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ATRIBUCIONES, BLANCO

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  • www.udima.es 273

    UNIDADDIDCTICA

    9LA FORMACIN DE IMPRESIONES Y EL PROCESO DE ATRIBUCIN

    OBJETIVOS DE LA UNIDAD

    1. Atar los cabos sueltos

    2. La formacin de impresiones

    3. Las inferencias causales

    3.1. Yes, we can: el anlisis ingenuo de la accin

    3.2. Las inferencias correspondientes

    3.3. El cientfico ingenuo: el principio de covariacin

    4. Las argucias de la mente: los sesgos inferenciales

    CONCEPTOS BSICOS A RETENER

    EJERCICIOS VOLUNTARIOS

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    "Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta Unidad slo puede ser realizada con la autorizacin de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta Unidad".

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    OBJETIVOSDELAUNIDADSegn acabamos de ver en la Unidad didctica anterior, el ser humano dispone de sistemas de apren-

    dizaje y representacin que son nicos en la especie animal. Eso le ha conducido a una frentica activi-dad mental que suele dar comienzo con la formacin de impresiones y prosigue su andadura emitiendo opiniones, buscando explicaciones y dando soluciones a lo que hacen las personas y a las cosas que su-ceden en el mundo. Formacin de impresiones y atribucin: esos son los dos procesos a los que est de-dicada esta Unidad didctica. Ms en concreto:

    Analizaremos los pasos que dan las personas para formar impresiones de los otros.

    En un segundo momento, abordaremos el estudio del proceso de atribucin centrndonos en las que han sido sus tres aproximaciones tradicionales: el anlisis ingenuo de la accin (Heider), la bsqueda de inferencias correspondientes (Jones y Davis) y los afanes del cien-tfico ingenuo (Kelley).

    Finalmente, analizaremos los errores en que incurrimos los humanos a la hora de hacer in-ferencias y buscar explicaciones de las conductas propias y ajenas.

    "Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta Unidad slo puede ser realizada con la autorizacin de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta Unidad".

  • A. Blanco Abarca Laformacindeimpresionesyelprocesodeatribucin

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    1. ATAR LOS CABOS SUELTOS

    Los nios pequeos, dice Gordon Allport, no hacen otra cosa que preguntar por qu? (van-se cuadros 1 y 4 de la Unidad didctica 8). l tampoco estaba pensando en Bruno cuando escribi La naturaleza del prejuicio. No le hizo falta: en mayor o menor medida, Bruno somos todos. De pequeos y de mayores nos hacemos preguntas y buscamos respuestas. Detrs de las primeras se encuentra la necesidad de cognicin, la bsqueda de informacin que sigue al impulso de clari-dad cognitiva, la curiosidad, el miedo a la incertidumbre, etc. Las respuestas, por su parte, nunca ocurren en el vaco social (vase el epgrafe La accin situada en la primera Unidad didctica) ni el vaco cognitivo.

    En la Unidad didctica anterior hemos tenido ocasin de ver cmo la informacin y el conocimiento se organizan en esque-mas, categoras, guiones, etc. que contienen impresiones, opiniones, ideas, juicios, hi-ptesis, conjeturas y precisiones respecto a cualquiera de los elementos que componen la realidad social. Nuestra vida diaria cabalga sobre estas operaciones mentales. Nos pone-mos frente al televisor y vemos las imge-nes de los aeropuertos espaoles cuando los controladores areos decidieron abandonar su puesto de trabajo, los ataques del ejrcito israel a los territorios palestinos, las andan-zas de Silvio Berlusconi y sus velinas, y de inmediato se activan esquemas que nos permiten manifestar opiniones, expresar sen-timientos, buscar explicaciones, sugerir so-luciones, etc.

    Apenas unas horas despus de poner pie en su nueva casa, Bruno ya dispone de una primera repues-ta: me parece que nos hemos equivocado. Creo que lo mejor ser olvidar todo esto y volver a casa. En el transcurso de su experiencia en Auchviz ir teniendo ms o menos claras algunas otras: su hermana es tonta de remate, el teniente Kotler es un chulo, su padre ha debido hacer algo mal en su trabajo y por eso lo han castigado, el Furias era el invitado ms grosero que jams haba visto. Tambin le asaltan al-gunas dudas: su amistad con Shmuel es muy rara porque despus de un ao no ha podido jugar con l ni una sola vez; Pavel dice que es mdico, pero sin embargo trabaja como sirviente en su casa; no tiene claro si confiar en su padre, etc. Maria, por su parte, cree que ella no debe opinar, sino obede-cer: yo no soy nadie para opinar sobre eso, seorito Bruno, le dice. Todas estas operaciones mentales caben dentro de un proce-so al que damos el nombre de inferencia. Todas estas son, pues, inferencias sociales.

    La inferencia, dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es la ac-cin y el efecto de inferir: sacar una con-secuencia o deducir una cosa de otra.

    Figura1. Hacerse preguntas y buscar respuestas

    Nos hacemos pregun-tas y nos damos res-puestas. Detrs de las primeras se encuentra la necesidad de cog-nicin. Las segundas se enmarcan dentro de nuestra experien-cia previa, de la infor-macin que recibimos del medio y de nues-tros esquemas de re-presentacin.

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    Hacer inferencias es extraer conclusiones a partir de unas premisas (informaciones, datos, prue-bas, sospechas, etc.). Dichas conclusiones adquieren forma de opiniones, explicaciones, valoraciones respecto a las personas y los grupos, al comportamiento de las unas y los otros, a las complejas rela-ciones entre ellos, a los eventos y acontecimientos sociales, etc. Por ejemplo: un buen da, pasado casi un ao desde la misteriosa desaparicin de su hijo, Ralf, el ufano comandante de Auschwitz, empie-za a atar algunos cabos sueltos hasta llegar a una conclusin que lo hundir de por vida en sus propias sombras (vase cuadro 1).

    Cuadro1. Un tpico ejercicio inferencial

    Atar cabos sueltos

    PadresequedenAuchvizunaomsyacabganndoselaantipatadelosotrossoldados,aquienestratabasinpiedad.TodaslasnochesseacostabapensandoenBrunoytodaslasmaanassedespertabapensandoenBruno.Undaelaborunateoraacercadeloquehabapodidoocurriryvolvialtramodelaalambradadondeunaoatrshabanencontradolaropadesuhijo.Aquellugarnotenanadaespecialnidiferente,peroPadreexplorunpocoydescubriquelabasedelaalambradanoestababiensujetaalsuelo,comoenlosotrossitios,yqueallevantarladejabaunhuecolobastantegrandeparaqueunapersonamuypequea,quizunnio,secolarapordebajo.Entoncesmiralolejosypocoapocofueatandocabos,ynotquelaspiernasempezabanafallarle,comosiyanopudieransostenersucuerpo.Acabsentndoseenelsueloyadoptandocasilamismapos-turaqueBrunohabaadoptadotodaslastardesduranteunao,aunquesincruzarlaspiernasdelantedelcuerpo.

    Ralf piensa, explora, descubre, elabora teoras y extrae conclusiones, como Fernando Vidal Olmos (vase cuadro 8). Ralf tambin somos todos. Pensar por la noche y por el da, buscar informacin, aca-riciar hiptesis, explorar rincones desconocidos, atar cabos sueltos, sacar conclusiones; todas estas son tareas de razonamiento que pertenecen a nuestro quehacer diario y forman parte de ese vasto campo de actividad mental al que damos el nombre de inferencia. Los expertos nos ayudan, como siempre, a defi-nir sus contornos (vase cuadro 2).

    Cuadro2. La opinin de los expertos

    La inferencia social

    Reid Hastie Robert Wyer y David Carlston Susan Fiske y Shelley Taylor

    Unaconclusinque,deacuerdocondeterminadosprocedimien-tos,derivamosdeunconjuntodeproposiciones(premisas).

    Juiciosobreunomismoosobrelosotrosqueelsujetohacebasadoenlainformacinquetieneamanoprocedentedediversasfuentes:elambiente,lapersonasobrelaquesehacelainferencia,laconductapasada,etc.

    Lainferenciaeseltemacentraldelacognicinsocial.Esunprocesoyunproducto.Comoproceso,impli-cadecidirquinformacinsetomaencuenta,recogerdichainforma-cinycombinarladealgunamane-ra.Comoproductoeselresultadodeunprocesoderazonamiento.

    Las inferencias son, pues, juicios y opiniones sobre uno mismo, sobre los otros o sobre las cosas que suceden en el mundo que vamos elaborando siguiendo la senda marcada por la informacin que nos ofrece el ambiente o la que hayamos sido capaces de recabar por nuestra cuenta. Tericamente, los ob-

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    jetos en torno a los cuales versan nuestras inferencias pueden ser infinitos, pero es fcil adivinar que las tareas inferenciales que nos ocupan de manera preferente guardan una estrecha relacin con los conteni-dos del conocimiento social que hemos visto en la Unidad didctica previa. Acudimos de nuevo a Wyer y Carlston (1994) para enumerarlas:

    El actor o los actores de una determinada conducta en los trminos descritos en el epgrafe 4 de la Unidad didctica anterior.

    La conducta del actor (la real y la posible) y sus diversos perfiles: su adecuacin al contex-to, su pertinencia, su moralidad; etc.

    La persona hacia la que dicha conducta va dirigida (el objeto de la conducta).

    Las consecuencias de la conducta tanto para quien la ejecuta como para el objeto de su con-ducta (el receptor).

    El contexto en el que dicha conducta se manifiesta.

    Figura2. Hacer inferencias

    La inferencia es un proceso humano fundamental. Prcticamente cada interaccin que llevamos a cabo, cada decisin que tomamos es probable que incluya una o ms inferencias acerca de nosotros mismos y de aspectos de nuestro contexto social (Robert Wyer y Donald Carlston).

    Las operaciones inferenciales forman parte de nuestra actividad cotidiana; como tal, pueden ser consideradas un proceso humano fundamental, una actividad cognitiva que acompaa de manera per-manente y no pocas veces mecnica nuestro quehacer y en la que suelen estar presentes los siguientes pasos (vase cuadro 3).

    Cuadro3. Pasos en el proceso de inferencia

    1. Nosenfrentamosaundeterminadoacontecimiento,disponemosdeunainformacin,observamoslacon-ductadeunapersona,exploramos,etc.:esassonlaspremisas.

    Aquesttodoporexplorar.Quizhayallegadoelmomentodeempezar,diceBruno.

    Observaquelanuevacasaestaisladaysituadaenunsitiovacoydesolador;ademsespequeaynohabaotrasfamiliasenelvecindarioniotrosniosconlosquejugar.

    .../...

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    .../...

    2. Codificamoseinterpretamoslainformacinapoyadosenlaexperienciapreviayayudndonosdeesque-mas,categoras,guiones,etc.

    Hashechoalgomaloentutrabajo?Yasquetodosdicenqueeresunhombreimportante,peronotehabranenviadoaunsitiocomoestesinohubiesentenidoquecastigarteporalgo.

    3. Procedemosaintegrarlasdiferentespiezasparaelaborarunaproposicin(conclusin)attulodehip-tesis,impresin,valoracin,opinin,etc.,deacuerdoconalgnprocedimientoqueconectalaspremisasconlaconclusindeunamaneramsomenosrazonable:

    Entoncesestamosaqu,enAuchviz,porquealguienechalafamiliaquevivaenestacasaantesquenosotros?

    Exacto,Bruno.

    EltenienteKotleressencillamenterepugnante.

    4. Conmuchafrecuenciaesteprocesoinvita,defineymarcapautasdeaccin:

    Quieroirmeacasa,seobstinBruno,laslgrimasapuntodeaflorarle.SoloqueraquePadreentendieraqueAuchvizeraunsitioespantosoyqueyaerahorademarcharsedeall.

    En la figura 3 quedan recogidos los pasos y los contenidos ms importantes del proceso de inferencia.

    Figura3. El proceso inferencial

    Conclusiones

    INTEGRACIN

    Formacinde:

    Hiptesis Impresiones Opiniones Atribuciones Etc.

    Premisas

    INFORMACIN

    Sobre:

    Actor/es Conductas Eventos Contexto

    INTERPRETACIN

    Mediante:

    Esquemas Guiones Categoras Experiencia

    previa

    2. LA FORMACIN DE IMPRESIONES

    La tristeza reflejada en un rostro esculido y plido; esa fue la impresin que le caus Shmuel cuando lo vio por primera vez detrs de la alambrada. De hecho, estaba seguro de que jams haba visto a un nio

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  • A. Blanco Abarca Laformacindeimpresionesyelprocesodeatribucin

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    ms flaco ni ms triste en su vida. Para Shmuel, Bruno era un nio simptico y amable, a pesar de ser el hijo del comandante de Auchviz. A Fermina Daza, Florentino Ariza le haba impresionado por su aura de desamparo, cuenta Garca Mrquez; por su aire esculido y tmido. No lo conoca, no haba intercam-biado con l una sola palabra, ni siquiera saba cmo se llamaba. Tampoco se mostr condescendiente con quien habra de ser su esposo (el doctor Juvenal Urbino) el da que lo conoci: el joven mdico de quien tanto haba odo hablar a propsito del clera le pareci un pedante incapaz de querer a nadie distinto de s mismo. Como en el caso de Bruno, fue un plpito, una sensacin inconfundible, un diagnstico de urgencia como los que hacemos asiduamente siguiendo las directrices no escritas de la psicologa del sentido comn.

    La tristeza, la simpata, la amabilidad, el desamparo o la pedantera son conclusiones (inferencias) que hacemos respecto a las personas; opiniones que nos formamos a partir de los diversos aspectos de un individuo como una clase particular de persona que posee propiedades relativamente perdurables, de acuerdo con Solomon Asch; impresiones sobre el tipo de persona que se esconde detrs de un determinado rostro, de una determinada accin, de un determinado gesto, etc.

    Volvamos por un momento al punto central de la Unidad di-dctica anterior: en el centro de nuestra actividad psicolgica est la percepcin. A travs de ella venimos a conocer el mundo que nos rodea, dice Heider (1958), sobre todo el mundo de los otros: lo que hacen, lo que dicen, lo que callan, lo que parecen. A partir de lo que vemos (comportamiento manifiesto) concluimos lo que no vemos (comportamiento latente) y nos hacemos una idea ms o menos clara de lo que es y de cmo es una determinada persona (impresiones sobre la personalidad). Ese es el marco terico que da pie a Solomon Asch para elevar a categora cientfica el estudio de las impresiones que nos formamos sobre las personas; de las sensaciones que alguien causa en nuestro es-tado de nimo y de las opiniones derivadas de ellas. En un tpico y ejemplar proceso inferencial, el pro-pio Solomon Asch elabora su propuesta terica partiendo de dos supuestos (premisas) con cuya ayuda llega a determinadas conclusiones (en el fondo, las teoras y los procesos de investigacin no dejan de ser procesos inferenciales):

    El primer paso para descubrir las propiedades de las personas es centrarse en sus acciones y considerarlas como la consecuencia natural de lo que las personas son: reconocemos que las personas constituyen causas de manera relativamente absoluta; causas fenomnicamen-te primeras y mucho ms importantes que las condiciones ambientales o el contexto.

    La opinin y la imagen que nos forjamos de una persona es algo ordenado, unificado, or-ganizado, integrado. No es el resultado de la suma de caractersticas que observamos en ella, sino el producto de la interaccin entre ellas: Parece que las cualidades que notamos en una per-sona derivan en gran parte su contenido de la rela-cin organizada que tiene lugar entre ellas, y que su interaccin constituye la impresin unitaria (Asch, 1962, pg. 214).

    Partiendo de estas premisas, Asch lleva a cabo un experimento al que seguimos acudiendo una y otra vez. Se propone demostrar que las impresiones que nos formamos responden al principio bsico de la teora de la Gestalt: el todo (la impresin de la personalidad: ese es precisamente el ttulo del trabajo original, publicado en 1946) no es el resultado de la suma de las partes que lo componen, sino el pro-ducto de la relacin, la interaccin y la interdependencia entre ellas. El todo es distinto a la suma de sus partes, y adems es el todo el que da significado a las partes.

    Con el trmino percepcin queremos designar todas las diferentes maneras que tenemos de conocer el ambiente, desde la percepcin directa a la inferen-cia explcita (Fritz Heider).

    Nos esforzamos por formar una impre-sin de la persona ntegra Es difcil no ver a la persona como una unidad (So-lomon Asch).

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    Para poner a prueba esta hiptesis, Asch ofrece a dos grupos de sujetos informacin sobre una per-sona desconocida. Es una persona idntica en todo excepto en un rasgo: en un caso (grupo A) se trata de una persona emocionalmente clida; en el otro (grupo B) de una persona fra (vase cuadro 4).

    Cuadro4. Impresiones sobre un desconocido

    Grupo A Grupo B

    Inteligente Habilidoso Trabajador Clido Decidido Prctico Prudente

    Inteligente Habilidoso Trabajador Fro Decidido Prctico Prudente

    La tarea de los sujetos consiste en hacer primero una semblanza de dicha persona. Despus, se les peda que la calificaran eligiendo, de entre un listado, aquellos rasgos que mejor convinieran a la impresin que se haban formado de ella. Los resultados (figura 4) son bastante elocuentes en algu-nos aspectos.

    Figura4. Impresiones sobre la personalidad (Solomon Asch)

    Hay, en primer lugar, una diferencia clara en la impresin global que provoca esa supuesta perso-na en ambos grupos. Esa diferencia se refleja tanto en el relato que hacen por escrito como en las cuali-dades que eligen cada uno de los grupos para definirla. Aunque no en todos los aspectos, la descripcin que hacen de ella tiene un tono generalmente ms positivo en el grupo A (la persona es generosa, feliz, afable, sociable, popular, humana, etc.) que en el B. La presencia del rasgo de calidez emocional confi-

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    gura una impresin global claramente distinta a la que genera la presencia del rasgo fro. En concreto: estos resultados justifican la conclusin de que un cambio en una de las cualidades produce una modi-ficacin fundamental en la impresin total, dice Asch. En definitiva:

    En las impresiones que nos formamos sobre las personas parece haber rasgos y caracters-ticas centrales (cualidades que proporcionan informacin sobre lo esencial de una persona) y rasgos perifricos, subsidiarios.

    Las caractersticas de centralidad o marginalidad que poseen determinados rasgos no son cualidades intrnsecas a ellos, sino a los rasgos de los que vayan acompaados (el contexto; el campo semntico). De hecho, en investigaciones posteriores, el propio Asch demuestra que el rasgo clido pasa desapercibido dentro del siguiente contexto: obediente, dbil, superficial, clido, sin ambiciones, vanidoso.

    Adems del contexto, es necesario sealar que la primera impresin que tenemos de una persona, los rasgos y caractersticas que aparecen en primer lugar, marcan de manera mucho ms definitiva y clara la impresin general (efecto de primaca) que aquellas que aparecen en ltimo lugar (efecto de recencia).

    Como conclusin general, podramos decir que las impresio-nes que nos formamos de las personas no parecen ser el resultado de ir aadiendo detalles, informaciones, descubrimientos grandes o pequeos sobre ellas, sino una sensacin global, que en algu-nos casos se desprende de alguna informacin o acontecimiento puntual (valen los ejemplos de Bruno sobre el teniente Kotler, y de Fermina Daza sobre Juvenal Urbino y Florentino Ariza), y en otros de la combinacin e interdependencia de diversos rasgos, conductas, etc. Dicha impresin marca y dirige la opinin sobre lo favorable o desfavorable de las conductas de dicha persona; define la actitud (vase Unidad didctica 10).

    Cuadro5. La opinin de los maestros

    La impresin como Gestalt (Solomon Asch)

    Apenasnotamosquedosomscaractersticaspertenecenalamismapersona,entraneninteraccindin-mica.Nopodemosconsiderarunayotracualidaddeunamismapersonasinqueseafectenrecprocamente.Siunapersonaesinteligenteyjovial,yotrainteligenteymalhumorada,lacualidaddeinteligentedejadeserlamismaenambas.Lainteraccinpuedeproducirunanuevacualidadalaquesesubordinanlasobser-vacionesiniciales.Sivemos,porejemplo,queunapersonaestantoclidacomofra,probablementedecida-mosqueescaprichosa.

    Desde la Unidad didctica primera hemos venido insistiendo en la importancia que tiene el contex-to en las diversas manifestaciones del comportamiento humano y hemos sido testigos de ejemplos muy paradigmticos. En el caso concreto de la cognicin, conviene recordar con Robert Wyer que los jui-cios y las decisiones sobre las que supuestamente se sustentan nuestras acciones no ocurren en un vaco cognitivo. Para apoyar esta idea Daniel Kahneman recurre a una investigacin llevada a cabo por otro eminente investigador, Jerome Bruner, que recuerda mucho a las propuestas de Asch (vase figura 5).

    Cuando la gente piensa de manera consciente sobre dos elementos cogniti-vos en relacin uno con otro, se estable-ce una asociacin entre ellos. La fuerza de dicha asociacin se incrementa con la frecuencia y duracin de esta actividad cognitiva. Una vez formada dicha aso-ciacin, los pensamientos sobre uno de los elementos activan los pensamientos sobre el segundo (Robert Wyer).

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    Figura5. El efecto del contexto

    Daniel Kahneman nos ofrece su propia interpretacin:

    Un estmulo ambiguo que se percibe como una letra den-tro de un conjunto de letras se ve, sin embargo, como un nmero cuando se sita entre nmeros.

    En la percepcin consciente se suprime la ambigedad. Los atributos percibidos de un estmulo focal reflejan el

    contraste ente dicho estmulo y un contexto de estmulos previos y concurrentes.

    Las impresiones son sensaciones globales, unitarias y espontneas sobre las personas. En esos sen-cillos trminos se podra definir la propuesta de Solomon Asch. Esto es particularmente verosmil sobre todo si hablamos de las impresiones sobre personas a las que no conocemos o que no pertenecen a nues-tro entorno interactivo habitual. Ese era el caso de la investigacin de Asch. Para los sujetos de ambos grupos, se trataba de una persona desconocida.

    Una parte importante de las personas con las que nos cruzamos en nuestra vida diaria no nos cau-san ninguna impresin: respondiendo a un elemental proceso de economa cognitiva, sencillamente no les prestamos atencin. Cuando lo hacemos, activan esquemas categoriales que nos permiten formarnos una imagen sin necesidad de recabar mucha informacin ni de hacernos demasiadas preguntas. Quizs no ocurra lo mismo cuando se trata de personas con las que interactuamos habitualmente, y mucho menos con aquellas que pertenecen a nuestro crculo ms cercano. En este caso, cabe la posibilidad de que las impresiones que nos formamos de ellas sean el resultado de experiencias concretas, de detalles ms o menos significativos que vamos percibiendo y conociendo de una determinada persona. Eso es lo que defienden los modelos de combinacin lineal: el modelo sumativo y el modelo de promedio.

    El modelo sumativo sostiene que nuestras impresiones sobre la personalidad no pueden ser otra cosa que el resultado de ir sumando pequeas piezas, rasgos, acciones y reacciones, etc. Sonya era bondado-sa, amable, una mujer de buen corazn, una boba santa. Por eso se haca querer por todo el mundo: Sonya Semionovna, le decan los presos cuando visitaba a Raskolnikov, eres nuestra madre afectuosa y buena. Cuando leemos Crimen y castigo (algo que conviene hacer alguna vez en la vida), nuestra im-presin sobre Sonya se acerca mucho a la de las personas que la conocieron y convivieron con ella; no es una sensacin momentnea ni un diagnstico de urgencia, sino una conclusin ms o menos tranquila y sosegada que procede de nuestra experiencia interactiva con ella, de la observacin de su manera de actuar y conducirse en las duras circunstancias que le toc vivir. La impresin general (el todo) es el re-sultado de la suma de las partes: de las cosas que las personas hacen, dicen, sienten, piensan, etc. Cuan-tos ms rasgos, caractersticas o informacin positiva se disponga sobre una persona, ms favorable ser la evaluacin final que hagamos de ella.

    El modelo de promedio parte de un supuesto bien distinto: los rasgos y caractersticas que perci-bimos en las personas no siempre son consistentes y, adems, los puede haber tanto positivos como negativos. La impresin final no es la suma de rasgos, conductas, acciones, etc., sino del valor que otorguemos a cada uno de ellos dividido por el total. Los rasgos y caractersticas que percibimos en las personas, dice Norman Anderson (1968), el defensor ms cualificado de esta propuesta, no son positivas o negativas a secas, sino poco, regular o mucho. El detonante de la impresin no es, pues, el nmero, sino el valor que le demos y la ponderacin que hagamos de cada una de las cosas que to-memos en consideracin, todo ello con la ayuda de una sencilla operacin que toma como punto de partida estos cuatro ingredientes:

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    Estmulos-informacin negativa procedente de las personas (N).

    Estmulos-informacin moderadamente negativos (N).

    Estmulos-informacin moderadamente positivos (P+).

    Estmulos-informacin altamente positivos (P++).

    Nuestras impresiones, juicios, valoraciones y atribuciones son el resultado de la combinacin de estas cuatro fuentes de informacin. La suma de muchas pequeas cosas (rasgos, atributos, etc.) no da como resultado una impresin necesariamente ms positiva que la suma de pocas cosas; depende de la importancia y el valor que concedamos a cada una de ellas. As, un solo rasgo altamente positivo puede conducirnos a una opinin mucho ms favorable que varios detalles moderadamente positivos. Ms an, aadir informacin moderadamente positiva (P+) a una informacin altamente positiva (P++) puede em-paar la imagen de una persona.

    Pero tambin cabe otra posibilidad: la gente, dicen Susan Fiske y Steven Neuberg, utiliza diversas estrategias para formarse impresiones sobre los otros y poder opinar con supuesto conocimiento de causa sobre ellos. Las propuestas previas han centrado el inters exclusivamente en los rasgos y atributos per-sonales. Sin duda son importantes, pero no es ingenuo pensar, y mucho menos despus de lo que hemos visto en la Unidad didctica anterior, que esas inferencias tan alegres que hacemos y esas opiniones tan contundentes que sostenemos estn sencillamente dictadas por los esquemas que poseemos respecto a una determinada persona en tanto que perteneciente a una determinada categora social.

    Fiske y Neuberg (1990), con buen tino, recuperan la pertenencia categorial como fuente y argumen-to para la formacin de impresiones. Las impresiones sobre las personas se sitan a lo largo de un conti-nuo en uno de cuyos extremos se encuentra la pertenencia categorial y en el otro, sus rasgos y atributos ms personales. Este proceso discurrira a lo largo de las siguientes fases:

    Categorizacin inicial. Lo primero que nos es accesible de una persona es su pertenencia categorial. Como hemos tenido ocasin de ver en la Unidad didctica 8, los esquemas cate-goriales son una importante fuente de informacin sobre las personas; a veces es la nica, y es siempre una informacin que consideramos relevante. Las impresiones formadas en este plano se sustentan sobre un razonamiento que requiere un esfuerzo cognitivo mnimo: al sujeto en cuestin se le aplican de manera automtica las marcas que definen su categora. Para Gretel, su hermano Bruno era un pequeo ignorante, como todos los nios a esa edad; para Bruno, las nias eran tontas y las hermanas, tremendamente ridculas. Para Shmuel, los soldados buenos no existen; para la madre y amigos de Raskolnikov, Sonya es sim-plemente una prostituta, y as sucesivamente.

    Tras la categorizacin inicial, el perceptor define y resuelve rpidamente si la persona en cuestin tiene algn inters o es lo suficientemente relevante para seguir prestndole aten-cin. Bruno decidi visitar a Shmuel todas las tardes despus de terminar las clases, se sentaba y hablaba con su nuevo amigo hasta que llegaba la hora de volver a casa.

    En caso afirmativo, el perceptor recabar informacin adicional sobre la persona en cuestin.

    Categorizacin confirmatoria. A la vista de la informacin adicional, el perceptor analiza en qu medida la persona es o no un ejemplo prototpico de la categora.

    Recategorizacin. Una vez completada la informacin adicional, el sujeto empezar a prestar atencin a atributos y rasgos ms personales. Esta operacin cognitiva pasa por un proceso de recategorizacin, por ubicar a la persona en cuestin dentro de una subcategora que nos ofrezca informacin algo ms cercana y personal.

    Integracin. Finalmente, si el sujeto tiene verdadero inters en conocer a una determinada persona y dispone de tiempo, recursos y motivacin para ello, proceder a una integracin

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    paulatina de los atributos categoriales y los rasgos y caractersticas personales, es decir, el perceptor debe promediar o sumar de alguna manera todas las caractersticas particulares de la persona a fin de llegar a una evaluacin final, dicen Fiske y Neuberg, que no necesa-riamente coincide con la inicial.

    Figura6. Formacin de impresiones: rescatar a la persona de la categora

    Las impresiones sobre las personas son, a veces, fruto de un proceso en el que se procede a rescatarlas del anonima-to al que las condena la pertenencia categorial y se tienen en cuenta sus rasgos y caractersticas ms personales. A veces, la formacin de impresiones se deja llevar por un pro-ceso de razonamiento consciente, lento, controlado y esqui-va el peligro inminente de rendirse a la cmoda heurstica del prototipo que nos da una informacin fcilmente acce-sible y permite, en palabras de Daniel Kahneman, que los estmulos nuevos sean clasificados eficientemente median-te la comparacin de sus rasgos con los de los prototipos de la categora.

    Las personas cambiamos la impresin, la opinin y la valoracin que nos merece alguien recupern-dolo de entre la masa informe de la categora a la que pertenece, individualizndolo (que es lo contrario de la desindividuacin que veamos en la Unidad didctica 2), rescatndolo del anonimato. Rodion Ras-kolnikov no se dej arrastrar por la corriente de tpicos respecto a la pertenencia categorial de Sonya. La busc, y a medida que la trataba se iban haciendo presentes cualidades como su bondad, su sencillez y su simpata. Otro tanto le ocurri, ya al final de su vida, a Fermina Daza respecto a Florentino Ariza: se fue acostumbrando a verlo de otro modo, y termin por no relacionarlo con el adolescente lnguido que se sentaba a suspirar por ella bajo los ventarrones de hojas amarillas del parque de Los Evangelios.

    3. LAS INFERENCIAS CAUSALES

    La integracin no es un proceso mecnico ni instantneo; tampoco es necesario que sea prolongado, pero siempre acostumbra a ir acompaado de inquietudes y dudas: es posible, se pregunta Rodion Ras-kolnikov, que esta criatura, que conserva intacta su pureza de es-pritu, se arrastre a propsito a ese sumidero de podredumbre? Es posible que ya vaya por ese camino? Es posible que haya podido aguantar hasta ahora porque el vicio ya no le parece tan repelen-te?. Nos hacemos preguntas y buscamos respuestas: esa es una tarea que forma parte de la actividad cotidiana de los objetos con

    Un esquema causal es la concepcin general que tiene una persona sobre cmo interactan y se combinan deter-minadas cosas para producir un determi-nado efecto (Harold Kelley).

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    mente. A Bruno le inquietaban muchas de las cosas que vea a su alrededor cuando lleg a aquel paraje desolador (vase cuadro 1 de la Unidad didctica 8) y de inmediato, como hubiramos hecho cualquiera, se puso a indagar. Buscamos razones para entender por qu las cosas son como son y la gente hace lo que hace. Lo hacemos ayudados de un proceso de razonamiento causal al que damos el nombre de atribucin.

    Atribuir es una sencilla operacin mental por medio de la cual buscamos las razones que pueden estar detrs de una determinada accin o evento. Nos preguntamos por qu en la ciudad de Dongguan hay explotacin infantil, por qu a un pasajero con barba le conminan a abandonar un avin, por qu se est incrementando de manera preocupante la xenofobia y el sexismo entre nuestros escolares, por qu el ejrcito israel desat una matanza infame de palestinos en diciembre de 2008, y as hasta el infinito. Puedo preguntarte una cosa?, le dice a Shmuel en su primer encuentro: Por qu hay tanta gente al otro lado de la alambrada? Y qu hacis all?.

    Figura7. Atribucin

    La atribucin son las explicaciones cotidianas y de sentido comn que elaboran las personas para dar cuenta de los su-cesos sociales (Miles Hewstone).

    Al estudio de la causacin percibida le damos el nombre de teora de la atribucin, refirindose la atribucin a la percepcin o inferencia de una causa (Harold Kelley y John Michella).

    Nos interesa el estudio psicolgico de la causalidad: cmo la gente comn investiga, se hace pre-guntas y se da respuestas; cmo interpreta los eventos y el comportamiento propio y ajeno; qu proce-dimientos utiliza para ello, de qu herramientas se sirve y a qu conclusiones llega. Detrs de todo ello, nos dice Arie Kruglanski, uno de los tericos ms respetados en el actual panorama de la psicologa so-cial, se encuentra el epistemlogo ingenuo que todos llevamos dentro: un sujeto que posee opiniones y creencias que toma como vlidas (como lgicas) y con cuya ayuda da significado a las cosas, a las per-sonas y a las acciones y eventos que protagoniza, e interpreta y trata de comprender y explicar lo que ocurre a su alrededor. El epistemlogo ingenuo, dice Kruglanski, parte de algunos supuestos y sostiene algunas convicciones de manera firme:

    Las cosas que suceden a nuestro alrededor y ms all, no son fruto del azar.

    Hay una jerarqua causal instalada en el ambiente: hay cosas que son centrales y otras que son perifricas.

    Hay, adems, unas partes que son activas y otras que son pasivas (los eventos que all ocu-rren pueden ser atribuidos a las partes activas).

    Dentro de este panorama es necesario distinguir las cosas y las personas.

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    3.1.YES,WECAN:ELANLISISINGENUODELAACCIN

    Persona y ambiente: ese va a ser el marco en el que se inscribe el proceso de atribucin de acuerdo con quien sigue siendo considerado su pionero, Fritz Heider (vase figura 8).

    Figura8. La psicologa del sentido comn

    El anlisis ingenuo de la accin requiere una descripcin de los nexos causales de un ambiente que contiene no solo los hechos directamente observables de la conducta de otra persona, sino tambin su conexin con estructuras y procesos internos ms esta-bles que subyacen a esa conducta. Un prin-cipio importante de la psicologa del sentido comn, as como de la psicologa cientfi-ca, es que el ser humano atrapa la realidad y puede predecirla y controlarla remitiendo eventos y conductas variables y pasajeras a condiciones subyacentes relativamente es-tables, a las llamadas propiedades disposi-cionales de su mundo (Fritz Heider).

    Nuestra mente no es un simple espejo que refleja las cosas tal y como son, sino una herramienta capaz de simplificarlas, ordenarlas, interpretarlas a su antojo, evaluarlas, marcar lneas de accin, etc. Fritz Heider lo toma como punto de partida en su anlisis ingenuo de la accin: el ser humano se erige no solo en actor de su conducta, sino en protagonista de la realidad; la puede predecir y controlar (cambiar) porque est con-vencido de que no es el azar el que rige el mundo, sino una cadena de estructuras causales: el hombre de la calle percibe la conducta como causada. Cree que detrs de las cosas, de los eventos y de las acciones que ejecutan las personas hay razones y motivos que se enmarcan dentro de proposiciones disposicionales, in-varianzas que hacen posible un mundo ms o menos estable, predecible y controlable. Estructuras y proce-sos ms o menos permanentes que caracterizan y subyacen a los fenmenos del comportamiento (Heider, 1958, pg. 80). Detrs de los hechos que observamos hay causas que no siempre son visibles y acce-sibles a los rganos de los sentidos y que nos vemos tentados a buscar porque nos inquietan, nos provocan, nos interpelan; unas, las buscamos en las personas; otras, se encuentran en el ambiente (vase cuadro 6).

    Cuadro6. La opinin de los maestros

    Fuerzas personales y fuerzas ambientales en el anlisis ingenuo de la accin (Fritz Heider)

    Enlapsicologadelsentidocomn(yenlapsicologacientfica)elresultadodeunaaccindependededosbloquesdecondiciones:unas,pertenecientesalapersona,yotraspertenecientesalambiente.Lapsicologaingenuadisponedetrminosdiferentesparareferirsealacontribucindeesosfactores.Tomemoselejem-plodeunapersonaqueremaenunboteenunlago.Decimos:esttratandoderemarenellago;tienelahabilidadderemar;puederemarenellago;quiere remarenellago;resultadifcilremarenellago;hoyesunabuenaoportunidadpararemarenellago;espurasuertequehayapodidoremarenellago.Estasdiferentesafirmacioneshacenreferenciaafactorespersonalesyafactoresambientales.

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    Poder, querer, intentar y la habilidad pertenecen a las propiedades disposicionales de las personas; la dificultad, la oportunidad y la suerte forman parte del ambiente. Esos son los argumentos, bastante sencillos por lo dems, que utiliza el ciudadano de a pie para explicar la con-ducta propia y la ajena. Las preguntas que nos hacemos seran del siguiente tenor: puede o ha podido una determinada persona realizar una determinada accin? Tiene o ha tenido capacidad o habilidad para realizarla? Lo quiere o lo ha querido hacer? Hay o hubo condiciones que se lo impiden? (vase figura 9).

    Figura9. El anlisis ingenuo de la accin

    FACTORESPERSONALES

    FACTORESAMBIENTALES

    Dificultad Oportunidad Suerte

    Capacidad Habilidad

    Motivacin Intencin

    ACCIN

    El hombre de la calle analiza la realidad tomando en consideracin las relaciones ms o menos es-tables entre la persona y lo que acontece a su alrededor (su ambiente), entre las posibilidades de que ocurra algo de acuerdo con la capacidad y habilidad de una persona (can) y las facilidades o dificultades que pone el ambiente para que as sea. Despus, tomamos nota de la intencin (trying), el factor perso-nal por excelencia; nos preguntamos por la motivacin, las ganas, el deseo, la iniciativa. Buscamos y nos preguntamos si detrs de un hecho hay o no una intencin. En la mente del ciudadano de a pie que somos todos, una determinada accin (c) ser el resultado de can (a) + trying (b). Eso nos conduce a las siguientes estrategias inferenciales:

    Si se da a y c, inferimos b.

    Si se da b y c, inferimos a.

    Si se da a y no se da c, inferimos que no ha habido b (ganas, intencin, voluntad de hacer, etc.).

    Si se da b y no se da c, inferimos que no se da a.

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    Figura10. Yes, we can

    Esta noche pienso en una mujer que deposit su voto en Atlanta. Se parece mucho a los millo-nes de personas que han hecho cola para lograr que se oyera su voz en estas elecciones salvo por un detalle: Ann Nixon Cooper tiene 106 aos. Naci apenas una generacin despus de la es-clavitud; en una poca en que no haba coches en las carreteras ni aviones en el cielo; cuando alguien como ella no poda votar por dos razo-nes: por ser mujer y por el color de su piel. Y esta noche pienso en todo lo que ha visto durante su siglo en Estados Unidos: el dolor y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces en que se nos dijo que no podamos y las personas insistan en este credo: s, podemos (Barack Obama, 4 de noviembre de 2008).

    Fritz Heider pone las bases (la letra y la msica) para entender las operaciones mentales que se pro-ducen dentro de un sujeto para llegar a una conclusin respecto a las razones que pueden estar detrs de una determinada accin; pone las bases, en una palabra, para entender el proceso de atribucin. Su apor-tacin es decisiva. Las propuestas posteriores se apoyarn en ella para matizarla, ampliarla o enrique-cerla, pero su matriz central quedar ms o menos intacta.

    3.2.LASINFERENCIASCORRESPONDIENTES

    Es el caso de Edward Jones y Keith Davis. Como Heider, pero de manera mucho ms oscura y fa-rragosa, ambos pretenden estudiar cmo explica la gente de la calle las acciones humanas. Mientras que el anlisis cientfico maneja infinitas causas, el hombre de la calle resuelve todas sus dudas cuando en-cuentra una intencin o un motivo como sustrato de una determinada accin. El ciudadano de a pie que habita el mundo y la realidad cotidiana (el perceptor, lo denominan tambin Jones y Davis) observa una accin y sus efectos, y su mayor problema y su principal objetivo reside en decidir cul de esos efectos ha sido intencionalmente buscado y pretendido por el actor. Ello supone creer que el actor fue conscien-te de que su accin tendra dichos efectos. Ese es un proceso en tres fases:

    La primera condicin del proceso de inferencia es la asuncin de que el actor sabe y busca que su accin tenga unas determinadas consecuencias.

    La segunda es que el actor sea capaz de (pueda) conseguir lo que quiere: no es suficiente con querer; es necesario poder. Las decisiones que vinculan las intenciones de un actor con los efectos de su conducta estn afectadas, pues, por la opinin (inferencia) respecto al conoci-miento por parte del actor de las consecuencias de su accin, su habilidad y su capacidad para conseguir lo que pretende. Cuando las acciones de una persona tienen ciertas consecuencias, es importante para el perceptor definir si la persona fue capaz de producir esas consecuencias como respuesta a sus intenciones (Jones y Davis, 1965, pg. 221).

    Finalmente, cuando el perceptor decide que la accin ha sido intencionada, busca de inme-diato caractersticas estables en el actor responsable de dicha accin; busca las invarianzas:

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    Figura11. De los actos a las disposiciones (Jones y Davis, 1965)

    DISPOSICIONESINFERIDAS CONDUCTASOBSERVADAS

    Disposicin Intencin Conducta

    Conocimiento

    Capacidad

    Efecto1

    Efecto2

    Efecto3

    Observamos efectos e inferimos intenciones y disposiciones: esa es la clave del proceso de atri-bucin. Lo que est detrs de las acciones, piensa el sujeto ingenuo, son las intenciones y detrs de estas se encuentran las disposiciones de su ejecutor: qu ha pretendido conseguir un determinado sujeto con una accin concreta? Qu me dice del actor la conducta que ejecuta y la intencin que persigue? Qu relacin guarda la accin ejecutada con la intencin del sujeto?; cuando el percep-tor infiere caractersticas personales para dar cuenta de una accin, dichas caractersticas pueden variar en el grado que se corresponden con la conducta que intentamos explicar, dicen textual-mente Edward Jones y Keith Davis (1965, pg. 223). La clave del proceso de atribucin se sita, entonces, en el grado de correspondencia entre la accin y las caractersticas de quien la ejecuta. El perceptor ingenuo que somos todos trata de establecer qu condiciones se deben dar para infe-rir disposiciones (creencias, actitudes, valores, etc.) partiendo de un supuesto elemental: los actos tienen efectos, y como la gente acta con el propsito de lograr esos efectos, tiene que haber nexos de inferencia entre los efectos y las intenciones, dirn aos despus ambos autores. Estas condi-ciones seran las siguientes:

    Una accin puede tener un solo efecto, pero lo ms frecuente es que tenga varios. En este ltimo caso, la accin nos dice muy poco de quien la ejecuta. Saber lo que realmente pre-tende una persona cuando realiza una accin es imprescindible para poder hacer inferencias precisas, para establecer un adecuado nivel de correspondencia entre la accin y las dispo-siciones del actor.

    Cuando el perceptor considera los posibles efectos de una accin, asume que algunos de ellos son bus-cados y especialmente deseados por el actor y son, por tanto, ms expresivos de sus disposiciones. Toda accin busca algn efecto. Cuando dicho efecto se persigue a pesar de los costes que entraa la accin, de los efectos negativos colaterales o de los inconve-nientes que lleva consigo, es fcil inferir disposicio-nes. Pero no podemos llevarnos a engao, porque hay muchas acciones que obedecen a la mera deseabili-dad social, a aquello que es costumbre hacer, a lo que es culturalmente normativo. Ninguna de estas acciones nos dice mucho del actor.

    La correspondencia vara asimismo con el nmero de opciones alternativas de que el sujeto disponga para su ejecucin: el valor informativo de una accin es mayor cuando existen

    Entre los efectos comunes y la deseabi-lidad social se dan relaciones estrechas que Jones y Davis han manejado en los siguientes trminos:

    El mximo nivel de correspondencia se da cuando el nmero de efectos comunes y la deseabilidad son bajos.

    Cuantas ms razones tiene una perso-na para actuar y cuanto ms comparti-das son estas razones dentro de una cultura, menor informacin nos da esa accin de la persona que la ejecuta.

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    varias opciones, nos dicen los autores. Uno de los supuestos centrales es que una accin ser informativa en la medida en que se enmarque dentro de un contexto de eleccin y re-fleje una seleccin de entre varias alternativas. Hay acciones que apenas nos dicen nada de su autor porque este no goza de libertad para poder actuar. Ello supondra que los actos dictados por la presin grupal, por la obediencia a la autoridad, por contextos que ayudan al anonimato, por normas de obligado cumplimiento, por la dinmica endogrupo-exogrupo, por un clima rendido a ideologas fanticas o etnocntricas, etc., nos dicen francamente poco sobre las personas.

    En el juego de atribucin hay siempre dos o ms protagonistas: el actor y el perceptor. Las acciones del primero no pasan desapercibidas para el segundo, sino todo lo contrario: avalan o desmienten sus valores, refuerzan o contradicen sus creencias, ratifican o recha-zan su visin del mundo, facilitan o dificultan la consecucin de sus metas, etc. En una palabra, tienen una relevancia hednica positiva o negativa para el perceptor. Cuando las consecuencias son positivas para el observador, ms favorable se muestra respecto al actor y mayor informacin sobre el sujeto cree que contiene dicha accin (la relevancia incrementa la correspondencia). Lo contrario vale decir cuando las consecuencias son ne-gativas.

    A veces, el perceptor cree que alguien hace algo pensando directa y personalmente en l (personalismo) y con la decidida intencin de beneficiarle o perjudicarle. El personalismo es una modalidad de la relevancia hednica y cuando el perceptor decide que una accin es relevante y personal, dicen Jones y Davis, esto tiene un efecto directo y dramtico sobre las conclusiones valorativas sobre el actor, todas ellas marcadas por una alta correspon-dencia.

    3.3.ELCIENTFICOINGENUO:ELPRINCIPIODECOVARIACIN

    El hilo argumental que nos viene acompaando desde el pri-mer epgrafe de este bloque de Unidades didcticas presididas por la necesidad de cognicin se sostiene sobre la decisiva importancia del conocimiento y la informacin en nuestra vida. Los procesos inferenciales, de manera especial, deben su razn de ser a la in-formacin de que dispone el sujeto sobre diversos aspectos de la conducta de las personas y/o de los eventos que suceden a su al-rededor: ese va a ser el marco sobre el que Harold Kelley (1967) erige su propuesta terica.

    Cuando alguien va al cine, se pregunta Kelley, lo hace por-que la pelcula es muy buena o porque el cine es su actividad de ocio favorita? Nosotros nos podemos preguntar, cuando el te-niente Kotler humilla a Pavel, lo hace porque le gusta o porque cumple rdenes de sus superiores? Lo hace de manera espont-nea o porque est en Auschwitz? Estas preguntas nos remiten de manera directa y sin rodeos a la propuesta de Heider: el sujeto ingenuo busca las causas de una conducta en las propiedades disposicionales de la persona o en las in-varianzas del ambiente. Harold Kelley se suma a esta postura: la atribucin que un sujeto hace en cual-quier ocasin depende de la informacin disponible procedente de su experiencia reciente y del ambiente

    El marco terico con cuya ayuda acta el cientfico ingenuo tendra los siguien-tes pilares:

    La atribucin se refiere al proceso de inferir o percibir las propiedades de los objetos que hay en el ambiente.

    La atribucin depende en buena me-dida de la informacin de que dispone el sujeto.

    Bajo ciertas condiciones, la atribucin nos impulsa a la realizacin de activi-dades de comunicacin y persuasin. La atribucin acta como una motiva-cin.

    La atribucin tiene como objetivo lo-grar la comprensin del ambiente a travs de un anlisis causal que en alguna medida es parecido al proce-der habitual del cientfico.

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    social. Cuanto ms consistente es esa informacin, ms estable ser su atribucin En una palabra, la persona que puede hacer una atribucin estable y diferenciada dispone de un alto nivel de informacin (Kelley, 1967, pg. 198).

    Figura12. El cientfico ingenuo que somos todos

    El sujeto atribuyente acta generalmente como lo hace un buen cientfico: examinando la covaria-cin entre un determinado efecto y varias causas posibles El sujeto ingenuo es un cientfico apli-cado preocupado por emplear su conocimiento de las relaciones causales para controlar su mundo (Harold Kelley).

    Las fuentes de informacin son tericamente infinitas, pero el cientfico ingenuo que todos llevamos dentro echa mano de manera preferente de las tres siguientes:

    Informacin procedente de las personas. Lo que son (pertenencia categorial) y lo que pare-cen; lo que dicen y lo que callan; lo que buscan y lo que rechazan, etc.

    Informacin que nos ofrece el hecho, el evento, el acontecimiento en s.

    Informacin de las circunstancias en que suceden las cosas.

    Otro tanto ocurre con los contenidos de la informacin. De entre la variada gama que tericamente se nos ofrece, a la hora de hacer una inferencia en trminos personales o ambientales, tenemos en cuen-ta los tres siguientes:

    Distintividad: qu hace y cmo se comporta la persona en otros asuntos, en otras situacio-nes ms o menos semejantes a la que estamos analizando (alta o baja distintividad).

    Consistencia: en qu medida la persona en cuestin reacciona o no de la misma manera respecto a un mismo tema, estmulo, asunto en otras circunstancias (alta o baja consis-tencia).

    Consenso: qu hacen, cmo se han comportado otras personas respecto al mismo tema en las mismas o parecidas circunstancias (alto o bajo consenso).

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    Cuadro7. Patrones de covariacin

    El teniente Kotler (persona) humilla a Pavel (estmulo/evento) cada vez que se cruza con l (circunstancia)

    ATRIBUCINALESTMULO ATRIBUCINALAPERSONAATRIBUCINA

    LASCIRCUNSTANCIAS

    Alto consenso

    Casi todas las personas humillan a Pavel

    Bajo consenso

    Casi nadie humilla a Pavel

    Bajo consenso

    Casi nadie humilla a Pavel

    Alta distintividad

    El teniente Kotler NO humilla a nadie

    Baja distintividad

    El teniente Kotler humilla a casi todo el mundo

    Alta distintividad

    El teniente Kotler NO humilla a nadie

    Alta consistencia

    El teniente Kotler SIEMPRE humilla a Pavel

    Alta consistencia

    El teniente Kotler SIEMPRE humilla a Pavel

    Baja consistencia

    Frecuentemente el teniente Kotler NO humilla a Pavel

    El proceso de atribucin es una teora de la causalidad subjetiva que se sita en la confluencia entre contenidos y fuentes de informacin cuyo resultado da lugar al principio regulador de las infe-rencias causales: el efecto es atribuido a aquella condicin que est presente cuando el efecto est pre-sente y que est ausente cuando el efecto est ausente. El perceptor acta como un cientfico ingenuo observando, analizando y tomando buena nota de cmo se relacionan entre s las personas, los eventos a los que dan lugar, las circunstancias que los rodean, etc. Cuando acta de esa manera, se percata de que existe una covariacin entre las causas y los efectos. Un efecto es atribuido a una de las posibles causas con la que covara de manera permanente, en palabras del propio Kelley.

    El principio de covariacin se pone en funcionamiento cuando existen mltiples efectos y posibles mltiples causas. Pero en nuestra vida cotidiana nos enfrentamos (tenemos informacin) con tanta o ms frecuencia a un solo efecto y a una o ms causas posibles. En ese caso, seguiramos tambin las directri-ces del cientfico ingenuo echando mano de los esquemas causales:

    Esquemas de causas mltiples suficientes. Cuando el perceptor es consciente o tiene la sospecha de que existen varias causas plausibles para un solo efec-to, realiza sus atribuciones siguiendo el principio de descuento: el papel que puede jugar una causa con-creta en producir un efecto se deja a un lado cuando estn presentes otras posibles causas. Ello acontece si y cuando el perceptor considera que la presencia de un solo elemento (una causa) es suficiente para producir el efecto. Los experimentos que refrendan esta manera de proceder ofrecen el siguiente resultado: cuando la causa externa plausible est ausente, los sujetos infieren sin dificultad causas internas; cuando las variables externas estn presentes, la invocacin a causas internas pierde fuerza (es puesta en duda, dice tex-tualmente Kelley), pero no desaparece de manera definitiva. Tomemos buena nota de este resultado: la fuerza de lo personal (causas internas) como razn explicativa de las acciones de las personas es mayor que la fuerza de lo ambiental (causas externas).

    Los esquemas causales reflejan las no-ciones bsicas que una persona tiene de la realidad y sus asunciones en torno a la existencia de un mundo externo a l que es estable y est compuesto de objetos permanentes, aunque mviles y aparen-temente variables. Se trata de un mundo separado e independiente del propio su-jeto que es visto de manera semejante por las otras personas (Harold Kelley).

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    Esquemas de causas mltiples necesarias. Para que sucedan determinadas cosas es necesario que haya una confluencia de varios motivos, que se d la accin conjunta de dos o ms cau-sas. Eso ocurre, dice Kelley, cuando el sujeto se enfrenta a la interpretacin o explicacin de temas muy complejos y cuando las causas que se manejan son todas ellas importantes.

    Cuadro8. El cientfico ingenuo en accin: el Informe sobre ciegos

    FernandoVidalOlmostienelafundadasospechadequeelmundodelosciegosestdominadoporunaor-ganizacin(laSecta)cruelydictatorialquepudieraestardetrsdelainstauracindelcrimen,elasesinatoylaextorsincomomtodoshabituales.Undadelveranode1947comienzalaexploracin:Recuerdoper-fectamenteloscomienzosdemiinvestigacinsistemtica(laotra,lainconsciente,acasolamsprofunda,cmopuedosaberlo?).Fueundadeveranodelao1947.

    ErnestoSbato,elexcelentenovelistaargentino,nosofreceelejemplomsacabadodelcientficoingenuoalquealudenHeideryKelley.Lohaceenunadelasficcionesquemsdoloresdecabezaymalentendidosmehanproducido:elInforme sobre ciegos,unaextraordinarianovelaquenospuedeayudaraentenderelprocesodeatribucin,especialmenteelpropuestoporHaroldKelley,algoquenosvienefrancamentebien.

    Comosihubierapretendidoponerapruebalafiabilidaddelasteoras,laestrategiainvestigadoradeFer-nandoVidalOlmosconstadelassiguientesfases:

    1. Supuestos bsicos (premisas)

    Elmundodelosciegosescruel.FernandoVidalOlmoslosospechabadesdequeerapequeo.Losciegosmeobsesionarondesdechicoyhastadondemimemoriaalcanza,recuerdoquesiempretuveelimprecisoperopertinazpropsitodepenetraralgndaeneluniversoenquehabitan.

    Amedidaqueibacreciendofueacentundosemiprevencincontraesosusurpadores,especiedechantajistasmoralesqueabundanenlossubterrneos.

    Avisoalosingenuos:NOHAYCASUALIDADES!Lascosasquesucedenanuestroalrededornosonfrutodelazar.Porqunosuponerquetodoloquenossucedeobedeceacausasfinales?.

    2. Hechos significativos

    ElaccidentedeCelestinoIglesias.

    LamuertedelporteroJuanylamucama.

    ElcasoCastel.

    3. Procedimiento de investigacin

    Elaborarminuciososplanesdeobservacin.

    Observar,esperar:eranecesarioestaratentoalosdetallesmsftiles,vigilaracualquierper-sonaqueseleacercase(aCelestinoIglesias);eramenesterinterceptarcartasyllamadostelef-nicos,etc..

    Enmipiezacoloquunenormevisibledesdelacabeceradelacama,quedeca:OBSERVAR/ESPERAR.

    Vigilabalamarchadelosacontecimientosdispuestoaseguiraeseindividuohastaelfinparaconfirmardeunavezportodasmiteora.

    Analizarloshechos;centrarseexclusivamenteenloshechos;hablarexclusivamentedehechos.ElIn-forme sobre ciegos selimitaalosHECHOScomomehansucedido.Elmritoquetiene,amijuicio,eseldesuabsolutaobjetividad:quierohablardemiexperienciacomounexploradorpuedehablardesuexpedicinalAmazonasoalfricaCentral.

    Hacersepreguntas:aquellanoche,mientrasellapreparabaelcaf,hicemispreguntashabituales.

    Esbozarhiptesis.

    .../...

    "Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta Unidad slo puede ser realizada con la autorizacin de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta Unidad".

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    .../...

    Confirmarintuiciones.

    Tomarmedidas.

    Investigar:desdemifrustradatentativaconelciegodelsubterrneodePalermo,dediqucasitodoeltiempodemividaalaobservacinsistemticayminuciosadelaactividadvisibledecuantociegoencontrabaenlascallesdeBuenosAires.

    Tomardecisiones,entreellasladeemprenderlargosycostososviajes(aPars,aRoma,aEgipto).

    Cavilarsobreelsentidogeneraldelaexistencia:asfuielaborandounaseriedeteoras.

    4. Hacer inferencias

    Miconclusinesobvia:siguegobernandoelPrncipedelasTinieblas.Yesegobiernosehaceme-diantelaSectaSagradadelosCiegos.Estanclarotodoquecasimepondraarersinomeposeyeraelpavor.

    Tampocopudeapartardemiespritulaconviccin,cadavezmsfuerteyfundada,dequelosciegosmanejabanelmundo:mediantelaspesadillasylasalucinaciones,laspestesylasbrujas,losadivinosylospjaros,lasserpientesy,engeneral,todoslosmonstruosdelastinieblasydelascavernas.

    5. Asumir y confesar errores y equivocaciones en la investigacin

    Yaenlapendientedemidesesperacin,fuimslejoseimaginquetalvezmisuerteestabadecididadesdelaaventuraconelciegodelasballenitas;yquedurantemsdetresaosyohabacredoestarsiguiendoalosciegos,cuandoenrealidadhabansidoelloslosquemehabanperseguido.

    Todavaahorameestremecerecordaraquellafugazrelacinconlaciega,puesnuncaestuvemscercadelabismoqueenesemomento.Cuntareservadeimprevisinydeestupidezhabaanenmiespritu!Pensarqueyomeconsiderabacomounlince,quecreanodarunpasosinexaminarpre-viamenteelterreno,quemeconsiderabaunrazonadorpotenteycasiinfalible.Pobredem.

    Cuntasestupidecescometemosconairederigurosorazonamiento!Claro,razonamosbien,razona-mosmagnficamentesobrelaspremisasA,ByC.SoloquenohabamostenidoencuentalapremisaD.YlaE,ylaF.Ytodoelabecedariolatinomselruso.Mecanismoenvirtuddelcualesosastutosinquisidoresdelpsicoanlisissequedanmuytranquilosdespusdehabersacadoconclusionesco-rrectsimasdebasesesquelticas.

    4. LAS ARGUCIAS DE LA MENTE: LOS SESGOS INFERENCIALES

    Desde la primera Unidad didctica hemos puesto todo nuestro empeo en seguir el rastro de los cinco supuestos sobre los que se construye el conocimiento psicosocial. El que pro-bablemente ha centrado de manera especial nuestra atencin ha sido el de la accin situada. Dentro de ese marco hemos visto instaladas la atraccin y el amor, la agresin y la violencia, la empata y el altruismo. En la Unidad didctica 8 tuvimos oca-sin de ver cmo el contexto entra tambin a formar parte de nuestros sistemas de representacin mental, de nuestros esque-mas, de nuestros guiones, y las teoras de la atribucin (la de Heider y Kelley) han vuelto a poner la situacin en el primer plano de nuestras estrategias inferenciales.

    El esfuerzo por destacar la influencia del contexto ha sido intencionado (confiamos tambin en que no haya sido baldo): pretende contrarrestar la tendencia general e insistente que tiene ese cientfico in-

    La visin aqu propuesta es que el pro-ceso de atribucin debe ser entendido no solo como un medio que provee al indivi-duo de una visin objetiva de su mundo, sino como medio que alienta y mantiene un control efectivo sobre ese mundo. El propsito del anlisis causal es el control efectivo. El atribuyente no es simplemen-te un buscador de informacin. Su meta latente a la hora de conseguir informa-cin es el manejo efectivo de s mismo y de su ambiente. l no es un cientfi-co puro, sino aplicado (Harold Kelley).

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    genuo que supuestamente somos todos a sobreestimar la importancia de los factores personales o dis-posicionales en detrimento de la situacin. Lo acabamos de ver, sin ir ms lejos, en los resultados de las teoras de la formacin de impresiones y de la atribucin; otro tanto ocurre en los contenidos de la cog-nicin social (vase epgrafe 4 de la Unidad didctica 8). Al hablar de la violencia y de la agresin en la Unidad didctica 7 tambin nos hacamos eco de este hecho: el ciudadano de a pie se siente ms cmo-do y ms seguro cuando dispone de un marco de referencia claro y acotado a la hora de opinar sobre las cosas que acontecen a su alrededor. La simplificacin, el orden y la economa cognitiva forman parte de la entraa misma del procesamiento de la informacin y de la construccin de representaciones sobre los diversos contenidos de la realidad social. Explicar lo que ocurre a nuestro alrededor en clave per-sonal es una estrategia cmoda, sencilla y rpida; nos ahorra pensar, dudar, hacernos preguntas inc-modas, indagar en profundidad, etc. Lo que ocurre, y ah es donde empiezan nuestras dudas respecto a su imparcialidad y objetividad, es que cuando la persona trata de opinar, enjuiciar y valorar su propio comportamiento mira mucho ms hacia fuera (al contexto) que hacia dentro, sobre todo cuando algo le va mal. Nos encontramos, pues, frente a una curiosa paradoja que no podemos despachar de cualquier manera. No es la nica; en su anverso nos encontramos con otro capricho de nuestra mente: cuando soy el actor de una determinada conducta la valoro y la evalo de manera distinta que cuando me pongo en la piel de un simple observador. En definitiva, existe un error fundamental de atribucin al que todos sin excepcin rendimos pleitesa y que con frecuencia adquiere la forma del efecto actor-observador. Cuntas estupideces cometemos con aire de riguroso razonamiento!, acaba de recordarnos el protago-nista de Informe sobre ciegos.

    Richard Nisbett y Lee Ross, dos de los investigadores ms reconocidos en este terreno, lo han resumido de manera muy sencilla: existe una tendencia generalizada a sobreestimar la importancia de factores personales y disposicionales en detrimento de las influencias ambientales. Pensamos que lo que la persona hace se corresponde de manera bastante fiel con lo que la persona es (cmo es), sobre todo si se trata de los otros. Algunos autores hablan, en este sentido, de un sesgo de co-rrespondencia. Siguiendo la argumentacin de Lee Ross (1977), esto es como decir que los acto-res atribuyen los resultados de sus acciones a los condicionantes o requisitos ambientales, mientras que los observadores lo hacen mirando a los rasgos y disposiciones personales. Echamos mano de estrategias explicativas distintas cuando nos ponemos en la piel del actor que cuando nos ponemos en el lugar del observador.

    Michael Storms propuso en su momento una explicacin con la que todava seguimos contando: ob-servadores y actores tienen distintos puntos de vista: el actor no puede verse a s mismo actuando; solo ve la situacin en la que se encuentra; los observadores, sin embargo, ven y centran su foco de atencin en los actores y en su conducta. En una palabra, los actores se fijan en el ambiente, incluida la conduc-ta de otra gente, ms que su propia conducta. Los observadores centran su atencin en la conducta del actor ms que en la situacin que la enmarca (Storms, 1973, pg. 166). Ahora bien qu ocurrira si intercambiaran sus papeles, de suerte que el actor pudiera ver su conducta tal y como la ve el observador y este pudiera tener acceso a algunos aspectos clave de la perspectiva del actor?

    Storms fue sentando de cuatro en cuatro alrededor de una mesa a 120 estudiantes de la Uni-versidad de Yale. Dos de ellos eran actores (interlocutores) y se sentaban uno enfrente del otro; los otros dos eran observadores y se sentaban mirando cada uno a uno de los actores (vase figura 13). Los interlocutores hablaban libremente entre s durante cinco minutos. Al trmino de la conversa-cin, a algunos de ellos (los elegidos al azar como sujetos experimentales) se les propona que vie-ran la grabacin de su conversacin tal y como la haban visto en vivo sus respectivos observadores. Al mismo tiempo, algunos de los observadores (los elegidos al azar como sujetos experimentales) ven la grabacin de algunos aspectos clave de la situacin de su actor tal y como este la ha vivi-

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    do desde su perspectiva. Finalmente, los sujetos experimentales responden a un cuestionario en el que se les pide que describan su propia conducta, tal y como la han visto en la grabacin, en cuatro dimensiones: amabilidad, locuacidad, nerviosismo y dominancia, y que digan qu influencia han ejercido sobre ella sus caractersticas personales (actitudes, estado de nimo, rasgos de personali-dad, etc.) o las caractersticas de la situacin (el tema de conversacin, el comportamiento del otro interlocutor, etc.).

    Figura13. El efecto actor-observador

    ACTOR 1 ACTOR 2

    OBSERVADOR 2

    MESA

    OBSERVADOR 1

    Los resultados mostraron que el efecto actor-observador es muy potente. Tanto en condiciones ex-perimentales (cuando los actores ven grabada su propia conducta) como en condiciones normales, el rol actor-observador, dice Storms, fue un determinante importante de sus atribuciones en los trminos ya conocidos. Ahora bien, cuando el actor tiene la oportunidad de observar su propia conducta de la ma-nera como la ve el observador, empiezan a adquirir mayor protagonismo las variables disposicionales; tanto, que superan en esta dimensin a los observadores, que tienden a volverse ms situacionales. Ello no obstante, lo verdaderamente importante no es tanto el peso que ganan las variables disposicionales, sino la fuerza y la influencia que pierden las variables situacionales. Estos datos apuntan a una clara al-teracin del efecto actor-observador detrs de la que Michael Storms ve la mano de la orientacin visual, la fuerza del punto de vista en el que se encuentra el sujeto: bajo determinadas circunstancias, conclu-ye, el ser actor u observador carece de importancia; es la orientacin visual (la perspectiva) la que define por completo nuestra atribuciones.

    En cuanto al error fundamental de atribucin propiamente dicho, entre las posibles modalidades que puede adquirir nos interesa subrayar, con la ayuda de Thomas Pettigrew, su vertiente intergrupal, ya que esta nos puede ayudar a entender el estereotipo y el prejuicio, dos procesos cognitivos que se encuentran en la base de la discriminacin y el conflicto intergrupal. Cinco son las hiptesis que maneja en el marco de las percepciones intergrupales:

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    Cuando se analizan y evalan acciones ejecutadas por personas pertenecientes a otros gru-pos y estas acciones son percibidas como negativas (antisociales o indeseables) la conducta se atribuye a causas personales y disposicionales. Con frecuencia dichas causas son consi-deradas como algo innato.

    Cuando las acciones que ejecutan los otros son percibidas como positivas, la conducta se atribuye a una o a la combinacin de las siguientes causas:

    A la excepcionalidad del sujeto que la ejecuta.

    A la suerte.

    A la alta motivacin y esfuerzo.

    A una situacin fcilmente manipulable.

    El error fundamental de atribucin es propio de cualquier persona, pero lo es de manera es-pecial de los sujetos con un alto ndice de prejuicio.

    El error fundamental de atribucin ocurre con ms probabilidad cuando los perceptores son conscientes de su propia pertenencia grupal y de la pertenencia grupal del actor.

    La intensidad del error fundamental de atribucin vara a lo largo de las situaciones inter-grupales: alcanza su punto ms lgido cuando los grupos implicados tienen una historia de conflicto previo y poseen estereotipos negativos mutuos, y cuando las diferencias raciales y tnicas coinciden con diferencias nacionales y econmicas.

    Figura14. El error fundamental de atribucin

    El error fundamental de atribucin pertenece, por derecho propio, al funcionamiento cognitivo de cualquier persona, pero se hace especial-mente patente en las relaciones intergrupales y es especialmente in-tenso en las personas con un alto ndice de prejuicio. Los esquemas, la categoras, los guiones de los que nos servimos para procesar la informacin no son herramientas caracterizadas por su precisin, ob-jetividad y racionalidad, sino por su sencillez, por su utilidad, por su comodidad y por su rapidez.

    En realidad, todo esto no es nuevo. Ya lo sabamos desde que Gustav Ichheiser, en un libro primo-roso que conviene volver a recuperar, advirtiera de algunas tendencias poco ortodoxas del psiclogo in-genuo (vase figura 15).

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    Figura15. Distorsiones cognitivas

    El psiclogo ingenuo vive y acta bajo el supuesto implcito de que observa y percibe a las otras personas de manera correcta, objetiva e imparcial. Debera tener sus dudas respecto a la validez de sus in-terpretaciones y opiniones sobre la gente. De vez en cuando debe-ra sospechar y sacar alguna conclusin de la decepcin y el engao que le causan algunas personas. Sin embargo, no parece consciente de la existencia de ciertos mecanismos internos que tergiversan, dis-torsionan y falsifican la percepcin que tiene de los otros. No parece ser consciente de que muchas de las cosas que considera como he-chos son el resultado de distorsiones insertas en el corazn mismo de sus percepciones sociales de las que es completamente inconsciente (Gustav Ichheiser).

    Distorsiones, tergiversaciones y errores que cometemos de manera habitual creyendo, de paso, que somos un dechado de objetividad y cordura. Stuart Sutherland, que fuera profesor de psicologa en Oxford y despus en Sussex, dedica una interesante y por momentos apasionante monografa a revisar los muchos recovecos que utiliza nuestra mente para salirse con la suya, para hacernos ver como irrefu-tables cosas que estn rodeadas de dudas, para convertir las hiptesis en hechos contrastados, para ver una regla donde solo hay excepciones, etc. Uno de los captulos ms instructivos es el dedicado a las de-cisiones mdicas. Veamos un ejemplo.

    Ponte en situacin: en el ltimo ao, los pacientes de un determinado servicio hospitalario se han ido repartiendo en los cuatro grupos que se recogen en el cuadro 9. Se trata de saber qu nos permiten decir estos datos respecto a la enfermedad de estos pacientes:

    Cuadro9. La relacin entre sntoma y enfermedad (Sutherland, 1996)

    Enfermedad

    Presencia Ausencia

    SntomaPresenteAusente

    3717

    3313

    Sutherland recupera una conocida investigacin llevada a cabo en los aos sesenta para recordar que el 85 por 100 del personal de enfermera que analiz estos datos hizo un diagnstico incorrecto: cre-yeron que el sntoma era un indicador de la presencia de la enfermedad. Se dejaron llevar por la infor-macin positiva (37) y desatendieron el resto de la informacin. Este, dice, es un error muy frecuente en medicina; un error que arrastra consecuencias poco aconsejables para nuestra salud o para las arcas de la sanidad pblica. Como cualquier otra persona, los mdicos confan en su intuicin ms de lo que debieran; se aferran a los primeros datos, se agarran a la decisin inicial y dan reiteradas muestras de in-competencia en el clculo de probabilidades.

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    Figura16. Los desatinos de nuestra mente

    Stuart Sutherland va desgranando a lo largo de su libro las cinco siguien-tes hiptesis:

    Hay muchas personas que, sin estar presionadas por el tiempo, toman decisiones errneas porque no tienen en cuenta los factores relevantes.

    Como solo podemos tener un nmero limitado de ideas en la mente cada vez, al tomar decisiones complejas no se combinan todos los factores.

    Tomar la mejor decisin, ya sea en un tribunal o en la vida diaria, suele implicar el uso de conceptos derivados de la estadstica elemental.

    Muchas organizaciones no consiguen sus objetivos porque se hayan es-tructuradas de forma que fomentan la conducta egosta de sus miembros.

    Las personas suelen distorsionar sus pensamientos sobre la realidad para sentirse ms cmodas o felices.

    Hablar de irracionalidad en los diagnsticos y decisiones mdicas nos sita en una posicin incmoda. Lo que con ello pretendemos es simplemente destacar la necesidad de conocer en pro-fundidad y utilizar de manera adecuada las herramientas que ponen a nuestro servicio el desarrollo cientfico de nuestras respectivas disciplinas. Estamos sobradamente avisados de los caprichos y atajos de nuestra mente; de ellos no se libra ningn ser humano, ni aun los ms excelsos cultivado-res del procedimiento y la metodologa cientfica (en el primer epgrafe de la Unidad didctica 11 hablaremos del autoengao). Ichheiser (1949) sealaba ya hace sesenta aos la existencia de una tipologa de argucias cognitivas de las que echamos mano a la hora de enjuiciar y valorar a las per-sonas, no importa la profesin que tengamos y la confianza que depositemos en los procedimientos cientficos (vase cuadro 10).

    Cuadro10. La opinin de los maestros

    Las argucias implcitas de la mente (Gustav Ichheiser)

    Tendenciaasobreestimarlaunidaddelapersonalidadsintomarenconsideracinlasdiversasyavecescontradictoriastendenciasexistentesenelinteriordecadaunodenosotros.

    Interpretamosyevaluamosalosotrosdeacuerdoconlasconsecuenciasdesusacciones(xitoofracaso)ynodeacuerdoconsuscaractersticasreales.

    Hayunatendenciaapercibiryevaluaralosotrosnocomopersonasaisladas,sinocomomiembrosdeunadeterminadacategora.Lasimgenesquetenemosdelosotrossuelenserimgenesestereotipadas.

    Notenemosconcienciadelocomplicadoqueresultaevaluarseriamenteapersonasdiferentesdenoso-tros,agentepertenecienteaotrosmundos,aotrasculturas.

    Laspersonastenemosunatendenciaaestabilizarennuestramentelaimagendelosotros,afijarladeporvidasinconcederespacioalaposibilidaddequepuedancambiar.Somospropensosaatribuiryes-peraractitudes,sentimientosypuntosdevistadefinitivosenlosotros.

    Hay,asimismo,unatendenciaasobreestimarlaimportanciadelosfactorespersonalesysubestimarlainfluenciadelosfactoressituacionales.

    Lapajaenelojoajeno:tendemosaverenotrosciertascaractersticas(prejuicios,puntosciegos,rasgosdeagresividad,etc.)queignoramosopasamosporaltoennosotros.

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    Hoy en da ya sabemos de manera sobrada que estas decisiones son fruto de la puesta en mar-cha de atajos mentales que nuestra economa cognitiva nos invita a utilizar para dar respuesta rpida y sin demasiado esfuerzo a problemas, decisiones, no importa lo complejas que puedan ser: son los heursticos.

    Figura17. Los heursticos

    Muchas decisiones estn basadas en creencias sobre la probabilidad de que ocu-rran hechos inciertos, tales como el resul-tado de una eleccin, la culpabilidad de un acusado o el valor futuro del dlar. Esas creencias suelen expresarse mediante enunciados como pienso que, es po-sible que, es improbable que, etc. La gente se basa en un nmero limitado de principios heursticos que convierten las ta-reas complejas de evaluar probabilidades y predecir valores en operaciones de juicio ms simples (Amos Tversky y Daniel Kah-neman).

    Desde que en 1973 Amos Tversky y Daniel Kahneman los pusieran en circulacin, han sido reconocidos como compaeros inseparables de nuestro funcionamiento cognitivo. En el cuadro 11 ofrecemos una visin de los ms importantes siguiendo, como siempre, las pautas marcadas por los expertos.

    Cuadro11. Los sesgos inferenciales (los heursticos)

    Disponibilidad

    Haysituaciones,dicenTverskyyKahneman,enlasquelagenteevalalafrecuenciadeunaclaseolaprobabilidaddeunacontecimientoenfuncindelafacilidadconlaquelevienenalamentecasosoejemplosdeesetipodeclaseoacontecimiento.Solemospensarqueaquellascosasquenossonfamiliares,querecordamosconmsfacilidadoquetenemosmsamanosu-cedenconmsfrecuencia.Percibimoslaprobabilidaddeuneventocomoalgodirectamentevinculadoaloaccesiblequetengamoslainformacinrespectoaloalafacilidadconqueseasomeanuestramemoria,yesodependedecosasbastantealeatorias(loquehayaocurridorecientemente,loquedigalatelevisin,loquemsnoshayallamadolaatencin,etc.).

    Correlacinilusoria:encontrarrelacionesdondenolashay. Cuantomsfcilresultetraeralamenteunadeterminadainforma-

    cin,msimpactotendrsobrenuestrosjuiciosydecisiones. Lasancdotaspuedenacabarsiendomsconvincentesqueloshechos. Sirecuerdounacosa,debeserimportante.

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    Representatividad

    Elheursticoderepresentatividadsebasaenlasemejanzaentreobjetoyca-tegora.Comonuestramentenotrabajaenelvacocognitivo,encuantounapersonaposeeomanifiestaalgunasemejanzaconelmodelodecategoraquetengoenlacabeza,automticamentelaincluyodentrodelacategora,vul-nerandotodaslasleyesdelaprobabilidad.LaprobabilidaddequeAperte-nezcaaBseevalaenfuncindelgradoenqueAsepareceaB.

    Lacausadebeserdelamismanaturalezaymagnitudqueelefecto. Laspersonassonyactanenelmarcodesupertenenciacategorial. Juzgamosalaspersonascomparndolasintuitivamenteconlarepre-

    sentacinmentalquetenemosdelacategoraalaquesupuestamentepertenecen.

    Ajuste

    Cuandodisponemosdeunmarcodereferencia,deundato,deunainforma-cin,nosdejamosllevarfcilmenteporellaennuestrosjuiciosyvaloracionessubsiguientes.Laincertidumbreyelazarsonpsicolgicamenteincmodos.Enmuchassituacion