aspectos del duelo en la literatura

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    Resumen

    Se realiza una revisin de textos, a travs de lahistoria de la literatura, sobre el tema del due-lo, mostrando su aportacin a la fomalizacincultural y a la comprensin clnica de diversosfenmenos relacionados con ste y con su ela-boracin. Se ilustran los ritos, lamentos y ex-presiones de sentimientos inmediatos a lamuerte; aspectos clnicos como la negacin,anestesia emocional, reacciones somticas, cul-pa, depresin, ambivalencia, odio, alcoholis-mo... Aspectos literarios como el desprendi-miento de los objetos del fallecido, los cambiosen la percepcin del entorno, sensaciones, re-cuerdos, como se rehace la vida. La influenciadel tipo de vnculo que se tiene con el muertoy como determina el duelo. La literatura incidetambin en aspectos teraputicos. Se ilustrancasos especiales como el duelo de los nios, delos adolescentes, en la viudedad, en la anciani-dad, por los animales, por las etapas perdidas dela vida y el duelo anticipado.

    Palabras clave: literatura, duelo, muerte.

    Summary

    The article is a review of the texts on bereave-ment throughout the history of literature.Itshows its contribution to the cultural settle-ment and the clinical comprenhension of va-rious phenomena related to it and its elabora-tion.

    It explains the rites, mourning and expressionsof sorrow immediately after death, the clinicalaspects such as denial, emotional anesthesia,somatic reactions, guilt, depression,ambivalen-ce, hate, alcoholism.... It shows the literary as-pects in the removal of the belongings of the

    deceased, changes in the perception of the so-rroundings, emotions, remembrances, startinga new life,how the type of relationship withdeceased determines the sorrow. Lierature alsoreaches therapeutic aspects, such as those con-cerned in dealing with practical things. Specialcases are shown: grief for children, teen agers,animals, missed stages of life, future grief,andfrom the point of view of widowhood and oldage.

    Key words: Literature. Grief. Bereavement.Death.

    Todo pasa; los seres queridos desaparecen de nuestro lado; una estela de amor y de

    melancola queda en nuestro espritu.

    Los pueblos.Azorn.

    Introduccin

    Uno de los temas presentes a lo largo del tiem-po en la literatura es la prdida de los seresqueridos y los mltiples aspectos del duelo. Eneste trabajo se pretende a travs de diversasobras y textos sealar elementos importantesde la elaboracin cultural del duelo por mediode la literatura, resaltar aportaciones a la visinclnica que la confirman, matizan y enrique-cen. Esto puede servir de reflexin para avan-zar en la descripcin, en la profundizacin psi-copatolgica del duelo, en la ilustracin y de-sarrollo de las ideas que ha aportado el psicoa-nlisis al respecto, as como a la comprensinde su elaboracin, de lo que favorece una reso-lucin satisfactoria y de lo que puede llevar aconvertirlo en patolgico.

    ArtculosASPECTOS DEL DUELO EN LA LITERATURA

    Pilar Pazos Pezzi*, Soledad Garca Eslava***Psicloga, Madrid. **Psiquiatra.Servicio de Salud Mental, Jan.

  • En la literatura se encuentran igualmente ideas teraputicas al respecto. Por otra partecomo ya seal Sneca en el libro dirigido aPolibio1: el escribir es una forma de contri-buir a preservar la memoria de los que hemosperdido ,No halle el dolor por parte algunaentrada en ti.Alarga as mismo la memoria detu hermano en alguna obra de tus escritos,porque de las cosas humanas slo sta es aquien ninguna tempestad ofende y ningunavejez consume, en definitiva a elaborar elduelo. Esta idea muy comn, la reescribe A.Machado pocos das antes de su muerte: Y tedar mi cancin/se canta lo que se pierde/co-mo un papagayo verde. ... sealando el carc-ter cas automtico del escribir como un mo-do de recuperacin. Similar funcin cumplenotras expresiones culturales y artsticas. La lec-tura puede servir a la misma finalidad a travsde las identificaciones, pensamientos, evoca-ciones o estados de nimo que suscita en ellector.

    En las diferentes pocas histricas y gneros li-terarios las alusiones al duelo muestran puntosy ncleos repetitivos, al tiempo que matices oaspectos diferenciales, complementarios o evo-lutivos. El teatro, la prosa o la poesa abordansimilares fenmenos, aunque la forma de ex-presin de estos vare. En rasgos generales, enlos textos dramticos abundan las manifesta-ciones expresivas; en la novela, cuento o prosalas descripciones de fenmenos, hechos o sen-timientos y elaboraciones tericas. La lrica, aveces, es ms adecuada para evidenciar la reso-nancia y profundizacin emocional. No obs-tante sto es slo relativo, pues la pregnancia eintensidad del tema desborda la forma literariaa travs de la que se manifiesta.

    En el presente trabajo se ha efectuado una re-visin de textos literarios sin un criterio estric-to, intentando hacer un recorrido amplio y va-riado, que no pretende ser exhaustivo. Se basaen obras y autores conocidos que pueden con-siderarse parte del acervo cultural en nuestrombito, primando los que llamamos clsicos dela literatura; algunas obras menos conocidas sehan escogido por lo preciso y depurado de suejemplificacin.

    Ritos, lamentos y expresin desentimientos inmediatos a la muerte

    La ritualizacin del duelo y el cortejo que loacompaa, expresin inmediata de los lamen-tos, el llanto y diversas emociones aparecen yadesde las primeras manifestaciones literarias.

    Los ritos funerarios se describen en diversasobras, empezando por El libro de los muertosen Egipto. En la Biblia2, en el Eclesistico, serecoge en El duelo:Hijo, por un muertoderrama lgrimas, y como quien sufre cruel-mente, entona un lamento, entierra su cadversegn el ritual, y no seas descuidado en su se-pultura. Llora amargamente y date fuertes gol-pes de pecho, hazle el duelo segn su dignidad,un da o dos, para evitar murmuraciones.

    En la Iliada3 de Homero, encontramos numero-sas descripciones de ritos funerarios, un ejem-plo de ellos es el funeral de Patroclo:los mir-mitones dan vueltas montados en sus caballosen torno al cuerpo de Patroclo, luego Aquilesinicia las lamentaciones, impone sus manos so-bre el pecho del muerto y le da cuenta de lavenganza que piensa cobrarse en el cuerpo deHctor. Seguidamente tiene lugar el banquetefuneral. Ms tarde, dormido Aquiles se le apare-ce el alma de Patroclo que le ruega d a sucuerpo sepultura.Al da siguiente se le preparala pira, Aquiles ofrenda su cabellera al difuntoPatroclo, e invoca a los vientos, por mediacinde Iris, acudan a avivar el fuego de la hogueramortuoria. Luego se apaga la pira, se recogenlos huesos del hroe, que se guardan en una ur-na de oro y se construye su tumba. Posterior-mente se inician los juegos funerarios. En laEneida4 de Virgilio, a los funerales de Palas se sa-crifican a los prisioneros en la pila funeral. Lanota de salvajismo que suponen estos ritos pre-sentes tanto en Homero como en Virgilio nosrecuerda una cita de Freud5 la idea de la muer-te propia es inaccesible al inconsciente, que semuestra sanguinario respecto a la de los extra-os y ambivalente en relacin con las personasqueridas.Tambin encontramos, en la tragediaclsica, la de no poder realizar el rito funeralcomo vemos en Las suplicantes de Eurpides6 yen Antgona7 de Sfocles.

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  • Otra expresin son los banquetes funerarioscomo los que encontramos en la Iliada3 deHomero, que tambin se observa en la literatu-ra rusa por ejemplo en Los Hermanos Kara-mazov8 y en Crimen y Castigo9 de F. Dos-toievsky.

    Las descripciones del duelo aparecen en toda lahistoria de la literatura, son muy frecuentes apartir de la novela realista del siglo XIX y en elromanticismo. En Que solos se quedan losmuertos10, de G.A. Bcquer, se aprecia tambinel rito funeral:Cerraron sus ojos/que aun te-na abiertos/taparon su cara/con un blancolienzo/y unos sollozando/otros en silencio/dela triste alcoba/todos se salieron./De la casa enhombros/llevronla al templo/y en una capi-lla/dejaron el fretro./All rodearon/sus plidosrestos/de amarillas velas/ y de paos negros./De la alta campana/la lengua de hierro/le divolteando/su adis lastimero./El luto en las ro-pas/amigos y deudos/cruzaron en fila/forman-do el cortejo./Del ltimo asilo/oscuro y estre-cho/abri la piqueta/el nicho a un extremo./All la acostaron/tapironla luego/y con un sa-ludo/despidiose el duelo . En Doloras y Can-tares11 de Campoamor, en La opinin vemos lasdiversas reacciones y actitudes de los acompa-antes frente al muerto:Pobre Carolina ma!/Nunca la podr olvidar!/Ved lo que el mundodeca/viendo el fretro pasar./Un clrigo: Em-piece el canto!/El doctor: Ces el sufrir!/Elpadre: Me ahoga el llanto!/La madre: Quieromorir!/Un muchacho: Que adornada!/Un jo-ven: Era muy bella!/Una moza: Desgracia-da!/Una vieja: Feliz ella!/-duerme en paz!-di-cen los buenos/Un filsofo: Uno menos!/Unpoeta: Un ngel ms!/.

    En la Casa de Bernarda Alba12, de Garca Lorca,se refiere el cortejo, los rituales y la imposicindel luto. Introduce el matiz de la ambivalenciay mala aceptacin del acompaamiento delcortejo del duelo y la excesiva rigidez en lasnormas que la madre impone sdicamente a lashijas casaderas, en relacin con una posible en-vidia por parte de la misma; todo esto desem-bocar al final de la obra en un trgico desen-lace. Es tambin un ejemplo de patologa fami-liar del duelo.

    En El Funeral13, de J. A. Valente, se habla delcortejo: Vi al bueno, al falaz, al justo, al tur-bio/al simplemente entristecido/por la oca-sin, la cera, el Dies irae/al facundo, al opaco, altrasparente/al sordo, al que llegaba/desde mipropia infancia a ofrecerme una imagen/de loque fui cuando el que haba muerto/en susmanos entera contena mi vida./.../No impor-ta,yeme.T/donde quiera que ests, ests msvivo./..../Mas tambin vi entre todos/al que lohaba amado/(slo entonces se alz, segura yma/en su dolor tu imagen)./La asamblea/de-vota o indiferente o enternecida/circunspectay simblica/se deshizo en saludos/. Aqu ve-mos como el cortejo del duelo ayuda a haceruna recapitulacin de la relacin con el objetoperdido. Cmo el duelo y la presencia de unosayuda a la elaboracin del duelo a otros.

    Entre las impresiones ms inmediatas a lamuerte encontramos los lamentos y lloros co-mo leemos en la Biblia14, en El Segundo librode Samuel, cuando comunican a David lamuerte de Sal: Tomando David sus vestidoslos desgarr, y lo mismo hicieron los hombresque estaban con l. Se lamentaron y lloraron yayunaron hasta la noche. En la Iliada3, al co-municarle a Aquiles la muerte de su amigo Pa-troclo: Del pecho de Aquiles se elev un ge-mido que subi hasta los mismos cielos. La de-

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    Sombras nocturnasEdward Hopper, 1921

    Aguafuerte

  • sesperacin del hroe no reconoci lmites alor esas palabras del mensajero. Se mes los ca-bellos, cubri su cabeza de obscura ceniza, setendi en el polvo; su madre Tetis lo consol.Andrmaca llora la muerte de Hctor dicien-do:Ay marido! Qu joven la vida abandonas-te y a m viuda me dejas en palacio, y al nio asde tierno todava. En Agamenn15 de Esquilo:Ay, ay oh rey oh rey!/Cmo voy a llorar-te?/Qu podra decirte/que salga del amor demis entraas? En la Eneida4 de Virgilio a lamuerte de Palas:Al traspasar Eneas los umbra-les/los pechos golpendose levanta/unnimegemido hasta los cielos/y por la regia estanciael llanto cunde/..... En el Cantar de los Nibe-lungos16 dicen de Krimilda esposa de Sigfrido ala muerte de ste :Se desplom entonces so-bre el suelo, incapaz de decir palabra.All se po-da ver yacente a la desventurada. El dolor deKrimilda no tena medida.Al volver de su des-mayo, fueron tales sus gritos que la cmaratembl, ilustra las expresiones primitivas deldolor que van de la paralizacin a la tempestadde movimientos llegando hasta el histrionismo.La ternura se manifiesta en El Cantar de Rol-dn17 a la muerte de su amigo Oliveros: Estviendo Roldn que su amigo est muerto, ycmo yace en tierra la cara contra el suelo, ycon mucha dulzura comienza a lamentarlo: miseor, compaero en mala hora luchaste! jun-tos hemos estado muchos aos y das. Jams mehiciste mal y nunca te lo hice. En La VidaNueva18 de Dante:Ay de m! Por la fuerza demuchos suspiros/que nacen de los pensamien-tos que estn en el corazn/los ojos son venci-dos y no tienen valor/de mirar a nadie que losmire/Se han vuelto tales que parecen dos deseos/de llorar y mostrar dolor/y muchas ve-ces lloran tanto que Amor/los rodea con coro-na de martirio. En El Cancionero19 de Petrar-ca:Mi benigna fortuna el vivir ledo/los clarosdas las tranquilas noches/de repente en dolorvueltos y llanto/me hacen odiar la vida y que-rer muerte. En la Elega Primera20 de Garcila-so dedicada al duque de Alba con ocasin de lamuerte de su hermano: con que de su dolormi fantasa/se descargase un poco, y se acaba-se/de mi continuo llanto la porfa/..../Que se-gn he sabido ni a las horas/que el sol se mues-tra ni en el mar se esconde/de tu lloroso estado

    no mejoras/. En Romeo y Julieta21 de W. Sha-kespeare: Hija, hija! Mi alma y no mi hija!/Muerta, muerta mi hija idolatrada/y con ellami dicha sepultada!. En Mujeres enamoradas22

    de Lawrence,Birkin llora a su amigo Gerald; enesta novela se trata de la persistencia del amortras la muerte. En Mortal y rosa23 de F. Umbral:Vivo de llorarte en la noche con lgrimas quequeman la oscuridad. Se habla de la imposibi-lidad para el llanto en el momento inmediatode la muerte en Las Hijas de Hanna24 de M.Fredriksson:su padre acababa de morir se sin-ti invadida por un dolor quieto y silencioso,impotente se di cuenta de que aquella pena ledurara el resto de su vida y no poda llorar.Pueden observarse las distintas reacciones enfuncin de la relacin con el fallecido ya seaamigo, esposo, amante, amor idealizado, hijos,padres.

    Otro de los elementos ms comunes, a lo largode la literatura del duelo, son las reacciones so-mticas inmediatas como los desfallecimientosy desmayos, presentes en El Cantar de los Ni-belungos16 ya citado. En El Cantar de Roldn17:los golpes de Roldn reconoce en tres gra-das/sobre la verde hierba ve yacer al sobrino/nadie debe extraarse si Carlos se estremece/lotoma entre sus brazos, lo reclina en su pecho/ysobre l se desmaya.Tan grande es el dolor/.En Laberinto de Fortuna25, de J. de Mena, lamadre de Lorenzo de Avalos se desmaya al ver-lo muerto. En El To Goriot26 de Balzac: Mipadre ha muerto! Grit la condesa.A aquel gri-to terrible subieron y encontraron a la condesadesvanecida. En Salamb27 de Flaubert a lamuerte de Matho Salamb casi desvanecida esllevada a su trono. En Don Carlos28 de Schi-ller, aqul al ver a su amigo muerto se desmaya su lado.

    En la evolucin de las literaturas romances en elSiglo XIV se ve el paso de la rabia a la reconci-liacin y el consuelo. En Laberinto de Fortuna25

    de J. de Mena, en Las endechas que hace la ma-dre a la muerte de Lorenzo de Avalos:Bien semostraba su madre en el duelo/que fizo la tristedespus ya que vido/el cuerpo en las andas san-griento tendido/de aquel que criara con tantorecelo/ofende con dichos crueles al cielo/con

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  • nuevos dolores su flaca salud/e tantas angustiasroban su virtud/que cay por fuerza la triste porsuelo/Se rasga con uas crueles su cara/e fieresus pechos con mesura poca/besando a su fijo lasu fra boca/maldice las manos de quien lo ma-tara/maldice la guerra do se comenzara/buscacon ira crueles querellas/niega a si misma repo-so de aquellas/e tal como muerta biviendo separa/Dezia llorando con lengua rabiosa/o ma-tador de mi fijo cruel/mataras a mi y dexaras al/. En Las Coplas a la muerte de su padre29 deJorge Manrique se aprecia la aceptacin de lamuerte: As, con tal entender,/todos sentidoshumanos/conservados, /cercado de su mujer/yde sus hijos e hermanos/e criados,/dio el alma aquien gela dio/(el cual la ponga en el cielo/ensu gloria)/que aunque la vida perdi/dexnosharto consuelo/su memoria./.

    Tambin vemos descrito el horror y estremeci-miento ante el cadver. En El Libro del buenamor30 del Arcipreste de Hita a la muerte deTrotaconventos dice Eres en tal manera delmundo aborrida/que por bien que lo amen alomne en la vida/en punto que tu vienes, contan mala venida/todos fuyen de el como de respodrida/. En La Montaa Mgica31 de T.Mann se lee .... al da siguiente la expresin deJoachin haba comenzado a sonrer entre subarba de guerrero y Hans Castor no se disimu-laba que esa sonrisa tena una tendencia a de-generar, inspiraba al menos una prisa repenti-na. En El Cuerpo Deshabitado32 de R.Alber-ti:Que cuatro sombras malas/te sacaron enhombros/muerta. /Y entraste t de pie/be-lla/entraste t y ahora/por los cielos peo-res/tendida/fea/sola/. Otras vivencias frenteal acercamiento al cadver encontramos en LasHoras33 de Cunnighan:.... Permanece arrodi-llada a su lado, sin saber qu hacer.Vuelve a to-carle el hombro con la mano, no lo acaricia selimita a reposar en l la mano. Se siente (comoasombrada de s misma) ligeramente avergon-zada por lo que ha ocurrido. Se pregunta porqu no llora. Es consciente del sonido de supropia respiracin.

    Otros muchos sentimientos inmediatos ante ladesaparicin del cadver, el vaco, la soledad porla separacin aparecen en La lluvia amarilla34 de

    Llamazares , la peculiaridad en este caso es quese trata del suicidio de la esposa;el largo y si-lencioso velatorio de la noche y el posteriorentierro de Sabina, bajo la dura luz helada deaquel amanecer, y la terrible soledad que seabati sobre la casa cuando los hombres volvie-ron a partir hacia las suyas, me sumieron en unatotal indiferencia de la que tard muchos dasen salir. En La plaza del diamante35 de M. Ro-doreda no est el cuerpo de Quimet, el esposo,y es evocado por medio de una paloma.

    Clnica y fenomenologa del curso del duelo

    Una de las primeras reacciones puede ser laNegacin como ocurre en el Cantar de los Ni-belungos16 cuando le comunican a Sigmundola muerte de Sigfrido Dijo ahora el seor Sig-mundo: Dejaos de burlas y, en atencin a m,no divulguis tan graves noticias. Libraos dedecir a nadie que han matado a Sigfrido puesen toda mi vida podra yo resignarme a su pr-dida.Tambin la encontramos en el Roman-cero viejo en la muerte ocultada36. En la plazadel diamante35, de M. Rodoreda, cuando le co-munican a su esposa la muerte de Quimet....y no quera pensar en que el Quimet esta-ba muerto. Quera pensar que era como siem-pre, que estaba en la guerra y que cuando seacabase la guerra volvera con su dolor en lapierna. Cuando la muerte ocurre en la ausen-cia, sta aumenta las fantasas de regreso, de re-cuperacin.

    La Anestesia Emocional tambin la encontramosmuy bien descrita en La plaza del diamante35

    Cuando alguna vez haba odo decir: esta per-sona es como de corcho, no saba lo que querandecir y por fin entend lo que queran decir,por-que yo era de corcho. No porque fuese de cor-cho sino porque me hice de corcho y el coraznde nieve.Tuve que hacerme de corcho para po-der seguir adelante.

    Reacciones somticas y alimentarias como ocurreen La dama de las camelias37 de A. DumasDesde su casa le escribo todos estos detallesen medio de mis lgrimas y delante de unalmpara que arde tristemente, junto a una co-

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  • mida de la que no pruebo bocado, como pue-de usted imaginarse, pero que Nadine me hahecho traer porque no he comido nada desdehace veinticuatro horas. La sensacin de en-fermedad se ve en el Cancionero19 de PetrarcaComo aquel que los nervios y la mente/sien-te enfermos a causa de una fiebre/as me sentyo desconociendo/que era el fin de mis bienesincompleto.

    La astenia est maravillosamente descrita en LaCansera38 de V. Medina Anda t, si quie-res.../que a mi no me quea/ni un soplo da-liento/ni una onza de juerza/ni ganas de ver-me, /ni de que me mienten siqui la cose-cha..../..../No te canses, que no me remuevo;/anda t, si quieres, y jame que duerma/a versi es pa siempre!... Se no me espertara!.../Tengo una cansera!/.

    El insomnio en El Cancionero19 de Petrarca Yatuve al desear tan dulce llanto/que endulzabacualquier amargo estilo/e insomne me hizoestar todas las noches/.... En Elega primera20

    de Garcilaso se relata Y del dolor el sueodesterrado/con ansias vas buscando, el que par-tido/era ya con el sueo y alongado

    Culpa encontramos en Edipo Rey39 de Sfo-cles, la culpa lleva a la autoagresin, al enterar-se de que mat a su padre y despos a su ma-dre y tras el suicidio de sta Una vez que estu-vo tendida la infortunada, fue terrible de ver loque sigui, arranc los dorados broches de suvestido y alzndolos se golpe con ellos lascuencas de los ojos, al tiempo que deca que nole veran a l, ni los males que haba padecido,ni los horrores que haba cometido sino queestara en la oscuridad. En la Eneida4, Eneas sesiente culpable de no haber cumplido su pro-mesa a Evandro padre de Palas de velar por suhijo en la batalla Ay que no era sto, lo que deti a Evandro prometiera. Tambin aparece laculpa en Las Suplicantes6 de Eurpides. Losejemplos son innumerables, la observamos enlos duelos por prdidas en un sentido ms am-plio, como en el romance por La prdida deAlhama40, en el que la culpa se ve reforzada porla que atribuyen los otros al rey moro:....poreso mereces, rey/una pena muy doblada/que

    te pierdas t y el reino/y aqu se pierda Grana-da/-Ay de m Alhama!-.

    La Pena o Tristeza en La Vida Nueva18 de DanteGran angustia me dan los suspiros/cuando elpensamiento a la mente oprimida/me trae a laque me ha partido el corazn/y muchas vecespensando en la muerte/me entra de ella un de-seo tan suave/que me trasforma el color del ros-tro/y cuando su imagen me acomete con msintensidad/tanta angustia me entra por do-quier/que vuelvo en mi por el dolor que sien-to/. Enfado, queja, dolor inconsolable e inca-pacidad de salir de l se refleja en la gloga deSalicio y Nemoroso41 de Garcilaso:Ay muer-te arrebatada!/por ti me estoy quejando/al cie-lo y enojando/con importuno llanto al mundotodo/Tan desigual dolor no sufro modo/Nome podrn quitar el dolorido/sentir, si ya deltodo/primero no me quitan el sentido/. Laimposibilidad de evitar al hombre el dolor dela prdida, la resalta Azorn retomando de nue-vo este verso42:Eternidad, insondable eterni-dad del dolor!. Progresar maravillosamente laespecie humana; se realizarn las ms fecundastransformaciones. Junto a un balcn, en unaciudad, en una casa, siempre habr un hombrecon la cabeza, meditadora y triste, reclinada enla mano. No le podrn quitar el dolorido sen-tir. En Bodas de Sangre43 de F. G. Lorca se vela mezcla de dolor y de rabia ante el homicidiode sus hijos y el deseo de venganza reprimido,cuando la madre exclama: .... me duele hastala punta de las venas. En la frente de todos ellosyo no veo ms que la mano con que mataron alo que era mo. Tu me ves a m? No te parez-co loca?. Pues estoy loca de no haber gritadotodo lo que mi pecho necesita.

    Prdida de inters por el mundo exterior lo encon-tramos en la ya citada, La Cansera38 de V. Medi-na, donde el entorno exterior se vive impreg-nado de tristeza y desolacin, existiendo algu-nos elementos o lugares del entorno que laconcentran al asociarse a la prdida:Pa ququis que vaya? Pa ver cuatro espigas/arrolls ypegs a la tierra;/pa ver los sarmientos ruines ymustios/y esnas las cepas/sin un grano du-va/ni tampoco siqui sombra de ella...;/pa verel barranco/pa ver la laera/sin una matuja...Pa

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  • ver que s envisten/de pels las peas!.../..../No de dir, por mi gusto, si en cruz me lo rue-gas,/por esa sendica por ande se jueron,/pa novolver nunca, tantas cosas genas...Esperanzas,quereres, suores...,/to se jue por ella!/Por esasendica se march aquel hijo/que muri en laguerra/Por esa sendica s ju la alegra.../poresa sendica vinieron las penas!/. En Roman-cero y cancionero de ausencia44 de M. Hernn-dez Desde que t eres ido son fras las maa-nas/arrancados al fuego de tus ojos solares/pre-cipitaste octubre contra nuestras ventanas/distepaso al otoo y al fondo de los mares/. EnMortal y rosa23 de F. Umbral Tu muerte hijomio,no ha ensombrecido el mundo.Ha sido unapagarse de luz en la luz.Y nosotros aqu, ensor-decidos de tragedia, heridos de blancura mor-talmente vivos dicindote ....Tu pelo doraba lacalidad del da. Lo que queda despus de ti, hi-jo, es un universo fluctuante, sin consisten-cia,...una vaguedad nauseabunda de veranos einviernos....Para quin se ha urdido esta in-mensa mentira de meses soleados y camposverdes? El sol es srdido y el da resplandece depuro intil, alumbra de puro vaco. Lamartineafirma: slo un ser os falta y el mundo estdespoblado.

    Deseos de morir encontramos en La vida nueva18

    de Dante ya citada en el Cancionero19 de Pe-trarca: Jams me complaci esta mortal vi-da/(lo sabe Amor con quien frecuente ha-blo)/a no ser por quien fue su luz y ma/queen el cielo naci muriendo en tierra/el almaen que viva, y que seguirla/(permitido mefuera) es mi deseo/. Pueden aparecer anteprdidas diversas en el Romance de La derro-ta de D. Rodrigo45: Desdichada fue la ho-ra/desdichado fue aquel da/en que nac y he-red/la tan grande seora/pues lo haba deperder/todo junto y en un da/! Oh muertepor qu no vienes/y llevas esta alma ma/deaqueste cuerpo mezquino/pues se te agrade-cera?/.

    El perder a alguien para el cual uno es el objeto de suamor o de su deseo. Prdida del muerto comoprdida de las propias esperanzas, encontramosen cantos a Silvia46 de Leopardi ... Oh Silviama!/..../Cundo me acuerdo de esperanza

    tanta/un afecto me oprime/acerbo y desola-do/y me vuelve a doler mi desventura/..../Tambin moran pronto/mis dulces esperan-zas: a mis aos/tambin negaba el hado/la ju-ventud Ay, cmo/cmo pasaste tu/amadaamiga de mi edad primera/mi llorada esperan-za/....

    El empobrecimiento del yo se observa en la ElegaPrimera20 de Garcilaso ...el caro hermano bus-cas, que solo era/la mitad de tu alma, el cualmuriendo/no quedara ya tu alma entera/. Enel Cancionero19 de Petrarca:Ahora s bien misdaos y en mi vuelvo/que yo crea (oh vanasconvicciones)/perder parte, no todo, al separar-me/Cmo se lleva el viento la esperanza!/. EnEl adis47 de Valente:Explic sus proyectos/pa-ra hoy/sus sueos para ayer/y sus deseos/paranunca jams.

    A continuacin se incidir en la fenomenologadel desprendimiento y relacin con los objetos delmuerto. El progresivo desprendimiento de losobjetos del muerto, es parte de la elaboracindel duelo. Segn J.W.Worden48, despus de lamuerte del deudo puede, investirse un objetoinanimado con un simbolismo que estableceun vnculo entre la persona en duelo y el fa-llecido, estos objetos de vinculacin actancomo un objeto transicional (y a menudo en-torpecen la elaboracin del duelo). Los obje-tos de vinculacin son diferentes de los obje-tos que se guardan como recuerdos. La mayo-ra de las personas en duelo son conscientes deque han otorgado un simbolismo al objeto ytambin de algunos aspectos del mismo sincomprender quizs todo lo que simboliza;Vol-kan49 cree que este tipo de objetos de vincula-cin se usan para controlar la ansiedad de se-paracin y proporcionar una muestra detriunfo sobre la prdida. Hallamos en Loshermanos Karamazov8 de F. Dostoievsky la reaccin del padre ante una prenda de su hijomuerto en el siguiente texto .... vi ante lacamita de Iliusha, en un rincn, las botas altasde su hijo una al lado de la otra, tal como aca-baba de colocarlas la duea de la casa, aquellasbotas viejas, desteidas, rugosas, llenas de re-miendos. Al verlas el capitn alz los brazos yse lanz hacia ellas, cay de rodillas, cogi una

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  • bota, se la acerc a los labios y se puso a besar-la vidamente gritando Pequeo mo, Ilus-hechka, mi querido pequeo! dnde estnahora tus piececitos?.

    En El embargo50 de Gabriel y Galn: Pero avel, seol juez; cuidadito/si alguno de esos/esosao de tocali a esa cama/donde ella sa muer-to/la camita donde yo la he querido/cuandodambos estbamos guenos/la camita donde yola he cuidao/la camita donde estuvo su cuer-po/.../Llevaiselo to/to, menos eso/que esasmantas tienin/suol de su cuerpo/y me guelin,me guelin a ella/ca ves que las guelo/. Enambos casos los objetos se sienten en una con-tinuidad casi corporal con el inmediatamentefallecido.

    En Mrs Caldwell habla con su hijo51 de C. J.Cela en el captulo Las zapatillas , la madre,que habla con el hijo como si estuviese vivo,reconoce su muerte ante el encuentro sbitocon un objeto de ste: El otro da, Eliacim,revolviendo en el fondo de un bal me en-contr tus zapatillas de invierno, tus zapatillasazules forradas de piel.Aunque el hallazgo, hi-jo mo, no me agrad nada o casi nada, procu-r sobreponerme y se las regal a un pobreque suele venir por casa, de vez en cuando apedir limosna. (Me siento invadida de un rarososiego, que no s de qu podr ser precursor).Lo nico que yo te digo es ya nada me impor-ta Eliacim, ya nada me importa absolutamentenada. Lo nico que quiero es apartar de m laszapatillas de los muertos, hijo mo, los muertosno necesitan para nada sus zapatillas, yo quieroapartar de m las zapatillas de los muertos,Eliacim, aunque ese muerto seas tu, que estasmuerto y ms que muerto, yo lo s, que estasmuerto con todos tus compaeros del Fu-rious, muerto en el verde y rojo fondo de lamar, hijo mo, y te dejaste las zapatillas olvida-das en casa de tu madre, en el fondo de un bal, qu sarcasmo!, sin pararte a pensar msque en ti, ms que en tus zapatillas azules. Elprogresivo desprendimiento de los objetos delmuerto es parte de la elaboracin del duelo, elpoder ir desinvistiendo unos objetos relacio-nados con el muerto y reinvistiendo otros aje-nos a l.

    En Teatro de la mueca52 de C. Queiros:...a lania le gustaba locamente la mueca/a la mu-eca, no se sabe si le gustaba la nia/pero la ni-a se muri/la mueca sigui all/... /y la mu-eca no cabe en ningn cajn/.../la mueca esmayor que la presencia de todas las cosas/lamueca est en todas partes/Hay que esconderla mueca/Hay que hacer desaparecer parasiempre a la mueca/Hay que matar, hay queenterrar a la mueca/.... El objeto del muertolo llena todo y hay que deshacerse de ese obje-to. Es una presencia ausente. Hay una falta derelacin entre el objeto perdido (nio) y el ob-jeto inanimado.Al morir el nio queda el ob-jeto pero sin la relacin con el nio, dicho ob-jeto se agiganta hasta adquirir un carcter si-niestro (en el sentido freudiano de lo muertovivo). Este fenmeno que se puede observaren otro tipo de duelos se ve ms en el duelopor los nios debido al investimiento que losobjetos tienen en ellos.

    En La lluvia amarilla34 de Llamazares, el maridohabla de la soga con la que se suicid la esposaFu el nico recuerdo que conserv de ella.Todava la llevo, atada a la cintura desde enton-ces.Y espero que ese da, cuando vengan a bus-carme, me acompae tambin con el resto dela ropa al cementerio. Lo dems los retratos,las cartas, las fotografas est todo all espern-dome desde hace mucho tiempo.

    En La calle de las camelias53 de M. Rodoreda,en un aborto voluntario en el que la mujer noha podido ver el feto, intenta elaborar el duelode lo que no lleg a ser, a travs de un objetoaleatorio en el que hay un intento de repara-cin o de imaginar un lugar para el feto perdi-do: Me fu por all y no vi ninguna piedragrande junto a otra piedra pequea, pero coguna piedrecilla cualquiera y me la met en elbolso.

    La herencia tiene el carcter paradjico de ser laganancia tras la prdida y de transmitir algoperdurable del difunto que puede relacionarsecon el afecto. Suscita una mezcla de sentimien-tos, intereses y actitudes o conflictos que refle-jan los textos literarios, Cervantes resalta brevey magistralmente su aspecto paradjico, al final

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  • de su obra cumbre, tras el testamento, ante lamuerte inminente de don Quijote, a pesar dela tristeza del momento54: Andaba la casa al-borotada; pero con todo coma la sobrina,brindaba el ama y se regocijaba Sancho Panza;que sto del heredar algo borra o templa en elheredero la memoria de la pena que es raznque deje el muerto.

    Tipos de vnculos

    Una aportacin crucial desde el punto de vis-ta clnico es El Libro Segundo de Samuel de laBiblia14, referido a la Historia de David, en laque aparecen diversos duelos y los diversos ti-pos de vnculos y a los que reacciona de mane-ra diferente en su expresin, ritual, verbal yemocional, en relacin con el carcter del vn-culo con la persona perdida.

    Se puede pensar que David tena un vnculoambivalente con Sal y sexualizado con unamnima ambivalencia con Jonatn, hijo de Saly amigo suyo.Al recibir la noticia de su muer-te, hace un intento de reparacin (estaba enguerra con ellos): David se rasg las vestidu-ras, y todos los que estaban con l hicieron lomismo. Se lamentaron, lloraron y ayunaronhasta la tarde por Sal. En la Elega de Davidpor Sal y Jonatn dice: Sal y Jonatn/tanqueridos y amados/no fueron separados/ni enla vida ni en la muerte/Ms veloces que gui-las, /ms fuertes que leones/hijas de Israel, llo-rad sobre Sal/que os vesta de escarlata/y defino lino/y adornaba con oro vuestros vesti-dos/ Jonatn!, en tu muerte/he quedado sinconsuelo/estoy angustiado por ti/hermanomo, Jonatn/amigo queridismo; /tu amor erapara m ms dulce/que el amor de mujeres/.

    La dificultad de resolver, o la persistencia delduelo, cuando existen elementos homosexua-les inconscientes o preconscientes, se puedeentrever en el ejemplo de David tras la muertede Jonatn; tiempo despus logr encontrar alhijo de ste llamado Mica que era cojo, le col-m de bienes y le puso a comer en su mesa du-rante largo tiempo. Otro caso es el vnculo pa-terno filial a la muerte de un nio pequeo alque tiene gran afecto pero es fruto del adulte-

    rio, por el que se senta culpable:...y enfermgravemente David suplic a Dios por el nio;hizo David un ayuno riguroso, entraba en casay pasaba la noche acostado en el suelo. Des-pus de esta reaccin previa tan intensa, tras lamuerte del nio los ancianos observan extra-ados que se ha tranquilizado contrariamente alo que esperaban, David se levanta, se lava, secambia los vestidos, se postra ante Yahv yvuelve a comer. l les explica:...cuando toda-va viva el nio ayun y llor, pues me deca:Quin sabe si Yahv tendr compasin de my el nio vivir?. Pero ahora que ha muertopor qu he de ayunar? Podr hacer que vuel-va?.Yo ir hacia l, pero l no volver hacia m.David consol a Betsab. El ejemplo algodesconcertante muestra cmo se puede acep-tar, elaborar la muerte superando la culpa, y sinembargo no negar el dolor. En todos los duelosde David se puede observar que tiende a unabuena elaboracin, a pesar de los mltiples as-pectos problemticos del vnculo, que pode-mos interpretar est en relacin con la prima-ca del amor sobre el odio y lo destructivo, conuna gran fortaleza yoica.

    Esto se ilustra mejor todava en los siguientescasos, ante la muerte de sus hijos Amnn y Ab-saln, que entraan una compleja mezcla desentimientos de amor odio.A la muerte del hi-jo primognito de David, Amnn a manos desu hermano Absaln (Amnn haba violadoincestuosamente a Tamar hermana de Absa-ln):..., entraron los hijos del rey y lloraron avoz en grito.Tambin el rey y todos los servi-dores se echaron a llorar con gran llanto.Absa-ln huy ... ; y el rey lloraba todos los das porsu hijo. Absaln, por su parte, haba huido ...tres aos. La clera del rey David contra Absa-ln se calm finalmente porque se haba con-solado ya de la muerte de Amnn.Tras lamuerte de su hijo Absaln tambin amado yquiz muy admirado aunque le quit el reino asu padre, yaci con sus concubinas e intentasesinarlo: ...el rey se estremeci. Subi a laestancia que haba encima de la puerta y rom-pi a llorar. Deca mientras caminaba Hijomo Absaln; hijo mo, hijo mo Absaln!Quin debiera haber muerto en tu lugar, Ab-saln, hijo mo, hijo mo.Aqu el dolor es tan

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  • grande que no se nos informa de ninguna ma-nifestacin ritualizada sino de la pura expre-sin de sta, y del lamento continuo que dirigeal hijo a pesar de su psimo comportamiento ,del que parece haber una negacin. Hay unaidealizacin de los seres perdidos en todos es-tos casos.

    Yendo a la literatura moderna encontramos, unbuen ejemplo de vnculo ambivalente en Cincohoras con Mario55 de M.Delibes, la esposa hablacon el marido muerto durante el velatorio:...con la mano en el corazn, Mario crees tuque habra muchas mujeres que hubieranaguantado este calvario?.Te digo mi verdad, pe-ro el que no lo reconozcas es lo que peor llevo,que en veintitrs aos de matrimonio que se di-ce pronto, no hayas tenido ni una sola palabrade gratitud....

    Elaboracin del duelo

    Encontramos una magnifica descripcin deelaboracin del duelo en Tus ojos56 de A. Ma-chado: primero se d un parn del tiempo y unrefugio en el recuerdo: Cundo muri suamada/pens en hacerse viejo/en la mansincerrada/solo, con su memoria y el espejo/don-de ella se miraba un claro da./.../Ya el tiempopara l no correra./. Sigue, ms tarde la difu-minacin del recuerdo y la angustia por su im-precisin: /Mas pasado el primer aniversa-rio,/Cmo eran pregunto pardos o negros/sus ojos? Glaucos?... Grises?/Cmo eran,Santo Dios! Que no recuerdo?/. Por fn laevocacin de lo perdido surge en medio delinevitable devenir de la vida:Sali a la calle unda y pase en silencio/su doble luto, el cora-zn cerrado.../De una ventana en el sombrohueco/vio unos ojos brillar. Baj los suyos/ysigui su camino...Como sos!/. En Camposde Castilla57 aparece la persistencia del recuer-do de la fallecida fundido con la observacindel presente, la internalizacin de aspectos quefavorecen la elaboracin del duelo, en los ver-sos dedicados a su esposa:...No todo/se lo hatragado la tierra./No ves Leonor, los lamosdel ro/con sus ramajes yertos?/Mira el Mon-cayo azul y blanco; dame/tu mano y pasee-mos/Por estos campos de la tierra ma, /borda-

    dos de olivares polvorientos/voy caminandosolo/triste, cansado, pensativo y viejo. /Sent tumano en la ma/tu mano de compaera/tu vozde nia en mi odo/como una campana nue-va/como una campana virgen/de un alba deprimavera/Eran tu voz y tus manos/en sueostan verdaderas!/vive esperanza quin sabe/loque se traga la tierra!/.

    En La muerte de Ivan Ilich58 de Tolstoi la viudadice: ...considero que es afectacin decir quela pena me impide ocuparme de asuntos prc-ticos.Al contrario si algo puede...no digo con-solarme sino distraerme, es lo concerniente al, sirve para resaltar el valor teraputico delos aspectos prcticos de la vida, que podranestar en relacin con el fallecido.

    En Siddhartha59 de H. Hesse encontramos co-mo el padre ayuda al hijo en la elaboracin delduelo de la madre y en la recuperacin de larelacin paterna, antes distante, respeta su do-lor, as cmo la dificultad ante el cambio tras laprdida dando un tiempo para que este cambiopueda ser aceptado. Es un modelo de actitudfavorable: Comprendi Siddhartha que senio triste y mimado no poda de buenas aprimeras sentirse contento y animoso en la mi-seria de aquel ambiente. Por eso no le obligabaa nada, le haca muchas de sus tareas y le reser-vaba siempre los mejores bocados. Esperabaque, a la larga, su amable paciencia acabaraconquistndolo.Tambin encontramos un in-tento reparador y de continuidad de la vida enla vinculacin de un embarazo en duelo en Loraro es vivir60 de C. Martn Gaite : Tu abueloha muerto- dijo entonces. Acaba de llamar elmdico que lo atiende.Vienes de all no?....aquella misma noche me qued embarazada.

    El recuerdo es importante en la elaboracin delduelo, pero supone tener cierta capacidad de ol-vido en una evolucin satisfactoria. Este olvidono sucede o se borra a veces, en La lluvia ama-rilla34 de Llamazares dice:A veces uno cree quetodo lo ha olvidado. Pero basta un sonido, unolor, un tacto repentino e inesperado para que,de repente el aluvin del tiempo caiga sin com-pasin sobre nosotros y la memoria se iluminecon el brillo y la rabia de un relmpago. Aque-

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  • lla noche adems el recuerdo estaba en carneviva. O mejor ni siquiera era recuerdo todava,sino la sucesin interminable de una imagenque segua habitando en mi mirada. En Mujerde muerte61 de El retorno de J.A. Goytisolo seaora lo que no lleg a ser de una relacin:Loque t hubieras sido/ha quedado en el aire/perdido para el tiempo/Las cosas que no hicistelas canciones/que nunca cantars/los das nue-vos/que te correspondan/los deseos/la ruedade las voces abiertas en tu odo/toda tu largasombra proyectada al futuro/.../Ah lo que hu-biera sido!/.

    En el Libro de mi madre62 de A. Cohen apre-ciamos la aoranza de la proteccin de unamadre que ha muerto y la imposibilidad derescatarla.

    En Sneca en La epstola moral a Lucilio63 yDe la consolacin1 a Polibio (hermano falleci-do), hay muchas ideas de intencin teraputicasobre el duelo que estn dentro del pensa-miento estoico, muy racionalizadas. De este l-timo sealaremos algunas como la de que debede haber un dolor necesario pero al que hayque poner lmite: Corran las lgrimas perotenga fn la corriente. Salgan gemidos de loprofundo del pecho, pero tambin tengan lmi-te, gobierna tu nimo..., la del recuerdo posi-tivo y agradable del muerto, incorporando losaspectos buenos de ste: Que su memoria tesea agradable y no dolorosa, porque es cosa na-tural huir siempre de aqullo que va con latristeza... cuenta a todos sus dichos, celebra sushechos acordndote de ellos. Acurdate qufue y lo que se esperaba que habra de ser; lade que el dolor no aprovecha al muerto:Dequ pues sirve que te consuma el dolor que tumismo hermano (si es que en los difuntos haysentidos) desea que se acabe. Indica la impor-tancia de dedicarse a las cosas prcticas porqueen el hueco o en el vaco est el dolor y sealaque stas actan a modo de terapia ocupacio-nal:Cuando te recoges en tu casa es el tiempoen que podrs tener la tristeza...Gozando de laocasin, pondr el dolor acechanzas a tu sole-dad y poco a poco entrar en tu nimo encon-trndolo desocupado. Conviene pues, que nopermitas estar tiempo alguno apartado de los

    estudios,.... Tambin recomienda Sneca laincorporacin de los ideales del muerto y lacontinuidad de su obra como aparece al prin-cipio de este trabajo.

    Caractersticas especficas de algunos duelos

    Hay duelos que presentan unas caractersticasespecficas en funcin de la relacin y de di-versos factores o circunstancias muy importan-te es el duelo por los nios y los hijos.

    En la novela Fiesta al Noroeste64 de A. M. Ma-tute se relata la reaccin y actuacin de un padrea la muerte de su hijo, an nio: Pedro Cruz, conun grito salvaje de pastor, les haca huir a pedra-das- Os, os, os! aullaba. Y una lgrima se le caa, porque l no tena ms nios en casa. Me-tieron al nio en una caja de madera y le clava-ron la tapa... el nio de Pedro Cruz an no ha-ba cumplido los siete aos. Era costumbreechar tierra, una vez dentro de la fosa. Pero elcura nuevo an no estaba acostumbrado y nopudo evitar un paso atrs ante la avalancha denios que con un goce violento empezaron aarrancar terrones del suelo y arrojarlos.Tampo-co Pedro Cruz estaba acostumbrado, porquepasaba su vida en la montaa, y volvi a gritarOs, os, os!. Luego con la cabeza baja, dio unabrusca media vuelta, y echando a correr aban-don el entierro de su hijo.Atraves la verja delcampo y como un loco corra, corra.Vemosaqu, en un hombre primitivo que vive prcti-camente aislado, la desesperacin brutal, la hui-da, la imposibilidad de aceptar o comprender lamuerte de un hijo.Asimismo se describe la re-accin de unos nios que a travs del juego, delgoce e incluso del sadismo, hacen una negacinemocional del fallecimiento del compaero, in-tentando con la propia vitalidad un triunfo ma-naco sobre la muerte.

    Una reflexin sobre la muerte de un hijo pequeoest con multitud de matices, en el poema A lamuerte de Carlos Flix65 de Lope de Vega: Co-mienza con la aceptacin de los designios divi-nos, como un sacrificio, quiz, como una ex-piacin de la culpa. Y vos dichoso nio, queen siete aos/que tuviste de vida, no tuviste/

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  • con vuestro padre inobediencia alguna/.../nodiste sola una hora de disgusto, y agora pareceque le dais, s as se llama/lo que es pena y do-lor de parte nuestra/pues no es la culpa, aun-que es la causa, vuestra/..., se aprecia la mni-ma ambivalencia aunque es inevitable el senti-miento de abandono....Yo para vos los pajari-llos nuevos/diversos en el canto y los colo-res/yo plantaba los frtiles renuevos/..., el hijorenueva para el padre los deseos que la muertetrunc.dichoso yo que os veo/donde est mideseo/y donde no toc pesar, ni puede; /queslo con el bien de tal memoria/toda la pename trocis en gloria!//sin noche, sin maa-na/sin vejez siempre enferma/que hasta el sue-o fastidia/sin que la fiera envidia/de la virtuda los umbrales duerma/..., en estos versos seintenta el consuelo en pensar que la muertepreserva al nio del mal, de los aspectos negati-vos de la vida, as como de una futura separa-cin del padre de su hijo. En las estrofas que si-guen hay una idealizacin y exaltacin de lainfancia, ya perenne en el recuerdo, el nio esincorporado a l intentando superar el aban-dono./que, a pesar de la sangre que procu-ra/cubrir de noche oscura/la luz desta memo-ria/vivis vos en la ma/.... Cuando la genera-cin que se pierde es la filial, puede haber unaincorporacin sin separacin que protege ide-almente de la separacin futura que se hubieradado en otro caso.

    Mallarme66 dedica un poema a su hijo Anatolemuerto a la edad de ocho aos este poema re-sume el drama de la anulacin de la vida que lapareja ha engendrado. Un poema paralelo seencuentra en M. Hernndez en Hijo de la luzy de la sombra44, que refleja la ausencia tras lamuerte de su hijo an lactante: Los muertos,con un fuego congelado que abrasa/laten jun-to a los vivos de una manera terca. /Viene aocupar el hijo los campos y la casa/que t y yoabandonamos quedndonos muy cerca/con elamor acuestas, dormidos y despiertos, /Segui-remos besndonos en el hijo profundo./Besn-donos t y yo se besan nuestros muertos/se be-san los primeros pobladores del mundo. Lamuerte de un hijo produce una gran conmo-cin en la pareja que puede unirla o separarla oaumentar su amor, superando las expectativas

    perdidas, internalizarlas y seguir adelante con lamemoria incorporada del nio muerto. No sepuede dejar de sealar que aqu , como ocurremuchas veces en la literatura, se da un excesode idealizacin y una retrica de los senti-mientos. En la clnica se ve tambin el casocontrario de parejas que se rompen comoefecto del duelo por un hijo.

    En La Celestina67 de F. de Rojas, se describe lareaccin del padre de Melibea tras el suicidiode sta. Se resea la prdida de ilusiones, espe-ranzas, deseos, desvelos y, en general, de todo loque se deposita en el hijo.

    En Bodas de Sangre43 de F. G. Lorca, la madre,despus de la muerte violenta de su segundohijo exclama:He de estar serena. Porque ven-drn las vecinas y no quiero que me vean tanpobre Tan pobre!. Una mujer que no tiene unhijo siquiera que llevarse a los labios, destacael empobrecimiento y la prdida narcisista dela madre.

    En los duelos de los abuelos por los nietos como enel de Hcuba en Las Troyanas68 de Eurpides, ve-mos la idea de la dificultad de asumir la contra-diccin de que muera aqul del que se esperabaque fuera la continuacin de uno mismo, en unfuturo que ella ya no va a ver pues siente cerca-na la propia muerte. Dice Hcuba: Pereciste!Me engaabas, cuando agarrado a mis vestidosme decas as Oh madre yo cortar para ti mu-chos rizos de mis cabellos y llevar muchos ni-os a tu sepultura y te dir palabras que te com-plazcan. No t a m que a pesar de tu edad in-fantil yo anciana desterrada, sin hijos te sepultoOh msero cadver! Ay de mi, aquellos sculosinnumerables y mis desvelos en criarte y mis in-terrumpidos sueos, todo eso fue intil!.

    En Almacn de antigedades69 en l capituloSu tumba de Dickens, tenemos otro duelo deun anciano por su nieta en el que narra la muertede sta, el intento que hacen todos por ocultr-sela y ya conocida el centramiento del abueloen el recuerdo y por fin la identificacin delabuelo con la nia que le lleva a su propiamuerte: La ltima vez que fue al cementerioera un da esplendido de primavera; al llegar la

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  • hora de costumbre y ver que no volva, fuerona buscarle y le hallaron muerto sobre la sepul-tura.

    En el duelo por adolescentes resalta el duelo porla belleza, el ideal, la exaltacin de lo que sepierde por aspectos identificatorios con el quemuere en el esplendor y en la plenitud de la vi-da.Todo sto lo encontramos en Epitafios70 deM.A. Buonarroti:De Cechn Bracci, que aqumuerto yace,/su esplendor era el ser de nuestravida. /Quin no lo vi no pierde y vive enpaz;/la vida pierde quien lo vi y no muere/.Tambin en la Elega del nio marinero71 deR. Alberti: .../Te fuiste, marinerito/en unanoche lunada, /tan alegre, tan bonito, /cantan-do, a la mar salada/.../Ay mi nio marinero,/tan morenito y galn, /tan guapo y tan pintu-rero,/ms puro y bueno que el pan!.

    Los duelos en la adolescencia transforman al jovenen adulto que toma conciencia de su avance enel paso de las generaciones. Este es el argumen-to de muchas obras literarias como Las dunasde Indonesia72 de A.Van Dis:Pero Arn me re-cordaba demasiado los das de la muerte de mipadre y mi propia transformacin de mucha-cho en hombre. Yo tena once aos cuandoperd a mi padre, no lo vi morir, a mi madre lepareca que era demasiado joven para ir al hos-pital.

    Un tipo de duelo particular lo constituye elduelo por los animales, en El Quijote54, Sancho seenfrenta a la prdida de su burro en SierraMorena:Vindose sin l, comenz a hacer elms triste y doloroso llanto del mundo y fuede tal manera que D. Quijote despert a lasvoces y oy que ellas decan: Oh hijo de misentraas, nacido en mi mesma casa, brinco demis hijos, regalo de mi mujer, envidia de misvecinos, alivio de mis cargas, y finalmente sus-tento de la mitad de mi persona porque vein-tisis maravedises que ganaba yo cada da me-diaba yo en mi despensa. El carcter algo des-medido de los lamentos aparece a veces tam-bin en la clnica. En Platero y Yo73 de J. R. Ji-mnez se describe con gran ternura la estampade un burrito, su muerte, la visita a su sepultu-ra: ...Esta tarde he ido con los nios a visitar

    la sepultura de Platero, que est en el huertode Las Pias, al pie del pino redondo y pater-nal Platero amigo! Le dije yo a la tierra: si co-mo pienso ests ahora en un prado del cielo yllevas sobre tu lomo peludo a los ngeles ado-lescentes me habrs quizs olvidado?. Idnti-cos sentimientos de ternura y nostalgia suavehay en el poema Epitafio a una perrita llamadaArmelinda74 de J. A. Porcel: Bajo este jazmnyace Armelinda/perrita toda blanca, toda lin-da/delicias de su ama/que an hoy la llora, ll-rala su cama/la llora el suelto ovillo/como elarrebujado papelillo/con que jugaba;.... En Alfinal75 de V.Wolf describe arrebatadoramente lamuerte del viejo perro Flush: Flush se va ha-ciendo viejo, y relata como vuelve para conso-lar a su duea y morir a su lado. En Conversa-ciones con Troilo76 A. Gala le dedica el libro asu perro. Charles Dudley Warnes77 narra la ve-jez y muerte del gato Calvino. En La casa de-cimotercera78 de A. Zameenzad la dedicatoriaes para su gata Hilary:Para Hilary/Cuando elmundo me cerr la puerta/ella entr por lagatera y me ayud a vivir/Era difcil trabajarcuando ella se sentaba sobre la mquina de es-cribir. /Ahora que ya no est, es an ms dif-cil/Con gratitud, amor y pena. Stern en sutrabajo sobre Elementos psicolgicos del ape-go a los animales domsticos y respuesta a suprdida79 afirma que las actitudes hacia losanimales domsticos estn gobernadas por im-posiciones filosficas y morales sobre la natu-raleza de la vida y la muerte y de los roles quelos humanos adjudicamos al animal, diferentesen cada caso. El aprecio al animal servira paraexpresar las penas o el duelo de prdidas delpasado o reafirmacin de la continuidad de lavida.Al ser testigos de su ciclo vital, nacimien-to y muerte, refuerza no slo el milagro de lavida sino lo inevitable de la muerte. En losanimales se puede proyectar todo, como ya he-mos dicho se pueden proyectar otros duelos.Tambin en los duelos por animales existe es-casa o nula ambivalencia ya que la relacin noes recproca. Se ha observado que personascon excesiva rigidez afectiva frente a la muer-te por vejez de sus amigos cambiaban enorme-mente ante la muerte de su animal de compa-a. En muchos casos el animal era considera-do la personificacin del optimismo o del pa-

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  • rentesco y su muerte era seguida de desespera-cin y aislamiento. En cualquier caso nuncaest claro lo que se ha perdido dependiendode los distintos roles que desempeaba el ani-mal, slo tiempo despus puede valorarse estaprdida. La realidad clnica es que los duelospor los animales aunque llegan a ser intensosson ms pasajeros.

    El artificio literario muestra a travs del dueloque hacen o se atribuye a los animales aspectospsicolgicos diversos. As, algn aspecto delduelo en la viudedad como el no querer hallarconsuelo, no tener otro amor, o a no tener hi-jos con otra persona aparecen ilustradas en ba-se a la observacin de las conductas de la trto-la viuda que remueve y enturbia el agua antesde beberla, en el romance Fontefrida80:Fonte-frida, Fontefrida/Fontefrida y con amor/dotodas las avecicas/van a tomar consolacin/sino es la tortolica/que est viuda y con do-lor/.... Son muchsimos los escritos sobre laviudedad entre ellos los siguientes. En el ro-mance La muerte ocultada36 una viuda que re-cientemente ha tenido un hijo, y que no sabade la muerte de su marido, al enterarse excla-ma: Desgraciado de mi hijo/en mal hora lopara!/que por la desgracia suya/hijo sin padresera. En La plaza del diamante35 de M. Rodo-reda, cuando muere su marido en la guerra laviuda dice:Por la noche si me despertaba mesenta por dentro como una casa cuando vie-nen los hombres de la mudanza y lo sacan todode su sitio. As estaba yo por dentro: con los ar-marios en el recibidor y las sillas patas arriba ylas tazas.... Profunda mudanza muy importan-te en el duelo por las viudas, la mudanza en re-lacin con la muerte, la zozobra que producela mudanza.

    Duelo anticipado y duelo por las etapas de la vida

    El duelo anticipado puede darse por los otros opor uno mismo. En este caso estara en relacincon diversas causas: la certidumbre de la propiamuerte vista de manera cercana (enfermedadincurable, edad avanzada), situaciones que hanllevado al sujeto a concienciarse de ella, por elimpacto emocional que suponen otras muertes

    que presentifican la propia. Un ejemplo deduelo anticipado por uno mismo son las pala-bras que el emperador Adriano escribe ya mo-ribundo a su alma:Animula, vgula, blandu-laa la que se refiere con ternura y nostalgia an-tes de desprenderse de ella; en Memorias deAdriano81 de M.Yourcenar:Mnima alma ma,tierna y flotante, husped y compaera de micuerpo, descenders a esos parajes plidos, rgi-dos y desnudos, donde habrs de renunciar a losjuegos de antao.Todava un instante miremosjuntos las riberas familiares, los objetos que sinduda no volveremos a ver...Tratemos de entraren la muerte con los ojos abiertos. Otro ejem-plo lo constituye la novela de C. J. Cela, Pabe-lln de reposo82, que se desarrolla en un sanato-rio de tuberculosos. Los ltimos captulos delQuijote54, desde la derrota del protagonista enBarcelona hasta la vuelta y muerte en su lugar,constituyen una ilustracin de asuncin de laposicin depresiva y de duelo anticipado en va-rias etapas progresivas: aceptar la derrota, renun-ciar al triunfo manaco, pensar que no volver aver a Dulcinea (a partir del presagio de la liebreque escapa al llegar al pueblo) hasta la acepta-cin explcita del acabamiento de su vida ante-rior y de la inminencia del fin. Por otro ladosiendo la muerte consustancial a la vida, es algosobre lo que las personas pueden reflexionar,aunque siempre con una cierta negacin sobreella, como comenta Sneca1:A cada uno le en-gaa su credulidad y el olvido de la muerte enlas cosas que ama; es conocida la idea de esteautor de acostumbrarse a la muerte como me-dio de vencer el miedo a ella. Otro ejemplo deduelo anticipado lo encontramos en Paula83 deI.Allende: Paula, hija de la autora, que sufra deporfiria, entr en coma; la madre junto a su le-cho, comenz a redactar un cuadernillo en elque relataba su propia historia, la de su familia,la de su pas; describe sus sentimientos ante lasituacin y evolucin de Paula. Lo escribi pa-ra entregrselo tras su recuperacin, que ella es-peraba pero que nunca lleg. En citas anterioresde este trabajo hay ms ejemplos de duelo anti-cipado por los otros, numerossimos en las obrasliterarias.

    La elaboracin del duelo por los dems, supo-ne haberlo hecho previamente por las propias

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  • etapas anteriores de la vida. Esta idea se en-cuentra ya en el luto en Al-Andalus84 de lospoemas arabigoandaluces:Si es blanco el colorde los vestidos de luto en Al-Andalus, cosa jus-ta es. No me veis a mi, que me he vestido delas canas, porque estoy de luto por la juven-tud. Es muy frecuente cantar la marcha de lajuventud o la adolescencia. J. Gil de Biedma, enel poema A la muerte de J. Gil de Biedma85es-cribe:Fue un verano feliz/.../El ltimo vera-no/de nuestra juventud, dijiste a Juan/en Bar-celona al regresar/nostlgicos,/y tenas razn.Luego vino el invierno,/el infierno de me-ses/y agona/y la noche final de pastillas y al-cohol/y vmito en la alfombra./Yo me salvescribiendo/despus de la muerte de Jaime Gilde Biedma.Aade otros matices V.Aleixandreen el poema Adolescencia86:Vinieras y te fue-ras dulcemente,/de otro camino/a otro cami-no.Verte/y ya otra vez no verte. /Pasar por unpuente a otro puente/El pie breve,/la luzvencida alegre./Muchacho que sera yo mi-rando/aguas abajo la corriente, y en el espejo

    tu pasaje/fluir, desvanecerse. En el primerohay una reaccin ante una transicin brusca, enel segundo ante un cambio ms paulatino. EnElogio de la sombra87 de J. L. Borges, se mez-clan el duelo por las etapas o facultades de lavida perdidas (visin) con la elaboracin, anti-cipada o no, de prdidas de personas de su dis-tanciamiento o ausencia. En las etapas avanza-das de la vida, las prdidas, incluso futuras, yahan sido incorporadas y asumidas, pudiendono ser decisiva la presencia o desaparicin dehecho (cuando no afecta al propio equilibrio oel apoyo que el anciano necesita).Vivo entreformas luminosas y vagas/que no son an la ti-niebla/.../Mis amigos no tienen cara/las muje-res son lo que fueron hace ya tantos aos, /lasesquinas pueden ser otras/no hay letras en laspginas de los libros/.../Del Sur, del Este, delOeste, del Norte/convergen los caminos queme han trado/a mi secreto centro. /Esos cami-nos fueron ecos y pasos, /mujeres, hombres,agonas, resurrecciones, /das y noches/entre-sueos y sueos, /cada nfimo instante del

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    Paisaje americanoEdward Hopper, 1920

    Aguafuerte

  • ayer/y de los ayeres del mundo, /..../Ahorapuedo olvidarlos. Llego a mi centro/a mi lge-bra y a mi clave, /a mi espejo. /Pronto sabrquin soy/. Todo lo anterior aboca al duelopor uno mismo, que Borges concibe como finde camino o autoencuentro; la misma idea queexpresa Cervantes al final del Quijote.

    Un efecto del duelo es el intento de transfor-marlo mediante las ideas de perduracin, comodice Freud88; ante el cadver de la persona ama-da nacieron la teora del alma y la creencia enla inmortalidad. Estas ideas alientan en las creencias religiosas y a lo largo de la literatura,unidas o no a lo religioso.Valga pensar en laobra de Unamuno y en numerosos poemas deNeruda en que concibe la perduracin en elcosmos o en la colectividad humana39: Voy avivir:Yo no voy a morirme. Salgo ahora/eneste da llenos de volcanes./Aqu dejo arregla-das las cosas/.../Aqu me quedo con palabras ypueblos y caminos/que me esperan de nue-vo.../.

    Correspondencia:

    Pilar Pazos Pezzi. C.Velayos n 6,1-A28035. Madrid.Telfono: 913736935.Soledad Garca Eslava. C. Jardinillos, 5, 123003. Jan.Telfono.: 953265463

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