas no fue la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, sino aquella situada a orillas del río Grijalva, cercana al mayor centro prehispánico de la época: Chiapan. El traslado de Villa Real se dio a escasas tres semanas

de ser fundada (de principios a fines del mes de marzo de 1528), debido a razones eminentemente políticas.7 Sin embargo, se ha privilegiado la versión del cronista dominico Antonio de Remesal, quien en

1619 mencionó que a los castellanos no agradó el sitio cercano a Chiapan por el calor, la humedad, los mosquitos y los murciélagos; dejando por último y casi por casualidad la proximidad de los chiapanecas, de quienes los españoles “recibirán perjuicio”.8 El cronista explicó a su vez que el lugar del cambio no

sólo carecía de aquellos inconvenientes, sino reunía “las calidades necesarias para la dicha población”. Fray Antonio se refirió a motivos que hoy consideramos de tipo ecológico, pues mencionó “la tierra fría, […] el río e fuentes de muy buena agua, e prados e pastos e aires, e la tierra e sitio […] alto e sano […], e

tierra para ganados e montes e arboledas…”9

Llama la atención el entusiasmo de Remesal por el nuevo sitio, ya que éste careció de importancia en el contexto mesoamericano. Algunos autores han señalado que el llamado valle alguna

vez representó las mejores tierras cultivables de Chamula, o un posible terreno “codiciado” por sus tierras planas y de buena calidad, a pesar de su acidez.10 No obstante, lo cierto es que el lugar presenta pobres condiciones para la agricultura por su clima templado a frío, así como por la pobreza de sus

suelos básicamente calcáreos y las intensas lluvias capaces de provocar serias inundaciones, debido al carácter endorreico de la subcuenca. Por esta razón, los grupos prehispánicos que habitaban en los

alrededores lo hacían en lo alto y al otro lado de los cerros. Desde entonces el lugar ya se conocía como Jovel o Hueyzacatlán; vocablos que respectivamente en tzotzil y náhuatl significan “lugar del pasto largo o crecido”. Antiguamente dicho pasto servía para construir el techo de viviendas y a fines del siglo XIX

los habitantes se reconocían como “sacatecos” a partir del nombre de Sacatán (sic).11 Es decir, que las condiciones naturales derivadas de ciénagas y pantanos no solo influyeron en los nombres toponímicos del lugar, sino también modelaron una identidad social determinada por la filiación al terruño.

7 Sobre las rivalidades políticas entre conquistadores y entre las jurisdicciones de México y Guatemala, ver por ejemplo Lenkersdorf

(1993) y De Vos (1992). 8 Remesal [1619:417].

9 Ibid.

10 Lenkersdorf, (1995:80), Viqueira (2008:18).

11 La juventud (1889).

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Una vez que los españoles trasladaron su Villa Real a Los Altos de Chiapas en marzo de 1528, dispusieron las primeras doce calles del recinto y llamaron a la sexta de ellas justamente como calle del

Río.12 Por supuesto, aquellos primeros pobladores conocían bien la importancia de los ríos en ciudades españolas como Sevilla, Toledo, Madrid, Zamora, Córdova o Granada; tanto en términos prácticos, como

estéticos. Del mismo modo, los españoles siguieron la tendencia de fundar sus poblaciones de ultramar en lugares considerados “sanos” de acuerdo a la visión renacentista que, apoyada en el legado de la Antigüedad, ponderaba sitios altos y horizontales. Las villas coloniales españolas se pensaron bajo esas

condiciones, particularmente aquéllas que no tuvieron que asentarse sobre antiguos enclaves prehispánicos. Como la Villa Real de Chiapa se constituyó sobre la desolada cuenca de Jovel, puede considerarse como una fundación española de asentamiento ex nihilo.

La traza original se ubicó en el fondo de Jovel y con los dos ríos principales a su alrededor, como

se ha dicho previamente. Aubry ha calificado esta acción como “insólita [y] sin paralelo” para la época, puesto que se trató de un “conjunto urbano dual (indígena/español) y una ciudad fortificada sin

murallas”.13 El autor consideró “innovador” que el asentamiento de Villa Real rompiera con las defensas fortificadas en alto, típicas del urbanismo medieval europeo. Sin embargo, Aubry explicó también que la decisión de aquellos soldados, a pesar de ser inexpertos en principios urbanos, se debió precisamente a

la protección. De tal forma, mientras las montañas del norte servían para proteger a la diminuta fundación tanto de fuertes vientos como de incursiones bélicas, la gran ciénaga hacia el sur también servía de “foso en torno a un castillo”. Los dos ríos que rodeaban al recinto recibieron igualmente una

función inicialmente protectora al quedar sin puentes para impedir la llegada del enemigo.14

Aceptamos la explicación de Aubry sobre las razones de ubicación de Villa Real en 1528. No obstante, encontramos algunos elementos que nos hacen suponer la influencia adicional del urbanismo

mesoamericano. Podemos preguntarnos por ejemplo si la villa española coincidió -al menos en parte- con el paisaje de la época prehispánica conocido como “rinconada”; concepto que deriva de la palabra náhuatl xomulli (rincón) y designa un espacio de tierra protegido por agua.15 La rinconada prehispánica

se trató de una forma de paisaje en receptáculo u olla que establecía de manera calculada un asentamiento humano; previniendo su eficiente abastecimiento de agua y otros “mantenimientos” para

el cultivo, la caza y la construcción y mantenimiento de viviendas. 16 La Villa Real de Chiapa parece haber coincidido con dicha táctica pues, efectivamente, se “arrinconó” entre sus ríos y casi al pie del cerrito hoy llamado de San Cristóbal; situación que se acentúa por la protección en herradura de las montañas

al norte (ver Mapas 1 y 4). Podemos deducir que esta noción fue introducida por los mexicas y tlaxcaltecas que llegaron con los conquistadores, quienes en conjunto desconocían la inexistencia de desagües naturales y por tanto el peligro de inundaciones. Así se explicaría que tanto aquellos indios del

centro de México como los españoles no hayan advertido el despoblamiento de Jovel, ignorando además la posibilidad de acumulación de aguas al haber ocurrido la fundación antes de la temporada de

lluvias.

12

Remesal [1619:418]. 13

Aubry (1995:18). 14

Aubry (1995:19). 15

García Zambrano (1992:275) 16

Fernández y Urquijo (2006:149-150).

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Mapa 4 "VALLE" DONDE ESTÁ SITUADA SAN CRISTOBAL DE LAS CASAS

Foto: Google Maps (https://maps.google.com.mx, noviembre 2012)

El río y los hombres. Relaciones humanizadas con la naturaleza

Los factores naturales y las razones humanas que llevaron al establecimiento de la ciudad propiciaron relaciones ciertamente intensas y no siempre armónicas, particularmente con el río que

circundaba a San Cristóbal de Las Casas de noreste a sur. Este río se llamó San Cristóbal en honor al Santo Patrono del lugar, pero hoy es conocido como Fogótico.17

La ciudad sufrió históricamente frecuentes inundaciones a causa del desbordamiento de dicho río. Algunas quedaron registradas de manera memorable, empezando por aquella del 30 de abril de

1591 y otra al año siguiente. 18 Durante el siglo XVII, en 1652 las aguas llegaron “a cincuenta metros de la plaza mayor”,19 escena que se repitió en 1676 y 1679.20 Del mismo modo, a fines del siglo XVIII fuertes lluvias tuvieron en vilo durante cuatro días a los habitantes de la diminuta ciudad. En aquel año de 1785,

las autoridades de Guatemala consideraron incluso la dramática decisión de “pasar los vecinos a otro pueblo inmediato que no tenga los peligros de la actual situación de la ciudad”.21 El traslado apenas

pudo evitarse, pero se acentuó “el peligro de la ciudad para siempre” a causa de la crecida fluvial. Sin embargo, dentro de la tragedia, aquella inundación permitió el reconocimiento del recinto “español” a los barrios “de indios” como indispensable contraparte urbana. Así lo declaró el entonces alcalde mayor,

al decir que “ya no se conoce la ciudad por la población de barrios que le falta, de cuyos vecinos muchos han quedado desnudos y pobres”.22 El siglo XIX no pudo librarse de inundaciones mayores. En 1860, por

ejemplo, llegó a desplomarse por esta causa el Puente Blanco que comunicaba a la ciudad con las Tierras

17

Heredia y Antúnez (1924:5). 18

De Vos y Báez (2005:32). 19

Flores (1978:152). 20

García Acosta et al. (:185-186-198). 21

Boletín AHCH (1954:33). 22

AGN (1991:32, 61-66).

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Bajas del Estado.23 Tres años más tarde llegó otra “tempestad huracanada” a la capital, situación que se repitió en 1865 y en 1868.

Una inundación particularmente inolvidable fue la del año 1876. Entonces el periodista y

novelista Flavio Antonio Paniagua comparó el desborde del río con la fuerza del Mississippi o del Nilo, añadiendo el tono bíblico al llamar al fenómeno como El Diluvio.24 Con sincero dramatismo, este autor

destacó la “cólera de las aguas” y la transformación del río en “un hidrófobo en sus últimos accesos de furia diabólica”. Paniagua llamó al río “traidor” , porque después de “siglos, años y días” de no atentar contra los moradores de San Cristóbal, éste de repente “se arrojó” sobre su presa para devorarla “lenta

y cruelmente”. Se aprecia aquí una relación humanizada con el río; es decir, la personificación de éste atribuyéndole sentimientos y actitudes que alternan momentos de convivencia y de conflicto. Para Paniagua, el río era un “lago tranquilo” pero capaz de “metamorfosearse” y volverse “furibundo en sus

cóleras”. En ese caso el río perdía su cualidad humana y rayaba en la bestialidad:

“El río es un hombre de aspecto tranquilo, de cuerpo raquítico y nervioso, de mirar apacible y seductor que jamás provoca ni insulta, pero que súbitamente sus labios se

crispan, sus manos se retuercen, sus ojos se inyectan de sangre, su respiración se agita y lanza un silbido que demuestra su profunda cólera, que no encontrando en quién descargar, choca y pelea con los edificios a quienes golpea y azota. Después y cuando la

ira deja un lugar a la reflexión, viene la calma y el arrepentimiento, y quisiera olvidar sus ratos de energúmeno”.25

Curiosamente, el antropomorfismo establecido por Paniagua remite a dos violentas reacciones

particularmente amenazantes a finales del siglo XIX. La primera fue la comparación con la actitud sumisa pero potencialmente subversiva de los indios (y cabe recordar, para quienes reiteran gustosamente el legado, que este sometimiento y temor efectivamente nacieron en la época colonial). Dicho paralelo

correspondía a la imagen del río que no provoca ni insulta, pero súbitamente arremete contra los edificios como símbolo de la civilización dominante y después padece un gran “arrepentimiento”. La segunda reacción es la relativa a la embriaguez como un problema social reconocido por lo menos desde

el último tercio del siglo XVIII. De hecho, en algún documento se comparó a las inundaciones de San Cristóbal como un “vicio” común en varios lugares , justamente de nuevo, desde la época colonial.26 En

todo caso, se estableció una extraña relación entre la inundación que, ya fuera por lluvias o por alcohol, puede sacar respectivamente al río o a los hombres de sus cauces y les hace descargar su ira contra la sociedad. Posteriormente hubo otras ocasiones para seguir recurriendo a las inundaciones como objeto

moralizador. En 1889 se recordó por ejemplo una inundación ocurrida tres décadas atrás, relacionándola con la predicción de un lego franciscano sobre un castigo que iba a recibir San Cristóbal,

por estar entonces en manos del gobierno anticlerical. 27

Como era de esperarse, las inundaciones continuaron en el siglo XX. En 1921 ocurrió una más que propició tres años después un primer estudio para construir un sumidero artificial.28 El proyecto no prosperó y todavía se vivieron nuevos desbordamientos importantes en 1931 y en 1973.29 El medio

ambiente de San Cristóbal pudo imponerse hasta entonces como “amenaza natural” ocasional, pero a

23

Escobar (2004:50 y 88), indica que fue en 1861; Blasco (2005:153), menciona que ocurrió en 1864. 24

Paniagua [1876:31-33]. 25

Ibid. Nuestro subrayado. 26

AGN (1991:61) 27

AGN, (1991:73 y 80).San Cristóbal dejó de ser la capital política de Chiapas en 1892, a favor de Tuxtla Gutiérrez. Ver también Boletín AHD (1982:36). 28

Heredia y Antúnez (1924). 29

Aubry (1994:307).

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partir de ese año esa relación comenzó a cambiar. La falta del desagüe eficiente en la subcuenca había sido un importante condicionante en la limitación urbana pero también, paradójicamente, gracias a ello

pudo preservarse un vasto entorno natural hasta bien entrado el siglo XX (ver Mapas 5 y 6).

Mapa 5 MAPA DE SAN CRISTOBAL, 1844

Plano base: Mapoteca Orozco y Berra, Plano de Juan Orozco (detalle).

Mapa 6 MAPA DE SAN CRISTOBAL, S/F (1865ca.)

Plano base: Mapoteca Orozco y Berra, Plano del Cuerpo de Ingenieros, Ministerio de Fomento.

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“Domesticación” de lo natural, ¿pérdida de equilibrio ecológico?

Tras la inundación de 1973 volvió a plantearse seriamente la construcción de un sumidero artificial, mismo que pudo inaugurarse tres años después. Con dicha obra no sólo se eliminó el peligro del desbordamiento de los ríos, sino se empezó la modificación de vastas zonas de humedales para uso

humano. Podríamos decir que, una vez alejada la posibilidad de inundaciones, pareció rezagarse la estrecha relación histórica entre la ciudad y su entorno y, literalmente, se abrieron en la ciudad nuevos horizontes a ser “conquistados”. La importancia y respeto por los ríos empezó a diluirse y éstos

actualmente se encuentran altamente contaminados y como fuente de malos olores al servir de alcantarillas a cielo abierto para captar el saturado drenaje urbano (ver Foto 1).

Foto 1 VISTA ACTUAL DEL PUENTE BLANCO, DESDE EL PUENTE CONTIGUO

Foto: Misgav Hav-Peled, 2011

En el mismo año de 1976 San Cristóbal de Las Casas comenzó el crecimiento de su población. Entonces llegaron numerosos expulsados de comunidades indígenas vecinas.30 Paulatinamente siguieron

otras personas del resto de Chiapas, de México y otros países, algunos de los cuales finalmente también decidieron quedarse a vivir de manera permanente. El aumento siguió aceleradamente, hasta llegar a las cifras de población dadas anteriormente para el año de 2010. A estos datos deben agregarse los

originados por la actividad turística ya que, según el INEGI, San Cristóbal de Las Casas recibe un promedio de 182.6 turistas extranjeros por noche.31 Aún si se trata de una población flotante que representa tan sólo el 1% de la población urbana, constituye de hecho el sector que más influye en

cuanto a la planeación y desarrollo urbano. Es así que entre las últimas obras públicas sobresalen “andadores turísticos” o “ampliación de banquetas” únicamente en torno al centro de la ciudad.

30

Rus (2009). 31

INEGI, “Perspectiva estadística Chiapas”, 2011, p. 6 (http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/espanol/ sistemas /perspectivas/perspectiva-chs.pdf)

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Si la tendencia de la desaparición de humedales no se detiene e incluso comienza a revertirse, la encantadora “ciudad colonial” de San Cristóbal de las Casas caerá junto al colapso de su entorno

natural. Basta recordar que en el tan mencionado año de 2010 se vivió una inundación que a los mayores recordó el cuidado que antes se tenía para mantener limpios los antiguos sumideros de la

ciudad. ¿Qué hacer ahora para preservar lo que queda de áreas verdes en San Cristóbal? Las opciones son múltiples y todas requieren de una labor colectiva. La responsabilidad es conjunta entre los gobiernos municipal y estatal (quienes deben dejar de concentrar su interés en la demanda de servicios

turísticos y fomentar el desarrollo integral), mientras los particulares debemos tomar conciencia para no ocupar y construir viviendas ignorando –voluntaria o involuntariamente- el daño ambiental que se causa.

Entre las muchas necesidades y alternativas posibles, nos parece fundamental crear y agilizar

vías alternas y no contaminantes de comunicación. Por ejemplo, creando senderos tanto peatonales como para bicicletas –precisamente- a lo largo de los ríos (ver Fotos 2 y 3). Por supuesto, cuidando los

delicados humedales mediante proyectos pluridisciplinarios biológicos, arquitectónicos y urbanísticos. Con ello no sólo mejoraría el tráfico cada vez más caótico, sino se crearían nuevos espacios de sociabilidad; distintos al congestionado centro “histórico”, o a los centros comerciales que han

proliferado en los últimos años. Esos espacios se dedicarían básicamente a niños y familias, quienes actualmente han perdido el contacto cotidiano con la naturaleza. El turismo también saldría favorecido, ya que numerosos visitantes extranjeros poseen la cultura de la convivencia al aire libre y por tanto

apreciarían la existencia de parques y mejor aún de bosques para sentirse realmente alejados del stress de la vida “moderna”.

San Cristóbal de Las Casas no es solamente una ciudad patrimonial por el atractivo turístico que

representan sus iglesias o su mercado, o como punto de confluencia hacia otros sitios del estado. Su valor y sustentabilidad van más allá del rescate arquitectónico o un conocimiento antropológico superficial, pues requiere que su sociedad sea consciente de la importancia del hábitat como la base de

cualquier actividad humana. He aquí un caso concreto del desafío que tiene esta ciudad de Chiapas y México en general para proteger realmente el Patrimonio que tanto se promociona a nivel

internacional. El reto no es a futuro, sino implica acciones inmediatas, responsables y desinteresadas.

Fotos 2 y 3 AREAS DE HUMEDAL DIGNAS DE PRESERVACIÓN PATRIMONIAL EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS

Fotos: Misgav Hav-Peled, 2011

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Fuentes.

Archivo General de la Nación (1991), “Sumideros e inundaciones en San Cristóbal de Las Casas”, Lecturas Chiapanecas, núm. 4.

Aubry, Andrés (1995), San Cristóbal de Las Casas, su historia urbana, demográfica y documental, 1529-1990. -- (1994), “Miedo urbano y amparo femenino: San Cristóbal de Las Casas retratada en sus mujeres)”, en

Mesoamérica no. 28. Blasco López, Juan Miguel (2005), “San Cristóbal de Las Casas 1864-1872: Radiografía de una ciudad en

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