assadourian - agricultura y tenencia de la tierra

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3 Agricultura y tenencia de la tierra antes y después de la Conquista AGRICULTURA Y TENENCIA DE LA TIERRA ANTES Y DESPUÉS DE LA CONQUISTA* Carlos Sempat Assadourian** POBLACIÓN Y SOCIEDAD Nº 12/13, 2005-2006, pp. * Publicado con l autorización de Cambridge University Press. Traducción de Carlos Sempat Assadourian: «Agriculture and Land Tenure in the Pre- and Post-Conquest» pp.275-314 in Victor Bulmer-Thomas, John B. Coastworth and Roberto Cortés Conde (Eds): The Cambridge Economic History of Latin America. Vol. I: ** Profesor en el Colegio de México. [email protected] Según el modelo del padre jesuita Joseph de Acosta, expuesto en su obra Historia natural y moral de las Indias impresa por primera vez en Sevilla en 1590, en ese inmenso mundo nuevo conquistado por España “se han hallado tres géneros de gobierno y vida en los indios”. La forma más compleja estaba representada por los imperios de Moctezuma en México y del Inca en el Perú, que eran repúblicas establecidas (en el sentido aristotélico) con reyes perpetuos y con un encomiable nivel de desarrollo de la agricultura. Para los otros géneros de sociedades el padre Acosta utilizó los términos de “behetrías”, indicando así a comuni- dades de dimensiones espaciales y demográficas mucho más reduci-

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AGRICULTURA Y TENENCIA DE LA TIERRA: ANTES Y DESPUÉS DE LA CONQUISTACarlos Sempat Assadourian* Publicado con l autorización de Cambridge University Press. Traducción de Carlos SempatAssadourian: «Agriculture and Land Tenure in the Pre- and Post-Conquest» pp.275-314 in VictorBulmer-Thomas, John B. Coastworth and Roberto Cortés Conde (Eds): The Cambridge EconomicHistory of Latin America. Vol. I

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3Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la ConquistaAGRICULTURA Y TENENCIA DE LA TIERRAANTES Y DESPUS DE LA CONQUISTA*Carlos Sempat Assadourian**POBLACIN Y SOCIEDAD N 12/13, 2005-2006, pp.* Publicado con l autorizacin de Cambridge University Press. Traduccin de Carlos SempatAssadourian: Agriculture and Land Tenure in the Pre- and Post-Conquest pp.275-314 in VictorBulmer-Thomas, John B. Coastworth and Roberto Corts Conde (Eds): The Cambridge EconomicHistory of Latin America. Vol. I:** Profesor en el Colegio de Mxico. [email protected] el modelo del padre jesuita J oseph de Acosta, expuesto ensu obra Historia natural y moral de las Indias impresa por primera vez enSevilla en 1590, en ese inmenso mundo nuevo conquistado por Espaase han hallado tres gneros de gobierno y vida en los indios. La formams compleja estaba representada por los imperios de Moctezuma enMxico y del Inca en el Per, que eran repblicas establecidas (en elsentido aristotlico) con reyes perpetuos y con un encomiable nivel dedesarrollo de la agricultura. Para los otros gneros de sociedades elpadre Acosta utiliz los trminos de behetras, indicando as a comuni-dades de dimensiones espaciales y demogrficas mucho ms reduci-4Carlos Sempat Assadouriandas y mandos de gobierno electivos o menos absolutos que la formaanterior, y el totalmente brbaro, para significar a las tribus con unaeconoma an esencialmente recolectora. Tambin el padre Acosta, comotantos otros espaoles del siglo XVI, teoriz sobre la conquista relativa-mente rpida de esos dos grandes reinos, y la larga odisea militar pade-cida por los europeos para someter a los otros gneros de organizacio-nes, por ejemplo a los araucanos (behetras) en el extremo austral delcontinente, o a los chichimecas (totalmente brbaros) en el septen-trin mexicano. El mayor desarrollo poltico y econmico (agrcola) de los dos gran-des imperios nativos, ms la posicin general dominante que ostentarnsus espacios bajo el nuevo dominio colonial, justifica constituirlos en lasreferencias primordiales de nuestro anlisis sobre los sistemas agrariosantes y despus de la conquista europea. Ambos tiempos reflejan for-maciones socioeconmicas absolutamente diferenciales pero, por cier-to, entre la conquista y la estructuracin plena del modo colonial ocu-rre una transicin de duracin secular cuyas lneas directrices son defi-nidas durante el largo reinado de Felipe II. En trminos del anlisis eco-nmico esta larga transicin se caracteriza por el pavoroso derrumbedemogrfico de la poblacin nativa en medio de la cual sucede la progre-siva transferencia (hasta por ltimo determinar el modo colonial) de lasinstituciones sociales y jurdicas, tecnologas y formas del clculo eco-nmico de la Europa occidental del siglo XVI. Dejando atrs las disputas suscitadas acerca del tamao de la po-blacinamericanahacialosmomentosdelainvasineuropea,lahistoriografa americanista, sobre la base de las investigaciones de W.Borah y S. F. Cook, ha concluido por aceptar la idea de las estimacio-nes altas, con dos espacios realmente pletricos de gente como fueronlos casos del centro de Mxico y del Tawantinsuyu, y de territorios conun rango menor pero igualmente apreciable de consistencia demogrfi-ca como lo ejemplifican algunas reas de las Antillas o de la actualColombia. Aunque la conocida estimacin de 25.2 millones propuestapor Cook y Borah para el centro de Mxico resultara a nuestro juicioexageradamente alta (y absolutamente desechable, por su ningn rigor,la de 30 a 37 millones sugerida por H. F. Dobyns para el imperio inca)5Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistaigual subsiste la conviccin de que estas sociedades agrcolas sostu-vieron una densidad de poblacin similar o incluso superior a la quemantenan estas mismas regiones hacia principios del siglo XX.1 Poresta razn tambin ahora son concluyentes las ideas acerca de la enor-me magnitud, absoluta y relativa, de la declinacin ms que secular dela poblacin indgena, situando sus rangos desde la total desaparicin(reas de las Antillas) hasta una disminucin no inferior al 90% en elcentro de Mxico y en el imperio inca. La curva lentamente ascendentede la poblacin blanca, mestiza y africana en el siglo XVI y primerasdcadas del siglo XVII, apenas compensa, en un grado mnimo, seme-jante declive. Los hechos demogrficos indican, en consecuencia, un paisaje agr-cola original lleno de habitantes el cual va quedando cada vez msvaco despus de la invasin europea. Sobre ese primer momento,para Mxico, ya el propio Hernn Corts, en sus cartas de relacin de laconquista, reflej varias veces su asombro y admiracin ante ese paisa-jetanrebosantedemogrficamente,comoDiegoMuozCamargorememoraba despus al antiguo seoro de Tlaxcala: poblada de gentecomo una colmenay sin un lugar que no estuviese ocupado por laslabranzas, los tlaxcaltecas no caban en ella, faltaban tierras parasembrar y as, forzados, iban talando los bosques para ganar ms reasde cultivo. Para los Andes tal presin demogrfica aparece representa-da en el relato quechua de Waru Chiri en forma de mito: en el pasadoremoto los muertos regresaban a los cinco das para convertirse en in-mortales, por esta causa, los hombres aumentaron, se multiplicaron. Yera muy difcil encontrar alimentos. Tuvieron que sembrar en los precipi-cios, en los pequeos andenes de los abismos. Vivan sufriendo. Estatradicin oral andina sobre perodos de graves desajustes entre el creci-miento de la poblacin y de los medios de subsistencia fue recogidahacia 1586 por Miguel Cabello Balboa: su versin alude a la existencia1 Tal hecho hace recordar la afirmacin de Montesquieu en las Lettres Persanes de que el mundoantiguo estuvo ms poblado que el mundo continental de su poca. La controversia provocada enInglaterra Hume, Wallace- por esta idea fue revisada por Malthus en An Essay on the Principleof Population.6Carlos Sempat Assadouriande un primer tiempo donde slo se cultivaba en los temples benignos,con una rotacin de diez aos, hasta suceder otro perodo en que llega tal extremo la multiplicacin de las gentes...que no faltaban ya hom-bres para las tierras sino tierra para los hombres, momento crtico queoblig a los pueblos, junto a definir sus lmites y a regular los derechosdel acceso familiar a las tierras de sembrado, a domesticar la naturale-za hostil de las montaas, pramos y desiertos.La magnitud demogrfica actualmente adjudicada a los dos grandesreinos nativos en el momento de la Conquista sugiere, o lleva anexa laidea de estar rigiendo aquella fase maltusiana donde se alcanza el lmiteentre la capacidad de produccin de alimentos y la fuerza de creci-miento de la poblacin; as W. Borah y S. F. Cook han asegurado que lapoblacin de 25.2 millones por ellos estimada para el centro de Mxicosupone un crecimiento hasta el lmite de los recursos alimenticios quepermita su propia tcnica, y que por ello, al concluir el siglo XV, esarea estaba condenada al desastre demogrfico aunque no hubiera sidopor obra de la conquista europea. Resulta difcil ponderar la validez deesta clase de afirmaciones. Las versiones recin citadas de MuozCamargo, Cabello Balboa o del narrador quechua de Waru Chiri, coinci-den en presentar la presin demogrfica como el factor primordial queincentiva la capacidad productiva india determinando, segn el principalejemplo que dan, la transformacin progresiva de las laderas de lasmontaas en paisajes de altos rendimientos agrcolas; sin duda estosprocesos de adquisicin de nuevas superficies cultivables, en tanto lasenormesinversionesdetrabajoquerequierenfuerondirigidasinstitucionalmente, representan autnticas polticas territoriales por par-te de las organizaciones tnicas. No se puede suponer con certidumbreque esta capacidad de cambio alcanzara sus lmites hacia el ao 1500;en dicho sentido cabe prevenir igualmente que son muy discutibles lasevidencias aducidas sobre erosin en algunas reas de Mxico, o dealcalinizacin y lixiviacin en zonas irrigadas del Per. Ms comprobablesseran los posibles efectos adversos de la presin demogrfica sobre losniveles de nutricin. Para Mesoamrica los estudios paleo demogrfi-cos sobre restos seos localizados en Yucatn, Oaxaca y Teotihuacan7Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistarevelan una dieta insuficiente y, adems, distorsionada por el exceso decarbohidratos y la aguda carencia de protenas animales y ciertas vita-minas; en concordancia varias observaciones de los primeros europeoscomo, por ejemplo, las efectuadas en conjunto por Hernn Corts y lospadresfranciscanosrecinllegadosaMxico,enfatizanlagravemalnutricin crnica de los indios del comn y su relacin con la morta-lidad que desencadenaba la exigencia de mayor trabajo por parte de losconquistadores. Aplicando el esquema maltusiano de la accin de fre-nos represivos y preventivos ante un crecimiento demogrfico que seacerca al lmite de la disponibilidad de recursos alimenticios, tales evi-dencias han permitido conjeturar acerca de una vinculacin directa entreestos presuntos umbrales de malnutricin y altas mortalidades desata-das por enfermedades infecciosas o por las peridicas crisis de subsis-tencias ligadas al ciclo metereolgico, y de una bajsima esperanza devida al nacimiento. Ahora bien, sin saber todava con certeza si estosplanteos para el rea mesoamericana se pueden extender al resto delcontinente, lo nico ya indudable a nivel general sera la inexistencia delfreno preventivo maltusiano: el retrasar la edad al matrimonio para dis-minuir la nupcialidad-natalidad resulta un comportamiento ajeno a lospatrones de reproduccin de los grupos indios, antes y siglos despusde la Conquista.Sin el conocimiento de la metalurgia del hierro y del arado, el instru-mento bsico de la agricultura india prehispnica consista en el palo obastn plantador de mano o de pi (coa en Mesoamrica, chaquitacllaen los Andes), junto a hachas, mazas y otros implementos que aseme-jaban a las azadas y rastrillos, de madera o piedras con alguna utiliza-cin de bronce a veces. Con este utillaje simple, arcaico (neoltico), lasorganizaciones indgenas lograron desarrollar sin embargo, bajo riguro-sas formas de movilizacin colectiva de la energa humana, una agricul-tura de notable eficiencia en la conservacin, ampliacin, frecuencia deuso y rendimiento de los suelos. Sin omitir el predominio en algunasreas del continente de una agricultura con 1 2 aos de uso y 3, 4 oms aos de descanso del suelo el paradigma de estos sistemas debarbecho largo (long-term fallowing systems) es el de tumba, quema y8Carlos Sempat Assadourianroza- y la extensin e importancia de la agricultura de temporal, aqudestacaremos las de formas intensivas, de humedad y de riego, desa-rrolladas en los ms diversos tipos ambientales.2Aunque un estudio de Armillas de 1949 sealara su prctica en lacuenca del Balsas, especialmente en la llamada Tierra Caliente de Gue-rrero y Michoacn, se ha prestado escasa atencin al cultivo en loscampos inundados y fertilizados peridicamente por las avenidas de losros, quizs por suponerse propia de la poca agrcola incipiente porcarecer o solo estar asociada a obras hidrulicas de pequea enverga-dura, permanentes o renovables, para regular la distribucin del agua.Sugiriendo para los momentos de la Conquista una mayor difusin deesta forma que la reconocida cabe destacar dos ejemplos muy distan-tes geogrficamente: la Vega de Metztitln, en la Huasteca hidalguense,con una superficie de 11.000 hectreas, y en el extremo sur del conti-nente, en la actual provincia argentina de Santiago del Estero, esa franjade 100 kilmetros de largo inundada por las crecientes de los ros Sala-do y Dulce; aqu una comparacin tarda (el Nilo argentino) hace resal-tar debidamente la feracidad de esta antiqusima agricultura de baadoso esteros.El recurso de la fotografa area ha permitido en las ltimas dcadasplantear3 la amplia difusin en las tierras pantanosas del continente delsistema de campos elevados (raised fields), tambin llamados camposde camellones (ridged fields) o campos drenados (drained fields). Apli-caciones de esta tcnica en las zonas bajas subtropicales sujetas ainundaciones estacinales han sido localizados en la llanura aluvial deSan J orge en el norte de Colombia abarcando un rea de 32.320 hect-reas, en los llanos de Mojos en Bolivia sobre un rea de 20.200 hect-2 Tipologas generales ya clsicas de los sistemas agrcolas extensivos e intensivos: E. Boserup,The conditions of agricultural growth (Chicago, 1965); E. Wolf, Peasants (N. Jersey, 1966);especficas para el rea mesoamericana: A. Palerm, Agricultural systems and food patterns, inHandbook of Middle American Indias (Washington, DC,1967), volume 6; T. Rojas Rabiela, Lassiembras de ayer (Mxico, DF, 1988)3 Algunos especialistas D. Puleston entre ellos- han objetado la presentacin de casos basados soloen el anlisis de la fotografa area y algunas ligeras inspecciones visuales; sin duda, para lacorrecta identificacin de verdaderos campos elevados (raised fields), fechado e interpretacin desu funcionamiento, falta todava un minucioso trabajo arqueolgico, anlisis del contenido de lossuelos, cultivos factibles, etc.9Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistareas, en la cuenca del ro Guayas en Ecuador, en los llanos del Orinoco,en las tierras bajas mayas Belice, Yucatn, Campeche, Tabasco yQuintana Roo y en Veracruz. Para las tierras altas el ejemplo msnotable de campos de camellones, abarcando un rea de 82.056 hect-reas, sera el situado en la regin del lago Titicaca entre los 3800-3890metros de altura;4 se han descubierto tambin sitios ms pequeos decamellones en el centro del Per, cerca de J auja y en el norte de losAndes Ecuatoriales incluyendo el altiplano de Quito y los cercanos aBogot. Sin disponer todava de una explicacin convincente salvo lade una presunta presin poblacional sobre los factores que condujerona habilitar tierras pantanosas que hoy se consideran marginales o noaptas para la prctica agrcola, la enorme cantidad de energa humanaque requera construir y mantener plataformas sobre las aguas (en lallanura aluvial de San J orge alcanzan hasta 1.80 metros y una alturamayor an en el norte de Veracruz) y la limpieza peridica de los cana-les parece indicar la obtencin de beneficios que debieron ser claramen-te significativos. Se considera as probable que los camellones tuvieranuna alta calidad de suelo al ser enriquecidos continuamente con el limoy los materiales aluviales que se depositaban en los canales, adecua-dos niveles de suministro de fosfato y fijacin de nitrgeno, y que me-diante obras de represas se podra haber contado con agua suficientepara el riego a mano durante la estacin seca haciendo factible la doblecosecha anual; para las tierras altas, adems, est probado que el man-tenimiento de agua en los canales hace que los cultivos en los camposde camellones sean menos vulnerables al riesgo de las heladas.54 La ausencia de referencias en los documentos espaoles tempranos sugiere que all como en losdems ejemplos del continente- este sistema ya estaba en desuso en los momentos de laConquista. Sin embargo, Smith, Denevan y Hamilton han supuesto que el abandono de loscampos de camellones en la regin del Titicaca sucedi despus de la invasin europea, cuandola baja de poblacin indgena redujo la presin sobre la produccin de alimentos; segn otrasopiniones ese abandono pudo haber ocurrido dos o tres siglos antes con motivo del derrumbe dela cultura Tiwanaku.5 Importa sealar que en la dcada de 1970, sobre todo en Mxico, grupos de cientistas socialesgeneraron varios proyectos, incluido la construccin de chinampas y campos elevados experi-mentales, bajo la premisa de que estos antiguos sistemas ofrecan la tecnologa apropiada paradesarrollar la agricultura en los terrenos pobremente drenados de las llamadas tierras bajasmayas.10Carlos Sempat AssadourianEl caso ms impresionante de productividad entre los sistemas dehumedad del continente, y quizs de la entera agricultura del mundopreindustrial, estuvo constituido por las chinampas del Valle de Mxico,unas plataformas elevadas rectangulares cuya fuerte armazn hecha depostes, varas y ramas de rbol, fijada al fondo de los lagos, era rellenadacon tierra; los canales circundantes, junto al suministro de fertilizantescomo lodo y vegetacin acutica y de agua para regado en la tempora-da seca, proporcionaban a estos porosos islotes artificiales una ade-cuada humidificacin a travs de procesos de filtracin y capilaridad desus aguas. Bajo esa gran humedad permanente se sucedan durantetodo el ao, sin descanso alguno, varios ciclos de cultivo de un esencialconjunto de plantas: maz (solo en el ciclo de temporal primavera-vera-no), chiles, jitomate, tomate, calabazas, amaranto, cha, frjol, quelites,diversas flores de ornato, etc. A la productividad excepcional de laschinampascontribuaasimismolasiembraindividualendiminutosalmcigos de lodo endurecido lo cual permita trasplantar los mejoresbrotes y acortar los tiempos de ocupacin del suelo de cada cultivo y eluso de abrigos vegetales para proteger los almcigos y plantas contralas heladas ocasionales de otoo-invierno. Con discrepancias acerca dela fecha de sus inicios (W. T. Sanders ha planteado su probable apari-cin durante el Horizonte temprano, 1300-800 a.C.) existe coincidenciaen que la gran expansin de la agricultura de chinampas recin ocurrihasta el Horizonte tardo (1325-1521) con el incremento demogrficodado por las migraciones y los procesos de centralizacin estatal acae-cidos en el rea. Respecto a la intervencin estatal cabe notar que elcultivo de las chinampas requiere agua dulce y que su flujo por los cana-les circundantes mantenga cierta altura estable; concentradas por lotanto en el lago Chalco-Xochimilco de agua dulce,6 la construccin deobras hidrulicas para controlar niveles e impedir la entrada del aguams salada de otros lagos como la regularidad en el patrn de agrupa-miento de las chinampas evidencian una ejecucin centralizada.6 Las chinampas habran ocupado all un rea de 12.000 hectreas la cifra incluye 3.000 hectreasde canales y lagunas- segn la estimacin tentativa de Armillas. Tanto Calnek como Palerm hanadvertido el cultivo en Tenochtitln, como huertos anexos a las casas, de pequeas chinampascuyas dimensiones, en su mayor parte, variaban de 0.01 a 0.04 hectreas.11Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la ConquistaOtra agricultura sobresaliente por sus logros en un tipo ambientalen contraste total con la de pantanos fue la desarrollada en las grandesllanuras desrticas de la costa del Per aprovechando los ms de cin-cuenta cursos de agua de rgimen irregular provenientes de la cordillera.Las llamadas chacras hundidas representaron la forma ms simple decaptar agua para el cultivo: consistan en excavaciones generalmenterectangulares entre 10 y 40 metros de ancho y de 30 a 100 metros delargo, y cuya profundidad desde algunos centmetros hasta uno o dosmetros dependa de alcanzar la capa fretica alimentada por la filtra-cin de los torrentes al discurrir por la arena; pese a su sencillez tcnicala aparicin de las chacras hundidas corresponde a un perodo relativa-mente tardo (400-600 a 850-ll50 d.C.) lo cual hace presuponer que enun contexto de alta presin demogrfica cumplieron una funcin secun-daria, de complemento de la tecnolgicamente compleja y mucho msantigua agricultura de regado por canales. Pasando a este ltimo tipode tecnologa hidrulica una de sus formas, los acueductos o galerasfiltrantes de los valles de Moquegua y Nazca (estos ltimos son fecha-dos entre 600 a.C. a 400 d.C.), tuvo tambin como base la captacin delas filtraciones: a partir de estanques de almacenamiento situados muycerca o sobre el lecho del curso de agua, los canales corran a cieloabierto hasta que, cuando por sus distintas pendientes las rasantes delagua y de la superficie del terreno llegaban a ciertos niveles de diferen-cia, a los 3 metros por trmino medio, eran convertidos en subterrneoscolocando una tapa de losa o de madera incorruptible cubierta con elmismo material de las excavaciones adems de revestir las paredescon piedras; el caudal de los canales y su rgimen dependa de la capa-cidad de carga de los estanques de almacenamiento y de la abundanciade filtraciones en los terrenos de su recorrido. Entre las obras de irriga-cin cuyos canales corran totalmente a cielo abierto pueden distinguir-se tipos segn sus grados de complejidad. Una modalidad consisti enabrir bocatomas en los cursos de agua para conducirla por canales dealimentacin y redes finales de acequias hasta los campos de cultivo.Pero ms caracterstico fueron las grandes obras compuestas por unarepresa inicial y un canal madre de desviacin hacia la zona a irrigarcuyos largos y sinuosos trayectos (los del valle de Tumbes tenan desa-12Carlos Sempat Assadourianrrollos de 60 y 70 kilmetros y al parecer 160 el de Chira) exigan inte-grar acueductos sobre terraplenes macizos para superar las quebradaso las pendientes empinadas, diques secundarios -o por el contrario su-mideros- para controlar el flujo del agua, y revestir su lecho y paredeslaterales para limitar al mnimo las filtraciones y la erosin. De impresio-nante complejidad fueron igualmente los canales entre valles para unirdos o ms cursos de agua -el de Lambayeque conectaba cinco cuen-cas- formando as megasistemas de irrigacin (los de Lambayeque,Chicama-Moche, Fortaleza-Pativilca-Supe, Rimac-Chilln, Chincha-Pis-co) que habran permitido, al conducirse agua desde cursos de mayorcaudal y perodos ms dilatados a otros de regmenes distintos, el cul-tivo ms seguro de plantas de ciclo largo u obtener quizs la doblecosecha anual.7Aunque las obras hidrulicas atraen mayor atencin por su ptimaingeniera y la posibilidad de aplicar la teora de Wittfogel sobre el papeldel riego a gran escala en el desarrollo de los patrones polticos autorita-rios (Oriental Despotism), en los momentos de la Conquista el cultivoen terrazas emplazadas en los piemontes y laderas de las montaasrepresentaba quizs la principal forma en la agricultura de los espaciosms densamente poblados y polticamente centralizados del continen-te. De manera general esta forma se podra caracterizar recordando comoO. F. Cook, en 1925, alab a los antiguos hombres andinos por su im-presionante esfuerzo de modificar la topografa natural originando me-diante las terrazas un suelo productivo donde antes no exista: eranestructuradores del terreno (soil-makers). Otra monografa sobre losandenes del Per tambin publicada varias dcadas atrs (A. Maldonadoy L. Gamarra Dulanto, 1945), recalc cmo esta creacin de nuevastierras de cultivo evitaba el problema de la erosin y permita a la vez un7 Un estudio sobre el canal intervalle La Cumbre del megasistema Chicama-Moche, de 84 kilme-tros de recorrido y de la poca chimor, concluye en que su trazado, la precisin en los cambiosde la pendiente ante las variaciones topogrficas y lossofisticados mtodos hidrulicos aplicadospara mantener siempre el flujo en el canal cerca de su valor crtico, revelan una ciencia sistem-tica basada en la observacin, registro y generalizacin y que an bajo estndares del siglo XX,el sistema La Cumbre representa el diseo ptimo. C. R. Ortloff, La ingeniera hidrulica chim,in H. Lechtman and A. M. Soldi, ed., La tecnologa en el mundo andino (Mxico, DF, 1981).13Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistaaprovechamiento mximo del agua8: en vez de correr veloz por la super-ficie arrastrando las partculas finas del suelo, el agua es retenida porlos planos nivelados de las terrazas dando lugar as a una infiltracinque lleva en forma soluble el material fino hacia las partes bajas, que-dando en la superficie un suelo de textura ms gruesa, que al favoreceruna rpida infiltracin a las capas profundas reduce al mnimo las prdi-das por evaporacin; estos autores igualmente sealaron la menor ex-posicin de la agricultura de terrazas al riesgo de las heladas. La altainversin en trabajo para la formacin y mantenimiento de las terrazas,el rejuvenecimiento peridico del suelo provocado por los aluviones, sufrecuente asociacin con canales que captaban agua de riego de fuen-tes permanentes o estacinales para suplementar la de lluvia, sugierenla probabilidad de lograrse en ellas la cosecha anual, quizs con algncorto descanso del suelo si los rendimientos llegaran a decrecer fuerte-mente.Otro rasgo sobresaliente de la agricultura de terrazas, sobre todo enlos Andes, consista en el acceso de las unidades domsticas campe-sinas a parcelas en diversos pisos ecolgicos situados a uno o pocosdas de marcha (verticalidad ecolgica) lo cual, adems de proporcio-nales una gran variedad de cosechas, significaba una utilizacin muyprolongada de la fuerza de trabajo familiar para afrontar con eficienciauna serie de ciclos agrcolas no coincidentes en sus respectivos reque-rimientos estacionales de mano de obra (cuanto mayor sea su alturams se alargan los perodos de crecimiento y maduracin de los culti-vos). Este ejemplo de aumento en la productividad social debido al em-pleo ms prolongado de das/hombre de trabajo debe ser ampliado con-siderando la que sera caracterstica bsica de todas las formas agrco-las imperantes en los Andes y el centro de Mxico en los momentosprevios a la Conquista, esto es la aplicacin intensiva durante toda la8 En un exhaustivo estudio sobre la agricultura de terrazas (agricultural terracing) en todo el continen-te, esta idea del aprovechamiento mximo del agua queda claramente vinculada al rgimen delluvias : Appoximately 85 percent of the total area experiences a dry season of five monthsormore and has an average annual rainfall of 900 mm or less. In the New World, terracing seemsto be compararatively rare in areas with significant amounts of precipitation at all seasons. R. A.Donkin, Agricultural Terracing in the Aboriginal New World (Tucson, Arizona, 1979), 22.14Carlos Sempat Assadouriantemporada del ciclo agrcola prcticamente sin lapsos de subutilizacin-de la fuerza de trabajo familiar a una reducida extensin de terreno,relacin que los invasores europeos supieron calificar mediante la certe-ra imagen de agricultura de jardn. Dados aquellos factores determi-nantes como la calidad del suelo, la provisin de agua y el uso de ferti-lizantes para reponer el nitrgeno y fsforo, esta agricultura de jardncon su minuciosa preparacin del suelo, seleccin de las semillas, for-ma de siembra y el atento cuidado planta por planta, potenciaba la pro-ductividad de los pequeos espacios familiares al acrecentar el rendi-miento de los cultivos por unidad de semilla plantada.Al igual que en las dems sociedades agrcolas del mundo, las po-blaciones americanas an sembrando sea mediante semillas o races-una gran variedad de plantas concentraban su trabajo en uno o doscultivos bsicos. Para un amplio espacio constituido por el Caribe,Colombia y el rea amaznica, este rango estuvo ocupado por la yuca omandioca con su fcula harinosa (tapioca). Respecto a las dos reasque analizamos preferentemente sigue siendo esencial la distincin es-tablecida por Carl Sauer entre el maz (semilla) y los tubrculos (races)pero debemos revisar con cuidado su observacin que en ninguna parteal sur de Honduras tiene el maz la importancia que como alimento prin-cipal tiene ms al norte-that maize was nowhere, south of Honduras,the staple foodstuff that it was further north.9 Estando fuera de todaduda el abrumador predominio del maz en Mesoamrica como cultivobsico cabe prestar atencin al rea comprendida por el imperio inka.En un influyente artculo publicado en 1960, J ohn V. Murra, luego deafirmar la preponderancia del maz en la agricultura de riego de la costa,enfatiz la existencia en los Andes de dos sistemas de agricultura; laprincipal y bsica para la subsistencia estaba compuesta por la papa yotros tubrculos, plantas domesticadas localmente y adaptadas traba-josamente a las condiciones de las elevaciones altas fras de la sierra ycuyo cultivo dependa de la lluvia y de ciclos muy largos de barbecho; encontraste con esa agricultura campesina de tubrculos, el maz fue un9 C. O. Sauer, Cultivated Plants of South and Central America, in Handbook of South AmericanIndias (Washington, DC, 1950), volume 6, 495.15Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistacultivo estatal: su siembraa gran escalaenlos pisosms bajos ytemperados de la sierra solo fue posible cuando el surgimiento del esta-do inka permiti realizar obras como los andenes con riego, emplearabonos procedentes de la costa y contar con la direccin de una castasacerdotal. Aceptando la proposicin de Murra sobre las dos agriculturasharemos algunas observaciones a su modelo. Creemos que en los An-des ecuatoriales y centrales, donde generalizando se puede fijar entrelos 2800-3000 metros la divisoria entre las zonas alta fra y la mstemperada dominadas por los cultivos de la papa y el maz, las unidadesdomsticas -por su derecho a parcelas en los varios pisos verticales-practicaron ambas agriculturas y, en tal perspectiva, correspondera plan-tear la coexistencia de dos cultivos bsicos para la subsistencia cam-pesina. En los Andes centrales, adems, por sobre los 3900-4100 me-tros (puna o zona subalpina, jalka, pramo alto, segn las denominacio-nes que manejan diferentes autores) apacientan importantes hatos deganado pertenecientes al Inka y a los grupos tnicos. En los Andesmeridionales sobresale el caso de los seoros aymaras que poblabanel altiplano que rodea el lago Titicaca a 4000 metros de altura, cuyaprincipal riqueza sera el ganado con una agricultura representada porlos tubrculos; desde antes del tiempo del Inka estos seoros lograronsu acceso al maz estableciendo equipos de colonos (mitmakunas) enpisos ecolgicos propicios situados a varios das de marcha, y median-te el intercambio de ganado y chuo (fcula de variedades de papa amar-ga, cultivables algunas hasta los 4500 metros) por el maz de otrosgrupos . Por lo dems creemos que en ese artculo de 1960 Murra valoren demasa la funcin del estado inka en el desarrollo de la andenera deriego/cultivo del maz.Siendo correcto centrar el anlisis en los cultivos bsicos y fundarexclusivamente en ellos nuestros hipotticos clculos sobre kilocarasque rendiran las unidades de cultivo, igual se debe tomar en cuenta lamultiplicidad de plantas domesticadas cuyo nmero, 70 en Mesoamrica,44 o 45 en el rea andina, coloca a dichas reas entre los ecosistemasmundiales con mayor diversidad de especies cultivadas. La atencin aesta gran variedad de plantas resulta significativa (agregando adems laactividad de recoleccin, lo crudo segn la terminologa de Lvi-Strauss)16Carlos Sempat Assadourianen el debate sobre la abundancia y calidad de la alimentacin nativa, ycontribuye a conjeturar acerca de los posibles sistemas de rotacin decultivos, un problema del cual se carece de datos especficos; es muyreconocido por otra parte la importancia que tuvo en Mesoamrica y losAndes la siembra asociada del maz con calabazas y especialmentecon frijoles por la capacidad de esta leguminosa de fijar nitrgeno alsuelo. Con esta perspectiva ms amplia cabe reiterar el logro de esaagricultura desarrollada en el Altiplano andino a 4000 metros de altura:el cultivo bsico es la papa o mejor dicho una gran variedad (razas) depapas, pero alguna ponderacin sobre su importancia en la alimenta-cin nativa debieron tener los cronistas europeos del siglo XVI para men-cionar con tanta frecuencia otros tubrculos como la mashua, oca, maca,ulluco, y a cultivos de semilla originarios o adaptados a esa gran eleva-cin fra como la quinua y la caahua, cuyos porcentajes de protenas(15% aproximadamente?) son mucho ms altos que los del maz o eltrigo (9.8% y 11.6%). Por ltimo, tanto por sus funciones en el tiempopreeuropeo como por sus desenvolvimientos bajo el dominio colonial,vale destacar los cultivos de tierras hmedas y calientes como el algo-dn, coca y cacao.A partir del simposio Irrigation Civilization: a comparative study rea-lizado en 1955, durante unas dos dcadas cobr influencia la tendenciasostenida por autoridades como J . H. Steward, D. Collier, P. Armillas,W. T. Sanders, E.Wolf, . Palerm, de juzgar el desarrollo agrario hidru-lico de los grandes estados mesoamericano y andino bajo los concep-tos del modelo de Wittfogel (Oriental Despotism, o modo de produc-cin asitico si se prefiere recordar el lenguaje original de K. Marx). Sibien tal tesis tuvo el innegable mrito de promover el debate sobre eltrascendente tema de la interrelacin entre los sistemas de regado ylas instituciones polticas y sociales, ha sido rechazada por no haberevidencias de una burocracia hidrulica imperial o porque los centrosceremoniales y urbanos o sea la misma estratificacin social precedie-ron a la irrigacin en gran escala, etc. Sobre estas cuestiones creemossugerente recordar la famosa crnica de Guaman Poma de principiosdel siglo XVII. En una concisa frase (antes del dominio inca, como en losseoros tnicos ava tanta suma de indios y no tenan ms que un rey17Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistaseor, abrieron y sacaron las acequias y todas las sementeras de ande-nes... con la mayor facilidad del mundo, a mano, sin herramientas... yas todas las tierras eran sementeras de pan llevar, aunque fuese en losyungas, arenales o en la sierra...) Guaman Poma jerarquiza con gransensibilidad la combinacin de elementos que habran sustentado eldesarrollo de los sistemas hidrulicos pre-inca: 1) tanto en la costa comoen la sierra los sistemas de irrigacin y la agricultura de terrazas estnasociados a poblaciones muy densas; 2) la baja eficiencia de las herra-mientas indgenas corregimos a Guaman Poma: l dice sin herramien-tas considerando las europeas de hierro- para realizar esas obras erasubsanada por las grandes inversiones de trabajo corporativo; 3) lossistemas hidrulicos y la agricultura de terrazas surgen en estados cu-yas dimensiones espacial y demogrfica son de una escala inferior a ladel estado imperial inca. Guaman Poma ofrece igualmente una valiosainformacin sobre otros temas vinculados a la cuestin de los sistemasde irrigacin y el estado: por ejemplo, si mediante el astrlogo destacaal grupo de los especialistas estatales dedicados al estudio de los mo-vimientos del sol, las estrellas y la luna, esto es, a los calendarios (lunaro solar) y vaticinios que regan la actividad agrcola y la celebracin delos ritos ansiosos, otra gran cantidad de referencias suyas indican queel cuidado de los canales y distribucin del agua era controlado por lasautoridades comunales; asimismo todo el texto de Guaman Poma ilus-tra, siendo el agua una variable importante eslabonada a otras socialesy polticas, la disciplina estricta de trabajo y de obediencia de la pobla-cin andina. Sin duda todas estas consideraciones son aplicables alcaso de Mesoamrica. Es muy complicado presentar un esquema relativamente acertadosobre los derechos de acceso a la tierra en los dos grandes reinosmesoamericano y andino debido a la insuficiencia de investigaciones ya que ciertos resultados de las mismas son objeto de controversias;incluso nuestros trminos procedentes del derecho romano (propiedad,possesio, usufructo) no son adecuados para expresar la profundacompenetracin entre estructuras poltico sociales y trama de derechosy obligaciones que regulan los accesos a la tierra en estas organizacio-nes. De todos modos, con la intencin igualmente de enfocar despuscon mejor claridad los cambios que ocurrirn con la conquista europea,18Carlos Sempat Assadourianreferiremos en primer lugar el posible prototipo que habra regido en losseoros tnicos para luego sobreponer los derechos y exigencias queimponen los dominios inca y azteca. Dicho prototipo estara representado por la divisin de las tierrasentre la religin, los linajes nobles y los grupos de indios del comn.Mientras las tierras de los dioses pueden tener equipos de servidorespermanentes, las de los nobles son cultivadas mediante las prestacio-nes de energa del comn. Por su parte todos los varones del comn,por haber nacido miembro de algn grupo de parentesco de la etnia, alalcanzar la capacidad biolgica para desempear la jornada de trabajodel adulto y casarse tiene derecho a tierras para la subsistencia comojefe de una familia o casa independiente. La tierra que as se recibeest protegida siempre que su titular cumpla con las reglas de la orga-nizacin tnica contra toda ingerencia incluso de las mximas autori-dades polticas, se trasmite de padre a hijos10 y la energa para su cul-tivo constituye una magnitud variable pues est determinada por el cre-cimiento biolgico de la familia: durante la primera etapa del ciclo dedesarrollo familiar ocurre una sobre intensificacin del trabajo de la pare-ja productora, mientras en las etapas posteriores la incorporacin de loshijos al trabajo provoca un incremento de la cantidad de energa disponi-ble y la conversin de la unidad domstica en un equipo de cooperacinsimple restringida (equipo de trabajadores de baja dotacin);11 bajo nor-10 Para el caso andino este reconocimiento individualizado y de trasmisin hereditaria valdra para lasparcelas de cultivo anual o en los sistemas con descanso corto (short-term fallowing systems); enlas tierras altas fras, donde el cultivo de la papa exiga perodos de descanso de la tierra de 6, 8,10 o ms aos, habra regido un derecho de acceso a parcelas sin propiedad particularizadacomo ocurra en el sistema de barbecho largo (long-term following system) de tumba, quema yroza.11 En su obra Comentarios reales de los Incas, de tanta influencia en la concepcin formada enEuropa sobre el Tawantinsuyu, Garcilaso de la Vega formul la idea de un rgimen flexible deacceso a la tierra, donde el tamao de la parcela se ajustaba peridicamente conforme al desarrollobiolgico de la familia. Segn nuestros datos en el rea andina y centro de Mxico imper uncriterio de redistribucin pero no de manera tan reglamentada como dice Garcilaso: las unidadesdomsticas con muchos hijos podan reclamar ms tierras si las posedas eran insuficientes parala subsistencia, y obtenerlas de haber porciones baldas o de aceptar las familias con pocos hijosceder sus tierras sobrantes; se debe subrayar que la aplicacin de esta costumbre estaba a cargode los jefes comunales.19Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistamas de reciprocidad pueden darse prestaciones de trabajo entre lasunidades domsticas emparentadas pero estos flujos constituyen unelemento menor en el cultivo de la parcela familiar.Sobre este prototipo comn aparece un elemento de diferenciacinimportante entre los seoros andinos y los (no todos) del centro deMxico. Para estos ltimos los cdices y crnicas indgenas colonialesbasadas en ellos indican la notable envergadura que habra alcanzado eldominio de las grandes casas nobles y de una nobleza secundariaemparentada con ellas sobre una clase de campesinos que los euro-peos denominaron renteros o terrazgueros, trminos que en aquellapoca aludan a la unidad entre la renta econmica y los lazos seoria-les de dependencia personal. Este componente, cuyos orgenes omiti-mos explicar, no existe en el caso andino. Aqu, por otro lado, la exis-tencia de ganado determina la aparicin de un derecho sobre los pas-tos; si como creemos los datos cuantitativos sobre la posesin del ga-nado nativo que contienen los documentos europeos del siglo XVI pue-den ser proyectados hacia atrs, el derecho al ganado, esto es a pastosy al servicio de cuidadores, estuvo circunscrito -o altamente concentra-do- a los miembros de los linajes nobles.Sin alterar estas matrices los dominios inca y azteca impusieron enlos territorios tnicos sometidos sus derechos imperiales sobre tierrasy energa humana dependiente para cultivarlas. En el caso mexicanosignific la creacin de posesiones estatales pero asimismo fue tanto oms relevante su distribucin como tierras patrimoniales a los linajesgobernantes, a las grandes casas nobles y miembros de ellas y a lanobleza secundaria de los tres seoros que conformaban la Triple Alianza.En los Andes hubo tambin esa clase de adjudicaciones al Inca, a loslinajes reales y miembros de ellos, pero en nmero tan reducido quecuesta descubrir los ejemplos. All el proceso que sobresale por sumagnitud consisti en la asignacin de tierras al culto imperial y al esta-do. Estas ltimas, esparcidas por todos los pisos ecolgicos por susdimensiones cabe una mencin especial al gran dominio productor demaz ubicado en el valle de Cochabamba, al que las etnias aymaras delaltiplano deban enviar cada ao contingentes hasta sumar un total de14000 trabajadores proporcionaron al estado abundantes ingresos entres productos tan estratgicos como coca, maz y tubrculos bajo la20Carlos Sempat Assadourianforma de chuo. El Inca igualmente se atribuy derechos sobre los pas-tossiendoprobable,comosugierenlosdocumentoscolonialestempranos, que los rebaos estatales fueran ms cuantiosos que lostnicos. Para el funcionamiento de ambos sectores estatales, tierra-cultivos y pastos-ganado, el Inca estipul la aplicacin de la mita, estoes la movilizacin por turnos rotativos de todos los varones casados delcomn en edad de trabajar, mecanismo ya desarrollado en las organiza-ciones tnicas para las prestaciones a sus gobernantes. El dominioinca impuso otro derecho sobre una proporcin de la gente de los seo-ros sometidos que no tiene equivalentes en el caso mexicano. Nosreferimos al trasplante de conjuntos de unidades domsticas de unos aotros territorios tnicos: sustrados de sus grupos de origen e incorpora-dos a los registros censales imperiales como servidores del estado,estos efectivos reciben del Inca tierras en sus nuevos asentamientospara la subsistencia familiar (a ellos estara asociado el incremento dela agricultura de terrazas dado durante el perodo incaico) teniendo obli-gacin de dar mita en las tierras estatales. Como sealan todas lasfuentes europeas tempranas estos traslados tuvieron un carcter esen-cialmente estratgico militar, pero debemos recordar que Cieza de Leny Polo de Ondegardo, los dos mejores observadores de las estructurasandinas, coinciden en elogiar una variante de esos movimientos en tantorepresentaban una poltica de correccin demogrfica al reubicar la po-blacin excedente de ciertas zonas en sitios vacos o con pocos habi-tantes.Es aconsejable, pues dicha cuestin tambin tendr relevancia en eldominio colonial, concluir este esquema sobre los accesos a la tierracon una mencin al problema de los derechos eminentes sobre ella.Como reiteran sus estudiosos, en las sociedades tribales las reglas deacceso o posesin y de administracin de la tierra estn vinculadasformando un solo estatuto, y esos derechos de administracin son con-fiados a los titulares de cada posicin poltico social siguiendo el ordende jerarquas: tiene principio en quien ejerce la autoridad suprema (elrey, el que encabeza la casa o linaje noble gobernante) y se va delegan-do para abajo hasta llegar a los jefes de aldeas y los que detentan elmayor status dentro de los grupos de parentesco. En esta escalonada21Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistatrabazn el soberano puede ser considerado propietario de la tierraslo como administrador o depositario supremo de la propiedad colecti-va sobre el territorio de la nacin. Aplicando el modelo tribal, en el casoandino percibimos que el Inca propugn con xito una ideologa y unapoltica concreta que, hacindolo aparecer como la unidad omnipre-sente que est por encima de todas las comunidades, lo converta en elpropietario efectivo y el supuesto efectivo de la propiedad colectiva so-bre la tierra; estara claro igualmente que as legitimaba bajo antiguospatrones andinos los flujos de energa humana hacia las posesionesestatales: el Inca daba tierra a todos los miembros de las entidadestnicas sometidas y peda, en reciprocidad, servicios en trabajo. No seaprecia, en cambio, que la Triple Alianza haya pretendido asumir talesderechos supremos de propiedad y de administracin sobre el enteroterritorio de las organizaciones sojuzgadas. Si esto fuera cierto quedapendiente la debida explicacin; a nivel solo de hiptesis sugerimos quelos datos, tanto para los seoros componentes de la Triple Alianzacomo en los sometidos o en los independientes como Tlaxcala, Cholulay Huexotzinco, sobre el nmero y condicin social de los terrazgueros,las referencias a transacciones de tierra y, sobre todo, el hecho de queapenas producida la Conquista las casas nobles puedan reclamar antelas autoridades coloniales un derecho de propiedad sobre el suelo enel sentido europeo del trmino, y una relacin de dominio personal sobrelos campesinos que lo cultivaban, permiten plantear que en el centro deMxico ha venido ocurriendo una evolucin de los accesos y de losderechos de administracin sobre la tierra muy diferente a la del espa-cio andino. Reconociendo el riesgo de distorsin que supone aislar para su an-lisis los hechos econmicos, incrustados como estn con las institucio-nes de parentesco, religiosas y polticas, procederemos a revisarlos -como han hecho en las ltimas cuatro dcadas casi todos los especia-listas de las estructuras andinas y mesoamericanas- con referencia alos tres principios generales propuestos en 1957 por Karl Polanyi: los dereciprocity, redistribution and exchange. Pero antes se debe advertir quePolanyi excluye la produccin de las unidades domsticas por conside-rar que no est institucionalizada econmicamente ya que el acceso a22Carlos Sempat Assadourianlas tierras de cultivo y pastos para el ganado est dominada por mto-dos de reciprocidad o redistribucin a escala ms amplia que la de lafamilia. Sin entrar a discutir tal presupuesto cabe puntualizar que en elrea andina y el centro de Mxico (aunque para este caso nuestra gene-ralizacin se presta a controversias solo excluimos del ejemplo a losterrazgueros) rige la norma de que la totalidad de lo cultivado en susparcelas pertenece a las propias unidades domsticas. Ligando dichanorma con la variable demogrfica resulta evidente que el conjunto deestos cortos y cerrados movimientos de produccin/consumo familiarde subsistencia representa el mayor porcentaje de la produccin agrco-la total.La jerarqua funcional de la reciprocidad, que Polanyi define como losmovimientos entre puntos correlativos de agrupaciones simtricas(movements between correlative points of symmetrical groupings), hasuscitado un curioso alineamiento entre los estudiosos de nuestras es-tructuras nativas: mientras para el centro de Mxico se minimiza o in-cluso se pone en duda su existencia, para J ohn V. Murra y detrs de llos dems especialistas del rea esta forma refleja la lgica bsica dela organizacin social andina (en trminos de Polanyi, el principio domi-nante de las formas de integracin/forms of integration). Sin embar-go, cuando Murra procede a verificar esta elevada jerarqua no encuentraentre los cronistas europeos del siglo XVI una mayor frecuencia de da-tos sobre reciprocidad de los que se pueden hallar para Mxico; enambas partes, adems, esas referencias estn circunscritas a los movi-mientos dados dentro de agrupaciones que se identifican por algunaforma de filiacin, y son tan poco precisas que tampoco permiten dis-cernir entre qu miembros de ellas rigen las obligaciones de reciproci-dad. La conviccin de Murra, entonces, se sustenta mucho en una pre-misa terica avalada por los estudios etnogrficos sobre los reinosprecapitalistas de otros continentes (desde Thurnwald y Malinowski hastaahora) y las actuales comunidades andinas. Creemos que la posicinde Murra debera ser ensayada igualmente en el caso mexicano. Respecto al principio de redistribucin, la figura que traza Polanyide un vaivn cuyo centro era el estado fue bien desarrollado por J ohn V.Murra y Pedro Carrasco para los casos de los Andes y el centro de23Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la ConquistaMxico al analizar los movimientos de apropiacin y distribucin queefectan tanto las instancias polticas de los seoros tnicos como lasimperiales. Por otra parte Murra, ya en su tesis doctoral de 1955, plan-te una serie de cuestiones con plena vigencia todava. Por ejemplo suoposicin a esa idea predominante en aquellos aos que haca depen-der el bienestar de la aldea de la redistribucin estatal tnica o imperial,pues ello era contrario a la lgica bsica de la organizacin social andina:sta haca responsable a la comunidad aldeana de su propia subsisten-cia y bienestar mediante la reciprocidad. En esta lnea, al comprobarque los cuantiosos ingresos en especies del estado inca, almacenadosen vastos depsitos localizados en distintas zonas, eran utilizados so-bre todo para fines militares y en menor grado para sustentar los linajesreales, funcionarios estatales y ddivas, critic debidamente la nocindel imperio socialista de los incas que haban formulado Markham yBaudin al creer, con base en Garcilaso de la Vega y Blas de Valera, quela funcin primordial de los depsitos estatales era la acumulacin deexcedentes con fines de beneficencia. Murra cuestion igualmente lapresunta funcin redistributiva que habran cumplido los depsitos esta-tales durante los aos de malas cosechas; sin embargo, fuentes tancalificadas como Cieza de Len, Polo de Ondegardo, Damin de laVandera y el oidor Hernando de Santilln coinciden en una apreciacinque puede resumirse en la cita siguiente: si por caso venia algn ao demucha esterilidad, mandaban asimismo abrir los depsitos y prestar alas provincias los mantenimientos necesarios y luego el ao que hubie-se hartura, lo daban y volvan por su cuenta y medida cierta. Pareceentonces creble la aplicacin por el imperio inca de una poltica tendien-te a moderar o derrotar la plaga cclica del hambre. Se debe agregar otrafuncin significativa de los depsitos estatales: de all se daba la sub-sistencia cotidiana (y bienes de prestigio como coca y chicha en losfestejos y ceremonias estatales) a los campesinos cuando stos da-ban su turno colectivo de trabajo en las tierras del Inca. Esta normaparece ser una proyeccin, ampliada y redefinida por la institucin pol-tica imperial, de las que ya regan durante las prestaciones mutuas deenerga entre las unidades domsticas de una aldea, esto es, de movi-mientos que Polanyi denomina reciprocidad y Murra caracteriza como24Carlos Sempat Assadourianla lgica bsica de la organizacin social andina y que antiguamenteBlas de Valera llam la ley de hermandad.El conjunto de las observaciones de Murra permite discutir el princi-pio de redistribucin de Polanyi cuando se refiere al caso concreto deldominio imperial inca. Aparece claro que dicho principio era obligatorio yque el fundamento de la generosidad estatal vena dado por las anti-guas normas andinas de reciprocidad. As, generalizando, podemos decirque los movimientos de apropiacin de tierra y de energa humana endireccin a un centro primero y, posteriormente, de devolucin de solouna parte de los bienes as producidos desde ese centro hacia fuera,quedaban legitimados, o institucionalizados, al invocar las costumbresy sentimientos de obligacin que regulaban los movimientos entre pun-tos correlativos de agrupaciones simtricas (reciprocidad). Para el casoandino, concebir el principio de redistribucin como una relacin de reci-procidad entre grupos asimtricos sera la nica manera de convalidar yutilizar como instrumento de anlisis otro concepto general de Polanyi,que las sociedades donde la economa se halla incrustada en otrasinstituciones estn bien integradas y apenas conocen los conflictossociales. Siendo precisos, debemos agregar que las tensiones siempreaparecern cuando el grupo dominante, tnico o imperial, pretende igno-rar o reducir sus obligaciones de generosidad en ese vaivn compues-to por los movimientos de apropiacin y de distribucin. Ahora bien,comparando con el centro de Mxico, no hallamos aqu informacin ten-diente a sugerir que la Triple Alianza haya procurado legitimar la apro-piacin de tierras, sbditos y rentas (tributos) de los seoros conquista-dos con base en el principio de reciprocidad como probablemente hizoel Inca; por otro lado, las crnicas de algunos seoros recuerdan ten-siones y revueltas de los indios del comn cuando sus autoridades qui-sieron vulnerar los antiguos estatutos de reciprocidad que daban cohe-sin integraban al conjunto social.Pese a las diferencias que hallamos entre una y otra rea pareceraen principio que en ambos casos la produccin/consumo familiar desubsistencia junto a los movimientos de tierra-energa humana-bienesque envuelve el principio de redistribucin representaran la totalidad dela produccin agrcola y, si se amplia el nivel de anlisis, de casi el25Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistaentero producto social. Bajo estas premisas el intercambio aparece comoun elemento secundario, tanto en su capacidad para orientar el procesode produccin como en su calidad de componente del movimiento gene-ral de bienes; adems, segn las proposiciones de Polanyi, sera unfactor de escasa trascendencia en la cohesin de estas sociedadespues l identifica el predominio de una forma de integracin con el gra-do en que sta contiene tierra y trabajo en la sociedad with the degreetowhichitcompriseslandandlaborinsociety, y sostiene que elintercambio, para producir integracin, necesita un sistema de merca-dos creadores de precios exchange in order to produce integrationrequires a system of price-making markets. Debemos verificar esta cla-se de presunciones revisando la cuestin del intercambio en los Andesy Mxico central.Debido a la abundante informacin sobre algunos de sus aspectos elintercambio ocupa un preferente lugar en los estudios del rea de Mxi-co central y siempre con referencia a las pautas analticas establecidaspor Polanyi. El trfico con el exterior o lejano, que Polanyi define comoun medio relativamente pacfico de obtener bienes no alcanzables den-tro de la unidad poltica, resulta la forma que ms ha llamado la atencinhasta ahora; se conoce bastante bien, en consecuencia, su composi-cin bienes suntuarios o materias para uso ceremonial pero tambincacao, algodn y sal-, las rutas con su port of trade y sobre la altaposicin social de los mercaderes profesionales que lo realizan. Losinvestigadores confirman la presencia en este trfico de dos de los trestipos principales de comercio que seal Polanyi: comercio de presen-tes que une a las partes por relaciones de reciprocidad, y el comercioadministrativo que se cimenta en convenios ms o menos formales,aunque no con la rigidez que plantea Polanyi de que los intercambiosse desarrollan por canales controlados por el gobierno y por consi-guiente, toda la actividad comercial est regida por mtodos administra-tivos. En efecto, los investigadores demuestran que en este trfico co-existe tambin una fuerte actividad privada de los mercaderes y demanera correcta, en vez de confundirla con el tercer tipo principal decomercio propuesto por Polanyi (comercio mercantil el cual sigue laslneas trazadas por el mecanismo de la oferta y la demanda que crean26Carlos Sempat Assadourianun precio, la analizan confirmando una observacin del mismo Polanyisobre los mercaderes que intervienen en este trfico: su actividad obe-dece a una motivacin por rango que comprende elementos de deber yde servicio, y los beneficios materiales que pueden obtener personal-mente no suelen tomar la forma de ganancia realizada en el intercam-bio, sino ms bien de presentes o concesiones de tierras efectuadaspor el rey, el templo o el seor como forma de recompensa.Pese a su dimensin cuantitativa e importancia terica, el intercam-bio de corta y media distancia de bienes de subsistencia ha recibidomenos atencin que el trfico lejano. Sin duda, todos los pobladosmayores quizs tambin algunos medianos- del centro de Mxico os-tentan la funcin de plazas de intercambio o mercados (en nhuatl,tianquiztli); por desgracia, los datos estn casi totalmente concentra-dos sobre los grandes mercados de las ciudades de Tenochtitln yTlatelolco. Sobre los tianquiztli de los cuales carecemos de la suficienteinformacin podemos imaginar, sin riesgo a equivocarnos, que tienen uncalendario de celebracin y algn tipo de reglamentos con funcionariosencargados de su aplicacin. Tambin, sin omitir la actividad de merca-deres sobre todo los de bajo rango, que su caracterstica predominanteestara dada por la multitud de campesinos participantes como oferentesy demandantes. Conjeturamos as la tendencia de las unidades doms-ticas a generar excedentes en alguno de sus cultivos de autosubsistencia,y/o dedicar tiempo a artesanas, caza o pesca, con el objeto de conse-guir a travs del trueque otros cultivos y artesanas, sal, algodn comomateria prima o en forma de mantas, etc. Los datos sobre los grandesmercados de Tenochtitln y Tlatelolco revelan como rasgo que podraser singular la consistente participacin de un segmento de la poblacinurbana constituida por diferentes clases de artesanos, pero no est muyclaro an si ellos conforman grupos absolutamente desvinculados de laagricultura de subsistencia o porqu y cmo habran perdido sus dere-chos de acceso a la tierra. Los datos sobre estos dos grandes merca-dos urbanos manifiestan otros elementos ya extensibles a lostianquiztlizonales. Uno, el uso de mantas de algodn y granos de cacao, de por sbienes no divisibles y que se consumen en la vida cotidiana e integranpor lo tanto los flujos de intercambio, como equivalentes o medida de27Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistavalor de otros bienes, y quizs en todo caso de manera sumamentelimitada- como medio de pago. Luego, la intervencin de las autoridadesestableciendo arreglos ante posibles alteraciones de los valores queya estaban fijados para los bienes, desde muchsimo tiempo atrs, porla repeticin de los intercambios.En el rea andina algunos estudios han destacado la existencia deun gran mercado urbano en el Cuzco y tianquiztli zonales, de mercade-res profesionales (en Chincha, la costa norte, los mindales de Ecua-dor) y de un trfico lejano de carcter martimo dedicado a la obtencinde conchas de un molusco en quechua mullu esencial en los ritosagrcolas de la Sierra. Dando por supuesto el trfico de mullu, se nece-sita an mayor informacin (pero dudamos que ello vaya a suceder) paraexponer sobre bases ms confiables la problemtica de losmercados,en el sentido de plazas de intercambio organizadas a travs de algunaautoridad centralizada, y de los mercaderes en el rea andina. Mientras,parece ms factible de desarrollar analticamente, sometiendo as a dis-cusin, las dos proposiciones bsicas de J ohn V. Murra. Una, publicadaen 1972, fue recibida con gran entusiasmo por los especialistas: el con-trol vertical de un mximo de pisos ecolgicos, o sea el acceso directoa mltiples cultivos y otros recursos, era un ideal andino compartido portodas las etnias aunque fueran distintas en la complejidad de su organi-zacin poltica y econmica; Murra ofreci una convincente comproba-cin de este ideal presentando cinco casos (el ltimo es objetable) depequeas y grandes etnias (stas ltimas reinos) de la costa, sierra yaltiplano. Ahora bien, aceptando la gran influencia que tuvo tal idealtambin parece evidente que su desarrollo no llev consigo a la comple-ta autosuficiencia econmica de las etnias: como Polo de Ondegardoobserv con acierto hay muy pocas tierras, o ninguna en la sierra, quelos indios puedan pasar sin ir a otras por lo necesario. Es justamentesobre esta rigurosa necesidad del intercambio y de las indispensablesformas de asegurarlo donde adquiere relevancia la otra proposicin deMurra: en el espacio andino los bienes suntuarios o ceremoniales y losnecesarios para la subsistencia no se obtienen a travs de plazas demercado ni de la redistribucin estatal sino estableciendo lazos de mu-28Carlos Sempat Assadouriantualidad y activando relaciones que permitan acceder a la productividadde otros grupos. Vamos a considerar estas cuestiones presentando elcaso de los chupachus, un ejemplo muy simblico pues fue utilizadopor Murra (etnias pequeas de la sierra) en su modelo sobre el controlvertical de un mximo de pisos ecolgicos. Esta etnia, adems del ac-ceso a salinas, controlaba a uno o pocos das de marcha tres mbitosecolgicos con abundante dotacin de tierra que les permitan obteneruna gran variedad de cosechas: 1) sierra alta fra (tubrculos como oca,papas, mashua, ulluco); 2) sierra baja templada (maz y quinua), y 3)tierra baja caliente (coca, algodn, maz, aj, man, zapallos, camotes yfrijoles). Sin embargo, al tener una escasa dotacin de ganado (lana/charqui) en la puna o jalka, los chupachus utilizan los excedentes agr-colas obtenidos en los pisos templado y clido para alcanzar, mediantesu trueque, ms bienes de lajalka. Notemos asimismo que ellos reali-zan sus intercambios con seis etnias distintas situadas de tres a cincoy seis das de distancia, sin fechas fijas y de manera individual o compo-niendo pequeos grupos, esto es, sin que hubiera mercaderes y sinreuniones en sitios que la costumbre o las alianzas establecieran comoplazas permanentes o ferias rotativas. Nuestra fuente no permite discer-nir que relaciones o lazos de mutualidad podran regir el trueque de loschupachus con las otras etnias, pero un estudio de Pierre Duviols indicaclaramente que en el intercambio entre los grupos de agricultores y depastores, dentro de un dualismo de oposicin y complementariedad,entran en juego ciertos mecanismos de reciprocidad gracias a los cua-les se ceden mutuamente sus dioses y sus productos.LA FORMACIN DEL SISTEMAAGRARIO COLONIALNo se ha estudiado an los efectos del desmoronamiento secular dela poblacin indgena sobre sus mtodos de produccin agrcola. Obli-gadosenconsecuenciaalplanteodeconjeturas,lacurvadeladespoblacinremite a lo sealadopor Ester Boserup acerca de lafactibilidad de encontrar regresiones en las tcnicas agrcolas, un retor-no a sistemas de cultivo ms extensivos en aquellas situaciones histri-29Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistacas donde se da una violenta reduccin de la densidad de poblacin;como es sabido, el supuesto de su argumentacin es que la agriculturaintensiva por requerir un volumen de trabajo mayor y ms continuo porunidad de rendimiento- es menos atractiva que la agricultura extensivaen tanto sta pueda satisfacer las necesidades de la gente. Consideran-do la abundancia de tierras que la poblacin indgena empez a poseerdespus de la Conquista, lo cual hacia posible esa regresin que indicaBoserup, deberamos investigar si hubo un proceso de sustitucin desus sistemas de cultivo anualy de barbecho corto por sistemas debarbecho largo, y tambin -como han sugerido Cook y Borah-, que setendiera a abandonar las tierras marginales para concentrar los cultivosen las de mayor rendimiento elevndose as el producto per capita. Porotra parte, ya sin duda alguna, grandes porciones de tierra de todascalidades dejaron de ser ocupadas definitivamente. Ahora bien, introdu-ciendo otra perspectiva, toda la informacin conocida indica que la po-blacin nativa sigui practicando la agricultura de jardn con su requisi-to de una alta y continua inversin de trabajo en un terreno reducido. Y sirelacionamos la continuidad de esta forma con la disminucin que lacrisis demogrfica suscit en la composicin numrica del grupo fami-liar, cabe incluso preguntarse si ocurri una reduccin en el tamao delas parcelas de cultivo coincidente con el decrecimiento de la cantidadde energa disponible en las unidades domsticas.Por supuesto, la obra hidrulica india para el riego qued totalmentesujeta a los efectos de la crisis demogrfica. En la larga costa desrticadel Per los sistemas de chacras hundidas, galeras filtrantes y cana-les intervalles sufrieron un brutal colapso pues su poblacin casi des-apareci a las dos dcadas de iniciada la Conquista, pero all sucediun resurgimiento de la brillante ingeniera hidrulica indgena al ser utili-zada despus por los europeos para el cultivo del trigo, la vid y la caade azcar. Los datos indican que la agricultura de humedad de laschinampas del Valle de Mxico fue severamente afectada por la crisisdemogrfica, y que si los efectos de sta no fueron mayores se debi ala importancia de este sistema de cultivo permanente en el abasteci-miento de la ciudad de Mxico. La agricultura de terrazas, un espacio30Carlos Sempat Assadourianproductivo cuya posesin no interes a los europeos acostumbrados alcultivo en terrenos ms planos, sufri igualmente un proceso de degra-dacin coincidente con los ritmos de la crisis demogrfica secular; tene-mos la impresin adems, sobre todo para el rea andina, que en variaspartes la despoblacin, al dificultar los trabajos colectivos de manteni-miento de las represas, tomas y canales, pudo determinar el cambio deuna agricultura de regado a la de temporal.La actitud indgena ante las herramientas agrcolas europeas ha sidolimitada al ejemplo exclusivo del arado romano -que implicaba el uso deanimales de tiro y la forma de siembra a voleo- pero todo el anlisis sereduce prcticamente a la conclusin, correcta por otra parte, que suadopcin se difundi con mucha lentitud y significaba el abandono delas terrazas construidas en laderas muy escarpadas. Aunque la figuradel arado, unida al exceso de tierra que poseen los indgenas hastacincuenta aos despus de la Conquista, contiene una serie de cuestio-nes, algunas hipotticas y otras relacionadas concretamente con losprincipios nativos de combinar cuantitativa y cualitativamente las canti-dades de tierra y de energa humana disponibles e instrumentos de tra-bajo, aqu solo diremos que el mero ejemplo del arado, an siendo elms relevante y complejo de todos, tergiversa la reaccin nativa hacialas herramientas europeas: la rpida y masiva adopcin del hacha ytipos de machete y la utilizacin, aunque no generalizada, del hierro enla punta inferior de la coa mesoamericana y lachaquitaclla andina, su-ponen la inmediata comprensin de la mayor eficiencia (ahorro de tiem-po) de las herramientas metlicas sobre las no metlicas en las tareasagrcolas. Respecto a sus criterios de seleccin ante las plantas euro-peas que se iban introduciendo contrasta la generalizada adopcin tem-prana de las de huerta como las hortalizas y frutales con la restringidadifusin entre ellos del cultivo del trigo, caa de azcar (ms en Mxico,en reas como Michoacn y la Huasteca potosina, que en el Per) des-tinada sobre todo para la elaboracin de bebida alcohlica de consumopopular, y de la vid en los oasis de la costa peruana . El caso del trigomerece una atencin especial. Es frecuente entre los historiadores se-alar los mecanismos utilizados por los europeos para impedir la ofertaindia de productos agrcolas en los mercados, pero en todo caso esta31Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistaobservacin solo sera vlida quizs para la vid y la caa de azcar ypara un tiempo algo ms avanzado del dominio colonial. Durante lasprimeras dcadas, por el contrario, se tomaron disposiciones tendien-tes a introducir el trigo en la prctica agrcola de los pueblos indios12 conla intencin incluso entre algunos funcionarios y religiosos de convertir-los en los principales productores del cereal bsico de la poblacin eu-ropea; la no realizacin de esta alternativa en esos momentos, cuandoellos posean una gran demasa de tierras cultivables, podra quizs de-berse a su desaprobacin a consumir el cereal europeo a cambio delmaz. Dentro del nuevo sistema econmico social que fue impulsando eldominio colonial se admiti la continuidad en la larga duracin de unelemento estructural del orden indgena: el derecho de acceso a tierrasde cultivo de todas las unidades domsticas inscriptas en sus etnias;en este mbito siguieron rigiendo naturalmente los principios de recipro-cidad entre agrupaciones simtricas y las debidas por las relaciones deparentesco. En el plano de las instituciones polticas, al mantenerse enlas primeras dcadas aunque con ambigedades las atribuciones gu-bernativas y econmicas de las jefaturas tnicas, la Conquista solo sig-nific especialmente, como acontecimiento inmediato, el reemplazo delos soberanos indgenas por el rey europeo con el consecuente derechode sucesin en las tierras y rentas estatales. Considerando ahora solola sucesin en las rentas estatales que fueron cedidas bajo el ttulo de12 El mecanismo consisti en exigirlo en el tributo de la encomienda. La nica informacin tempranadestacable que conocemos sobre el cultivo indio de trigo para el tributo de la encomienda seencuentra en una visita realizada en 1562 al rea de Huanuco en la sierra peruana: de diez y seismenciones al tipo del suelo utilizado, cinco especifican andenes en laderas y el resto en llanoo valle de clima ms templado; en todos los casos debieron ser tierras que estaban dedicadasa cultivos de maz para el estado inka y regadas con acequias. Las datos presuntamente msconfiables de esta visita sobre productividad (proporcin simiente/cosecha) registran rendimientosmnimos de 1/12 a 1/14 hasta otros superiores desde 1/20 hasta 1/40. An con toda la prudenciacon que debemos tomar esta informacin parece indudable que los agricultores indios, con lamisma tcnica aplicada para el maz, lograron obtener rendimientos excepcionales en la siembradel trigo: en el siglo XVI, segn los datos recolectados por Slicher van Bath, la productividad dela agricultura europea en dicho cultivo oscilaba en la proporcin simiente/cosecha desde 1/3 hastaun mximo de 1/8.32Carlos Sempat Assadourianencomiendas a los sujetos privados que haban sometido a los reinosindgenas- puede interpretarse que la continuidad del acceso indio atierras de cultivo signific la conservacin del principio de la generosi-dad estatal que fundamentaba el proceso de apropiacin en el ordenanterior. En este sentido tambin podramos agregar, incluso como laprincipal regla que legitimaba su dominio, que las bulas pontificias dedonacin de las Indias obligaban al nuevo soberano europeo a retribuir asus sbditos recin conquistados con la recompensa espiritual de laevangelizacin.El tributo o renta de la encomienda fue la nica institucin econmi-ca administrativa en las relaciones del mundo rural indgena con elsistema econmico general el diezmo apenas afect la produccin agr-cola indgena mientras el repartimiento de mercancas de los corregi-dores no se puede considerar estrictamente bajo tal categora, por locual, retomando los ejemplos del rea andina y del centro de Mxico,especificaremos los detalles ms relevantes de su evolucin durante elsiglo XVI . Para los primeros aos cabe destacar que su magnitud ycomposicinfueresultadodelosarreglosconcertadosentrelosencomenderos y las jefaturas nativas, y que el proceso de produccinde estos bienes agrcolas y artesanales, textiles y metales preciosos,as como las prestaciones de trabajo en las propiedades europeas (ser-vicio personal), sigui regido por las mismas modalidades bajo las cua-les se generaban los excedentes exigidos por el anterior estado indge-na: la distribucin sin agravios del tributo entre las aldeas y dentro destas, la direccin del trabajo por sus jefes inmediatos, las formas decooperacin, los turnos rotativos, etc; con alguna clase de alteracionesesta continuidad de modalidades antiguas para pagar el tributo ser delargusima duracin. Luego, cuando el estado colonial logr asumir elcontrol sobre la magnitud y composicin del tributo de las encomiendasprivadas hacia 1532 en Mxico y hacia 1550 en el Per inici unaenrgica poltica contra los precedentes arreglos entre los encomenderosy las jefaturas tnicas al reducir fuertemente su magnitud (retasa),anular o reducir la parte constituida por los servicios personales o rentaen trabajo, y comenzar a sustituir la entrega de productos a cambio de33Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistapago monetario. Esta poltica contraria al inters de los encomenderos,adems de provocar tensos enfrentamientos con ese grupo y originarmediante la retasa un drstico descenso del excedente que generaba lapoblacin indgena por dicho gravamen, tuvo fuertes efectos en el proce-so de formacin de las nuevas estructuras agrarias pues la supresin delos servicios personales y la tendencia a convertir la renta en productosen renta monetaria rompa el monopolio que ejercan los encomenderossobre la fuerza de trabajo indgena liberndola para el uso de todos loscolonos europeos. Durante la dcada de 1560 el estado colonial enfilprincipalmente sus ataques contra el prestigio, el poder y las rentaseconmicas de los jefes tnicos: las ordenanzas dictadas en estos aoscercenaron an ms sus jurisdicciones, degradaron a la condicin detributarios -haciendo excepcin de los titulares y sus hijos herederos- atodos los miembros de los linajes nobles, y redujeron a una insignifican-te expresin, apenas simblica, las prestaciones en energa que lesdaban los indios del comn por la antigua costumbre; en Mxico estadura ofensiva fue ms grave todava pues se convirti a los terrazguerosde las casa nobles en tributarios del rey y para que no estuvieran doble-mente gravados con el terrazgo y el tributo a la Real Hacienda se lesdot con tierras propias tomadas de las baldas. En la dcada de 1570el gobierno colonial estipul la dimensin y composicin definitiva deltributo y resultan sumamente elocuentes las diferencias que hubo entrelos casos del centro de Mxico y los Andes. En Mxico se fij una tasaper capita consistente en un peso de plata y media fanega de mazvalorada en cuatro reales. En el espacio andino el gobierno del virreyFrancisco de Toledo impuso, con marcado predominio del componenteen moneda, una tasa cuatro o cinco veces ms alta que la legisladapara Mxico con el agravante, adems, de que todos los pueblos de lasierra situados hasta una distancia de 180 leguas de Potos deban pa-gar parte o todo el gravamen monetario enviando a ese centro minero uncontingente anual de trabajadores cuya dimensin alcanzaba del 12%al 17% de su poblacin masculina tributaria; esta asociacin normativaentre el tributo monetario y flujo de trabajo compulsivo (mita) favorecitambinaotrosyacimientosmineros,entreelloseldeazoguede34Carlos Sempat AssadourianHuancavelica, y fue extendida a las empresas agrcolas, ganaderas ytextiles de propiedad europea. Se puede ampliar esta muestra de apli-caciones diferenciales revisando los casos de las dems zonificacionesadministrativas: en Yucatn por ejemplo prevaleci un tributo en mantasde algodn debido a su demanda ya existente desde mucho antes dela invasin europea- en el centro de Mxico. En sntesis, la evolucin deesta institucin econmica administrativamuestra la firme decisin dela Corona espaola de impedir, como proyectaban los encomenderos, eldesarrollo de las instituciones seoriales vigentes en la metrpoli, y deabatir igualmente las aspiraciones que, por su condicin de seoresnaturales, tenan los jefes tnicos de ser as como los duques y condesy marqueses lo eran en Espaa. Cabe asimismo enfatizar que, debidoa sus formas y magnitudes diferenciales, mientras en Mxico el tributode la encomienda devino relativamente pronto en un factor secundariodel proceso de transicin, en el espacio andino, por su cuanta y vincu-lacin con la mita o forma de trabajo compulsivo, constituy un meca-nismo primordial para impulsar el crecimiento y reproduccin de la nue-va economa europea. Dicho de otra manera, en el espacio andino esimposible estudiar, en la corta y larga duracin, el desarrollo del sectoragrcola europeo y del entero sistema econmico sin referir a cada mo-mento la cruel subordinacin a la que fue condenada la poblacin cam-pesina indgena.Revisaremos los movimientos de la produccin agraria durante eseprimer tiempo secular sealado por el incesante derrumbe de la pobla-cin nativa empezando por la produccin de autosubsistencia indgenay el excedente que transfieren como renta de la encomienda. Para elprimer sector vale utilizar el supuesto de que sus escalas de produccinse hallan fundamentalmente determinadas por la cantidad de energadisponible en las unidades domsticas para satisfacer sus necesidadesde consumo. En consecuencia, los porcentajes de disminucin de lapoblacin nativa, que en los casos del espacio andino y del centro deMxico estimamos de un 50% a un 66% entre 1520/1530 y 1550 yprobablemente de un 90% hacia 1600-1620, pueden ser tomados comoun indicador bastante fiel del incesante descenso secular de esta forma35Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistade produccin. Sobre la tendencia del producto excedente que se trans-fera por el sistema de la encomienda ya hemos sealado, al analizar laevolucin de esta renta, su proceso de monetizacin en detrimento de laentrega de productos, y que mediante las normas de la retasa el mismoestado colonial estaba imponiendo una programacin negativa sobre eltributo al disponer que deba ser ajustado peridicamente a las variacio-nes ocurridas en el nmero de los productores adultos, esto es, vincu-lando su magnitud a la continua cada de la poblacin indgena. Ahora bien, junto a este largo movimiento descendente de la pro-duccin indgena de autosubsistencia y de excedentes va ocurriendo elcrecimiento progresivo igualmente secular de la produccin europeaagraria, minera y textil. Limitada nuestra sntesis al sector agrario pre-sentaremos primero una imagen sobre la transferencia de cultivos y ga-nado y la formacin de mercados para luego exponer cmo el estadocolonial fue regulando los derechos de tenencia de la tierra.La suma de las crnicas regionales brinda una buena informacin,incluyendo fechas y nombres de los introductores en cada rea, sobrela adaptacin de plantas y animales en todo el espacio colonial. Res-pecto a la flora, en ese centro de recepcin inicial que fueron las islasdel Caribe, junto a la aclimatacin de hortalizas y rboles frutales desta-ca el xito de la caa de azcar procedente de las Islas Canarias; encambio el clima hmedo y la calidad del suelo fueron poco propiciospara el trigo y otros cereales y la vid. En Mxico, adems de las plantasde huerto, sobresale de nuevo la rpida difusin de la caa de azcar ylos excelentes resultado obtenidos en la siembra del trigo, pero entrelos llamados cereales inferiores el centeno casi no se cultiv mientras lacebada, utilizada nicamente como alimento para el ganado, tuvo unaexpansin limitada debido a la utilizacin del maz para el mismo prop-sito; la vid y el olivo apenas prosperaron. En el rea andina y los actua-les territorios de Chile, Argentina y Paraguay, los cultivos de trigo y caade azcar tuvieron un slido desarrollo, y es posible que la cebada,cultivada hasta ms de 3.000 metros de altura, conociera un progresosemejante al alcanzado en Mxico. Una caracterstica singular de estedilatado espacio consisti, adems de la amplia difusin del olivo, en la36Carlos Sempat Assadourianfuerte propagacin de la vid en los valles oasis de Ica, Pisco, Nazca,Vitor y Sigua en la franja desrtica de la costa peruana, en los valles delnorte y los centrales de Chile y en la zona de Cuyo en la Argentina. Porsupuesto, el movimiento de expansin en los cultivos del trigo, caa deazcar y vid estuvo condicionado al crecimiento de la poblacin europeay a su aceptacin como alimentos por mestizos e indios; por esta raznlas plantaciones de vid y caa de azcar, al ser sta base tambin de laelaboracin de bebidas destiladas, tuvieron incrementos relativos muysuperiores a los del trigo.A diferencia de los cultivos cuyo aumento depende del consumo ali-menticio y era, por consiguiente, limitado, la multiplicacin del ganadomayor y menor europeo resultaba activada por su diversidad de funcio-nes: proveedor de un alimento bsico para toda la poblacin, de mate-rias primas tan estratgicas como la lana, cuero y leche pero tambin(no se debe olvidar) de la grasa y sebo, esenciales para el alumbrado, lacocina y la fabricacin de jabn, y asimismo fuente primordial de ener-ga para el trabajo agrcola, minero, artesanal y manufacturero y el trans-porte; en este ltimo rubro, mientras en el Per el ganado nativo conti-nu siendo el soporte de la circulacin de mercancas durante las prime-ras dcadas, en Mxico y en las dems partes del continente los ani-males europeos de tiro y de carga fueron sustituyendo, con el consi-guiente ahorro de energa humana, a millares y millares de porteadoresindgenas. Claro est igualmente que la prodigiosa multiplicacin delganado europeo tuvo como otros factores favorables su baja ocupacinde fuerza de trabajo y la disponibilidad de enormes porciones de sueloprcticamente vacas de gente antes de la Conquista, ms el agregadode las tierras de cultivo que iban quedando baldas por la crisis demo-grfica indgena.13En Mxico, adonde el bovino empez a llegar desde el centro derecepcin y adaptacin de las islas del Caribe a cambio de indgenasesclavizados en las guerras de la conquista mientras los ovinos erantrados directamente desde Castilla, la expansin del ganado mayor ymenor cobr un impulso adicional entre 1535-1550 por el apoyo querecibi del virrey Antonio de Mendoza, ganadero l mismo e introductor37Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistade la oveja merina. Concentrado el crecimiento en la regin central y enuna zona lindante del obispado de Puebla, los continuos reclamos ind-genas en la dcada de 1550 contra la marea de rebaos que ocupaba latierra, destrua sus sementeras y competa por el agua, hace recordaresa imagen clsica sobre la Inglaterra de los siglos XVI y XVII: lasovejas devoran a los hombres. Pero enseguida, tras el yacimiento deplata de Zacatecas descubierto en 1548, Guanajuato y otras explotacio-nes mineras que iban corriendo y asegurando militarmente la fronteramediante los esfuerzos conjuntos de los intereses privados y estatal, elganado empez a ser desviado hacia ese vastsimo espacio del Septen-trin apenas poblado por tribus de cazadores y recolectores, pueblostotalmente brbaros en la clasificacin del padre jesuita J oseph deAcosta. Las etapas de este reordenamiento espacial del sector ganade-ro, con los nuevos ritmos de multiplicacin que propiciaban las enormespraderas vrgenes, muestran un primer movimiento que ocupa el rea deQuertaro y otras zonas en la frontera del valle de Mezquital, seguidoinmediatamente por una expansin mucho ms dilatada geogrficamente,dirigida hacia el norte y noroeste abarcando Guadalajara y la NuevaGalicia con un trazo secundario enfilado a la Huasteca, para concluir enel siglo XVII con la entrada a las llanuras del noreste o Nuevo Reino deLen.14Aunque hipottica debemos a L. B. Simpson la nica imagencuantitativa relativamente confiable de esta prodigiosa multiplicacin delganado europeo: segn sus estimaciones el ganado vacuno creci deunas 100.000 cabezas en 1560 a 400.000 en 1580 hasta alcanzar elmilln hacia 1610-1620, mientras los rebaos de ovejas y cabras au-mentaron de 1.100.000 a 2.000.000 de cabezas entre 1560 y 1570 y a8.000.000 de cabezas hacia 1620. La enorme expansin numrica y13 Al analizar los cambios alternados entre los movimientos de expansin de la agricultura y laganadera, Adam Smith seal como factores causales para el caso ingls las rentas respectivasde ambas explotaciones, el incremento de la poblacin, las opciones para producir conjuntamenteel pasto y el grano que exiga el consumo, etc. Y aadi esta indicacin para los espaciosultramarinos conquistados por los europeos: In all new colonies the great quantity of waste land,which can for many years be applied to no other purpose but the feeding of cattle, soon rendersthem extremely abundant, and in every thing great cheapness is the necessary consequences ofgreat abundance. A. Smith, The Wealth of Nations (Chicago, 1976), 247.38Carlos Sempat Assadourianespacial del crecimiento ganadero estuvo regulada por dos formas deacceso al recurso tierra-pastos.15 Por una parte acontece el progresivoavance de la propiedad privada del suelo a travs de la fundacin deestancias, con ese extremo representado por la formacin de los inmen-sos dominios territoriales del norte. Por otra los desplazamientos loca-les cortos del ganado o los zonales de media distancia pero especial-mente las largas migraciones del ovino conocidas como la gran trashu-mancia, fueron regidos por la norma de la comunidad de pastos elderecho de los criadores a introducir sus rebaos en cualquier terrenono acotado y en los campos de labranza despus de recogida las cose-chas, el sealamiento de los agostaderos y la organizacin gremial delos consejos de mesta.Para elespacioandinocarecemostodavadealgunaclasedecuantificacin general que permita efectuar cotejos con la expansinsucedida en Mxico. De todos modos los frecuentes datos parcialesque aparecen en varias clases de documentos indican con que alta velo-cidad se fueron extendiendo los rebaos de oveja en toda la Sierra,desde la audiencia de Quito (Ecuador) hasta la de Charcas (Bolivia), yen menor medida los de vacunos y cabras -adems del consumo comoalimento su sebo y su piel curtida o cordobn eran artculos comercialesmuy apreciados-. Creemos oportuno volver a destacar aqu, como hici-mos para Mxico, los efectos de integracin mercantil que provoca laexpansin del ganado europeo en territorios perifricos. En el siglo XVIIfue tan masiva la elaboracin de sebo en el rea central de Chile para el14 Esta relocalizacin dominante no debe hacernos desestimar la consistencia que alcanz laexpansin del ganado europeo en Michoacn y Oaxaca; igualmente, la formacin de estancias devacunos en el Bajo Papaloapan para proveer de carne a mercados del centro de Mxico, aunquesea un caso de reducida dimensin, resulta muy significativo como ejemplo de adaptacin delbovino a las tierras hmedas tropicales.15 La permanente preocupacin historiogrfica por la degradacin ecolgica a la que estara asociadala introduccin y expansin del ganado europeo ha sido recuperada recientemente en formainnovadora por Elinor Melville a travs del planteo de la irrupcin de ungulados (ungulateirruption). La reproduccin exponencial de herbvoros con pezua dura en nuestro caso caba-llos, mulas, vacunos, ovejas, cabras, cerdos- debido al exceso de comida, altera la comunidadvegetal con efectos que pueden llegar hasta la casi completa desertificacin del paisaje como fueel caso del valle de Mezquital estudiado por la autora.39Agricultura y tenencia de la tierra antes y despus de la Conquistamercado urbano de Lima que un admirable ensayista decimonnico Benjamn Vicua Mackenna lo intitul como el siglo del sebo subra-yando as la funcin dominante de dicha actividad en la conformacindel sector externo de esa economa regional. Un proceso parecido dearticulacin ocurri en otro espacio perifrico durante el mismo tiempo.Si en el siglo XVI el ganado nativo continu siendo el soporte de lacirculacin de bienes en el espacio andino, en el siglo siguiente operun proceso de sustitucin por la mula como proveedor de energa para eltransporte de carga. Las estancias para la cra de este animal hbrido sedifundieron en Pasto, Piura, Huanuco, Arequipa, Chile, pero entre 1600-1620 una extensa parte del actual territorio argentino compuesta porCrdoba, Buenos Aires y el Litoral, se fue constituyendo en el principalcentro de produccin de mulas con destino a los mercados del Alto yBajo Per; en esta misma zona ocurri, pero ya de manera natural, sinla intervencin del hombre, una extraordinaria multiplicacin del vacunoque, junto a originar esa despiadada matanza peridica llamada vaque-ra para aprovechar nicamente la grasa y los cueros, sustent un firmeflujo comercial de ganado en pie hacia el Alto Per, Paraguay y Chile. Apuntemos por ltimo la recepcin del ganado europeo por la pobla-cin indgena. Si el uso del caballo les fue prohibido por ordenanzas ymostraron desidia hacia el vacuno, en cambio la cra de puercos seconvirti muy pronto en un rasgo invariable de su economa domstica yno tardaron mucho en desarrollar una disposicin favorable a la adop-cin de las ovejas y cabras. Y si a finales del siglo XVI los pueblos indiosde Mxico, sin experiencia ganadera previa, llegaron a poseer grandesrebaos de ovejas (segn las cifras hipotticas de Simpson, 418.000 enTlaxcala-Puebla, 360.000 en Zimatln-J ilotepec, 230.000 en la MixtecaAlta y Baja) podemos imaginar con alguna certidumbre la posibilidad deotra consistente expansin en las comunidades andinas.Al esquema trazado hasta ahora, concertando los movimientos opues-tos del descenso secular de la poblacin y de la produccin indgenacon el crecimiento tambin secular del sector productivo europeo, debe-mos agregar la aparicin durante el mismo tiempo de los mercadosformadores de precios y del dinero como su medio. Aun siendo terica-mente el proceso ms trascendente nos limitaremos a revisar unos po-40Carlos Sempat Assadouriancos casos y ajustar nuestros comentarios a sus efectos ms generalessobre el sistema agrario. Tomando como primer ejemplo el antiguo granmercado de la ciudad de Tenochtitln, el continuo retroceso de su pobla-cin-ingreso de bienes alimenticios indgenas es matizado por el flujo deotros bienes como el trigo, carne, sebo, caa de azcar, bebidas alco-hlicas; incluso el maz encuentra un voraz consumidor en los animaleseuropeos de silla y de tiro. La nueva estructura de la demanda urbanaincluye la progresiva aparicin de empresas europeas (las estancias deganado, los cultivos de trigo en Chalco, Atlixco, Toluca y zonas cerca-nas del Bajo, la agroindustria azucarera de Cuernavaca e Izcar) comola continuidad modificada de elementos anteriores. As, el tributo enmaz que la Triple Alianza reciba de Chalco, Xochimilco, etc, y quepoda ser objeto de redistribucin, pasa a ser una renta en productosde la encomienda factible de convertir en mercanca con su correspon-diente valor monetario a travs del mercado. Un cambio ms profundoocurre en el denominado trfico lejano: en el espacio maya de Yucatnel tributo de la encomienda se fija en mantas de algodn que son com-pradas por tratantes europeos para conducirlas por mar hasta el puertode Veracruz y de all hasta los mercados de Mxico central; este circui-to comercial alcanza en pocos aos tanto valor que en la dcada de1560, en los proyectos que se elevan al Consejo de Indias para instaurarla alcabala, es presentado como un paradigma de la nueva economamercantil que iba desarrollando el dominio colonial con su co