axel honneth, nunca ha habido tantos intelectuales, entrevista
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8/14/2019 Axel Honneth, Nunca Ha Habido Tantos Intelectuales, Entrevista
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Entrevista con Axel Honneth: Nunca ha habido tantos intelectuales como ahoraDaniel Gamper
En su visita a Barcelona (Espaa), invitado por el Centro de Cultura Contempornea (CCCB)
dentro del ciclo Impureses. Apunts sobre la condici humana, Axel Honneth imparti una
conferencia con el ttulo Reconocimiento y desprecio. Sobre la fundamentacin normativa de una
teora de la sociedad. En su presentacin abund en la transicin operada en la filosofa poltica de
las ltimas dcadas, una transicin que en parte ha sido influida por su propia labor como filsofo.
Segn el profesor Honneth, la discusin acadmica filosfico-poltica ha modificado su foco de
atencin. Hace ms de tres dcadas el nfasis se pona en la redistribucin como forma de reducir la
desigualdad social. El problema que suscitaba la indignacin moral y que, por tanto, instigaba el
debate filosfico, era la distribucin desigual de los bienes y de las oportunidades, una distribucin
considerada injusta dado que no obedeca a la lgica de los mritos. Para reparar esta injusticia se
requera una reparacin en forma de redistribucin. Pero en los aos ochenta se oper una
modificacin que puso en el centro de la reflexin, sustituyendo a la redistribucin, el concepto de
reconocimiento. Este cambio supuso que la solucin no se viera exclusivamente en trminos de
redistribuir los bienes que estaban repartidos de manera arbitrariamente injusta. Lo que importaba
pasaba a ser el reconocimiento de la dignidad daada de las personas y de los grupos minoritarios.
No se trata, en este nuevo paradigma, de redistribuir los bienes y las oportunidades, sino de
garantizar que la dignidad de las personas sea respetada.
El pensamiento de Axel Honneth est ntimamente vinculado con la denominada Escuela de
Frankfurt, ciudad en cuya universidad ejerce como catedrtico. Desde hace aos se habla de l
como del representante ms aventajado de la tercera generacin de la Escuela, es decir, como
heredero de la tradicin moderna iniciada con Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, y
proseguida por Jrgen Habermas, maestro y mentor del propio Honneth. Tras su paso por la Freie
Universitt Berlin, volvi hace unos aos a Frankfurt, donde dirige el Instituto de Investigaciones
Sociales (Institut fr Sozialforschung) que ofreci el caldo de cultivo de los filsofos citados y de
otros, como los influyentes pensadores de los aos sesenta Herbert Marcuse y Erich Fromm. Lo que
caracteriz a todos ellos era una percepcin de la situacin social, que analizaban y sobre la que
queran influir, como un estado de negatividad social. El problema que los una no era la injusticia
social, sino las barreras interpuestas al despliegue de la vida buena. El vocabulario que utilizaron y
las expresiones con las que han pasado a la posteridad ilustran el punto de vista metodolgico que
adoptaron as como la fuerza evocativa con que se propagaron hasta nuestros das. Basta recordar
conceptos como organizacin irracional (Horkheimer), mundo administrado (Adorno),
sociedad unidimensional o tolerancia represiva (Marcuse) y colonizacin del mundo de la vida
social (Habermas). La sociedad descrita en estos trminos es deficiente porque no permite laverdadera autorrealizacin de los individuos, que slo encuentran obstculos para devenir en lo que
desean ser. El dficit que observan estos autores es de razn social: las vidas estn daadas y no
encuentran cura posible debido a la falta de racionalidad, siguiendo en esto el argumento hegeliano
que, con el tiempo, los propios autores de la Escuela de Frankfurt modificaran. El nfasis en la
emancipacin a pesar de las deformaciones de la racionalidad social sigue siendo el hilo conductor
de los actuales herederos de la teora crtica.
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Profesor Honneth, en su libro Patologas de la razn. Historia y actualidad de la Teora Crtica
(Katz, 2009), escribe usted sobre el papel de los intelectuales en el panorama actual. Qu lo
motiv?
Mis reflexiones sobre los intelectuales y el papel que deben desempear en los debates polticos
estn motivadas por el hecho de que en mi pas, la Repblica Federal Alemana, cada cuatro aos
ms o menos, se discute sobre si tenemos o no intelectuales. Este debate me pone muy nervioso,
justamente porque se repite una vez tras otra.
Cul es el lugar especfico de los intelectuales en los medios actuales?
No es verdad que los intelectuales hayan desaparecido. Nunca ha habido tantos como ahora. Los
intelectuales se encuentran en puestos de responsabilidad, escriben en los buenos peridicos, yo
mismo participo a menudo en los debates de actualidad. Se trata de un fenmeno propio de nuestra
poca en la que un porcentaje mucho mayor de personas ha accedido a la educacin superior, lo
cual ha llevado a que los intelectuales accedan a los medios de comunicacin de masas, pudiendo
ejercer una influencia que no tenan antes. Sin embargo, pienso que el filsofo que habla en pblico
sobre asuntos pblicos debe trascender el quehacer de los intelectuales tal y como los he descrito. El
filsofo que participa en la deliberacin debe aportar las herramientas especficas de su disciplina,
lo que le lleva a cuestionar su propia legitimidad, a poner en duda el medio en el que colabora, los
problemas a los que supuestamente debe reaccionar, el orden del da poltico. El filsofo trasciende
de este modo las tareas tradicionalmente atribuidas a los intelectuales, ya que se pregunta por los
presupuestos ocultos, los conceptos siempre aceptados, los puntos de vista considerados obvios,
etctera.
Su pensamiento est ya conectado de manera ineluctable con el concepto de reconocimiento, en
concreto con la lucha por el reconocimiento que no es nicamente el ttulo de uno de sus libros, sino
tal vez uno de los conceptos clave alrededor del cual se estructura toda su obra.
Dicho de manera breve: la lucha por el reconocimiento traslada el centro de la reflexin de la
eliminacin de las desigualdades a la evitacin del desprecio. Pero no me detengo ah, sino que mi
intencin es pensar ambos movimientos al unsono.
Se trata entonces de reconocer las identidades daadas de las personas? De incentivar una poltica
de la identidad?
No es esa la visin que tengo de la lucha por el reconocimiento. En realidad, lo que me preocupa
ltimamente es el hecho de que la lucha por el reconocimiento ha sido entendida de manera casi
exclusiva como una lucha por el reconocimiento de la identidad cultural. Esto es una simplificacin
que creo que comportar consecuencias nefastas. Mi punto de vista es ms cercano, por as decir, almarxismo. Los fenmenos de reconocimiento que despertaron mi inters fueron sobre todo las
luchas obreras del siglo XIX. En estas luchas se aprecia que el honor hurtado es una de las
motivaciones centrales de los sindicalistas, de los obreros. Y este fenmeno me interes
especialmente porque cambia el punto de vista habitual, que considera que los enfrentamientos
sociales, y ms estos que tienen un trasfondo que en apariencia es exclusivamente econmico, son
luchas de intereses. Por lo que he estudiado puedo concluir que no es as y que las luchas por el
reconocimiento no eran reductibles a una redistribucin de bienes. Los obreros no queran slo
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recibir su parte, sino que deseaban ver restituida su dignidad. Sin embargo, este punto de vista no
equivale a decir que la cuestin entonces se pueda explicar en trminos de reconocimiento cultural,
de aceptacin pblica de las identidades daadas. Esta es la tendencia que se aprecia de manera
eminente en la filosofa poltica actual, como lo demuestran los textos de autores tan influyentes
como Charles Taylor o Nancy Fraser. El error de esta perspectiva no slo es histrico, como he
querido demostrar tomando como ejemplo las luchas obreras del XIX, sino tambin conceptual.Basta pensar en que el reconocimiento se inicia en los hogares, en el espacio familiar, y no hay que
ser ningn experto para comprender que en ese contexto no se trata de aceptar las especificidades
culturales de cada miembro, sino que se trata antes bien de derechos, de actividades que estn
clamando a gritos que se reconozca su razn de ser.
Quizs el nfasis en la poltica de la identidad se deba al hecho de que las sociedades son cada vez
ms complejas y diversas.
Creo que no es as. Es decir, es cierto que los contextos sociopolticos han cambiado, pero esto no
implica que debamos abandonar una concepcin de la lucha por el reconocimiento que incluye algo
ms que el mero reconocimiento de la especificidad cultural de todos y cada uno de los colectivosminoritarios que conforman las abigarradas sociedades contemporneas. Pienso, por ejemplo, en las
luchas por el reconocimiento que ms repercusin tuvieron a mediados del siglo pasado, a saber, el
movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. En mi libro La lucha por el
reconocimiento me centr en el movimiento de los afroamericanos a favor de la igualdad jurdica,
que para m, antes como ahora, puede ser considerado un caso paradigmtico de la lucha por el
reconocimiento. Y lo que podemos apreciar en este movimiento es que no se trataba de reconocer
una especfica cultura africana, sino de acceder a la igualdad de derechos, de extender las garantas
jurdicas a todos los ciudadanos, para que luego estos pudieran hacer y deshacer con su cultura
como mejor les placiera. Pero el paso previo es el reconocimiento jurdico, que ningn ciudadano
sea discriminado por ley.
Dentro del mismo campo semntico que el reconocimiento se halla el concepto de tolerancia, as
como el de respeto. Para hacer frente a las eventuales consecuencias desestabilizantes de la
diversidad social, se suele recurrir a la tolerancia como clave para asegurar la paz social, la
coexistencia pacfica, sin que los ciudadanos tengan que ceder en sus pretensiones morales. Qu
utilidad le atribuye al discurso de la tolerancia?
Es cierto que el de tolerancia es un concepto vinculado a la paz social y que en ese contexto es de
gran utilidad. Sin embargo, prefiero utilizar el concepto de respeto, el cual va ms unido al
reconocimiento jurdico de las personas y de los colectivos. Pero, a pesar de que el concepto de
respeto tiene mucho prestigio, puede ser que peque por exceso, de igual modo que la tolerancia peca
por defecto. A saber, una cosa es el reconocimiento jurdico de los individuos que reclaman laigualdad de derechos con sus conciudadanos y otra cosa es que el resto de ciudadanos los respeten y
los valoren positivamente. No dispongo ni creo que exista una perspectiva normativa unvoca sobre
esta cuestin, lo nico que puedo decir es que toda cultura minoritaria establecida junto a una
mayoritaria debe disponer de oportunidades para ser valorada socialmente. No debera ser valorada
socialmente, sino disponer de oportunidades para ser valorada. Es decir, una oportunidad de los
miembros de la minora para presentarse a s mismos, a travs de los medios, por ejemplo, para dar
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a conocer sus prcticas, pero sin que exista seguridad de que sean valorados y apreciados por la
mayora de la sociedad.
Hace un par de aos public Reificacin. Un estudio en la teora del conocimiento (Katz, 2007).
Qu actualidad tiene este concepto?
Mi estudio sobre el concepto de reificacin no pretende ser original. Al contrario. Se trata de un
concepto clsico de la tradicin marxista que Lukcs situ en el centro de sus reflexiones y que,
posteriormente, fue recuperado por la Escuela de Frankfurt, que lo utiliz para describir las
condiciones y las prcticas sociales de su poca. De modo que con este concepto no slo me
enfrento a una cuestin sociolgica relevante, sino que tambin pongo a prueba la validez actual de
la primera generacin de la Escuela de Frankfurt y calibro en qu medida sus reflexiones han
resistido el paso del tiempo.
Se trata de un concepto de connotaciones morales?
Ciertamente, lo ms fcil es entenderlo en trminos meramente normativos, aplicarle un baremo
moral, pero de esta manera no se hace otra cosa que sealar la cara negativa de lo que entendemosque son nuestras obligaciones morales. Una filsofa como Martha Nussbaum lo utiliza en este
sentido, cuando interpreta la reificacin como una prohibicin de instrumentalizacin. Reificar a
una persona supone el incumplimiento del mandato a respetarla moralmente. As entendido el
concepto no presenta problemas, pero tampoco resulta demasiado operativo. Mi intencin era ms
bien describir en qu medida una disposicin reificante en relacin con el mundo es una relacin
fundamentalmente errnea. Me centr en este concepto porque crea que con l poda desentraar lo
especfico de las formas capitalistas de mercado, en concreto la desregulacin enorme del mercado
a finales del siglo XX y la creciente mercantilizacin de nuestras relaciones sociales. Debo aadir,
sin embargo, que el resultado ha sido bastante negativo y que, ahora, una vez escrito el libro, he
llegado a la conclusin que tal vez el concepto de reificacin no aada tanto a nuestra comprensin
del mundo y del capitalismo. El resultado de mi investigacin me ha llevado ms bien a contemplar
la reificacin como un caso extremo de interaccin social que viene promovida naturalmente por
determinadas tendencias del capitalismo pero no por el mercado en cuanto tal.
Hay otros conceptos de la tradicin marxista que pueden resultar operativos para diagnosticar la
situacin sociopoltica de las sociedades a principios del nuevo milenio?
Conceptos como el de fetichismo o el de mercantilizacin han perdido el predominio que tuvieron
antao. Son conceptos que tambin fueron utilizados por la Escuela de Frankfurt y que apenas son
utilizados hoy en da, pues parece imposible fundamentarlos. Creo que con la ayuda del campo
semntico asociado a la mercantilizacin o a la comercializacin podramos analizar ms
exhaustivamente algunos de los fenmenos actuales. Dira an ms, pienso que son conceptos que
estn esperando que se los analice en profundidad, pues su fuerza evocativa es enorme, as como su
capacidad para aclararnos con respecto a la sociedad en la que vivimos.
Usted estudi con Jrgen Habermas en Frankfurt y es considerado su sucesor o, en cualquier caso,
quien retoma el discurso de la Escuela de Frankfurt. Cmo ve su propia posicin en relacin con el
pensamiento de Habermas?
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Para empezar debo decirle que no acepto que se me considere sucesor de Habermas, pero no porque
rechace su influencia en mi pensamiento, sino porque me parecera un atrevimiento injustificable
por mi parte. Creo que el suyo es un caso aparte y no deseo compararme con su enorme capacidad
asociativa e intelectual. Igual que Adorno, pero con estilos distintos, Habermas ejerce su actividad
filosfica en diversos mbitos, a saber, en el registro de la academia y en el ms periodstico. En
realidad, ms que considerarme su sucesor, lo considero un modelo.
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