arte del califato de cordoba: medina azzahra y alamiriya

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Ricardo Velázquez Bosco (Madrid, 1912)

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  • A

  • MEDINA AZZAHRA Y ALAMIRIYA

  • DM-vo Y-r\

    JUNTA PARA AMPLIACIN DE ESTUDIOS INVESTIGACIONES CIENTFICAS

    ARTE DEL CALIFATO:: DE CRDOBA

    MEDINA AZZAHRAY ALAMIRIYA

    POR

    D. RICARDO VELZQUEZ BOSCOARQUITtCTO, INDIVIDUO Db NMtHO DliLA REAL ACADEMIA DE SAN PERNANDO.DIRECTOR V PROFESOR DE LA ESCUELASUPERIOR DE ARQUITECTURA DE MADRID

    Texio, planos y dibujos del mismo.

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    0,0

    >

    MADRID - MCMXIlImprenta Artstica de Jos Blass y Ca., San Mateo, 1

  • Digitized by the Internet Archive

    in 2010 with funding fromUniversity of Toronto

    http://www.archive.org/details/artedelcalifatodOOvel

  • 5: 'i

    Escala de /:5o.ooo

    OOO 500 oLi 1 l'g

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    'tXfO Soco

    ./^\ Medina . J

    (^ Alamirii^a

    (J\ j^edina A

    PLANO DE CRDOBA Y DE SUS CONTORNOS, SEGN LOS^TRAIDE MEDINA AZZAHRA, ALA.^

  • Lminas I v II.

    afioj'o-

    ',ah7^a f

    )S HECHOS POR EL INSTITUTO GEOGRFICO, Y SITUACINYA Y MEDINA AZZAHIRA

  • AI. encargarme de la restauracin de la mezquita, hoy Catedral deCrdol)a, comprend que era indispensable para formar cabal

    idea de aquel templo y del arte del Califato, hacer excavaciones en el

    sitio en que se saba, casi con certeza, que haba estado levantado el

    palacio de Medina Azzahra.

    No hay en Espaa monumento que aventaje en inters histrico-

    artstico la mezquita de Crdoba, una de las ms antiguas entre las

    conocidas, al menos en la parte correspondiente su primer perodo (i).

    Lo tiene no slo para el arte mahometano, sino tambin para el hispa-

    (i) Entre las que se conservan anteriores la mezquita de Crdoba, la de Amr,en el Viejo Cairo, que fu levantada en el ao 642 de J. C, parece estar reconstruidautilizando columnas de edificios romanos, bizantinos coptos. Es punto que merece

    estudiarse detenidamente, la relacin que hay entre esta mezquita, la parte ms anti-gua de la de Al-Azhar, la de Kairun y la de Crdoba, estableciendo bien claramentesus diferencias y analogas. Las de Omar y de Al-Aksa, en Jerusaln, construidasen 687 y 785, han sufrido muchas reconstrucciones, reformas y adiciones, y lo mismosucede con la de Damasco, que aunque levantada en el ao 708, utilizando y am-

    pliando una iglesia cristiana dedicada San Juan Bautista San Juan Damasceno,

    fu incendiada en los aos lo6g, 1400 y 1893, por lo que conserva poco de la cons-truccin del siglo VIII. En Bagdad y otras ciudades de la Mesopotamia puede queexista algo del brillante perodo de los primeros tiempos de su Califato, pero las

    investigaciones hasta ahora realizadas han dado escaso resultado. Las mezquitas deSamarra y de Abu-Dolaf se hallan en tal estado de ruina, que apenas puede sacarsede ellas ms enseanza que la disposicin de las plantas, sin que pueda negarse, sinembargo, que lo que de ellas queda, especialmente de la de Abu-Dolaf, es de gran

    inters para la historia del arte mahometano.

  • b

    no-cristiano de los primeros siglos. Pero encierra lagunas y problemas

    (]iic no pueden resolverse con ella misma, ni con los escasos restos que

    Fi. I.'' Canecillos de la cornisa de coro-nacin de la primitiva portada de la tachadade Poniente de la mezquita de Crdoba.

    se conocan de otros monumentos contemporneos, pues su estudio hace

    ver la diversidad de caracteres que presenta en su decoracin, en los

    FiG. 2.' Canecillos de la cornisa de la fa-chada del patio de la mezquita de Crdo-ba, construida por Abderrahman III,el ao 958 de J. C.

    que hay escuelas distintas, pertenecientes, sin embargo, un mismo

    perodo, lo que me hizo tambin comprender la necesidad de estudiar

    directamente los monumentos del Norte de frica y del Oriente musul-

  • 7

    man. l'or lo s^feneral, las obras que nos los describen estn escritas bajo

    un concepto puramente local, pero sin tener en cuenta lo que en ellos

    hav que pueda relacionarlos con las diversas escuelas de acjuel arte,

    sobre todo con el nuestro, por no ser ese el objeto de aquellos estu-

    dios. Concretndome, como ejemplo, la arquitectura egipto-mahome-

    tana, obras como la del . Irte . Irabc, escrita por Al. Gayet para la Biblio-

    teca de la Enseanza de las Bellas Artes, y que acusa en su autor un

    detenido estudio, no puede admitirse

    con la denominacin general con (juc

    la presenta, sino con la de arte rabe

    del Egipto; y lo mismo sucede con la

    ms monumental de Prisse d'Aven-

    '^ nes. Entre otras lagunas citar que

    slo en esta ltima, en la de Prisse

    d'Avennes, se encuentra menciona-

    do, aunque de manera algo concisa,

    el sistema de construccin y de apa-

    rejo de la cantera, tan caracterstico

    del Egipto musulmn y tan impor-

    tante para el estudio de sus relaciones con los de otros pueblos, como

    si los procedimientos tcnicos no tuvieran tanto valor histrico como

    los motivos ornamentales; y al tratar de la mezquita de Ibn-Tuln,

    inaugurada en el ao 265 de la Hgira (879 de J. C), ni uno ni otro

    observan que hay en ella, lo mismo en la construccin que en la deco-

    racin, partes que corresponden influjos totalmente distintos, que la

    enlazan con el arte de la Mesopotamia, las unas, y con el del Califato

    cordobs occidental las otras (gnras i.'^, _'." y ,\'', pgimis 6 y 7;4.'^, ^." y 6.'^, pgina S; j.^^ y S/\ pg. tyj. Y lo mismo sucede con la

    mezquita de Kairun, en la Tunisia. De ella no se mencionan, aun en

    obras tan bien hechas como la monografa publicada por Monsieur Sa-

    ladin, que es el estudio ms completo publicado de aquel importante

    FiG. 3.^ Canecillos de la mezquitade Ibn-Tuln, en El Cairo.

  • s

    templo, ilcinentos (|uc lu iclacioniiii nuiy estrechamente: unos, con el

    arte del ("alifato cordobs (/^iikis y." y /o, f^di^iims /o y //), otros, con

    Fu;. 4.''' Ajimez del cuer-po bajo del minarete de lamezquita de Ibn- Tuln enEl Cairo.

    el del Egipto mahometano del perodo Fatimita (figuras //, u, / ; y 14,

    pginas 12, /j, 14 y 75), constituyendo la clave de ciertas formas, que

    FiG. 5. Ajimez de

  • inia (I). \,

    sin eni[)aigo, detalles tan inipurtantes para la historia gene-

    ral (le la arquitectura, apenas se mencionan por cuantos se han ocupado

    de la descripcin de aquellos monumentos (2), detalles, sin embarco,

    (ue comprueban cmo no hay elemento ninguno en la arquitectura queno tenga su genealoga y su historia. Segn la tradicin, en el ao .S73

    de J. C, Ibrahim el Arlebita hizo llevar de Bagdad los azulejos de reflejo

    !A ^

    FiG. 7;' Puerta de la iglesia

    de Santiago de Pealva. (Dela monografa del Sr. (Jme/.Moreno.)

    FiG. S." Ajimez del pabe-lln construido dentro dela iglesia de .Santa ;\Iarala Grande, en Jerusaln.

    metlico con que decor el mihrab de la mezquita de Kairun (/^. 11,

    pgina /_'). En la misma mezquita, esta decoracin de azulejos sirve

    de tema para decorar una puerta del patio (fig. /_', pg. /,'], pero sus-

    tituyndolos con una imitacin en piedra, imitacin que ya haban em-

    pleado en la parte alta de la fachada del vestbulo del mihrab de la

    misma mezquita.

    Conquistado el Egipto por la dinasta de los Fatimitas de Kairun,

    ( i) De esto habr de ocuparme detalladamente en la Memoria del viaje al Nortede .frica.

    (2) Mr. Saladin observa, acertadamente, que arquitectos mogrebinus han podidocontribuir la construccin del minarete, como lo cumprueban la forma de herra-dura de liis arcos. {Manuel d'art innsiiliuan, pgina ll).

  • lO

    tiindadoics de El Cairo, levantnron cnlic otras obras, en su nueva

    ciudad, la nie/quita de Al-Hakein iii loi;; y la puerta Bab-el-i'"utuh

    on 1060. En esta ltima, la archivolta est decorada con el mismo

    Ir '. '. . ' '. '. '. '.\ \ \ \ \ ': \\ \'\ \ \ \

    niTir

    FiG. g."'" Puerta contigua al vestbulodel mihrab de la mezquita de Kai-lun (Tunisia).

    tema de la imitacin en piedra de la decoracin de azulejos {tignra /j,

    pgina /^), y en la mezquita de Al-Hakem la base de uno de los minare-

    tes est decorada con un friso con igual motivo, aunque tratado ms en

    grande [figura /y-, pag. ij) (ij. Este motivo podra estar tomado de

    (1) Este triso y la decoracin de la primitiva mezquita de Al-Hakem ha sidodescubierto por el ilustrado arquitecto Herz Bey, Director y Presidente de la Junta

    encargada de la conservacin de los monumentos de El Cairo y del Museo de anti-

  • II

    la Mesopatamia, donde tambin se encuentra (ejemplo, la decoracin en

    ladrillo sobre la puerta del castillo de Kalat-N'bar); pero la fecha de su

    construccin, y sobre todo, alguno de los elementos detalles que lo

    decoran, muestran bien su procedencia influjo del Egipto mismo

    1 I'.

    iii. ^ Frente del vestbulo del mihrabde la mezquita de Crdoba.

    de la Tunisia. De la misma manera, los modillones, mnsulas cane-cillos lobulados, aunque no son exclusivos de la arquitectura hispano-

    cristiana de los primeros siglos de la Edad Media , son caractersticosde ella desde la poca visigoda, y en algunas regiones hasta bien en-trado el siglo XIV, y de aquella arquitectura lo tom, seguramente, la

    giiedades rabes; descubrimientos de extraordinario inters para la historia del artemusulmn, y que es de esperar que continen, en la seguridad de que han de dar resul-tados no menos importantes.

  • 12

    musulmana del Calitato cordobs. En sta se encuentra ya en la parte

    primitiva de la mezquita de Crdoba, en la obra del siglo viii de Ab-

    derrahman 1, en las mnsulas que sostienen los pilares volados sobre

    los que apovan los arcos altos de las naves. En la cornisa de corona-

    cin de la portada primitiva, construida por Abderrahman I, tal vez

    FiG. II. Decoracin de azulejos de reflejo me-tlico del inihrab de la mezquita de Kairun.Sicjlo IX.

    posterior l, pero anterior al siglo x (figura r.'\ pg. 6)^ en la de la

    fachada del patio, levantada por Abderrahman III en el ao 958 [fig 2. "j

    y en las ampliaciones hechas por Alhakem II y Almanzor Hixem II,

    aparecen con una variante: con la adicin de una faja por .su frente,

    cortando los lbulos rollos, lo que constituye una caracterstica de este

    elemento en el arte del Califato espaol, y que es como se encuentra en

    el prtico que enlaza el minarete con la mezquita de Ibn-Tuln en El

    Cairo {fi, j.").

  • -- 13

    En Egipto, este es un elemento extrao su arte y los que ms

    directamente influyen en l, y prueba el influjo del Califato cordobs,

    que se manifiesta tambin en la forma y proporciones de los arcos del

    cuerpo bajo del minarete y en los del prtico que enlaza ste con la

    mezquita.

    Los ajimeces ventanas gemelas del mismo minarete ifi^. 4")

    FiG. 12. Puerta en el patio de la mezquitade Kairun.

    tienen la forma y proporciones de los de la arquitectura espaola { fi^u-

    ras T ." , 6." y j:' j. Tambin se encuentra algn ejemplo anlogo en laMesopotamia; y en la Palestina en el cubo torre construida en el

    interior de la iglesia de Santa Mara la Grande, aneja al hospital de

    San Juan en Jerusaln [//g. S."), la que debe pertenecer la obra

    hecha por Saladino A raz de la reconquista de aquella ciudad para

    establecer en ella el hospital fundado por l, pues la forma del ajimezse une, en la decoracin de las archivoltas, un influjo bien marcado

  • l.[

    (If la arquitectura romnica de las construcciones levantadas por los

    Cruzados. Hay que tener en cuenta, adems, que Saladino representa

    el periodo ms brillante de la dominacin mahometana del Egipto y la

    continuacin del impulso del Occidente sobre el Oriente musulmn,

    FiG. 13. Detalle de la archivolta de lapuerta de Bab-el-Futuh de El Cairo, dela poca de los Fatimitas. Ao io'3o.

    emprendido por los Fatimitas, extendiendo su imperio la Palestina,

    la Siria y la Mesopotamia.

    Todo esto motiva una penetracin de influjos y de escuelas que re-

    (-uiere un detenido estudio que sale fuera del objeto de esta Memoria yque hasta ahora no haba podido hacerse por faltar materiales para ello;

    pero que los interesantes trabajos publicados, resultado de los viajes yestudios hechos por eruditos viajeros y arquelogos, hacen ya posible,

    aunque falte an mucho por investigar; estudio tanto ms interesante,

    cuanto que hasta ahora no se haba dado la arquitectura mahometana

  • is-la importancia (jue realmente tiene y el Jujear que le corresponde en la

    historia del arte.

    Est profunda y minuciosamente estudiada la arquitectura cristiana,

    en sus dos ramas oriental y occidental, aunque an queden grandes

    FiG. 14. Friso de la base del minarete de lamezquita de Al-Hakem, en 1-1 Cairo, de lapoca de la dominacin de la dinasta Fati-mita, ao 1013, descubierto por Herz liey,Arquitecto y Director de la conservacin delos monumentos de El Cairo.

    lagunas que llenar y muchos y grandes errores que corregir, especial-

    mente en lo que se refiere los primeros tiempos, de los que conti-

    nuos descubrimientos ensean cada paso lo equivocado y falso de

    muchas de las teoras admitidas; pero la arquitectura mahometana

    est sin conocer, y su estudio hace ver lo complejo y ditcil que esunificar las distintas escuelas, por la diversidad de caracteres que

    presentan, aunque tengan ciertos principios y elementos comunes; con-

    secuencia natural y lgica de lo rpida y extensa de su conquista y del

  • l)

    iitlujo directo indirecto i|ii(' piieMos, razas y civilizaciones, totalnitiuc

    distintas, lian ejercido soln\- i'lla, y los (|ue constanteiiiciitc presta recibe en los accidentados perodos de su historia. ( )tro detalle no

    tenido en rumia tampoco, y no menos im|)ortante para el estudio delos primeros sitlos del arte mahometano, en es|)ecial para la debatida

    cuestin del arco de herradura y su empleo en la ariuitectura rabe, es

    el coran de la mezi|uita de Amr, que se j^uarda en la hililioteca delledive en El Cairo, escrito el ao 7^3 de |. C, (]ue seifuramente repre-

    senta las naves tjaleras de una nn'zijuita, y que tal vez reproduce la

    forma de las de la primitiva de Amr (/(iiiiina ,\"l Si este coran est,

    en electo, escrito ilustrado hacia el ao J2^ de j. C, es tal vez el

    monumento ms importante conocido que exista para la historia de la

    arquitectura musulmana, pues en l se halla ya completa la forma de

    las naves de las mezquitas, con arcos de herradura descansando sobre

    columnas, unas con basas v otras sin ellas, y coronadas las arqueras

    por almenas dentadas. En las ilustraciones que lo enriquecen, los arcos

    de las naves son: unos, de medio punto peraltados; otros, de herradura

    muy pronunciada, en la forma y proporciones de los de la arquitectura

    espaola del Califato (ij, y no en la apenas acusada y ligeramente

    apuntada de los de la mezquita actual, que debi reedificarse en el

    siglo X, en los primeros tiempos de la dinasta l'atimita, poca de la

    (1) Dnde est escrito este coran? Porque el que haya pertenecido la mez-quita de Amr no quiere decir que est escrito en Egipto, como no lo estaba en Cr-

    doba el que existi en su mezquita, de anlogo estilo y tamao, y que fu de ella

    arrebatado por Abdelmumen, y al que tal vez pertenezca la parte del coran que,procedente de la mezquita-tumba de Gur-Emir, en Samarcanda, se guarda hoy en la

    biblioteca imperial de San Petersburgo, del que hay la tradicin de que est manchado

    con sangre de Omar. lo mismo que el que se veneraba en la mezquita cordobesa,aunque en ste, segn el Edris, slo haba cuatro hojas de' coran que Umar escribipor su propia mano. Por investigacin hecha en Marruecos por Luis Bigot Valero,

    parece que el coran de la mezquita cordobesa se perdi, por naufragio del barco que

    lo conduca, al regreso de una de las expediciones militares, las que se llevaba como

    ensea y reliquia.

  • Egipto, su.uu \ iii.LMINA III.

    lf-tZL

    "IIIIIIICIID

    J

    Wfl' X ,_.'

    2:'.-.;

    Cva..^^. Xa.

  • 17

    construccin de la parte ms antigua de la de Al-Azhar, levantada en

    el ao 359 de la 1 lgira (969 de J. C); pues una y otra, en su interior,

    en la parte primitiva, pertenecen una misma escuela del arte maho-

    metano, aunque la del Al-Azhar ha sufrido muchas reformas cjue han

    modificado su carcter. Puede cjue su reconstruccin la motivara el

    incendio acaecido mediados del siglo x, que cita el Bayn Almogrib,

    y que destruy la ciudad de Fostat (i).

    Del estudio de los monumentos del Norte de frica y del Oriente

    musulmn, saqu el convencimiento de que la arquitectura del Califato

    de Crdoba se desarrolla con gran independencia de las otras escuelas,

    formndose un arte con caracteres propios, al menos en lo hasta ahora

    conocido, y que en determinados momentos extiende su influjo una

    zona, bastante definida tambin, tal vez hasta la Siria Damascena, con

    la extensin del imperio Fatimita, al que haba precedido ms de siglo

    y medio antes, en 798, la invasin del Egipto por cerca de 15.OOO

    andaluces, con sus mujeres y nios, que haban sido arrojados de Cr-

    doba por Alkaken I, los que se apoderaron de Alejandra en .S 1 5 , de

    donde fueron arrojados en 827. Al salir del Egipto, invadieron la isla

    de Creta, en la que dominaron hasta la reconquista de aquella isla por

    el Emperador de Bizancio, en 961 (2).

    La disposicin de la mezquita de Crdoba es la misma que la de

    otras muchas, por ejemplo, como la de las mezquitas ya citadas de

    Amr en el Viejo Cairo (3), y de Sidi Okba, en Kairun: un patio rodeado

    (1) En el Baj'dn Almogrib dice: Los peregrinos, su regreso (en tiempo deAbderrahman III), anunciaron que un violento incendio haba destruido Fostat, enEgipto, y haba consumido 16.000 casas y habitaciones. (El recuerdo de esta catstrofeno est conservado en el Xochum, ni por Ibn-Alathir.)> Nota la traduccin hechapor F. Fagnan y publicada en Argel.

    (2) Dozy: Historia de los ninsulinanes de Espaa, tomo II, pg. 98 de la versin

    espaola publicada en Madrid en 1877.

    (3) Esta mezquita, que viene figurando siempre como la levantada por Amr enel ao 042 de J. C, es indudable, segn queda expuesto, que no es anterior al siglo x,en que debi reconstruirse.

    2

  • i8

    de prticos naves paralelas, formadas por arqueras, sostenidas por

    columnas aisladas y cubiertas las naves con techumbres de madera. En

    unas y otras, los fustes y capiteles de sus columnas proceden de edifi-

    cios romanos cristianos, coptos bizantinos, en las de Amr y de Sidi

    kba; visigodos, en la de Crdoba. Pero aqu termina la semejanza desus caracteres, y aun en ellos mismos se ven bien los diversos influjos

    que se halla sometido este arte en Egipto, en el territorio de la antigua

    Cartago y en Espaa. La de Crdoba, sin embargo, difiere totalmente

    de las otras como estructura.

    Pero con todos los restos que se conocen de la arquitectura hispa-

    no-cristiana, anteriores contemporneos de la construccin de la mez-

    quita de Crdoba, no podemos formar cabal idea del influjo que pudo

    tener en la formacin del arte del Califato, ni aproximada, de lo que fue-

    ron los templos en que se reunieron los concilios de Toledo y de Elvira

    de la Iglesia cristiana, demolida para edificar la mezquita; y aunque

    sta llene por s sola toda una poca, no basta para conocer el arte del

    Califato; tal conocimiento nada podra completarlo como el hacer exca-

    vaciones en el sitio en que se supona, con bastantes probabilidades, que

    haban estado el palacio y la ciudad de Medina Azzahra, levantados

    por Abderrahman III y Alhakem II, construcciones que, por ser de

    poca conocida y de la ms brillante del Califato, haba de ser de gran

    enseanza, ya que no fuera posible saber con certeza dnde estuvieron

    los de Medina Azzahira, edificados por Almanzor, de los que se supona

    eran las ruinas existentes en la finca llamada de Aguilarejo, ruinas que

    no caba duda de que pertenecan construcciones de la poca de aquel

    caudillo.

    Por esta razn propuse la Academia de San Fernando, que pi-

    diera al seor Ministro de Instruccin Pblica el que se hicieran exca-

    vaciones en los sitios en que se supona deban existir los restos de los

    indicados palacios levantados por Abderrahman III y por Almanzor.

    Recibida la propuesta con verdadero entusiasmo por el Sr. Barroso, Mi-

  • I() -

    nistro de Instruccin Pblica la vez que representante de Crdoba,

    su ciudad natal, pudieron emprenderse las excavaciones, cuyos resul-

    tados han correspondido lo que desde el primer momento se supuso.

    Pertenece la finca, conocida por Crdoba la Vieja, situada al pie

    de la Sierra, y en la que se encuentran los restos del palacio de Medina

    Azzahra, los hermanos y herederos de D. Rafael Molina (Lagartijo),

    por lo que era precisa su autorizacin para hacer las excavaciones, auto-

    rizacin que demor por alcrn tiempo el comienzo de los trabajos. Ms

    facilidad hubo desde el principio en la que se supona haba estado el

    palacio de Medina Azzahira, conocida con los nombres de Aguilarejo,

    el Moroquil Fontanar de la Gorgoja de la Gorgojuela, situada tam-bin al pie de la Sierra, unos tres kilmetros ms lejos de Crdoba queMedina Azzahra. Era esta finca propiedad de D. Gonzalo Fernndez de

    Crdoba, ilustrado Oficial del Cuerpo de Administracin Militar, que

    desde el primer momento prest su concurso con el mayor desinters,

    autorizando que se hicieran cuantos trabajos fueran precisos, sin limi-

    tacin alguna.

    Grandes restos de paredes de cerramiento y defensa del palacio yde sus jardines, de muros de contencin de las tierras de las diversas

    mesetas escalonadas, en las que el palacio y sus dependencias se levanta-

    ban, de cimentacin de partes destruidas y una gran alberca estanque,

    eran claro testimonio de que all haba existido un edificio construido

    en los ltimos aos del Califato, pues el sistema de construccin de sus

    fbricas as lo indicaban. Era creencia generalmente admitida que aque-

    llas ruinas eran las del palacio de Medina Azzahira, levantado por Al-

    manzor; pero estudio ms detenido hace ver que, por su situacin, sonms bien los de la casa de campo que Almakari llama Muniat-Alami-riya (i) {c rcvc, el ensueo de Beni Amir) (2), construida por Almanzor

    (i) Al-Makkari, trad. de D. P. Gayangos, tomo I, pg. 212; tomo II, pg. 21S.

    (2) Traduccin de Ali bey Bahgat, Director del Museo de Antigedades rabesde El Cairo.

  • 20

    no lejos de Crdoba y prxima Medina Azzahra, rodeada de campos yplantaciones, en las que coga cada ao un millar de almudes de cebada

    para mantenimiento de sus caballos. En l tena la cra caballar y una

    fbrica de armas ofensivas y defensivas, de las ijuc producan ms de

    doce mil al ao, empleando en ella considerable nmero de obreros,

    adems de los ocupados en las caballerizas y en el servicio de la finca ydel palacio. Este era el que primero vi.sitaba cuando volva de las expe-

    diciones militares, no descansando hasta despus de haber preguntado

    al encargado de las caballerizas cuntos potros haban muerto nacido

    durante su ausencia, llamando luego al arquitecto para saber si alguna

    parte del palacio necesitaba reparacin. De este palacio parta para la

    guerra, y en l pasaba las pocas ms rigurosas del ao, segn se deduce

    de la obra Bayn .l/iO^rib, en la que dice: El poeta Amr-ben-Abul-

    habbab fu un da ver al primer ministro (Almanzor) en uno de sus

    palacios, llamado Alamiriya, cuando las flores estaban abiertas en los

    jardines; que los valles y las alturas haban revestido sus contornos

    que la fortuna, sometida, reinaba; que la dicha, sujeta, resida en l.

    Dijo entonces estos versos:

    Ninguno de los das que t has vivido puede compararse los que

    t pasas en la Alamiriya, donde se encuentra el agua y la sombra ydonde la temperatura, aun en las estaciones extremas, es siempre

    moderada.

    Esta villa no deja de estar hermosa y ligada siempre la dicha de

    ser, sin interrupcin, visitada por la victoria, de ver llegar enemigos

    vencidos, de no ver alejarse los estandartes sino marchando la vic-

    toria, de no tomar decisiones sino coronadas por feliz resultado.

    La situacin de este palacio concuerda con lo dicho por Alma-

    kari, de que estaba situado cerca de Medina Azzahra; mientras que el

    de Medina Azzahira, aunque dice tambin que se hallaba cerca de

    aquella ciudad, aade que estaba orillas del Guadalquivir, y que sus

    arrabales llegaban hasta los de Crdoba, lo que da idea bastante exacta

  • 21

    de su situacin, que no puede ser en Aguilarejo. Dice D. Pascual Ga-

    yangos en las notas su traduccin de ./makan' (i): Ningn resto

    ha quedado del castillo y ciudad de Azzahira, que Almanzor construy

    imitacin de Azzahra. El Edris no hace mencin de ella, ponjue enla poca en que escriba este gegrafo ya no exista (2). El autor del

    Reyhn7iu-l-kbab dice (jue Azzahira estaba prximamente 1 2 millas

    al Oriente de Crdoba (3). Ibn Jaldn, El Homaidi Ibn Paskual y otros

    escritores que asegura haber consultado, nada dicen respecto de ello,

    y el solo historiador que da algunos detalles es Annowairi. Por l se

    sabe que esta ciudad era tambin llamada Balis (Vlez), y que estaba

    tan cerca de Crdoba, que habiendo ocurrido medio da la rebelin

    de Ahnalidi y el destronamiento de Hixem, era all conocida el mismo

    da. Claro est que esto no da tampoco idea exacta de la situacin,

    pues desde el medio da hubo tiempo de llevar la noticia larga dis-

    tancia.

    La historia del frica y de la Espaa, titulada Bayn A/iiiogrib,dice que Almanzor eligi como emplazamiento un sitio que adquiri,

    llamado Azzahira, notable por sus esplndidos palacios, en un punto

    avanzado sobre el ro de Crdoba, y que comenz la edificacin el

    ao 368 (978 de J. C), para lo que hizo venir artistas y obreros yllevar mquinas considerables, decorando su palacio con un lujo des-

    lumbrador. Instal en l las administraciones y tesoros; estableci gra-

    neros dentro de su recinto y molinos en la llanura, y dio en arriendo

    las tierras prximas, sus ministros, secretarios, oficiales y chambela-

    nes, los que levantaron palacios y casas considerables. Abri tambin

    (i) Nota 28, cap. I del libro VIL

    (2) El Edris se cree que naci en Ceuta en el ao 1 100; proceda de una familiade Mlaga.

    (3) Esta situacin est en desacuerdo con todas las dems, y no es probable queestuviera al Oriente de Crdoba, pues para ello hubiera tenido que estar ro arribadel Guadalquivir, ms all de Alcolea, que slo dista de Crdoba 1 1 kilmetros, situa-cin que parece inadmisible.

  • mercados para las numerosas caravanas, y el pueblo se apresur esta-

    blecerse en este sitio, cerca del Jefe del poder, y los arrabales se unie-

    ron con los de Crdoba. Nada de esto concuerda con las ruinas de

    Aj^uilarejo. Medina Azzahira era no slo un palacio, sino una ciudad

    compuesta de pabellones, palacios y casas de campo, y sus arrabales

    llegaban hasta los de Crdoba; lo ijuc no [odia suceder con el edificio

    construido en Aguilarejo, cuyos arrabales, si los hubiera tenido, podan

    haber llegado hasta los de Medina Azzahra, pero no los de Crdoba,

    tanto por la gran distancia, cuanto porque Medina Azzahra estaba inter-

    puesta entre las dos.

    Lo ms concreto respecto de la situacin de Medina Azzhira es que

    estaba orilla del Guadalquivir y no lejos de Crdoba, pues sus arra-

    bales llegaban hasta los de esta ciudad y cerca tambin de Medina

    Azzahra. En cuanto la distancia Crdoba, hay completo desacuerdo

    entre los escritores, lo mismo respecto de Medina Azzahira que de Me-

    dina Azzahra, lo que indudablemente est motivado por los errores que

    los copistas han ido cometiendo.

    Medina Azzahra, por los vestigios que se encuentran, debi llegar

    hasta lo que es hoy la Caada Real. Crdoba, aunque haya exagera-

    cin en el nmero de habitantes y el de casas que, segn el BaynAhnogrib, eran i 13.000, sin contar las ocupadas por los visires y altos

    funcionarios y 3.000 las mezquitas, es indudable que debi ocupar con-

    siderable extensin, y los restos de cimientos que por todas partes apa-

    recen lo comprueban, debiendo extenderse los arrabales y las casas de

    campo, en especial hacia Occidente, siguiendo la vega y la margen dere-

    cha del Guadalquivir, y Medina Azzahira debi estar hacia el sitio que

    designo en el plano con los nmeros i y 2 (aminas i." y 2.").

    La situacin del edificio que existi en Aguilarejo, al pie de la Sie-

    rra, hace que la temperatura sea menos extremada que en la llanura,

    sobre todo en invierno, resguardada como est de los aires del Norte;

    lo que tambin conforma con lo dicho en el Bayn Almogrib^ de que

  • Akii i)i;i. Cai.ii Aiu dic Crdoiia, si(.;l
  • gs

    "..A.V

    _I

    -O

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    Ull_io

    o

  • 23

    la temperatura, aun en las estaciones extremas, era siempre moderada

    en Alamiriya (claro que hablando en sentido relativo).

    Ocupaba este palacio una extensin de cerca de cuatro hectreas,

    al pie de la Sierra, unos nueve kilmetros de Crdoba, y tres ms

    distante de sta que Crdoba la Vieja Medina Azzahra. Para su cons-

    truccin comenzaron por allanar y nivelar el terreno, dividindolo en

    cuatro mesetas horizontales escalonadas {lmina y." ), cercndolo con

    tuerte muro, que en parte se conserva. Este {/mijia ():\fii^. i." ) se com-

    pone de un zcalo de tres cuatro hiladas de cantera, sobre el que se

    levanta el resto del muro de fbrica mixta, formado por pilares cade-

    nas de sillera, alternando con tapiales de hormign. Gruesos muros,

    tambin de cantera, sirven para contencin de las tierras de las mese-

    tas plataformas, y probablemente sobre ellos se levantaran los muros

    de defensa. En la ltima meseta estaba el palacio, cuya planta ha podi-

    do en gran parte completarse, y que se compona de uno ms patios

    rodeados de estrechas crujas {/amina j." ).

    El cuerpo central del palacio (/>'-. 75) tiene gran regularidad en su

    distribucin: lo componen tres crujas paralelas, dec^ry,o .../, igual ancho, cruzadas por dos paredes de traviesa,

    ' ^^ "'^" '"^ que lo dividen en habitaciones cuadradas en sus

    ^ I ' extremos, unidas por otras rectangulares, y proba-

    ^^^^^^jJ blemente estuvieron cubiertas con bvedas badasPj^ j, aqullas y de can seguido cilindricas stas.

    Flanquean este cuerpo central, uno y otro lado,

    otros dos, prximamente de igual extensin {lmina 5."), pues lapequea diferencia de longitud es slo de 45 centmetros, diferencia

    que casi puede ser error de replanteo. Delante de este cuerpo central

    hubo una terraza calle, pavimentada con gruesas losas de piedra, en

    la que desembocaran las escaleras rampas de bajada los jardines los edificios que existieran en las otras mesetas. uno y otro ladode este cuerpo central se extienden largas y estrechas crujas, que, por

  • - 24

    su forma y dimensiones, parecen haber estado destinadas las caballe-

    rizas; y confirma este destino, el (ue las del lado de )riente estn aisla-

    das del resto del edificio, y las habitaciones por las que tienen el ingreso

    (./. /)'., lmina 1-"), pavimentadas con sillera T cantera ordinaria,

    como los patios y la terraza, en Iiiyar de estarlo de mrmol, como las

    otras. Elstas habitaciones de ingreso tienen, adems, bancos d

  • J

    Azzahra, en los ltimos aos del reinado de Alhnkem, lo niisnio (jue

    en la mezquita de Crdoba; en la (ue, en la ampliacin hecha por ste,

    comienza con un despiece irregular en la cantera y con sillares de gran-

    des dimensiones (//s,'- 2.", /w/na S."), continuando luego, ya muy avan-

    zada la obra, con c] nuevo sistema que haba ya sido empleado en po-

    cas anteriores, pero no de una manera regular, no llegando su forma

    caracterstica de la construccin del Califato {/Vg, y.", amina 8." ), y (ue

    no tiene de comn con la de los otros pueblos ms que el origen del prin-cipio constructivo, hasta la poca de Hixem II Almanzor, y termina

    con ella, abandonndose, aunque no por completo, tal vez por lo cos-

    toso y porque haca preciso en la cantera enorme personal, que sera,

    en gran parte, prisioneros cristianos, (jue haban de faltarles con la cada

    del Califato, con la que Crdoba perdi su importancia. Paladio dice

    que en esta forma estaban construidas las murallas de aples; pero es

    tan conciso, que no resulta claro si se refiere al despiece de la cantera

    en la forma del dibujo que acompaa, al sistema mixto de paramen-

    tos y cadenas de cantera con cajones de mampostera (i).

    Pocos son los restos de ornamentacin encontrados en Alamiriya,

    pero en ellos se ve tambin un cambio en la manera de tratar el ornato.

    Las paredes, aunque construidas de sillera perfectamente labrada, lo

    mi.smo las de fachada que las de distribucin, estaban, sin embargo,

    interiormente al menos, guarnecidas de estuco con un zcalo de 0,50

    metros de altura, de color rojo con fajas horizontales blancas, y en algu-

    (i) Andrs Paladio: Los cuatro libros de arquitectura; Venecia (1570), cap-tulo X. Del modo con que los antiguos construyeron los edificios de piedra. De pie-dra cuadrada se ven paredes en Roma, donde estaba el foro y templo de Augusto, enlos cuales trababan los sillares menores con otras filas de piedras mayores. D. Joseph

    Francisco Ortiz y Snz, en su traduccin al espaol, pone una nota que dice; Equi-

    vocse Paladio. Estas piedras existen hoy da y son todas iguales, como la trabazn

    pide y demuestra la figura.Paladio dice luego, refirindose la figura: De esta estructura se puede decir

    son tambin los muros antiguos de aples. En lo que hay la duda, que quedaindicada, de si se refiere al aparejo de la cantera al sistema mixto de construccin.

  • Arte del Cai.u ato ue Crdoba, siglo x. Lmina X.

    I'^. 3. 4 y 5- Fragmentos de decoracin en mrmol blanco, del palacio de

    Alamiriya.- 6 y ;. Vasijas de barro ordinario encontradas en las ruinas del

    mismo palacio.

  • .^1

    nos i)untos con decoracin pintada inscripciones, de las que slo que-

    dan pequeos fragmentos, con los que no es posible completar el ms

    pequeo detalle. De la misma clase de estuco y de color rojo estaba

    guarnecido el estanque, lo que todava alcanz ver Pedro Daz de

    Rivas en los de Medina Azzahra (i), estuco que tena en aqul por

    objeto, adems de decorarlo, el de evitar las filtraciones por las juntas

    de la cantera y por las grietas de la roca natural, en parte utilizada.

    Los pavimentos, aunque slo se ha encontrado uno completo, se

    ve por las seales y restos que an quedan, que eran de mrmol rojo

    blanco, en tajas paralelas y losas rectangulares. Las habitaciones A yB del plano [/amina

    -i.")^ que por excepcin estn pavimentadas con

    gruesas losas de piedra, deban ser las de ingreso las caballerizas

    cuerpo de guardia, juzgar por los asientos, tambin de piedra, que hay

    en ellas.

    Un trozo de pequea columna decorativa de mrmol con capitelcorintio y leyenda en el abaco en caracteres cficos, dos reducidos tro-

    zos de fajas decoradas, una voluta de capitel compuesto y un pequeo

    trozo de friso de pila de una fuente, todos de mrmol blanco {ami-nas 10 y fig. 5." de /aj^), son los nicos restos de ornamentacin encon-

    trados, correspondientes tres maneras distintas de tratar el ornato. Uno

    (figura ^.'^, lmina 10), tratado la manera bizantina visigoda, con

    la adicin de un cordn, anlogamente algunos trozos de ornamenta-

    cin de la arquitectura toledana de la mi.sma poca; otros (fi-g. J.'^), con

    el ornato tratado la manera propia del arte del Califato, cuando fun-

    didos los influjos de su perodo de formacin toma carcter propio; pero

    los dos de ms inters son la voluta de capitel compuesto (fig. i.'^, l-uLiua 10) y el trozo de friso, al parecer de taza pila de una fuente

    (figura 5.^, /amina jj). La voluta est decorada con pjaros y una

    (i) Pedro Daz de Rivas dice, refirindose Medina Azzalira: Hlanse unascisternas labradas modo de albercas y balsas de agua, que ellos tenan lustradas porcima con un betn colorado.

  • cabeza de len, y el trozo de friso, que es de lo ms finamente labrado

    de lo encontrado hasta ahora, con draj^ones, de los que slo (]uedan las

    cabezas. El resto del capitel estara decorado con pjaros i'i otros anima-

    les, como el que de la misma poca existe en Crdoba en la (ue fu

    casa solariega de la familia del Gran Capitn Gonzalo de Crdoba.

    De los cinco trozos de ornamentacin, nicos encontrados en Alami-

    riya Aguilarejo, dos estn decorados con representaciones de seres

    animados, mientras que en la gran cantidad hallada en Medina Azzahra

    slo lo estn dos; pero es evidente cjue el empleo de figuras de anima-

    les reales fantsticos en la decoracin debi emplearse bastante en el

    arte del Califato, al menos en la arquitectura civil. Hay que tener en

    cuenta que no todas las sectas y escuelas musulmanas fueron igual-

    mente guardadoras del precepto tradicin que anatematiza el repro-

    ducir los seres animados; pero es lo cierto que, en Espaa y en todo el

    Occidente, esas representaciones son siempre casos aislados y excep-

    cionales.

    En la mezquita de Crdoba no hay un solo ejemplo (i); aunque

    hay que distinguir tambin, lo mismo en el arte mahometano que en

    el cristiano, la arquitectura religiosa de la civil profana. En la misma

    Persia, en donde seguramente se guard menos el precepto, y de

    donde tal vez la representacin de seres animados se extendi los

    otros pases del mundo mahometano, no se encuentran en las mezqui-

    tas (2). Gurdanse en las bibliotecas numerosos ejemplares de libros

    persas y rabes de todas las escuelas, ilustrados con figuras de anima-

    les reales fantsticos con asuntos referentes la leyenda, la histo-

    ria al asunto de que el libro trata, y, sin embargo, no he visto un .solo

    coran decorado con ellos; as es que no es de extraar que no habin-

    (:) Los leones que hay en la capilla de San Fernando son de poca cristiana ypertenecen la decoracin hecha en tiempo de I-)on Enrique.

    (2) El retrato del Califa .^l, yerno de Mahoma, que est pintado en la mezquitadel Shah Ismael en Ispahan, en Persia, es un caso excepcional.

  • 3.^

    dolos en la mezquita se encuentren en los |>alaci.s levantados en la

    misma poca, sabindose, adems, por el testimonio de los escritores

    rabes, c]ue en Medina Azzahra haba dos fuentes, una decorada con

    bajorrelieves con fii^ui as humanas y otra con representaciones de ani-

    males, ejecutados alj^unos en los talleres de Crdoba por orden del

    mismo Abderrahman, y, adems, la estatua de Zahra, la que tal ve/,

    pertenezcan el pie o la mano de mrmol blanco encontrados entre los

    escombros de aquel palacio [imiiia ,s), los que pertenecan dos bajo-

    rrelieves, con figuras de mujer de ms de la mitad del tamao natural,

    y se conoce que han sido de objetos distintos en que es diferente la

    clase de mrmol en que estn ejecutados.

    Las Iiiniiiias ii y 12 r->uestran el resultado de las excavaciones en

    el palacio de Alamiriya y su situacin al pie de las ltimas estribacio-

    nes de la Sierra. La vista de la lmina i i est tomada de Oriente

    Poniente y la de la i 2 la inversa.

  • X

    Eca

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    C'3

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  • y,

    Que agora conviene proseguir, como lo que hizo Marcelo fu, que hallando Cr-doba edificada de muy antiguo, aunque no muy principal ciudad en edificios y pobla-cin, la quiso edificar de nuevo tan suntuosa y de tanta magestad, que fuese bien ca-

    paz de la grandeza soberana que poco despus vino tener. Y prubase el haber edifi-cado de nuevo Marcelo toda la ciudad, y en el sitio de Crdoba la Vieja, por muchasrazones. Lo primero porque el sitio es perfectamente quadrado, as que se ve como lo

    esquadraron por cordel con mucho cuidado. Tras esto es de mucha consideracin vercmo el quadrado se tom al dos tantos con gran igualdad. Porque yo he medido todoel sitio con cordel, y hallando por el frente dos mil y quatrocientos pies, hall por el

    lado lo largo quatro mil y ochocientos. As, vena atener toda la ciudad por lo largo

    dos mil y quatrocientos jiasos de los comunes de dos pies, y por lo ancho mil y dos-

    '^ntos. Y si alguno le pareciere pequeo este sitio para tanta grandeza y magestadla que Crdoba luego tuvo, ha de entender cmo esto era solamente lo cer-

    '

    fuerte de la ciudad, y que fuera habra grandes arrabales, y tambin la cerca! un lado dos tres cerros, con que se haca mucho ms extendida habita-

  • 1>7

    y con una crtica y un juicio muy acertados, fijaba ios caracteres de

    las contrucciones que en Crdoba la Vieja existan, como pertenecien-

    tes la poca de la dominacin mahometana; dice que fu su autor e!

    rey Abderrahman III, que comenz reinar el ao 915, opinin que

    siguieron lue^^o otros, como el Padre Ruano, que en su Ilisoria general

    de Crdoba, publicada en 1760, combate tambin la opinin de Mora-

    les, lijando, con igual precisin, la poca de las murallas y edificios

    existentes, que dice, tambin acertadamente, ser obra de Abde-

    rrahman 111.

    Don los Antonio Conde, en su Historia de la dominacin de /os

    rabes, trae nuevamente la memoria el recuerdo de la suntuosa obra

    de Abderrahman y de Alhakem, pero situndola, no en Crdoba la

    Vieja, al pie de la Sierra, sino orilla del Guadalquivir, cinco millas

    ms abajo de Crdoba, en un sitio en que, por la frescura y amenidad

    del lugar, por sus alamedas y espeso bosque, sola An-nassir pasar las

    cion . . . Tiene tambin este sitio en medio de todo l al justo otro cuadrado alto y muyallanado y subido para esto por la parte baxa de la ladera, y debi ser sin duda la plazaprincipal de la ciudad, y por esto se puso en medio della, y se igual tan costosamentepara la llanura. Porque el sitio todo de tal manera est en la misma falda de la Sierra,que toma una parte de b ladera y alcanza tambin buen trecho de lo llano, tendindo-se lo largo deOriente Poniente y teniendo lo ancho de Septentrin Medioda. Tam-

    bin tubo en las quatro esquinas del muro quatro torres mucho ms principales que lasotras muchas que haba entre stas, cuyos fundamentos muestran bien su grandeza

    y niagestad. Todas estas medidas y correspondencias tan justas y cuidadosas son ver-daderamente de fbrica Romana, y no de nuestros ."Xudaluces, que no tenan entonces

    esos primores ni advertencias en el edificar. Son tambin de hombre que se desvelabamucho en su fbrica, y con mucha atencin y cuidado haca buen sobrestante en ella.N todo parece cosa propia de Marcelo. . . Vese tambin all otra cosa, que por su partemuestra ser fbrica Romana todo lo de aquella ciudad. Por medio del lado de lo largoque va por lo llano y mira al Medioda, parece habra puerta principal, y sale della uncamino bien ancho y va de trecho de trescientos quatrocientos pasos, empedradode grandes sillares hasta un cerrito redondo no muy alto, donde se ven grandes ras-tros de algn soberbio edificio y de gran magestad. Yo creo fu algn templo muyprincipal, pues mereci camino tan suntuoso. . .

    Ambrosio de Morales; Las antigedades de las ciudades de Espaa. Madrid, 1792.(Pginas 31 y siguientes).

  • .^^

    1. "..coradas de primavera y de otoo (i). Kl estudio de las ohias de

    .scritores nnisulniancs abri ms amplios horizontes la investij^a-

    cin, especialmciiti^ la liisloria de Almakari, Iraducida por 1). I'asciial

    Ciayantfos para la Sociedad Asitica do i.ondres y publicada en iN^o

    y 4 V. y la descripcin que hace del palacio y ciudad de Medina Az-

    zahra coincide con la de la Historia de frica y de la Espaa, titulada

    el liaviin .l/iiioa^rib, cjue ha sido traducida y anotada por E. Fagnan y

    que se ve est basada en las mismas fuentes que la de Almakari.

    Por ellas no caba duda respecto de su situacin. Medina Az-

    zahra, dice Almakari, estaba situada al pie de la montaa y en la

    planicie que se extiende hasta Crdol)a, la distancia de tres millas de

    los lmites de esta ciudad {i), y aade que Ibn-Jalikn, en las bio-

    grafas de hombres ilustres, en la de Almotmid-ben-Abbad, rey de

    Sevilla, ha dado las dimensiones de la ciudad de Azzahra. l^sta era,

    dice, una de las ms esplndidas, ms renombradas y magnificas cons-

    trucciones que hayan hecho los hombres. Midi', agrega, 2.700 codos

    de largo de Este Oeste, y de Norte Sur unos 1.700; el nmero de

    columnas empleadas en la construccin es de 4.300 y el de puer-

    tas 15.000.

    El historiador Ibn Hayyan, dice Almakari, hace una minuciosa

    descripcin de aquella magnfica ciudad y de los materiales empleados

    en ella. May que observar, aade, que este notable historiador recibe

    la informacin de boca de Ibn Dahin, el que la recibi de INIosIemenu-

    ben-Abdala, arquitecto y gemetra que vivi en el reinado de An-

    nassir, el que empez la construccin del palacio v ciudad de Azzahra

    el ao 325 de la Hgira (936-7 de I. C.j, continundose en los veinti-

    cinco aos de su vida y en los de su hijo y sucesor Alhakem II (3). El

    (1) Don Jos Antonio Conde: Historia de la dominacin de los rabes en Espaa.id, 1820 y 21.

    Traduccin citada de . Pascual Gayangos.dem id.

  • .y

    palacio estaba ya terminado la muerte de Abderrahman III; pero su

    hijo continu levantando considerables adiciones para alojamiento de la

    corte y acuartelamiento de las tropas, adems de los jardines de recreo,

    baos, fuentes y acueductos para la trada del a^ua de la Sierra, con tal

    suntuosidad y ri(]ueza, que cuantos la visitaban en los das de Alhakem,

    cuando ya la nueva poblacin estaba terminada, decan no haber otra

    semejante en los vastos dominios de Islam.

    De la importancia y extensin de Medina Azzahra puede dar idea,

    ms que las medidas transmitidas en las descripciones de los historia-

    dores musulmanes, veces contradictorias y de dudosa interpretacin,

    el nmero de personas que dicen estaban al servicio del Califa. Estos,

    segn aquellos historiadores, eran 6.300 mujeres, entre concubinas,

    criadas y sirvientas de todas clases; 3.750 pajes y esclavos y 12.000

    hombres de guarnicin, lujosamente vestidos; y en otro pasaje de Al-

    makari, despus de describir los jardines, las construcciones para alo-

    jamiento de la guardia y los magnficos palacios de recepcin de todos

    los altos funcionarios del Estado, menciona la multitud de soldados,

    pajes, eunucos y esclavos de todos pases y religiones, suntuosamente

    vestidos con trajes de seda y de brocado, paseando por las anchas ca-

    lles de la ciudad; y la muchedumbre de jueces, katibes, telogos ypoetas, circulando con respetuosa gravedad travs de las magnficas

    salas, espaciosas antecmaras y amplios patios del Alczar; aadiendo

    que el nmero de sirvientes varones en el palacio se calculaba en 3.730;el de mujeres de todas clases, comprendiendo el harem del Califa y sir-vientas, ascendan 6.314; los esclavos, pajes y eunucos, 3.350, no

    faltando, dice, autores que hacen subir el nmero de esclavos y servi-dores empleados en el palacio y alrededor de l 6.0S7; y D. Pascual

    Gayangos, en las notas que acompaa, dice que un manuscrito espaol

    de su propiedad los hace ascender 12.000 (i).

    (i) Traduccin al ingls de Almakari, por D. Pascual Gayangos, edicin deLondres de 1S40 y 1843.

  • 40

    Y t i\ esto se agregan los obreros independientes del servicio dela, los comerciantes y el gran nmero de personas empleadas en la

    iiuiltitud de servicios (|ue necesariamente tiene un ncleo de poblacin

    de esa importancia, no podr parecer exagerado el suponer en cerca de

    ,^0.000 almas las que deban haMtnr aiiucUa ciudad, sea casi la mitad

    de la actual poblacin de Crdoba.

    V no puede haber diticultad en admitir esas cifras, auntiUL- parezcan

    exageradas, si se tiene en cuenta, adems de los i 2.000 hombres de

    guarnicin, la vida de las cortes orientales \ I,i multitud de personas

    que rodean viven la sombra del Monarca, ms menos afectas suservicio, como sucede hoy en la corte del Shah de [-"ersia. Lo que

    oblig Alhakem ampliar la mezquita de Crdoba, fu el ser insufi-

    ciente para contener las personas que habitaban el Alczar. En la corte

    de Constantinopla, dice Libiano que la nube de aduladores, eunucos,

    sacerdotes, esclavos, concubinas, etc., era ms numerosa que las mos-

    cas en esto; y para mantenimiento de los de la antigua corte de Persia

    haba que degollar cada da, segn Herclides de Cumos, un miliar de

    bueyes, asnos y ciervos, y en el palacio que el califa Moezz, de la dinas-

    ta de los Fatimitas de Kairun y fundador de El Cairo, levant en esta

    ciudad, slo en la parte del Este, su residencia personal, de sus mujeres

    y .sus hijos, los esclavos, eunucos y servidores, dice Makrisi que se con-

    taban por millares.

    Medina Azzahra se compondra del palacio, con el harem, el serrallo

    y las construcciones destinadas los servicios administrativos y econ-

    micos con todas sus dependencias, la mezquita y los jardines, situado

    todo un extremo de la poblacin, en la parte ms elevada, y fortifi-

    cado, no slo el recinto general, sino cada uno de ellos, especialmente

    el harem; y fuera de la parte destinada al Califa estaran levantados los

    ^ems edificios extendidos por la planicie, uno varios lados del re-

    de aqul, pero sin rodearlo; y esto explicara los restos de cimen-

    ?ue se encuentran en el llano, gran distancia de los del palacio.

  • Arii; 1)11. Cai.iiak) di C'kiioiia, si(;lo x.

    ul, -In'ii.lnln

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    un plano A' Y de los

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    ciudad de Medina Azzahra, y proyeccin sobre

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  • 41

    Esta disposicin es aproximadamente la (|iic da Annouairi: Az-

    zahra, dice, se halla tres millas de Crdoba, en la ladera de la monta-

    a. Estaba dividida en tres partes: la prxima la montaa, habitada

    por el Califa, que tena en ella sus palacios, jardines, etc.; en otra resi-

    da la servidumbre y lo.s eunucos del Califa y una guardia compuesta de

    I2.000 hombres, esplndidamente vestidos, y la tercera la formaban los

    jardines y sitios de esparcimiento y de recreo.

    Pero lo ijue da ms clara idea del palacio, es la descripcin que hace

    el Edris, cuya exactitud comprueban los restos existentes. Zahra, dice,

    subsiste todava con sus murallas y los vestigios de .sus palacios, y est

    habitada por un pequeo nmero de individuos y sus familias. Era una

    ciudad considerable, edificada en pisos, ciudad sobre ciudad; de modo

    que la superficie de la ciudad superior era paralela los techos de la

    de en medio, y la superficie de sta los techos de la inferior. Todas

    tres estaban rodeadas de muros. En la parte superior existan palacios

    de tan gran belleza, que es imposible describirlos. En la parte media

    haba jardines y verjeles, v en la baja las casas y la gran mezquita.

    Hoy esta ciudad est en ruinas y punto de desaparecer (ij. En

    las ruinas se ve claramente este sistema escalonado del palacio, cons-

    truido en antiteatro en la ladera de las ltimas estribaciones de la Sierra

    [/iii/iias /,% /_/ v li). La descripcin de Ambrosio de Morales {Nota de

    hi f^^ifia^f;), aunque errnea y absurda respecto del origen y poca de

    las construcciones, es de gran inters en cuanto al trazado de la planta,

    que an alcanz ver. Segn ella, el palacio, sus dependencias y la ciu-

    dad ocupaba una superficie rectangular cuyo lado mayor era doble del

    menor. El primero, sea su largo, que iba de E. O., tena, segn l,

    4.800 pies 1.334,40 metros y el segundo, ancho, 2.400 66- ;

    metros de N. S. El recinto estaba cercado por fuerte muralla guar-

    (i) Description de VAfrique et de VEspagne, par Edrisi. Publie par R. ozy et.M. J. de Goeje. Leyde, i86fi. Descripcin de ia Espaa, por Abd-.Alla-Mohamed-cl-Edrisi. Versin espaola por Antonio Blzquez, igoi.

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    n do contrafuertes, y tena cuatro grandes torreones en los ngulos.

    l"na ;uicha calle, pavimentada con gruesas losas de piedra, corra

    por c! lado de Medioda y daba acceso la mez(]uita, construida en

    una gran plaza meseta situada en la parte central del recinto y elevada

    sobre la llanura; fuera del recinto fortilicado se extendan el resto de la

    ciudad y sus arrabales.

    Esta descripcin est de acuerdo con la que hace el Edris, con la

    de Pedro Daz de las Rivas, que an alcanz ver en pie gran parte de

    ello, y con lo descubierto en las excavaciones, vindose perfectamente

    la situacin de la gran plaza, la de la calle pavimentada de gruesas losas

    de sillera, que corra de E. ()., y la de las murallas, que cerraban uno

    de los recintos por el N. y S. Las que no resultan comprobadas .son

    las dimensiones que da al palacio y la ciudad; pero esto no puede an

    asegurarse de manera cierta, hasta que puedan lijarse con precisin los

    lmites de su recinto.

    Respecto de la riqueza, los viajeros que lo visitaban, los prncipes,

    embajadores, comerciantes, peregrinos y poetas, decan no haber vistonada en el mundo que superase al esplendor, la suntuosidad y la exu-

    berancia de riqueza del palacio, con sus techumbres de ricas maderas

    de prolijo y delicado trabajo, los revestimientos de mrmoles y alabas-

    tro de sus paredes, sus puertas y adornos de marfil, bano, plata y oro

    y los pavimentos de sus tarbeas, enlosados de mrmol con diferentes

    alicatados artificiosos cortes, cuya exactitud han puesto de manifiesto

    las excavaciones, apareciendo los pavimentos tal cual estn descritos.

    La mezquita era de tan extraordinaria belleza, riqueza y elegancia,

    que aventajaba la gran mezquita de Crdoba (i). Pero todo supe-raba la llamada sala de los Califas. El techo de esta sala era de oro yslidos, pero transparentes bloques de mrmol de \arios colores, y las

    ( ) Hay que tener en cuenta cjue cuando esta me/quita se construy no estabahecha en la de Crdoba la ampliacin de Alhakem, ni, por lo tanto, el mihrab

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