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El gótico adolescente de las zapatillas a cuadros aún asoma en el maduro romá- nico que sonríe con el labio inferior lige- ramente avanzado. El cabello ondulado y panojo ya no le dora las sienes con pámpanos encendidos. Grande, afable y hogareño tiene la sonrisa moderada- mente pícara de los epicúreos. Escribe en mayúsculas con grafitos de incesante punta. Su máxima aspiración es pintar casas con paredes de mar y techos de puro cielo. En el estudio, le tiene puesto piso a su musa y querida la mar. ÁBALOS, JOSÉ MANUEL (Donostia-San Sebastián, 22.IX.1947) E ran las muy toreras cinco en punto de la tarde (como en la elegía de García Lorca) cuando el lunes veintidós de septiembre de mil novecientos cuarenta y siete nace José Manuel Ábalos Vázquez en San Sebastián. Por los puros pelos coge el signo Virgo que está en su último día. Icó- nicamente este signo de tierra tan volátil y antojadizo se distingue como «El Empren- dedor». Y emprendedor en grado sumo aca- bará siendo José Manuel Ábalos: ora arqui- tecto, ora pintor, artista siempre. Sin antecedentes artísticos familiares, José Manuel Ábalos estudia dibujo y pintura con los pintores José Camps y Sánchez Guardami- no. Asimismo, en la Asociación de Artistas re- cibe provechosas enseñanzas de los pintores Ascensio Martiarena y Jesús Gallego. Práctico por naturaleza, cursa estudios de arquitectura en Madrid, acabando la carrera en 1971. Simultáneamente realiza estudios de di- bujo, pintura y escultura en la madrileña facul- tad de Bellas Artes de San Fernando y en el Círculo de Bellas Artes, donde realiza dibujo del natural. Obtiene diversos premios locales y nacionales de dibujo y pintura juvenil. 1 er premio en el «Certamen de Artistas Noveles de Guipúzcoa» en 1981. Seleccionado en varios concursos naciona- les durante los años 1981 al 1990. A partir del año 1980, comienza su aprendizaje en las téc- nicas del grabado en el taller «Hatz» de San Sebastián, de Ignacio Chillida, junto a graba- dores como Eduardo y Gonzalo Chillida y An- drés Nagel. Realiza planchas al aguafuerte pa- ra distintas galerías de arte del país, así como para instituciones particulares. Desde el año 1991, expone regularmente su obra en la gale- ría de arte Delta (San Sebastián). Artísticamente, la biografía de José Manuel Ábalos se afirma y consolida cuando, acaba- dos los estudios, vuelve a su Donostia natal, ANTONIO MARTÍNEZ CEREZO • DICCIONARIO DE ARTISTAS ESPAÑOLES © Antonio Martínez Cerezo Sergio Martínez, redacción. Mayte de la Fuente, documentación. Carmen Martínez, organización. SM, composición. Martínez Cerezo, editor. Santander, noviembre 2010. ISBN: 931484-7, Obra Completa • 931484-1-5, Primer Tomo. [email protected][email protected] Imprime: Artes Gráficas J. Martínez, S.L. • Maliaño • Cantabria www.abalospintor.com <http://www.abalospintor.com> No está permitida la reproducción total o parcial de este texto, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión en cualquier forma o sistema o por cualquier medio, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del propietario del copyright.

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El gótico adolescente de las zapatillas acuadros aún asoma en el maduro romá-nico que sonríe con el labio inferior lige-ramente avanzado. El cabello onduladoy panojo ya no le dora las sienes conpám panos encendidos. Grande, afabley hogareño tiene la sonrisa moderada-mente pícara de los epicúreos. Escribeen mayúsculas con grafitos de incesantepunta. Su máxima aspiración es pintarcasas con paredes de mar y techos depuro cielo. En el estudio, le tiene puestopiso a su musa y querida la mar.

ÁBALOS, JOSÉ MANUEL(Donostia-San Sebastián, 22.IX.1947)

Eran las muy toreras cinco en punto dela tarde (co mo en la elegía de Gar cíaLorca) cuan do el lunes veintidós de

septiembre de mil novecientos cuarenta ysiete na ce José Manuel Ábalos Váz quez enSan Se bastián. Por los puros pelos coge elsigno Virgo que está en su último día. Icó -nica mente este signo de tierra tan volátil yantojadizo se distingue como «El Em pren -de dor». Y emprendedor en grado su mo aca-bará sien do José Manuel Ábalos: ora ar qui -tecto, ora pin tor, artista siempre.

Sin antecedentes artísticos familiares, JoséManuel Ábalos estudia dibujo y pintura conlos pintores José Camps y Sánchez Guardami-no. Asimismo, en la Asociación de Artistas re-cibe provechosas enseñanzas de los pintoresAscensio Martiarena y Jesús Gallego.

Práctico por naturaleza, cursa estudios dearquitectura en Madrid, acabando la carrera en1971. Simultáneamente realiza estudios de di-bujo, pintura y escultura en la madrileña facul-tad de Bellas Artes de San Fernando y en elCírculo de Bellas Artes, donde realiza dibujodel natural. Obtiene diversos premios localesy nacionales de dibujo y pintura juvenil. 1er

premio en el «Certamen de Artistas Novelesde Guipúzcoa» en 1981.

Seleccionado en varios concursos naciona-les durante los años 1981 al 1990. A partir delaño 1980, comienza su aprendizaje en las téc-nicas del grabado en el taller «Hatz» de SanSebastián, de Ignacio Chillida, junto a graba-dores como Eduardo y Gonzalo Chillida y An-drés Nagel. Realiza planchas al aguafuerte pa-ra distintas galerías de arte del país, así comopara instituciones particulares. Desde el año1991, expone regularmente su obra en la gale-ría de arte Delta (San Sebastián).

Artísticamente, la biografía de José ManuelÁbalos se afirma y consolida cuando, acaba-dos los estudios, vuelve a su Donostia natal,

ANTONIO MARTÍNEZ CEREZO • DICCIONARIO DE ARTISTAS ESPAÑOLES© Antonio Martínez Cerezo

Sergio Martínez, redacción. Mayte de la Fuente, documentación.Carmen Martínez, organización. SM, composición.

Martínez Cerezo, editor. Santander, noviembre 2010.ISBN: 931484-7, Obra Completa • 931484-1-5, Primer Tomo.

[email protected][email protected]: Artes Gráficas J. Martínez, S.L. • Maliaño • Cantabria

www.abalospintor.com <http://www.abalospintor.com>

No está permitida la reproducción total o parcial de este texto, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión en cualquier formao sistema o por cualquier medio, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del propietario del copyright.

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ÁBALOS, JOSÉ MANUEL

donde realiza una callada pero muy meditadaobra sobrerrealista, prestando gran atención aldibujo y al grabado, en una línea que, en prin-cipio, se considera próxima a ese excelentísi-mo grabador nunca del todo ponderado (el ge-nio tapado por el genio) que fue Ricardo Baro-ja, hermano de su hermano Pío, ladrón debuena parte de su fama.

José Manuel Ábalos no tarda, sin embargo,en sacudirse esa influencia inicial, que segura-mente le reportó importantes conocimientos ysatisfacciones. Pero su talante investigador,rompedor, renovador, y su obra, maduramentejuvenil, discurren por terrenos de mayor com-promiso y novedad.

La dicción de José Manuel Ábalos es singu-larmente romántica, naturalística, libre, realis-ta y postmoderna. Sus bodegones tal vezabun den en innecesarios detalles y barrocasaglomeraciones. Y, en general, todas sus com-posiciones, porque José Manuel Ábalos estáen ese momento en que la obra le pide acumu-lación en espera de que sea cumplido el tiem-po de la selección, de la esquematización, dela síntesis (paso que tarde o temprano habrá dedar, cuanto antes mejor, pues la pintura exigeclaridad, aclaración, definición, albura).

José Manuel Ábalos no elude el compromi-so mayor que siempre representan los cuadrosde gran formato, en los que se complace en re-presentar escenas naturalistas de esa hermosí-sima ciudad-balcón sobre el mar que es SanSebastián. Los rincones de su taller tambiénson objeto de frecuente representación, te-niendo en los tarros de pintura, los pinceles,

las paletas y los lienzos vueltos buen motivopara la composición.

• 1980/2000: pintádose en lo pintado

En la década de los ochenta, José ManuelÁbalos hace su aparición pública en los circuí-tos artísticos donostiarras con una muy cuida-da campaña de exposiciones, cuya frecuenciahabla del entusiasmo e ilusión con que seplantea su carrera ya desde el inicio.

1982: Galería Echeberría, San Sebastián;Sala de Cultura, Zumárraga y Beasain; GaleríaGaspar, Rentería; Sala de Cultura, Mon -dragón; Sala de Cultura de la CAP, San Sebas-tián; Sala «Colchonería San Vicente», San Se-bastián. 1983: Sala de Cultura, Pamplona; Salade Cultura, Bera de Bidasoa. 1984: GaleríaEcheberría, San Sebastián; 1985: Galería Alt-xerri, San Sebastián; 1987: Galería Gaspar,Rentería; 1990: Altxerri, San Sebastián.

Para esta última muestra, José Manuel Ába-los diseña el primero de sus célebres tarjeto-nes, al frente del cual comparece sorprendidoen el estudio por la cámara atenta del fotógra-fo: alto y quebradizo (aún) como un junco,profundo el mirar, apanochado el cabello cru-zados los brazos y las zapatillas a cuadros.

En la obra de esas fechas, la luz se adentrabaen el estudio por la representada ventana des-tacando objetos dispuestos en forma de crista-les superpuestos (guiño al cubismo, esa granrevelación del siglo que tanto nos ha ayudadoa ver la pintura con ojos de cristalero).

En 1991 expone en DELTA, la que habrá deser su galería definitiva en la capital guipuzco-

«Conversacionesen el mar»Óleo/lienzo116x81cm2000

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ana, espacio que se estrena como «lugar de ar-tistas» según reza en el tarjetón que comienzaa hacerse habitual entre los amigos. Siempreen este año, expone asimismo en GASPAR, en lapróxima ciudad de Rentería.

Un año después, el donostiarra repite suerteen DELTA y cruza el mapa del país para recalaren el Club de Prensa Canaria, Las Palmas,donde comparece con óleos, dibujos y graba-dos; algo que comienza también a hacerse ha-bitual en sus exposiciones de este periodo.

En el noventa y tres, José Manuel Ábalosexpone en la «Asociación de Artistas de Gui-púzcoa» y en BOREAL, Pamplona; en el noven-ta y cuatro en DELTA, San Sebastián; donde re-pite en el noventa y cinco, presentando el cua-dro con parábola titulado Doce naranjas, quede su puño y letra el pintor explica así:

«Un padre se vio forzado a elegir alnovio de su hija mayor entre tres preten-dientes.

Les enseñó un estanque en el que flota-ban naranjas y les preguntó:

—¿Qué hay ahí?...El primero dijo: Doce naranjas. El segundo (listillo): Doce medias na-

ranjas.Y por fin el tercero, metiéndose en el es-

tanque, fue tocando una por una cada na-ranja y concluyó: Cuatro naranjas y ochomedias naranjas.

Éste fue el afortunado.

Si les hubiese enseñado el cuadro quehe pintado, el afortunado hubiera contes-tado: sólo es pintura (Pero no por eso sehubiese casado con mi hija)».

Pintura sólo pintura era (es) ese cuadro en elque las medias naranjas juegan al equívoco deparecer enteras por mor de los reflejos y don-de el agua se sube a las barbas de una cortinaazul en una escena que semeja una especie deguiño al contrapeso exterior-interior que nosenseñó Picasso en el Guernica.

Dicho sea en su favor –naturalmente comoelogio– que en la pintura de ese momento (uncierto realismo mágico) no se nota para nadael arquitecto, en lo cual demuestra José Ma-nuel Ábalos su capacidad para hacer abstrac-ción de las matemáticas y las reglas cuando elsentimiento se impone sobre la técnica.

En 1996, su pintura registra un importantecambio, que registra su exposición en DELTA yque el pintor explica ganado por una sorpresarayana en perplejidad:

«Este año ha pasado algo. Algo que no séqué es pero que ha llenado mis cuadros de co-sas. Cosas que están tan dentro de los cuadrosque no sé si son, o si están».

Lo que pasa es que José Manuel Ábalos in-corpora en su obra retazos de su propio estu-dio iniciando una contraposición interior-ex-terior, paisaje-naturaleza muerta que suponeuna transgresión de los espacios comunes,bien que una transgresión dominada por el ra-

«Una ventanamuy cercana»Óleo/lienzo116x89cm2000

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ÁBALOS, JOSÉ MANUEL

ciocinio. El mar donostiarra se adentra en elestudio tanto como el estudio se adentra en elmar. El caballete se hace transparente para queel milagro del vidrio resalte el prodigio.

En el noventa y siete vuelve a DELTA, en laque ya comienza a conocerse como su obliga-da comparecencia anual y en cuyo tarjetón deinvitación siempre escrito en mayúsculas, depuño y letra y a lápiz el pintor da cuenta de loacaecido en este último periodo:

«Este año una nueva amiga se ha metido enmis cuadros: la geometría. El color, la luz, eldibujo... y la geometría. Mientras yo me em-peño en la pintura, ella juega con el rigor. To-do empezó con un puntito de luz allí en el ho-rizonte. Parecía el contraluz de una puertaabierta sobre el aire del mar. Y lo era. Y medejé llevar...».

Afortunadamente se dejó llevar, porque sialgo ha de ser el artista es obediencia, humil-dad, ante esa lucecita que tan misteriosamentese enciende y marca el camino a seguir.

Y, ay, de aquél que no vea la luz.O de quien viéndola no siga su dictados. El ocho de noviembre del año en cuestión,

Alicia Centenera le hace una entrevista, parael «DIARIO VASCO», que interesa recoger aquípor los caudalosos e intimistas datos que apor-ta sobre ambiente de trabajo y familia que en-vuelven a nuestro biografiado:

«El arquitecto donostiarra José ManuelÁbalos vive en una villa (‘en media villa sólo’,aclara) de los años 20 y mira la ciudad desdearriba y con cariño. Luego la deja cuajar enel lienzo o la reproduce minucioso en dibujos,en los grabados al aguafuerte que expone es-tos días en el bar galería Biarritz. Una miradaa San Sebastián desde su rincón, aquí, en elpiso más alto, que querría silencioso perodonde se cuelan las voces de los hijos, de lasabuelas, a veces el ladrido del perro...

“Todo lo que pinto lo hago aquí y en ese la-do tengo mis ácidos, mis cubetas debajo, todomuy artesano. He llegado a la conclusión deque poco sitio pero sin niños pequeños que telo destrocen es mucho sitio”, apunta. Nos reí-mos porque sus hijos son ya más altos que élcomo muestran las marcas en una columnaque sirve de testigo de edades y crecimientos.‘Ah, pero los he tenido pequeños y no se meolvida’, asegura risueño.

La escalera comunica pero también dividelos dos ambientes. Desde el piso inferior don-de la cuadrilla de los más jóvenes no se pierdeun partido de fútbol, subiendo hacia la cocinay el salón y luego los dormitorios, hasta llegara este txoko con ventana abierta sobre unatarjeta postal de Donostia: «Sobre la mismabase de Urgull, la variación es absoluta, comoespectador miro en una dirección o en otra

«Luces para elsosiego»Óleo/lienzo130x97cm2000

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vien do el mismo paisaje y entendiendo que elespacio que lo rodea cambia según lo sienta yoen ese momento. Me asomo a la ventana y estáel aire y poder pintar el aire que hay entre éstoy Urgull, es tan difícil... salen un montón deplanos intermedios porque está el mar y Ma-rianistas y el parque éste y la ventana y sumarco y al final se me mete en el cuadro todala casa». Los caballetes, los botes de pintura ylos pinceles, claro. Pero también el sillón demédula, los almohadones, las flores que paradesesperación de su mujer prefiere ya mori-bundas y caidas. ‘Sólo me gustan para pintar-las cuando están pochas’, confiesa.

Por eso sus lienzos son inventario de unpais aje pero también memoria de la casa y lavida de una familia: en ellos queda la cafeterao la batidora, un muñecote que alguno de sushijos hizo de chavalín... ‘¿Se rompió aquel re-cipiente de cristal cuadrado que aparece enaquel cuadro?’, pregunta elpintor. Y continúa diverti-do:“Cuando era chaval enel colegio nos decían ‘no te-néis que iros por los rinco-nes porque ahí es donde osasaltan los malos pensa-mientos, en el rincón solita-rio’. Y este rincón mío desdeluego no es solitario. Es fa-rragoso y lleno de cosas yademás está mi mujer. Si Ju-lia no estuviera aquí mien-tras pinto no podría hacertantas cosas como hago. Yopinto en ratos libres, los fi-nes de semana y por la no-che, cuan do vengo de traba-jar y me relajo pintando. Ymi mujer me hace compañía,hablamos o no pero estamosjuntos. Por eso insiste en queJulia aparezca en la fotogra-fía: “Mi rincón existe por-que está ella”, explica Ába-los. lo que en los tiempos quecorre, más que una declara-ción de amor, es una decla-ración de principios».

Pues eso: una declaraciónde principios, de sólidosprincipios. José Manuel eshombre de principios, unapersona tan reglada que ne-cesita el desorden del ordenpara vivir, ese desorden or-denado que es la vida en fa-milia, donde todo parecesiempre reglado por el caos

que fomenta el respeto a las cotas de libertadganadas a pulso por cada quien en la milagro-sa nave del mar cotidiano.

José Manuel Ábalos exige muy poco a la vi-da; pero a lo que no sabe renunciar es a la esta-bilidad emocional y al proyecto metódico: ar-quitectura por las mañanas y pintura cuandose lo pide el cuerpo. Buena prueba de ello es laperiodicidad de calendario con que compareceen DELTA como quien se somete a un ‘juicio debuenas intenciones’; y para cuya muestra delaño noventa y ocho el pintor reafirma sus‘apuntes didácticos’:

«El horizonte es el lugar donde la luz repo-sa. Brillos que surgen del aire luminoso... Co-lores que crean calores en el espacio de lapintura. Otro año pintando y disfrutando deltemblor sutil que late dentro de cada cuadro».

Para entonces, la pintura se ha hecho efecti-vamente horizontal (de horizonte), que no só-

ÁBALOS, JOSÉ MANUEL

«Amanecidas»Óleo/lienzo89x116cm2000

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ÁBALOS, JOSÉ MANUEL

lo apaisada, y abunda en rasgos firmes dondela tierra adquiere un protagonismo especial yen detalles románticos como el del repetidovaso de flores declinantes.

En el noventa y nueve, el horizonte pierdeparte de su espacialidad remota y se acerca ala ventana del estudio, que imprega con su luzy lo anega con su misterio.

El pintor celebra dos exposiciones: MON-TARTO, Baqueira Beret; y DELTA, San Sebas-tián. Para la anual muestra en esta última gale-ría, Ábalos nos regala su habitual soflama, esaespecie de ‘fe de vida y obra’ o ‘cuaderno debitácora’ que tan es de agradecer:

«El aire con el agua juegan al juego de lapintura. La tierra y el fuego se le acercan... Elaire les anima a que jueguen también. Y así,juntos, juegan al mejor juego... ¡Al de la luzde la pintura!».

Este año, el pintor se nos revela albertiano.Su particular poema a la pintura abunda enversos quebrados y acentos admirativos.

El pintor tiene ya tanta seguridad en la pin-tura que parece que sea la pintura la que llevade la mano al pintor, y no a la inversa. Las pa-

redes dan en transparentes y adquiren una im-portancia fantasmagórica en la composición.Hay líneas de fuga que apuntan al interior delcuadro y mares que se incorporan y penetranventana adentro para ver curiosamente lo queocurre en el estudio del pintor.

En este preciso momento de su producciónvuelve a ponerse de manifiesto la contraposi-ción entre tierra y mar, interior y exterior, opa-cidad y transparencia en el definitivo momen-to de la pintura en la que supitañamente, y másque nunca, todo deviene dual.

Su última exposición por el momento, siem-pre en DELTA, se presenta con el sello incon-fundible de la casa: el tarjetón donde el pintorva pintándose en la palabra manifiesta:

«Algo parecido a un sonido acompaña a laimagen del horizonte. Puede ser un ruido. Ouna luz. Es el rumor de la pintura. Cantos devida que se unen al color. Color que son colo-res. Brillos, reflejos... Aventura para la razón.Seguir en el camino. Sentir que la aventura esel camino. Caminos para el color, la razón yla aventura».

Más o menos paralelamente, el pintor expo-

«Rumor debrillos»Óleo/lienzo146x97cm2000

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ne asimismo en MONTARTO, Baqueira Beret;dando con estas dos exposiciones por cerradoel siglo y el milenio en espera de lo que hayade deparar el nuevo tiempo que se anuncia enlontananza. Picasso llegó a decir ‘mis pinturasson mi biografía’. También las de Ábalos, quese pinta en todas y cada una de las obras y lue-go se asombra de haberlas pintado. El asom-bro de mundo es la máxima aspiración quepuede tener un artista. Un artista que no seasombra pinta desde la certeza. Y pintar desdela certeza es caer en la aburrición. El pintorque se asombra (como quien se asombra deestar vivo) pinta desde la extrañeza que le pro-duce ese formar parte de una naturaleza tancambiante como el mar, del que tan claramen-te dejó señalado Valery que todos los días serecomienza. O sea: se renace.

José Manuel Ábalos debe, en este sentido,ser considerado ‘pintor de la Concha’ o ‘pintorde la bahía donostiarra’. El mar no es para élun horizonte al alcance de la mano, sino unmisterio que se le adentra por la ventana y sele tiende en la cama como un perrico faldero.

El pintor no puede valerse sin el mar, esemar que más que punto de partida se me anto-ja referencia obligada, perchero (o galán denoche) del que penden los colores.

Alberti llama al pincel ‘prolongación de lamano’. José Manuel Ábalos hace tiempo haentendido que la pintura sólo puede enten-

derse como un juego, el ‘juego de la pintura’.Que otros traten de salvar patrias con suscuadros a él se le importa un ardite. Su inten-ción no es salvar a nadie con la pintura, sinosalvarse en la pintura.

En el año cronizado, la pintura se ha resuel-to en colores metálicos: azules buches de pa-loma y grises de plomo hablan de un estado deánimo del que el Monte Igueldo guarda el se-creto. Lo asombroso de la pintura es que esllave. Y la llave ya es un símbolo dual que lomismo sirve para abrir que para cerrar.

Si de él dependiera, las casas no tendrían pa-redes ni las paredes puertas ni las puertas lla-ves. Su idea de la perfección es una casa conlas paredes de mar y los techos de puro cielo.El utópico sueño del hogar común.

• La pintada arquitectura transparente

No creo que nadie se escandalice si me per-mito el albedrío de afirmar que Ábalos es (enla pintura) el inventor de la ‘arquitectura trans-parente’, de la casa sin paredes. Sus espaciosarquitectónicos (de metacrilato virtual) sontan diáfanos que transparentan en dos direc-ciones: hacia adentro y hacia afuera.

Trasallá de los límites registrables, la ciu-dad, que forma parte de la casa (casa de casas,la gran casa). Más acá, la casa, que forma par-te de la ciudad (casa común), la casa unifami-liar, la casa adosada o la colmena, todas las

«Un espacio parael contraluz»Óleo/lienzo146x97cm2000

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formas imaginables de la casa: rica, pobre,flo rida, ornada o desnuda, enhiesta o desmo-ronante, los espacios abiertos de los parques olos callejones (cómplices de la uretra), dondeen los tiempos oscuros se rotulaban anunciosprohibiendo hacer aguas mayores y menoresso pena de cinco maravedíes y algún que otroazote en ‘la parte infractora’.

En la producción pictórica de Ábalos no hayespacios limitados, claustros, encorsetantes.Su ideal arquitectónico (imposible de llevar ala práctica) es la diafanidad, la desnudez, don-de la vista entra y sale como Perico por su ca-sa. Un espacio ideal (el suyo) donde penetre laciudad para instalarse en la casa como el ru-mor del mar se instala en la caracola abando-nada en la playa. No para hoy, ni para mañana,sino por siempre. La caracola, si bien se mira(y si no también) es franciscana. Véase si nocuanto al respecto anota Autoridades en la vozcorrespondiente: «Caracola. Llaman los Reli-giosos Descalzos de S. Francisco al caracolmarino que tocan en el Choro los dias solem-nes: y tambien al Religioso que sabe tocarle».

De manera que tan caracola es la caracolacomo el religioso (franciscano) que toca condonaire el pánico instrumento. Bien nombra-do caracola por sus hermanos de claustro, elfranciscano (diestro en sones) se enorgullecede arrancar a la caracola (tomada prestada a la

playa) sus dormidas interioridades, sus laten-cias. Y no por método, sino de oído.

La casa y la ciudad, toda casa y toda ciudad,son una caracola marina que el tiempo aban-dona a su albur en la playa urbana. La caracolamarina que es la ciudad hay quien la oye yquien no la oye. Y quien la ve y quien no la sa-be ver. Talmente Bacon; quien, tras una nochede mal sueño, salió con la parida aquella deque «las casas se han hecho para vivir en ellas,no para mirarlas».

Pues no: las casas también se han hecho pa-ra mirarlas, para oírlas, para gustarlas, parasentirlas, para llevárselas al oído como el her-moso pecho juvenil de un amor prometedor.

Frente al incapaz de oír la ciudad, inclusocon cornetilla o audífono, hay visionario queafirma que la siente hablar con elocuencia,que si pega el oído a los adoquines siente có-mo la ciudad se expresa cual libro abierto.

Puesto a afiliarse, Ábalos se apartida porquienes mantienen que la ciudad siempre dicecosas, confidente de su historia, pasada, pre-sente y futura; cuyos más recónditos rinconesconoce como la palma de su mano.

La ciudad (casa común y del común) es, enefecto, una caracola con el mar dentro. Peroen el mundo actual, presidido por las prisas,nadie se para a oír lo mucho que una ciudad(toda ciudad) tiene que decir a quien le presta

«Aire libre»Óleo/lienzo92x73cm2000

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ÁBALOS, JOSÉ MANUEL

oídos, el profundo latido vital de la calle re-suelta en calles, de la plaza resuelta en plazas,su historia plena de historias, como el surrea-lista (pero menos) pájaro lleno de pájaros deMiguel Hernández, a quien ayer mataron (demiseria, hambre y tisis) quienes hoy le ensal-zan atragantándose de cava y canapés.

Cada rincón de la ciudad tiene su particularaquel. Y cada aquel, su particular afán. Y cadaafán, su particular corolario. Mújica Láinez, aquien ser crítico de arte no le privó de ser es-critor, nos enseñó que las casas tienen historia,su historia, invocando en favor de su tesis laautoridad mayor de Eliot: «Houses, live anddie: There is a time for building / And a timepor filing and for generation / And a time forthe wind to break de loosened pane / And toshake de wainscot where the field-mouse trots,/ And to shake the tattered arras womnen witha silent motto».

Sí. Las casas viven y mueren. Viven enquien las vive y mueren en quien las muere.

La casa tiene una memoria muy viva. Y laciudad, también. La ciudad sabe más de sushabitantes que los habitantes de su ciudad. Ca-da rincón ha su particular historia. Y cada ca-sa, su pro pia soledad sonora.

A Ábalos, pintor de casas utópicas, le gusta-ría que las casas pudieran llevarse al oído paraescucharlas. Porque las casas tienen muchoque decir, con su lengua de cáliz apurado has-ta las heces.

En su particular morfología, la casa exponea gritos quién y por qué la ideó. Quién y porqué la encargó, concibiendo instalarse en ellapara vivir un sueño, la realidad del aconteci-miento en permanente arribo. Quién y por quéconoció en ella días de gloria o de infierno,jornadas fastas o nefastas. El amor, la fortuna,el odio, el rencor, la enfermedad, la muerte.

Ábalos pudo haber optado por pintar perso-nas, retratos. Pero prefirió pintar casas, casasde ciudad (raramente de aldea), casas que sonen sus personas, fiel retrato de sus moradores,las casas de su ciudad: Donostia, Donosti, SanSebastián, Sansebas o Sanse.

Koldo Mitxelena, insigne lingüista, des -plie ga un pentagrama coral (1953) al quecumple acogerse: Do nasa (b)astiai, Dona -sas tia, Donastia, Do nos tia... Todo eso, enfin, llámese como se llame o provenga dedonde provenga, que Ábalos pin ta de corazón(que es como los franceses nombran lo que seha ce ‘de memoria’), desde todos los ángulospo sibles, convencido (hasta la caz del hueso)de que el todo ciudad de su San Sebastián delalma vale más que la suma de las partes.

«La ciudad no se explicaba, era», escribióJulio Cortázar. Para Ábalos, San Sebastián no

se explica, es. Y como es lo pinta, a su modo,sin mimetismo, con la familiaridad que da elconocimiento.

Si algo aduce su pintura, tan urbana, es queno hay dos ciudades idénticas, pariguales. Pa -ra él, cada ciudad es única e irrepetible, comotan mi nuciosamente anotara Roden bach: «Lasciu da des tienen también su personalidad, unespíritu autónomo, un carácter casi exteriori-zado que corresponde a la alegría, al amor, alre nunciamiento. Toda ciudad tiene su estadode alma y, a poco que en ella estemos, esteestado de alma se nos comunica en un fluidoque se disuelve en el aire».

Esa personalidad, ese espíritu autónomo,ese estado de alma que se nos comunica en un

«Color de lucescambiantes»Óleo/lienzo146x81cm2010

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ÁBALOS, JOSÉ MANUEL

fluído que se disuelve en el aire, es lo queÁba los aspira a pintar: la casa en la ciudad, laciudad en sus casas, con luz inevitablementeme tálica, de acero trascendido en mar.

Las casas pintadas por Ábalos (siempreigua les y siempre diferentes) participan de laciudad tanto como la ciudad participa de lasca sas. Porque la ciudad también es una casa,la casa prototípica, la casa común. O mejor di -cho: la común casa compartida.

De ahí que en las ciudades actuales proli-fere tanto la calle-salón. La calle-salón vie-ne a ser como el saloncito de recibo (sin ho-ras limitativas ni reglas ni protocolos), el re-cibidor de casa, de la gran casa, de la casade todos que es la ciudad, concebida comoun fruto graciosamente ofrecido a quien decamino va.

En la calle-salón de la ciudad actual la gentejuega a no verse viéndose. Todo el mundo sa-be quien es quien y nadie se conoce. Todoquien se conoce de vista, sólo de vista, porqueen los tiempos que corren lo que prima es co-nocerse de lejos, lo suficientemente pertrecha-do para no comprometerse.

Donostiarra por la cuna, Ábalos vivió enMadrid el tiempo de la carrera, donde conocióun amor confesable: Velázquez.

Vuelto a Donostia, no ha hecho otra cosaque pintar velazqueñamente su ciudad, pin-

tándose en su ciudad. A veces, el pintor se per-mite la liberad de asomar físicamente en loscuadros, enmarcado por un ventanuco, ha-ciéndole un gui ño de complicidad a esa espe-cie de eternidad menor que es el futuro, enplan viajero que se asoma a la ventana del trenen marcha para no perderse el incesante cami-no que inevitablemente va quedando atrás.

La última hoja del calendario del año dosmil le pilló meditando sobre la fugacidad de lainstantaneidad (con permiso de Unamuno). Yya no hubo más remedio que asomarse de esteotro lado del tiempo.

El tercer milenio impone a Ábalos un ciertocompás de espera. El pintor y arquitecto (queno pintor-arquitecto) donostiarra se autoimpo-ne un parón reflexivo, animado por la necesi-dad de mirar atrás, hacer balance de lo hecho yproyectarse al futuro con sustantivos aires derenovación, idealmente renovado.

Los años no pasan en balde. Superada lacincuentena, la vida se ve de otra manera.

Ya no es el joven a quien entrevistara IñakiMoreno con motivo de su exposición en Bi-xen 80, que otros llaman «La Colchonería».Hay, sin embargo, algo en él que no ha cam-biado, que no cambiará nunca, su devociónpor Velázquez, a quien debe una lección queno olvida nunca: la atmósfera, el gran valorque tiene la atmósfera en su obra.

«Noches mágicas»Óleo/lienzo146x97cm2007

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Estar algo «en su atmósfera» (en la dicciónmedieval) es estar donde debe, en su ser: el tri-no en la rama (que no en el pico), la rama en elmonte (que no en el tronco), el monte en el lí-mite (que no en el horizonte), el océano en elcuarto de baño (que no en la playa), la isla deSanta Clara en las lunas de los guardarropas(que no entre los montes Igueldo y Urgull).

Todas estas sutilezas del lenguaje expresivo(de la expresión por el lenguaje) las aprendeÁbalos emborrachándose de Velázquez, alláen el Prado, la casa de todos los que algunavez han sentido la pasión de la pintura, la pa-sión por la pintura, esa embriaguez.

Frente a Velázquez, en el Prado, el alevín depintor ‘está en su atmósfera’. No sólo en elmundo, sino en su mundo; ese mundo de Ve-lazquez que debe a Velázquez al proclamarsevelazqueño hasta los evos.

• 2001/2010: renovada juventud

Entre el año 2001 y el 2006 hay una aparen-te laguna en su currículo. Espacio temporalque el artista utiliza para asentar el modo.

Un ingenuo romance gloria el ardid de SanJosé (tal vez el único que tuvo el bueno deél), consistente en errar de revés a la mulapara no ser descubierto por las huestes deHerodes.

La metáfora es trasladable al deambular hu-mano. Caminamos de frente mirando al pasa-do. Somos la inevitable expresión presente denuestro pasado. Lo que fuimos en lo que so-mos. Y más aún: en lo que estamos siendo.

De Las Meninas, hay dos aspectos que sub-yugan especialmente a Ábalos: la lección depintura (pintura al natural, en su natural at-mósfera) que se desprende de la contempla-ción del pintor ejerciendo su arte, del pintorpintando. Y la inusual dimensión del lienzo enel que el pintor pinta, se pinta.

Otros buscarán la magia del cuadro, de esecuadro de los cuadros, en otros detalles. PeroÁbalos percibe, en ese momento y acción, laimagen del Aleph, punto que reúne todos lospuntos (en la fantástica invención de Boges).

¿Qué ve, en realidad, Velázquez mientras sepinta pintándose? ¿Al curioso espectador (in-tuído por el genio) que le contempla desde elfu turo que con él comparte?

Se ha dicho que Velázquez pinta en Las Me-ninas las cosas en su aire. Más bien las pinta«en su atmósfera». Ítem más: Velázquez pintael porvenir trascendido en el presente, el futu-ro del espectador que le contempla pintándo-se, haciéndose en su hacer.

Ábalos no tiene una lectura unívoca de LasMeninas de Velázquez (¡ay de quien la ten-

ga!). La magia de ese cuadro consiste en noestar pintado, sino pintándose.

Al pintor donostiarra, el nuevo milenio letrae preguntas encadenadas que resuelve enuna idea funcional: el arte es un arcano indes-velable; porque, con el mar y el desierto, com-parte la magia de lo que se hace haciéndose,como el pintor al pintarse.

Ábalos se hace daliniano, que es su particu-lar manera de ser velazqueño.

En el año 2001, expone en Delta; su sala desiempre, hasta el punto de hacerla suya, paraque fuera más él.

Un año más tarde, para una nueva exposi-ción en la misma sala, el veintisiete de julio, elpintor escribe con su habitual trazo a lápiz concaracteres mayúsculos:

«Aire de nuevasluces»Óleo/lienzo146x81cm2010

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«Como brillos del instinto de pintar, este año se han unido los sentidos conlos deseos y algunas realidades.El resultado es una chispa del soñado resplandor.El resplandor en la pintura es comola vida en unos ojos, viene de dentro.Os espero con la intensidad, elbrillo y la chispa que siempre mehabéis regalado».Luego, la actividad expositiva vuelve a re-

lanzarse, arrojando la siguiente luz:2006: Delta-Arte, San Sebastián; Restau-

rante Castelao, Xanxenxo. Restaurante Al-gueirada, Santiago de Compostela. 2007: Del-ta-Arte en San Sebastián: Exposición de gra-bados. 2008: Bolsa de Comercio de Rosario(Argentina). Galería Picasso, Venado Tuerto(Argentina). Restaurante Vaixel, La Cañada(Valencia). Delta-Arte-San Sebastián. 2009:Casa de España. Castres. Francia. GaleríaEkain Arte Lanak. Donosti. 2010: Sala Resacay ‘Salón Azul’, Real Club Naútico de Donosti.

«Loco por el grabado» representa una nove-dad en la actividad expositiva de Ábalos. Delas casi doscientas planchas grabadas entre

1981 y 1985 expone unos cien grabados enDelta-Arte, a partir del 30 de noviembre de2007. Es su modo de cerrar el año.

Como siempre, el pintor lo explica con me-ridiana precisión: «Una histeria especial seapoderó de mí, impidiéndome cualquier acti-vidad artística que no tuviera que ver con elgrabado».

El aprendizaje fue primero lento y luegocaudaloso. En Madrid, siguiendo el consejodel arquitecto Fernando Higueras, se adentraen la ‘topinera’ (entresuelo para topos aman-tes del olor a tinta litográfica) de Dimitri Papa-guergious, de donde sale ganado para la conta-giosa causa del griego, filósofo por naturaleza,que no por estudios.

Luego, ya en Donostia, serían Ignacio Chi-llida y Mónica Bergareche quienes entraronal quite, encelándole.

Ábalos hizo lo que es preciso hacer: embo -rra charse de grabado, sentir por el grabado lapasión que se deriva del enamoramiento.

Quien hace un grabado no es un grabador.El verdadero grabador es el que se pone unmandil del hule, se merca en la tienda mediadocena de buriles, algún que otro pincel y

«Ventana aljardín»Óleo/lienzo100x73 cm2008

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cuanto la pasión grabadora exige: ácido nítri-co, percloruro de hierro, planchas de cobre,cubetas, barnices, tarlatanas, bruñidores, di-solventes, resinas... Y se encariña con el gra-bado hasta vivirlo como un encoñamiento.

Del repertorio grabado (fundametalmente alaguafuerte) ocasión habrá de hablar en un mo-mento y medio más específico.

En el grabado, Ábalos se perfila riguroso,clásico, barojiano, partidario de don RicardoBaroja, de quien la malediencia madrileña ha-blaba que era el único Baroja con verdaderotalento; y no un leño, como don Pío.

Dos años más tarde, en la exposición delaño 2009, en Ekain, Arte Lanak, se acoge elmarbete ‘Desde resaca’ . Ostensiblemente éstaes la muestra más decidamente daliniana (gui-ño al maestro de Cadaqués) de cuantas el pin-tor donostiarra contabiliza hasta la fecha.

Los signos son inequívocos: la barra supe-rior de la cortina, los paños desplegados a am-bos lados, la ventana abierta al paisaje.

El pintor-escritor pudo haber antepuesto elartículo determinado, ‘Desde la resaca’; perose acogió a la desnudez sustantiva para fijarsus impresiones, y ya se verá porqué:

«Desde resaca. Un lugar y un paisaje sonuna vida. Tiernas tardes del amor adolescenteque aún crece. Celebraciones de estudianteque eran futuro. Llantos que el tiempo endulza.

Como testigo: el horizonte. Ese mismo ho-rizonte que me animó a pintar en momentos‘Cuesta-arriba’.

Hoy, que vivimos un momento ‘Cuesta-arriba’, quiero agradecer al anterior (1980-

81-82), que volviera a zambullirme en la pin-tura que es la pasión con la que nací.

Con este recuerdo quise pintar ‘Desde re-saca’ lo que, tal vez, no se puede pintar. Lassensaciones de una vida. Para ello, le pedí ami amigo Iñaki Getaria que me hiciera unhueco en su ‘Bar Resaca’ para guardar mislienzos cuando no pudiera pintar por el maltiempo. Desde el 13 de marzo hasta el 25 demayo Iñaki los ha custodiado dando fe de lapésima meteorología de la primavera donos-tiarra. Gracias.

Desde Resaca, he pintado, he dibujado, hetomado apuntes, he fotografiado, he meditadoy he preparado esta exposición. Pero ha sidoJuan Cruz Unzurrunzaga, mi viejo y buenamigo, quien me ha pedido exponerla en suGalería Erkaín. Allí estaremos. Desde el 2 deJulio, que es jueves, hasta el 15 de agosto.

No os confiéis porque sea bastante tiempo,que, sobre todo en verano, el tiempo vuela. Osesperamos con la ilusión de siempre».

Tras la lectura queda claro que Ábalos nopinta desde la resaca, sino desde el estableci-miento hotelero que se acoge a tan precisonombre. Pero una segunda lectura (más medi-tada que la anterior) arroja otros perfiles: Ába-los alude a momentos ‘cuesta-arriba’, ligadosa su particular biografía, que no precisa. Hayresaca, de lo por vivir. Porque también el futu-ro se vive como una resaca:

«El horizonte salpica de luz las soñadasatardecidas otoñales. El hombre con su pre-sencia insinuada, evoca recuerdos que sonsensaciones de toda una vida abierta a la luz

«La luz delviento desdeResaca»Óleo/lienzo146x97 cm.2009

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del horizonte. Pálidas luces que acompañan ycalman. Brillos que atan el espacio a los obje-tos más cercanos cambiando su dimensiónpara trascender más allá del cuadro. Hacia elhorizonte. Otoño 2008.»

Ábalos ya no se conforma sólo con pintar.Su aspiración es ser testigo (privilegiado) deltiempo que pasa, dar fe de vida, confesar neru-dianamente que ha vivido.

Admirado contempla cómo el verano se re-suelve en otoño y el otoño en invierno.

«La nieve cambia la ciudad como el traje auna novia. Igual pero más radiante. El blancoes el color del bien. Por eso es ‘año de bie-nes’. La luz brilla en calma y aparece el res-plandor del aire. Para respirar. Enero 2009».

Ha nevado en La Concha, miel sobre hojue-las, y el pintor no quiere que tan majestuosoacontecimiento se pierda en el olvido.

De ‘Resaca’, su refugio de guerrero, saca unlienzo, lo planta frente al horizonte y represen-ta el insólito espectáculo del árbol desnudo(asaeteado por el viento glaciar) y la playa en-canecida por la nieve.

‘Presagio de nevadas’ y ‘Año de bienes’ sonsu particular visión dúplice del acontecimien-to. Va a nevar. Ha nevado. Bendita sea la nieveque esponja los campos y preludia dichas.

San Sebastián nevado viene a ser una espe-cie de San Sebastián doblemente enjoyado,aunque nunca llueva (nieve) a gusto de todos.

«La niebla y la nieve atrapan. El aire sevuelve blanco. El horizonte se disipa y apare-ce como una sensación de sosiego: un espec-tro tras los cristales.

Pequeñas cuerdas aparecen en los cuadroscomo guías de ayuda que perfilan los difusoscontornos del aire atrapado.

Tal vez sean guías de futuro. Para vivir.Enero 2009».

Como escritor, Ábalos pone puntos donde elcomún de los escritores pone comas. La bre-vedad en la escritura es su cortesía de pintor.Pintando, en cambio, se permite el albedrío demultiplicar su visión: como en la triple repre-sentación que denomina ‘Luces de la Costi’.

Su última gran exposición, con la que cierrala década de la ‘cuesta-arriba’ ya sin cuestaarriba, lleva por título ‘En el Náutico’ 2010, encuyo salón Azul muestra su última produc-ción. Para el propósito se deja fotografiar condos langostinos a guisa de mostachos, titulan-dose el retrato ‘Va por usted, don Salvador’.

El pintor sigue siendo daliniano (que es sumodo de ser velazqueño). Ahora, sólo en laconformación de la ventana; donde siempre seañoran los glúteos de diosa terrenal de la her-mana del pintor (allá en Cadaqués), el culovestido más desnudamente mejor pintado dela pintura española. Esa chica de espaldas, dela que obligado fuera enamorarse, con ese tra-sero suyo tan prometedor.

Autofigurado en la ventana del Naútico (lasirena varada de San Sebastián), el transatláti-co que nunca surcó la mar océana), Ábaloscon su peculiar grafía (lapicero y mayúscula),minuciosamente anota (cual tiene por invete-rado norma):

«El arte es puro juego, que es igual a puravida, que es igual a puro fuego. Veréis el as-

«Magia deatardecidadesde Resaca»Óleo/lienzo146x97 cm.2009

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cua encendida. (De mi amigo Antonio Macha-do). La exposición de este año, la he titulado‘En el Náutico’ porque es en el Náutico y va aestar colgada todo el mes de agosto desde el29 de julio.

El cuadro de la portada se titula ‘en el Náu-tico’ y es porque me he pintado a mí mismoasomado a la ventana de la Sala de Exposi-ciones. Esa ventana maravillosa que, seguro,robará protagonismo a mis cuadros, está tancerca del mar que las olas baten sobre ella.Tal vez por eso, la ventana tiene forma de ola.Y sólo se ve desde dentro (la forma de ola)».

Las reflexiones prosiguen catálogo adentro:«Una ventana abierta al horizonte al futuro

al color y a la luz. Eso es la pintura. Espaciospara la calma, para soñar. Lugares de ningúnlugar. Para vivir. Esas luces limpias de la in-fancia para soñar».

El pintor ha devenido utópico, repentina-mente vocado por el no-lugar, el lugar queexiste sólo en la imaginación.

De los tres agujeros de San Sebastián, Ába-los casi siempre pinta dos, sólo dos. Y aclara:

«Pido perdón por la osadía de brindar estepequeño recuerdo a Salvador Dalí. De él heaprendido que los cuadros pueden contar his-torias.

Una de mis historias trata sobre un pobre li-monero. Un árbol que, por mi total ignoran-cia, se muere por un exceso de cariño haciaél. Plantado en el mejor lugar, con la mejortierra, bien podado y muy bien regado.

Tan bien regado que eso lo ha matado. Por

mi ignorancia he inundado el limonero. Algu-nos de mis cuadros cuentan la triste historiade mi pobre árbol. Es la única forma que seme ocurre para recordarlo.

Hoy, mirándolo de cerca, tiene algunos bro-tes nuevos. Sálvate limonero inundado».

Trasplantado ocasionalmente a Levante,Ábalos yerra al pasar de agua al limonero (ha-bituado al secarral). El limonero admite que sele pase de txacolí, no de agua. O que el poetajuegue con su fruto a hacer metáforas, comoen la graciosa estampa garcialorqueña de lasjóvenes que arrojaban limones al agua de lasacequias para que se volvieran de oro.

Sin percibirlo, o percibiéndolo muy bien,José Manuel Ábalos se adentra en la edad deoro (la cumplida edad de la sabiduría) abrien-do su pintura al amarillo limón, que cada vezpajarea más en sus pinturas.

En buena hora, Ábalos ha abierto su paleta auna primavera donde ‘el color que imita al deloro cuando es subido y a la flor de la retamacuando es bajo y amortiguado’ (Autoridades)campa por sus respetos.

Lo que pinte en adelante: escrito está en lasestrellas. Con lápiz y en mayúsculas, natural-mente.

AUTORIDADES

IÑAKI MORENO RUIZ DE EGUINO: «Minuciosa, estu-diada con pausa, reflexionada la imagen antesde tomar la decisión última de gestar la obra, essin duda, la conclusión que sentimos ante lasobras de Ábalos, quien para muchos mezcla el

«El reposo dela luz»Óleo/lienzo130x81 cm.2010

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puro automatatismo, con la temática surrealista.Este pintor en el claroscuro y en el tratamientode la materia y la construcción marca la expre-sión de un nuevo dramatismo realista, sin llegaral distorsionamiento». (Bixen 80. DV. 7.I.1983).

CARLOS DUARTE: «Sus grabados son punto aparteen el que se nota una larga búsqueda de cara alfuturo» (Me gusta buscar la magia de las cosas.Panorama. San Sebastián, 4.II.1984).

JUAN JOSÉ OCHOA ESCOBAR: «Creemos [...] que laimportancia de su obra, más que en los interio-res que nos ofrece, se centra en las prendas devestir que realistamente ha sabido plasmar.También en su floresta y figurativo hallamosmatices artísticos llenos de ternura. Los visillos,a menudo usados en sus obras, creemos merez-can un poco más de estudio; pues adolecen decierto efectismo que resta valor a los temas enque los utiliza». (Ábalos en Gaspar, Rentería.Inédito firmado por el autor, poeta y escritor his-pano colombiano, 1984).

MARIO MARRODÁN: «Es sobre todo grabador. 1984.Participa y es seleccionado en los Premios GureArtea-84 precisamente en la modalidad de Graba -do». (Diccionario de pintores vascos. Beramar.Bilbao, 1989). // «Pintor guipuzcoano actual.Arqui tecto de profesión. Ha expuesto en mues-tras colectivas e individuales por Guipúz coa».(Ibíd., en Ávalos).

PALOMA HERRERO: «El grabado fue un descubri-miento y un goce para Ábalos. Le gusta reali-zarlos en invierno porque piensa que son pro-pios de días lluviosos y fríos, que poseen un olorespecial y que constituyen una sorpresa porqueel ácido no se sabe qué es capaz de hacer, gra-bados con planchas de cobre, aguafuertes y pun-tas secas en los que sigue recogiendo las vistas

de su San Sebastián natal y que comenzara apro-ximadamente hace nueve años». (J.M.A. exponeen el Club Prensa Canaria. «La Provincia». LasPalmas, 1990). // «Delicado dibujante de tonosrománticos y pintor que recoge los rincones desu ciudad natal y que realiza bodegones intimis-tas en los que los objetos se ordenan armónica-mente sin que en ellos falte una flor». (Diccio -nario de pintores y escultores españoles delsiglo XX. Forum Artis. Madrid, 1994).

PEDRO SHIMOSE: «Ábalos concibe la pintura comosi el cuadro fuese una ventana a través de la cualretrata a “su San Sebastián al través de una inte-ligencia. De este modo, su pintura es también unsilogismo o un teorema. Al público le corres-ponde imaginar al pintor invisible que pinta cua-dros que contienen a otro pintor hasta que éstese integra en el paisaje. José Manuel Ábalos pin-ta espejismos. Su obra es un juego de espejos, enel cual la geometría, el silencio y la ilusión ópti-ca constituyen una invitación a la poesía y elensueño». (Los espejismos de José Manuel Ába-los. Telva. Madrid, 1997).

ALICIA CENTENERA: «Sus lienzos son inventario deun paisaje pero también memoria de la casa y lavida de una familia: en ellos quedan la cafeterao la batidora, un muñecote que alguno de sushijos hizo de chavalín». (Ábalos. Bien acompa-ñado. Diario Vasco. San Sebastián, 8.XI.1997).

OLAIA PRIETO: «El paisaje de San Sebastián esescenario de la mayoría de sus pinturas, lo con-sidera un soporte para sus obras, porque a pesarde que está presente en muchas ocasiones, nun-ca lo hace de la misma manera, sólo responde adiferentes elementos que se encuentran dentrodel cuadro». (Ábalos introduce materiales detra bajo en sus pinturas. DV. 28.VII.2004).

«La playa verde»Óleo/lienzo146x892010