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 RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas ISSN: 1577-239X [email protected] Universidade de Santiago de Compostela España Alcañiz Moscardó, Mercedes Genealogía del cambio social RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 3, núm. 2, 2004, pp. 7-20 Universidade de Santiago de Compostela Santiago de Compostela, España Disponible en: htt p://www.redalyc.org/articulo.oa?id=380302 01  Cómo citar el artículo  Número completo  Más información del artículo  Página de la revista en redal yc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y

Sociológicas

ISSN: 1577-239X

[email protected]

Universidade de Santiago de Compostela

España

Alcañiz Moscardó, Mercedes

Genealogía del cambio social

RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 3, núm. 2, 2004, pp. 7-20

Universidade de Santiago de Compostela

Santiago de Compostela, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38030201

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7 G ENEALO GÍA DEL CAMBIO  SOCIAL

RIPS, ISSN 1577-239X. Vol. 3, núm. 2, 2004, 7-20

GENEALOGÍA DEL CAM BIO SOCIAL

Mercedes Alcañiz Moscardó

Universitat Jaum e I de CastellóDepart amen t de Filosofia, Sociolo gia,Com un icació Aud iovisual i Pub licitat 

E n este art ículo se pret end e reali zar un repaso hi st órico a las prin cipales teo rías elabo radas sob re el camb io social desde la perspectiva de la gen ealogía de M . Fou cault pero tam bién d esde la refl exibid ad q ue la sociolo gía no s perm ite. De lo qu e se tr ata 

es pues, de anal izar cómo ha sido interp retado el concepto de cambio en las dist int as épocas históricas hasta llegar a la M odernid ad, mom ent o en el cual se le dio un sign ificado qu e en su varian te d e pro greso, impr egnó cada un o d e los ámb ito s sociales y person ales de la sociedad, pro po rcionan do a su vez, el valor cultu ral que la nacient e sociedad moderna e industrial precisaba para su desarrollo. Inmersa en su propia di aléctica, la id eol ogía de cam bio pr edomi nan te en la sociedad desde la épo ca moder na,está actualm ent e camb iand o de sign ificado t al com o parecen expresar los aut ores denom inados post-moderno s.

Palabras c lave :  Cambio, m odern idad, prog reso, desarrol lo, post-modernidad .

T his art icle provides a historical review of the main th eories on social chang e th at 

have developed fro m Foucault ’s perspect ive on genealogy and also f rom the ref lexivi ty al low ed by sociology. Its main aim is to analyse how th e concept o f change w as interp reted th roug hou t th e various histor ical periods unt i l Mo derni t y. In th is period t he concept adopt ed a m eaning w hich, considered as progress, impregn ated al l t he social and p ersonal spheres of society, providing in t urn the cultu ral values th at t he new mo dern an d in dustr ial society needed f or i t s development . Imm ersed in its own dialect ics,th e ideology of change th at has dom inated society from t he mod ern period is at present changing it s meaning , as appears to be expressed in t he w ri t ing s of post-modern auth ors.

Key w o r d s : Change, m oderni t y, prog ress, developmen t, p ost-mo derni ty.

El interés cardinal de este artículo se

centra en escudriñar la gen ealo gía del concepto d e  cambio 1 desde el inicio de suplanteamiento, ha sta su aceptación y ar t i-culación con el sistema norma tivo culturalimperante en la denom inada Mod ernidad ,proyecto histór ico d e la d enominada “ cul-

tura occidenta l” surgida en Europa y ex-tensiva, po co después, a los Estado s Unido sde América. Ambas sociedades, centralesen el d enom inado por I . Wallerstein “ Sis-tem a-Mund o” (Wallerstein, 1991), ejercen

actualmente una influencia sobre el restode sociedades, motivada por las concretascondiciones en las que vive el planeta, asaber, la globalización económica y tecno-lógica y la hegemonía nor teamericanapost caída del Muro de Berlin, hecho quecontr ibuyen a que la centra l idad y e l

significado del término cambio , ausenteen la gran mayoría de las culturas conanterioridad, se esté incorporando a ellasaltera ndo así discursos y prácticas a nterio-res.

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8  M ERCEDES  ALCAÑIZ  M OSCARDÓ

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Preciso es apuntar , que el término“ cambio” no se ut i lizaba en los a lbores dela socieda d h umana conocida ; un a nál isissemiótico nos manifestaría que si bien elsignif icad o d ad o a l término comenzó conlos presocrát icos y má s concreta mente conHeráclito, el significan te ha variado desdedicha época hasta la actual idad, reaf ir-mánd ose y consolidándo se tant o en lo q ueJ. Habermas denominar ía “ mundo d e lavida” 2 (ejemplo serían las num erosas oca-siones en las que el término cambio   esut i lizado po r cad a uno de no sotros o en losmedios de comunicación escritos o habla-do s y cuyo significad o to do s compa rtimos)

como en el ámbito científico, bien coninvestigaciones realizadas sobre el tema,b ien con la enseñanza académica deasigna turas denominadas “ Cambio Socia l” .

Desde una perspectiva filosófica, eltérmino no está incluido en el acervolingüístico de la disciplina, para ello meremito al Diccionario de J. Ferrater Mora(2001) en el cual al buscar el vocablocambio  se remite a los términos “ devenir”o “ movimiento” . En e l á mbito sociológ ico,el vocablo se incluye como “ cambio social”en la mayoría de los Diccionarios.

Esto nos da pie a p lantear la ot ra

cuestión sustantiva en esta reflexión, lacual hace referencia a su vez a dos aspec-tos : la pr imera se pregunta en qué mo-mento se adjudicó a la expresión cambio un significado nuevo, significado que co-braba un nuevo sentido cultural y que seexpandir ía poster iormente hasta formarparte d el acervo cultural e ideo lógico de lasociedad; y la segunda, nos plantea e lhecho de po rqué la cultura o ccidenta l y nootra , ha inter ior izado de ta l manera esteconcepto haciendo que toda la sociedadgire en torno a é l .

A continua ción tra ta remos de dilucidarla genealogía de l cambio en nuest ra

sociedad europea-occidental, centrándo-nos en el presente art ículo e n el a ná lisis delos discursos que han ido incorporandoeste término en la cultura y dejando paraposteriores reflexiones e investigaciones el

a ná lisis de la s prá cticas sociales qu e ello haocasiona do en la sociedad en la q ue surg ióy se consolidó y en aq uellas otra s que ba josu influencia han ido transformándose alincorporar esta idea d e cambio.

1. DISCURSOS SOBRE EL CAMBIO: DELA ÉPOCA CLÁSICA A LA M ODERNI-DAD

Resulta tarea ardua condensar los dis-cursos que en m ás de do s milenios se hanelaborado sobre el cambio. No es miintención confeccionar una Enciclopediasobre esta cuestión sino mostrar las apor-

ta ciones q ue en el decurso h istórico se hanreal izado sobre la idea de cambio.

Ateniéndonos al bagaje filosófico acu-mulado durante este largo per íodo det iempo (breve comparad o con la a nt igüe-da d d e los seres huma nos sobre la t ierra),tenemos que considerar a Heráclito deÉfeso como la persona que nombró en susescrito s por primera vez la idea de ca mbio,con el significado que t iene en la actuali-d a d .

Este a utor presocrát ico, apoda do “ e loscuro” , vivió en tre los siglo s VI y V a nt esde Jesucristo y como todos los filósofos

presocráticos sus reflexiones, elaboradasde forma aforíst ica, se centraban en lanaturaleza y t odo lo re ferido o re laciona -do con e l la .

Fue Plat ón e n el Cra tilo 402ª (Frag men -tos Presocráticos, 1995: 136) el que hizoreferencia a Heráclito con la frase que lehizo fa moso poster iormente :

Dice en alguna parte Herácl i to quetodo f luye y nada permanece y asemeján-dolo a la corriente de un rio , dice que nopodrás entrar dos veces en el mismo rio 3.

El discurso elaborado por los autoresgriegos, presocráticos y clásicos, así comolos denom inad os heleníst icos como Sénecay Lucrecio dirigen sus reflexiones sobre laexistencia d e una ley o razó n universal q ueordena el universo y en consecuencia la

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9 G ENEALO GÍA DEL CAMBIO  SOCIAL

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vida, el devenir, de los seres humanos; o sipor el contrario, esas leyes eran inexisten-tes y lo único que exist ía eran los hechosfortuitos, el azar en definit iva, sin ordenninguno.

Séneca (1997) “ af irma q ue tod as lascosas se rigen por una ley infalible yeterna; en todas nuestras actuaciones hayun orden q ue ya está d ad o” . Lucrecio(1997) considera q ue “ lo q ue las persona sson, es producto de su actuación en lahistoria, sin intervención de los dioses nifuerza a lguna exter ior ” .

K. Marx, siglos después, reflexionó en

su tesis doctora l “ Diferencia entre lafilosofia democriteana y epicúrea de lana turaleza ” (Marx, 1987) sobre este tema ,crucial a la hora de plantearse la cuestióncrít ica sobre si la h isto ria e stá “ dirigida ” oe s “ p roducida ” .

Así, pues, podemos considerar que enla época clásica, considerada como la cunade nuestra cultura occidental, se planteapor primera vez el tema, trágico, sobre eldevenir histórico y su construcción (LaOdisea), sobre si determinadas fuerzasna turales o divina s la dirigen y la imponeno sobre si todo es casual y contingente.

Con el l ogos  griego comenzó el proce-so de especulación sobre el tema o bjeto deeste escrito, el cam bio, si bien sin incluir elsignificado y el contenido que se le daríaposteriormente.

El siguiente acontecimiento históricode considerable importancia en la concre-ción del significado sobre el devenir,sucede con el nacimiento de la nuevareligión monoteísta, el cristianismo, y suexpansión por los confines del ImperioRomano.

El cristianismo, co n el cuerpo d e creen-cias, valores y normas que incorporaba,

diferenciándole de las predominantes enla sociedad romana, puede decirse queconstituyó un cam bio cultural, una d iscon-tinuidad en el proceso histórico que pos-

teriormente las clasificaciones secuencialesde historiadores y demás especialistas enciencias sociales denom inarán com o “ pe-riod o clásico” .

Ahora bien, el cristianismo como reli-gión mo not eísta , mant iene vínculos con laotra religión monoteísta, la judía, de lacual surge y toma de e l la a lgunas ideassobre el devenir histórico. Los Judíostenían un libro sag rado , el Antiguo Testa-mento, el cual incluye su propia explica-ción sobre la “ historia” : Dios creó elmundo y a par t ir de ahí comienza lahistoria. Pero un día la historia concluirá;será el día del juicio final en el que Dios

juzgará a vivos y muertos4.

La existencia de una ley que ordena ydirige la historia, al decir de los estoicosclásicos, deja paso a la creencia en laProvidencia Divina; así, Dios dirige lahistoria y la sociedad humana se organiza(socieda d f euda l) según los deseos de Dios.Tod o está d eterminad o y no se puedehacer nada más que seguir los designiosdivinos. El significado atribuido a estaconcepción de la historia es estát ico einmóvil: es sólo la h istoria q ue una divini-dad construye aquí en la t ierra, pero esosí apoyada por los grupos sociales que

tienen el poder y que les interesa que lascosas sigan igual, sin alteración alguna.

Sobre como se gestaro n los cam bios enla Baja Eda d Media es a lgo sobre lo que loshistoriadores han escrito con ahínco. Lastransformaciones que tuvieron lugar endicha época y que precedieron al surgi-miento de la época moderna, se or ig ina-ron con motivo de diversos acontecimien-tos que se produjeron, de forma cont in-gente uno s, producto d e una cont inuidadotros, pero que en definit iva generaron lamuta ción en la consideración del q ueha cerhistórico y del papel de los individuos enél.

La elaboración del discurso sobre elcambio se sitúa en primer lugar, en elde se o man i fe s t ado por de t e r minados

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grupos sociales, de romper con el pasad o,de considerar lo anterior, la tradición,como indesea ble. Así, Fran cis Baco n (1988)manifiesta en sus obras un escepticismotota l hacia todo cuanto proceda del pasa-do y René Descartes (1987) se sitúa en esta scoordenadas cuando rechaza e l pasado ypropone par t ir de nuevo a f irmand o q ue laúnica verdad q ue cuenta es a la q ue puedellegar cualquier individuo observando lasreg las de l método.

La consideración de la idea de cambio como algo plausible, se convierte paraBacon en funda mental : con e l conocimien-to racional se pueden ca mbiar las cosas, la

na turaleza y mejorarla. El cambio, se mani-fiesta, desde este punto de vista, como“ dominio y control de la naturaleza , ycomo aplicación del conocimiento paraconseguir una mejora en la sociedad”(Bacon, 1999: 285).

En segundo lugar, el individuo, elimi-nado como sujeto histórico en la EdadMedia, renace y se concibe como agentede cambio, como director del devenirhistórico. Comienza , pues, la elabo ración yla expan sión de la creencia en la construc-ción de una histor ia “ humana ” , que q uieredecir, secularización d e la historia y cont ro-

versia sobre si ésta es una construccióndivina.

La idea, surgida en el Renacimiento yel Humanismo, se consolida con los filóso-fo s ilustrad os y se asume por la nueva claseen ascenso, la burguesía, para realizar lapráctica del camb io. Cuando ello se realice,el discurso y la practica del cambio conver-g e n .

El triunfo de la Revolución Francesa dapor concluido el Antiguo Régimen y, conlas palabras pronunciadas por Bailly en laBastilla en julio de 1789, “ La Na ciónreunida en Asamblea no puede recibir

órden es” se normativiza la practica delcambio: la sociedad, representada en laburguesía, con an sias universalista s que noeran tales, se convierte en agencia decambio y “ directora de la histor ia” .

El anterior significado de cambio set raduce en progreso  y esta idea def inirá ala modernidad y a nuest ra sociedad ha stanuestros días. El progreso, té rmino utiliza -do por Turgot en su ob ra “ Discursos sob reel progreso humano” y por Condo rcet“ Esbozo d e un cuadro histórico de losprogresos del espíritu huma no” contieneuna imagen detallada (Bock, 1988: 61) ycomprensiva del cambio. Incluye orienta-ciones específicas respecto de la historiacomo registro de sucesos y postula unorden natural de las cosas; secularizó elprovindecialismo divino, o la h isto ria linea l“ hasta que dios quisiera” , convir t iéndola

en racional y dirigida por los individuosha cia un a situación de m ejora, pero eso sí,aquí en la t ierra .

El cambio, bajo la voz de Progreso, seconvierte en ideología oficial de la nuevaetapa histórica. Progreso, que para laI lustración era avance de la Razón, eman-cipación de la humanidad y que segúnma nifiesta n T. Ado rno y M. Horkheimer(1999) ha acabado en reificación5, en unprogreso técnico y económico.

Esta ideología de cambio con “ mejora”servía a los int ereses de la clase en ascenso,la burgu esía, y a l sistema económ ico capi-

ta l ista que poco a poco se iba extendiendoen Europa. El nuevo sistema de producciónera d inámico, creat ivo, y no pod ía convivircon las estructuras rígidas del AntiguoRégimen o sociedad feudal. Necesitabaindividuos libres para trab ajar como ma node obra y eliminar las restricciones q ue elorden medieval imponía.

La Declaración de los Derechos delHombre y del Ciudadano (1791)6  se cons-t i tuyó en la manifestación del cambio,cambio que por cier to benef iciaba a unaclase social, la burg uesía, y a un g énero, elmasculino 7. El Estado se encargaba deproteger los derechos individuales y la

propiedad, los dos aspectos más sobresa-lientes de la nueva época.

La rea cción a nte el camb io social a cae-cido , se produjo en el deno minad o conser- 

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vadurismo   siendo Edmund Burke su prin-cipal representante (Nisbet, 1995). Esteaut or en “ Reflections on t he Revolution inFrance” at acó la Revolución Francesa, lacual no ve ía como garante de la l iber tadsino del poder absoluto, despótico y des-tructivo. Se oponía al individualismo y alracionalismo de la I lustración así comotambién al cosmopolit ismo y al continuocrecimiento de la industria la cua l conside-raba como mecanismo d e cambio y a l tera-ción de lo existente.

Al igual q ue sucedió un siglo a ntes conla “ Querelle ent re les anciens et les mo-de rnes” (Giner, 1978, Nisbet , 1976, Ginz o,

1985), volvía a cuestionarse la bondad omalda d d e las t ransformaciones acaecidasen la sociedad europea de la época ,situándose los autores en una posición dede fe nsa o de a t a que an t e lo “ mode r no” .

2. EL DISCURSO DEL CAM BIO EN LAMODERNIDAD

La Modernida d se a f ianzaba en Europay Norteamérica como nuevo orden socialcon unas característ icas diferentes de lasde la sociedad an terior; sob re ella reflexio-naron los intelectuales y pensadores más

representat ivos de la época así como losa ctua les. Tan to su surgimiento como suconsolida ción, ha n llevad o a escribir mon-to nes de pá gina s desde perspectivas diver-sas.

Definida por Charles Baudelaire comoM odernité, c’est l e tr ansitoire, le f ug itif , le cont ing ent, la m oit iéde l ’art , d ont , l ’autre mo i t ié est l ’ e t e r ne l et l ’ i nmu ab l e (Picó,1992: 19).

Esta Modernidad def inida como unaruptura con la sociedad anterior, tradicio-na l, y que en términos sociológicos ha sidodef inida como proceso   de urbanización,

de industrialización, de democratización yde expansión del conocimiento científico,no se generalizó de forma instant ánea enla vida cotidiana de las sociedades euro-peas; lo que seguramente se produjo a lo

largo del siglo XIX fue una ruptura con eldiscurso an terior, esta bleciéndo se las idea smodernas como significados imaginariospara los individuos, aplicánd ose posterior-mente en las prácticas sociales.

El discurso de la modernidad se apoyafunda menta lmente en do s ideas : la l iber-tad (como a utonom ía) y la igualdad. Estasdo s idea s perma necen como va lores má xi-mos de la sociedad europea y nor teame-ricana, extendiéndose posteriormente aot ras sociedades de l mundo en los deno-minados movimientos de liberación ymovimientos sociales de diverso t ipo quedemandan igualdad con respecto de l co-

lectivo que inicialment e lo tenía, ho mbresblancos y propietarios.

Ahora bien, el proyecto d e la Mod erni-da d incluye a su vez d os discursos contra -dict orio s (Wa g ne r, 1997: 30-33): el d iscursode la l iberación , como posibilidad deautorrealización de cada sujeto concreto,y el discurso del sometimiento , alianzasojuzgado ra entre la razó n inst rumental yla voluntad de poder ; contradicción queunida a los continuos avances del capita-lismo, la producción y el consumo, contri-buirá a q ue e l Progreso esté cada vez máscentrad o en lo económico, en lo ma ter ia l ,

olvida ndo las viejas aspiraciones referidasal progreso del espíritu de los primerosIlustrados8.

La misma contradicción inicial quelleva rá a ño s después a T. Ado rno y a M.Horkheimer a escribir “ Dialéctica d e laIlustración” libro escrito en Nortea méricay que plantea el tema de cómo resolver lacontradicción entre emancipación (de lanaturaleza) y reificación (anulación delindividuo por los poderes económicos)(1997: 45).

El proyecto de liberación o emancipa-ción lo lleva a cabo en primer lugar la

burguesía, y más tarde el proletariado,convirt iéndose así, ambos, en los sujetoshistóricos que se considera n responsablesde la organización social y consecuente-mente de la marcha de la historia. El fin

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último que predomina en los dos t ipos desocieda d surgido s con los ideales ilustrad oses el mismo: la mejora de la sociedad, laemancipación de las personas, si bien inci-diendo má s en la libertad los Estad os capi-talistas y más en la igualdad los denomi-nados comunistas.

El discurso de progreso d e la Mod erni-da d, se vio demo strado y a f ianzad o con laaparición del paradigma evolucionista,que iba a conver t irse en predominant e enel siglo XIX, tant o en las ciencias na turalescomo en la s sociales. Fueron los biólogo s,Ch. Darw in y E. Wallace q uienes pudieronverificar el proceso de evolución en los

seres vivos9, desmontando así la teor íacreacionista, f i j ista , expuesta en el Géne-sis10  referida al hecho, incontestable hastaese momento, de que cada especie vivahabía s ido creada un d ía de la semana porDios.

El evolucionismo implicaba continui-dad (Leibniz 11), com plejida d (Spencer) y unclaro d ete rminismo (Comt e). El mecan ismoque ponía en marcha los procesos decambio era la a da pta ción de la s especies almedio a mbiente . Los términos de a da pta-ción, lucha por la vida y victoria del másfuer te predominaron largo t iempo en e l

discurso científico el cual incluía, en oca-siones, con not aciones po lít icas.

Es en este ambiente de euforia en elprogreso y en la burguesía , aunque tam-bién de desorden como consecuencia delas transforma ciones econó micas y sociales(Bouza, 1992: 180) como sujeto conductorde la historia, cuand o surge y se consolidala sociolog ía como disciplina indepe ndien-te. La fe en la ciencia y en los valores dela modernidad, contr ibuyeron a conf igu-rar esta ciencia, denominada en principiopor Saint Simon f isiol ogía socia l 12, con elobjetivo de servir mejor a ese progreso ya establecer un nuevo orden social.

La sociolog ía, pues, se constituyó com odisciplina independiente cuyo objeto deestudio es la sociedad, en 1832, cuandoAuguste Comte acuñó la pa labra sociolo- 

gía   en el “ Curso de Filosof ía Posit iva” ,neologismo la t ino y gr iego, para caracte-rizar el estudio científico de la sociedad.Seña la A. Tou ra ine (Uña , 1997:31) q ue lasociología surge cuando la sociedad esentendida como un s is tema capaz deproducirse y reproducirse en su propiadinámica de cambio.

En Comte se funden las dos preocupa-ciones centrales de la época: la idea delprogreso y la de poner orden en la socie-dad desordenada que había surg ido de larevolución. El progreso, como Saint Simon,lo ve como ley natural, implicito en lanaturaleza e his tor ia humana.

Para Comte, el progreso es orden; norevolución, sino evolución armoniosa delorden social (Marcuse, 1972:336), regidopor leyes nat urales, perennes. Y esta evo-lución es siempre una me jora porq ue ta l esel curso del proceso histórico.

Para justificar su propuesta de que lahistoria es lineal, continua y que ha pro-gresad o a t ravés de ciertas fa ses o e tapa sesta blece la co no cida ley d e los Tres Esta-dios (teológico, metafísico y posit ivo ocientífico) (Com te 1980: 17-34) añ a diend oque tod as las sociedad es t ienen q ue pasarpor las tres etapas.

Por supuesto, y al igual que SaintSimon , la socieda d po sit iva es el f inal de lahis tor ia , f inal a l que tendrán que l legartodas las sociedades (porque todas lassociedades son iguales, porque las perso-nas son iguales en todas partes).

El parad igma evolucionista predom inóa lo largo del siglo XIX, estando presenteen las aporta ciones teóricas q ue realizaronlos diversos autores en estas fechas. Laidea, a plicada a las ciencias sociales, plan-tea e l hecho de una evolución de lassociedades en el t iempo e incluye lossiguientes supuestos: en primer lugar, el

cambio en las sociedad es es na tural, nece-sario e inescapable de la realidad. H.Spencer en (Nisbet, 1980:329) lo definecomo un principio cósmico q ue penet ra entod os los rincones del plan eta ; en segun do

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lugar, este camb io es visto como direccio-nal y unilineal, se mueve desde formasprimitivas a f orma s desarrollada s, de esta -do s simples a complejos, de la h omo gen ei-da d a la he terogeneidad (Sztompka, 1993:133 y ss.); en tercer lugar, la sociedad,como to ta l idad, es concebida en términosorgánicos, por la aplicación de la analogíaorgán ica , en ta nto s istema a l t amente inte-grado de componentes y subsistemas y encuarto lugar, el cambio es gradual, conti-nuo, incremental y acumulativo. El movi-miento g eneral de la evolución es suave eimplica que no hay discontinuidades, rup-turas o acelerones radicales como ya

señaló Leibniz con anterioridad.La consolidación de la antropología

como disciplina académica y como trabajode campo en sociedades lejanas, en lascuales se recogía datos e información,permitió la clasificación de las sociedad esestudiad as y rea firmar los diversos proce-sos evolutivos de las sociedades, así comola indiscutible superioridad de la culturaoccidental.

Ta mb ién en el siglo XIX, surgió e lmat erialismo histórico , influenciado por elparadigma evolucionista imperante en elsiglo XIX13. Sus principales representantes

fue ron K. Marx y F. Engels, los cuales creíantambién en el progreso de la sociedadpero iban más a l lá y lo que quer ían eracambiar la sociedad en la que vivían,capitalista , y crear otra mejor, la socieda dsin clases o comunista.

Su teo ría sobre el cam bio, ya an unciad aen las XI Tesis sob re Feue rb ach   (1845), sedirigía a la acción: “ Los filósofo s haninterpretado el mundo de diversas mane-ras; lo que ha y que ha cer es transfo rmarlo”(Marx, Engels, 1970: 12).

Ahora bien, para estos autores, elproceso histórico de la sociedad no es ni

continuo ni lineal, opera a través derupturas, recaídas, retrocesos. Hay perio-dos de retroceso que alternan con perio-dos de progreso sostenido. Otro aspectoimportante en su teoría es la importancia

concedida a lo mater ia l , en concre to a lmodo de producción que es lo que paraellos determina el carácter general de losprocesos sociales, políticos y espiritua les dela vida.

El motor para el cambio y la transfor-ma ción social es la lucha de clases14. Así loexponen Ma rx y Enge ls en el “ Man ifiestodel Part ido Comunista ” , escrito en 1848para la Liga Comunista de Paris (Giner,1978: 463) y convertid o po steriormen te enlibro d e cab ecera de los Part idos Comun is-tas en todo e l mundo.

En resumen, la t eoría d el ma terialismo

histórico sobre el cam bio social es, valga laredundancia, materialista: el cambio seproduce en y por la propia ma teria (la ba sematerial o económica de la sociedad) sinintervenir fuerzas espirituales exteriores.Pero no es un camb io mecanicista (Sw ing-ge w oo d, 1984: 90-93), al estilo de l que seproduce en e l mundo natural , en e l quetambién creía Comte entre otros, sinodialéctico, fruto de las contrad icciones q ueen el seno de esa base material (queincluye tanto la base económica como lasuperestructura ideológica) se producen;la lucha de clases, realizada por actoressociales con conciencia de clase, es, la que

en últ ima instancia produce las transfor-ma ciones en la socieda d (D. McLeish, 1984:27).

Así pues, en la concepción materialistade la historia, la lucha d e clases es el moto rq ue produce la tran sformación social ha ciaun estadio mejor (se observa la visiónevolucionista y de prog reso q ue tenían susautores) que será una sociedad sin clasesen la cual no reinará la opresión sino lalibertad (idea, por otra parte, ilustrada ymoderna) .

Los denominados sociólogos clásicosfueron los primeros sociólogo s acad émicos

en las Universidades europeas de finalesde l sig lo XIX y principio s del XX. Tod osellos convivieron con los dos grandesparadigmas teóricos del XIX, el evolucio-nismo y el materialismo histórico, y todos

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ellos quisieron analizar y explicar losacontecimientos sociales que estaban te-niendo lugar en la Europa de su t iempo yque habían producido t ransformacionestan drást icas en todos los ámbitos de lasociedad.

F. Tön nies, en su com ent a da ob ra“ Comunidad y Sociedad ” (1887) desta ca laconf iguración de una nueva sociedad conel proceso capita l ista y que da luga r a q uese prod uzcan d os t ipos de sociedad dist in-to s según el t ipo d e relaciones sociales quemant ienen. En la “ Comunidad” , las re la-ciones son personales y su razón está enellas misma s mientra s que en la “ Socie-

da d” surgida con el capitalismo se t iendea la imposición de relaciones contractua-les, a nó nima s y despersona lizad a s (Ton -nies, 1979: 277-278).

Poco después de que se publicara“ Comunidad y Asociación” , leyó la tesisdo cto ral Emile Durkheim en la Universida dde Burdeo s con el t ítulo “ De la división d eltrab ajo social” (1893)15. La obra se puedeincluir dentro de los estudios sobre laevolución de las sociedades, y en ellaDurkheim (Giner, 1978: 546) intentó re-plantearse la cuestión de la evoluciónmediante la búsqueda de un s is tema de

causación más plausible que el propuestopor Comte y Spencer.

Durkheim plantea e l hecho d e q ue a lolargo de la his tor ia se ha operado uncambio ra dical en la socieda d; la d iferenciaentre la s sociedad es primitivas y la s actua -les es el aumento en el grado de divisióndel trabajo, es decir el incremento en laespecialización de las tareas. La causa deesta división, la sitúa Durkheim en elaumento de población, pero va más a l ládel simple crecimiento de la población,aña diendo q ue e l crecimiento d emográf i-co provoca una mayor “ densida d moral” .

Dist ingue ent re sociedad es con “ solida -rida d mecán ica” , las primitivas, aq uellasen las que los individuos se fusionan enmasa po rque t ienen una conciencia comúny las sociedad es con “ solidarida d orgá ni-

ca” en las que la d ivisión del trab ajo es elfactor causante de solidaridad y cohesiónentre los individuos.

Para Durkheim, el cambio en las socie-da des se explica desde su misma estructu-ra, desde su medio social interno.

El otro sociólog o importa nte de fina lesdel XIX y principios del XX es el alemánMax Weber, principal representante de ladeno minada “ sociolog ía comprensiva” ;Weber comba t ió encarnizad ament e tod aslas construcciones histórico-filosóficas desu t iempo: el posit ivismo de Comte porconsiderarlo de carácter pseudoreligioso;

el mat erialismo histó rico, porq ue conside-raba una utopía la idea de e l iminar me-diant e un sistema social la do minación del“ hombre por e l hombre” y porque loconsideraba un determinismo económico;y finalmente, las teorías de la historia,consideradas sucesoras de Hegel y elromanticismo.

Quería e liminar del concepto de histo-ria (Mom msen, 1981:133) los restos d e uncontenido de sent ido onto lógico ta l comolo era para los historicistas, negando laexistencia de una ley objetiva en la reali-dad social. Weber se oponía a las leyeshistóricas porque no t ienen en cuenta las

ideas que aportan los individuos y quepueden transformar la sociedad; según él,como no hay leyes obje t ivas go bernandola socieda d, la acción debe ser definida entérminos de “ probabilidad” mejor que de“ necesidad ” (Swingew oo d, 1994:45).

Sitúa al individuo en el centro por sucapacida d pa ra decidir y ado ptar di feren-tes valores. Sólo los individuos puedenorientar su a cción po r ideales supremos yde esta ma nera, indicar nuevos caminos enla historia. No ha y, pues, necesidad histó -rica sólo individuos que deciden, en fun-ción de sus valores, sus acciones, y que sonen últ ima instancia los que producen el

cambio y la t ransformación.

Como la mayor ía de sus contemporá-neos, Weber no dejó de elaborar unanálisis comparativo entre la sociedad

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capitalista y la sociedad tradicional opreindustrial. Para él, no era la división deltrab ajo, ni la diferenciación prog resiva, nilas relaciones impersona les lo q ue cara cte-r izaba a un t ipo de sociedad frente a ot ro ,sino un proceso de racionalización de lasociedad que se manifestaba en un pro-gresivo “ desencanta miento” de l mundo.

En el último t ercio de l siglo XIX come n-zó, en una minoría de intelectuales euro-peos, el escepticismo en relación con laidea de progreso, idea clave en la I lustra-ción, de la cual la Revolución Francesahabía sido su heredera.

Los motivos se debían a que estospensado res veían los resulta do s del “pro-greso” y obviamente , no to do era buenoni mejor, así que empezaron los plantea-mientos y reflexiones sobre lo que habíasucedido en el acontecer histórico desdeque se produjo la Revolución Francesa y laRevolución Industrial.

El autor más representat ivo de estacorriente fue Friedrich Nietzsche (1844-1900), aut or q ue en sus numerosos escritosno dejaba de decir que e l progreso “ no esmás que una idea mod erna” , es decir unaidea fa lsa , aña diendo que “ e l europeo dehoy e s inferior al europeo del Renacimien-

to ” (Nisbet , 1991: 442).

Nietzsche no se incluye ent re los auto -res e intelectuales del XIX que queríanmejorar el mundo y t raerle la f elicida d; nocree en el progreso y t iene una oscuraprof ecía p a ra el fu turo (E. Fink, 1996: 10).Es el mensajero del nihilismo europeo.

La idea lineal de progreso en lassociedades fue también cuest ionada porOsw a ld Spen g ler (1880-1936) el cua l en sulibro La decaden cia de Occident e   (1918)real iza una cr ít ica important e a la idea d eprogreso. Para este aut or, no ha y progresolineal en la historia, sino un conjunto de

historias vitales de totalidades orgánicasseparadas, únicas, encerradas en sí. Cadacultura sigue el ciclo vital de la infancia, la

juventud, la edad adulta y la vejez; surge,crece y tras cumplir su destino, muere.Considera que la civilización occidentalestá en la fase de decadencia .

Con posterioridad a la Segunda GuerraMundial, el discurso del cambio, y supráctica posterior, se exporta e impone, a lresto de l mundo; denominamos a estehecho, desarrollo , el cual está vinculadoobviamente a cambio y progreso, pero conun sign ificad o má s centrad o en cuestioneseconómicas , f undam entalmente indust r ia-les. Este desarrollo, pretende aplicarse alos países que no disfrutan todavía de losniveles alcanza do s por las socieda des occi-

denta les .

  Al proceso de su aplicación se lede nomina p r oce so de mode r n izac ión(Black, 1988: 226-256) e implica en últimotérmino con struir las socieda des en vías d edesarrollo en desarrolladas (modernas) alest ilo occidental. La noción de desarrolloconnota pues, transformación, mutación ycambio pero aplicado a los países deldeno minad o Tercer Mundo. En este casono supone un cambio endógeno, naturalo espontáneo s ino que es un cambioprovocado, exógeno, a imitación de lospaíses ya considerados como desarrolla-

dos.El desarrollo significa ca mbio, pero un

cambio provocado por los países occiden-ta les industriales sobre los no industrializa-do s o de l Tercer Mund o. El mecanismo através del cual piensan inducir el cam bio esla indu strialización; siguiend o a T. Parsonsy su teo ría f uncional del cambio, creen q uehaciendo variar el subsistema económico,a través de la industrialización, variará elresto de la sociedad o sistema social16  .

En pala bra s de Ha berma s (1989: 12-13)el desarrollo “ desgaja a la mo dernida d desus orígenes mod erno-europeo s para est i-

lizarla y convertir la en un patrón deprocesos de evolución social neut ralizado sen cuanto a l espacio y a l t iempo” .

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3. EL CUESTIONAM IENTO DEL DISCUR-SO DEL CAMBIO: LA POSMODERNIDAD

A finales de la década de los 70,comienza a cuestionarse la I lustración, laModernidad, la Ciencia y todo lo queconllevó d e proyecto histó rico: la Razó n, louniversal, el progreso, los actores socialescomo constructores de la historia.

Este a taque a la Modernidad no esnuevo; ya en el siglo XIX, como hemosseña lad o en e l punto a nt erior, F. Nietzschecuestiona to do s los presupuestos incluidosen el proyecto moderno. Y Heideggercontinúa en esa línea al socavar el racio-

nalismo occidental en términos de crít icaa la met af ísica. Tam poco se pued e de sde-ña r la apo rtación de la Escuela de Frankfurten sus representa nte s T. Adorno y M.Horkheimer y su aportación al decir que“ Ya e l mito es ilustración y la ilustración seto rna m itología ” (1999: 10) lo q ue cuestio-naba ser iamente la a f irmación de que lailustración era la antítesis del mito.

Los denominados post-estructuralistasfran ceses siguen en la línea de d esvelar elproyecto d e modernidad a t ravés de a por-taciones teóricas diversas, claves en elpensamiento actual. Ahora bien, fue lapublicación del libro de J. Lyotard La condición p ost-mo derna  en 1979 el hechodefinit ivo en la consolidación de estacorriente q ue recibiría el término de post- modernidad   para designar el nuevo t iem-po histórico que devenía y que indicabaque e l proyecto de la modernidad seconsideraba f inal izad o.

La post-modernidad se opone a losdiscursos cara cteríst icos de la m od ernidad :a las grandes narraciones como la eman-cipación d e las persona s, la idea de prog re-so y de historia lineal; a lo universal,haciendo predominar el carácter local detodos los discursos, acuerdos y legitimacio-

nes; al sujeto tradicional pleno, al cogito de la filosofía occidental.

La post-modernidad se convierte enideología de la post-historia: como un

proceso de pérdida de sent ido que haconducido a la destrucción de todas lasHistorias, referencias y finalidades. Loimportant e es e l momento , que es a la vezfuturo. Como señala W. Benjamín (Picó,1992: 333) “ lo q ue los cerebro s de laarquitectura posmoderna encuentran de-fectuoso en el movimiento mo derno e s suideóloga subyacente de progreso, su pre-tensión de cambiar e l mundo” .

De entre los post-estructuralistas califi-cados posteriormente como postmoder-nos, destacamos a Michel Foucault (1926-1984) por ser el autor, por su formaciónhistór ica , que t ra ta e l tema del cambio y

de la historia con más vehemencia.

Fou cault recon oce la inf luencia d e F.Nietzsche en su obra y como este au tor, seopone a los principios humaníst icos delmarxismo existencialista, a su idea carte-siana de sujeto, a su rechazo por laconstrucción de grandes narrat ivas y alpapel crucial que atribuye a la práctica.

En “ Arqueología d e l saber” , se oponea una concepción continua de la historiaplantea ndo e l concepto d e d iscont inuidado de ruptura para dist inguir entre variasépocas y para subrayar sus diferencias.

A partir de los años 70, aplica elconcepto nie tzschiano de genealogía ensus obras Vigilar y castig ar   e Historia de la sexualid ad . En ellas, se remonta en elt iempo con el f in de mostrar q ue en ciertomomento se adjudicaron a los conceptossignificados radicalmente nuevos (debidoa las luchas por el poder o a la contingen-cia). Luego se transmitieron d e g eneraciónen generación y de esta forma se convir-t ieron en parte de la cultura. De maneragradual, las personas fueron viéndolocomo algo evidente, necesario, inocuo ycoherente (Baert, 2001: 151).

La genealogía de Foucault pretende

demo strar que estos significad os no son niobvios, ni necesarios, ni inofensivos, nihonorables ni coherentes. Dice textual-mente “ si e l genea logista se toma la

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molestia de escuchar la historia más bienque de añadir fe a la metaf ís ica , ¿quédescubre? Que detrás de las cosas hay ot ra cosa bien di stin ta ” (Fou cau lt, 2000: 18).

Foucault, como antihistoricista, creeque las fuerzas que están en juego en lahistoria no obedecen ni a un destino ni auna mecánica, sino al azar de la lucha y alas luchas por el poder (Foucault, 1986).Sigue a Nietzsche cuando afirma que elorigen d e los valores reside en un a cto defuerza por el cual los q ue do minan f ijan e ls ignif icado de una acto . La genealogíaconsiste en indagar en el origen sangrien-to y horroroso de t oda s las “ cosas buenas”

(Sauquillo, 2001: 56).

Para Foucault n o ha y pues, leyes histó-ricas, y su o bjetivo se centra en realizar undesaprendizaje ag resivo d e to da una cul-tura historicista imperante, en criticar laconcepción de la Historia como totalidaden marcha or ientada hacia a lgún sent idolineal o progresivo, y en desmantelar lao t r a ide a q ue acompaña a l a de “ na t u ra-leza humana ” : la idea de prog reso (Sau-quillo, 2001: 63).

Junto a esta posición antihistoricista,Foucault expresa, juntamente con otrosautores post-estructuralistas de la época,

su cuestionamiento del papel relevanteque en la tradición marxista se habíaad judicado al sujeto histórico en el cambioo transformación social.

En este contexto post-moderno, lasociología, como disciplina científica surgi-da en plena eufor ia d e la idea de Progreso,experimenta una crisis, constituyendo unode los puntos conflict ivos acerca de sufunda mentación epistemológica y su fun-ción social. Entre los auto res q ue a na liza nla crisis de la sociología se sitúan R.Boudon, el cual propone relacionar (Uña,1997: 38) la crisis de esta disciplina con su

propia problemát ica epistemo lógica y T.Bottomore, el cual señala que otra consi-dera ción d e la crisis de la sociolog ía a puntaa su desfase respecto a los cambios acae-

cido s en la socieda d post-industrial, a cuyainterpretación debe responder con urgen-cia.

Frente a la crisis surgida por la influen-cia postmoderna, reaccionan a lgunos au-tores a lega ndo q ue toda vía nos encontra-mos en la Modernidad y que de éstapueden to ma rse idea s valiosas. Este puntode vista es el seguido por J. Habermasquien crit ica abiertamente a Foucault ;según Habermas, este autor intenta de-mostrar q ue en los dos últ imos siglos no hahabido ninguna mejora, sino exclusiva-mente normalización de los mecanismosde e jercicio d el pod er. Tod a t ent a tiva

emancipadora esconde pretensiones depoder (Elboj y Puigvert, 2002: 260). Ade-más, para Foucault , la noción de sujetocomo do t ado de r azón capaz de conoce ry t ransformar lo def inido como obje totambién es una producción del poder.

4. CONCLUSIONES

En este art ículo, se ha presentado unrepaso histórico sobre el discurso que elconcepto de cambio ha t enido en diferen-tes mom ento s del pensam iento occident al.

Las primeras reflexiones realizadas so-

bre el significado del camb io se realiza ronen la socieda d g r iega , f ruto de la observa-ción de la Naturaleza  y de sus cambioscíclicos; es en esta sociedad, donde co-mienza ta mbién e l p lantea miento sobre laexistencia o no de leyes que organizan lavida y el universo. La dualidad entre eldet erminismo y el posibilismo como actitu-de s vita les ind ividua les y sociales surgieronpues, en el mundo griego permaneciendocomo tales hasta el presente.

Con las religiones monoteístas surgeuna nueva con cepción sobre el cam bio y laHistoria (apo rtación judía) que a punta a la

existencia d e una Providencia , de un Dioscomo constructor y d irector de la existen-cia de los huma nos en la t ierra. Se observaen esta creencia compartida en las tres

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religiones monoteístas un manifiesto de-terminismo basado en la idea de la Provi-dencia divina, en ser la vida en la t ierraalgo provisiona l y en la creencia de “ ot rav ida ” .

A part ir del Rena cimiento se producenuna serie de transformaciones en el pen-samiento y en la socieda d o ccidenta l q uegestan la nueva no ción de Progreso comoidea def inidora de la modernidad.

La Historia divina se convierte enhistoria humana: se pretende asumir ydirigir esta histo ria, exist iendo una expec-tación de posibilismo en ella. Los seres

humano s en general , pero la burguesía oposteriormente el proleta riad o y los diver-sos movimientos sociales en particular, seconvierten en los sujeto s históricos respon -sables de la marcha histórica.

Finalmente, e iniciad o en primer luga rpo r F. Nietzsche a l con cluir el sig lo XIX,surge en el interior de la misma culturaque había entronizado e l discurso delcambio y d el prog reso, un cuestiona mien-to y escepticismo ante estos términos,mot ivado po r la v isión de q ue todo lo quehabía conseguido no era ni bueno nimejor.

El Nihilismo  hizo su entrad a e n el XIXpero se consolidó con ma yor virulencia enla década de los 70 del pasado siglo XX.Así, la po st-mod ernidad hizo su a paricióncuest ionando todo e l proyecto moderno:el predominio de la Razón, la ciencia, louniversal como principio, el progreso, laincredulida d a nte las meta na rraciones y lacreencia en los actores como constructo resde la historia.

La pos-mod ernidad cuestiona , pues, laexistencia de una historia lineal y progre-siva así como el papel del sujeto históricoen el cambio o transfo rmación social. Conellos, la historia y e l sujeto ha n muerto , el

presente es lo que cuenta.

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7/17/2019 Articulo - Genealogia Del Cambio Social - Alcañiz, M.

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20  M ERCEDES  ALCAÑIZ  M OSCARDÓ

RIPS, ISSN 1577-239X. Vol. 3, núm. 2, 2004, 7-20

NOTAS1 . Sigo a M. Foucault y su análisis genealó-

gico apl icado a dist intos ámb itos de la socieda d.2 . El “mund o de la vida “ de Haberma s es

el Lebenswelt  de A. Schutz y hace alusión a lossignificados compartidos de nuestras activida-des diarias y el hecho de que éstas se den porsupuestas.

3 . La versión q ue incluye “ Acerca de laNat uraleza” ad judicad a a Herácl ito (Fragm en-to s, 1995: 149) es “ A q uienes pene tra n en losmismos rios aguas diferentes y diferentes lescorren por encima” .

4 . Es recomenda ble la lectura d el punto “ Elsign ificad o de la historia en el judaísmo” (Smith,2002: 322 y ss.).

5 . “ El mito se d isuelve en Ilustración y lanaturaleza en mera objet ividad. Los hombrespagan el acrecentamiento de su poder con laalineación de aquello sobre lo cual lo ejercen”(op. cit. p. 56)

6 . Los principios de 1789 son la libertad y laigualdad de derechos; pero en su apl icaciónpráctica no incluían a los esclavos ni a losciuda da nos “pa sivos” aq uel los que no teníanrentas.

7 . Olimpe de Gouge s se encargó d e denun-ciar con su “ Declaración de los Derechos de laMujer y la Ciudada na” el olvido q ue losConst i tuyentes habían tenido con las mujeres,las cuales habían a poyad o f i rmemente la Revo-lución (Asparkia   nº 2, 1993).

8 . Y a la felicidad, que se incluyó en la

Declaración de Independencia del Estado deVirginia de 1776 (anterior a la Declaración deIndependencia Americana).

9 . En un breve repaso a los ant ecedentes dela propuesta evolucionista podemos c i tar a :Linneo en “ Sistemática na turae” (1735) admitela hibridación entre especies como fuente devariac iones; Buffon de fiende q ue la t ierra hab íapasado por siete et apa s hasta la apa ric ión de loshumanos y f inalmente Lamarck, f i lósofo ynatural ista quien en 1800 se declara t ransfor-mista en su lección inaugural del Curso deHistoria Natural (Grasa 1986: 34 y ss.).

10 . “ Al principio creo Dios los cielos y la st ierras” . Referencia po sterior a q ue cada día dela semana creó un ser vivo dejando al “ hombre”para el final. El séptimo día descansó.

11 . De este filósofo es la conocida frase“ Natura non fac it sa l tum” o “ Todo marcha porgrados en la Naturaleza, y nada sal ta , y estaregla referente a los cambios forma pa rte de miley de continuida d” (Nisbet, 1976: 113).

12 . La importancia concedida tanto porSaint Simon como po r Comte a los “ hombres deciencia” lo man ifiesta el primero e n su libro“ Nuevo Crist ianismo” al af i rmar que a t ravés dedicha nueva c iencia , los “ hombres” descubriránlas leyes fundamentales del equilibrio social yapl icándolas crearían el mayor orden socialposible (Nisbet, 1980: 345 y ss).

13 . Cuenta Engels, que Marx, gran a dmira-dor de Darw in, intent ó de dicar a éste la edicióninglesa d e “ El Capi tal ” pero Darw in no accedió.Más tarde, Engels un a ño después de la muertede Marx dijo : “ De la misma ma nera q ue Darw indescubrió las leyes del desarrollo de la natura-leza orgánica, Marx descubrió las leyes deldesarrol lo histórico de la huma nidad” (Nisbet ,1980: 360)

14 . Según R. Nisbet , op c i tada , ta mbién estetérmino lo tomó de Darwin.

15 . El tí tulo original de la tesis era “ De ladivisión du t ravail social : etude sur l’orga nisat iondes societès superieures”. El mismo añ o pu blicóuna tesis secundaria en lat in “ Quid secundatuspol it icae scientae inst i tuenda e contule ri t ” quetrata sobre las aportaciones a las c iencias

sociales realizadas por Montesquieu (Giner,1978: 546).

16 . Las teo rías de la mo derniza ción tu vieronsu réplica en las teorías de la dependenciaelaboradas fundamentalmente por autores lat i-noamericanos entre los que se si túan, GunderFrank, Cardoso, Faletto...Estos autores sitúan elproblema del subdesarrol lo en la di ferenteposición que estos países ocupan en el sistemamundial , hecho q ue conduce a crear una depen-dencia con respecto de los países desarrollados.