arte abstracto. 101 años

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DOMINICAL 05.06.2011 EL HERALDO REVISTA # 1478 NéSTOR MARTíNEZ CELIS | Claves para comprender el arte abstracto |08 IVáN BERNAL MARíN | La obra de Manuel Hernández vista por Eduardo Serrano| 10 101 años del arte abstracto

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Revista Dominical de El Heraldo. Sobre los 101 años del Arte Abstracto.

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Page 1: Arte abstracto. 101 años

1 | REVISTA DOMINICAL | 05.06.2011 | EL HERALDO

DOMINICAL05.06.2011EL HERALDOREVISTA # 1478

NéSTOR MARTíNEz CELIS | Claves para comprender el arte abstracto |08IVáN bERNAL MARíN | La obra de Manuel Hernández vista por Eduardo Serrano| 10

101 años del arte abstracto

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REVISTA DOMINICAL # 1478 | [email protected]

Director ConsejeroJuan b. Fernández Renowitzky

GerenteElaine Abuchaibe Auad

Editor GeneralErnesto McCausland Sojo

Jefe de RedacciónRosario borrero

Iván bernal MarínJoaquín MattosEduardo Márceles DaconteNéstor Martínez CelisDiego Marín Contreras

Edición, Selección de Textos e Imágenes Martha Guarín [email protected]

Coordinador de DiseñoFélix Antonio Mejía [email protected]

Director de ArteFabián Cá[email protected]

En portada: obras de María Isabel Castro, Osby Cujía y Walbert Pérez.

Imágenes: Nicolás Avendaño, Iván Bernal, Mario Cocchi, AP y AFP.

SECCIONESOpinión, por Joaquín Mattos Omar

Opinión, Diego Marín Contreras

Artes plásticas, por Néstor Martínez Celis

Analísis, por Eduardo Márceles Daconte

Artes plásticas, por Néstor Martínez Celis

Otra expresión

De lo auténtico a la impostura

Decálogo a la vista

La cuota caribeña

Guía para principiantes

Según el escritor argentino, el arte abstracto suele ser expresión de espíritus angustiados.

En este oficio no todos son virtuosos: el arte abstracto se presta para la farsa .

Imágenes y explicaciones de consagrados en el terreno de la abstracción.

Orgánicamente, el Caribe es figurativo. Pero hay toda una pléyade de artistas que van en contravía.

No se requiere ser un experto para comprender y deleitarse frente a la propuesta abstracta.

Entrevista, por Iván Bernal MarínUna mirada a Manuel HernándezEduardo Serrano analiza la obra y los símbolos enigmáticos del gran abstraccionista colombiano.

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Escriben en este número

En este racional mundo, de un realismo que raya en lo hiperreal, las formas abstractas se enfrentan a la incomprensión, y están alejadas de la contemplación del grueso público. Esta acuarela de 1911 del ruso Vasily Kandinsky, catalogada como la primera pintura abstracta en la historia, marcó el inicio de una expresión plástica. En 2010 se celebró oficialmente la centenia. No hay razón para discutir si son 100 o 101. Lo importante es analizarlo, cerciorarnos de que sirve para nada y para mucho.

íNDICE LA LETRA y LA hERIDA

Sábato y las noches no figurativasPor Joaquín Mattos Omar

Es una realidad

Fotografía de Mario Cocchi, tomada de ‘El Clarín’, edición digital.

Juan Pablo Castel, un pintor oscuro y angustiado, fue el personaje literario más famoso en la obra de Ernesto Sábato, quien en sus últimos años se dedicaría a la pintura.

Un simple espectador de obras de arte –como es el caso de quien esto escribe, quien

desde ya advierte al lector que ésta es la nota de un ‘amateur’ en el tema–siente y observa que de-trás de cuadros (para mencionar algunos de los que en particular suelo frecuentar) como El sueño de la razón produce monstruos, de Goya; o, más todavía, El grito, de Edvard Munch, hay eviden-temente un espíritu oscuro o angustiado, o ambas cosas. ¿Pero cómo podría uno pensar que la angustia o algún sombrío y pato-lógico estado profundo del alma es lo que movió los pinceles en obras como cualquiera de la serie Composición, de Piet Mondrian?

Pues así es, si hemos de creerle a Ernesto Sábato, el gran escritor argentino fallecido el pasado 30 de abril, quien estuvo dedi-cado por completo a la pintura durante los últimos años de su vida y cuyo personaje literario más famoso, Juan Pablo Castel, es un pintor ciertamente oscuro y angustiado.

En efecto, en un breve ensayo titulado El arte abstracto, y con el cual se cierra su misceláneo libro El escritor y sus fantasmas, Sábato comenta las tesis del historiador y teórico del arte alemán Wilhelm Worringer y de su “epígono” (así lo llama) el filósofo inglés T.E. Hulme, acerca de la relación entre la abstracción y el naturalismo en las artes plásticas, tesis que no viene al caso reproducir aquí. Porque lo que me interesa es citar una de las cuatro “causas del arte abstracto contemporáneo” que personalmente propone Sábato a propósito de las afirmaciones de Worringer y de Hulme.

Se trata de la cuarta. Señala

Cuando la leí por primera vez, hace muchos años, esta tesis me impresionó mucho, porque ofrecía una explicación sobre el arte abstracto que a uno pudiera resultarle paradójica, pero que también encuentra muy razonable. ¿De modo que el arte abstracto es una expre-sión inversa y no directa de los estados psicológicos? ¿De modo que ese universo simple, puro, inmutable, inmóvil, que carac-teriza por igual al platonismo y al arte abstracto (pienso, repito, en las “composiciones” de Mondrian, en este instante las estoy viendo), y que uno tiende a pensar que es el súm-mum de lo frío y de lo inerte, constituye, por el contrario, la válvula de escape de un alma caótica y atormentadamente sensible? Tiene lógica. ¿Será por eso que las noches oscuras, cerradas, que borran todas las formas del mundo visible (y que podríamos llamar por eso “noches no figurativas”), nos infunden cierta paz interior?

en ella el autor de Sobre héroes y tumbas: “La crisis de nuestro tiempo ha puesto nuevamente al hombre a la intemperie, metafísicamente hablando. El derrumbe de la civilización bur-guesa y racionalista lo enfrenta dramáticamente a un nuevo caos, y en medio de la catástrofe, se aferra a un Orden Geométrico”. Y agrega a continuación: “Los espíritus angustiados tienen a menudo la tendencia a buscar en la claridad y seguridad de una organización matemática un sistema de coordenadas al cual

aferrarse y en el cual encontrar la calma que su desorden inte-rior les niega. Ya sostuve que el platonismo sólo podía haber sido imaginado por hombres demasiado preocupados por las pasiones de su cuerpo y de su alma. El platonismo de Sartre en La náusea no tiene otro origen, como tampoco es posible explicarse de otra ma-nera que espíritus tan román-ticos, oscuros y expresionistas como Mondrian, Kandinsky y Vantongerloo hayan derivado hacia el arte abstracto”.

Omar Rayo

Manolo Vellojín

Willen De Kooning

Marco Ospina

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ARTES pLáSTICAS Claves para comprender el arte abstracto

Fotografía de Nicolás Avendaño que transmite sensaciones asimilables a una acuarela del suizo Paul Klee.

Mirar un atardecer en Córdoba remite a la paleta de colores del célebre ruso Wassily Kandinsky.

Observar la naturaleza puede ser el inicio para entender al expresionista abstracto Pollock. Foto: Nicolás Avendaño.

Para comprender el arte abstracto no se necesita un gran bagaje filosófico ni dominar complejas

teorías estéticas; solo basta abrir la mente, reorientar la mirada y disponer nuestra sensibilidad a flor de piel. Muchas veces nos perdemos de disfrutar algunas cosas de la vida por estar enfras-cados en unos pocos pensamien-tos dogmatizados. Otras veces dejamos de conocer maravillas de la naturaleza por estar siempre mirando los dos o tres objetos que nos creen interesar. Y, a veces, desaprovechamos el deleite de exquisitos placeres por estar atascados en monótonos hábitos y rancias costumbres.

Para acercarnos y disfrutar el Arte abstracto solo necesitamos un pequeño cambio de actitud y

Claves para comprender el arte abstractoPor Néstor Martínez Celis

Sólo necesitamos un pequeño cambio de actitud y mirar las obras de arte con un toque de imaginación. Si conoce la trayectoria del autor es posible que las observe según esos criterios, pero usted tiene libertad para volar.

mirar las obras arte con un toque de imaginación.

Si usted alguna vez ha contem-plado una puesta de sol, sin darse cuenta en algún momento ha dejado de ver el mar, la playa y cualquier otra forma, para fijar la mirada en los colores del cielo, en la asombrosa combinación de naranjas, amarillos, rosas, ocres, violetas, azules, malvas y otras tonalidades. Por minutos o segun-dos, termina abstrayéndose de la

realidad circundante para gozar del espectáculo de la encendida paleta de colores de la naturaleza. De aquí a la comprensión de las pinturas líricas de un Kandinsky solo hay un paso.

Si usted ha volado en avión sobre una zona ricamente cultivada y se ha quedado absorto contemplan-do una diversidad de rectángulos y franjas de tonalidades verdes de acuerdo a la cantidad de parcelas sembradas, estaría usted muy

cerca de admirar también las acuarelas de Paul Klee y hasta las geometrías suprematistas de Kasimir Malevich.

Si alguna vez ha acercado la vista a un nido de pájaros y se ha quedado observando la enrevesada combinación de ramitas, pajitas, raíces y lianas, unas más gruesas que otras, aquellas en primer plano y otras en el fondo del caótico tejido, unas marrones, rojizas, ocres,

Una mujer observa ‘Antharfuchsone’ del británico Damien Hirst, en la sede de Christie's, Londres/AFP

*Curador de arte, artista visual profesor investigador de la Universidad del Atlántico.

pálidas, pardas oscuras y unas pocas amarillas, lo más probable es que a usted le pueda gustar las expresivas y gestuales pinturas de Jackson Pollock.

Si después de la lluvia usted mira a través de un cristal con-densado o humedecido y no atina a identificar las figuras de las cosas y solo ve manchas, franjas o formas geométricas con sus contornos diluidos y se queda embelesado con la

vibración lumínica de colores y tonalidades, quizá también lo haga cuando se encuentre frente a una pintura de Mark Rothko o de Helen Frankenthaler.

Cuando usted va caminando por una zona desértica y posa sus ojos sobre la arena, la arcilla, los relieves y altibajos del terreno, las texturas rugosas o porosas del camino y logra captar las diversas coloraciones terrosas, sepias, ocres, sienas, amarillas,

terracotas, seguro que después le resultará familiar las pintu-ras matéricas de los pintores informalistas Fautrier o Tàpies.

Acercarse a mirar la textura de la corteza de un corpulento árbol, las nervaduras de una hoja de plátano, las líneas de una frondosa cabellera, la es-tructura geométrica de una telaraña o el caer de las gotas de lluvia sobre la superficie de un charco, es abstraer la mirada

de las formas acostumbradas y empezar a explorar los terrenos de la imaginación. Cuando por momentos nos recreamos y le encontramos sentido a todo eso, ya hemos entrado al campo de comprensión y disfrute del Arte abstracto.

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OpINIóN Del abstracto verdadero al mamarracho impostor

“Si no fuera por la abstracción no podríamos siquiera hablar, no existirían los idiomas.El arte es arte cuando va de un alma a otra, no de una inteligencia que se supone superior a una inferior”.

“Ruego a aquellos que no entien-dan nada que a s u m a n u n a

postura de absoluta sumisión, de total inferioridad” .Erik Satie

La cita es una broma, por su-puesto y sin su puesto. Es bueno reír, incluso de los cien años del arte abstracto, y por eso he colgado, en mi muro de la infa-mia, este epígrafe de Erik Satie, compositor y pianista francés, contemporáneo de todas esas vanguardias, que explotaron una tras otra, como una reacción en cadena de una bomba atómica sobre la Hiroshima estética del arte occidental, en el amanecer de los tiempos modernos, a comienzos del siglo XX, esas vanguardias adolescentes en las cuales militó el abstraccionismo con la fiereza de los fauves.

Además, me anima la convic-ción de ser claro, no creo en el prestigio de la oscuridad. Pero también sé, como cualquiera, que todo lo que vale la pena en esta vida, desde enamorar a una mujer hasta enamorarse de un cuadro, requiere de un esfuerzo creativo de nuestra parte. El que quiere azul celeste, que le cueste. Y ese color, justamente, formó parte del nombre de una bellísima revista que aglutinó a los artistas abstractos, Der blaue reiter, El jinete azul, título que salió así mismo de un cuadro de Vasily Kandinsky, quien dijo con justicia poética que bello es lo interiormente bello.

Por Diego Marín Contreras

Del abstracto verdadero al mamarracho impostor

‘Blue Star’, del español Joan Miró, un surrealista de lo más abstracto.

Obras expuestas en Roma en 2007 de la consagrada colombiana Fanny Sanín.

De manera que si no hay belle-za en tu interior, mi hermano, sino acaso unos Calvin Klein, entonces no hay nada qué hacer, estás perdido. bueno, ahora punto y aparte, y cabalguemos sobre el tema, que más parece un anatema.

Vamos por lo obvio: ¿qué es eso de abstraer? Como todos sabemos, hay perros de distintas razas, hay flores de diferentes co-lores, hay árboles de variadísimo enramaje, pero yo digo el perro, la flor, el árbol, como si fueran una sola especie, Eso es abstraer. El perro es una abstracción, y si digo Perro ladrándole a la luna, se me vuelve un cuadro de Joan Miró, y vaya que miró, un surrea-lista de lo más abstracto, cuyas litografías pueden verse en una de las pizzerías más conocidas de esta ciudad desde hace como cuarenta años. Ahí está Miró, qué chévere, y de pronto al fondo se escucha: My house in the midle of the street . Dicho sea de paso: ¿quién ha mirado las litografías de Joan Miró, quién las recuerda? Yo sí, muchas veces las he mira-do, y es verdad, pinta como un niño, y qué tiene de malo pintar como un niño, hay que aprender a pintar, a escribir, a vivir como los niños. Yo sí, muchas veces las he mirado en las paredes de ladrillo de la pizzería, con distintos amores y desamores las he mirado, “porque ae, ae, yo vine pa’ mirá, ae, ae, yo vine aquí pa’ ve”.

Necesitamos abstraer para

no perdernos en el detalle de la mirada, como Funes, el memo-rioso, el personaje de borges, que recordaba todo de una manera minuciosa, cada hoja del árbol, cada nervadura de lo hoja, cada hoja a cada instante del día, el juego de la luz y de las sombras, absolutamente todo, y por eso era incapaz de abstraer. Si no fuera por la abstracción no podríamos siquiera hablar, no existirían los idiomas, no podría uno nombrar ni el deseo ni el amor, mucho menos el deseo que es amor.

Lo mismo pasa con los números. Veo dos casas, tres gatos y 4 lunas. Para ello me baso en un sistema

decimal porque tengo diez dedos, y los tengo porque desciendo de un pececito del período devónico, hace la niñada de cuatrocientos millones de años, que ostentaba cinco huesecillos en cada una de sus aletas. Y digo dos, tres o cuatro, y hasta digo Diego, pero esas también son abstracciones. ¿Quién ha visto un número dos caminando por ahí?, y no estoy hablando de cosas eróticas, que conste. Por eso Henri Poincaré, que estaba en el negocio de los números, dijo esta cita tan ci-table: La matemática es el arte de razonar correctamente sobre figuras incorrectas.

He querido decir, en buen romance, que el arte abstracto no cumple cien años, sino miles, millones años. Es más, tengo una sospecha: todos somos abstrac-tos, abstracciones, como los más que bellos, más que artísticos fractales, esa geometría de Dios que nos regala la naturazleza.

Decía Kandinsky, a quien se considera el papá del arte abstracto: El artista es la mano que por esta o aquella tecla hace vibrar adecuadamente el alma humana. El abstraccionismo, que surge de una necesidad de la mente, de una inducción, de lo particular a lo general, tras-ciende los límites del intelecto y va en búsqueda del alma, donde están las emociones sublimes, las formas, los volúmenes y los colores perfectos con los cuales la subjetividad busca expresarse a gritos. El abstraccionismo, así

entendido, como búsqueda del alma, como necesidad de comu-nicación del espíritu, camina libre por los cuadros de braque y de Picasso, se pasea por Piet Modrian, por Jackson Pollock, por Willem De Kooning, y arriba hasta Alejandro Obregón y gran parte de los artistas colombianos contemporáneos, pero en el

camino de Swann, que es de la verdadera vocación artística, se encuentra con la equivocación y la impostura. En la mitad del camino de la vida lo espera el mamarracho.

Ojalá se me perdone la re-dundancia, el pleonasmo, la tautología, pero el arte no es bueno ni es malo porque sea abstracto o sea figurativo. El arte sólo es arte cuando va de un alma a otra alma, no de una inteligencia que se supone su-perior a una inferior, como en el caso de Satie, y de tantos por ahí. Además, está el asunto de la ineptitud técnica, de la incapa-cidad para ejercer el oficio con limpìeza. Hay quienes jamás aprendieron a redactar un mi-serable parrafito y entonces se vuelven apologistas de la “mala literatura”, claro, no saben hacer otra, hay quienes jamás han leído un soneto, mucho menos el Soneto a Violante, de Lope de Vega,y tampoco saben que consta dos cuartetos y dos tercetos, catorce versos, por lo general endecasílabos. No saben lo que es un soneto, y arrancan de una vez escribiendo versos libres, pa’ fregarlos. En alguna ocasión le pregunté, por cierto, a una joven poeta erótica si había leído a Quevedo o a Góngora, a Manrique o a Tirso de Molina. Divina ella, me respondió que quiénes eran esos viejos.

Finalmente, están quienes jamás aprendieron a pintar, quienes no conocen la diferencia

entre un óleo y un acrilico, entre un aguafuerte y una litografía, entre un pincel y una espátula, y entonces perpetran un mama-rracho sin alma, lo exhiben con vanidad digna de mejor causa, se declaran vanguardistas con cien años de atraso, le explican al primer incauto que caiga entre sus garras el profundo mensaje artístico de su esperpento, su concepción metafísica de la be-lleza, son capaces incluso hasta se sacarse las entrañas –falsas, por supuesto– en público, un espectáculo en verdad grotesco ante la galería ansiosa de morbo, todo ello en aras de espantar a nuestros burgueses, que nece-sitan un bufón para distraer el tedio, para llenar el vacío, y en esta sociedad de generalizada ignorancia en materia de arte y de alma, hasta hay ingenuos dispuestos a pagarles unos milloncejos por la magnitud carnestolédica de la impostura.

Este fraude bien montado, por supuesto, nada tiene que ver con el arte abstracto, ni con el arte en general, mucho menos con el alma. Forma parte de la inhuma-nidad esencial de nuestra época, y como tal será visto en el futuro. “¡Fuck Picasso!”, gritó alguna vez Jackson Pollock, aburrido de los esnobistas que imitaban al pintor. bueno, al diablo con el mamarracho abstracto; larga vida al arte verdadero que me pinta el alma, que cabalga por las praderas del cielo en su poético caballo azul.

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DOCUMENTO Obras maestras

El arte abstracto nace de la necesidad de expresión libre del artista y se apoya en

su lenguaje: líneas, colores, manchas, geometrías, pigmentos mezclados. La abstracción se consolidó a lo largo del siglo XX como categoría estética opuesta a la figuración, con diversidad de planteamientos como supre-matismo, neoplasticismo, cons-tructivismo, rayonismo, orfismo, concretismo, action painting, informalismo, abstracción pos-tpictórica, op-art, minimalismo, neo-geo y otros. Algunos de estos están expresados en estas 10 obras maestras de la pintura.

Por Néstor Martínez Celis

Obras maestras

Kazimir Malevich (Ucrania, 1878-1935). Cuadrado Negro sobre fondo blanco, 1915. Óleo sobre lienzo, 79,5 x 79,5. Galería Tretyakov de Moscú.

La pintura Cuadrado Negro sobre fondo blanco, hoy en el Museo de Arte Moderno de Nueva York ha tenido gran importancia a lo largo de la historia del arte. Se convir-tió en un símbolo y ayudó a abrir la mente de los espectadores e incentivar las ansias revolucionarias del momento. Influenciado por el Cubismo, Malevich comenzó en 1912 a desarrollar su propio estilo, que le llevó a fundar el Suprematismo con esta famosa obra.Buscaba la reducción de la pintura a elementos geométricos (rectángulo, cua-drado, círculo, triángulo), basado en un pensamiento filosófico sobre arte puro.

Piet Mondrian (Amersfoort, Holanda, 1872-1944). Tableau II, 1921-22. Óleo sobre tela, 55.6 x 53.4 cm.  Colección Max Bill, Zurich.

Mondrian afirmaba que el arte no se debe utilizar para la reproduc-ción de imágenes de objetos reales, sino para expresar lo absoluto y universal que se oculta tras la realidad. Por eso redujo a los colo-res primarios, elementos planos, líneas y ángulos rectos, eliminan-do toda curva o diagonal. Con su teoría, Neoplasticismo, buscaba la armonía y la pureza plástica como la música y las matemáticas.

Paul Klee (Münchenbuchsee, Suiza, 1879-1940). Jardines (Tunesinos) Sureños, 1919. Acuarela, 24 x 19 cm. Collection Heinz Berggruen, Paris.

Esta acuarela la pintó Klee en recuerdo a su viaje a Túnez donde quedó abrumado por la intensa luz y el color. Sus pinturas están cargadas de alusiones a los sueños, la mú-sica y la poesía, con un estilo que recuerda a los surrealistas y a los cubistas. Su expresión personal está imbuida de una fantasía cercana a la pintura infantil y al arte primitivo.

Jackson Pollock (Cody, Wyoming, 1912-1956). N° 5, 1948. Óleo sobre aglomerado, 243,8 cm x 121,9 cm. Colección privada.

La pintura N° 5 simboliza el de-seo de captar el lado emocional y expresivo de los pensamien-tos del artista en lugar de una representación de la realidad. Es del período del ‘dripping’, especie de goteo y chorreado (1947-1950). El uso de Pollock de la pintura de acción, median-te el espontáneo y sucesivo ro-ciado de manchas de pintura sobre el lienzo en el piso, dice más del propio acto gestual de pintar que de la pintura en sí. Es la pintura más cara jamás vendida: US$140 millones.

Marcel Duchamp (Blainville, Francia, 1887-1968). Desnudo bajando una escalera, 1912. Óleo sobre tela, 146 x 89 cm. Museo de Arte de Filadelfia.

Esta pintura es uno de los ico-nos fundamentales del arte ex-perimental de las vanguardias y todavía se utiliza como referen-cia en la pintura contemporá-nea. Está llena de expresividad, de firmeza en los trazos, de contrastes lumínicos. Imagen a medio camino entre el Cubismo y el Futurismo, pero conquista la abstracción. La multiplica-ción de puntos de vista sugiere una sensación de movimiento nunca vista hasta entonces.

Wassily Kandinsky (Moscú, 1866-1944). Composición VII, 1913. Óleo sobre lienzo, 200 x 300 cm. Galería Tretyakov, Moscú.

Composition VII era considerada por el mismo artista como su obra más compleja. Las pinturas de Kandinsky no hacían ninguna referencia a objetos del mundo físico y se ins-piraban en el mundo de la música, del que tomaban los títulos. Su pintura era la traduc-ción de “expresiones de sentimientos que se forman lentamente en mi interior”, Están configuradas por conjuntos de formas orgánicas e irregulares de inspiración poética y musical, por lo que a su estilo se le denominó Abstracción Lírica.

Mark Rothko (Daugavpils, Letonia, 1903–1970). Centro Blanco (Amarillo Rosa y Lavanda sobre Rosa), 1950. Óleo sobre lienzo, 205,8 x 141 cm. Colección privada.

Centro blanco es la primera obra de la etapa madura de Rothko. Es parte del estilo mul-tiforme del artista: varias capas de colores complementarios en un lienzo grande. Sugiere en variaciones de color y tono una sorprendente diversidad de at-mósferas y estados de ánimo. “El silencio es tan exacto”, dijo Rotko, negándose a explicar el significado de su obra.

Frank Stella (Massachusetts, U.S.A. ). Harran II, 1967. Acrílico fluorescente sobre lienzo, 304.8 x 609.6 cm. Museo Guggenheim, Nueva York.

Hacia 1967 Stella inició un grupo de pinturas con formas rectas y curvas de colores brillantes y fluorescentes, rompiendo el for-mato rectangular de las pinturas de caballete. En Harran II, cada forma está en realidad definida por pares de líneas horizontales y verticales que se cruzan en ángulos rectos. Con el uso de color casi psicodélico y una combinación de acrílico y pigmentos fluo-rescentes, Stella combinó armónicamente la abstracción con lo decorativo. Para reafirmar lo abstracto de sus obras apeló a la su famosa frase: “Lo que ves es lo que ves”.

Antoni Tàpies (Barcelona, 1923). Pirámide, 1959. Técnica mixta sobre tela. 190 x 240 cm. Kunsthaus, Zúrich.

Tàpies es exponente de primer orden de la corriente matérica del Informalismo. Mezcla ele-mentos heterogéneos como polvo de mármol y arena con la pasta pictórica sobre los que realiza huellas, incisiones que sostienen formas y signos con claras alusiones al universo, la vida, la muerte o la sexualidad.

Manuel Hernández (Bogotá, 1928). Movimiento horizontal, 1975. Acrílico sobre tela, 100 x 100 cm. Colección Diners Club de Colombia, Bogota.

La pintura de Hernández per-tenece al campo de la abstrac-ción pura y, deliberadamente, es ajena a referencias de formas de la naturaleza.

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El primer curador de arte de Colombia ha convertido su aparta-mento en una curiosa

galería; donde hay un sonriente Mickey Mouse de barro sodo-mizando a Minie por siempre, compartiendo espacio con un cóndor fornido y rectangular, un trompo de cobre, una escultura acaracolada que da la impresión de haber sido extraída del neo-lítico, y un busto enclavado en lo que parecen panes de $200. “El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto”, diría Pablo Picasso para aplacar a los posibles espantados. Cada pared, cada rincón del hogar de Eduardo Serrano, es matizado por otra expresión, otro color, otra forma de fascinación.

Esta exposición permanente organizada por el que llaman “el decano de los curadores” está frente al Museo Nacional de bo-gotá, en el sexto piso de una torre que se alza entre mallas verdes y brazos mecánicos, que cumplen varios meses bosquejando la calle 27. La más grande de las obras está en la sala, un lienzo de más de dos metros colgado a espaldas del sofá donde recibe las visitas. Su tono sombrío, neutral, contrasta con el resto de piezas y adornos, algunos tan alegres como un cacique precolombino con cara de Homero Simpson. En el cuadro aparecen unas figuras nebulosas, indefinidas entre violetas y dorados arenosos, na-dando en un fondo gris casi negro; algunas líneas las contornean, y se puede interpretar una especie de “m” o de puño frío. No solo es la más grande en tamaño, también en importancia. Se llama Tres formas, pintura que le regaló en 1992 su amigo el maestro Manuel Hernández Gómez, baluarte del arte abstracto en el país.

“él es la figura más importante de la abstracción en la segunda parte del siglo XX y lo que lleva del XXI en Colombia”. Serrano tiene un acento costeño y fresco. Nació hace 72 años en Santander, pero desde los 3 meses de edad vivió en barranquilla, adonde su papá se trasladó luego de comprar una finca bananera. Es canoso, viste jeans y tenis Nike, y usa gafas de monturas púrpura. Estudió en el colegio biffi. Tras graduarse de

bachiller, vino a bogotá. Fue muy amigo de álvaro Cepeda Samudio y Alejandro Obregón, quien le regaló el cuadro del cóndor con una dedicatoria. Sus primeros ar-tículos sobre arte los escribió para el desaparecido Diario del Caribe.

El maestro Hernández tiene 83 años, y sigue produciendo a pesar de los quebrantos de salud. Para comprender la dimensión de la obra de Manuel Hernández, el aporte que ha representado para el abstraccionismo, el curador Serrano se remite a los orígenes de esta corriente en el país puesto que sus precursores e introduc-tores, fueron otros artistas.

El abstraccionismo cubre dos acepciones: “por una parte se refiere a la estilización; a volver las formas de la vida real más abstractas, menos rigurosamente reales, a deformar los objetos de la naturaleza. Por otra parte se refiere a aquellas figuras que salen de la mente del artista, que

no parten de la vida real sino que son concepciones intelectuales”.

La abstracción comienza inter-nacionalmente a principios XX, aproximadamente en 1910. Surge a partir de “dos movimientos muy importantes; el cubismo, de Pablo Picasso y Georges braque, y el fauvismo con el trabajo de Kandinsky”. Si bien estos movimientos siguen siendo representativos del mundo, em-piezan a desfigurar las cosas, “a no ser tan realistas”. El fauvismo a través de colores intensos, vi-brantes, violentos, y el cubismo a través de la geometrización de la realidad. También jugaron un papel importante los artistas rusos, con los movimientos del constructivismo y el rayonismo, en épocas de la revolución.

El primer pintor importante que aparece en Latinoamérica es el uruguayo Joaquín Torres, que esparce las ideas de abstraccionis-

mo en el sur del continente en los años 40. En esa década también comienza en Colombia, en la obra de Marco Ospina, el primer pintor abstracto del país. “Es un artista muy muy importante. Hizo sus primeros cuadros cubistas en 1943, y solo los mostró en 1947. Eran cuadros que partían de la naturaleza. Veía un paisaje, lo iba esquematizando, deformando, cada vez volviendo más geomé-trico, hasta que hacía un cuadro completamente abstracto”.

Luego siguieron Eduardo Ramírez Villamizar y Edgard Negret, que eventualmente se convirtieron en escultores. Para el desarrollo del arte abstracto también fue importante la obra de Guillermo Wiedemamm, un alemán que trajo a Colombia influencia del arte europeo. En un principio centró su obra en la raza negra, en las mujeres del Chocó y la zona selvática de esa región, pero al final de su vida

se volvió abstracto. Todas estas figuras ya han fallecido.

A partir de 1950 aparece el maestro Manuel Hernández, que comienza como artista figurativo. Incluso, en 1961 se ganó el primer premio en pintura en el XIII Sa-lón Nacional, con el óleo Flores en blanco y Rojo. En los 60 se vuelve artista abstracto, dando los primeros pasos de lo que pronto sería reconocido en todo el país como “una obra realmente extraordinaria”. Logra crear un lenguaje “muy particular, con unos colores muy específicos, que no se parece a la abstracción de nadie en el mundo”. De acuerdo con el curador Serrano, Hernández trabaja a partir de un lenguaje de signos, con los que ha conformado una especie de alfabeto que le permite expresarse a través de la abstracción.

“A través de esos símbolos él expresa unas cosas que no son

visibles en el mundo, pero que son reales. Por ejemplo: suspensión”, dice Serrano, señalando los óvalos o bandas que parecen levitar en el lienzo gris en la sala del aparta-mento. “Se aproximan unas a otras, se tocan y no se tocan, como que flotan en el espacio, en equilibrio. Su obra tiene un color muy particular, siempre expresa serenidad, calma”. Luego muestra un catálogo con las principales obras del maestro Her-nández. Se ven figuras que parecen neones alumbrando titilantes a lo lejos, hundidas en una bruma de oscuridad. En todas las imágenes es muy evidente la manera como aplica el color, los brochazos de-cididamente irregulares pero de apariencia suave.

“Ese idioma abstracto que esta-blece tiene unos valores plásticos importantísimos, por el color tan característico y tan de él; por la atmósfera que logra crear; por todo lo que expresa a través de la abstracción, que son verdades

del mundo aunque no sean visi-bles: el movimiento, equilibrio, suspensión. Son verdades del hombre, verdades abstractas, que logra expresarlas en la pintura”. Dichos signos aparecen flotando de diversas maneras, en distintas composiciones de colores contras-tantes, luminosos o vaporosos. Es reconocida también su destreza como dibujante. En algunas obras mezcla dibujos con pintura, y en la mayoría realiza técnicas mixtas que incluyen acrílico y óleo.

Serrano trabajó 20 años como curador del Museo de Arte Mo-derno de bogotá. El primer curador de arte que hubo en el país luego trabajó como crítico de arte de la revista Semana, por 5 años. Después fue director de asuntos culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, y pos-teriormente director de artes del Ministerio de Cultura. “Después me pensioné”. Ha escrito 20 libros

ENTREVISTA Manuel hernández visto por Serrano

Manuel Hernández,visto por Serrano

Por Iván Bernal Marín

“Ese idioma abstracto que establece Manuel Hernández tiene valores importantísimos, por el color, por la atmósfera que lograr crear por todo lo que expresa; son verdades del hombre, verdades abstractas que logra expresarlas en la pintura”.

Eduardo Serrano, en su apartamento junto a la obra de Manuel Hernández titulada ‘Tres formas’.

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En la región son escasos los artistas que han acudido al abstraccionismo como paradigma para sus obras.

Manchas cromáticas, con el sello de Carla Celia.

Madera y alumino en las formas escultóricas de Efraín Argüello.

ANALíSIS

Desde principios del siglo XX las artes vi-suales se han dividido en dos escuelas gene-

ralizadas: el arte figurativo, más tradicional y descriptivo, y el arte abstracto más experimental y filosófico. Entre estas corrientes generatrices, se han gestado una buena cantidad de tendencias artísticas que se inscriben, unas más y otras menos, dentro de este contexto referencial. Hay artistas que han escogido el difícil camino de una creatividad sui-generis que escapa a cualquier defini-ción histórica. De aquí surgen entonces los movimientos de renovación que van trasformando paso a paso el legado de nuestros antepasados hasta llegar a hacer contribuciones inéditas en cada una de las disciplinas estéticas.

No obstante, es cada día más remoto el hallazgo de una ex-presión auténtica. La saturación artística ha llegado a tal punto que la posmodernidad se define como el reciclaje de argumentos y técnicas de nuestro patrimonio universal como alternativa lógica en esta época de crisis iconográ-fica. La tradición caribeña se ha inclinado, en general, por la pintura y la escultura figurativas, son escasos los artistas que han enfocado el abstraccionismo como paradigma para sus obras. Alejandro Obregón nunca se dejó seducir por los cantos de sirena que pregonaban el fin de la figuración desde la década del cincuenta aunque algunas de sus

Por Eduardo Márceles Daconte

¿ Quiénes exploran lo abstracto en el Caribe?

pinturas de la época están cerca a una abstracción cromática que, no obstante, dejan entrever algunas figuras concretas de carácter expresionista. A su vez, Enrique Grau persistió siempre en la figuración aunque estuvo próximo a una abstracción cu-bista en la década del 50 como demuestra su óleo Elementos bajo un eclipse, obra ganadora del primer premio de pintura en el Salón Nacional de Artistas de 1957. De los artistas veteranos de la región, es necesario mencio-nar la pintura más reciente de Norman Mejía la cual explora las texturas y valores cromáticos que recuerdan ráfagas iridiscentes de un sol enfurecido.

En barranquilla es fácil adver-tir el camino que ha tomado el abstraccionismo en las obras de Manolo Vellojín (vive en bogotá) quien se ha mantenido fiel a una geometría, según él, “ritual, filosófica y fetichista” con pliegues del lienzo como olas que se suceden en cascada de tonos luctuosos que remiten al tema de la muerte o evocaciones religiosas como los sudarios, es-quelas o estandartes. Sus pinturas poseen raciocinios abstractos en composiciones equilibradas por una simetría obsesiva.

María Isabel Castro o Marylu-na, como prefiere ser conocida, barranquillera residenciada en Quito (Ecuador), toma como punto de partida sus vivencias en su tierra natal para expresarse de manera metafórica a través de

Manuel hernández visto por Serrano

sobre el arte colombiano. Ahora hace curadurías como freelance, para la Cámara de Comercio, la Alianza Francesa y el Museo Na-cional. Precisa que un cuadro de Hernández, como el que cuelga en su sala, está avaluado en unos 100 millones de pesos.

“Los signos de Manuel tienen en el fondo un poquito de geo-metría, pero son imprecisos. Esa imprecisión de los bordes logra como una bruma, una atmósfera indescifrable, muy bella, que habla de aproximaciones, incluso movimiento. Signos que son la base de su lenguaje abstracto”.

Serrano señala algunas de las diferencias por las cuales el maestro Hernández es conside-rado el máximo exponente del abstraccionismo en Colombia, por encima de sus predecesores. La obra de los otros fue muy corta en comparación, “ya cuando estaban al final de su vida”. En cambio Hernández viene traba-jando la abstracción ya por más de 40 años, y logró desarrollar su propio lenguaje y ser reconocido. “Tú ves una obra de él y no lo confundes con nadie más, por más abstracto que sea, tiene su idioma abstracto inconfundible. Eso es muy importante”.

Otro aspecto que marca una escisión respecto a los otros artistas que contribuyeron al desarrollo del abstraccionismo en el país, es que es un abstracto fundamentalmente expresionis-ta, con un carácter preciso. “En el sentido de que no es geométrico; él expresa lo que tiene dentro a través de la pintura. Quizá parte muy lejanamente de una geometría, en cambio todos los demás son artistas geométricos. Donde ya no es la expresión personal de sus sentimientos, emociones, visiones, sino que es una cuestión muy lógica, matemática e intelectual”.

Hernández ahora está haciendo esculturas, conservando los sig-nos que suelen estar presentes en sus etéreas pinturas. Incluso en ellas, mucho más concretas, es “sensual, sensitivo, va a los sentidos. La escultura abstrac-cionista de Negret y Ramírez es intelectual”.

Es por eso que el experto cura-dor afirma que todos los pintores abstracto que siguieron en las

Eduardo Serrano, en su apartamento de Bogotá. / Foto: Iván Bernal.

Manuel Hernández estudió en la escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, en Bogotá, y en la Academia de Bellas Artes de Santiago de Chile. Fue director de la Escuela de Bellas Artes de Ibagué. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Roma, y se especializó en el Art

Students League de Nueva York. En 1967 obtuvo mención en el XIX Salón de Artistas Colombianos.En 1968 recibe una mención de honor en la Bienal Iberoamericana de Pintura. En 1969 fue declarado fuera de concurso en el XX Salón Nacional. Ganó el concurso público organizado por el Ministerio de Obras Públicas,

por lo que realizó en 1981 el mural ‘Signos

y Leyes’ para el edificio del

Congreso.

SObRE EL MAESTRO HERNáNDEz generaciones posteriores a Manuel Hernández están influenciados por él. Con frecuencia se celebran en bogotá exposiciones con sus obras, así como homenajes. “Al fin y al cabo fue el que abrió el camino. Influenció en todos los artistas que desde entonces hicieron abs-tracción no geométrica”. Aparte del perdurable impacto estético que permitió el desarrollo del movimiento en el país, Serrano encuentra otra forma de simplifi-car la importancia de este artista bogotano: “Además ha ganado muchos premios, muchos”.

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“En Barranquilla es fácil advertir el camino en las obras de Manolo Vellojín”

La relación entre el arte y el mundo en el trazo de Mario Zabaleta. En la vertiente geométrica, Vicente Martínez , hacia el arte efímero

ANALíSIS

un ornamento o una botella, que les insufla cierto aire surrealista a sus estructuras visuales.

En Sincelejo ha florecido la abstracción en artistas como Walbert Pérez. Su pintura es una explosión de color y energía su obra recuerda también las reflexiones cromáticas del in-formalismo español, en especial del catalán Antoni Tàpies cuya pintura asimila la materialidad de elementos disimiles.

Después de pasar por una etapa semifigurativa, Moisés Paternina (Sincelejo) se enrutó por una pintura abstracta que enfatiza la violencia cromática con robustas pinceladas y rica textura. Es de carácter expre-sionista que remite a los torbe-llinos políticos y sociales que ha sufrido la región de los Montes de María, traducidos a grandes masas de colores puros y densos que giran alrededor de gruesas líneas empastadas e incisiones en la materia para complementar su testimonio artístico.

La pintura de Santiago Herazo Cure (Sincelejo) se inscribe dentro de una corriente interna-cional que se nutre de los estados de ánimo, la armonía del color y la pincelada gestual. En ellas se respira la tranquilidad de los paisajes del subconsciente y el éxtasis de la contemplación zen. .

En Valledupar ha surgido, a principios del siglo XXI, un significativo grupo de artistas que se han decidido por una pintura abstracta de exuberante colorido y matérica textura. Se trata, entre otros, de Osby Cújia quien realiza una pintura de rico y seductor cromatismo en donde se perciben alusiones a la naturaleza: el mar y la vegetación tropical. Son paisajes poéticos cuyas atmósferas asimilan la luz de los amaneceres o las sombras de los crepúsculos del Caribe. En algunas de sus pinturas se intuye cierto influjo del pintor Carlos Jacanamijoy aunque en el artista del Putumayo es más elocuente la presencia iluminada de la selva, en tanto que Cújia se orienta más por los elementos naturales con énfasis en el fuego y el agua. En una línea similar, la pintura de Arnoldo Aarón se inscribe en una corriente expresionista abstracta de tona-

lidades poéticas con veladuras y estratificaciones cromáticas que remiten a paisajes del subcons-ciente, aunque en algunas obras asoman características humanas para matizar sus argumentos.

Efraín Quintero, más conocido como Mono Quintero, se ha em-peñado en dejar su testimonio visual de besotes, cerro tutelar de la ciudad de Valledupar. Es un lugar ligado a historias fantásticas y a la mitología de esa región cesarense puesto que fue cuna de asentamientos indígenas donde se veneraban deidades ancestrales, entre ellas, la figura de Seránkua, dios de la creación para los Arhuacos. A partir de la observación de este accidente montañoso, Quintero ha querido rendir un homenaje a la tierra de sus antepasados con un conjunto de pinturas que

transcriben, en una caligrafía abstracta de colores jubilosos y expresivos, un promontorio terrígeno que identifica la geo-grafía de su región.

La escultura tiene en artistas como Abel Chipiaje, Efraín Argüello y Fabián Rivera a dis-tinguidos representantes en el Caribe colombiano. Chipiaje es un artista autodidacta radicado en el área de Santa Marta que talla esquistos (roca de textura pizarrosa) extraídas de canteras en la Sierra Nevada en donde aprendió la técnica de manera artesanal con los descendientes de los indígenas Tayronas, en especial los Koguis y Arhuacos. Son petroglifos en composicio-nes laberínticas inspirados en las pictografías indígenas que entreteje con símbolos geomé-tricos y motivos marinos.

La madera y el aluminio asumen los ropajes más insólitos en el estudio de Efraín Argüello (ba-rranquilla) quien se inclina por una escultura abstracta, nacida de la espontánea intuición de su vocación artística. Recicla los retazos de una carpintería para formalizar obras que asimilan tornillos y tuercas de diversas dimensiones, puntillas, pegantes, incluyendo materiales como yeso, malla metálica, polvo de ladrillo, cera de abeja, telas y pinturas industriales. Argüello penetra el mundo de los ensamblajes con texturas patinadas y relieves cromáticos que confirman su vocación constructivista de una arquitectura imaginaria que suelen ser geométricas con ondu-laciones y oquedades sensuales, entramadas de líneas, a veces corrugadas, que incorporan el graffiti, la luz y su sombra, para conformar objetos equilibrados que recuerdan en ocasiones el trabajo de la escultora esta-dounidense Louise Nevelson por la acertada selección de sus componentes.

Fabián Rivera heredó de su padre Orlando Rivera, el popular ‘Figurita’ (pintor y muralista de escenas populares), el talento para la escultura en figuras simbólicas, gestuales, de formas sinusoidales, talladas en maderas finas o en pie-dra de esquisto con herramientas primitivas. Nacido en baranoa (Atlántico), se inició en la talla con el maestro antioqueño Rodrigo Arenas betancourt, orientado más tarde por el Mamo (cacique o curandero) ángel Maestre de una tribu Tayrona en la Sierra Nevada de Santa Marta con quien apren-dió su cosmogonía y el concepto del volumen en convivencia con la naturaleza. En 1999 fue invi-tado al Campamento Anual de Escultores en Toyama, Japón, y su obra se seleccionó para la plaza de esculturas Inami como premio por ser considerada la mejor entre los artistas participantes.

*Escritor e investigador cultural, su libro más reciente se titula ‘Los recursos de la imaginación: Artes visuales del Caribe colombiano’ (segunda edición, Panamericana, Bogotá, 2011).

“Cada día es más remoto el hallazgo de una expresión auténtica. La saturación artística ha llegado al tal punto que la posmodernidad se define como alternativa lógica en esta época de crisis iconográfica.”Una obra que revela la madurez artística de Norman Mejía .

Escultura de Abel Chipiaje, radicado en Santa Marta.

¿Quiénes exploran lo abstracto en el Caribe?

una amplia diversidad de formas orgánicas. Sus argumentos visuales son ricos en colores saturados y vibrantes como nuestra región caribeña. Jorge Serrano, a su vez, alterna una figuración de sutiles desnudos femeninos fragmenta-dos en zonas erógenas de matices monocromáticos con una pintura abstracta de símbolos entretejidos que recuerdan la metamorfosis que experimenta la oruga a través de la crisálida hasta el capullo que da vida a la mariposa.

Entre los artistas barran-quilleros que cultivan el arte abstracto se ubica la pintura de Carla Celia. Después de explorar temas diversos, Celia sorprende con una propuesta innovadora que se manifiesta a través de una explosión de colores a la manera de los expresionistas abstractos de la Escuela de Nueva York, en especial Franz Kline o Mark Rothko, en la en los cuales los contrastes formales crean una

energía poética en ebullición. En la vertiente geométrica, el cartagenero Vicente

Martínez se inclina por un arte efímero que cuestiona

la pintura tradicional con materiales ordinarios que organiza en instalaciones

con base en tiras de papel que adhiere a la pared para tejer interesantes estructuras visuales

en una secuencia repetitiva, o pinta sobre la pared con

pigmentos formando largas líneas negras y grises en

un mural de grandes dimensiones.

La pintura de Camilo Calderón

en Cartagena es un vivo ejemplo del talento para transformar las embravecidas olas del mar Caribe en paisajes imaginarios donde los relámpagos se traducen en la luz que ilumina los más recónditos pliegues de la conciencia telúrica.

También en Cartagena, la pin-tura de Mario zabaleta incorpora el chorreado expresionista, las frases o palabras que aluden a ciertas ideas que el artista quiere compartir para introducir una línea narrativa sobre un fondo de manchas abstractas o figuras geométricas sobre las cuales traza con incisiones de punzón objetos de uso cotidiano como una taza,

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‘Dos Soles’, de María Elvira Dieppa. Óleo y pigmento sobre lienzo /2011

CONTRAESCApE

“La obra de María Elvira Dieppa es un intento de contener todas esas cosas que se nos van, sus movimientos son rápidos porque sabe que hay poco tiempo para grabar eso que antes había pensado. El destello, su continua movilidad, su velocidad de vértigo quedan fijos como fotogramas del pensamiento, en realidad siendo justos son ideas que cuelgan aunque tengan la apariencia de un cuadro”. J.V.G.