ayotzinapa. la autopista del sol, testigo de la impunidad

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1 CAPÌTULO III: LA AUTOPISTA DEL SOL, TESTIGO DE LA IMPUNIDAD ¡Vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto, no has muerto, no has muerto camarada, tu muerte, tu muerte, tu muerte será vengada, ¿y quién la vengará?, el pueblo organizado, ¿y cómo? luchando, entonces lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar por un gobierno obrero campesino y popular! Déjenlo… ya está muerto “El 12 de diciembre de 2011, cuando salimos de la Normal de Ayotzinapa, pasamos la primer caseta del libramiento, llegando a la cuidad de Chilpancingo, nos estaban esperando varias patrullas de los federales y militares”, recuerda Óscar Nava, alumno de la Normal Rural, mientras relata su testimonio ante la cámara, con el rostro cubierto por una playera color morado que sólo deja ver sus ojos color avellana, su mirada refleja sentimientos encontrados que van desde la incertidumbre a la tristeza. Óscar, al igual que otros de sus compañeros ha decidido cubrirse el rostro y cambiar su verdadero nombre para evitar represalias a su persona. Quinientos manifestantes participaron en el bloqueo de la autopista que inició alrededor de las 11:30 a.m en el kilómetro 007+500, sobre el tramo Chilpancingo-Acapulco en dirección norte a sur en las inmediaciones de la estación de gasolina 4033, conocida como: “Eva” y en el trayecto de sur a norte de Acapulco- Chilpancingo, frente a la estación de gasolina 4049 conocida como: “Triángulo del Sol”. Los cuatro carriles que comprende esta

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CAPÌTULO III: LA AUTOPISTA DEL SOL, TESTIGO DE LA

IMPUNIDAD

¡Vestido de verde olivo, políticamente vivo,

no has muerto, no has muerto, no has muerto camarada,

tu muerte, tu muerte,

tu muerte será vengada, ¿y quién la vengará?,

el pueblo organizado, ¿y cómo?

luchando, entonces

lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar por un gobierno

obrero campesino y popular!

Déjenlo… ya está muerto

“El 12 de diciembre de 2011, cuando salimos de la Normal de

Ayotzinapa, pasamos la primer caseta del libramiento, llegando a la cuidad de

Chilpancingo, nos estaban esperando varias patrullas de los federales y

militares”, recuerda Óscar Nava, alumno de la Normal Rural, mientras relata

su testimonio ante la cámara, con el rostro cubierto por una playera color

morado que sólo deja ver sus ojos color avellana, su mirada refleja

sentimientos encontrados que van desde la incertidumbre a la tristeza. Óscar, al

igual que otros de sus compañeros ha decidido cubrirse el rostro y cambiar su

verdadero nombre para evitar represalias a su persona.

Quinientos manifestantes participaron en el bloqueo de la autopista que

inició alrededor de las 11:30 a.m en el kilómetro 007+500, sobre el tramo

Chilpancingo-Acapulco en dirección norte a sur en las inmediaciones de la

estación de gasolina 4033, conocida como: “Eva” y en el trayecto de sur a

norte de Acapulco- Chilpancingo, frente a la estación de gasolina 4049

conocida como: “Triángulo del Sol”. Los cuatro carriles que comprende esta

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vía fueron cerrados a la circulación por parte del grupo de personas,

atravesando los autobuses en los que se trasportaron al lugar.

Gerónimo Abraján, se encontraba en la manifestación, quién además de

estudiar gusta de montar a caballo, comentó: “cuando bloqueamos la Autopista

del Sol, llevábamos una manta que decía: ‘EXIGIMOS LA FIRMA DEL

PLIEGO PETITORIO’ y otra que decía: ‘EXIGIMOS CLASES’, era lo único

que llevábamos. No llevábamos armas. Nosotros llegamos pacíficamente”. Sin

embrago, lo que había iniciado como una de tantas manifestaciones que

realizan estos estudiantes, minutos después se convertiría en un acto represivo

y violento por parte las fuerzas del Estado.

En la Autopista del Sol, 2011 Foto: Archivo Ayotzinapa

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Diez minutos transcurrieron desde el inicio del bloqueo carretero cuando

los ánimos se empezaron a encender. Los estudiantes querían ser atendidos por

el gobernador y las autoridades querían desalojar, no se ponían de acuerdo, más

de dos veces se les habían cancelado las audiencias para la negociación del

pliego petitorio: “No nos íbamos a quitar de ahí para que nos dijeran después

que no se iba a poder… llegó un comandante de la Policía Federal diciendo

que nos quitáramos porque era un delito federal estar bloqueando la

carretera”, comenta Sebastián Molina quien actualmente funge como

Secretario General de la FECSM, y efectivamente, la postura de los

normalistas era clara: hablar con el gobernador, ser escuchados, negociar para

que las dos partes estuvieran de acuerdo, pero éste no pensaba lo mismo.

Para realizar mayor presión, comenzaron a llegar los cuerpos policiacos,

realizando un cerco en el que los normalistas quedaron atrapados, niños, niñas,

hombres y mujeres jóvenes y de la tercera edad se encontraba en la zona de

conflicto. El abuso de poder empezaba a hacerse presente.

Llegada de los federales a la Autopista, 2011. Foto: Archivo Ayotzinapa.

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Alrededor del medio día, después de las negociaciones fallidas con los

estudiantes, los normalistas expresan fueron las fuerzas armadas las que

iniciaron la agresión, primero lanzando gas lacrimógeno -estrategia usada

como método de control para dispersar a manifestantes en una marcha o

revuelta, ya que “no causa daños graves a la salud”, de ahí la legalidad de la

misma.

“Los policías empezaron a aventar gas lacrimógeno debajo de los

autobuses, eso nos empezó a distraer y cada uno se fue por su lado, fue cuando

empezaron a llegar más patrullas, los policías ministeriales ya estaban

llegando, empezaron a disparar al aire”, dijo Celso Salado, quien cursaba el

cuarto grado en la Normal, y que en ese momento pertenecía al Comité Pro

clausura de dicha institución.

Los alumnos y personas de las distintas organizaciones sociales del

estado de Guerrero que apoyaban la manifestación, corrieron a buscar un

refugio, pues las balas mezcladas con el gas lacrimógeno crearon el escenario

idóneo para infundir pánico entre los paristas.

Los policías empezaron a replegar a los manifestantes, cada uno se

encontraba en un extremo de la autopista, al pasar de los minutos la violencia

se fue incrementando. Los estudiantes comenzaron a buscar palos, piedras o lo

que pudieran encontrar para resguardar su integridad física, pues los policías ya

no sólo echaban tiros al aire, sino que ahora, apuntaban con armas de alto

calibre a quien estuviera dentro de la manifestación, como si fueran cazadores

buscando una presa a la cual asesinar a sangre fría.

Tal fue la irresponsabilidad de los grupos policiacos, que al abusar del

uso irracional de la fuerza no se detuvieron a analizar el riesgo que corrían, no

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sólo el grupo de estudiantes y de las organizaciones sociales, sino los

ciudadanos que se encontraban dentro de sus autos en la autopista, quienes al

hallarse en medio de la balacera se alarmaron al verse sin posibilidades de

hacer nada.

Los estudiantes que estuvieron en el bloqueo, de ese 12 de diciembre de

2011 coinciden en que fueron los policías federales los que dispararon sin

cesar:

Los federales comenzaron a disparar contra nosotros,

posteriormente hirieron a un compañero en la cabeza con una

piedra. Cuando yo estaba atrás de los autobuses, un compañero

cayó enfrente de donde estaban los federales, corrí a ayudarlo,

porque pensé que le habían dado con una piedra en la cabeza,

cuando unos reporteros nos gritaron: “déjenlo, ya está muerto”.

Cuando lo quisimos voltear con los demás compañeros…el

compañero ya estaba muerto, ya no podía moverse, nos contó

Óscar.

Las imágenes capturadas por periodistas demuestran la brutalidad

del desalojo, en las que se observa cómo se les apunta a los normalistas

con armas de fuego de alto calibre.

La cacería, 2011

Foto: Archivo Ayotzinapa.

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El alumno que cayó primero fue Gabriel Echeverría de Jesús, en el tramo

de sur a norte de la carretera, fue herido no por una piedra sino por una bala,

que en un segundo apagó su vida como si fuera un interruptor de luz. Su cuerpo

quedó tirado en el asfalto, bajo los rayos del sol, sus compañeros nada podían

hacer.

Con el rostro cubierto por una playera color azul marino, el pants de la

escuela y tenis, Gabriel se alistó como los demás para estar presente en el

bloqueo de la Autopista del Sol, políticamente activo, el joven fue electo como

Delegado Nacional, lo cual implica representar a la Normal ante la Federación

de Estudiantes Socialistas de México (FECSM), se encargaba también de

politizar a sus demás compañeros pues ocupaba la cartera de Comité de

Orientación Política e Ideológica (COPI), el “Cheve” como le apodaban, nació

en el municipio de Tixtla, tenía 20 años.

Este es el momento más álgido de lo ocurrido dentro de la Autopista del

Sol, los policías disparaban a lo que se moviera, los normalistas no se podían

explicar los hechos. Minutos antes exigían diálogo y lo que recibieron fueron

balas, esto no es algo nuevo en el estado de Guerrero, pues según el Informe

sobre la situación de las y los defensores de derechos humanos en México, de

la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que Guerrero es uno de

los cinco estados donde más se han registrado agresiones contra luchadores

sociales. Según datos de La Jornada Guerrero, en los últimos años 17

miembros de agrupaciones políticas y sociales han sido asesinados, a la par se

han realizado detenciones forzadas a dirigentes de grupos ecologistas, lo que

demuestra cual es la postura de este gobierno ante el activismo político.

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Lo anterior ratifica los hechos, Guerrero, es sin duda, uno de los estados

más peligrosos para los activistas, pues el uso de la fuerza no se limita sólo a

replegar o dispersar manifestantes, sino que se emplean métodos en los que la

vida humana carece de valor. Se había logrado el objetivo de los federales:

matar a un estudiante que se encontraba obstruyendo el paso en esa vía de gran

circulación dentro del estado de Guerrero. Un estudiante que se manifestaba

porque en su escuela no había clases, y porque quería que al igual que él, otros

estudiantes pudieran prepararse para salir de la marginación. Sin embargo la

muerte de Gabriel no fue suficiente.

Minutos después, las balas alcanzaron a Jorge Alexis Herrera Pino,

también normalista de Ayotzinapa

Nosotros nunca nos imaginábamos que era otro muerto, ya

hasta que regresamos otra vez, fueron la mera verdad a lo

que nosotros nos pudimos dar cuenta… tenían yo creo

francotiradores porque qué casualidad que a los dos

compañeros le dieron en la cabeza, recuerda Gerónimo, la

muerte de su compañero fue inmediata.

Jorge Alexis Herrera Pino, joven originario del municipio de Atoyac,

perteneciente a la región de la Costa Grande de Guerrero, gustaba de los

deportes, estudiaba la licenciatura en educación primaria, el “Güero”, como le

decían, tenía 22 años cuando ocurrió el trágico desalojo, su cuerpo cayó sobre

el carril de norte a sur de la autopista.

Al ver a sus compañeros asesinados, los normalistas corrieron, no para

librarse de ser detenidos o golpeados, sino asesinados. Sus corazones latían con

rapidez, algunos ni siquiera sabían qué hacer, todo ocurrió en cuestión de

minutos. Parecía por momentos que se trataba de una de las batallas que las

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fuerzas armadas han empleado desde la famosa “Guerra contra el narco”, en la

que las calles del país se han visto envueltas en tiroteos a cualquier hora del

día.

Pero… ¿los estudiantes eran delincuentes?, ¿iban armados?, ¿eran

peligrosos?, las respuestas a las preguntas anteriores es “NO”: no eran

delincuentes, no iban armados, y por lo tanto no eran peligrosos, sin embargo

la policía siguió con la represión.

Los alumnos no se podían explicar el porqué del diálogo violento, pues

nunca esperaron esa respuesta, como lo expresa Guillermo Hernández, quien

en ese momento cursaba el primer grado y hoy en día es Secretario General de

la Normal: “en la represión si nos golpean, son los antimotines, eso si nos

golpean… nunca pensamos que nos iban a replegar con balas, fue un fuego

cruzado directamente a disparar a los compañeros”. Podríamos pensar que

después del asesinato de los dos jóvenes, las cosas se tranquilizarían, pero no

fue así.

Pareciera que el asesinato de los normalistas era una “meta” a lograr a

través de represión. Los estudiantes que expresaron su sentir han llegado a

pensar que después de que las cosas se salieron de control, las distintas

corporaciones policiacas, buscaron a toda costa “lavarse las manos”, pues a la

par del doble homicidio se incendió la estación de gasolina “Eva”:

Hubo un incendio de una gasolinera que prácticamente lo

provocaron los policías federales, fueron ellos los que

provocaron eso, antes que pasara eso, hubo un policía que

estaba regando… como agua. Cargaba una cubeta, no

supimos lo que era, pero estaba rociando ahí por la

gasolinera, entonces cuando incendiaron la gasolinera, en

un video sale que el compa que incendió se va directamente a

donde están los policías federales, cosa que gente de la

Normal no hubiera hecho eso, porque prácticamente los

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hubieran detenido”, dijo Sebastián Molina quién también

estuvo presente en la llamada “carretera de la muerte”.

Según el relato de Celso, en la autopista:

Hay cuatro carriles: dos que van para Acapulco y dos para

Chilpancingo, la mayoría estaba del lado que va para

Acapulco, y la minoría estábamos del otro lado enfrente de

la gasolinera que se incendió. Si nosotros estábamos de este

lado de la gasolinera que no incendiaron y la mayoría

rumbo a la federal que va a Acapulco, entonces nos hicimos

la pregunta: ¿quién incendió la gasolinera si nosotros no

estábamos allá?

El lugar se había vuelto intransitable, parecía más un campo de batalla

que una ruta para llegar a casa, en el que los policías perseguían a los que eran

considerados “delincuentes”, tenían evidentemente que buscar a los

“responsables” del asesinato de los dos normalista y del trabajador Rivas

Cámara, quién según de las declaraciones de las autoridades era despachador

de la gasolinera que fue incendiada, mismo que perdió la vida al intentar cerrar

las válvulas que transportan la gasolina.

Cuando ocurrió el desalojo de la Autopista del Sol, las fuerzas del Estado

persiguieron a los normalistas para detenerlos y desaparecerlos, esta es la

visión que tienen los mismos protagonistas que catalogan el suceso como un

acto bien armado del gobierno para debilitar a la Normal de Ayotzinapa.

La persecución siguió a lo largo de varias horas después de la hora en la

que sucedieron los hechos, cada uno de los estudiantes corrió para no ser

alcanzado por las balas de las armas que llevaban consigo los policías. Óscar

recuerda cuando salió del lugar:

Ellos nos fueron siguiendo, seguían disparando para darnos,

yo corrí hacia el cerro con unos compañeros, entonces lo que

hicimos fue dispersarnos para que no nos siguieran a todos,

corrimos al cerro, y nos dijeron que venían los de la

montada, que traían perros y que nos iban a agarrar.

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El miedo paralizaba a los normalistas, balas, patrullas a gran velocidad,

gritos, desesperación, impotencia, se sentían acorralados, no había nadie a

quien pedir ayuda, la única opción era correr entre los cerros, y de ahí regresar

a la Normal.

Uso irracional de la fuerza

Según informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos

(CNDH), 168 servidores públicos participaron en el bloqueo, entre los cuales

se encontraban: 61 pertenecientes a la Policía Federal, 73 a la Ministerial y 34

a la Estatal, 91 de ellos portaban armas de fuego, las cuales fueron usadas

indiscriminadamente.

Tres alumnos resultaron lesionados en el fuego cruzado, uno en el tórax,

el segundo en la pierna y el tercero en la pantorrilla, mismos que fueron

auxiliados por sus propios compañeros, pues a pesar de que en el área de la

manifestación se encontraban ambulancias y equipo médico, estos se negaron a

brindar apoyo a los manifestantes, como menciona Sebastián:

Le dispararon a un compañero que le apodan el 40, casi en

la boca de estómago, el tiro le pasó por los pulmones,

despedazando uno, el compañero casi iba a estar muerto. En

ese momento, el Secretario General lo subió a la Urban y

rápidamente lo llevaron a un hospital, en el hospital donde lo

estaban atendiendo los policías fueron para quitarle los

aparatos para que el pudiera sobrevivir, eso fue algo muy

feo.

Dentro de las investigaciones realizadas por el gobierno del estado, se

llegó a la conclusión de que la responsabilidad era de dos policías

ministeriales. A pesar de esto, siempre se intentó culpar a los normalistas de

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haber sido ellos quiénes dispararon contra sus compañeros, además se les acusó

de portar armas de fuego de alto calibre:

A uno le implantaron un cuerno de chivo, cuando lo

detuvieron, lo embolsaron, le pusieron una bolsa en la

cabeza, lo llevaron a un pueblo. Él se acuerda que más o

menos ubica el lugar, rumbo a Zumpango, como a 10

minutos de Chilpancingo, ahí ellos le hicieron disparar el

cuerno de chivo, para que en la prueba de radizonato saliera

que fue él que disparó, comentó Sebastián.

Ante este hecho el estudiante de 19 años que fue obligado a disparar,

presentó según la CNDH, signos y síntomas de tortura, violando evidentemente

sus derechos humanos, todo lo anterior realizado por parte de los policías

ministeriales, adscritos a la Procuraduría General de Justicia de Guerrero

(PGJE). Las detenciones arbitrarias siguieron:

a los compañeros los estaban sometiendo, les quitaron la

playera, los golpearon, los subieron a un carrito blanco y se

los llevaron, y a los que se llevaron fueron a los que se

metieron a la cárcel, los torturaron, para que se declararan

culpables”, recordó Celso, quien al igual que otros de sus

compañeros, tuvo que huir del lugar.

En testimonio, los estudiantes cuentan que tuvieron que recorrer varios

kilómetros para ponerse a salvo, pasaron horas sin comer y beber agua, pues

“no iban preparados” para tal escenario. Escondiéndose entre los cerros, los

alumnos encontraron un refugio, pues este era el único lugar al que podían

recurrir. La persecución de los “ayotzinapos” siguió por aire, varios

helicópteros sobrevolaban la zona buscando una “presa” que atrapar.

Los jóvenes trataban de protegerse cambiándose de ropa, buscando

apoyo de la gente que estaba en el lugar, o en un centro comercial cercano,

pues cualquier muchacho que se encontrara en la zona era blanco de una

detención, como lo cuenta Salado:

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Yo traía un pants de la normal que decía Ayotzinapa, y yo

pensé: si salgo con este pants me van a agarrar. Lo que yo

hice fue tomar prestado un pantalón de una casa donde me

refugié y dejé una nota y les especifiqué que tomé el pantalón

a consecuencia de que habían matado a unos compañeros…

no nos comunicábamos bien porque hasta la red de teléfono

quitaron.

La detención de jóvenes con características a los estudiantes de la normal

fueron la excusa para “agarrar” a quien pasara por el lugar “sin deberla ni

temerla”, así lo vivió en carne propia el periodista Erick Escobedo, quien

colaboraba en el semanario “Trinchera” y por casualidad pasaba por el lugar. A

último momento no importaba quien fuera, si era un niño o anciano daba igual,

mientras se encontrara en el lugar ya era un culpable más, “había que agarrar

parejo”, el chiste era reprimir.

Veinticuatro fueron las detenciones que se realizaron en el desalojo de la

Autopista del Sol. Algunas de ellas, según el informe de la CNDH, fueron

objeto de lesiones, tratos crueles y conductas indignas. Entre los detenidos se

encontraban cuatro menores de edad y una mujer, estas últimas cinco personas

debieron haber tenido un trato especial; los menores puestos a disposición de

un Ministerio Público especializado en adolescentes y la mujer separada de los

hombres, sin embrago fueron resguardados con el resto de los detenidos.

En el lugar de los hechos, los dos alumnos de la Normal Rural Raúl

Isidro Burgos, se encontraban asesinados en el asfalto, bajo los rayos del sol.

Pasaba del medio día. Elementos de la policía que aún se encontraban en el

lugar, realizaron actos de omisión ante la magnitud del evento y alteraron el

lugar “ocultando y desapareciendo” evidencias de ayuda para el peritaje, ya

que no fueron encontradas las ojivas -parte superior de la bala- que causaron la

muerte y lesiones de los normalistas.

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Al lograr salir de la zona de conflicto, los estudiantes, hicieron lo que

fuera por llegar a sus casas o a la escuela, pues sabían que tenían que empezar

a organizarse para exigir justicia, muchos de ellos no podían creer lo que

habían vivido ese día, los alumnos cuentan que algunos no volvieron a la

escuela porque sus padres se lo prohibieron, se vivía un ambiente de miedo

generalizado.

A cuenta gotas fueron llegando uno a uno, algunos sin zapatos, otros más

con ampollas en los pies de caminar y correr, lo que no esperaban es que

cuando ellos se encontraban en el lugar que creían seguro, policías ya estaban

en los alrededores de la institución, en la entrada hacia Tixtla, parecía que a

donde estuvieran, ser estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa presentaba

un peligro inminente.

Llegando el 12 de diciembre nos reorganizamos y

empezamos a buscar un plan de acción, para empezar el

movimiento, porque no se había visto algo de tal magnitud,

una represión con armamento a disparar como si fuéramos

peor que delincuentes, nos dio coraje, algunos compañeros

lloraron, yo me aguanté las ganas… pero me sobraban,

recordó Celso Salado.

Al enterarse de lo sucedido, padres de familia y organizaciones sociales

se concentraron en la Normal para iniciar un plan de acción. La institución

había sido sometida a diversas represiones del estado, pero nunca había llegado

al extremo tal de asesinar. El ambiente era tenso. Se vivían sentimientos

encontrados, pero tenían algo muy claro, debían exigir castigo a los culpables.

La resistencia después del conflicto

Cuando se concentró casi la totalidad de los alumnos en la Normal, se

hizo una reunión en la que se llegó al acuerdo de que el día siguiente se

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realizaría una rueda de prensa, en la que se explicaría a los medios lo que había

sucedido y la demanda principal: juicio político al gobernador Ángel Aguirre

Rivero. Inició así el movimiento estudiantil.

Al día siguiente, se realizó una marcha pacífica, la marcha del silencio,

en la que los estudiantes exigían la liberación de los presos de la Normal y el

esclarecimiento del doble homicidio de sus compañeros. Sin embargo, la

respuesta del gobernador no se hizo esperar, “el 14 de diciembre, hubo una

marcha por parte de Aguirre en contra de la Normal de Ayotzinapa,

desprestigiando la escuela, sabiendo que él fue el culpable”, dijo Sebastián,

pues a decir del alumno existen pruebas de una entrevista con el Subprocurador

General de Justicia, diciendo que el mandatario le pidió que dejara limpia la

carretera, “él la dejó limpia”, pero nosotros decimos que en ningún momento

la dejó limpia porque “mató a dos compañeros de nosotros”

No existía diálogo entre el gobernador y los estudiantes, se tuvo que crear

una interlocución del Distrito Federal, para que intermediarios como Carlos

Fazio y Miguel Álvarez dialogaran con el gobernador representando a la

Normal Rural de Ayotzinapa. Los normalistas no aceptaron la disculpa del

gobernador. Era indignante.

Las condiciones por las que pasaba el movimiento estudiantil eran

precarias, se les había recortado el presupuesto asignado para las raciones

alimenticias, realizaron actividades de difusión, de volanteo y vívereo, porque

no llegaba la comida. A decir se Celso Salado había un enemigo más fuerte que

el mismo Estado: los medios masivos de comunicación:

Ya estábamos en enero, el movimiento seguía, el movimiento

no fue en contra de Aguirre, sino una guerra contra los

medios de comunicación .Fueron –los medios- los que

principalmente atacaron… aparecía en la televisión nacional

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que nosotros éramos los culpables, que cómo era posible que

nosotros de Ayotzinapa que históricamente es cuna de

guerrilleros justificando a Aguirre.

Sin duda los medios de comunicación jugaron un papel fundamental en la

cobertura del hecho, pues no se informaba a la población sobre el por qué de la

manifestación, sino se responsabilizaba a los estudiantes de haber sido ellos

quienes provocaron a los policías al incendiar la gasolinera. La justificación de

los hechos se dio con la premisa de que los manifestantes eran un grupo

violento al que había que reprimir.

Los medios tienen sus propios intereses. Le dan la palabra a los

empoderados, a los que tienen un cargo público, a los burócratas, pero nunca a

los sin voz. El Estado habla, opina, juzga y critica al movimiento, mientras este

último se queda sólo escuchando lo que se dice de él, aquí empieza el sesgo

informativo, pues al tener solo una cara de la moneda, la población se va

dirigiendo hacia esa “verdad” representada en la televisión que se considera

casi universal, esto es bien conocido por los normalistas, es a partir de este

momento que se empieza a crear la radio Voces Nuestras, que funciona

actualmente.

El desprestigio que se ha venido dando a la Normal de Ayotzinapa y a

otras Normales Rurales en el país, ha sido una de las maneras en las que se

desacredita al movimiento estudiantil. La criminalización de la protesta social

se ha vuelto ya el pan de todos los días, más en el estado de Guerrero, en el que

protestar es casi un acto suicida.

La lucha por los derechos educativos, laborales y de libertad de expresión

se van acortando, es necesario hacer un alto y preguntarnos si es necesario l

uso de la violencia, y la represión, cuando hay problemas como los de la

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Normal de Ayotzinapa que no deben estar sujetos a negociación, ya que son

derechos fundamentales, basados en lo que dice la Constitución Política de

nuestro país, puedo afirmar que, el estado de derecho no existe dentro del

estado de Guerrero, pues no se respeta la vida ni la ley.

El pliego petitorio

Los antecedentes se originan meses antes del 12 de diciembre, “Un 25 de

septiembre se le propone al gobernador Ángel Eladio Aguirre Rivero que

visitara la escuela, hizo muchas promesas, los compañeros firmaron peticiones

y Aguirre dijo que sí, a casi la mayoría de lo que solicitó, pero no dijo

cuándo”, recuerda Celso, quién en esas fechas estaba al pendiente de las

negociaciones que se hacen con el gobernador, pues era alumno y miembro del

Comité Pro-clausura que se encarga de gestionar plazas y materiales para los

alumnos de cuarto grado.

En el movimiento estudiantil de la Normal, una práctica obligada cada

año es la realización de un pliego petitorio, en el que se plasman exigencias de

carácter académico, económico y político. El pliego petitorio se empieza a

hacer a mediados del mes de abril, mayo y junio, se entrega los primeros días

de septiembre.

Dentro de la escuela se vivía un ambiente tenso en esas fechas, pues se

tenía que elegir al nuevo director de la institución, sin embargo no había un

acuerdo entre los alumnos y la secretaría de educación de Guerrero, pues a

decir de los estudiantes la secretaría quería imponer un director que no cumplía

con el perfil para ocupar el puesto, era un docente que daba clases en

Ayotzinapa, mismo que fue propuesto por los mismos profesores de la Normal:

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Para empezar era un ingeniero, no tenía el perfil para ser un

director, ese fue un sustento y que no lo queríamos, cuando

la secretaría se reunía con los alumnos les decía: “vamos a

poner un profesor catedrático que ustedes propongan”, pero

cuando la secretaría se reunía con los docentes les decía: “a

como dé lugar va a ser el director que ustedes proponen”,

ahí surge el dilema, relata Celso.

Los días pasaban y la designación del nuevo director no se había

solucionado. Tanto a los alumnos como a los profesores se les daban largas, la

división entre estos se acrecentaba porque cada uno defendía su postura. Por su

lado, los alumnos el derecho de elegir a su directivo y, por otro, los maestros

veían conveniente que fuera el docente de la Normal el elegido.

Sin duda había un conflicto al interior de la institución. “Siempre ha

existido un fuerte enfrentamiento entre profesores y alumnos, porque ellos

quieren imponer en cuestiones académicas reprimir, porque si vas a una

actividad te reprueban, ellos quieren argumentos para reprimirte y para

ponerte a disposición de ellos”, cuenta Salado. Según expresa, dentro de la

Normal el movimiento estudiantil no es aceptado al cien por ciento por parte de

los docentes, pues los a los maestros “no les interesa si comemos bien o no, si

tenemos uniformes o becas, ellos sólo ven por sus propios intereses”, recalcó

el alumno.

Los profesores al no ser atendidos en su demanda, suspendieron las

clases, los alumnos recuerdan que el paro de labores se extendió al rededor de

dos meses. La organización docente se iba solidificando, pues ahora no bastaba

la suspensión de clases, realizaban marchas en la capital del estado, para exigir

la resolución de la elección del que sería el nuevo director.

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Sin embargo la falta de clases era sólo una de las preocupaciones de los

normalistas, la otra era que no se tenía firma del pliego petitorio, los hechos

más significativos se fueron dando de la siguiente forma: la coyuntura política

en la que el gobernador Aguirre visitó la normal hizo que los estudiantes se

sintieran confiados, pues había dado su palabra de que cumpliría con las

demandas que se le habían expresado. Pasaron los meses y no se tenía una

respuesta clara, las reuniones con los miembros de Comité se cancelaban a

última hora. Era el mes de diciembre.

“Nos daban una fecha, íbamos esa fecha y no nos atendían… ganar

tiempo… esa fue una estrategia del gobierno, la última audiencia se tuvo el 11

de noviembre, donde se dijo que se iba a respetar el nuevo ingreso”, narró

Sebastián. Se estaban agotando los recursos de audiencia, pues la cancelación

de más de un par de ellas empezaba a crear un conflicto entre los normalistas y

el Estado. En la escuela no había clases, los alumnos decidieron irse a sus casas

para ayudar a sus familias en las labores del campo, llamaban de vez en cuando

para informarse si las clases se reanudarían, no había clases porque la

Secretaría no solucionaba el conflicto de la elección del nuevo directivo.

La derogación de las audiencias y por lo tanto del diálogo por parte de las

autoridades, comenzaron a construir un escenario discrepante, en el que los

alumnos no podían ser escuchados, por lo que empezaron a emprender otro

tipo de acciones. La firma del pliego petitorio es fundamental para la

permanencia de la escuela, y aún no se tenía definida la respuesta del

gobernador: “Ya era diciembre y no se tenía nuevo ingreso, cuarto grado por

ser la academia más grande, exigió que se convocara a una reunión de base,

para que se le diera una solución inmediata” recalcó Celso, al contar que les

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preocupaba que no hubiera un pliego petitorio firmado, pues hay antecedentes

que las Normales las han cerrado negando la convocatoria de nuevo ingreso.

La reunión de base, se realizó el 11 de diciembre de 2011, todos los

estudiantes de la Normal estaban presentes, se tenía que emprender alguna

acción para “obligar” al gobernador a negociar, pues se habían agotado las

instancias de diálogo. Se acordó que se realizaría una actividad política. Dentro

la exposición de ideas varias fueron las propuestas que se realizaron como ir al

Palacio de Gobierno, tomar Casa Guerrero, tomar la dependencia central de

educación, a pesar de éstas, hubo una que a consideración de los alumnos era la

más eficaz. Bloquear la Autopista del Sol.

¿Por qué el bloqueo de la autopista?

Celso señala un antecedente de un bloqueo a esta vía federal usado en

2008:

Cuando se combatía contra la ACE la Alianza por la Calidad

de la Educación, se hizo un bloqueo y se sentó en ese

entonces a Zeferino, En ese bloqueo se sentó al gobernador,

pero no fue un movimiento estudiantil sino magisterial,

donde Ayotzinapa participó”, este, pues lo que se necesitaba

era una solución inmediata bloqueo según relata el entonces

estudiante era la opción más viable, pues ya había

funcionado en el movimiento de la Coordinadora Estatal del

Estado de Guerrero (CETEG) y debía funcionar ahora para

Ayotzinapa.

El bloqueo de la autopista se realizaría de inmediato, la actividad se

programó para el siguiente día. La acción rumbo a la manifestación empezó

desde temprano, “a las 9 de la mañana, teníamos alrededor de 6 camiones,

toda la base estudiantil, hasta el Secretario General, nos fuimos a la

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manifestación, sólo se quedaron unos compañeros de guardia”, mencionó

Sebastián.

La marcha se organizó como tantas otras a las que estén acostumbrados

los normalistas. Cargaron sus mantas y se subieron a los autobuses, las

organizaciones sociales apoyaban, sin embargo, esta marcha marcó historia en

la Normal Rural.

Recordando a Gabriel y Alexis

Se han cumplido ya dos años desde el 12 de diciembre de 2011, hay

sentimientos encontrados, en la Normal se realizan diversas actividades en las

que se trata de concientizar a la población acerca de lo sucedido y a la vez,

exigir justicia para este caso que aún sigue impune.

El 10 de diciembre de 201l3, se convoca a una conferencia en la sala

audiovisual de la Normal, que se encuentra en la parte de la terraza, ahí

también está un pequeño bloque de cemento cubierto de azulejo color verde,

con fotografías de los normalistas asesinados el 12 de diciembre de 2011, junto

con un mensaje para Gabriel y Alexis:“Por tu sangre derramada y regada en

estas tierras guerrerenses que harán germinar las semillas y la esperanza de la

lucha inclaudicable, por la continuidad del normalismo rural”.

Sentada en la estructura de “la tortuga”, una mujer y un hombre de unos

cuarenta y cinco años, esperan. La mirada de aquella señora manifiesta tristeza,

lleva un pañuelo en si mano con el que limpia las lágrimas que ruedan por sus

mejillas, el hombre con cara serena observa a su alrededor a los alumnos que

en esos momentos ríen y platican alegremente, son los padres de Jorge Alexis

Herrera Pino, que han venido desde Atoyac. El viaje que hicieron para llegar

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desde la Costa Grande les llevó al menos tres horas. Ellos quieren estar ahí. No

olvidan el asesinato de su hijo.

Exigiendo justicia

Ya en la conferencia, estaban también los padres de Gabriel Echeverría

de Jesús, originarios de Tixtla, quienes al igual que los padres de Alexis

Herrera Pino, cargan con el mismo dolor. Ellos se notan un poco más serenos,

pero tristes. Las emociones se encuentran a flor de piel, la demanda de ambos

es la misma: justicia para sus hijos.

Los padres de los que fueron alumnos de la Normal Rural Raúl Isidro

Burgos, hablan sobre sus hijos, los de Gabriel Echeverría cuentan que su hijo

estudiaba el segundo año, él quería ser maestro y luego convertirse en doctor.

Quería seguir estudiando para sacarnos de la pobreza en la que estamos, él

decía: “Voy a echarle ganas, para salir adelante, tener una plaza y seguir

estudiando” comenta don Gabriel Echeverría padre del joven.

Diversas organizaciones sociales como el Centro de Derechos Humanos

de la Montaña "Tlachinollan", el dirigente de la sección 14 de la CETEG

Minervino Morán Hernández y representantes de la Policía comunitaria,

refrendaron su apoyo a los normalistas, con lo que se consolidan las redes de

alianzas, lo que dará paso a la acción colectiva próxima a celebrarse el 12 de

diciembre.

Una mujer pidió tomar la palabra, nerviosa tomó el micrófono, todos la

observábamos curiosos de saber lo que iba a salir de sus labios, es la hermana

de Gabriel Echeverría de Jesús, con la voz entrecortada, con señales de coraje,

expresó que días antes “personas mandadas por el gobierno”, habían ido a

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buscarlos, dijo no saber para qué, pero se mostró profundamente indignada

ante este hecho, lo que los familiares de los normalistas asesinados piden es

justicia, nada más

Al término de la conferencia, salí a preguntarle a aquella mujer que me

había sonreído antes de entrar a la charla, si podía concederme una entrevista,

ella me miró asombrada y a la vez la expresión de su cara fue de desconfianza,

para mi buena suerte, se acercó Emilio, el Delegado Nacional y le dijo que

podía confiar en mí, que estaba realizando mi trabajo. La señora Elizabeth

Pino, me volvió a mostrar una sonrisa y dijo: “está bien te voy a dar la

entrevista, pero me gustaría que fueras a mi casa, para que sepas en donde vivía

mi hijo”, le devolví la sonrisa, era un trato, no sabía donde era Atoyac, pero me

dijo que me iban a llevar.

“La velada”

Salimos en caravana hacia la Autopista del Sol, era ya tarde-noche, en el

camino, iba platicando con Gerónimo Abraján, estudiante de la Normal que

más tarde me daría su testimonio sobre su experiencia en la Autopista del Sol

el 12 de diciembre de 2011, llegando a la autopista, todos nos bajamos de los

autobuses, al vernos llegar en la gasolinera “Eva” que fue incendiada, los

despachadores dejaron su trabajo, la gasolinera no funcionó más, al menos no

en el tiempo que estuvimos ahí.

Los normalistas cerraron un carril con ayuda de señalamientos, pregunté

que se iba a hacer pero nadie sabía nada, era una desorganización enorme,

estuvimos alrededor de una hora ahí parados, contemplándonos unos a los

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otros, nadie tenía idea de que seguía. Si ellos no sabían, yo menos. Estaba

oscuro, al pasar de los minutos los estudiantes se empezaron a dispersar.

Poco rato después el Secretario General, Guillermo Hernández, comenzó

a hablar a través de un altoparlante, encabezó un mitin, en el que se colocaron

simbólicamente ataúdes de cartón, forrados de color negro con los nombres de

Gabriel Echeverría de Jesús, Alexis Herrera Pino y de diversos activistas que

han sido asesinados o desaparecidos por parte del estado guerrerense.

Esto implica que, no sólo se está buscando justicia por los normalistas,

sino por los muertos que ha cobrado el gobierno en la entidad, eran varios los

ataúdes, las vidas de estos activistas se resumía en esos instantes a una caja

negra que parecía a la vista insignificante pero que conlleva la pérdida de un

ser querido, de un padre, una madre, un amigo, un compañero, un hijo. No

están físicamente, pero hay algo de ellos presente, la lucha que han sembrado,

no la borran las balas.

La intención de la velada, era justamente esa, velar parte de la noche lado

las cajas que simulan los cuerpos sin vidas de personas que han muerto en

lucha de sus ideales, el fuego lento que despide la mecha de las veladoras,

parece encender la luz de la esperanza, nos motiva a reflexionar sobre la

muerte de los luchadores sociales que a pesar de todo siguieron hasta el final.

No hay justicia para ninguno de ellos, nadie sabe hasta cuándo la habrá, lo que

si tienen en claro, es que pugnarán porque el olvido no se lleve el recuerdo de

los hechos que han marcado la historia de impunidad en Guerrero.

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Velada en la Autopista del Sol, 2013. Foto por: Quadratin Guerrero

En contraste con esta escena, pude darme cuenta que a la mayoría de los

estudiantes no les interesaba la actividad, no sé si fue por el tiempo de espera

que se veían aburridos o fueron simplemente a “pasar lista”, en las actividades

se hace un “pase de lista”, si no asistes a las actividades se te sanciona con no

dejarte entrar al comedor, no darte uniforme, entre otras. Durante el evento, se

hizo una breve semblanza de lo ocurrido el 12 de diciembre de 201, al finalizar,

se colocó una manta blanca y un proyector con el que se difundiría el video

documental ¿qué país es éste Guadalupe?, del cineasta Salvador Díaz Sánchez.

La actividad se culminó refrendando la lucha por los derechos de los

normalistas y la exigencia de justicia para los compañeros asesinados en ese

mismo lugar, la Autopista del Sol.

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El sociocultural

El 11 de diciembre se realizó un evento cultural en el municipio de

Tixtla, en la comunidad de “El Santuario”, su función es dar a conocer los

clubes culturales de la escuela a la población y a la vez puede ser usado para

transmitir información política en estos eventos. El escenario en donde se

realizaría el sociocultural era grande, con muchas luces de colores, el programa

fue bueno, participó el Club de Danza y de Rondalla, y otros colectivos, sin

embargo he de mencionar que a mi punto de vista no se cumplió con el

objetivo, no se informó a la población sobre el hecho ocurrido el 12 de

diciembre, es decir que el evento no se politizó, en apariencia parecía que era

una celebración por el aniversario de la Virgen de Guadalupe, ya que dicho

evento siguió hasta parte de la madrugada del 12 de diciembre.

Yo imaginé que a la par del espectáculo se repartirían volantes, panfletos,

algún distintivo, algo alusivo al 12 de diciembre… pero nada, visualmente el

evento fue bueno, políticamente no.

La marcha conmemorativa

Para el día de la marcha conmemorativa del 12 de diciembre de 2011, se

realizó una misa en el área que cayeron los cuerpos sin vida de los normalistas.

En sentido de sur a norte, donde cayó el cuerpo de Jorge Alexis Herrera Pino,

su familia colocó de forma simbólica flores y veladoras en el lugar donde

perdió la vida hace dos años. En el sentido de norte a sur, la madre de Gabriel

Echeverría rezaba una oración en el sitio donde perdió la vida su hijo.

La banda de Guerra “Halcones Dorados” comenzó a tocar para

encabezar la manifestación, atrás se encontraban los padres de Jorge Alexis,

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cargando cartulinas con la leyenda: ¡Alexis vive! y una corona de flores, los

padres de Gabriel Echeverría no asistieron. Seguido de los padres de familia,

los alumnos de Ayotzinapa, de 1º a 4º grado, cargando mantas y gritando

consignas, estos últimos con playera color blanco.

Academia de cuarto grado, en marcha conmemorativa, 2013 Foto por: Any Leninista.

Algunos de los normalistas se cubren el rostro, dicen que es por su

seguridad, para evitar que se les imponga una demanda, caminan despacio,

algunos llevan un moño negro en el lado izquierdo de su brazo, otros playeras

con la cara de Gabriel y Alexis, la manta exigiendo justicia a Ángel Aguirre no

podía faltar. Las principales consignas fueron:

Ayotzi no se vende,

Ayotzi no se da

Porque tiene estudiantes,

Con mucha dignidad.

Aguirre, maldito,

Asesinar es un delito

Aguirre farsante,

Que asesinas estudiantes.

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Cuidado, cuidado

Cuidado con Guerrero

Estado, estado

Estado guerrillero.

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué? Los asesinan

Si son la esperanza

De América Latina,

¡12 de diciembre

no se olvida

Es de lucha combativa!

¡Alexis vive

La lucha sigue,

Gabriel vive

La lucha sigue!

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La FECSM, aunque incompleta también estaba ahí, fueron pocas las

delegaciones que asistieron al evento, según declaraciones del Secretario General,

Guillermo Hernández, “los compañeros normalistas acudieron a sus prácticas

profesionales”, sin embargo, esta es una fecha clave no sólo para el normalismo

rural, sino para los estudiantes del país, pues no se habían asesinado a compañeros

en plena manifestación, desde las épocas represivas del viejo PRI, en 1971 con el

“Halconazo”, de las 16 escuelas que conforman la Federación, se encontraba

apenas la mitad, lo que habla de una división interna dentro de este órgano.

La marcha que inició en la Autopista del Sol, en el punto del Parador del

Marqués, fue dejando a lo largo del camino sorpresas, apoyo y molestias como

toda manifestación, no es nueva la noticia de que los normalistas no son bien

vistos por un sector de la población guerrerense, quienes los tacha de ladrones,

flojos y revoltosos, pero también es cierto que otro sector ha logrado comprender

la magnitud de los hechos ocurridos el 12 de diciembre en este mismo lugar.

Alrededor de 400 personas participaron en esta conmemoración. La manifestación

culminó en el Zócalo de Chilpancingo, en el cual se realizó un mitin.

“Tapándole el ojo al macho”

A dos años de la impunidad de los hechos ocurridos el 12 de diciembre, de

la liberación de los policías que se habían encontrado culpables de este hecho, se

exige justicia. Nada se sabe sobre el futuro de este caso, pues no se ve “claro” el

papel que está jugando el estado en materia de justicia. La Comisión de Derechos

Humanos de la Montaña, Tlachinollan, ha declarado que el caso ha agotado las

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instancias nacionales, por esta razón se canalizará al Sistema Interamericano de

Derechos Humanos.

Las recomendaciones emitidas por la CNDH, son letra muerta, dentro de las

30 recomendaciones que se realizaron al estado de Guerrero, se encuentra el juicio

político a López Rosas y Almonte Borja, ya que según el organismo la violación

grave a los derechos humanos fueron en parte, culpa del funcionario, quien era el

titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) en 2011, mismo

que fue removido de su cargo, pero que, ahora por decisión de Ángel Aguirre, ha

sido nuevamente “acomodado” como secretario de Trabajo y Previsión Social del

gabinete del gobernador perredista.

Entre las recomendaciones se encuentra también una disculpa pública en la

que el estado de Guerrero reconozca la gravedad a las violaciones de los derechos

humanos ejercidas contra los manifestantes, la disculpa se hizo conforme lo

establecido, sin embargo, no es suficiente, pues el papel que ha tomado el poder

Ejecutivo de la entidad deja mucho que desear, la impunidad sigue presente y esas

palabras y promesas, se las he llevado el viento.

Los padres de Gabriel y Alexis

Atoyac, la Costa Grande

Visitando el municipio de Atoyac, como acordé con doña Elizabeth, madre

de Alexis Herrera Pino, acudimos junto con un grupo de normalistas a una misa

en honor al joven, las lágrimas de los familiares salían sin poder contenerse.

Dentro de la pequeña iglesia, la ceremonia se llevó a cabo sin contratiempos,

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cerca de ahí, se encuentra la casa de la familia Herrera Pino. El calor no da tregua,

la zona de la Costa Grande es caliente.

En la casa, pozole verde estilo guerrero, fue lo que nos invitó cordialmente

la madre de Alexis, al terminar de comer, nos invitaron al panteón a visitar la

tumba del normalista. Unos cinco minutos transcurrieron desde que nos subimos

al autobús para llegar al cementerio.

El suelo, cubierto por un pasto amarillo y seco, hacía sonar nuestros pasos,

íbamos en fila, nos dirigía el padre de Jorge Alexis, el señor Jorge Herrera Suárez.

Al llegar, la tumba, que sobresale de las demás por su grandeza y forma, es

limpiada por la madre del muchacho, con un trapo quita el polvo de la loseta

blanca que cubre los restos de su hijo, lo hace con calma, como si estuviera

acariciando la cara de “el güero”, suspira, llora. Arregla las flores blancas que hay

dentro de los floreros.

Nadie sabe qué hacer, mucho menos que decir, el silencio predomina,

mientras siento el aire caliente correr por mis mejillas, doña Elizabeth Pino

enciende una veladora que coloca al pie de la tumba. Con la voz cortada, don

Jorge, agradece a los que una vez fueron amigos y compañeros de su hijo, su

presencia en ese lugar, les pide, nos e olviden de Alexis, los jóvenes asientan con

la cabeza, la tristeza invade su rostro.

Un minuto de aplausos se le ofrecen a Jorge Alexis, el “güero”, el amigo, el

hijo, el compañero, el normalista. Una consigna singular se escucha con voz grave

“¡Alexis vive!”, “¡Alexis vive!”, “¡Alexis vive!”.

De regreso en la casa de la familia, tenía que hacer la entrevista pactada,

pero… ¿qué iba a preguntar yo?, viendo a su madre destrozada por los recuerdos,

a su padre sereno pero con mirada triste, a su pequeño hermano, jugando por el

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patio de la casa sin aparentemente saber nada, pero sí sabe, sólo que su forma de

ver a la muerte aún es diferente. Las cosas estaban claras, son claras, es una

familia, como muchas otras, que vive en la pobreza e injusticia y que ha tenido

una pérdida irreparable, a los que preguntarles acerca de cómo fue su hijo, les

hace llorar. Sólo pude preguntar eso… ¿cómo era Alexis?, su madre contestó:

“era la alegría de la casa”, mientras su vista parece irse a lo lejos invadida en

recuerdos, “a él le gustaba ayudar a su padre en la huerta... era muy

acomedido”, la mujer no pudo contener las lágrimas.

Por su parte, el padre dijo, que lo que exigen es justicia, que no confía en el

gobernador Ángel Aguirre, pues es un mentiroso que lucra con la desgracia ajena.

Agradecida por la confianza brindada, me despedí de los padres del joven,

emprendimos el camino de vuelta a la Normal de Ayotzinapa.

En el mercadito de Tixtla

En la fonda que la madre de Gabriel Echeverría de Jesús atiende dentro el

mercado de Tixtla, recuerda la última vez que platicó con su hijo, él le contó sobre

la manifestación que iban a realizar en la autopista, entre suspiros, doña María de

Jesús, recuerda que su hijo viajaba constantemente debido al cargo que ocupó

dentro del Comité estudiantil. Mientras sirve la pieza de pollo con mole que me ha

ofrecido, me aconseja que me cuide, sentimientos encontrados hacen acto de

presencia, el dolor sigue latente, es un vacío que nunca se podrá llenar.

Me cuenta que Gabriel fue muy trabajador, en el campo, en trabajos de

construcción o en el mercado, siempre buscaba la forma para darle a ella lo poco

que lograba juntar. Los ingresos de la familia son escasos, por esa misma razón

Gabriel estudió en la Normal, por ser pobre. “Él quería terminar su carrera, para

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conseguir una plaza, ganar dinero, ayudarnos con los gastos y luego ser

médico”, comentó don Gabriel Echeverría, a quién le es difícil hablar de su hijo

pues no le gusta recordar lo vivido, las heridas no se han sanado y quizás nunca lo

hagan.

Comentó don Gabriel, que en días pasados mientras se celebraba un rosario

en memoria de su hijo entró un “periodista” a su casa a tomar fotografías, sin

embargo, los jóvenes de la Normal se dieron cuenta que no era algo común, le

pidieron identificarse y salió corriendo del lugar, a decir del padre del normalista

era “gente del gobierno” que fue a investigar haber que sacaba. “Nosotros ya no

queremos saber nada de ellos, sólo queremos que nos dejen en paz”. El acoso por

parte del estado de Guerrero hacia la familia Echeverría de Jesús se hizo presente,

no creen en la justicia y no es para menos, después de todo lo ocurrido.

Un día, cuenta don Gabriel, vinieron a buscarnos de parte del gobernador,

para hacer la disculpa pública, en la que se nos pedía perdón porque mataron a

nuestro hijo, “pero un decir, vinieron hoy en la tarde y al otro día era la disculpa,

eso no es así, si él no era cualquier persona, por eso no fuimos y no aceptamos

las disculpas del gobernador”.

Las historias y la forma de vida de las familias Echeverría de Jesús y

Herrera Pino, parecen diferentes, una con el calor de la Costa y la otra con el ruido

del mercado, pero tienen algo en común a las dos les hace falta un miembro de la

familia, a las dos se les ofreció disculpas por parte del gobernador, las dos no

olvidan lo ocurrido el 12 de diciembre.